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Unidad 1:
Etapas de la expansión
Los neo-clásicos:
Del difusionismo al culturalismo:
El particularismo histórico norteamericano fue uno de los
exponentes del difusionismo. El eje de sus investigaciones
de campo y de especulaciones teórica fue la cuestión del
retraso o retardo que caracterizaba a los grupos primitivos.
Había que explicar la brecha que separaba a estos del
desarrollo de la civilización moderna.
Explicaban esa brecha no por medio de un desarrollo
universal evolutivo, sino por el proceso de préstamos o
difusión de paquetes, donde se asociaban técnicas de
producción de alimentos, representaciones sobrenaturales,
organizaciones sociales y rituales que configuraban la
conducta de los grupos, sus culturas.
Desarrollaron una metodología profunda en el análisis de los
relatos (mitos, leyendas, cuentos) y representaciones
simbólicas similares entre pueblos de regiones apartadísimas
geográficamente hablando, que podían así dar cuenta de
orígenes o puntos de parentesco cultural sorprendentes.
Luego, el énfasis mayor en el concepto de cultura, como
configuración y amalgama de componente portados por
sociedades particulares, tuvo auge en la antropología
desarrollada en EEUU a partir de la consolidación de esta
como potencia. En este contexto, se desarrolla la teoría de la
sociedad Folk, concebida como representante
contemporánea de las sociedades “primitivas” aisladas,
autosuficientes, homogéneas, opuestas de por si a la
civilización occidental.
Durante los años 20 al 40 , la inmigración de extranjeros a
las grandes ciudades industriales había inaugurado los
estudios acerca de esas culturas originarias en contextos de
hostilidad y extrañamiento social . Se estudiaba al migrante
como representante de una realidad folk esencialmente
opuesta a su punto de llegada.
No es casual que se consolidasen entonces teorías que
compartían principalmente la noción de cultura como
integración de elementos, tanto tecnológico-materiales como
los que formaban la concepción del mundo de cada pueblo
en particular y que llegaban a determinar las conductas
individuales: los famosos “patrones de comportamiento”. Se
pone así el acento en la cultura como configuradota de
personalidades distintivas.
Esto trajo como consecuencia la necesidad de incrementar
los estudios emic o que tomaban como materia prima para el
análisis el punto de vista de los actores, sus formas de ver y
representar la vida. Una de las consecuencias era que el
objeto de estudio antropológico se terminaba
circunscribiendo a las comunidades distintas a las del
antropólogo , siempre “extranjero” respecto de ellas y los
estudios se acotaban a esos limites ,sin importar demasiado
las relaciones estructurales (sobre todo de poder) con lo que
ellos llamaban sociedad mayor.
Se produjeron, entonces, tres efectos:
1-Los estudios se focalizaran en las conductas
“desviadas “de la media, concebidas como “atrasadas”
y muchas veces con acciones netamente racistas.
2-Las que colocaban a la cultura como un factor tan
determinante, al extremo que difícilmente los individuos
pudieran evadirse de ella y cambiar, lo que los tornaba
no sólo distintos sino latentemente peligrosos.
3-Esto no podía ser implementado sin atenerse al
relativismo cultural ,como credo de principios
epistemológicos , lo cual imponía congelar la imagen
de esa cultura “tal cual eran”
Este conjunto de características recibió el nombre de
culturalismo.
La antropología de la descolonización:
A partir de la década del 60 se produce la descolonización de
África y Asia y el paradigma clásico de la Antropología entra
en crisis.
Los estudios antropológicos clásicos se habían desarrollado
en países lejanos respecto a los llamados centrales. En los
primeros tiempos se había constatado una mayor
coincidencia entre el objeto de estudio de la disciplina (la
otredad cultural) y el referente empírico: esos pueblos
lejanos. Pero a medida que estos ámbitos fueron
occidentalizándose, la Antropología tuvo que dejar de lado
ciertas maneras de concebir a las sociedades de esos países
tal como lo dictaba el prototipo de la vida aldeana: aislada,
homogénea, integrada en si misma, en equilibrio, etc.
El objeto de estudio se complicaba para esa mirada clásica
que definía a la Antropología por un lado con un sentido
amplio y totalizador (“el estudio del Hombre “) y a la vez la
reducía a ser la “ciencia de los pueblos primitivos”.
Una variante consistió en ver de qué manera se iban
modificando los estilos de vida propios y tradicionales de los
pueblos colonizados, “arrollados” por el proceso de
modernización.
A esta opción teórica y empírica se la llamo hacer
antropología “en”, ya que intentaba encontrar su objeto en el
ámbito moderno, complejo, industrial, a las comunidades
étnicas distintas. De migrantes pobres, en suma: los “Otros”
en la Modernidad, por eso se sintetizo en la frase
“antropología en la ciudad”, y el desafío fue seguir
concibiendo a esas comunidades como aisladas,
internamente homogéneas y sin estar atravesadas por los
conflictos de la sociedad donde se encontraban inmersas.
Del otro lado, la opción era concebir a la sociedad en su
conjunto como un objeto y la concentración urbana moderna
como un ámbito nuevo o un referente empírico con el cual
construir un nuevo objeto de estudio antropológico. Esta
segunda alternativa fue bautizada “antropología de” y
consistió en tratar de aprovechar la riqueza metódica del
enfoque antropológico para estudiar en forma particular el
fenómeno complejo.
En lugar de ver lo que de por si se considerara exótico, en
este enfoque se tratar de estudiar lo familiar, lo propio de la
cultura del observador, como si fuera exótico. Es lo que se
dio en llamar exotización de lo familiar. Implica recuperar, del
abordaje antropológico, aquello que hacia el antropólogo
clásico: estudiar al otro como totalmente ajeno a la cultura
del investigador.
En ambas opciones se tomaban como dadas las realidades
culturales tribales nativas y al cambio se lo consideraba
causado únicamente desde Occidente, lo que muchos
catalogaron como visión ahistórica de esas asunciones
teóricas.
Desde el seno de los proceso de lucha contra el colonialismo
y comienzo de la descolonización se “descubre” que las
teóricas clásicas de la Antropología constituían un modelo
que básicamente no tomaba en cuenta la situación colonial
como sistematizada de su objeto.
Hacia fines de los 50, los antropólogos franceses
comenzaron a abocarse críticamente al estudio de
situaciones de cambio como resultado de la situación
colonial. Balandier vio como esos pueblos, antes de la
irrupción de Occidente en sus vidas, no estaban en equilibrio
ni en situaciones de integración, como lo preconcebía el
modelo estructural –funcionalista clásico, sino que en su
interior se desencadenaban procesos de conflicto como en
todo sistema social. Este autor vio la necesidad de integrar
los conocimientos de la económica y la política a los estudios
de la cultura en boga en los años 50 y fundamentalmente la
perspectiva histórica.
La idea de una continua autorregulación, capaz de lograr un
equilibrio interno, que en los organismos vivos se denomina
homeostasis se había extrapolado a las sociedades
estudiadas por la Antropología y formaba el núcleo teórico
central del pensamiento estructural –funcionalista. Pero las
vertiginosas transformaciones de las colonias británicas lo
pusieron en crisis.
Las transformaciones eran entendidas por el culturalismo
como aculturaciones, partiendo de la base que el cambio
provenía sólo del lado occidental y que las sociedades
tribales eran estáticas.
Al respecto, la teoría del conflicto, con influencias marxistas,
entendió que lo que había que estudiar era la situación de la
totalidad, que abarcaba tanto las sociedades nativas cuanto
también sus relaciones de asimetría y dominio de parte de la
acción de los colonizadores , incluyendo por su puesto, a los
antropólogos y sus modelos.
Marx se ocupo centralmente de la realidad del capitalismo
industrial y no de las sociedades a las que se abocaría la
Antropología. Por eso su influencia en el pensamiento de los
antropólogos consistió básicamente en la proyección de su
método de análisis, el materialismo histórico, cimentado en
su perspectiva dialéctico – materialista.
En su modelo, un componente central es el papel jugado por
la producción social como base (estructura) para la
comprensión del fenómeno humano, desde lo económico
hasta lo cultural (superestructura). Proponía estudiar los
fenómenos en sus aspectos más abstractos, generales y
universales, tal como se presentaban ante la evidencia del
sentido dominante, para ir analizándolos en niveles cada vez
más concretos y singulares, desde los cuales volver a
establecer generalizaciones, esta vez sobre la base de la
constatación real y las causas históricas, subyacentes a los
fenómenos.
La comprensión de los conflictos como parte de una
dialéctica histórica concreta y a la vez general –como el
marxismo argumento y demostró en la obra analítica –
sintética de sus fundadores- , ponía en crisis el modelo de la
mera “diversidad” como única variable de ponderación del
objeto antropológico.
Las situaciones de pobreza son explicadas por la
Antropología no como resultado de ser sociedades
tradicionales, atrasadas o primitivas sino de estar en
relaciones de dependencia de los centros de poder
económico y político capitalista e imperialista. Se definía la
dependencia, causa de la pobreza y asimetría social y
económica de los países llamado por ese entonces Tercer
Mundo.
El marxismo estructural sostuvo como unidad de análisis a
las sociedades discretas, pero comprendidas en sus
relaciones estructurales con las totalidades históricas en las
que se hallaban inmersas. Ubico como determinantes de los
comportamientos sociales y culturales no al ambiente natural
y/o la tecnología ,sino específicamente a las estructuras de
relaciones socio-económicas.
Unidad 2:
Texto de Arribas y Ayerdi: Canibalismo y Pobreza
Al incorporar un alimento, el hombre incorpora no solo
nutrientes esenciales para la vida, sino también un universo
de ideas, imágenes y sentidos en función de los cuales se
define como un tipo particular de hombre. Esto es, define su
identidad individual y colectiva.
Pensar sobre lo que comemos es sin duda pensar sobre lo
que somos y lo que seremos; pero también es pensar sobre
lo que no somos o no queremos ser.
Al consumir una sustancia incorporamos energía, pero
también un cuerpo de significados, de valores y creencias,
que nos constituyen desde nuestro interior.
Unidad 3:
El relativismo cultural
La transnacionalización de la cultura
Durante bastante tiempo se creyó que el relativismo cultural
era la consecuencia filosófica y política mas adecuada al
descubrimiento de que no hay culturas superiores e
inferiores. Si bien permite superar el etnocentrismo, deja
abiertos problemas básicos en una teoría de la cultura: la
construcción de un conocimiento de validez universal y de
criterios que ayuden a pensar y resolver los conflictos y las
desigualdades interculturales.
La relatividad de las culturas y el derecho de cada una a
darse su propia forma son inconsistentes si no los ubicamos
en las condiciones actuales de universalización e
interdependencia. En el mundo contemporáneo esta
interdependencia no es una relación de reciprocidad
igualitaria. La transnacionalización de la cultura, impone un
intercambio desigual de los bienes económicos y culturales.
La superación práctica del etnocentrismo que el capitalismo
ha generado es la imposición de su estructura económica y
cultural a las sociedades dependientes. A la luz de esta
situación resultan muy poco creíbles las apelaciones a
respetar las particularidades de cada cultura. En verdad
existen dos tipos de etnocentrismo en el proceso de
intercambio desigual capitalista: el imperial, que mediante la
transnacionalización de la economía y la cultura, tiende a
anular toda organización social que le resulten disfuncional,
el de las naciones, clases y etnias oprimidas que solo puede
liberarse mediante una autoafirmación enérgica de su
soberanía económica y su identidad cultural.
La teoría de Marx
Para Marx una clase es un grupo de personas que tienen
una relación común con los medios de producción, los
medios mediante los que se ganan la vida. Las dos clases
principales son: quienes poseen estos medios de producción
y aquellos que se ganan la vida vendiéndoles su fuerza de
trabajo.
El concepto de clase de Marx se dirige hacia las
desigualdades económicas estructuradas objetivamente en la
sociedad. La clase no se refiere a las creencias que tiene la
gente sobre su posición sino a las condiciones objetivas que
permiten a algunos un mayor acceso a las compensaciones
económicas que a otros.
La teoría de Weber
Aunque acepta el punto de vista de Marx sobre que la clase
se funda en condiciones económicas objetivamente dadas,
percibe una mayor variedad de factores económicos, tan
importantes como los reconocidos por Marx, para la
formación de una clase. De acuerdo con Weber, las
divisiones de clase se derivan no solo del control, o de la
ausencia de control, de los medios de producción, sino de las
diferencias económicas que nada tienen que ver,
directamente con la propiedad. Tales recursos incluyen
especialmente los conocimientos técnicos y las credenciales
o cualificaciones que afectan a los tipos de trabajo que las
personas pueden obtener.
Distingue otros dos aspectos básicos de la estratificación
además del de clase.
Status: se refiere a las diferencias entre grupos en el honor
social o en prestigio que le conceden los otros.
Partido: la formación de partidos es un importante aspecto de
poder, y puede influir sobre la estratificación con
independencia de la clase y el status. El partido define un
grupo de individuos que trabajan conjuntamente porque
tienen orígenes, aspiraciones o intereses comunes. Los
partidos pueden apelar a las preocupaciones que atraviesan
las diferencias de clase.
Unidad 4:
La identidad individual
La identidad tiene que ver con la idea que tenemos acerca de
quienes somos y quienes son los otros, es decir, con la
representación que tenemos de nosotros mismos en relación
con los demás.
Si bien se puede hablar legítimamente de identidades
individuales y de identidades colectivas, la identidad se
predica en el sentido propio de los sujetos individuales
dotados de conciencia y psicología propia, y solo por
analogía de los actores colectivos.
La identidad es uno de los parámetros cruciales que definen
al actor social.
Si asumimos el punto de vista de los sujetos individuales, la
identidad puede definirse como un proceso subjetivo por el
que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos
mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos
culturales fuertemente valorizados y relativamente estables
en el tiempo.
Si aceptamos que la identidad de un sujeto se caracteriza
ante todo por la voluntad de distintividad, demarcación y
autonomía respecto de otros sujetos, se plantea
naturalmente la cuestión de cuales son los atributos
diacríticos a los que dicho sujeto apela para fundamentar
esa voluntad. Diremos que se trata de una doble serie de
atributos distintivos:
1)Atributos de pertenencia social que implican la
identificación del individuo con diferentes categorías,
grupos y colectivos sociales.
2)Atributos particularizantes que determinan la unicidad
idiosincrásica del sujeto en cuestión.
La craneometria
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la actividad científica
de moda fue la craneometria, es decir, el estudio de las
medidas de los cráneos y su contenido. La craneometria
como ciencia tuvo las pretensiones de establecer jerarquías
intelectuales basadas en los diferentes tamaños de los
cerebros.
Prejuicios:
Podemos definir el prejuicio como un “juicio que construye la
realidad del otro de manera predeterminada”, no es una idea
formulada a partir de una experiencia concreta, pero tampoco
se modifica al producirse esta experiencia o al recibir críticas
acerca de lo que se formula. Son ideas construidas en torno
a evidencias inadecuadas e incluso imaginarias. A través del
conocimiento cotidiano y del sentido común.
A partir del conocimiento exterior del otro se tiende a unificar
y simplificar, sintetizando las características percibidas, bajo
el rotulo de “lo típico” de ese otro, es decir, homogeneizando
las diferencias. De esta manera se atribuyen a todos los
miembros del grupo las mismas características. Además
estos rasgos compartidos son naturalizados, es decir, se los
acepta sin cuestionarlos, se desconoce que han sido
construidos históricamente.
La discriminación:
Podemos definir la discriminación como una práctica que
pone al otro un trato diferenciado, si bien lo incorpora en los
diferentes ámbitos de la vida social, lo hace desde formas
que lo interiorizan.
La segregación:
Algunos casos de discriminación pueden dar paso a la
segregación, que consiste en mantener al “grupo racializado”
a distancia. Es decir, este proceso discriminatorio se
profundiza al provocar la expulsión del grupo “racializado”.
También puede tratarse de una delimitación de los espacios
donde estos grupos pueden habitar, trabajar o permanecer.
El desprecio, la sospecha y el temor favorecen el aislamiento
y la separación de diferentes grupos.
La violencia
El racismo puede manifestarse tanto a través de la violencia
física como simbólica.
Infrarracismo:
Es el más sutil, donde los prejuicios y las prácticas se ocultan
o disfrazan en el accionar cotidiano. Es el que esta más
diseminado y se manifiesta en las interacciones diarias entre
vecinos, comerciantes, compañeros de trabajo, medios de
comunicación, etc. Las expresiones son indirectas, en ciertos
casos, si bien no se plantea una inferiorización del otro se
afirma que los derechos otorgados a estos inmigrantes
implican una discriminación hacia la población local.
Racismo fragmentado
Aunque sus manifestaciones son más evidentes y la
frecuencia en la que aparecen es mayor, aun continúa
presentándose de manera disgregada. Las ideas que lo
refuerzan figuran en publicaciones diversas y en grupos
influyentes a nivel social. Pero la ausencia de políticas
favorables hace que este proceso no pueda profundizarse.
Racismo político
En este plano las manifestaciones están presentes con un
mayor grado de articulación. El racismo pasa a ser “principio
de acción de una fuerza política”, que esgrime la diferencia y
la supuesta jerarquía de un grupo sobre otro a través de la
unificación y organización de practicas y discursos. En este
nivel se alcanza una instancia de institucionalización, al
contar con intelectuales, dirigentes sociales y organizaciones
políticas que permiten que el racismo se transforme en una
fuerza movilizadora que articula estas representaciones y
manifestaciones, estructurándolas y legitimándolas
ideológicamente. Se apoya en fuerzas políticas que
construyen sus discursos alrededor de planteamientos
raciales.
Racismo total
En este último nivel, el más radicalizado, el Estado mismo se
organiza de acuerdo a posiciones racistas mediante políticas
y programas de discriminación, segregación, violencia y
exclusión. Además unifica y legitima los discursos y las
practicas contra un grupo o varios grupos racializados, a
través de la colaboración de intelectuales y científicos,
quienes mantienen la voluntad de homogeneizar racialmente
al conjunto de la población. De esta manera el Estado se
pone al servicio de una ideología racista, y en este proceso,
se dejan de respetar los derechos humanos, la libertad y la
igualdad, llegando a casos extremos de segregación total y
exterminio sistemático de grupos étnicos.
Caracterización de la juventud:
A)- Representaciones.
Un conjunto de representaciones definen a los jóvenes a
partir de ser en si mismo. Se parte de una comparación con
perspectiva adultocéntrica, la definición se hace por
diferencia de grado en relación al parámetro elegido, que
lleva a establecer características desde la falta, las ausencias
y la negación, y son atribuidas al sujeto joven como parte
esencial de su ser. Esta perspectiva conduce a perder de
vida la condición juvenil como construcción social, quedando
oculto bajo el manto de la naturalidad del fenómeno que
estas concepciones son discursos altamente ideologizados y
con perspectiva gravemente discriminadora. Su afirmación es
una cuestión de naturaleza: se es joven de tal manera, y
cuando se es joven se es inseguro, incompleto, peligroso, no
productivo, desinteresado, desviado, victimizado, rebelde, ser
del futuro, etc.
B)- Formas discursivas.
Se ha identificado distintas formaciones discursivas en las
que se fundamentan estas representaciones. Algunas de
ellas son:
1-Discurso naturalista: es aquel que define al joven como
una etapa natural, como una etapa centrada en lo
biológico, en la naturaleza, como una etapa universal.
2-Discurso psicologista: es la mirada sobre la juventud
como momento de confusión, como un proceso
psicologico particular que debe resolverse
individualmente, porque es una etapa que si o si va a
pasar.
3-Discurso de la patología social: la juventud es el
pedazo de la sociedad que esta enfermo y que tienen
mayor facilidad para desviarse. Ve al joven como
portador del daño social.
4-Discurso culturalista: trata de mirar al joven como una
cultura, una cultura aparte de otros grupos de edad de
la sociedad, como si un grupo de edad pudiera
construir una cultura por si mismo.
5-Discurso sociologista: es aquel que representa al joven
como victima, el es producto de lo que pasa en la
sociedad..
Todos estos discursos quitan agencia (capacidad de acción)
al joven o directamente no lo reconocen (invisibilizan) como
un actor social con capacidades propias.
Caracterización de otros
Cinco paradigmas:
Organicista: estas teorías explican el origen de la juventud en
la evolución de lo corpóreo, y formulan interpretaciones de
tipo individualista. Partiendo de que la edad es el único
aspecto común en todas las sociedades, la toman como
categoría central de explicación, y llegan a la conclusión que
lo característico de la juventud es la no correlación entre lo
físico y lo psíquico.
Sociopsicológicas: la adolescencia es explicada desde esta
perspectiva como una fase traumática marcada por la
rebelión.
Culturalistas: incluye aspectos socioculturales y su
vinculación con la evolución de la organización social.
Juventud como etapa dedicada a la preparación y a la
adquisición del saber humano en cuanto a la reproducción de
la vida.
Estructural funcionalista: la juventud como etapa en la que a
través de la socialización se produce la conciliación entre las
necesidades de la sociedad de formar agentes para
reproducir las estructuras vigentes y las necesidades del
individuo de adquirir su desarrollo personal.
Contextuales: dan cuenta del fenómeno de la juventud a
partir de la consideración de factores que vienen del entorno
y que influyen en el desempeño de los roles. Nos hablan de
formas de transición diferentes de acuerdo al medio
ambiente y señalan los cambios que se producen en el ciclo
vital en la sociedad industrial moderna.
Cuatro paradigmas para pensar la juventud:
Adolescencia: periodo preparatorio. Los adolescentes son
percibidos fácilmente como niños grandes o adultos en
formación. La adolescencia como un periodo de transición
entre la niñez y la adultez.
Juventud: etapa problema. Favorece la visión del periodo
como crisis normativa: “la edad difícil”.
Juventud: actor estratégico del desarrollo. Este enfoque
destaca a la juventud como actor protagónico en la
renovación permanente de las sociedades.
Juventud: ciudadano. En la segunda mitad de este siglo se
crean las condiciones para establecer, de modo claro y
explicito, que los niños y adolescentes tienen derecho a la
ciudadanía. El enfoque de derechos abandona el énfasis
estigmatizante y reduccionista de la juventud como problema.