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mundo.

Y sólo a ese lapso que se prolonga hasta el presente


Introducción La formación de la
nos referimos aquí. La antigua fe liberal, su optimismo munda-
no, ha cedido en sus propios defensores al pesimismo histórico. conciencia nacional
I. Izquierdas y derechas - II. El liberalismo y la Iglesia - La fe exultante se ha convertido en un invernadero. Es pues fun-
III. El imperialismo - IV. Progreso y antiprogreso libe- damental, para juzgar al liberalismo, enfrentarlo armado de crite- J. J. Hernández
ral - V. La Argentina actual rios históricos. Arregui
En la tormentosa lucha ideológica del presente uno de los gru- El liberalismo, como todo producto histórico, no es un hecho in-
pos más aguerridos en la Argentina es el nacionalismo católico. mutable, siempre igual a sí mismo, sino que se ha ido modifican-
Su crítica, frente a la actual situación argentina, está contenida do en el tiempo. Por eso -hecho que ocultan los reaccionarios de
en la tesis de acuerdo a la cual el liberalismo y el marxismo es- derecha e ignoran los corifeos de la izquierda- la crítica al libe-
tán unidos en un plan concertado de desintegración de lo nacio- ralismo debe distinguir, no sólo entre sus diversas épocas euro-
nal. Esta tesis, derivada del anticomunismo del grupo, por falta peas y las formas nacionales con que se expresó, sino, y esto es
de equivalencia en los términos es un verdadero abuso teórico. fundamental, entre ese liberalismo europeo y sus formas hispa-
Pero el hecho que tal contradicción pueda sostenerse, y que noamericanas y coloniales. Desde ya debemos señalar -y el
incluso influya en determinados sectores, por ejemplo en el hecho es de vital importancia- que aquí en América Hispánica el
Ejército, sólo puede explicarse si la misma tiene un asidero en liberalismo penetró más que como ideología progresista como
la realidad. Ese asidero existe. Pero no en la presunta coalición reflejo residual de la evolución liberal europea. Y en estas tierras,
entre el liberalismo y el marxismo, sino en la deserción de la iz- ese liberalismo, de un lado fue copia, y del otro, en tanto ideolo-
quierda argentina ante el país, cuyos voceros, es verdad, repre- gía de la Europa colonizadora, un medio de opresión y dominio
sentan una variante colonial del liberalismo. envasado tras el rótulo de libertad, democracia, progreso, dere-
chos humanos, etc. Uno de los méritos de la generación nacio-
El fenómeno, desconcertante en apariencia, exige un esclare- nalista que se inicia en 1930 es haber liquidado la historiografía
cimiento, pues desde sus orígenes históricos, la titulada "iz- liberal aunque lo haya hecho desde ángulos críticos enteramente
quierda marxista" ha jugado, en efecto, el papel del ala izquier- reaccionarios. La historia liberal está muerta y sus historiadores
da del conservatismo. Y por esta vía, ha sido instrumento del son cadáveres. Por eso, en menos de tres décadas, a los Ricar-
imperialismo. do Lesene o Arturo Capdevila les corresponde -es verdad que en
pequeño- aquella frase de Heine: "Pobre Ranke, tiene un bonito
Esto plantea de entrada la cuestión del liberalismo. Es un hecho talento para pintar figurillas históricas y pegarlas juntas y un alma
que la concepción liberal de la vida está en crisis. Ahora bien, el tan buena, tan infeliz como la de un cordero". La diferencia en
liberalismo puede ser enjuiciado desde puntos de vista reaccio- favor de Ranke es que nuestros historiadores liberales, con re-
narios o revolucionarios. En tal sentido, ninguna crítica más lación al proceso formativo de la conciencia nacional, más que
honda que la formulada por Marx, y de la cual, el propio pensa- borregos, han sido y son, la piel de cordero del imperialismo. En
miento nacionalista de derecha ha tornado aunque alterándolos, efecto, hasta antes del revisionismo histórico y sus aportes docu-
no pocos elementos. La época del liberalismo, para Walter Vo- mentales -que nada tienen que ver con las conclusiones políticas
gel, abarca trescientos años, desde 1600 a 1900. Aquí nos inte- conservadoras defendidas en tanto miembros de una clase por
resa el período de su apogeo -el siglo XIX- que fue al mismo los integrantes del grupo- la historiografía oficial, desde Mitre en
tiempo, testigo del ocaso del imperio español en América y del adelante, no ha sido más que la idealización de la oligarquía por
ascenso del poder anglosajón. Es el siglo XIX el que muestra en sus partiquinos universitarios, y en lo esencial, herramienta de la
su plena caracterización al liberalismo como concepción del voluntad dominadora extranjera empeñada en quebrar todo es- UNTREF VIRTUAL | 1
píritu nacional mediante el ocultamiento de la verdad histórica. La libertad muestra aquí su contenido particular de clase, no su
Pero esta segregación de una clase frente a la Nación no puede esencia universal. Sólo la liquidación de las libertades particu- La formación de la
entenderse sin un examen histórico, aunque sea breve, del libe- lares puede desembocar en el imperio de la libertad general. conciencia nacional
ralismo en cuanto ideología de una época que impregnó con su Pero esto significa, justamente, la liquidación envuelta hasta sus
espíritu todas las instituciones, incluida la Iglesia. últimas consecuencias lógicas, conduce al comunismo. Y esta J. J. Hernández
es la tragedia del liberalismo, tanto como de las ideologías que Arregui
II aunque antiliberales en la forma, lo que se proponen es la con-
servación del privilegio y el dominio sobre las masas.
El liberalismo, en sus fundamentos económicos, fue expuesto
en las postrimerías del siglo XVIII por David Ricardo. El fue, en Si esto acontece en nuestro tiempo, no debe olvidarse que el li-
realidad, el que descifró el mecanismo de la lucha de clases. Y beralismo, en sus orígenes, fue algo distinto. La filosofía del libe-
Marx reconoció siempre la importancia del análisis ricardiano en ralismo no nació como decadencia, sino como negación y supe-
la elaboración de su doctrina. "No hay manera de mejorar la ración de la cultura eclesiástica que reflejaba el estatismo de las
condición de los trabajadores la condición de los trabajadores - antiguas clases, es decir, el orden social del feudalismo, durante
escribía Ricardo- salvo limitando el número de hijos". En esta siglos coronado con el vasto poder espiritual de la Iglesia. El li-
fórmula se introducía el pensamiento de Malthus que coincidía beralismo fue en sus inicios la lucha contra el esclerosamiento
con la idea central de la teoría. En efecto, la libertad era el aca- dogmático del espíritu, la suplantación de un mundo silogismo -
tamiento al orden natural y sus leyes, de las cuales las económi- producto mental de una larga estabilización histórica- por el
cas eran derivadas. Por eso la libertad, para el liberalismo, en mundo evolución, hijo del cambio, de la revolución industrial. En
su forma más coherente, consistía en admitir las leyes naturales esta raíz evolutiva habría de tropezar el liberalismo con su pro-
y por esta senda, las correspondientes a la sociedad con su pia acta de defunción.
remate resplandeciente, puro, jurídico, la propiedad. Esta con-
cepción empapa toda la vida espiritual de la Europa liberal. Y allí Las relaciones entre el liberalismo y el marxismo no van más
hincaría la crítica despiadada de Marx sobre la naturaleza del allá de la mera continuidad histórica de las ideologías. Las co-
Estado burgués. Marx invalidó para siempre las instituciones li- sas hay que verlas en sus conexiones internas tanto como en
berales. El carácter ético eterno del Estado no era más que la sus oposiciones reales, pues la historia misma es infragmenta-
ética transitoria, histórica, de una clase social. Dicho de otro mo- ble, continuidad de desarrollo, proceso fluyente en que una for-
do, en su esencia histórica, aunque se disimule con los afeites ma se opone a la otra sin anularla totalmente, en variada yuxta-
de la ética, la libertad del espíritu del capitalismo no es más que posición e intercambio de elementos vitales. Si el liberalismo en
la libertad de comercio. El Estado liberal, tras su abstracción ju- su ascenso, necesitó ya en el siglo XVIII, de la libertad burgue-
rídica, era la voluntad real de la burguesía. La libertad absoluta, sa, a fin de resistir el autoritarismo de la Iglesia, es natural que
por eso, no puede funcionar en ninguna parte, porque la socie- harta creído -y no sin razón- en la libertad. Aun por esto solo, el
dad no es una unidad sino una división, o sea múltiples concep- liberalismo significó un avance positivo del espíritu moderno.
ciones de la libertad que se enfrentan y alternan como contrarias, Fue un hecho posterior el que obligó a un viraje, al pasar las exi-
es decir, impulsadas al dominio autoritario o al mutuo aniquila- gencias de libertad a otras clases sociales no menos revolu-
miento, proceso que se agudiza en, los periodos revolucionarios. cionarias que h burguesía, conscientes también de que el cam-
En estos períodos -la Argentina actual ejemplifica bien el caso- la bio es la esencia de la historia humana. Fue entonces cuando la
libertad se convierte no en expresión de la sociedad entera, sino libertad en tanto filosofía progresista de la clase burguesa, se
en dictadura de la clase triunfante. volvió contra el propio liberalismo, o sea, contra un orden econó-
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mico que en realidad limitaba por su intrínseca naturaleza la li- liberal. La burguesía liberal nunca vio con malos ojos esa alian-
bertad Estado de conciencia que George Sand, católica y so- za. Escéptica frente a la religión, consciente de ser fruto del La formación de la
cialista, resumió ante las barricadas de París en 1848: cambio poco podía atraerle la pretendida eternidad de la cosmo- conciencia nacional
visión religiosa del mundo. Pero apuntaló a la Iglesia cuantas
"Le combat ou la mort; la lutte sanguinaire ou le neant. C'est veces el orden burgués se sintió amenazado. Liberalismo y cle- J. J. Hernández
ainsi que la question es invinciblemente posée". ricalismo no fueron, pues, pese a los encrespamientos de super- Arregui
ficie, fuerzas enemigas en la Europa del siglo XIX.
Estos valores liberales -libertades políticas, de conciencia, de
pensamiento, de comercio-, contenían los gérmenes de la deca- Así se explica que en nuestros días la Iglesia apoye a los de-
dencia del sistema en su conjunto. Las clases sociales víctimas mócratas cristianos y no a católicos consecuentes y extremos.
de esas libertades encontraron en su ejercicio político el instru- Es decir, a católicos que son anticristianos en tanto defienden al
mento activo para atacarlas, revisarlas, criticarlas, negarlas. Las capitalismo y liberales en la medida que son "democráticos".
ideas democráticas se volvieron contra su creadora histórica, la Esta democracia cristiana, en la Argentina, levanta su bandera
burguesía, que ahora, dentro de la cruda realidad del capitalis- conservadora desteñida, y a su vez, la oligarquía liberal recurre
mo, debía soportar la crítica sobre su función histórica de clase. a ella como reserva del partido del orden, como la niebla euca-
Decir, por eso, que el liberalismo dio nacimiento al marxismo, es rística del granero del mundo.
una verdad tan interesada e insuficiente como sostener que el
pensamiento medieval moribundo engendró la filosofía del libe- En la Argentina, este hecho nuevo como forma política, tiene an-
ralismo a través del período transicional del Renacimiento. tecedentes europeos mediatos e inmediatos. Con relación a los
mediatos, debe recordarse que la filosofía del liberalismo, de re-
El liberalismo, dentro de todo, funcionó, al margen de las con- volucionaria durante el siglo XIX, se convirtió en ética de los
tradicciones que lo corroían, mientras tales oposiciones fueron negocios y los ataques al clero, en compromiso hipócrita por
compensadas por las gigantescas fuerzas que desató -técnicas, ambas partes. La solución política, luego de la lucha liberal con-
materiales- pero aquellas contradicciones se transmutaron en tra el absolutismo monárquico, fue el término medio de la mo-
espíritu revolucionario antiburgues, cuando el liberalismo, en narquía constitucional, sistema a través del cual la burguesía
tanto economía del capitalismo, mató en su propio seno los val- ingresaba al conservatismo santificado por la Biblia. En este
ores ideales en que se sustentaba. La discordia de la libertad período muchos católicos se hicieron liberales, y a su vez, éstos
mostró los dientes de la revolución. reconocieron las tradiciones religiosas como cemento del orden
social, cuyas bases, empero, habían sido minadas durante el
La misma Iglesia no podía escapar al proceso histórico. Ene- siglo XVIII desde el punto de vista racionalista. Por eso, libera-
miga del liberalismo en tanto ligada al orden feudal de la noble- lismo y catolicismo, más allá de circunstanciales disputas, han
za, apeló a In burguesía para subsistir. Y su tesis religiosa de la marchado unidos frente a la amenaza revolucionaria de las cla-
libertad de la persona humana no fue más que una variante, un ses bajas Es verdad que el hecho es bastante más complejo,
ajuste teológico, al liberalismo victorioso, la determinación en pues como se ha dicho, el liberalismo se da en formas distintas
fin, del lugar de cada individuo "libre" en las escalas estableci- según las épocas y está condicionado por la situación histórica
das era el orden natural y divino del proceso productivo. La li- de cada país. A veces, ese liberalismo se llenó de contenidos
bertad metafísica de la persona humana: fue el disfraz religioso nacionalistas, como en Italia con Mazzini, que desató en toda
de la libertad del liberalismo. La forma trascendente del espíritu Europa una ola de liberalismo y romanticismo mezclados en os-
burgués, su cáscara mística. Y así debía de ser, pues la Iglesia, cura fórmula ideológica, pero muy clara en su contenido político
en tanto poder conservador, dependía cada vez más del orden liberador con relación a una Europa sofocada por el absolutismo UNTREF VIRTUAL | 3
de la Santa Alianza. Por aquellos días hasta Pío IX se hizo li- En consonancia perfecta, Pío IX festejó el ascenso al trono de
beral y nacionalista. Es verdad que cuando vio asomar al socia- Luis Bonaparte y lo llamó "el enviado del Altísimo", en tanto los La formación de la
lismo arrinconó presto sus ilusiones juveniles. Pero este libera- liberales apoyaban la restauración monárquica. También Bis- conciencia nacional
lismo, como fenómeno histórico general, fue fecundo y además marck, a quien no se puede sospechar de liberal, no desoyó el
revolucionario, aunque llevaba en sus entrañas las semillas de socialismo de Lasalle, ni receló de los emigrados liberales italia- J. J. Hernández
la reacción. Por esta vía del compromiso entre el pasado y el nos, en la medida que coadyuvaban a frenar o desviar la revo- Arregui
presente, el liberalismo se reconcilió con la Iglesia y viceversa. lución que agitaba a toda Europa. Se cumplía, en la práctica, la
Y tales esponsales operáticos se encarnan en figuras herma- predicción de Marx sobre la incapacidad del capitalismo para
froditas como Garibaldi, liberal mazziniano en América y condo- controlar las fuerzas que había desanudado y que condenaban
tiero papal en Italia. O bien, en los compromisos seráficos entre al liberalismo, en un determinado momento de su desarrollo his-
el catolicismo y el socialismo de Ozanam. Fueron liberales con- tórico, a echar por la borda una libertad que al transfigurarse en
servadores como Metternich quienes vieron claro. Con su realis- lucha de clases no sólo negaba, en su antinomia viviente, el
mo reaccionario, Metternich comprendía que en las disputas so- concepto mismo de esa libertad, sino que anunciaba su anula-
bre la libertad, en realidad, se discutía la propiedad privada. De ción real por el despotismo, revelando simultáneamente, a los
ahí el pánico de Pío IX, cuando frente al socialismo en avance, idealistas eternos, la contradicción interna del concepto puro
cayó en la cuenta de su "error liberal". Y de ahí también que libe- reflejo político de una vida histórica des-garrada en su esencia.
rales y católicos se unieran alrededor de Luis Felipe, cuyo régi- Cuando el libre cambio mercantil encontró en Bismarck el com-
men Marx caracterizó como "una compañía por acciones ex- petidor más peligroso, los liberales abandonaron la libertad a los
plotadora de la riqueza nacional de Francia y cuyos dividendos profesores de filosofía. Es decir, la mandaron de paseo.
se repartían los ministros, las cámaras, los doscientos mil elec-
tores y su séquito, de la que Luis Felipe era el director, verda- Esta cuestión del liberalismo y la Iglesia, por su actualidad en la
dero Robert Macaire en el trono". Argentina exige algunas precisiones. Es necesario aclarar cuál
es el origen del llamado antiliberalismo de la Iglesia y en qué
También fueron nacionales -y esto no deben olvidarlo los nacio- medida los católicos han -contribuido a esa lucha, o bien, si por
nalistas- las revoluciones de 1848 en Francia, Hungría y otros el contrario, el antiliberalismo de la Iglesia, no ha sido más que
países. Nacionalistas y liberales. Por otra parte, el acuerdo en- una receta cobarde y aleatoria dentro de la propia cultura del li-
tre la Iglesia y el liberalismo jamás se rompió de un modo radi- beralismo.
cal. Y, por el contrario, después de 1848 con la aparición del pro-
letariado europeo, esta alianza se fortaleció en todos los países. Como aquí únicamente interesa el siglo XIX con relación al pre-
Ahora el liberalismo exhumaba los viejos conceptos -sagrados en sente no cuentan los gérmenes socializantes más antiguos -san
tanto viejos-, la familia, la propiedad, la religión. Y monárquicos y Juan Crisóstomo, san Jerónimo, etc-, por otra parte, sin gravi-
liberales, clericales y republicanos moderados en una coalición tación en la historia del cristianismo. Tampoco ciertas luchas reli-
surtida pero coherente desde el punto de vista de los intereses giosas anteriores como las de la Edad Media, en las que tras la
conjuntos de la burguesía, se aliaban a la nobleza terrateniente doctrina cristiana, sus partidarios combatían por concretas rei-
bajo el amparo espiritual de la Iglesia, madre de todos, que de vindicaciones sociales. Estas semillas fueron agostadas por la
este modo santificaba el retroceso reaccionario del liberalismo misma Iglesia, cuyo rasgo más ostensible ha residido y reside
europeo, ya en su declive, enterrando con el Syllabus las ilusio- en pactar con los poderes temporales dominantes. Es durante el
nes de esa burguesía en un progreso ideal fundado en el merca- siglo XIX cuando se elabora una doctrina social católica, y falso
do autorregulador, la libre competencia y la felicidad de la huma- que estas variantes modernas beban en fuentes cristianas. El
nidad acunada por la ciencia y la estadística. estímulo es la aparición del socialismo revolucionario en la UNTREF VIRTUAL | 4
pasada centuria. Es decir, la Iglesia se ha preocupado por la La exigencia de una posición más concorde con los tiempos
cuestión, social cuando ella misma, en tanto institución históri- encontró su expresión política, antes que teológica, en León La formación de la
ca, se vio amenazada por las potencias incontroladas del capi- XIII, forzado a transar en numerosas cuestiones. El resultado conciencia nacional
talismo. El punto de arranque es la encíclica Rerum Novarum de fue una ambigua componenda entre el autoritarismo de la Igle-
León XIII, llamada "la carta de los trabajadores". El autor e inspi- sia y las tendencias racionalistas del espíritu moderno. Lo fun- J. J. Hernández
rador de esta "carta" es H. de Mun, un aristócrata francés. Su damental fue, empero, la cuestión social. El modernismo, en Arregui
pensamiento gira alrededor de una restauración patriarcal de tanto nota del siglo, más fuerte que la Iglesia misma, se introdu-
las antiguas jerarquías gremiales del medioevo guiadas por jo a través de León XIII en el pensamiento católico, que aceptó
Dios y la vigilancia de la Iglesia, a cuya gloria cantarán ricos y dentro de ciertas fronteras, la teoría evolucionista, revalorizó la
pobres, a través de los estamentos sociales estables organiza- fe como vehículo del conocimiento religioso y aceptó determi-
dos desde arriba. nadas discusiones filosóficas sobre aspectos parciales de la re-
ligión. Sin embargo, el peligro de un aflojamiento de la autoridad
La Encíclica fue dada a conocer en 1891, en medio de los gran- papal, minada por el racionalismo de los mismos grupos católi-
des sacudimientos sociales de Europa. Y desde entonces, aun- cos, debió ser contenido a principios de este siglo por Pío X, que
que de poca o ninguna influencia en las masas obreras, el men- incluso reactualizó la excomunión contra los pensadores
saje papal es la expresión más elaborada y ortodoxa del pen- sospechados de heterodoxia.
samiento social de la Iglesia. Ya Pío IX, en la segunda mitad del
siglo, había condenado los "errores" liberales. La idea central, El pensamiento católico, coincidente con la llamada crisis de la
frente a la perturbada situación europea, consistía en la negación Cultura que es en realidad la crisis del capitalismo, ha encontra-
de la autonomía de la razón que tanto mal había reportado a la do desde entonces una acogida cada vez más favorable en las
concepción teológica del mundo, y que ahora se presentaba clases conservadoras de origen liberal. Es evidente la raíz políti-
como revolución socialista. Afirmaba el pensamiento eclesiásti- ca de esta coincidencia en un mundo en desintegración que
co el carácter absoluto de la revelación divina, pero adaptán- reclama frenos al desorden tal cual lo entienden las clases privi-
dose a la fuerza modeladora de la época, admitía como posible legiadas. Los liberales, cada vez en mayor medida, y por diver-
y necesaria la conciliación entre las verdades de la fe y la cien- sos conductos, convergen de alguna manera a la religión insti-
cia, se aceptaban los progresos de ésta previo ajuste y concor- tucionalizada. De este modo, en su ocaso histórico, el liberalis-
dancia con la verdad divina, se declaraba al catolicismo como mo ha conciliado a Darwin con el Creador, sus riquezas con la
única religión revelada, y por tanto verdadera, se condenaban al limosna. Pero esta religión afeminada e hipócrita ha vaciado su
socialismo y las sociedades secretas sospechosas de atacar a bulbo al convertirse en un valor social de utilidad. Así, durante el
la Iglesia, en tanto se reservaba, frente al Estado, el grado más Congreso Eucarístico realizado en Córdoba en 1959, la oligar-
alto de la escala a la autoridad pontifical, por ser la Iglesia, en quía liberal no exhibió banderas papales, disgustada por ciertas
tanto única religión, la encargada de la práctica y preservación del tendencias de la Iglesia que bajo orientación de los jesuitas
culto, de la formación religiosa del niño y de la censura de las intentaban acercarse al pueblo. Esto no sólo muestra el carác-
ideas individualistas o heterodoxas, de grupos, partidos, etc., con- ter de clase de la actitud religiosa liberalismo, sino la irremedia-
trarios a los dogmas eclesiásticos. Sin embargo, este programa, ble decadencia del patriciado que incluso ha perdido su inteli-
más conciliatorio que extremo, encontró resistencia dentro de gencia política frente a la pesadilla comunista que ve encarnada
los mismos católicos, trabajados por el pensamiento liberal, vale en el pueblo. No es por el lado religioso que la burguesía encon-
decir, condicionados por el espíritu de la época, y además, ellos trará una salida. La crisis es más honda. Lo que está en crisis
mismos, modernos. son los fundamentos mismos del mundo moderno, su raíz cre-
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matística y ética, ideológica y religiosa. En suma es la crisis de lapidaria. Y no la Iglesia, cuyo antiliberalismo, bien vistas las
una etapa histórica del industrialismo, cuyo ciclo culmina en la cosas, es el miedo al proletariado y no a la burguesía a cuyos La formación de la
actual descomposición del imperialismo. Y aquí, ya surge la di- valores está adherida históricamente. Y del mismo modo que los conciencia nacional
ferencia radical entre una crítica conservadora o revolucionaria católicos cuando les conviene se ponen, como en la Argentina,
al mundo actual. Y al mismo tiempo el fraude de aquellos que el gorro frigio frente a la CGT, los liberales comulgan todos los J. J. Hernández
asimilan el marxismo al liberalismo. domingos, pues la oligarquía en tanto clase no es ni liberal ni Arregui
católica, sino ambas cosas, lo cual es ya casi ninguna, "un olor
El marxismo niega del liberalismo no su pujanza revolucionaria mixto de policía y sacristía" como dijera Croce. Por eso Lame-
gigantesca sino su putrefacción histórica. Es cierto que tanto el nnais -qúe tanto hizo sin saberlo por núestros demócratas cris-
marxismo como la actual doctrina social de la Iglesia, son for- tianos- con la característica hibridez de su pensamiento acerta-
maciones históricas derivadas del liberalismo. Pero mientras el ba al sostener: "El liberalismo tiene razón; la libertad salvará al
espíritu conservador intenta mantener con retoques ese mundo, mundo no ciertamente la suya sino la que prepara sin que se dé
el marxismo -es obvio- busca destruirlo sin dejar de aprovechar cuenta de ello". Naturalmente, Lamennais pensaba en el triunfo
lo que el liberalismo ha significado como progreso irreversible de la Iglesia mediante el concierto con el liberalismo, sin enten-
en relación al desarrollo de las conquistas materiales útiles a la der que ambas fuerzas iban a la ruina, no porque la alianza
humanidad. Esta confusión no puede extrañar. Está determina- fuera espuria, sino porque reflejaba la ideología de una clase al
da ella misma por las ideologías en pugna. La historia es un margen de discrepancias accidentales. lilás allá de estos con-
enjuiciamiento incesante y no un conjunto de estampas ilumi- suelos tardíos sonaban proféticas las palabras de Marx: "En
nadas. En forma expresa el marxismo se opone a la libertad este sentido, cabe afirmar que el dominio de la burguesía, des-
burguesa, pero no porque desee perfeccionarla sino para ani- pertando en el hombre la conciencia de que la vida que lleva no
quilarla, en tanto el reaccionario se opone a esa libertad del li- responde a su verdadera esencia, ha contribuido más que
beralismo para salvarse como burgués, no como revolucionario. ningún otre régimen social a su liberación interior". Era el pensa-
De ahí que grupos enemigos, no de la libertad burguesa, sino miento de Lamennais. Pero al revés.
de toda libertad frente a las clases bajas, se presenten como re-
formistas o revolucionarios. Tal fue el caso del fascismo. ¿En III
qué consistía esta revolución? "La Nación italiana -dice la Carta
italiana del Trabajo- es una organización con finalidades, vida y La crisis del liberalismo no es una cuestión de espíritu. En la di-
medios superiores de acción a la de los individuos que la com- solución de un sistema económico de poder está su explicación.
ponen. Es una unidad moral, económica y política integramente El misterio de la crisis del espíritu se llama imperialismo. Y tiene
realizada por el Estado fascista". Es evidente que semejante la prosaica virtud de ser un hecho histórico. És decir, ningún
programa no podía desagradar a la Iglesia, y menos al liberalis- misterio. Y no sólo un hecho. Sino un hecho sometido a la criti-
mo, que si enfrentó al fascismo no fue por cuestiones éticas, ca práctica, no teórica, de la humanidad oprimida.
sino por las imposiciones del reparto del mundo planteado por
la guerra imperialista en su forma más sanguinaria. Así como A fines del siglo XIX, el liberalismo mercantil se transforma en
del racionalismo del siglo XVIII devino la Revolución Francesa, imperialismo. Ya en las postrimerías de la centuria, este fenó-
su forma jacobina, el liberalismo ha promovido, no sólo el espí- meno económico se presenta con todos sus atributos actuales.
ritu revolucionario de los trabajadores de Europa sino el levan- Los monopolios, formaciones económicas altamente concentra-
tamiento de continentes coloniales enteros. Esta antítesis radi- das del capital, desplazan al antiguo mercado autorrregúlador
cal niega toda comunidad ideológica entre el liberalismo y el fundado en la libre competencia. Este proceso aglutinante que
marxismo. Fue Marx quien enfiló contra el liberalismo su crítica pone las economías nacionales, convertidas ahora en economía UNTREF VIRTUAL | 6
internacional, en pocas manos, encontró en el formidable desa- creación de redes comerciales subsidiarias, bancos, sistemas
rrollo de la técnica -particularmente de los transportes- su impul- de seguros, transportes, etc. En el siglo XX el comercio exterior La formación de la
so motor. La sociedad anónima sustituye a la libre empresa, la y en consecuencia, la economía interna de un país, están total- conciencia nacional
grande industria a la pequeña, con su consecuencia, la concen- mente regidos por la organización monopólica, que es interna-
tración monopólica de la producción en gran escala. El adelan- cional, y que por su extrema condensación, puede llamarse con J. J. Hernández
to técnico, además, planteó la cuestión de la hegemonía mun- más propiedad, oligopólica. Pero los oligopolios no suprimen la Arregui
dial de los países de alto desarrollo industrial. Tres grandes po- lucha económica, fundamento residual de la economia capita-
tencias luchan por el dominio del mercado internacionalizado, lista basada en la ganancia. Al contrario, se hace mas despia-
hasta entonces controlado por Inglaterra, Alemania y EE.UU., y dada. La saturación de los mercados tanto como el afán ilimita-
en menor grado Rusia, qué en el siglo XIX ha iniciado la indus- do de lucro, sobre la base de los precios más bajos, siempre
trializacion y manifiesta en potencia, una enérgica fuerza expan- asociados al adelanto técnico, desata una lucha indetenible. Es
siva pese a su atraso general. Este crecimiento de las grandes ésta una de las contradicciones constantes del sistema, pues la
naciones industriales, la imposibilidad de una racionalización de técnica, más allá de la voluntad de las empresas, va nivelando
la producción contrarrestada por la competencia, provocó per- lentamente los márgenes de ganancia, socializando por antici-
turbaciones sin cuento con las llamadas crisis cíclicas de la pro- pado la producción, y a la competencia se asocia una mayor
ducción, que en realidad, son de la producción incontrolada, concentración de la econnomía, que a su vez crea las condi-
agravadas por la falta de mercados consumidores compensato- ciones materiales, históricas, para aquella socialización.
rios debido a los desniveles económicos entre las zonas avan-
zadas y las atrasadas del planeta. Estos fenómenos, han sido El poder económico acopia su propio poder político y cultural. El
desde entonces, crónicos y propios de la era imperialista. En el Estado es la forma abstracta, también altamente concentrada,
orden social, la contratapa de ese irracional sistema productivo de ese poder material, pero en definitiva, impotente para modi-
ha sido el creciente peso histórico de las masas y su correlativo ficar el sistema, en tanto el Estado mismo es ese sistema, su
malestar revolucionario. Rasgos que definen a nuestro tiempo reflejo ideal, que se convierte en fuerza real en las guerras. La
con caracteres únicos en la Historia Universal. exportación de capitales es propio de los países con su economía
interna sobresaturada. La onda expansiva se extiende a aquellas
Tal situación, particularmente grave en las colonias explotadas, zonas geograficas donde la materia prima y la mano de obra son
se asocia a la inevitabilidad de las guerras por el reparto del baratas y por tanto favorables a una explotación intensiva con
mundo que el siglo XX convirtió en mundiales desde el estallido ganancias seguras a costa de la miseria de millones de seres.
de 1914, crisis y final de una época. La exportación de capitales, Pero junto, con el saqueo colonial, el imperialismo introduce, sin
fenómeno típico de este proceso de concentración financiera, proponérselo, por esa tendencia ilimitada de lucro de que se ha
se asocia a la distribución territorial o política de las colonias hablado, la revolución en las colonias. En su época, Treischke
entre las potencias dominantes. El monopolio, forma económica definía bien al imperialismo inglés que penetraba en China con
altamente racional dentro de la desorganización general de la la pipa de opio en una mano y la Biblia en la otra. Y el historia-
producción, es en rigor, el acuerdo entre empresas gigantes- dor alemán, reaccionario y nacionalista, no mentía. En 1937,
cas, y ejerce su control regulador sobre alguna industria, o so- Lord Roberts lo confirmaba: "¿Cómo ha sido fundado el imperio
bre varias colaterales ligadas a una determinada rama de la pro- británico? La guerra y la conquista. Somos los dueños de las
ducción. El resultado es la imposición dictatoria de los precios, dos terceras partes del globo por medio de la fuerza". Hoy la fór-
la liquidación de toda competencia, el dominio omnímodo de los mula agoniza. La rebelión mundial de las masas enjuicia a la ci-
mercados en su más alta expresión técnica, no sólo mediante el vilización opresora. Y la opresión se invierte en odio a los civili-
agrupamiento de. empresas intercomplementadas, sino con la zadores. El hecho es inevitable. Los monopolios internacio- UNTREF VIRTUAL | 7
nales, al comprar las materias primas de las colonias, dictan los cias no sólo dependen del atraso y la miseria de las masas colo-
precios más bajos, y a su vez, con relación a los propios produc- niales sino de sus inversiones industriales en esas zonas. Tales La formación de la
tos industriales fabricados con esas materias primas, los más inversiones, aunque orientadas contra la evolución indepen- conciencia nacional
elevados. De este modo las colonias, con sus sistemas de mo- diente de los países atrasados, al mismo tiempo crean la ine-
nocultivo, no pueden superar el nivel de miseria impuesto por el luctabilidad histórica, en tales países, dé un desarrollo económi- J. J. Hernández
imperialismo. Además, el aislamiento nacional, dada la contrac- co desordenado pero real, para cuya consumación el propio Arregui
ción espacial del planeta por la tecnica y por la interdependen- imperialismo les ha dado las armas técnicas básicas y la expan-
cia de la economia mundial, se hace imposible. Las luchas na- sión relativa del mercado interno. Por eso, la lucha por la libera-
cionalistas liberales de la época del capitalismo mercantil son ción nacional en las colonias se asocia siempre a la lucha por la
suplantadas, en la era imperialista, por las revoluciones colo- industrialización. No comprender esto, es la insuficiencia, estric-
niales. tamente condicionada por razones de clase, del nacionalismo
aristocrático de las colonias. A su vez, este conjunto de causas
El levantamiento de los pueblos carece hoy de fronteras. La in- y concausas interrelacionadas, agudiza el antagonismo entre
ternacionalización de la economía internacionaliza las luchas las oligarquías agrarias y la naciente burguesia industrial. El
nacionales. Y estas luchas, aunque formalmente sean nacio- frente imperialista se resuqebraja en el orden interno. Un sec-
nales en sus contenido particulares, mundiales por sus fines. Tal tor de la burguesía industrial -aquel que ha crecido desligado
lucha se cumple en dos frentes, contra el imperialismo en gene- del imperialismo pero condicionado por el crecimiento colateral
ral y contra las oligarquías nativas opresoras ligadas al imperia- del mercado que ha promovido el propio imperialismo- puede
lismo en particular. Clases nativas económicamente dependi- unirse, en determinado momento del desarrollo de la lucha, con
entes y culturalmente corrompidas por el colosal aparato ideo- carácter circunstancial, a la población nativa expoliada. En al-
lógico de los monopolios mundiales. Esta política imperianlista gunos países semicoloniales, como la Argentina y Brasil, con-
en los países coloniales, se vale de las ganancias residuales del curren factores adventicios para su liberación. El desplazamien-
sistema para plegar a su órbita, no sólo a las oligarquías verná- to en las metrópolis por presión competitiva ruinosa de las em-
culas, sino a determinados sectores de la clase media, espe- presas más débiles -la Kayser por ejemplo en la Argentina- pro-
cialmente la pequeño-burgues comercial e intelectual -periodis- duce la radicación en países semicoloniales de esas compañías
tas, profesores, etc- e incluso a las capas altas de la dirección extranjeras vencidas, con sus maquinarias y elementos avanza-
obrera. La conciencia antinacional de estos grupos es alimenta- dos de producción. Esta radicación de maquinarias a su vez de-
da con las migajas repartidas por el sistema mundial de poder. sata el interés imperialista en acecho por controlar los nuevos
Así, los partidos de izquierda pasan a integrar el sistema, a tra- mercados coloniales en expansión relativa y la lucha por domi-
vés de sus intelectuales, y detrás de su algazara progresista son nar las líneas de la industrialización en un doble sentido: me-
en realidad, brotes degenerados del liberalismo. diante el abastecimientos del mercado interno con nuevas plan-
tas industriales, manteniendo al mismo tiempo a esos paises en
Pero llega un momento en que el aparato invisible de la propa- las condiciones de zonas productoras de materias primas. Esta
ganda organizada en escala mundial, no puede neutralizar la contradicción, en sí misma insoluble, acelera la lucha antiimpe-
presión de las fuerzas internas que el sistema ha generado en rialista. Por eso, en el mundo colonial, la acción anárquica del
las colonias. La penetración imperialista no sólo explota, sino imperialismo cumple una funcion altamente revolucionaria inde-
que sincrónicamente rompe las antiguas relaciones de produc- pendiente de sus planes de dominio. En tales países se acen-
ción de los paises dependientes, al introducir su técnica, ferro- túan las presiones por la emancipación tanto como la resisten-
carriles, servicios públicos, etc. Esta situación no puede ser evi- cia, al servicio del imperialismo, de aquéllas fuerzas que bregan
tada por el imperialismo. Y es su talón de Aquiles. Las ganan- por la supeditación al interés extranjero del cual dependen. La UNTREF VIRTUAL | 8
"democracia" se torna irrisoria pues al pasar la lucha a las ma- demócrata" o mejor aún en el "ideal de vida americano". En tal
sas populares, las oligarquías indígenas y los partidos pequeño- sentido es justa la observación de Lenin: "Mientras el capitalis- La formación de la
burgueses ligados al imperialismo se pasan al campo de la mo sea capitalismo, el excedente de capital no se consagra a la conciencia nacional
reacción. Por su parte, la lucha de las masas contra sus enemi- elevación del nivel de vida de las masas del país, ya que esto
gos internos y externos sólo puede resolverse mediante el es- significaría la disminunción de las ganancias de los capitalistas, J. J. Hernández
tablecimiento de regímenes autoritarios, con el control de las ex- sino al acrecentamiennto de esos beneficios mediante la expor- Arregui
portaciones y medios de propaganda, con el apoyo estatal al tación de capitales extranjeros a los países atrasados". De este
movimiento popular y la participación del Ejército en esta políti- modo, el "ideal de vida americano" se trueca en la tesis formu-
ca nacional defensista. Tal el caso de Nasser en Egipto, con su lada en 1895 por Cabot Lodge: "Los países pequeños no tienen
antecedente el gobierno de Perón en la Argentina. El capitalis- razón de ser; carecen de porvenir". Y por este rumbo, la "hu-
mo nacional aún débil en una etapa de la lucha por la liberación, manización del imperialismo" no va más allá de la "Big stick poli-
debe ser apuntalado por el capitalismo de Estado y la política de cy" que en la traducción justa para nuestros idealistas coloniales
nacionalizaciones, único medio de protección para las todavía quiere decir "política del garrote". Tal la mitología "democrática"
endebles estructuras económicas locales. Frente al capitalismo de la clase media engañada. Una democracia asentada sobre
monopolista-internacional la sola valla es el monopolio estatal, principios abstractos generales en la que las masas populares
que además contribuye al disloque del mercado capitalista mun- no aparecen por ninguna parte. Por eso, sus apologistas, inclui-
dial al sustraer zonas de influencia a la explotación internacio- dos los comunistas y socialistas, han acusado a esas masas de
nal de las grandes potencias. El caso de Fidel Castro, en Cuba, turbamultas, o como las ha llamado Américo Ghioldi, ese Dan-
no hace más que repetir en un país del Caribe las experiencias tón de plazoleta, "masas masificadas por el totalitarismo". Es
nacionales de este tipo representadas por Perón en la Argentina una fe en la democracia liberal parecida a aquella dama que
y Nasser en Egipto. reunía en su persona todas las perfecciones y el unico inconve-
niente de estar muerta. Pero este autoengaño de la intelectuali-
La crisis del sistema colonial es, a un tiempo, la desintegración dad de izquierda rayano en la traición, esta deserción de la lu-
del imperialismo. India, China, Arabia son los hitos de esta de- cha nacional no impedirá que la penetración imperialista en
sintegración. Iberoamérica ya está en esa etapa. Y el África ne- América Latina, tarde o temprano contribuya a la abolición del
gra, intermedia entre el avión supersónico y el ídolo de madera, sistema colonizador de las metrópolis. Tal el destino del imperia-
pero hoy lanzada también a la lucha. La ilusión que el imperia- lismo. Por eso, a esos intelectuales comprados pero siempre
lismo puede "humanizarse" y contribuir al progreso de determi- soñadores, la historia encarnada en las masas les contesta una
nadas colonias, la política del "buen vecino", del "buen socio", vez más:"¡Adelante por encima de las tumbas!" Y una de esas
etc., creencia común a determinados sectores de la pequeño- tumbas es la Universidad que los formó.
burguesía, es un embaucamiento controlado por la propaganda,
pues como decía Marx: "Los límites del capitalismo están dados IV
por el propio capitalismo". Esta tendencia a idealizar al imperia-
lismo, dc entenderlo como filantropía, es propia de la intelectual- Tal la crisis del capitalismo, raíz material de la decadencia del
idad pequeñonburguesa, particularmente universitaria, dependi- espíritu liberal. Pero la descomposición del liberalismo -ya se ha
ente del sistema a través de las liganzones transversales de sus dicho- no debe confundirse con el progreso histórico que cum-
tareas burocráticas o profesionales, y que en un proceso bien plió. El liberalismo ha significado un positivo avance para la hu-
estudiado de inversión ideológica, convierte la propia dependen- manidad. Su racionalismo de los comienzos, el libre examen, la
cia en fe en los "fines morales" o en el triunfo del "sentido co- rebelión contra el universo dogmático, fue su mérito, no su peca-
mún", en la "sana democracia del norte", en Roosevelt "el gran do. Al liberalismo hay que juzgarlo en sus luces y sombras, en UNTREF VIRTUAL | 9
sus acuerdos y discordias. Y no sólo en su decadencia. Sino en El siglo XIX fue el más revolucionario de todos los tiempos:
su muerto apogeo. Unicamente así será posible comprender, en "Cuando se piensa en la expansión total de la revolución indus- La formación de la
una visión totalizadora, el ocaso del presente. Y al mismo tiem- trial -escribe Hans Freyer- está justificado decir que en alguna conciencia nacional
po justipreciar su herencia. Nuestra herencia. Toda catástrofe época de la historia mundial que alumbra nuestra vida, no se ha
histórica -y el liberalismo ya ha entrado en ella- volatiliza fuerzas cambiado tan profundamente como en el siglo XIX, no solamen- J. J. Hernández
encontradas, pues el pasado y el futuro se anudan todavía, te en las regiones especiales donde la industria se estableció, Arregui
aunque se enfrentan, en un momento perturbado por el tránsito sino por todas partes, pues la técnica moderna no se detenía
y la oposición entre un orden caduco y el futuro entrevisto como ante los valles más alejados, ni ante las altas montañas, ni ante
ideal. En este momento de la contradicción los opuestos tienden el desierto, ni ante el océano. Y no revolucionó solamente el pai-
a fundirse en una imagen deformada del presente que se vive. saje, sino la estructura misma de los pueblos, no solamente la
Ahora se ve clara la antinomia que separa la conciencia revolu- forma exterior de la vida sino toda la existencia social del hom-
cionaria de la conservadora frente a la marcha de la historia. Los bre. Todas las profesiones sufrieron transformaciones profun-
puntos de partida y de llegada son diametralmente opuestos. das, aun la de los campesinos. Ningún escondite permaneció
inviolado, aun la intimidad doméstica privada. Allí donde la má-
El siglo XIX asistió, junto con el desarrollo de la técnica -en sí quina, la usina, el asfalto, la producción en masa, determina la
misma la más grande conquista humana- a la subversión cul- vida, comienza una cosa absolutamente nueva, y lo que hasta
tural de un mundo. Fue la concepción religiosa la que más sufrió entonces valía se convierte en cosa vieja". No sólo es el mundo
y la que con más acrimonia habría de enfrentar a la conciencia europeo el que se transforma. Es el planeta entero. Culturas
moderna, negándola desde el doble ángulo del odio a la ciencia adormecidas por siglos o milenios son descuajadas, solivianta-
y del conservatismo político. La definición antimodernista de la das en su sopor, lanzadas al torbellino de la vida universal. Vio-
Iglesia tuvo partidarios, por eso, aun entre los que aceptaban el lentos desequilibrios políticos signan este señorío de la técnica
progreso, tal vez por aquello que Croce ha señalado: "No hay humana. Sus consecuencias inmediatas podrán parecer des-
hombre, por libre que se vea de las creencias religiosas en un proporcionadas e inhumanas -de hecho lo son- pero su signifi-
tiempo profesadas, que no conserve en su espíritu algún temor cación va más allá del presente, para anunciar en su potencia
hacia los ídolos caídos". El sentimiento de un viraje es común a histórica, la liberación del hombre. Este mundo paréceles a mu-
todos los espíritus.' Aun los reaccionarios que lanzan la idea de chos el desorden y el fin. Y es un comienzo. Es la imposibilidad
una decadencia, la vinculan menos con la viabilidad práctica d de concebir apaciblemente el presente individual lo que se mu-
e una vuelta hacia atrás, salvo en el orden estético -Verlaine por da en pesimismo histórico. Pero como decía Lenin: "La deses-
ejemplo- que con un porvenir incierto en que la imaginación ate- peración es propia de las clases que perecen". Este mundo ha
sora todas las fantasías tornasoladas del miedo, poética o filo- creado las premisas de la transformación del hombre mismo,
sóficamente embellecidas con esos vagos sentimientos éticos y que no sólo es individuo solitario, sino género humano, con ob-
nostalgias del pasado con que las clases declinantes recubren jetivos más vastos que la vida personal sin coraje, con fines más
sus intereses materiales en peligro. Todo avance que quiebra distantes que la imagen de un mundo clausurado en la pura inte-
las antiguas creencias se presenta como un desastre espiritual rioridad de la existencia. La execración del progreso en las cla-
a quienes buscan, de algún modo, conservar los privilegios del ses conservadoras, al que la Iglesia ha apuntalado con el dog-
pasado, el juicio histórico se anubla y las oposiciones vivas, ma judeo-cristiano de la caída, es puro miedo al destino que les
traspasadas a las cabezas de los hombres, atenúan la gran- reserva la historia. Frente a ellas, otras clases, para las que el
diosa significación del proceso, la interdependencia de las épo- pasado no cuenta, en tanto hijas del siglo XIX que las lanzó a la
cas, la realización del espíritu humano en los grados sucesivos fábrica, se sienten depositarias de esa historia en la medida que
y más altos de su desarrollo en la Historia. son su fruto y nada le deben. Cristina de Suecia -una reina- lo UNTREF VIRTUAL | 10
vio con tembloroso realismo: "Hay que temerles a los que nada tro, el cine. Todo parece insoluble y enigmático. En el orden
tienen que perder si tienen corazón". Lo que todo conservatismo moral, este sentimiento se presenta como escepticismo frente a La formación de la
teme es la energía moral que la revolución técnica ha transferi- los antiguos mitos culturales. Tal aflojamiento de los lazos con el conciencia nacional
do a las masas. Es ésta, por eso, una época de añoranzas y pasado es propio de las épocas atonales, de los tiempos cum-
profecías fúnebres.. Esta peculiar situación es lo que se percibe bres, desde cuyas alturas el pasado y el porvenir aparecen J. J. Hernández
como crisis. Y así la historia aterra a millones de conciencias como separados por un cráter cultural. Y es que jamás el hom- Arregui
indecisas entre lo muerto y lo vivo, expresiones fantasmales, bre, en tanto forma vital; se ha podido ver en las épocas inse-
ellas mismas, de una realidad yerta -las tradiciones inútiles, las guras con serenidad de botánico. Pero detrás de todo esto, el
valoraciones inservibles, las instituciones decrépitas- que per- factor condicionante de esta inmensa falsificación del espíritu,
duran como una costra en el espíritu humano. Como la contra- es bien racional: el enfrentamiento entre EE.UU., Rusia y China.
historia. Y sin embargo, esta actitud también es histórica, un
instante del encaje del hombre moderno con el destino, pese a V
todo, racional de la humanidad. Pero el destino es la política.
Spengler y Marx son encarnaciones de esta emergencia cultu- Todas las ideologías se han revuelto por la violencia ofensiva
ral. Ambos tocan el tema central de nuestro tiempo: la Técnica. que a raíz de la caída de Perón en 1955 ha sufrido la Argentina
Spengler, fondeado en la visión conservadora del mundo ve en de parte de la oligarquía y el imperialismo, por la crisis de los
la máquina el invierno del espíritu, en tanto Marx, la degradación partidos políticos demoliberales y por la exclusión de la mayoría
del espíritu del hombre no frente a la máquina, sino frente a sus del pueblo argentino de la vida ciudadana. Jamás el país ha
hermanos. Si es la máquina creación del hombre, podrá en sufrido una época de tal temperatura política. El caso ~entino es
determinado momento del desarrollo histórico del trabajo hu- único en la historia del siglo XX. Un país que había alcanzado la
mano esclavizar su espíritu. Pero ningún amor más grande por categoría de Nación, a través de este retorno de la oligarquía y
la libertad que el de los esclavos. Y la conquista de esa libertad, del imperialismo angloyanqui, ha retrogradado al coloniaje en
en última instancia, es la esclavitud de la máquina al espíritu. medio de la resistencia de un pueblo cuya grandiosa lucha mide
Esto lo intuyen todos. Mas la esclavitud de la máquina es tam- su conciencia histórica. Tal situación en los diversos sectores
bién la liquidación de un mundo. Y así, el pesimismo cultural se del pensamiento nacional, ha replanteado los problemas cen-
une en las clases que perecen al terrorismo policial. trales de nuestro tiempo pero en relación viva con el país. Esta
agitación en el campo de las ideologias no es casual. Es la con-
Lo terrible del progreso, para el liberalismo, consiste en que la secuencia de una lucha que culmina después de treinta años en
voluntad humana puede acelerarlo. La razón histórica del pre- la formación de la conciencia histórica de los argentinos. Si te-
sente, a la que la burguesía dio su más rotunda fórmula políti- mas como "nacionalismo', 'comunismo", "liberalismo", "izquierda
ca, se vuelve contra ella, que en su momento probó que la his- nacional', etc., están presentes en la Argentina actual, la cues-
toria no era independiente de la voluntad humana. Aplicó, la bur- tión no es descalificar los temas sino explicarlos. Es el ocaso del
guesía, la idea del progreso evolutivo a la naturaleza y a la his- liberalismo, la descomposicón del imperialismo y el empuje
toria, concibió la sociedad como un proceso en movimiento, mundial del proletariado lo que está en la base de esta actitud
como un mejoramiento de la humanidad por la ciencia. Y era histórica de la Argentina avasallada. Es la historia misma. No
verdad. Hasta que ella misma se convirtió en obs táculo de ese han ideologías que se entiendan sin su previa inserción en los
progreso. Toda la cultura actual está impregnada por este sen- estados económicos, políticos u sociales del período en que
timiento de que hay potencias activas más poderosas que la proliferan. Podrán creer. sus partidarios, de izquierda o derecha,
voluntad de las clases dominantes. De ahí ese fondo de incer- que las han sacado armadas como Minerva de sus cabezas. Pe-
teza y de angustia, que anega a la filosofía, la literatura, el tea- ro esto es un espejismo. Si nos interesa la historia, si nos angus- UNTREF VIRTUAL | 11
tia a todos, es porque tenemos la certidumbre que en ella se en estos períodos cuando aparece una historia escrita inspirada
juega nuestro destino individual y colectivo. Esta conciencia en una profunda f e en la patria y en las generaciones jóvenes La formación de la
nacional vigilante tiene estadios antecedentes. a quienes esta fe está encauzada. Toda historia del pasado se conciencia nacional
escribe en función de los intereses del presente. Comprender el
Toda la vida histórica está articulada a la manera de las fases pasado es tomar conciencia del porvenir. J. J. Hernández
sucesivas de la vida orgánica. Que aquí se tome un período que Arregui
va desde 1930 a 1960 es una abstracción y nada más. Las per- La vocación por los estudios históricos es la primera en presen-
sonificaciones son convencionales. Pero hay períodos perfila- tarse en los pueblos que luchan por su libertad. Prioridad que no
dos con tal nitidez en el curso del desarrollo que hacen legítima es casual, pues las naciones beben en la propia historia los fun-
su configuración, no independiente, pero sí resaltante dentro de damentos de su derrotero. "La historia es una noble instructora
la unidad de la historia nacional. El rasgo cardinal de este perío- -ha escrito Savigny- y sólo a través de ella puede mantenerse
do de treinta años, es que la Argentina, en posición crítica frente vivo el contacto con la vida primitiva del pueblo. La pérdida de
al liberalismo colonial que gobernó al país casi sin interrupción esta conexión despojaría al país de la mejor parte de su vida
desde 1853 a 1943 - un siglo- comenzó a verse a sí misma en espiritual". Este patriotismo de los grandes períodos emancipa-
relación a otros pueblos, en particular con Inglaterra. La forma- dores -tal el caso actual de la Argentina- no nace de conciencias
ción de la conciencia nacional está estrechamente vinculada a aisladas, sino que es el fruto de toda tina generación, aunque
esta evidencia posterior a 1930. En esa década nace la con- cus miembros se ignoren, y cuya obra, a su vez, es el efecto de
ciencia histórica de los argentinos. Cuando un país no ha logra- un estado multitudinario de la conciencia misma de la colectivi-
do aun su autodeterminación nacional, pero es ya consciente de dad. El estudio sistemático y crítico de la historia no es más que
su necesidad, asiste al despliegue conjunto de sus fuerzas es- uno de los síntomas de este esclarecimiento y unificación de la
pirituales. Este hecho es la resultante de una realidad material: vida nacional, consciente de sí misma, que aventa en los
la opresión imperialista, con su reverso, la lucha por la liberación estratos profundos y anónimos del pueblo.
nacional. En estos períodos oscuros y luminosos los pueblos
con destino asisten a la eclosión de la conciencia nacional, en En períodos de ascenso de este tipo, la vaga historia universal
los estudios históricos, en el arte, en la cultura. Niebuhr, el gran es sustituida por la historia nacional. Lo concreto se antepone a
historiador alemán, lo sabía: "La triste época de la humillación lo abstracto, la patria al mundo. O en todo caso, el mundo es
prusiana influyó en parte, en la producción de mi historia". Tal vivido desde ángulos propios, desde la perspectiva de la propia
estímulo impulsó, asimismo, el Discurso de la Nación Alemana nacionalidad concebida, no como un circuito cerrado, pero sí
de Fichte. Treitschke lo dijo en el mismo sentido: 'Lo más grande independiente, aunque se tenga conciencia del todo, es decir,
que le puede acontecer al hombre, es sin duda defender en su de la inserción de esa vida nacional en la historia universal. La
propia causa la causa general. Entonces se engrandece la exis- idea que toda historia pertenece al mundo pero que al mismo
tencia personal convirtiéndose en un momento de la historia uni- tiempo es nacional, orienta estas etapas ascencionales, De ahí
versal". Es verdad que el historiador alemán pensaba en el sino que en tales etapas de potente vitalidad se apele al símbolo de
imperial de Alemania con estrechez prusiana. Pero tal era la si- las grandes individualidades que concentran en su persona la
tuación de Alemania, cuyo destino, primero fue conciencia his- densidad de la época y las tendencias de las clases sociales. Se
tórica y después expansión colonial. Ya antes lo había hecho llamen Rosas, Yrigoyen o Perón. El hecho tampoco es fortuito.
Inglaterra, del mismo modo que durante el siglo XIX lo haría El gran caudillo representa el carácter nacional dominante, Y su
EE.UU. Hay sin embargo, entre ellos ri nosotros, una diferencia. obra política las aspiraciones mismas de la colectividad en un
La conciencia nacional de los pueblos jóvenes no es coloni- momento particular de la historia. El caudillo marca con su sello
zadora sino reflejo defensivo provocado por el imperialismo. Es toda una época, pues ésta lo crea. Y ni los odios ni las difama- UNTREF VIRTUAL | 12
ciones pueden separar al individuo histórico genial de su tiem- gración exige un ahondamiento, sobre todo, con relación al pen-
po, al que representó, no sólo en su libertad nacional colectiva samiento de las tituladas izquierdas en la Argentina. Esa inmi- La formación de la
sino en sus contradicciones. En tal sentido, el peronismo o el gración, junto a su significado de progreso ha resistido a la ver- conciencia nacional
antiperonismo en la Argentina existían antes de Perón. Y es por dadera cultura nacional.
eso que tales personajes son símbolos colectivos, antítesis so- J. J. Hernández
ciales, programas de la acción comunitaria, pues "las persona- Una cultura nacional, base espiritual de la unificación del país, Arregui
lidades más destacadas -como ha dicho Franz Eulenburg- es sin que se anulen en su seno las oposiciones de clase, par-
tienen por sí, algo de impersonal". Toda lucha nacional apela a ticipación común en la misma lengua, en los usos y costumbres,
estos símbolos de los hombres prominentes, en rigor, represen- organización económica, territorio, clima, composición étnica,
taciones objetivas de la lucha de las masas que de este modo vestidos, utensilios, sistemas artísticos, tradiciones arraigadas
se realizan a si mismas en la historia. El personaje histórico no en el tiempo y repetidas por las generaciones; bailes, represen-
es más que la tendencia resaltante de su época. Y en tal orden taciones folklóricas primordiales, etc., que por ser creaciones
son símbolos de clases. Por eso la reacción contra ellos es pro- colectivas, nacidas en un paisaje y en una asociación de símbo-
porcional a la veneración popular. En todos estos símbolos hay los históricos, condensan las características espirituales de la
una base real. comunidad entera, sus creencias morales, sistemas de la fami-
lia, etc. La cultura de un pueblo deriva de un conjunto de fac-
En Juan Manuel de Rosas, una clase dirigente que en un mo- tores materiales y espirituales, más o menos estables y perma-
mento del siglo XIX aún concilia las necesidades de la población nentes, aunque en estado de lenta movilidad, íntimamente co-
nativa con el viejo país. En Yrigoyen, esa población ya pauperi- nexos y en sí mismos indivisibles, o mejor aún, configurados de
zada y aliada a la inmigración más reciente contra el régimen. un modo único por el genio creador de la colectividad nacional.
En Perón, ese mismo pueblo nativo que convertido en proleta-
riado nacional hace su gran experiencia histórica. El saladero Un arte creador como el mejicano, por eso, lleva a la monumen-
dio una sociedad de hacendados y gauchos, la chacra una so- talidad del fresco los rasgos étnicos de la comunidad junto a sus
ciedad agraria e industrial incipiente, la industria moderna una costumbres, su geografía, su color y su contenido histórico ame-
Argentina revolucionaria, consciente de sus fines, pese a los ricano intransferible a otros continentes en tanto voluntad cultu-
parciales eclipses provocados por las fuerzas que resisten al ral propia y revolucionaria. En el arte verdadero late la comu-
desarrollo nacional. nidad de la cultura cuyo vigor abreva en la tierra mucho más que
en las grandes ciudades, simples laboratorios en donde se plas-
La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su man, cuando más, a través de los grupos artísticos e intelec-
liberación. En este sentido el interés por la historia es la con- tuales, las peculiaridades de esa cultura nacional. Una cultura
ciencia de la libertad como necesidad. Esta conciencia es colec- nacional es aceptación común de esas creaciones populares. La
tiva pese a que sus formulaciones conscientes surjan de mentes cultura es la identificación emocional con estos valores colec-
individuales. A esta conciencia histórica han resistido y resisten tivos, tanto con los tradicionales y fijos, como con los corres-
otras fuerzas. La falta de unidad nacional, estimulada durante pondientes al presente. Pues la cultura, junto a su lado estático,
más de un siglo por el imperialismo y la clase terrateniente, ha es creación, resistencia y asimilación. Sólo hay verdadera na-
contado y cuenta con aliados: el carácter plurirracial y la división ción cuando se sienten y se piensan en comunión determinadas
en clases de la población argentina, factores que han ejercido valoraciones que no eliminan -ya se ha dicho- las oposiciones
una efectiva influencia a través del sistema educativo de la oli- de clase. La ligazón cultural es por un lado sentimental, pero sus
garquía en la visión cultural apócrifa de vastos sectores sociales categorías colectivas están estereotipadas y al mismo tiempo vi-
sobre el país argentino. En este sentido, el problema de la inmi- vas en la memoria de las masas. El filósofo o el artista no hacen UNTREF VIRTUAL | 13
más que darle cuño objetivo a esa personalidad que desborda época es comprender la formación desolada a ratos, abnegada
al individuo y lo envuelve con el poder modelador del grupo siempre, de la conciencia nacional. Por eso, cuando el ensayista La formación de la
nacional. En este orden, la ciudad puerto, Buenos Aires, ha sido comunista Héctor P. Agosti habla de esta actitud altiva de la conciencia nacional
durante largos períodos históricos, resistencia a la vigencia de nacionalidad que se vuelve, tal vez inclemente, contra los que
una cultura nacional. Es el interior del país, su población autóc- deformaron la inteligencia argentina y asume como intelectual J. J. Hernández
tona los factores que han preservado nuestra idiosincrasia na- de izquierda su defensa virtual, acusando a esa crítica, libre de Arregui
cional. compromisos podridos, de "canibalismo crítico", olvida que la
crítica al canibalismo crítico es el vasallaje y la hipocresía de la
Toda cultura se inspira en el pueblo y en su ámbito geográfico y crítica. Que es lo peor que le puede pasar a, un escritor que al
espiritual. Invertir el proceso genético, como lo ha hecho duran- mismo tiempo se titula marxista. "El hombre dotado de espíritu
te los últimos treinta años la intelectualidad más visible de Bue- crítico -ha dicho Th. Mann- no sólo tiene el derecho, sino el
nos Aires es adulterar el país. Y de tal adulteración sólo puede deber de usarlo, y de usarlo hasta el fin de sus días, aunque le
derivar una expresión cultural harapienta. La unidad vital del sea necesario reconocer que este ejercicio no se acomoda con
hombre y su medio, es lo característico de toda cultura que, por la búsqueda del placer".
eso mismo, cuando adquiere conciencia de si misma es univer-
sal en la medida que lo colectivo desborda y nacionaliza lo uni- El rasgo predominante de la lucha generacional de la que se
versal. Parte de esa búsqueda de nuestra expresión cultural, es habla en este libro, es la construcción de una imagen del país
consecuencia también de la repulsa al extranjerismo cultural de opuesta a la visión europeísta de la cultura. Entiéndase bien,
una oligarquía apátrida. europeísta, no europea. La crisis de la Argentina liberal no pue-
de desconectarse de la labor de esa generación nacional pre-
En estas épocas de plétora no sólo se investiga la historia, sino cursora que habría de desembocar en el violento insurgir de las
que se tiende a la integración unitaria y total de la cultura. Todos masas populares el 17 de octubre de 1945. "A las grandes revo-
los temas directa o indirectamente enhebrados a esta voluntad luciones que saltan a la vista -ha escrito Hegel- tiene que pre-
de destino, aparecen en el pensamiento nacional de hoy, en es- ceder necesariamente una revolución callada y oculta operada
tado de búsqueda y retorno hacia las formas expresivas del en el espíritu de la época y que no todo ojo percibe... Y es la
pueblo. Por eso las obras de estos períodos de autoconciencia ignorancia de estas revoluciones producidas en el mundo de los
nacional son siempre críticas. Y la aparente injusticia contra lo espíritus lo que nos hace asombrarnos luego ante el resultado".
consagrado es desenmascaramiento de una visión enferma del
país, recusación de los falsos maestros, de los trotapapeles sin VI
personalidad, de los repetidores y amanuenses aporcelanados
de la historia y la cultura oficiales. La crítica histórica, literaria, El 17 de octubre de 1945 quedará en la historia de la Argentina
cultural, se convierte en un instrumento de la educación nacio- como una fecha cumbre. Terminaba una época de humillación y
nal La generación intelectual que surge en 1930 tiene el mérito, advenía la nación frente al mundo. Todo confluyó a este hecho
más allá de sus prejuicios y vacilaciones de clase, de haber histórico. Y en particular, el Ejército, que en respuesta a sus orí-
amado al país. A diferencia de la "intelligentzia" liberal y de genes históricos se plegó a esa voluntad nacional encarnada en
izquierda que se apartó de él incapaz de analizar y despojarse las masas.
de su propia servidumbre cultural. Un poderoso sentimiento
acusa esa generación. Este sentir tuvo, antes que nada, por es- La conspiración militar del 4 de junio de 1943 ofrece caracterís-
cenario, la calle, el tumulto, el escándalo frente a un país con ticas ideológicas complejas, en las que se conjugan causas múl-
sus mitos liberales en falencia. Acercarse al aliento vital de esa tiples, elementos reaccionarios y nacionales. Por encima del UNTREF VIRTUAL | 14
prefascismo de estos grupos militares, en parte alimentado por tes criollas. Ese mismo país que el Ejército fundó. Un ejército
la situación mundial de entonces y la educación profesional de jamás vencido en una guerra exterior y siempre utilizado por La formación de la
los cuadros de oficiales, el movimiento, que sufrió sucesivas partidos que vendieron lo que las armas unificaron como Estado conciencia nacional
etapas y mutaciones ideológicas, sobrevivirá en la historia por Nacional. Sólo una vez ese Ejército no fue traicionado. Y fue
su fuerte, aunque confuso sentido emancipador, que era al mis- cuando en 1945 se unió al pueblo. Fuerzas raigales de la nacio- J. J. Hernández
mo tiempo, la conciencia histórica del período, viva en las ma- nalidad, Ejército y clase . obrera, son las únicas que pueden Arregui
sas, que al fin marcaron al movimiento entero con su sello na- resistir a un vasallaje impuesto desde afuera y cumplido aden-
cional. tro por mandantes serviles. La opción es de hierro. Nación o fac-
toría. No hay una tercera alternativa. Hoy, mientras el Ejército
El fracaso de la democracia liberal, el fraude de la oligarquía, la argentino no atina a su reencuentro con el pueblo, a la sombra
entrega del país al imperialismo británico, crearon el sentimien- de una política sin patria se desmantela la unidad y soberanía
to, en la oficialidad argentina, de la independencia económica, nacionales por voluntad de los amos extranjeros, se endiosa la
unido tal programa a la función centralizadora del Ejército y a los "libre empresa" al servicio délos monopolios internacionales y a
planes de industrialización que eran familiares a las mejores in- la Constitución de 1853 dictada por Inglaterra, en tanto una Uni-
teligencias militares de la época. No comprendió, al principio, la versidad, también ella colonizada y corrompida por esa inteli-
oficialidad nacionalista por su educación anticomunista que tal gencia colonialista que la controla desde las sombras, desvía a
política sólo podría cumplirse apoyada en el pueblo. Esa incom- la juventud argentina de la lucha por la liberación nacional. El
prensión del papel histórico de las masas confinó el pensa- imperialismo angloyanqui se ha repartido la Argentina desde
miento del Ejército a esquemas rígidos y reapareció trágica- Salta a Tierra del Fuego. Pero la vieja tradición nacional del Ejér-
mente en 1955 para contribuir, instrumentado por otras fuerzas, cito vuelve hoy a su oficialidad más joven, y puede vaticinarse
al retroceso del país como nación. Correspondió a Perón unir el que la conciencia histórica de la Nación está al borde, otra vez,
Ejército con el pueblo. O más expresamente, con el movimien- como el 17 de octubre de 1945, de convertirse en historia. Y en
to sindical. La síntesis significó que, por primera vez en la histo- historia continental como soñó Darío:
ria argentina, fue posible sacudir el yugo del coloniaje. Esta ex-
periencia reactualizará inevitablemente la alianza consciente -y Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
no como ayer circunstancial- entre el Ejército y el movimiento en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lenguas,
obrero. Al producirse la caída de Perón, bajo la doble pinza del ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
imperialismo y la oligarquía, el Ejército, trabajado por una pro- Latina estirpe verá la gran alba futura,
paganda desintegradora de lo nacional, se transformó en instru- en un trueno de música gloriosa, millones de labios
mento de la antipatria. saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente
Oriente augusto en donde todo lo cambia y lo renueva
El Ejército, que en un país que se afirma en su lucha emancipa- la eternidad de Dios, la actividad infinita.
dora representó la voluntad armada de la conciencia nacional, Y así sea esperanza la visión permanente en nosotros
fue segregado del pueblo por la conjuración siniestra. Desde en- ¡Inclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!
tonces, mientras la clase obrera era aislada por esas fuerzas, la
Argentina asistió a su gradual sometimiento a los centros de la
dominación colonialista, en tanto el Ejercito se convertía en el
carcelero del país. Así, el Ejército, anarquizado en sus cuadros
y desorientado en sus fines, viene asistiendo a la destrucción de
la Nación construida en el pasado con el heroísmo de las hues- UNTREF VIRTUAL | 15

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