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CRIMINOLOGÍA

Nos explica (Hassemer & Muños Conde, 1989, pág. 27), en cuanto al conocimiento; que el
“objeto del Derecho penal es la criminalidad”, agregando a la misma que “quien se ocupa del
Derecho penal, tiene que ocuparse también de la criminalidad y tiene, por tanto, que conocer
junto a las normas jurídico penales y su interpretación también la criminalidad y el delito.”, ante
ello debo de indicar, que el poder legislativo es a quien se refiere como la institución quien se debe de ocupar
por el Derecho Penal.
El conocimiento de ambos es necesario para crear las leyes, es decir “no se puede decir que al
legislador penal sólo le interese el conocimiento de la criminalidad, y que al que aplica la ley
penal sólo le interese el conocimiento del delito.”, entendiendo eso cual es el rol del abogado en este
contexto. (pág. 27).

Refiriéndose a la Criminalidad y el delito (Hassemer & Muños Conde, 1989, pág. 27), la
distingue del siguiente modo “criminalidad (conjunto de todas las acciones u omisiones punibles
dentro de un determinado ámbito temporal y espacial) (…)”, y “delito (comportamiento punible
de una determinada persona)”, contienen un valor conceptual para poder identificar su contendió, pero
critica su utilidad práctica, a que se refiere el autor con aquello, pues no es otra cosa que “la conducta
criminal como objeto del Derecho penal es tanto un fenómeno social (criminalidad) como uno
individual (delito) (…)”, si se quiere dar una distinción de ambos conceptos se podrá resumir que
criminalidad estadísticamente es la suma de todos los delitos, como factores de su cambio son
históricos, culturales, sociológicos, económicos y muchos otros más, por tanto, no es el delito como
conducta nada más.
Por ello es absurdo pensar que la criminalidad es a consecuencias biológicas y psicológicas del
individuo.

En la legislación penal y jurisprudencial penal, nos explica también (Hassemer & Muños
Conde, 1989, pág. 28), no se puede entender que el delito como caso individual y resulta en una
jurisprudencia ya sea penal, como la criminalidad como un fenómeno de masas en la legislación, por
tanto no solo basta que entienda esto el juez, y más aún el legislador debe conocer la evolución
social, pero no es completo con ello.
Por, “ello ha motivado que en este sector haya aumentado el interés en la criminalidad como
objeto del Derecho pena”.
Explica la criminalidad como conflicto entre el delincuente y la víctima, (Hassemer &
Muños Conde, 1989), claramente es una relación entre el delincuente y la víctima, ante ello “la misión
de la Administración de Justicia penal se reduce, pues, a la solución de este conflicto
intrapersonal persiguiendo, investigando y castigando la correspondiente infracción jurídica”,
poniendo más atención a lo antes dicho, debe entenderse de la siguiente manera: neutralización de la
víctima, quiere decir que “Actualmente la víctima está "neutralizada" [en cuanto a su intervención a pesar
de los medios como la denuncia y demás] y en lugar de la compensación y el acuerdo entre lesionador y
lesionado aparece la acción penal pública”, quien es el Ministerio Publico el titular de la acción. Por
ello que la víctima no se contrapone con el delincuente sino el Estado, en todas las etapas, y
pudiendo “incluso forzar a la víctima, en interés de la búsqueda de la verdad, a declarar o a
cualquier otro tipo de cooperación”.
Por tanto, las relaciones entre delincuente y víctima¸ otra relación a la común es por las lesiones
mutuas, en aquella comparten los roles (delincuente - víctima), en teste caso atenúa la sanción.
Veamos el delincuente como víctima, nos indica al respecto (Hassemer & Muños Conde, 1989, pág.
30), es entendida también como “una víctima (de las circunstancias bajo cuya influencia actuó)”,
en tal razón “Desde este punto de vista, la víctima desaparece por completo y su lugar lo ocupan el Estado
definidor y el "delincuente" estigmatizado”.
Prosiguiendo con el (Silabo) tenemos como primer tema:
1. El desarrollo de la criminología en América Latina y en el Perú: Evolución de las ideas
criminológicas.
Nos refiere al respecto (Pardo Angles, 2012, págs. 66-67), la cual titula el positivismo criminológico en américa
latina, indica que el positivismo en los diferentes países latinoamericanos fue un medio de coerción,
discriminación, distinción etc., entre ellos están:
Así por ejemplo en la Argentina, se introdujo “El origen degenerativo” y hereditario de la criminalidad y también se
mencionó la “Eliminación absoluta” de los incorregibles.
En Colombia las normas del positivismo se recogieron en el Código Penal.
En Cuba se asoció raza con criminalidad, proponiendo la erradicación del delito “aplicando la pena de muerte”.
El positivismo en México se utilizó para controlar los problemas sociales y contribuir al “orden”, cuando cuestionaban
el régimen de “Partido único”.
En el Perú, el positivismo sirvió también como mecanismo de discriminación; de acuerdo a los libros, escritos en la
cátedra de la Universidad San Marcos de Lima, los “Peligrosos indígenas” y “Alienación mental de primitivos
peruanos”, fueron objeto de las políticas de discriminación y de tratamiento.
En el Brasil, la población sin arraigo a la Fabela, aumentaba el número de “condenados” (negros y mulatos) que
volvían a la esclavitud en peores condiciones. El racismo en el Brasil (Norte) fue tan intenso como en el sur de EE.UU.
Termina crítica el positivismo que en un principio fue una forma de imponer en cada sociedad pero no
es en sí misma una ciencia en la que tenga que sustentarse en el positivismo, por tanto, no fundamenta al
estudio de la Política Criminal, para construir una razón ética para explicar los conflictos sociales.

2. k

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