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lunes, 29 de agosto de 2016

La solución está en tu interior: obtienen


nuevos antibióticos de las bacterias de
nuestro cuerpo

Staphylococcus lugdunensis: una bacteria aislada de


nuestra nariz que produce un nuevo antibiótico.

Las infecciones causadas por bacterias resistentes a los


antibióticos están aumentando alarmantemente en los últimos
años y representan una de las principales causas de
mortalidad en el mundo, incluso en países desarrollados. Se
espera que en las próximas décadas las muertes causados por
los microorganismos resistentes a múltiples antibióticos
(MultiDrug Resistant Organisms, MDRO), sean más frecuentes
que las muertes incluso por cáncer.

Actualmente las bacterias resistentes que más preocupan son


Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, los
enterococos resistentes a la vancomicina, y las bacterias Gram
negativas resistentes a las cefalosporinas de tercera
generación. A pesar de la urgente necesidad de nuevos
antibióticos que sean efectivos contra estas bacterias, hoy en
día hay muy pocos compuestos nuevos en desarrollo.
Se calcula que cada año fallecen más de 25.000 personas en
Europa por infecciones causadas por microorganismos
resistentes a los antibióticos.

La bacteria Staphylococcus aureus se encuentra en las narices


de aproximadamente un tercio de la población humana.
Algunos de estos estafilococos que colonizan nuestra
nariz son resistentes a los antibióticos y son la causa de
muchas infecciones sistémicas, difíciles de tratar y en algunos
casos incluso mortales. Literalmente, algunos S. aureus nos
tienen hasta las narices. Por eso, no solo es urgente encontrar
nuevos antibióticos sino también nuevas estrategias para
evitar que estas bacterias resistentes colonicen nuestra fosas
nasales.

Un grupo de investigadores (1) han descubierto un


estafilococos en nuestra nariz con propiedades muy
interesantes. Se trata de Staphylococcus lugdunensis que
es capaz de producir una sustancia anti-bactericida que inhibe
el crecimiento S. aureus. S. lugdunensis produce ese
antibiótico solo cuando es crecida en condiciones limitantes de
hierro y en medio de cultivo sólido (sobre la superficie de
placas con agar) y no en medio líquido.

A este nuevo antibiótico le han denominado lugdunina y se


trata de un pequeño péptido cíclico con cinco aminoácidos (D-
valina, L-triptófano, D-leucina, L-valina, y D-valina) y un
heterociclo de tiazolidina. La lugdunina tiene una potente
actividad anti-microbiana no solo contra S. aureus sino
también contra una gran variedad de bacterias Gram positivas,
incluido patógenos oportunistas difíciles de tratar como S.
aureus resistente a la meticilina y Enterococcus resistentes a
la vancomicina. Además, S. aureus no desarrolló
resistencia a la lugdunina después de pases continuos en
presencia de concentraciones sub-inhibitorias durante treinta
días, mientras que sí se hizo resistente a otro antibiótico
control (la rifampicina) a los pocos días.

Genes, ruta de biosíntesis y estructura química de la


lugdunina.

La lugdunina es el primer ejemplo de un nuevo tipo de


antibiótico (pequeño péptido cíclico con un anillo de
tiazolidina) producido por una bacteria de la microbiota
humana.

También han analizado la capacidad de la lugdunina de curar


infecciones in vivo. Para ello, emplearon un modelo de ratones
con infección cutánea con S. aureus que fueron tratados con el
nuevo antibiótico. Los resultados demostraron que la
lugdunina era capaz de erradicar completamente la
bacteria de la piel. Comprobaron también que la cepa S.
lugdunensis productora del antibiótico era capaz de prevenir la
colonización de S. aureus de las fosas nasales en un estudio
con pacientes hospitalizados. Esto sugiere que la lugdunina
podría ser empleada para prevenir infecciones por S.
aureus.

La lugdunina es un raro ejemplo de un compuesto bioactivo


sintetizado por una bacteria asociada a nuestro cuerpo. Pero,
¿es tan raro que nuestras bacterias produzcan nuevos
antibióticos?

Pues no, no es la primera vez que se describe que


bacterias de nuestro propio cuerpo (la microbiota)
producen sustancias con actividad antimicrobiana. En
2014 (2) un estudio sistemático de los genes relacionados con
la biosíntesis de pequeñas moléculas en el microbioma
humano de personas sanas, reveló un nuevo antibiótico, la
lactocilina. Este nuevo antibiótico es un pequeño péptido con
un núcleo de tritiazolpiridina producido por una bacteria de
la vagina, Lactobacillus gasseri. La lactocilina es un
potente antibiótico contra Gram positivos patógenos
frecuentes en la vagina como Staphylococcus aureus,
Enterococcus faecalis, Gardnerella vaginalis y Corynebacterium
aurimucosum, entre otros. Sin embargo, este antibiótico es
inactivo frente a otros Lactobacillus comensales, no
patógenos, de la vagina.
Pero la lugdunina y la lactocilina nos son los únicos ejemplos.
En realidad, lo original de estos trabajos es la
metodología: encontrar estas bacterias y antibióticos
mediante técnicas de metagenómica y comparación de
secuencias. Pero ya hace cuarenta años un grupo de
colegas españoles liderado por Fernando Baquero (3)
publicó un trabajo pionero en el que describió una nueva
familia de antibióticos (las microcinas) obtenidos de
bacterias aisladas de heces humanas: enterobacterias de
nuestra microbiota intestinal.

En conclusión, estos trabajos demuestran que la microbiota


humana puede ser una valiosa fuente de nuevos
antibióticos.

Agradecimientos: a mi colega Víctor de Lorenzo


@vdlorenzo_CNB por ponerme tras la pista del pionero trabajo
de Asensio & Baquero de 1976.

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