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RESUMEN
Señala con acierto Pierre Carrière que los geógrafos humanos admiten la ideología
como una de las variables que, al mismo nivel que el medio natural, la cultura y la
historia, definen la configuración física y social de la sociedad. En este escrito se
explora la relación entre ideología y urbanización para el caso de Bogotá después
de 1990. La tesis central es que los años noventa evidenciaron la emergencia y
dominancia de un ideal urbano posmoderno, basado en la planificación comuni-
cacional, el cual definió las políticas urbanas de las dos últimas décadas. El docu-
mento analiza la crisis de la planificación racional moderna, la consolidación del
llamado Modelo Barcelona y su implementación en la política urbana de Bogotá.
Las conclusiones se orientan al examen de la relación entre planificación comuni-
cacional y posmoderna, globalización y la nueva morfología urbana de la ciudad.
Palabras clave: Utopías urbanas, planificación urbana, ordenamiento territorial,
morfología urbana, urbanismo.
ABSTRACT
Pierre Carrière notes that human geographers acknowledge that ideology is a very
important variable that, to same extent as culture, history or nature, defines the
physical and social organization of society. This paper explores the relationship
between ideology, urbanism and urban change in Bogotá after 1990. The central
thesis is that during the nineties a postmodern discourse on the communicational
planning arose in Bogotá; this discourse then dominated urban politics over the
last 2 decades. This paper analyzes the modern rational planning crisis, the arrival
of the Barcelona Model and its implementation on the urban politics of Bogotá.
The conclusions are aimed toward examining the relationship between the post-
modern and communicational planning, the globalization process and the new
urban morphology of Bogotá.
Key words: Urban utopia, urban planning, zoning, urban morphology, urbanism.
Para José Luis Romero, uno de los gran- existente y precedente, sea por obsolescen-
des avances en la lectura de los procesos cia o por inadecuación a las condiciones
históricos lo constituye la incorporación actuales. No sobra decir, también, que el
del estudio de las ideas y su relación con la destino fi nal de toda utopía es verse sujeta
transformación social; avance que ubica en a esta crítica, pues cuando un ideal se hace
la Ilustración y particularmente en la obra dominante, las realizaciones siempre serán
de Voltaire (Romero Peñas, 1987). Así, el insatisfactorias y un nuevo ideal surgirá desde
estudio de las ideas, y por extensión de la la oposición. De esta manera, como señala
ideología, constituye una variable fundamen- Mannhein (2003 [1929]), el triunfo de la uto-
tal en el análisis del cambio social, a través pía constituye su perdición, pues se diluye
de las acciones de los grupos hegemónicos, al imponerse y se hace incapaz de significar
aunque también de los otros grupos sociales, una renovación; se convierte entonces en el
sujetos activos de la transformación material statu quo y en el objetivo de ataque por parte
y desarrolladores de acciones fuertemente de las utopías emergentes.
influenciadas por la ideología. Igualmente a
nivel urbano, las mentalidades, como señala Estas ideas conducen a formular un objeti-
Romero, han tenido un papel significativo en vo para este escrito, el de ilustrar la transición
el modelamiento físico y social de las ciuda- de Bogotá de una planificación racional y
des. De hecho, ellas nacen de una diferen- moderna, a un nuevo discurso inspirado en el
ciación significativa de los estilos de vida, en modelo Barcelona y principios del urbanismo
particular aquellos de origen rural, antónimos posmoderno. En resumen, el artículo se desa-
de las formas de vida urbana. La ciudad está, rrolla en función de dos propósitos: elaborar
pues, impregnada de ideologías, de cultura, un diagnóstico de los principales elementos
de mentalidades y de utopías. Estas últimas que alimentan la narrativa posmoderna y en
han tenido una amplia participación en la particular su derivación en el Modelo Barce-
construcción de los discursos sobre lo urbano lona; y evaluar cómo se incorporaron estos
y han moldeado, a través de la ‘ciudad ideal’ elementos en las prácticas planificadoras de
que proyectan, la política urbana y con ella Bogotá a partir de la literatura de planifica-
la materialidad física y social de la ciudad. ción, en especial aquella asociada con el
pensamiento urbano de Antanas Mockus y
Así, el estudio de los discursos urbanos Enrique Peñalosa. Los principales documen-
puede partir inicialmente de un examen del tos corresponden al Acuerdo 6 de 1990, la
papel de las utopías. A ese respecto, Françoi- Ley 388 de 1997, el Plan Estratégico para
se Choay (1996) establece siete condiciones Bogotá (2000) y el Plan de Ordenamiento te-
fundamentales para definirlas. En ellas se rritorial para Bogotá (2000).
especifica una secuencia que parte de un
individuo que genera una narrativa en que De la planificación racional
se modela una sociedad ideal; este ideal es
inmediatamente contrapuesto a una sociedad moderna a la planificación
real que es, sin embargo, calificada como comunicativa
indeseable y catastrófica, si bien ella consti-
tuye la materia prima sobre la cual se ha de La evolución histórica de la planificación
ejecutar la utopía. Efectivamente, la utopía se en Colombia y Bogotá (ver Figura N° 1 para
formula fuera del encuadre espacio-temporal su localización), han estado estrechamente
actual, pero requiere un contexto espacial ligadas al contexto internacional y en parti-
para su desarrollo, por lo que toma el espacio cular a las transformaciones ideológicas que
real como escenario sobre el cual intervenir. han tenido, a nivel planetario, los discursos
de la planificación urbana y regional. Las
De lo anterior se colige que la utopía es décadas de los noventa y dos mil no son dife-
una narrativa positiva que proyecta un ideal rentes, a pesar del esfuerzo de los promotores
sobre un escenario, y en consecuencia un del ‘milagro bogotano’3 por tratar de mostrar
espacio, real y contemporáneo. Así, la utopía
se formula siempre en contra de la ciudad
real a la que critica, desconoce y pretende 3 Reivindicado frecuentemente tanto por políticos e
transformar. Además, parte necesariamente de intelectuales afines a los dos alcaldes más notorios
una insatisfacción con el discurso o la utopía de las últimas décadas: Antanas Mockus y Enrique
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CONTEMPORÁNEA
como un elemento central de las decisiones, la reafi rmación del lenguaje no solo como
ignorando las características de los agentes una representación genuina, e imperfecta, del
urbanos e indiferente a la dinámica del am- mundo, sino también como un mecanismo
biente construido (Beauregard cit. por Fains- a través del cual, con la comunicación y la
tein, 2000). discusión, se arriba a consensos democrá-
ticos próximos a la verdad reivindicada por
En concordancia con los elementos an- el racionalismo (Cooke, 1990). El lenguaje,
teriormente citados, es necesario considerar según Habermas, “…es capaz de darnos las
también que la Planificación racional tuvo herramientas para dar forma a una teoría de
una derivación física que se concentró en la razón nueva y mejor” (Healy, 1996: 338).
la renovación urbana, el desarrollo en baja Así, para Healey, Habermas reformula el con-
densidad y una segregación espacial y fun- cepto moderno de razón y permite cambiar
cional cada vez más intensa (Fainstein, 2000). de un conocimiento derivado de una relación
Esta situación condujo a una ciudad múltiple sujeto-objeto, a un razonamiento formado
y fragmentada en extensas áreas metropo- dentro de una comunicación intersubjetiva,
litanas, poco correspondientes a la idea de que a su vez es contextual y situada. Como
ciudad compacta y unitaria que ella preco- consecuencia, dos elementos aparecen con
nizaba. un rol protagónico en la planificación: la ac-
ción y la subjetividad humana (Healey, 1996).
En suma, si bien en su momento la plani-
fi cación racional constituyó una alternativa Igualmente, la planificación comunica-
a la crisis del Alto modernismo, también cional promueve el paso de una planificación
heredó, en la perspectiva de sus críticos, indicativa a una nueva forma construida alre-
la mayor parte de sus males: autoritarismo, dedor del debate que supone la existencia de
objetivismo, búsqueda del control. A lo ante- ‘comunidades discursivas’, con las cuales se
rior se añadía también un fuerte utilitarismo construye el conocimiento necesario para la
derivado de la urgencia por la acción y la acción a través de ‘la discusión respetuosa’
fatiga frente a la teorización que muchos (Healy, 1996: 247). Esta nueva planificación
planificadores encontraban inútil y abstrusa. constituye, entonces, un proceso interactivo
Esta situación se combinaba con cierto anti- que remite a una acción del Gobierno en un
intelectualismo propio del pragmatismo exi- ambiente complejo donde intervienen múlti-
gido por el involucramiento en la resolución ples actores, y en la que se tiene el propósito
de problemas concretos e inmediatos, pero de cualificar espacios y territorios. Allí la pla-
también la emergencia de un capitalismo tar- nificación ambiental alcanza un importante
dío, equiparado con una ciudad posmoderna, rol, y además, la planificación toda se soporta
que hacía obsoleta la planificación moderna en un fundamento estético y moral, en parti-
ya que el Estado, y por extensión la planifi- cular reivindicativo de la justicia social en la
cación, no pueden cumplir la función de me- ciudad, pero orientado más allá de las dispu-
diadores, al ser cada vez más rehenes de las tas materiales, hacia asuntos de género y raza
demandas del capital. y colocando las cuestiones culturales en una
posición prominente (Harris, 2002; Healey,
De este contraste con la planificación 1996; Healey, 2003; Sandercock, 1998).
racional emerge, en los años noventa, la
planificación comunicacional4, como teoría La planifi cación comunicacional se sus-
dominante en planifi cación urbana, basada tenta, entonces, en principios que la hacen
principalmente en lo que Healey llamó un sustantivamente distinta a la planificación
‘communicative turn’ (en Harris, 2002), in- moderna y racional. El primero de ellos es su
corporando varias corrientes y estrategias que inspiración en cierto ‘socialismo democráti-
tienen como soporte la teoría comunicacio- co’, reivindicando su apego a una versión de
nal de Jurgen Habermas. Habermas parte de democracia distinta a la impuesta por la tra-
dición liberal del siglo XX, y que tiene como
apoyo los movimientos sociales. Friedmann
resume esta faceta de la Nueva planificación
4 Denominada planificación colaborativa en Gran en el reposicionamiento general de la idea de
Bretaña (Allmendinger & Tewdwr-Jones, 2002). sociedad civil, rechazando la interpretación
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CONTEMPORÁNEA
liberal de ella y reivindicándola más bien nancia urbana (Brenner & Theodore, 2005).
como consecuencia de la naturaleza gregaria Esta asociación se caracteriza especialmente
y comunicacional del ser humano, opuesta por la absorción del riesgo en los proyectos
no solo al Estado, sino también a la economía urbanos por el sector público y la concentra-
corporativa que la amenaza constantemen- ción de los beneficios por el sector privado;
te (Friedmann, 1987; Friedmann, 1998). El también por una escala de acción centrada
retorno a este nivel básico de organización en el lugar (Harvey 1989) y la incorporación
conlleva, por otra parte, a la reivindicación del sector privado en la toma de decisiones,
del comunitarismo como fuente de legitima- a la vez que el Estado abraza formas empre-
ción de la acción planificadora, basada en la sariales de organización (Larsen y Hansen,
comunicación y la participación. El planifica- 2008).
dor pierde entonces su posición de intérprete
y científico constructor de la utopía urbana, El Modelo Barcelona
convirtiéndose en un comunicador encargado
de facilitar el intercambio entre los diferentes La renovación de la planificación urbana
agentes. Como consecuencia, la planificación a través de la Planifi cación comunicativa y
se fragmenta y pierde su carácter totalizante, otras variantes del urbanismo posmoderno
para refugiarse en el nivel micro y local. se expandió rápidamente en los años no-
venta e invariablemente en todos los luga-
Finalmente, este conjunto de preceptos res dio lugar a positivas expresiones como
necesariamente conduce a una reformulación el ‘renacimiento de la ciudad’, aplicado a
de las funciones y organización del Estado. Baltimore, o la ‘ciudad reconquistada’ en el
Es lo que podría denominarse una Nueva gu- caso de Barcelona. Esta última ciudad inició,
bernamentalidad, referida a la refundación de desde los años ochenta, un intenso proceso
las relaciones políticas que reemplazarían el de transformación, apalancado además por
Estado de bienestar, buscando resolver las in- flujos importantes de capital derivados de
coherencias de este último, especialmente su la incorporación de España a la economía
poca atención a la diferencia, a la comunidad europea, una vez consolidada la transición a
y al lugar, incompatibles con un sistema cen- la democracia, y la existencia de un amplio
trado en los derechos sociales individuales; déficit urbanístico y de renovación, resulta-
pero también ajustado a la nueva realidad de do también del inmovilismo impuesto por la
una economía capitalista globalizada (Marris, dictadura (Buchanan, 1990; Delgado, 2007).
1998). La Nueva gubernamentalidad implica, A ello se añadía una importante tradición
entonces, el empoderamiento de los diferen- planificadora, con lo que la ciudad desarrolló
tes grupos, marginalizados en la planificación intensos procesos de reestructuración física
racional, y con ello la constitución de gobier- y social que, soportados en la nueva gober-
nos urbanos altamente descentralizados en nancia y varios de los elementos previamente
los que las ONG adquieren un rol protagó- reseñados, dieron lugar a una forma urbana
nico, infl uenciando la política en todas las emblemática de la urbanización contempo-
escalas (ibid.), a la par del debilitamiento de ránea, impulsada especialmente a partir de
las viejas formas de organización como los la designación de la ciudad como sede de los
partidos y los sindicatos. Juegos Olímpicos en 1992.
conjunto de ideas, prácticas y estrategias que que tiene intrínsecos un conjunto de valores:
trascienden la intervención urbanística (con- libertad, cohesión social, derechos, identidad
centrada esta en la defensa del espacio públi- y democracia participativa (Bohigas, 2004;
co) e incluyen elementos como el desarrollo Borja, 2005; Buchanan, 1990); en suma, la
económico de la ciudad, la descentralización ciudad es el espacio de la comunalidad.
municipal, la política fiscal, la cooperación
Estado-empresa, la seguridad ciudadana y la Una consecuencia inmediata de esta rei-
movilidad urbana (Capel Sáez, 2005). Barce- vindicación de la ciudad clásica y sus formas
lona se convirtió así en el prototipo de la ciu- es la mitificación del espacio público6, que
dad postindustrial e incluso es representada se convierte en leitmotiv de la planificación
por muchos como el paradigma de la ciudad y se califi ca como el escenario urbano por
neoliberal (Delgado, 2007). excelencia. Borja, basado en Habermas y
en general en la tradición culturalista de la
En función al objetivo propuesto, interesa ciudad, señala que la ‘ciudad es espacio
entonces examinar los postulados funda- público’, puesto que en él convergen tanto
mentales del Modelo Barcelona, para derivar los ciudadanos como los intercambios; pero
luego su impacto en el urbanismo bogotano. también porque es en él donde se materializa
En primera instancia habría que reafirmar que el ‘simbolismo colectivo’ y en últimas la re-
el discurso sobre el Modelo Barcelona se asi- presentación del poder (Borja, 2005).
mila a dos condiciones claramente definidas:
en el plano ideológico, el modelo reivindica El espacio público se justifica, entonces,
la tradición culturalista del urbanismo y en como lugar de expresión ciudadana y ello
especial los discursos clásicos sobre la natu- conduce a un segundo elemento guía del
raleza de comunidad de la ciudad; mezclado urbanismo barcelonés, la formación ciuda-
con el individualismo a ultranza y el ataque dana. Partiendo de la idea de ciudad como
al Estado de bienestar y centralizador, ambos máxima expresión de la cultura y el ingenio
elementos fundamentales de la narrativa neo- humano, los promotores de este tipo de ur-
liberal. En el plano de la gestión urbana, por banismo consideran que la planificación no
otro lado, el modelo incorpora plenamente solamente debe proveer el espacio público
los discursos contemporáneos sobre ciudad para la interacción, sino también construir
global y sitúa la ciudad como protagonista permanentemente la ciudadanía. En ese sen-
de primer orden en la economía capitalista tido, el urbanismo, y especialmente a través
contemporánea. Esta afiliación irrestricta de la promoción del espacio público, habría
con la urbanización posfordista es matizada de orientar su acción a la adopción de unos
con la reivindicación de algunos elementos patrones de comportamiento cívicos, bajo
de la ‘ciudad justa’, aunque en un contexto las premisa de que el ciudadano se hace y
posmoderno de exaltación de la diferencia y las formas transmiten valores y son por tanto
el convencimiento pleno del fracaso de las un vehículo eficiente de educación (Borja,
lecturas y modelos modernos, respecto a la 2005).
desigualdad de la sociedad y de la ciudad.
Por otra parte, la sublimación del espacio
Sobre el primer punto, es decir, la dimen- público, equiparado a derecho ciudadano
sión ideológica, es necesario retornar a la según Borja (2005: 184) y la idea de forma-
valorización de la ciudad clásica que tiene ción ciudadana, confluyen efectivamente
lugar en la década de los sesenta como re-
acción al modernismo. Esta reivindicación,
también esgrimida por Borja y Bohigas, recla-
6 Es conveniente recalcar que el espacio público es
ma la ciudad como espacio democrático por
una invención de los años setenta, consecuencia de
excelencia, en el que confluyen los diferentes
la transformación del uso de los espacios colectivos
grupos sociales, donde se debate y dialoga y resultado de la modernización, la masificación del
automóvil y la suburbanización. Su conceptualiza-
ción e inclusión como elemento central del urba-
nismo igualmente deriva de una lectura de crisis y
deterioro de la vida urbana y colectiva, percibida
adoptado, con las correspondientes contextualiza- por un grupo importante de urbanistas en la década
ciones, en la ciudad de Bogotá. de los setenta (Fleury, 2008).
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Es evidente, por otro lado, que con el aunque permitió la articulación de una ‘con-
Acuerdo 6 se renuncia a la planeación física ciencia ambiental’ a una ‘conciencia ciu-
de la ciudad a través de un modelo predi- dadana’, en una estrategia cultural que tuvo
señado. Por el contrario, por un lado, es la bastante éxito en los años noventa para lo
normativa y no el plan la que se constituye que podría llamarse una ‘domesticación’ de
en instrumento para controlar la urbaniza- una sociedad urbana bastante agitada a fina-
ción; y en segundo lugar, el gobierno urbano les de la década de los ochenta. Esta preocu-
descarta la intervención directa en la ciudad, pación está igualmente acompañada por otra
restringiendo su acción a limitar los impactos ‘narrativa’ contemporánea de gran éxito: la
ambientales, físicos y sociales de la urbaniza- patrimonialización, no solo de los elementos
ción, impulsada por los agentes privados, tal arquitecturales, sino también del capital cul-
como señala el artículo 60 titulado “El con- tural y natural de la ciudad. En ese sentido,
trol de los impactos como motivo determi- la ciudad desarrolló una amplia normativa,
nante de las reglamentaciones urbanísticas” incluyendo el patrimonio como elemento
(Concejo Municipal de Bogotá, 1990). estructurante del POT y, a partir de él, la im-
plementación de un amplio y ambicioso pro-
De otra parte, y en consonancia con los yecto de renovación urbana que incluye por
discursos dominantes de la planificación co- supuesto el centro de la ciudad, pero también
municacional, el espacio público es sujeto de otros sectores que se consideran vitales para
una detallada reglamentación (artículo 70), la nueva economía globalizada y de servicios
completado y extendido al resto del país con de la ciudad.
el Decreto 1504 de 1998 en el que se otor-
ga al espacio público el rol de “…elemento La reglamentación urbana posterior al
articulador y estructurante fundamental del Acuerdo 6, en particular el Decreto 619
espacio en la ciudad, así como el regulador de 2000 por el cual se adoptó el POT y el
de la condiciones ambientales de la misma, y Decreto 469 de 2003 que constituye su re-
por lo tanto se constituye en uno de los prin- visión7, reafirmaron las tendencias descritas,
cipales elementos estructurales de los Planes pero también añadieron nuevos elementos.
de Ordenamiento Territorial” (Presidencia de Un primer asunto destacable del POT es la
la República, 1998). Así, el espacio público idea de definir un ‘modelo regional sosteni-
se erige como elemento central de la plani- ble’, propósito que se articula tanto con el
ficación urbana y el mismo decreto también peso creciente que adquieren las considera-
incluirá que su administración, mantenimien- ciones ambientales en las nuevas ideas de la
to y aprovechamiento económico podrán ser planificación, como el interés por reafirmar
asignados al sector privado: no solo una des- unos procesos de competitividad territorial.
naturalización clara del discurso posmoderno Tanto la sostenibilidad y sus derivados (la
sobre la naturaleza del espacio público, sino acción ambientalmente responsable y la
también un ejemplo de la tendencia que to- protección de ecosistemas estratégicos por
maría luego la relación público-privada, con ejemplo), como la dimensión regional, se en-
la entrega de los bienes colectivos a agentes cuentran claramente inscritos en el discurso
privados (estadios, coliseos, vías, parques, de la gobernanza neoliberal.
reservas naturales, entre otros).
En el caso de la sostenibilidad, en la lite-
Finalmente, el Acuerdo 6 otorga un am- ratura es evidente que la potenciación de un
plio peso a las medidas de orden ambiental capital ambiental está estrechamente ligado
que se desarrollarán con mayor detalle en a los indicadores de calidad de vida urbana
la Ley 388 de 1987 y conduce a un POT y estos son considerados determinantes en
organizado principalmente en torno a consi- las decisiones de localización de capital, en
deraciones ambientales, en particular la idea conjunto con la atractividad de los espacios
de estructura ecológica principal concebida
como ‘elemento primario’ del modelo de
ciudad propuesto (Concejo Municipal de 7 Una segunda revisión del POT, elaborada en el
Bogotá, 1990). Estas inquietudes ambientales 2009, fue rechazada por la autoridad ambiental. Di-
evidentemente no detuvieron el avance de cha revisión es, entonces, aún incompleta y no será
los constructores sobre ecosistemas frágiles, considerada aquí.
18 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE
urbanos para los inversores, pero también juegan un rol central las telecomunicacio-
para las elites administrativas encargadas nes, la inversión en los sectores de trasporte
de gestionar el accionar de los capitales terrestre (vías interregionales y equipamiento
trasnacionales en las economías urbanas de transporte) y el aeropuerto internacional.
altamente tercerizadas. Al respecto, Gunder En tercer lugar el capital humano, considera-
anota que “la competitividad global, el desa- do fundamental en todas las narrativas de la
rrollo sostenible y el diseño urbano apropia- ‘sociedad de la información’ y que se expresa
do [que incluye el acceso a parques y otros en la intencionalidad del POT en impulsar la
equipamientos ‘naturales’] han facilitado la educación superior, científica y tecnológica,
atracción del talento a las ciudades clasifica- para hacer de Bogotá una ‘capital educativa
das como ciudades mundiales” (2010). Esta de la región andina y del Caribe’ (p. 38).
‘marketization de las ecologías públicas urba-
nas’ (Heynen y Robbins, 2005) no se limitó, Estos elementos provenían, en su mayor
empero, a la ‘verdificación’ de la ciudad; parte, del Plan Estratégico para Bogotá 2000,
también incluyó una reinstitucionalización de un proyecto comenzado hacia 1994 y termi-
la explotación de los recursos de agua, suelos nado en 1997. Esta propuesta, impulsada por
y aire, así como la inclusión del ‘valor eco- la Cámara de Comercio de Bogotá y coordi-
lógico’ como componente importante de la nada y financiada por las Naciones Unidas,
valorización de los productos inmobiliarios. partía del reconocimiento del éxito de la
empresa privada en la implementación de
Un segundo componente, propio de los planes estratégicos como respuesta a la crisis
discursos de la globalización de los noventa, de los años ochenta, y su reproducción para
corresponde a la competitividad territorial. la administración de las ciudades. El plan
Esta tendría su mayor desarrollo en el obje- estratégico fue el resultado de un proceso de
tivo cuatro del plan, referido al propósito de consulta dominada por las organizaciones
‘aprovechar las ventajas comparativas’ del gremiales e instituciones gubernamentales9, y
territorio para ‘lograr una mayor competitivi- concluyó, a nombre de todos los ciudadanos,
dad’ (Concejo Municipal de Bogotá, 2000b). que la ciudad deseada y posible se corres-
La competitividad es, además, un concepto pondía con una ‘metrópoli latinoamericana’,
recurrente en todo el programa del POT, aso- competitiva en los mercados globales, efi-
ciado frecuentemente con la productividad cientemente administrada, descentralizada,
y evidentemente con el desempeño de la respetuosa del ambiente y promotora del
Región-Bogotá8, respecto a las otras regiones ‘orgullo ciudadano’ (Alcaldía Mayor de Bo-
del país. El discurso de la competitividad gotá, 1997; El Tiempo, 1994), muy cercano al
promueve, entonces, el posicionamiento de ideal propuesto por los teóricos del Modelo
Bogotá frente a las demás regiones, pero tam- Barcelona.
bién en un contexto latinoamericano.
La realización de este ideal de ciudad
El documento guía del POT, por su par- competitiva exigía, entonces, la concentra-
te, insiste en la competitividad en múltiples ción del gobierno urbano en unas acciones
escalas, pero también en una ‘competitivi- precisas que fueron planteadas en los de-
dad sistémica’, que se puede resumir en tres cretos 619 y 469. Estas fueron, con cierta
frentes de acción: primero, el posiciona-
miento internacional en torno a las llama-
das ‘vocaciones productivas’, que refieren
esencialmente a la industria de exportación 9 El documento resultado (Alcaldía Mayor de Bogotá,
y el sector minero (gravas, arenas, calizas y, 1997) destaca el alcance participativo listando 37
en general, materiales de construcción). En organizaciones en el Consejo directivo y resaltando
la amplia participación de la sociedad civil (p. 8).
segundo lugar la infraestructura, en la que
Sin embargo, el Consejo es ampliamente dominado
por los gremios (48%) y entidades gubernamentales
(22%); y los que no aparecen en esta categoría,
frecuentemente son fundaciones que correspon-
8 Que geográficamente es poco clara, pues en oca- den a intereses privados, vinculadas con el sector
siones refiere a lo que podría calificarse como ‘área financiero (Fundación social, p. ej.) o con intereses
metropolitana’, pero frecuentemente se extiende a gremiales (Sociedad de agricultores, Sociedad de
todo el departamento de Cundinamarca. arquitectos, p. ej.).
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 19
CONTEMPORÁNEA
secuencia de prioridades, el énfasis sobre la cotidiana a través del uso intensivo de los
seguridad, la participación ciudadana, la pla- medios de comunicación y una pedagogía
neación física y la política fiscal. que frecuentemente se asociaba con la dela-
ción y el control mutuo de los ciudadanos,
Seguridad muy común en regímenes totalitarios10.
conceptuar, por lo que no solamente se trans- a la generación de suelo por el Estado para
fieren a un particular recursos otrora públicos, la actuación privada subsidiada y el impulso
sino que el curador entra en un conflicto de a la generación de un mercado de suelo de
intereses, pues tiene un vínculo económico vivienda popular, para lo que se reglamentó
central con los constructores (Herrera Robles el control a la construcción ilegal, pero espe-
2004). En tercer lugar, los curadores se en- cialmente la legalización de la urbanización
frentan frecuentemente ante la ambigüedad informal existente, a fin de fortalecer el mer-
de las normas, teniendo entonces la potestad cado inmobiliario (ibid.: artículo 109).
de interpretarlas, frecuentemente según los
intereses de los constructores, que redunda Por otro lado, es necesario señalar que la
evidentemente en beneficio de los curadores. normativa urbanística, en correspondencia
con la influencia ejercida por los discursos
Uno de los sectores más modificados por posmodernos, incorporó plenamente la idea
esta flexibilización en la construcción fue la del espacio público como factor central en la
vivienda, y en particular la vivienda popular. sociabilidad urbana y mejor exponente de la
Esta pasó de ser la preocupación central de la calidad de vida. En ese sentido, la retórica de
planificación urbana, a convertirse en un adi- la ‘ciudad abandonada’ y la ‘ciudad invadida’
tamento más en el proyecto de expansión de es frecuentemente esgrimida como razón su-
la actividad inmobiliaria y refugio esporádico ficiente para acciones sobre el espacio públi-
de las constructoras frentes a las recurrentes co. Gehl, uno de los teóricos más conocidos
crisis económicas12. La incorporación de la y cercano a Enrique Peñalosa, señala que
vivienda popular en la lógica de la provisión antes del Nuevo Urbanismo “Las aceras ha-
formal y el mercado estuvo acompañada bían desaparecido en los centros de la ciudad
de una descalificación de la producción in- [moderna y no necesariamente Bogotá] así
formal de vivienda, que se consideraba no como las áreas residenciales y el transporte
solo como de bajas calidades urbanísticas, y la vida en sí misma estaban dependiendo
sino también una competidora ilegal de las cada vez más del automóvil” (Gehl, 2004),
constructoras formales. Así, de un involucra- argumentación que difícilmente sería sosteni-
miento activo de instancias estatales en la ble en la Bogotá de comienzos de los noventa
provisión de vivienda para familias de bajos donde la tasa de motorización era muy baja,
ingresos, definidas en el artículo 278 del dado el estricto control sobre la importación
POT (2000), se pasó a un dominio exclusivo de automóviles.
de este último sobre la ‘generación’ de sue-
lo apto y barato para la ejecución privada Lo anterior no fue óbice para que la
de programas habitacionales que compitie- normativa del Acuerdo 6, del POT y de su
sen con la oferta ilegal (Concejo Municipal revisión, tuviesen como uno de los ejes de su
de Bogotá, 2003) (Artículo 205, 1, 2003). formulación la ‘recuperación de la dimensión
Igualmente, algunas intenciones de superar de lo público’ que resumía el énfasis sobre el
la fuerte segregación socioespacial a través control del espacio público y su intervención.
de la Vivienda de Interés Prioritaria y la Vi- Así, se eliminaron las bahías de estaciona-
vienda de Interés Social, desaparecieron en miento público (artículo 184); se propuso un
la revisión de 2003. En suma, la política de amplio proyecto de parques, alamedas, pla-
vivienda de la nueva planificación se redujo zas cívicas en todas las escalas; se estableció
la obligatoriedad de la cesión del 8% del área
urbanizable de los proyectos, para espacios
colectivos (artículo 250); y se prohibieron los
12 Evidentemente, la demanda de vivienda en una cerramientos, medida difícil de implemen-
ciudad con un alto índice de pobreza y desempleo
tar en una ciudad en la que desde los años
es limitada. A ello se opone un mercado de vivienda
muy dinámico, pero entre las clases medias y altas; ochenta se habían generalizado en todos los
mercado que se satura relativamente rápido, por lo grupos sociales, los conjuntos residenciales
que en épocas de recesión muchas constructoras cerrados. Los cerramientos fueron revisados
avanzan sobre sectores populares, disminuyendo en el 2003, autorizándolos para ciertos casos
los costos de suelo y de precio final de la vivienda,
complementándolo con presión sobre los gobiernos
(artículo 243). Igualmente, fue dedicado un
para ofrecer subsidios directos o indirectos a los capítulo entero del POT (capítulo 10) a la re-
compradores. glamentación detallada del espacio público,
24 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE
yendo desde la escala metropolitana (donde una medida que generalmente no se encuen-
el Concejo de Bogotá no tiene jurisdicción) tra en los barrios ilegales consolidados13.
hasta la escala vecinal y en el que se definían
numerosos proyectos de senderos, alamedas Finalmente, podemos incluir en este
y parques; gran parte de los cuales fueron componente de la planeación física, el plan
posteriormente derogados o reducidos. En vial del POT. Este partió de un diagnóstico
esta reglamentación se reguló con especial que se centraba en los altos flujos que reci-
énfasis el uso de los antejardines y espacios bía la ciudad y una malla vial local y zonal
peatonales (artículo 260), aunque evidente- juzgada como insuficiente. A ello se añadía
mente gran parte de las normativas allí man- un conjunto de centralidades espontáneas
tenidas han sido inaplicables. insuficientemente articuladas y la necesidad
de consolidar la red intermedia de vías; junto
El Decreto 469 de 2003, por su lado, hizo a un fortalecimiento de las vías regionales y
ajustes importantes al capítulo de espacio la expansión de la red hacia el sur y occiden-
público del POT. Por una parte incluyó, como te. En materia de transporte público, el POT
objetivo de la política, el estímulo de la ac- concluía en que era obsoleto, y además la
ción privada en la gestión y construcción de ciudad y en especial los sectores populares
espacio público; pero también reorganizó, del sur y occidente tenían un bajo nivel de
apenas tres años después, el sistema de par- motorización, lo cual justificaba la configura-
ques distritales y añadió más responsabilida- ción de un sistema de transporte masivo (SDP,
des a los agentes privados en la habilitación 2000). Así, y contrario a los planes anteriores
de andenes y alamedas asociados con la in- donde la forma urbana deseada se articulaba
fraestructura vial. En general el acuerdo 469 alrededor de un plan de vías, el POT elaboró
buscó aligerar la pesada carga que imponía una propuesta simple, centrada en la organi-
el componente de espacio público, quitando, zación de un sistema integrado de transporte
por ejemplo, la obligatoriedad de construc- (metro y Transmilenio), corredores prefe-
ción de andenes arborizados para los bordes renciales, una red de rutas en bicicleta y la
de los parques metropolitanos; flexibilizando modificación del sistema viario existente; el
las condiciones de gestión de los espacios resto del plan solo generalizó sobre la articu-
públicos existentes; aligerando las exigencias lación del sistema urbano, evocando algunos
para los constructores en los equipamientos elementos del sistema de 7V propuesto por
comunales públicos (artículo 251 del POT); Le Corbusier (SDP, 2000).
y eliminando controles estrictos, tanto a los
cerramientos como al uso mismo de los espa- Las nuevas vías propuestas, por otro lado,
cios públicos (artículo 257 del POT, derogado son prácticamente inexistentes. El Plan vial
por el Decreto 469). solo expuso como novedades la avenida
Ciudad de Cali, que había sido proyectada
Para concluir, el peso del ideal de espacio desde 1961 con el nombre de Regional Lon-
público se trasladó también a la vivienda y gitudinal. Su construcción se inició en 1997 y
en especial a la vivienda popular. En el afán finalizó, incompleta en sus dos extremos, en
de los nuevos planificadores por incorporar el 2007, luego de siete años de bloqueo en
la vivienda popular al mercado del suelo, se el paso del Juan Amarillo. La otra propuesta
atacó la urbanización informal por su escasez correspondía a la avenida Longitudinal de
de espacios públicos, exigiendo que dicho occidente, trazada siguiendo el margen orien-
componente fuera importante en la nueva tal del río Bogotá y planteada en la idea de
vivienda social (artículo 288). Para lograrlo, continuar estimulando la expansión hacia el
en un contexto de ascenso importante de los
precios del suelo y de lento crecimiento de
los ingresos, se sacrificaron los espacios pri- 13 Una investigación sobre 13 barrios de diferente
vados, disminuyendo el tamaño mínimo del origen mostró que la insatisfacción de los habitantes
lote a 35 m2 (Decreto 2060 de 2004), es decir con la vivienda formal popular alcanzaba el 90%
un área promedio menor a 7 m2 por persona, (frente a 100% en la vivienda clandestina) y en tér-
minos de área por persona el 36% de los moradores
de vivienda formal la señalaban como mala, frente a
un 14% para los habitantes de barrios clandestinos
(Tarchópulos Sierra et al. 2003).
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 25
CONTEMPORÁNEA
de las otrora responsabilidades del Estado, que en todo caso resume las aspiraciones de
al sector privado. El Plan estratégico 2000, la elite urbana; coalición sobre la que, ade-
cuyos fundamentos ideológicos son centra- más, no se logró construir un contraproyecto
les a ambos proyectos, aparece así como el (2004).
más elaborado producto de la cooperación
público-privada entendido como un ‘contrato La democratización de la vida urbana,
social y político’ (Marshall, 2004), que garan- por otra parte, se asociaba estrechamente
tiza por demás un bajo nivel de conflictividad al espacio público, considerado como una
y un consenso cívico en torno a un proyecto herramienta democratizadora por excelen-
común, que en realidad es una aspiración de cia. En ese sentido, fueron de primer orden
las elites, vendido a través de un muy activo los programas tanto de defensa del espacio
‘patriotismo urbano’, como lo denuncia Del- público, como de inversiones arquitecturales
gado para Barcelona (Delgado, 2007), pero que buscaban posicionar la ciudad como
que tuvo su reproducción en Bogotá con la un espacio de referencia, aunque evidente-
política de cultura ciudadana y el marketing mente los recursos destinados para el asunto
de la ciudad. por Barcelona fueron más significativos que
los que pudo dedicar el fisco bogotano. En
Un segundo componente que acerca el todo caso, en términos de la morfología y el
Modelo Barcelona a la planificación de Bo- espacio construido, no deja de ser irónico el
gotá, es el interés por una democratización cómo una filosofía de ciudad que promovía
radical de la vida urbana. Efectivamente, el las densidades razonables y era especial-
urbanismo barcelonés se reconoció en una mente enemiga de la construcción en altura
‘herencia roja’, derivada de movimientos de (ver p. ej. Gehl y Gemzoe, 2002), terminó,
izquierda, con un proyecto progresista para la especialmente en el caso de Bogotá, promo-
ciudad. Sin embargo, la Nueva Barcelona no viendo las altas densidades y la proliferación
fue ni el Berlín moderno ni la ‘Viena Roja’, de altos edificios tanto para usos residencia-
sino más bien una creación tipo Disney ba- les (Torres Jardín), como de oficinas. Podría
sada en el fin de la ideología y liderada por presumirse entonces, que en gran medida la
“…socialistas que no creían en el socialismo, filosofía posmoderna de la ciudad solamente
y nacionalistas que no creían en la indepen- fue una excusa para legitimar las acciones de
dencia nacional” (Vásquez Montalbán cit. un grupo interesado en desmontar el modelo
por McNeill, 1999). En el caso de Bogotá, keynesiano e imponer un urbanismo desregu-
igualmente la nueva política urbana se pro- lado, manteniendo una alta selectividad so-
movió como el ‘Nuevo urbanismo social bre los principios de la ciudad reivindicados
latinoamericano’ y como un proceso radical y descartando aquellos incompatibles con el
de transformación de la sociedad, de la mano empresarialismo urbano dominante.17
de las fuerzas más progresistas de la sociedad
colombiana (Dalsgaard, 2009). Larisa Pizano En síntesis, podría concluirse que el Mo-
hace un buen balance que muestra en gran delo Barcelona, y su versión bogotana, se
medida tanto la ‘despolitización’ del nuevo ajustan a la idea de ‘neoliberalismos híbri-
urbanismo, como la continuidad en las políti- dos’, donde la ideología de la planificación
cas urbanas neoliberales de las últimas admi- toma la forma que le corresponde según la
nistraciones, otorgando a los alcaldes Jaime
Castro la transformación normativa y política,
a Antanas Mockus la promoción de la cultura
ciudadana y a Enrique Peñalosa la trans- 17 Y en el cual se incluyen planifi cadores, arquitec-
formación física e identitaria de la ciudad. tos y estudiosos de la ciudad. Como señala Fiori
Arantes, actualmente se experimenta una ‘singular
Añade, además, que los dos últimos alcaldes,
comedia ideológica’ en la que arquitectos y urba-
salidos del Polo Democrático, partido de iz- nistas, frecuentemente progresistas, se funden con
quierda, mantienen la misma línea de gestión banqueros, promotores y empresarios en la jerga
(Pizano, 2003). Situación no muy distinta al de la ‘autenticidad urbana’, más correspondientes
‘régimen urbano’ que Marshall identifica para a un culturalismo de mercado, el cual se torna en
pensamiento único sobre las ciudades (Fiori Arantes,
Barcelona, definiéndolo como una coalición 2000). Hall igualmente observa, con particular iro-
duradera, con un importante soporte en inte- nía, como el planificador se confunde cada vez más
reses que cubren varios grupos de clase, pero con su tradicional adversario, el promotor (1996).
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