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Revista de Geografía Norte Grande, 57: 9-32 (2014)9

Artículos

Bogotá, urbanismo posmoderno


y la transformación de la ciudad
contemporánea1

Jhon Williams Montoya2

RESUMEN
Señala con acierto Pierre Carrière que los geógrafos humanos admiten la ideología
como una de las variables que, al mismo nivel que el medio natural, la cultura y la
historia, definen la configuración física y social de la sociedad. En este escrito se
explora la relación entre ideología y urbanización para el caso de Bogotá después
de 1990. La tesis central es que los años noventa evidenciaron la emergencia y
dominancia de un ideal urbano posmoderno, basado en la planificación comuni-
cacional, el cual definió las políticas urbanas de las dos últimas décadas. El docu-
mento analiza la crisis de la planificación racional moderna, la consolidación del
llamado Modelo Barcelona y su implementación en la política urbana de Bogotá.
Las conclusiones se orientan al examen de la relación entre planificación comuni-
cacional y posmoderna, globalización y la nueva morfología urbana de la ciudad.
Palabras clave: Utopías urbanas, planificación urbana, ordenamiento territorial,
morfología urbana, urbanismo.

ABSTRACT
Pierre Carrière notes that human geographers acknowledge that ideology is a very
important variable that, to same extent as culture, history or nature, defines the
physical and social organization of society. This paper explores the relationship
between ideology, urbanism and urban change in Bogotá after 1990. The central
thesis is that during the nineties a postmodern discourse on the communicational
planning arose in Bogotá; this discourse then dominated urban politics over the
last 2 decades. This paper analyzes the modern rational planning crisis, the arrival
of the Barcelona Model and its implementation on the urban politics of Bogotá.
The conclusions are aimed toward examining the relationship between the post-
modern and communicational planning, the globalization process and the new
urban morphology of Bogotá.
Key words: Urban utopia, urban planning, zoning, urban morphology, urbanism.

1 Este artículo es derivado de la Tesis “Bogotá: Creci-


miento urbano y cambio morfológico, 1538-2010”, Artículo recibido el 14 de mayo de 2012, aceptado
presentada en el Doctorado en Ciencias Geográfi- el 14 de mayo de 2013 y corregido el 11 de julio de
cas, Université Laval. Fue elaborado bajo la direc- 2013.
ción del Profesor Guy Mercier, de la Université La- 2 Departamento de Geografía, Universidad Nacional
val y con el apoyo del Departamento de Geografía de Colombia (Colombia).
de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: jwmontoyag@gmail.com
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Para José Luis Romero, uno de los gran- existente y precedente, sea por obsolescen-
des avances en la lectura de los procesos cia o por inadecuación a las condiciones
históricos lo constituye la incorporación actuales. No sobra decir, también, que el
del estudio de las ideas y su relación con la destino fi nal de toda utopía es verse sujeta
transformación social; avance que ubica en a esta crítica, pues cuando un ideal se hace
la Ilustración y particularmente en la obra dominante, las realizaciones siempre serán
de Voltaire (Romero Peñas, 1987). Así, el insatisfactorias y un nuevo ideal surgirá desde
estudio de las ideas, y por extensión de la la oposición. De esta manera, como señala
ideología, constituye una variable fundamen- Mannhein (2003 [1929]), el triunfo de la uto-
tal en el análisis del cambio social, a través pía constituye su perdición, pues se diluye
de las acciones de los grupos hegemónicos, al imponerse y se hace incapaz de significar
aunque también de los otros grupos sociales, una renovación; se convierte entonces en el
sujetos activos de la transformación material statu quo y en el objetivo de ataque por parte
y desarrolladores de acciones fuertemente de las utopías emergentes.
influenciadas por la ideología. Igualmente a
nivel urbano, las mentalidades, como señala Estas ideas conducen a formular un objeti-
Romero, han tenido un papel significativo en vo para este escrito, el de ilustrar la transición
el modelamiento físico y social de las ciuda- de Bogotá de una planificación racional y
des. De hecho, ellas nacen de una diferen- moderna, a un nuevo discurso inspirado en el
ciación significativa de los estilos de vida, en modelo Barcelona y principios del urbanismo
particular aquellos de origen rural, antónimos posmoderno. En resumen, el artículo se desa-
de las formas de vida urbana. La ciudad está, rrolla en función de dos propósitos: elaborar
pues, impregnada de ideologías, de cultura, un diagnóstico de los principales elementos
de mentalidades y de utopías. Estas últimas que alimentan la narrativa posmoderna y en
han tenido una amplia participación en la particular su derivación en el Modelo Barce-
construcción de los discursos sobre lo urbano lona; y evaluar cómo se incorporaron estos
y han moldeado, a través de la ‘ciudad ideal’ elementos en las prácticas planificadoras de
que proyectan, la política urbana y con ella Bogotá a partir de la literatura de planifica-
la materialidad física y social de la ciudad. ción, en especial aquella asociada con el
pensamiento urbano de Antanas Mockus y
Así, el estudio de los discursos urbanos Enrique Peñalosa. Los principales documen-
puede partir inicialmente de un examen del tos corresponden al Acuerdo 6 de 1990, la
papel de las utopías. A ese respecto, Françoi- Ley 388 de 1997, el Plan Estratégico para
se Choay (1996) establece siete condiciones Bogotá (2000) y el Plan de Ordenamiento te-
fundamentales para definirlas. En ellas se rritorial para Bogotá (2000).
especifica una secuencia que parte de un
individuo que genera una narrativa en que De la planificación racional
se modela una sociedad ideal; este ideal es
inmediatamente contrapuesto a una sociedad moderna a la planificación
real que es, sin embargo, calificada como comunicativa
indeseable y catastrófica, si bien ella consti-
tuye la materia prima sobre la cual se ha de La evolución histórica de la planificación
ejecutar la utopía. Efectivamente, la utopía se en Colombia y Bogotá (ver Figura N° 1 para
formula fuera del encuadre espacio-temporal su localización), han estado estrechamente
actual, pero requiere un contexto espacial ligadas al contexto internacional y en parti-
para su desarrollo, por lo que toma el espacio cular a las transformaciones ideológicas que
real como escenario sobre el cual intervenir. han tenido, a nivel planetario, los discursos
de la planificación urbana y regional. Las
De lo anterior se colige que la utopía es décadas de los noventa y dos mil no son dife-
una narrativa positiva que proyecta un ideal rentes, a pesar del esfuerzo de los promotores
sobre un escenario, y en consecuencia un del ‘milagro bogotano’3 por tratar de mostrar
espacio, real y contemporáneo. Así, la utopía
se formula siempre en contra de la ciudad
real a la que critica, desconoce y pretende 3 Reivindicado frecuentemente tanto por políticos e
transformar. Además, parte necesariamente de intelectuales afines a los dos alcaldes más notorios
una insatisfacción con el discurso o la utopía de las últimas décadas: Antanas Mockus y Enrique
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CONTEMPORÁNEA

los cambios en la gestión de la ciudad como obsolescencia de los planes, acompañado de


una revolución esencialmente local. nuevos retos para la sociedad contemporá-
nea, especialmente de orden ambiental y de
En ese sentido, la planificación en general rápida urbanización que, con un Estado en
y la planeación urbana en Bogotá experimen- retroceso, son imposibles de satisfacer por la
taron, desde los años sesenta, signifi cativas planificación tradicional (Friedmann, 1987).
transformaciones. Estos cambios comenzaron
con un ataque y debilitamiento importante Figura N° 1
de la planifi cación moderna, incluyendo la Localización de Colombia y Bogotá en el
planificación comprensiva-integral, la cual extremo noroccidental de Suramérica
constituyó, para muchos autores, la adap-
tación del modernismo al nuevo contexto
sociopolítico. Así, la verdadera transición,
tanto en la teoría como en la práctica de la
planificación, tendría lugar solamente a fina-
les de la década de los años ochenta con la
crisis de la planificación estatal, considerado
el último baluarte del modernismo, y la emer-
gencia de la planificación comunicacional o
colaborativa (Allmendinger y Tewdwr-Jones,
2002; Fainstein, 2000; Hamel, 1997; Healey,
1996; Taylor, 1998).

Como consecuencia de estos eventos se


concluye que la crítica al urbanismo moder-
no se asocia con un amplio desarrollo de los
discursos posmodernos, incluyendo el cues-
tionamiento profundo al proyecto ilustrado
y en particular al racionalismo científico,
además de la creciente conciencia de una
transformación radical de la sociedad y en
particular de la sociedad urbana (Bédard,
2000; Dear y Flusty, 1998; Hamel, 1997). El
cambio en todos los órdenes que ha experi-
mentado la sociedad contemporánea, hace
Fuente: Elaboración propia.
el proceso reciente de transformación social
comparable a lo que en su momento permitió
Este cambio social y su proyección a la
a Le Corbusier concebir la idea de la socie-
planifi cación, también se reconoce en una
dad maquinista, situación que muestra como
desilusión generalizada con el proyecto mo-
la planificación contemporánea también acu-
derno, representado en la planificación racio-
de al mito del surgimiento de una Nueva so-
nal. El listado de agravios frente a ella es am-
ciedad (Castells, 1996), y propone igualmente
plio e incluye la crítica a su cooptación por
un ‘rompimiento radical de la urbanización’
el capital, situación propia de una planifica-
(Beauregard, 2006), poniendo en cuestión la
ción que desde los años setenta se había esta-
teoría urbana existente y leyendo la planifi-
do moviendo hacia el marketing cívico y a la
cación actual como inoperante y necesaria-
formulación de políticas de empresarialismo
mente revaluable. En ese sentido, Friedmann
urbano, claves en la transición de régimen
identifica, para la época reciente, un cambio
fordista a uno posfordista (Harvey, 1989). En
histórico acelerado que contrasta con la exi-
ese sentido, la acción del Estado, informada
gencia de perennidad de la planificación tra-
por la planificación, se hizo evidentemente
dicional, determinando entonces una rápida
incapaz de resolver los problemas básicos
de la población, con un divorcio total entre
conocimiento y acción (Friedmann, 1987).
Peñalosa (p. ej. Bromberg, 2003; Montezuma, Ello derivaba, a su vez, del carácter excesiva-
2005); como por planificadores adherentes al Nue- mente abstracto de la planificación racional
vo Urbanismo (p. ej. Gehl, 2004).
y la no consideración del conflicto político
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como un elemento central de las decisiones, la reafi rmación del lenguaje no solo como
ignorando las características de los agentes una representación genuina, e imperfecta, del
urbanos e indiferente a la dinámica del am- mundo, sino también como un mecanismo
biente construido (Beauregard cit. por Fains- a través del cual, con la comunicación y la
tein, 2000). discusión, se arriba a consensos democrá-
ticos próximos a la verdad reivindicada por
En concordancia con los elementos an- el racionalismo (Cooke, 1990). El lenguaje,
teriormente citados, es necesario considerar según Habermas, “…es capaz de darnos las
también que la Planificación racional tuvo herramientas para dar forma a una teoría de
una derivación física que se concentró en la razón nueva y mejor” (Healy, 1996: 338).
la renovación urbana, el desarrollo en baja Así, para Healey, Habermas reformula el con-
densidad y una segregación espacial y fun- cepto moderno de razón y permite cambiar
cional cada vez más intensa (Fainstein, 2000). de un conocimiento derivado de una relación
Esta situación condujo a una ciudad múltiple sujeto-objeto, a un razonamiento formado
y fragmentada en extensas áreas metropo- dentro de una comunicación intersubjetiva,
litanas, poco correspondientes a la idea de que a su vez es contextual y situada. Como
ciudad compacta y unitaria que ella preco- consecuencia, dos elementos aparecen con
nizaba. un rol protagónico en la planificación: la ac-
ción y la subjetividad humana (Healey, 1996).
En suma, si bien en su momento la plani-
fi cación racional constituyó una alternativa Igualmente, la planificación comunica-
a la crisis del Alto modernismo, también cional promueve el paso de una planificación
heredó, en la perspectiva de sus críticos, indicativa a una nueva forma construida alre-
la mayor parte de sus males: autoritarismo, dedor del debate que supone la existencia de
objetivismo, búsqueda del control. A lo ante- ‘comunidades discursivas’, con las cuales se
rior se añadía también un fuerte utilitarismo construye el conocimiento necesario para la
derivado de la urgencia por la acción y la acción a través de ‘la discusión respetuosa’
fatiga frente a la teorización que muchos (Healy, 1996: 247). Esta nueva planificación
planificadores encontraban inútil y abstrusa. constituye, entonces, un proceso interactivo
Esta situación se combinaba con cierto anti- que remite a una acción del Gobierno en un
intelectualismo propio del pragmatismo exi- ambiente complejo donde intervienen múlti-
gido por el involucramiento en la resolución ples actores, y en la que se tiene el propósito
de problemas concretos e inmediatos, pero de cualificar espacios y territorios. Allí la pla-
también la emergencia de un capitalismo tar- nificación ambiental alcanza un importante
dío, equiparado con una ciudad posmoderna, rol, y además, la planificación toda se soporta
que hacía obsoleta la planificación moderna en un fundamento estético y moral, en parti-
ya que el Estado, y por extensión la planifi- cular reivindicativo de la justicia social en la
cación, no pueden cumplir la función de me- ciudad, pero orientado más allá de las dispu-
diadores, al ser cada vez más rehenes de las tas materiales, hacia asuntos de género y raza
demandas del capital. y colocando las cuestiones culturales en una
posición prominente (Harris, 2002; Healey,
De este contraste con la planificación 1996; Healey, 2003; Sandercock, 1998).
racional emerge, en los años noventa, la
planificación comunicacional4, como teoría La planifi cación comunicacional se sus-
dominante en planifi cación urbana, basada tenta, entonces, en principios que la hacen
principalmente en lo que Healey llamó un sustantivamente distinta a la planificación
‘communicative turn’ (en Harris, 2002), in- moderna y racional. El primero de ellos es su
corporando varias corrientes y estrategias que inspiración en cierto ‘socialismo democráti-
tienen como soporte la teoría comunicacio- co’, reivindicando su apego a una versión de
nal de Jurgen Habermas. Habermas parte de democracia distinta a la impuesta por la tra-
dición liberal del siglo XX, y que tiene como
apoyo los movimientos sociales. Friedmann
resume esta faceta de la Nueva planificación
4 Denominada planificación colaborativa en Gran en el reposicionamiento general de la idea de
Bretaña (Allmendinger & Tewdwr-Jones, 2002). sociedad civil, rechazando la interpretación
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CONTEMPORÁNEA

liberal de ella y reivindicándola más bien nancia urbana (Brenner & Theodore, 2005).
como consecuencia de la naturaleza gregaria Esta asociación se caracteriza especialmente
y comunicacional del ser humano, opuesta por la absorción del riesgo en los proyectos
no solo al Estado, sino también a la economía urbanos por el sector público y la concentra-
corporativa que la amenaza constantemen- ción de los beneficios por el sector privado;
te (Friedmann, 1987; Friedmann, 1998). El también por una escala de acción centrada
retorno a este nivel básico de organización en el lugar (Harvey 1989) y la incorporación
conlleva, por otra parte, a la reivindicación del sector privado en la toma de decisiones,
del comunitarismo como fuente de legitima- a la vez que el Estado abraza formas empre-
ción de la acción planificadora, basada en la sariales de organización (Larsen y Hansen,
comunicación y la participación. El planifica- 2008).
dor pierde entonces su posición de intérprete
y científico constructor de la utopía urbana, El Modelo Barcelona
convirtiéndose en un comunicador encargado
de facilitar el intercambio entre los diferentes La renovación de la planificación urbana
agentes. Como consecuencia, la planificación a través de la Planifi cación comunicativa y
se fragmenta y pierde su carácter totalizante, otras variantes del urbanismo posmoderno
para refugiarse en el nivel micro y local. se expandió rápidamente en los años no-
venta e invariablemente en todos los luga-
Finalmente, este conjunto de preceptos res dio lugar a positivas expresiones como
necesariamente conduce a una reformulación el ‘renacimiento de la ciudad’, aplicado a
de las funciones y organización del Estado. Baltimore, o la ‘ciudad reconquistada’ en el
Es lo que podría denominarse una Nueva gu- caso de Barcelona. Esta última ciudad inició,
bernamentalidad, referida a la refundación de desde los años ochenta, un intenso proceso
las relaciones políticas que reemplazarían el de transformación, apalancado además por
Estado de bienestar, buscando resolver las in- flujos importantes de capital derivados de
coherencias de este último, especialmente su la incorporación de España a la economía
poca atención a la diferencia, a la comunidad europea, una vez consolidada la transición a
y al lugar, incompatibles con un sistema cen- la democracia, y la existencia de un amplio
trado en los derechos sociales individuales; déficit urbanístico y de renovación, resulta-
pero también ajustado a la nueva realidad de do también del inmovilismo impuesto por la
una economía capitalista globalizada (Marris, dictadura (Buchanan, 1990; Delgado, 2007).
1998). La Nueva gubernamentalidad implica, A ello se añadía una importante tradición
entonces, el empoderamiento de los diferen- planificadora, con lo que la ciudad desarrolló
tes grupos, marginalizados en la planificación intensos procesos de reestructuración física
racional, y con ello la constitución de gobier- y social que, soportados en la nueva gober-
nos urbanos altamente descentralizados en nancia y varios de los elementos previamente
los que las ONG adquieren un rol protagó- reseñados, dieron lugar a una forma urbana
nico, infl uenciando la política en todas las emblemática de la urbanización contempo-
escalas (ibid.), a la par del debilitamiento de ránea, impulsada especialmente a partir de
las viejas formas de organización como los la designación de la ciudad como sede de los
partidos y los sindicatos. Juegos Olímpicos en 1992.

De esta manera el gobierno urbano entra Las estrategias planificadoras aplicadas en


en una etapa de gestión que Harvey (1989) Barcelona fueron largamente divulgadas en
denomina de ‘empresarialismo urbano’, estre- América Latina y progresivamente se consoli-
chamente ligada al carácter estratégico que, dó lo que se llamó el Modelo Barcelona5; un
en el nuevo orden capitalista, adquieren las
principales áreas metropolitanas. La ciudad
se convierte así, en esta narrativa planificado-
ra, en un agente económico más susceptible 5 La idea de modelo es fuertemente cuestionada tanto
de administrarse con principios equivalentes por sus detractores (Delgado, 2007), participantes
(Bohigas, 1990) o ‘arrepentidos’ (Borja, 2005). En
a los de las empresas y en el que es funda- este caso mantendremos la idea del ‘Modelo Barce-
mental la asociación público-privada, eleva- lona’ como un discurso urbanístico que se promovió
da al rango de ‘la mejor práctica’ en gober- como la mejor estrategia de planificación y fue
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conjunto de ideas, prácticas y estrategias que que tiene intrínsecos un conjunto de valores:
trascienden la intervención urbanística (con- libertad, cohesión social, derechos, identidad
centrada esta en la defensa del espacio públi- y democracia participativa (Bohigas, 2004;
co) e incluyen elementos como el desarrollo Borja, 2005; Buchanan, 1990); en suma, la
económico de la ciudad, la descentralización ciudad es el espacio de la comunalidad.
municipal, la política fiscal, la cooperación
Estado-empresa, la seguridad ciudadana y la Una consecuencia inmediata de esta rei-
movilidad urbana (Capel Sáez, 2005). Barce- vindicación de la ciudad clásica y sus formas
lona se convirtió así en el prototipo de la ciu- es la mitificación del espacio público6, que
dad postindustrial e incluso es representada se convierte en leitmotiv de la planificación
por muchos como el paradigma de la ciudad y se califi ca como el escenario urbano por
neoliberal (Delgado, 2007). excelencia. Borja, basado en Habermas y
en general en la tradición culturalista de la
En función al objetivo propuesto, interesa ciudad, señala que la ‘ciudad es espacio
entonces examinar los postulados funda- público’, puesto que en él convergen tanto
mentales del Modelo Barcelona, para derivar los ciudadanos como los intercambios; pero
luego su impacto en el urbanismo bogotano. también porque es en él donde se materializa
En primera instancia habría que reafirmar que el ‘simbolismo colectivo’ y en últimas la re-
el discurso sobre el Modelo Barcelona se asi- presentación del poder (Borja, 2005).
mila a dos condiciones claramente definidas:
en el plano ideológico, el modelo reivindica El espacio público se justifica, entonces,
la tradición culturalista del urbanismo y en como lugar de expresión ciudadana y ello
especial los discursos clásicos sobre la natu- conduce a un segundo elemento guía del
raleza de comunidad de la ciudad; mezclado urbanismo barcelonés, la formación ciuda-
con el individualismo a ultranza y el ataque dana. Partiendo de la idea de ciudad como
al Estado de bienestar y centralizador, ambos máxima expresión de la cultura y el ingenio
elementos fundamentales de la narrativa neo- humano, los promotores de este tipo de ur-
liberal. En el plano de la gestión urbana, por banismo consideran que la planificación no
otro lado, el modelo incorpora plenamente solamente debe proveer el espacio público
los discursos contemporáneos sobre ciudad para la interacción, sino también construir
global y sitúa la ciudad como protagonista permanentemente la ciudadanía. En ese sen-
de primer orden en la economía capitalista tido, el urbanismo, y especialmente a través
contemporánea. Esta afiliación irrestricta de la promoción del espacio público, habría
con la urbanización posfordista es matizada de orientar su acción a la adopción de unos
con la reivindicación de algunos elementos patrones de comportamiento cívicos, bajo
de la ‘ciudad justa’, aunque en un contexto las premisa de que el ciudadano se hace y
posmoderno de exaltación de la diferencia y las formas transmiten valores y son por tanto
el convencimiento pleno del fracaso de las un vehículo eficiente de educación (Borja,
lecturas y modelos modernos, respecto a la 2005).
desigualdad de la sociedad y de la ciudad.
Por otra parte, la sublimación del espacio
Sobre el primer punto, es decir, la dimen- público, equiparado a derecho ciudadano
sión ideológica, es necesario retornar a la según Borja (2005: 184) y la idea de forma-
valorización de la ciudad clásica que tiene ción ciudadana, confluyen efectivamente
lugar en la década de los sesenta como re-
acción al modernismo. Esta reivindicación,
también esgrimida por Borja y Bohigas, recla-
6 Es conveniente recalcar que el espacio público es
ma la ciudad como espacio democrático por
una invención de los años setenta, consecuencia de
excelencia, en el que confluyen los diferentes
la transformación del uso de los espacios colectivos
grupos sociales, donde se debate y dialoga y resultado de la modernización, la masificación del
automóvil y la suburbanización. Su conceptualiza-
ción e inclusión como elemento central del urba-
nismo igualmente deriva de una lectura de crisis y
deterioro de la vida urbana y colectiva, percibida
adoptado, con las correspondientes contextualiza- por un grupo importante de urbanistas en la década
ciones, en la ciudad de Bogotá. de los setenta (Fleury, 2008).
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en el marketing urbano; una estrategia pu- del urbanismo culturalista y su frecuente


blicitaria orientada a imponer una forma de concepción de la ciudad como necrópolis
‘patriotismo cívico’ (Bohigas, 2004) que, (Merrifield, 2002). Esta situación se evidencia
aparte de promover una mayor participación tanto en Barcelona como en Bogotá, con la
ciudadana y un mayor compromiso con la creación de un imaginario de crimen, violen-
ciudad, legitimó un ‘culturalismo de merca- cia y deterioro de la vida urbana. Además,
do’ y una mercantilización generalizada de el urbanismo barcelonés incorporó la idea
los valores arquitectónicos y culturales de la de seguridad ciudadana como componente
ciudad (Fiori Arantes, 2000). Este ‘patriotismo fundamental de la política urbana, dándole a
cívico’, amalgamado a un capitalismo cul- la misma la categoría de derecho ciudadano
tural desregulado, condujo a la legitimación (Borja, 2005; Borja y Castells, 1997). Ello
e imposición de una sola forma de ver la se refleja no solamente en la retórica de su
ciudad, arrinconando las voces disidentes, narrativa (Balibrea, 2004; Borja y Castells,
legitimando no solo políticas económicas 1997; Fiori Arantes, 2000; Marshall, 2004;
frecuentemente lesivas a importantes grupos McNeill, 1999), sino también en la interven-
urbanos, sino también la imposición de mo- ción sobre el espacio público, restringiendo
delos de seguridad fuertes, que condujeron a actividades consideradas no estéticas para
la expulsión arbitraria de habitantes que obs- la ‘imagen de la ciudad’, así como el refor-
taculizaban el ‘ideal urbano’; en particular, zamiento de la policía y la masificación de
en los casos de grandes proyectos de renova- los dispositivos de vigilancia en los espacios
ción urbana. públicos (Saltzman, 2008).

Un tercer elemento corresponde a la Por otro lado, y en desarrollo del segundo


patrimonialización de la ciudad, derivada elemento planteado, la gestión urbana, Bar-
del peso que el urbanismo cultural otorga a celona es ampliamente reconocida como una
la historia. Esta preocupación se tradujo en ciudad global, no solamente por su carácter
políticas agresivas no solo de conservación cosmopolita y la presencia de funciones que
arquitectural (y también del patrimonio cultu- la definen como tal, sino también por la im-
ral), sino también de revalorización del Cen- plementación de agresivas políticas de inser-
tro Histórico que terminaría, en Barcelona y ción en la globalización económica. Por esta
muchas otras ciudades, con procesos agudos razón, diversos autores reconocen la ciudad
de gentrificación. La renovación urbana y la como uno de los ejemplos paradigmáticos de
gentrificación asociada son, entonces, carac- la gobernancia más allá del Estado, del nuevo
terísticas particulares del Modelo Barcelona, localismo y del empresarialismo de Estado
aunque con una reivindicación patrimonial local (Blakeley, 2010), tres calificativos que
fuertemente condicionada por los intereses resumen no solamente la tendencia, en tér-
del capital inmobiliario. Efectivamente, Capel minos de política urbana, del modelo neoli-
señala que las intervenciones arquitectóni- beral, sino también la orientación del Modelo
cas ‘agresivas’ contra el paisaje patrimonial Barcelona. En ese contexto la “Planeación es-
son constantes en Barcelona y expresan una tratégica” constituye la principal herramienta,
tensión constante entre un interés real por el y Barcelona no solamente la implementó,
patrimonio y una concepción mercantil del sino que también, a través de su ejemplo, la
mismo, saldándose el conflicto frecuentemen- extendió por todo el mundo, especialmente
te a favor de los intereses del sector inmobi- por América Latina.
liario (2005).
La Planeación estratégica parte del su-
Finalmente, y teniendo en cuenta que la puesto de que las ciudades se desenvuelven
imposición de la nueva narrativa requería hoy en una economía cada vez más globali-
crear la idea de la existencia de una profunda zada y en medio de una intensa competencia
crisis urbana, la narrativa del Modelo Bar- territorial; pero también de que están some-
celona constituyó como elemento principal tidas a un intenso proceso de tercerización,
el problema de la seguridad urbana. Así, el jalonado especialmente por la información
Modelo Barcelona se legitimó a partir de una y por extensión los servicios financieros, el
retórica ‘criminalizadora’ de la vida urbana, consumo y el turismo. Bajo este supuesto,
que tiene además respaldo en la tradición entonces, se construye un discurso orien-
16 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

tado a administrar la ciudad en función al cual terminaría excluyendo a la administra-


desarrollo de las condiciones que permitan ción distrital de gran parte del proceso de
este ideal de ciudad exitosa en un contexto otorgamiento de licencias de construcción.
global, en el que se privilegian las actividades El Acuerdo 6, además, sienta las bases de la
terciarias, añadiendo luego un largo listado normativa urbana de la ciudad en la década
de virtudes como el desarrollo sostenible, la de los noventa, cuando la mayor parte de sus
justicia social, la reivindicación de las mino- temáticas fueron sujeto de reglamentación
rías, la exaltación de la multiculturalidad, la detallada y constituyó la base para el Plan de
promoción de la democracia, etcétera (Borja Ordenamiento Territorial (en adelante POT),
y Castells, 1997; Steinberg, 2005). reglamentado en el 2000 y modificado en
el 2003 por el Decreto 469 de 2003. Ambas
En síntesis, se podría señalar que el Mo- reglamentaciones constituyen, en gran me-
delo Barcelona fusiona dos intereses: aque- dida, una operacionalización del Acuerdo 6.
llos del movimiento posmoderno, que pro- Examinaremos, entonces, los lineamientos
mocionan una cosificación de la cultura, del generales de estas tres normas, en el propósi-
espacio público, de una ‘nueva ciudadanía’, to de identificar en ellas la materialización de
de la democracia participativa y de la forma la utopía comunicacional, objetivo central de
urbana de la ciudad clásica. Y en segundo lu- este texto.
gar, los intereses del capitalismo posfordista,
incluyendo la incorporación de las manifesta- En primera medida, el Acuerdo concentró
ciones culturales como mercancías, la libera- su acción en los planes zonales. Contrario a
lización plena del mundo económico, inclui- los proyectos totalizantes y comprehensivos
da la liberalización del mercado inmobiliario de la planifi cación moderna (el Plan Piloto
y la cesión de su control al sector privado. por ejemplo), la planifi cación contemporá-
nea se concentró en la acción a nivel local,
donde los problemas urbanísticos se resolvían
El “milagro bogotano” y la en el nivel de unidades intraurbanas. En los
implementación del Modelo planes zonales, entonces, se detallarían las
Barcelona: la normativa reglamentaciones de la estructura urbana,
incluyendo el diagnóstico de las necesida-
urbanística “comunicacional” des, las estrategias a seguir y el programa de
inversiones. Sin embargo, los planes zonales
Examinados los componentes fundamen- solo serían defi nidos en el POT (2000); los
tales de la planificación comunicacional y estudios se iniciaron en el 2002, y el primer
su extensión en el Modelo Barcelona, pa- plan (Usme) fue reglamentado en el 2007. Al
samos ahora a examinar la política urbana 2012 solo se han aprobado tres planes zona-
reciente de Bogotá y su conexión con dichas les (Centro, Usme y Norte), lo que significa
ideas. Este examen se desarrollará a partir simplemente que en veinte años la ciudad ha
de tres documentos base de la planificación dejado el proceso de urbanización en manos
contemporánea de Bogotá: el Acuerdo 6 de de agentes privados, sin una dirección estatal
1990, el Plan Estratégico para Bogotá 2000 clara.
y el Plan de Ordenamiento Territorial (2000),
pero también otros documentos que ilustran A lo anterior se añade que la planifi ca-
la ideología dominante en el urbanismo con- ción urbana fue diluida en el Plan de Desa-
temporáneo bogotano. rrollo, pleno de generalidades, aplazando la
reglamentación local detallada, que además
Empezando con el Acuerdo 6 de 1990, es se dispersó en una miríada de proyectos
pertinente señalar que este surge como reac- con escasa articulación entre ellos (Salazar,
ción a la Ley 09 o de Reforma Urbana (1989). 2007). El Plan, por su parte, corresponde a
Con él se desmontaron no solo gran parte de períodos de gobierno y termina desarticulado
las reglamentaciones de la Ley 09 con las del Plan de Ordenamiento Territorial que, a
que se pretendía controlar las distorsiones su vez, se implementa de manera lenta y solo
provocadas por la liberalización del mercado proyecta al desarrollo urbano a un lapso de
inmobiliario, sino que también se flexibilizó 10 años, período en el cual rara vez se ejecu-
la normativa referida a la urbanización, la tan las políticas definidas en él.
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 17
CONTEMPORÁNEA

Es evidente, por otro lado, que con el aunque permitió la articulación de una ‘con-
Acuerdo 6 se renuncia a la planeación física ciencia ambiental’ a una ‘conciencia ciu-
de la ciudad a través de un modelo predi- dadana’, en una estrategia cultural que tuvo
señado. Por el contrario, por un lado, es la bastante éxito en los años noventa para lo
normativa y no el plan la que se constituye que podría llamarse una ‘domesticación’ de
en instrumento para controlar la urbaniza- una sociedad urbana bastante agitada a fina-
ción; y en segundo lugar, el gobierno urbano les de la década de los ochenta. Esta preocu-
descarta la intervención directa en la ciudad, pación está igualmente acompañada por otra
restringiendo su acción a limitar los impactos ‘narrativa’ contemporánea de gran éxito: la
ambientales, físicos y sociales de la urbaniza- patrimonialización, no solo de los elementos
ción, impulsada por los agentes privados, tal arquitecturales, sino también del capital cul-
como señala el artículo 60 titulado “El con- tural y natural de la ciudad. En ese sentido,
trol de los impactos como motivo determi- la ciudad desarrolló una amplia normativa,
nante de las reglamentaciones urbanísticas” incluyendo el patrimonio como elemento
(Concejo Municipal de Bogotá, 1990). estructurante del POT y, a partir de él, la im-
plementación de un amplio y ambicioso pro-
De otra parte, y en consonancia con los yecto de renovación urbana que incluye por
discursos dominantes de la planificación co- supuesto el centro de la ciudad, pero también
municacional, el espacio público es sujeto de otros sectores que se consideran vitales para
una detallada reglamentación (artículo 70), la nueva economía globalizada y de servicios
completado y extendido al resto del país con de la ciudad.
el Decreto 1504 de 1998 en el que se otor-
ga al espacio público el rol de “…elemento La reglamentación urbana posterior al
articulador y estructurante fundamental del Acuerdo 6, en particular el Decreto 619
espacio en la ciudad, así como el regulador de 2000 por el cual se adoptó el POT y el
de la condiciones ambientales de la misma, y Decreto 469 de 2003 que constituye su re-
por lo tanto se constituye en uno de los prin- visión7, reafirmaron las tendencias descritas,
cipales elementos estructurales de los Planes pero también añadieron nuevos elementos.
de Ordenamiento Territorial” (Presidencia de Un primer asunto destacable del POT es la
la República, 1998). Así, el espacio público idea de definir un ‘modelo regional sosteni-
se erige como elemento central de la plani- ble’, propósito que se articula tanto con el
ficación urbana y el mismo decreto también peso creciente que adquieren las considera-
incluirá que su administración, mantenimien- ciones ambientales en las nuevas ideas de la
to y aprovechamiento económico podrán ser planificación, como el interés por reafirmar
asignados al sector privado: no solo una des- unos procesos de competitividad territorial.
naturalización clara del discurso posmoderno Tanto la sostenibilidad y sus derivados (la
sobre la naturaleza del espacio público, sino acción ambientalmente responsable y la
también un ejemplo de la tendencia que to- protección de ecosistemas estratégicos por
maría luego la relación público-privada, con ejemplo), como la dimensión regional, se en-
la entrega de los bienes colectivos a agentes cuentran claramente inscritos en el discurso
privados (estadios, coliseos, vías, parques, de la gobernanza neoliberal.
reservas naturales, entre otros).
En el caso de la sostenibilidad, en la lite-
Finalmente, el Acuerdo 6 otorga un am- ratura es evidente que la potenciación de un
plio peso a las medidas de orden ambiental capital ambiental está estrechamente ligado
que se desarrollarán con mayor detalle en a los indicadores de calidad de vida urbana
la Ley 388 de 1987 y conduce a un POT y estos son considerados determinantes en
organizado principalmente en torno a consi- las decisiones de localización de capital, en
deraciones ambientales, en particular la idea conjunto con la atractividad de los espacios
de estructura ecológica principal concebida
como ‘elemento primario’ del modelo de
ciudad propuesto (Concejo Municipal de 7 Una segunda revisión del POT, elaborada en el
Bogotá, 1990). Estas inquietudes ambientales 2009, fue rechazada por la autoridad ambiental. Di-
evidentemente no detuvieron el avance de cha revisión es, entonces, aún incompleta y no será
los constructores sobre ecosistemas frágiles, considerada aquí.
18 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

urbanos para los inversores, pero también juegan un rol central las telecomunicacio-
para las elites administrativas encargadas nes, la inversión en los sectores de trasporte
de gestionar el accionar de los capitales terrestre (vías interregionales y equipamiento
trasnacionales en las economías urbanas de transporte) y el aeropuerto internacional.
altamente tercerizadas. Al respecto, Gunder En tercer lugar el capital humano, considera-
anota que “la competitividad global, el desa- do fundamental en todas las narrativas de la
rrollo sostenible y el diseño urbano apropia- ‘sociedad de la información’ y que se expresa
do [que incluye el acceso a parques y otros en la intencionalidad del POT en impulsar la
equipamientos ‘naturales’] han facilitado la educación superior, científica y tecnológica,
atracción del talento a las ciudades clasifica- para hacer de Bogotá una ‘capital educativa
das como ciudades mundiales” (2010). Esta de la región andina y del Caribe’ (p. 38).
‘marketization de las ecologías públicas urba-
nas’ (Heynen y Robbins, 2005) no se limitó, Estos elementos provenían, en su mayor
empero, a la ‘verdificación’ de la ciudad; parte, del Plan Estratégico para Bogotá 2000,
también incluyó una reinstitucionalización de un proyecto comenzado hacia 1994 y termi-
la explotación de los recursos de agua, suelos nado en 1997. Esta propuesta, impulsada por
y aire, así como la inclusión del ‘valor eco- la Cámara de Comercio de Bogotá y coordi-
lógico’ como componente importante de la nada y financiada por las Naciones Unidas,
valorización de los productos inmobiliarios. partía del reconocimiento del éxito de la
empresa privada en la implementación de
Un segundo componente, propio de los planes estratégicos como respuesta a la crisis
discursos de la globalización de los noventa, de los años ochenta, y su reproducción para
corresponde a la competitividad territorial. la administración de las ciudades. El plan
Esta tendría su mayor desarrollo en el obje- estratégico fue el resultado de un proceso de
tivo cuatro del plan, referido al propósito de consulta dominada por las organizaciones
‘aprovechar las ventajas comparativas’ del gremiales e instituciones gubernamentales9, y
territorio para ‘lograr una mayor competitivi- concluyó, a nombre de todos los ciudadanos,
dad’ (Concejo Municipal de Bogotá, 2000b). que la ciudad deseada y posible se corres-
La competitividad es, además, un concepto pondía con una ‘metrópoli latinoamericana’,
recurrente en todo el programa del POT, aso- competitiva en los mercados globales, efi-
ciado frecuentemente con la productividad cientemente administrada, descentralizada,
y evidentemente con el desempeño de la respetuosa del ambiente y promotora del
Región-Bogotá8, respecto a las otras regiones ‘orgullo ciudadano’ (Alcaldía Mayor de Bo-
del país. El discurso de la competitividad gotá, 1997; El Tiempo, 1994), muy cercano al
promueve, entonces, el posicionamiento de ideal propuesto por los teóricos del Modelo
Bogotá frente a las demás regiones, pero tam- Barcelona.
bién en un contexto latinoamericano.
La realización de este ideal de ciudad
El documento guía del POT, por su par- competitiva exigía, entonces, la concentra-
te, insiste en la competitividad en múltiples ción del gobierno urbano en unas acciones
escalas, pero también en una ‘competitivi- precisas que fueron planteadas en los de-
dad sistémica’, que se puede resumir en tres cretos 619 y 469. Estas fueron, con cierta
frentes de acción: primero, el posiciona-
miento internacional en torno a las llama-
das ‘vocaciones productivas’, que refieren
esencialmente a la industria de exportación 9 El documento resultado (Alcaldía Mayor de Bogotá,
y el sector minero (gravas, arenas, calizas y, 1997) destaca el alcance participativo listando 37
en general, materiales de construcción). En organizaciones en el Consejo directivo y resaltando
la amplia participación de la sociedad civil (p. 8).
segundo lugar la infraestructura, en la que
Sin embargo, el Consejo es ampliamente dominado
por los gremios (48%) y entidades gubernamentales
(22%); y los que no aparecen en esta categoría,
frecuentemente son fundaciones que correspon-
8 Que geográficamente es poco clara, pues en oca- den a intereses privados, vinculadas con el sector
siones refiere a lo que podría calificarse como ‘área financiero (Fundación social, p. ej.) o con intereses
metropolitana’, pero frecuentemente se extiende a gremiales (Sociedad de agricultores, Sociedad de
todo el departamento de Cundinamarca. arquitectos, p. ej.).
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 19
CONTEMPORÁNEA

secuencia de prioridades, el énfasis sobre la cotidiana a través del uso intensivo de los
seguridad, la participación ciudadana, la pla- medios de comunicación y una pedagogía
neación física y la política fiscal. que frecuentemente se asociaba con la dela-
ción y el control mutuo de los ciudadanos,
Seguridad muy común en regímenes totalitarios10.

Aunque el tema de seguridad ciudadana La política de seguridad también incluyó


había sido siempre una preocupación central acciones más específi cas. Una de ellas fue
de la gestión urbana en Bogotá, la retórica de sobre el espacio público en la consideración,
seguridad se hizo cada vez más prioritaria en muy ‘jacobsiana’ por cierto, de que una ac-
los ochenta, hasta generar, a comienzos de la ción directa sobre el espacio físico conduce
década de los noventa, un imaginario colecti- a modificar las condiciones de seguridad. En
vo de terror urbano, que estuvo acompañado esa idea, la política de seguridad ciudadana
de un período particularmente violento debi- se articuló a la de espacio público, haciendo
do a la acción de los carteles de la droga y su de la recuperación del mismo y de la mo-
enfrentamiento con el gobierno. dificación de los elementos arquitecturales,
una herramienta de control social y de au-
Así se produjo, entonces, una imagen torregulación. Esta posición fue claramente
apocalíptica de la ciudad ilustrada por Martin plasmada por Peñalosa, quien, inspirado en
et al. (2004), quienes señalan que “Bogotá el conocido alcalde conservador de Nueva
se había transformado en la típica ciudad York, Robert Giuliani, afirmaba que había
‘subdesarrollada’, con agudos problemas de una alta correlación entre espacio público y
pobreza, marginación y desigualdad, a los criminalidad (Peñalosa 2002) Este argumento,
cuales no demoraron en sumarse, a partir de central en el Plan de Desarrollo 1998-2001,
los años ochenta, graves problemas de inse- sería continuado en los gobiernos posteriores,
guridad y terror”. Esta interpretación, empero, particularmente en el segundo gobierno de
no solo corresponde al deterioro de los indi- Mockus (2000-2003).
cadores de seguridad ciudadana, que estuvie-
ron estrechamente ligados a la guerra contra En resumen, la idea de seguridad ciu-
el narcotráfico, sino también a los discursos dadana ha sido un componente central de
dominantes en el urbanismo de la época la gobernanza de la ciudad y también un
que hacían de la seguridad un componente instrumento excelente de legitimación de la
central de la gobernanza en un contexto de narrativa urbanística contemporánea. La retó-
globalización (Borja y Castells, 1997). rica sobre el control a la violencia no solo ha
justificado un fortalecimiento de los aparatos
La seguridad como eje de gran parte de la policiales, en sintonía con la política de segu-
política urbana fue así reforzada y comenzó ridad a nivel nacional, sino que también ha
a ser parte central de los planes de gobierno. tenido proyección a la gestión y acción sobre
En ese sentido, el plan del primer período de
Mockus establecía que “La Administración
actuará en defensa del patrimonio colectivo
y por una mejor distribución social de los be- 10 En el 2003, y en el contexto de la guerra contra el
neficios económicos y culturales del desarro- terrorismo y el reavivamiento del conflicto armado
en Colombia, Mockus lanzó en Bogotá la llamada
llo de la ciudad”, e inmediatamente añadía
campaña de la Croactividad en la que se pedía a la
que la misma “Ayudará a la gente a aprender ciudadanía la delación como una acción de corres-
a usar bien su ciudad. Dicha gestión se fa- ponsabilidad en el combate al crimen. Aunque de
cilita con la autorregulación ciudadana, la amplia aceptación, especialmente entre los gremios,
regulación de la Administración por parte del la campaña también fue criticada, especialmente
por sus derivaciones frente al confl icto armado y
ciudadano y una nueva cultura institucional” la toma de posición de la ciudadanía. Al respecto,
(Alcaldía Mayor de Bogotá, 1995). Evidente- Useche (2004) concluye que “El Alcalde [Mockus],
mente, la acción estatal colocaba un énfasis en cambio, no ha podido deslindar su proyecto de
especial a la regulación del comportamiento resistencia civil de los proyectos policiales de segu-
ridad ciudadana y de su tentación de croactivizar
ciudadano a través de diversos mecanismos,
a los ciudadanos; situación en la que observa una
especialmente la ‘cultura ciudadana’, que moralización no muy distante de las utilizadas para
tenía como propósito central reglar la vida la dominación política y religiosa” (2004: 185).
20 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

el ambiente construido y en particular sobre urbana, un poco en contravía a lo planteado


el espacio público. en el POT respecto a una escala de acción
metropolitana. El objetivo de este cambio
Participación ciudadana era, por otra parte, fortalecer la participa-
ción ciudadana, en la idea de democracia
Un segundo componente de la política participativa, más difícil de desarrollar a una
urbana reciente de la ciudad fue la participa- escala mayor. Así, el Acuerdo 13 creó los
ción ciudadana, considerada como un desa- Consejos de Planeación Local, encargados
rrollo necesario en el contexto del empode- de identificar las necesidades de la locali-
ramiento de la sociedad civil y realización de dad y debatir y darle seguimiento al Plan de
la democracia participativa, en oposición a la Desarrollo Local, propuesto por las alcaldías
considerada decadente democracia represen- menores (Concejo Municipal de Bogotá,
tativa (ver p. ej. Fundación Corona, 2003). 2000a). La implementación de este último
acuerdo condujo a un proceso muy activo de
Sin embargo, es necesario distinguir entre participación comunitaria, especialmente en
participación comunitaria y participación ciu- la segunda administración de Mockus (2001-
dadana y más específicamente participación 2003), en la que las localidades elaboraron
en la planeación, que fue lo implementado los planes de desarrollo de su sector a partir
por el gobierno urbano de Bogotá después de los Consejos Locales de Planeación.
de 1990. La participación comunitaria había
sido una constante en el desarrollo urbano Los resultados de estos ejercicios han sido
al menos desde los años cincuenta, cuando califi cados generalmente como positivos en
la rápida urbanización y la incapacidad del la medida en que son reconocidos como un
Estado para proveer viviendas y servicios, paso hacia una mayor democratización de la
condujo a variadas formas de autoorganiza- gestión urbana (Duque Franco, 2008; Fun-
ción a través de las cuales los vecinos se pro- dación Corona, 2003; Velásquez Gavilanes,
curaban diversos servicios. Progresivamente 2003). Sin embargo, también se formulan
estas formas de organización fueron apoyadas críticas, especialmente las relacionadas con la
por el Estado que las utilizó para canalizar las fragmentación escalar de la planificación, esto
inversiones, pero también para controlar la es, el énfasis en los planes micro, mientras los
población y asociar los movimientos comuni- grandes proyectos y el futuro metropolitano
tarios a las organizaciones políticas, situación era definido desde arriba; situación más com-
bastante conocida en los años cincuenta con pleja, aun cuando se agrega otra crítica y es
las Juntas de acción comunal. que a pesar de la autonomía local, los planes
de desarrollo de las localidades estaban con-
La participación ciudadana, por el contra- dicionados al Plan de Desarrollo Distrital, lo
rio, es inducida directamente por el Estado y que limitaba el margen de acción de los Con-
se fue convirtiendo, desde los años ochenta, en sejos locales (Duque Franco, 2008).
un elemento central de la gobernanza urbana.
Esta condición se reflejó en la normatividad A la fragmentación escalar se añade tam-
urbana, en particular después que la Constitu- bién la fragmentación de los intereses comu-
ción de 1991 la estableció como un requeri- nitarios y, en general, de los ciudadanos. Los
miento esencial. Luego, con el Acuerdo 12 de Consejos de Planeación Local se diseñaron
1994, que reglamentó el Plan de desarrollo de con la participación de una panoplia hete-
la ciudad, se creó Consejo Territorial de Pla- rogénea de representantes, cada uno con
neación, organismo compuesto por 22 miem- prioridades particulares y representando aso-
bros que, aunque de origen diverso, fueron ciaciones constituidas en función de intereses
elegidos por el Alcalde mayor y nominados por diversos, lo cual necesariamente condujo a
representaciones de los gremios y de las ONG. una ‘pérdida de visión estratégica de la in-
tervención pública’ y competencia entre los
El esquema de participación fue sus- diferentes grupos para captar los recursos
tancialmente modificado en el 2000 con el (Fundación Corona, 2003).
Acuerdo 13, a través del cual se reglamen-
taba el diseño de los planes de desarrollo Así, la planificación participativa no con-
local, trasladando a la escala local la gestión dujo a un cambio sustantivo sobre el control
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 21
CONTEMPORÁNEA

ciudadano o gubernamental de la urbaniza-


ción. Por el contrario, la política urbana no Estas estrategias estaban estrechamente
se desvió de los discursos de globalización y ligadas a la figura de los macroproyectos
competitividad, cuyas directrices ya habían urbanos, ya formulada en el Plan de Desa-
sido diseñadas especialmente por los gremios rrollo 1994-1998 y con la que se promovía
y los políticos ligados al proyecto neoliberal. la construcción de grandes complejos de
La participación no era, entonces, solamente vivienda o empresariales, capaces de orientar
un resultado de la insatisfacción ciudadana el crecimiento de la ciudad y concebidos en
con el sistema político, como lo plantea Ve- una estrecha cooperación del sector público
lásquez y González (2003), sino parte de la con el sector privado (DNP, 1995). Esta fue,
necesaria transición ideológica hacia la go- además, una propuesta generalizada en Amé-
bernanza urbana neoliberal; situación que no rica Latina y que soporta hoy la construcción
podía ser distinta, dado que la participación de grandes proyectos del capital inmobiliario
ciudadana estaba controlada e impulsada por privado, con apoyos diversos de los gobiernos
gremios, fundaciones y ONGs patrocinadas urbanos (Pradilla Cobos, 2009).
por los primeros11.
Como resultado material de los planes
La planeación física estratégicos, el POT y su revisión establecie-
ron ocho operaciones, resaltando El Anillo de
Aunque la nueva narrativa planificadora Innovación sobre la calle 26 y el aeropuerto,
posmoderna se basaba en la descalificación similar a la proposición del plan de Llewelyn-
del zoning moderno y renunciaba a los gran- Davies en 1974, y el plan del macroproyecto
des planes urbanísticos, para centrarse en la del aeropuerto El Dorado-Fontibón, estructu-
acción micro y local, es claro que la reflexión rado alrededor de la ampliación de la infraes-
sobre el futuro de la ciudad requería la con- tructura de aeronáutica y bodegaje en la idea
sideración de grandes líneas de intervención de un incremento sustantivo del tráfico aéreo
física. Así, más que desaparecer, como lo de la ciudad, en un contexto de fuerte com-
plantean algunos (Cortés, 2007; Pradilla Co- petitividad interurbana. También se incluyó
bos, 2009), la planeación física cambió de el macroproyecto de Nuevo Usme en el sur-
discurso, objetivo y escala de acción. oriente de la ciudad, y que constituye hoy
uno de los más grandes programas de vivien-
Un componente central del POT, en ese da popular (cerca de 6.300 viviendas), ade-
sentido, son las piezas urbanas, categoría más de ser emblemático de la nueva política
muy correspondiente con la planificación en la materia.
estratégica en la idea de desarrollar una ‘ope-
ración’ cuasi militar para intervenir la ciudad. Un segundo elemento de la planeación
El POT definió, en consecuencia, seis grandes física contemporánea lo constituye la política
áreas (Centro metropolitano, tejidos residen- del suelo, reglamentada para todos los mu-
ciales norte y sur; y periferias norte, sur y nicipios del país con la Ley 388 y de la cual
occidental), sobre las cuales se desarrollarían Bogotá ha intentado implementar diversos
‘operaciones estratégicas’ que buscaban in- ejercicios. Curiosamente, la política de suelos
tervenirlas y repotenciarlas según sus ventajas se basa en un contexto diverso de ideas sobre
de localización. la ciudad y las relaciones entre tierra, socie-
dad y urbanización; aunque ligada a los cam-
bios impuestos por la desregulación neolibe-
ral, tanto en términos de reorientación de la
11 Velásquez y González ilustran el protagonismo fuente de recursos fiscales; como el impulso
importante de la Cámara de Comercio, la Funda-
al sector inmobiliario, convertido en un sec-
ción Corona, la Andi y Fenalco en los procesos de
planeación participativa (2003); e igualmente las tor de vanguardia del crecimiento económico
estadísticas de participación para los Consejos de en el capitalismo posfordista (Gottdiener &
Planeación Local evidencian el dominio de ONGs Hutchison, 2006).
de todos los tipos, así como de organizaciones
gremiales (Fundación Corona 2003). Frente a esa
situación, es claro que la Planeación participativa
La política de suelos, en todo caso, se ha
tuvo poca independencia frente al poder económico limitado a la habilitación de nuevas zonas
y por tanto al poder político. para el desarrollo urbanístico, manteniendo
22 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

la lógica corriente de urbanización de clases orientadas a la exigencia de asignar, en el


medias en el occidente, altas en el norte, y marco de los proyectos formales de vivienda,
bajas hacia el sur, cada vez más lejos del vivienda de interés prioritaria.
centro. Es más, la incapacidad del gobierno
urbano para hacer inversiones importantes en En consecuencia, la aplicación de la Ley
vivienda popular, ha conducido a la adquisi- 388 significó la pérdida de autonomía de la
ción de tierras en las periferias aisladas, gene- ciudad en términos de planificación. Luego
rando el ascenso de los precios y perdiendo de la relativa libertad en el planeamiento que
la capacidad de regulación de los mismos, resistió incluso la propuesta centralista de
tanto en la periferia como en la ciudad cen- Currie, el gobierno urbano cedió progresiva-
tral (Maldonado Copello, 2008). Igualmente, mente sus prerrogativas: primero renunció a
el impacto tributario de la política de suelos los grandes planes urbanos, dejando la ex-
ha sido poco relevante, pues a pesar de que pansión de la ciudad sujeta a una normativa
la reglamentación por plusvalías se generó general que sería implementada por los parti-
desde el 2004, a 2006 solo se había captado culares, y en especial un capital inmobiliario
24.000 millones (Saldías Barreneche, 2007); en plena expansión; luego, las autoridades
en el presupuesto de 2010 se incluyeron urbanas delegaron las funciones de control y
10.882 millones por dicho concepto, apenas vigilancia sobre la construcción a actores pri-
un 0,1% de los ingresos del Distrito. vados, cuya sujeción a los aparatos de control
gubernamentales es, por lo menos, ambigua.
Contrastando con dicha política de sue-
los, de alcance esencialmente fiscal, la regu- En este último caso, y fundiendo los dos
lación urbanística y en particular el control a elementos de la nueva narrativa, la eficiencia
la construcción, se flexibilizó de manera no- privada en la gestión y las bondades de la
table. Gran parte de esta nueva normativa se cooperación público-privada, el Gobierno
basaba en la idea de la ‘función pública del Nacional creó la figura del curador urbano,
urbanismo’, un eufemismo comúnmente utili- modelado del sistema de notariado, por de-
zado para legitimar la nueva reglamentación, más altamente clientelizado desde hace mu-
y en particular la Ley 388, expuesta como chos años y utilizado de manera sistemática
una revolución social desde todo punto de para el pago de favores políticos. La figura del
vista y que establecía ‘la función ecológica y curador se justificó en la idea de ‘descargar’
social de la propiedad’, teniendo como obje- a las oficinas de planeación de la función de
tivo “proporcionar los fundamentos jurídicos otorgar licencias de construcción, para que
más sólidos y precisos al derecho urbanísti- pudiese dedicarse a los asuntos de propo-
co” (Molina Giraldo, 2003), elementos todos sición, ajuste y evaluación de los procesos
que derivaban de la Constitución de 1991. de planeación. No sobra señalar que los
gremios y en especial Camacol impulsaron
Pero estas buenas intenciones necesaria- la reglamentación de la figura, basados en la
mente tendrían que corresponderse con una legislación española, que además inspira gran
‘interpretación democrática y solidarista’ de parte de la Ley 388 (Angel Bernal, 2004). La
la ley (Maldonado, 2003), situación que no reglamentación de las curadurías quedó es-
ha tenido lugar. Por el contrario, la normativa tablecida inicialmente en el Decreto 2150 de
urbanística se gobernó más bien por la idea 1995 y luego en la Ley 388 de 1997.
de la estrecha colaboración público-privada,
la cual condujo a legitimar la intervención A pesar de la amplia jurisprudencia sobre
directa de los agentes privados como regido- las licencias y el ejercicio de las curadurías,
res de la dinámica constructiva. Uno de los estas han sufrido varios tropiezos. En primer
ejemplos más remarcables de lo anterior fue lugar, al ser el otorgamiento de la licencia
el desmonte de la intervención estatal en to- un acto administrativo, el curador se limita
dos los factores incidentes en la provisión de simplemente a la verificación de la corres-
vivienda (Maldonado Copello, 2008), inclui- pondencia de las propuestas con la reglamen-
do los programas de autogestión, regulando tación urbanística, sin tener la obligación de
únicamente el tamaño mínimo, el cual, inva- hacer verifi caciones de campo. En segundo
riablemente, es violado por los constructores lugar, la remuneración del curador se encuen-
(ibid.: 48); así como las otras tímidas medidas tra sujeta a los proyectos sobre los que debe
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 23
CONTEMPORÁNEA

conceptuar, por lo que no solamente se trans- a la generación de suelo por el Estado para
fieren a un particular recursos otrora públicos, la actuación privada subsidiada y el impulso
sino que el curador entra en un conflicto de a la generación de un mercado de suelo de
intereses, pues tiene un vínculo económico vivienda popular, para lo que se reglamentó
central con los constructores (Herrera Robles el control a la construcción ilegal, pero espe-
2004). En tercer lugar, los curadores se en- cialmente la legalización de la urbanización
frentan frecuentemente ante la ambigüedad informal existente, a fin de fortalecer el mer-
de las normas, teniendo entonces la potestad cado inmobiliario (ibid.: artículo 109).
de interpretarlas, frecuentemente según los
intereses de los constructores, que redunda Por otro lado, es necesario señalar que la
evidentemente en beneficio de los curadores. normativa urbanística, en correspondencia
con la influencia ejercida por los discursos
Uno de los sectores más modificados por posmodernos, incorporó plenamente la idea
esta flexibilización en la construcción fue la del espacio público como factor central en la
vivienda, y en particular la vivienda popular. sociabilidad urbana y mejor exponente de la
Esta pasó de ser la preocupación central de la calidad de vida. En ese sentido, la retórica de
planificación urbana, a convertirse en un adi- la ‘ciudad abandonada’ y la ‘ciudad invadida’
tamento más en el proyecto de expansión de es frecuentemente esgrimida como razón su-
la actividad inmobiliaria y refugio esporádico ficiente para acciones sobre el espacio públi-
de las constructoras frentes a las recurrentes co. Gehl, uno de los teóricos más conocidos
crisis económicas12. La incorporación de la y cercano a Enrique Peñalosa, señala que
vivienda popular en la lógica de la provisión antes del Nuevo Urbanismo “Las aceras ha-
formal y el mercado estuvo acompañada bían desaparecido en los centros de la ciudad
de una descalificación de la producción in- [moderna y no necesariamente Bogotá] así
formal de vivienda, que se consideraba no como las áreas residenciales y el transporte
solo como de bajas calidades urbanísticas, y la vida en sí misma estaban dependiendo
sino también una competidora ilegal de las cada vez más del automóvil” (Gehl, 2004),
constructoras formales. Así, de un involucra- argumentación que difícilmente sería sosteni-
miento activo de instancias estatales en la ble en la Bogotá de comienzos de los noventa
provisión de vivienda para familias de bajos donde la tasa de motorización era muy baja,
ingresos, definidas en el artículo 278 del dado el estricto control sobre la importación
POT (2000), se pasó a un dominio exclusivo de automóviles.
de este último sobre la ‘generación’ de sue-
lo apto y barato para la ejecución privada Lo anterior no fue óbice para que la
de programas habitacionales que compitie- normativa del Acuerdo 6, del POT y de su
sen con la oferta ilegal (Concejo Municipal revisión, tuviesen como uno de los ejes de su
de Bogotá, 2003) (Artículo 205, 1, 2003). formulación la ‘recuperación de la dimensión
Igualmente, algunas intenciones de superar de lo público’ que resumía el énfasis sobre el
la fuerte segregación socioespacial a través control del espacio público y su intervención.
de la Vivienda de Interés Prioritaria y la Vi- Así, se eliminaron las bahías de estaciona-
vienda de Interés Social, desaparecieron en miento público (artículo 184); se propuso un
la revisión de 2003. En suma, la política de amplio proyecto de parques, alamedas, pla-
vivienda de la nueva planificación se redujo zas cívicas en todas las escalas; se estableció
la obligatoriedad de la cesión del 8% del área
urbanizable de los proyectos, para espacios
colectivos (artículo 250); y se prohibieron los
12 Evidentemente, la demanda de vivienda en una cerramientos, medida difícil de implemen-
ciudad con un alto índice de pobreza y desempleo
tar en una ciudad en la que desde los años
es limitada. A ello se opone un mercado de vivienda
muy dinámico, pero entre las clases medias y altas; ochenta se habían generalizado en todos los
mercado que se satura relativamente rápido, por lo grupos sociales, los conjuntos residenciales
que en épocas de recesión muchas constructoras cerrados. Los cerramientos fueron revisados
avanzan sobre sectores populares, disminuyendo en el 2003, autorizándolos para ciertos casos
los costos de suelo y de precio final de la vivienda,
complementándolo con presión sobre los gobiernos
(artículo 243). Igualmente, fue dedicado un
para ofrecer subsidios directos o indirectos a los capítulo entero del POT (capítulo 10) a la re-
compradores. glamentación detallada del espacio público,
24 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

yendo desde la escala metropolitana (donde una medida que generalmente no se encuen-
el Concejo de Bogotá no tiene jurisdicción) tra en los barrios ilegales consolidados13.
hasta la escala vecinal y en el que se definían
numerosos proyectos de senderos, alamedas Finalmente, podemos incluir en este
y parques; gran parte de los cuales fueron componente de la planeación física, el plan
posteriormente derogados o reducidos. En vial del POT. Este partió de un diagnóstico
esta reglamentación se reguló con especial que se centraba en los altos flujos que reci-
énfasis el uso de los antejardines y espacios bía la ciudad y una malla vial local y zonal
peatonales (artículo 260), aunque evidente- juzgada como insuficiente. A ello se añadía
mente gran parte de las normativas allí man- un conjunto de centralidades espontáneas
tenidas han sido inaplicables. insuficientemente articuladas y la necesidad
de consolidar la red intermedia de vías; junto
El Decreto 469 de 2003, por su lado, hizo a un fortalecimiento de las vías regionales y
ajustes importantes al capítulo de espacio la expansión de la red hacia el sur y occiden-
público del POT. Por una parte incluyó, como te. En materia de transporte público, el POT
objetivo de la política, el estímulo de la ac- concluía en que era obsoleto, y además la
ción privada en la gestión y construcción de ciudad y en especial los sectores populares
espacio público; pero también reorganizó, del sur y occidente tenían un bajo nivel de
apenas tres años después, el sistema de par- motorización, lo cual justificaba la configura-
ques distritales y añadió más responsabilida- ción de un sistema de transporte masivo (SDP,
des a los agentes privados en la habilitación 2000). Así, y contrario a los planes anteriores
de andenes y alamedas asociados con la in- donde la forma urbana deseada se articulaba
fraestructura vial. En general el acuerdo 469 alrededor de un plan de vías, el POT elaboró
buscó aligerar la pesada carga que imponía una propuesta simple, centrada en la organi-
el componente de espacio público, quitando, zación de un sistema integrado de transporte
por ejemplo, la obligatoriedad de construc- (metro y Transmilenio), corredores prefe-
ción de andenes arborizados para los bordes renciales, una red de rutas en bicicleta y la
de los parques metropolitanos; flexibilizando modificación del sistema viario existente; el
las condiciones de gestión de los espacios resto del plan solo generalizó sobre la articu-
públicos existentes; aligerando las exigencias lación del sistema urbano, evocando algunos
para los constructores en los equipamientos elementos del sistema de 7V propuesto por
comunales públicos (artículo 251 del POT); Le Corbusier (SDP, 2000).
y eliminando controles estrictos, tanto a los
cerramientos como al uso mismo de los espa- Las nuevas vías propuestas, por otro lado,
cios públicos (artículo 257 del POT, derogado son prácticamente inexistentes. El Plan vial
por el Decreto 469). solo expuso como novedades la avenida
Ciudad de Cali, que había sido proyectada
Para concluir, el peso del ideal de espacio desde 1961 con el nombre de Regional Lon-
público se trasladó también a la vivienda y gitudinal. Su construcción se inició en 1997 y
en especial a la vivienda popular. En el afán finalizó, incompleta en sus dos extremos, en
de los nuevos planificadores por incorporar el 2007, luego de siete años de bloqueo en
la vivienda popular al mercado del suelo, se el paso del Juan Amarillo. La otra propuesta
atacó la urbanización informal por su escasez correspondía a la avenida Longitudinal de
de espacios públicos, exigiendo que dicho occidente, trazada siguiendo el margen orien-
componente fuera importante en la nueva tal del río Bogotá y planteada en la idea de
vivienda social (artículo 288). Para lograrlo, continuar estimulando la expansión hacia el
en un contexto de ascenso importante de los
precios del suelo y de lento crecimiento de
los ingresos, se sacrificaron los espacios pri- 13 Una investigación sobre 13 barrios de diferente
vados, disminuyendo el tamaño mínimo del origen mostró que la insatisfacción de los habitantes
lote a 35 m2 (Decreto 2060 de 2004), es decir con la vivienda formal popular alcanzaba el 90%
un área promedio menor a 7 m2 por persona, (frente a 100% en la vivienda clandestina) y en tér-
minos de área por persona el 36% de los moradores
de vivienda formal la señalaban como mala, frente a
un 14% para los habitantes de barrios clandestinos
(Tarchópulos Sierra et al. 2003).
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 25
CONTEMPORÁNEA

occidente, según proyectaba ya el estudio de avenida Ciudad de Cali, la avenida Longitudi-


Llewelyn-Davies (1974) y se consignaba en nal y el Transmilenio, la tendencia de expan-
el Acuerdo 7 de 197914. El resto de vías en el sión hacia el occidente. Los impactos de esta
POT solo buscaban conectar viejos trazados política, de otro lado, se expresarían en la
discontinuos y el mejoramiento de las vías morfología, no solo por el reforzamiento de
dentro de la ciudad. la expansión urbana sobre los corredores del
sistema masivo de transporte y hacia el occi-
Así, lo más representativo en términos dente, sino también porque al no proponer y
de transporte del POT fue el sistema Trans- desarrollar proyectos importantes a nivel me-
milenio, basado en carriles exclusivos para tropolitano, generó una intensa densificación
la circulación de buses articulados, pero si- de la ciudad central.
guiendo los trazados e intersecciones de las
principales vías de la ciudad (es decir, con las Política fiscal
interrupciones de semáforos y sin construir
nuevas vías). El sistema tiene también una Contrario a la frecuente simplificación
dimensión morfológica importante, pues se del régimen neoliberal como uno centrado
asociaba con importantes infraestructuras de en la contracción del Estado y la disminución
terminales que, se supone, tendrían un im- del gasto público, los análisis más detallados
pacto notorio en el mejoramiento del espacio muestran una variedad de estrategias y adap-
público de varios sectores de la ciudad. Ese taciones de los regímenes neoliberales a los
impacto fue notable en sectores desarro- contextos locales (Brenner, 2004). En el caso
llados en paralelo con la construcción del de Bogotá, si bien la ciudad atravesaba una
Transmilenio, como es el caso del Portal de aguda crisis fiscal a comienzos de la década
Suba, Portal del Norte y de la calle 80; pero de los noventa, la existencia de un auténtico
también en otras áreas como Bosa, Tunal y Estado de bienestar, y la consiguiente asfixia
Portal de Usme donde las nuevas infraestruc- fiscal, era una situación dudosa. Por el con-
turas fueron implantadas en sectores popu- trario, la crisis derivaba más bien de una baja
lares desarrollados desde los años setenta y tributación de los diferentes agentes econó-
ochenta. Esta dimensión del espacio público micos, aunado a la carga del sostenimiento
se sostenía en la idea de que el sistema era de algunas empresas de servicios públicos
también una herramienta de ‘armonía social y que se habían vuelto insolventes. Estos eran
solidaridad interna’ (Mockus, cit. por Gilbert los casos, por ejemplo, de la Empresa de
y Garcés, 2008); argumento basado en una Energía Eléctrica de Bogotá que solamente re-
eventual confl uencia social en su uso que, caudaba el 40% de su presupuesto, la Empre-
sin embargo, no se ha producido: los datos sa de Teléfonos 30% o la Empresa Distrital de
muestran que solo el 3% de los usuarios servicios públicos 27%; datos medidos hacia
corresponden a las clases altas y 11% a las el mes de abril de 1990 y que se complemen-
clases medias altas (ibid.: 94). taban con la denuncia del alcalde entrante
de la época respecto a que recibía la ciudad
En fin, podríamos concluir que, contrario con un déficit del 13,7% de los ingresos de la
a los planes anteriores, en el POT el Plan administración central para 1990 (El Tiempo,
vial no fue protagonista en esta ocasión, que- 1990).
dando reducido a una ‘puesta al día’ en la
conexión de los fragmentos de vías internas y Esta situación, junto con los cambios po-
manteniendo, a través de los proyectos de la líticos e ideológicos, permitió la construcción
de una narrativa de la ‘gobernanza responsa-
ble’ (Gilbert, 2008), basada en la adopción
14
de las recomendaciones de las agencias mul-
De las propuestas mayores del POT solo se ha tra-
zado la avenida Ciudad de Cali, de manera discon- tilaterales, en especial aquellos relacionados
tinua la avenida Longitudinal y, también de manera con la descentralización y privatización. En
incompleta, seis de los 14 tramos de Transmilenio. una primera etapa de esta política se elevaron
El proyecto de metro fue abandonado y solo recien- considerablemente los ingresos a través de la
temente retomado para estudios preliminares de
reingeniería al impuesto de valorización y un
nuevo trazado, igual que el tren de cercanías, que
pretendía conectar los municipios aledaños con la aumento al impuesto predial. En este proceso
ciudad central. jugó un papel importante el Estatuto Orgáni-
26 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

co de Bogotá, reglamentado mediante Decre- competitividad urbana, para lo cual se exi-


to 1421 de 1993 que, al desarrollar los pro- gían altas inversiones en infraestructura y por
pósitos descentralizadores de la Constitución consiguiente aumento de los recursos. En el
de 1991, le confirió a Bogotá un conjunto de primer aspecto, es entonces ilustrativo como
instrumentos fiscales que le permitirían trans- la ciudad pasó de destinar en 1990 el 45% de
formar completamente el panorama tributario sus gastos a funcionamiento, a solo el 16%
de la ciudad. Efectivamente, en materia fiscal, en 2008; simultáneamente, la inversión pasó
el estatuto definió el régimen fiscal de la ciu- del 40% al 76% en el mismo período, lo que
dad, reglamentando en la vía ya definida por permite comprender las altas inversiones en
el Gobierno Nacional respecto a la disminu- infraestructura, renovación urbana y espacio
ción de los impuestos directos o al capital y público desarrolladas en las últimas dos dé-
aumento de los impuestos indirectos, es de- cadas.
cir, sobre los ciudadanos.
Finalmente, es pertinente anotar que la
Como consecuencia de este cambio, los política fiscal tuvo en la urbanización una
recursos de la ciudad aumentaron conside- fuente importante de recursos y en ese sen-
rablemente, pasando de 131.000 millones en tido el gobierno urbano se vio cada vez más
199015 a 2,2 billones en 1998 y 7,8 billones imposibilitado para controlar el desarrollo de
en 2007. Defl actados los valores a precios la ciudad. Esta política fiscal también dispa-
de 1990 según el Índice de Precios al Con- ró los procesos de metropolización al hacer
sumidor, los ingresos del distrito aumentaron atractivos para los municipios los ingentes
un 647% entre 1990 y 2010, con una expan- recursos generados por los permisos de vi-
sión anual promedio del 12% y un máximo vienda y el consumo asociado, pero también
de crecimiento anual del 55% entre 1993- porque las políticas en materia predial en-
199416. carecieron considerablemente el suelo y la
vivienda en la ciudad central, desplazando
Pero no fue solamente un aumento de los gran parte de la población, pero también la
recursos, sino también una diversificación de industria y servicios, estimulados por políti-
las fuentes. Así, por ejemplo, el rubro de tras-
cas municipales y regionales con considera-
ferencias de la nación, gracias a la descen-
bles exenciones tributarias.
tralización administrativa, creció un 1.258%
entre 1990-2008 (a precios de 1990) y pasó
de significar el 10% del presupuesto, al 23%; Conclusiones
otros impuestos como el predial y la delinea-
ción urbana, aunque mantuvieron una par- En este reporte se ha buscado establecer
ticipación similar, crecieron 470% y 725%, la relación entre la narrativa comunicacional
respectivamente, en el período. Finalmente, en planificación, en particular el Modelo
la contribución del sector productivo (rubro Barcelona, con el proceso de planificación de
de industria, comercio y tableros) mantuvo su Bogotá en las dos últimas décadas. El examen
participación en alrededor del 25% del pre- elaborado no deja dudas sobre el estrecho
supuesto total y creció un 501%. vínculo entre el ‘milagro bogotano’, la go-
bernanza neoliberal y la implementación del
Estos datos son perfectamente congruen- Modelo Barcelona.
tes con la narrativa planificadora neoliberal,
sostenida en la necesidad de aumentar la Un primer componente de dicha relación
se encuentra en el énfasis sobre la competiti-
vidad territorial y urbana y la definición, en
15
consecuencia, de políticas orientadas a su
Los cálculos siguientes se basan en el presupuesto
de la administración central, que para el 2010 cons-
fortalecimiento, incluyendo no solo la políti-
tituía el 56% del presupuesto general del Distrito. ca social, sino también la política económica
16 Como comparación, nótese que entre 1981 y 1986 y de infraestructura. Las correspondencias,
la ciudad creció en términos reales sus ingresos en este sentido, con el Modelo Barcelona son
solamente un 4,55% (Alcaldía Mayor de Bogotá
1987). Cálculos propios a partir de los datos de pre-
claras, especialmente en la idea de una estre-
supuesto de la Secretaría de Hacienda Distrital y el cha colaboración público-privada y la trans-
Banco de la República. ferencia, a través de diferentes mecanismos,
B OGOTÁ , URBANISMO POSMODERNO Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD 27
CONTEMPORÁNEA

de las otrora responsabilidades del Estado, que en todo caso resume las aspiraciones de
al sector privado. El Plan estratégico 2000, la elite urbana; coalición sobre la que, ade-
cuyos fundamentos ideológicos son centra- más, no se logró construir un contraproyecto
les a ambos proyectos, aparece así como el (2004).
más elaborado producto de la cooperación
público-privada entendido como un ‘contrato La democratización de la vida urbana,
social y político’ (Marshall, 2004), que garan- por otra parte, se asociaba estrechamente
tiza por demás un bajo nivel de conflictividad al espacio público, considerado como una
y un consenso cívico en torno a un proyecto herramienta democratizadora por excelen-
común, que en realidad es una aspiración de cia. En ese sentido, fueron de primer orden
las elites, vendido a través de un muy activo los programas tanto de defensa del espacio
‘patriotismo urbano’, como lo denuncia Del- público, como de inversiones arquitecturales
gado para Barcelona (Delgado, 2007), pero que buscaban posicionar la ciudad como
que tuvo su reproducción en Bogotá con la un espacio de referencia, aunque evidente-
política de cultura ciudadana y el marketing mente los recursos destinados para el asunto
de la ciudad. por Barcelona fueron más significativos que
los que pudo dedicar el fisco bogotano. En
Un segundo componente que acerca el todo caso, en términos de la morfología y el
Modelo Barcelona a la planificación de Bo- espacio construido, no deja de ser irónico el
gotá, es el interés por una democratización cómo una filosofía de ciudad que promovía
radical de la vida urbana. Efectivamente, el las densidades razonables y era especial-
urbanismo barcelonés se reconoció en una mente enemiga de la construcción en altura
‘herencia roja’, derivada de movimientos de (ver p. ej. Gehl y Gemzoe, 2002), terminó,
izquierda, con un proyecto progresista para la especialmente en el caso de Bogotá, promo-
ciudad. Sin embargo, la Nueva Barcelona no viendo las altas densidades y la proliferación
fue ni el Berlín moderno ni la ‘Viena Roja’, de altos edificios tanto para usos residencia-
sino más bien una creación tipo Disney ba- les (Torres Jardín), como de oficinas. Podría
sada en el fin de la ideología y liderada por presumirse entonces, que en gran medida la
“…socialistas que no creían en el socialismo, filosofía posmoderna de la ciudad solamente
y nacionalistas que no creían en la indepen- fue una excusa para legitimar las acciones de
dencia nacional” (Vásquez Montalbán cit. un grupo interesado en desmontar el modelo
por McNeill, 1999). En el caso de Bogotá, keynesiano e imponer un urbanismo desregu-
igualmente la nueva política urbana se pro- lado, manteniendo una alta selectividad so-
movió como el ‘Nuevo urbanismo social bre los principios de la ciudad reivindicados
latinoamericano’ y como un proceso radical y descartando aquellos incompatibles con el
de transformación de la sociedad, de la mano empresarialismo urbano dominante.17
de las fuerzas más progresistas de la sociedad
colombiana (Dalsgaard, 2009). Larisa Pizano En síntesis, podría concluirse que el Mo-
hace un buen balance que muestra en gran delo Barcelona, y su versión bogotana, se
medida tanto la ‘despolitización’ del nuevo ajustan a la idea de ‘neoliberalismos híbri-
urbanismo, como la continuidad en las políti- dos’, donde la ideología de la planificación
cas urbanas neoliberales de las últimas admi- toma la forma que le corresponde según la
nistraciones, otorgando a los alcaldes Jaime
Castro la transformación normativa y política,
a Antanas Mockus la promoción de la cultura
ciudadana y a Enrique Peñalosa la trans- 17 Y en el cual se incluyen planifi cadores, arquitec-
formación física e identitaria de la ciudad. tos y estudiosos de la ciudad. Como señala Fiori
Arantes, actualmente se experimenta una ‘singular
Añade, además, que los dos últimos alcaldes,
comedia ideológica’ en la que arquitectos y urba-
salidos del Polo Democrático, partido de iz- nistas, frecuentemente progresistas, se funden con
quierda, mantienen la misma línea de gestión banqueros, promotores y empresarios en la jerga
(Pizano, 2003). Situación no muy distinta al de la ‘autenticidad urbana’, más correspondientes
‘régimen urbano’ que Marshall identifica para a un culturalismo de mercado, el cual se torna en
pensamiento único sobre las ciudades (Fiori Arantes,
Barcelona, definiéndolo como una coalición 2000). Hall igualmente observa, con particular iro-
duradera, con un importante soporte en inte- nía, como el planificador se confunde cada vez más
reses que cubren varios grupos de clase, pero con su tradicional adversario, el promotor (1996).
28 REVISTA DE GEOGRAFÍA NORTE GRANDE

lógica económica y cultural de la sociedad BALIBREA, M.P. Urbanism, culture and


contemporánea y en particular del llamado the pos-industrial city: challenging the “Bar-
capitalismo tardío. En ese sentido, no es celona Model”. In: MARSHALL, T. (editor).
extraño entonces que los impactos más nota- Transforming Barcelona. London: Routledge,
bles de la ‘nueva planificación’ sean sobre el 2004, p. 91-96.
suelo, dejando al precio del mismo como ele-
mento ‘ordenador’ del espacio urbano, libe- BEAUREGARD, R.A. The radical break in
rado además a las fuerzas del mercado y con late twentieth-century urbanization. Area,
escasa injerencia del Estado, que solo inter- 2006, Vol. 38, Nº 2, p. 218-220.
viene tímidamente a través de la captación de
impuestos y plusvalías. Es importante también BÉDARD, M. Être géographe par-delà la
señalar que esta hibridez está estrechamente Modernité, plaidoyer pour un renouveau
asociada con la naturaleza cambiante de las paradigmatique. Cahiers de Geographie du
ideologías, y en este caso de los discursos de Quebec, 2000, Vol. 44, Nº 122, p. 211-227.
la planificación. Así, la hegemonía de la pla-
nificación empresarial, que lleva más de vein- BLAKELEY, G. Governing Ourselves: Ci-
te años, comienza a erosionarse lentamente, tizen Participation and Governance in Barce-
siendo cada vez más cuestionada y cediendo lona and Manchester. International Journal of
espacio a nuevos discursos que vienen posi- Urban and Regional Research, 2010, Vol. 34,
cionándose en la literatura internacional de la Nº 1, p. 130-145.
planificación. Ejemplos de lo anterior son la
idea de ciudad justa (Fainstein, 2010), toma- BOHIGAS, O. Barcelona : arquitectura y
da en el más reciente Plan de Desarrollo; o ciudad 1980-1992. Barcelona: Editorial Gus-
el de regiones metropolitanas (Scott y Storper, tavo Gili, 1990.
2003), que alimentó gran parte del discurso
en los años 2000, aunque subsidiario al dis- BOHIGAS, O. Ten points for an urban
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