You are on page 1of 81

El conflicto, callejón con salida

El conflicto, callejón con salida


Informe Nacional de Desarrollo Humano para Colombia – 2003
Seamos realistas, ¡pidamos lo imposible!*

Debo darles fe de una constatación personal: Colombia es un país que no se resigna. Muchos quizá no lo
perciban. Pero créanme: aquí hay más solidaridad que barbarie; más imaginación que rabia, y más resis-
tencia a la guerra que desconfianza en la paz. También hay mucha tenacidad, confianza y, sobre todo,
esperanza, a pesar del sufrimiento, las evidencias de la violencia y los desencantos que nos afectan día tras
día. Lo expresan por igual empresarios, políticos, gobernantes, líderes sociales, defensores de derechos
humanos, periodistas, investigadores, religiosos, diplomáticos, y hasta los que siguen combatiendo. Y
aunque haya divergencias o matices en las interpretaciones, prioridades, procedimientos, percepciones
de sus roles y de sus sueños a largo plazo, el objetivo es el mismo: vivir en paz, con todo lo que supone.
Si la construcción de la paz es un sueño compartido, no hay obstáculos insalvables. La paz sería impo-
sible si nadie trabajara por ella. Pero en Colombia son muchos: la prueba reina es este Informe Nacional
de Desarrollo Humano. Este instrumento es como una carta de navegación inédita para “ser más padres y
madres de nuestro porvenir que hijos e hijas de nuestro pasado”, habría dicho Unamuno. Hablo en plu-
ral: la construcción de la paz la hemos asumido como propia desde el pnud y todo el Sistema de Naciones
Unidas en Colombia, con el concurso decidido de la comunidad internacional y, muy especialmente, de la
Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (Asdi).
Como toda buena carta de navegación, el Informe no tiene una sola ruta. Hay opciones simples y com-
plejas; trazados cortos y de largo aliento, y zonas de alta seguridad y mucho riesgo. En todo caso, nadie
puede leerlo acertadamente sin renunciar a supuestos, prejuicios, intereses, emociones o ideologías. Se
trata de un esfuerzo razonado por entender, llamar las cosas por su nombre y tomar la decisión de cam-
biarlas, con opciones distintas a la confrontación bélica y complementarias a las negociaciones de paz.
Es mucho lo que recogió este Informe de las experiencias, el pragmatismo, la necesidad de sobrevivir
y la imaginación creadora de cerca de cuatro mil personas consultadas durante poco más de un año. Entre
ellos se destacan líderes campesinos e indígenas, expertos nacionales e internacionales, alcaldes, gobernado-
res, funcionarios de gobierno, académicos, desmovilizados, empresarios e, incluso, las propias víctimas.
Se ha dicho que la esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de
que algo tiene sentido. Esa convicción nos asiste frente al Informe Nacional de Desarrollo Humano que
presenta opciones para superar el conflicto armado. Desde ahora, no habrá excusas para verlo a colores
por televisión sin tener el sentimiento de que, a pesar del dolor cotidiano, los colombianos sabrán cons-
truir la paz con ahínco, determinación y esperanza porque, como lo expresa la carátula del texto, El conflicto
colombiano es un callejón con salida.

Alfredo Witschi-Cestari
Representante Residente del pnud en Colombia • Coordinador Residente
y Coordinador Humanitario del Sistema de las Naciones Unidas en Colombia
* Grafito en París. Mayo de 1968.

El análisis y las recomendaciones de este Informe no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, su junta
directiva ni la de sus Estados miembros. El informe es una publicación independiente preparada por encargo del PNUD. Es el fruto de la colaboración entre un
equipo de prestigiosos consultores y asesores y el equipo coordinador del Informe Nacional de Desarrollo Humano para Colombia 2003 dirigido por Hernando

Gómez Buendía.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Una sola mano no aplaude

Una cooperación internacional democrática y transparente representa para Suecia la mejor garantía para evitar las
amenazas contra la paz. En el plano global, la máxima expresión de ese convencimiento es nuestro apoyo a las Nacio-
nes Unidas para contribuir a la prevención y solución de conflictos. La seguridad como un balance entre poderes mi-
litares es un concepto que pertenece a la historia. Hoy en día la seguridad se construye con el enfoque puesto en el
interés del ser humano.
Nuestro compromiso con Colombia es apoyar la construcción de un país en paz y con posibilidades de desarrollo
y dignidad para todos. Bien utilizado, este Informe Nacional de Desarrollo Humano 2003 para Colombia puede servir
como punto de partida de un esfuerzo común para lograr precisamente esto.
Al apoyar la financiación del Informe asumimos nuestra participación como una oportunidad concreta para abrirle
espacio a la esperanza, a la tenacidad y a la creatividad de miles de colombianos y colombianas que, especialmente en
las regiones más abandonadas y más afectadas por el conflicto armado, no se resignan a convivir eternamente con él.
El Informe es un plato cocinado con ingredientes de sabios y liderazgos locales y regionales, mezclado con la
experiencia del Sistema de Naciones Unidas, y condimentado con el potencial de cooperación internacional de mi
país. Junto con las políticas públicas y las buenas prácticas, el Informe representa una receta que a largo plazo puede
neutralizar los obstáculos principales para el desarrollo en Colombia, incluyendo las raíces de la violencia.
Si el conflicto armado es un callejón con salida —como sentencia la portada de este Informe—, tenemos varias
llaves para abrir otras compuertas. Las salidas del conflicto no dependen de la fatalidad. Mientras persista, se requie-
re urgentemente mejorar el respeto, la protección y acceso a la población civil en zonas de conflicto. Mas allá, se re-
quiere fortalecer la democracia, combatir la corrupción y la impunidad, lograr pleno respecto a los derechos huma-
nos y establecer una cultura de igualdad y resolución cívica de conflictos. Hay que construir una sociedad donde los
intereses, derechos y oportunidades de cada ser humano se encuentren en el centro. Eso sí es desarrollo humano.
Es una responsabilidad de todos no defraudar la esperanza de los colombianos en un futuro con pleno desarrollo
humano. La paz sí cuesta. Pero la guerra cuesta mucho más. Los colombianos ponen su cuota y la comunidad interna-
cional la que corresponda. Se trata, en últimas, de que los colombianos sientan que si tienden la mano hay quien les
corresponda. Como dice el refrán: una sola mano no aplaude.

Olof Skoog
Embajador de Suecia en Colombia

10
Primera parte: Capítulo 1
El conflicto

Orígenes:
guerra en la periferia
Agradecimientos

La preparación de los tres primeros capítulos contó con la


colaboración del Comité Académico del Informe, con el
cual se diseñó la estructura de esta primera parte. Un es-
pecial reconocimiento a sus integrantes, así como a Fer-
nán González y Marco Palacios por la elaboración de los
recuadros respectivos.

Página anterior: Foto 1.1 Guadalupe Salcedo, comandante guerrillero de los llanos (circa 1955) • Archivo El Tiempo.
E ste capítulo examina los orígenes del conflic-
to armado, no por erudición histórica sino para entender su
naturaleza. La idea básica podría parecer polémica y en rea-
lidad es sencilla: con todo su horror y su dolor, el conflicto
recurso descriptivo y sin las implicaciones dualistas que les
dan ciertos teóricos. Como referente geográfico, político y
cultural, la “periferia” alude a regiones menos pobladas, más
campesinas, menos integradas al mercado, con menos po-
se ha ensañado sobre todo en la “periferia” campesina y ha der político y a menudo discriminadas o explotadas por el
sido marginal al sistema político colombiano. Esta “margina- “centro”. Pero esta alusión debe matizarse en cuando me-
lidad” —que sin duda ha disminuido de manera dramática nos cuatro sentidos: primero, “periferia” y “centro” no son
en los últimos años— fue sin embargo decisiva para formar categorías rígidas, sino atributos relativos y de grado; segun-
el carácter y los modos de actuar de los armados, de suerte do, su extensión e intensidad varían con el paso del tiempo;
que el remedio del conflicto pasa por apreciar aquella mar- tercero, no son internamente homogéneos sino que admi-
ginalidad. ten diversas modalidades; cuarto, y en especial, no son uni-
El capítulo empieza por resumir y entrelazar tres hipóte- versos aislados sino que interactúan de maneras muy com-
sis históricas ya bastante bien establecidas. Primera: en las plejas.
zonas de colonización hay espacio para ejércitos no estata- Sobre este entendido, en la sección E se dice cómo y por
les. Segunda: el Frente Nacional puso fin a “La Violencia” qué la “marginalidad” del conflicto no lo excluye del “cen-
pero dejó remanentes de guerrilla “social” en el campo. Ter- tro”: las raíces, el motor, el objetivo y —cada vez más— el
cera: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia escenario de la lucha armada están principalmente en ese
—Ejército del Pueblo (Farc-ep, o simplemente Farc) nacie- “centro”. Los capítulos siguientes, en especial el , detalla-
ron de tales remanentes, como un proyecto revolucionario rán mejor este último proceso.
pero marginal en términos geográficos y políticos; otras gue-
rrillas, pese a ser más urbanas en su origen, también acaba- A. El escenario
ron en la periferia; y lo propio sucede con los paramilitares.
Más importante: aunque las revoluciones suelen tener Por razones climáticas, la población precolombina se había
origen campesino, en Colombia no se daban las condicio- concentrado en la región andina. Los españoles fundaron
nes para el triunfo de la insurgencia, así que ésta se desvió o ciudades-puerto en el Caribe y centros poblados en el eje
en todo caso no pudo llegar al centro de la política. Pero andino, alrededor de los cuales establecieron encomiendas
también el Estado fracasó en no haber podido prevenir ni y resguardos. Con esto se origina una estructura bimodal
resolver el conflicto; y es porque, en virtud de su fragmen- de tenencia de la tierra: o latifundios (encomiendas no divi-
tación, la “clase dirigente” no articuló una estrategia pro- didas) o minifundios (encomiendas o resguardos divididos).
porcionada a la gravedad, complejidad, profundidad y per- En el minifundio trabaja toda la familia campesina, o sea
sistencia del problema, vale decir, no lo ubicó en el centro que aquí hay un excedente de mano de obra relativo a los
de la política. demás factores de producción; pero el latifundio absorbe
Se advierte que las palabras “centro” y “periferia”, igual poca mano de obra, porque su uso de la tierra es extensivo.
que otras expresiones similares, se utilizan aquí como un Así se produce un excedente de población rural, que típica- 21
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

mente migra hacia las ciudades, pero también constituye un Expulsado por la pobreza o la violencia y atraído por la ilu-
“ejército de reserva” para colonizar nuevas zonas de fron- sión de prosperidad e independencia, el colono típico “tum-
tera. ba monte” y se endeuda con un socio capitalista o con pro-
La migración a esas zonas es un proceso complejo que veedores locales para explotar su parcela. Pero el colono
puede ser directo o por etapas y donde pesan factores de tiene pocas probabilidades de éxito: la inexistencia o esca-
“atracción” y de “expulsión”. Pero, dadas la falta de reforma sez de ahorros iniciales, la carestía de los suministros, las
agraria y la abundancia de tierras sin ocupar, la colonización dificultades de comercialización, la inestabilidad en el pre-
ha sido una “válvula de escape” para la presión demográfi- cio de los productos que ofrece, la falta de servicios y subsi-
ca (y para aplazar las reformas sociales en el “centro”). dios estatales, y los monopolios que enfrenta al comprar o
Históricamente, el proceso de colonización “tuvo lugar vender, corren todos en su contra. Así, una mala cosecha
en dos grandes márgenes geográficos por fuera del heartland significa que el socio capitalista o terrateniente en potencia
colombiano o eje andino” (Gouësset, ): se queda con la tierra y sus “mejoras”, lo cual reinicia el
• En los “márgenes cercanos”, correspondientes a las lla- ciclo de latifundio y trabajadores desposeídos que buscan
nuras del Caribe y a las vertientes externas de los Andes (y otra oportunidad.
sus respectivos pie de montes). Esta fase duró hasta bien Cada territorio de colonización es pues un cementerio
entrado el siglo xx y sus grandes oleadas fueron la coloniza- de ilusiones. Campesinos que soñaron con su “finca” o
ción antioqueña, la de las llanuras costeñas y la del Magdale- citadinos que creyeron en toda suerte de empresas desca-
na medio. Su lógica podría describirse como de “conexión” belladas y medio oscuras: poner un bar, alquilar lanchas
(del Caribe con los Andes) y “densificación” (incorpora- (johnsons), exportar pájaros tropicales, “enguacarse” con oro
ción plena de las llanuras y pie de montes). Con excepción o esmeraldas, robar bonitamente a los indígenas, sembrar
del café, esa colonización abrió nuevas áreas para el latifun- cacao, marihuana o palmitos según esté el negocio, vender
dio; así se mantuvo la dualidad (minifundio en los Andes y sexo a sobreprecio, construir casas o piscinas cuando hay
boom, jornalear en banano o en palma por un
La colonización ha sido un proceso espontáneo y no salario bueno, reclutar incautos para una nue-
dirigido por el Estado. Expulsado por la pobreza o la va religión, entrar de raspachín para acabar
violencia y atraído por la ilusión de prosperidad e in- tal vez de químico, llegar de policía, de ins-
dependencia, el colono típico “tumba monte” y se pector o de juez y hacerse rico, olvidar, olvidar
endeuda con un socio capitalista o con proveedores en todo caso, y volver a empezar otro proyec-
locales para explotar su parcela. to que esta vez sí me sacará de pobre. Algu-
nos, en efecto, salen de pobres. Otros muchos
la zona cafetera; latifundio dentro y, sobre todo, fuera de los salen a ratos de la pobreza, porque casi siempre resulta al-
Andes). guien más vivo que estafa al empresario medio oscuro. La
• En los “márgenes lejanos”, o llanuras y bosques de la historia se repite con variantes en cada vida y cada territo-
Costa Pacífica, la Orinoquia y la Amazonia. Esta fase se ace- rio, aunque el paso del tiempo va decantando quiénes son
lera durante las últimas décadas como resultado del ya di- los dueños y de qué son dueños.
cho excedente demográfico, del desplazamiento forzado por Dicho de otro modo: en esas zonas de “frontera inter-
la violencia y de bonanzas locales lícitas (petróleo, banano, na”, los derechos de propiedad están en curso de defini-
esmeraldas, oro, caucho, etc.) o ilícitas (contrabando, coca, ción o tienden a ser precarios. Los derechos de propiedad
amapola, etc.). Sobre esta especie de “U” que desde el sur deciden quién se apropia del producto del trabajo, del capi-
envuelve al “centro” del país se encuentran las zonas de colo- tal, de la naturaleza, del esfuerzo colectivo, del gasto públi-
nización reciente, donde el conflicto ha encontrado nuevas co y de todos los bienes o servicios que existan en el momen-
y poderosas fuentes de alimentación (Mapa .). to (North, : ). Estos derechos son pues la base del
Salvo excepciones menores o parciales, la colonización orden social y su precariedad o definición imprecisa es una
22 ha sido un proceso espontáneo y no dirigido por el Estado. fuente de incertidumbre, inestabilidad y conflictos, así esa
Mapa 1.1. Mapa de la “U”

Fuente: Dane 23
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

misma indefinición permita que cada individuo crea que diendo más y más al “centro” —incluidos los barrios margi-
tiene un chance, que compita con todas sus energías y, en nados—. Y otra, que aquí se trata de una cuestión de grado;
fin, que algunos prosperen. en palabras de Jorge Orlando Melo, “[la frontera] es una
Aunque las zonas de colonización varían con su edad, su prolongación entre corrupta y entusiasta de lo que es el res-
base económica y su cercanía al mercado (entre otras varia- to de Colombia” (: ).
bles importantes), tienden pues a compartir cierta “cultura La peculiaridad de las economías de frontera explica cier-
de frontera”, que por un lado incluye el esfuerzo, la creativi-tas “instituciones” o prácticas diseñadas para asegurar cla-
dad, la apertura y la movilidad social, pero por otro sufre la ridad y cumplimiento de los contratos “en ausencia del Es-
incertidumbre, la vulnerabilidad, el engaño y la indefensión tado”. Por ejemplo: el “endeude” o anticipo de fondos al
frente al más rico, el más astuto, el más poderoso o el mejor colono se garantiza con títulos sobre su tierra; los mineros
armado. se turnan para cocinar, pero el cocinero no participa en los
En este sentido es cierto, como se dice a menudo, que el hallazgos del día porque no los vio y así se evitan peleas; los
problema central de esas tierras de colonización es “la ausen- vecinos se ayudan en tareas que exigen mucha mano de obra,
cia de Estado”. No tanto (o en todo caso, no sólo) porque pero el gorrón se queda sin ayuda; las autoridades decomi-
san droga al por menor porque pac-
El asesinato de Gaitán (1948) produce un estallido en Bo- tar sobornos con traficantes dispersos
gotá y otras ciudades, que no derroca al gobierno pero es más difícil que hacerlo con los gran-
desencadena la violencia campesina en dos “márgenes des; a los raspachines se les paga en
cercanos”: en los llanos orientales, donde la guerrilla es basuco para atarlos al proveedor; la
más disciplinadamente liberal, y en zonas de minifundio dama o compañera marital va “miti-
andino y, en particular, cafetero. miti”, pero la guisa o cocinera va a
sueldo fijo.
falten presencia u obras públicas, maestros y policías, sino A pesar del ingenio y la flexibilidad que muestran éstos y
por dos circunstancias que se suman: una, que el orden ju- similares arreglos, en las zonas de frontera existe un déficit
rídico tiende a ser difuso (no son claros los derechos y obli- de coerción o autoridad que asegure la interpretación impar-
gaciones surgidos de cada trato o contrato), y otra, que el cial y el cumplimiento efectivo de los contratos. De lo prime-
Estado no garantiza el respeto imparcial y efectivo de esos ro resultan la conflictividad y la arbitrariedad; de lo segundo
tratos o contratos. nace la tentación de hacer justicia por mano propia, o por
Dicha “ausencia de Estado” no estaría reducida a las zo- mano de obra contratada. Por eso, las zonas de coloniza-
nas de frontera: para algunos analistas, en nuestro país pre- ción son vulnerables a las prácticas de justicia privada o
dominaría un modo de vida altamente incierto, donde cada privatización de la justicia y al surgimiento de ejércitos
quien debe “negociar el orden” para cada situación (Uribe, irregulares. Estos ejércitos son “asociaciones privadas de
; Gómez, ; Garay, ); y sin duda en buena parte protección” en el sentido de Nozick, o sea cuerpos que “sólo
del “centro” —comenzando por los barrios marginados de protegen a quienes pagan por ello, porque carecen del po-
las grandes ciudades— parecería imperar la ley de la selva. der monopólico para anunciar que castigarán a quien haga
Hagamos entonces tres breves precisiones. Una, que en la uso de la fuerza sin autorización expresa, lo cual es condi-
frontera existe un orden peculiar y distinto del orden (o el ción necesaria para la existencia del Estado” (: ).
desorden) del centro: tiene que ser así porque las realida- Por parte de los de arriba, esta privatización de la fuerza
des económicas y sociales que se trata de ordenar son pecu- puede consistir en el uso de jueces e inspectores de policía
liares de la frontera. Otra, que el conflicto armado está inva- para despojar de sus tierras al colono que incumplió un

1. Ilustraciones o ampliaciones de estos ejemplos se encuentran en Alfredo Molano, en su orden: 1998, p. 67; 1996, p. 262; 1999, pp. 53-54; 1999, pp. 68-
24 69 y 103; 1998, p. 66, véase referencias bibliográficas al final del capítulo.
© Archivo Juan de la Cruz Varela
El conflicto, callejón con salida

Foto 1.2 Guerrilleros formados en la plaza de Cabrera, Cundinamarca, momentos antes de deponer las armas (30 de octubre de 1953).

contrato de “endeude” leonino; puede consistir en méto- cia es objeto de múltiples controversias (véase, por ejemplo,
dos como la “ley del llano” o la “ley de la chagra” cuando Sánchez y Peñaranda, ); pero a los efectos presentes
ganaderos y esmeralderos, respectivamente, se apoderaron bastará un resumen de los hechos mejor establecidos.
del Departamento Administrativo Seguridad (das) y la po- Las reformas políticas y sociales del liberalismo en los
licía rural en su regiones (Barbosa, ); o puede consistir años  (intervencionismo, Estado laico, sindicatos, ley de
en la formación o importación de grupos paramilitares. tierras, etc.) intentaron modernizar el país e incorporar sec-
Por parte de los de abajo, la privatización de la fuerza se tores de clase media, obreros y campesinos hasta entonces
produce —de maneras más o menos inequívocas o “repre- excluidos. Pero el cambio fue objeto de dura resistencia y
sentativas”— a través del “bandidaje político” (Sánchez y de una “pausa” a partir del gobierno Santos (-). El
Meertens, ), de las “autodefensas campesinas” y de las Partido Liberal se divide en un ala moderada (Santos) y un
guerrillas revolucionarias, para citar tres expresiones colec- ala populista radical (Gaitán), lo cual desemboca en la re-
tivas. nuncia del presidente López () y la elección del con-
servador Ospina en .
B. Aparecen los actores El asesinato de Gaitán () produce un estallido en
Bogotá y otras ciudades, que no derroca al gobierno pero
Después de las muchas guerras civiles que protagonizaron desencadena la violencia campesina en dos “márgenes cer-
durante el siglo xix, los dos partidos tradicionales tuvieron canos”: i) En los llanos orientales, donde la guerrilla es más
su última confrontación armada durante los años de “La disciplinadamente liberal, y ii) en zonas de minifundio an-
Violencia” ( a , aunque los autores difieren sobre dino y, en particular, cafetero (Tolima grande, viejo Caldas).
ambas fechas), que ocasionó cerca de  mil muertes en La polarización se agrava bajo Gómez, elegido con la abs-
un país de trece millones de habitantes. Aún hoy, La Violen- tención del liberalismo () (Recuadro 1.1). 25
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

RECUADRO 1.1

Voces de emancipación
Alfredo Molano y Constanza Ramírez*

Mi abuelo materno se fue a vivir a Pasca después de la Guerra jar lo nuestro. La prueba fue que la gente comenzó a construir
de los Mil Días. Era un hombre liberal, oriundo de Chipaque, casa. Mi primer jornal se lo gané a un tío llamado Luis, herma-
al oriente de Cundinamarca, que nos contaba las hazañas de no de mi mamá, por acejarle la yunta de bueyes. Después, más
los ejércitos liberales. Se sentaba con nosotros, los que éra- grande, empecé a trabajar con mi papá en la parcela que ha-
mos niños, a contarnos lo que se sabía de esos tiempos. Ha- bíamos ganado peleando.
bía sido alférez de Uribe Uribe, era muy firme. El viejo repetía Juan de la Cruz llegó a Sumapaz, a Cabrera con su padre,
que los godos no habían ganado la guerra, sino que los libera- don Dionisio, por allá en los años veinte. Llegaron por la falta
les se habían entregado. Él fue de los que tuvo que ver con el de tierras en su tierra, Ráquira. Fue una migración por pobre-
levantamiento de los peones y jornaleros de la hacienda El za, la gente llegaba al Sumapaz a buscar como colonos otra
Retiro en el Sumapaz; fue una de las personas que ayudó a vida. Eran tierras baldías y enmontadas. Don Dionisio estuvo
que la gente levantara cabeza y se enfrentara a los propieta- también en la guerra de los Mil Días, fue corneta. Los Varela
rios, o sea a los presuntos dueños de esas tierras. De ahí sur- llegaron a la vereda de Pueblo Viejo, donde había una pelea
gió mi mamá como dirigente de La Colonia. Yo nací en el  con la familia Pardo Roche que pretendía ser dueña de todo
en una parcela que nos dejaban trabajar los dueños de la Ha- aquello. Dicen que a raíz de una trifulca Juan de la Cruz se
cienda. Éramos diez hermanos, ocho hombres y dos mujeres. echó para los lados de Villarrica, y se afincó en una vereda
Vivíamos en una casa de dos piezas y una cocina. llamada Mundo Nuevo. Juan de la Cruz, que era entendido y
Mis hermanos y yo empezamos a acompañar a mi mamá a llevaba la semilla de la pelea por la tierra. Allí también se vivía
las reuniones. Al principio se me hacían largas y no entendía muy miserablemente. Hizo un acta muy bien redactada y la
bien lo que decían, aunque me gustaba mirar tanta gente jun- gente se amañó mucho con él. Le dieron trabajo y parcela.
ta. Eran reuniones grandes de ,  personas, un día llegó Allá se volvió dirigente campesino, y hasta político, cuando la
a La Colonia el periódico de Erasmo Valencia, que se llamaba muerte de Gaitán nosotros estábamos trabajando en una arve-
Claridad. Mi mamá nos lo hacía leer en alta voz por las no- ja que teníamos en lo alto de la finca. A eso de las  pm sonó el
ches y al otro día se iba a hablar con sus compañeros, a con- cacho. Era un viernes. Nos pareció raro, pero recogimos la
tarles las orientaciones que daba Erasmo Valencia. A resultas herramienta y paramos en la casa de la Junta Campesina. Allá
de las peleas que salían de esas reuniones, nuestra suerte me- supimos: habían matado a Gaitán. Nadie sabía qué hacer. To-
joró un poco. Ya por lo menos teníamos tierras donde traba- dos sabíamos, sí, que era grave, muy grave y que la tormenta

El fin de la violencia interpartidista se produce en tres que se prolonga hasta mediados del gobierno Valencia (-
fases. Primero, la amnistía de Rojas Pinilla () que des- ).
movilizó la guerrilla del llano. Luego, el Frente Nacional Eso en términos históricos. En términos analíticos, el he-
(pactado en ) que establece la paridad y la alternación cho esencial es éste: La Violencia i) estalla y procede del cen-
entre los partidos, con lo cual se desmovilizan las restantes tro geográfico y político, pero ii) se expresa y se perpetúa en
guerrillas liberales y las bandas conservadoras (“pájaros”). la periferia campesina. En efecto:
Después vienen unos años de transición hacia una violen- a. La Violencia fue una disputa burocrática y también ideo-
26 cia “social” y de descomposición hacia el bandolerismo, lógica por el control del Estado entre los dos partidos ma-
El conflicto, callejón con salida

se venía encima. Algunos colonos sacaron las escopetas que pués de los bombardeos y de la invasión militar a Villarrica y a
tenían guardadas desde la guerra, y todo mundo se puso a es- Cunday, la gente que había peleado en el Sur del Tolima orga-
perar la orden de Bogotá. Todo mundo estaba listo, pero como nizó las autodefensas en las regiones de Marquetalia y Riochi-
se trataba de volver a la guerra, todos necesitaban un general, quito. Los comunistas eran muy activos, organizaban grupos
una cabeza. Y esa cabeza se regaló, se vendió. Se llamaba Darío de hombres, de mujeres y de niños, juntas veredales, comités
Echandía. Ospina la compró barato. De todos modos la cosa de colonos y fundaban células de partido. Eran trabajos que se
comenzó. Don Pablo Bello y don Pedro Acosta, que eran diri- hacían al mismo tiempo que otros y que consistían en organi-
gentes venidos de Chaparral, de oír pelear al indio Quintín zar la autodefensa campesina. Se sabía ya para dónde iban las
Lame, se echaron al monte a abrir camino por ahí con los reco- cosas. Y no nos equivocamos. Salíamos a trabajar y a organi-
lectores de café. Erasmo Valencia había muerto a los pocos zar a muchas regiones del Meta, del Huila, del Tolima, de
días de ser asesinado Gaitán, y los colonos habían nombrado Cundinamarca. Creábamos grupos como herramientas de
a Juan de la Cruz en su reemplazo. Él tenía su gente por los nuestra lucha. La autodefensa era, de verdad, una defensa pro-
lados de La Concepción en lo mas frío del páramo; se mante- pia de la gente, de las comunidades; eran grupos que se mo-
nía por allá y desde allá dirigía el movimiento que a su lucha vían dentro del campesinado sin identificarse.
por la tierra había sumado otra causa después del  de abril, la La organización campesina de los años  fue, a la hora de
de la lucha por la vida. Así fue que un día el ejército nos atacó la verdad, una escuela de comandantes guerrilleros. Muchos
en La Concepción, que era la puerta de entrada al Sumapaz. de los mandos de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y Guaya-
Supimos defendernos porque teníamos buena información. bero salieron de esos primeros conflictos. Los golpes, las frus-
Los soldaditos salieron mal librados. De La Concepción sali- traciones, los engaños enseñan más que los libros y que las
mos con Juan de la Cruz para el Duda. La idea era luchar para conferencias. Lo que se luchó en los años , vino a nacer en los
derrocar a los conservadores, para tomarnos el poder. No alcan- , a volverse problema en los , y sangre desde  para acá.
zamos a terminar nuestra tarea porque vino el acuerdo con
*
Rojas Pinilla en Cabrera. Ese convenio de paz fue una pausa Testimonio recogido por los autores. Tomado de Gerardo González.
importante para reorganizarnos y coger más alientos, porque, Voces de emancipación. Editado por Boaventura Souza dos Santos. Gerardo
a pesar de la paz, los problemas no se habían resuelto. Se orga- González es dirigente agrario, fundador de la Anuc y de Fensuagro. Hoy vi-
nizaron varias marchas de huida para salvar a las familias. Des- ve asilado en Europa.

yoritarios —cuyo clímax siguió al asesinato del líder de la “guerra” a las áreas rurales, y la mezcla entre lealtad parti-
oposición—, su escenario principal fue la capital de la Repú- dista y conflicto agrario sirvió para escalar la violencia y al
blica y su eventual solución sería un pacto entre los dos par- mismo tiempo alejarla de las grandes ciudades.
tidos. Y así, mientras las luchas sociales tomaban el camino de
b. Pero esa violencia “política” se nutrió, se superpuso y la violencia, la política se estaba retirando del conflicto. El
exacerbó la violencia “social” que bullía en el mundo cam- levantamiento o, mejor, el desorden urbano fue contenido
pesino. Los conflictos agrarios alimentaron el estallido de pocos días después del “Bogotazo”, las primeras guerrillas
, los aparatos políticos luego se usaron para llevar la rurales fueron más defensivas que ofensivas, y la dirigencia 27
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

liberal rápidamente se distanció de “sus” tropas. Esta tempra- d. El de radicalización de la guerrilla. Ya para el año
na bifurcación del conflicto —el “partidista” y el “social”—  el pc había declarado que “la vía revolucionaria en
explica porqué el Frente Nacional, que fue su solución políti- Colombia puede llegar a ser una combinación de todas las
ca, no fue bastante para extinguir la lucha armada en el cam- formas de lucha” (Vieira, : ). Con la violenta ocupa-
po. Y es en la periferia campesina donde la lucha armada va ción militar de Marquetalia () y otras “repúblicas in-
a reinventarse como el vehículo de la revolución socialista. dependientes”, la autodefensa acabó de convertirse en un
ejército revolucionario: ese mismo año se constituye “el
1. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Bloque sur”, que en  será rebautizado como Farc, bajo
Ejército del Pueblo, Farc-EP (o Farc) el anuncio de iniciar “una guerra prolongada por el po-
der” (Farc, ).
La “reinvención” se dio sobre todo en el caso de las Farc, e. El de radicalización de la izquierda. Mientras las Farc
fruto del encuentro entre la guerrilla campesina que no lo- se iban gestando en la periferia, el pc iba siendo excluido
gró desmovilizar el Frente Nacional y el Partido Comunista del sistema político. Tras apoyar la Revolución en Marcha y
(pc) que no encontraba espacio en el “centro” del sistema participar en los movimientos campesino y sindical de los
político. El proceso, en resumen, recorrió cinco momentos:  y los , el pc fue reprimido bajo La Violencia e ilegaliza-
a. El de luchas agrarias. Los sindicatos y ligas campesi- do a partir de . El Frente Nacional prohibió la partici-
nas que desde los años  venían actuando en regiones de pación electoral y el acceso a cargos públicos de terceros
Cundinamarca y Tolima se acercan al pc (creado en ) y partidos, de suerte que muchos cuadros urbanos del pc in-
se radicalizan en algunos sitios. gresaron a las Farc. La nueva visión política cuajó en la vii
b. El de autodefensas. Al estallar La Violencia, aquellos Conferencia (), cuando las Farc se declaran “Ejército
movimientos campesinos crearon grupos armados que os- Popular” al servicio de la revolución socialista: un proyecto
cilan entre liberalismo y comunismo, y entre la defensa te- de conquistar el centro del poder político que sin embargo
rritorial estricta y ciertas incursiones de guerrilla móvil. Viotá actúa desde la periferia.
(Cundinamarca) fue el ejemplo de “ciudad roja” o comuni-
dad agraria organizada bajo inspiración comunista y con 2. Otras guerrillas
defensa territorial armada. En cambio, la inestabilidad pre-
valecía en el sur del Tolima: de allí partió la “Columna de Aunque las guerrillas distintas de las Farc son de origen más
marcha” () que llegó al río Davis y creó el modelo de urbano, sólo han logrado mantenerse o prosperar en zonas
“colonización armada”. Los “limpios”, o ala liberal de esta rurales. Más aún, el origen urbano no significa que proven-
guerrilla, aceptaron la amnistía de Rojas, pero el ala comu- gan del “centro” del sistema político sino, típicamente, de
nista (los “comunes”, bajo el mando de “Charro Negro” y fracciones de izquierda sin mayor arraigo electoral o social.
“Manuel Marulanda”) persistió como autodefensa campe- El grado y modos de “campesinización” varían de una a
sina. otra organización guerrillera, de suerte que aquí nos limita-
c. El de guerrilla. En  el ataque masivo del Ejército remos a una relación muy abreviada.
en Villarica (Tolima) causa el desplazamiento de colonos • El Ejército de Liberación Nacional (eln) no nace co-
armados hacia Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Gua- mo autodefensa campesina sino como una guerrilla decidi-
yabero, el Duda y el Ariari, donde crean las llamadas “repú- damente revolucionaria. En , inspirados en Cuba y en
blicas independientes” bajo influencia del pc. Aunque su las teorías del Che, un grupo de activistas procedente del
“comunismo” fue más una forma de organizar la vida dia- pc, de la izquierda liberal, de la teología de liberación y del
ria, esta palabra, en pleno auge de la Guerra Fría, disparó sindicalismo, crea un “foco” guerrillero en zona rural de
las alarmas y escaló la respuesta militar. Durante varios años, Santander. Pese a pugnas internas y ejecuciones sumarias,
sin embargo, el pc continuó viendo a las guerrillas como el foco logra asentarse, penetrar la lucha obrera (en petró-
formas de resistencia campesina y no como un instrumento leo sobre todo) y tener un momento de brillo con el sonado
28 para la toma del poder (Recuadro 1.1). ingreso del padre Camilo Torres ().
El conflicto, callejón con salida
El proyecto militar
del M-19 no cuaja,
primero por los
Pero el eln no prosperó en las ciudades. En parte por primer lugar, con % de los golpes del ejército;
doctrina, en parte por caudillismo y rencillas internas, en votos; pero para entonces el segundo, porque
parte porque el Estado desbarata sus redes, en parte por movimiento ya había desa- choca con el pode-
reveses militares (como el de Anorí, en , cuando quedó parecido como guerrilla. roso cartel de
prácticamente eliminada), esta guerrilla siguió siendo cam- Medellín y, tercero,
pesina. Y la tendencia se acentúa desde la segunda mitad de 3. Los paramilitares porque los dirigen-
los , cuando la presión militar y las necesidades de finan- tes perciben que
ciación concentran al eln en las zonas de bonanza (petró- Los irregulares en lucha tienen apoyo de la
leo del Magdalena medio, Norte de Santander, Arauca y contra la guerrilla prefieren opinión y una exce-
Casanare; banano de Urabá; oro del oriente antioqueño y el llamarse “autodefensas”, lente oportunidad
sur de Bolívar). mientras en el lenguaje or- política, siempre
• El Ejército Popular de Liberación (epl) que fue impor- dinario es más común lla- que renuncien a la
tante en su tiempo, nació cuando el Pleno del partido co- marlos “paramilitares”. Es- violencia.
munista marxista-leninista ordenó el traslado de los cua- tos dos términos difieren en
dros directivos al campo. Creado en  y desmovilizado que el primero apunta a un fenómeno espontáneo de auto-
en , el epl de línea china logró penetrar el movimiento protección ciudadana ante la ausencia de Estado, mientras
campesino y tuvo presencia significativa en regiones de Cór- el segundo sugiere un cuerpo de combate paralelo a la Fuer-
doba y Urabá. zas Militares y en algún grado de connivencia con agentes
• Tampoco, por supuesto, han logrado acceder al centro del Estado. En la realidad colombiana se han dado mezclas
los pequeños grupos “foquistas” o “voluntaristas” que aún de ambos fenómenos por lo cual —salvo donde el contexto
operan en Colombia: el Ejército Revolucionario del Pueblo indique lo contrario— en este Informe se usarán ambos ape-
(erp), el Ejército Revolucionario Guevarista (erg) y el rema- lativos indistintamente.
nente del epl. Los antecedentes del paramilitarismo se remontan al si-
• El contraejemplo de guerrilla no marginal fue por su- glo xix y, en tiempos más recientes, a la ya mencionada “ley
puesto el Movimiento  de abril, (M-). Tanto así que, del llano”, a los “chulavitas” y “pájaros” de mediados del
mientras las Farc o el eln jamás han registrado más de  o  siglo xx, o a las autodefensas que, en la estrategia contrain-
puntos, el M- llegó a tener % de favorabilidad en las en- surgente de la Guerra Fría, tuvieron existencia legal y debati-
cuestas. En su origen, fue más urbano que el eln. En  a da a partir de . Pero a comienzos de los  surge un
raíz de la dudosa derrota electoral del general Rojas, cua- paramilitarismo diferente, pues no es “autodefensa” ni tam-
dros de la izquierda tradicional se sumaron a activistas de la poco “estatal”, sino extensión de los ejércitos privados que
Anapo —el movimiento populista/nacionalista del general— necesariamente tienen las industrias ilegales (narcotráfico y
para “recuperar el poder” por las armas. Más que en accio- comercio de esmeraldas). Tras comprar grandes extensio-
nes militares, el M- se especializó en golpes de opinión, nes de tierra, aquellos “empresarios de la coacción” se em-
que le fueron ganando cierta imagen de Robin Hood. peñan en “limpiar de guerrilleros” el Magdalena medio, y
Pero la guerrilla urbana difícilmente podía prosperar en su ejemplo es seguido por propietarios de Córdoba, Urabá
Colombia, dado el control policial sobre las ciudades. El y la Orinoquia. A partir de sus orígenes locales, algunos de
M- opta entonces por la guerra rural, e inicia operaciones estos grupos confluyeron —y así lo indica el nombre— en
en el sur. El proyecto militar del M- no cuaja, primero por las Autodefensas Unidas de Colombia (auc). Pero se trata,
los golpes del ejército; segundo, porque choca con el pode- en el mejor de los casos, de un proyecto nacional en cons-
roso cartel de Medellín y, tercero, porque los dirigentes per- trucción, de abajo hacia arriba, y sujeto a intensas tensiones
ciben que tienen apoyo de la opinión y una excelente opor- internas. En otras palabras, aunque hayan adoptado un dis-
tunidad política, siempre que renuncien a la violencia. Y curso “político” de alcance nacional, las autodefensas son
así, el M- se desmoviliza en . En las elecciones si- respuestas locales a la guerrilla y, al igual que ella, pertene-
guientes, para Asamblea Constituyente, su lista obtuvo el cen al mundo rural. 29
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

C. El fracaso de la insurgencia gentes —“antiélites”— no logren una alianza con sectores


significativos de la élite en conflicto “de vida o muerte” con
La marginalidad política y geográfica de la guerrilla se debe otros sectores (; ).
a una razón más importante que las ya sugeridas (control c. Jeff Goodwin () compara cuatro casos de Asia y
policial de las ciudades, canibalismo de la izquierda, falta otros cuatro de América Central, para concluir que los
de olfato político,etc.). La explicación fundamental es otra: insurrectos triunfaron: i) cuando la metrópoli administra-
en Colombia no existían ni existen las condiciones para que ba directamente el país (Vietnam) en vez de cooptar a las
tenga éxito la insurgencia armada. élites nativas (Malasia, Indonesia y Filipinas), o ii) cuando
A partir, sobre todo, del trabajo pionero de Theda Skoc- existía un gobierno “sultanista”, una dictadura personal y
pol, States And Social Revolutions (), puede decirse que caprichosa (Nicaragua), no una democracia o una dictadu-
hoy existe un núcleo duro de conocimiento acerca de por ra impersonal y burocrática (Guatemala, El Salvador, Hon-
qué triunfan y cuando fracasan los intentos insurgentes. duras).
Aunque la intención final de los alzados en armas es hacer d. En un trabajo posterior, Goodwin aclara por qué la
la “revolución” —“transformación rápida de las estructuras dictadura excluyente es condición necesaria para el triunfo
básicas del Estado y de las clases sociales” (Skocpol, : de los rebeldes; en breve, porque “agrava el malestar popu-
)—, aquí entendemos por “triunfo” la condición previa y lar, bloquea el cambio pacífico, lleva a que los opositores se
más modesta de derrocar las autoridades existentes y tomar armen en defensa propia, hace creíbles las ideas radicales,
control del aparato estatal. impulsa la organización clandestina y debilita las fuerzas
¿Cuándo, entonces, llegan los insurgentes a tomarse el contrarrevolucionarias, incluyendo los mandos militares”
poder? Los estudios de historia comparada apuntan a un (: -).
foco básico común, aunque difieren en matices o en énfasis e. En Guerrillas y revolución en América Latina ()
que vale resumir porque hacen luz sobre el caso de Colom- Timothy Wickham-Crowley encuentra que el éxito in-
bia: surgente depende de que exista una “mafiocracia” que haya
a. La propia Skocpol acuñó la expresión “revolutions are perdido el apoyo militar de Estados Unidos, a la cual se en-
not made; they come” (las revoluciones no se hacen sino que frentan cuadros revolucionarios educados que consiguen
ocurren), para significar que no es la actuación de los rebel- apoyo campesino si entre éstos preexiste una “cultura de
des sino el contexto social y político quien decide la suerte rebelión”.
del movimiento. Tras un cuidadoso examen de las revolu- f. Un poco a manera de resumen, John Foran () com-
ciones en Francia (), Rusia () y China (), para  casos de éxito o fracaso revolucionario en el Tercer
Skocpol concluye que la clave del triunfo insurgente fue el Mundo, a partir de cinco claves que encuentra en la litera-
colapso del Estado seguido por masivos levantamientos cam- tura. Las tres primeras claves son estructurales, a saber: i)
pesinos. El colapso se dio bajo regí-
menes absolutistas, cuando la amena- La marginalidad política de la insurgencia se resume en el
za militar del extranjero impuso una hecho de que sus candidatos —o el de organizaciones polí-
presión fiscal que acabó por enfren- ticas de algún modo cercanas— hayan obtenido muy pocos
tar a las clases altas con las élites po- votos en cuantas ocasiones optaron por someterse al vere-
líticas. El alzamiento popular tomó dicto popular.
fuerza solo a raíz del colapso del Esta-
do, y no se debió tanto al liderazgo revolucionario como a las que se trate de un país “dependiente” o subdesarrollado; ii)
condiciones previas de solidaridad y autonomía campesina. que su gobierno sea represivo, excluyente, personalista, y
b. Tras comparar experiencias que van desde la revolu- iii) que exista una sólida y eficaz cultura de resistencia polí-
ción inglesa de  a la caída del comunismo en Europa tica. Las otras dos claves son más coyunturales: iv) una seve-
del Este (), Richard Lachman subraya el hecho de que ra recesión económica, y v) un “relajamiento” (let-up) del
30 la movilización popular no tiene eficacia mientras sus diri- apoyo de Estados Unidos al gobierno.
© Andrés Wissinger • Archivo Sumapaz de Rocío Londoño
El conflicto, callejón con salida

Foto 1.3 Juan de la Cruz Varela, en una de las últimas fotos que le hicieron en vida.
31
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Los cinco factores se encuentran en las revoluciones clá- tente. De un lado el centro, urbano y tan moderno como las
sicas (México, Cuba, China, Nicaragua, Irán), en las antico- otras urbes de América Latina, con un Congreso que delibe-
loniales (Argelia, Vietnam, Angola, Mozambique, Zimbawe) ra y unos jueces que juzgan. Del otro, la periferia de nuevas y
y en las “revoluciones políticas” que no resultaron en “revo- no tan nuevas zonas de colonización, donde cohabitan los
lución social” (China en , Bolivia, Filipinas y Haití). En representantes elegidos del Estado y los actores armados con-
El Salvador, Perú y Guatemala hubo alguna apertura políti- tra él, las elecciones con los fusiles, la legalidad con la aven-
ca y apoyo firme de Estados Unidos al gobierno. En Chile tura y el sálvese quien pueda, el apremio y sin embargo la
(-) y en Jamaica (-) no había dictadura pero marginalidad de un proyecto revolucionario.
la izquierda triunfó en las urnas, no con las armas. Y este contraste es esencial para entender el conflicto
Así, si hubiera que expresarlo en una frase, se diría que colombiano.
la insurgencia en Colombia es periférica porque existe de-
mocracia. Una democracia “formal” si se quiere, pero una D. El fracaso del Estado
democracia arraigada y estable. Desde la creación de las Farc,
se han producido diez elecciones presidenciales abiertas, Pero si la insurgencia fracasó como proyecto revoluciona-
han sesionado doce Congresos pluripartidistas y una Cons- rio, el Estado fracasó porque fue incapaz de prevenir los
tituyente de origen popular, las autoridades locales pasaron alzamientos y ha sido incapaz de resolverlos en casi cuaren-
a ser elegidas por la ciudadanía, se han sucedido cuatro elec- ta años. Este fracaso se debe a que el conflicto también fue
ciones de gobernadores y seis de alcaldes en todo el territo- marginal o “periférico” para el Estado y para las élites, a
rio, se adoptaron los mecanismos de la democracia directa que no lo abordaron del modo prioritario, integral, concer-
tado y sostenido que exigían la gra-
Es el contraste de Colombia. Una democracia electoral esta- vedad, complejidad, profundidad y
ble y pluralista al lado de un conflicto violento y persistente. persistencia del problema. E igual
que en el caso de la guerrilla, el fra-
y se ha respetado —incluso ha aumentado— la separación caso del Estado obedece a razones estructurales más que a
de los poderes públicos. acciones u omisiones individuales de gobernantes o perso-
La marginalidad política de la insurgencia se resume en el nas influyentes (Recuadro .).
hecho de que sus candidatos —o el de organizaciones políti- Colombia, en efecto, es una sociedad intensamente frag-
cas de algún modo cercanas— hayan obtenido muy pocos mentada. Por obra, en primer lugar, de una geografía que
votos en cuantas ocasiones optaron por someterse al veredic- invita a la formación de provincias y que por mucho tiempo
to popular. El pc tuvo un máximo de siete congresistas (dos las mantuvo aisladas. Por obra, en segundo lugar, de un Es-
senadores y cinco representantes) dentro de la coalición tado históricamente débil, en términos fiscales, de capaci-
denominada Unión Nacional de Oposición (uno), en las elec- dad reguladora y aún de monopolio de la fuerza. Por obra,
ciones de . La Unión Patriótica (up) —el movimiento en tercer lugar, de una tardía, lenta e insuficiente extensión
político auspiciado por las Farc en tiempos del gobierno Be- de la ciudadanía social o incorporación de las mayorías po-
tancur— tuvo un máximo de nueve congresistas (tres senado- pulares. Y por obra, en cuarto lugar, de unas élites sin sufi-
res y seis representantes) en las elecciones de , cuando ciente base social, fragmentadas y —por ende— sin concien-
alcanzó menos del % de los votos. Los movimientos que cia de que su papel es dirigir una nación. Estos cuatro fac-
actúan como “brazo político” del eln no concurren a elec- tores —geografía, Estado débil, no inclusión, no “clase diri-
ciones o tienen poquísima votación. Es más: según las en- gente”— se conectan y alimentan entre sí para producir una
cuestas de opinión a lo largo de los años, apenas dos o tres de sociedad diversificada, heterogénea, vital y pluralista, pero
cada cien colombianos sienten simpatía por la insurgencia también propensa al conflicto, al bloqueo y a la incapaci-
y la inmensa mayoría la percibe como puramente criminal. dad de resolver problemas colectivos.
Es el contraste de Colombia. Una democracia electoral Cada uno a su manera, otros países de América Latina
32 estable y pluralista al lado de un conflicto violento y persis- comparten los rasgos anteriores; pero su intensidad y su
El conflicto, callejón con salida

RECUADRO 1.2

Un país sin clase gobernante


Marco Palacios*

Cruzados apenas los umbrales del siglo xxi conviene insistir res urbanos y rurales fueron asumidos por dirigentes y co-
en cierta excepcionalidad colombiana en el ámbito latinoame- rrientes del Partido Liberal, de los cuales la izquierda, encar-
ricano. A saber, que las clases gobernantes y dirigentes de la nada principalmente por Gaitán y el gaitanismo, fue quizás su
“república oligárquica” nunca sufrieron derrota y, por tanto, expresión más poderosa), sobre una base fiscal fuerte, como
su experiencia y sensibilidad políticas son bastante limitadas empezó a plantearse y ejecutarse en la reforma tributaria de
en eso de ponerse “en plan de iguales”. Esto les ha impedido . En - empezó a desarmarse este modelo. Las cla-
dialogar y conciliar abiertamente con las clases populares y ses capitalistas y rentistas, así como la política que controlaba
con sus diversas organizaciones. Defienden en principio y a los dos partidos históricos, quedaron sobrerrepresentados en
ultranza un Estado fiscalmente débil. el Estado y en un comienzo se acomodaron a la dictadura mi-
Ni revoluciones como las de México, Bolivia o Cuba; ni litar (-).
dictaduras tradicionales al estilo de las del Caribe o Venezue- Importándoles fundamentalmente que el Estado tuviese
la o burocrático-modernizadoras como las del Cono sur; ni baja capacidad fiscal extractiva, independientemente de si
populismos blandos como los de Velasco Ibarra en Ecuador; había o no déficit en las cuentas de la hacienda pública, se
ni duros como los de Vargas y Perón en Brasil y Argentina; ni pasó a las clases populares la caja de galletas.
golpes militares reformistas como los de Perú o Panamá en la En efecto, a partir del Frente Nacional (-) la polí-
década de ; ni guerras civiles como la costarricense de tica social empezó a funcionar como una caja de galletas ad-
, con final liberal y de potencial democrático; nada de ministrada por los políticos profesionales, cada vez más in-
eso ha roto con la continuidad de dominio y gobernación de controlables, quienes dispensaban la provisión de educación,
unas clases que, colocadas al borde del abismo por sus pro- casa-lote, electricidad, acueductos, vacunas. Paliativos a la
pias pugnas, como ocurrió en el segundo semestre de , pobreza urbana y rural que sirvieron al sistema político para
optaron por el compromiso, dejando al pueblo campesino su- crear y mantener clientelas en barrios y veredas que darían
mido en el sectarismo y lo que venimos llamando La Violen- fluidez a un mercado electoral competitivo en apariencia, pero
cia. Este cerramiento oligárquico resta legitimidad democrá- de hecho circunscrito a los partidos Liberal y Conservador y
tica al Estado colombiano. Pero también le resta eficacia en a sus múltiples facciones, movimientos y grupos que jugaban
cuanto instituciones clave para el orden, como son un poder en la arena electoral de lado del gobierno de turno.
judicial independiente y su soporte, una policía moderna, que- Así registramos modestos programas asistenciales que co-
daron desbordados por la urbanización caótica, la acelerada menzaron a surgir en los comienzos del Frente Nacional como
mundialización del crimen organizado con sus múltiples ex- las juntas de acción comunal y las brigadas cívico-militares.
presiones y secuelas domésticas, de las cuales el narcotráfico Terminaron entretejiéndose a las redes remozadas de cliente-
ha sido la más gravosa. lismo electoral sobre las que pudieron montarse organizacio-
Detengámonos un momento en esta trayectoria del siglo nes y burocracias como las del Plan Nacional de Rehabilitación
xx colombiano. De  a  se apunta hacia la construc- a mediados de la década de . En este sentido, los pactos
ción de un modelo de civilidad mediante la representación entre los gobiernos y las guerrillas en - y  tam-
política de todos los intereses sociales (los intereses popula- bién estuvieron orientados por una concepción instrumental
de la vida política. La caja de galletas fue el medio ex-
* Historiador. Rector de la Universidad Nacional. pedito de cooptar guerrilleros y ganar tiempo en cier-

33
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

tas regiones o micro-regiones del país. Para los jefes guerrille- los derechos de propiedad en las zonas de colonización, a la
ros que negociaron la desmovilización de sus fuerzas fue un violencia cotidiana y a la ausencia de autoridad.
medio de legitimación y control internos. Por último, enfrentamos la peculiar dinámica social que
El continuismo colombiano genera en las clases dirigentes desencadena el conflicto armado. Los que parecían meros re-
y en las medias prósperas una mentalidad excluyente, de neo- siduos del viejo patriarcalismo y de la cultura política binaria
apartheid, que encuentra su razón de ser en la exclusión y dicotómica, omnipresente en La Violencia, vuelven a ganar
segregación implícitas en el modelo de economía política. Se centralidad. La guerra irregular termina imponiendo una ló-
supone entonces que la exclusión de los sectores populares, gica del terror sobre la población civil, que tiene una salida
rurales y urbanos de los bienes de la modernidad económica espeluznante en las corrientes de desplazados. Aquí se corroen
y de la ciudadanía puede paliarse administrando a cuenta go- los precarios tejidos sociales y los tenues lazos entre autori-
tas y desde arriba. Sobre todo después del  de abril de  dad y población. Al punto que los campesinos no siempre con-
cualquier manifestación de protesta desde abajo ha sido vista siguen distinguir por el uniforme quién es soldado, guerrille-
con desconfianza, llegando a inspirar miedo en las clases go- ro o paramilitar. “Uno no los ve, dice un campesino, porque
bernantes y la respuesta inicial suele ser de tipo policivo, pe- uno desde que oye decir que viene un grupo de paramilitares,
nal, militar. o que viene una tropa de ejército o lo que sea, uno no espera
En el proceso de modernización colombiano se rompie- para mirar. Porque uno no tiene la seguridad de si vienen a
ron los lazos premodernos de solidaridad entre clases, pero conversar con uno o si vienen es a matarlo”**.
aquí no fueron reemplazados por los vínculos igualitarios de En suma, y volviendo al inicio, lo que diferencia a nuestro
la ciudadanía política. La alternativa ofrecida por nuestra re- país de otros latinoamericanos no es la exclusión como tal, o
pública oligárquica ha sido de partida doble: de un lado, el la inseguridad ciudadana en las grandes ciudades y en los cam-
clientelismo electoral modernizado y, del otro, el funciona- pos, o la desigualdad social creciente, sino la ausencia de una
miento de lo que el sociólogo y economista Wilfredo Pareto clase dirigente capaz de gobernar el Estado, de tramitar los
denominó la circulación de élites. El funcionamiento del pro- procesos complejos de construcción de ciudadanía y de dar
ceso electoral exige reconocer, valorar y emplear el talento curso al sentimiento de que todos somos colombianos.
político individual, ese bien escaso en las sociedades, sin te-
ner en cuenta el origen social de sus portadores.
La geografía de guerrillas, paramilitares, cultivos ilícitos,
rutas del contrabando, es la geografía de la colonización de la
segunda mitad del siglo xx. La extraordinaria historia de las
colonizaciones de este país, colonizador por excelencia, es la
historia de millones de vidas que han buscado rehacerse en
condiciones económicas y sociales adversas, quizás menos
opresivas aunque menos solidarias que las de sus comunida-
des campesinas de origen. Por eso no debiera sorprender que
guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y contrabandistas
hayan encontrado respaldo en las poblaciones de colonos
individualistas cuya atomización es más acusada si considera- ** María Victoria Uribe, 1998, “Entre la parodia y el simulacro. Interac-
mos que en la frontera agraria la gente proviene de todos los ciones entre ejército, guerrilla y paramilitares en Colombia”, ponencia pre-
rincones del país; sin olvidar, además, el aspecto que se refiere sentada en el Seminario internacional Violencia Política, Desplazamiento For-
a la baja institucionalidad que caracteriza la adjudicación de zado y Alternativas de Paz en Colombia, ICAN, Bogotá, agosto 10 al 13.

34
El conflicto, callejón con salida

presencia simultánea en mucho explicarían la singularidad proceso colectivo de inclusión o extensión de la ciudadanía.
del “caso” colombiano con sus grandes defectos y sus virtu- En cambio habría movilidad o ascenso individual, de suer-
des históricas. La virtud de ser una democracia estable en te que personas de distinto origen ingresan a las élites econó-
medio de frecuentes dictaduras (porque el poder en Colom- micas o políticas por métodos legales o —cómo no— ilega-
bia está muy fragmentado), la virtud de un crecimiento eco- les; y así, más que una “clase dirigente”, tenemos una serie
nómico modesto pero sostenido (porque el país cuenta con de élites inconexas, personas que “sólo tienen en común el
muchos “motores” alternativos) y la virtud de una rica diver- club” (Deas, ).
sidad regional y cultural. El defecto de una exclusión y una Hagamos aquí una pausa para atar algunos cabos. Igual,
desigualdad social muy intensas, el del fácil recurso a la ile- digamos, que Brasil, Perú, Bolivia o Venezuela —aunque qui-
galidad (incluyendo —¡de qué modo!— el narcotráfico) y, zá más que ellos— Colombia tiene una historia de colonos
claro está, el de la propensión a la violencia política y social. y fronteras donde pueden anidar ejércitos no estatales; pero
Este Informe no es lugar para presentar la prolija sustenta- en el país no hubo o fue más débil el “momento populista”
ción empírica que piden los asertos anteriores. Pero vale (digamos, el de Getulio Vargas en Brasil, el de Velasco Alva-
ahondar un poco sobre la idea central: la fragmentación y rado en Perú, el de la revolución boliviana de  o el del
recortada visión de las élites colombianas. Como en el caso boom petrolero en Venezuela). De hecho, valdría decir que
de la revolución, hay un cierto núcleo duro de saber acerca el momento López Pumarejo-Gaitán fue el último intento
del asunto, núcleo que está bien expresado en un texto clá- de inclusión masiva; la violencia social, que de uno u otro
sico de Charles Tilly: “La formación de los estados nacio- modo venía crujiendo desde los años , reventó al dete-
nales no fue una experiencia de élites modernizantes que nerse la Revolución en Marcha y rápidamente se desvió a
articularan las demandas de las masas y se enfrentaran a los La Violencia. Y en este punto entronca la guerrilla actual
titulares tradicionales del poder para satisfacer esas deman- con su fracaso como proyecto revolucionario, como entron-
das. Lejos de ello. Nuestro estudio (que reunió a ocho gurúes ca la continuada incapacidad del Estado y de las élites co-
de la sociología histórica) descubrió un mundo donde pe- lombianas para encontrar la salida del conflicto. En térmi-
queños grupos de hombres hambrientos de poder lucha- nos analíticos, diríamos que la geografía fue una condición
ron contra muchos rivales en la búsqueda de sus propios necesaria, el frenazo al proceso de inclusión social fue el pre-
fines, e inadvertidamente promovieron la formación del cipitante, La Violencia fue el inicio y la desarticulación de
Estado nacional y la inclusión gradual de los sectores po- las élites el sostén de un conflicto tan excepcionalmente com-
pulares” (: ). En efecto: los derechos políticos, eco- plejo y prolongado.
nómicos y sociales no se extienden de manera gratuita; son En términos más específicos, aunque breves por necesi-
contraprestaciones que ofrecen sectores emergentes de la dad, se podrían enunciar ocho vínculos negativos entre la
élite a cambio de apoyo para derrotar el poder establecido; conformación-orientación de las élites y la evolución del
y este proceso de ampliación de la ciudadanía avanza hasta conflicto armado en Colombia:
tener una sociedad incluyente y unas élites que por propio a. Falta de perspectiva. Unas élites que comprensiblemente
interés, “piensan en todos”. invierten la energía en avanzar su carrera personal —puesto
A la inversa, en el caso colombiano, la fractura regional y que los proyectos colectivos son tan débiles— tienden por
el Estado débil (o sea sin mucho que ofrecer) se sumaron a eso mismo a no ver el conjunto y a ser cortoplacistas. De
la fragmentación del movimiento popular y a los mecanis- hecho, durante mucho años la “clase dirigente” no vio el
mos verticales, segmentarios o personalistas de control so- conflicto armado sino una matazón lejana de campesinos
cial (la encomienda, la hacienda, el clientelismo, la “palan- embrutecidos por el sectarismo; y cuando, como se dirá en
ca”, etc.) para frenar en un nivel comparativamente bajo el el Capítulo , el conflicto golpeó al centro del sistema políti-

2. Las ideas anteriores, igual que los comentarios sobre el sistema político colombiano a lo largo del capítulo, se desarrollan en un trabajo de Hernando Gómez
Buendía, Colombia y su encrucijada, Colciencias/ Universidad del Rosario (en preparación). 35
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

co, la dirigencia empezó a ensayar fórmulas simplistas, im- público, que por un lado distrae recursos muy cuantiosos
provisadas y ciclotímicas, un gobierno le apuesta a la paz del gasto social, por otro deslegitima el sistema político y
negociada pronta y fácil, y el que sigue a un triunfo militar aún, por otro, da un pretexto a la acción de los violentos.
fácil y pronto, o viceversa. Por no apreciar las distintas facetas c. Desentendimiento. La fragmentación de las élites crea
del problema, se usan remedios parciales o sesgados; por la idea en cada subsector de que otro está haciendo las co-
no poder mirar más allá del cuatrienio, falta política de Esta- sas o debería estarlo; y esto refuerza la tendencia natural a
do y sobran activismos de gobierno. evadir los costos de los llamados “bienes públicos”, que uno
La falta de perspectiva fue especialmente dañosa en los puede disfrutar aunque no pague. El prototipo de tales bie-
momentos que marcaron puntos de inflexión en el conflicto. nes es la seguridad ciudadana, y la muestra más clara del
Así ocurrió en el tránsito de la autodefensa campesina a la desentendimiento de las élites es la escasez de jóvenes de
guerrilla comunista: antes que pedir la revolución, los colo- clase alta en las Fuerzas Armadas: el problema no es de ellos
nos de la época reclamaban más presencia del Estado (acce- sino de alguien anónimo que deberá morir por defenderlos.
so al mercado, titularización, etc.); y así, lo que hubiera podi- Es más: aunque achaquen todos sus males al conflicto y aun-
do resolverse con una buena gestión agraria, acabó siendo que exigen que el Estado lo cure de raíz, las élites colombia-
una insurgencia comunista en pleno auge de la Guerra Fría nas son bastante remisas a apechar con el costo: la evasión
(Recuadro .). O así ocurrió con la escalada del conflicto del impuesto a la renta llega a % del recaudo (Misión del
durante los , que ante todo obedece al narcotráfico: pues Ingreso Público, : ) y la carga tributaria vale apenas
los dos males ya eran obvios y graves durante los  pero no ,% del pib. En promedio la carga tributaria en países de
se hizo nada para evitar el contagio claramente previsible. alto desarrollo humano es del ,% (pnud, ), y la de
b. Débil sentido de lo público. Mucho se ha escrito sobre algunos países en conflicto, actual o reciente, es como si-
el predominio de intereses particulares en la política y en la gue: Israel (,%), Sri Lanka (,%), Sierra Leona (,%),
esfera pública, pero quizá un graffiti logró sintetizarlo: “el Perú (%), Albania (,%), Croacia (,%), Azerbaiyán
sector público es el sector privado de los políticos”. Para (,%), Malasia (,%), Filipinas (%), Indonesia (,%).
añadir otra exageración: quizá porque la democracia elec- (Banco Mundial, ; undp, ).
toral en un país con pobreza extendida implica clientelismo, d. Inclusión limitada. La relación entre violencia y desi-
el sistema político colombiano es altamente clientelista. Esto gualdad social es bastante compleja y controvertida. Por un
a su vez implica que los políticos no se dediquen en reali- lado, son muchas las sociedades con altos índices de iniqui-
dad a la política —es decir, a representar fuerzas sociales dad, exclusión o pobreza donde no se da conflicto armado;
alternativas y a darle rumbos alternativos al país—; se dedi- pero por otro lado en los países prósperos e igualitarios no
can más bien a administrar empresas electorales. Tales em- suelen darse guerras civiles —y en este sentido se diría que
presas consisten —en otra caricatura— en repartir favores la desigualdad es una condición necesaria pero no suficiente
entre los votantes (“clientelismo”), repartir puestos entre de la guerra interna (Gutiérrez, ). No es exacto pues
los activistas (“patrimonialismo”) y repartir contratos o lici- decir que “la violencia en Colombia se debe a la pobreza” o
taciones entre los financistas (“mercantilismo”). a la “injusticia social”; pero tampoco es exacto decir que “la
Semejante manera de “hacer política” incide sobre el guerrilla no tiene que ver con la miseria”. En los capítulos 
conflicto al menos en tres vías. Por la de la exclusión: dado y  se ahondará en esta relación; en este punto, sin embar-
su alto costo unitario, el clientelismo deja por fuera del sis- go, ha de notarse que aquella falta de incorporación de los
tema político a mucha gente, tal vez también a muchos re- sectores populares conecta el tema de las élites con el con-
beldes potenciales. Por la de no convocar: al trivializar la flicto armado. Y además de la exclusión o la pobreza —que
política y sus discursos, el clientelismo cierra el paso a Colombia comparte con países vecinos donde no hay gue-
ideólogos y fuerzas sociales cohesionadas. Y por la vía de la rra—, éstas tendrían aquí dos caracteres que ayudan a la vio-
corrupción; la mezcla de mercantilismo para los de arriba, lencia; uno es la falta de los referentes simbólicos originados
patrimonialismo para los del medio y clientelismo para los en procesos de movilización e incorporación popular masi-
36 de abajo masifica la cultura de apropiación privada de lo va (la “ideología de la revolución” en México, Bolivia o Cuba,
El conflicto, callejón con salida

RECUADRO 1.3

Queremos una paz sin hambre y sin represión


Manuel Marulanda Vélez*

Huyendo de la represión oficial nos radicamos como colonos lo Torres Restrepo para que se entrevistara con nosotros, pero
en la región de Marquetalia (Tolima), donde el Estado nos los altos mandos militares se lo impidieron. A los pocos días
expropió fincas, ganado, cerdos y aves de corral, extendiendo empezó el gigantesco operativo con  mil hombres del ejérci-
esta medida a los miles de compatriotas que no compartían la to que utilizaron toda clase de armas, incluso bombas bacte-
política bipartidista del Frente Nacional. riológicas lanzadas por aviones piloteados por expertos mili-
El Congreso facultó al presidente y a los altos mandos mi- tares gringos, y sólo ahora, después de  años de permanente
litares para que nos pasaran la cuenta de cobro por haber en- conformación armada, los poderes y la sociedad comienzan a
frentado las dictaduras de Laureano Gómez y del general Ro- darse cuenta de las graves consecuencias del ataque a Mar-
jas Pinilla, a pesar de haber sido nosotros amnistiados e indul- quetalia.
tados por una ley del Parlamento. En aquel entonces, esos  campesinos solamente exigían
Esperamos ocho años para conocer los resultados, inclui- la construcción de vías de penetración para sacar sus produc-
da la indemnización de quienes perdieron todo en los depar- tos agrícolas, un centro de mercadeo y unas escuelas para edu-
tamentos de Tolima, Huila, Cauca, Valle y Caldas. Los tres car a sus hijos, lo que implicaba del Estado una inversión no
poderes nunca hicieron nada para materializar los acuerdos y superior a cinco millones de pesos.
menos aún para aclimatar la paz. En diciembre de , con el ataque a Casa Verde, me-
En , a raíz del triunfo de la revolución cubana, el presi- diante bombardeos y ametrallamientos... el señor César Gavi-
dente Kennedy diseñó un plan contrainsurgente para Améri- ria aniquila toda posibilidad de diálogos encaminados a mon-
ca Latina, con el fin de evitar el surgimiento de otras revolu- tar la paz. Con esta nueva agresión el Ejército oficial se apode-
ciones en el continente; a estas medidas diseñadas por el Pen- ra de  mulas,  caballos de silla, . cabezas de ganado,
tágono se les dio el nombre del Plan Lasso, y es dentro de este  cerdos,  aves de corral,  toneladas de comida, destru-
marco cuando el presidente Guillermo León Valencia le de- ye puentes de la comunidad, arrasa con las sementeras y que-
clara la guerra a  campesinos de la región de Marquetalia, ma casas para demostrar el poderío del Estado a través de la
dirigidos por Manuel Marulanda Vélez. fuerza pública. De la misma manera procedieron en  en
Ante la inminencia de la agresión gubernamental, estos  las regiones de El Pato (Caquetá), Guayabero (Meta), y Riochi-
hombres se dirigieron al propio presidente, al Congreso, a los quito (Cauca).
gobernadores, a la Cruz Roja Nacional e Internacional, a la
Iglesia, a las Naciones Unidas, a los intelectuales franceses y
demás organizaciones democráticas, para que impidieran el
*
comienzo de una nueva confrontación armada en Colombia Extractos del mensaje de Manuel Marulanda Vélez, máximo coman-
con imprevisibles consecuencias. Desdichadamente nadie nos dante de las Farc-EP, leído por Joaquín Gómez, durante la instalación de las
escuchó, salvo la Iglesia, ya que comisionó al sacerdote Cami- mesas de diálogo, en San Vicente del Caguán, 7 de enero de 1999.

por ejemplo); otro sería el gradualismo de los avances so- aún más inadecuado del país periférico. Por una parte, las
ciales en Colombia, con la creencia asociada de que uno élites perciben a esa “otra Colombia” (las zonas de coloniza-
avanzó por mérito individual y no por apertura del sistema. ción, las minorías étnicas, etc.) como un mundo raro, pri-
e. Maltrato de “la otra Colombia”. La dispersión y falta mitivo, inferior y amenazante que nos llenó de problemas y
de “sentido nacional” de las élites conlleva un tratamiento que debe someterse a disciplina (García, ). Por otra la 37
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

someten a un régimen de “colonia interna”, sujeta a la vora- Estado”. Pero esto para nada niega que ciertos funciona-
cidad de terratenientes, comerciantes y funcionarios vena- rios, algunos mandos militares, determinados políticos e in-
les que extraen el excedente y lo trasladan a la “metrópoli” cluso grandes empresarios —lo admite Carlos Castaño (:
(Bogotá, la capital del departamento, la ciudad-boom de la -)— patrocinen o cohonesten con la actuación de gru-
zona). Este mixto de desprecio y rebatiña inspira por su- pos paramilitares. Los apoyos de arriba ayudan a explicar
puesto estrategias erradas y acciones contraindicadas en los porqué las autodefensas regionales logran cierto grado de
territorios más sensibles al conflicto. articulación y visibilidad nacional, o por qué el paramili-
f. Degradación de poderes regionales. La privatización del tarismo creció en respuesta a los diálogos de paz con la gue-
Estado tiende a ser mayor en la región que en la nación y es rrilla y a los intentos de reforma o apertura del sistema de
especialmente intensa en ciertas zonas. Bajo el régimen de los últimos veinte años (Romero, ).
hacienda que a su tiempo predominó en los Andes, en el h. Militar y no político. Al interior del aparato estatal, la
Caribe y en la Orinoquia surgió un “capitalismo de familia” democracia por empate se plasma en el “pacto de reparto”
con influencia o control simultáneo sobre la tierra, el apara- o régimen de “compartimentos estancos”, que consiste en
to electoral, la administración local, la justicia y los cuerpos entregar cada esfera de gestión (la política económica, la ad-
de seguridad. Este arreglo tradicional —que además fue co- ministración de justicia, la política social, las relaciones exte-
mún a varios países latinoamericanos— perdió sus tintes, riores, etc.) al sector interesado de la élite para que la admi-
digamos, “paternalistas”, a medida
que las tierras pasaban a manos de Aunque achaquen todos sus males al conflicto y aunque
narcotraficantes y jefes guerrilleros o exigen que el Estado lo cure de raíz, las élites colombia-
paramilitares. Las élites nacionales, nas son bastante remisas a apechar con el costo: la eva-
dispersas, distraídas o cómplices, no sión del impuesto a la renta llega a 33% del recaudo.
le pusieron coto a este proceso que ha-
bría de entregar varias regiones de Colombia al maridaje nistre en forma autónoma. Este mecanismo operó también
entre señores de la guerra y autoridades locales, con el uso respecto del conflicto, cuyo manejo fue entregado a las Fuer-
creciente de la fuerza para fines privados y la penetración zas Armadas y su círculo —con una implicación importantí-
mafiosa del sistema político (partidos y Congreso) de abajo sima: el conflicto entendido como problema militar, y no
para arriba o de la “periferia” al “centro”. como el asunto esencial de la política.
g. Élites y paramilitares. Más que por una ciudadanía uni- Se dijo, en efecto, que inicialmente La Violencia fue un
versal y vigorosa, podría decirse que la democracia colom- conflicto entre los dos partidos tradicionales. Es pues com-
biana existe “por empate”: ningún sector de la élite logra prensible que, tras pactar la rotación y el reparto pacífico
imponerse sobre el resto. Esto corresponde al carácter tran- del poder entre liberales y conservadores, los dirigentes del
saccional y gradualista que a menudo se aplaude a nuestra Frente Nacional pensaran que el problema político detrás
vida política (Posada, ), pero igual corresponde a la he- de la violencia ya estaba resuelto, y que sus remanentes eran
terogeneidad del bloque de poder y de las coaliciones de el bandidaje y la delincuencia rural que suelen darse tras
gobierno. En estas circunstancias la extrema derecha, igual una “guerra civil” en cualquier lugar del mundo. A partir
que otros segmentos de la élite, tiene unos espacios y unos pues de , y de manera casi invariable, el Estado ha en-
modos de influir sobre determinadas instancias del gobier- tendido la insurgencia como un problema de “orden públi-
no central, las corporaciones públicas, el aparato judicial, las co” —más propiamente, de “desorden público”. Esta lectu-
administraciones locales, los gremios, los medios de comu- ra era altamente compatible con otro pacto implícito del
nicación y la opinión pública nacional e internacional. Frente Nacional: los militares devolvían el poder (que ejer-
Comoquiera que sea, los “halcones” dispuestos a finan- cían desde el golpe de Rojas en ) y se retiraban de la
ciar o promover la guerra sucia son una minoría dentro de política a cambio de no ser sometidos a juicio por sus ac-
la élite y por eso no es válido afirmar, como lo hace la guerri- tuaciones bajo la dictadura y de mantener jurisdicción ex-
38 lla, que el paramilitarismo en Colombia sea “una política de clusiva sobre las cuestiones de “orden público”.
El conflicto, callejón con salida

La guerra como un problema puramente militar, sin con- eventual entre uno y otro parecerá un encuentro cuando es
ducción política. Medio país —el centro— en relativa paz, un desencuentro. Por eso en El Caguán bajo Pastrana, y antes
haciendo business —y, más notable, politics— as usual. El en Caracas-Tlaxcala bajo Gaviria, y antes en La Uribe bajo
otro medio país —la periferia— confiado a las Fuerzas Ar- Betancur, se sucedieron largas conversaciones de sordos.
madas para que impusieran el orden. El conflicto no ha sido tratado siempre o exclusivamente
Pero este arreglo cómodo para la “clase dirigente” tenía como asunto de “orden público”. En los nueve procesos de
el doble defecto de ignorar las dimensiones extramilitares desmovilización exitosos del período Barco-Gaviria se acor-
del conflicto y de quitar eficacia a la acción militar. La “ex- daron garantías políticas y ayudas de reinserción. Después
clusividad” a las Fuerzas Armadas para atender el conflicto de  se han expedido tres leyes de amnistía, se ha exten-
reforzó su tendencia a ser un ghetto, debilitó el control civil, dido el indulto en cinco oportunidades y se han concedido
agravó las suspicacias recíprocas, las aisló del medio donde  rebajas de penas. Entre  y , cada presidente
debían triunfar, las hizo sentir abandonadas por la opinión inició diálogos con la Farc o el eln, y su consiguiente “estatus
y el “establecimiento”, las acercó de rebote a la derecha polí- político” fue formalizado por cuatro de ellos (Betancur, Gavi-
tica, las hizo más sensibles al influjo directo de Estados Uni- ria, Samper, Pastrana).
dos y sus prioridades, redujo su motivación de lucha, tole- Pero ninguna guerrilla —desmovilizada o existente— ha
ró su burocratización y le dio cabida a la corrupción. logrado imponer o negociar reformas substantivas; y nin-
Esta visión del conflicto como un asunto criminal y pe- gún presidente, candidato o directorio político ha plantea-
riférico se mantuvo intacta durante mucho tiempo y aún pre- do claramente las reformas “objetivas” que estaría dispues-
domina en la actitud del Estado y las élites. En efecto, du- to a convenir con la insurgencia. Pese a que está destruyen-
rante  años no se ensayó sino la acción armada para elimi- do el país, la guerra no ha entrado aún a la política.
nar a los “bandoleros” (no se hablaba de “guerrilleros”) y
apenas en  el presidente Betancur admitió que la gue- E. Y sin embargo
rra no se debía sólo a “causas subjetivas” sino que había
“causas objetivas”. El gobierno siguiente impulsó el Plan La interpretación del conflicto aquí propuesta podría pres-
Nacional de Rehabilitación (pnr) para atender los munici- tarse a tres malentendidos que conviene despejar desde un
pios en zonas de violencia; y Andrés Pastrana llamó a su principio. Primero: ni su carácter esencialmente campesino
Plan de Desarrollo Cambio para Construir la Paz en reco- en un país predominantemente urbano, ni su falta de apoyo
nocimiento de que la guerra debería ser tema central de las masivo significan que los grupos armados carezcan de pro-
políticas públicas. yectos políticos. Segundo: el hecho de que el Estado no haya
Pero, además de tardío, el reconocimiento ha sido par- podido resolver el conflicto no significa que hayan faltado
cial y más bien retórico. Y esta no politicidad del conflicto los esfuerzos y los logros. Tercero: que el conflicto se asien-
se confirma, a los ojos del Estado y las élites, en tanto la in- te en la “periferia” geográfica y política, no significa que el
surgencia carece de simpatía o apoyo masivo, en tanto no plan- “centro” deje de ser la fuente, el objetivo y, cada día más, el
tea la amenaza de un alzamiento popular, en tanto —para escenario, del mismo. Veamos.
insistir— la guerrilla es marginal al sistema político.
La guerrilla entonces se fue quedando al margen de la 1. Proyectos políticos
política y los políticos se fueron desentendiendo de la gue-
rrilla. El resultado ha sido agrandar la distancia entre dos Las guerrillas colombianas, sin excepción, han adoptado un
mundos y dos modos de pensar, de modo tal que el diálogo programa político, se han aliado y dividido por creencias

3. Aunque la situación ha comenzado a cambiar bajo el Presidente Uribe, en las Fuerzas Armadas colombianas hay seis funcionarios administrativos por cada
operativo, cuando en Estados Unidos la proporción es de uno a tres (Richani, 2002: 46).
4. Aunque no existen datos agregados sobre el particular, son frecuentes los episodios de corrupción entre oficiales, tropa o civiles adscritos que denuncia la
prensa; el efecto de estas prácticas sobre las filas y sobre la moral de combate es por supuesto desastroso. 39
© Archivo Juan de la Cruz Varela
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Foto 1.4 Columna de Villarrica. Pacto de Paz en Cabrera, Cundinamarca, 1953.


40
El conflicto, callejón con salida

políticas, han hecho proselitismo y “trabajo de base”, han lumna de marcha”...), héroes (Bolívar, Jacobo Arenas...), ri-
creado o contado con un movimiento político desarmado, tos (sesiones de autocrítica, juicios revolucionarios), tradi-
han participado en diálogos y acuerdos con autoridades na- ción de padres a hijos guerrilleros, escuelas de formación e
cionales o locales y con organizaciones políticas diversas. indoctrinamiento continuado (Ferro y Uribe, ).
Es más: sus militantes o, en todo caso, sus dirigentes se Lo dicho para las Farc básicamente vale para otras organi-
autodefinen como revolucionarios, y este sólo hecho impor- zaciones guerrilleras, con una salvedad significativa. Aunque
ta porque la idea que cada quien tiene de sí mismo —verda- todos los grupos se inspiran en el marxismo, cada guerrilla
dera o falsa, justa o injusta— influye en forma decisiva sobre es una “secta” nacida de las divisiones en el “campo socialis-
sus actuaciones. ta”: la línea china (epl), la cubana (eln), la soviética (Farc).
De manera por demás esquemática, se podría hablar de Separadas por tesis substantivas y concepciones estratégi-
tres momentos en la ideología de las Farc, advirtiendo que cas, no menos que por odios cultivados al calor de una histo-
cada uno deja ecos en el siguiente y que se trata de “acen- ria compartida, estas sectas llegan a veces a choques milita-
tos” dentro de un discurso bastante monolítico: res, a veces coexisten y otras veces cooperan sobre el terreno
a. El agrarismo radical, que se mantuvo hasta los  y que o constituyen alianzas frente al Estado (la “Coordinadora
pedía garantías políticas, indemnización para los campesinos guerrillera Simón Bolívar” fue el intento más reciente).
desplazados, reforma agraria e inver-
sión pública en el campo Pero ninguna guerrilla —desmovilizada o existente— ha lo-
b. El marxismo-leninismo línea grado imponer o negociar reformas substantivas; y ningún
urss, que dominó hasta comienzos presidente, candidato o directorio político ha planteado cla-
de los , en una versión acartonada ramente las reformas “objetivas” que estaría dispuesto a
y militarista para la cual “el poder convenir con la insurgencia. Pese a que está destruyendo el
nace del fusil”. país, la guerra no ha entrado aún a la política.
c. El bolivarianismo, que se acen-
túa tras la caída de la urss, donde reviven y se actualizan El eln, en particular, nació en contrapunto a la idea, por
ciertas ideas gruesas del Libertador (latinoamericanismo, entonces ortodoxa, de la guerrilla como simple autodefensa
antiimperialismo, militarismo, intervencionismo económi- campesina: la revolución socialista no vendrá si no es jalo-
co, etc.). nada por una vanguardia político-militar y por eso el pri-
No menos, a su propia manera, el discurso de las Farc ha mer punto de su primer manifiesto era “la toma del poder
ido recogiendo ciertos temas con fuerza en la opinión pú- para las clases populares” (: ). De aquí se siguen di-
blica, como decir el anticlientelismo, la denuncia de prácti- ferencias con las Farc, que pueden resumirse en que éstas
cas y funcionarios corruptos, la resistencia a la globalización son más un “ejército revolucionario” mientras aquel es más
y al neoliberalismo, la defensa de la descentralización y de un “partido en armas”; las Farc están cerca de los colonos y
la democracia participativa. el eln de los sindicatos; las unas son agraristas y el otro es
Con matices, tensiones —e incluso enfrentamientos— el petrolero; el uno, si se quiere, es más político, las otras más
ideario político de las Farc ha sido compartido por sus so- militares. Pero en ambos hay un proyecto revolucionario,
cios desarmados: el pc, en una relación ambigua, cambiante unas creencias que unifican y en algún grado contribuyen a
y prolongada; la up, fruto de la apertura electoral de los  y moldear la vida interna de la organización, sus relaciones
atrozmente diezmada; y el Movimiento Bolivariano, parti- con la comunidad, sus prioridades y sus métodos.
do clandestino de los últimos años. Sin que aprueben los métodos de la guerrilla, simpati-
Sin una ideología compartida no podría explicarse la cen con ella o haya siquiera oído sus discursos, también es
sostenida unidad interna de las Farc, pese a su crecimiento indudable que muchos colombianos profesan una ideolo-
numérico y a la creciente degradación de la guerra. Esa ideo- gía justiciera o cultura de reivindicación más o menos ex-
logía se encarna y se refuerza en prácticas institucionales y plícita o borrosa. La realidad social justifica por supuesto el
en una “cultura organizacional” que incluye mitos (la “Co- descontento, da pie al resentimiento y alimenta la actitud 41
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

contestataria. En este sentido, pues, la guerrilla forma parte pública no pueda ingresar, o que la guerrilla gane simpatía
de una matriz que abarca mucho más que sus combatien- interna o internacional; el gasto militar ha aumentado de modo
tes, sus redes de apoyo y sus simpatizantes —lo cual, como sustantivo, las Fuerzas Armadas se han modernizado, la in-
dirá el Capítulo , es fuente de confusiones trágicas. versión publica y la presencia del Estado en regiones de con-
Otra muestra de la confusión es el hecho de que los para- flicto se han multiplicado, la descentralización ha progre-
militares apelen a esa misma cultura de reivindicación para sado más que en el resto de América Latina, la Constitución
validarse como proyecto político; la plataforma de las auc, del  abrió horizontes y espacios para “democratizar la de-
por ejemplo, demanda reforma agraria, reforma urbana y mocracia”, se han dado varios procesos de diálogo y varias
otras medidas redistributivas. Más precisamente, esta orga- desmovilizaciones exitosas, se han salvado miles de vidas
nización se autodefine como un “movimiento político–mili- gracias al heroísmo callado de soldados, policías, gestores
tar de carácter antisubversivo en el
ejercicio del uso al derecho de la le- Las guerrillas colombianas, sin excepción, han adoptado un
gítima defensa que reclama las trans- programa político, se han aliado y dividido por creencias
formaciones del Estado, pero no políticas, han hecho proselitismo y “trabajo de base”, han
atenta contra él” (auc, ). Así, aun- creado o contado con un movimiento político desarmado,
que los paramilitares surgen como han participado en diálogos y acuerdos con autoridades na-
respuesta puramente local y militar a cionales o locales y con organizaciones políticas diversas.
las guerrillas, luego buscan cierta uni-
dad nacional, adoptan un discurso ideológico, ganan apoyo de paz y gente —mucha gente— del común. Es otra vez, la
de opinión e incursionan en la política mediante sus pro- paradoja de Colombia: un país lleno de creatividad y de
pios aparatos desarmados (como lo fue el Movimiento de pujanza, un país que no se rinde pero que no ha podido de-
Renovación Nacional, Morena) o el patrocinio discreto de jar atrás el llanto.
ciertos candidatos. En este sentido más limitado vale pues
decir que las autodefensas son una fuerza política, cuyas 3. El conflicto y el centro
ideas de algún modo se reflejan en sus estrategias y sus ac-
tuaciones. Si algún lector recibió la impresión de que hay “dos Colom-
bias” separadas, de que el centro puede entenderse sin pe-
2. Esfuerzos y logros riferia o viceversa, nos afanamos a corregir el malentendi-
do: esta Colombia y “la otra” son arte y parte de un sólo
Sería muy injusto —y además muy erróneo— dejar en este conflicto que se alimenta de ambas, se expresa en ambas y
punto la impresión de que el Estado no haya hecho nada para necesita resolverse en ambas. De entrada, la distinción en-
resolver el conflicto, de que no se haya logrado nada, o de tre “centro” y “periferia” es apenas un recurso conceptual y
que todas las élites sean igualmente culpables del fracaso. En el límite geográfico entre los dos es —lo habrá sentido el
este Informe, el lector hallará referencias incontables a lo que lector— cada día más borroso. Es más: aunque el conflicto
se ha intentado y lo que se ha logrado por acción de los go- exista principalmente en la “periferia”, su raíz, su motor y
biernos, las élites —y también, de la gente del común— por su objetivo están principalmente en “el centro”. Se enun-
atender cada faceta del conflicto. Para dar apenas un primer cian, por ahora, dos conexiones importantes:
brochazo, subrayemos que, a pesar de todo, Colombia ha • Con índices de pobreza rural que han ido desde %
logrado mantener su democracia y su respeto básico al Esta- hasta  % en los últimos treinta años, con desempleo urba-
do de derecho, o que hubo crecimiento económico y mejoría no entre % y %, con un sector informal o de rebusque
social durante casi cada año de estas cuatro décadas. Especí- que ocupa dos de cada tres trabajadores, las puertas están
ficamente respecto del conflicto, subrayemos que el Estado abiertas para que campesinos y marginales de la ciudad
ha evitado que la insurgencia avance a la “guerra de posicio- migren en busca de una vida mejor o menos peor en esa
42 nes”, que haya un centímetro del territorio donde la fuerza “tierra nueva” que ofrece ser la frontera. Y así, la dureza del
El conflicto, callejón con salida

conflicto no ha sido óbice para sostener el proceso de colo- hechos de violencia se extiendan más y más a las ciudades o
nización reseñado al comienzo del capítulo. De hecho, la golpeen más y más a las clases altas, sino por tres mecanis-
población en los departamentos eje de “la otra Colombia” mos que serán examinados con algún detalle en próximos
(Meta, Arauca, Guaviare, Casanare, Amazonas, Putumayo, capítulos:
Guainia, Vichada) aumentó de . en  a .. • En la mente y en el discurso de muchos insurgentes
en el  de acuerdo con las proyecciones del Dane. sigue estando el sueño de la revolución, que necesariamente
• El límite supuesto entre las “dos Colombias” se ha bo- pasa por la derrota y control del Estado central: la guerra,
rrado ante todo porque ninguna persona que resida en el para ellos, es esencialmente política.
territorio nacional está hoy exenta de sufrir el conflicto en • Más allá o más acá del querer de sus actores, la guerra
carne propia: cilindros de gas, bombas, asesinatos, secues- pasó a tener gran incidencia sobre las relaciones exteriores
tros o extorsiones se dan en cualquier vereda, pueblo o ciu- del país. Esto se debe más que todo al nexo entre los arma-
dad. Pero la omnipresencia física del conflicto no es incom- dos y el tráfico de drogas, lo que hace del conflicto un “inte-
patible con su marginalidad política. Primero, porque la gran rés vital” para Estados Unidos. También cuenta la globaliza-
mayoría de la gente vive la “guerra” como inseguridad o ame- ción, que hace más sensitivo el flujo de inversiones a los pro-
naza criminal, no como confrontación o como esperanza. blemas de seguridad local. Y así, para las élites colombia-
Segundo, porque no hacen falta muchos sino pocos indivi- nas, la guerra se volvió “política” aunque sus enemigos no
duos armados para causar daño, alarma y conmoción de sean “políticos” sino apenas “criminales”.
gran escala; en un país con la extensión y población de Co- • Sea o no sea política su guerra, las necesidades finan-
lombia,  mil guerrilleros y paramilitares (. de las Farc, cieras del grupo armado bastarían para encaminar sus actos
. del eln y .  de las auc, según los estimativos más hacia el centro, donde se encuentra por supuesto la gran
autorizados), son más que suficientes para llevar la guerra riqueza.
a todos los rincones, aunque no sean sino siete de cada diez Como meta ideal para los unos, como problema princi-
mil habitantes en nuestros campos y ciudades. pal para los otros, como sustento económico para todos, el
Comoquiera se lo defina, el “centro” está pues siendo centro está pues en el centro del conflicto.
cada vez más afectado por el conflicto. No sólo porque los

5. Ministerio de Defensa, consolidado en Presidencia de la República-DNP (2003:17). 43


Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Bibliografía y referencias

auc (), Constitución de las Autodefensas Unidas de Colombia, Urabá,  de abril de , en www.colombialibre.org.
Banco Mundial (), Informe sobre el desarrollo mundial, Madrid, Ediciones Mundi-Prensa.
Barbosa Estepa, Reinando (), “Paraestados y crisis institucional en la Orinoquia colombiana” en Javier Guerrero (compilador),
Iglesia, movimiento y partidos: política y violencia en la historia de Colombia, Tunja, Colección Memorias de Historia, volumen , pp.
-.
Castaño, Carlos (), Mi confesión, Bogotá, Oveja Negra.
Deas, Malcom (), Del poder y la gramática y otros ensayos sobre historia, política y literatura colombianas, Bogotá, Tercer
Mundo Editores.
——— (), “Muertos de la risa”, en revista Semana, nº ,  de junio de .
eln (), Manifiesto de Simacota ( de enero de ), en www.eln-voces.com; también en Corporación Observatorio para la
Paz (), Las verdaderas intenciones del eln, Bogotá, Intermedio Editores.
Farc (), Declaración de la ii Conferencia del Bloque Guerrillero del Sur de Colombia,  de abril a  de mayo , en Farc,
por la liberación nacional, presencia de la dignidad, , sin ciudad, sin editor.
Ferro, Juan Guillermo y Graciela Uribe (), El orden de la guerra: Las Farc-ep entre la organización y la política, Bogotá,
Centro Editorial Javeriano.
Foran, John (), “The Comparative-Historical Sociology of Third World Social Revolutions: Why a Few Succeed, Why Most
Fail”, en John Foran (ed.), Theorizing Revolutions, Londres, Routledge, pp. -.
Garay, Luis Jorge (), Construcción de nueva sociedad, Bogotá, Tercer Mundo/ Cambio  (Libros de la Mesa, nº ).
García, Clara Inés (editora) [], Fronteras, territorios y metáforas, Medellín, Hombre Nuevo Editores/ Iner/ Universidad de
Antioquia.
Gómez B., Hernando (), El lío de Colombia. ¿Por qué no logramos salir de la crisis?, Bogotá, Tercer Mundo Editores.
Goodwin, Jeff (), States and Revolutions in the Third World: A Comparative Analysis, disertación de doctorado, Boston,
Harvard University.
——— (), “State-Centered Approaches to Social revolutions”, en Jonh Foran (ed.), Theorizing Revolutions, Londres,
Routledge, pp. -.
Gouësset, Vincent (), “El territorio colombiano y sus márgenes. La difícil tarea de la construcción territorial”, en Territorios.
Revista de Estudios Regionales y Urbanos, nº , agosto -enero , Bogotá, cider (Universidad de los Andes).
Gutiérrez, Francisco (), “Inequidad y violencia política: una precisión sobre las cuentas y los cuentos”, en Análisis Político, nº
, mayo-agosto de , Bogotá, iepri (Universidad Nacional).
Lachman, Richard (), “Feudal Elite Conflict and the Origins of English Capitalism”, en Politics and Society, vol. , nº , pp.
-.
——— (), “Agents of Revolution; Elite Conflicts and Mass Mobilization from Medici to Yeltsin”, en John Foran (ed.), Theorizing
Revolutions, Londres, Routledge, pp. -.
Melo, Jorge Orlando (), prólogo a Alfredo Molano, Aguas arriba. Entre la coca y el oro, Bogotá, El Áncora Editores.
Molano, Alfredo (), Aguas arriba. Entre la coca y el oro, Bogotá, El Áncora Editores
——— (), Selva adentro. Una historia oral de la colonización del Guaviare, Bogotá, El Áncora Editores.
——— (), Siguiendo el corte. Relatos de guetrra y de tierras, Bogotá, El Áncora Editores.
——— (), Trochas y fusiles, Bogotá, El Áncora Editores.
North, Douglas C. (), Institutions, Institutional Change and Economic Performance, Cambridge University Press.
Nozick, Robert (), Anarquía, Estado y utopía, México, Fondo de Cultura Económica, a edición, .
Posada Carbó, Eduardo (), Colombia: The Politics of Reforming the State, Londres, Institute of Latin American Studies,
44 University of London.
El conflicto, callejón con salida

Presidencia de la República, Departamento Nacional de Planeación (), Bases del Plan Nacional de Desarrollo de Desarrollo
-, Bogotá, .
Richani, Nazih (), Systems of Violence. The Political Economy of War and Peace in Colombia, Albany, suny Press.
Romero, Mauricio (), Paramilitares y autodefensas -, Bogotá, Editorial Planeta/ iepri.
Sánchez, Gonzalo y Ricardo Peñaranda (eds.) (), Pasado y presente de la violencia en Colombia, Bogotá, Cerec.
Sánchez, Gonzalo y Donny Meertens (), Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la Violencia en Colombia, Bogotá, El
Áncora Editores.
Skocpol, Theda (), States and Social Revolutions. A Comparative Analysis of France, Russia, and China, Londres, Cambridge
University Press.
Tilly, Charles (), “Western State-Making and Theories of Political Transformation”, en Ch. Tilly (ed.), The Formation of
National States in Western Europe, Princeton (N.J.), Princeton University Press.
undp (), Human Development Report .
Uribe, María Teresa (), “La negociación de los conflictos en el ámbito de viejas y nuevas sociabilidades”, en Conflicto y con-
texto. Resolución alternativa de conflictos y contexto social, Bogotá, Tercer Mundo Editores/ Instituto ser de Investigaciones/ Colciencias,
pp. -.
Viera, Gilberto (), “Nueva etapa en la lucha del pueblo colombiano”, en Documentos Políticos, febrero-marzo.
Wickham-Crowley, Timothy (), Guerrillas and Revolution in Latin America: A Comparative Study of Insurgents and Regimes
since , Princeton, Princeton University Press.

45
Capítulo 2

Expansión:
la guerra en las regiones
Página anterior: Foto 2.1 Guerrilleros de las Farc en la antigua zona de distensión (2000) • Archivo El Tiempo.
48
L a marginalidad inicial del conflicto armado
tuvo dos consecuencias duraderas y encadenadas. Una que,
huérfana o coja de sentido y de futuro político, la guerrilla
fue sufriendo una creciente hipertrofia militar; como bien
sultivos, los equipos de investigación local y la red de co-
rresponsales se han consignado en una serie de monografías
y documentos que el lector interesado podrá consultar en
nuestra página http: www.pnud.org.co/indh2003.
dice un analista, las guerrillas “jugaron a ser ejércitos y no Por ahora y de manera resumida, este capítulo describe
partidos” (Zuluaga, : ). Otra que, incapaz de derro- la expansión geográfica del conflicto, examina sus determi-
car a las autoridades del Estado central, los insurgentes op- nantes y caracteriza las principales regiones donde se asien-
taron por ir creando otro Estado, el “Estado embrionario” ta. Tras registrar la creciente cobertura territorial de las ac-
que consiste en ejercer poderes de facto sobre la población ciones armadas y la desigual expansión de las Farc, el eln y
de las regiones donde operan. el paramilitarismo, se propone una interpretación de la di-
De su lado los paramilitares, como se dijo, son ante todo námica regional en función de tres variables: la estrategia
una respuesta armada regional a la guerrilla: ellos son aún global de cada actor, la permeabilidad de las regiones y la
más “locales” que su adversario, en tanto buscan la “autode- búsqueda de riquezas por parte de los combatientes. El ca-
fensa” de los pobladores o el “limpiar” de guerrillas a su pítulo concluye con un intento de caracterizar comparati-
región. vamente algunas de las regiones más golpeadas.
Pero, dadas la cobertura incompleta de la fuerza pública
y la escasa presencia del Estado, las organizaciones arma- A. Expansión del conflicto
das fueron llegando a más regiones de la periferia e incluso
a penetrar el “centro” geográfico —a tal punto que hoy lo Aunque parece obvio que el conflicto ha tendido a expan-
tienen prácticamente rodeado—. dirse con el paso del tiempo, no es fácil precisar “dónde” se
Puesto que el peso de la guerra se vive sobre todo en las ubica o “cuándo” llegó a determinada zona: las mediciones
regiones, que sus modalidades cambian tanto de uno a otro de incidencia o intensidad de la guerra son discutibles, los
rincón de Colombia, y que muchas de las vías concretas límites entre “regiones” son borrosos y la movilidad geo-
para construir paz deben adaptarse a las peculiaridades y gráfica es connatural a los actores armados. Por eso, si bien
posibilidades locales, el Informe Nacional de Desarrollo los mapas elaborados para este Informe se basan en los
Humano (indh, ) ha hecho especial énfasis sobre el tra- mejores indicadores disponibles, la intención del ejercicio
bajo con y desde las regiones. La labor de los comités con- es más ilustrativa que estadística.

1. El registro más detallado es el número y tipo de acciones armadas por municipios y años que desde 1985 lleva el Observatorio de Derechos Humanos, hoy
adscrito al programa presidencial de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Vicepresidencia de la República. Este registro incluye
combates, emboscadas, ataques a poblaciones, ataque a instalaciones militares, atentados contra la infraestructura y actos de piratería terrestre. Con esos datos el
Informe elaboró un conjunto de mapas que permite ilustrar la distribución geográfica y la frecuencia de las acciones armadas. En convenio con el programa y el
Dane, los mapas fueron actualizados hasta el año 2002. 49
Mapa 2.1 Presencia territorial de las Farc en los 70

50 Fuente: Dane
El conflicto, callejón con salida

En efecto, se trata de mostrar a grandes rasgos la secuen- dad a la insurgencia para capitalizar la frustración popular.
cia de regiones donde la acción armada ha ido ganando o El Mapa . ilustra la frecuencia de los conflictos por la tie-
perdiendo intensidad. Más exactamente, dado que las “ac- rra entre  y , que tuvieron lugar en las regiones do-
ciones armadas” tienden a concentrarse en zonas en dispu- minadas por el latifundio ganadero.
ta, los mapas describirán el desplazamiento geográfico del Los . Bajo la tregua pactada con el gobierno Betancur,
conflicto más que las zonas bajo firme control de alguno de las Farc siguieron profundizando su influencia en las regio-
los bandos. nes de dominio tradicional y abrieron nuevos frentes en la
región central del país, para cumplir con la decisión de la
1. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia vii Conferencia de Comandantes () de acercarse a las
(Farc) ciudades, especialmente a Bogotá, Medellín y Cali. El acti-
vismo político de las Farc fue más abierto y muchos simpa-
Los . Desde su nicho inicial (Pato, Guayabero, Ariari...), tizantes salieron de la clandestinidad para apoyar a la Unión
las Farc se extendieron hacia el oriente, por los frentes de Patriótica creada para buscar representación electoral en las
colonización del Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo, y áreas de influencia guerrillera.
desplegaron fuerzas a lo largo del río Magdalena, desde sus El Bloque Oriental (Meta, Guaviare, Guainía y Caquetá)
nacederos en el Huila y sur del Tolima, hasta el Magdalena se encargó de regular el mercado de coca a cambio de un
medio, especialmente Puerto Boyacá (Boyacá), Yondó impuesto a los cultivadores y compradores. Durante la se-
(Antioquia) y la región del Chucurí (Santander). También gunda mitad de la década, el Bloque libró una guerra contra
crearon muy temprano un frente en Urabá, aprovechando el grupo paramilitar con epicentro en San Martín, Meta; este
la concentración de trabajadores del eje bananero y el grupo eliminó a muchos integrantes de la up en los munici-
conflicto causado por la distribución de la nueva riqueza pios de la cuenca del río Ariari.
(Mapa .). En el Magdalena medio, parte de las guerrillas liberales
Durante la primera mitad de la década, la Asociación de los años  se habían inclinado hacia las Farc; así, ya en
Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) movilizó cerca  éstas fundaron su iv Frente, con bases en Puerto Boya-
de un millón de afiliados para presionar la reforma agraria cá, Cimitarra, Landázuri, San Vicente del Chucurí, Yondó
prometida por el Frente Nacional. El movimiento actuó en y otros municipios. A partir de estos inicios, la búsqueda de
todo el país, pero especialmente en la Costa Atlántica, Mag- más recursos o “impuestos de guerra” sobre la ganadería y
dalena medio, Valle, Tolima, Cauca, Meta, Caquetá y Arauca. la minería aurífera llevó a las Farc a expandirse hacia el bajo
De manera por demás significativa, las Farc no encontraron Cauca antioqueño, para crear un corredor de paso hacia el
acogida en aquellos municipios donde la organización gre- sur de Córdoba y Urabá. Igualmente extendieron su influen-
mial tuvo más fuerza. Sin embargo, con la crisis de la Anuc cia en un corredor hacia el norte, que unió la ruta del sur del
en la segunda mitad de los , no sólo las Farc, sino espe- Cesar, pasando por Ocaña hacia la región del Catatumbo
cialmente el epl y el eln sustituyeron el liderazgo rural, (Norte de Santander) y el norte del Cesar, hasta terminar en
radicalizaron al campesinado y expandieron su influencia Magdalena, entre la ciénaga grande y la Sierra Nevada de
en las regiones donde aquel había sido politizado en pos de Santa Marta.
la reforma agraria. El Bloque Sur operó en las cordilleras del Tolima, en la
El salto de las guerrillas desde las regiones de coloniza- mayoría de municipios del Huila, en unos pocos del Valle,
ción a las de latifundio tradicional fue pues una consecuen- en el Cauca y en el norte de Putumayo y Nariño. En años
cia no intencional de haber frustrado la reforma agraria des- más recientes su objetivo ha sido el de asegurar el corredor
de  y haber desorganizado y reprimido el movimiento que va del Amazonas a la región pacífica, el cual es una ruta
campesino desde , hechos que abrieron una oportuni- crítica del narcotráfico.

2. El lector interesado encontrará una secuencia más completa de mapas en la dirección http://www.pnud.org.co/indh2003 51
Mapa 2.2 Frecuencia de conflictos por la tierra 1980-1995

52
El conflicto, callejón con salida

Desde , cuando se hallaron yacimientos petrolíferos dalena medio, en la confluencia entre Santander, Antioquia,
en Cusiana y Caño Limón, las Farc comienzan a fortalecer sur de Bolívar y sur del Cesar; en la región de Córdoba,
su presencia en Arauca y Casanare, junto con el eln. Urabá y noroccidente antioqueño; y en la región donde con-
Cundinamarca y Boyacá, en la región andina central, tu- fluyen Meta, Guaviare y Caquetá, al oriente de la Cordillera
vieron acción armada de las Farc en sus fronteras con el Mag- Oriental.
dalena medio y con los llanos orientales. En el páramo de A partir de  año de mayor frecuencia de acciones
Sumapaz, parte del distrito capital de Bogotá, las Farc han armadas en el Magdalena medio, las Farc comenzaron a dis-
conservado una zona de refugio y corredor de paso desde minuir su presencia en la región, sin desaparecer de ella. En
los frentes del sur hacia la ciudad (Mapa .). Urabá y norte del Chocó sus acciones se incrementaron len-
Los . En diciembre de  el ejército ocupó el campa- tamente entre  y , y se intensificaron desde 
mento central de las Farc en Casa Verde, municipio de La hasta un grado máximo en ; a partir de entonces, aun-
Uribe (Meta), en la frontera sur del páramo de Sumapaz. que se mantienen, han tendido a disminuir. En el norte del
Este ataque dispersó al mando central de las guerrillas, las Cesar y Magdalena hubo acciones armadas de mediana in-
cuales respondieron con un aumento excepcional de los tensidad hasta , cuando se intensificaron hasta su ma-
ataques en todas las regiones: mientras en  las Farc yor frecuencia en . La misma pauta siguió la región del
habían realizado  ataques en  municipios, en  nororiente, en Norte de Santander y Arauca, pues la pre-
realizaron  ataques en  municipios (Cuadro .). sencia armada de las Farc aumentó notablemente a partir
La escalada ofensiva se concentró en tres regiones: el Mag- de  hasta llegar al máximo en .

Cuadro 2.1 Acciones de los grupos armados 1985-2002

FARC - FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS DE COLOMBIA

1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Departamentos afectados 16 21 23 23 22 22 26 23 26 26 28 28 30 27 29 29 28 30
Municipios afectados 61 100 130 129 85 120 243 216 196 216 217 233 265 259 299 326 336 444
Total acciones realizadas 95 152 237 209 150 280 668 423 350 389 521 609 706 597 684 888 1032 1873

ELN - EJÉRCITO DE LIBERACIÓN NACIONAL

1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Departamentos afectados 10 17 19 16 20 19 19 18 22 18 20 22 21 21 18 21 19 18
Municipios afectados 34 60 75 127 137 161 140 135 115 113 136 145 153 135 146 190 184 156
Total acciones realizadas 56 162 197 357 314 385 316 426 327 310 425 462 460 347 369 579 540 420

AUTODEFENSAS

1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Departamentos afectados 18 23 20 23 20 18 18 nd nd nd nd nd 6 11 17 20 25 23
Municipios afectados 74 96 72 120 96 89 63 nd nd nd nd nd 12 42 42 97 150 104
Total acciones realizadas 153 260 141 242 196 151 109 nd nd nd nd nd 15 55 55 158 240 139

Fuente: Observatorio de Derechos Humanos–Vicepresidencia de la República. 53


Mapa 2.3 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por las Farc, durante el período 1985-1994

54 Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República.


Mapa 2.4 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por las Farc, durante el período 1995-2002

Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República. 55


Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

En la región amazónica, esta guerrilla disminuyó la fre- del río Magdalena, pasa por el sur de Bolívar y se sitúa en el
cuencia de acciones en  y , para aumentar desde nordeste y el bajo Cauca antioqueño. La serranía de San
 hasta su nivel máximo en . Los cinco municipios Lucas va a convertirse en su epicentro; es la llamada “Sierra
de la zona de distensión no tuvieron hechos de armas entre Maestra colombiana”, que entre el Magdalena medio y el
 y , aunque toda la periferia del Meta, Caquetá, bajo Cauca es el eje del control sobre el noroccidente colom-
Guaviare y Putumayo vivió un aumento de las acciones hasta biano.
su nivel máximo en . Al eje horizontal formado entre Santander y Antioquia,
La región central de Cundinamarca, Boyacá, norte del que se apoya en la serranía de San Lucas, se añade el eje
Tolima y el eje cafetero tuvo una frecuencia irregular y de vertical de la frontera con Venezuela, que une a Norte de
baja intensidad a lo largo de la década. La región surocci- Santander con el Cesar y Arauca. Estas regiones coinciden
dental integrada por el sur del Tolima, Huila, Valle, Cauca y con la geografía del petróleo y el carbón, de los cuales el eln
Nariño presenció una frecuencia mediana hasta , cuan- ha obtenido sus principales rentas. Ambos ejes configuran
do aumentó hasta su máximo en el . el territorio histórico donde este grupo tiene más arraigo
En  la mayor frecuencia de acciones de las Farc se entre la población campesina, formada en su mayoría por
dio en Arauca, seguido por Caquetá, Ariari (Meta), Guaviare, colonos y trabajadores migrantes.
norte del Cesar, Magdalena, oriente del Cauca y sur de Na- La acción armada en la Costa Atlántica se extiende por
riño (Mapa .). un corredor que une el sur de Bolívar con los montes de
En breve, la secuencia de mapas muestra cómo las Farc María, y otro con dirección hacia Urabá desde el bajo Cauca
fueron llegando con sus acciones a casi todo el territorio antioqueño. Hacia el sur del país, el eln creó otro corredor
nacional y cómo, con altibajos, han pretendido afirmar su que pasa por el Valle, Cauca y Nariño. Sus acciones arma-
control de manera más o menos sucesiva sobre: i) otras zo- das en estas áreas de expansión han sido irregulares y en
nas de colonización, a partir de sus nichos de origen (Ama- muchos municipios su presencia es esporádica.
zonia, Orinoquia, Magdalena medio); ii) partes altas de las Los . El eln no acordó la tregua con el gobierno Be-
cordilleras (sobre todo la Oriental) que forman corredores tancur y dedicó esos años a consolidar su influencia entre el
desde su retaguardia hacia los centros urbanos, agrícolas o campesinado del nororiente y la Costa Atlántica. Con la con-
signa de la construcción del poder
El salto de las guerrillas desde las regiones de colonización popular en lo local, promovió la crea-
a las de latifundio tradicional fue pues una consecuencia no ción de cabildos que debían asumir
intencional de haber frustrado la reforma agraria desde 1972 el control de las administraciones y los
y haber desorganizado y reprimido el movimiento campesi- fiscos municipales. En  y  or-
no desde 1975, hechos que abrieron una oportunidad a la ganizó dos paros campesinos que blo-
insurgencia para capitalizar la frustración popular. quearon el transporte vial y obligaron
al gobierno a negociar reivindicacio-
mineros que van cobrando importancia; iii) zonas de bo- nes locales con sus representantes. Durante estos años el
nanza agrícola o minera (en especial banano, coca, amapola pnr, que coordinó la inversión rural con participación de
y petróleo); iv) zonas de campesinado en crisis (Cauca, las comunidades y sin la mediación del clientelismo, sirvió
Boyacá, viejo Caldas...); y v) centros urbanos, mediante para contrarrestar la influencia del eln entre los campesi-
milicianos y acciones de comandos. nos (Mapa .).
Los . Desde comienzos de la última década, la activi-
2. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) dad militar de esta guerrilla se ha sostenido con regularidad
en sólo seis departamentos: Norte de Santander, Cesar y
Los . El eln nació en San Vicente del Chucurí (Santan- Arauca, fronterizos con Venezuela; Casanare, Santander
der) como un pequeño foco insurreccional en . A finales (Magdalena medio) y Antioquia (Magdalena medio). En
56 de los  esta guerrilla se extiende hacia el lado occidental otros departamentos su acción ha sido irregular, lo cual refle-
Mapa 2.5 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por el ELN, durante el período 1985-1994

Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República. 57


Mapa 2.6 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por el ELN, durante el período 1995-2002

58 Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República.


El conflicto, callejón con salida

ja poca inserción en la población y expresa su debilidad fren- En efecto, cuando las guerrillas quisieron extorsionar a
te a fuerzas adversarias. los primeros grupos de traficantes enriquecidos con las dro-
En especial, el eln fracasó en su proyecto de asentarse gas, se encontraron con una respuesta igualmente organiza-
en medio del latifundio ganadero de la Costa Atlántica. En da y virulenta. En  el cartel de Medellín creó Muerte a
Córdoba realizó acciones hasta , luego actuó muy poco Secuestradores (mas) que actuaba como un escuadrón de
en  y a partir de ese año dejó de operar hasta , para la muerte contra los guerrilleros y sus familiares, y luego
volver a la inactividad. En Guajira no actuó entre  y como guardián de las tierras compradas por narcotraficantes,
 y sólo esporádicamente atacó la infraestructura carbo- especialmente en el Magdalena medio antioqueño y santan-
nífera de El Cerrejón. En Sucre ha tenido una presencia ines- dereano.
table que fluctúa entre las tres subregiones del departamen- Durante los años  el movimiento paramilitar se desple-
to: el golfo de Morrosquillo, donde termina el oleoducto gó primeramente hacia otras regiones donde narcotra-
Caño Limón-Coveñas, los montes de María (Ovejas, San ficantes habían comprado grandes haciendas y luego hacia
Juan Nepomuceno) y La Mojana. Una pauta similar siguió regiones de bonanza agrícola o minera para disputarles la ri-
en Bolívar, oscilando entre la región de
los montes de María (San Jacinto, El Distintas teorías subrayan diferentes factores como
Carmen), la Depresión Momposina y causantes de la elevada criminalidad urbana: la rápida
el sur, colindante de la serranía de San modernización, la desigualdad social, la cultura autoritaria,
Lucas. Después de , el eln casi la influencia de la droga, la impunidad, entre otros.
desapareció de la región Caribe, pues
la disidencia llamada “Corriente de Renovación Socialis- queza a las guerrillas. Hacia fines del decenio se había exten-
ta”, que agrupaba a muchos veteranos de las luchas agra- dido a Córdoba y Urabá, donde formó las Autodefensas Uni-
rias, acordó su desmovilización. das de Córdoba y Urabá (Accu); al nororiente antioqueño,
La región del litoral pacífico refleja con mayor claridad donde creó el movimiento Muerte a Revolucionarios del nor-
la precaria inserción territorial del eln. En el Chocó ha te- deste; al Magdalena, alrededor de la Sierra Nevada de Santa
nido una acción moderada en el alto Atrato y alto San Juan. Marta; y hacia el sur, en Meta, Caquetá, Guaviare y Putu-
En el Valle actuó con baja frecuencia en el sur y en ocasio- mayo. Abarcaba pues el eje Urabá-Córdoba-bajo Cauca-
nes en Buenaventura, sobre la Costa Pacífica. En Cauca su Magdalena medio-Meta y era perceptible el propósito de
acción ha cambiado de municipios a lo largo del macizo expansión adicional, con la fundación de escuelas de entre-
colombiano, sin lograr articularse con los movimientos indí- namiento en Puerto López (Meta), en Cimitarra y en Puer-
genas. En Nariño ha tenido una mínima actividad que salta to Boyacá (Mapa . ).
de un lugar a otro y sólo en los últimos años ha afirmado Aunque al principio fue financiado básicamente por trafi-
una presencia regular a lo largo de los ríos Patía y Mira (Mapa cantes asociados con el cartel de Medellín, el paramilitarismo
.). recibió apoyo de distintos sectores: otros grupos de narco-
traficantes; empresarios mineros, en especial esmeralderos;
3. Los grupos de autodefensa grandes o medianos terratenientes y comerciantes de distin-
tas regiones; dirigentes políticos y algunos integrantes de la
Podría decirse que el paramilitarismo nace principalmente fuerza pública. Esta variedad de orígenes, motivaciones y
de la codicia o de la desesperación. De la codicia, cuando la alianzas se refleja en la diversidad de dinámicas locales:
guerrilla entra a disputar la riqueza de industrias protegidas • En el Magdalena medio se dieron grupos, como el de
por ejércitos privados (narcotráfico, esmeraldas); de la deses- Puerto Boyacá, inicialmente concebidos como autodefensa
peración, cuando los propietarios de la zona no encuentran de los ganaderos ante la extorsión de las Farc; otros surgie-
otro modo de enfrentar a la guerrilla o cuando el militar con- ron con el propósito de extirpar la guerrilla y sus presuntos
cluye que dentro de la ley no es posible derrotar a la insur- colaboradores, a veces en coordinación con mandos loca-
gencia. les de la fuerza pública, y otros más defendían tierras com- 59
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

pradas por los narcotraficantes ante eventuales invasiones de influencia relativa de cada uno de los grupos armados.
campesinas. Hacia mediados de los , los grupos creados Aunque dicho reparto suele cambiar con bastante rapidez,
en Yacopí, Puerto Boyacá, Puerto Berrío y Cimitarra adqui- el Recuadro . presenta una excelente síntesis de la actual
rieron un carácter realmente ofensivo con el apoyo de narco- geografía del conflicto, donde las zonas no mencionadas en
traficantes y esmeralderos que habían comprado enormes esencia permanecen bajo control de la fuerza pública.
extensiones de tierra. Entre la segunda mitad de los  y la
primera de los , las autodefensas golpearon en buena parte 5. La guerra en las ciudades
del centro y norte de la región, sobre todo en municipios de
Antioquia y Santander, y especialmente en San Vicente y El Como se verá en el Capítulo , los homicidios causados por
Carmen. Desde entonces se han concentrado en el sur del el conflicto representan apenas un pequeño porcentaje de las
Cesar, sur de Bolívar, Puerto Wilches, Sabana de Torres muertes violentas en Colombia. Esta observación es compa-
(Santander) y Yondó (Antioquia). tible con el hecho de que la mortalidad sea preponderante-
• En Córdoba las autodefensas se articularon con terra- mente urbana; por ejemplo, Bogotá, Cali y Medellín, con
tenientes, narcotraficantes y algunos elementos de la fuerza menos del % de la población, usualmente registran más
pública. Sus orígenes se remontan al decenio de los , como del % de los homicidios. Distintas teorías subrayan dife-
grupos de reacción ante ataques del epl o ante invasiones rentes factores como causantes de la elevada criminalidad
campesinas. La compra de tierras por parte de narcotra- urbana: la rápida modernización, la desigualdad social, la
ficantes y la consolidación del latifundio ganadero conduje- cultura autoritaria, la influencia de la droga, la impunidad,
ron a la expansión de estos grupos, que pronto pasaron de entre otros (Gómez, ).
la defensiva a la ofensiva. Pero aunque tales factores también inciden sobre la di-
• Otros grupos fueron creados por empresarios de las námica del conflicto armado en las ciudades, ésta obedece
esmeraldas, usualmente propietarios de grandes haciendas a mecanismos bastante más específicos. Así, en orden más
ganaderas, que operaron en el sur del Magdalena medio, o menos sucesivo, se podrían distinguir seis fases o “esta-
Boyacá, Casanare, Meta, Vichada y Cesar. Los paramilitares dios” en la urbanización del conflicto colombiano:
de origen esmeraldero fueron una fuerza de protección de • Primero, las necesarias “redes de apoyo” que proveen
las haciendas e intereses mineros y de exterminio de las ba- servicios de propaganda, reclutamiento, información, asis-
ses de apoyo de las guerrillas, y en forma creciente sus do- tencia médica, compras, manejo financiero y similares.
minios coincidieron con las rutas fluviales y terrestres del • Segundo, las operaciones puntuales de carácter táctico
negocio de la coca en los llanos orientales. o logístico (asaltos, secuestros, extorsión, robo de armas...).
• En  siete de los principales grupos de origen terra- • Tercero, la “guerra sucia” que se traslada del campo o
teniente se federaron bajo las auc que desplegaron gran ini- que se ejerce sobre personalidades que habitan en la ciudad.
ciativa y expandieron su fuerza a importantes regiones con • Cuarto (y más peculiar al caso colombiano), la fragmen-
presencia guerrillera. Las auc lograron cortar los corredo- tación de algunas ciudades en zonas, comunas, barrios o has-
res que comunicaban el Magdalena medio con Urabá y en ta cuadras bajo control de una fuerza guerrillera o paramilitar,
 expulsaron al eln de Barrancabermeja, mermando su donde incluso practican la “limpieza social”, expulsan o
influencia en toda la región (Mapa .). absorben bandas locales y establecen un cierto “orden”.
En  existían  grupos paramilitares repartidos en • Quinto, y asociado con lo anterior, combates abiertos
 departamentos, que disputaban el dominio territorial con aunque ocasionales entre guerrillas, paramilitares y fuerza
las guerrillas (Mapa .). pública.
• Sexto, el terrorismo y otras “acciones sicológicas” del
4. Balance actual grupo armado, cuyo objetivo es ganar visibilidad o forzar
cambios de actitud entre la población o las autoridades.
La compleja dinámica descrita en secciones anteriores se tra- Ya a partir de los  y los , las Farc y el eln tenían
60 duce en un cierto reparto del territorio nacional entre zonas redes de apoyo urbano integradas por cuadros y simpatizan-
Mapa 2.7 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por las Autodefensas, durante el período 1985-1994

Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República. 61


Mapa 2.8 Distribución espacial de acciones violentas
realizadas por las Autodefensas, durante el período 1995-2002

62 Fuente: Dane, Marco Geoestadístico Nacional, 2001. Observatorio de Violencia–Presidencia de la República.


Mapa 2.9 Presencia paramilitar 2002

63
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

RECUADRO 2.1

Los escenarios de la violencia


Fernán González, SJ*

La violencia no cubre de manera homogénea ni con igual inten- trado su mayor poderío bélico. Pero desde los años , los
sidad el territorio de Colombia. La confrontación armada es paramilitares han venido consolidando un bastión en el Meta
altamente diferenciada siguiendo la dinámica interna de las (eje Puerto López-Puerto Gaitán-San Martín) y desde 1996
regiones, tanto en su poblamiento y formas de cohesión social (especialmente en  y ) han fortalecido su presencia
como en su organización económica, su vinculación a la econo- en el Putumayo, sur del Caquetá y la zona contigua al área del
mía nacional y global, su relación con el Estado y el régimen “despeje”. Además, a partir de -, el ejército ha recu-
político y, por consiguiente, con la presencia diferenciada y perado cierta capacidad ofensiva en áreas estratégicas como la
desigual de las instituciones y aparatos del Estado. Podemos zona del Sumapaz, bastión tradicional de las Farc, donde po-
distinguir tres tipos de dinámicas: dían desplazarse entre el Meta, Cundinamarca, Tolima, Hui-
• La dinámica macrorregional. La lucha por corredores la y el sur (Caquetá, Putumayo, Guaviare).
geográficos que permiten el acceso a recursos económicos o c) En el suroccidente se consolida un nuevo corredor de
armamento, lo mismo que el fácil desplazamiento desde las las Farc. Este eje se proyecta desde los municipios vecinos a la
zonas de refugio a las zonas en conflicto. Se diferencian tres zona de despeje hacia el sur del Huila, norte del Tolima, los
macrorregiones: límites entre Tolima y Valle (páramo de Las Hermosas), los
a) En el norte, las autodefensas han logrado cierto control límites entre el sur del Valle y el norte del Cauca, buscando la
sobre el eje Córdoba-Urabá antioqueño y chocoano-Nudo del salida al Pacífico y aprovechando la colonización campesina
Paramillo-nordeste antioqueño, bajo Cauca antioqueño y Mag- de las regiones del cañón del río Naya y la Costa Pacífica. A
dalena medio (sur de Bolívar, sur del César, Barrancabermeja), partir de la zona de despeje, las Farc abrieron corredores de
aunque las Farc hacen esfuerzos por recuperar el control de salida al sur por la vía Pasto-Mocoa y al norte por la vía Mocoa-
algunas áreas y el eln trata de defender su presencia en el sur Pitalito. Sin embargo, con la fumigación en Putumayo y la dis-
de Bolívar mientras propone una negociación política. persión de cultivos hacia el Pacífico, la guerra con los para-
b) En el suroriente, las Farc tradicionalmente han concen- militares se ha extendido a Nariño y Cauca.

tes de extracción universitaria, sindical o política, que presta- “Frente Revolucionario de Acción Popular”, autodefensas del
ban los servicios y ejecutaban las acciones propias de los “Bloque Metro” y el “Frente Cacique Nutibara”, y unas se-
dos primeros estadios. La fase de “guerra sucia” se fue agra- senta bandas criminales del tipo “La Terraza”). Por último,
vando con el auge del paramilitarismo desde los años , y tras masivos secuestros urbanos (Cali, Neiva) y ya bajo el
ha incluido batallas por el control de capitales regionales actual gobierno, las Farc y el eln han hecho graves atentados
como Apartadó, Montería, Buenaventura, Cúcuta o Barran- terroristas en ciudades mayores (Bogotá, Cúcuta, Neiva). Pero
cabermeja. Con la irrupción del narcotráfico en esa misma vale advertir que, pese a lo anterior, no es verdad que la gue-
época, se añade un creciente nexo criminal al viejo nexo “po- rra se haya “trasladado a las ciudades”; la insurgencia, como
lítico” entre conflicto y ciudad: se agudizan la guerra por los en el Capítulo , sigue siendo esencialmente campesina.
barrios, la cooptación de pandillas juveniles, los subcontra-
tos para secuestrar o para ejecutar acciones terroristas. Este B. Tres factores de expansión
fenómeno es más intenso en Medellín, donde se dan com-
bates de todos contra todos (“milicias bolivarianas” de las La presencia de distintos actores armados en diferentes re-
64 Farc, milicias del eln, “Comandos Armados del Pueblo”, giones, la intensidad del conflicto, sus diferentes modos de
El conflicto, callejón con salida

• Dinámica mesorregional o lucha por el control entre frentamientos por el control de recursos regionales terminan
las áreas más ricas e integradas y las zonas marginales de coloni- afectando la dinámica nacional: en buena medida, la lucha por
zación campesina. La poca presencia directa del Estado cen- la coca en San Pablo, Simití y Cantagallo y por el oro en la se-
tral deja bastante autonomía a los poderes locales o regionales rranía de San Lucas explican la confrontación entre guerrillas
de corte tradicional en estas zonas, consolidados o en proceso y paramilitares en el sur de Bolívar, el incremento de la violen-
de consolidarse como un modo de dominio indirecto del Es- cia en el Magdalena medio y los obstáculos para decretar una
tado. Este poder político y económico de las zonas en expan- zona de encuentro con el eln.
sión se siente amenazado por el avance militar de la guerrilla, • Dinámica microrregional. Refleja la lucha dentro de las
que encuentra bases de apoyo en el mundo campesino perifé- subregiones, localidades y sublocalidades (veredas campesi-
rico y recurre a la extorsión sobre particulares y administracio- nas). Generalmente, se producen pugnas entre la cabecera ur-
nes locales tuteladas por ella. Pero también se siente amenaza- bana (más fácilmente controlable por los paramilitares o el ejér-
do por las políticas modernizantes o reformistas del Estado cito) y la periferia rural de las veredas campesinas, donde la
central, que significan el intento de expandir el dominio di- guerrilla puede actuar con mayor libertad. También se desa-
recto de Estado, socavando las bases tradicionales de su rrollan enfrentamientos entre veredas de distinto signo ideo-
poder. Los enfrentamientos en el Catatumbo, Arauca y Casa- lógico, diferente origen poblacional, diversa dinámica econó-
nare, en la frontera con Venezuela, pueden leerse en esta pers- mica, intereses económicos contrapuestos.
pectiva: la lucha por el control de los recursos provenientes
de las regalías petroleras o de los sembradíos de coca, la tutela
armada sobre las respectivas administraciones locales y el
manejo clientelista de sus dineros. Allí, las Farc quieren des- * Este escrito se amplía en el libro Violencia política en Colombia. De la
plazar al eln de su acceso indirecto a las regalías, por lo cual nación fragmentada a la construcción del Estado de Fernán E. González, Ingrid
boicotean continuamente el oleoducto. A su vez, algunos en- J. Bolívar y Teófilo Vásquez, Editorial Cinep, Bogotá, mayo 2003.

expresión y sus variados efectos se deben por supuesto a ese debate: ¿Énfasis sobre lo militar o sobre lo político?
muchos factores. Tres de ellos sin embargo se destacan como ¿Guerrilla o ejército revolucionario? ¿Lucha en el campo o
más importantes para explicar la cambiante incidencia geo- en la ciudad? ¿Guerra prolongada o golpe de Estado? Las
gráfica del conflicto: i) la estrategia o el plan político-militar “recetas” de Engels, Lenin, Mao, Tito, Guevara —para no
de largo alcance que formula cada uno de los actores; ii) la hablar de Malaparte o Marighela— combinan y matizan es-
distinta “permeabilidad” de las regiones a diferentes expre- tos y otros elementos de maneras muy distintas. Pero entre
siones del conflicto armado, y iii) la búsqueda de ingresos los movimientos guerrilleros del Tercer Mundo han predo-
por parte de los aparatos enfrentados. minado tres grandes “modelos”:
a. El de guerra campesina prolongada, que nace como
1. La estrategia guerrilla, establece “zonas rojas” o “territorios liberados”
donde crece un ejército que “cerca las ciudades” y even-
Los métodos para llegar al poder han sido tema de intensa tualmente derrota al ejército oficial. Es el modelo que inspi-
discusión en la literatura revolucionaria (Laqueuer, ). ra a las Farc y que triunfó en China y Vietnam, con dos pre-
A riesgo de simplificar, cabe decir que son cuatro los ejes de cisiones bien importantes: que allí el enemigo era un ejérci- 65
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

to extranjero, y que tanto Mao como Ho Chi Minh le die- plan de un grupo dado sino su muy compleja interacción.
ron siempre prelación a lo político (propaganda y organiza- En particular, la escena no sería comprensible sin la presen-
ción) sobre lo militar. cia de la fuerza pública, sin duda el principal actor armado.
b. El de “focos” o vanguardia de activistas cuyos golpes Hablando con rigor, nadie distinto de la fuerza pública
militares son la propaganda que permite ir convirtiendo la tiene dominio permanente sobre porción alguna del territo-
guerrilla rural en un ejército capaz de batir al gobierno. Fue rio nacional: ni las Farc, ni el eln, ni los paramilitares están
la estrategia propuesta por “El Che” Guevara y Regis Debray en condiciones de impedir la toma de algún “cuartel” o el
a los insurgentes de América Latina, incluido el eln; pero ingreso de las Fuerzas Armadas a alguna ciudad, pueblo,
debe decirse que el éxito de la estrategia depende de si ha- aldea o área despoblada. En Colombia sencillamente no exis-
bía o no apoyo popular, como prueban el triunfo de Castro te una “guerra de posiciones”.
en Cuba y el fracaso de Guevara en Bolivia. Lo cual no significa, claro está, que los armados al margen
c. El de guerrilla urbana, que en efecto se reduce al terro- de la ley carezcan de retaguardias y refugios poco accesibles
rismo, o viene a ser la fuerza de choque para deshacerse de para la fuerza pública, que no ejerzan un “control eminen-
las facciones rivales dentro de un “frente amplio” o “popu- te” sobre los pobladores de zonas más o menos extensas, o
lar” que derroque al gobierno por la vía política. Fue el en- que el Estado pueda derrotarlos con facilidad. Al revés, casi
foque de tupamaros y montoneros en el Cono Sur, con al- cuarenta años de lucha sin triunfos decisivos apuntan hacia
gún eco en el M- y también en el minúsculo Autodefensa obstáculos o debilidades de fondo en la actuación militar
Obrera (ado), movimiento radical inspirado en las ligas eu- del Estado, entre los cuales merecen destacarse:
ropeas. a. La geografía montañosa y selvática, que favorece ope-
Estas concepciones estratégicas influyen de varios mo- raciones tipo guerrilla pero dificulta operativos convencio-
dos sobre la forma de expansión geográfica de la guerrilla. nales por vía terrestre e incluso aérea.
Primero —y esquemáticamente— hay cierta corresponden- b. El apoyo activo o al menos pasivo de pobladores que
cia entre el enfoque escogido y la ubicación original del gru- por convicción o coacción asisten al grupo o grupos fuera
po: las Farc nacen en el campo; el eln, de la migración de de la ley, según se detallará adelante.
activistas urbanos al sur de Santander; el M- permanece c. La existencia de un gran ejército de reserva, o jóvenes
más tiempo en las ciudades. Segundo, el grupo hace más campesinos en condiciones de extrema pobreza que pue-
énfasis sobre la consolidación del control territorial (Farc), den ser reclutados por cualquier grupo en armas.
sobre la movilización política del campesino (eln) o sobre d. La ingente cantidad de recursos económicos a dispo-
los golpes de opinión urbanos (M-). Tercero, a cada mo- sición de los actores armados, por las distintas fuentes que
delo corresponde un distinto “perfil” del activista típico: también se enumeran adelante.
campesinos en el de territorios liberados, intelectuales en el e. El enfoque de “compartimentos estancos” mencionado
modelo foquista, agitadores en la guerrilla urbana. en el Capítulo  y que quita eficacia a la acción militar de
Por su parte, el carácter esencialmente reactivo de los pa- múltiples maneras (falta de compromiso civil, desmoraliza-
ramilitares explica su estrategia de expansión territorial: las ción, burocratización, suspicacias, falta de dirección polí-
autodefensas nacen cuando la guerrilla ataca zonas donde tica).
existe riqueza y donde los dueños cuentan con ejércitos pri- f. Los dilemas y limitaciones estratégicos que debe afron-
vados (narcotraficantes, esmeralderos); liberan zonas de la- tar la fuerza pública, dadas las condiciones peculiares del
tifundio y de allí se expanden hacia otras regiones de influen- conflicto.
cia guerrillera, en especial aquellas de mayor riqueza o de • Los dilemas principales aluden a: i) si además de defen-
más intensa actividad económica, hasta llegar a las grandes der las fronteras, el Estado se dedica a perseguir a los arma-
ciudades. dos o a proteger todos los puntos vulnerables (incluyendo
Pero la estrategia de cada grupo armado por supuesto infraestructura, corregimientos apartados y personas en alto
depende de cómo respondan los demás grupos; este senci- riesgo); ii) si subraya el componente militar (choque entre
66 llo hecho implica que la geografía del conflicto no refleje el uniformados) o el componente policial (detección y captura
El conflicto, callejón con salida

de los no uniformados); iii) si opta por perseguir a los altos donde la guerrilla tiende a dominar las cordilleras y los
mandos o mantiene la guerra de desgaste; iv) si persigue paramilitares a dominar los valles, donde el eln se contrae,
simultáneamente a todos los grupos, lo hace de manera suce- las Farc se expanden y los paramilitares se multiplican, don-
siva o acepta coaliciones tácitas o activas con alguno de ellos. de la fuerza pública aumenta pero no inclina del todo el ba-
• Las limitaciones estratégicas incluyen por supuesto la lance de la guerra, y donde uno tras uno los oasis regionales
penuria fiscal, la necesidad ética y políticamente insoslaya- que ayer fueron hoy no son.
ble de respetar los derechos humanos y el Derecho Interna-
cional Humanitario (dih), y la dificultad de acompañar el 2. La permeabilidad de la región
esfuerzo militar con un repertorio adecuado de medidas po-
líticas y sociales (dada, otra vez, la fragmentación del poder La permeabilidad de una región al conflicto puede enten-
del Estado). derse como el grado de ajuste entre dos conjuntos de varia-
g. La ausencia de un big push o empujón decisivo por par- bles. Por un lado, la utilidad que cada grupo armado pueda
te de las Fuerzas Armadas Pese en efecto a expresiones como tener para algunos pobladores de la zona (“oferta”); por otro,
“guerra integral”, el pie de fuerza y el gasto militar de Colom-la estructura social de la región y los conflictos asociados
bia en general han sido más bien bajos para los patrones in- con ella (“demanda”).
ternacionales; el soldado bachiller está exento del combate Comencemos por el lado de la oferta. Aunque no se ad-
y existe cierta tradición antimilitarista entre las élites (Ocam-
mita públicamente, la presencia de un grupo armado suele
beneficiar a muchos o a algunos
Nadie distinto de la fuerza pública tiene dominio permanente habitantes de la zona; si bien se
sobre porción alguna del territorio nacional: ni las Farc, ni el dan casos de predación pura y
ELN, ni los paramilitares están en condiciones de impedir la simple, es común que la guerrilla
toma de algún “cuartel” o el ingreso de las Fuerzas Armadas o los paramilitares ofrezcan cier-
a alguna ciudad, pueblo, aldea o área despoblada. En Colom- tos servicios a los lugareños. Ta-
bia sencillamente no existe una “guerra de posiciones”. les servicios, técnicamente llama-
dos “bienes colectivos locales”, se
po, ). Dados este trasfondo y la percepción del conflicto asemejan a los “bienes públicos” que compete proveer al
como no político, se entiende que la respuesta armada del Estado aunque, a diferencia de éstos, no pretenden cober-
Estado en cuarenta años haya sido más bien incremental. tura universal ni se brindan sobre bases impersonales.
Un resultado ha sido dejar campo para que crezca el para- La clave de una inserción política exitosa sería el suminis-
militarismo. El otro resultado ha sido una especie de “empa- tro de bienes colectivos a la población campesina, vale decir,
te militar” a niveles de fuerza e intensidad crecientes. A cada suplantar al Estado. O en todo caso, la provisión de bienes
innovación o avance técnico, financiero, estratégico o terri- colectivos locales es la base de la legitimidad que puedan
torial de la guerrilla, el Estado ha respondido con medidas tener las organizaciones armadas; en particular, es sabido
de contención que, en esencia, se limitan exactamente a eso. que proveer estos bienes es condición para que los campe-
El entrecruce de aquellas varias estrategias ha produci- sinos o terratenientes acepten financiar o ser reclutados para
do un tipo de guerra excepcionalmente prolongada, sin ba- llevar la guerra fuera de su terruño (Skocpol, : ).
tallas decisivas, con fronteras cambiantes y porosas, donde En el caso colombiano, el tipo —y más aún, la cantidad y
unas zonas se “calientan” y otras (pocas) se “pacifican”, calidad— de los bienes ofrecidos han variado con el actor

3. De acuerdo con el Informe sobre Desarrollo Humano 2003, Colombia está por debajo de Israel, Grecia, Singapur, Arabia Saudita, Turquía, Jordania, Sri
Lanka, Macedonia, Paquistán y Siria entre otros (PNUD, 2003, Indicadores de desarrollo humano, Cuadro 17).
4. La inserción política de los actores armados ilegales parece ser muy insuficiente para la eficaz movilización revolucionaria del campesino. Pese al “vacío de
Estado”, el poco Estado alcanza a impedir la insurrección popular de alguna escala, o sea que es más legítimo, o en todo caso, menos ilegítimo que los otros actores. 67
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

armado, con la región y con el tiempo; pero en principio rez—; en parte de la vieja tradición de rebeldía obrera de
cabe aludir a seis clases de servicios: Barrancabermeja; en parte, del movimiento estudiantil en
a. Seguridad. El argumento inicial para alzarse en armas su época dorada y en parte del agrarismo de los años .
o para incursionar en una nueva región es casi siempre la No menos, el movimiento paramilitar tiene resonancias
defensa de ciertos pobladores contra los abusos del otro en varias “subculturas”: en el ideario de la extrema dere-
actor armado: las primeras Farc como autodefensas campe- cha, en el latifundismo como complejo social, en la narco-
sinas, los paramilitares como defensas contra la guerrilla, la cultura del capo y en la del sicario, en la frustración del ofi-
guerrilla como asilo de activistas políticos amenazados de cial de la fuerza pública que ve caer impunemente a sus mu-
muerte, etc. Así se trate de un círculo infernal que agrava la chachos, en la rabia crecida de muchos ciudadanos ante los
inseguridad de todos —y así quienes están en el medio que- abusos de la guerrilla.
den expuestos a la amenaza de ambos bandos— desde la c. La administración de justicia es una función importan-
perspectiva inmediata del individuo es verdad que el grupo te de los actores armados en sus zonas de influencia porque,
armado lo defiende del enemigo. a diferencia del servicio oficial, es expedita y es eficaz (Recua-
b. Resonancia cultural, que importa sobre todo al reclu- dro .). Esta justicia recae principalmente sobre tres tipos
tar combatientes. Aunque no es fácil entenderlas, existen de asuntos: i) “delitos y contravenciones”, como el abigeato
en Colombia diversas subculturas que se alimentan de creen- y las riñas; ii) conflictos familiares y civiles, como la bigamia,
cias explícitas o borrosas similares a las de cada grupo ar- el maltrato de la mujer, las deudas insolutas o el abuso de
mado. En tanto el grupo sirve como referente de identidad precios, y iii) conductas “desviantes”, como la embriaguez,
a quienes portan la subcultura respectiva, en efecto provee la minifalda en las jóvenes o el pelo largo en los varones.
un servicio o “bien colectivo local”. Para granjear simpatía entre los pobladores, una de las
Las principales subculturas del caso son variedades de primeras acciones de la guerrilla o de los paramilitares al
cultura política conocidas como “culturas de resistencia y llegar a una región es la muerte o expulsión de delincuentes
oposición, que se derivan de una mezcla de creencias po- comunes y demás “indeseables” (“limpieza social”). Más
pulares, recuerdos de luchas compartidas, ‘estructuras de adelante expiden o divulgan su “código de convivencia”,
sentido’ forjadas a través de experiencias comunes y quizá, similar pero más intrusivo y a veces más prolijo que el códi-
eventualmente, de manifiestos revolucionarios explícitos e go de policía. La justicia litigiosa o penal es impartida por el
ideologías bien formuladas” (Foran, : ). jefe militar o comandante de frente. El proceso tiene una
En el caso de las Farc, aquella subcultura es más que todo fase de “instrucción”, con testigos y pruebas sumarias, fallo
la de los colonos, especialmente en sus zonas “históricas” inapelable, y penas sucesivas que incluyen preavisos, casti-
(Marquetalia, Sumapaz...) o donde el ejército nacional algu- go corporal, expulsión o muerte. Ocasionalmente se da el
na vez actúo con especial dureza. Dicen algunos que el descon- caso de que el comandante sirva como “segunda instancia”
tento latente del colono se debe a que la expansión del merca- en asuntos sometidos al alcalde o a las juntas locales.
do amenaza su cultura localista (Walton, ); y en todo caso d. Movilización ciudadana organizada o promovida por el
existe una larga memoria de rebeldía e insurrección entre grupo armado o por sus cuadros políticos para reclamar —y
los campesinos de distintas regiones, que exalta ciertos antihé- con frecuencia obtener— atención de las autoridades. Ésta
roes (Guadalupe Salcedo en la Orinoquia, Efraín González puede tomar la forma de marchas, protestas, tomas o aún
en Santander...) o ciertos eventos bélicos (la Columna de “paros armados” con ocasión o pretexto de alzas en las tari-
marcha, los bombardeos de El Pato...). A la inversa, la cul- fas de servicios públicos, peajes, impuestos locales, conflic-
tura del colono sigue pesando bastante al interior de las Farc, tos de tierra, disputas laborales e incumplimiento de pactos
como atestigua, por ejemplo, el principal discurso de Ma- anteriores por parte del gobierno nacional o regional. Aun-
nuel Marulanda ante la prensa mundial (Recuadro . ). que ésta podría ser una fuente de legitimidad considerable,
El eln se nutre en parte de la subcultura cristiana cono- su carácter casi siempre clandestino limita sus alcances.
cida como “teología de la liberación” —encarnada en sacer- e. Pero la función posiblemente más importante de los
68 dotes tan prominentes como Camilo Torres o Manuel Pé- grupos armados es el amparo de la ilegalidad, dado el gran
El conflicto, callejón con salida

RECUADRO 2.2

Guerrilla y administración de justicia


Comandante Jairo Martínez*
Comisión Temática de las Farc

Cuando llegamos en enero a la zona de despeje, en San Vicen- necesidad de que las comisiones de organización incluyan gue-
te del Caguán, fue tan impresionante la multitud de gente que rrilleros con una visión clara del tratamiento de los diferentes
se agolpó solicitando nuestra intermediación en problemas tan problemas que se presentan a diario en las distintas comunida-
variados como abigeato, vencimiento de letras, cheques, le- des. Esta experiencia nos enseña lo necesario de proyectar el
siones personales, violaciones, desapariciones, violencia intra trabajo de masas en esa dirección, para que sean ellas mismas
familiar, paternidad irresponsable, inasistencia alimentaria, las que avoquen el conocimiento y la resolución de sus proble-
embarazos, embargos, separaciones, determinación de linde- mas particulares, sorteando así no sólo la dispersión de nues-
ros, herencias, cuentas de trabajo, violación del espacio públi- tros cuadros en ese tipo de labores, sino también evitando arre-
co, robo en pesas y medidas, como tampoco faltó la trabajado- batar el manejo de las organizaciones comunitarias para que
ra sexual buscando ayuda para que se le recuperara la plata de tengan la posibilidad de ser ellas mismas las que hagan sus
sus horas de trabajo, que a la Comisión política local le tocó propias experiencias en la administración de justicia, elemento
asumir funciones no previstas. esencial dentro de los componentes del nuevo poder popular.
Después se nombró otra comisión aparte que se llamó de
quejas y reclamos, que aún hoy, después de diez meses, perma-
nece saturada de trabajo. Es una realidad que el pueblo estaba * Aparecido en la página internet de las Farc. Noviembre de 1999 (Novoa,
y está ávido de justicia imparcial y efectiva. Esto evidencia la 2000).

número de colombianos cuya subsistencia o prosperidad guridad jurídica” a los ilegales, de donde surge una alianza
depende de actividades informales, grises o francamente ile- y un apoyo al grupo armado por aquello de tener al Estado
gales. Las organizaciones armadas tienen aquí su principal como enemigo común. Segunda, en regular las transaccio-
ventaja competitiva frente al Estado, pues se trata de un nes ilegales y velar para que se cumplan los contratos. Ter-
“bien” esencial para muchos que simplemente no puede ser cera, en intervenir activamente en el mercado (compra de
ofrecido por aquel (aunque las autoridades a menudo lo pasta, siembra obligatoria, distribución de semilla, asisten-
hagan de manera corrupta). Entre dichas actividades ilega- cia técnica, etc.). Pero a renglón seguido hay que añadir que
les se destacan: i) contrabando en regiones de frontera como dicho “amparo” no es gratuito ni inocente: el grupo arma-
Guajira y Urabá; ii) esmeraldas en el occidente de Boyacá, do cobra impuestos, a veces excesivos, que lo distancian del
explotadas bajo licencia oficial pero efectivamente regula- productor ilegal; y la organización armada misma queda ex-
das por la organización armada de los empresarios; iii) talas puesta a las prácticas corruptas del negocio.
ilegales, pesca prohibida, pieles de animales protegidos y En este punto conviene subrayar cómo la extensión de la
explotación ilegal de la biodiversidad en zonas de coloni- economía ilegal es clave para entender muchas peculiarida-
zación, y iv) sobre todo, siembras de marihuana, coca o ama- des del conflicto colombiano. Dicho en forma simplista: los
pola, procesamiento y comercialización de sus derivados armados no necesitan apelar a la pobreza o la desigualdad
ilícitos. —como es de suponer en una insurrección— porque tienen
Como se verá en próximos capítulos, el amparo de la ile- en los ilegales un gigantesco ejército de reserva. Pero —tam-
galidad se ejerce de maneras diversas y en, especial, de tres. bién en forma simplista— la ilegalidad económica crimina-
Primera, en brindar protección militar y una suerte de “se- liza inexorablemente a los alzados en armas. 69
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

© Jaime García / Archivo El Tiempo

Foto 2.2 Reunión de las Autodefensas Unidas de Colombia en el nudo de Paramillo, departamento de Córdoba, el 4 de septiembre de 2002.
70
El conflicto, callejón con salida

f. Infraestructura y servicios sociales. Este renglón incluye • Minifundio campesino en descomposición (Boyacá,
construcción o mantenimiento de vías, escuelas, puestos de Cundinamarca, Nariño, eje cafetero), con presencia tardía
salud e incluso programas de tierras, crédito, suministro de de las Farc, seguida luego por los paramilitares.
insumos o hasta programas de desarrollo. Aquí se dan distin- • Minifundio indígena típico del Cauca, regido por ca-
tas modalidades. En pocos casos, el grupo armado constru- bildos de autoridad tradicional en resguardos de propie-
ye directamente (por ejemplo, vías útiles para su propia mo- dad comunitaria, con presencia de guerrillas de las Farc y el
vilidad); en otros casos, administra programas sociales por eln y una más reciente incursión de paramilitares.
medio de alguna organización de fachada; en otros, se obli- • Agricultura moderna de plantación (Valle, Tolima) con
ga a la comunidad a trabajar en “mingas”; con frecuencia se incursiones irregulares de las Farc y el eln y respuestas de
trata de “clientelismo armado”, de presionar a las autorida- los paramilitares.
des para que ejecuten o subcontraten determinada obra. • Centro urbano mayor —particularmente en comunas o
Un complemento importante y más “político” de esta barrios periféricos donde existen pandillas— como en los
función es la “veeduría” sobre la gestión de las autoridades, casos de Medellín, Cúcuta, Bucaramanga, Cali o Bogotá,
parte visible de la cual son los juicios por corrupción a fun- donde las Farc o el eln tienen milicias y donde los paramilita-
cionarios de distintos niveles. res penetran rápidamente.
Pasando al “lado de la demanda”, digamos que una re- b. Conflicto social predominante. Tanto las guerrillas como
gión es más o menos propensa a utilizar los “servicios” de los paramilitares dicen luchar en interés de ciertos estamen-
las organizaciones armadas según sean, sobre todo: i) su for- tos o pobladores de la región. Y aunque cabe discutir si en
ma de organización económica, donde se define cuáles son efecto lo hacen o hasta dónde lo hacen, de si “representan”
las fuerzas sociales principales, y ii) el tipo, extensión e in- o cómo “representan” al campesino o al hacendado, parece
tensidad de los conflictos sociales asociados con esa estruc- claro que los grupos armados se instalan y actúan con más
tura. intensidad en zonas o en momentos de aguda polarización
a. Forma de organización económica. A partir de la litera- social. Así, al revisar la historia y estudiar las regiones, se
tura, tan abundante como dispareja, sobre conflicto y re- encuentran ciertas variedades del conflicto social local don-
gión, así como de las visitas y estudios preparados para este de típicamente tienden a incidir los grupos armados. Estos
Informe, se propone una tipología de siete formas de orga- conflictos-tipo giran alrededor de:
nización económica donde tienden a hacer presencia los • Disponibilidad y costo del capital de trabajo (como
grupos armados. De modo por demás esquemático, dichos decir los anticipos al colono o al minero en la primera fase
tipos serían: de la colonización).
• Latifundio tradicional consolidado: Bolívar, Sucre, Cór- • Propiedad de la tierra (latifundio consolidado versus
doba, Cesar, Magdalena, con presencia dominante de para- campesinos sin tierra; terratenientes en expansión versus
militares y en menor escala del eln; colonos, etc.).
• Colonización “histórica” del pie de monte de la Cordi- • Derechos de las comunidades nativas (indígenas o afro-
llera Oriental y el Magdalena medio, que constituyeron zo- descendientes) frente a los inmigrantes (tierra, identidad
nas de origen de las Farc; cultural, equilibrio ambiental, etc.).
• Colonización reciente (los , los , los ) en dispu- • Régimen laboral en zonas rurales (contratos de “plan-
ta entre guerrillas y paramilitares, localizada i) en casi todos te”, de aparcería, etc.) o en industrias de enclave (petróleo,
los pie de monte de las cordilleras (Urabá en el sur de Cór- palma de aceite, etc.).
doba, serranía de San Lucas en el sur de Bolívar, Catatumbo • Acceso al aparato y los recursos del Estado en regiones
en Norte de Santander, Sarare en Arauca, medio y bajo Pu- periféricas (puestos de trabajo, regalías y transferencias, casi
tumayo, bajo Caquetá, y región del Patía en Nariño); ii) en siempre mediadas por clientelismos y gamonalismos).
la Sierra Nevada de Santa Marta, y (iii) en las regiones de • Ubicación y radio de beneficios de grandes obras de in-
expansión de la frontera agraria hacia el oriente, como Gua- fraestructura (por ejemplo, hidroeléctricas en el oriente an-
viare, Guainía y Vichada. tioqueño). 71
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

• Servicios públicos en ciudades-bonanza de “la otra Co- te antioqueño, por la energía hidroeléctrica y los cultivos
lombia” (Apartadó, Yopal, Saravena, entre otros). ilícitos.
• Distribución de rentas extraordinarias derivadas de
recursos mineros (petróleo, carbón, oro, esmeraldas) o de bo- C. Caracterización de las principales regiones
nanzas agrícolas (coca-amapola, banano, palma de aceite).
La mayor parte de los conflictos locales son expresiones Al conjugar las variables de demanda con las variables de
o combinaciones particulares y diferentes de ciertos temas oferta —y de manera por supuesto tentativa— tendríamos
comunes. En efecto, los conflictos de los cuatro últimos ti- una regionalización ordenada del conflicto colombiano, que
pos en esencia son disputas sobre el monto y reparto de di- quizás motive y guíe al lector en su continuado diálogo con
neros públicos o dineros de bonanza, mientras los tres pri- los equipos, documentos y estudios regionales que hacen
meros básicamente giran en torno a la propiedad y formas parte del presente Informe.
de tenencia de la tierra, y tocan a la esfera laboral. En el Ca- a. En el caso de las guerrillas se podría hablar de:
pítulo  volveremos sobre el punto. • Regiones endógenas, donde ellas tienen presencia y do-
minio más bien consolidado, donde proveen bienes colec-
3. La búsqueda de rentas tivos importantes y por tanto cuentan con apoyo de la gen-
te. Dentro de este tipo cabe distinguir:
En línea con lo anterior —y haciendo una gruesa simplifica- —Regiones de origen, donde la guerrilla es parte estable-
ción histórica— se diría que la guerra en Colombia comen- cida del engranaje social y donde provee diversos bienes
zó con las luchas por la tierra y acabó en una lucha por las colectivos, principiando por ordenar la convivencia ciuda-
bonanzas. Durante los  fueron los colonos de las Farc y dana y administrar justicia. La subcultura local valora la tra-
durante los  fue la frustración campesina de la Anuc; du- dición guerrillera. Su legitimidad depende del monopolio
rante los  fueron los boom de recursos naturales y desde de la fuerza y disminuye cuando penetran antagonistas como
los  ha sido sobre todo el narcotráfico. los paramilitares. Para las Farc se trata de áreas de antigua
La expansión geográfica del conflicto ha reflejado aquel colonización armada y del piedemonte de la Cordillera Orien-
cambio en sus bases económicas. Y es porque el enriqueci- tal; para el eln se trata de Catatumbo y el Sarare.
miento súbito o ilegal de una región tiende tanto a agravar —Regiones de ilegalidad, donde las guerrillas amparan las
las tensiones sociales como a atraer los aparatos armados. economías ilegales hasta convertirlas en distritos de capta-
Por eso en el mundo es sabido que las bonanzas elevan el ción de rentas. Además del amparo a la ilegalidad, la guerri-
riesgo de las guerras civiles y que el
conflicto se alarga en función de las Para granjear simpatía entre los pobladores, una de las
riquezas disponibles (Collier, Hoe- primeras acciones de la guerrilla o de los paramilitares al
ffler, Söderbom, ). También por llegar a una región es la muerte o expulsión de delincuentes
eso las acciones armadas en Colom- comunes y demás “indeseables” (“limpieza social”).
bia han tendido a expandirse hacia
regiones donde va apareciendo la riqueza: zonas abiertas a lla provee bienes de seguridad y convivencia ciudadanas. Es
la tala, la pesca y la apropiación extensiva de la tierra duran- el caso de las zonas cocaleras del suroriente bajo control de
te los , riqueza ganadera desde los , riqueza petrolera, las Farc y el del sur de Bolívar, antes controlado por el eln.
carbonera, esmeraldera, bananera o palmera desde los , • Regiones exógenas, donde las guerrillas no están inte-
narco-riqueza desde los . gradas a la estructura social pero sí obtienen recursos im-
El resultado neto del proceso es hacer que las áreas “ca- portantes, por lo cual buscan el apoyo mínimo necesario
lientes” del momento más que todo sean zonas donde hay para operar contra la fuerza pública y otros actores arma-
riqueza emergente y en disputa. A lo largo de este año, por dos. Estas regiones pueden ser:
ejemplo, la lucha armada se ha recrudecido en Arauca, don- —Regiones de campesinado en descomposición, donde los
72 de abundan el petróleo y las siembras de coca y en el orien- armados no controlan el orden pero aprovechan la crisis
El conflicto, callejón con salida

económica para reclutar combatientes y apoyos. En estas —Centros urbanos mayores, donde las guerrillas han
zonas la guerrilla ofrece empleo y sentido de pertenencia a incursionado en las siete fases o “estadios” indicados arriba.
los jóvenes que están siendo excluidos. Para ambas organi- b. En el caso de los paramilitares podría hablarse de:
zaciones guerrilleras, es el caso de la zona cafetera, Boyacá y • Regiones de origen, donde se dio un desarrollo tempra-
los departamentos del suroccidente (Cauca, Nariño). no de estos grupos para proteger a los propietarios tradicio-
—Regiones de captación de rentas, donde existe riqueza nales y a los nuevos inversionistas del narcotráfico contra la
y una capa social susceptible de ser extorsionada para ha- extorsión de las guerrillas. Estas regiones son Córdoba, Ura-
cerse a recursos provenientes de ganadería, palma de acei- bá, Magdalena medio y llanos de Casanare y Meta. Allí las
te, banano, oro o petróleo. Aquí la guerrilla establece “im- autodefensas ejercen un clientelismo autoritario sobre la po-
puestos de guerra” sancionables con pena de secuestro o blación y ofrecen seguridad como bien colectivo a cambio
sabotaje, e intenta ejercer la representación de intereses so- de apoyos económicos.
ciales para justificar su presencia. Éstas son las regiones más • Regiones de expansión secundaria, sobre territorios don-
propensas para generar apoyos al paramilitarismo como res- de existen recursos estratégicos para financiar el conflicto
puesta a la extorsión guerrillera. Son los casos de las saba- armado, como tierra, oro, petróleo, coca o amapola, y a don-
nas del sur occidente de la Costa Atlántica, Urabá, Magda- de llegan para disputarle el control a la guerrilla. En estas
lena medio, Arauca y Casanare, también ocupadas por las zonas (rurales o urbanas) operan más como fuerzas de lim-
dos organizaciones guerrilleras. Una situación similar se pieza contra los habitantes que consideran afectos a los sub-
presenta en municipios cercanos a las grandes ciudades versivos. Por último, y a modo de ilustración resumida, el
donde se concentran las fincas de recreo más costosas. Cuadro . enuncia las características básicas del conflicto
y sus correlatos en algunas de las regiones más afectadas.

Cuadro 2.2 Caracterización inicial de las regiones


más afectadas por el conflicto

NORTE DE SANTANDER

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

• Seguridad • Minifundio • Presencia desde 1973


ELN • Administración de justicia • Hegemonía hasta finales de los 90
• Resonancia cultural
• Infraestructura
• Colonos y campesinos

Farc • Amparo de la ilegalidad • Presencia reciente


• Disputa territorial con AUC

AUC • Seguridad • Latifundio consolidado y agricultura • Incursiones desde finales de los 90 a


• Administración de justicia para “moderna” propósito de los cultivos ilícitos en la
consolidar su entrada a la región • Fuerte asociación con cultivos ilícitos zona del Zulia-Catatumbo
• Narcotraficantes y terratenientes • Disputa territorial en Zulia
• Catatumbo y en barrios marginales
de Cúcuta.
73
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Cuadro 2.2 (Continuación)

MAGDALENA MEDIO

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Seguridad, justicia, y amparo • Colonización histórica • Nicho inicial del IV Frente. Fue perdien-
de ilegalidad do su hegemonía por excesiva presión
• Colonos y campesinos (décadas sobre ganaderos y comerciantes
del 60 y 70)

ELN • Trámite de reinvidaciones sociales • Colonización histórica • Nicho inicial. Nació a mediados de los
(de los 60 a los 80) 60 en el centro norte de la región
• Generación de empleo por reparacio-
nes del oleoducto para gente de la
región
• Contratos de seguridad con multinacio-
nales

Paramilitares • Seguridad • Latifundio tradicional y agricultura • Nicho inicial en Puerto Boyacá


• Terratenientes, narcotraficantes y moderna • A fines de los 90 logran el control
esmeralderos. • Subregiones de oro y petróleo territorial (incluyendo
• Defensa del latifundio Barrancabermeja)

ARAUCA

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Amparo de ilegalidad • Colonización histórica vs enclaves • Presencia precaria en los 80


Frentes 10-45 económicos • Sensible crecimiento en los 90
Bloque Oriental • Disputa por las bonanzas lícitas e ilícitas

ELN Frente Domingo Laín • Resonancia cultural entre colonos • Colonización histórica • Presencia desde 1973
Compañías • Administración de justicia • Enclave petrolero • Despliegue desde los 80 por el petróleo
Simacota-Pomares • Infraestructura • Declive de sus acciones desde 1998
• Campesinos y colonos

AUC • Seguridad • Enclave de cultivos ilícitos • Incursiones desde el 2000


• Administración de justicia vía “limpieza • Expansión de las autodefensas del
de supuestos colaboradores y simpati- Casanare
zantes de las guerrillas”
• Narcoterratenientes

ORINOQUIA - AMAZONIA

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Regulación y solidaridad en la frontera • Colonización histórica • Nicho inicial con control político y
de colonización territorial

Paramilitares • Seguridad • Latifundio consolidado y cultivos ilícitos • Expansión y disputa territorial por rentas.
• Latifundistas y narcotraficantes
74
El conflicto, callejón con salida

Cuadro 2.2 (Continuación)

ANTIOQUIA

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Regulación y solidaridad en la frontera • Colonización histórica • Nicho inicial con control político, pero
de colonización del departamento difícil control territorial

ELN • Regulación de la oferta laboral asociada • Colonización reciente • Expansión por rentas
con la minería
• Regulación de las relaciones laborales

Paramilitares • Seguridad • Latifundio consolidado y agricultura • Nicho inicial, presencia a través de las
• Latifundistas moderna Convivir y control territorial

EJE CAFETERO

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Administración de justicia • Minifundio campesino en descom- • Presencia precaria en los 80


posición (crisis cafetera) • Desde los 90, presencia intensiva con
• Cultivos ilícitos acciones de secuestro y extorsión a
pequeños y medianos propietarios

ELN • Administración de justicia • Igual a las Farc • Presencia precaria desde los 80
Frentes Cacique Calarcá,
Ernesto Ché Guevara
y núcleo urbano María
Elena Barón a

Frente Óscar • Administración de justicia • Igual al ELN


William Calvo b

AUC • Seguridad • Cafetales • Desde 1994 presencia a través de las


Grupos de justicia • Medianos y grandes propietarios • Latifundio ganadero Convivir
privada (narcotraficantes y terratenientes)

URABÁ

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Amparo de la ilegalidad y justicia • Colonización reciente • Espacio en disputa por ser un corredor
• Colonos, sindicatos, sectores populares estratégico para armas y narcotráfico
alrededor del banano

Autodefensas Campesinas • Seguridad • Latifundio tradicional consolidado • Nicho inicial


de Córdoba y Urabá • Agroindustriales, latifundistas y • Agricultura moderna • Consolidación territorial en el eje del
narcotraficantes banano y tierras de narcotraficantes

a. Cuyo radio de acción está en Pereira.


b. Opera en los límites del Viejo Caldas y el Sur de Antioquia. Disidencia del EPL. 75
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Cuadro 2.2 (Continuación)

CAUCA c

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Seguridad. • Minifundio en descomposición • Presencia tras el vacío que dejó el


Bloque Occidental • Ambigua: en ocasiones se brinda a • Minifundio (resguardos) indígenas Quintín Lame
Frentes 6, 8 y 29 indígenas y campesinos, en otras a
terratenientes

AUC • Administración de justicia como conso- • Latifundio consolidaddo • Hegemonía (muro de contención
lidación de su territorio • Agricultura moderna (zona límítrofe contra incursiones guerrilleras en el
• Seguridad con el Valle del Cauca) departamento del Cauca)
• Latifundistas • Bota caucana presencia en virtud de
cultivos ilícitos.

NARIÑO c

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Administración de justicia • Minufundio en descomposición • Consolidación desde finales de los 80


Bloque Occidental • Amparo de la ilegalidad
Frentes 29 y 8

ELN • Presencia precaria, atentados al Oleo-


Frentes Manuel Vásquez ducto Transandino
y Comuneros del Sur

BOLÍVAR

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Seguridad, administración de justicia y • Colonización reciente • Disputa territorial y por el control de
Frentes 27, 37 y 35 amparo de ilegalidad • Latifundio tradicional consolidado los cultivos ilícitos
• Campesinos y colonos

ELN • Igual a las Farc • Igual a las Farc • Igual a las Farc, y además zona de
refugio

ERP • Igual al ELN • Igual al ELN • Igual al ELN

AUC • Seguridad • Colonización reciente • En disputa


• Latifundistas y narcotraficantes

76 c. Énfasis en el macizo.
El conflicto, callejón con salida

Cuadro 2.2 (Continuación)

BOYACÁ

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

Farc • Seguridad y administración de justicia • Minifundio • Expansión desde 1990

ELN • Seguridad y administración de justicia • Minifundio • Desde 1995 Fuerza Militar del área
Arauca, Boyacá y Casanare (ABC)

AUC • Seguridad • Zonas con latifundio consolidado • Desde los 80


Ejércitos privados • Terratenientes • Zona esmeraldífera

CÓRDOBA

Actor armado Bien colectivo y a quién sirve Organización económica Dinámica territorial

EPL y Farc • Administración de justicia y solidaridad • Latifundio improductivo y presión • Expansión durante los 70 y los 80 vía
en menor grado cultural histórica para redistribuir tierras vacuna ganadera

Autodefensas Campesinas • Seguridad • Latifundio tradicional consolidado • Nicho inicial


de Córdoba y Urabá • Agroindustriales, latifundistas y • Agricultura moderna • Consolidación territorial y protección
narcotraficantes latifundio

Bibliografía y referencias

Collier, Paul, Anke Hoeffler y Mans Soderbom (), On the Duration of Civil War, Washington, D.C., The World Bank/ Centre
for the Study of African Economies, University of Oxford.
Foran, John (), “Discourses and Social Forces. The Role of Culture and Cultural Studies in Understanding Revolutions”, en
J. Foran (ed.), Theorizing Revolutions, Londres, Routledge, pp. -.
Gómez B., Hernando (editor), Urban Crime. Global Trends and Policies, Tokyo, The United Nations University, .
Laqueuer, Walter (), Guerrilla Warfare. A Historical and Critical Study, Londres, Transaction Publishers.
Novoa García, A. (), “Justicia de paz, actores armados y civilidad: Acerca de las posibilidades de la justicia de paz en las
zonas de negociación Estado-insurgencia”, en N. Gálvez (ed.), Justicia de paz en la región andina, Bogotá D.C., ned/ plual/ ejctc/
cej.
Ocampo López, Javier (), Breve historia de Colombia, Caracas, Academia Nacional de Historia.
pnud (), Informe sobre desarrollo humano, Madrid, Ediciones Mundi-Prensa.
Rangel, Alfredo (), Colombia: Guerra en el fin de siglo, Bogotá, Tercer Mundo Editores/ Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de los Andes.
Skocpol, Theda (), Social Revolutions in the Modern World, Londres, Cambridge University Press.
Zuluaga, Jaime (), “De guerrillas a movimientos políticos: análisis de la experiencia colombiana”, en Javier Guerrero (compi-
lador), Iglesia, movimiento y partidos: política y violencia en la historia de Colombia, Tunja, Colección Memorias de Historia, volu-
men , pp. -. 77
Capítulo 3

Degradación:
una guerra de perdedores
Página anterior: Foto 3.1 Campesinos desplazados por la violencia en Antioquia, en 2003 • Édgar Domínguez/ El Tiempo.
C on todo y su expansión territorial, la guerra
ha sido un fracaso. Fracaso para las Farc y para el eln que,
tras cuatro décadas de lucha armada, están aún lejos de lle-
gar al poder. Fracaso para los paramilitares, que en veinte
tiene lo mejor de sí mismo o de su clase. Así que hablar de
“guerra degradada” presupone que hay un tipo de no de-
gradada, una guerra justa en sus fines y en sus medios. Es
más: bien puede ser que todas las guerras hayan sido su-
años de barbarie no han logrado acabar con la guerrilla. cias, es decir, degradadas; pero aun así cabría decir que una
Fracaso para el Estado colombiano, que ni ha sido capaz de determinada es más degradada que otras.
derrotar a los insurgentes, ni de contener el paramilitarismo, Quede pues claro que la degradación de un conflicto se
ni de remover las causas del conflicto armado. refiere al patrón ideal de la “guerra justa” y es cuestión de
Y a lo largo de este fracaso, la guerra fue perdiendo el senti- grados. Los filósofos morales y los juristas proponen tres
do que quizá una vez tuvo. A su propia y monstruosa mane- criterios para evaluar tal justicia: i) que ir a la guerra esté
ra, el conflicto se ha vuelto una rutina. La violencia no sirve justificado (jus ad bellum); ii) que exista proporción entre
tanto ni sólo a un real o presunto propósito político —esto el bien esperado de la guerra y los daños que ella implica, y
es, a un cierto modo de entender el bienestar colectivo— iii) que los combatientes respeten el “derecho humanita-
cuanto a satisfacer las pretensiones propias del grupo o el rio”, las leyes de la guerra o jus in bello.
individuo armado. Pues bien: el conflicto armado colombiano es injusto a
La intensa degradación del conflicto colombiano es fru- la luz del primer criterio, más claramente a la luz del segun-
to sobre todo de aquella pérdida de norte, de aquella suerte do y todavía más a la luz del tercero. O sea, es una “guerra
de privatización de la guerra. A medida, en efecto, que las degradada” en su origen, en desbordar su objetivo y en vio-
acciones del grupo armado dejan de ceñirse a una visión y lar el derecho humanitario. Veamos brevemente los tres pun-
una lógica política, otras lógicas o inercias comienzan a tos:
orientarlas. a. Hay quienes opinan que ninguna guerra es justa; pero
Más específicamente, la dinámica de degradación pro- este pacifismo a ultranza impediría resistirse incluso al atro-
pia de este conflicto resultaría de seis lógicas o “inercias” pello de una invasión extranjera. Por eso la mayoría de los
no políticas, que se superponen y alimentan entre sí. Lla- teóricos admite que en ocasiones es justo ir a la guerra; sólo
maremos a tales inercias las lógicas de militarización, ren- que, dada la suprema gravedad del hecho, hay que evaluar
tismo, territorialización, terror, criminalización y vinculación de modo muy estricto los motivos del Estado o, en nuestro
apolítica, respectivamente. Pero antes de examinar estas ló- caso, de los alzados en armas.
gicas, importa precisar en qué consiste la degradación del Con este rasero restrictivo parece claro que en Colombia
conflicto colombiano. no se justifica la guerra insurgente, pues faltan las dos condi-
ciones que para ello suelen exigirse: i) no existe el “tirano
A. La guerra degradada insoportable”, el dictador represivo y sanguinario; ii) ni exis-
te la imposibilidad de apelar a medios no violentos para rea-
Se dice “degradado” del objeto que ha perdido las cualida- lizar reformas políticas y sociales, como la competencia elec-
des propias de su especie, que se ha deteriorado o ya no toral, el argumento racional o la mediación internacional. 81
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

En gracia del argumento cabría quizá decir que a la luz Y sin embargo, como se dijo en el capítulo anterior, hay
del jus ad bellum, la autodefensa campesina pudo ser jus- varios factores que tienden a impedir la derrota militar de la
ta en algún momento y en algunas regiones de Colombia. guerrilla: la geografía montañosa y selvática; la enorme ri-
Pero el salto a la “guerra revolucionaria”, a la toma del po- queza de los insurgentes; el apoyo de quienes usufructúan
der por las armas y no por los votos, sólo pudo justificarse los servicios provistos por ellos (“bienes colectivos locales”);
desde ciertas versiones del marxismo. Dentro de estas lec- la fragmentación de las élites y el Estado; los dilemas que
turas (maoísta, foquista, etc.) el marxismo se asume como afectan la acción de las Fuerzas Armadas; las limitaciones
una “ética de convicción”, donde la violencia es lícita mien- que enmarcan su estrategia, y la actitud de contención que
tras busque acabar con la injusticia. Pero, en último térmi- caracteriza la política militar del Estado colombiano.
no, este fundamentalismo excluyente vendría a legitimar Y así, entre años perdidos tras un triunfo lejano y otros
el uso masivo de la violencia en todas las sociedades del años perdidos tras una paz esquiva, el luto y el dolor gol-
mundo. pean más y más a los hogares colombianos.
El paramilitarismo ni siquiera tiene en su haber un funda- c. La base del dih o, mejor, del “derecho humanitario”,
mentalismo o una moralidad, porque depende de una bur- es entender que hay medios absolutamente inaceptables de
da trampa al lenguaje, de llamar “legítima defensa” al aterro- hacer la guerra, no importa cuál sea su causa ni qué cosas
rizar o asesinar a mansalva a personas no combatientes. Aun- haga el enemigo.
que otra vez, en gracia del argumento, uno podría explicar el Así que el fin no justifica los medios. En primer y princi-
paramilitarismo como respuesta desesperada a los abusos pal lugar, este criterio prohíbe las violaciones del derecho
de la guerrilla, jamás podría justificar una práctica consis- humanitario por parte de la fuerza pública. Es simple: la di-
tente en violentar las garantías que pretende defender. ferencia entre un soldado y un delincuente solamente consis-
b. El principio de proporcionalidad implica que la gue- te en que el soldado respeta la ley. En segundo lugar, aún si
rra no sea demasiado larga y que exista una esperanza razo- admitiéramos que es justa su causa, la insurgencia tiene que
nable de victoria. Pero en Colombia tanto la paz negociada respetar los límites de la guerra, la inmunidad de los no comba-
como el triunfo militar son sumamente improbables, y esto tientes y el trato humano de los prisioneros. En tercer lugar,
explica la excesiva prolongación del conflicto. aunque la autodefensa es legítima mientras se ciña a los térmi-
La primera parte del impasse se desprende de lo dicho nos estrictos del Estado de derecho, el paramilitarismo siem-
en el Capítulo . Puesto que no se dan las condiciones para pre es inmoral porque, por definición, existe para hacer aque-
el triunfo eventual de la insurgencia ni la guerrilla cuenta llo que los militares no pueden: para violar el jus in bello.
con suficiente apoyo popular, la amenaza de revolución no Y sin embargo nuestro pan de cada día son las masacres,
ha sido ni es inminente. Pero sin amenaza creíble o percibida asesinatos, ejecuciones sumarias, secuestros, extorsiones,
el “establecimiento” no tiene por qué ceder poder o nego- desapariciones, torturas, abusos sexuales, reclutamiento de
ciar reformas sustantivas con la insurgencia. Tanto así que niños, desplazamientos, ataques terroristas y uso de armas
en ninguno de los nueve procesos recientes de desmoviliza- prohibidas, por parte de guerrilleros, paramilitares, agentes
ción exitosa se pactaron reformas, que en ningún intento del Estado y otros grupos con ellos vinculados.
de negociación con las actuales guerrillas se ha llegado si-
quiera a precisar el contenido de alguna reforma, y que nin- B. La lógica de militarización
gún gobierno ha planteado los cambios concretos que esta-
ría dispuesto a negociar con la guerrilla. Desde el marxismo o la teología de liberación tal vez valga
Cosa distinta del desafío revolucionario es la amenaza a afirmar que la revolución debe imponerse por la vía arma-
la vida, la libertad o el patrimonio que con razón perciben da. Para estas éticas de convicción, la insurgencia sería justa
muchas personas del “establecimiento”. Pero, en vez de acer- (jus ad bellum) y la guerrilla sería la “vanguardia” del movi-
car la salida política, esta amenaza viene a reforzar la ya di- miento revolucionario. Pero precisamente en su calidad de
cha percepción del conflicto como un problema puramente vanguardia, la guerrilla no debe crecer en forma indefinida
82 delictivo o de “orden público”. o desproporcionada, ni debe desplazar al trabajo de masas.
El conflicto, callejón con salida

Este no ha sido el caso de Colombia. Desde que el Parti- te local, y sólo algunos se han agrupado en “uniones” más
do Comunista se pronunció a favor de “combinar todas las o menos incluyentes y cohesionadas, a partir de las cuales
formas de lucha”, la opción armada tendió a pesar más, cuan- se formula un programa ideológico o se estimula la crea-
do no a desplazar, la opción política. En los primeros tiem- ción de un frente político. Aun en este caso, sin embargo,
pos hubo cierto equilibrio; Jacobo Arenas, “comisario po- lo político resulta ser un añadido de lo militar, y el mando
lítico” enviado por el Partido, tuvo gran ascendiente sobre real está en manos del comandante, no del ideólogo o el
las Farc, y el pc mediaba las relaciones con los países socia- líder desarmado.
listas. Pero el fin de la urss y la muerte de Arenas debilita- La percepción del conflicto como un problema de orden
ron aquella influencia, al punto que la guerrilla optó por público hizo que la respuesta del Estado se sesgara también
crear sus propios aparatos políticos (la Unión Patriótica y, hacia lo militar. Si bien el presidente es jefe de la fuerza públi-
en especial, el Movimiento Bolivariano). ca, los civiles se han ocupado poco de estudiar al ejército, las
Es más: el asesinato de dos candidatos a la Presidencia, políticas de seguridad o el arte de la guerra. Cierto que con el
cinco congresistas y más de un millar de dirigentes de la up correr de los años las Fuerzas Armadas aprendieron a valorar
fue para la izquierda colombiana un argumento contundente el elemento cívico o las acciones “cívico-militares” para ga-
en contra de la acción política y a favor de la vía armada. La narse al campesino. Cierto también que desde hace años es
muerte o los atentados contra ex dirigentes de otras guerri- común la opinión de que el Estado “debe hacer presencia”,
llas —desde los jefes liberales del llano hasta la plana mayor llevando más y mejores servicios a las zonas afectadas. Pero
la etiología social de la violencia no ha
Nuestro pan de cada día son las masacres, asesinatos, sido materia del gran debate electoral.
ejecuciones sumarias, secuestros, extorsiones, desapari- Las movilizaciones y protestas popula-
ciones, torturas, abusos sexuales, reclutamiento de niños, res, en especial las campesinas e indí-
desplazamientos, ataques terroristas y uso de armas genas, tienden a ser tratadas con mano
prohibidas, por parte de guerrilleros, paramilitares, dura. Lo “cívico-militar” es en efecto
agentes del Estado y otros grupos con ellos vinculados. parte de una estrategia militar. Y, más
de fondo, la política no se reduce a que
del M-, pasando por los ex combatientes del epl— así el Estado lleve servicios, sino que antes consiste en captu-
como la de algunos paramilitares desmovilizados (el caso rar la imaginación y llenar de sentido la vida colectiva: este
de “Ariel Otero” y sus hombres) son otras tantas razones es el gran vacío en la respuesta del Estado a la insurgencia.
para que los irregulares desconfíen de las garantías al traba- La militarización del conflicto se refleja más que todo en
jo político y se empeñen con más veras en la vía militar. la ostensible falta de avances políticos a lo largo de casi me-
Aunque, según los mentores del eln, la acción no arma- dio siglo. Ni reformas conquistadas por la insurgencia, ni
da —sindicalismo y movimientos sociales— debería pesar creciente legitimidad del Estado, ni variación importante
proporcionalmente más que para las Farc, también aquí en el grado de apoyo ciudadano a cada actor, ni acercamien-
predomina la acción armada. De hecho, y a diferencia del tos o transacciones programáticas que son la esencia del
pc y la up, “A Luchar” no participa abiertamente en eleccio- quehacer político.
nes y es de carácter semi clandestino. Más aún, la amenaza Pero el sobrepeso de lo militar tiene además otros alcan-
de exterminio por parte de las auc ha sido el obstáculo qui- ces:
zás principal en recientes intentos de negociación con el eln. • Primero, el crecimiento excesivo de los ejércitos. Los
El aparato político ha sido, pues, un apéndice de la guerri-  miembros iniciales de las Farc se habían convertido en 
lla, cuando la teoría de la revolución predica exactamente mil a finales de los  y hoy se cuentan unos . comba-
lo contrario. Y esta inversión de los términos es todavía más tientes efectivos, distribuidos en  frentes y siete bloques
visible en el caso de los paramilitares. Unos son integrantes que cubren casi todo el territorio nacional. El eln duplicó
de la fuerza pública que actúan sin uniforme; otros son su pie de fuerza entre  y , cuando alcanzó .
mercenarios; otros son “autodefensas” de alcance puramen- combatientes, distribuidos en  frentes y cinco bloques. 83
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Las autodefensas pasaron de . en  a cerca de . Esta lógica perversa no pararía sino con el agotamiento de
en , organizadas en diez bloques. Dicho de otra mane- la riqueza nacional, y en todo caso acarrea dos tipos de dis-
ra, “en los últimos diez años, el crecimiento de los principa- torsión: tiende a cambiar la guerra política por la guerra eco-
les actores ilegales del conflicto ha sido de %” (Presi- nómica, y tiende a que las convicciones sean desplazadas
dencia de la República, dnp, : ) mientras la pobla- por el afán de lucro.
ción ha crecido al ritmo del ,% anual. Algunos incluso opinan que la guerrilla, acaso también
Así que hoy tenemos unas  mil personas bien armadas los paramilitares, sólo buscan riqueza o en todo caso que
y equipadas como tropa permanente de los ejércitos irre- actúan con más codicia que fe (Collier, Hoeffler, Soderbom,
gulares, esto es, un potencial de destrucción y muerte de ). En su versión extrema, sin embargo, esta hipótesis
veras muy temible. Si se suman los  mil integrantes de no daría cuenta de las conductas de los actores amados que
la fuerza pública, los  mil vigilantes privados y los quizá no aumentan su riqueza: un secuestro político, volar un oleo-
tres mil “gatilleros” al servicio del narcotráfico, el crimen ducto o escalar la guerra; y es porque, paradójicamente, la
organizado y las pandillas urbanas, tendríamos que la vio- guerra consume tantos recursos que el actor movido sólo
lencia organizada emplea al ,% de los trabajadores co- por la codicia trataría de limitarla, como hacen, por ejem-
lombianos (y, en especial, a casi % de la población ocupa- plo, los carteles de la droga.
da en el área rural). Una cosa es, pues, tomar las armas para hacer pillaje y
• Segundo, el inevitable desvío del esfuerzo hacia las exi- otra es hacer pillaje para seguir en armas. Lo cual no niega
gencias puramente logísticas del aparato militar. Una cosa que la búsqueda de ingresos sea una forma y una fuente de
era mantener el puñado de colonos que hacían de guerrille- degradación por varios conceptos. Primero, por la tenden-
ros, otra es la intendencia y manejo de un ejército profesio- cia de las burocracias —“burocracias armadas” en este
nal más grande y mejor armado que el de muchos Estados en caso— a convertir los medios en un fin. Segundo, porque
el mundo. Por eso Arenas recelaba del crecimiento exagera- esa tendencia se agrava con el tiempo y con la propia de-
do de las Farc, por eso la guerrilla habría excedido su “tama- gradación del conflicto. Tercero, porque la abundancia de
ño óptimo” (hoy un tercio de sus efectivos son niños y % recursos ha permitido prolongar demasiado las hostilida-
son mujeres) y por eso, en todo caso, lo financiero se fue des. Cuarto, porque para muchos individuos o hasta “co-
convirtiendo en el talón de Aquiles de cada grupo armado. mandantes” la guerra es apenas un pretexto para el pillaje.
• Tercero, la militarización de la cultura organizacional. Y quinto, porque hay formas de financiación contrarias al
Hacia adentro: se recluta gente con destreza militar (inclu- jus in bello o degradadas en sí mismas.
yendo mercenarios), ascienden los guerreros pero no los El Capítulo  mostró cómo la búsqueda de ingresos en
políticos, la disciplina prima sobre la deliberación... Hacia buena parte explica la expansión territorial del conflicto.
afuera: el civil es “colaborador” o “enemigo”, no un ciuda- Aquí veremos cómo los métodos de financiamiento han con-
dano a quien deba convencerse; la comunidad se trata con ducido a la degradación del proceso, para lo cual conviene
mano dura; las “leyes” o códigos de conducta son simplones distinguir cuatro tipos o fuentes de recursos que utilizan
y expeditos... Hacia la salida del conflicto: cada actor cree los distintos actores armados. A falta de mejores apelativos,
que está en camino de derrotar y aun de aniquilar al adver- se hara referencia a fuentes “clásicas”, “cuasivoluntarias”,
sario; o, en las mesas de diálogo, de hecho hay más énfasis “extorsivas” y “empresariales”.
sobre lo militar (canje de prisioneros, garantías de seguri- a. Las fuentes clásicas corresponden al momento inicial
dad...) que sobre las reformas sociales sustantivas. y al patrón convencional de las guerrillas. Básicamente con-
sisten en decomisos al enemigo y en donativos del extranje-
C. La lógica del rentismo ro. En los primeros años de las Farc, se trataba de “recupe-
rar” fusiles del ejército, asaltar bancos de pueblos o “expro-
El crecimiento del aparato militar desencadena su propio piarle” unas reses al terrateniente; el eln hacía lo propio,
círculo vicioso: un aparato más grande demanda más re- aunque siempre ha preferido la industria petrolera. La urss
84 cursos y a la vez puede usarse para obtener más recursos. y demás países socialistas suministraban armas, entrena-
El conflicto, callejón con salida

miento y otros apoyos de modo por supuesto clandestino. dos de la “Iniciativa Regional Andina”, suman  millo-
Si bien estas rentas “clásicas” son obviamente ilegales —la nes de dólares (http://www.ciponline.org/colombia/).
subversión ya de por sí es delito— parecen connaturales a la Buena parte de esta ayuda está orientada a la lucha antinarcó-
“guerra revolucionaria” y en todo caso palidecen en com- ticos y tiene otra serie de condicionalidades que reflejan las
paración con lo que habría de venir. prioridades de aquel país en el conflicto colombiano.
b. Las rentas cuasivoluntarias se obtienen a cambio de La tercera y mucho más pequeña fuente de financiación
algún servicio o “bien colectivo local” que ofrezca el actor para la fuerza pública son las donaciones de personas o
armado. La seguridad de las personas y la administración empresas privadas, a veces a título de solidaridad ciudada-
de justicia son ejemplos de tales bienes, ya mencionados en na, a veces como contrapartida de una especial protección.
el Capítulo 2. Se llaman “cuasi” voluntarias porque así el Mientras lo primero es una expresión plausible del apoyo a
servicio beneficie a un conjunto de individuos (por ejem- las autoridades legítimas, lo segundo tiende a privatizar un
plo, a todos los propietarios de la zona), cada uno de ellos bien público por excelencia, y en esa medida resulta cues-
trata de evadir su pago. tionable.
El prototipo de renta cuasivoluntaria es el tributo que Pero mientras los impuestos del Estado son legítimos, los
cobran los Estados para poder sufragar sus gastos. Y los “impuestos” o las donaciones voluntarias que financian a otros
impuestos a su vez son la fuente básica de financiación para actores armados son ilegítimos en tanto, como dijimos, les
la fuerza pública. En tanto el gasto militar y policial es ob- falta el jus ad bellum. En términos subjetivos, sin embargo,
viamente necesario para garantizar la seguridad humana de el aportante o el recaudante pueden justificar la donación o
los colombianos, su legitimidad está fuera de duda. Con el tributo como una forma de financiar cierto bien público
todo, varios informes mundiales de desarrollo humano con o colectivo.
razón deploran el armamentismo y el sacrificio de inversión En el caso de la guerrilla se trataría de la seguridad o “auto-
“en prioridades humanas” que aquel conlleva (pnud, : defensa” de los campesinos, los colonos u otro estamento
Capítulo ; : Capítulo ; : Capítulo ; y , : social en sus zonas de influencia; también puede tratarse de
Capítulo ; : Capítulo ; : Capítulo ). los servicios de justicia y policía, de resolver disputas y man-
El gasto militar del Estado colombiano pasó de ,% del tener el orden local; o aun, en algunos sitios, de proveer vías,
pib en  a ,% en  (pnud, : ; Garay, : educación, salud y similares. En el caso de las autodefensas,
); entre tanto el gasto social, que se había duplicado en- el bien típicamente ofrecido es seguridad para los hacenda-
tre  y , disminuyó de ,% a % del pib entre este dos, comerciantes u otros inversionistas de la región (inclu-
último año y el  (Presidencia de la República, dnp, : yendo a los narcotraficantes que, en otras circunstancias,
). Por otra parte, si el conflicto continúa agudizándose, también pueden ser protegidos por la guerrilla); pero ade-
el gasto militar llegaría a superar % del pib a fines de la más, a su propia manera, los paramilitares administran jus-
década (Garay, : ), lo cual significaría un más grave ticia y hacen de policía, abren vías e incluso reparten tierra
sacrificio de inversión en “prioridades humanas”. entre los campesinos.
Además de los impuestos, la fuerza pública se financia con A cambio de aquellos servicios, el campesino o el hacen-
ayuda externa, proveniente ante todo de Estados Unidos. dado podrían pagar pequeñas o grandes sumas, en dinero o
De hecho, después de Israel y Egipto, Colombia es el prin- en especie, y de modo voluntario (donación) o “cuasivolun-
cipal receptor de ayuda norteamericana. Esta ayuda repre- tario” (impuesto): el actor armado sería una suerte de “Es-
senta cerca del % del gasto militar de Colombia. En , tado local” y sus servicios le darían cierta legitimidad a esos
los recursos donados ascendieron a  millones de dólares; ingresos. Pero entonces al actor se le presenta el mismo dile-
el promedio para - fue  millones de dólares; ma que a cualquier Estado: para crecer necesita más impues-
para el  la ayuda militar y policial, incluyendo los fon- tos y los impuestos socavan su legitimidad. En términos más

1. Cálculos del equipo del Informe a partir de información de la Contraloría General de la República. 85
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

© Archivo El Tiempo

Foto 3.2 Manifestación en Bogotá en contra del conflicto colombiano, año 2000.
86
El conflicto, callejón con salida

simples: puede que el colono esté dispuesto a pagar para que bre al pequeño minero, a la empresa mediana, a la estatal y a
lo defiendan, pero no para que Marulanda llegue al poder. la multinacional, así como a los receptores de regalías o
Y aquí empata la lógica de militarización. A medida que transferencias. Una variante de la vacuna son los contratos
el pie de fuerza aumenta y que la tropa se profesionaliza (es de seguridad que “amparan” a una gran empresa nacional o
decir, que necesita un salario para vivir) crece también la extranjera y a su personal de campo. Otra figura común es
presión tributaria sobre las comunidades de origen. Es lo el gramaje, o impuesto del % o % que paga el chichipato
que parece haber ocurrido con algunas “zonas históricas” sobre la base de coca comprada.
de las Farc, en el sur de Bolívar con el eln, en parte del Mag- Además de su carácter intrínsecamente degradado y de
dalena medio con las auc, o en Córdoba donde el epl acabó ser degradadas por la barbarie del método de cobro (pena
por diezmar el hato que le daba su propio sustento. de muerte), estas rentas envilecen el conflicto porque recaen
c. Las rentas extorsivas son “impuestos” ilegítimos so- sobre no combatientes, porque despiertan el rechazo ciu-
bre ingresos lícitos o ilícitos del extorsionado, que habitual-
dadano y porque contaminan a los actores armados con los
mente se cobran bajo amenaza de muerte. Entre ellas y las valores, los métodos y hasta las bandas del crimen ordina-
rentas cuasivoluntarias la diferencia es de grado. Para jus- rio (en la “industria del secuestro”, por ejemplo, se produ-
tificarlas suele hablarse de “contribuciones forzosas”, “im- ce un maridaje inadmisible entre el idealismo presunto de
puestos revolucionarios” o “confiscación de bienes” del ene- la guerrilla y los hampones de peor calaña).
migo o su “colaborador”. Las principales variedades del d. Las rentas empresariales son ganancias que obtiene el
cobro coactivo son: grupo armado por explotar sus propias empresas lícitas o
ilícitas. Los rendimientos financie-
Hoy tenemos unas 32 mil personas bien armadas y equipadas ros, el producido de toda suerte de
como tropa permanente de los ejércitos irregulares, esto es, establecimientos productivos o “fa-
un potencial de destrucción y muerte de veras muy temible. chadas” (desde una finca o una fá-
brica hasta una galería de arte o un
• La vacuna o pago periódico a cambio de “dejar traba- motel) y la gestión directa de negocios ilícitos son los tres
jar”. Es un seguro, a veces poco confiable, contra secuestro, grandes rubros que integran esta categoría.
decomiso, incendio u otro siniestro causado por el propio Tanto en términos de recursos como, en especial, de de-
asegurador. Se cancela en efectivo, en especie o mediante gradación del conflicto, el principal negocio ilícito por su-
triangulaciones. puesto ha sido la producción y comercialización de sustan-
• El boleteo o notificación de pago ocasional que recibe cias sicotrópicas. De hecho, sin la droga no se entienden las
una persona o empresa, y que puede o no convertirse en va- últimas tres décadas de Colombia y su guerra:
cuna. El boleteo es frecuente en zonas de disputa o bajo con- • Durante los , cuando el negocio estaba comenzando
trol imperfecto del actor armado, incluyendo las ciudades. y el principal producto era la marihuana, hubo algún entre-
• El secuestro con fin de lucro de una persona o un gru- cruce por los mercados negros de armas y de drogas.
po, incluyendo las llamadas “pescas milagrosas”. • Entrando los  empezaron los cultivos de coca en cier-
• El peaje o cobro forzado de una suma fija por permitir tas zonas de colonización dominadas por las Farc; pero los
el tránsito de vehículos o el paso de mercancías como gana- cultivos nacionales no significaban mucho para la industria.
do, cemento o cerveza. En cambio los procesadores colombianos, que dominaban el
Las víctimas de estas prácticas son diversas. Funciona- mercado mundial, se dedicaron a comprar tierras y así entra-
rios del orden municipal, regional o nacional son presiona- ron en conflicto con la guerrilla (Farc y M- en particular);
dos para entregar dineros públicos o, más a menudo, para las incipientes autodefensas crecieron en número y en agresi-
desviar fondos hacia determinadas obras, zonas o contratis- vidad. Hacia el fin de la década, la presencia de todos los ac-
tas, lo cual suele llamarse clientelismo armado. La minería, tores armados en los mercados negros ya era notable.
especialmente en petróleo y derivados, carbón, oro y esme- • Estas tendencias se mantienen durante los , con
raldas, está sujeta a un complejo sistema tributario que cu- varios cambios que importa destacar: los cultivos de coca 87
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

se desplazan de Perú y Bolivia al sur de Colombia; el merca- inventarse otro que lo reemplace, una legalidad y una buro-
do de amapola y heroína cobra peso en el país; los carteles cracia paralelas y precarias, no una revolución sino una bi-
colombianos pierden quizá importancia o al menos, visi- furcación del orden y la legitimidad.
bilidad, al bajar su perfil o al integrarse en redes internacio- En este sentido casi vale decir que el nuestro no es un
nales; pero las Farc y por lo menos un sector de las auto- conflicto propio de la modernidad sino del feudalismo, una
defensas asumen un papel más directo y activo en todas las disputa entre “señores de la guerra” o hasta, según algunos,
etapas del proceso (el eln lo ha hecho en grado bastante me- una suerte de “balcanización” (Recuadro .): aunque su
nor). referente político y simbólico sigue siendo nacional, guerri-
Las relaciones entre droga y conflicto serán examinadas llas, paramilitares y fuerza pública empeñan el grueso de
más en detalle en el Capítulo ; por ahora se enuncian los sus energías en establecer, mantener o ahondar su control
principales modos como el tráfico ilícito ha degradado la sobre determinadas porciones del territorio.
guerra en Colombia: Según se dijo en el Capítulo , la escogencia de regiones
• Primero y más obvio, al proveer recursos ingentes para es función del plan global, la búsqueda de ingresos y la per-
intensificar y prolongar las hostilidades. meabilidad a cada actor armado. Las regiones pueden tener
• Segundo, al inducir un círculo vicioso, en tanto a los distinto significado para el grupo en cuestión: unas serán zo-
armados ilegales les interesa que aumenten las rentas ilícitas. nas de retaguardia, protegidas por la geografía o por la leal-
• Tercero, al reforzar la ilegalidad de quienes participan tad de la población; otras serán corredores estratégicos que
del negocio de la droga bajo la “protección” del actor ar- permiten el flujo de armas y drogas o dan salida a una re-
mado. gión rica, una ciudad mayor o una zona en disputa; otras
• Cuarto, en otro círculo vicioso, al hacer que los arma- son las áreas “calientes” donde se libra la batalla del mo-
dos fuercen al campesino a sembrar coca para ilegalizarlo y mento; las de allá serán barriadas donde habitan “milicia-
enfrentarlo al Estado. nos” o ciudades teatro de incursiones eventuales, y las de
• Quinto, al hacer que la organización “revolucionaria” más allá son territorios simplemente inaccesibles para el gru-
o “contrainsurgente” adopte los métodos y prácticas con- po en cuestión.
naturales a la industria de la droga (por aquello de “zapate- La intensidad y las modalidades del control territorial
ro a tus zapatos”). varían con el tipo de región, con el actor armado e inclusive
• Sexto, al sugerir o proveer “innovaciones” criminales con la personalidad despótica o “política” del comandante
para seguir la lucha armada (digamos la amenaza de jueces, del frente respectivo. Sin embargo, en escala de mayor a
el uso de las “rutas” para adquirir armas, la conexión con menor consolidación del dominio por parte de un grupo,
bandas de sicarios, entre otros aspectos). diríamos que su control se ejerce mediante tres clases de
• Séptimo, al “mercenarizar” la guerra porque permite mecanismos:
reclutar más por la paga que por la convicción. • Estado de facto. Salvo incursiones temporales de la fuer-
• Octavo, al corromper la organización (comandantes con za pública, el grupo irregular ejerce “soberanía” dentro de
lujos orientales, tesoreros que huyen del país, rencillas y ven- la zona. Controla el ingreso de personas o vehículos, cobra
dettas internas por cuenta de la droga). “impuestos”, mantiene el orden y administra justicia según
• Noveno, al internacionalizar el conflicto de modo pato- sus propias leyes; a veces expropia y adjudica predios, da
lógico, esto es, por la vía del crimen y no de la política. ganado o cosechas al partir, abre o mantiene vías, e invierte
o manda que la comunidad construya escuelas, puestos de
D. La lógica de territorialización salud o canchas deportivas.
Pero debe notarse que en estas zonas (que llamaríamos
En el mundo moderno el propósito de las guerras internas de “retaguardia consolidada”) aún siguen actuando funcio-
ha sido apoderarse del aparato de Estado y reorientarlo se- narios y dineros del Estado, y que los bienes o servicios pro-
gún la ideología del ganador. Pero los actores armados de vistos por la guerrilla o la autodefensa local son bastante
88 Colombia, incapaces de tomarse el Estado, acabaron por limitados.
El conflicto, callejón con salida

RECUADRO 3.1

Las nuevas guerras


Mary Kaldor*

Un nuevo tipo de violencia se ha gestado en los  y los . retroceso a las guerras primitivas porque aquellas eran ritualis-
De las llamadas guerras de baja intensidad durante la Guerra tas. Las nuevas son racionalistas en el sentido de que aplican
Fría, se ha pasado a un nuevo tipo de conflictos que involucran un pensamiento racional a los objetivos de la guerra y no acep-
elementos de la premodernidad y de la modernidad. Las gue- tan restricciones normativas.
rras degenerativas o nuevas guerras se dan en contextos de Por ello, el drama humanitario de las nuevas guerras es
erosión de la autonomía del Estado, y en particular del res- intenso: en las convencionales de principios de siglo, la pro-
quebrajamiento del monopolio de éste sobre la violencia legí- porción de militares a civiles muertos era de ocho a uno. Aho-
tima y organizada. Este monopolio se ha roto desde arriba por ra esto ha sido casi exactamente invertido: uno a ocho. Todo
la integración militar global, y desde abajo por la privatización lo que había sido proscrito como la destrucción de monumen-
de la violencia asociada con el auge del crimen organizado y tos e infraestructura, los cercos a la población civil, las atrocida-
del paramilitarismo, y al deterioro de la legitimidad política des contra los no combatientes, es lo que se usa hoy y se expresa
de los Estados en un contexto de crisis económica, fiscal y en términos de más refugiados y desplazados. Debido a que
corrupción. estos conflictos tienen ramificaciones sociales y económicas
La dispersión del uso de la violencia conlleva que los com- tan grandes, las soluciones que pretenden abarcar de una vez
batientes busquen capturar territorios a través del control po- todo el universo, generalmente no funcionan. Los esfuerzos
lítico de la población más que de la avanzada militar, de modo financieros de las nuevas guerras están asociados con el aumen-
que las batallas son evitadas tanto como sea posible. Sembrar to de la depredación local, por lo que las batallas son escasas y
el miedo y el odio como estrategia de control político es hoy la guerra es dirigida principalmente contra los civiles. El nue-
más importante que capturar corazones y mentes. El viejo prin- vo tipo de guerra es en gran medida, una condición social pre-
cipio militar de la concentración de la mayor cantidad de fuer- datoria.
za en el sitio y en el momento oportuno ha sido sustituido por
una actividad militar descentralizada y dispersa con gran én- * Tomado de: Mary Kaldor (2001), New and Old Wars–Organized Violence
fasis en la sorpresa, la movilidad y el terror. No se trata de un in a Global Era, Stanford, Stanford University Press.

—Estado tutelado. Más común es la práctica de cooptar y un ejército ilegal, brutal e impredecible o apenas vagamente
los funcionarios públicos por la razón o la fuerza, para una predecible que además está en guerra contra otros ejércitos.
especie de cogobierno o gobierno indirecto del actor arma- • Red social. Por tradición familiar o por resentimiento,
do. La injerencia puede ser más o menos continua y detalla- por convicción o por cálculo, por dinero, por miedo, por
da, obligatoria o “consultiva”, tomar la forma de vetos o de lealtad o por parentescos, cada grupo armado cuenta con la
instrucciones concretas, producirse cara a cara o por perso- simpatía, la cooperación, el apoyo, la complicidad o el si-
na interpuesta, ser puramente parasitaria o atender las ne- lencio de algunos o de muchos pobladores. Los nexos de
cesidades de la comunidad. confianza (o vigilancia) son más estrechos en regiones o en
En efecto, las prácticas del cogobierno son una verdadera actividades especialmente importantes para los armados: co-
enciclopedia de arreglos informales, callados, complejos y su- rredores calientes o rutas de secuestros, hospitales o ventas
tiles entre unos funcionarios básicamente indefensos que sin de gasolina, sindicatos o emisoras de radio locales, conce-
embargo encarnan la majestad del Estado y se deben a la ley, jales o cajeros de banco. 89
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

Estas redes, clandestinas o sabidas pero no nombradas,


son el agua del pez de que hablan los manuales. Pero tam- Primero se llevaron a los negros
bién son el pretexto para ensuciar la guerra: cada actor arma- pero a mí no me importó porque yo no lo era.
do, mejor dicho, cada matón local, decide quién es colabora- Enseguida se llevaron a los judíos
dor del enemigo, quién sapió o está próximo a sapiar, quien pero a mí no me importó porque yo no lo era.
llevó alimentos, medicinas, razones, aguardiente o prostitu- Después detuvieron a los curas
tas al campamento rival, cuál castigo o cuál medida preven- pero como yo no soy religioso tampoco me importó.
tiva se merece. Y aquí pasamos al siguiente eslabón en la Luego apresaron a los comunistas
cadena de degradación, es decir, a la lógica del terror. pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.
E. La lógica del terror
Bertolt Brecht
La lucha por controlar territorios desemboca muy pronto en
el terror; pero el terror a su vez desencadena una espiral que,
bajo ciertas condiciones, puede no tener más límite que el ahí en adelante se tratará de hacer cumplir esas leyes, no por-
exterminio de la población local. En términos analíticos, ca- que sean populares o siquiera porque sean “más justas” que
bría decir que esta espiral pasa por varios momentos y se las del enemigo, sino porque el poder de la organización sólo
alimenta de impulsos distintos, así: llega a donde llegue la vigencia de sus leyes. Y entonces la
• Limpieza inicial. Cuando empieza a ocupar un territo- población queda atrapada entre dos, quizá tres, “soberanías”,
rio, el grupo armado acostumbra eliminar, expulsar o por lo es decir, entre dos “legalidades” opuestas que no pueden
menos aquietar a los “indeseables”: abigeos, atracadores, violarse sin castigo.
ladronzuelos, basuqueros, pandilleros y otros delincuentes • Dilema de seguridad. Si el campesino escoge obedecer
menores desaparecen como por ensalmo de la vereda, del las leyes de uno cualquiera de los dos “soberanos”, automá-
valle, del barrio o de la comuna. En premio por estos actos de ticamente queda expuesto al castigo del otro cuerpo armado;
“limpieza social”, como la llaman, los vecinos aplauden o de aquí nace el llamado “dilema de seguridad” que cada quien
cuando menos agradecen en silencio. Pero la duda se asoma resuelve según confíe en la protección del uno y no le asuste
a medida que el ensalmo se va haciendo extensivo a borrachi- la amenaza del otro.
tos, homosexuales, prostitutas, jóvenes de pelo largo, gente Así, el apoyo de la comunidad al Estado, a la guerrilla o a
con ideas raras y otros “sujetos desviantes”; como en el tex- los paramilitares depende cada vez menos de la convicción
to de Brecht, cada vecino irá descubriendo tarde que ella o y cada vez más del instinto de supervivencia. Según resuelva
él era la próxima víctima. el dilema —basada en la experiencia propia o la de pueblos
• Soberanía jurídica. En sus comienzos como “autode- vecinos— la población opta por mantenerse dentro de una
fensa”, el grupo armado tiende a expresar y defender las nor- órbita o desplazarse a la del rival cuando perciba que su
mas o acuerdos informales de la comunidad que le dio ori- amenaza es más creíble que la protección del grupo preexis-
gen: las de los colonos en el caso de las Farc, las de los hacen- tente. De aquí, entre otras, nace la inestabilidad de las “adhe-
dados en el de algunos grupos paramilitares. De hecho, el siones populares” a los grupos en conflicto (Axelrod, ).
recurso a las armas se produce en respuesta a la violación o • Guerra contra los civiles. Existen opiniones opuestas
amenaza inminente a aquellas normas por parte de un intru- sobre si la guerra colombiana puede, en rigor, calificarse de
so poderoso (el ejército en un caso, la guerrilla en el otro). “civil” (Posada Carbó, ; Giraldo, ); pero hay acuer-
Pero a medida que la organización armada cobra vida pro- do en que la gran mayoría de los ciudadanos desaprueba el
pia, esto es, a medida que se militariza y se nacionaliza, em- conflicto y no se siente parte sino víctima de él. En este senti-
pieza a generar sus propias normas formales e informales. Se do, pues, antes que guerra civil tenemos una guerra contra
ha convertido en una fuente autónoma del derecho, en un los civiles o una “guerra contra la sociedad”, según la llama
90 legislador que dispone de su propio aparato coercitivo. De Pécaut ().
El conflicto, callejón con salida

El hecho puede entenderse como otra forma de desvia- por la ganancia de tierra resultante del desplazamiento for-
ción del conflicto. Puesto que la “batalla final” siempre ha zoso.
estado muy lejos, y como ninguno de los contendores de Pero la práctica del terror tiene también sus costos. Pri-
veras cree en la toma del poder a corto plazo, ninguno ve mero, porque la red social que acompaña a cada grupo va
razón ni siente fuerza para buscar “aún” el choque militar siendo más y más golpeada por el otro. Segundo y sobre
definitivo. En vez de destruir al ejército enemigo, se trata todo, porque la gente desesperada acaba en brazos del ene-
“por ahora” de irlo haciendo salir de las zonas que ocupa; y migo, o sea que el terror se autoderrota.
el método mejor para lograrlo es “quitarle el agua al pez”, Dicho de otra manera: el terrorismo pierde en la política
cortar sus nexos locales, dar muerte a sus amigos reales o lo que gana en el plano militar. Así que su escalada continua
presuntos, atemorizar tanto a los vecinos que el enemigo no en el caso colombiano viene a probar y a agravar el punto
pueda retornar. Vistas así las cosas, se descubre que la crisis de que lo militar pesa más que lo político, de que tener más
humanitaria no resulta de la confrontación militar sino, pa- territorio importa más que tener más amigos.
radójicamente, de la falta de confrontación militar. • Terror a distancia. No todas las acciones terroristas tie-
• Modulación del terror. La palabra “terrorismo” tiene nen por blanco a las personas o poblados que colaboran
distintas acepciones, pero en principio significa ejercer vio- con el enemigo. En el caso de las Farc y el eln se dan tam-
lencia sobre unas personas para influir sobre el comporta- bién acciones de alcance “nacional”, ataques a la infraes-
miento de otras. Sin perjuicio de la definición más técnica tructura energética y de comunicaciones, petardos y bom-
que se usará en el capítulo , por ahora nos estamos refirien- bas en las grandes ciudades.
do a la práctica de amedrentar o infundir pánico entre los Estas acciones recuerdan que el enemigo es el “centro”,
colaboradores presuntos o potenciales del enemigo median- que la guerrilla aspira al poder nacional, que en efecto es
te el castigo “ejemplarizante” de algunos de ellos. La ame- una fuerza revolucionaria. Pero la “guerra económica” con-
naza, entonces, tiene que ser lo bastante grave y creíble para tra oleoductos, torres de conducción eléctrica y centrales
superar la convicción o el miedo al castigo del otro grupo, o telefónicas ha empobrecido más al pueblo que al ejército, y
sea que el terrorismo tiene que ser brutal: las bombas callejeras o amagos contra acueductos no cau-
—Debe golpear donde más duele (pena de muerte, ame- san sino ira contra su autor, que además suele permanecer
nazas a la familia, incendios, pérdida de la parcela o del ne- anónimo. Lejos pues de avanzar en el frente político, de con-
gocio, entre otros). quistar la gran opinión urbana, esta última forma de terror
—Debe transmitir lecciones macabras (masacres, niños y no ha hecho sino añadir a la degradación del conflicto.
ancianos muertos, huellas de tortura, cuerpos aserrados, etc.).
—Debe evitar las excepciones y el perdón para ser creí- F. La lógica de criminalización
ble; debe además basarse en un “juicio” sumario, inapela-
ble y de inmediato cumplimiento. Prácticamente todas las conductas mencionadas hasta aquí
—Debe incluir castigos individuales y también colecti- constituyen delitos cuando menos “políticos” (rebelión,
vos (matanzas indiscriminadas, “paros armados” o voladu- sedición, asonada). Pero la frontera entre éstos y el delito
ras de puentes que impiden la salida y entrada de produc- ordinario es de por sí borrosa (los juristas dudan sobre el
tos al pueblo o a la zona). alcance de la “conexidad”); y en todo caso en Colombia
—Debe ser tan despiadado al menos como el del otro abundan los crímenes corrientes cometidos por miembros
bando. Y acá podemos asistir a una degradación ad nauseam de los cuerpos armados.
del conflicto, a medida que un lado aprende del otro, que La calificación del delito no puede hacerse sin mirar la
incluso le brinda una “prueba de campo” sobre la eficacia y subjetividad y circunstancias concretas de cada caso. He-
los costos de cada innovación (Recuadro 3.2). cha la salvedad, incluso diríamos que es muy frecuente abu-
Y es que en Colombia el terrorismo ha sido eficaz por- sar de las armas, o sea usarlas para efectos que no se pue-
que minimiza los costos militares y maximiza el control de den llamar políticos: venganza personal, enriquecimiento
territorios, bien porque la población cambie de lealtad, bien de los mandos, abuso sexual y —por supuesto— infracción 91
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

RECUADRO 3.2

Dos casos de terror

Testimonio 1. Nunca vimos enterrar a mi papá* por el que lo mataron. A mí me parece que el niño alcanzó a
Nunca supe qué fue lo que en realidad pasó con mi mamá. Es llamar a unos amigos de mi papá. No sé muy bien qué pasó
que yo tenía apenas un año cuando mi papá nos llevó con él y porque nunca lo volvimos a ver. En tal caso, ellos lo alzaron y
nosotras crecimos sin verla más. Fuimos de una a otra parte, lo trajeron al restaurante. Fue cuando lo pusieron encima de
no parábamos en ningún lado. Al fin, él puso un restaurante una mesa y nosotras nos tiramos a abrazarlo, pero no nos de-
allá en Puerto López y levantó el negocio por nosotras. Mi jaron quedarnos con él. Nosotras nunca vimos enterrar a mi
papá era una belleza, daba la vida por cada una. papá. Milena y yo sólo lo miramos cuando lo trajeron. Lo pu-
El día que mataron a mi papá nos íbamos a ir a Medellín. sieron sobre una mesa y lo abrazábamos, llorando. Nos pare-
Ahora veo que él lo presentía. Teníamos todo listo. Llegába- cía que estaba vivo. Yo tenía seis años y ella ocho. Vivíamos en
mos del centro y a él lo estaban esperando, en el restaurante, Puerto López, y habíamos estado solas con él desde antes de
dos hombres: un señor canosito que se llamaba Aníbal, y otro, que yo empezara a tener recuerdos.
al que le decían Piña. Ellos iban todos los días a que mi papá
les diera comida. Tenía que hacerlo por obligación. Ese día Testimonio 2. A mi abuelo lo mataron a machete**
nosotras entramos con él, muy tranquilas. Juan tenía  años cuando fue desplazado, sin elaborar el duelo
Ellos dijeron: —Don Manolo, ¿nos podría hacer el favor y por la muerte de su abuelo. Presenta estrés postraumático, con
nos acompaña hasta allí y nos alumbra porque el camino está intensos deseos de venganza.
muy oscuro? La muerte de mi abuelo fue a machete... Le cogieron las
Y él les contestó: —No se preocupen. Yo les presto la lin- manos. Eso sí, pero el no se dejó que lo mataran así solo. Él
terna y después me la traen. dijo que antes de que lo mataran, él tenía que llevarse a al-
—No, gracias, de pronto usted la necesita —respondie- guien para que le hiciera compañía. Andaba con un revólver y
ron—. Es mejor que nos acompañe. cuando lo cogieron sacó y mató a dos de ellos... Estábamos
Entonces, nosotras comenzamos a decirle que no nos deja- todos ahí, pero no podíamos hacer nada. La gente lo mató y lo
ra solas, que queríamos ir con él. Mi hermana Milena se puso dejaron ahí... Nos fuimos. Mi papá ya no cosechaba y las co-
a llorar para que la llevara. sas empeoraron. Ya no comía. Mi mamá tampoco. Tampoco
Él nos miró y, antes de salir, nos besó y nos dijo: nos daban nada a nosotros... Todo era distinto porque ya mi
—No, niñas. Éste será el único lugar al que no las puedo lle- papá no confiaba casi en las personas. Mi mamá era otra. Yo
var conmigo. tenía  años. Yo ya perdí la esperanza de ver las tierras donde
Se fue con ellos y como a la cuadra había un montecito. Y, nosotros vivíamos. Perdí hasta el ánimo de comer. En la casa,
¡pa! Sonaron cuatro tiros. A mi papá en el restaurante le ayuda mi mamá no dormía sino que pasaba la noche pensando. Se
un niño mayor que nosotras, que no tenía familia, ni nada. enflaqueció mucho. Mi hermanita también pues nos afectó
Lo había levantado y él lo quería mucho. El niño fue a ver y mucho el desplazamiento...
se dio cuenta que lo habían matado. Lo que pasaba era que Yo me quería ir (a donde estaban los paramilitares) porque
ellos eran guerrilleros y decían que mi papá era colaborador ese era como un sueño que yo tenía: estar allá y vengar la muerte
del ejército y que tenía comunicación con los soldados por el del abuelo, matando a los que lo mataron... Yo ya sabía quién
hecho de que también les vendía comida. Ese fue el motivo era.

** Tomado de: Constanza Ardila Galvis y Rocío Castro Sánchez (2003),


* Tomado de: Adriana Herrera (2003), Sembrando vida: jóvenes a contra- “La palabra de los inocentes”, en Children of the Andes-UK. The Work
pelo del conflicto en Colombia, Benposta. Continues, Cedavida.
92
El conflicto, callejón con salida

a las normas del derecho humanitario a cualquier título y movido por la convicción, por ideales, por un modo de al-
en cualquier circunstancia (homicidio fuera de combate, truismo.
tortura, desaparición forzada, destrucción de bienes cultu- No hay duda de que algunos guerrilleros, igual que algu-
rales, represalias, reclutamiento ilícito, etc.). nos paramilitares, están en el monte haciendo sacrificios y
De hecho, entonces, la guerra colombiana es en esencia arriesgando la vida por una idea. Pero tampoco hay duda
una guerra criminal. Bajo la interpretación más benévola, de que la idea pesa menos para muchos y de que muchos no
apenas algunos actos típicos de la guerrilla serían “conexos” están por ella: una guerra degradada por las cinco inercias
con el delito político (porte de armas, uso de prendas mili- antedichas tiende a atraer la gente equivocada y a reclutar
tares, tal vez ataques al ejército y, más dudoso, a la estación por razones equivocadas.
de policía). Los paramilitares, cuyo estatus político es por No hay manera confiable de estimar cuántos son o no
naturaleza debatible, incurren todavía menos en conductas son en las distintas organizaciones armadas: ni el asunto se
“conexas”. Sólo los miembros de la fuerza pública asistida presta para hacer encuestas ni está escrito que deba haber
por el jus belli y siempre que respeten el jus in bello están un único motivo, ni el ser humano los conoce siempre ni es-
disculpados por el deber profesional. tán ellos exentos de cambiar con el tiempo. Digamos enton-
El tipo de crimen habitual guarda cierta relación con el ces que, en promedio, los motivos para estar en la guerra
perfil “político” u objetivo final de cada grupo armado. Co- son tan poco o son tan degradados como es la guerra.
mo se dirá en el Capítulo , la guerrilla secuestra, vuela oleo- Sobre la base de testimonios dispersos, podría hablarse
ductos, lanza cilindros contra el cuartel de policía, asesina de una veintena de motivaciones distintas pero no excluyen-
informantes del ejército, siembra minas antipersonales, dis- tes que, en orden aproximado de menor a mayor degrada-
para contra el Palacio Presidencial; los paramilitares masa- ción y de modo esquemático, serían:
cran o encadenan muertes “selectivas”, desplazan cientos • Convicción política profunda, más propia de los “tiem-
o miles de campesinos, mandan matar al candidato comu- pos heróicos”, de los fundadores, de los religiosos, de los
nista; y cuando quien delinque es un agente del Estado, estudiantes y de los jóvenes.
suele tratarse de alteración de pruebas, tortura, desaparición • Asilo obligado, o casi, de un activista político o social
forzada. Mas tal afinidad entre proyecto y clase de delito no expuesto a amenazas de muerte (comunistas, dirigentes loca-
significa que éste sea “político” o quizá “conexo” y por ende les de derecha, sindicalistas, defensores de derechos hu-
atenuado: el fin no justifica los medios. manos).
Ni siquiera, en muchas ocasiones, se justifica el fin. El • Autodefensa organizada por la comunidad, como en
comandante o el tropero raso que sencillamente se vale del las Farc temprana y ocasionalmente, de vecinos que se de-
fusil para sacar ventaja personal. Es la creciente “lumpeniza- fienden de la guerrilla.
ción” de la guerra, la descomposición de veteranos y novatos • Socialización. No son pocos los hijos y aun nietos de
por obra del narcotráfico, del exceso de recursos, de las ga- guerrilleros que han pasado la vida correteando al ejército,
nas desnudas de mandar, del sicariato o arriendo de la fuer- como también hay partes donde el paramilitarismo es cues-
za para saldar cuentas ajenas, de subsumir la pandilla juve- tión de familia.
nil de la comuna, del entrecruce con hampones ordinarios • Pertenencia. Niños y jóvenes con déficit emocional ha-
que se inicia en la cárcel y se estrecha en el secuestro, la com- llan identidad en el esprit de corps y la intensa camaradería
pra de armas o el asalto al banco. ¿Dónde está la frontera que puede brindar un grupo armado.
entre violencia política y violencia ordinaria? • Gusto por las armas y el poder que irradian, el luci-
miento, el llamar la atención, el inspirar respeto.
G. La lógica de vinculación apolítica • Amor, el más antiguo motivo del mundo, sobre todo
de las niñas que de buena o mala fe conquistan a los “mu-
Aunque “nadie conoce el corazón del hombre”, parece ra- chachos” y sus armas.
zonable suponer que quien voluntariamente empuña las ar- • Espíritu de aventura, la tentación gratuita de ensayar
mas o colabora con un “proyecto político-militar” lo hará una vida que parece distinta y quizá entretenida. 93
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Informe Nacional de Desarrollo Humano Colombia - 2003

• Seguridad personal, toda vez que los combates son es- absurdo aquella idea de construir otro Estado en vez de apo-
casos y “en el país que vivimos” es de todas maneras mejor derarse del que existe.
andar armado. • Rutina. Como a tantas otras cosas en la vida, la gente se
• Poder o autoridad sobre el recluta raso, sobre la pobla- hace a la gimnasia, la montaña y las prácticas de tiro, y sigue
ción quizá, poder político tal vez el día de mañana. en ellas mientras no aparezca una razón fuerte para no se-
• Movilidad social, como la que ha permitido a Marulan- guirla.
da, a Gabino o a Castaño pasar de la cuna campesina a la • Miedo común y silvestre, porque el intento de deser-
cumbre del poder y la fama. ción se castiga con la muerte.
• Carrera profesional, prospecto para el joven desem- • Venganza, una motivación muy clásica y muy básica en
pleado que sale del servicio militar, también a veces para el un conflicto largo y donde tantos hijos han presenciado la
suboficial o el oficial que fue expulsado de la fuerza públi- “ejecución” de sus padres.
ca. Distinciones, ascensos y medallas son prácticas comu- • Dinero, con mayor degradación entre más dinero sea,
nes a los varios ejércitos irregulares. desde la paga ocasional al joven guerrillero o el salario men-
• Escape, huida de un padre que maltrata o un padrastro sual de los paracos, hasta la cuenta personal en Suiza, el
que abusa sexualmente de la joven. emporio ganadero y la finca de recreo.
• Falta de opciones, que se asemejan mucho al desem- • Asesinos comunes que se “enmontan” tan sólo para evi-
pleo y al aburrimiento de ver pasar los días sin cosecha ni tar la cárcel.
escuela, ni modo de alcanzarlas. • Guerrilleros desmovilizados o sin desmovilizar que cam-
• Reclutamiento forzado. Jóvenes que ingresan bajo co- bian de camiseta y trabajan con los paras, o viceversa.
acción o amenaza de la guerrilla o las autodefensas, a ellos o • Mercenarios profesionales, colombianos o extranjeros,
a sus familias. Y como el supremo atributo del soberano es contratados y bien pagados para asesorar, entrenar o ejecu-
imponer el servicio militar, aquí encontramos reducida al tar operativos especiales o especialmente turbios. La degra-
dación final.

94

You might also like