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Charles Taylor - Imaginarios sociales Modernos


(reseña).

Research · March 2016


DOI: 10.13140/RG.2.1.4688.3602

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Pablo Beytía
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Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 159
Vol. XXV / Nº 3 / 2011 / 159-162

Imaginarios sociales modernos.


Charles Taylor (2006), Barcelona: Paidós.

Pablo Beytía R.*

En el año 2006 fueron publicadas en castellano dos obras de Charles Taylor, la


muy citada Fuentes del yo: la construcción de la identidad moderna y un libro de
pretensiones más cautas y con menor impacto académico, pero no por ello menos
iluminador: Imaginarios sociales modernos. El propósito de este último es describir
cómo las personas de Occidente imaginan su existencia social. Este proyecto es
llevado a cabo reflexionando sobre las concepciones colectivas que posibilitan
prácticas comunes y sentimientos compartidos de legitimidad.
Es relevante rescatar esta publicación, esencialmente porque conjuga armonio-
samente varios aspectos indispensables para el estudio de la cultura moderna y que
raramente se encuentran reunidos en un solo texto. Primero, es una descripción
sistemática y coherente sobre las formas que dan sentido a las prácticas sociales
occidentales. Segundo, no sólo remite a una reflexión teórica, sino que además
incorpora una sólida interpretación de procesos históricos. Tercero, la propuesta
–a pesar de estar delimitada a los imaginarios sociales europeos– permite pensar
la modernidad como una estructura flexible, acomodable a las diversas com-
prensiones de lo social que están inscritas en los diferentes contextos colectivos.
La hipótesis básica del texto es que en el centro de la modernidad occidental
se halla una nueva concepción del orden moral de la sociedad, en donde: a) se
comprende lo social como algo que existe para el beneficio mutuo de los indi-
viduos y en defensa de sus derechos; b) se busca respaldar la vida y los medios
para su sustento, dado lo cual las diferencias sociales sólo pueden justificarse
en relación a la seguridad, el intercambio y la prosperidad común; c) el orden
social busca garantizar la libertad, lo que se expresa a menudo en términos de
derechos adquiridos por los participantes de forma igualitaria. Esta concepción
moral se habría originado en la mente de unos pocos pensadores influyentes –como
Grocio y Locke–, pero luego se habría expandido socialmente –no sin algunas
correcciones– gracias al surgimiento de algunas formas sociales características de

* Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: ptbeytia@uc.cl.


160 | Reseña
Pablo Beytía R.

la modernidad occidental, tales como la economía de mercado, la esfera pública


y el autogobierno del pueblo.
El proceso de modernización, para Taylor, habría comenzado junto con los
procesos de civilidad y de desencantamiento del mundo. El término civilidad
refleja la transición que desde el siglo XV vivió Europa, en donde se produjo una
‘domesticación de la nobleza guerrera’ y se comenzó a valorar la educación hu-
manística, el autocontrol, el refinamiento y la disciplina. El desencantamiento del
mundo es trabajado como un ‘gran desarraigo social’, según el cual las personas,
que antiguamente practicaban lo que Taylor llama ‘religión temprana’, dejan de
pensar su identidad como algo inexplicable fuera del grupo, su posición cósmica
como algo legitimado sagradamente y su prosperidad como algo discutible con la
divinidad. Comienzan, producto de la expansión de las religiones ‘postaxiales’ y
del impulso reformista de autocontrol y disciplina, a entenderse como individuos
que no legitiman las jerarquías sociales ni deben discutir su prosperidad con la
divinidad.
Posteriormente a estos primeros procesos de cambio, habrían surgido según
Taylor tres formas de autocomprensión social que son cruciales para la modernidad
y que transforman el imaginario social originalmente formulado por Grocio y
Locke: la economía como realidad objetivada, la esfera pública y el autogobierno
democrático. Juntas, estas tres construcciones colectivas darían forma a la sociedad
civil, comprendida como un fenómeno secular que surge en el siglo XVIII y que
se diferencia cualitativamente del ámbito político.
En el caso de la economía, ella habría comenzado a entenderse como una di-
mensión social en donde cada individuo, persiguiendo el beneficio personal, logra
por mecanismos estructurales el beneficio colectivo. La esfera pública se presentaría
como un espacio común, generalmente mediatizado, en donde los miembros de
la sociedad pueden discutir y formar una opinión consensuada sobre temas de
interés social. Finalmente, la idea del pueblo soberano, expresada prácticamente
en las revoluciones americana y francesa, habría determinado la invención del
pueblo como agencia colectiva. El resultado es que la sociedad dejaría de ser con-
cebida como equivalente al cuerpo político, generalizándose la impresión de que
el gobernante debe ganarse el consentimiento de quienes gobierna. Desde aquí
lo social –primordialmente por la nueva noción de ‘mercado autorregulado’– se
empezaría a interpretar desde una perspectiva bifocal, es decir, que toma en cuenta
tanto las acciones conscientes de los agentes como las coordinaciones que suceden
a espaldas de ellos.
La modernidad graficada por Taylor queda finalmente asociada a dos últimas
características: horizontalidad y secularización. La antigua sociedad se hallaba
Persona y Sociedad / Universidad Alberto Hurtado | 161
Vol. XXV / Nº 3 / 2011 / 159-162

verticalmente vinculada, en el sentido de que cada campesino, mediante una


cadena de relaciones personales y jerárquicas, quedaba teóricamente vinculado
al rey, quien daba unidad al orden social. En cambio, en la moderna sociedad
horizontal cada persona mantiene una relación inmediata con el todo; cada ciu-
dadano pertenece al Estado-nación y este vínculo no está mediado por ninguna
persona u organización. Por otro lado, la sociedad antigua tenía una necesidad
óntica de divinidad: se legitimaba al gobernante mediante la idea de que este fue
dotado de agencia en un tiempo superior (divino). En la modernidad, en cambio,
se interpreta la fundación de la sociedad como un acto colectivo que tuvo lugar en
un tiempo secular o histórico. Este sería el principal significado de la secularización
para Taylor: el fin de la sociedad estructurada a partir del vínculo con Dios, y no
el fin de la religión personal.
Luego de esta sintética revisión, podemos notar que este texto rescata, en un
todo ordenado, coherente y crítico, una multitud de tesis de prestigiosos investiga-
dores, tales como Weber, Elías, Foucault, Eliade, Habermas, Bellah y Mann. De
tal forma, una de sus principales virtudes es presentar una visión global –aunque
a ratos ecléctica– del proceso de modernización occidental. Lo más original de
este esfuerzo de síntesis es que toma como eje el ‘imaginario social’, un concepto
mucho más aprehensible que el término ‘cultura’ y mucho más anclado en la
sociedad real que el de ‘historia de las ideas’.
Añadido a esto, hay dos tesis de Taylor que merecen una debida atención. Para
entender su importancia, hay que recordar la interpretación clásica de la moderni-
dad, desarrollada por autores como Marx y Weber, y a la cual hoy adhieren, por
ejemplo, Habermas y Touraine. Desde esta vertiente, la sociedad moderna llegaría
principalmente con el avance del capitalismo y del Estado burocrático. Para Taylor,
en cambio, poner el énfasis en estos u otros desarrollos institucionales alimenta “la
ilusión de que la modernidad es un proceso unificado destinado a producirse en
todas partes de la misma forma” (225). Por ello, su propuesta es poner el énfasis en
los imaginarios sociales modernos; vale decir, en las diferentes maneras de erigir
y animar las formas institucionales modernas. Esto es lo que permitiría hablar de
‘múltiples modernidades’: contextos sociales con instituciones similares, pero con
imaginarios sociales muy diferentes.
En segundo lugar, es destacable el énfasis que Taylor pone en la esfera pública.
Como pudo notarse anteriormente, la corriente clásica de estudio sobre la moder-
nidad se ha referido mayoritariamente a dos dimensiones sociales: la economía
(capitalismo) y la política (Estado burocrático). Taylor también pone énfasis en estas
dimensiones a través de su visión de la economía de mercado y del autogobierno
del pueblo. Sin embargo, esta investigación añade una tercera esfera indispensable
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Pablo Beytía R.

para entender el surgimiento y el desarrollo de la moderna sociedad occidental: la


esfera pública, aquel complejo entramado en donde adquieren agencia los medios
de comunicación, la información civil y la opinión ciudadana. Cuando menos sería
justo admitir que esta dimensión ha tenido un impacto vital en la formación de
las sociedades democráticas capitalistas, y que además ha afectado históricamente
el desarrollo moderno de la economía y de la política occidental.

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