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Caracterología

Temperamento, carácter y personalidad.

Introducción
Cada persona es como es, desde su nacimiento y con la historia de su
vida. Puede ser una persona que tiene una fuerza de voluntad enorme,
o una que tiene una voluntad débil; una con una inteligencia clara, viva,
ágil, o una que hay que decirle las cosas con mucha sencillez y claridad
porque no capta fácilmente las ideas. Hay la persona activa y la dada a
la inactividad. El emotivo y el no emotivo. Estos que tiene durante toda
su vida, formando así su carácter y personalidad, que viene siendo la
manera de ser habitual de la persona, lo que le diferencia de los
demás.

El Temperamento.
Es un fenómeno de la naturaleza emocional de un individuo. Son rasgos
que constituyen el temperamento con que todo ser humano nace, pero
que moldea, ajusta o perfecciona, de acuerdo a la educación y
experiencias e condiciona sus reacciones psicológicas y fisiológicas.
Incluye la susceptibilidad a la estimulación emocional, la velocidad e
intensidad con que habitualmente reacciona, la cualidad del estado de
ánimo dominante y sus características. El temperamento es lo que la
persona ha recibido de la naturaleza, pero no es todo el individuo. Se
tiene que considerar lo que se conquista por la educación y por la propia
experiencia. "El hecho de que el temperamento esté fundamentalmente
determinado por la herencia no supone que sea inmodificable y esto es
importante de tener en cuenta" (Felix Acha Irizar, Introducción a la
Psicología, p. 205). La integración de todos los rasgos y características
del individuo (somáticas, intelectuales, temperamentales), las
condiciones ambientales y las experiencias afectivas y educacionales
que experimente, van a determinar su propia forma de comportarse.

El Carácter.
Incluye el temperamento y además todos los elementos adquiridos que
lo especifican de una manera determinada, esto es, la modificación del
temperamento por la educación y el trabajo de la voluntad, y
consolidado por el hábito y las experiencias vividas.

Es importante el estudio de los caracteres para tener un conocimiento


básico de las cualidades y posibles defectos del formando y así poderle
ayudar a potenciar los talentos que tiene. Pero es conveniente señalar
que nunca se debe hacer un juicio precipitado o definitivo sobre el
carácter de la persona, porque ningún carácter existe puro en la
realidad; generalmente se hayan mezclados y con matices muy
diversos. Lo importante es conocer los rasgos generales de los
caracteres tipo para que el formador los tenga como guía para su
observación.

La ciencia que se encarga del estudio de los diferentes caracteres es la


caracterología. Esta ciencia tiene por objeto determinar los distintos
caracteres sin dar un juicio sobre ellos. No se trata de saber si uno es
mejor que el otro, o si uno tiene más o menos valor, pues todo carácter
tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

Es importante señalar que a cada tipo de carácter se le puede y debe


potenciar: al que haya recibido un talento se le pedirán cuentas de ese
único talento que recibió, al que haya recibido cinco tendrá que rendir
cuentas de esos cinco. Lo esencial no radica en el carácter que tenga el
dirigido sino lo que logre hacer con él. No es el carácter lo que en sí
mismo tiene valor, sino el hombre que lo tiene y sabe usarlo para sacar
un mayor provecho de él.

También es importante aclarar que aunque la personalidad de todo ser


humano se forja sobre todo en los primeros años de su vida, por ello,
todo ser humano, en cualquier etapa de su vida, es perfectible.

La clasificación clásica de los diversos caracteres se hace en base a


tres factores fundamentales:

a. La emotividad: es una disposición cuya esencia consiste en vibrar


interiormente con mayor o menor intensidad frente a los estímulos.

b. La actividad: es una tendencia congénita, íntima y asidua que empuja


a obrar y a crearse ocasiones para obrar.

c. La resonancia: es la reacción más o menos prolongada que se


produce en la conciencia psicológica, después de una sensación o
impresión. Puede ser de dos especies:

 Primaria: es inmediata pero de breve duración.


 Secundaria: la impresión que se da, penetra poco a poco en lo más
profundo de la conciencia psicológica y permanece mucho tiempo allí.

A. Carácter Inquieto (Emotivo-noActivo-Primario) NERVIOSO

B. Carácter Reflexivo (Emotivo-noActivo-Secundario) SENTIMENTAL

C. Carácter Dinámico ( Emotivo-Activo-Primario) COLÉRICO

D. Carácter Apasionado (Emotivo-Activo-Secundario) APASIONADO

E. Carácter Realista (noEmotivo-Activo-Primario) SANGUÍNEO

F. Carácter Férreo (noEmotivo-noActivo-Primario) AMORFO

G. Carácter Adapatable ( noEmotivo-Activo-Secundario)


FLEMÁTICO

H. Carácter Conservador (noEmotivo-noActivo-Secundario) APÁTICO

A. Carácter Inquieto (Emotivo-noActivo-Primario) NERVIOSO


Una persona con carácter Inquieto es idealista y muy sensible, siente la necesidad
de tener emociones y de vivir intensamente. Por su emotividad, su reacción a las
impresiones es inmediata e impulsiva, cambia de humor según la emoción del
momento, pasa del entusiasmo al desaliento, de la alegría a la tristeza y del amor
al odio.

Busca resultados inmediatos y que no impliquen mucho esfuerzo, le resulta muy


difícil centrarse en el trabajo. Es perezoso, distraído, inconstante e irreflexivo.
Tiene pocos intereses intelectuales. Está mal dotado para la comprensión, la
memorización, la abstracción y el razonamiento lógico.
Su inteligencia es más intuitiva que lógica. Tiene una gran predisposición para la
literatura, poesía y las bellas artes. Destaca por su imaginación viva y la expresión
espontánea.

Entre sus potencialidades se puede decir que es sumamente sensible a la belleza,


su comportamiento social es agradable y generoso lo cual le hace tener muchos
amigos, aunque sean superficiales. Es delicado, alegre; generalmente optimista y
afable. La emotividad es su fuerza. Su valor dominante es la diversión, la alegría
de vivir el momento actual.
La mayor limitación caracterológica es su movilidad tanto sentimental como de
humor. A veces quiere huir de sí mismo, a base del alcohol o de los amigos, por
esa emotividad que le impide sistematizar su vida.

Es necesario habituarle al esfuerzo personal y progresivo porque le cuesta el


trabajo sistemático. Por ser muy primario, el nervioso se desanima pronto, hay
que ayudarle a disciplinar su trabajo, a centrarse en lo que hace y a organizarse.
Hay que darle metas escalonadas. Eso ayuda mucho. A un inquieto se le deben
proponer programas mensuales o semestrales; incluso, ponerle medios dinámicos
para lograrlas, no medios fríos. No se puede abusar de su esfuerzo porque, al
contar con bases poco profundas, se puede desmoronar fácilmente. Un esfuerzo
por metas y medios ágiles es la clave para su perseverancia y superación.

B. Carácter Reflexivo (Emotivo-noActivo-


Secundario)SENTIMENTAL
El reflexivo es introvertido e inclinado hacia la vida interior. Sensible, templado,
tenaz, auténtico, audaz, con piedad profunda.

Por ser emotivo, los reproches le duelen hondamente, estos le pueden causar un
complejo o una represión obsesiva o una sensación de fracaso. Percibe
profundamente cualquier impresión, tanto si es buena como si es mala, alegre o
triste. La medita lentamente y la revive una y otra vez.

No busca impresiones nuevas, le gusta ser conservador y cuando la vida le


presenta una nueva experiencia le cuesta trabajo adaptarse a ella. Es idealista,
pero en forma reservada y moderada. Le atrae lo estético.

Es vulnerable, tímido, pesimista, indeciso, con poco sentido práctico. Es una


persona que desconfía de sí mismo. Tiende a la inactividad, al aislamiento, al
aburrimiento. Está lleno de costumbres y manías.

El reflexivo tiene escasa aptitud para emprender, para la organización lógica y


para la abstracción. Trabaja con interés, orden y método y le gusta hacer las
cosas bien; sin embargo se desalienta pronto ante las dificultades, desconfía de
sus posibilidades y es lento, tanto en la concepción como en la realización de las
tareas. Tiene problemas para adaptarse a nuevas actividades y para el esfuerzo
prolongado.

Vive muy apegado al pasado, en el cual se refugia muchas veces, mientras que
por otra parte se preocupa de organizar "con la imaginación" su porvenir. Sus
proyectos e iniciativas se quedan siempre en el estado de aspiración y de sueño.

Es delicado, muy fiel y constante en el afecto, amante de la soledad y el silencio.


Muy recto, honrado, veraz. Con poco se contenta, no es nada ambicioso. Da
mucho valor a la vida sencilla y pura. Está predispuesto a la comprensión de los
demás, porque es reflexivo, procede con mucha calma y posee un espíritu muy
noble y delicado.

Su poca actividad provoca en él la necesidad de una vida reposada, regular,


bastante egoísta. Más que el instinto sexual, el verdadero peligro para la castidad
del reflexivo consiste en la tendencia y en la necesidad de afecto.

Sentido de responsabilidad y de iniciativa (sobre todo, esta última le es necesaria),


para que llegue a poseer una "personalidad" recia y desarrolle su capacidad de
liderazgo.

Cuando se haya convencido al reflexivo de que se dedique al apostolado como un


medio para el bien de su alma y la del prójimo, se habrá conseguido el éxito. Con
sus dotes positivas, después de una buena formación, estará en condiciones de
nutrir, a su vez, a otras muchas almas y convertirse en un excelente formador.

C. Carácter Dinámico ( Emotivo-Activo-Primario) COLÉRICO


La característica más importante de este carácter es la actividad exuberante. El
Dinámico ha nacido para actuar, la actividad es su verdadera fuerza y, por tanto, la
nota predominante de su carácter.

En la vida social es muy cordial, es popular por su iniciativa y optimismo, por su


alegría y buen humor, es muy extrovertido. Susceptible, inquieto, charlatán, es
propenso a la mentira por tender a la exageración. Sus reacciones son
instantáneas, violentas, necesita respuestas inmediatas, nada a largo plazo.

Este carácter es idealista al máximo, compasivo, generoso y servicial. Incapaz de


guardar algún rencor. Es voluble, cambiando fácilmente de gustos y amigos. Suele
cambiar de actividad de manera frecuente y caprichosa y sin terminar lo que ha
empezado. Busca éxitos inmediatos ya que es incapaz de subordinar sus actos a
un fin lejano.

Eleva a verdadera caridad fraterna su innata inclinación a amar. Es muy caritativo


con los enfermos. Sin embargo, por su vigor exuberante, peligra en su vida
sexual, sobre todo en su afectividad, donde puede conquistar amores poco
duraderos o tener caídas graves.

La inteligencia del Dinámico está inclinada a lo concreto, lo inmediato y lo técnico.


Es una inteligencia práctica que comprende con rapidez y demuestra capacidad
de improvisación. Prefiere el trabajo en equipo al trabajo individual. Tiene espíritu
de camaradería: ayuda con gusto a los demás, colabora siempre que puede, aún
más, se adelanta y previene los deseos y necesidades de sus compañeros.

D. Carácter Apasionado (Emotivo-Activo-Secundario)


APASIONADO
Uno de los caracteres más ricos. La vida del apasionado está hecha
fundamentalmente de sacrificio, toma muy en serio cosas tan vitales como la
familia, la patria, la religión. La persona de este carácter es servicial, honorable,
amante de la sociedad. Está dotado de una comprensión inteligente para
cualquier tipo de problemas y es compasivo con la debilidad, pena o aflicción
ajena.

Es, así mismo, dominador, ambicioso, apto para mandar. A veces fanático e
impaciente, hasta agresivo. Peca de temeridad arrastrando a los demás consigo.
Se deja guiar por la regla y por la razón, que considera como normas supremas
de su obrar. De aquí que observe el orden de una manera meticulosa. Puede
convertirse en un hombre o mujer severa, dura, obstinada, de las que atosigan
con el ejercicio de su autoridad.

Organiza jerárquicamente su vida afectiva y es generalmente reservado. Tiene


una gran capacidad de trabajo, y ese trabajo tiene como base la responsabilidad;
se concentra en lo que hace y es constante y organizado. Está siempre orientado
hacia la acción que desea resulte lo más perfecta posible y, generalmente,
consigue llevarla a feliz término. Es además puntual y de conducta honorable.

El exceso de orden, indiferencia por los deportes, poca resistencia física,


desinterés por las artes son otros rasgos de este carácter. La inteligencia del
apasionado es muy apta para la abstracción y el razonamiento lógico. Sus
intereses intelectuales son de carácter social, metafísico y religioso. Posee
capacidad inventiva, gran memoria, buena atención, imaginación y comprensión.
Prefiere trabajar solo.

La misma seriedad en lo que emprende ya constituye por sí misma una valiosa


ayuda tanto para su castidad personal como en el trato con el otro sexo. Sin
embargo, por su orgullo mantiene una excesiva seguridad en sí mismo que le
puede hacer caer en la sensualidad y en fallas graves en el campo de la
sexualidad.

E. Carácter Realista (noEmotivo-Activo-Primario) SANGUÍNEO


El realista es el carácter más extrovertido de todos. Es un amante de la vida,
oportunista, versátil y educado. Con un gran sentido analítico, buen sentido
práctico, una gran inventiva y gran destreza manual, muy independiente en sus
juicios y críticas. Destaca por sus dotes diplomáticas, inteligencia clara y buena
observación. La ironía es una de sus armas predilectas.

Está predispuesto al egoísmo y a la codicia. Es propenso a la intriga, la


denigración, el cinismo. Es inconstante, falto de sistematización; tiene grandes
necesidades sensuales por su curiosidad malsana. Es insensible, sin convicciones
hondas, dado a la dispersión, al escepticismo, al libertinaje, a la picardía y a la
glotonería.

Su inteligencia tiene muchos puntos fuertes: comprensión rápida, claridad y


precisión en las ideas, capacidad crítica y expresión objetiva. Posee una natural
inclinación a obrar, admirable adaptación a las circunstancias, a las situaciones
concretas, deseoso siempre de conocer, más reflexivo que impulsivo. Se interesa
por las cosas concretas, que impresionan los sentidos. Apegado al dinero. Es
versátil: tiene el sentido del trabajo y del trabajo hecho inteligentemente, pero se
aplica a él de manera irregular; también busca el resultado de inmediato.

El valor que busca instintivamente es la utilidad y el éxito inmediato en el campo


social con el fin de saciar su avidez y la propia vanidad. Se fija más en la
apariencia que en la sustancia

F. Carácter Férreo (noEmotivo-noActivo-Primario) AMORFO


Es dócil y nada polémico, no resiste a la autoridad, es conciso y exacto, objetivo y
observador

Tenemos que partir del hecho de que este carácter, junto con el conservador, es el
más pobre de todos porque le faltan los tres elementos positivos: no tiene la
riqueza interior de la emotividad; no tiene el poder y la fuerza de la actividad y no
tiene el equilibrio y la discreción de la secundariedad.

Su rasgo característico más fuerte es la pereza. No siente internamente su falta


de actividad, más bien, ésta va acompañada de cierta alegría y satisfacción. Se
deja arrastrar fácilmente por el ambiente, es indolente para todo y poco aseado.
Su incapacidad de esfuerzo es modesta, pero no nula.
Carece de miras elevadas, se contenta con poco, se consuela enseguida ante las
contrariedades, no tiene grandes aspiraciones, le basta con vivir al nivel ordinario.
No tiene temor ante los peligros y las desgracias, por lo tanto es valiente al
máximo. No es aprensivo, ni pesimista, está protegido contra las enfermedades
nerviosas y mentales que en el mundo actual es una gran ventaja, es sociable en
grado sumo. Es dócil y nada polémico, no resiste a la autoridad, es conciso y
exacto, objetivo y observador. Este es su secreto de éxito en el trabajo y en la
sociedad. Le gustan los deportes.

Se deja llevar por los deseos del cuerpo, es comelón, dormilón y fácilmente se
deja llevar por sus bajos instintos; está sometido a las excitaciones del instante.
Es indiferente a todo, aunque es inteligente no sobresale, a causa de su inercia y
baja curiosidad. Razona con mucha lentitud y de forma superficial. Está
incapacitado para el pensamiento abstracto. Se muestra indeciso, torpe,
desordenado, abúlico e inadaptado.

No vibra por ningún ideal, ni se esfuerza ante una acción noble, no experimenta
ningún sentimiento porque tiene un vacío interior, al no poseer nada de afectividad
se deja llevar por el egoísmo. Vive en y del momento presente; es superficial, se
deja llevar por el medio ambiente.

G. Carácter Adapatable ( noEmotivo-Activo-Secundario)


FLEMÁTICO
El signo más característico del carácter flemático es su frialdad y su excepcional
calma, es poco expresivo, franco y sencillo; su curiosidad es sin entusiasmo.
Su valor dominante está en la firme constancia con que lleva a cabo sus obras. Se
aplica al trabajo con método y constancia; su actividad es fría y sin calor, pero
profunda, vigorosa, tenaz y eficaz. Se propone fines determinados y precisos y no
descansa hasta haberlos terminado. Actúa con convicción y en silencio.

Sus intereses son intelectuales, sus juicios incipientes, precisos y categóricos. El


flemático es autónomo, circunspecto, tenaz, firme, puntual, regular y sistemático.
Es ordenado y limpio. No está apegado ni al dinero, ni a las cosas, ni a los
atractivos del mundo. Lleva una vida muy sencilla y aprovecha muy bien el tiempo.

Su principal cualidad es una calma especial que lo hace tener una templanza
perfecta y una sabiduría sexual muy marcada. Son muy laboriosos debido a la
tenacidad y constancia. Son adaptables en cualquier ambiente, no riñen.

La inteligencia del flemático es lenta, pero profunda; es de tipo conceptual, con


buena aptitud para comprender lo esencial, ordenar, clasificar y sistematizar.
Posee también buena memoria y capacidad de concentración; en cambio, tiene
poca imaginación. Ama la lectura y se aplica seriamente al estudio.

En sus relaciones sociales, le falta espontaneidad y desenvoltura; es reservado,


pero no tímido. Parece indiferente a los acontecimientos exteriores y por ello, lo
juzgan como insensible. No le gusta participar en grupo, no se abre ante las
personas. Le choca renunciar a sus puntos de vista, o aceptar lo que no había
previsto. Posee un orgullo frío, duro, conscientemente fundado en su inteligencia,
es un orgullo de indiferencia, como si los demás no existieran, de origen
intelectual, sin nada de emotividad

H. Carácter Conservador (noEmotivo-noActivo-Secundario)


APÁTICO
El carácter Conservador goza de una objetividad e indiferencia poco comunes, es
una persona de principios fijos y fríos; avaro, conservador. Sus valores principales
son la disciplina, la fidelidad y la rica imaginación. Casi siempre es sincero,
honrado y digno de confianza.

El Conservador suele caracterizarse por una pasividad habitual en un total


sometimiento al pasado y a los hábitos que va adquiriendo. Su vida está apagada,
carece de fuerza interior, entusiasmo y alegría. Es el tipo rutinario, conservador y
esclavo de las tradiciones y costumbres. Es el más terco de todos los caracteres.

El conservador es meditativo y lento; se separa de cuanto lo rodea para insistir en


su pesimismo y carencia. Es un carácter pobre y está sometido a las necesidades
orgánicas y al automatismo. La pereza es algo constitucional en el apático, es
retraído y solitario, no se interesa por nada. No siente necesidad de trabajar. No
tiene iniciativas.

En cuanto a la vida social tienen pocas cualidades, pues siente un atractivo


especial por la soledad y el aislamiento. Le gusta la tranquilidad, la vida
monótona. Es cerrado, independiente, insensible y egoísta. Su lema es: "Pensar
en sí mismo y quejarse".

Carece del estímulo de la emotividad y de la ayuda de la actividad. Por está razón


permanece casi en estado potencial, sin movilizar, prácticamente sin tensión. Es
una inteligencia muy mal dotada para extraer lo esencial, para la abstracción y
para el establecimiento de relaciones lógicas. El pensamiento es incoherente y
pobre de ideas.
CARACTEROLOGÍA

Comprende los estudios relativos a lo que hay de específico


en las diferentes variedades de individuos y a lo originalmente
personal de los mismos; es, pues, el conocimiento y clasificación
de los caracteres, tema implicado con el de los temperamentos,
por lo que existen diversas clasificaciones según que los autores
asimilen más o menos el carácter, al temperamento o viceversa.

Ya en la antigua Grecia, Demócrito quiso enunciar un principio de


c. diciendo en forma rígida que «el carácter de un hombre hace
su destino». Hipócrates y más tarde Galeno, mediante la teoría
de las cuatro constituciones humorales, plantearon una c. que ha
seguido influyendo de algún modo hasta la medicina del s. XII.
Cuatro humores del organismo: sangre, bilis, atrabilis y pituita, se
relacionarían con los cuatro elementos naturales: fuego, tierra,
aire y agua, y determinarían, según su predominio en el cuerpo,
los tan conocidos cuatro caracteres humanos: el sanguíneo, el
colérico, el melancólico y el flemático.

Por otra parte, la escuela francesa, desde Montaigne, se interesó


ampliamente por el estudio. de los caracteres, multiplicándose a
partir de 1890 las clasificaciones. Muchos nombres se pueden
citar entre los que han aportado clasificaciones caracterológicas.
Entre ellos, los tipologistas o caracterólogos adheridos
preferentemente a la sistematización. En el centro de estos
trabajos merece citarse la clasificación de Groninga, llamada así
porque fue obra de dos profesores de esa Universidad: un
psicólogo, Heymans y un psiquiatra, Wiersma. Y la clasificación
de Klages, en una descripción de la estructura del carácter que
comporta tres elementos: la reactividad, la afectividad y el querer.
Más tarde Bleuler, con la noción de sintonía, considerada como
una aptitud para ponerse al unísono con la vecindad en que uno
vive. Y Kretschmer, que construye una clasificación interesante
por su valor histórico y su concepción humoral: ciclotímicos y
esquizotímicos. Posteriormente Eugenio Minkowski (el psiquiatra
y psicólogo francés defensor de las corrientes antropológicas en
la clínica de nuestro tiempo), explica y sistematiza los caracteres
por «la insuficiencia del contacto vital».

Entre las clasificaciones fundadas en la llamada Psicología


profunda ha alcanzado cierta difusión la de Jung. Los tipos
descritos por el fundador de la Psicología analítica o de los
complejos hacen referencia a dos disposiciones fundamentales,.
la extroversión y la introversión, de las que dice deben su
existencia a una causa inconsciente, instintiva, algo con raíz
biológica precedente. Distingue Jung dos disposiciones generales
de la conciencia, las ya citadas de extroversión e introversión, y
cuatro funciones psicológicas fundamentales: el pensar, el sentir,
el percibir y el intuir. Según predomine una de estas funciones
surgirá el tipo reflexivo o, sentimental, perceptivo o intuitivo,
dentro de cada una de las disposiciones extravertida e
intravertida; es decir, en total se originarán ocho tipos
psicológicos.

Clasificación fenomenológica.

La clasificación actual se ha desarrollado, sobre todo, partiendo


de los estudios de los psicopedagogos y los fenomenólogos
clínicos. La influencia de estos últimos ha trascendido del ámbito
psicopatológico al sociológico y cultural. Por su importancia en
este sentido merece destacarse la c. de Spranger. Teniendo en
cuenta que el carácter corresponde a la capa intelectivo-volitiva
de la personalidad y siendo la inteligencia y la voluntad los
atributos de la vida del espíritu, este autor define el carácter como
el conjunto de actos o vivencias referidos a la cultura. La cultura
se concreta en la dirección de la ciencia, el arte, la economía, la
religión, etc.; en cada una de estas ramas se tiende hacia unos
valores determinados: intelectuales, estéticos, materialmente
utilitarios, éticos y religiosos. Habrá, por tanto, hombres que
orienten sus acciones de manera preferente hacia alguno de
estos valores. Así describe Spranger el hombre teorético, el
hombre estético, el económico y el religioso. Pero no sólo puede
el hombre enfrentarse con la naturaleza, sino también con el otro
hombre y frente a su oponente puede adoptar dos posturas: de
poder o de simpatía, dando lugar a otros dos tipos
caracterológicos: el hombre político y el hombre social.
La clasificación de Spranger no puede aceptarse de modo rígido,
como es evidente, pues aunque cada uno puede efectivamente
desarrollar más alguna de las varias «direcciones» a que está
llamado su espíritu, en realidad tales direcciones no se excluyen
mutuamente sino que se superponen, se autocorrigen, etc.; y
algunas, como la que llama religiosa, o la social, etc., son más
que una dirección, son algo que deben o pueden abarcar toda la
vida y cualquier tipo de carácter. Teniendo en cuenta los límites
de esa clasificación, indiquemos las líneas aproximadas de cada
uno de los seis tipos:

El hombre teorético.

El mundo que rodea al hombre teorético es considerado como


objeto de conocimiento. Su actitud espiritual se orienta
preferentemente hacia ese afán cognoscitivo. Para él es
secundario lo bello y lo feo, lo útil o lo perjudicial, etc. Las
realidades son simplemente verdaderas o falsas. Una sola cosa
le apasiona: el conocer objetivo. El hombre orientado
teoréticamente en exclusividad, se siente inválido ante los
problemas prácticos de la vida. Dentro de la esfera social, se
encuentra como un individualista de silueta inconfundible. La
simpatía hacia los demás, la participación de íntima convivencia
es algo que se contradice con su actitud mental, objetivamente
fría. Desde el punto de vista religioso puede tender a ser
dogmático con gran aversión al misticismo, a lo meramente
sentimental, no aprensible en categorías intelectuales escritas. En
sus relaciones humanas, pone la veracidad sobre todas las
cosas: su ética es especialmente la verdad.

El hombre económico.

Su mundo está constituido por bienes materiales de utilidad o no


utilidad. Vive enlazado a la Naturaleza, pues de ella depende el
mantenimiento de su vida; de materias y energías aptas para
satisfacer unas necesidades cada vez en aumento. Lo secundario
se convierte en primordial, y lo primordial en urgente. Su situación
vital no se satisface nunca. Para conseguir los bienes que ansía,
necesita de una actividad racional: el trabajo, que sólo será
económico cuando en su resultado último la ganancia de energía
supere a la pérdida. El hombre económico se presenta además
en dos formas distintas: como productor y como consumidor. Si
las necesidades son muy modestas o vive en un medio fácil
donde lo suficiente está al alcance de la mano, la actitud
económica se limitará casi por completo al consumo. Más
acusado parece el proceso económico en los que, en algún
aspecto, producen para poder, de otro modo, consumir también.
En ellos se manifiesta claramente el balance entre utilidad y
gastos.

Frente a los otros valores, sólo busca conocimientos utilitarios. De


esta suerte, tales actitudes han contribuido considerablemente al
nacimiento y desarrollo de las teorías filosóficas del pragmatismo,
para el cual verdadero o falso equivale a útil o nocivo. Por
motivos económicos se mutila el paisaje, se destruyen obras de
arte. Si se considera lo estético desde el punto de vista
económico, es generalmente bajo el concepto de lujo.
Considerado en la esfera social, tiende a ser egoísta. Lo mismo
como dilapidador (consumidor antieconómico) que como avaro
(ahorrador antieconómico). Le interesa el prójimo sobre todo
desde el punto de vista de la utilidad. Y bajo el aspecto religioso,
propende a considerar a Dios como el señor de todas las
riquezas y donante de todos los bienes.

El hombre estético.

Para él toda conducta es una pura contemplación psíquica, es un


vagar del alma en lo abigarrado de los objetos dados o soñados.
Pueden distinguirse en este aspecto tres modalidades: individuos
que se entregan a las «impresiones» exteriores de la vida con
gozosa intensidad, hambrientos de vivencias; son los
impresionistas de la existencia, van de impresión en impresión, y
de todo sólo aspiran el aroma. Otros, sin embargo, viven tan
vigorosamente su intimidad y el mundo de sus sentimientos, que
salen al encuentro de toda impresión y le prestan su matiz
subjetivo: son los expresionistas. Sólo cuando ambos motivos,
impresión y propio mundo interno, coexisten, puede hablarse
propiamente de hombre estético.

Tales caracteres sienten aversión contra lo puramente


conceptual, pareciéndoles mezquino, sin plasticidad, ni color. Si
ahondan en la realidad es porque la aprehenden con todas las
potencias del alma. Tienen en este sentido, como un órgano más
para la comprensión del mundo: una especie de intuición o
presentimiento. Con respecto a los valores económicos, lo útil y lo
estéticamente intuido están en rudo contraste.

En sus relaciones sociales, el vínculo es ligero y fugaz en la


mayoría de los casos; ni necesidades reales ni cuestiones
profesionales aparecen en primer término. Las gentes entran aquí
en contacto por medio de la expresión y de la impresión,
produciéndose una momentánea efusión psíquica. El encanto de
esta sociabilidad reside en el libre y fácil contacto de'
individualidades que pueden encontrarse mutuamente
interesantes, pero sin que se establezca (en los casos puros) el
menor vínculo real de interés. En la esfera política concibe el
Estado y las instituciones sociales, en el caso favorable como
unas formas y en el desfavorable como cepos o trampas, por eso
es o liberal o anarquista. En lo religioso, el estético puro tiende a
ser un panteísta. Dios es para él la suprema energía ordenadora
e informadora. Y, en su conducta, lo que lo determina es la propia
realización, la propia percepción, la complacencia en sí mismo.

El hombre social.

Allí donde el impulso se entrega a los demás aparece como


apremio predominante, se origina una forma vital propia,
característica del hombre social, no vive inmediatamente por sí
mismo, sino por medio de los demás, y no conoce ni reconoce
otro poder que el del amor. En el amor consumado se alzan las
compuertas de la individualización. En él coinciden íntegramente
el yo y el tú, el amor propio y el enajenamiento, el renunciamiento
y la libertad.. El yo amante es como un ultrayo que se recobra y
enriquece en el tú. En la ciencia hay demasiado para el objeto y
demasiado poco para el alma; y sobre todo, quien sólo fríamente
estudia al hombre, no percibe las posibilidades en germen, que
un cálido aliento podría hacer brotar. Sólo cuando al entender se
apareja un rasgo de simpatía, de elevación, entrega o de perdón,
puede decirse que nos encontramos en la forma social del
carácter. Pero le es muy difícil al amor ser también justo, pues en
la justicia hay siempre conocimiento y aplicación de leyes
universales. De esta suerte se oculta al prójimo, por amor, una
verdad que le es insoportable. Desde una perspectiva política el
espíritu social va a parar irremisiblemente al anarquismo más o
menos idealista. En ninguna otra forma vital es el tránsito a lo
religioso tan inminente como en el hombre social. Si el amor se
extiende a todos los hombres en general, parece acercarse más a
las referencias significativas que caracterizan a la Religión.

El hombre político.

Hace de la cualidad formal de ser poderoso, de disfrutar de poder,


como impulso primario, su virtud central. En las relaciones del
hombre político y la comunidad se aprecia un peculiar doble
aspecto: en sí mismo constituye un rudo contraste la voluntad de
predominio sobre los hombres, por una parte, y de otra, el deseo
de ayudarles en su propio interés. En el aspecto religioso el que
tiene el poder puede tender con frecuencia a considerarse un
especial siervo o elegido de Dios.

El hombre religioso.

Cuando una vivencia aislada es referida al sentido total de la vida,


puede decirse que tiene un tono religioso. La médula de la
religiosidad consiste en la búsqueda del supremo valor de la
existencia espiritual. Así el hombre religioso es aquel que está
orientado permanentemente en la producción de supremos
valores. Esta terminología es, quizá, la más ambigua de
Spranger; en realidad la religiosidad es la orientación total y
general de la vida hacia Dios y su voluntad, a lo que está obligado
todo tipo de hombre, con cualquier carácter. Spranger distingue
tres tipos de caracteres religiosos: a) místico inmanente, para
quien no hay aspecto de la vida que no tenga algo de divino,
abraza con amor a toda persona y tiene un tributo de simpatía
para todo lo vivo; b) místico trascendente, que encuentra sumo
valor en la negación extrema del mundo, toda ciencia carece de
vida por no poder alcanzar lo perfecto, la belleza es sólo velo
sensible tras el que se ocultan las tentaciones; c) un tipo
intermedio entre los dos anteriores. Distingue también entre los
que tienen su propia religiosidad (tipo «redentor» o «profeta») y
los que la tienen aceptada de otros. Si se compara todo esto con
el cristianismo, ya se ve que éste supera y es más que una
conjunción de todo esto, y que esta tipología tiene un valor
bastante relativo.

Otras clasificaciones.

Entre las clasificaciones caracterológicas de los psicopedagogos


deben citarse, en primer lugar, las de Le Senne y su discípulo Le
Gall, que, basados en los datos sistematizados en las tesis de
Groninga, ponen nuevamente de actualidad la clasificación
aludida.

Para estos autores, el carácter resulta de la combinación de tres


componentes: la primariedad, la emotividad y la actividad. Y,
puesto que hay tres propiedades constitutivas, son posibles ocho
combinaciones caracterológicas: Emotivos inactivos primarios:
nerviosos. Emotivos inactivos secundarios: sentimentales.
Emotivos activos primarios: coléricos. Emotivos activos
secundarios: apasionados. Inemotivos activos primarios:
sanguíneos. Inemotivos activos secundarios: flemáticos.
Inemotivos inactivos primarios: amorfos. Inemotivos inactivos
secundarios: apáticos. Esta clasificación, no obstante su
pretensión de objetividad, es principalmente descriptiva y, dado el
eclecticismo de sus fundamentos, requiere para su aplicación
cuestionarios excesivamente extensos y laboriosos.

Por último, Sheldon, profesor de la Universidad de Harvard,


expone que todos los individuos están caracterizados desde el
punto de vista temperamental, por la proporción en que son
portadores de cada uno de los tres componentes aislados y
designados por él con el nombre de viscerotonía, somatotonía y
cerebrotonía.

La caracterología tiene sus límites, como lo han reconocido sus


más eminentes cultivadores. Entre lo temperamental o
constitucionalmente dado, en una línea que podría situarse entre
el viejo Demócrito y Kretschmer, y la libertad personal que decide
el asociarse o no a la propia obra, apenas verificable en el
análisis fenomenológico de una conducta concreta, la
caracterología no pasará, como ha afirmado Le Senne, de ser «la
introducción a una antropología».

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