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Unidad 3: La relación jurídica: la persona

El sujeto de la relación jurídica


El sujeto es uno de los elementos constitutivos de la relación jurídica. Las relaciones jurídicas se establecen exclusivamente
entre personas. Normalmente se encuentra un sujeto activo titular del poder (derecho subjetivo), el cual puede ejercer la
prerrogativa a la que la relación se refiere; y un sujeto pasivo titular del deber jurídico correlativo a aquel. Sin embargo, esos
roles pueden estar entrecruzados, por ejemplo, en una compraventa.

Concepto jurídico de persona. Clasificación. Persona humana.


Existen dos concepciones sobre la persona: aquellos para quienes la persona es el hombre, y todo hombre por el solo hecho
de serlo es una persona en el mundo del Derecho; y por otro lado, los que sostienen que persona es un concepto jurídico,
mientras que hombre es un concepto de la naturaleza, no todos los hombres son necesariamente “persona”.
Art. 141: “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere aptitud para adquirir
derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.”
¿Qué es persona humana? El nuevo Código no define persona humana, se limita a decir que su existencia comienza desde
la concepción. La noción de persona es anterior al ordenamiento, el cual está al servicio del hombre. Nuestro Derecho acepta
la idea de que todo hombre (género humano) es persona. La Constitución Nacional consagra la igualdad ante la ley y se
garantizan los derechos que hacen a la dignidad individual. El Pacto de San José de Costa Rica, que posee jerarquía
constitucional, en su art. 3 dispone que “toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica.” El resto
del ordenamiento no podría desconocer la personalidad de algún ser humano, ya que atentaría contra la dignidad individual y
sería inconstitucional.

Evolución histórica. Diversos períodos.


1) El Derecho Romano. Para ser considerado persona, era necesario reunir un triple status: libertatis (ser libre), civitatis
(ser ciudadano) y familiae (ser sujeto sui iuris, es decir, pater familiae, no sujeto a la potestad de otro). Los demás eran
“menos” persona, como los extranjeros o los alieni iuris (sujetos a la potestad del pater); mientras que algunos no eran
persona, como los esclavos.
2) Iusnaturalismo. La Escuela del Derecho Natural (siglos XVI-XVII) revitalizó la noción de persona, identificándola con
el hombre. Persona y hombre son categorías asimilables y naturalmente anteriores al ordenamiento jurídico.
3) La persona como concepto jurídico técnico (Positivismo). En los siglos XVIII y XIX hubo un proceso de devaluación
del concepto de persona, haciendo de él un instrumento técnico jurídico. El hombre es persona en el Derecho solo cuando
es capaz de adquirir derechos y deberes, y que esa aptitud, por ser jurídica, no le viene de la naturaleza sino del ordenamiento
jurídico. Esta es una concepción normativista de la persona.
4) Las desviaciones del siglo XX. Hubo un proceso de desvalorización de la persona y su desvinculación del hombre. En
el régimen nacionalsocialista, la Ley de Ciudadanía restableció el sistema de capacidades jurídicas escalonadas, por lo cual
había ciudadanos de segunda clase. En los países comunistas existían derechos más embozados pero predicaban ideas muy
semejantes.
5) Criterios actuales. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se ha revitalizado la noción iusnaturalista de persona
identificada con el hombre. La condición de ser humano es el único requisito necesario para ser persona, sin importar
ninguna cualidad accidental. Esta idea se vincula con la noción de igualdad que las constituciones consagran.

La igualdad civil.
Art. 16 CN: “La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento: no hay en ella fueros
personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra
condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas”.
Nuestra Constitución Nacional garantiza la igualdad de todos los habitantes ante la ley. Pero esta igualdad de los hombres
en cuanto “personas” no exige un tratamiento igualitario de todos en cuanto a su capacidad, la cual depende de las distintas
circunstancias en que el hombre puede encontrarse. Así, es perfectamente compatible el reconocimiento de la personalidad de
todos los hombres con la múltiple diversidad de la capacidad de cada cual.

Comienzo de la existencia
Art. 19: “Comienzo de la existencia. La existencia de la persona humana comienza con la concepción”.
El Código señala que el comienzo de la existencia humana acontece desde la concepción, desde ese momento se es persona.
Sin embargo, en esta disposición, no aclara qué se entiende por concepción. El concebido es considerado una persona humana
que reclama protección.
Definición y naturaleza del nasciturus: criterios diversos y sus consecuencias jurídicas.
Se reconoce al nasciturus o persona por nacer como sujeto de derecho y, por ende, protegido por el Código, siendo posible
de adquirir derechos y obligaciones, colocándose el eje en la noción de concepción.
Persiste la falta de criterio unánime para establecer el momento preciso en el que se produce la concepción. Se trata de una
incertidumbre que escapa al ámbito jurídico, por lo cual el Código no puede resolver. Por eso se mantiene la postura seguida
desde los orígenes de la legislación civil y que forma parte de la tradición jurídica.
Los diferentes criterios son:
1) El Derecho Romano. Se consideraba que la existencia de las personas comenzaba desde el momento del nacimiento. Sin
embargo, se protegía la vida concebida, y si el niño nacía con vida, su existencia se calculaba, en cuanto a sus derechos, desde
el momento de la concepción.
2) El criterio de Savigny. Al proteger al concebido, el Derecho está tutelando una ficción, ya que si bien ese sujeto carece de
capacidad, la ley lo ampara concediéndole ciertos derechos a su favor; por eso, esa ficción ha sido creada en interés del
nasciturus, y solo a él aprovecha.
3) Criterio de los códigos decimonónicos. La mayor parte de estos códigos siguieron las enseñanzas de Savigny y la
tradición del Derecho Romano. Sostuvieron que la existencia de la persona comienza con el nacimiento. Sin embargo,
debieron reconocer la adquisición de derechos y una cierta capacidad jurídica de los sujetos concebidos pero aún no nacidos.
Se ha criticado a esta concepción por haber otorgado derechos sin que exista sujeto, es decir, una persona que sea soporte de
ellos.
4) Criterio de Freitas. Se apartó de los modelos de la época, al sostener que la existencia comienza desde la concepción. No
se concibe que haya ente susceptible de adquirir derechos sin que haya persona. Si los que deben nacer no son personas, ¿por
qué se les atribuyen derechos? ¿Por qué son representados dándoseles curador? ¿Por qué existen leyes penales y policiales
que protegen su vida? ¿Por qué motivo el aborto es un delito? ¿Por qué motivo no se ejecuta ni se juzga a la mujer
embarazada sino hasta después del parto?
5) Criterio del Código Civil derogado. Siguió el criterio de Freitas y establecía en su art. 70 que la “existencia de las
personas comienza desde su concepción en el seno materno”.
6) El Pacto de San José de Costa Rica. La Convención Interamericana de Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa
Rica, ratificada por nuestro país, determina “Toda la persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción” (art. 4.1).
7) La Constitución Nacional. En la Convención Constituyente de 1994 se incorporó un texto que atribuye al Congreso de la
Nación la Competencia para: “Dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección del niño en
situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre
durante el embarazo y el tiempo de lactancia” (art. 75, inc. 23 CN). Es un texto de compromiso en que la idea de inicio de la
vida y protección de la persona por nacer desde la concepción, ha sido sustituida por la tutela desde el embarazo, condición
que es de la madre y no del nasciturus.
8) La Convención sobre los Derechos del Niño. Ratificó la ley 23.849 que, en su art. 2 dispone: “…debe interpretarse por
niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años”.
9) La sentencia de la CIDH en el caso Artavia Murillo. La CIDH afirma que se deben distinguir dos momentos en el
desarrollo del embrión: la fecundación y la implantación, y solo al cumplirse el segundo momento se cierra el ciclo que
permite entender que existe la concepción, ya que si el embrión no se implanta en el cuerpo de la mujer, sus posibilidades
de desarrollo son nulas. En nuestro país se ha escrito mucho a favor y en contra de este fallo. La Corte Suprema de la nación
sostuvo que las sentencias de la CIDH son obligatorias para los tribunales argentinos, aunque Argentina no haya participado
en el proceso. En 2013 las XXIV Jornadas Nacionales de Derecho Civil determinaron que “Comienza la existencia de la
persona humana desde la concepción, entendida como fecundación sea dentro o fuera del seno materno. Queda excluida
la posibilidad de eliminar embriones humanos, o su utilización con fines comerciales, industriales o de experimentación.
La doctrina del fallo “Artavia Murillo” no es vinculante para nuestro derecho”. Un proyecto de ley que tiene media
sanción del Congreso Nacional en el año 2014 admite la crio-conservación y eventual supresión de embriones. La discusión
doctrinaria y judicial sobre este tema no está cerrada. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea señalo que “todo óvulo
humano a partir de la fecundación debe considerarse embrión humano” ya que la fecundación puede iniciar el proceso de
desarrollo de un ser humano.
10) El Código Civil y Comercial de la Nación. Sostiene que “La existencia de la persona humana comienza con la
concepción”. Sin embargo, esta disposición no soluciona la cuestión acerca de la naturaleza jurídica del embrión no
implantado producto de las técnicas de reproducción humana asistida ni protege su destino.

Duración del embarazo. Época de la concepción.


Art. 20: “Duración del embarazo. Época de la concepción. Época de la concepción es el lapso entre el máximo y el
mínimo fijados para la duración del embarazo. Se presume, excepto prueba en contrario, que el máximo tiempo del
embarazo es de trescientos días y el mínimo de ciento ochenta, excluyendo el día de nacimiento”.
El comienzo de la existencia del ser humano se remonta a la fecundación, lo que nos lleva a la concepción. La fecundación
es la acción y efecto de unirse el espermatozoide con el óvulo maduro para dar origen a un nuevo ser.
La concepción es el comienzo del embarazo, durante el cual tienen lugar la implantación del cigoto (óvulo fecundado sin
división) viable en las paredes del útero.
El embarazo es el estado de la mujer que alberga en su útero un embrión o feto vivo y que va desde la concepción hasta el
nacimiento.
Concepción y embarazo tienen una fuerte vinculación. Son dos hechos fácticos que no se sabe exactamente cuándo se
producen y el lapso de duración. Por eso, el Código establece un plazo máximo y mínimo de duración del embarazo a contar
desde el momento de la concepción (que no es cierto o no acontece en un día concreto), pero está sujeto a prueba en
contrario, ya que la duración del embarazo puede variar en casos concretos. Si bien los derechos y obligaciones que se
adquieren durante el embarazo quedan condicionados al nacimiento con vida, lo que acontece desde la concepción hasta el
nacimiento tiene incidencia en algunos aspectos que interesan al Derecho Civil (ej: el estado de familia del nacido; la
determinación de la paternidad; su vocación hereditaria; las donaciones que puedan haberse hecho a su nombre antes del
nacimiento; etc.)

Genética y Derecho

Técnicas de reproducción humana asistida.


Las técnicas de reproducción humana asistida son todos aquellos medios por los cuales el hombre interviene
artificialmente en el acto de la procreación.
Encontramos dos grandes grupos: aquellas basadas en la inseminación artificial y las que se realizan a partir de la
fecundación extracorpórea o in vitro.
1) La inseminación artificial. Es la intervención médica mediante la cual se introduce el semen en el organismo femenino de
manera artificial, a fin de producir la fecundación. Tenemos la inseminación artificial homóloga: es la que se practica con
semen del marido; y la inseminación artificial heteróloga: se practica con semen de un dador no vinculado a la mujer
receptora por vínculo matrimonial o convivencial.
2) Fecundación extracorpórea o in vitro. Es el conjunto de intervenciones médicas que van desde la obtención del óvulo y
el esperma, hasta la implantación del óvulo fecundado en el útero propio o adoptivo para el desarrollo del mismo, pasando
por la fecundación y primer desarrollo de la célula germinal fuera del seno materno. Se conocen distintos métodos: el F.I.V.
(el semen se coloca con los óvulos obtenidos mediante aspiración en una plaqueta especial y permanece en incubadora por 48
horas hasta lograr la fertilización; luego se transfieren algunos embriones a la madre pudiendo congelar los restantes); el
G.I.F.T. (se coloca en cada una de las trompas óvulos y espermatozoides para que lo fecunden en las propias trompas). En
estos casos la fecundación puede también lograrse con semen del cónyuge, del conviviente o de un dador; y la fecundación
puede hacerse en el vientre de la persona cuyo óvulo se fecunda, o en el de otra mujer (madre portadora).

Problemas que plantean: cuestiones jurídicas y morales implicadas.


Las técnicas están cada día más desarrolladas y han logrado notables avances. Pero todo esto genera una serie de cuestiones
jurídicas y morales:
1) El interés superior del niño. Los documentos internacionales y la jurisprudencia europea reconocen los derechos del
niño, en particular el derecho de todo niño a tener un padre y una madre, tener una vida familiar normal. La CIDH sostiene
que el niño debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión. Por eso, ante el derecho a
la procreación, se destaca que “no existe un derecho al niño” ya que el niño no puede ser considerado un medio para obtener
un fin. El hombre y la mujer tienen la libertad de procrear o de no hacerlo, sin la intervención del Estado o de terceros, y de
aquella libertad nace el derecho a la privacidad. Esto sucede en la procreación por métodos naturales, pero cuando esa
procreación requiere la intervención de terceros (médicos, dadores) e importa la decisión consciente y deliberada de traer un
niño al mundo con métodos que alteran el curso natural, ya no implica el ejercicio de una libertad individual, sino que ya está
comprometida la intervención de terceros, y porque está un niño en juego, también la responsabilidad del Estado. Por eso la
utilización de técnicas de reproducción asistida debe ser convalidada por el Derecho cuando la decisión de quienes pretendan
utilizarla esté justificada y no cause un agravio a los derechos de los niños.
2) La naturaleza jurídica de los gametos y su comercialización. El óvulo y los espermatozoides son elementos
regenerables que tienen inscripto el código genético de un individuo determinado. Un sector de la doctrina considera que se
trata de cosas; otro sostiene que son elementos regenerables que, como cualquiera de los componentes del cuerpo humano,
aun separados del mismo, son cosas fuera del comercio. Nos permitimos calificarlos como bienes de la personalidad, por lo
que están fuera del comercio. La comercialización de gametos está prohibida por nuestro derecho; art. 17: “Derechos sobre
el cuerpo humano. Los derechos sobre el cuerpo humano o sus partes no tienen un valor comercial, sino afectivo,
terapéutico, científico, humanitario o social y sólo pueden ser disponibles por su titular siempre que se respete alguno de
esos valores y según lo dispongan las leyes especiales”; mientras que el art. 16 establece que están prohibidos los actos de
disposición del cuerpo humano que sean contrarios a la ley, la moral o las buenas costumbres. En consecuencia, el principio
es que la dación de gametos debe ser gratuita. Tampoco corresponde hablar de donación de gametos sino de dación.
3) El problema de los embriones supernumerarios. Ante el peligro de que una primera fecundación no triunfe, se extraen
numerosos óvulos que se fecundan. Dentro de la técnica de fecundación in vitro tiene enorme trascendencia la posibilidad de
congelar embriones a 196°C., esto plantea el problema de ¿qué hacer con ellos? El destino del embrión no implantado
dependerá fundamentalmente de sus padres, ya que si éstos deciden luego implantarlo no hay problema. La dificultad se
presenta cuando los padres se niegan o no pueden implantar embriones congelados, y las posibles respuestas son tres:
destrucción, experimentación o dación para su implantación. El proyecto de ley 26.862 permite la cesación de la
criopreservación, su utilización para experimentación una selección genética de ellos o que se los califique en viables o
inviables. La experimentación con embriones puede alterar su genética, lo cual está prohibido por el art. 57 o una
investigación sobre seres humanos solo puede ser realizada conforme a las prescripciones del art. 58.
4) Maternidad por sustitución. Existe cuando una mujer acepta que se le implante el embrión de otra pareja para lograr su
desarrollo y darlo a luz, con el compromiso de entregar el niño a sus padres biológicos. Hay un acto de disposición del propio
cuerpo en tanto la madre sustituta “da” su útero para que en él sea implantando un embrión. Pero este acto no puede nunca
ser calificado como contrato, porque el cuerpo humano está fuera del comercio. Aquí el consentimiento de la mujer priva de
ilicitud al acto, siempre que no se vulnere la ley o la moral. Pero este tipo de actos tiene distintas objeciones: se tiene en
cuenta el interés de los padres pero no el del niño; se privilegia el nexo genético sin tener en cuenta que son también
importantes los nexos creados durante el embarazo; se disocia voluntariamente la maternidad, ya que plantean una doble
maternidad (la de la madre gestante y la madre biológica); es contraria al orden público porque genera inseguridades con
respecto a la filiación ya que no se sabe si naturalmente hay que hacer prevalecer el lazo biológico o el vínculo de la
gestación y, si bien es un derecho personalísimo disponer del propio útero, lo que si resulta irrenunciable es la
responsabilidad parental por parte de la madre gestante porque no puede renunciar por anticipado a sus derechos sobre el
niño.
5) La clonación. Se debe distinguir dos tipos de clonación: la clonación de cédulas no reproductivas (mediante la cual se
producen réplicas de un material biológico determinado) y la clonación reproductiva (dirigida a lograr el nacimiento de un
individuo clónico, ya sea vegetal, animal o humano). En la Argentina, el Poder Ejecutivo nacional dictó un decreto limitando
estas prácticas, prohibiendo experimentos de clonación con seres humanos. La técnica de clonación puede utilizarse para todo
tipo de tejidos, lo que sirve al desarrollo de terapias para el tratamiento de diversas enfermedades. Incluso se acepta la
clonación de células germinales, siempre que no esté dirigida a la creación de un embrión.

Análisis de la ley 26.862 y su decreto reglamentario n° 956/2013. Críticas.


Fue sancionada el 24 de abril de 2013 y es comúnmente conocida como Ley de Fertilización Asistida y el 19 de julio de
ese año se conoció su decreto reglamentario. La ley es básicamente un instrumento de seguridad social cuyo objeto es
“garantizar el acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida”
(art. 1).
La ley obliga a cubrir el costo de la fecundación con gametos del cónyuge, pareja conviviente o no y de donante (art. 8).
También quedan comprendidos en la cobertura los servicios de guarda de gametos o tejidos reproductivos para personas
incluso menores de 18 años que puedan ver comprometida su capacidad de procrear en el futuro.
Esta ley autoriza la existencia de embriones supernumerarios y, más aún, admite que los embriones creados fuera del
cuerpo de la mujer que se somete a la técnica, nunca sean implantados en aquella.
Es evidente que la ley y el decreto reglamentario asumen la existencia de embriones no implantados, desde que prevén la
existencia de bancos de embriones. La ley, sin embargo, no prevé ninguna regla sobre el destino de tales embriones. No niega
su condición de persona, pero tampoco la afirma.

Norma transitoria 2° y 3° del art. 9, ley 26.994.


Segunda. “La protección del embrión no implantado será objeto de una ley especial.” (Corresponde al artículo 19 del
Código Civil y Comercial de la Nación).

Tercera. “Los nacidos antes de la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación por técnicas de
reproducción humana asistida son hijos de quien dio a luz y del hombre o la mujer que también ha prestado su
consentimiento previo, informado y libre a la realización del procedimiento que dio origen al nacido, debiéndose
completar el acta de nacimiento por ante el Registro Civil y Capacidad de las Personas cuando sólo constara vínculo filial
con quien dio a luz y siempre con el consentimiento de la otra madre o del padre que no figura en dicha acta.”
(Corresponde al Capítulo 2 del Título V del Libro Segundo del Código Civil y Comercial de la Nación)
Persona nacida con vida
Art. 21: “Nacimiento con vida. Los derechos y obligaciones del concebido o implantado en la mujer quedan
irrevocablemente adquiridos si nace con vida.
Si no nace con vida, se considera que la persona nunca existió.
El nacimiento con vida se presume.”
El Código reconoce que el concebido (producto del acto sexual) o el embrión implantado (mediante técnicas de
reproducción asistida) pueden adquirir derechos y obligaciones, los cuales quedan condicionados o sujetos al nacimiento
con vida.
¿Cuándo se produce el nacimiento con vida? Cuando acontece el alumbramiento y es separado del seno materno; cuando
son dos personas con individualidad propia.
Se mantiene la presunción legal del nacimiento con vida, presunción iuris tantum, la cual se funda “en el respeto
reverente que la ley debe a los fueros de la personalidad”, bastando que se produzca el alumbramiento para que se entienda
que se ha nacido con vida. ¿Cómo se prueba? La prueba de este hecho está sujeta a todos los medios probatorios como
acontece cuando se pretende probar cualquier situación fáctica de este tipo.
El nacimiento sin vida ocurre cuando el feto es expulsado sin vida o muere durante el parto. Si esto sucede, se considera
que la persona nunca existió. Si la persona nunca ha existido, no puede operarse por su intermedio ninguna trasmisión de
derechos, ni se producen los efectos relativos a la filiación, al estado civil, a la herencia, etc.

Inscripción (ley 26.413).


Art. 27: “Se inscribirán en los libros de nacimientos:
a) Todos los que ocurran en el territorio de la Nación. Dicha inscripción deberá registrarse ante el oficial público que
corresponda al lugar de nacimiento;
b) Aquellos cuyo registro sea ordenado por juez competente;
c) Los que ocurran en buques o aeronaves de bandera argentina ante el oficial público del primer puerto o aeropuerto
argentino de arribo. Los que ocurran en lugares bajo jurisdicción nacional;
d) Las nuevas inscripciones dispuestas como consecuencia de una adopción plena;
e) Los reconocimientos.
La ley 26.413 fue sancionada en el año 2008, y establece que “todos los actos o hechos que den origen, alteren o
modifiquen el estado civil y la capacidad de las personas deberán inscribirse en los correspondientes registros de las
provincias, de la Nación y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.”

Personalidad condicionada o adquisición de derechos condicionada: discusión.


El hecho del nacimiento tiene trascendencia respecto de la personalidad adquirida anteriormente por la persona “por
nacer”. El nacimiento sin vida actúa como una condición resolutoria de la personalidad del nasciturus, es decir, que la
personalidad de la persona por nacer no es perfecta sino imperfecta en cuanto está subordinada a que nazca con vida. Por el
contrario, el nacimiento con vida de la persona no ejerce ninguna influencia sobre su personalidad preexistente.
Cifuentes ha criticado que la personalidad del nasciturus pueda estar condicionada, porque la persona está más allá de toda
condición, “no es la persona la que queda aniquilada desde sus inicios, sino el acto jurídico que estaba subordinado al
acontecimiento futuro e incierto del nacimiento con vida”.
Zavala de González sostiene que “el nacimiento con vida no condiciona la existencia misma que el hombre tenía cuando
fue concebido, sino únicamente la manutención del efecto jurídico que a ella se imputaba: pues de verificarse aquel feliz
acontecimiento, los derechos antes adquiridos son en adelante irrevocables”.
Rabinovich-Berkman dice que “hay dos reglas de oro para la interpretación del sistema argentino: la personalidad
comienza con la concepción, tanto dentro como fuera del seno materno; y los únicos derechos cuya adquisición definitiva se
halla condicionada al nacimiento con vida son los patrimoniales. En cambio, los derechos existenciales y la personalidad en sí
están presentes desde la concepción, de modo definitivo y sin condición alguna.
El Código Civil y Comercial sostiene que la existencia de la persona empieza desde la concepción; no obstante, su
personalidad es condicional pues depende de su nacimiento con vida. Se trata de una condición legal. Es además una
condición resolutoria, ya que si el niño nace muerto, queda cumplida la condición y extinguida retroactivamente su
personalidad. Por el contrario, si nace con vida, la condición no se cumple y por lo tanto, la resolución (extinción retroactiva)
no se produce, y la personalidad que había comenzado con el embarazo prosigue.

Nacimiento de varios hijos en un solo parto: nacidos en el mismo o diferente día o años, edad,
derechos y forma de inscripción registral.
El Código derogado no efectúa distinción alguna entre mellizos (engendrados en óvulos distintos) y gemelos (engendrados
en el mismo óvulo), considerándolos a todos de la misma edad y con iguales derechos provenientes del nacimiento.
Así lo determina el art. 88: “Si nace más de un hijo vivo en un solo parto, los nacidos son considerados de igual edad y
con iguales derechos para los casos de institución o sustitución a los hijos mayores”. Este principio se aplica en los casos
en que el nacimiento de los mellizos o gemelos hubiere ocurrido en días diferentes.
Forma de inscripción registral. La ley 26.413 sostiene en su art. 39: “Si naciera más de un hijo vivo de un mismo parto,
los nacimientos se registrarán en inscripciones separadas y correlativas, haciéndose constar en cada una de ellas que de
ese parto nacieron otras criaturas.”

Protección legal del nasciturus: la representación necesaria.


Art. 101: “Enumeración. Son representantes:
a) De las personas por nacer, sus padres;
b) De las personas menores de edad no emancipadas, sus padres;
Si faltan los padres, o ambos son incapaces, o están privados de la responsabilidad parental, o suspendidos en su
ejercicio, el tutor que se les designe;
c) De las personas con capacidad restringida, el o los apoyos designados cuando, conforme a la sentencia, éstos tengan
representación para determinados actos; de las personas incapaces en los términos del último párrafo del artículo
32, el curador que se les nombre.”
La representación legal de las personas con capacidad restringida de ejercicio se manifiesta a través de instituciones como
la responsabilidad parental, en el caso de las personas por nacer.
“La protección jurídica de la persona humana comienza desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza
elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia.” (art. 75, inc. 23, CN). La persona por nacer es
incapaz de ejercer por sí misma acto jurídico alguno. Sin embargo, tiene aptitud para ser titular de derechos.
Los concebidos pueden adquirir derechos en general. No obstante, la representación solo se inviste en ocasión del ejercicio
necesario de algún acto jurídico. El concebido tiene por representantes a sus progenitores, y tal representación no necesita ser
conferida por el juez, ya que se inviste, en este caso, por la ley.
Se termina la representación al momento del parto cuando el niño nace con vida; se suplantará por la representación de los
hijos/as menores de edad que recae en ambos progenitores.

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