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RESUMEN
Este trabajo tiene por objeto establecer cuáles son las causales que determinan la nulidad de los
actos de la Administración del Estado, conforme a las normas vigentes en nuestro ordenamiento
jurídico, separándola del régimen jurídico civil y estableciendo sus bases a partir de los
principios de legalidad y de proporcionalidad, que permiten aplicar diversos niveles de sanción
conforme a la naturaleza del vicio. Esta propuesta tiene por finalidad superar la falta de
coherencia que ha generado la nulidad de derecho público y establecer un sistema que establece
como régimen general la anulabilidad de los actos administrativos.
1. INTRODUCCIÓN
Este trabajo parte de la hipótesis que los problemas de coherencia interna y externa
que plantea la denominada nulidad de derecho público (NDP) en Chile pueden ser
resuelto dentro de un sistema que permita ordenar los problemas de validez de los
actos administrativo sobre la base del principio de proporcionalidad y, a su vez,
1
construir un sistema coherente respecto de la validez de los actos administrativos
teniendo la anulabilidad como el sistema general en nuestro derecho.
El análisis de la nulidad de los actos administrativos aparece siempre lastrada por las
categorías civiles, atraída la más de las veces por su pretendido carácter de derecho
común1, por una parte, y por la autoridad de la cual siempre ha gozado producto de su
solidez dogmática, de cuyos conceptos y categorías se han servido otras disciplinas,
entre las cuales se encuentra el Derecho administrativo2. Pesa también en este caso la
preeminencia que ha tenido tradicionalmente el Derecho civil en la formación jurídica,
lo cual ha marcado la forma de comprender y entender el Derecho por parte de los
operadores jurídicos más relevantes (servicios públicos, jueces, Contraloría, etc.).
Ahora bien, nuestra legislación civil se construye sobre dichos pilares y entiende que la
libertad es un atributo de toda persona en las diversas manifestaciones de su existencia,
ya sea ésta en el seno de la familia o respecto de su patrimonio. En uno y otro caso, la
libertad constituye un presupuesto de la regulación civil desde su consolidación a
partir del siglo XIX sobre los pilares de la revolución francesa. Por su parte, es el
propio legislador civil que, por razones de interés general, orden público, moral o
buenas costumbres, impone limitaciones de distinta intensidad, como ocurre en materia
1
Véase VERGARA BLANCO, Alejandro (2010), El Derecho administrativo como sistema autónomo. El
mito del Código Civil como “Derecho común”, Santiago, Abeledo Perrot/LegalPublishing.
2
Véase MARTÍN-RETORTILLO, Sebastián (1960). El Derecho civil en la génesis del Derecho
Administrativo. Sevilla, Instituto García Oviedo, publicado posteriormente en Madrid, Civitas, 1996.
3
Entre otras, se puede consultar las Sentencias del Tribunal Constitucional Rol Nºs 146, de 1992; 167, de
1993; 254, de 1997; y 370, de 2003, entre otras.
2
de familia (mayor) respecto del ámbito patrimonial (menor)4. Los principios de
autonomía de la voluntad y de libertad contractual son, quizás, las principales
manifestaciones del elemento rector que domina el derecho civil: la libertad, y esto ese
expresará en el conocido aforismo qua non sunt prohibita, permisae intelliguntur, es decir,
todo lo que no está prohibido expresamente, se entiende permitido.
Cuestión distinta es lo que sucede con los actos administrativos. Estos se encuentran
dominados por el principio de legalidad, de tal forma que toda actuación al margen o
en contra de la ley es, en principio, ilegal o nula. En este caso, bien se podría decir que
existe una gran causal de nulidad: toda actuación formal de la Administración contraria
a la ley o fuera de los márgenes previstos por ella es nula. Nuevamente aquello se
explica en relación a la libertad: toda actuación de la Administración fuera de los
términos de la ley pone en riesgo dicho valor.
4
Para explicar estas formas de limitación en el ámbito privado la doctrina civil ha recurrido
tradicionalmente a la distinción entre normas de orden privada y de orden público. Así se ha señalado que
“las leyes de orden público consideran más a la sociedad que a los hombre individualmente mirados pues
se inspiran en el interés general de aquélla más que en el de los particulares a quienes directamente
rigen”. Cfr. ALESANDRI R., Arturo, SOMARRIVA U., Manuel y VODANOVIC H., Antonio (2005), Tratado
de Derecho civil, partes preliminar y general, T. I, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, p. 212.
3
Por lo tanto, el análisis y estudio de la nulidad del acto administrativo debe ser
realizada sobre la base de estas premisas, que colocan como eje del sistema al principio
de legalidad, y que marcan una distancia con la nulidad civil teniendo presente que los
fundamentos de una y otra son radicalmente diversos, aunque respondan a un factor
común: el resguardo y la protección de la libertad de las personas.5
En primer término, debemos tener presente que la nulidad es un tipo de sanción que
tiene por objeto sacar del ordenamiento jurídico determinadas actuaciones formales de
la Administración y privarlas de efectos, en el entendido de que éstas deben
desaparecer no sólo en el plano formal o jurídico, sino también fáctico.
Esta situación ya revela un serio problema en relación a uno de los principios que debe
regir a todo tipo de sanciones: la proporcionalidad. En el caso de la nulidad de derecho
público no hay margen alguno de ponderación, pues no importa la mayor o menor
gravedad de la infracción, la solución es una sola. A lo anterior, se agregan alguna
situaciones que son verdaderamente desconcertantes. En efecto, cómo es posible que
esta nulidad sea de pleno derecho, siendo que nuestro legislador presume la legalidad
de los actos administrativos (artículo 3º inc. final Ley Nº 19.880), principio que ya
había sido sostenido de forma reiterada por la jurisprudencia de Contraloría 7, seguida
5
Este criterio ha sido seguido por la Corte Suprema, aun cuando lo hace bajo el supuesto que la nulidad
de derecho público constituye el contencioso anulatorio en Chile: “…tratándose de vicios incurridos en
actos de carácter administrativo la sanción de nulidad se encuentra regulada por el Derecho Público y no
por el Código Civil, tanto por el origen del vicio como por el bien jurídico que cautela” (considerando
tercero, Sentencia de 14 de marzo de 2013, Rol Nº 1163-2012).
6
Se pueden consultar los trabajos originales de SOTO KLOSS, Eduardo (1990), La nulidad de derecho
público en el Derecho chileno, en Revista de Derecho Público, Universidad de Chile, Nºs. 47-48; (1991-
1992) La nulidad de derecho público referida a los actos de la Administración, en Revista de Derecho,
Universidad Católica de Valparaíso, XIV; (1997) La nulidad de derecho público: su actualidad, en
Revista de Derecho, Universidad Católica de Valparaíso, XVIII; (2000) La nulidad de derecho público de
los actos estatales y su imprescriptibilidad en el derecho chileno, en Ius Publicum, 4. Respecto de su
recepción por la jurisprudencia se puede consultar el trabajo de PFEFFER URQUIAGA, Emilio (2005). La
nulidad de derecho público; tendencias jurisprudenciales, en Revista de Derecho Público, Universidad de
Chile, 67, pp. 129-144.
7
En su dictamen Nº 1.589, de 9 de enero de 1957, la Contraloría ya sostenía que “un decreto supremo
legalmente tramitado tiene pleno valor y eficacia jurídica dentro de la Administración publica y debe por
tanto ser cumplido y respetado por funcionarios públicos, no siéndoles lícito excusarse de cumplirlo a
4
por la Corte Suprema8. No será que los actos se presumen legítimos y, por tanto,
mientras no sea declarada su nulidad se entiende que producen todos los efectos que le
son propios. En buenas cuentas, para nuestro legislador y para nuestra jurisprudencia
el régimen general no sería la nulidad, sino la anulabilidad de los actos administrativos.
Más aún, en algunos casos el propio legislador ha previsto la posibilidad de que las
ilegalidades no produzcan una nulidad radical de los actos administrativos, ya sea con
el objeto de amparar la buena fe de terceros (artículo 63 Ley Nº 18.575) o exigiendo
algunas condiciones adicionales, como el perjuicio de los interesado bajo la forma del
principio de trascendencia (artículo 13 inc. 2º Ley Nº 19.880), dejando a firme el acto y
dando lugar a casos de vicios no invalidantes.
En este sentido, una construcción coherente del régimen de la nulidad exige establecer
una relación directa entre la gravedad del vicio y la sanción que se ha de aplicar. En el
caso chileno, las normas legales reconocen claramente la anulabilidad como el régimen
general, tal como lo hemos señalado. Así, un acto administrativo que adolezca de un
vicio o ilegalidad es en principio anulable. Sin embargo, a partir de dicha regla general
se puede establecer una gradación, considerando la gravedad de la infracción. Bien
podría suceder que el vicio sea de tal envergadura o entidad, que no se pueda sostener
ni siquiera su existencia (falta absoluta de investidura o competencia de la autoridad,
no respetar las formas mínimas). En este caso, estaríamos frente a un acto no sólo
ilegal, sino que inexistente, que bien podría dar lugar a la sanción más radical: la
nulidad de pleno derecho. Por el contrario, en el caso de encontrarnos frente a vicios
no trascedentes o de limitada importancia, se puede afirmar que constituirían
ilegalidades que no afectan la validez del acto administrativo, sin perjuicio de la
responsabilidad administrativa de los funcionarios que intervinieron en el mismo.
Por lo tanto, pensamos que es posible construir un sistema de nulidad de los actos
administrativos que sea coherente y que al mismo tiempo responda a la
proporcionalidad que exige todo tipo de sanción: nulidad de pleno derecho,
anulabilidad y vicios no invalidantes.
pretexto de supuesta ilegalidad del mismo, ya que una vez que ha sido tramitado y tomado razón por
Contraloría se ha establecido una verdadera presunción de legalidad”.
8
Se puede consultar el considerando quinto de la Sentencia Rol Nº 239-2006, de 21 de febrero de 2006 y
considerando undécimo de la Sentencia Rol Nº 5.370-2009, de 25 de junio de 2009, ambas de la Corte
Suprema.
9
Corte Suprema, Sentencia de 9 de agosto de 2011, Rol N° 2.217-2009, considerando 10°. También en
Sentencia Rol Nº 3.744-2010, de 20 de enero de 2011. Con anterioridad había dado cuenta de algunas
causales similares, como ocurrió en la Sentencia de 24 de marzo de 1998 “Bellolio con Distribuidora
Chilectra Metropolitana”, en donde se sostiene en su considerando 5º que “… la doctrina nacional ha
elaborado la teoría de la nulidad de derecho público, que se puede producir por desviación de poder,
ausencia de investidura regular, incompetencia del órgano, violación de ley y vicios de forma del acto
administrativo” (Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. XCV, 1998, 2ª parte, Sec. 1ª, p. 23 y ss.
5
a partir de sus elementos. Así, ha sostenido que los elementos del acto administrativo
son subjetivos (órgano administrativo, investidura y competencia), objetivos (motivos,
objetivo y fin) y formales (procedimiento y forma del acto)10. En este caso las causales
serían la investidura irregular, incompetencia, inexistencia o ilegalidad en los motivos,
desviación de poder, ilegalidad en el objeto y vicio de forma.
Posteriormente en la Sentencia de 28 de octubre de 2004, “Torres Concha con Fisco de Chile”, Rol Nº
938-2004 sostuvo que los vicios que en nuestro ordenamiento jurídico provocan la nulidad de derecho
público de los actos emanados de los entes administrativos se producen por alguna de las circunstancias
siguientes: "ausencia de investidura regular del agente; incompetencia de éste, irregularidad en la forma
de gestación del acto; desviación de poder en el ejercicio de la potestad”.
10
Véase, entre otros, Dictamen N° 45.191, de 2004.
6
Incurrirá en responsabilidad administrativa todo funcionario que hubiere
intervenido en la tramitación de un nombramiento irregular y que por
negligencia inexcusable omitiere advertir el vicio que lo invalidaba.
4.2. Incompetencia.
En sentido estricto, la competencia dice relación con la forma como la ley asigna y/o
distribuye determinadas atribuciones entre órganos de la Administración del Estado,
con el objeto de que en su ejercicio no se produzcan solapamientos y sea posible una
mejor gestión y ejercicio de las mismas. Así, la competencia se refiere a los ámbitos que
fija el legislador para el ejercicio de una potestad. Esta se divide tradicionalmente en
relación al ámbito material, el ámbito territorial, el ámbito temporal y el ámbito del
grado o jerarquía.
En el primer caso, esto es, el ámbito material, la ley determina respecto de las materias
o contenidos se puede ejercer determinada potestad. En este caso, se traduce en que la
autoridad puede ejercer sus atribuciones en relación a contenidos específicos de
actuación. Así, si bien diversos órganos tienne potestad sancionadora (Dirección del
Trabajo, Servicio Nacional de Aduana, Servicio de Impuestos Internos,
Superintendencias, etc.), ellos sólo la pueden ejercer respecto del ámbito específico de
materias que determina el legislador. De esta forma, bien puede un fiscalizador de un
servicio constatar la infracción respecto de materias ajenas a su competencia, pero esto
no lo habilita para iniciar un procedimiento sancionatorio, sin perjuicio de que pueda
denunciar los hechos a la autoridad competente.
11
D. 1, 14, 3 Ulpianus libro 38 ad edictum. "Interesa saber la suerte de los actos cumplidos por los
funcionarios de hecho. Al respecto Ulpiano examina el caso de un esclavo fugitivo, Barbarius Philippus
que, considerado como libre, fue nombrado pretor y ejerció sus funciones. Como Philippus era esclavo,
su nombramiento como pretor era nulo y todos los actos realizados en su calidad de tal deberían también
considerarse inválidos. Ulpiano, sin embargo, los considera válidos, teniendo en cuenta los intereses y la
buena fe de aquellos que actuaron con el pretor y, además, porque era humano. Era humano porque,
siendo ambiguo se debe, por razones de utilidad común, preferir la solución por la que se llega a la
validez de los actos."
7
En relación al ámbito territorial, esto se determina de acuerdo a la delimitación que el
propio legislador ha establecido: competencia nacional, regional, provincial o comunal.
En algunas ocasiones se han establecido límites territoriales diversos, como sucede con
las Corporaciones de Asistencia Judicial, que comprenden más de una región, o con
algunos servicios de salud, que abarcan más de una comuna, pero que no comprenden
necesariamente una provincia.
Respecto del ámbito temporal, esto aparece asociada a aquellas facultades que se
pueden ejercer dentro de cierto tiempo o plazo. Así sucede, por ejemplo, cuando se
solicita la modificación de un permiso que ya ha caducado o se otorgan ciertos
beneficios durante cierto período.
8
una eventual arbitrariedad (proporcionalidad, igualdad, no discriminación,
buena fe, confianza legítima, etc.).12
En este sentido, hay que destacar como la jurisprudencia de la Corte Suprema ha hecho
aplicación de esta causal, especialmente en el ejercicio de potestades discrecionales,
como ha sucedido respecto de las facultades que tienen los jefes de servicios para
trasladar a los funcionarios, medidas que en muchas ocasiones ocultan sanciones
larvadas o encubiertas que evitan seguir el procedimiento legal previsto para el efecto:
“Quinto: Que la desviación de poder consiste, según la doctrina, en que el fin del acto,
que es uno de sus elementos constitutivos, es distinto del fin general de interés público,
que debe ser el de toda actividad pública, del fin particular establecido para
determinados actos por la norma respectiva. Fin que puede ser de interés particular de
la autoridad, como político, religioso o personal, y que también puede ser de interés
general pero distinto de aquel específico que según la norma permitía la dictación del
acto.
Sexto: Que siendo cinco los elementos del acto administrativo, esto es, la competencia, la
forma, el fin, los motivos y el objeto, puede existir ilegalidad del acto administrativo en
relación a cualquiera de ellos. En este caso dicha ilegalidad se configura en relación al
12
Sobre la materia se puede consultar el trabajo clásico de GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo (1983), Las
luchas contra las inmunidades del poder, Madrid, Civitas.
9
elemento fin del acto, lo que constituye un vicio que lo hace susceptible de anulación,
siendo además arbitrario por las razones ya señaladas”.13
Por último, nos encontramos con el vicio de forma, que comprende tanto el vicio de
procedimiento y de la forma que debe revestir el acto administrativo.
A este respecto, sólo se debe señalar que la jurisprudencia ha hecho aplicación del
principio de transcendencia, en cuya virtud no cualquier vicio de forma conlleva la
nulidad del acto administrativo. Esto quiere decir que se exige cierta gravedad y
entidad que se requieren en el contexto de los estándares del instituto de la nulidad del
acto administrativo14, regla que por lo demás, ha sido recogida en el artículo 13 inc. 2º
de la Ley Nº 19.880.
En una sentencia del año 2006, la Corte Suprema sostuvo que sólo constituían causales
de nulidad de un acto administrativo aquellos vicios externos, esto es, aquellos que
miran a la investidura, competencia y forma, tal como señala el inc. 1º del artículo 7º d
de la Constitución17. Esta sentencia no constituye la regla general, pues en la gran
mayoría de los casos la Corte Suprema ha considerado como causales de nulidad de
derecho público las tradicionales causales de anulabilidad del acto administrativo.18
13
Corte Suprema, 12 de abril de 2012, Rol Nº 1.148-2012. En el mismo sentido, Rol Nº 1.344-2011, de 6
de mayo de 2011; Rol Nº 9.210-2010, de 24 de enero de 2011; Rol Nº 5.582-2010, de 23 de septiembre
de 2010.
14
Corte Suprema, 24 de septiembre de 2010, Rol Nº 1.082-2010.
15
Considerando Sexto, Sentencia de 21 de junio de 2011, Rol Nº 1907-2009.
16
Considerando Cuarto, Sentencia de 4 de noviembre de 2011, Rol Nº 7.102-2009.
17
“Camacho Santibañez, Gonzalo con Fisco”, Corte Suprema, 28 de junio de 2006, Rol Nº 3.132-2005.
En sentido similar, “Cuello Yañez y otros con Fisco”, Corte Suprema, 30 de agosto de 2007, Rol Nº
3.689-2006.
18
Véase nota 9.
10
Dada tan singular doctrina, no se hicieron esperar los esfuerzos para encontrar una
solución, recurriendo incluso al Código Civil.19
Ahora bien, esta solución no parecería del todo desacertada si es puesta en el contexto
de un sistemas de nulidad de los actos estatales, dentro del cual se inserta la nulidad de
los actos administrativos. Cómo hemos venido sosteniendo, no es necesario recurrir a
la Constitución para sostener un sistema de nulidad (o anulabilidad) de los actos
administrativos sobre la base del principio general de legalidad, como causal genérica
de nulidad. Tampoco es óbice que este sistema acepte la presunción de legalidad de los
actos administrativos, totalmente compatible con un régimen general de anulabilidad.
Sin embargo, bien puede suceder que los vicios sean de tal entidad o gravedad que
resulta absolutamente imposible sostener siquiera la existencia del acto, ya sea porque
es evidente la falta de investidura de la autoridad, ésta es absolutamente incompetente
o no se han respetado las formas mínimas. En tales supuesto, no hay un acto
administrativo, no se puede presumir legalidad alguna, pues este acto nunca ha nacido
a la vida jurídica o, si se quiere, es nulo de pleno derecho.
Con este criterio, es posible coordinar un sistema que contemple diversos sanciones
frente a un vicio de un acto formal de la Administración y que responda a una regla
básica de proporcionalidad entre la gravedad de la infracción cometida y la sanción
aplicable. Así, es posible delinear algunas bases centradas en los siguientes criterios:
19 Véase BERMÚDEZ SOTO, Jorge (2008), El principio de legalidad y la nulidad de Derecho Público en la
Constitución Política. Fundamentos para la aplicación de una solución de Derecho Común, en Revista
de Derecho público, Universidad de Chile, 70.
11
6. CONCLUSIONES.
2) En razón de lo anterior, las causales de nulidad del derecho privado deben ser
expresamente establecidas por la ley, en la medida que implican una limitación
a dicha libertad, expresada en los principios de autonomía de la voluntad y
libertad contractual.
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