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LA CORRUPCIÓN EN NOSOTROS

Hugo Jaime Chauca Tinoco

Cuando a diario se habla de corrupción, se piensa en las instituciones y los poderes del estado, pero
nunca en acciones diarias de nuestra convivencia. La mayoría peruanos (as) según encuesta urbano-rural
de GFK, afirma que la corrupción continúa siendo uno de los grandes problemas de nuestro país, y está
muy lejos ser erradicada. Un 73% de los encuestados considera que “haga lo que haga”, la corrupción va
a seguir igual que siempre.
Además la gran mayoría de los encuestados tiene claro que es la corrupción (aprovechamiento del poder o
de las desigualdades humanas en favor propio y en contra de los menos favorecidos) y a quién se
denomina corrupto (es la persona que utiliza los recursos en beneficio propio y no en favor de la
comunidad). Como se observa todos aceptan que los actos de corrupción se manifiestan en los ámbitos de
los gobiernos nacional, provincial y distrital, incluida la policía como institución altamente sospechosa de
efectuar prácticas corruptas.
Pero aquí surge la pregunta: ¿nosotros como personas naturales no practicamos actos corruptos?. Pues
bien inicio este artículo con la siguiente historia: Dos amigos van conversando en un auto. En medio de la
charla quien conduce no se percata de un hueco en la pista y el auto se estremece al pasarlo,
inmediatamente reniega de las autoridades y de cómo en este se roba “la plata” de los impuestos que
debería usarse para estos arreglos. Entonces el copiloto le pregunta al chofer sí él está al día con el pago
de sus impuestos. Se queda callado, no lo ha pagado. Es dinero que él también ha dejado de abonar,
piensa en el error de los demás, pero no cae en cuenta de que también ha dejado de contribuir al buen
estado de la vía. Esta historia demuestra el hecho de que los seres humanos no somos conscientes de
cómo las acciones a nivel micro social o personal tienen consecuencias a gran escala.
Algunos pensarán que un hecho simple de la vida cotidiana como: no respetar la fila, hacerse el dormido
para no ceder el asiento a la personas mayores o mujeres embarazadas, no devolver el vuelto de más que
te entregan en la tienda, adulterar notas del colegio, etc no es un acto corrupto y podrían tener razón dada
la idea generalizada del término; pero el profesor de Antropología de la Escuela de Ciencias Sociales de la
Universidad Pontificia Bolivariana , Gustavo Muñoz, asegura que la corrupción es tan antigua como el
hombre y surge de la fallas en la moral de los individuos. Una persona que violenta el arte de vivir con
otros o las formas de vivir en público o violentando las normas sociales, o este en la dirección de una
institución (más de que los principios éticos morales) puede caer fácilmente en actos de corrupción.
Las instituciones sean públicas o privadas están formadas por individuos y estos tienden a faltar a la
racionalidad cívica o inteligencia cívica, por eso el término de corrupción no sólo se debe entender desde
el plano jurídico sino también desde el antropológico, sociológico y sicológico.
La cultura ciudadana
Es el conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que generan sentido de
pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al
reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos; pero en el caso peruano (y tal vez a nivel mundial)
en el imaginario cultural han hecho mucho daño frases con las que se ha educado a nuestros ciudadanos
(as) desde la infancia como el “vivo vive del tonto” que lo único que hacen es deshumanizar la condición
social y hacer que una persona procure su bienestar particular pasando por encima de los demás, al
mismo estilo de la frase de Nicolás de Maquiavelo “el fin justifica los medios”.
Entonces la crisis social (que aterriza en actos de corrupción) que asfixia a nuestro país es también
responsabilidad y reflejo de nuestros actos individuales: compramos facturas para pagar menos
impuestos, ganamos trabajos no por nuestro esfuerzo sino por una pequeña COIMISIÓN, nos colamos en
la fila para que nos atiendan primero, nos pasamos la luz roja para llegar primero, robamos la señal de
cable, de luz y agua, exigimos que haya justicia y que no haya corrupción, pero le pagamos 5 soles al
policía para que no nos ponga papeletas o al juez para que abogue por nosotros. Entonces sigue vigente
la pregunta ¿nosotros no somos corruptos?.
Otra apreciación errada es pensar que la corrupción es del sistema y no de las personas, cuando son los
seres humanos los que integran las instituciones y por ende “si estas son corruptas es porque hay fallas en
la moral y ética de los individuos que procure la defensa del bienestar general, es decir la búsqueda del
bien común y no individual.
Otra consideración errada es juzgar la corrupción como equivalente a delincuencia (entonces creemos que
nosotros no somos corruptos).
Racionalidad cívica
Pero ya queda demostrado que cualquier acto negativo que nosotros como ciudadanos comunes y
corrientes realicemos y que contravenga a la tranquilidad y a las buenas relaciones con los demás son
indicios de actos de corrupción. Por ejemplo cuando botamos la basura a la calle como si la ciudad
perteneciera a cualquiera y no a nosotros, cuando orinamos en la calle, cuando nos colamos en la fila,
cuando no protestamos cuando el chofer de la combi no deja de cometer imprudencias, etc. Son actos en
el cual se abusa del otro. Estas acciones son consideradas como inmoralidad cívica porque van en contra
de las normas que se tienen para la sana convivencia. Entonces un inmoral cívico es un corrupto en
potencia.

Entonces desde una perspectiva psicológica, se puede establecer que la corrupción es ejercida por
personas de diferentes estatus socioeconómico. Lo que impulsa a alguien a corromperse deviene de
muchas causas. Podemos preguntarnos ¿Nuestra sociedad peruana puede cambiar?; los especialistas
sugieren que hay que empezar con el ejemplo y sobre todo con los niños. Que mensaje le queda a un
niño o niña que ve como la mamá de queda con el vuelto, como el papá soborna a una autoridad para que
no lo multe, miente estar enfermo para no ir al trabajo, etc.
En definitiva las personas integran las instituciones, por ende si estás son corruptas es porque hay fallas
en la moral y la ética de los individuos que los componen y ello significa fallas en la sociedad, que se
tipifican como actos corruptos
Por lo mismo que debemos enseñar al arte de vivir en comunidad, de ser conscientes que vivimos en
sociedad con respeto y practica de las normas sociales, con acciones dentro del marco ético moral;
entonces podremos asegurar que estamos combatiendo la corrupción desde nuestra propia vida y de
diferentes flancos para el buen desarrollo político, social, económico y cultural.

Münch, L. (2014). Ética y valores. México: Editorial Trillas.

Angulo, Y. (2008). Ética y Valores I. México: Editorial Santillana

Agüera, E. (2006). Liderazgo y compromiso social. España: Editorial Miguel Ángel Porrúa.

Módulo Compromiso Ético (2dª edición). Lambayeque: Universidad Señor de Sipán S.A.C.

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