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SEMANA 9

CRITERIOS DE NORMALIDAD Y ANORMALIDAD EN LA PSICOLOGÍA


CLÍNICA
Objetivo general:
 Identificar los criterios de normalidad y anormalidad en la psicología clínica.

Objetivos Específicos:
 Establecer diversos criterios para definir la normalidad desde el punto de vista
psicológico.
 Conocer los diversos criterios para definir la normalidad desde el punto de vista
médico.
 Distinguir los elementos de anormalidad.
 Reconocer los elementos de normalidad.

CONCEPTOS BÁSICOS

El término “normalidad” tiene tal carga semántica de valores y actitudes que no son
fácil explicar porque sigue siendo un tema favorito de la psicopatología. De serlo,
debería emplearse para subrayar las dificultades de decidir en un momento determinado
si algún fenómeno o persona son normales y para afirmar que, aun en los casos más
extremos, anormalidad no debe significar motivo de discriminación o estimación. Es
difícil hablar de lo normal, en última instancia, sin abstraerse de la propia ideología.
La complejidad del enfermar humano permite adelantar que ningún concepto unilateral
de normalidad es aceptable. La definición ideal de salud de la OMS tiene la ventaja de
incluir los planos biológicos, psicológicos y social, y, recientemente, espiritual (OMS,
1998) que la conforman.

Conceptos de normalidad de diferentes autores

S. Freud: la normalidad es una ficción ideal. La salud mental es la capacidad de amar y


trabajar
K. Eissler: es imposible alcanzar la normalidad absoluta porque la persona normal debe
ser absolutamente consciente de sus pensamientos y sentimientos
M. Klein: la normalidad está determinada por la fortaleza del carácter, la capacidad de
enfrentarse a conflictos emocionales, la capacidad para experimentar placer sin
conflicto y la capacidad para el amor.
E. Erikson: la normalidad es la capacidad de saber manejar los distintos períodos de la
vida.
L. Kubie: es la capacidad de aprender de la experiencia, de ser flexible y de adaptarse
a los cambios del entorno.
K. Menninger: la normalidad es la capacidad de saber adaptarse satisfactoriamente al
mundo exterior y manejar el proceso de aculturación

LA CONDUCTA NORMAL
Diversos especialistas han tratado de definir lo que es la conducta normal, así Zepeda
refiere que se ha tratado de definir lo “normal” desde un punto de vista meramente
estadístico, considerando que quienes se encuentran en la media de una curva de
distribución normal son los sanos, mientras que los que se alejan de ella son los
enfermos. También se ha tratado de diferenciar lo “normal” de lo “anormal”,

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argumentando que es únicamente una diferencia de grado: yo puedo ser muy pulcro y
escrupuloso al momento de lavarme las manos, pero si quiero lavármelas diez veces
seguidas antes de considerar que las tengo limpias, entonces soy un obsesivo
compulsivo. Un enfoque más es el de la norma cultural; según él, la sociedad de alguna
forma convino en qué conductas va a considerar como normales y cuáles no,
dependiendo de este acuerdo lo que es “normal” y lo que no lo es. Empleando un
criterio de efectividad, se considera sanos a quienes son capaces de mantener el
equilibrio fisiológico y psicológico.

CRITERIOS PARA DEFINIR LA NORMALIDAD


Los criterios de normalidad pueden agruparse en unos pocos modelos independientes,
pero complementarios. Entre todos ofrecen una visión de conjunto de las distintas
aproximaciones al concepto de normalidad que se han llevado a cabo desde las ciencias
sociales y del comportamiento. Offer y Sabsin (1984) consideran que la normalidad
puede entenderse mediante cuatro tipos de normalidad: la anormalidad como salud, la
normalidad como utopía, la normalidad como promedio y la normalidad como proceso.

Normalidad como salud: Se considera que un comportamiento está dentro de los


límites normales cuando no se observa psicopatología. Para la perspectiva médica la
ausencia de signos y síntomas es indicativa de salud. Esta definición de normalidad
corresponde con el modelo tradicional del médico que trata de liberar al paciente de los
signos y síntomas de la enfermedad. Para le medico la usencia de signos y síntomas es
indicativa de salud. Se considera a la salud como un estado funcional razonable más
que óptimo.

Normalidad como utopía: La normalidad se considera como una mezcla armoniosa y


perfecta de los distintos elementos de la mente (ello, yo y superyó) que permiten el
funcionamiento óptimo. Este criterio se basa en la definición de Freud: Un ego normal
es como la normalidad en general: Un ideal de ficción.

Normalidad como promedio: este concepto suele


utilizarse en los estudios normativos de conducta, y se
basa en el principio matemático de la curva en forma de
campana (curva de Gauss). Esta definición considera
normal el rango medio, y ambos extremos se
corresponden con las desviaciones de la normalidad. Este
análisis describe a cada persona en términos de
valoración general y puntuación total. Este modelo se
asume que los rasgos del carácter pueden medirse
estadísticamente. Este análisis es el más utilizado en el
campo de la biología y de la psicobiología. Se acepta
como normal el comportamiento más frecuente en la
población, en donde la patología sería la desviación con
respecto a la media a ambos lados de la distribución
Gaussiana. Este criterio ha sido criticado porque no
distingue la anormalidad por exceso o por defecto y
porque considera normal enfermedades tan frecuentes Fuente: Puebla (s.f.)
como la caries.

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Normalidad como proceso: Enfatiza la dimensión corporal y adaptativa de funciones


psíquicas, en donde la normalidad vendría definida por la homeostasis o equilibrio
dinámico entre la persona y su medio físico y social. Este enfoque considera que la
conducta normal es el resultado de una serie de sistemas interactivos. Lo básico de esta
definición es considerar que los cambios temporales son esenciales a la hora de definir
la normalidad. Esta perspectiva se interesa más por los cambios o procesos que por una
definición transversal de la normalidad. Esta idea está presente en todas las ciencias
sociales y de comportamiento, diversos autores, por ejemplo Erikson, utilizan este
enfoque en el desarrollo de la teoría de la personalidad. Su concepto de crisis en los
distintos momentos de la vida y del comportamiento a lo largo de la vida. De esta
manera ha sido posible establecer modelos específicos de adaptación.

A todo ello hay que añadir otros cuatro: la normalidad como bienestar subjetivo, la
normalidad como adaptación, la normalidad como ventaja biológica y la normalidad
definida legalmente.

Normalidad como bienestar subjetivo, personal e individual: se trata de la propia


valoración del individuo respecto a su estado de salud. Pero el que no se siente enfermo,
¿No está enfermo?. Este es un criterio que no puede ser aceptado universalmente.
Existen enfermos que no reconocen su enfermedad, como ciertas personas que padecen
esquizofrenia.

Normalidad como adaptación: la normalidad como adaptación es un criterio social.


Luerton define la enfermedad como un modo de adaptación particular del individuo
entre objetivos culturalmente aceptados y medios institucionalizados para adaptarlos.

Normalidad como ventaja biológica: la enfermedad se definirá por sus consecuencias,


es decir, porque produciría una disminución en la expectativa de vida del individuo y se
acompañaría de una reducción en la fertilidad. Lo que diversos estudios han demostrado
para algunas de las enfermedades mentales como la esquizofrenia, los trastornos
bipolares, las anomalías sexuales y algunas toxicomanías, produciría una desventaja
biológica (scadding).

Normalidad definida legalmente: los códigos definen criterios de normalidad en


relación con los derechos y deberes civiles (mayor de edad, responsabilidad civil) y
penales (mayoría de edad, impuntualidad).

ELEMENTOS DE LA ANORMALIDAD

Los criterios para definir la anormalidad no son excluyentes en la práctica se mezclan


en proporciones diversas. La anormalidad no es fácil de definir, pero se reconoce en
cualquier parte, en cualquier cultura, por cada persona.

Para definir la anormalidad es necesario tener en cuenta una serie de elementos que
permiten definir un comportamiento como normal. Cuando más elementos estén
presentes, más posibilidades hay de que un comportamiento, pensamiento o persona sea
considerado como anormal.

Sufrimiento: La anormalidad produce sufrimiento. Así una persona que está deprimida
sufre mucho; para ella el pensar, por ejemplo, que debe afrontar un nuevo día es una

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situación intolerable. Pero no todo aquello que produce sufrimiento debe ser
considerado como anormal; así, por ejemplo el llanto de un niño porque se le ha muerto
su mascota no se considera un comportamiento anormal, “No todo lo que produce
sufrimiento es anormal”. El contexto en el que se produce el sufrimiento es
determinante para considerar aquello como anormal.

Desadaptación: el que un comportamiento sea funcional y adaptativo, es decir, que


permita al individuo conseguir unos objetivos, es fundamental para que sea considerado
como normal o anormal. En biología, se considera adaptación a todo aquello que
permita la supervivencia de las especies y produzca una situación de bienestar en el
individuo o en la sociedad. Una situación de bienestar en el individuo es la que permite
al individuo relacionarse con otros y la habilidad para trabajar. Un apersona que padece
agorofobia, o miedo a los lugares abiertos, tenderá a quejarse en casa lo que le impedirá
disfrutar de la vida, no podrá trabajar y no se relacionará con otros. Lo anormal también
interferirá con el bienestar de la sociedad: los asesinos muchas veces son denominados
psicópatas indicando que su comportamiento es anormal.

Irracionalidad e incomprensibilidad: cuando una persona presenta un comportamiento


incomprensible, que no tiene un significado racional, se tiende a considerar, tanto a la
persona como al comportamiento, anormal. Un ejemplo claro de ello es el trastorno del
pensamiento de los enfermos que padecen esquizofrenia.

Pérdida de control: El comportamiento de las personas que nos rodean ha de ser


predecible, ha de tener consistencia y control

Excentricidad: generalmente, la gente reconoce como aceptable y convencional


aquellas acciones que ellos mismo harían, es decir, se tiende a juzgar un
comportamiento normal o anormal en función del nuestro. También influye la
frecuencia, done los comportamientos raros o poco frecuentes se consideran anormales,
a no ser que se consideren socialmente deseables, y entonces son considerados como un
don.

Incomodidad para el observador: cuando una persona viola o no cumple las normas
sociales, su comportamiento se considera anormal, así por ejemplo, una persona que va
desnuda, en las culturas occidentales se consideran anormal y produce malestar o
incomodidad en el observador.

Violación de normas morales: muchas vece el comportamiento no se juzga en función


de lo que es convencional y frecuente, sino en función de si cumple las normas molares,
lo que quiere decir que no debe comportarse de cierta manera, y si no lo hace, su
comportamiento se considerará anormal. Así por ejemplo, es normal trabajar, y no lo es
no hacerlo; se considera normal ser leal y fiel. Y no el ser demasiado tímido, demasiado
agresivo, demasiado ambicioso o muy poco ambicioso.

ELEMENTOS DE LA NORMALIDAD

Existen seis elementos necesarios para conseguir la normalidad y defenderse de la


anormalidad (García, 2014).

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Actitudes positivas hacia uno mismo: Aceptarse a uno mismo implica que la persona
ha aprendido a conocerse a sí misma.

Crecimiento y desarrollo: Supone el deseo de utilizar las habilidades que uno posee
Autonomía: Genera un grado de libertad emocional frente a las demandas sociales y
tomar responsabilidad de nuestras propias acciones.

Percepción adecuada de la realidad: La capacidad de decir no lo sé cuando no se tiene


la información suficiente para juzgar una situación.

Competencia ambiental: Ser competente en las diferentes actividades, tanto en el


trabajo como en las relaciones personales.

Relaciones interpersonales positivas: La habilidad para disfrutar de la compañía de los


otros, dar y recibir apoyo, respetar al otro.

Por otra parte, también existen muchos criterios que pueden auxiliarnos a determinar
cuando estamos en presencia de la normalidad psíquica.
A continuación se enuncian algunos criterios de salud mental o de normalidad psíquica
que señalan un adecuado funcionamiento mental:

 Sentido propio de la identidad y la cohesión interna, que va unido aun conocimiento


de uno mismo, de las propias motivaciones, deseos y emociones.
 Sentido de la autoestima, ajustado a la realidad. Significa sentirse satisfecho y en
paz con uno mismo, con el desarrollo de su “Yo ideal” que sirve de referencia para
la evolución en continuo perfeccionamiento personal.
 Sentimiento de seguridad, de ser aceptado en el mundo social.
 Capacidad para aceptar y dar afecto.
 Responsabilidad hacia el grupo social y familiar en el que el sujeto se desenvuelve.
 Capacidad-no problematizada- de lograr una satisfacción de las necesidades
biológicas: hambre, sexualidad, sueño y descanso, etc.
 Capacidad para ser productivo y sentirse creativo y feliz en lo cotidiano.
 Desarrollo de un sistema axiológico, coherente y aceptado con responsabilidad.
 Ausencia de tensión y de hipersensibilidad.
 Presencia de un firme anclaje en la realidad, sin percepciones distorsionadas, de la
misma ni expectativas no adecuadas a ella.
 Resistencia al estrés y a la frustración. En función de la existencia de mecanismos
de defensa del Yo y su capacidad de enfrentarse eficazmente con los conflictos.

LA CONDUCTA ANORMAL

Hansell y Damour señalan los siguientes conceptos centrales que debemos tomar en
cuenta para poder definir la anormalidad:

La importancia del contexto para definir y entender la anormalidad: Sólo podemos


etiquetar una conducta como anormal si consideramos el contexto situacional en el que
ocurre; las conductas que son normales en un contexto determinado podrían ser
consideradas anormales en otro. Además, la conducta anormal es generalmente más

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entendible cuando es vista en el contexto de la historia de vida y los acontecimientos


vitales de la persona. Finalmente, las variables del contexto demográfico como la edad,
el género, la cultura y la clase social influyen en la definición, clasificación, explicación
y tratamiento de las conductas anormales.
El continuo entre la conducta normal y anormal: Los síntomas emocionales y
conductuales ocurren dentro de un continuo que va de lo menos a lo más severo, y
muchas formas de anormalidad son versiones exageradas de sentimientos y conductas
normales. La línea divisoria entre las conductas normales y anormales nunca está
enteramente claro, pero el campo de la Psicología Anormal ha desarrollado criterios que
nos ayudan a hacer esta distinción.
El relativismo histórico y cultural al definir y clasificar la anormalidad: La definición y
clasificación de la conducta anormal varía considerablemente a través de los diferentes
periodos históricos y las diferentes culturas. Como resultado de ello, no podemos hacer
afirmaciones universales y absolutas de lo que constituye la conducta anormal, y
siempre tendremos que estar conscientes de los lentes históricos y culturales a través de
los cuales vemos el concepto de anormalidad.
Las ventajas y desventajas del diagnóstico: Como otros campos científicos la Psicología
Anormal cuenta con un sistema de categorías para clasificar su objeto de estudio. Estos
sistemas diagnósticos tienen la ventaja de facilitar el tratamiento, la investigación y la
enseñanza de la Psicología Anormal. Pero los sistemas diagnósticos en la Psicología
Anormal tienen también limitaciones importantes; pueden simplificar demasiado
problemas complejos, y un diagnóstico de enfermedad mental puede ser estigmatizante
y desmoralizante para la persona que está siendo diagnosticada.
El principio de la causalidad múltiple: Los trastornos mentales pueden ser el resultado
de una amplia variedad de causas: algunas predisposiciones, algunas precipitantes,
algunas psicológicas, algunas biológicas, algunas causas internas relativas a la persona
afectada y otras externas relativas al ambiente. La mayoría de los trastornos implican
causas múltiples que interactúan. Asimismo, muchas perspectivas teóricas diferentes
coexisten dentro del campo de la Psicología Anormal. Cada perspectiva teórica tiene
alguna contribución importante que hacer, y el campo de la Psicología Anormal se está
orientando hacia las explicaciones y tratamientos que combinan componentes de varias
teorías.
La conexión entre la mente y el cuerpo fusión: Un entendimiento concienzudo de la
Psicopatología requiere que comprendamos la conexión entre la mente y el cuerpo.
Sabemos que las anormalidades cerebrales pueden causar síntomas emocionales, y, a la
inversa, que el sufrimiento emocional puede causar síntomas físicos. Como resultado, es
importante poner atención a la interrelación entre el funcionamiento psicológico y físico
de una persona para poder explicar y tratar la conducta anormal.

CRITERIOS PARA ETIQUETAR LA CONDUCTA ANORMAL


De acuerdo con Rosenhan y Seligman (1989), existen siete criterios que pueden
utilizarse para etiquetar el comportamiento como “anormal”:

Malestar o deterioro. Un individuo experimenta malestar personal o deterioro en su


funcionamiento, lo que produce un riesgo de menoscabo físico o psicológico, o pérdida
de la libertad para actuar.

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Conducta impredecible. Un individuo que actúa de forma impredecible o errática de


una situación a otra, como si experimentara una pérdida del control. Un niño que golpea
su puño contra una ventana sin ninguna razón aparente, manifiesta una conducta
impredecible.

Poca convencionalidad y rareza desde el punto de vista estadístico. Un individuo se


comporta en formas estadísticamente raras y que violan las normas sociales o lo que es
aceptable o deseable. Sin embargo, el simple hecho de ser poco común desde el punto
de vista estadístico, no produce juicio psicológico de anormalidad. Por ejemplo, un
nivel muy alto de inteligencia es sumamente raro, pero se considera indeseable, por lo
que con frecuencia se califica como anormal.

Incomodidad del observador. Un individuo provoca incomodidad en los demás al


hacerlos sentir amenazados o molestos de alguna forma. Una mujer que camina a la
mitad de la calle, hablando en voz alta consigo misma, crea incomodidad en otros
peatones que tratan de evitarla.

Violación de normas morales e ideales. Un individuo viola las expectativas de la forma


en que nos debemos comportar, en relación con las normas sociales. Con este criterio,
un individuo podría ser considerado anormal si no desea trabajar o no cree en dios. Este
criterio de la anormalidad también es importante en situaciones legales.
Para poder etiquetar una conducta como “anormal”, más de un indicador debe estar
presente y ser válido. Cuanto más extremos y preponderantes sean los indicadores,
habrá mayor confianza en el señalamiento de una condición como anormal. Ninguno de
estos criterios es condición necesaria, compartida por todos los casos de anormalidad.
También es verdad que ningún criterio por sí solo es condición suficiente para distinguir
todos los casos de conducta anormal de aquellas variantes normales del
comportamiento.

LA DIFERENCIA ENTRE LA CONDUCTA NORMAL Y LO ANORMAL


La diferencia entre normal y anormal no es tanto una diferencia entre dos tipos
independientes de conducta, sino más bien una cuestión de grado en que los actos de
una persona cumplen un conjunto de criterios acordados de anormalidad. Gerrig y
Zimbardo señalan que es mejor entender al trastorno mental como un continuo que va
de la salud mental a la enfermedad mental.
Debido a que la diferencia entre normal y anormal es relativa y no absoluta, es útil
considerar a la salud mental como un continuo. En un extremo se encuentran las
conductas que definen la salud mental óptima; en el otro extremo están las conductas
que definen una mínima salud mental. Entre ellos encontramos incrementos graduales
de conductas desadaptadas.

EL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD
Durante el siglo XX la Organización Mundial de la Salud definió a la salud como el
completo bienestar físico, mental y social y no simplemente como la ausencia de
dolencias o enfermedades, con lo cual apareció el modelo biopsicosocial de salud
superando así la noción de salud que tenía el modelo biomédico.

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El modelo biomédico: Para explicar los conceptos de salud y enfermedad este modelo
se basa en dos ideas básicas; el dualismo mente-cuerpo y el reduccionismo, por lo cual
sostiene que la enfermedad se limita a una serie de reacciones físicas y químicas, por lo
cual los factores emocionales y de comportamiento son considerados como aspectos
ajenos a él. Así, por ejemplo, la depresión es una alteración de los neurotransmisores.
Este modelo concibe la salud como la ausencia de alteraciones y de enfermedad. Se
concibe al cuerpo como una máquina gobernada por principios biomecánicos por lo que
se limita a la comprensión de los procesos biológicos y bioquímicos. Quienes siguen
este modelo consideran que cada proceso patológico es independiente de los estados
emocionales del individuo y de su comportamiento.
La psiquiatría biológica se basa en la premisa de que las alteraciones emocionales están
originadas en alteraciones de neurotransmisores y pretende manejarlas sólo en términos
bioquímicos, sin considerar las interacciones consigo mismo y con los demás, lo cual
implica el rechazo de una visión holística e integrativa.
El modelo biopsicosocial: De acuerdo con Labiano, este modelo se basa en el principio
de que tanto la salud como la enfermedad están multideterminadas, es decir, que las
causas que interactúan en los procesos saludables y patológicos son de diversa
naturaleza y origen, pues intervienen tanto elementos de macroprocesos (tales como
contexto social, ambiente físico, circunstancias socioeconómicas, factores climáticos,
etc.) como otros de microprocesos (cambios bioquímicos, pensamientos, emociones,
etc.).
Este modelo concibe a la salud como un proceso-estado que se alcanza cuando hay
armonía biológica, psicológica y con el entorno socioambiental. Por el contrario, la
enfermedad se presenta cuando hay un desequilibrio en dichas esferas. De acuerdo con
este modelo, se requiere una perspectiva amplia e integrativa para comprender las
alteraciones y elaborar un diagnóstico.
La Psicología Anormal a diferencia de la Psiquiatría Biológica se basa en el principio de
la causalidad múltiple, es decir, considera que los trastornos mentales pueden ser el
resultado de una amplia variedad de causas: predisposiciones genéticas, eventos
precipitantes, algunas psicológicas, algunas biológicas, algunas causas internas relativas
a la persona afectada y otras externas relativas al medio ambiente. Sin embargo, el peso
relativo de cada una de ellas en la configuración de la conducta anormal no queda
especificado,

ANORMALIDAD Y NORMALIDAD EN LAS ENFERMEDADES


PSIQUIATRICAS

Posturas como las de la anti psiquiatría que sostiene que las enfermedades mentales no
existen y son un mito, y considera a la esquizofrenia como una defensa ante intolerables
presiones de la familia o de la sociedad.

Kurt Schneider, se ocupa de las enfermedades mentales (psicosis), definidas como


enfermedades cerebrales, y de unas variaciones del modo de ser psíquico, definidas
como los extremos de una distribución normal. Utiliza dos criterios de anormalidad, uno
es estrictamente médico (enfermedad cerebral), y otra psicológica definida por la
anormalidad estadística y el sufrimiento.

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En términos generales, los modos de ser y de comportarse distintos de los de la mayoría,


son personalidades anormales. Algunas interesan al médico porque producen
sufrimiento, y se llaman personalidades psicopáticas o reacciones vivenciales
anormales. Las primeras se llaman hoy trastornos de la personalidad, las segundas son
las neurosis, hoy llamadas trastornos de ansiedad.

CONCLUSIÓN
“En suma, podemos afirmar que ningún criterio de normalidad puede dar cuenta por sí
solo de la inmensa variabilidad biológica y, particularmente, psicológica del ser
humano, y, que no existe un criterio universal de normalidad aplicable a todos los
individuos de todas las sociedades y culturas y en cualquier tiempo histórico. Por eso es
que se sostiene, con razón, que la normalidad es un concepto relativo (Pablo, s.f.)”.

BIBLIOGRAFÍA

Wikiversidad. (s.f.). Introducción a la Psicopatología. Recuperado de


https://es.wikiversity.org/wiki/Introducci%C3%B3n_a_la_Psicopatolog%C3%ADa

Puebla, C. (s.f.). Normalidad versus Anormalidad. Recuperado de


https://mbeuv.files.wordpress.com/2010/09/9-normalidad-versus-anormalidad.pdf

García, M. (2014). Normalidad y Anormalidad. Recuperado de


https://miryamgap.wordpress.com/2014/03/18/normalidad-y-anormalidad/

López, J.; Tomás, A. y López, M. (1999). Lecciones de Psicología Médica. España.

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