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ESTAFA / Valoración de la conducta del sujeto pasivo.

Recientemente, aquella Corporación estimó que no pueden establecerse reglas tan rígidas cuando se
juzgan hechos basados en las relaciones sociales, sino que se deben tener en cuenta las circunstancias
concretas de cada caso para determinar si la actitud reticente de una de las partes que oculta una
información tiene o no idoneidad para inducir en error, para lo cual es preciso tener en consideración el
nivel intelectual del sujeto pasivo de la conducta, su pericia en asuntos de la naturaleza de la cual se trata,
sus experiencias, el medio social en donde se desenvuelve 1 y las herramientas jurídicas brindadas por el
Estado para su protección.

A partir de la sentencia de 20 de mayo de 20032, la Corte Suprema ha establecido que para que la conducta del
sujeto pasivo excluya o modifique la atribución del tipo a quien coopera o contribuye de manera significativa en su
realización, es necesario que aquél conozca (o tenga la capacidad de conocer) el peligro que afronta con su acción
y tenga bajo su control el poder de asumir el riesgo que se concreta en el resultado, siempre y cuando al actor no le
sea exigible la obligación jurídica de evitarlo, es decir, que no se encuentre en posición de garante respecto de la
persona que de manera consciente y voluntaria se ha puesto en peligro.

Explica que la valoración de las primeras dos situaciones deberá efectuarla el juez ex ante o, lo que es lo mismo,
teniendo que retrotraerse al momento de la realización de la acción y examinando si conforme a las condiciones de
un observador inteligente situado en la posición de la víctima (a las que habrá de sumárseles las calidades y
conocimientos especiales de ella), el comportamiento sería o no adecuado para excluir a favor del agente la
atribución del resultado típico.
(…)
En cuanto a la posición de garante, aquella Corporación en la sentencia de 4 de febrero de 20093, que resulta
irrelevante analizar “si el procesado era garante respecto de la persona que incurrió en error al suscribir un contrato
con una persona jurídica inexistente”, pues esta última jamás tuvo el poder de asumir bajo su control el riesgo que se
realizó en el resultado, ni tampoco tuvo el conocimiento del mismo:

“En otras palabras, no es posible entrar a analizar el comportamiento negligente o no de la persona que incurrió en el
error cuando se tiene que, debido a la conducta artificiosa desplegada por el procesado, el primero jamás pudo actuar
libre y responsablemente en un sentido jurídico, sin haber tenido la oportunidad de conocer la situación generadora del
riesgo (como sí habría podido conocerla ante el simple silencio o ante una mentira no tan elaborada de la contraparte)”4.

En ese orden de ideas, sólo cuando se reúnen los tres requisitos de las acciones a propio riesgo (conocimiento del
peligro, poder de control sobre su asunción y ausencia de posición de garante) podrá estudiarse si el sujeto pasivo en los
delitos de estafa activó los mecanismos de protección que le eran exigibles, o en qué medida contribuyó con su
comportamiento no diligente o precavido a la obtención del resultado previsto en la norma.

FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO/ No se requiere para su consumación la


aceptación del documento.
“El delito del art. 222 queda consumado cuando una persona engaña o intenta engañar a otro u otros con
un documento público falso, No es requisito que obtenga aceptación del documento ni tampoco el resultado
perseguido. Si alguien presenta una copia falsificada del registro notarial de matrimonio, y es descubierto
antes del correspondiente trámite judicial o administrativo o en una gestión de carácter privado, queda
consumado el delito comentado.

De la norma del art. 222 se deducen las siguientes situaciones:

a. El delito de falsedad por uso de documento público falso lo puede realizar cualquier persona
penalmente capaz que haya participado o no en la falsificación.
b. Si quien usa el documento público falso es la misma persona que lo falsificó, se da una
circunstancia de agravación punitiva, según el inciso segundo del art. 222. En este caso no existe
concurso de hechos punibles entre falsificación material o ideológica y uso del correspondiente
documento.

1 Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ, obra citada, pág. 288.

2 Radicación 16636.
3 Radicación 26197.

4 Sentencia de 4 de febrero de 2009, radicación 26197.


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c. Concurrir en la falsificación es hacerlo en cualquiera de las situaciones de autoría y participación.


Es decir, haber sido, en relación a la falsificación, autor directo, determinador, instigador o
partícipe. Quien paga a otro para que falsifique un documento público de identificación (pasaporte)
y luego lo usa, es punible como falsificador y como usuario del documento (un solo hecho punible)”
5

FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO/ Prescripción de la acción penal.


En ese sentido, el término de prescripción de la acción penal derivada del referido delito contra la fe pública
aún no operó en la fase instructiva, pues el uso de la cédula de ciudadanía por parte de la sentenciada se
hizo en el año 2000 y, el delito imputado (artículo 222, inciso 2º del decreto ley 100 de 1980), contemplaba
una pena máxima de doce (12) años, tiempo que no rebasó la fecha de ejecutoria de la resolución
acusatoria, por lo que la decisión que corresponde adoptar no es otra que la de negar la solicitud presentada
por el defensor en éste punto.
(…)
Conforme a lo historiado, los aludidos hechos falsarios ocurrieron en fechas posteriores al 26 de marzo de
1998; de allí que, para la ejecutoria de la resolución que calificó el mérito de la investigación (27 de marzo
del 2007), el transcurso del tiempo era inferior al máximo de pena prevista para el delito de uso de
documento público falso, que se estructuraría en nueve (9) años para el primer inciso, y en doce (12) para
el segundo párrafo del artículo 287 del Código Penal, por lo que inexorablemente debe concluirse que la
acción penal está vigente y que no operó el fenómeno jurídico de la prescripción, como pretende predicar
la defensa letrada, toda vez que la imputación es como determinadora y, en ese sentido, incurre en la pena
prevista para la infracción (artículo 30 del Código Penal).

FALSEDAD MATERIAL EN DOCUMENTO PÚBLICO / Para que el determinador responda no se


requiere previa identificación del sujeto determinado o falsificador material.
“..jurídicamente nada obsta para que el determinador deba responder por la conducta aun cuando no logre
conocerse siquiera o juzgarse a la persona del determinado, o ésta sea absuelta, pues lo realmente
definitivo es que se encuentren reunidos los elementos que posibilitan predicar dicha condición en aquél.
Al fin y al cabo, es pacífica la posición de la doctrina y de la jurisprudencia, en el sentido de que nada obsta
para que el sujeto no cualificado pueda estar incurso a título de determinador o cómplice de punible que lo
supone, lo que evidentemente no es admisible en relación con el autor sea éste intelectual o material, esto
es, con el directo ejecutor de la conducta delictiva.”

TRIBUNAL SUPERIOR DE DISTRITO JUDICIAL


SALA CUARTA DE DECISIÓN PENAL

Magistrado Ponente
HERNANDO QUINTERO DELGADO

5Delitos de falsedad y fraude, Primera edición, Martínez López Antonio José, Ed. Librería del
Profesional, Bogotá, 1990, pág. 78

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Neiva, marzo veinticinco (25) del año dos mil once (2011)

Aprobación Acta No.

1. MOTIVO DEL FALLO

Decidir sobre el recurso de apelación interpuesto y sustentado por el


Defensor de SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO, contra la providencia
del 20 de mayo de 2010, del Juzgado Adjunto al Quinto Penal del
Circuito de Neiva(H), mediante el cual la condenó como autora
responsable de los ilícitos de Fraude Procesal, en concurso
heterogéneo con Estafa Agravada, Falsedad Materia de Particular
con Documento Público y Falsedad Material en Documento Público,
a la pena principal de sesenta (60) meses de prisión y multa de
trescientos (300) salarios mínimos mensuales legales vigentes; a la
accesoria de inhabilitación en el ejercicio de derechos y funciones
públicas por igual término a la privativa de la libertad; sin acceso a la
suspensión condicional de la ejecución de la pena, pero sustituida la
prisión intramural por la domiciliaria. La absolvió por el delito de
Falsedad Ideológica en documento Público y se abstuvo de
condenarla al pago de perjuicios materiales.

2. HECHOS Y ACTUACIÓN PROCESAL

2.1. HECHOS

Los relata el a quo de la siguiente forma: “Los hechos se originaron


con la denuncia penal formulada por el Dr. RODRIGO FARFÁN
TEJADA en su condición de servidor público de la Dirección Nacionl
Auditoría Disciplinaria del Instituto del Seguros Sociales seccional
Huila, quien pone en conocimiento que la señor SEIDAD SÁNCHEZ

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GARRIDO, laboró para esa entidad como auxiliar de servicios


asistenciales desde el 4 de agosto de 1975 al 10 de marzo de 2000,
que la referida registró en todos sus actos como fecha de nacimiento
9 de mayo de 1955, que el 26 de enero de 2000 presentó renuncia al
cargo a partir del 10 de marzo del mismo año para acceder al
beneficio de pensión de jubilación por haber cumplido 50 años y para
lo cual adulteró la fecha de su nacimiento”.

2.2. ACTUACIÓN PROCESAL

2.2.1.El ente instructor abrió instrucción contra SEIDAD SÁNCHEZ


GARRIDO, el 8 de septiembre de 2004, a quien indagó el 29 de
septiembre de ese año y se abstuvo de imponerle medida de
aseguramiento al definirle la situación jurídica, pues la pena mínima
de los delitos imputados que atentaban contra la Recta y Eficaz
Impartición de Justicia (Fraude Procesal) y contra la Fe Pública
(Falsedades en Documentos Privados y Públicos), no superaban los
cuatro (4) años de prisión.

2.2.2.Posteriormente, el 22 de enero de 2007, calificó el mérito de la


investigación y convocó a juicio a la encartada por delitos Contra el
Orden Económico, Título XIV, Capítulo Tercero, artículo 356, De la
Estafa, agravada por los numerales 1 y 2 del artículo 372; contra la
Fe pública, Título VI, Capítulo Tercero, artículo 220, Falsedad
Material de Particular en Documento Público, por la adulteración
material de la cédula antigua, agravada conforme al artículo 222,
inciso 2º, por su interés exclusivo en el uso de la cédula para efectos

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de la pensión y como determinadora en la obtención del Registro


seriado No, 27937208, introducido a la base de datos de la
Registraduría, descrita en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287
de la ley 599 de 2000, agravada conforme el artículo 290, sirviéndose
de ese soporte para solicitar el duplicado de la cédula, hecho ocurrido
en diciembre 5 de 2001, conducta descrita en el Título IX, Capítulo
Tercero, artículo 286 de la ley 599 de 2000; Fraude Procesal, descrito
en el Título XVI, Capítulo Octavo, artículo 453 de la ley 599 de 2000,
cometido en el trámite del proceso disciplinario adelantado al interior
del Seguro Social, en el que se valió del registro civil falso, distinguido
con el serial No. 26178473, con la fecha de nacimiento adulterada ,
para obtener resolución favorable de archivo de las diligencias;
Falsedad Material en Documento Público, descrito en el Título IX,
Capítulo Tercero, artículo 287 de la ley 599 de 2000, por la mutación
del registro No. 26178473, expedido por la Notaría Segunda del
Círculo de Neiva, agravado por su uso conforme al artículo 290
ibídem.

2.2.3.Sometido a reparto, le correspondió al Juzgado Adjunto al


Quinto Penal del Circuito proferir el fallo correspondiente, que en
proveído de 20 de mayo de 2010, derivó en la condena reseñada en
contra de SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO, por los punibles de Fraude
Procesal, en concurso heterogéneo con Estafa Agravada, Falsedad
Materia de Particular con Documento Público y Falsedad Material en
Documento Público.

3. DE LA SENTENCIA.

3.1 Del Fraude Procesal

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Explica que en el proceso disciplinario adelantado por el Seguro


Social en contra de la ahora sentenciada, la interesada allegó
documentos falsos con el fin de demostrar que cumplía con los
requisitos exigidos para acceder a la pensión de jubilación, cuando
aún no había adquirido el derecho, delito que se que se consuma sin
que sea necesario obtener el resultado perseguido, ya que el
propósito era el de alcanzar una decisión favorable de absolución.

3.2 De la Estafa

Advierte que éste comportamiento se consumó cuando la acusada


utilizó la partida de bautismo y la cédula de ciudadanía falsa, a fin de
acreditar más edad de la que tenía y así se le reconociera y pagara
la pensión de jubilación, obteniendo un provecho ilícito de carácter
patrimonial en perjuicio del Seguro Social, cuando recibió las
mesadas de vejez, cinco años antes de lo que normalmente le
correspondía.

3.3 De la Falsedad Documental

Precisa que la encartada, con una partida de bautismo de la


Parroquia de Rivera que registraba como fecha de nacimiento el 9 de
marzo de 1950, ante el Juez de Familia inició un proceso de
jurisdicción voluntaria para cancelar el registro civil número 26178473
y que quedara vigente el 28145488, so pretexto de corregir la fecha
del natalicio, documento sustituido que utilizó en el trámite de la
pensión de jubilación, ante el Instituto de los Seguros Sociales.

Aclara que si bien no se pudo establecer que la rúbrica y las grafías


procedían materialmente de la acusada, sólo a ella le asistía interés
en el contenido de la partida de bautismo, cuya utilización le

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beneficiaba, como así ocurrió, todo indica que se hizo con su


anuencia, sin que exista otra explicación lógica que aclare el dislate
presentado, en relación con hecho del orden cronológico del
protocolo eclesial llevado, que dio lugar a una inscripción con el
ordinal 272 A, además de la reducción del interlineado y el tamaño
de la fuente escritural.

También argumenta que SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO portaba la


cédula de ciudadanía número 36.159.737, que contenía el año de
1950 como fecha de nacimiento, que incontinenti evidenciaba
adulteración del último número, pues en lugar del 0 correspondía un
5, documento que usó para la obtención de la nueva cédula. Además,
agrega que con la inspección judicial se constató que en los archivos
de la Registraduría consta que el natalicio es del año 1955, lo que
demuestra la falsedad material realizada, de la que se valió para
modificar el registro civil de nacimiento. En este punto concluye que
“existe plena prueba de la falsedad material igualmente para lo
obtención de los registros civiles 27937208 y 26178473.

Es así que se profiere fallo condenatorio, como autora responsable


de los ilícitos de Fraude Procesal, en concurso heterogéneo con
Estafa Agravada, Falsedad Materia de Particular con Documento
Público y Falsedad Material en Documento Público, a las penas
arriba señaladas, decisión que es objeto de la alzada.

4. ARGUMENTOS DEL APELANTE

Exige la revocatoria de la decisión de instancia, para que se emita


sentencia absolutoria en favor de su agenciada, por cuanto considera
que la fiscalía no acreditó los cargos formulados, específicamente los

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relacionados con: a) la modificación y obtención ilegal de los registros


civiles de nacimiento; b) la consecución ilícita de las cédulas de
ciudadanías; c) el haber solicitado la pensión de jubilación con
fundamento en dichos documentos, para acreditar más edad, cuando
aún no se cumplía los requisitos exigidos por la ley; d) la agravante
contenida en el artículo 290 de la ley 599 de 2000 (la calidad de
copartícipe de las falsedades documentales), con determinación e
identificación de los presuntos autores; y, adicionalmente, e) plantea
ausencia de congruencia entre el pliego de cargos y el fallo, respecto
del fraude procesal.

Acepta que su agenciada, ante la crítica parental referida sobre la


menor edad que informaba su registro de nacimiento, guasa con la
que significaban que ella intencionalmente se quitaba algunos años,
acudió a la Parroquia de Rivera a solicitar el “certificado de la partida
de bautismo”, expedida el 8 de octubre de 1999, con la que corroboró
y fortaleció la idea de que 1955 no era el año de su nacimiento. En
forma inconcusa alega que éste documento no es falso, pues el
“certificado” lo expidió y firmó la autoridad eclesial correspondiente;
pero, a su vez, asegura que tampoco el acusador que su agenciada
mostrara tesitura falsaria en aquel escrito, que allegó al proceso de
jurisdicción voluntaria (el recurrente enfatiza que aportó el certificado
bautismal y no el protocolo del registro consignado en el libro
parroquial). De ésta manera, explica que la modificación del registro
civil es consecuencia de una orden judicial que se apoyó en un
documento auténtico y que, por esa razón, tampoco puede
pregonarse fullería en la obtención de éste último.

Resalta que la razón principal para que la sentenciada diligenciara la


renovación de la cédula obedeció al deterioro de la tarjeta original,
documento del cual nunca pudo el acusador determinar o descartar

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con certeza su autenticidad. A más de aquello su agenciada


registraba en el archivo de la historial laboral, como fecha de su
natalicio, el 9 de marzo de 1955. Pero, también indicaban otro año (9
de marzo de 1950), en la fotocopia de la cédula de ciudadanía que
allí reposaba, por lo que aduce que de haber existido alguna
adulteración en la cartulina de identidad, ésta se habría efectuado
antes de las actuaciones de corrección.

Agrega, en igual sentido, sobre la cédula de ciudadanía expedida el


21 de marzo de 1977, fundamento del cargo de Falsedad Material en
Documento Público, reclamando que el ente acusador soslayó
decantar las circunstancias de tiempo, modo y lugar de la presunta
adulteración, que tampoco existe claridad sobre la época en que fue
introducido al tráfico jurídico, entendiendo que podría ser cuando se
expidió (1977). Y, si ello es así, concluye que al ser éste un delito de
ejecución instantánea, habría operado la prescripción de la acción
penal.

Explica que, enmendado el yerro existente, luego de agotar el


correspondiente proceso de jurisdicción voluntaria, su pupila gestionó
el reconocimiento y pago de la pensión aludida, sin que la
empleadora hiciera objeción alguna a la documentación presentada,
ni se opusiera al proceso laboral de reliquidación de sus mesadas, a
pesar de que el Instituto del Seguro Social manejaba, controlaba y
disponía de su hoja de vida o del historial de sus servidores; por
supuesto, fácilmente podía decretar pruebas, corroborar los
antecedentes anotados y verificar la información aportada, aspectos
que hacían imposible inducir en error a la administración. Por tanto,
considera que en ésta causa se pretende trasladar a su agenciada
una carga de diligencia y cuidado que debió asumir su ex patrona,

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para mutarla en responsabilidad penal a cargo de la sentenciada,


desvirtuando con ella la presunta estafa que se le enrostra.

Destaca que, a pesar de que la Registraduría expresó que no existía


certeza sobre la genuinidad de las cédulas de ciudadanía que exhibía
la incriminada, la fiscalía y el juzgado omitieron desplegar actividad
probatoria alguna a través para aclarar ese punto, al punto que la
sentencia solo consigna una simple comparación de las cédulas con
la tarjeta que reposa en los archivos de la Registraduría Nacional del
Estado Civil.

Agrega que los hechos falsarios fueron analizados bajo dos


regímenes legales incompatibles (decreto-ley 100 de 1980 y ley 599
de 2000), por lo que infiere que se vulnera el principio de legalidad y
el non bis in ídem. Además, se argumenta sobre la agravante
contenida en el artículo 290 de la última normatividad, sin que se
especifique al autor de las mismas, para diferenciarlo del partícipe.

Por último, alega que existe falta de congruencia, toda vez que la
fiscalía fundamentó que el fraude procesal se consumó en el proceso
disciplinario adelantado por el seguro social; pero, la sentencia de
primera instancia hace referencia a que se estructuró cuando se
presentaron documentos que califica de falsos en el trámite y
reconocimiento de la pensión. Además de lo anotado, como colofón
de lo expresado sobre la originalidad y la mismidad de aquellos, que
al ser auténticos los aportados, jamás se incurrió en el delito de
Fraude Procesal.

5. CONSIDERACIONES

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Los temas propuestos por el recurrente abarcan los siguientes


cuestionamientos:¿Hay indeterminación de la época en se
concretaron las falsedades en los documentos públicos aludidos?
¿Operó la prescripción de la acción penal? ¿Qué incidencia tiene que
una copia de la cédula de la sentenciada reportara el 9 de marzo de
1950, como el día de su nacimiento, la que reposaba junto con otros
legajos en el historial laboral, que indicaban otra fecha? ¿Se le está
juzgando dos veces por los mismos hechos respecto a la falsedad?
¿Cuál la legislación aplicable? ¿Puede estructurarse la circunstancia
de agravación punitiva contenida en el artículo 290 de la ley 599 de
2000, sin que se haya individualizado e identificado al servidor
público autor del delito de falsedad material en documento público?
¿Incide en el juicio de tipicidad que las autoridades administrativas y
judiciales, ante quienes se exhibieron los documentos cuestionados,
no hubiesen detectado oportunamente las inconsistencias
presentadas? ¿Asumió la sentenciada un comportamiento doloso
falsario y cuál su grado de participación?

De acuerdo con la crónica traída en la resolución de acusación, la


señora SEIDAD SÁNCHEZ GARRIDO, para acceder a la pensión de
jubilación por vejez, al haber cumplido 50 años de edad, presentó al
Seguro Social el registro civil nacimiento No. 28145488, expedido el
30 de noviembre de 1999 por la Notaría Segunda del Circulo de
Neiva, que indicaba que había nacido el 9 de marzo de 1950; como
también, da cuenta que acompañó una “fotocopia de su cédula de
ciudadanía que contiene la misma fecha”.

El calificatorio agrega que en la injurada preguntó a la encartada por


la leyenda del año escrito en la cédula antigua, expedida en 1977,
“que indica(ba) con notoria imperfección que nació en 1950, al
parecer adulterada”, cuestión que absolvió la interrogada

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trasponiendo en el trámite de obtención a su madre y, como la fecha


no correspondía a la que creía que debía ser, pues hasta entonces
suponía que el natalicio aconteció en 1955, inquirió a su progenitora
el porqué de la inconsistencia. Advierte que éste documento lo utilizó
hasta las últimas elecciones realizadas en ese entonces (anterior a
su declaración del 29 de septiembre de 2004), toda vez que lo renovó
por las dificultades que le generaba la imperfección que presentaba
en su cartulina, pero que finalmente “corresponde a la solicitud de un
duplicado y no su rectificación”, concretamente el día 05 de diciembre
de 2.001, cuya preparación del documento se hizo en esta ciudad,
desconociendo los registradores especiales la razón por la cual en el
documento físico apareció anotado otro año de nacimiento (1.950, en
la cédula de ciudadanía), pues rectificación debió hacerse con base
en la misma tarjeta alfabética con la que se elaboró la primera.

Del mismo modo, el pliego de cargos consigna que la tarjeta


alfabética que reposa en la Registraduría del Estado Civil con el
número 36.159.737, a nombre de la sentenciada, “indica que su
fecha de nacimiento es el 09 de marzo de 1955. Lo anterior, no
obstante que el original y duplicado de la cédula como documentos
físicos que la sindicada exhibía en sus actuaciones, indicaban como
fecha de nacimiento el año de 1.950, tratándose de formatos al
parecer genuinos, siendo entonces dudosa la veracidad de sus
contenidos”. Más adelante agrega que la base de datos de la
Registraduría daba cuenta de la existencia de un registro civil de
nacimiento, expedida por la Notaría Tercera, con el serial 27937208,
con fecha 22 de abril de 1999 (siete 07 meses antes de obtener su
modificación por vía judicial), que indicaba como onomástico el 09 de
marzo de 1950, registro que al cotejarse con los protocolos de la
aludida Notaría, desmintió su existencia, pues no había sido
expedida por esa oficina.

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A su vez, entre las razones que ofrece para dejar por demostrado y
firme la participación de la sentenciada en los hechos, de manera
indiciaria hace referencia al interés y beneficio que le reportaba la
adulteración material del documento original de la cédula de
ciudadanía, como la obtención del duplicado espurio, al igual que la
elaboración del registro civil de nacimiento falso, por lo que concluye
que participó como determinadora, al no estar a su alcance la
tecnología para la hechura de los mismos, previendo por ello que
necesariamente contó con la colaboración de algún funcionario de la
Registraduría.

Aunado a lo anterior, se aprecia, conforme a la ilación de la referida


pieza procesal que, indudablemente, contrario a lo expuesto por la
defensa, no puede pregonarse indeterminación respecto de la época
en se concretaron las falsedades de las cédulas enrostradas, o en el
uso de las mismas (falsedad agravada), toda vez que el pliego de
cargos alude tanto de su obtención inicial (21 de marzo de 1977), si
se tiene en cuenta que literalmente la imputación jurídica es por
“Falsedad Material de Particular en Documento Público, por la
adulteración material de la cédula antigua, agravada conforme al
artículo 222, inciso 2º”; como también alude a la época en que
agenció su duplicado (5 de diciembre de 2001), sólo que al tenor
literal del pliego la llama como “determinadora en la obtención del
Registro seriado No, 27937208, introducido a la base de datos de la
Registraduría, descrita en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287
de la ley 599 de 2000, agravada conforme el artículo 290 (Falsedad
Material en Documento Público, Agravado)”; es decir, hay claridad
que son eventos punitivos diferenciados, así vulneren el mismo bien
jurídico, empero el primero encaminado al uso de un documento con
formato original e información falsa (primera cédula); en el segundo,

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al uso de un documento público falso (registro civil No, 27937208); y,


el tercero, al duplicado de la cédula con la misma información
engañosa con soporte en ese registro civil falso y su correspondiente
uso(registro civil No, 27937208). Además, como cuarto hecho,
formula cargos por Falsedad Material en Documento Público,
descrito en el Título IX, Capítulo Tercero, artículo 287 de la ley 599
de 2000, por la mutación del registro No. 26178473, expedido por la
Notaría Segunda del Círculo de Neiva, agravado por su uso conforme
al artículo 290 ibídem, que aportó en el trámite de la investigación
disciplinaria que le adelantó el seguro social (El auto de apertura de
la investigación disciplinaria es del 4 de abril de 2003).

El delito de Falsedad Material en Documento Público estaba previsto


como hecho punible en el Libro II, Título VI, Capítulo III, de la falsedad
en documentos, del Decreto Ley 100 de 1980, en los artículos 218 y
220, el primero relacionado con el servidor público como sujeto
agente y, el segundo, al particular. Además, el inciso 2º del artículo
222, preveía el “Uso de Documento Público Falso”, modalidad
delictiva tendiente a proteger el bien jurídico de la fe pública y
señalaba que:

“El que sin haber concurrido a la falsificación hiciere uso de


documento público falso que pueda servir de prueba, incurrirá en
prisión de uno (1) a ocho (8) años.

Si quien usa el documento a que se refiere el inciso anterior, fuere el


mismo que lo falsificó, la pena se aumentará hasta en la mitad.”

El Código Penal vigente, Ley 599 de 2000, previó en su artículo 287


lo siguiente:

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“El que falsifique documento público que pueda servir de prueba,


incurrirá en prisión de tres (3) a seis (6) años.

Si la conducta fuere realizada por un servidor público en ejercicio de


sus funciones, la pena será de cuatro (4) a ocho (8) años e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de
cinco (5) a diez (10) años.”

En torno a la circunstancia de agravación referida, el Código Penal


vigente señala en el artículo 290 que:

“La pena se aumentará hasta en la mitad para el copartícipe en la


realización de cualesquiera de las conductas descritas en los
artículos anteriores que usare el documento, salvo en el evento del
artículo 289 de este Código.”

De ésta manera, resulta incuestionable que el nuevo estatuto no hace


modificación alguna al comportamiento del tipo penal de Falsedad
Material de Servidor Público en Documento Público, por técnica
legislativa unificó en una misma disposición la conducta falsaria del
particular y del servidor público, sancionando con mayor drasticidad
al intraneus, también modifica límites punitivos, al aumentar el
mínimo y reducir el máximo en ambos casos.

Afirma la Corte Suprema de justicia que

“esta unificación no implica un cambio sustancial en la previsión


relativa a la circunstancia de agravación establecida por el inciso 2º
del artículo 222 del Código Penal de 1980, en la medida que la actual
normatividad penal comprende el agravante del uso para el
‘partícipe’, artículo 290, en cuyo caso, la pena se aumentará hasta

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en la mitad. Por lo cual, el actual Código Penal involucra tanto al


autor, en sus diversas modalidades, como al partícipe.” 6 (Subrayado
fuera de texto).

El legislador al señalar quienes intervienen como autores y quienes


como partícipes de manera individual o en concurso, artículos 28, 29
y 30 del actual Código Penal7, se propuso preservar con las
diferencias establecidas el postulado de la unidad de imputación para
evitar que quienes concurren en el hecho respondan por delitos
diferentes, se distinga entre formas de intervención principales y
accesorias y exista correspondencia entre el grado de compromiso y
las distintas consecuencias punitivas atendiendo el grado y clase de
su intervención.

En la sentencia que arriba se referencia, la Corte Suprema de Justicia


precisa que,

“de acuerdo con el artículo 30 del Código Penal de 2000, ‘partícipes’


son el determinador, el cómplice y el interviniente. Sin embargo, el
artículo 290 ibídem alude a ‘copartícipes’, es decir, a la institución
genérica de la co-participación criminal, que no excluye al autor, a
quien, por consiguiente, se le podrá imputar la circunstancia de
agravación referida al uso del documento público que ha falsificado8.”
(Subrayado fuera de texto).

6CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 16 de febrero de 2005, radicado 15.212, MP. Helman
Galán Castellanos y Alfredo Gómez Quintero.
7Sentencia del 25-04-02, Cas. 12191, ponente Carlos Eduardo Mejía Escobar
8CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 16 de febrero de 2005, radicado 15.212, MP. Helman
Galán Castellanos y Alfredo Gómez Quintero.

16 Sala Cuarta de Decisión Penal


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En ese sentido, la prescripción por la Falsedad Material del Particular


en Documento Público (artículo 222, del decreto 100 de 1980,
adulteración de la cédula antigua), prosperaría si el cargo se limitara
a su confección (expedida el 21 de marzo de 1977); no obstante,
como la imputación hace referencia al inciso 2º, hipótesis que
conlleva a que la conducta se entienda consumada en la época en
que la sentenciada se sirvió de su contenido, al hacer uso de ella,
dado que ese es el verbo rector, que según el acusador se realizó
cuando la exhibió para el trámite de la pensión, reconocida
mediante resolución del 4 de abril de 2000, acto administrativo que
emitió el Gerente Nacional de Recursos Humanos del Seguro, con lo
que se descarta que el hecho falsario aludido, individualmente
considerado, fuera analizado bajo dos regímenes legales y que éstos
fuesen incompatibles (decreto-ley 100 de 1980 y ley 599 de 2000);
tampoco se observa de qué manera se hubiese vulnerando con ello
el principio de legalidad y el non bis in ídem.

Ahora bien, sobre la tipicidad y en lo que tiene que ver con el sujeto
agente, además de las jurisprudencias referenciadas, sobre ese
punto la doctrina puntualizaba que en

“..el sistema nacional, la concurrencia en el hecho punible es en


calidad de autor, coautor, determinador o cómplice, y el uso no queda
desplazado hacia la falsificación, convirtiéndose ésta en un hecho
único, sino que se incrimina conforme al tipo especial del art. 222. En
este se describe una conducta posterior.” 9.

Otro autor agregaba:

9 Derecho Penal, Tomo IV, Segunda edición, Pérez Luis Carlos, Ed. Temis, Bogotá, 1990, pág. 82

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“El delito del art. 222 queda consumado cuando una persona engaña
o intenta engañar a otro u otros con un documento público falso, No
es requisito que obtenga aceptación del documento ni tampoco el
resultado perseguido. Si alguien presenta una copia falsificada del
registro notarial de matrimonio, y es descubierto antes del
correspondiente trámite judicial o administrativo o en una gestión de
carácter privado, queda consumado el delito comentado.

De la norma del art. 222 se deducen las siguientes situaciones:

d. El delito de falsedad por uso de documento público falso lo


puede realizar cualquier persona penalmente capaz que haya
participado o no en la falsificación.
e. Si quien usa el documento público falso es la misma persona
que lo falsificó, se da una circunstancia de agravación punitiva,
según el inciso segundo del art. 222. En este caso no existe
concurso de hechos punibles entre falsificación material o
ideológica y uso del correspondiente documento.
f. Concurrir en la falsificación es hacerlo en cualquiera de las
situaciones de autoría y participación. Es decir, haber sido, en
relación a la falsificación, autor directo, determinador,
instigador o partícipe. Quien paga a otro para que falsifique un
documento público de identificación (pasaporte) y luego lo usa,
es punible como falsificador y como usuario del documento (un
solo hecho punible)” 10

De ésta manera, se observa que la crítica del letrado no abarca el


empleo o utilización de la vieja cédula de ciudadanía, lo que implica

Delitos de falsedad y fraude, Primera edición, Martínez López Antonio José, Ed. Librería del
10

Profesional, Bogotá, 1990, pág. 78

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conformidad con el razonamiento del a quo en ese punto, en virtud


del principio de legalidad y acierto de aquella decisión. Si ello es así,
ninguna repercusión tiene el que un duplicado de la cédula antigua
reposara en la carpeta de la sentenciada, la que señalaba el 9 de
marzo de 1950 como día de su nacimiento y que junto a ella obraban
otros legajos con fecha distinta (1955), pues la sindicación que se le
hizo fue por el uso o empleo de la misma en el trámite de la pensión,
no porque el documento permaneciera en la historia laboral de la
encartada. Es importante traer a colación que sobre el punto ha
explicado la Corte Suprema de Justicia que:

“..ha sido pacífica la jurisprudencia de esta Sala al señalar en asunto


similar al que ocupa su atención que presentar una cédula de
ciudadanía o un pasaporte falsos para identificarse, constituye uso
de tales documentos, pues para ello se encuentran destinados11; por
tanto, mutatis mutandis, la exhibición (…) no constituye
comportamiento intrascendente,..”

Ahora bien, teniendo en cuenta que el 22 de enero de 2007 se calificó


el mérito de la investigación, resolución que cobró ejecutoria el 27 de
marzo de ese mismo año por los recursos interpuestos, habría de
establecerse si en verdad, ante el paso inexorable del tiempo y sin
que el Estado ejerciera la acción correspondiente en los términos de
ley, aquella facultad expiró en cada uno de los delitos referidos en el
pliego de cargos, tomando en consideración la fecha de cada hecho.

En ese sentido, el término de prescripción de la acción penal derivada


del referido delito contra la fe pública aún no operó en la fase
instructiva, pues el uso de la cédula de ciudadanía por parte de la

11Cfr. providencias del 15 de noviembre de 2001. M.P. Dr. Jorge Córdoba Poveda y del 23 de mayo de
2001. M.P. Dr. Fernando Arboleda Ripoll.

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sentenciada se hizo en el año 2000 y, el delito imputado (artículo 222,


inciso 2º del decreto ley 100 de 1980), contemplaba una pena
máxima de doce (12) años, tiempo que no rebasó la fecha de
ejecutoria de la resolución acusatoria, por lo que la decisión que
corresponde adoptar no es otra que la de negar la solicitud
presentada por el defensor en éste punto.

En cuanto a las demás sindicaciones falsarias, que en el pliego de


cargos se alude como las descritas en el Título IX, Capítulo Tercero,
artículos 287 y 290 de la ley 599 de 2000, las primeras referidas al
empleo del registro civil falso, distinguido con el seriado 27937208,
expedida por la Notaría Tercera del Circulo de Neiva, cuya
inexistencia se constató con esa misma oficina y que se introdujo a
la base de datos de la Registraduría, inscrito el 22 de abril de 1999,
que a su vez sirvió de soporte para agenciar y usar el duplicado de la
cédula (no se gestionó la rectificación de la cartulina, para aparecer
como nacida el 9 de marzo de 1950), documento de identificación
expedido el 5 de diciembre de 2001, lo que igualmente se corroboró
con la inspección judicial realizada por la Fiscalía 7ª Seccional de
Neiva, el 13 de octubre de 2004. La siguiente conducta tiene que ver
con el empleo del registro sentado el 16 de febrero de 1998, con el
No. 26178473, expedido por la Notaría Segunda del Círculo de
Neiva, que mutó el contenido original del registro civil y que fue
aportado al proceso disciplinario, cuyo auto de apertura data del 4 de
abril de 2003.

Conforme a lo historiado, los aludidos hechos falsarios ocurrieron en


fechas posteriores al 26 de marzo de 1998; de allí que, para la
ejecutoria de la resolución que calificó el mérito de la investigación
(27 de marzo del 2007), el transcurso del tiempo era inferior al
máximo de pena prevista para el delito de uso de documento público

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falso, que se estructuraría en nueve (9) años para el primer inciso, y


en doce (12) para el segundo párrafo del artículo 287 del Código
Penal, por lo que inexorablemente debe concluirse que la acción
penal está vigente y que no operó el fenómeno jurídico de la
prescripción, como pretende predicar la defensa letrada, toda vez
que la imputación es como determinadora y, en ese sentido, incurre
en la pena prevista para la infracción (artículo 30 del Código Penal).

En éste último aparte, rechaza que se pueda enrostrar la agravante


contenida en el artículo 290 ibídem, sin que previamente se
especifique al autor de las mismas. Es decir, que da cuenta de una
imposibilidad para achacar a su agenciada su participación como
determinadora de las falsedades materiales de los documentos
públicos, sin que previamente estuviese identificado el sujeto
determinado (falsificador material), mas no aduce algún yerro o
desacierto de lógica jurídica en la decisión final del a quo, tema sobre
el cual la Corte Suprema de Justicia expresó

“..jurídicamente nada obsta para que el determinador deba responder


por la conducta aun cuando no logre conocerse siquiera o juzgarse a
la persona del determinado, o ésta sea absuelta, pues lo realmente
definitivo es que se encuentren reunidos los elementos que
posibilitan predicar dicha condición en aquél. Al fin y al cabo, es
pacífica la posición de la doctrina y de la jurisprudencia, en el sentido
de que nada obsta para que el sujeto no cualificado pueda estar
incurso a título de determinador o cómplice de punible que lo supone,
lo que evidentemente no es admisible en relación con el autor sea

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éste intelectual o material, esto es, con el directo ejecutor de la


conducta delictiva.” 12

Sobre la participación de la sentenciada, resulta acertado inferir que


ella era la primera interesada en que se confeccionaran los
documentos espurios para su uso, exhibiéndolos y suministrándolos
en las actuaciones administrativas y judiciales arriba documentadas,
a fin de hacer uso de ellos al gestionar y obtener el pago anticipado
de la pensión de jubilación, recorrido criminal que inicia con la
obtención de la cédula de ciudadanía y la partida eclesial falsas,
aparentando una mayor edad a la que realmente tenía, beneficio que
le daba sentido a la existencia de la multiplicidad de hechos falsarios
anotados (partida de bautismo en Neiva y Rivera; registro civiles en
las Notarías Segunda y Tercera, el último de ellos ingresado a la base
de datos de la registraduría para obtener el duplicado de la cédula;
documentos en la historia laboral que dan cuenta que la fecha de
nacimiento era 1955 y no 1950; cédula de ciudadanía antigua con el
último número modificado y duplicado de aquellas).

A su vez, como los formatos de las cédulas al parecer eran genuinos,


coyuntura sobre la cual insiste la defensa, de ese hecho dedujo el
acusador (ilación que retoma el fallador), que como tecnología para
la hechura de los mismos no estaban al alcance de la encartada,
indudablemente de ello se desprendía que necesariamente tuvo
colaboración de algún funcionario de la Registraduría, reflexiones
sobre las cuales el recurrente guardó silencio.

12CSJ, Sala de Casación Penal, Sentencia del 28 de noviembre de 2002, radicado 17.022, MP.
Carlos Augusto Gálvez Argote. Este tema es reiterado en sentencia del 28 de febrero de 2007,
radicado 25.477, M.P. Javier Zapata Ortiz.

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Reprocha la defensa que el funcionario de instancia soslayara


analizar que en el historial laboral obraba la información pertinente,
que se utilizó en las actuaciones administrativas y judiciales
reseñadas, y que por esa misma razón niega que tuviesen idoneidad
para engañar a los servidores públicos, pues a ellos les asistía el
deber de revisar y constatar los legajos aportados, que de haberlo
hecho, no habrían incurrido en el error probatorio cuestionado.
Ciertamente, hoy por hoy, no es motivo de controversia que el medio
engañoso deba tener idoneidad para inducir en error a la víctima,
pero, aún es polémica determinar las condiciones a partir de las
cuales se pueda afirmar que la argucia o el engaño reúnen los
presupuestos objetivos normativos para pregonar la configuración
del delito de estafa. Sobre el particular se conocen dos posiciones.
La primera le asigna una gran preponderancia al significado de
artificio, conforme al cual la estafa es un delito de inteligencia, que
requiere el despliegue de actos hábilmente preparados y bien
concebidos para revestir capacidad de inducir en error a la víctima13,
perspectiva en la que si la persona pasible del engaño obra de modo
ingenuo, torpe o negligente no habrá lugar a afirmar la existencia de
estafa, porque una actuación prudente le hubiera bastado para
salirse del error, que al parecer es la que aduce la defensa letrada.

La postura en mención fue acogida por la Sala de Casación Penal


de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia del 12 de junio de
2003, en cuanto allí expresó:

“Pero ciertamente, como lo señala la Delegada en su estudio,


haciendo eco de la teoría de la imputación objetiva, ‘se considera

13 Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ en Estudios de Derecho Penal Especial, varios

autores, Editora Jurídica de Colombia, primera edición 1992, pág. 288.


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que no todo engaño que pudiera concebirse causal respecto del


resultado perjudicial permite la imputación del resultado a la conducta
del autor, pues, de acuerdo con el argumento victimológico, la víctima
debe acudir a los mecanismos de autotutela exigibles, porque será
entonces punible el comportamiento capaz de sobrepasar la barrera
de contención que supone la actitud diligente del perjudicado’ ”14.

La segunda posición aconseja examinar con una mayor flexibilidad el


medio engañoso cuando se trata del sujeto engañado. La Sala de
Casación Penal de la Corte se inspiró en esta segunda postura para
adoptar la determinación plasmada en la sentencia del 27 de octubre
de 2004. En esa decisión la Corporación, tal como se hizo en el fallo
del 12 de junio de 2003, partió también de los fundamentos de la
teoría de la imputación objetiva. Sin embargo, sobre la base de tener
ésta como presupuesto tanto el riesgo permitido como el principio de
confianza, “que determinan el estado de interacción normal de las
relaciones sociales y de los riesgos que en ellas se generan”,
concluyó:

“… De manera que, sólo cuando la víctima asume conjuntamente con


otro una actividad generadora de riesgos, puede eventualmente
imputársele el resultado a la víctima, siempre que esta tenga
conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el autor
quien recorre la conducta descrita en el tipo penal, el resultado debe
serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra dentro del
principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el
ámbito de competencia que le impone la organización”15.

14 Radicación 17196.
15 Radicación 20926.
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Recientemente, aquella Corporación estimó que no pueden


establecerse reglas tan rígidas cuando se juzgan hechos basados en
las relaciones sociales, sino que se deben tener en cuenta las
circunstancias concretas de cada caso para determinar si la actitud
reticente de una de las partes que oculta una información tiene o no
idoneidad para inducir en error, para lo cual es preciso tener en
consideración el nivel intelectual del sujeto pasivo de la conducta, su
pericia en asuntos de la naturaleza de la cual se trata, sus
experiencias, el medio social en donde se desenvuelve16 y las
herramientas jurídicas brindadas por el Estado para su protección.

A partir de la sentencia de 20 de mayo de 200317, la Corte Suprema ha


establecido que para que la conducta del sujeto pasivo excluya o
modifique la atribución del tipo a quien coopera o contribuye de manera
significativa en su realización, es necesario que aquél conozca (o tenga
la capacidad de conocer) el peligro que afronta con su acción y tenga
bajo su control el poder de asumir el riesgo que se concreta en el
resultado, siempre y cuando al actor no le sea exigible la obligación
jurídica de evitarlo, es decir, que no se encuentre en posición de garante
respecto de la persona que de manera consciente y voluntaria se ha
puesto en peligro.

Explica que la valoración de las primeras dos situaciones deberá


efectuarla el juez ex ante o, lo que es lo mismo, teniendo que retrotraerse
al momento de la realización de la acción y examinando si conforme a
las condiciones de un observador inteligente situado en la posición de la
víctima (a las que habrá de sumárseles las calidades y conocimientos
especiales de ella), el comportamiento sería o no adecuado para excluir

16 Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ, obra citada, pág. 288.

17 Radicación 16636.
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a favor del agente la atribución del resultado típico.

En cuanto a la posición de garante, aquella Corporación en la sentencia


de 4 de febrero de 200918, que resulta irrelevante analizar “si el procesado
era garante respecto de la persona que incurrió en error al suscribir un
contrato con una persona jurídica inexistente”, pues esta última jamás
tuvo el poder de asumir bajo su control el riesgo que se realizó en el
resultado, ni tampoco tuvo el conocimiento del mismo:

“En otras palabras, no es posible entrar a analizar el comportamiento


negligente o no de la persona que incurrió en el error cuando se tiene que,
debido a la conducta artificiosa desplegada por el procesado, el primero
jamás pudo actuar libre y responsablemente en un sentido jurídico, sin
haber tenido la oportunidad de conocer la situación generadora del riesgo
(como sí habría podido conocerla ante el simple silencio o ante una
mentira no tan elaborada de la contraparte)”19.

En ese orden de ideas, sólo cuando se reúnen los tres requisitos de las
acciones a propio riesgo (conocimiento del peligro, poder de control sobre
su asunción y ausencia de posición de garante) podrá estudiarse si el
sujeto pasivo en los delitos de estafa activó los mecanismos de protección
que le eran exigibles, o en qué medida contribuyó con su comportamiento
no diligente o precavido a la obtención del resultado previsto en la norma.

En el presente asunto, se tiene que la sentenciada realizó múltiples


actividades para el éxito de su gestión delictiva, como la de alterar la
cédula de ciudadanía que contenía en año de 1950 como fecha de

18 Radicación 26197.

19 Sentencia de 4 de febrero de 2009, radicación 26197.

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nacimiento, además de allegar a la registraduría un registro civil


falso; mutar la verdadera edad con la expedición de un nuevo
registro civil de nacimiento a través de un proceso de jurisdicción
voluntaria que incoó el 4 de noviembre de 1999, donde igualmente
utilizó una partida eclesiástica de bautismo falsa (que logró el 8 de
octubre de ese mismo año), proceso que finalizó el 26 de noviembre
de 1999, con una sentencia que ordenó corregir el aludido yerro en
el registro civil de nacimiento, para que figurara 1950 como natalicio,
abriendo así un nuevo registro en la Notaría Segunda de Neiva, para
luego gestionar el reconocimiento de su pensión de vejez, lo que
conlleva a que ahora se descarte que el Seguro Social incurriera en
una autopuesta en peligro por incumplimiento de sus funciones,
como alega la defensa, todo ella como consecuencia del entreverado
de maniobras engañosas que precedieron a la gestión de pensión,
adelantadas por la encartada.

Lo mismo puede predicarse del fraude procesal, delito del cual se ha


dicho que es de mera conducta y que se perfecciona cuando se logra
inducir en error al servidor público por medios engañosos o
artificiosos, como sería el uso de documentos falsos. Así mismo, se
ha resaltado que el medio utilizado debe tener la potencialidad
suficiente para engañar, aunque resulta suficiente que el agente
inductor hubiese diseñado mecanismo engañoso con ese fin; es
decir, que haya hecho el documento falso con miras a obtener el acto
estatal formalmente válido, pero esencialmente espurio, como
ocurrió en el presente evento.

De esta manera, en ese orden de ideas, los cargos por los cuales se
condenó a la acusada quedarían indemnes, lo que conllevaría a
confirmar la decisión de instancia.

27 Sala Cuarta de Decisión Penal


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Conforme a lo anterior, El TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO


JUDICIAL DE NEIVA, en Sala de Decisión, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE

CONFIRMAR la sentencia recurrida, de fecha y origen, por las


razones plasmadas en precedencia y en cuanto atañe al objeto de
disenso.

Contra la presente decisión procede el recurso de CASACIÓN

Cópiese, notifíquese y devuélvase.

HERNANDO QUINTERO DELGADO

ÁLVARO ARCE TOVAR JAVIER IVÁN CHÁVARRO ROJAS

LUISA FERNANDA TOVAR HERNÁNDEZ


Secretaria

28 Sala Cuarta de Decisión Penal


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Copiado al tomo_______ folio__________ de Sentencias de


segunda instancia

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