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AUGUSTE COMTE

Filósofo positivista francés


Nació el 19 de enero de 1798 en Montpellier.
Hijo de un modesto funcionario y de una ama de
casa hipocondriaca. Tuvo dos hermanos.
Muy buen estudiante, obtuvo varias veces "le
prix de preéminence", dotado de una gran
memoria. Cursó estudios en la Escuela
Politécnica de París de 1814 a 1816, de donde fue
expulsado por tomar parte en una revuelta estudiantil. No llegó a obtener un título
universitario, hecho que influyó negativamente en su carrera docente.
En 1818 se convirtió en secretario de Claude Henri Saint-Simon, un filósofo 38 años mayor
que Comte. Trabajaron juntos durante varios años, pero en 1824 se separaron porque
Comte pensaba que Saint-Simon no daba suficiente crédito a sus ideas. Más tarde Comte
escribiría sobre su relación con Saint-Simon calificándola de "enseñanza mórbida en su
adolescencia e impartida por un maquinador depravado".
El 19 de febrero de 1825, se casó a los 29 años con Anne-Calorine Massin. Pasan por
estrecheces económicas y aumentan sus deudas, por ello Comte decide ser profesor de
"filosofía postiva" y organiza un curso de 72 lecciones que prepara a toda prisa. Entregado
a un trabajo muy exigente que casi no le permitía dormir, sufre una grave crisis nerviosa.
Abre su curso ante un número reducido de oyentes y debe de suspenderlo. Se halla
enfermo y culpa al trabajo y a la conducta de su mujer como la causa. Tras ser
abandonado por su esposa a causa de los violentos accesos de cólera, se trasladó a Saint-
Denis en busca de reposo y los médicos aconsejan su reclusión siendo diagnosticado
como un "maniaco megalómano" siendo sometido a duchas frías y otros tratamientos de
la época. Probablemente sufrió una psicosis maniaco-depresiva. La enfermedad se
prolonga y el 2 de diciembre de 1826, gracias a la intervención de su madre, abandona la
casa de salud. A la fase de exaltación le sucedió otra de depresión, Comte se arroja al
Sena desde el Puente de las Artes, un guardia real le salvó de morir ahogado. En 1844,
convaleciente de una erisipela, se relaciona con Clotilde de Vaux, que lo rechazó en un
principio y que falleció dos años después. Tras su muerte el filósofo se entrega totalmente
a la "Religión de la H'umanite" que expone en la segunda parte de su "Systeme de
Polítique positive" cuyas 2500 páginas escribe en menos de tres años.
Sostenía que del estudio empírico del proceso histórico, se desprendía una ley que
denominó de los tres estados y que rige el desarrollo de la humanidad. Los estudió en su
obra Course of Positive Philosophy (1830-1842; Curso de filosofía positiva, 1853). Cada
una de las ciencias o ramas del saber debe pasar por "tres estados teoréticos diferentes:
el teológico o estadio ficticio; el metafísico o estadio abstracto; y por último, el científico o
positivo". Afirma que el estadio teológico tiene su reflejo en esas nociones que hablan del
Derecho divino de los reyes. El estadio metafísico incluye algunos conceptos tales como
el contrato social. El estadio positivo es el análisis científico o "sociológico" (término
acuñado por Comte) de la organización política.
Deseaba una sociedad estable gobernada por una minoría de doctos que empleara
métodos de la ciencia para resolver los problemas humanos. Reconoció el valor de la
religión, pues contribuía a la estabilidad social. Consideraba que el medio para establecer
la armonía social es la propaganda de una «nueva» religión en la que el culto a un dios
personal se sustituye por el culto a un ser superior abstracto (al género humano en
general). En su obra Sistema de Política Positiva (1851-1854; 1875-1877), propone una
religión que estimulara una benéfica conducta social.
Auguste Comte falleció en París el 5 de septiembre de 1857. Fue enterrado por
disposición suya cuando su cuerpo se hallaba en estado de descomposición, con la mano
derecha sobre el corazón oprimiendo un medallón con cabello de Clotilde, su último y
arrebatado amor.

El positivismo
Augusto Comte tomó el término positivismo del que había sido su maestro, Saint-Simon,
responsable de su acuñación a partir de la expresión “ciencia positiva”, aparecida en el
siglo XVIII. En la historia de la filosofía, se designa con esta palabra la corriente de
pensamiento iniciada por Comte; surgida así en Francia en la primera mitad del siglo XIX,
pronto se desarrollaría en todos los países occidentales durante el resto de la centuria.
Aunque se entiende el positivismo como filosofía contrapuesta al idealismo y, en
particular, a la figura de Hegel (1770-1831), positivismo e idealismo hegeliano tienen
puntos en común. Ambas corrientes parten de Kant (1724-1804), aunque desarrollan
aspectos distintos: el idealismo, la idea kantiana de la actividad creadora de la conciencia;
el positivismo, la necesidad de partir de datos y la negación de que el conocimiento
metafísico pueda superar al científico. Como Kant, Comte cree inalcanzable el objeto de
la metafísica porque el saber humano no puede ir más allá de la experiencia, y, al igual
que Hegel, aborda la concepción de la historia universal como un proceso unitario,
evolutivo y enriquecedor.
A pesar de la constatación de tales puntos de acuerdo, en la configuración de la filosofía
del positivismo influyeron también otras corrientes varias, alejadas del idealismo: el
empirismo inglés representado por John Locke (1632-1704) y David Hume (1711-1776),
el materialismo (como negación de las substancias espirituales y reconocimiento
únicamente de la existencia de substancias corpóreas) y el escepticismo del siglo XVIII
francés.

La filosofía positivista
Inducido por el propósito de mostrar que la tendencia que sigue la filosofía es la de acabar
siendo absorbida por la ciencia, Augusto Comte enfocó su estudio hacia el conocimiento
de los hechos y de la sociedad, prescindiendo de cualquier tipo de anteposición de
doctrina filosófica alguna. Así pues, convencido de que el objeto de la ciencia eran
indudablemente el progreso y la paz, la metafísica tradicional (a la que tildó de
especulativa por recrearse en polémicas insolubles) fue el blanco de sus críticas, si bien
no como defensa de una postura filosófica o tesis elaborada, sino como una conclusión
ineludible: el final de la metafísica era el resultado natural de la madurez que iba
alcanzando la humanidad en su proceso evolutivo.
El positivismo de Comte es un discurso complejo que comprende al menos una teoría
sobre el conocimiento, una interpretación sobre el sentido de la historia y una posición
política ante la sociedad. En cuanto a lo primero, el positivismo afirma que, en sentido
estricto, el conocimiento lo es sólo de datos verificables o “hechos” (esto es, de
fenómenos cuya regularidad puede ser contrastada al modo de, por ejemplo, una ley
física o química) y que todo conocimiento, además de cierto (indudable, exacto) y
sistemático, ha de ser útil, es decir, ha de traducirse no en teorías, sino en un aumento
de la capacidad de control e intervención tecnológica sobre los fenómenos.
Lo que caracteriza el advenimiento de una ciencia es el paso de una explicación teológica
(las causas de los fenómenos son atribuidas a divinidades), o bien metafísica (las causas
de los fenómenos son abstracciones personificadas), a una explicación positiva. Un saber
positivo es un saber que instituye unas relaciones entre los hechos y renuncia a la
explicación absoluta; no busca las esencias ni las causas de las cosas sino las leyes que las
gobiernan. La ciencia positiva aspira a saber únicamente aquello que es posible saber; es
una actitud de pensamiento que sustituye la pregunta "¿por qué?" por la pregunta
"¿cómo?".
En cuanto a la historia, Augusto Comte considera que la humanidad progresa hacia el
bienestar y la felicidades generales, poniendo el desarrollo científico y tecnológico como
motor y meta de ese proceso. Es la llamada ley de los tres estados, según la cual la
humanidad había ya pasado por dos etapas, denominadas por el propio Comte
“teológica” y “metafísica”.
En la etapa teológica, los fenómenos naturales se explicaban por causas extrínsecas a la
naturaleza e intervenciones sobrenaturales (por ejemplo, dioses o seres mitológicos); en
la etapa metafísica, las fuerzas sobrenaturales fueron sustituidas en la explicación por
esencias, causas o fuerzas inmanentes a la naturaleza, pero ocultas, que sólo podían ser
confiadas al pensamiento abstracto (por ejemplo, el concepto de gravedad en física). La
época contemporánea corresponde, a su entender, a una tercera etapa: la “científica” o
“positiva”. En el estado “positivo” acabarán por borrarse los vestigios de las etapas
anteriores, y el pensamiento abstracto y deductivista será sustituido por la comprobación
experimental.
Por esa misma razón, la filosofía se convertirá en “positiva”, y su característica será que
reconocerá que el verdadero saber humano se halla en las ciencias (una matemática,
física, química o biología desarrolladas ya de manera autónoma); tal filosofía, ajena a
cualquier intento de definir esencias, se dirigirá, en cambio, al establecimiento de los
hechos y de las leyes que los regulan. En sus últimos años, sin embargo, Comte estableció
una síntesis subjetiva de sus planteamientos anteriores resumida en el concepto de
“religión de la humanidad”, duramente criticada por su discípulo Émile Littré por
considerarla una vuelta al espíritu teológico.
Por último, el positivismo de Comte entiende los problemas sociales como desórdenes
orgánicos del sistema y propone como solución reformas (ejecutadas por el poder y a la
fuerza, si es necesario) que integren funcionalmente a todos los miembros de la sociedad,
a la humanidad entera. Comte considera que el progreso social es paralelo al desarrollo
de las ciencias positivas, advirtiendo en las ciencias una relación inversamente
proporcional entre el grado de complejidad y el ámbito de aplicación. Así, la primera
ciencia serían las matemáticas, aplicables a todos los campos, pero de complejidad
reducida. Después vendrían la física, la química, etc., hasta llegar a la ciencia más
compleja de todas y cuyo único ámbito de aplicación sería la sociedad humana: la
sociología. El objetivo último de la sociología sería controlar el sistema social
estableciendo de manera positiva y útil relaciones entre sus diversos fenómenos.

La sociología
Por las ideas contenidas en el párrafo anterior se considera a Augusto Comte el fundador
de la sociología. Para Comte, la creación de una sociología independiente está dirigida
por la ley de la evolución del espíritu humano. Al emprender la famosa clasificación de
las ciencias, Comte enumera seis de ellas, que clasifica por orden creciente de
complejidad, de las más generales a las más particulares: las matemáticas, la astronomía,
la física, la química, la biología y la sociología.
Pero esta última todavía ha de ser creada. De ahí el tema constante del pensamiento de
Augusto Comte: el progreso científico no es nada si no culmina en una ciencia social, y la
ciencia social no puede establecerse si las ciencias que la preceden en la clasificación no
han sido lo suficientemente desarrolladas. Comte imaginaba esta sociología aún no
constituida (por la enorme dificultad que entraña explicar la complejidad del
comportamiento social) como una "física de las costumbres" o "física social" que
descubriría las leyes de las asociaciones humanas y permitiría formular una reforma
práctica de la sociedad, regulando su destino ético y político.
Comte entiende la sociología como ciencia de los hechos humanos, y, a tenor de lo ya
expuesto, es evidente que los hechos humanos se inscriben en la historia. Estudiarlos
desde el punto de vista de su evolución es estudiar la dinámica social. Esta rama de la
sociología encierra la ley del progreso de la humanidad, es decir, la ley de los tres estados
que constituye la filosofía de la historia de Comte, en la cual el estado político está
condicionado por el estado intelectual y por las creencias de una época.
Debe subrayarse sin embargo que, para Comte, la evolución de la humanidad no es
discontinua: el paso de un estado a otro es anunciado por signos precursores, y siempre
subsisten, en cada estado, vestigios del estado precedente. Así, el desorden de las mentes
que culminó en 1789 se fue preparando desde el siglo XIV (decadencia del poder
espiritual). Una época orgánica se extingue mientras otra se prepara.
Pero el progreso desemboca en el orden: toda evolución termina en un estado de
equilibrio cuyo estudio es objeto de la estática social (a la que está dedicado el Sistema
de política positiva, mientras que el Curso de filosofía positiva tiene por objeto la
dinámica social). ¿Cuál es el fundamento del equilibrio de una sociedad positiva? No la
Providencia (idea teológica), sino el descubrimiento positivo de que todo individuo sólo
es lo que es por referencia a una vasta totalidad, la Humanidad. A partir de este tema,
Augusto Comte construyó una teoría del Estado fundada en la religión de la Humanidad,
una religión en la que los sumos sacerdotes tendrían que ser los sabios y los filósofos; tal
religión, en la formulación de Comte, contenía además una serie de elementos cuanto
menos pintorescos, y fue rechazada por muchos positivistas.

Obras seleccionadas
 Curso de filosofía positiva, 1842
 Discurso sobre el espíritu positivo, 1844
 Système de politique positive, ou Traité de sociologie, instituant la religión de
l'humanité, 1851-1854
 Catéchisme positiviste, 1852
 Curso de Filosofía Positiva, 1851

LA LEY DE LOS 3 ESTADÍOS


La evolución de la humanidad sigue un proceso en tres etapas: mítica (o religiosa
oteológica, metafísica, y positiva, según el progreso en el conocimiento. Esta ley delos 3
estadios es análoga a lo que sucede en la vida (o alma o mente) de cada individuo:
teólogos en su infancia, metafísicos en su juventud y físicos en la edad adulta. Afirmó que
todas las ciencias evolucionan de este modo. Dijo que a cada estadio de desarrollo
intelectual le corresponde una forma de sociedad y de concepción. Con esto, Comte cree
haber descubierto la ley fundamental del progreso y el desarrollo del espíritu y la
convierte en la base de su sistema filosófico:

1º Estadio Teológico
La explicación de todas las cosas se atribuye a dioses o fuerzas sobrenaturales.
Corresponde a la infancia de la humanidad cuando ésta se cuestiona el porqué de todas
las cosas. Se divide en 3 momentos:
A. Fetichismo. El espíritu humano dota de animación a las cosas materiales y les otorga
poderes mágicos o divinos, mediante cuya acción se explican los cambios observados en
la naturaleza: huracanes, terremotos, lluvias, etc.
B. Politeísmo. Atribuye la vida presente a la materia al accionar de seres divinos y hace
depender los procesos naturales de la voluntad de los dioses. Por ejemplo, el agua es
símbolo de Poseidón; el trueno, de Zeus; el fuego, de Hefestos; etc.
C. Monoteísmo. En este momento se sustituye la pluralidad de divinidades por un Dios
único y omnipotente que con sus leyes gobierna todo el universo. Ejemplo: Dios es único,
pero tiene muchos nombres.

2º Estadio Metafísico
La explicación de todas las cosas se atribuye a principios abstractos o esencias
inmutables. Esta es una modificación de la etapa teológica y es indispensable para el
desarrollo de la humanidad e igual de transitorio e imperfecto. En vez de descubrir
causas, se pretende conocer esencias, sustituyéndolos entes naturales por abstracciones,
como son las ideas de principio, sustancia, esencia, etc.

3º Estadio Positivo. La explicación de todas las cosas sigue los pasos del método
científico: observación experimental, razonamiento lógico, etc. Solo se tienen en cuenta
los fenómenos y sus interrelaciones. Lo que está más allá de la experiencia es irrelevante.
Es la última etapa en el desarrollo del espíritu humano, este estados se alcanza cuando
ya no se aspira a un conocimiento absoluto que explique el origen y sentido del universo,
cuando se deja de buscar el porqué de todas las cosas y el hombre se limita a observar
los hechos de la experiencia para describirlos, descubrir las leyes que rigen su
comportamiento, es decir, las relaciones constantes que existen entre los fenómenos
observados. La imaginación se subordina a la observación. El estudio de los fenómenos
no es absoluto, sino siempre relativo a la organización y situación que vive el hombre. Así,
pues, todo conocimiento positivo debe adaptarse razonablemente a nuestras
necesidades reales. Únicamente en esta etapa surge la sociología ya que las otras etapas
eran egoístas e individualistas.

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