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El uso de! aceite (óleo) en los sacramentos era además una señal de
misericordia. Como afirma Benedicto XVI, los primeros cristianos usaban
indistintamente los términos élaion («aceite») y ¿¡eos («misericordia). «En
varios sacramentos, el óleo consagrado es siempre signo de la misericordia de
Dios»256.
La unción del bautizado con el santo crisma en la frente (CIC 880), al
momento de recibir el sacramento de la Confirmación, quiere significar que su
mayoría de edad en la fe le consagra de un modo especial 257. La unción del
Espíritu Santo actúa a la manera como con vigor penetra el aceite: de modo
semejante el crisma empapa la vida del cristiano, que está consagrado como hijo
de Dios. En el hecho de que la unción sea con el santo crisma, o sea, aceite con
sustancias olorosas, se ha querido ver que tiene la obligación de «ser para Dios
el suave olor de Cristo» (2 Cor 2,15), lo que señalaría que el confirmando es un
miembro activo de la Iglesia. Como enseña santo Tomás, esa misión de
«testimoniar la fe» la tiene «a modo de oficio»258.
Según el testimonio de san Hipólito, la comunidad cristiana de Roma tuvo
la costumbre de hacer dos unciones: en el Bautismo, a la inmersión en el agua,
se añadió muy pronto una unción hecha por el presbítero que lo administraba.
Con relación al modo como se administraba el sacramento de la Confirmación,
nos ha dejado este otro testimonio:
«Después de que el obispo haya impuesto la mano, derramando sobre la mano
óleo santificado y colocándolo sobre la cabeza del bautizado, que diga: Yo te signo
con ei santo crisma en Dios Padre todopoderoso y en Cristo Jesús y en el Espíritu
Santo»259.
a) Ministro
En Oriente, el ministro ordinario es el obispo y el presbítero. Por eí
contrario, en Occidente el ministro ordinario es solo el obispo. La doctrina
occidental goza de una larga tradición, y, como queda dicho, parece que así fue
en las primeras épocas, coincidiendo con el hecho de que ambos sacramentos se
administraban simultáneamente, y persistió después del distanciamiento del
Bautismo y de la Confirmación. Pero la teología latina, después de no pocas
discusiones teológicas, admite la distinción entre «ministro ordinario», el
obispo, y «ministro extraordinario», el presbítero.
Todavía en el siglo xvni, el papa Benedicto XIV, en la constitución Etsi
pastoralis (26-5-1742), admite la validez del sacramento de la Confirmación
administrado por un presbítero; pero añade algunas advertencias y limitaciones
(DzH 2522-2523). La regulación canónica actual explicita que el presbítero goza
de esta facultad bien «por derecho común o por concesión peculiar de la
autoridad competente» (CIC 882). Seguidamente, el Código de Derecho
canónico regula las distintas situaciones (CIC 883-885). La constitución Lumen
gentium denomina al obispo no «ministro ordinario», sino «ministro originario»
de la Confirmación (ministri originarii, LG 33).
Esta vinculación al obispo tiene una especial significación. El Catecismo de
la Iglesia Católica subraya que, mientras que la práctica de la Iglesia de Oriente
«destaca más la unidad de la iniciación cristiana», la de Occidente pone de
relieve la relación con el obispo y la unidad de la Iglesia: «La Iglesia latina
expresa más netamente la comunión del nuevo cristiano con su obispo, garante
y servidor de la unidad de la Iglesia, de su catolicidad y de su apostolicidad, y,
por ello, el vínculo con los orígenes apostólicos de la Iglesia de Cristo» (CCE
1292). Y en otro lugar, subraya el hondo significado de que sea administrado
por el obispo:
«Los obispos son los sucesores de los Apóstoles y han recibido la plenitud del
sacramento del Orden. Por esta razón, la administración de este sacramento por
ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que
la reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión
de dar testimonio de Cristo,. (CCE 1313)2M.
b) Sujeto
c) Padrinos
Conclusión