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NOTAS

ARTE Y PODER*
Lizbeth Sagols**

En Arte y poder Luis Enrique de prende, así, la tarea de reunir de


Santiago nos ofrece una nueva mirada forma magistral y desde un ‘rodeo
sobre Nietzsche. En diálogo fecun- hermenéutico’ los fragmentos y las
do con los grandes intérpretes –en frases más significativas y herosas
especial con Heidegger– encuentra de Nietzsche en torno a la creati-
una vía distinta, capaz de brindar un vidad artística, dispersas en toda su
aire refrescante en el que se organiza obra. 211
la explosión del pensar nietzscheano No pretende ofrecernos un todo
a través del hilo conductor de la esté- cerrado, ni tampoco presentarnos la
tica como el gran cincel de la crítica estética nietzscheana de forma obje-
a la metafísica tradicional, cincel que tiva, sino desde su interpretación,
permite, igual que en la escultura o desde su propia creatividad y deseo
la arquitectura, el triunfo de la apa- de expresar y de ser. Se trasluce de
riencia, el devenir, la creatividad y forma inevitable en este libro, la
de la imagen sobre el ser y sobre la experiencia que Luis Enrique de
verdad trascendentes. El autor em- Santiago ha hecho del filosofar
nietzscheano. Lo cual no podría ser
de otro modo al interpretar a un
* Texto leído por la autora para la pre-
sentación del libro en el salón de actos
pensador que hizo de su filosofía la
de la Facultad de Filosofía y Letras, forma suprema de vivir y de su vida
UNAM, el 26 de mayo 2004. la manera excelsa de filosofar.
** Facultad de Filosofía y Letras, Ciertamente, todo en el autor del
UNAM . Zaratustra está ligado al arte. Para
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él, éste es la única justificación posi- del decir”; y IV. “Arte y poder: hacia
ble de la vida después del nihilismo, una fisiología del arte.” La secuen-
después –como afirma Luis Enri- cia entre estas secciones no está
que– del desmoronamiento de los dada, como ocurre con frecuencia en
ideales trascendentes y el descubri- las interpretaciones sobre Nietzsche
miento del sinsentido de la existen- sólo por el orden cronológico de sus
cia. El arte nos permite asumir la obras. Si bien, en las dos primeras
inmanencia, pues surge de lo más partes, hay una concentración en el
íntimo de las pulsiones: de la crea- Nacimiento de la tragedia, en todas
tividad y la reconciliación con la y cada una de ellas, está presente la
naturaleza. Desde su primera aproxi- totalidad del filosofar nietzscheano.
mación a la filología y al mundo En Arte y poder hay un rechazo a la
griego, hasta la Voluntad de poder, temporalidad meramente lineal que
Nietzsche hizo suya la belleza y la distingue entre antes y después; por
embriaguez artística. Y Luis Enrique el contrario, el antes queda siempre
de Santiago recorre los distintos incorporado. Igual que en la idea del
aspectos de esta experiencia a fin de eterno retorno, el pasado vuelve
develarnos el vínculo estrecho entre siempre como un futuro previsto y
arte y poder, y ofrecernos, así, el predicho. Siempre se recurre a las
testimonio de su propia embriaguez obras anteriores en que ya aparecía un
desbordante en un vasto y bello libro determinado tema. A la vez, el futu-
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que es, a la vez, objeto de deleite ro está anunciado desde el primer
intelectual y obra de gran erudición, momento.
por lo que se constituirá, seguramen- Al autor le importa mostrar, sobre
te, en una referencia obligada. Se todo, cómo el arte lleva a la vida a
trata en verdad de un libro único, su máxima potencia, y cómo la vida
esperado por muchos y que muy conduce desde el cuerpo y las pulsio-
pocos podrán igualar. Es necesario nes mismas hacia el arte. La tesis
aclarar, en consecuencia, que no se fundamental aparece, en efecto,
puede hablar de Arte y poder sin desde la interpretación de El Naci-
sentir el temor de simplificar la miento de la tragedia como la dia-
belleza de su expresión y la profun- léctica peculiar entre un Dionisos
didad y riqueza de su pensamiento. salvaje o silvestre, desbordante y
El libro consta de cuatro partes: tendiente a la destrucción, y un
I. “Estética de la música”; II. “Esté- Apolo amante de la apariencia, la
tica dionisíaca”; III. “La dimensión forma y la figura. Esta dialéctica es
estética del lenguaje. Otros modos vivida en el cuerpo del artista y su
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unión con la naturaleza y da lugar cas que traen consigo nuevos valo-
–gracias a la experiencia orgiástica res, pues interpretar es valorar.
desbordante– a la creación musical, Nietzsche no es, por tanto, para De
cuya máxima expresión se da en el Santiago, el último de los metafísi-
amado y cuestionado Wagner –sím- cos, como cree Heidegger, sino el
bolo del romanticismo. Desde este iniciador de un nuevo camino del
momento, se hace patente la liga pensar que consiste en la hermenéu-
entre el arte y el poder de los instin- tica. Nietzsche despojó al lenguaje
tos apolíneos y dionisíacos. Sólo que de su referencia a la realidad y des-
tal poder es el de un consuelo meta- pojó a la valoración de su referen-
físico, que no ha abandonado aún la cia a los valores trascendentales.
ilusión del ser. Concibió el lenguaje como arte del
Después, esta tesis atraviesa la discurso que tiene como único obje-
prueba de la etapa escéptica respec- tivo persuadir, transmitir valores
to del arte y a favor de la ciencia, surgidos de una perspectiva particu-
desarrollada en Humano demasiado lar, y suscitar admiración gracias a
humano. En dicha etapa destaca, sin la expresión del poder de los instin-
embargo, el que el genio, capaz de tos inconscientes.
marcar el rumbo de la humanidad, Se da así, en la crítica a la meta-
sea –entre otros– el artista. Ya no se física, un cambio en la forma de
trata de una interpretación metafísica concebir el mundo y el sujeto crea-
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del arte, éste ya no es un consuelo, dor. El mundo no es ya ser y verdad,
sino algo más concreto y vital: un sino sólo apariencia y lenguaje, puro
“estimulante para la vida” e incluso devenir de múltiples interpretacio-
para la organización político-social. nes y valores intercambiables: todo
En la tercera parte, quizá la prefe- en el mundo y en la naturaleza habla,
rida de Luis Enrique en tanto traduc- y más allá de lo dicho no hay sino
tor al español de los Escritos sobre otro decir del decir que nos conduce
retórica (2000, Trotta), nos deleita- a un círculo infinito de analogías.
mos con la forma en que él expone El cuerpo mismo del artista no es
la crítica a la metafísica, a las ideas más que una interpretación de impul-
del ser, la verdad, la razón lógica y sos que a su vez interpretan otras
el principio de identidad. A través interpretaciones. El mundo se pre-
de esta crítica, se destaca la impor- senta en Arte y poder como parodia,
tancia que Nietzsche concede al comedia y ligereza –del mismo
lenguaje en sí, en tanto creador de modo que lo había precisado antes,
metáforas y múltiples figuras retóri- desde su propia perspectiva, Pierre
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Klossowski.1 El sujeto de la crea- El producto de la actividad artísti-


ción, no es ya, por ende, el artista; ca ya no es la música desbordada,
ahora el sujeto es la creatividad sino la música tranquila y el magní-
misma del lenguaje y el hombre es fico espectáculo de la arquitectura.
tan sólo el resultado del poder crea- El estilo artístico preferido no es
dor del lenguaje. más el romanticismo sino el clasi-
En la cuarta parte, se muestra la cismo. En vez de exaltar a Wagner
fascinante influencia biológico-natu- y a Beethoven, Nietzsche exalta a
ralista en la estética de Nietzsche. Mozart y a Goethe. Y ya no se trata
Se atiende al todo del filosofar más de la tragedia, sino de la come-
nietzscheano, pero hay una cierta dia y la ligereza descubiertas por la
concentración en las obras en que crítica a la metafísica.
aparece la idea-imagen de la volun- El arte y el poder se ligan otra vez
tad de poder: el Zaratustra y los por las pulsiones del sujeto creador
libros posteriores. Sin embargo, se individual, que siente un poder incon-
vuelve al principio: el círculo se cie- tenible, es decir, que experimenta la
rra de manera perfecta y renovada. hybris en la inspiración y en la mani-
Una vez más, se trata de mostrar el festación artística. Sólo que desde
vínculo entre arte y poder mediante este punto de vista, la explosión ya
la dimensión dionisíaca del cuerpo no es la megalomanía romántica,
tal y como ocurre en la interpreta- sino que se da en esas manifestacio-
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ción de El nacimiento de la tragedia. nes del gozo vital, que conllevan la
Pero ahora, la sexualidad orgiástica experiencia de la transfiguración:
y la fisiología se conciben en íntima la danza, la risa y el juego.
unión con los datos de la biología. Ninguna otra interpretación sobre
Por otro lado, Dionisos interviene en Nietzsche va tan a fondo en la com-
tanto se ha mezclado íntimamente prensión de estos tres fenómenos y
con Apolo y ha abandonado su su relación con el arte. Ellos son
condición salvaje. Ahora Luis Enri- vistos como la posibilidad de trascen-
que de Santiago destaca la apoliniza- derse y liberar a sí mismo, de elevar-
ción de Dionisos, por la cual este se siendo terrenales y, en esta medida,
último deviene filósofo, admite cier- potenciar la vida, acercarla a la pleni-
ta racionalidad, y adquiere mesura. tud del superhombre y hacerla bella.
1
Vid., Klossowski, Nietzsche y el
Danza, juego y risa son experiencias
círculo vicioso, 1976, Barcelona, Seix estéticas porque parten de lo sensi-
Barral; Tan funesto deseo, Barcelona, ble y porque al fortalecer la vida la
Taurus. embellecen. Para bailar, reír y jugar
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se requiere estar más allá del propio sino como Leib: sentimiento, creati-
dolor: se requiere comprender que la vidad y fuerza interpretativa. Así, al
desgracia propia no tiene consuelo, cuerpo no le queda más que plasmar-
entonces, nos liberamos del peso de se en sus creaciones externas, y
buscar ser consolados, dejamos el hacer de sí mismo, de su pensamien-
centro del sufrimiento y accedemos to, de su vida y su mundo, una obra
a la ligereza. de arte.
Sobresale también en esta parte Apolo y Dionisos son comprendi-
del libro, la forma en que se asume dos ahora como símbolos de vida
y expone la idea de transfiguración experimental y no como figuras meta-
en tanto interacción de materia bio- físicas. Ambos logran una síntesis
lógica y creatividad, interacción de real en la voluntad de poder. Esta
embriaguez sexual y productividad, voluntad sería –según Luis Enrique–
de fisiología y procreación, de natura- exuberancia tendiente a la forma y
leza y cultura o Tierra y Cielo. Según la belleza. Lo bello es precisamen-
Nietzsche, es preciso afirmar el cuer- te, excitación, potencia y, al mismo
po para ser artistas, pues el cuerpo tiempo, organización. Si no hay for-
mismo es obra de arte, es la máxima ma no hay belleza, de tal suerte que
creación, la “maravilla de las mara- ésta queda íntimamente unida a la
villas” (wunder der wunder),2 pues participación de los límites en la exu-
al mismo tiempo es organización berancia, a la tranquilidad, a la con-
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suprema, afán de eternidad, y –como centración e incluso al silencio.
si Nietzsche estuviera al tanto de los Por todo lo anterior, Arte y poder
últimos descubrimientos sobre el nos conduce por los múltiples reco-
genoma– afirma que el cuerpo es vecos del filosofar nietzscheano, nos
memora inscrita en esas unidades permite sentarnos en todas sus esqui-
mínimas que son las células semina- nas, casi nada se escapa. Por tanto,
les. De este modo, el cuerpo tiene son muchos los aspectos que se
cualidades del pensamiento y este pueden comentar y muchas las pre-
último no se concibe sin el cuerpo. guntas. Elijo tan sólo dos temas para
Y es que mientras más va Nietzsche dialogar ahora con el autor: el de la
a la biología, más encuentra en la comprensión de la voluntad de poder
materia humana la voluntad de poder como síntesis de Apolo y Dionisos
creativa que hace que el cuerpo no y el de la estetización del filosofar
pueda entenderse como mero Körp, nietzscheano.
La voluntad de poder implica cier-
2
Vid., p. 482 s. tamente hybris. La cuestión es si esta
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última puede dar cabida a la mesura tante, hay que tomar en cuenta que
¿no pierde con esto lo propio de sí? el autor del Zaratustra se reconoce
La hybris es incontrolable, por ello como nihilista, reconoce que su fi-
decía Heráclito que es menester apa- losofía atraviesa por la voluntad de
garla –más que si se tratara de un negar y destruir, no la vida –desde
incendio; ella es, en efecto, soberbia, luego, sino la cultura. Nietzsche
prepotencia e incluso locura. ¿Cómo siempre afirmó la vida, por ello no
puede entonces someterse a la for- da cabida al nihilismo entendido
ma? Dicho de otro modo: es cierto como valor de nada de la vida, pero
que la voluntad de poder está ligada sí al nihilismo respecto de la cultura
con el arte y la forma. Pero no pode- tradicional y en esto reside, precisa-
mos olvidar que se trata, como todo mente, a mi juicio, su filosofar deca-
en Nietzsche, de una idea-imagen dente, en el que la voluntad de poder
multívoca, plural, que cambia de se asume como destrucción irracio-
connotación en distintos momentos nal. Es cierto que se trata tan sólo
de su filosofar. Por ejemplo, en Más de un rostro de esta idea-imagen, es
allá del bien y del mal, obra en que cierto también que se han hecho
se inicia el filosofar decadente –se- muchas tergiversaciones y malenten-
gún el testimonio autobiográfico de didos del filosofar nietzscheano a
Ecce Homo– la voluntad de poder partir de este rostro, pero quizá tam-
se entiende como: “[explotación], bién tengamos que dar razón de él
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ofensa, avasallamiento, de lo que le para comprender el destino desga-
es extraño y más débil, opresión, rrado de Nietzsche.
dureza e imposición de formas pro- Por otro lado, llama la atención
pias”.3 ¿No hay aquí un aspecto del que en Arte y poder se hable de la
filosofar nietzscheano que escapa al liga entre interpretación y valora-
hilo conductor de la estética? ción, pero no se haga expresa la liga
Quizá el problema esté en la for- entre estética y ética. Es un hecho
ma de entender el nihilismo. Si éste que Nietzsche alejó al arte de toda
es, como dice Luis Enrique, la reve- moralización y que su pensamiento
lación del sinsentido de la existencia constituye una crítica a la moral y,
ante la desaparición del mundo tras- en cierto sentido, a la ética tradicio-
cendente, entonces, cabe asumir la nal, pero también es cierto que él no
voluntad de poder enfáticamente se aleja en modo alguno de la cons-
como creatividad artística. No obs- trucción de un ethos, es decir, no se
aleja de la autoconstrucción que de
3
Más allá del bien y el mal, §259. sí mismo ha de hacer el sujeto. Y
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justo, uno de los aspectos más apor- homo no significa nada más que el
tativos de este libro es que nos ilus- modo como su autor llegó a ser todo
tra sobre las distintas maneras en que lo que fue? Este no hacer explícito lo
se puede construir y reconstruir el implícito llama tanto más la atención
sujeto. Nos lleva de la comprensión cuando desde el principio del libro
del sujeto romántico, uno con el todo se pone de relieve la contraposición
gracias a su actividad efervescente, de Nietzsche a concentrar la artisti-
al sujeto impersonal del ‘lenguaje’, cidad en las obras de arte, ya que
en el que el individuo es un mero para él lo artístico está, ante todo,
efecto, hasta llegar a una auténtica en la forma de vida y, por ende, hay
síntesis entre la recuperación de la más arte en la vida de los hombres
actividad individual y la subordina- que en sus obras.
ción del individuo al reino incons- Puede pensarse, por otra parte,
ciente e impersonal de los instintos. que el silencio sobre la ética se debe
En este recorrido queda implícita la al rechazo de Nietzsche a la división
dimensión ética. de la filosofía en compartimentos
Luis Enrique destaca, además, la estancos, y que por ello es mejor
idea de que el hombre es algo que dejarla implícita, pero cabe pregun-
ha de llegar a ser. Cuenta con la fuer- tar si no podría hablarse –como lo
za de los instintos, pero al mismo hace Michel Foucault– de una ética-
tiempo, éstos no son nada sin la estética en Nietzsche y si ello no ilu-
217
participación activa del hombre; éste minaría aún más el nuevo camino del
tiene que hacer productivos los ins- pensar abierto por este último e
tintos, “como si fuere el jardinero incluso si no daría mayor luz a la
que cultiva las semillas de la compa- novedad de Arte y poder.
sión, de la sutileza y de la vanidad,
de manera que lleguen a ser tan fe-
cundos como un frutal”.4 ¿Y no equi-
vale esto a la construcción de un
ethos?, ¿cómo dejar sólo implícita
la dimensión ética si recordamos que
en la Gaya ciencia Nietzsche rescata
la sentencia pindárica: “Hombre sé
lo que eres” y si advertimos que Ecce

4
Aurora, §560 y Fragmentos póstu-
mos, Tomo III.
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