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¿Qué es tu Esencia?

Y por qué hemos


dejado de escucharla
30 agosto, 2015 By Ubay Serra Sánchez 10 comentarios

¿Qué es tu Esencia?
En lo más profundo de nuestro ser reside nuestra Esencia, una fuerza innata que trasciende los límites de lo físico. Se trata de
una inteligencia más profunda y antigua que aquella que rige nuestro desarrollo morfológico, nuestros gustos, nuestro carácter o
nuestras aptitudes. Es algo que va más allá de nuestro ADN, nuestra educación o nuestro carácter. Algunas culturas lo llaman
conciencia, otras culturas lo llaman alma y a mi me gusta llamarlo Esencia. Es la parte del Todo que vive en cada uno de nosotros
y nos conecta al universo y sus principios. Nuestra Esencia, además, es la fuente que nutre nuestra brújula interna y constituye
la guía principal que debe orientar nuestros pasos en la vida.

Nuestra Esencia también es:

Aquello que nos hace hermanos y dicta nuestro destino

Cada persona es cuerpo, es mente y tiene un carácter único e irrepetible. Pero cada persona es también Esencia. Ésta última parte
no es más que un testigo silencioso. Es la parte de la Gran Consciencia que yace en nuestro interior y cuyo mayor anhelo es poder
manifestarse en todo su esplendor durante su existencia física. Nuestra Esencia es la parte de nosotros mismos que nos convierte
a todos en hermanos, pues ésta forma parte de un mismo todo cuya sabiduría infinita yace en el fondo de nuestro ser. Pero, a la
vez, nuestra Esencia es también aquello que nos hace diferentes, únicos e irrepetibles, pues es allí donde yace la misión que cada
uno de nosotros viene a cumplir en este mundo. Una misión propia que cada cual debe encontrar y experimentar en el juego de la
vida a través de sus propias circunstancias, entorno y posibilidades físicas.

De hecho, la vida no es más que un gran juego, un gran teatro confeccionado para jugar y aportarnos las más variadas
experiencias. Nuestro cuerpo no es más que un medio para que nuestra Esencia pueda experimentar dicho juego. Y la realidad
física no es más que un grande e inmenso decorado en el que jugar. Por tanto, juguemos, pero no nos preocupemos tanto por
externo, es decir, por el medio o por el decorado. Nuestro camino y nuestros intereses deberían partir de nuestra Esencia y dirigirse
hacia ella a la hora de manifestarse en el mundo físico. Nunca al revés.

“Nuestra Esencia es la fuente que nutre nuestra brújula interna y la guía principal que
debe orientar nuestros pasos en la vida”

La parte de nosotros que nunca cambia

Puede que nuestro cuerpo cambie con el paso de los años, al igual que también cambian nuestras circunstancias personales o la
forma cómo reaccionamos o nos comportamos ante los sucesos de la vida. Lo que no cambia es nuestra Esencia, la parte
inmutable y eterna del ser. Cuando discuto con alguien sobre este tema, siempre doy el mismo argumento:

Lo que la persona es, es. No cambia ni cambiará nunca. Sin embargo, si definimos cambiar al hecho de manifestar algo latente que
no se manifestaba antes, entonces la persona sí cambia. Pero aquello nuevo que ahora se manifiesta siempre estuvo, siempre
estará. Y proviene del potencial infinito que yace en lo más profundo de cada ser.

¿Por qué ya no la escuchamos


Nuestra Esencia nos manda continuamente informaciones, señales y reclamos de diferentes formas que parten de lo más
profundo de nosotros mismos y que, en caso de seguirlos, nos permiten llegar de forma rápida y directa a nuestra propia
autorrealización. Esta brújula interna es una alarma que nunca deja de sonar. Pero sus mensajes, antes de llegar a la superficie y
poder ser escuchados por nuestra mente consciente, tienen que pasar por varias capas. Ese es el motivo principal por el cual nos
resulta tan difícil escucharlos. Además, su flujo de información viene frecuentemente encriptado o es transmitido por canales de
comunicación sutiles que muchas veces ni siquiera tenemos en consideración. ¿Por qué?

Hoy en día, la educación académica nos enseña a obviar dichas señales y construye barreras que impiden que las escuchemos.
Para empezar, el modelo científico nos ha enseñado a tener en cuenta solamente aquello que es racional, lógico, objetivo,
cuantificable o demostrable. Consecuentemente, hemos sido adiestrados a desechar todo aquello que no pueda ser
analizado desde este marco de referencia. De esta forma, hemos aprendido a obviar sistemáticamente nuestras intuiciones,
percepciones y creencias más profundas, pues no suelen tener nada de lógicas, racionales o cuantificables.

Por otro lado, también recibimos una educación que parte del seno de nuestra familia, una educación cuyo impacto no siempre es
positivo, por mucho que nuestros familiares hayan intentado darnos lo mejor. Lógicamente, como seres humanos que son, nuestros
padres también cometen ciertos errores y acaban transmitiéndonos sus limitaciones personales, además de las influencias que la
propia sociedad les ha inculcado.

¿Y qué nos inculca y enseña el modelo social imperante? Nos educa a ser competitivos y a velar por nuestro propio y único
interés. Nos adiestra a tener como referencia las motivaciones económicas y la necesidad de sobrevivir a toda cosa a expensas de
pisotear al prójimo, si hace falta. Nos inculca la necesidad de vivir perpetrando un modelo cerrado orientado a formarnos, trabajar y
pagar impuestos para, más tarde, casarnos, tener hijos, comprar una casa y seguir trabajando y pagando hasta la muerte. Y, en
definitiva, nos programa para repetir un modelo prefijado pensado para la supervivencia del propio modelo social en lugar
de la felicidad y autorrealización de las personas que lo sostienen.

Todo ello hace que acabemos integrando o generando procesos y limitaciones mentales que nos impiden escuchar nuestra
verdadera Esencia. Por ejemplo, el desarrollo del miedo, el arma que usa la sociedad para controlarnos. Desde pequeños nos
enseñan a vivir con miedo, un virus que nos bloquea, nos anula e impide que sigamos nuestras tendencias y deseos en favor de lo
socialmente aceptado. O la tendencia al autoengaño, un proceso mental que hace que nos mintamos indiscriminadamente para
protegernos de nuestras propias limitaciones personales, lo cual genera en sí mismo más limitaciones todavía. Así pues, ya sea a
través del miedo, el autoengaño u otras formas, nuestra mente siempre acaba encontrando algo a lo que aferrarse para no llevar a
cabo nuestros sueños. El resultado final es que, cuando sentimos que debemos salir del sistema establecido para perseguirlos,
siempre encontramos una excusa para no hacerlo y seguir con nuestra vida de siempre.

“La sociedad nos programa para repetir un modelo prefijado pensado para la
supervivencia del propio modelo social en lugar de la felicidad y autorrealización de las
personas que lo sostienen”

De esta forma, cuando los mensajes de nuestra Esencia han pasado por el filtro de nuestra educación, de nuestro modelo
social imperante y de nuestras propias limitaciones mentalesen forma de miedo, inseguridad o autoengaño, éstos tienen tan
poca fuerza que casi nunca nos molestamos en escucharlos. Y, ni mucho menos, en obedecerlos. Y, con el tiempo,
acabamos por perder definitivamente cualquier capacidad de conectar con esa parte profunda y esencial de nuestro ser.

Es entonces cuando perdemos nuestra brújula interna y nuestras propias referencias. Y cuando empezamos a vivir una vida
siguiendo los dictados que vienen impuestos desde fuera mientras ignoramos lo verdaderamente importante: lo que proviene del
interior. Es por ese motivo que tantas personas viven infelices, se sienten vacías y no consiguen encontrar su rumbo ni su camino
en la vida. Es por ello, que tantas personas desarrollan tantas crisis existenciales que no saben gestionar ni superar. Entonces,
¿Qué debemos hacer? Lógicamente la respuesta es: reconectar de nuevo con nuestra Esencia. Pero de esto ya hablaré en mis
próximos artículos…

Ahora me gustaría que hablarais vosotros. ¿Crees que realmente hemos perdido la comunicación con nuestra Esencia? ¿Eres
capaz de escuchar tu Esencia y vivir tu vida en función de sus dictados? ¿Crees que la educación o la sociedad hace que nos
desconectemos de nosotros mismos?

P.D. Si te apetece leer más, puedes consultar la segunda parte de este artículo: “Cómo hablar con tu Esencia y convertirla en tu
guía“

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