You are on page 1of 282

y?

/>; i; A i $4J-
La revolución ú, de

anez
Emilio Durán Ribera
Guillermo Pinckert J.
La revolución igualitaria de

Andrés Ibáñez
Em ilio Durán Ribera
Guillermo Pinckert J.

Editorial Universitaria

Santa Cruz de la Sierra - Bolivia


1988
D .L . 8 -1 -1 8 -8 8

® 1988; M. Emilio Durán R.


Guillermo Pinckert J.

Diseño de cubierta: R icardo Serrano H,


Cuidado de Edición: R afael Chávez A.
Com posición: Esperanza Paz
Diag. y arm ado: Carolina M ejía O.
Im presión: Osman Pedriel P.

Editorial Universitaria - U.A. "GRM".


Impreso en Bolivia - Printed in Bolivia
" Y o d iría que hay una historia oculta,
una historia escondida de A m érica, de toda
A m érica, que es la historia que de verdad
vale la pena.
, . . la conclusión más im p o rtan te es que
A m érica to d avía se ignora a sí misma. Igno­
ra su pro pio pasado, por ignorar un pasado
le cuesta reconocer su pro p io presente y
adivinar o tro fu tu ro posible.
El pasado que ignora es una m aldición y
una m aravilla a la vez, está lleno de honor y
de bravura y lo que puedo decir es que esta
tarea de rescate de la historia escondida fue
para m í una tarea que me m u ltip licó la cer­
teza de que es una suerte haber nacido en
A m érica, no por lo que nos dice la A m érica
oficial sino por lo que detrás de la máscara
oficial esconde la otra A m éric a, que es la
A m érica real, que es la A m érica de los des­
preciados, de los hum illados, la A m érica
desconocida".

Eduardo Galeano.
Deseamos expresar nuestro reconocim iento
a las personas e instituciones que nos han
colaborado cor) docum entos y manuscritos
relacionados con el tem a:
— A l e x tin to investigador H ernando Sa-
nabria Fernández.

— A los señores Plácido M o lin a y Ernesto


Zam brana Cáscales.

— A l do cto r G u nnar M endoza, D irec to r


del A rch ivo N acional de Bol ¡vía.

— A l a Sociedad de Estudios Geográficos


e Históricos.

— A la U niversidad A u tó n o m a Gabriel
René M oreno y a todas aquellas perso­
nas que directa o indirectam ente nos
han prestado su concurso.

Los autores
PROLOGO

La personalidad de Andrés Ibáñez, cuyo pensa­


m iento y acción ha establecido muy interesan tes
claroscuros, m erece en la presente obra y en
una investigación lineal, un nuevo aporte para
conocer los acontecim ientos que tuvieron sus
momentos más im portantes en el levantam iento
del l e de octubre, la declaración de la F e d e ra ­
ción el 25 de diciem bre de 1876 y el posterior
fusilam iento de Ibáñez el l e de mayo de 1877.

Me ha llamado siem pre la atención las razones


por las cuales Don Hernando Sanabria, nuestro
historiógrafo más serio de la presente m itad
de siglo, no haya acom etido con el mismo
entusiasm o y detalle la biografía de Andrés
Ibáñez, como lo hiciera con Ñuflo de Chávez
por , ejem plo, de mayores inconvenientes en
razón de los cuatrocientos años transcurrido^;
Sanabria conocía, y así lo dem uestra en C uader­
nos U niversitarios bajo el título: F uentes para
la H istoria de Andrés Ibáñez, la docum entación
que existía localm ente para ingresar en el
análisis de los hechos igualitarios y federales
que m arcaron la vida de Santa Cruz del siglo
pasado. La honestidad profesional que lo
identificaba siguiendo la escuela m oreniana de
apoyarse en el docum ento histórico para afirm ar
sus a certo s, seguram ente hizo que no deseando
estab lecer juicios de valor a c e rc a de un perso­
naje sobre el que no profesaba convicciones
plenas, dejara, preparándolo el cam ino, la
relación circunstanciada y físicam ente ubicable
a quienes quisieran desarrollar la em presa; a
mayores razones, perm ítasem e expresar ésta
de c a rá c te r especulativo, y en ese m arco y
sobre otros trabajos afines, acercarnos a los
hechos convertidos en crónica, ahora ya, h istó ri­
cam ente irrevatible.

Durán y Pinkert establecen con precisión, y


sin e n tra r en las anécdotas que caracterizan la
obra de Pérez Velasco, por ejem plo, una re la ­
ción circunstanciada de acontecim ientos aportan
do razones de c a rá c te r político e ideolo'gico
referidos tangencialm ente por los que analizaron
h asta ahora a Ibáñez.

El trab ajo no ha sido fácil; las relaciones


e sc rita s sobre la personalidad y obra de Andrés
Ibáñez, cuyos autores de la época son defensores
acérrim os o críticos im penitentes, obligan a
buscar en tre líneas lo que no fue escrito y a
m erecer el beneficio de la duda lo que fuera
afirm ado como verdad. E sta situación motivó
la preocupación personal de cumplir con el
objetivo encomendado de prologar la obra,
llevándome a la B iblioteca del Senado Nacional
a revisar los R edactores Legislativos de la
época, y en la que le cupo desem peñarse

10
como Diputado a nuestro bien poco conocido
personaje. Debo reconocer que algunos aspectos
me han llamado poderosam ente la atención.

Fue afirm ación no discutida que la presencia


de Andrés Ibáñez en la Cám ara de Diputados
transcurrió desapercibida hay una respues
ta contundente que dem uestra lo contrario; si
bien las intervenciones no tienen la frecuencia
ni extensión de las de N ataniel A guirre, el
conocim iento superior de los tem as sobre los
que opina, presentan a un abogado con profundo
conocim iento del Derecho Constitucional y
Administrativo; más allá de la form a expresiva,
homogenizada por el redactor de oficio, el
fondo que no podía ser modificado y era celosa
m ente revisado por los diputados intervinientes,
presentan una personalidad que hablando conciso,
estab lecía parám etros de discusión sobre los
que discurrían los debates.

O tro aspecto que deseo incorporar a la discusión,


es el análisis del apoyo social recibido por
Ibáñez y el grupo del cual provenía su fuerza;
Salvador Romero afirm a el c a rá c te r clasista
de la lucha, sumándose a Lora y Añez que
lo señalan como de ideas socialistas; al margen
que los conceptos eran utilizados ya en la
época - el G eneral Carlos de Villegas en su
inform e al Congreso sobre las acciones de
Santa Cruz, califica a Ibáñez como de incorporar
doctrinas foráneas y com unista -ex istió un
hecho político que nos motiva un com entario

11
especial; la posibilidad de ser ciudadano en
ejercicio estab a dada por la m ayoría de edad,
saber leer, escribir y poseer rentas personales
que no provinieran del servicio dom éstico, en
cantidad superior a los 200 bolivianos para ser
electo r y 400 para ser electo Diputado. Esta
situación significaba la exclusión del ejercicio
activo de la ciudadanía a quienes no cum plieran
to ta lm e n te la exigencia; la elección de 1872
para Convencionales arrojó una votación en la
ciudad de Santa Cruz de 1088 votantes, inferior
en cantidad de votos únicam ente a la ciudad
de Sucre, en la que se dió 1243 votantes, pero
con una proporción num érica muy grande si
analizamos que por aquel entonces Santa Cruz
de la Sierra solo tenía alrededor de 15.000
h abitantes. Y aquí vienen los hechos analizados:
sí Ibáñez había logrado su victoria contra
Antonio V aca Diez para la Diputación apoyando
a Daza en las elecciones de 1876 partiendo de
posiciones definidas por el igualitarism o como
de responsabilidad social enfrentadas a la
propiedad privada, ¿Cómo se explicaría su
triunfo sobre la base de una masa social con
la cual se identificaba y que no tenía posibili­
dad de ejercer su derecho al sufragio? En
o tra s palabras, la elección de Andrés Ibáñez
contó no sólo con la adhesión m ilitante de un
grupo de notables cruceños sino tam bién de un
im portante apoyo electo ral de los grupos socia­
les contra los cuales desarrollaba su acción
política.

12
¿Es que a pesar de su tricen ten ario encierro
Santa Cruz y su gente no tenfa derecho a
palpitar con las corrientes del pensam iento de
la época? Tenemos en nuestro poder un libro
de Prohudon en francés fechado en Santa Cruz
en 1874, no quisiéram os especular demasiado
sobre como llegó, si era el único o cuál la
consideración del medio con relación a autores
como el citado; aunque analizarem os esp ecífica­
m ente el hecho para mí evidente de la influencia
de Pedro José Proudhon sobre el pensam iento
Ibañista, si se me perm ite establecer ta l catego
ría, el hecho resulta significativo; los que
podían leer era un número reducido, y en
francés, mucho menor. Y sin em bargo se
recuerda como apoteósica la despedida de
Ibáñez con su gente cuando p artía hacia Chiqui­
to; la muchedumbre reunida en la plaza del
cem enterio dan una idea d iferen te de las
"atrocidades" com etidas por los igualitarios
co n tra c ie rta gente del pueblo; gente que fue
quien recibió con guirnaldas a Carlos De V ille­
gas.

El responsable de las muchas barbaridades


com etidas en nombre de la Federación, en
ausencia del Caudillo, era el paraguayo Fabio.
Inclusive algunos cronistas tra ta n de liberar a
Ibáñez de culpa sobre las arb itraried ad es y
exacciones com etidas, señalando que Ibáñez
fue sorprendido en su buena fe, producto de su
ingenuidad política.

13
El hecho de que existiera otro extranjero, el
peruano Tueros, presenta la posibilidad de un
ejercito de intem acio n alista en cam paña; poco
o nada es lo que se sabe sobre ambos persona­
jes adem ás de la referencia de su nacionalidad
y la razón de su presencia en Santa Cruz.
Pero las denuncias existentes contra Fabio,
como responsable del descrédito del movimiento
adem ás de no ser del todo evidentes por el
apoyo masivo en favor de la causa igualitaria,
m erece otro análisis.

No cabe duda que los recursos aportados por


el mismo Ibañez y los otros personajes notables
que lo apoyaban, Carlos Melquíades Barberi
para c ita r un nom bre, debieron ser insuficientes
para m antener un movimiento que aum entaba
en im portancia y exigencias. La recaudación
de nuevos aportes vino, entonces, por la im pre­
sión de un tipo de billetes con valor local y la
solicitud de aportes extraordinarios a quienes
estaban en posibilidad de concretarlos; Ibañez
que adem ás mantuvo sobre si la c a rte ra de
H acienda del Movimiento, encomendó la responsa
bilidad política durante su cam paña por la
zona de V allegrande al citado Manuel María
Fabio; y es contra éste que se inician los
ataques, señalándose inclusive que las exacciones
tenían destinos personales. Si el grito de
b atalla de la revolución no fuera "Federación
o M uerte" y no estuvieran conscientes de sus
consecuencias, ¿podría suponerse un intento de
enriquecim iento ilegítim o por la vía más fácil

14
de quitar lo ajeno? La situación tiene otro
enfoque. Los aportes requeridos en favor de
una causa que no se com parte y que a fe c ta
in tereses privados tendrá, como entonces, la
misma reacción de los afectados; hay una
relación de sumas y nombres de quienes fueron
requeridos y el señalam iento de razones que
las ju stificaban y que contaban con la fiscaliza­
ción de la Junta de gobierno Federal integrada
por personas, que en lo e strictam e n te personal,
no necesitaban ese tipo de recursos para resol­
ver sus problem as económicos.

La ratificació n de confianza por p a rte de


Ibañez luego de su retorno de los valles a lo
obrado por Fabio, dejando de lado una am o n eta-
ción form al y de circunstancia, deja en eviden­
cia tam bién, que sus acciones eran necesarias,
y que si algún método incorrecto se utilizó,
é ste era producto del estado de guerra d eclara­
da ex istente y en la que se jugaban la vida.
Era, pues, una revolución que buscaba mucho
más que la sim patías de quienes, de producirse
los cambios propuestos por el Igualitarisn...,
verían afectados sus intereses. La e stru ctu ra
p a tria rc al con base en abolengos y reparticiones
agrarias, estaba viendo insurgir una realidad
d iferen te basada en principios establecidos en
la Revolución Francesa con una in terp retació n
muy p articu lar del planteam iento de los anarquis
tas de la época; esa la causa fundam ental del
rechazo. Cuando llega el M inistro de la G uerra
de Daza en su expedición punitiva, en inform e

15
que posteriorm ente eleva ante el Congreso
Nacional, se queja con pesadum bre de la fa lta
de apoyo que la gente le brindaba a su intento
de esclarecer los hechos vandálicos que se
inculpaban a Ibañez y sus seguidores; el apoyo
no pudo lograrlo ni con el establecim iento de
un orden m ilitar de excepción, requisas y
expropiaciones y debió transform arse en una
c acería que aun hoy llam a la atención por las
distancias recorridas para imponer castigo si
nos imaginamos los sistem as de tran sp o rte y
cam inos existentes. Unos años después, el
mismo Daza no tuvo la misma firm eza para
defender la soberanía nacional en la defensa
del Litoral.

Estam os a n te un hecho de c ara c te rístic a s


especiales; todas las condiciones estaban dadas
p ara que la conjugación de un enclaustram iento
de Santa Cruz mayor que el poseído por los
d epartam entos serranos, una e stru ctu ra ag rario -
p a tria rc al y una organización artesanal incipien­
te e stab leciera tam bién y p arece que en form a
lógica, una conducta política de actitu d plena­
m ente conservadora. Y sin em bargo no es así.
El movimiento de Ibañez no se habría sostenido
Unicamente con el entusiasm o del Caudillo y
el apoyo de los desposeídos m ayoritarios; reque­
ría de un grado de conciencia a una sim patía
transform ada en actitu d positiva de la colectivi­
dad global. Es evidente que éste últim o aspecto,
sí existió. En la ciudad de Santa Cruz, a
pesar de todo, existía algo más que una simple

16
sim patía por las disposiciones de ibañez pues
el apoyo recibido fue más allá del juego de
circunstancias para plantear cam bios a la
e stru c tu ra económ ica política del Estado bolivia­
no. Si no lo entendem os asi, no com prendería­
mos las acciones del Gobierno al estab lecer
una persecusión de ta l magnitud para hacer
d esaparecer todo vestigio del igualitarism o.
Sin el contenido ideológico la saña aplicada no
tendría lógica.

En lo personal, e sta es la p a rte más apasionan­


te.

Pedro José Proudhon fue el fundador de la


doctrina política del anarquismo; surge como
una respuesta a los socialistas utópicos que
planteaban todo un sistem a de organización
social y político basado en elucubraciones
teó ricas idealizadas, razón por la cual reciben
el nombre con el que se los conoce; la im portan
cia que tuvieron en el desarrollo de las ideas
políticas del siglo pasado no form a p a rte del
alcance del presente trabajo; es nuestra in te n ­
ción, y aquí pueden iniciarse sorpresas para
algunos, establecer enunciativam ente la propues­
ta desarrollada por Proudhon sobre la m anera
de concebir las relaciones políticas y sociales.
Para cualquier incredulidad, me rem ito a sus
fuentes.

Creía en la necesidad de estab lecer una socie­


dad igualitaria organizada alrededor del m utua-

17
lismo en el que el hombre recobrará su d e re ­
cho a vivir sin ser avasallado por el Estado;
la unidad básica de éste , debía ser la "La
com unne", el municipio, bajo un sistem a de
participación absoluta de quienes lo integraban
y que ten ía en los artesanos la base para
oponerse a la crecien te sociedad industrial,
lim itan te de la revolución. La mejor m anera
de preservar la libertad individual, tan im portan
te para el desarrollo pleno de las poten cialid a­
des del hom bre, debía ten er una correlación
en la organización jurídico-política del Estado
con el federalism o, sinónimo de distribución
in terior de soberanía y gobierno. Las acciones
de la época de establecer luchas nacionalistas
o de unidad nacional, recibió fu ertes críticas
de su p a rte por ser dichos intentos lim itantes
de su concepto de libertad. Su pensam iento
so cialista, que lo planteaba, nacía de la re a li­
dad social, de la necesidad de la revolución y
su aborrecim ento del liberalism o dem ocrático,
lo llevo' a desarrollar un anarquismo que lucha­
ba contra el despotism o ilim itado utilizando
la fuerza de los campesinos y los artesanos;
los planteam ientos de Marx, orientados a
consolidar la revolución sobre el proletariado
n aciente en el proceso de industrialización de
efecto s más contundentes y objetivam ente
más racionales, dejaron las ideas prudhonianas
en suspenso y en algunos casos, bajo fu ertes
c ríticas.

No era el federalism o sólo un mecanismo

18
para oponerse al" au toritarism o c en tralista ,
era el método que perm itiría a nivel internacio
nal estab lecer justas relaciones e n tre Estados
grandes y pequeños, y por otro lado lograr en
el in terior de ellos, una sociedad igualitaria
de c a rá c te r socialista, participativa y libre.
La Comuna de París de 1871, recoge en toda
su extensión el pensam iento de Proudhon.

Volvemos a Ibañez. No se ha querido recargar


la tin ta sobre ningún aspecto particu lar del
pensam iento discutido de Proudhon, pero surgen
en form a natural y evidente aspectos que no
pueden ser simple coincidencia; de haberlo
sido podríamos ten er un mayor y legítim o
orgullo al descubrir que en estas tie rra s interio
res, olvidadas del mundo, se gestó un movimien
to único en el siglo XIX y que ya era motivo
de estudio y propuesta en otro lugar de la
tie rra .

Es evidente tam bién, que de haber sido Ibañez


seguidor de Proudhon, surgen nuevas e im portan
tes in terrogantes aún no resueltas y que
están referidas a la form a como el anarquismo
llegó con ta n ta fuerza en un periodo tan
particu lar de nuestra historia y la influencia
que pudieron haber tenido sobre Ibañez la
presencia de dos extranjeros luchando por una
causa nacional.

La presencia de F rancia, y su producción


in telectu al fue predom inante en A m érica

19
desde la Revolución Francesa y luego durante
Napoleón; recordem os que los Códigos Santa
Cruz tuvieron su modelo precisam ente en
aquellos de la Francia-N apoleónica y que el
F rancés, como lengua diplom ática y de estudio
era conocida, junto con el latín, en las Universi­
dades; el periodo del M ariscal Santa Cruz, de
gloria política para la Bolivia de la época,
recuerda que la capital de la República tenía,
como solo las capitales más im portantes del
co n tinente, la presencia de un gran número
de representaciones diplom áticas; F rancia fue
uno de los prim eros Estados Europeos en
reconocer la independencia de Bolivia; M elgare­
jo en un gesto propio de sus desvariaciones,
declaró la guerra a Alemania cuando el proble
ma de Alsacia y Lorena; podríamos seguir con
un sinnúmero, de situaciones que nos p erm iti­
rían suponer que la presencia de F rancia y lo
que allí se vivía, no era extraño para la Bolivia
de la m itad del siglo XIX- Ibañez, adem ás
de haber egresado de abogado a los 24 años
de la Universidad de San Francisco Xavier,
tuvo p rá c tic a política que le vino de las seis
veces que su padre, el G eneral Francisco
Ibañez ocupó la P refectu ra del D epartam ento
de Santa Cruz y cuando por derecho propio se
desem peñara como S ecretario de la P refectura;
en ta l calidad firm ó el establecim iento de la
bandera cruceña con los colores verde y blanco.
Hay pues suficientes argum entos para d esesti­
mar la fa lta de experiencia política y la
ingenuidad de sus actos que han sido referidos

20
a su persona; posiblemente busquen por la vía
de la inocencia, rescatar en favor de determina
das corrientes políticas la figura del luchador
contra el centralismo estatal, olvidando que
la declaratoria de la Federación, se produjo
algún tiempo después del establecim iento del
Partido Igualitario.

Si aceptamos como válida la semejanza de la


acción de Ibañez con el planteamiento de
Proudhon, resultarán igualmente lógicos enton­
ces, los pasos dados por el Caudillo: el objetivo
era una sociedad con igualdad de posibilidades
y oportunidades para todos; y su instrumento,
un sistem a que respetando la libertad de las
personas estableciera una organización del
Estado con participación y justicia. En la
práctica, era luchar ideológicamente contra
un liberalismo en cierne que se expresa con
toda su fuerza después de la Guerra del Pacífi­
co y se consolida, irónicamente, con la Revolu­
ción Federal. Y para el caso boliviano la
propuesta era profundamente válida; no existía
una organización laboral que se semejara un
proletariado emergente; por el contrario, la
estructura campesina y artesanal del aparato
productivo del Estado, hacía suponer que de
consolidarse el pensamiento ibañista, otros
habrían sido los caminos de nuestra vida
política, adelantándonos en varios lustros a
las propuestas más avanzadas de nuestro conti­
nente. La preocupación de quienes lucharon
contra Ibañez era válida; el anarquismo surge

21
en la pequeña burguesía c o n te sta ta ria que
produce la identificación de la intelectualidad
con la situación de m iseria y pobreza de los
secto res marginados; en Bolivia, esa situación
habría tenido los efecto s de una verdadera
epidem ia; la e stru ctu ra dom inante lo intuyó y
lo resolvió por lo sano. De ahí porque', lo
señala M ontenegro, la cultura oligárquica
tra tó de oscurecer su memoria rescatando de
su acción, lo que pudiera favorecerle.
Por lo aquí expuesto som eram ente, estam os
an te la personalidad más in teresan te de nuestra
vida política regional y un auténtico represen­
ta n te nuestro para incorporarlo a la historia
latinoam ericana de la lucha por la justicia
social; el rescate de Andrés Ibáñez es responsa
bilidad de todos, si no ocupa el lugar de
respeto que se m erece es por culpa nuestra.
El valor y la convicción de sus actos referidos
en su grito de guerra, en el heroísmo supremo
en el momento de la m uerte al dar él, sin
venda en los ojos, la orden de fuego aquella
ta rd e del 1Q de mayo de 1877, nos plantea
de qué m anera sus 33 años tienen una enseñan­
za mayor que su co rta vida y nos recuerda la
necesidad de conocer un poco más de sus
ideales.

Emilio Durán y Guillermo Pinkert me han


perm itido com partir estas líneas; estam os en
deuda con ellos; compensemos sus esfuerzos
conociendo un poco más a Don Andrés Ibáñez.

Santa Cruz, 24 septiem bre de 1987.


Carlos Hugo Molina Saucedo
22
ANTECEDENTES

Quienes dirigieron la guerra contra el poder


español, carecieron de proyección para cumplir
el rol de clase recto ra, como lo hizo la hurgue
sfa europea, que desempeñó su papel histórico
en el proceso de cambio.

Sin la debida firm eza ideológica, se quedaron


en una etapa de feudalism o anacrónico, c a ra c te
rizado por el latifundio y el gamonalismo
retrogrado.

Los criollos ricos fueron los únicos aprovecha­


dos con el resultado de la guerra em ancipadora,
que al proclam arse económ icam ente liberales,
no adm itían más derecho que el de explotar
en form a despiadada a quienes les concedieron
la única libertad; la de m orirse de ham bre.

Desde el inicio de la República, particu larm en ­


te en Santa Cruz prevalecen las relaciones
feudales de producción, identificadas en los
grandes latifundios. La pequeña propiedad
cam pesina lucha por sobrevivir pero va siendo
absorvida por el paternalism o criollista, cuya
form a peculiar de encubierta esclavitud som etía
a los mozos a inm isericorde servidumbre.
Siendo el predominio del patrón la principal
fu ente de injusticias y las deudas contraídas
por el trabajador del cam po, la base de su
secular som etim iento.

La legislación de la época, adem ás de perm itir


la privación de libertad por deudas, se definía
en la voluntad de quien ejercie ra la autoridad
local. El saldo deudor de la cuenta del mozo,
p erm anentem ente se m antenía alto, debido a
la voracidad patronal, la cual siem pre tenía
de su p a rte los mecanismos coercitivos para
recap tu rar al trabajador huidizo que no podía
liberarse de su atadura ni con la m uerte,
pues incluso sus descendientes cargaban con
el saldo.

Don Daniel Pérez Velasco sobre el p articu lar


com enta "ante las p ro testas de viajeros, que
a fines del siglo pasado, visitaron Santa Cruz,
los correchepillos políticos, hicieron aprobar
en el Parlam ento Nacional la fam osa Ley de
C ontratación. Era una tram pa que por cu al­
quier demanda daba al patrón el mayor derecho
sobre el "mozo", para esclavizarlo más y
cobrar el porcentaje de la demanda, con
azotes".

Aspectos Socioculturales

La educación, la alim entación, así como o tras


m anifestaciones del diario vivir, estaban circuns
c rita s a rígidas norm as que establecían eT

24
nivel socio-económ ico y cultural de los hab itan ­
te s, diferenciados h asta en la vestim enta.
Los etnólogos extranjeros han dejado descripcio
nes precisas de la indum entaria usada tan to
por las m ujeres del pueblo, como por los
hombres. En lo que re sp ecta a estos, quienes
se consideraban distinguidos llevaban levita,
som brero de copa en la cabeza y botines en
los pies. Los artesanos se diferenciaban por
la chaqueta de trenzado o de drill, que era el
distintivo de su clase, calzaban abarcas o iban
sim plem ente descalzos. Con estas normas
discrim inatorias, la instrucción no iba a ser
una excepción.

En pocas palabras, la historia de los Centros


de Enseñanza en Santa Cruz, es como sigue:
en 1634 el Cabildo decide la reap ertu ra de
una escuela de prim eras letras. En 1652 se
instala el prim er Colegio Seminario, al cual
tendrían acceso tam bién los aspirantes seglares.
Los Padres Jesuitas se encargaron de la ense­
ñanza del latín y m aterias m orales. Este
plantel educacional no tuvo larga vida y volvió
a reabrigarse un siglo después, en 1775.

Sobre el latín, René Moreno dice que en


Santa Cruz se enseñaba con veinticuatro
grados centígrados por la m añana, a la siesta
con tre in ta y por la ta rd e con tre in ta y tre s
grados. Era el esm alte que hacía re c itar
de corrido la In stitu ía de Justiniano a los
doctos estudiantes cruceños que iban a prose­

25
guir sus estudios a Chuquisaca.

Pese a que las estad ísticas de 1900, se refieren


a un elevado número de habitantes que sabía
leer en Santa Cruz, (59%), hasta 1910 la
enseñanza era superficial y se concretab a a
leer, escribir y rezar.

En las escuelas llam adas municipales y p a rtic u ­


lares se aprendía a contar únicam ente hasta
cien. *

Con la incorporación de la caña de azúcar a


la explotación agrícola, la molienda pasó a
ser uno de los puntales de la incipiente econo­
mía rural.

La producción de azúcar, empanizado y miel


de caña, se hacía en form a rústica. Las
haciendas más prósperas tenían alam bique
para fabricar aguardiente. De e sta m anera
apareció el medio mas eficaz para em brutecer
a los peones, que bebían durante los fines de
sem ana y fiestas de guardar. Los patrones
proveían el licor a sus mozos y lo cargaban
en la cuenta que engañosam ente abultaban de
ta l form a que jam ás pudieran pagarla. Los
Guarayos fueron acostum brados a beber en
las misiones una copita de resacado puro
todas las mañanas, en lugar de desayuno.

* Pereció C. Avelino (1951) Cómo evolucionó la Instruc­


ción Pública en Santa Cruz.

26
Andrés Ibáñez

En e ste m arco histórico aparece Andrés ibáñez


que fue un visionario que se adelantó a su
época, identificándose con las aspiraciones de
los desposeídos. Cuando le correspondió partici^
par en las elecciones de 1872 su actuación
política causó un im pacto que rápidam ente
adquirió ribetes de ideología.
"Todos somos iguales" logró convertirse en la
divisa del "Club de la Igualdad", (Partido
Igualitario), que nació al calor de la consulta
electo ral. Aquella consigna fue creciendo a
despecho de las represiones y encarcelam ientos
a que estuvieron expuestos. Después, por los
sucesos que derivaron del alzam iento de la
"Columna del Orden" como se designaba a las
tropas de la guarnición sublevadas el prim ero
de octubre de 1876, se inicia un gobierno
local de tipo popular que desem boca en dicienn
bre del mismo año en la proclam ación del
Sistem a Federal. "Los Igualitarios de Ibáñez
fueron dueños de Santa Cruz durante ciento
sesenta días y su revolución duró sie te meses.
Estos datos son suficientes para considerar
tal movimiento como uno de los más im portan­
tes de la historia social del siglo XIX y co n sti­
tuye, indiscutiblem ente, el a n tec e d en te directo
del Socialismo Boliviano" *

* Lora, Guillermo (1967) Historia del Movimiento


Obrero Boliviano, pp. h28 y ^29.

27
Aún cuando su condición social lo ubicara
dentro del circulo estrecho de los más podero­
sos, buscó la com pañía de los artesanos y
mozos de campo, que conquistó con el apoyo
moral y m aterial que les brindaba, y por la
convicción de su prédica.

El m a ltrato que recibían quienes estaban


condenados a e tern a servidumbre, era motivo
de p erm anente queja, lo cual exacerbaba sus
sentim ientos induciéndolo a tom ar una posición
de compromiso fren te a la desigualdad social.
La pretendida superioridad racial, enseñoreada
desde la invasión conquistadora, imponía sus
condiciones a la población nativa y a los
ciudadanos empobrecidos que confiaron/ en
Ibañez y lo apoyaron hasta las últim as conse­
cuencias.

28
LUCHAS POLITICAS - IGUALITARIO

* El Concejal

En la década de 1870 se m anifiesta en


Santa Cruz una excesiva subordinación al
principio de autoridad, al poder omnímodo
de la jerarquía más elevada, ejercida sobre
las clases som etidas, - sobre las masas
populares - como decía don V ictorino
Rivero en la explicación que hace de la
instrucción pública im partida en Santa
Cruz, concluyendo que en general, "los
pobres sabían leer y escribir" ( l) .

Esta sumisión se originaba en las diferencias


raciales que redundaban tan to en lo social,
como en lo económico y conducían al
desconocim iento de elem entales normas
jurídicas que asignaban derechos y garan -

1.- Rivero y Egues, Victorino. (1978). Historia de


Santa Cruz de la Sierra durante la segunda mitad
del Siglo XIX. p .86. Publicación de la Fundación
Cultural Ramón Dario Gutiérrez. Santa Cruz -
Bolivia.

29
tía s que por ley les correspondía a los
ciudadanos. En todo el te rrito rio de la
n acien te república la palabra del patrón
tenía fuerza de ley, siendo exiguos los
derechos de los trabajadores, en com paración
con sus aplastantes obligaciones.

El régim en de vida a que se hace referencia,


era el fruto de la desigualdad social. Las
palabras jerarquía y categoría, se usaban
p ara referirse a las personas de elevada
condición. A los individuos de la clase
baja se les daba el apelativo de irracionales.
E sta situación cristalizaba en c ierto grado
de conform ism o que era aceptado por
quienes aprendieron desde sus ancestros a
llevar la cruz de la obediencia, como único
medio para vivir en cristiana dependencia a
la som bra de sus "p ro tecto res". La relación
m andar-obedecer se hizo carne por la
prédica im partida a quienes abandonaron su
destino dejándolo en manos de sus opresores.
El fatalism o y la ignorancia ayudaron a
consolidar e sta situación de dependencia.

Establecido como norm a de ser y de pensar,


sem ejante proceder era de todos conocido,
y Andrés Ibañez tam poco lo ignoraba.
Dadas sus condiciones de dirigehte, jugó un
rol ineludible al ubicarse y luchar por los
in tereses de las m ayorías som etidas. A su
retorno de Sucre al pueblo de sus prim eras

30
vivencias, cuando decidió radicarse en Santa
Cruz, le pareció chocante el com portam iento
de unos y otros y comenzó a m anifestar
nuevas ideas que ponían en p'ráctica postula­
dos que tra ta b an de dignificar la condición
humana, levantando la fren te de quienes se
encontraban reducidos a inm isericorde
servidumbre. Concientizar a los jornaleros
era violentar el sistem a, pero habría que
e n fre n ta r los molinos de viento, y asi lo
entendió Andrés lbáñez, dem ostrándoles a
los de arriba, que la justicia era un bien
común y no una dádiva que habría de pedirse
de rodillas, y a los de abajo, que la opresión
que soportaban ellos podría corregirse
si se lo proponían, si realm ente estaban
interesados en el porvenir de sus hijos.

La profesión de abogado la ejerció con


sentido de ecuanim idad, granjeándose la
confianza de quienes acudían en procura de
sus servicios. Identificado con la causa de
las m ayorías, muy pronto se p ercató de sus
problem as, entrando a lidiar por esta vía
en el campo de ¡a política m enuda,tratando
de corregir los abusos que caían con im placa
ble furor sobre los pobres. Con el ajetreo
de escritos y m em oriales, fue ensanchando
su conocim iento del medio a la par que
crecían su convicción por una humanidad
más justa. Cuando se presentó como candi­
dato en las elecciones municipales de 1868,
al ser elegido municipe salió triu n fan te de

31
la p rim era prueba, tribuna que aprovecho
para alzar su voz en defensa de los intereses
comunales, contra la lenidad e inoperancia
de las gestiones pasadas. Este mandato le
sirvió para ver de cerca las dificultades
que presentaba el regimen c en tralista y los
defectos del sectarism o gobernante. Demás
e stá decir que en sus intervenciones fue
adquiriendo facilidad en el uso de la palabra
oral y escrita, para desarrollar sus facu lta­
des persuasivas con las cuales llegaría a
enardecer a las masas.

Es significativa la c a rta personal que le


dirigió su tío don José Velasco, el 30 de
mayo de 1867. Entre confidencias y conse­
jos tr a ta de justificar su conducta con
respecto a ciertos malentendidos que surgie­
ron cuando le correspondió a ctu ar al lado
del coronel don Francisco Ibáñez, padre de
Andrés, durante una pasada gestión p re ie c tu -
ral. V'a en esa época, Velasco no oculta
sus tem ores al vislumbrar e l'c a r á c te r revolu­
cionario de su sobrino, y tr a ta de persuadirlo
a dejar a un lado sus inquietudes por la
"igualdad", libertad y otras cosas afra n ce sa ­
das, que solam ente entienden los franceses".
En el apéndice se transcribe el tex to comple
to de e sta carta.

32
* El Diputado

En las elecciones de 1872, se sometió


nuevamente al veredicto del sufragio popular
y salió victorioso al ser elegido diputado
por abrumadora mayoría, contra las maquina
ciones de los candidatos oficialistas.

Ante la inesperada derrota, los representan­


tes de la oligarquía tra ta ro n de impedir
que ejerciera la diputación, recurriendo a
procedimientos criminales.

Por aquel entonces los viajes al interior del


país se hacían a lomo de bestia, en carava­
nas organizadas por viajeros ocasionales.
Ibañez resolvió' partir el 7 de julio de 1872,
tomando el camino de la sierra. Anoticiados
de su determinación, el p refecto doctor
Rafael Peña y el comandante general,
coronel Ardaya, destacaron una escuadra
de doce rifleros al mando del sargento
Nicasio Egüez, con el propósito de victim ar­
lo. Tendiéndole una emboscada, se ap o sta­
ron en el paso estratégico de la Quebrada
Seca, pero fracasaron en su intento.

De acuerdo con el relato de Jerónimo


Otazo, el diputado igualitario y su comitiva
fueron sorprendidos a las cuatro de la
madrugada por el ataque de una descarga,

33
causándoles pánico al primer momento,
pero de inmediato reaccionaron espoleando
sus cabalgaduras sin intentar volverse, lo
cual les hubiera significado una muerte
segura. En esa forma lograron salir con
vida y virtualmente ilesos, con excepción
de Marcos Mansilla que fue herido en una
oreja (2).

Una vez incorporado a las cám aras, en ese


periodo legislativo fue elegido vocal de la
Comisión de Poderes, y después de la de
Negocios Extranjeros, habiendo participado
en la impugnación a un proyecto de ley
sobre garantías constitucionales. O tra in te r­
vención suya estaba relacionada con la
defensa de las credenciales del diputado
Saturnino Medeiros, y o tra más se consigna
en relación con el voto de censura interpues­
to contra el representante diplomático de
Bolivia en Lima, señor Benavente, por
haberse inmiscuido en la política interna
de ese país.

Otro proyecto que defendió Andrés Ibáñez


fue el que terminó siendo aprobado como
ley el 7 de septiembre de 1872, por el
cual se dispuso que la Corte Superior de
Justicia de Santa Cruz cese en funciones

2.- Otazo, Jerónimo (1917) Por la amistad. Imprenta El


Trabajo. Santa Cruz - Bolivia.

34
por cuatro años. Esta determinación se
tomó ante la necesidad de conseguir recursos
económicos y canalizarlos para levantar el
edificio de la judicatura y de la prefectura-
El mismo fue construido donde actualm ente
se encuentra, con el fin de dar cabida a
estas reparticiones. Mientras se ejecutaba
la obra, los casos judiciales de la Corte
serian atendidos en Cochabamba. El mencio
nado edificio se levanta en la a ce ra sud de
la plaza principal, y se lo puede considerar
como un monumento de recordación a su
obra. (3)

Una parte del discurso pronunciado por


Ibañez en la Cámara de Diputados cuando
defendia la libertad de Cátedra, dice:
"Los profesores deben tener amplia libertad
para enseñar los principios que crean más
racionales, no los que el gobierno les prescri
ba, puesto que esta facultad de fijar las
doctrinas que deben enseñar, es pervertir
la instrucción, convertirla en instrumento
para favorecer los ensanches del poder de
los que ejercen autoridad" (d).

Revista de la Sociedad de Estudios Geográficos e


Históricos.Harnes Ardaya, Orestes. (1957). Apuntes
sobre Andrés Ibáñez y la Revolución Federal.

i»,- Anénime. (1872) Libro copiador de la Honorable


Cámara de Diputados.

35
Terminado su mandato regresó a Santa
Cruz, donde asumió la función de Fiscal de
Distrito.

Con respecto al constante interés por victi­


marlo, Jerónimo Otazo dice que la sed de
sangre no solamente les secaba la lengua a
las autoridades que se turnaban en los
puestos de mando, sino que les perturbaba
la inteligencia. Empeñados en term inar
con la vida de íbañez, exclamaban confundi­
dos: "¿Qué es lo que nos pasa?, sin compren
der que las madres de los soldados, sus
mujeres y los soldados mismos, - todos -
eran capaces de perder la vida, antes de
sacrificar al doctor Ibáñez, al cual querían
con idolatría" (5). *

* Nuevamente Diputado

El acto de arrojar la levita de doctor,


cambiándola por la chaqueta de artesano,
lo llenó de popularidad, identificándolo
definitivamente con su pueblo. El episodio
tuvo lugar durante una de las primeras
manifestaciones políticas de la campaña
electoral de 1874. En circunstancias de
encontrarse recorriendo las calles, los
grupos antagónicos ingresaron a la plaza

5 . - Otazo, Jerónimo (1 9 1 7 ) Obra c it a d a .

36
principal de Santa Cruz. Por les enconos
el ect or al ist as , había p e r m a n e n te frición
e n t r e las ca s ta s en pugna, litíerizadas per
Antonio Vaca Diez y Andrés ibáñez. En
det er mi na do momento, se produjo un cambio
de palabras, en el cual Vaca Diez se refirió
a su contendor y ta mb ién a sus seguidores
en for ma despectiva, haciende resalt ar el
humilde origen ma ter no de ibañez. El
hecho provocó ir dignación er.tre el art e sa n ad o
que se agrupó deci did am ent e en torn o a su
caudillo. Este, en la plaza principal y
a n t e la multitud e n a r d e c id a se despojó de
la levita de doctor y los botines acharolados,
para ca m ina r descalzo por la arena. El
doctor Melquíades Barbery Salvatierra lo
imitó sacándose ta mb ién sus prendas almido ­
nadas pa r a cal arse la chaqueta proletaria.
Seguidamente los m an ife sta nt es recorrieron
las calles gritando "todos somos iguales",
como una manera de p r o te s t a r c o n t r a la
desigualdad social . y los privilegios que
favorecían a la clase deminante.

El incidente derivó en una gran fiesta


popular y vino a consolidar o r g án ic am en te
la vigencia del Partido Igualitario. Según
Guillermo Lora, quien estudió el movimiento
obrero en Boiivia, esta tendencia propugnaba
mayor justicia social, desconocida para la
época, y t r a t a b a de poner en p r á c t ic a
principios de un socialismo idealista, enuncia
dos por la escuela de Proudhon. Per es te

37
denodado empeño Andrés Ifcañez está conside
rado como uno de los precursores del socia­
lismo obrero boliviano.

Las elecciones de 1874 confirmaron la


popularidad de los candidatos igualitarios
que salieron elegidos por amplia mayoría,
constituyéndose al Congreso que se reunió
en Sucre, el 10 de agosto de 1874.

No hay noticias concretas sobre la participa­


ción de Ibáñez y sus acompañantes de
formula en esta legislatura, que entró de
lleno a discutir las credenciales de los
nuevos diputados y después pasó a conocer
las memorias de los ministros. (6)

En Santa Cruz, viendc los adictos al gobierno


que Andrés Ibáñez se estaba convirtiendo
en un grave obstáculo a la prosecución de
sus designios de esclavizar al pueblo, no
escatimaron esfuerzos para perseguirlo,
acusándolo de soliviantar a las masas que
antes eran sumisas, y de conspirar en
abierta sedición. Por este motivo tuvo que
refugiarse en la floresta, amparado y protegi_
do por sus seguidores.

6.- Or. Sanabria Fernandez H. Cuadernos Universitarios


U.A.G.R.M. Fuentes para la Historia de Andrés
Ibáñez. Santa Cruz - Bolivia, 1 9 7 7 -

38
* Acontecimientos de "El Trompillo"

De acuerdo a los escritos del cura Lara,


Ibáñez había reunido en "La Colorada",
Casa-quinta de su padre, un contingente de
doscientos hombres, con los cuales pensaba
a ta c a r por sorpresa a los constitucionales.
Pero desprovisto de arm am ento para en fren ­
ta r un com bate con posibilidades de éxito,
habría que recurrir a la astucia, conociendo
previamente los desplazamientos de los
contrarios. Sin embargo, él ignoraba esos
datos y el prefecto de Santa Cruz, doctor
Angel Maria Aguirre, anoticiado de lo
aprestos bélicos de los sediciosos, destacó
una fuerza de cien soldados para batirlos,
al mando del coronel Marcelino Gutiérrez.

Este movimiento que se inició el 26 de


marzo de 1875 y terminó dos días después,
propugnaba el ascenso a la presidencia de
la república del General Quintín Quevedo,
alzado en armas en el interior del país
contra el doctor Tomás Frías.
Los igualitarios estaban acampados en "El
Trompillo", una pampa descubierta desde
donde se podía controlar la llegada de los
atacan tes. A las primeras descargas los
ibañistas se tendieron al suelo, para luego
emprender la retirada, por no disponer de
arm am ento adecuado para enfrentar al

39
enemigo. Los sediciosos tomaron el camino
de Samaipata en su fuga, con la perspectiva
de aprovisionarse de pertrechos bélicos, y
en lo posible, aumentar sus efectivos para
volver sobre sus pasos.
El prefecto envió un destacam ento en su
persecución, comandado por el capitán
Agustín Jiles, quien se dejó sorprender en
el lugar de Mortero (7). En un asalto
inesperado perdió a cinco de sus hombres,
habiendo quedado un mayor número de
heridos. Ante este fracaso el capitán Jiles
envió emisarios a las autoridades para
informar de lo sucedido, habiéndose d estaca­
do un contingente más numeroso con el fin
de capturar a los igualitarios y especialm en­
te a su jefe, vivo o muerto. Al informarse
Ibáñez del despliegue de tropas en su busque
da, se ocultó estratég icam en te en el montej
dejando pasar a la fuerza enemiga, para
luego retroceder y esconderse en las inmedia
ciones de Cotoca.

Pero Jerónimo Otazo en la publicación POR


LA AMISTAD, describe el com bate de El
Trompillo diciendo que sucedió en uno de
los días del mes de marzo, y agrega que

7.- La localidad de Mortero se encuentra ubicada a


veintiséis kilómetros al oeste de Santa Cruz,
sobre el camino a Cochabamba.

40
muy de mañana se presentó el doctor
Ibáñez en la mencionada pampa, a la cabeza
de cincuenta hombres. Sabedor de estos
preparativos de subversión el prefecto Agui -
rre convocó a un comicio, en el que se
resolvió despachar un piquete de soldados
con la misión de restablecer el orden. Al
chocar las fuerzas, se abre el fuego por
ambas partes y en quince minutos se decide
la victoria en favor de las tropas oficialistas,
las cuales perdieron un hombre en el asalto,
que fue la única baja que se produjo (8).

Producida la d errota de Ibáñez, éste se


retiró hacia el norte con varios de sus
seguidores, tenia el propósito de engrosar
sus filas y seguir en la lucha.
Según el folleto LUZ, desde 1875 arreció
en Santa Cruz la opresión oficialista contra
la integridad física de varios ciudadanos.
El pueblo cruceño fue escarnecido por las
arbitrariedades cometidas por el prefecto
Aguirre, su reemplazante Demetrio Roca,
el coronel Romero y otros verdugos que

8.- Se desconoce el nombre del muerto, pero se sabe


por otro lado que el capitán Peta, del bando
ibañista, cayó prisionero en 1.a escaramuza, lo
encontraron tendido sobre una serpiente cascavel.
A pesar-de las balas y el peso que le cayó encima,
la serpiente no despertó.

41
desplegaron una represión tenaz y sañuda
contra los opositores al régimen, el cual se
hacia cada vez más resistido. En ese
tiempo se practicaron imnumerables detencio
nes, abusos como el atentado de que fué
víctima el munícipe Santos Justiniano, a
quien Urdininea (9) sin mayores justificativos
le agujereó una oreja y lo suspendió de sus
funciones edilicias, "como si se tra ta ra de
un soldado raso de su cuartel". El documen­
to que relata estos atropellos debido a la
fa lta de garantías, fue publicado con mucha
posterioridad a los acontecim ientos que
describe, por el tem or a las represalias que
hubieran podido sobrevenir.

Entre los casos de intimidación personal y


excesos de autoridad, se destaca el apresa­
miento de los ciudadanos Facundo Suárez y
Benjamín Urgel, así como el ultraje que
sufrió el oficial Llanos a plena luz del día.
En esa misma época fue agredido el muníci­
pe Durán Canelas en la plaza principal, a
la vista de los vecinos.

Otro alevoso atentado se perpetró en las


personas de los labriegos de apellido Robles,

9.- El teniente coronel Demetrio Urdininea, descendien-


diente del general José Antonio de Sucre, era el
Mayor de Plaza. Perez Velasco, Daniel, obra
citada, p .69. •

42
que fueron asesinados en la localidad de E!
Valle (10). La población en general vivía
bajo el imperio del terro r, teniendo que
soportar allanamientos, como el atropello
al domicilio del doctor Francisco Bartolomé
Ibañez, padre de Andrés, quien fuera vejado
por Urdininea. Su hacienda fue saqueada y
posteriorm ente incendiada por orden de
e ste militar, llevándose los saqueadores los
enseres que encontraron para después vender­
los en subasta pública en la plaza principal.

Los esbirros no se detuvieron ante


nadie; el cura Eustaquio Aguilera fue e n ca r­
celado por cuestiones politicas. Pero estos
hechos intimidatorios, que se hicieron con
el propósito de mantener sojuzgada a la
población, causaron el efecto contrario,
infundiendo rebeldía entre los ciudadanos
que no aceptaron el régimen tiránico.
La experiencia negativa de querer afrontar
al ejercito que lo perseguía, sin tener el
arm am ento adecuado, hizo reflexionar a
Ibañez sobre la necesidad de aprovisionarse
de armas modernas, para no sacrificar
inútilmente a su gente. Con este propósito
encargó al alemán David Cronembold la

10.- La localidad de El Valle se encuentra a ocho


kilómetros de Santa Cruz, sobre la carretera al
norte.

43
compra de trescientos rifles, los cuales
llegaron según el documento IGUALITARIO.
Sin embargo, es dudoso que Ibáñez hubiera
recibido e ste arm am ento, puesto que en
toda su lucha no se menciona la distribución
de fusiles nuevos y en cambio hay referen ­
cias que los voluntarios se plegaban a las
fuerzas igualitarias con sus propias armas,
o bien se defendían con las que quitaban
al enemigo.

Con el fin de planificar la estratég ia a


seguir, tra ta b a de informarse de las intencio
nes y movimientos bélicos del enemigoT
Para ello tenia que en trar a la ciudad y lo
hacia unas veces fu ertem en te custodiado y
o tras encubriéndose bajo el manto de ocupa­
ciones diversas, como en el caso del vende­
dor de güiro. En e sta oportunidad disfrazado
de ayudante de don Domingo N egrete, que
era el proveedor del forraje para la caballeri
za, ingresó al cuartel para inspeccionarlo
personalmente y serciorarse del movimiento
de tropas, nadie se percató, a excepción de
sus informantes que eran de su entera
confianza.

El prefecto Aguirre, descontento con la


actuación del coronel Gutiérrez por las
escaramuzas de El Trompillo y por no
haber perseguido a Ibañez hasta tomarlo
prisionero o term inar con su vida, pidió al
gobierno su reemplazo por el coronel Ignacio
Romero. La hoja de servicios de este

44
militar se puede consultar en el apéndice,
en ella se establece que había ascendido
desde soldado raso por orden superior.
Tenía fam a de rígido y sanguinario. Una
vez nombrado comandante, Romero dispuso
que el mayor de plaza, teniente coronel
Urdininea, persiga al caudillo igualitario
hasta apresarlo o victimarlo, medida que
fue apoyada y celebrada por ia oligarquía,
convencida de que Ibañez pretendía quitarles
sus riquezas para distribuirlas en tre los
pobres, razón por la cual le daban el califica
tivo de comunista (11).

11.- Según el manuscrito atribuido al cura Lara,


capítulo "Igualitario", p.75: "la peripatética
doctrina con que instruía (Ibáñez) a lus suyos,
arengándolos que a la hora que consiga las riendas
del poder, sin duda volvería a regir el precio de
cinco pesos por vaca parida, por consiguiente, los
pobres quedarían al nivel de los ricos, quienes en
su mayor parte cautelosamente se han acomodado por
el sudor de tantos infelices. Tal fue el rumor
que corrió que a no dudar temblaron acaudalados,
por cuya incógnita y apócrifa medida la generalidad
creyó que el sistema igualitario no era sino
igualar, sacando la mitad de los bienes a los
doscientos pudientes que nada mas había, para
darles a los numerosísimos pobres, de tal manera
que la parte de los grandes hombres resolvieron a
todo trance se disuelva el partido igualitario y
particularmente su jefe. Tratando de defender la
posición de Ibáñez, los doctores Alvarez y Durán

45
Tanto fue el tem or de los propietarios a
perder sus bienes, que alarmados resolvieron
no solam ente acabar con el Partido Igualita­
rio, sino especialm ente con la vida de su
cabecilla.

Urdininea investigo el movimiento de los


igualitarios y 'consiguió informarse que se
encontraban en Cotoca. Para acabar con
ellos organizó un asalto a esa localidad,
pero Unicamente llego a enfrentarse con el
capitán José Cruz, quien a la cabeza de
veinte ibañistas se defendieron en condiciones
desfavorables. Cuando se les acabaron las
balas, las tropas comandadas por Urdininea
atacaro n con descargas nutridas, provocando
la fuga de los facciosos que dejaron dos
muertos en el campo, al mismc tiempo el
doctor Francisco Heredia fue tomado prisio­
nero y conducido a Santa Cruz. Engrillado
de los tobillos, sufrió el martirio de caminar
asi” en todo el tray ecto , -i consecuencia de
ello estuvo a un paso de perder la vida.

Canelas interpretaron diciendo que el significado


del sistema igualitario no era sino dar su merecido
galardo'n a quienes se distinguieran, unos en
literatura, otros en la lucha y otros en los
combates, de cuyos por su esclarecido valor y
talento administrarían los altos puestos y con
esta justa organización sin duda igualarían a los
poderosos, caracterizados y pudientes".

46
Después del desbande, José Cruz se dirigió
a la Enconada de Cotoca a reunirse con su
jefe. Este se encontraba en el lugar reclu­
tando gente para seguir la resistencia.
Apesadumbrado por la m uerte de sus leales
colaboradores y también por lo ocurrido al
doctor Heredia, Ibáñez desaprobó el te m e ra ­
rio enfrentam iento, por no haber acatado
sus intrucciones, exponiéndose a un sacrificio
inútil, luego se dirigieron al Río Grande,
donde fueron acogidos por un lugareño
solidario con sus ideas.

A las pocas semanas de haber ocurrido el


enfrentam iento de Cotoca, los igualitarios
fueron alcanzados nuevamente por los impla­
cables perseguidores comandados por Urdini­
nea. En otro sorpresivo ataque sufrieron
la pérdida de nueve reclutas, que murieron
peleando en condiciones desventajosas.
Ante la carencia de armas y munición para
defenderse, los demás tuvieron que dispersar­
se. El mismo Andrés Ibañez salvó la vida
milagrosamente lanzándose a las turbulentas
agua del Río Grande, cruzándolo a nado
bajo el fuego obstinado de quienes lo hostiga
ban con disparos desde la orilla. Después
de e ste percance, Ibáñez se refugió en la
cabaña del labriego Juan de Dios Balzcázar,
quien al verlo semidesnudo, lo vistió con la
escasa ropa que tenia.
Anoticiados los campesinos de la presencia
del caudillo en la com arca, le proporcionaron

47
ropa, alimento y le ofrecieron su concurso.
Con los más decididos se marchó a Cotoca
a objeto de abastecerse de las provisiones
necesarias e indispensables para el largo
viaje hacia Chiquitos que pensaba hacer.
Siguiendo con la narración de IGUALITARIO,
ese viaje lo llegó a realizar y en el tra y e cto
se hospedaron en un establecim iento agrícola
denominado Pantano, propiedad del acaudala­
do corregidor de Cotoca, Mariano Lijerón,
que no conocía personalmente a su huésped
y se explayó en denuestos contra Ibañez.
Este le siguió la corriente preguntándole a
su vez si no lo había visto por aquellos
parajes, porque habia sido comisionado por
el señor prefecto para capturar a ese
canalla igualitario. Para cumplir su co m eti­
do, le insinuaba que en su calidad de corregi_
dor, tuviera a bien proporcionarle las cabalga
duras y guias que tuviera, con las armas
necesarias para capturar a ese bandido.
Persuadido Lijerón de la firmeza del solicitan
te, accedió a proporcionarle los animales y
demás ayuda que le pedía con la feliz
complacencia de atender los requerimientos
del prefecto, quien era su amigo y abogado,
añadiendo en sus comentarios que si Ibañez
sobrevivía, "con seguridad se convertiría en
un anticristo o un segundo Mahoma, a
quien de buena gana le pegaría un tiro si
tuviera la ocasión de hacerlo".
A la hora de la partida, Lijerón decidió
acompañarlos. En el tray ecto Ibáñez se

48
dio a conocer diciéndole: "Yo soy Andrés,
a quien usted tanto calumnia, ahora tire el
balazo que ofreció".

El sorprendido corregidor, tan gallardo y


valiente con sus peones, que una hora
antes se sentía seguro de sí mismo, perdió
los estribos y tembloroso, no supo qué
contestar. Después de quitarle la cabalgadu­
ra, Ibañez lo hizo caminar a pie h asta la
propiedad llamada El Cerro, donde lo dejó
en libertad. (12)

Mediante un golpe de audacia, Ibáñez consi­


guió lo que quería y continuó recorriendo
por cerca de tres meses la región del
antiguo Chiquitos, donde obtuvo recursos
económicos, armas v com batientes, sumándo­
se a sus filas cerca de trescientos voluntarios,
con los cuales en determinado lugar por
donde creyó que vendrían a buscarlo sus
perseguidores, preparó barricadas. Pero
éstos no aparecieron, razón por la cual tuvo
que abandonar sus fortificaciones y encam i-

12.- Consideramos que este episodio tiene ribetes de


leyenda localista puesto que aproximadamente
sesenta años antes, en pasaje similar se describe
al guerrillero de la independencia Cañoto. También
a Carmelo Hurtado se le atribuye una situación
semejante, cuya existencia transcurrió más de
medio siglo después que la de Ibáñez.

49
ñarse nuevamente a Santa Cruz, con la
intención de tom arla por asalto.

Encontrándose cerca de la propiedad de su


hermano Félix, que estaba retirado de la
milicia y tenia el grado de capitán, fue
h asta el lugar a saludarlo y también a
insinuarle que lo ayudara en su campaña.
Este le manifestó con pena, que de buena
gana lo haría "si tus soldados fueran tan
obedientes como los collas. (A los tuyos)
los he palpado., que no sólo son insubordina­
dos, sino hasta incapaces para una prolonga­
da fatiga".

* Combate de los Pororós

Valiéndose de espías, las autoridades guberna


mentales siguieron los pasos a Ibáñez y su
gente, obteniendo informes de sus movimien­
tos. En esta forma se enteraron de su
retorno a Santa Cruz, y ante esta contingen­
cia, el comandante Ignacio Romero, con el
refuerzo del destacam ento del coronel
Saturnino León, subprefecto de Lagunillas
que había venido en su apoyo, se dirigieron
al encuentro de los alzados contra el régi­
men y en el lugar denominado "Pozo de los
Pororós" (13) chocaron ambas fuerzas el

13.- "De resultas de ciertas discordias intestinas, de


las cuales no queremos ni debemos dar juicio, en
un bosque llamado de Los Pororos, situado como a

50
dia 6 de noviembre de 1875. La. facción
de Ibañez, aunque inferior en número,
preparación y pertrechos bélicos, quedó
mejor ubicada desde el punto de vista
estratégico, entablándose desde el primer
momento un feroz combate, a juzgar por el
número de muertos y la duración del mismo,
que se. prolongó por. seis horas, desde las
diez de la mañana hasta las cuatro de la
tarde.

El Coronel León, al ver que las tropas de


Ibañez se encontraban protegidas por el
bosque y que los soldados a. su mando
caían como langostas ante las balas del
enemigo, optó por dejar el campo descubier­
to para internarse también en el monte.
Mientras tan to , el coronel Romero que se
encontraba herido, hacia volver a cinturona-
zos. a los soldados que intentaban abandonar
el combate. (14)

doce leguas de la capital (cruzando el Río Grande),


había ocurrido un choque entre tropas del gobierno
y cierto número de hombres del pueblo mandados por
el Dr. D. Andrés Ibáñez, caudillo revolucionario
que se hallaba ocupando desde algún tiempo las
inmediaciones de la capital, en donde había creído
deber declararse en estado de abierta rebelión".
(Del informe de la Comisión Científica Médico-
quirúrgica Italiana. 1876) pagina ó.

14.- Manuscrito Lara. p .79.

51
La victoria se perfilaba a favor de Ibañez,
pero sucedió' que los igualitarios habían
organizado el plan de acción con un cuerpo
de reserva de cincuenta hombres, al mando
del capitán Egüez, a quien se le encomendó
además la custodia, de los caudales. Sin
embargo, en el momento de requerirlos
para entrar en combate, Egüez y la reserva
ya habían abandonado el campo, llevándose
los recursos económicos y dejando a sus
compañeros a merced del enemigo.

La inesperada, traición de Egüez y sus


cóm plices, inclinó la derrota al lado de los
¡bañistas, puesto que el coronel León penetró
en el campo contrario tratando de rodear
a los rebeldes con fuego persistente, ataque
que provocó la fuga de los igualitarios,
siendo Ibáñez el último en hacerlo, según
testimonio de los mismos combatientes.

El avance desesperado del coronel León fue


mal interpretado por Romero, al suponer
que tenía intenciones de incorporarse al
enemigo, por lo que con furibundos gritos
lo desaprobó, sin embargo los acontecim ien­
tos demostraron que estaba equivocado,
porque con ese ataque se consolidó el
triunfo, disipándose sus sospechas.

La actuación del comandante Octavio Rojas


Rutz fue muy ponderada de parte del coman

52
do de las fuerzas gubernamentales, habien
do sido este oficial ascendido a teniente
coronel.

Según la descripción del cura Lara que


hemos venido siguiendo, el enfrentam iento
tuvo lugar a cuatro leguas al naciente del
Río Grande, agregando que en ese combate
perdieron la vida alrededor de trescientas
personas en tre ambos bandos. (15) Los
informes obtenidos por Pedro Kramer dan
cuenta que las bajas fueron en igual propor­
ción para ambas partes, sin especificar
cantidad.

Los cadáveres tuvieron que ser sepultados


en una sarteneja o quebrada seca.

La Comisión Médico-quirúrgica Italiana,


que se encontraba en esa época en Santa
Cruz, se contituyó en el lugar donde se
produjo el combate a socorrer a quienes
requirieron auxilio. Entre jefes, oficiales y
soldados, lograron curar a veinte personas
de sus heridas, presumiéndose que muchos
igualitarios perecieron en el monte, después

15.- No se ha podido establecer con un grado de aproxi­


mación confiable la cantidad de combatientes y
bajas por bando, puesto que, como se verá más
adelante, Jerónimo Otazo indica una cantidad muy
inferior g la que da el cura Lara.

53
de pasar horribles sufrimientos por carecer
de asistencia médica y principalmente de
agua. Un contingente de mujeres voluntarias
constitufdo por familiares de los d esapareci­
dos, recorrieron el bosque aledaño y encon­
traro n solam ente a un herido.

A su retorno a Santa Cruz, las fuerzas del


gobierno fueron recibidas con manifiesto
regocijo por la satisfecha aristocracia que
proyectaba hacer repicar las campanas de
las seis iglesias, para festejar la victoria.
Pero Romero, compungido por los numero­
sos inmolados, desaprobó la idea, por
considerar "que no era justo escuchar el
jubilo de las campañas por el derramamien
to de la sangre de los constitucionales,
que por liberar al país de la plaga igualita
ria, ofrendaron sus vidas". Pidió en
cambio que giman éstas, en manifestación
de duelo por los muertos. *

* Versión de Jerónimo Otazo

Jerónimo Otazo tiene o tra versión de los


sucesos, la que no está en contraposición
a la anterior, sin embargo presenta algunas
variantes. Refiere que al llegar Ibáñez a
San José de Chiquitos, trazó un plan que
le dió buen resultado. En esa localidad se
encontraba de asiento el coronel Rojas, al
mando de veinticinco soldados. El plan

54
consistía en tom ar al comandante en su
domicilio y sitiar al piquete en el cuartel.
Llevado a la práctica el proyecto, se logró
el objetivo deseado sin tener que lamentar
derram am iento de sangre.

Con las armas obtenidas en el asalto y las


que le brindaron algunos simpatizantes de
la causa, organizó una columna de sete n ta
y cinco hombres, bien provistos de municio­
nes y animosos para enfrentar al adversario.
Con ellos inició la contram archa a Santa
Cruz. Después de algunos días de caminar
sin obstáculos, recibió la noticia que el
coronel Romero venía a su encuentro, a la
cabeza de un numeroso Contingente.

Cuando llegó al sitio que llaman la Encruci­


jada, punto estratégico donde convergen
los caminos que conducen a San José y
Santa Rosa de la Mina, logró informarse
de la aproximación de las tropas enemigas,
las cuales habían cruzado el Río Grande.
Ante esta situación, detuvo la marcha e
hizo despejar el camino por donde debían
aparecer los contrarios y con la madera
verde de los árboles derribados, construyó
barricadas para la protección de los suyos.

El conjunto de la tropa lo dividió en dos


grupos, uno de cincuenta hombres con
quienes debía enfrentar a las fuerzas puniti­
vas en acción inmediata, y otro de veinticin

55
co, destinado a reforzar con posterioridad
los puntos débiles que pudieran presentarse
en el com bate. Esta fracción de reserva
quedó al mando del capitán Rafael Egüez,
a quien además se le confió la caja con
el dinero en efectivo del batallón.

El coronel Romero llegó al lugar previsto


con sus doscientos soldados. Eran las dos
de la tard e cuando se inició el combate
con valor extraordinario, habiendo derroche
de heroísmo por ambas partes, rayano en
la ferocidad. La matanza se prolongó por
tre s horas consecutivas, inclinándose por
momentos la victoria en favor de los comba
tien tes capitaneados por Ibáñez. Este,
para consolidar el triunfo, acudió a la
reserva que debería estar lista para a tac a r
cuando se lo pidieran, pero Egüez y sus
secuaces ya habían abandonado su puesto
del deber, por el interés de aprovecharse
de los dineros que tenían en su poder,
consumando de e sta manera la traición
que volcó el triunfo a favor de los constitu­
cionales.

Romero y León demostraron ser veteranos


en el a rte de la guerra y no retrocedieron
en ningún momento. Con tenacidad sostuvie
ron el combate hasta las últimas consecuen
cias. El enfrentam iento tuvo lugar el dia
quince de noviembre de 1875, no existiendo
datos y coincidentes sobre la cantidad de

56
muertos y heridos que quedaron en el
terreno, pero se sabe que los vencedores
trabajaron dos dias consecutivos cumpliendo
unos con el deber de socorrer a los heridos
y otros, de enterrar a los muertos, empren
diendo después el regreso a Santa Cruz.

Al pasar por el Río Grande, Ibáñez los


contempló desde la orilla opuesta. Esto
se explica porque a las siete de la noche,
después del combate, Ibáñez se encontró
con un amigo que traía una tropa de
ganado, en medio de la misma paso entre
sus enemigos sin ser reconocido.

El coronel Romero retornó a su base con


tre in ta y cinco soldados y un corneta
solamente, y la pena de haber perdido
tantos hombres en la acción. Desde la
batalla de El Pary, en tiempos de la Guerra
de la Independencia, no se habían vivido
momentos tan angustiosos como los pasados
entonces, por el resultado de la pérdida
de tan tas vidas.

A su llegada a la ciudad, el coronel Romero


fue felicitado por un amigo en premio de
su triunfo. Este le respondió abatido:
"Gracias. Felicítam e por haber salvado la
vida milagrosamente. Nunca en mi vida
había estado en un com bate más sangriento
como este; yo creí batirm e con un colegial,
y he combatido con un coronel, mucho

57
más militar que yo". (16)

* Versión Oficial

Con el objeto de aportar mayor objetividad


e información fidedigna, aunque parcializada,
de los hechos referentes al com bate de
"Los Pororós", se transcriben sin comentario
los informes del LIBRO COPIADOR DE
LAS JEFATURAS POLITICAS Y MILITARES,
manuscrito dictado por Romero. De este
valioso documento se conservan algunas
piezas. En esa época, el citado libro
tenia la función de los archivos actuales.

(1875) septiembre 28 - N5 36 - "Con


sentimiento comunico al Sr. Ministro, que
el indigno Diputado Dr. Andrés Ibáñez se
ha revolucionado por segunda vez contra el
Gobierno Constitucional, y se halla con
una fuerza armada en el Guapay, lím ite
entre la Provincia del Cercado y la de
Chiquitos, en actitud de invadir la ciudad.
Sin embargo, puedo asegurar al Sr. Gral.
Ministro, que el vecindario y los laboriosos

16.- Otazo, Jerónimo, obra citada p.p.10 y 11

58
artesanos, manifiestan su disgusto por esta
alteración del orden público y además, que
la lealtad y decisión de los señores jefes
y oficiales que tengo la honra de mandar,
escarmentarán por segunda vez a los vagos
mal entretenidos, que son los secuaces del
cabecilla comunista".

Octubre 12 - n M O - "Me es necesario


comunicar a Ud. que el desmoralizador y
corruptor de la sociedad Dr. Andrés Ibañez,
después de haber permanecido ambulante
por las riberas del Río Grande, sin atreverse
a salir de los bosques, ha marchado con
una cuadrilla de 60 hombres a la Prov. de
Chiquitos, con el fin de sorprender al
Sub-prefecto y apropiarse del armamento.
Esta Comandancia General, en cumplimiento
de su deber ha tomado todas las medidas
necesarias y tiene la firme convicción de
conservar el orden amenazado por ese
populachero.- Dios guarde Ud.".

Octubre 31 - n^ 46 - "Cumplo con el


deber de comunicar a Ud. que el dia de
hoy he recibido el desagradable aviso de
que el Sub-prefecto de la provincia de
Chiquitos, Tcnl. Antonio Rojas, ha sido
sorprendido en el pueblo de su residencia,
San José, por don Andrés Ibáñez, que para
ponerse a cubierto de sus torturas, emigró
de esta ciudad acompañado de una cuadrilla
de hombres mal intencionados, que junto

59
con él, se hallaban bajo la acción de la
ley. Este acontecim iento que ha alarmado
a los vecinos de la provincia de Chiquitos
y con mayor razón a los de esta capital,
me ha puesto en el imperioso deber de
marchar a la cabeza de cien hombres organi­
zados en ésta con el fin de escarmentar a
los amotinados que han entrado en posesión
de algún numero considerable de armas
que tenía a su cargo el expresado Sub-pre-
fecto".

"Esta determinación que fue acordada más


antes, no se puso en ejecución por no
tener las armas suficientes y demas p e rtre ­
chos que ha sido preciso arreglar convenien­
tem e n te con el Sr. Prefecto del Departamen
to para obrar en el sentido expresado.
Tengo a bien ponerla en conocimiento d e
Ud. y por su órgano en el del Sr. Presidente
de la República a quien le ruego se sirva
im partirle tan desagradable suceso, a c e p ta n ­
do Ud. mis respetos y aprecio.- Dios
guarde a Ud.".

Noviembre 13 - n9 48 - "al Sr. Gral.


Ministro de ia Guerra. Sr.: Con ésta
marcho a la cabeza de ochenta soldados a
la Provincia de Chiquitos, con el firme
propósito de batir y aniquilar al faccioso
Andrés Ibañez, que se halla en el pueblo
de San José. Al efecto he tomado todas
las precuaciones que aseguran el orden

60
público de este departamento, y el éxito
favorable que me propongo de escarmentar
a los enemigos de la ley. No podía mar­
charme Sr. Ministro, sin que llegaran 25
hombres de! pueblo de Samaipata, para
contener en esta plaza las maniobras que
pongan en juego los adeptos del bandolero.
Previsión que la prudencia aconsejaba,
aparte de la carencia absoluta de fondos
para cancelar la tropa y aprestar los
elem entos indispensables a una marcha
dilatada: todo esto se halla realizado.
Ayer llegaron los 25 valientes al mando
del Subprefecto Napoleón Gómez, fuerza
que permanece en esta plaza, al mando
del mismo.- Lo que pongo en conocimiento
del Sr. Presidente de la República por el
digno órgano de ese Ministerio".

Noviembre 29 - nS 50 - "Con el propósito


de dar una lección de escarmiento al
faccioso Dr. Anrés Ibáñez, marchamos de
esta ciudad a la provincia de Chiquitos el
18 del presente mes y a distancia de 14
leguas, en el lugar llamado "Los Pororós",
el día 23, horas once de la mañana, -descu­
brimos al enemigo, que en acecho se
habia colocado artificiosam ente en el
bosque, parapetado por gruesos troncos de
madera. Desde allí nos hicieron un fuego
certero que recibimos a cuerpo descubierto,
hasta conseguir desalojarlos de esos vergonzo
sos parapetos, a los 50 minutos de sangrien-

61
to com bate, donde quedaron sepultados
ocho valientes y heridos 14 de nuestra
p a rte , como consta en la adjunta lista.
De los perturbadores perecieron 6 y heridos
se han tomado 3, fuera de los que huyeron
a! bosque. Todos los Jefes y Oficiales
han cumplido su deber militar, combatiendo
a mi lado, con la tranquila resignación del
que sostiene la bandera de la ley. El
bravo Tcnl. Saturnino León, los esforzados
comandantes Gumercindo Segura y Octavio
Rojas, como los valientes y distinguidos
Mayor Félix Mercado, Capitán Mariano
Rivera, Mayor Manuel Rojas, Ignacio Monte­
negro, el joven Francisco Guardia (17) y
Nicacio Egüez, a quienes nombré oficiales
de la 2a. Compañía: todos merecen la
consideración del Gobierno por ei leal
com portam iento con que se han manejado,
salvando al pueblo de los enemigos de la
ley. Lo que pongo en conocimiento del
Sr. Presidente de la República por el
digno organo de ese Ministerio".

"R eitero al Sr. Gral. Ministro las considera­


ciones de mi estimación y respeto.- Dios
guarde a Ud. Sr. Gial. Ministro. I. Romero".
77) Fra ncis co Gu ard ia na brí a de ser qu i en un año
después, el pr i mero de oc t ubre de 1876, trató de
im pedir que Romero ajri e s g a r a la vida, cu and o se
pr o dujo el amo t i n a m i e n t o del cu artel . Ro mero en
re spuesta le di s paró un tiro, p r o v o c á n d o l e la
mu erte.

62
En ías tre s versiones que se dan sobre los
acontecimientos de Los Pororós, las fuerzas
represivas no llegaron a coronar el objetivo
deseado, cual era de capturar vivo o muerto
a íbáñez. Este anduvo ocultándose por los
caseríos circunscritos a la proximidad de
Puerto Pailas, cambiando constantem ente
de lugar para confundir a sus perseguidores
y evitar que lo tom aran de sorpresa, puesto
que las hostilidades seguían y tal vez con
más fuerza pero en silencio. La p ersecu­
ción era porfiada y sin cuartel, sin embargo,
a los pocos meses de haber estado cam bian­
do de escondite, retornó a la ciudad d isfra­
zado de enfermo, refugiándose donde una
amiga suya de nombre Antonia, Alias "La
Curro". Allí permaneció por algunos dias,
pero el constante tem or de ser aprehendido,
a consecuencia de alguna delación o descui­
do, lo obligaba a cambiar de lugar y perma
necer a lerta, confiando en las noticias
confidenciales que le traían sus leales
partidarios y hacían servicio de contraespio­
naje, conociendo la crueldad de los adversa­
rios que deseaban ahogar en sangre cu al­
quier movimiento que no respondiera a los
lineamientos de la clase dirigente. *

* Amnistía y elecciones
En el mes de febrero de 1876, el gobierno
nacional lanzó la convocatoria a elecciones
generales, decretando la consiguiente amnis-

63
tía a los reos y perseguidos políticos.

Este decreto favoreció a Ibáñez y sus


parciales que permanecían en la clandestini­
dad. Lo primero que hizo el connotado
político para reorganizar su partido fue
publicar un boletín, invitando al pueblo a
reunirse en casa de su padre. La concurren
-cia de los igualitarios fue disciplinada y
masiva, llenándose los interiores de la
espaciosa residencia, el patio, y no habiendo
cabida para todos, muchos prosélitos tuvie­
ron que agruparse en la calle, ansiosos por
escuchar nuevamente a su líder.

El doctor Carlos Melquíades Barbery inaugu­


ro la sesión con palabra.s de bienvenida y
agradecimiento a los asistentes. Seguida­
mente planteó la reorganización del Partido
Igualitario, formando ei Directorio, que
debia constituirse de inmediato y dedicarse
a sus labores. La moción fue aprobada
por aclamación y sometidos los nombres
de los ciudadanos más representativos al
voto de los participantes, salieron elegidos
los siguientes doctores: Carlos Melquíades
Barbery, Andrés Ibáñez y Francisco H ere-
dia. Al primero le correspondió la presi­
dencia, al segundo la prim era vicepresiden­
cia y al tercero la segunda vicepresidencia.
También se nombraron dos secretarios y
cincuenta vocales para completar la directi
va.

64
Una vez designados los responsables de
dirigir al partido, tomó la palabra el nuevo
presidente, exhortando a la ciudadanía a
participar activam ente en las próximas
elecciones, de las cuales saldrían elegidos
los representantes que llevarían al parlam en­
to la voz genuina del pueblo. Le siguió
en el uso de la palabra el doctor Ibáñez,
quien pidió el concurso de sus seguidores
para rehacer la patria, adormecida bajo la
conducción del anciano presidente Tomás
Frias. En este punto de su discurso
proclamó la candidatura del general Hila­
rión Daza, proponiéndolo para la presiden­
cia de la República. La muchedumbre
que escuchaba a te n ta prorrumpió en
atronadores aplausos, apoyando sin reservas
los planes electoralistas de sus dirigentes.
Los oradores que después ocuparon la
tribuna, coincidieron en los puntos básicos
expresados . por sus antecesores, pidiendo
el apoyo del pueblo en la campaña proseli-
tista.
"Los igualitarios partían del principio de
que, de manera general, el país correría
la misma suerte" con Daza o con Santiva-
ñez", sin embargo, dieron sus votos por el
primero. Un cálculo equivocado les empujó
a creer que cogidos de la casaca del Jefe
castrence podrían cobrar preeminencia
política. A parentem ente el Club (Partido
Igualitario) comulgaba con el programa
electoral de Casimiro Corral, muchas de

65
las ideas de éste eran de su agrado; pero,
antes de perm anecer fiel a sus ideas,
prefirió sacar ventaja momentánea de la
coyuntura polftica. Bien pronto los seguido­
res de Ibañez se rebelarían contra el orden
constituido y Daza supo darles golpes de
una crueldad incomparable". (18)

Por p a rte del doctor José Maria Santibañez,


candidato oficialista a la prim era magistratu
ra de la república, se presentó el doctor
Antonio Vaca Díezr como su portavoz y
representante departam ental. El talentoso
y popular médico, inició su campaña e le c to ­
ral con la publicación del periódico "El
Cometa", fundado con fines proselitistas.
En el primer número del diario se convocó
al pueblo a una reunión en casa de las
señoras Hurtado, situada al fren te de la
iglesia catedral, para tra ta r sobre los
preparativos de la campaña, al mismo
tiempo que invitaba a la ciudadanía a
respaldar su candidatura.

Sabedor Vaca Diez que Ibáñez había procla­


mado al "Gran Capitán del Siglo" - Hilarión
Daza - como al único hombre capaz de
levantar la patria de la postración en que

18.- Guillermo (1967) Historia del movimiento


obrero en Bolivia p. k25

66
se encontraba, a manera de réplica basó
su discurso inicial en un análisis de la
tray ecto ria política y militar del general
Daza, acopiando su c rític a de comentarios
negativos que eran de conocimiento público,
como el de haberse vendido al general
Agustín Morales por diez mil bolivianos, y
tomado p arte en el ultraje al poder legisla
tivo, (haciendo tocar una banda de música
en el recinto parlam entario, para clausurar
la sesión). Su enardecido discurso estaba
logrando éxito por la fogosidad de sus
argumentos, pero en un desliz hizo resaltar
por sobre todas las cosas los méritos de
la "juventud ilustre", p erten ecien te a la
"categoría". Con voz vibrante se lo
escuchó decir:" Juventud ilustre, cuento
con vosotros que marcháis a la vanguardia
de la civilización, con vuestro patriotismo
y empuje que deis mañana a la lucha,
todo habrá concluido y tendremos la gloria
de hacer flamear nuestra bandera triunfal".

Esta fue la reafirmación de fé del doctor


Vaca Diez, que buscaba el apoyo, sobre
todo de la clase más pudiente, por esta
razón no encontró en su discurso las pala­
bras espontáneas que lo hicieran captarse
la simpatía de la población menos favoreci­
da, pero sí de la "categoría", de aquella
clase social que alardeaba señorío y superio­
ridad innatas, resabios de la época colonial.

67
Los artesanos que no se consideraban
p arte de la "juventud ilustre" sino extraños
en esa reunión selectiva, abandonaron el
recinto para integrarse al partido igualitario,
el cual estaba más de acuerdo con su
manera de ser y de pensar.

Conforme transcurría el tiempo, iba a r r e ­


ciando la lucha por ganar el voto de los
electores, temiéndose que de un momento
a otro se a te n ta ra contra la libertad o
integridad física del candidato opositor
más combatido por el oficialismo, sin
embargo, los políticos ladinos que d e te n ta ­
ban el poder no se atrevieron a tomar
acciones represivas contra el candidato
de Daza, por temor a la venganza que
pudiera sobrevenir, en caso de llegar a la
presidencia de la república el general
Ministro.

El tres de mayo de 1876 se llevó a cabo


la última reunión del Partido Igualitario
con propósitos electoralistas. Al calor
del entusiasmo colectivo, Ibáñez arengó a
los electores en los siguientes términos:

"Señores: los momentos que nos ocupan


son los más trascendentales para nuestra
patria, del esfuerzo de mañana ella surgirá,
o m archará directam ente a su ruina. No
quiero recordaros del trágico panorama
que contemplamos ayer, durante el gobier­

68
no que agoniza; tampoco quiero golpear
el corazón de las viudas, de los huérfanos
y parientes de los que ayer murieron
luchando en favor de nuestras instituciones
libres. Quiero sí, que avancemos más
allá con una política de reconciliación".

"Conciudadanos, os ruego que echeis un


velo sobre todo lo pasado, y que mañana
sin rencor para nadie, concurráis a deposi­
tar vuestros votos en las ánforas electora­
les". (19)

El doctor Carlos Melquíades Barbery le


sucedió en el uso de la palabra, para
hacer un recuerdo de la opresión que
fueron objeto los opositores al gobierno,
entre ellos los igualitarios, y de los desa­
ciertos cometidos por el doctor Tomás
Frías en el ejercicio del gobierno nacional.
El discurso completo se transcribe en el
apéndice.

Unos días antes de los comicios, el general


Hilarión Daza dió el golpe de estado del
cuatro de mayo y derrocó al dcctor
Tomás Frías, proclamándose presidente
provisorio de la república. Mientras
tanto en Santa Cruz nc se conocieron
tales acontecimientos, por la fa lta de

1 9 . - Otazo, Jerónimo, obra c i t a d a , p. 16

69
comunicación y por la distancia. Por
estas razones las elecciones se llevaron a
efecto, para lo cual a partir de las seis
de la mañana del día señalado se procedió
a instalar las mesas receptoras para dar
comienzo al acto que se desarrolló con
aparente normalidad, sin ten er que lam en­
tarse enfrentam ientos entre los bandos
que pugnaban por ganar el favor popular,
asf como tampoco intromisiones o represa­
lias de las fuerzas gubernamentales.

La consulta eleccionaria se realizó baje


el acatam iento de las normas legales,
asimismo durante el escrutinio se observó
buen comportamiento, comprobándose el
triunfo del general Daza. A las ocho de
la noche de ese mismo día, Ibáñez despa­
chó un correo extraordinario a la sede
del gobierno, encomendando el trabajo a
un conocedor que munido de los p e r tr e ­
chos necesarios, y montado en un buen
animal, hiciera fren te a las dificultades
cubriendo el recorrido. El correo llevó
los resultados que se obtuvieron del
recuento de votos y las c artas de felicita­
ción al candidato presidencial ganador
de la elección, tan to de parte del doctor
Andrés Ibáñez, como de Carlos Melquíades
Barbery.

70
* Intrigas
La calm a y el orden observados en las
elecciones fueron p a rte de la tram oya
preparada por los oficialistas, quienes
presintiendo el triunfo de los candidatos
opositores, no estaban dispuestos a soltar
la plaza. Por eso recurrieron a medios
vedados, como el de cambiar el contenido
de las c artas que enviaba Ibáñez, poniendo
otras en su lugar, portadoras de los embus­
tes que a ellos les convenía transm itir a
los personeros del gobierno. Para este
fin ya tenían todo previsto en Samaipata,
donde las autoridades provinciales estaban
confabuladas para consumar la infamia.
Cuando llegó el correo extraordinario de
Ibáñez a esa localidad, lo detuvieron y le
quitaron la correspondencia, para sustituirla
por otra que enviaron por correo oficial
que debía partir llevando dcce comunicacio
nes, remitidas por distintas autoridades y
sus acólitos al general Daza. En ellas se
a lterab a cuanto había ocurrido en las
elecciones pasadas, apareciendo ellos
como artífices de la victcria de Daza,
mientras que a Ibáñez se lo pintaba como
a su enemigo capital. Estas c artas debían
ser entregadas solamente después de
conocerse que el general Daza hubiera
ganado en todo el país. (20)

2 0 . - Otazo, Jerónimo, obra c i t a d a , p-20

71
Al llegar el correo ordinario a Cocha-
bamba, se cruzó con el extraordinario'
que venia desde la sede de gobierne.
Entre la correspondencia oficial se encen­
trab a el nombramiento de prefecto de
Santa Cruz, consignado para el doctor
D em etrio Roca. El destinatario se guardó
el documente sin hacerlo conocer a las
otras autoridades, hasta esperar una
mejor oportunidad. En la misma valija
recibió su ascenso a comandante general,
el coronel Ignacio Romero.

Posteriormente llegó otro correo ccn la


información de la asunción de Daza a la
prim era magistratura por gclpe de estado,
del 4 de mayo de 1876, inmediatamente
el cuartel se pronunció en favor del
general golpista.
Al día siguiente se presentó Demetrio
Roca con su nombramiento a asumir la
prefectura.
Ante las apócrifas manifestaciones de
adhesión que llegaron a D¿tza desde Santa
Cruz, el presidente se sintió confundido
por la contradicción que había y para
despejai su equivoco, consultó las c artas
que Tbañez le había escrito con a n terio ri­
dad Incrédulo, les respendió a cada uno
de los doce apóstatas en los siguientes
términos:

72
"Estimado amigo: No puedo aceptar nada
sobre la situación que usted me presenta:
he leído y releído las cartas de mi amigo
Ibañez, y de todo, no arranco sino que es
un amigo franco y sincero, y como en
todas me promete su decidida actuación
a mi favor, asegurándome, a la vez, el
triunfo, me confundo al leer su carta y
no me explico nada sobre lo que me
refiere". Atentam ente, Hilarión Daza".
( 21 ).

Ai recibir los destinatarios e sta respuesta


desalentadora, ya tenían determinado
destruir al doctci Ibáñez. Para llevar
adelante este plan, decidieron seguir
cortándole toda comunicación con el
general Daza, violando su correspondencia
y la de sus seguidores ccn el propósito
de adulterar o destruir su contenido. De
acuerdo con esta campaña de difamación
falsearon las noticias procedentes de
S a rta Cruz, anunciando unas veces que el
dirigente igualitario había tomado el
cuartel, o propalando cualquier o tra m enti­
ra. Con tan to rigor se dedicaren a te rc e r
la realidad, que Daza no sabía nada de
Ibáñez, ni Ibáñez sabía de Daza.

2 1 . - Otazo, Jerónimo, obra c i t a d a , p.21

73
La intensidad de los embostes fue c re cie n ­
do a tal punto de cambiar la opinión del
mandatario, haciendo que éste ordenara
al comandante Carrasco, uno de sus hom ­
bres de confianza, alistarse para salir con
rumbo a Santa Cruz, llevando dos c artas
confidenciales que debían ser entregadas
en manos propias a los destinatarios. A
su llegada a Cochabamba, el comandante
Carrasco se encontró casualm ente con
Jerónimo Otazo y otra persona no identifi­
cada en la fonda de un señor Gareca.
En el curso de la conversación estab lecie­
ron una cordial amistad, la cual se fue
afianzando al calor de unas copas que
amenizaron el diálogo. Otazo le confesó
que e ra muy amigo de Ibáñez, y Carrasco
a su vez le trasm itió el secreto de ser
portador de una delicada correspondencia,
que a su parecer era muy peligrosa para
Ibáñez. Convinieron entonces reunirse al
día siguiente en un domicilio particular y
reservado para enterarse del contenido de
las cartas.
A la hora señalada del dfa siguiente,
concurrieron a la cita. Carrasco mostró
los oficios, manifestando su inquietud de
esta manera: "Para mí estas dos cartas
encierran algo muy grave contra el doctor
Ibáñez, y como yo lo estimo y lo he
estimado siempre a este caballero, porque
es muy bueno y generoso, prefiero sufrir
lo que venga, pero después de salvarlo".

74
Una de las c artas estaba dirigida al
doctor Roca, prefecto y la o tra al coronel
Romero, comandante. En ellas se leía lo
siguiente:

"Querido amigo: En esta fecha le mando


al doctor Ibáñez el despacho de teniente
coronel, pero no es un verdadero despacho,
es una celada que le tiendo para hacerlo
venir, y asentarle aquí la mano". Su
amigo, Hilarión Daza". (22)

Salta a la vista el gran aprecio que le


tenían propios y extraños a Ibáñez, al
punto de sensibilizar al com andante C arras­
co, que era procedente de La Paz y
hombre de confianza de Daza, para que
no se detuviera ante el riesgo de perder
su propia vida, como él mismo lo dijo.

Después de informarse del contenido de


las c artas y colocarlas en sobres nuevos,
acordaron con Otazo enviarle una misiva
al doctor Andrés Ibáñez comunicándole
las verdaderas intenciones de Daza.

Para burlar la requisa de la corresponden­


cia que se practicaba en Samaipata, la
c a rta que hicieron dirigida a Ibáñez,
acordaron rem itirla dentro de o tra rotulada

2 2 . - Otazo, Jerónimo, obra c i t a d a pp. 24 y 25

75
a nombre del hermano de Otazo, quien
debía en tregarla al doctor Durán Canelas,
para que éste se la diera a Ibáñez. El
correo oficial con la misiva delatora salió
con unas horas de anticipación. De
acuerdo con lo convenido, Carrasco partió
a las siete de la noche para darle ventaja
al correista.

Todo resultó conforme a las previsiones


que se habían tomado, puesto que después
de largos días de viaje, el correo llegó a
Santa Cruz y Durán Canelas recibió el
encargo. Sabiendo que se tra ta b a de
algo im portante, sin pérdida de tiempo se
dirigió a la casa del doctor ibáñez a
hacerle llegar en forma reservada la
misiva. Este se encontraba festejando su
nombramiento de teniente coronel y al
en terarse de su contenido, palideció
por la ira y la sorpresa de sentirse engaña
do en esa -forma. La realidad de los
acontecimientos se presentaba con otro
cariz, obligándolo a defender su vida a
todo trance, juntam ente con la causa de
su pueblo. *

* Nuevamente la clandestinidad

A consecuencia de esta información inespe­


rada, Ibáñez volvió a la clandestinidad,
refugiándose en Cotoca y sus alrededores,
en las casas de sus invariables amigos,

76
que aunque temerosos, con gusto lo a co ­
gían. A partir de entonces se intensifica­
ron las intrigas y persecuciones de p arte
de sus d etracto res, malquistándolo con
las autoridades del gobierno central.

Según el manuscrito IGUALITARIO, el


ex - prefecto Aguirre estaba convencido
que Ibáñez e ra un personaje favorecido
por la Naturaleza, puesto que varias
veces había salvado la vida en combates,
fugas y encrucijadas que le tendieron.
Por esto, gustoso (23) decidió, en su
oportunidad, renunciar al cargo de p re fe c ­
to en favor de Demetrio Roca, nombrado
por el gobierno, ardiente rival del caudillo
igualitario. El nuevo p refecto convocó a
los enemigos de Ibáñez a la "reunión
sigilosa", como se dio en llamar a una
serie de entrevistas a puertas cerradas
que se llevaron a cabo en la casa del
deán Cosío, (24) cuyo único objeto era
el de tom ar acuerdos para deshacerse

23.- Sin embargo, Jerónimo Otazo manifiesta que el


nombramiento de prefecto en favor de Demetrio
Roca, fue causal suficiente para que Aguirre se
enfermara de gravedad.
2 b . - Luz sobre los sucesos de Santa Cruz. Liberación
del doctor Andrés Ibáñez. Santa Cruz, Noviembre
1876. Imprenta de Chávez y Hermano.

77
del político alborotador, pues "predecían
que Ibáñez, llegando a un gigantesco
poder, sería el azote no solam ente de
Bolivia, sino aún del hemisferio, o hasta
ser un segundo Mahoma".

Después de varias deliberaciones infructuo­


sas, tomó la palabra el teniente coronel
Urdininea para sugerir que sería mejor
ofrecerle a Ibáñez teda clase de garantías,
enviándole una c a rta en este sentido, con
el fin de atraerlo sin recelos, "y ya en
nuestras manos, procederemos a disolverlo
sin escándalo". La moción fue aprobada
por los asistentes, teniendo en cuenta la
simplicidad de su ejecución, al mismo
tiempo que depositaban su confianza en
la eficacia de las autoridades militares.

Es así que el caudillo igualitario, al


recibir la c a rta llena de elogios y prom e­
sas de amistad, no concibió los alcances
de la traición que le esperaba. Partiendo
de Cotoca, decidió abandonar la vida de
fugitivo que tantas molestias causaba a
quienes lo hospedaban, como a él mismo,
y cerró los ojos ante el futuro incierto,
regresando a la ciudad.

En la plazuela del cem enterio lo aguardaba


mucha gente cuando hizo el ingreso ya
anunciado. Una fuerza de tre in ta hombres
armados, en formación de guardia de

78
honor, se hizo presente a la hora indicada.
Todo el pueblo se había enterado de la
llegada de Ibáñez y acudió a verlo volver
triunfante, y con mayor razón sus p a rtid a ­
rios, que concurrieron a recibirlo con
muestras de admiración y simpatía. De
manos de la señorita Ignacia Suárez (25)
le fue entregado un presente floral, que
lo agradeció visiblemente emocionado.

Tomando la calle Junín, (que antes tenía


el mismo nombre de un extrem o a otro
de la ciudad), se dirigieron a la Casa de
Gobierno, donde Ibáñez era esperado por
las autoridades que lo saludaron uno por
uno, dando la apariencia de verdadera paz
y amistad.

* Apresamiento de Ibáñez

Después de este caluroso recibimiento,


que hubiera podido ser el comienzo de
una verdadera tranquilidad colectiva,

25.- Al año siguiente, por el hecho de haber sido


la portadora de la mencionada ofrenda floral, el
Jefe Superior Político y Militar del Oriente,
general Carlos de Villegas, le impuso a la señori­
ta Suares una fuerte multa, cuando estaba en su
campaña punitiva contra Ibáñez y sus partidarios.

79
Ibáñez gozó de algunos días de genuína
libertad, durante los cuales atendió las
visitas de sus numerosos adherentes que
venían a testimoniarle la lealtad y el
respeto que le profesaban. Nadie desconfia
ba que la reconciliación fuera una tram pa
tendida para después asestarle la puñalada
por la espalda. Hasta que en la noche
del veintinueve de agosto fue tomado
preso por el mayor de plaza Demetrio
Urdininea, cuando se encontraba en com pa­
ñía del Cónsul peruano José Lino Tórrez
y o tras personas. A la cabeza de veinte
soldados, Urdininea le tendió una celada
apostándose desde las once de la noche,
h asta las dos de la madrugada, hora en
que lo sometieron por la fuerza y lo
condujeron al cuartel, sufriendo en el
tra y e cto los ultrajes de sus atacan tes.
( 26 )

26.- Posteriormente, cuando fue liberado Ibáñez, a


solicitud de la esposa de éste, el cónsul del Perú
en Santa Cruz,, hizo la siguiente declaración:
"Vice-Consulado del Perú. El suscrito, accediendo
a la petición anterior, dice: que estando la noche
del 29 de agosto de visita en casa de doña Antonia
Oliva, entraron a ella los doctores José Mariano
Duran y Andrés Ibáñez, este se me insinuó por
repetidas veces lo acompañara a dar un paseo, lo
que se verificó; y habiendo andado unas tres
cuadras, se presentó la fuerza pública y tomó

80
Según el manuscrito FASTOS, los hechos
sucedieron de la siguiente manera:

29 de agosto - A las doce de la noche,


encontrándose en compañía del vice cónsul
peruano José Lino Tórrez, Lorenzo Coelho
y otros, Ibáñez fue apresado por el mayor
de plaza Demetrio Urdininea, por orden
del coronel Romero, acusado de conspira­
dor.

30 de agosto - El p refecto doctor Roca,


mediante nota dirigida al comandante
general, coronel Romero, solicita inform a­
ción sobre el motivo del apresam iento de
Ibáñez. El coronel Romero le respondió
que se había hecho "para seguridad del
departam ento".

El coronel Romero ordenó que los oficiales


y soldados perm anecieran en el cuartel, a
objeto de reprimir cualquier atisbo de
subversión.

preso al citado doctor Ibáñez. Es lo que se


informa en la atestación de los hechos citados, y
para los usos que le convenga a la ocurrente.
Santa Cruz, Octubre 1 de 1876. Firmado J. Lino
Torrez". Luz sobre los sucesos de Santa Cruz
(1876). p.32

81
8 de septiem bre - Romero obtuvo noticias
de los aprestos de las fuerzas igualitarias,
que se armaban en Cotoca para liberar al
preso. Inmediatamente ordenó le colocaran
barras de grillos y lo acompañara un
centinela de vista, con el objeto de p ro ce­
der a victimarlo al primer disparo que se
escuchara en las cercanías del cuartel.

Según el documento LUZ, Romero y


Urdininea, tolerados por el prefecto Roca,
desplegaron una represión muy dura contra
los seguidores de Ibáñez, sepultándolo a
éste en un calabozo donde permaneció
engrillado y soportando los ultrajes a que
se refieren también en otros documentos,
como el caso del sargento "Carmelo
Barba, que se divertía inundando la comida
del preso, o bien orinándose en sus espal­
das, lo cual no pudo seguir haciéndolo
porque en una reunión de velorio, una
bala igualitaria lo despachó al otro mundo".
(27)

Hubieron noches en las que dos centinelas


lo custodiaban para mayor seguridad, con
la orden de fusilarlo al primer indicio de
revolución. Tal era el nerviosismo de los
cancerberos, que la noche del tres de

27.- Manuscrito Lara p.82

82
septiembre, con motivo de un altercado
que se produjo en tre ciertos extranjeros
que estaban borrachos, Romero y Urdininea
creyeron que el pueblo se levantaba en
armas y como medida previsoria, obligaron
a Ibáñez a colocarse de pie an te una
pared, disponiendo que a sus costados lo
vigilen dos tiradores, con instrucciones de
disparar al menor vestigio de revuelta en
la calle, o si la víctima intentaba moverse.

Aguijoneados por el estado de psicosis


colectiva, el ocho del mismo mes se
ordenó acuartelam iento general. A las
doce de la noche se escucharon dos dispa­
ros de armas de fuego, por lo cual el
cuartel se llenó de estupor y se moviliza­
ron las tropas. Tres secciones de soldados
se desplazaron a la cabeza del sargento
Guzmán, para verificar lo que acontecía.
En el tra y e cto se cruzaron con el p re fe c ­
to Roca y don Miguel Suárez Arana, que
se dirigían al destacam iento militar. Al
encontrarse con Romero, el p refecto le
dijo: "disparamos esos tiros con el objeto
de saber el estado del c u artel", a lo cual
Romero le respondió: "Así se hubiera
ejecutado a Ibáñez y usted iba a ser
responsable".

Volviendo al documentos FASTOS, se


relata en sus páginas que el tesoro público
carecía de recursos para afrontar los

83
gastos de la administración. De tal
magnitud era la falencia, económica que
el coronel Romero se vió obligado a
buscar dinero entre ios com erciantes
establecidos. Para ello mandó solicitar
en su nombre a un empleado de la com an­
dancia, para que le prestasen trescientos
pesos, con el objeto de cubrir los gastos
de traslado de Ibáñez a La Paz.
La búsqueda fue infructuosa, habiendo
tenido que recurrir a un pariente suyo
para obtener el dinero. Refiriéndose a
este hecho ingrato, Romero comentó con
un amigo: "Para sostener el orden se me
niegan cuatro reales. Pobre país, si es
que algún día llega a ser dominado por
Ibáñez". (28)

Pocos días antes de finalizar el mes de


septiembre, el coronel Romero le ordenó
a Demetrio Urdininea que entregase el
puesto de mayor de plaza al oficial Anto­
nio Moreno, para que pudiera dedicarse a
los preparativos de la marcha, puesto que
debía conducir a la sede del gobierno al
reo de rebelión, Andrés Ibáñez. La
anterior determinación le f u e ' transm itida
al prisionero por el mismo coronel R ome­
ro el veintiocho de septiem bre, habiéndose

28.- Anónimo, Manuscrito: Fastos de la Revolución del


doctor Andrés Ibáñez, p.2

84
dispuesto que la salida se efectu a ría el
primero de octubre de ias seis de la
tarde.

Es de hacer notar que no fue esta la


únicá fecha de partida prevista. por las
autoridades. Con anterioridad ya la
habían postergado por tem or a que los
partidarios de Ibáñez se arm aran y dieran
un ataque sorpresivo a la comitiva.
Era de esperar que así lo hicieran con el
obvio propósito de ponerlo en libertad,
ante los rumores de que sus guardianes
en el tray ecto , lo victimarían aplicándole
la ley de fuga. Esta posibilidad se a c r e ­
centó al habérsele negado a la esposa de
Ibáñez, doña Angélica Roca el permiso de
acompañarlo en el largo viaje. No
obstante las reiteradas negativas, ella
estaba dispuesta a partir cuando llegue
el momento.

85
LIBERACION DE IBAÑEZ

* Acontecimientos del primero de octubre

A pesar de estar uncido a gruesas barras


de hierro, Andrés ibáñez seguía siendo
una amenaza para los gobiernistas que ya
habían dispuesto sacárselo de encima.
Ese día Romero eligió quince soldados de
su en tera confianza, de los cincuenta que
integraban el batallón. A ellos les enco­
mendó la misión de conducir al preso y
de e star prevenidos para salir a la hora
indicada que se les haría conocer con
anterioridad. A las cinco de la tard e el
comandante Urdininea les distribuyó de
a diez proyectiles a cada uno de los
quince soldados que debían acompañarlo,
así como los víveres y otros enseres
indispensables para atender las necesida­
des del viaje.

Pero antes de la partida habrían de pasar


cosas imprevistas que se iban acumulando
como nubes de torm enta. La paga de
los soldados llevaba varios meses de atraso
porque no había dinero en el tesoro público,
al haberse agotado los recursos para

86
h acer fren te al "cháncelo" (29) y otros
aspectos que se sumaban al descontento
de la tropa. Como un gran privilegio se
les repartió a los integrantes de la c o m iti­
va de a doce reales por personas, sum a
que no cubría en lo más mínimo las
espectativas del mantenimiento de las
familias que quedaban a merced del
hambre, mientras dure ¡a ausencia de los
soldados que podría prolongarse por varias
semanas. Si no alcanzaba el dinero para
dejarle a la mujer e hijos, menos había
para llevar consigo en el penoso viaje.
Esta medida causó indignación en tre la
soldadesca que se encontraba semidesnuda
y con intenciones de rebelarse, tan to por
el pago insuficiente, como por el tra to
despótico que recibían, razón por la cual
cayeron en suelo fértil las propuestas de
conspiración lanzadas medio al descuido
por el cabo segundo Leandro Valladares,
quien había estado tratan d o de conquistar
en la cancha de gallos (30) a sus compañe
ros de armas, con el propósito de liberar
a Ibáñez. Haciéndoles conocer la propues­
ta que le formularon personas dignas de

29. - Cháncelo, nombre que se daba al salario.

30. - Cancha de gallos, lugar tradicional donde se


apuesta a los gallos de riña. Sitio de relaciona-
miento social.

87
su confianza, logró convencerlos a colabo­
rar en el amotinamiento. De esos arreglos
salió la consigna de hacer un tumulto
reclamando los pagos atrasados, antes
que se produzca la marcha hacia el in te ­
rior de la república, o sea, a la hora del
p arte de asistencia de las ocho de la
noche. El complot resultó p erfecto por
cuanto los jefes no d etectaro n ningún
com portam iento sospechoso en la tropa.
Sin embargo los acontecim ientos sobrepasa­
ron lo previsto debido a la violenta y
desatinada reacción de Romero para
enfrentar a los amotinados, como se verá
más adelante, dado que no fue posible
reducirlo mediante súplicas, sino repeliendo
sus ataques con la violencia que él lo
hizo. Los estragos que estaba causando
con sus armas a quienes le impedían el
paso, fueron respondidos en la forma
que jamás pensó que lo hicieran sus
subordinados. Finalmente Romero, fue
vencido por los que estuvieron a su
mando al no quedarles otra alternativa
que perecer ellos o acabar con la vida
de su Jefe. El incidente marcó una
etapa decisiva en la vida de Andrés
Ibáñez.

El coronel Romero y Urdininea se encontra


ban juntos, celebrando con otras personas
el cumpleaños de una amiga, cuando recibie
ron la noticia del alzamiento de la tropa.

88
Eran las ocho de la noche y el festín se
estaba realizando a pocas cuadras del
cuartel. Precipitadam ente el coronel te
mó del brazo a su lugarteniente obligándolo
a acompañarlo a reducir a los sublevados.
Como prim era medida, ambos se dirigieron
a sus respectivos domicilios con la finali­
dad de arm arse. Romero se puso al
cinto dos revólveres y un espadín, para
proseguir con la premura que el caso
exigía d irectam en te a su comande, hacién­
dose acompañar por dos ordenanzas.
Urdininea en cambio no fue del mismo
parecer, ya que se encontraba listo para
custodiar a Ibáñez y llevarlo al interior,
como no habría de partir con ese rumbo,
decidió hacerlo en calidad de fugitivo,
encaminándose hacia Lagunillas acompañado
de su guardaespaldas.
Romero tenia la obsesión de aplacar el
motín, y con esa obstinación llegó al
cuartel, sin pensar en el riesgo que corría.
Al acercarse al portón de ingreso donde
estaba la guardia, fue recibido con los
gritos de "Viva la unión, viva el general
Daza, Viva Andrés Ibáñez", al mismo
tiempo que el te n ien te Francisco Guardia
le prevenía en sentido de no exponerse a
perder la vida. Textualm ente dijo: "Mi
coronel, el cuartel ya no le pertenece,
no se exponga" (31). Pero Romero no

31.- Manuscrito Fastos, p.13

89
escuchaba razones y solársem e quería
hacer sentir su voluntad.
Mientras el teniente tra ta b a de convencer­
lo, la tropa le iba cerrando el paso, de.
tal su erte que fueron vanos los intentos
del teniente Guardia de sacarlo a la
calle.

En respuesta Romero le disparó un tiro,


hiriéndolo mortalm ente, además efectuó
otro disparo contra los soldados. Libre
Romero del Teniente, se dispuso a silenciar
al c o rn eta Aparicio, que llamaba a la
rebelión con su clarín. Intentó asestarle
un golpe con la espada, pero é ste esquivó
con agilidad el co rte y continuó tocando.
En ese momento el soldado Clementino
hirió con su bayoneta a Romero, quien al
sentirse disminuido en sus posibilidades
de ataque, pidió ayuda a los ordenanzas
que seguían a su lado sin intervenir en la
contienda. Exigiéndoles que disparen sus
armas contra los rebeldes, los azuzó con
denuedo, pero éstos se negaron a obedecer­
le. Ante sem ejante desacato, reaccionó
irreflexivamente y descerrajó un tiro
contra uno de ellos apellidado Robles,
hiriéndolo superficialm ente en la tetilla.
Robles no se amilanó y al verse atacado,
le devolvió la ofensa, disparando su arm a
a quem aropa e hiriéndolo m ortalm ente
en el estómago. Romero sintió que las

90
fuerzas lo abandonaban y bamboleante se
abrazó del pilar más cercano. En ese
instante alguien gritó: "Aún no ha muerto",
advertencia tra s la cual Clementino Cabello
descerrajó su arm a para rem atarlo. El
proyectil entró por el pulmón y al salir,
le abrió un boquete en el pecho. También
Valladares disparó su arm a, habiendo
errado en el blanco, por cuanto Romero
ya se había desplomado. En los e s te r to ­
res de la m uerte, el coronel accionó su
revolver, saliendo un disparo sin herir a
nadie.
Tras la m uerte del militar los ánimos se
exaltaron y su cadáver -fue arrastrad o al
centro de la calle. Quienes le dieron
muerte, lo despojaron de su reloj, el
dinero que llevaba, los revólveres y la
espada. En ese trance, unas personas
que se hallaban especiando los sucesos a
prudencial distancia, desde el corredor de
la casa de en frente, donde vivía el expre­
fecto Aguirre, intervinieron para impedir
que ultrajaran a quien h asta hacia unos
minutos había sido su jefe, recibiendo
como respuesta la descarga de seis tiros,
dirigidos hacia ellos, con el fin de am edren
tarlos. "En ese momento el ten ie n te
Guardia, antes de morir, comenzó a dispa­
rar su fusil, haciendo hasta doce detonacio
nes". (32)

32.- Manuscrito Lara p .83

91
El estrépido de las balas era ensordecedor
y causó consternación en la ciudadanía,
al extrem o de pensarse al primer momento
en el peligro de m uerte que pendía sobre
Ibáñez y tenerlo como un hecho real,
teniéndose en cuenta la consigna que
había para liquidarlo, en caso de escu ch ar­
se tiros en la calle. Su esposa Angélica
corrió en dirección al cuartel con toda la
energía que le dieron sus fuerzas, cuando
éstas se agotaron, cayó en media plaza
desfallecida, fue socorrida por don Pedro
Ignacio Franco y otras personas hum anita­
rias.

Mientras esto sucedía, a dos cuadras del


tiro teo pasaba algo inesperado y festivo,
por el espectáculo que ofrecía al público
el deán Cosío, con sus manifestaciones de
júbilo. Al escuchar las descargas de
fusilería, el clérigo pensó que se estaba
procediendo a la victimación de Ibáñez y
sin im portarle su investidura sacerdotal,
con enorme, complacencia se dirigió al
lugar de los hechos exteriorizando su
alegría de manera burlesca, al mismo
tiempo que aspiraba ostentosam ente el
aire de la noche cuyo olor a pólvora le
producía éxtasis. Para que lo escucharan
los vecinos, repetía con perversa d e le c ta ­
ción "i Qué lindo huele la pólvora" !
Pero cuando le dijeron que el muerto no
era Ibáñez sino Romero, dejó de gustarle

92
la fragancia que lo embelezaba. Teniendo
en cuenta que la realidad se volvía en
su contra, su gozo se transform ó en
pavor y con la premura de las circunstan­
cias, recogió de su domicilio lo más
indispensable que encontró a su paso, de
manera que esa misma noche abandonó
la ciudad, fugando a Cochabamba, donde
se radicó hasta la cafda de los ig u alita­
rios.
Los amotinados siguieron dando vivas a
Ibáñez y al general Hilarión Daza. Con
muestras de regocijo sacaron a Ibáñez de
su cautiverio quien todavfa conservaba la
barra de grillos que le impedía caminar
con normalidad. Aún así, rodeado de
sus parciales y de los miembros de la
Columna, improvisó una manifestación
con ánimo de agradecerles a quienes le
había devuelto la libertad. Al pasar
junto al cadáver de Romero, moviendo
la cabeza con pesadumbre, exclamó:

"Oh_ i Cómo se ve el hombre fiel, fanáti­


co y sin corazón, inclinado al servilismo
y no a lo justo y concienzudo! ¡Oh
valeroso campeón que te convertiste en
un verdadero Atila, despreciando no solo
nuestras honrosas posiciones, sino hasta
lo puro y sublime, que mas te haya valido
el haberte resignado a nuestras amigables
excepciones, cuya fecunda invitación no

93
era sino por predilección de salvarte de
una intriga! iOh desconocido, cuantas
penas me diste con tu obstinada tenacidad.
Pero al fin, ya no hay remedio, ahora
como un Holofernes, vete a la Eternidad!"
(33)

Algunos amigos del difunto coronel, encabe


zados por el doctor Mardones, solicitaron
permiso de Ibáñez para retirar el cadáver
y velarlo en una casa particular. Inicial­
mente el permiso fue concedidc, pero
después solam ente se les permitió a los
piadosos velarlo con custodia, pasando así
casi toda la noche. Pero antes del am an e­
cer, Mardones vino con cuatro mozos y
se llevó al difunto al cem enterio para
darle cristiana sepultura.

Por o tra parte, los partidarios de Ibáñez


fueron a buscar al herrero Pedro Acuña
para que le quitara los grillos que estaban
remachados a sus tobillos. Este se encon­
trab a postrado de miedo, con un ataque
de pánico e incontrolables temblores que
le impedían manejar las herramientas.
Recién a las ocho de la mañana del día
siguiente, lleno de parches en la cabeza
y ante la presencia de cinco soldados, se
presentó a desligar las barras de fierro.

33-- Manuscrito Lara p. 83

94
Durante la noche de los incidentes, los
sublevados liberadores de Ibáñez intentaron
saquear algunas casas particulares y
establecimientos comerciales, pero fueron
persuadidos a no hacerlo por el caudillo,

asegurándoles a los soldados que al día


siguiente serian satisfechas en p a rte las
demandas de sus sueldos retrasados. Sin
embargo, no se pudo evitar que los más
exaltados saquearan la casa de Romero,
dado que a la hora de buscar la ropa del
difunto para am ortajarlo, no se encontró
prenda alguna. Le mismo aconteció con
la casa donde vivía Urdininea, al haberla
abandonado precipitadam ente, para irse a
la provincia Cordillera. (34)

♦Proclamas y Manifiestos

A las diez de la noche, después de la


improvisada manifestación, la clase de
tropa de la Columna, integrada per sarg en ­
tos, cabos y soldados, se reunieron con el
objeto de tomar acuerdos y suscribir un
documento mediante el cual declaraban
que habiendo muerto el com andante gene­
ral, coronel Ignacio Romero, expresaban
las siguientes consideraciones: Que el
coronel Romero se había opuesto violenta-

3 b . - Manuscrito Fastos p.17

95
m ente a la sublevación, la que fue acorda
da por consenso, al no poderse soportar
por mas tiem po el castigo del látigo y la
a rb itra ria prisión de pacíficos ciudadanos
y otros vejám enes que se infligía al pueblo,
a les que se suma la dureza y m altrato
dado a la tropa, que no tenía derecho a
reclam ar ni siquiera el pago de sus salarios
retrasados, m ientras que los jefes y mu­
chos em pleados civiles y esclesiásticos se
cancelaban al día y con aum ento. Por
estos motivos decidieron pedirle al doctor
Andrés Ibáñez que se hiciera cargo de la
Columna, en calidad de com andante general
y p refecto , encomendándole la designación
de las demás autoridades que son necesarias
para la conducción del departam ento,
bajo la presidencia del general Hilarión
Daza. Este docum ento está «suscrito por
cu aren ta y una firm as, en tre sargentos,
cabos y soldados.

Al día siguiente, después que el herrero


le sacara los grillos, Ibáñez hizo form ar a
la tropa con el objeto de cancelarle un
incentivo. Los portadores del dinero ya
habían llegado y el júbilo de los soldados
fue mayor cuando recibieron de manos de
la esposa de Ibáñez, el im porte que se
les asignaba, juntam ente con las fe lic ita d o
nes y palabras de aliento que culm inaban
con un afectuoso abrazo de la dama.

96
Luego, por medio de un bando, como era
la form a de hacer conocer las disposiciones
oficiales, se convocó a la ciudadanía a
reunirse en com icio, con el objeto de
elegir a las autoridades d epartam entales.
El acto público que se realizó en la plaza
principal, fue presidido por el coronel
Nicolás T. Ramos, llegando a em itirse un
docum ento denominado "A cta del Pueblo",
donde se sustentan y ju stifican los
acontecim ientos del dia an terio r. E ste
estado de cosas fue motivado por el
desconocim iento de las garantías ciudada­
nas, por p a rte de las autoridades políticas
y m ilitares, que recurriendo a u ltrajes y
torm entos co n tra pacíficos vecinos,
colm aron la paciencia del pueblo, a conse­
cuencia de ello se resolvió designar
como prefecto y com andante del d e p a rta ­
m ento al doctor Andrés Ibáñez, a quien
se lo autoriza, prim ero: A recaudar los
fondos necesarios para cancelar los adeudos
atrasados de la Columna; segundo, pnviar
una comisión ante el suprem o gobierno
para hacerle conocer ccn ex actitu d las
causas que originaron los sucesos acaecidos
y la designación provisional de Ibáñez
como prim era autoridad política y m ilitar
del departam ento; te rc e ro , nom brar proviso
riam ente a los em pleados del servicio
público, m ientras el gobierno vea lo conve­
niente con respecto a las designaciones
definitivas; cu arto , conservar el orden

97
público, llevando a la p rá c tica los postula­
dos del presidente Daza, empleando para
ello los medios más eficaces. (35)

Como se puede ap reciar, este docum ento


y el em itido la noche anterior por la
Columna del Orden, básicam ente son
coincidentes y fueron dados a publicidad
en el boletín impreso el 25 de febrero de
1877, con el nombre de "Documentos
O ficiales". En él tam bién se publican
proclam as, decretos prefectu rales, c irc u la ­
res y otros que al citarlos teniendo en
cuenta la fecha de emisión, se presen ta
la secuencia de los sucesos más im portan­
tes que derivaron en una verdadera revolu­
ción. Pero antes conviene dejar e sta b le c i­
do que en la noche del prim ero de octubre,
las personas mas representativas que
eran adversarias a Ibáñez, abandonaron
el pueblo para refugiarse en el campo;
es decir, "todos aquellos que eran enem i­
gos del comunismo". El m anuscrito
FASTOS, de donde se ha tom ado este
dato, agrega que las cam panas repicaron
sin cesar toda esa noche, en señal de
regocijo público.

35.- Este pronunciamiento, denominado ACTA DEL PUEBLO,


está firmado por más de novecientas personas y so
reproduce en el apéndice.

98
Volviendo a los docum entos publicados en
el boletfn del 25 de febrero, se tiene en
prim er term ino la proclam a que Ibáñez
dirigió a los soldados de la Columna del
Orden el dos de octubre, agradeciéndoles
por la decisiva actuación del día an terio r.
A los p articipantes los llam a de am igos,
"sostenedores del orden con lib ertad".

- Proclam a del tre s de octubre tam bién


de Ibañez, m anifestando su reconocim ien­
to y gratitu d a los habitan tes del depar­
tam ento por las m uestras de aprecio
en momentos adversos. En p a rte salien­
te expresa: "La igualdad con la propie­
dad es el desiderátum de la ventura de
los pueblos, ¡esforcémonos por aproxima^
nos a él y nos presentaremos más
dignos ante toda la nación"!

- D ecreto p refectu ral de tre s de octubre,


conminando a los funcionarios públicos
a concurrir al desem peño norm al de
labores, a p a rtir del día siguiente a la
promulgación del decreto.

- Circular a los subprefectos del d e p a rta ­


m ento, inform ándoles sobre los aconteci_
mientos del prim ero de octubre y las
causas que motivaron el alzam iento.
Asimismo les hace conocer que por
soberana y libre voluntad del pueblo ha
sido nombrado p refecto del departam ento

99
y com andante general. La circular
e stá firm ada por Andrés Ibáñez.

N ombramiento conferido al ten ien te


coronel Francisco Javier Tueros, para
desem peñar el cargo de prim er je fe de
la Columna.

R espuesta de Tueros aceptando el


nom bram iento de je fe de la guarnición.

- Proclam a de Francisco Javier Tueros de


fecha cinco de octubre, pidiendo a los
ciudadanos y a los soldados cooperación
y civismo.

- D ecreto p refectu ral de seis de octubre


m ediante el cual se conm ina, prim ero:
Al recaudador del im puesto al azúcar,
a pagar en el térm ino de veinticuatro
horas el im porte adeudado por los
meses de agosto y septiem bre. Segundo:
Al tesorero Frías, que se encontraba
oculto, a p resentarse a rendir cuentas
portando los libros de contabilidad
respectivos.

- Oficio que dirige Andrés Ibáñez a D em e­


trio Roca, invitándolo a reasum ir las
funciones de p refecto del departam ento
que ejercía cuando se produjeron los
luctuosos sucesos en los que perdió la
vida el coronel Rem ero.

100
C arta del cónsul del Brasil el ocho de
octubre, en respuesta a o tra que le
hiciera el p refecto y com andante general
del departam ento, Dr. Andrés Ibáñez,
donde le pedía atestigüe que el 29 de
agosto fue hecho prisionero por el
com andante de plaza coronel (Jrdininea;
solicitud que evade arguyendo que se
encontraba ausente en esa fecfya.

R espuesta del doctor D em etrio Roca


de fecha nueve, desconociendo a Ibáñez
el títu lo de p re fe cto y por consiguiente,
incapacitado para llam arlo a reasum ir
la función de prim era autoridad política
que osten tab a con anterioridad al p rim e­
ro de octubre. En otro párrafo de su
c a rta le dice que para re stitu irse a la
cap ital, solo espera saber si por la
m uerte del coronel Romero ya se hallaba
en ejercicio la autoridad m ilitar que
por ley le correspondería desem peñar
dicha función.

A testación del obispo de Santa Cruz de


igual fecha, m ediante la cual c e rtific a
que el im p etran te ücctor Ibáñez, fue
hecho prisionero la noche del veintinueve
de agosto, cuando se encontraba en
compañía del vicecónsul peruano José
Lino Tórrez. "... Asi mismo a te s ta r
debo, que U., una vez aprisionado, fue
precisado a en treg ar arm as de fuego, i

101
que entregó para alcanzar su libertad
personal más o menos tre in ta fusiles".

"La noche del prim ero que rije, el pueblo


todo ha espectado un movimiento que
com etió la columna m ilitar, con tiros,
pronunciando las palabras Viva el Presiden­
te Daza y el Dr. Ibáñez".

"También he sabido que U. encareció a


los soldados de dicha Columna, que no
den tiro alguno, que guarden el orden, i
que ocurrió la desgracia de la m uerte del
Comandante Jeneral Ignacio Rom ero".

"Es como contesto a U. en obsequio a la


verdad, que hemos debido consignar en el
p resente".

La c a rta e stá firm ada por Francisco J.


Rodríguez, Obispo de Santa Cruz, fechada
a nueve de octubre.

El día diez se descubrió Ja fuga del dcctor


D em etrio Roca, al no encontrarse en su
domicilio para en treg arle la c a rta que le
dirigiera Andrés Ibáñez, en respuesta a
o tra suya del día anterior.

El nueve de octubre se reunieron algunos


vecinos con el objeto de encontrar solución
a la fa lta de fondos para cubrir los pagos
atrasados. La reunión estuvo , presidida

102
por el doctor Horacio R íos . Esa. noche y
la. siguiente se reunió Ibáñez con o tra s
personas en casa de Mariano V argas,
donde se decidió pedir al pueblo un ap o rte
voluntario, de acuerdo a las posibilidades
de cada ciudadano. La c o lecta alcanzó a
des mil quinientos pesos.

El señor Simón M arqueti ofreció ur. agasajo


a los victim adores de Romero el día
doce. La m erienda fue servida a los
Jefes Roca y Aparicio por la propia
esposa del anfitrión.

Habiendo sido comisionados el capitán


Benjamín Urgel y otro oficial apellidado
Roca para investigar lo que ocurría en
Sam aipata con la correspondencia que se
enviaba al gobierno c en tral y la in te rfe re n ­
cia del libre trán sito , de la cual eran
culpables c iertas personas, el día veinticirj-
cc regresaron trayendo preso a Napoleón
Gómez, a quien por la noche le fue coloca
do una barra de grillos, con la que perm a
neció durante veinticuatro horas. Al
te rc e r día se lo dejó en libertad, previo
pago de trescientos cincuenta pesos. A
su retorno a Sam aipata este mismo persona
je organizó una fuerza de trescien to s
reclutas para en fren tar a Ibáñez.

103
* A cu sacion es

El doctor D em etrio Roca hizo su a p ari­


ción en Sam aipata el veintinueve de
octubre, arrogándose el mando de príem ra
autoridad política del departam ento, a
juzgar por las acusaciones que le hace a
Ibáñez y por el papel m em bretado de la
p re fe ctu ra que em plea para responder a
la c a rta que é ste le enviara el día diez,
m anifestando que si no reasum ió el
cargo cuando se lo invitó a restitu irse a
sus funciones, Ifue para no im plicarse en
la m uerte de Romero por considerarla
un crim en.

En su oficio responsabiliza de los hechos


a los integrantes de la Columna y a sus
azuzadores, entrando en contradicción al
hacer incapié en que seguía siendo p re fe c ­
to y por otra p a rte reconoce que no
reasumió la p re fe ctu ra por no com plicarse
en los acontecim entos señalados.

La extensa c a rta está llena de reproches


por los sangrientos hechos ta n ta s veces
referidos y tr a ta de presentar una visión
retrospectiva de los mismos, abonando
por su conducta y haberse mantenido
alejado de la p refectu ra. Reconoce que
la fuerza arm ada ya había desconocido su
autoridad, "ccn el risible p retex to de

104
acefalía en la p re fe ctu ra y com andancia
general". Por esta razón él no podía
p restarse al juego del llam am iento que se
le hizo, porque hubiera sido cohonestar
designios disolventes y anárquicos .

En su propósito de quedar bien ccn el


presidente Daza, le reprocha a Ibáñez su
proceder de invocar "al je fe suprem o,
falseando la política honrada, franca y
progresista del Gobierno de Mayo".

Con respecto a la soberanía popular, le


hace notar a su oponente que en una
fracción de pueblo no reside e sta autoridad
suprem a, y antes de ser él quien haya
desconocido e ste poder, fue el propio
Ibáñez quien lo hizo, al haberlo llamado a
resumir la p refectu ra. Por últim o lo
conmina a dejar los cargos públicos de
que se supone investido.

El tre s de noviembre Ibáñez contestó la


c a rta anterior, en los siguientes térm inos:

"PREFECTURA I COMANDANCIA JENERA


DEL DEPARTAMENTO.— Santa Crüz,
Noviembre 3 de 1876.-- M. Ciudadano
D octor D em etrio R oca.— He recibido su
c a rta , fecha 29 de O ctubre a n terio r, que
me dirije desde Sam aipata, contestación
á la nota que le pasé en 10 del mismo,
hallándose U. todavía en e sta Capital;

105
nota rem itida por conducto del Sr. T ristán
H urtado, persona de toda confianza, que
le entregó tam bién la prim era; siéndom e
mui extraño por la prensa, cuando es un
hecho, que U. no podrá negar, que ántes
de m archarse a Sam aipata, ha estado en
continuas correrías é incursiones por los
lugares, buscando medios como conseguir
á fuerza, la P refectu ra abandonada, por
un hecho que no he tom ado p a rte a lg u n a.--
Sin em bargo, es mui cómodo para U.
buscar cualquier p retex to , con su conocido
objeto de ponerse bien á n te el Supremo
Gobierno i sincerar su conducta, desm enti­
da por sus hechos, ántes i después del
susceso del 1A - Para ello se vale U. de
la escusa pueril, de considerarse en Sam ai-
p atá, salvo de "cualquier aten tad o que
pudiera sobrevenir, por franqueza de su
lenguaje, en la expresión n eta i sincera
de la verdad".- Mui lejos ha estado de
suceder ese aten tad o , que lo hizo con el
Intendente; un solo indicio al respecto no
podría U. c ita rm e .- Si por sus propias
acciones, abandonó esta C apital, no puede
atribuirlo al tem or de un atentado por
mi parte; i mas franco en su lenguaje, i
en el expresión sincera i n eta de reunir
je n te , para recobrar la ansiada P refectu ra
i continuar las persecuciones á honrados i
distinguidos ciudadanos.— Mas para,
co n testar debidam ente algunos cargos que
me hace, no solo con injusticia, sino

106
calum niándom e, según su conocido sistem a,
se me hace necesario, re fre sca rle la
m em oria con el recuerdo de los hechos,
sucedidos con su anuencia i consentim iento. -
A mis insinuaciones de que U. reasum iese
los puestos de Prefecto i Com andante
Jeneral, m anifestadas franca i lealm ente
á muchas personas, especialm ente al Sr.
Fidel Oliva, quien autorizado, como las
o tra s, para hablarle á U .- Obtuve la
contestación de que nom brada una Comi­
sión, com puesta de los señores Manuel
José Jiménez, Miguel Suárez A rana, Tristán
H urtado i otros distinguidos caballeros,
para te n e r una entrevista en casa del Sr.
Vice-Consul del Perú, D. José Lino Torrez;
i allí sus espresados represen tan tes, covinie
ron á mis p a trió tic a s exijencias en que
reasum iría U. la P refectu ra i Comandancia
Jeneral que desem peñó, obligado por el
voto popular i por las circunstancias
difíciles á la tranquilidad del p aís.- A
m érito de e ste convenio, le pasé el oficio
á que U. alude, recalcando innecesariam en­
te , en la fa lta de fecha. E sta circu n stan ­
cia, no es esencial; yo le dirijí el oficio,
U. lo recibió i contestó. Esto b a sta para
el objeto que nos propusim os.— Faltando
á e ste convenio, contestó U., negándose a
mi llam am iento, por que en aceptación,
según rep ite ahora, im portaría la com plici­
dad en el crim en, perpetrado por la
Columna de Guarnición y sus azuzadores. -

107
Estas palabras demuestran que U. no ha
podido elevarse á la altu ra de su misión.
Como autoridad política, era de su deber,
enjuiciar i castigar á los que perpetraron
ese crim en- E! oficio que le dirijf, no le
imponía, ni podía imponerle jamás condi­
ción alguna, con respecto á las medidas
que debía tom ar en el ejercicio de sus
funciones.- Hubo, pues falta de patriotismo,
comprobada en su mismo c o n te s to .-- El
suceso acaecido en la aciaga noche de 1Q
del que ha term inado, no ha sido promovi­
do por mi; no he tom ado p a rte en él,
por que preso, engrillado, ultrajado i
som etido a la mas severa vijilancia de
incom unicación, me era de todo punto
im posible.- Inesperado i providencial, por
que me salvó la vida; debe U. ver en él,
los estrem os á que conduce la desm oraliza­
ción de una tropa; desm oralización promovi_
da i fom entada por U. i los demás Jefes
i O ficiales, que les daban el tris te ejemplo
de las venganzas personales, de la calum nia
i de la enseñanza, para que ultrajasen á
los desdichados que apresaban sin mas
razón que una voluntad desenfrenada i U.
sabia esto; m iraba con estoica indiferencia
los u ltrajes que se inferian á los presos i
las persecuciones á muchos ciudadanos,
se gozaba en ellos, i tom aba p a rte activa,
dando tiros en a lta noche, para- alarm ar
la población i contribuir á que me quiten
la vida, bajo el p re te sto de "revolución",

108
como igualm ente aceptarlo de conductor
al Mayor de Plaza Urdininea, mi enemigo
cap ital que h asta por la prensa me am en a­
zaba de m u erte.— Pero, e stá visto que
U. ad elanta dem asiado el juicio que ha
formado sobre el hecho referido; no solo
inculpa á la Columna de G uarnición, sino
á sus "azuzadores", que no nombra.
Q uiere decir que U. siem pre busca ancho
campo, ó mejor dicho, c a rta blanca, para
perseguir á su antojo; i quiere decir
tam bién, que U. pretende a c a rre a r calcu la­
dam ente males desastrosos á su p a ís.--
Despues del hecho relatado, el orden
público no ha sido alterad o en m anera
alguna; por el contrario, ha sido conservado
en todo su vigor á costa de sacrificios, i
los ciudadanos todos, ejercen ám pliam ente
sus derechos sociales é individuales.—
Para afrontarm e á la situación creada
pro U. i poder dom inarla, conteniendo á
la soldadesca desvordada e ra preciso, no
solo calm a, serenidad, gastos de dinero i
otros sacrificios, rsino que tam bién, tiem po
para tom ar ascendiente sobre aquella.-
Esto es, lo que ha sucedido, en el acto
irresitible de pronto al adm itir como
soldados á los autores de la sublevación,
i esto le explicará a U. el orijen del
a c ta en que se desconocía su ya abandona­
da autoridad, i que no hice firm ar, sino
que los soldados elaboraron espontáneam en­
te .— Yo no podía mandarlos, ni im ponerles

109
una autoridad, que de hecho no ejercia
sobre ellos cuando por estos continuaba
se c re ta m en te detenido, como era notorio.
Lo que puse en p rá c tica , encadenado
todavía, para salvar el país, debió U.
haber hecho en cum plim iento de su d eb er-
Pero mis sacrificios i desinterés, los
desconoce U. por que es incapaz de ver
en su víctim a, un solo hecho que m erezca
aprobación.— Ahora que la mayor p a rte
de los soldados que form aban la antigua
colum na, he podido, no sin peligro, sep a ra r­
los del c u artel, cesa la razón ostensible
de su negativa á mi llam am iento, para
que reasum a las funciones á que asp ira.-
I repito á U. que estoi pronto á en treg arle
la P refectu ra, no por "serm e grato ",
como Ud. dice, falseando mi pensam iento,
sino por que, salvado el país, me queda,
mal que le pese, la gloria de haber c o n tri­
buido á tan grande objeto, cumpliendo
con mi deber de ciudadano.— Increpa U.
mi conducta, por haberlo llamado después
del a c to de la columna, i agrega que si
hubiera procedido honradam ente, habría
entregado la autoridad m ilitar i el mando
de la fuerza publica, al Jefe designado
por la ley i nombrado por el Supremo
G obierno"- Pero es que U. no ve, no
quiere ver lo que ha pasado.- Todos los
Jefes i O ficiales después que abandonaron
cobardem ente al señor Romero, huyeron
a diversos puntos como U. i el Intendente.

110
Urdininea e stá en Lagunillas, i los demás
andan con U. ¿ A quien e n treg ará el
mando m ilitar ?.- Tenga U. la bondad de
indicarm e.— Mi conducta p rá c tica está /
en p e rfe c ta consonancia con los principios
proclam ados en la revolución de Mayo.-
A nadie se persigue, ni aprisiona, á nadie
se le quita la suyo, titulándolo revoluciona­
rio .- Como sucedía antes del citado l e
de O ctubre.— No contrarío órdenes Supre­
mas sobre mi persona, por que ellas
fueron dirijidas á U. que las cumplió
excediéndose de sus prescripciones, ó mas
bien con notable atraso de dichas órdenes
i motivadas por execrables im putaciones.—
En cuanto á la expropiación de la propie­
dad, es calum nia que levanta con d elibera­
do propósito- Una ju n ta de vecinos n o ta ­
bles, ha im puesto al pueblo la módica e
insuficiente contribución voluntaria de dos
mil pesos, para que cada uno proporcione
lo absolutam ente indispenzable para los
gastos públicos, jirando le tra s c o n tra ei
R em atador del im puesto sobre el azúcar.-
Al escojitar e ste medio sencillo i deficien ­
te lo ha hecho obligada por la carencia
de fondos públicos, i por no tom ar medidas
violentas contra los rem atadores de ramos
fiscales- Si contra aquel se ha ordenado
que la contribución se recaude por cuenta
del Estado, es por que á mas de ser
deudor de plazo vencido, aceptando U. la
com padrería; la necesidad de conservar el

111
orden público, es la Suprema ie i.— Los
rem atadores todos, como el Tesorero, han
fugado, lo mismo que los Jefes i O ficiales,
que U. ha convocado para reunirse en
Sam aipata, donde han enarbolado en alto ,
la bandera de bandolerism o, interceptando
los correos, abriendo las com unicaciones
oficiales i privadas i retrazando á los
com erciantes con graves perjuicios; bandera
diam etralm ente opuesta al Gobierno radical
del Jeneral D aza.— Mi nom bram iento de
P refecto i Com andante Jeneral, em ana de
la verdadera soberanía del pueblo, e je rc ita ­
da en el abandono de las autoridad es.-
Nombrando en Comicio público i solem ne
al que asistieron ciudadanos de los dos
partidos que dividían al país, no por el
personal del Supremo Gobierno, sino por
odios inveterados, no puede U. calificar
de fracción del pueblo á esa gran m ayoría.-
No he sido nombrado por una individualidad
(el Coronel R om ero), como lo fue U. en
el orijen de su P refectura; ni he mendigado
firm as para obtener ta l nom bram iento,
como U. lo hizo para sostener, su P refectu
ra i la Comandancia Jeneral del Señor
R om ero-sino que mas bien me insinué,
privada i públicam ente, por que no re c ay e ­
se en mí, tan escabrosa m isión.— Por lo
dem as, e sté U. persuadido, de que al dar
p a rte al Supremo Gobierno, del hecho del
1Q del an terio r i de mi nom bram iento de
P refecto i Comandante Jeneral, le he

112
espresado mi irrevocable voluntad de
volver á la vida privada.— Asi se lo
m anifiesto á U. tam bién, i le re ite ro mi
llam am iento, para que reasum a la P refectu
ra i le entregue el mando m ilitar apesar
de que debiéram os aguardar esa resolu­
ción.— Para esto, estoi pronto, tan presto
que U. se presente, á verificar en Comicio
público, la dejación de esos puéstos,
aceptados provisionalm ente, i obligado por
el patriotism o; puesto que m ediante él,
la paz es im perturbable, no o bstante las
anciedades alarm antes de U. i sus te n d en ­
cias al desorden.— Entonces se avergonzará
U. de la falsía que sien ta en su c a rta ,
para sincerar lo injustificable de su conduc
ta , dando lleno a su anulación p refectu ral;
entonces tam bién re salta rá en U. la
sin iestra hipocrecia, con que vanam ente,
in te n ta m ancillar la honrada franqueza de
firm es declaraciones.— E ntre ta n to , si U.
se obstina en seguir su "Crim inal" bandole­
rismo, suyas deben ser las consecuencias
i responsabilidades, ante la Nación i el
país- Como las p ro testas apostróficas de
su conciencia i alm a, la confesión elocuen­
te de indignidad, de que ta n hidalgam ente
ha pretendido i pretende lib e rta rla , su-
a te n to Servidor.— Andrés Ib áñ ez.--"

De la lectu ra de e sta c a rta se desprende


que Ibáñez no pretendía la P refectu ra
para su encum bram iento personal y afianza

113
su posición de buscar mayor respeto a la
dignidad humana.

* Otros hechos

A nte la necesidad de obtener mayores


recursos con los cuales atender la co n ti­
nuidad de la revolución igualitaria, el
día once de noviembre fue intervenida la
casa com ercial mas grande del lugar,
cuyo propietario, el vicecónsul argentino
Angel Costas, era un rico extranjero
contrario a cualquier movimiento reivindi-
cacionista, y muy especialm ente al
igualitario. En el alm acén solam ente se
encontraban los fam iliares del dueño,
en tre ellas, Doña Pastora Tarabillo,
quien presionada por las exigencias del
m om ento reunió dos mil pesos en el
térm ino de dos horas, entregándolos a
los comisionados. Para satisfa c er el
to ta l de la suma pedida firm ó un pagaré
por otros mil pesos, que se com prom etía
a cancelar al te rc e r día de extendido el
docum ento. Con el mismo objeto, en
razón de encontrarse los rem atadores de
im puestos atrasados en la cancelación
de sus aportes, Ibáñez tuvo que obligar
al cónsul paraguayo Miguel Frías a
firm ar varias le tra s de cambio contra
los rem atadores, para im ponerles el
cum plim iento de sus compromisos.

114
Con fecha quince de noviembre de 1876,
el docum ento LUZ publica el siguiente
com entario, como noticia de últim a
hora.:

"El correo ha llegado; el Dr. Roca ha


sustraído las com unicaciones oficiales en
Sam aipata, según lo com unica el Adminis­
trad o r de Correos de ese pueblo Dr¡. C.
Durán, i la balija lo com prueba. Pero
providencialm ente, ha llegado com unica­
ción epistolar del señor Presidente de la
República i del M inistro O blitas. En
am bas, encárganle al señor Ibáñez la
dirección del D epartam ento m ientras los
arreglos consiguientes. Este hecho,
publicado por bando, ha tranquilizado
mucho al país - pero el Sr. Dr. Roca
continúa obstruyendo el cam ino a Samaipa
ta ..."

"Además - zuzúrrase, la llegada de


fuerzas del Veni, mandadas por el P refec ­
to D. José Suárez... Esto, ha vuelto la
alarm a pública..."

El veintinueve de noviembre, víspera de


la festividad de San Andrés Apóstol se
llevó a cabo una fie sta popular en la
que participaron los dirigentes del partido
igualitario, en tre ellos Durán, Barbery y
fam ilia, asi como "unas López, Fernández,
Oliva y o tras señoritas que todavía no
tenían clase en la sociedad".

115
La revolución igualitaria, surgida en San
ta Cruz como una necesidad encam inada
a fren ar los abusos que se com etían
co n tra la gente humilde, quedó virtualm en
te aislada, debido a la fa lta de com unica­
ción ágil y al ostracism o geográfico y
m ental en que se encontraba som etido,
no solam ente el departam ento de Santa
Cruz y sus hab itan tes, sino todo el te rrito
rio nacional. Se sabe que Andrés Ibáñéz
envió em isarios a la sede de gobierno y
a otros distritos para e n tra r en con tacto
con algunos sim patizantes de su causa,
no habiendo encontrado el eco que espera
ba. Por el contrario, adem ás de las
lim itaciones naturales, como ya se ha
dicho, fuerzas encubiertas aten tab an
artificio sam en te, haciendo un riguroso
control en el paso obligado de Sam aipata
para in te rc ep tar las com unicaciones,
correspondencia y cualquier clase de
docum entación que Ibáñez rem itie ra a la
sede del gobierno, con el propósito de
in teriorizarse, a lte ra r su contenido o
suplantar cuanto se enviara, poniendo en
su lugar conceptos adversos que perjudica­
ran a la política trazada por el partido
igualitario.

E nterado el gobierno cen tral de los


acontecim ientos producidos en Santa
Cruz el prim ero de octubre, el general
Hilarión Daza envió al general Juan José

116
Pérez, con la designación de p re fe cto
del departam ento, el que arribó a la
cap ital oriental el 13 de diciem bre
ju n tam ente con sus dos ayudantes. (36) ¡
Los igualitarios que ejercían el control
político, adm inistrativo y m ilitar o fre c ie ­
ron al general Perez esa noche, una
fie sta bailable en su honor, a ella se
presentó Ibáñez con ciencuenta hombres
de su comando, para hacerle en treg a de
la p re fe ctu ra, reteniendo para sí la
com andancia general del departam ento.
(37)

Dadas las circunstancias y evaluando el


curso que seguía la revolución igualitaria,
Ibáñez y sus seguidores decidieron encau­
zarla hacia un nuevo orden de cosas, en
razón a que el sistem a unitario de estado
dificultaba el avance del proceso. Es
así que en reunión de la noche del
veintiuno de diciem bre, después de prolon-

36. - Se sabe que el coronel José María Lara, que venía


acompañando al general Pérez, se quedé en Samaipata
para luchar desde allí contra los igualitarios.

37. - Manuscrito Fastos, p. 2é.- Manuscrito Lara p . 8 k

117
gada discusión, se decide organizar el
Club F ed eralista, el cual quedó constituido
de la siguiente forma: Presidente, Zoilo
Ribera; vicepresidente, Rómulo Peredo;
secretario , Felipe Laime; "los miembros
o vocales, doctor Ríos, uno de los ayudan­
tes de Pérez, el ... y otros jóvenes".
También se acordó proclam ar públicam en­
te la federación el dfa de navidad, veinti­
cinco de Diciem bre (38), para lo cual
se planificó el procedim iento que debía
seguirse.

H asta antes de ahora, Ibáñez y los iguali­


tarios no habían m anifestado ninguna
inquietud por el federalism o, a pesar
que el sistem a no era novedad en el
país.(39) Hernando Sanabria Fernández
en Fuentes para la H istoria de Andrés
Ibáñez publica el mosaico fotográfico de

38. - Manuscrito Fastos, p. 26


39. - “ En 1871, después de la tiranía de Melgarejo, se
plantea la controversia de los Federalistas contra
los Unitarios y tiene lugar el gran debate entro
Dn. Lucas Mendoza de la Tapia, que en forma magis­
tral defiende el sistema de estado Federal y Dn.
Evaristo Valle, que consideraba que la República
no estaba madura para el cambio, y la entronización
del sistema Federal de Estado.**

118
la Asociación Federal constituida en
Sucre en Septiem bre de 1875, el cual
reproducimos en la siguiente página,
donde se com enta que Andrés ibáñez no
p ertenecía a e sta agrupación (40), lo
que viene a dem ostrar que los igualitarios
pretendieron m odificar el sistem a de
estado como un medio para lograr su^
objetivos de cam bios sociales.
Tan pronto como se difundió la noticia
de la m odificación que se pretendía
imponer en los próximos días, el obispo
de la diósesis se apersonó al cu artel
para in ten tar p e rs u a d ir 'a los soldados a *

¿alverde Barberí, Carlos. "Lucharemos por el


Federalismo". Santa Cruz, Bolivia - 1985 p.J.

*t0.- El cinco de septiembre de 1875 se fundó en Sucre


la Asociación Federal, bajo la presidencia de
Felipe Leonor Ribera con la consigna de "Federación
o Muerte".
El diez de octubre del mismo año, en acto solemne
se procedió a tomar el juramento a los "hermanos"
de la logia secreta, acontecimiento que se reprodu­
ce en un documento cuya parte superior ostenta el
símbolo de la masonería y termina con la frase
"juramos triunfar o morir".

En mayo de 1878, la Asociación Federal de Sucre le

119
no respaldar el proyecto, tem erosos de
las consecuencias imprevisibles que puedie
ra aca rre a r.

Pero su preocupación y sus consejos no


fueron escuchados y como se tenia
previsto, el día de navidad, a las once y
media de la m añana, los soldados salieron
en tum ulto a las calles, bajo las órdenes
de Benjamín Urgel, Facundo Suárez y
c ad e te M ontenegro, con la consigna de
apresar a respetables ciudadanos, e n tre

dirige una carta a la filial de santa Cruz recomen­


dándole ciertos pasos a seguir para el mejor
desempeño de su labor, haciendo referencia a los
"sucesos desgraciados que ocasionó la falsa políti­
ca del Dr. Andrés Ibáñez, quien lejos de ponerse
al servicio de la causa justa, la desacreditó,
escribiendo en su manchada bandera un lema que no
es el nuestro".
En octubre de 1882 se redactaron en Santa Cruz,
los estatutos de la Asociación Federal, organiza­
ción secreta que fue fundada con la finalidad de
implantar el sistema federal en toda la república.

120
Cu ri o s o m os ai co fotog ráf ico de la época d o n d e aparecen los m i e m ­
bros de la logia federalista organizada po r profesionales y e s t ud ia n­
tes cr uceños residentes en Sucre. A n d r é s Ibañez n o pertenecía a es­
ta agru pac ión . Lo s fot ografiados de la Iz qu ie rda a derecha son: A r r i ­
ba: N em es io M e r c a d o , G u i l l e r m o Velasco, R ó m u l o A r a ñ o Peredo.
E n M e d io : M an ue l R o m u a l d o A g u í r re , M an ue l Sau ced o, R ic a rd o
Ch á ve z hijo, Fe li pe L e o n o r Ribera, R o b e r to T é l l e z , Fe li pe Bal dl víe -
so, Gi l A n t o n i o Peña. A b a j o : nícolás O r t í z A n t c l o , J a i m e E. R o m á n ,
Fe li cia no M o n t a n o , Dio n is io Peña. N o se hallan en mos aico o tr os
m ie m b r o s de la In stitución, J u l iá n E l a d l o J us tl ní an o Ch á ve z, R ó m u ­
lo Her rera A p o n t e , Malek A d e l M a r t ín e z y A b e l C a r rc ó n .

Nota de los autores:


A n d r é s Ibañez n o p o dí a figurar en esta fraternidad ( S e p t i e m b r e de
18 7 5 ) ya q u e aú n no había p r o p u g n a d o en esa época el federalismo,
q u e p r o c l a m ó en d fc le m br e de 1 8 76 c o m o un sistema de estado q ue
vlablllco su p r o y e c t o Igualitario.
los que se encontraban los doctores
Urbano Franco, Simón Alvarez, Andrés
Ibáñez, los ayudantes del general Pérez
y o tras personas, incursionando en sus
domicilios y llevándolos por la fuerza al
cu artel (41).

Con respecto a la m anera brusca del


apresam iento de las personas nom bradas,
e ste proceder acordado en la reunión
del 21, puede considerarse como una
estrata g e m a para darle mayor popularidad
y espectativa al a cto de proclam ación y
dem ostrar asi que fue un movimiento
espontáneo, surgido de la voluntad del
pueblo. Esta afirm ación tiene asidero
en el com entario que hace Felipe Leonor

41.- Auqnue en ningún documento se describe expresamen­


te el procedimiento concebido el veintiuno de
diciembre, todo hace suponer que el grupo encarga
do de proclamar la federación el veinticinco,
siguió los pasos preestablecidos para dar mayor
realce a los acontecimentos.

125
Ribera (42) en el DIARIO que escrib iera
sobre los hechos, refiriéndose a ellos en
los siguientes térm inos: "A la una de
la tard e del día veinticinco de D iciem bre
fue a saltad a la casa de Dn. Andrés
Ibáñez por una tropa fren ética que,
estropeando a cuantos veía, sin respetar
ni señoras, ni a la de Ibáñez, los hizo
preso a todos y los condujo al cu artel.
Al pasar por la p uerta del palacio episco­
pal que estaba asediado de soldados, uno
de los espectadores dijo al preso Ibáñez:
"Señor, los soldados no lo dejan pasar al
Señor Cronembold". Entonces, Ibáñez,
viendo que el austríaco Cronembold
estaba realm ente detenido por la guardia
en la p u e rta del palacio, dió orden que
le dejaran libre el paso y los soldados
obedecieron.- ¿Qué preso es e ste a

42.- Si bien EL DIARIO DE UN VECINO, donde se describen


estos acontecimientos, no lleva nombre, sin embargo
su autoría queda aclarada con la anotación que
hace el veinticinco de julio de 1877: "...El que
estas líneas escribe, fuese al lugar denominado
"La Isla" con el objeto de hacer marcar dos vaqui­
llas que a su hija Victorina le había obsequiado
el padrino de ésta; lo que se verificó". (Victori­
na Ribera fue hija de Felipe Leonor Ribera,
quien en su vida adulta se casó con Félix S a u c e ­
do. A v e r i g u a c i ó n hecha por los autores).

126
quien los soldados obedecen como a
superior? La cosa era clara".

El criterio de Felipe Leonor Ribera,


principal representante en Santa Cruz
del federalism o de esa época, es adverso
a la Revolución Federal encabezada por
Ibáñez, pues en sus escritos a ta c a acerb a
m ente, tan to al movimiento como a las
personas que actuaron. Esto se explica
en razón a que los igualitarios adoptaron
el sistem a federal sustentando fundam en­
talm en te cam bios sociales, los que se
encontraban ausentes en la concepción
fed eralista de Felipe Leonor R ibera.

Siguiendo con la descripción de los


hechos del veinticinco de diciem bre, se
tiene que a las dos de la ta rd e Benjamín
Urgel, Facundo Suárez y c ad e te M ontene­
gro proclam aron la federación por medio
de un banno público, garantizando la
propiedad y conminando a todos los
vecinos a no abandonar sus domicilios,
bajo pena de pagar una m ulta de quinien­
tos pesos. El bando concluía con el
grito de "Viva la federación", "Viva la
junta suprema", "Viva el pueblo cruceño".

E ntre las personas supuestam ente a p re sa ­


das horas antes, se eligió la ju n ta supre­

127
ma, la cual quedó constituida por Urbano
Franco, Simón Alvarez y Andrés Ibañez.

Ese mismo dfa los soldados com etieron


varios allanam ientos a domicilios p artícu la
res contra la voluntad de las autoridades
recien posesionadas. Las casas de don
Angel Peña, de las fam ilias Candía y
Saucedo, asi como la del rico te rra te n ie n ­
te Morales, fueron invadidas, tam bién el
palacio episcopal.

En el bando del día veintiséis se hace


conocer la designación de los m inistros
para integrar el gobierno nombrado por
el pueblo, nom bram iento que recayó en
las siguientes personas: El doctor Urbano
Franco (43), Ministro de Instrucción y
Justicia; el doctor Simón Alvarez, de
Culto y Relaciones E xteriores y el doctor
Andrés Ibáñez, de Hacienda y G uerra.

El canónigo Rodríguez fue apresado por


haber m anifestado públicam ente su discon­
form idad con el nuevo sistem a. Después
de nueve días de arresto fue dejado en

k3. ~ En Fuentes para la His tori a de And rés Ibáñez,


Hernand o Sanabria señala que el doc tor Urbano
Franco fue pr e s i d e n t e de la Junta Revolucionarin
Federal, de dic ie m b r e de 1876 a enero de 1877.

128
libertad, previo pago de cuatrociento s
pesos. También hubieron detenciones y
cobros a objeto de cap tar recursos para
solventar los gastos de la revolución.
Asf por ejemplo don Benigno Franco
entregó mil doscientos cincuenta pesos,
la negra Pinto trescientos pesos y en el
a cto fueron liberados. Apolinar R ibera
pagó dos mil pesos y el diezm ero (44)
Angel Candía seis mil en efectivo y mil
en m ercadería.

Después de la caída del gobierno federal,


el general Carlos de Villegas intentó
cobrar los im puestos de la gestión pasada,
como je fe superior político y m ilitar del
oriente, designado por el gobierno del
general Hilarión Daza. La cobranza se
inició contra don Angel Candia y otros
presuntos deudores, pero ellos se negaron
a cancelar suma aleuna, arguyendo que
los pagos fueron hecnos durante el perio ­
do revolucionario. Por este motivo
surgió un largo juicio ejecutivo que
culminó con una resolución suprem a que
dirim e la demanda en favor de los rem ata
dores de im puestos.

M.- Con el nombre de d i e z m e r o s se d e s i g n a b a a los


co b r a d o r e s de impuestos, que obt e n í a n la l ic enci a
en remate público.

129
Como medidas de precaución, fueron
resguardados los sitios estratég ico s de la
ciudad, especialm ente los caminos principa
les de acceso. El capitán Benjamín
Urgel fue comisionado a proclam ar la
federación en Sam aipata, habiendo salido
en la madrugada del día veintiséis, acom ­
pañado por cincuenta soldados. Este día
la junta federal suprimió la alcaldía
municipal, los tribunales de justicia y el
coro esciesiástico. Asimismo se descono­
ce el rango de p refecto al general Juan
José Pérez, designado por el gobierno
cen tral. Por c a rta dirigida en la fecha,
se le hace saber el nom bram iento del
doctor Urbano Franco en esas funciones,
quedando tá citam e n te destituido. La
respuesta al oficio anterior fue co ntestad a
el mismo día por el general Pérez. En
elia hace reflexiones sobre la fa lta de
conocim iento del pueblo en lo que resp ec­
ta al federalism o, agregando que las
medidas adoptadas el día anterior no
eran precisam ente las más atinadas, por
no haber seguido un proceso de difusión
y concientización para hacer com prender
la idea a la ciudadanía, y sobre todo, a
las turbas ciegas. Además ha debido de
consultarse la opinión del gobierno cen tral,
que no hubiera sido co n traria al sistem a
federal, siem pre y cuando éste provenga
del pronunciam iento unánime del pueblo
boliviano. En otro párrafo indica que

130
dados los acontecim ientos que ponen fin
a su misión pacificadora, so licita su
pasaporte para él y sus ayudantes, de
m anera que puedan reto rn ar al interior
de la república. La c a rta en su in te g ri­
dad se transcribe en el apéndice, tam bién
se transcribe la proclam a de la junta
federal superior del o riente, lanzada el
dia veintisiete, anunciando que una era
de paz, igualdad y fraternidad se avecina
y le pide al pueblo que sostenga con
entusiasm o la bandera - federal que ha
empuñado, reconociendo al general Daza
como presidente del gobierno cen tral.

M ediante circular del veintinueve de


diciem bre, se les hizo conocer a los
cónsules residentes en Santa Cruz, el
nuevo sistem a de Estado que regia. El
tre in ta y uno se dispuso que los fondos
municipales asignados al hospital San
Juan de Dios, sean adm inistrados por los
frailes franciscanos.

Fueron comisionados desde S am aipata, el


doctor Carlos Melquíades Barbery y el
deán Castedo para hacer conocer al
gobierno central cuales eran los objetivos
y ventajas del sistem a federal adoptado
en Santa Cruz. También llevaban la
misión de requerir que se proclam e en
todo el país el federalism o. Los em isa­
rios no pudieron cumplir su com etido

131
por cuanto los enemigos de la revolución
habían alertado al gobierno con la falsa
noticia de ser enviados para asesinar al
presidente Daza. Por esta razón, una
vez capturados por los agentes del gobier­
no, fueron som etidos a consejo de guerra
y estuvieron a un paso de perder la
vida, de no haber intercedido por ellos
personas influyentes.

* Un nuevo año

En el bando de salutación al año nuevo


de 1877, se dispuso que todas las personas
en posesión de arm as de fuego, deberían
entregarlas a las autoridades. "Aquel
que incumpla e sta obligación, se hará
pasible a pagar una m ulta de veinticinco
pesos, de los cuales doce se entregarán
al denunciante, en calidad de gratificació n ".

El dos de enero fue nom brado je fe del


piquete federal el doctor Manuel María
Fabio (45), ante la renuncia presentada

í*5.- "Uno de los val ores m i l i t a r e s más d e f i n i d o s del


E j é rcit o del Pueblo, fue el m é d ico par agua yo,
Man uel Mar ía Fabio. Valor tem er a r i o y decidido,
ing resó al E jé rcit o Federal, casi desde su f o r m a ­
ción y c on stit ución . C o m a nda ndo tro pas e x p e d i c i o ­
nar ias del E jé rcit o del Mar i s c a l Sol a n o López,
p e n etró hasta el c o r azón mismo del t e r r i t o r i o del

132
Pr oc la ma hecha c irc ul ar p o r la llamada “ J u n t a S u p e r i o r Federal del
O r l e n t e " en D ic i e m b r e de 1876.
( L a t ra ns c ri pc ió n de esta pr oc la m a se r e p ro d u c e en el ap éndice)
por el doctor Francisco H eredia. El día
tre s la sociedad de beneficiencia solicitó

Estado de Matto Grosso. De allá pasó al Oriente


Boliviano, donde se gestaba ya la gran epopeya
cívica de Ibáñez.
Hombre sin remilgos ni dobleces, era un gran valor
fogueado en grandes acciones de armas. Hombre de
una estatura, más alta que baja y de pura raza
blanca, poseía particular llaneza, para entrar en
el corazón del pueblo. Frente al bando opuesto,
formado por patrones, rondines y gamonales, era un
verdadero demonio. Cumplió, por eso, una temeraria
y resuelta acción de lucha.
"Cauto, a la vez que temerario, constituyó un
verdadero azote, contra el poder patronal en el
Oriente. Para él, la guerra debe ser total. Y
así la hizo.
"Durante su permanencia en Vallegrande, que fue
donde estuvo más tiempo, dejó familiares. Tuvo
varias hijas, que sufrieron persecución, después
de su huida al Brasil. Por encima de ciertas
corrientes de intrigas, que minaron a las fuerzas
federales, intrigas largadas y fomentadas por la
oligarquía, para desquiciar, entre sí, la unidad
Ejército del pueblo, Fabio supo ponerse por encima
de ellas.
"En su lucha, él no vio otro objetivo, sino la
finalidad de vencer. Fue un positivo y el más
definido, como hombre de campaña, en la Revolución
Federal".
Perez Velasco, Daniel p.p. 169 y 170.

135
la libertad del canónigo Rodríguez, que
hacía varios dias se encontraba detenido.

El día cuatro Andrés Ibáñez le compró


al com erciante DavidCronembold, diez
arrobas de munición y una medida de
pólvora.

D urante el mes de enero el gobierno


federal se dedicó a cap tar recursos para
continuar con la revolución. Muy especial^
m ente se obligó a pagar lo adeudado a
los diezm eros y a o tras personas que
estaban en posibilidad de hacerlo, re c u r-
riendose en muchos casos a la coacción.
Luego se planificaron los pasos a seguir,
habiéndose acordado la necesidad de
desplazarse hacia el occidente.

El diecisiete de enero renuncia al cargo


que se le había asignado en la ju n ta , el
doctor Urbano Franco, la misma que fue
aceptada, habiéndose retirado al campo
en busca de reposo por encontrarse
delicado de salud.

* Campaña de propagación del Movimiento


Federal

A las cuatro de la tard e del veintiséis


de enero salió el coronel Tueros con un

136
d estacam ento de soldados habiendo to m a­
do el camino que conduce a Cochabamba.
A medio día del siguiente partió Ibáñez
con el resto del ejército com puesto de
doscientos hombres. El objetivo principal
que llevaban e ra desbloquear el paso de
S am aipata, así como im plantar la revolu­
ción federal en todo el te rrito rio cruceño
y en los dem ás departam entos, si fuera
posible.

Ibáñez dejó como encargado del gobierno


d ep artam ental al doctor Simón Alvarez,
por el tiem po que dure su ausencia y
designó com andante general del piquete
al doctor Manuel M aría Fabio, en tan to
que a Pedro Silva lo nombró com isario
de guerra. El día veintiocho Fabio
difunció una proclam a, decretando la
ley m arcial.

"El veintinueve fue sitiada toda la manza­


na donde se encontraba la casa y alm acén
del cónsul argentino, don Angel Costas.
Los soldados federalistas, bajo las órdenes
del com andante Fabio, procedieron a no
dejar en tra r ni salir a nadie del edificio.
Por e sta medida inconsulta, el doctor
Alvarez y el capitán Mansilla hicieron
llegar su p ro te sta a n te el com andante
Fabio. El doctor Alvarez, furibundo,

137
obligó el tre in ta de enero al paraguayo
a darle explicaciones. Al respecto
é ste declaró que, "¡a a c titu d tom ada se
basaba en instrucciones sec re ta s recibidas
d irectam en te de Andrés Ibáñez, an tes de
su viaje".

"Para el capitán Marcos Mansilla no


hubieron explicaciones y fue dado de
baja en form a inm ediata. Esa noche
corrieron rum ores de sublevación de la
tro p a co n tra el paraguayo Fabio, quien
por o tra p a rte , se dio a la ta re a de
recaudar fondos a como dé lugar, ap lican ­
do imposiciones a todos por igual, adversa
ríos y sim patizantes."

F ebrero de 1877.- Previa invitación


pública, hecha por Fabio el día prim ero,
el dos se procedió a la bendición de la
bandera federal en solem ne acto religioso
y m ilitar, celebrado por el arcediano
Francisco Arriaza. La jerarquía esclesiásr
tic a no estuvo de acuerdo con dicho
hom enaje, "por corresponder estas honras
al pabellón nacional y no a una bandera
de cuerpo que podía ser bendecida por
el capellán". Fueron padrinos de la
cerem onia los capitanes Suárez y Salvatie­
rra. Fabio debía pronunciar el discurso
principal después de la misa, pero al
in te n ta r hacerlo, no fluyeron las palabras
y únicam ente logró decir: "He aquí el

138
em blem a".(46) Una vez afu era del
tem plo, del cual salió con el som brero
puesto y sin hacer las reverencias consi­
guientes, tom ó la bandera y ordenó a la
tro p a con la voz de "preparen", para
hacer las descargas de circunstancia.
C ontrariando su voluntad, los soldados no
le obedecieron. Irritado, repitió la
orden con mayor energía y prosiguió:
"apunten", "fuego", e sta vez la orden
fue cum plida, escuchándose los disparos
uno por uno, sin la consiguiente m arciali­
dad.

Tanto el doctor Felipe Leonor R ibera en


el DIARIO DE UN VECINO, como don
José Correa da Silva en FASTOS, se
explayan en com entarios de censura.
En e ste últim o m anuscrito se lee que
"Fabio será de excecrable m em oria para
el pueblo cruceño, por las cosas que
hicieron los federales bajo su dictadura".
En o tra p a rte de sus escritos expresa
que "el paraguayo se constituyó en
heredero universal de todos aquellos que
la Providencia llam aba a la mansión

46.- El manuscrito Fastos apunta que las únicas pala­


bras pronunciadas por Fabio fueron: "Por esta
bandera moriremos todos".

139
etern a. Algunos albaceas fueron perseguí^
dos y otros contribuyeron por cuen ta de
aquellos que ya no existían..." Para
caracterizarlo mejor, Correa da Silva lo
com para con "el sultán de Turquía,
dueño de vidas y haciendas".

En la misma página escribe: "Las


prisiones por p la ta .- (5 de feb)," consig­
nando que h asta las nueve de la noche
de ese día fueron presos Miguel Chávez,
Mariano Talavera, Santiago Lozano,
Angel G utiérrez, Joaquín Pantoja y el
padre Céspedes. En los párrafos siguien
te s se ocupa de *la terrib le situación
de los presos,w describiendo que el
paraguayo los había colocado a todos
en cuartos separados, condenándolos a
no com er hasta que diesen p lata .
Don Miguel Chávez, para alm orzar tuvo
que dar mil pesos, y para m erendar
otros mil. Su libertad pudo recuperarla
firm ando una escritura pública por
otros tre s mil. Todos los demás
presos pasaron días encerrados sin
com er y beber, hasta que diesen dinero.
Muchos de ellos firm aron e scritu ra
pública, cuando no podían cubrir la
suma pedida. 'T o rr e s ha sido siem pre
fiador y banquero de todos los presos..."

La prisión del prebendado Rodríguez


se produjo el siete de febrero, con

140
motivo de la denuncia presentada por
Teodora Cardozo, asegurando que su
herm ano, un cura ya fallecido, había
dejado en poder del prebendado dos
p etacas que se suponían llenas de
caudales. El sacerdote fue conducido
al cu artel por dos federales cuando
salía de la misa mayor. Al conocer el
motivo de su detención, le pidió al
paraguayo que destacase una comisión
a su casa a revisar las p etacas. El
resultado fue haber encontrado en
ellas "cinco doblones de oro, cinco
patacones de p lata, una fuente de
p lata, un bañador de p la ta y alguna
ropa vieja". Lo encontrado fue entrega
do al paraguayo...

"Los apresados el cinco de febrero


fueron liberados:

- Mariano Talavera, suelto el día 7, dió


500; Miguel Chávez, suelto el día 6,
dió 2000; Santiago Lozano, suelto el
día 5, dió 500; Angel gutierrez, suelto
el día 5, dió 200; Joaquín Pantoja, 29
de enero y suelto el 5 de febrero, dió
200; Asencio Sabala, o (Coto Colorado)
dió 200.w

Por su p a rte el doctor Felipe Leonor


R ibera, refiriéndose a los acontecim ien­
tos de esos días, dice que desde el

141
veintinueve de enero la. casa de don
Angel Costas ha estado ocupada por
los soldados. El día tre s de febrero el
bombo ha estado llamando, como se
acostum bra cuando se va a leer un
bando, el cual se publico a las tre s de
la ta rd e , anunciando que Ibáñez derrotó
en Sam aipata a los tiranos, que lograron
fugar favorecidos por las tinieblas de
la noche.

^Con motivo del bando del día prim ero


que ordenaba em banderar las calles e
ilum inarias por la noche, con e sta
disposición se están ejerciendo mil
depredaciones, sacándoles siquiera dos
bolivianos a los que han m etido su
bandera a las cinco de la ta rd e , o su
farol antes de las diez de la noche".
El mismo cronista describe con p a té tic a
am argura el apresam iento de una señori­
ta por un supuesto delito que ella no
com etió. Por haberle dado una seren ata,
"se la han llevado con fuerza arm ada
delante del paraguayo y este ha ordena­
do que como in fracto ra del bando del
día tre s de enero, pase a una prisión
h asta que pague la suma de cincuenta
pesos. El padre de dicha joven acude
a im plorar por su hija; y viendo que es
un p retex to para sacarle dinero, c o n tes­
ta que dicha joven es hija de un prim er
m atrimonio; que del últim o tiene muchos

142
hijos y no puede liberarla con dinero,
de la pena que le había aplicado el
paraguayo. Este entonces ordena que
la desnuden para azotarla. Los soldados
procedieron a cumplir la orden, e x ten ­
diendo a la niña sobre una tabla y
cuando sólo quedaba la cam isa, le
sobrevino a la infeliz un tem blor m ortal,
la orina y los excrem entos fueron
arrojados involuntariam ente. Al ver
esto su padre salió inm ediatam ente del
c u artel, volvió en el instante y salvó a
su hija de la a fre n ta y ta l vez de la
m uerte, entregando al paraguayo la
suma apetecida. Así se procede cada
hora con los infelices, con las señoras,
con los ancianos, una veces con p re te x ­
tos, o tras sin ellos, y las sumas arranca
das de e sta crim inal m anera no se
sabe en qué se invierten; pues no se
lleva cuenta de su entrada y mucho
menos de su em pleo. Cañón, cam pañas
y re tre ta .- B arthelem í preso y obligado
a en treg ar dos mil pesos".

El entrecom illado de arrib a y los que


siguen transcriben en extenso el contení
do de las sindicaciones que hicieron
José C orrea Da Silva y Felipe Leonor
R ibera contra Fabio y los igualitarios,
de lo cual se puede reafirm ar el punto
de vista parcializado de ambos; puesto
que únicam ente tra ta n de dem ostrar lo

143
que había sido execrable del movimiento.
La inform ación en gran p a rte la obtenía
de com entarios que muchas veces les
llegaban deformados.

P articularm ente Felipe Leonor R ibera


al referirse a los igualitarios dice
"Ibáñez y su pandilla de m alhechores"
tratándoles de negar toda sustentación
de ideales. Sin embargo, está dem ostra
do el aprecio general que gozaba la
revolución en la que participaron
personalidades de la época como, el
deán Castedo, Dr. Carlos Melquíades
Barbery, Dr. FRancisco H eredia, Dr.
Urbano Franco, Dr. Simón Alvarez, Dr.
Durán Canelas, a los que se puede
sum ar más de novecientos firm an tes
que voluntariam ente rubricaron el
"A cta del Pueblo" donde se designa a
Ibáñez prefecto y com andante general
del departam ento. En este contexto
habría que calificar a todo el pueblo de
Santa Cruz, de pandillero.

O tro aspecto notorio con relación al


apoyo que tenía la revolución de Ibáñez
se m anifiesta en los recibim ientos y
despedidas que siem pre eran masivas,
no así las que se tributaban a sus
adversarios, donde concurría un reducido
grupo, que sin embargo vieron coronados

144
sus propósitos con la acom etida arm ada
que diezmó a las tropas igualitarias y
federales.

* Combate de Samaipata

El dos de febrero llegó un correo


extraordinario de Agua Edionda, lugar
próximo a Sam aipata, trayendo noticias
de la victoria del día tre in ta de enero,
cuando Ibáñez derrotó a las fuerzas del
coronel Lara y del ex p refecto Roca,
que habían sido reclutadas por el cap i­
tán Napoleón Gómez, subprefecto de
V allegrande, quien arm ó ese batallón
de aproxim adam ente tre scie n to s hombres
en la región y se dirigió a una colina
cercan a a Sam aipata, con el propósito
de engrosar las filas de las tropas
expedicionarias que se suponían estaban
viniendo del interior, enviadas por el
gobierno para reprim ir la insurrección
fed eralista.

Al ten er noticias de la aproxim ación


de Ibáñez, que se dirigía con sus hom bres
a esa zona Gómez, que tra tó de obtener
la inform ación im prescindible para e n fre n ­
ta rlo , envió como espía a Santiago Eguez
(alias pataecochi) e ste hom bre se encon­
tró con el espía enviando por los c o n tra -

145
rios y después de en trar en charlas
amigables, decidió pasarse al bando
enemigo, dándole personalm ente al je fe
federalista el p arte de guerra, con todos
los datos táctico s que conocía, en su
calidad de sargento prim ero. Por tan
valiosos inform es, proporcionados espo n tá­
neam ente sin presión alguna, fue ascendi­
do al grado de capitán, cuando se incorpo
ró al contingente federalista.

Ibáñez se encaminó con sus animosos


com batientes al lugar donde acam paba
el adversario. Antes del enfrentam ien to ,
infundió valor a sus soldados con una
arenga, al cabo de la misma les preguntó
si serían capaces de batirse con los
reclutas de gómez y vencerlos, a lo que
todos respondieron con un vibrante grito
de ¡sí!. De inm ediato sitiaron la colina
y con heroica bravura se inició la b atalla
a la una de la tard e, prolongándose
h asta las nueve de la noche. A ntes del
am anecer del siguiente día, los federales
subieron al cerro donde estaba Gómez y
su gente, pero ya se habían dado a la
fuga, dejando tra s de sí numerosos cad á­
veres, que las tropas federales tuvieron
que e n te rra r.

M ientras esto sucedía, los capitanes


M ontenegro y Urgel con sus respectivas

146
com pañías se apoderaron de la población
de Sam aipata, poniéndola a m erced de
la soldadesca, que saqueó algunas vivien­
das, especialm ente la casa de Gómez.
Al en terarse Ibáñez de estos atropellos,
se fue al pueblo y reprendió a los c a p ita ­
nes nombrados, ordenándoles que las
cosas sustraídas sean devueltas a sus
dueños.

El comando federal hizo publicar un


bando ese mismo día, m ediante el cual
se invitaba a los in teg ran tes del abatidc
escuadrón a p resentarse voluntariam ente,
ofreciéndoles un prem io de diez pesos
a quienes lo hicieran con sus arm as y
cinco, a los que no la tuvieran. Con
e ste llamado no solam ente se legró la
incorporación de muchos soldados 'prófu­
gos, sino de algunos jefes, como el
coronel Prado y el capitán Valverde,
quienes al servicio de Ibáñez se mantuvie
ron leales hasta el útlim o mom ento y
m urieron con él en el holocausto de
San Diego.

Puestas J a s cosas en orden en Sam aipata,


los federales se dirigieron a V allegrande,
donde tom aron posesión de una propie­
dad del subprefecto Gómez. E n tretan to
llegaron las fiestas del carnaval, allí
pasaron festejando con el pueblo los
triunfos alcanzados. Posteriorm ente

147
m archaron a o tra hacienda de Gómez,
ubicada en la localidad de El Trigal,
donde a los tre s dias recibieron la noticia
de la aproxim ación del general Carlos
de Villegas, al mando de ochocientos
veteranos "Chacomas". (47) Un inform a­
dor de Ibáñez logró cap tar la noticia
que las tropas del interior venían fu e rte ­
m ente arm adas, enviadas por el gobierno
a term inar con la revolución federal.
Al tener conocim iento del despliegue
arrollador, se dispuso la re tira d a a Santa
Cruz.

* Retorno a Santa Cruz

M ientras el ejército federal se e n co n tra ­


ba en cam paña, en la ciudad de Santa
Cruz, Fabio, como ya se ha dicho,
quedó al mando del piquete y se a tr i­
buyó toda la autoridad local, sobreponién
dose incluso por encim a de las funciones;
conferidas al doctor Alvarez, a quien
Ibáñez le había encomendado el gobierno
antes de su partida.

47.- Chacoma. Caserío indígena cercano a La


Paz, donde se libró una batalla cuya
victoria fue atribuida al general
Hilarión Daza. Con este nombre se
bautizó al escuadrón que venía a órdenes
del general Villegas.

148
Al retorno de Ibáñez, se sabe que
Fabio lo habría esperado con un monto
que sobrepasaba los dieciseis mil pesos,
así como tam bién doscientos cincuenta
anim ales caballares, obtenidos de las
haciendas del norte, por las com isiones
enviadas para e ste fin.

D urante la ausencia de Ibáñez, se produ­


jo la salida clandestina del general
Juan José Perez, quien se m archó el
dieciocho de febrero rumbo al Beni.
Allí se puso en contacto con el p refecto
de ese departam ento, señor José Suárez,
el que organizó un contingente de
doscientos hom bres, para movilizarlos a
Santa Cruz y com batir la revolución
federal.

El veinte de febrero regresó Andrés


Ibáñez desde Sam aipata con sus tropas
a la ciudad. Eran las cinco de la
ta rd e cuando fue recibido por la numero
sa concurrencia que se dió c ita en la
plaza principal para inform arse de los
acontecim ientos, dar la bienvenida a
sus fam iliares y amigos y escuchar los
discursos que se improvisaron. Por la
noche hubo re tre ta de gala y cañonazo.
Con la llegada de las tropas se h a b ilita ­
ron cu arteles en diferentes zonas de la
ciudad. Un grupo se alojó en la c a te -

149
dral, otro en Los Tamarindos y un
te rc ero en la casa del cónsul argentino,
que habfa sido intervenida con a n te rio ri­
dad.

La Junta Superior del Estado Federativo


O riental, publicó un decreto anunciando
en prim er lugar, que el doctor Ibáñez
habfa reasumido la je fa tu ra de los
departam entos de hacienda y guerra.
Seguidam ente el decreto condena los
actos del citado Fabio y lo separa del
puesto de je fe de la columna, aprem ián­
dolo a rendir cuentas de los dineros
recaudados de los vecinos.

En consecuencia, se declara nulo, a te n ta ­


torio y opuesto a los principios del
gobierno federal, el bando del veintiocho
de enero, m ediante el cual se decretab a
la ley m arcial, quedando libres todos
los ciudadanos afectados por dicha
disposición y con las garantías para
desem peñarse norm alm ente. Las perso ­
nas que por tem or o causas diversas
hubieran abandonado sus residencias,
pueden volver a ellas con en tera libertad.
Con este d ecreto se abolía la ley m ar­
cial.

"Al día siguiente, el 22 Ibáñez ordenó


la revisión de los libros de cuentas y

150
el consiguiente arqueo de caja, que
debía e fe ctu a r una comisión. Al am ane­
cer de ese mismo día se tocó diana en
el cu artel por la prisión del paraguayo.
El padre Céspedes fue quien pagó a los
músicos". (48)

Don Felipe Leonor R ibera se re fie re al


suceso en varios com entarios que tienen
relación en tre sí y a continuación se
transcriben:

(Febrero 20) "... Se dice que Ibáñez


queriendo sincerarse de las apreciaciones
que la ciudad hace sobre los hechos
del paraguayo, a quien se considera
ciego instrum ento de la perversa voluntad
de su je fe , ha dado orden de que lo
tom en preso; y en e fe c to , se lo ha
visto pasar a las nueve de la noche,
en tre algunos del c u artel".

"Desde algunos días a e sta p a rte , se


e stá haciendo acopio de lam pas, azadones,
hachas y o tra s herram ientas que unos
creen que sean para consum ar el últim o
crim en de e n tre g ar la ciudad al saco,
y otros aseguran que el paraguayo ha
dicho que son para abrir en los bosques
caminos y en el fondo de ellos constuir
fortificaciones".

48.- Manuscrito Fastos p .56

151
"21.- Se ha confirm ado el hecho de la
prisión del paraguayo, juntam ente con
su ... (concubina), la viuda de Valdivieso,
un Olmos y su mujer, una m ulata porque
riza, por razones que expone el papelu­
cho titulado "Cayó el tig re" y las
especiosas del bando que se ha publicado
a las cinco de la tard e este d ía .- El
pueblo da a estas cosas el calificativo
de "farsas", en las que los titulados
jefes y soldados obran de acuerdo con
los presos, m ediante c iertas convenien­
cias (pecuniarias y de p a rtija y a p a rc e ­
ría) para embobar al pueblo.- (...)
Todos han sido puestos en lib e rta d ,
menos el paraguayo y Olmos".

El desenlace de la prisión de Fabio se


produce el día tre s de marzo, narrado
por Felipe Leonor Ribera en la siguiente
forma:

"Es demás decir que las predicciones


del pueblo respecto a la farsa de poner
en prisión al paraguayo, se cum plieron
al pie de la le tra , pues en este día a
las dos de la tard e salió el paraguayo
ejerciendo autoridad y . poniendo desde
luego en aprietos a dorr Angel Simonés,
cuya casa fue ocupada por guardias.-
Uno de los designios proditorios que

152
realizaron con e sta farsa, fue arran car
a la viuda de Valdivieso, que sirviendo
al paraguayo había gastado toda su
fortuna, mil pesos que su am ante le
había obsequiado algunos días antes,
después de dejarla em barazada".-

De los relatos de ambos autores, no se


puede sacar una conclusión definitiva
sobre el apresam iento del doctor Fabio,
es decir, si realm ente lo castigaron,
como lo describe el señor Correa Da
Silva (49), o si fue una tram oya, como
lo p resenta el doctor Felipe Leonor
R ibera, porque en ambos casos, gran
p a rte de las im presiones de los cronistas,
fueron escritas basándose en com entarios
de segunda mano, cuando no eran infor­
maciones mal intencionadas o resabios
de chism ografía. Lo cierto es que el
paraguayo abandonó la ciudad juntam ente
con todos los seguidores de Ibáñez,

^9.- En el manuscrito Fastos se lee que


Ibáñez y su esposa fueron padrinos del
hijo recién nacido de Fábio. Como se
sabe, tradicionalmente el padrinazgo se
realiza entre personas de confianza y en
especial, amigos que merecen mucho
respeto y estimación, pero no a sus
cancerberos, lo que hace dudar del
apresamiento y peripecias que habría
pasado Fábio.

153L
cuando se dispuso la m archa hacia
Chiquitos; con él continuó en su fuga
hasta después de llegar a la fro n tera bra
sileña. Al momento de escucharse la
llegada de Villegas y sus huestes a San
Diego, fue Fabio quien le hizo saber a
Ibáñez, pero e ste no le dió crédito.

D urante los días anteriores a la partid a,


se vivieron en Santa Cruz momentos
angustiosos, debido al tem or que provoca
ba el acercam iento de las tropas envia­
das por el gobierno cen tral. El veintisie
te de febrero, llegó de Sam aipata el
capitán Urgel, con la noticia de la
aproxim ación de dos batallones enem igos,
los cuales podrían estar en la cap ital
en unos seis días. Ibáñez convocó a
una reunión de em ergencia a todos los
oficiales, a quienes Ies consultó sobre
las acciones a seguir, habiéndose deterrm_
nado la re tira d a hacia Chiquitos. En
esa reuryón tam bién se acordó hacer
acopio de herram ientas, como ser lam pas,
picotas, azadones para ocuparlas en la
construcción de fortificaciones que se
harían en algún lugar, donde se d e term i­
ne en fren tar a los perseguidores.

El dos de marzo se llevó a cabo la


devolución del alm acén del cónsul arg en té
no, per p a rte del coronel Tueros, quien
lo entregó a don Jacinto Zam brana.

154
Por la noche Ibáñez despachó a su
mujer con todas sus pertenencias rumbo
al Beni. La caravana la integraban
varios carreto n es que iban escoltados
por jin etes arm ados.

155
"nosotros iremos hacia el sol de la libertad
o hacia la muerte y si morimos, nuestra
causa seguirá viviendo. Otros nos segui­
rán".
Sandino
EPILOGO DE LA REVOLUCION FEDERAL

* Retirada a Chiquitos

El último bando del jefe federal se


publico el dfa tres, a las cuatro de la
tarde, disponiendo que tedas las fuerzas
acantonadas en la ciudad debían abando­
narla indefectiblem ente. Además se
llamaba a los vecinos a reunirse para
deliberar sobre la suerte del país, (del
departamento). Ante una multitud
congregada que había asistido a la
plaza del cementerio a presenciar la
partida, Ibáñez pronunció un discurso
despidiéndose de sus correligionarios, el
misme que terminó con vivas a la
federación y al pueblo cruceño. A
continuación dispusieron salir rumbo
a Chiquitos.

Apesadumbrados ante el porvenir incierto


que les aguardaba, los viajeros trataban
de ocultar su pena en el instante del
último adiós. El espectáculo que presen­
taba la muchedumbre era conmovedor,
enjugando sus lágrimas, padres, hermanos

158
e hijos se estrechaban en abrazos intermi^
nables con las esposas, m adres, herm anas,
novias o amigos que se quedaban. No
se había visto antes una despedida tan
m ultitudinaria. El llanto presagiaba el
te rro r que infundía no solam ente la
aproxirr ación de los Chacomas, sino las
horas aciagas que vendrían, trayendo
ham bre, dclor y m uerte a los igualitarios,
así como la destrucción del régim en
federal, lo que equivale a decir, la
persecución al pueblo cruceño.

* Asociación Conservadora del Orden

Un grupo de ciudadanos, e n tre ellos


Cosío, A nzoátegui, M ercado, Laim es y
Moreno, obligaron al único encargado
del cuartel que había quedado después
de la re tira d a de los federales, "un
viejo rengo (R am os?)" a entregarles las
llaves del recinto. Una vez en posesión
de ellas, se fueron a convocar a las
personas notables a una reunión de
em ergencia para analizar la situación
en la que había quedado la ciudad, así
como las medidas a tom arse en lo
posterior. Con esa finalidad se reunieron
algunos vecinos a las siete de la noche
del tre s de marzo en el local del Colegio
Seminario, los cuales decidieron organizar

159
la Asociación Conservadora del Orden,
"con el único objeto de p recau telar la
tranquilidad y velar por la continuidad
de las actividades públicas y privadas,
ante la carencia de autoridades". Por
e sta labor los voluntarios que quisieran
incorporarse no recibirían retribución
pecuniaria alguna. El a c ta de c o n stitu ­
ción de la asociación está firm ada por
el coronel Marcelino G utiérrez, a quien
se nombró je fe de la misma, colaborado
por Felipe Montado, Felipe Leonor
R ibera, José Camacho y otros s e te n ta
voluntarios.

El día cuatro de marzo se publicó un


bando a las dos de la tard e, haciendo
conocer la creación de la junta conserva
dora del orden, donde se pide al pueblo
mayor apoyo y participación. Según
don Felipe Leonor Ribera, la frialdad e
indiferencia de los parroquianos fue la
única respuesta que se obtuvo "de e ste
desgraciado pueblo, que únicam ente se
burla de la asociación y la considera
inútil, mofándose especialm ente de su
anciano jefe, el coronel G utiérrez, que
dirige sólo a cuatro gatos. Por o tra
p a rte aseguran que lo único que hacen
las patrullas es alarm ar a la población".

Al día siguiente corrió el rumor en tre


los pobladores qué Ibáñez incursionaba

160
en la ciudad en com pañía de algunos
de . sus soldados, "lo que no puede
dudarse es que muchos oficialitos y
soldados suyos aparecen por las noches".
(F.L.R .).

La asociación decide c re a r un piquete


com puesto de tre c e hom bres con sus
respectivos clases y jefes, los que
recibirán retribución económ ica provenien
te de las contribuciones que se impongan
al tabaco, harina, e tc. "La misma
indiferencia se nota en los vecinos;
pero tienen la suficiente malignidad
para censurar y m ofarse de los que se
sacrifican g ra tu ita m e n te en favor del
orden público".(F.L .R .)

Día seis.- Para ingresar al despacho


que ocupó Andrés Ibáñez fue necesario
d escerrajar la p uerta, con el fin de
utilizar el salón destinado a las reuniones.
Aún citando a domicilio, solam ente se
consiguió reunir alrededor de tre in ta
personas, "pero tan faltos de patriotism o,
tan fríos, tan sin escarm iento, que
ninguna de las cuestiones propuestas
m erecieron solución y ellas quedaron
sin resolver". Así se expresa don
Felipe Leonor R ibera a lo largo de las
páginas de su diario y continúa lam entán
dose de la ingratitud y el desaire m ani­
festado por el pueblo, con respecto a

161
la asociación conservadora del orden,
sin reconocer que esa actitu d represen ta
ba el apoyo que las m ayorías brindaban
a la causa de Ibáñez.

* Villegas en Santa Cruz

D urante los siguientes tre s días corrieron


insistentes rum ores del arribo de las
tropas enviadas por el gobierno, pero
estos resultaron falsos, creando e x ce p ti-
cismo en tre la población, a tal punto
que el día en que realm ente llegaron,
causó sorpresa y adm iración de las
personas que salieron a curiosear. El
recibim iento oficial se efectuó en el
salón de la p re fe ctu ra, donde se pronun­
ciaron discursos, habiendo sido el obispo
Rodríguez el prim er orador que pronunció
las palabras de bienvenida, le siguió el
cura penitenciario José Ramón Rodríguez,
quien censuró acrem ente a Ibáñez,
clam ando venganza, palabras que fueron
aten tam e n te escuchadas por V illegas,
quien a su turno agradeció la recepción
y m anifestó complacido: "Todos los que
contribuyeron d ire c ta o indirectam ente
con el bandido Ibáñez, serán pasados
por las arm as y confiscados todos sus
bienes".

162
Las tropas recién llegadas estaban
constituidas por dos escuadrones, el de
Rifleros o Bolívar y el de Chacoma,
cada uno con su banda de m úsica. El
prim ero fue alojado en Los Tam arindos
y el segundo en El Colegio Sem inario,
donde se asegura que en el aula del
sexto grado fue descubierto una mina de
pólvora.
Las fuerzas enviadas por el gobierno se
componían de quinientos soldados.
Estaban com andadas por el M inistro de
G uerra, Carlos de V illegas, a quien se
le confirieron poderes extraordinarios
nombrándolo Jefe Superior Político y
M ilitar de los D epartam entos de C ocha-
bam ba, Santa Cruz y Beni. Le seguían
en jerarquía el G eneral Pedro Villamil,
los Coroneles Julián López y Severino
Zapata.

Se conocen dos proclam as y un decreto


em itidos el veinticuatro de febrero de
1877 por el G eneral Villegas en Chilón.
Las prim eras son un m ensaje de sa lu ta ­
ción a los habitantes de V allegrande,
en ellas se c ritic a la actuación del
caudillo y los seguidores de la causa
igualitaria y federal, calificándolos
como delincuentes y prom etiendo c a s ti­
gar con todo rigor a los que no re sp e ta ­
ron las garantías sociales e individuales

163
del ciudadano. "Vallegrandinos: Ya me
teneis e n tre vosotros, no para deplorar
sim plem ente los males que habéis sufrido,
sino para garantizar vuestra vida e
in tereses (...) Nada tem áis de nosostros,
somos vuestros herm anos".

El decreto a que se hace referen cia en


párrafos anteriores, fue expedido para
nom brar al doctor D em etrio Roca
como secretario de la je fa tu ra superior
de los departam entos de Cochabamba,
Santa Cruz y el Beni.(50) Designación
hecha en recom pensa al haber ofrecido su
concurso incondicional a los expediciona­
rios del gobierno cen tral, quienes una
vez posesionados en la ciudad, se dieron
a la ta re a de aplicar castigos escarm en -
tadores, apresando prim ero a todo
aquel que hubiera sido considerado
igualitario y federal. Los reducidos
grupos privilegiados de la región sentían
alborozo por el cambio que se había
operado en la conducción de los asuntos
políticos y coadyuvaron personalm ente
en la identificación de las personas
com prom etidas, ante las perspectivas
prom isorias que se vislumbraban nueva-

50.- Recordamos que Demetrio Roca fue prefecto


de Santa Cruz y quedó cesante a raíz del
motín del primero de octubre de 1876.

16 4
m ente en favor de sus in tereses hegem ó-
nicos.

El once de marzo salió el escuadrón


Chacoma con rumbo al Río Grande,
con los generales Villegas y Villam il a
la cabeza. Se asegura que allí aún se
en cuentra Ibáñez, quien no ha logrado
pasar a la o tra orilla debido a la crecida
del río, solam ente algunas m ujeres
lograron ser trasladadas a la o tra banda
en canoa. Antes de su p artida, Villegas
ordenó que se c astig a ra con quinientos
azotes a cada uno de los federales que
habían sido detenidos.

D urante la noche se escuchó la re tre ta


de gala en la plaza principal, pero no
logró ten er la audiencia que se esperaba.
" R e tre ta de ordenanza, pero tan d esaira­
da, que dá una mala idea del país,
porque parece que los habitan tes no
aprecian la m úsica" (F.L.R .).

El tre c e regresaron las tropas del Río


Grande, sin haber cumplido el objetivo
que se propusieron.

En estos últim os días los soldados del


interior se dedicaron a proveerse de
caballos y aperos para em prender la
cam paña de persecución por las extensas
tie rra s de Chiquitos.

165
Dos días después se llevó a cabo la
celebración de una misa de gracia, que
don Felipe Leonor R ibera la describe
en los siguientes térm inos:

"15.- Tuvo lugar una solem ne misa de


G racias votada por el Cabildo Esclesiásti
co, por el feliz arribo a é sta de la
División del O riente (fuerza del gobierno),
a la que concurrió el G eneral Villegas,
algunos Jefes y O ficiales y el Escuadrón
H úsares.- Lo más selecto del vecindario
concurrió tam bién a solemnizar esta
función, lo cual, unido al hermoso
aspecto que presentaba la población,
adornada con la tricolor boliviana y
algunas banderas consulares, todo sin
m andato de autoridad y como acto
espontáneo, ha dado a este día el
c a rá c te r de una verdadera ovación
trib u tad a por todas las clases sociales,
a sus dignos huéspedes, los pacificadores
y salvadores del p aís.- G ran número
de ciudadanos se dirigieron al alojam ien­
to del G eneral Villegas y lo condujeron
a la C atedral. Después de la función,
en mayor número lo acom pañaron hasta
su casa, donde el Obispo y su Senado
acudieron tam bién.- El prim ero y el
Penitenciario Rodríguez, expresaron
con sentidas palabras la situación por
la que había atravesado el país, dando
gracias a sus defensores y haciendo

166
un llam am iento a los ciudadanos para
que cooperan al G eneral V illegas en
su m isión.- Este G eneral con la elegan­
cia de frase y la franqueza que lo
c arac te riz a, contestó a uno y o tro en
térm inos muy satisfa c to rio s, agregando
que si por el egoísmo de algunos hijos
de Santa Cruz no term inaba su obra
pronto, declinaba de toda responsabili­
dad, pues los únicos culpables eran los
dam nificados y oprimidos que no p re sta
ban su concurso a sus defensores.- A
las tre s de la ta rd e se publicó un
bando en el que se leyeron tre s d e c re ­
tos: el prim ero declarando nulos todos
los actos de íbáñez y abriendo nuevas
licitaciones para rem atar los ingresos
fiscales; otro ... (olvido) y otro llam ando
al pueblo al Comisio para que nombre
su autoridad civil, h a sta la llegada del
G eneral Pérez, P refecto. Se acordó
que fuera el doctor D em etrio Roca,
por mayoría de tre s votos, co n tra el
otro candidato que e ra el que escribe
estos apuntes".(FL R )

Como estaba previsto, el dieciseis se


realizó el comicio convocado para
elegir al P refecto provisorio. Inauguró
el acto el general V illegas, quien
después de explicar el motivo del
mismo, propuso como candidato a uno
de sus lugartenientes, el coronel Severi-

167
no Z apata, habiendo sido apoyado por
los oradores que le siguieron, el preben
dado Rojas, el penitenciario Rodrfgue"z
y el doctor Angel Mariano Zam brana,
quienes con mucho entusiasm o se d edica­
ron a convencer a la concurrencia
para que apoyaran al candidato del
general Villegas, argum entando que
"Santa Cruz no era un pueblo egoísta,
prueba de ello era que había ido a
recibir al general cuando entró con su
división a la ciudad". Por la vehem en­
cia con que los oradores defendieron
al candidato del general, se llegó a
desestim ar la del tam bién o fic ia lista
doctor D em etrio Roca, habiendo salido
elegido el coronel Zapata. Luego de
lo cual una com itiva com puesta por
los doctores Zambrana y Velasco, el
prebendado Rojas y otros "notables",
fue la encargada de tran sm itir la
noticia de su designación al nuevo
prefecto.

El día diecisiete se publicó un bando


que declaraba la interdicción e n tre la
capital del departam ento y la provincia
de Chiquitos. Ese mismo día se reunie­
ron varias personas en el dom icilio de
don Domingo Leigue, con el objeto de
red actar un documento dirigido al
general Villegas, pidiendo el alejam iento
del obispo., "por ser su palacio un

168
foco de desm oralización y por hallarse
com plicado en los sucesos que han
afligido al país". El docum ento fue
entregado personalm ente en manos de
su d estinatario, quien se com prom etió
analizar la denuncia.

En varias oportunidades se anunció el


retorno del general Perez, sin que se
produjera su arribo. Se decía que
venía acom pañado por el p re fe cto del
Beni, José Suarez. El diecisiete de
marzo se ordenó em banderar la ciudad
y se formó una com itiva de recepción,
encabezada por el general V illegas,
pero todo quedó en preparativos. El
dieciocho, o tra vez corrieron rum ores
de su llegada, habiéndose enviado a su
encuentro a los Chacomas, con su
banda, para to carles la bienvenida.
Se había acordado que el sacristán de
la iglesia de San Andrés, repicaría en
cuanto percibiera la llegada de las
tropas. A las cu atro de la ta rd e pasó
algo imprevisto, originado por la e n tra ­
da del corregidor de La Enconada,
quien con c u aren ta hom bres m ontados,
levantaron abundante polvareda por
donde debía llegar Pérez. El sacristán
que estaba a ten to , creyó que se tra ta b a
de los esperados refuerzos y tocó las
cam panas con entusiasm o, habiendo
sido respondido por los otros sacristan es
que esperaban la señal convenida p ara
im itarlo, pero tam poco se produjo el
arribo.

El diecinueve se dio a conocer un


bando por el cual se conm inaba a
todos los que hubieran desertado de
las filas de Ibáñe'z a en treg ar sus
arm as, ofreciéndoles una g ratificació n
de acuerdo con la calidad de las
arm as que devuelvan.

Finalm ente se produjo la llegada del


general Pérez el dia veinte, ya sin
cam panas ni banderas. Como se había
anunciado, venía acompañado por el
p refecto del Beni, José Suárez, a la
cabeza de doscientos hombres reclutados
p ara perseguir a Ibáñez, los cuales
tra ía n incluso su propia banda de
música. El destacam ento fue alojado
en la catedral.

El veintiuno por la ta rd e , el general


Pérez reasum ió la p re fe ctu ra del d e p ar­
tam ento.
Las personas que eran aprehendidas
bajo la acusación de igualitarios fe d e ra ­
les, eran llevadas al cuartel para ser
castigadas sañudam ente. El principal
instrum ento de to rtu ra era el látigo,
cuyos efectos se dejaban escuchar,
especialm ente por las noches.

170
Ei veintitrés de marzo de 1877 se
llevó a cabo un funeral simbólico en
hom enaje al coronel Ignacio Romero,
m uerto el prim ero de octubre del año
an terior en circunstancias que son ya
conocidas. Rindieron los honores
m ilitares las tropas del interior enviadas
por el gobierno, y tam bién las que
vinieron del Beni. Los principales
discursos fúnebres fueron pronunciados
por el general Pérez y D em etrio
Roca.

El veintiséis se recibió la denuncia


en la p re fe c tu ra que el excajero
Pedro Manuel Silva, ten ia en su domici_
lio des baúles que posiblem ente c o n te ­
nían dinero. H echa la requisa, se
estableció que eran los libros del
tesoro y otros docum entos. Por las
noches se escucharon vivas e Ibáñez,
proferidos por un jin ete. *

* Atropellos
Ante la denuncia presentada por el
doctor Cam pero, se tom ó prisionero
al doctor Melquíades Barbery y al
señor Carlos Chalot. Por la noche el
general Villegas recibió la inform ación
que Ibáñez se encontraba en la ciudad
y se habfa escabullido acosado a
balazos por tre s jovenzuelos. La
noticia causó alarm a y el general
Villegas movilizó a toda la tropa en
la plaza de arm as, sin lograrse resulta
do alguno.

Abril de 1877.- El dos llegó un correo


extraordinario de la provincia de
Chiquitos, portador de una c a rta del
coronel Nicolás T. Ramos (51), subpre­
fecto de San José y dirigida>al general
Villegas, donde le m anifiesta que si
él se había pronunciado anterio rm en te
en favor de la federación, fue porque
había sido informado que el G eneral
Daza aprobaba dicho sistem a de
gobierno, pero ahora, conocedor de
su disconformidad, renegaba de la
federación y apoyaba incondicionalm en­
te el sistem a unitario. Es así como
se produce la prim era deserción
significativa de las fuerzas federales,
la misma alcanzó gran difusión por la
propaganda desplegada por los gobier­
nistas.

51.- El coronel Ramos fue quien presidió el


c o m i d o de los de octubre del año
anterior, convocado en Santa Cruz
después de la muerte de Romero. En esa
Asamblea popular se emitió el documento
denominado ACTA DEL PUEBLO, mediante el
cual se nombró a Ibáñez prefecto y
comandante general del departamento.

172
Desde su llegada, tan to los jefes,
oficiales, como los soldados de la
"División Pacificadora del O riente",
cotidianam ente se dedicaron a d iv ertir­
se en farras y com ilonas, llegando a
suspender las re tre ta s que se tenían
program adas como norma. Al respecto
don Felipe Leonor R ibera dice: "No
hubo re tre ta , siendo jueves y estando
form ados los músicos. Tampoco
hubo el domingo pasado, dijeron que
por borrachos".

El día seis am aneció sitiad a la ciudad.


Desde la media noche h a sta las diez
de la mañana, las tropas estuvieron
buscando ibañistas, para lo cual se
desplazaron todos los efectivos e x isten ­
tes en la capital. El hecho causó
alarm a en la ciudadanía, que vivía en
perm anente zozobra por los abusos
que se com etían. Con el estado de
sitio lo único que se consiguió fue la
detención de cinco individuos, que no
eran prófugos y tam poco se ocultaban.

La torpeza llegó a ta l punto, que en


diez horas de actividad m ilitar se
requisaron uno por uno los domicilios
de la población sin llegar a detener
a las personas que buscaban, por no
conocer los requisadores a quienes
perseguían y por la configuración
interior de las manzanas, que no
perm itía un e stricto control e n tre
casa y casa, por c arecer éstas de las
consiguientes divisiones, y si las
había, eran tan precarias que no
impedían la huida de los supuestos
fugitivos.

A uno de los detenidos de apellido


Barba, se lo acusaba de e sta r compro
m etido en tre los principales de la
causa revolucionaria, por haber in te n ta
do envenenar a las tropas represoras.
E ste logró fugarse horas después de
su apresam iento, con ta n ta habilidad
que desconcertó a sus carceleros, los
cuales, siguiendo la cadena de errores
y descréditos, en vez de perseguir al
prófugo, se dejaron llevar por el
despecho y apresaron a su indefensa
mujer, a quien la azotaron sin piedad
para desahogar la furia que los e m b ar­
gaba.

El día siete hubo licénciam iento de


reclutas, procediendo a despedir a
los que se engancharon en el tra y e c to
del te rrito rio cruceño, que fueron
incorporados a los Chacomas por el
general Villegas, habiendo sido dados
de baja ignom iniosam ente un día
antes de la revista, pagándoseles ta n

174
sólo un real por legua de camino,-
desde el pueblo donde fueron reengan­
chados, lo cual no alcanzaba ni para
fle ta r anim ales y em prender el retorno
a sus casas. E ntre peripecias e
iniquidades, los despedidos retornaron
a sus tie rra s donde harían conocer a
sus paisanos el mal tra to de que
fueron objeto. Ese mismo día se
em itió la orden general para que las
tropas se dispongan a m archar hacia
Chiquitos el próximo nueve.
Por orden del general V illegas, el
ocho de abril partió la Columna
beniana rumbo a Trinidad, al mando
del p refecto de ese departam ento,
llevando a los confinados ¡bañistas
cura Castedo, Segundo Rodríguez, la
Berdecio y o tras doce personas. A
las dos horas de haber partido tuvieron
que regresar, debido a la tem pestuosa
lluvia que les impidió cam inar. Unas
horas después, volvieron a reem prender
la m archa, e sta vez con m ejores
augurios.
El nueve se instauró consejo de guerra
para juzgar al doctor Carlos M elquía­
des Barbery y a otros dirigentes
igualitarios.

Aunque se tuviera prevista la p artida


para este día, am odorradas por la
bebida y el jolgorio, las tropas no
tenían la intención de abandonar la
ciudad, h a sta que llegó la orden
precisa del gobierno de reiniciar la
persecución, volviéndose a program ar
la partida para el tre c e del mismo
mes.

Don Felipe Leonor R ibera re la ta un


acontecim iento ocurrido en fecha
once: "Por la noche hubo un baile
donde las Landivar, (Sam aipateñas) y
en la fonda contigua estaban algunos
m ilitares, sentados en grupo en el
corredor, ultrajando de palabra al
país, (léase a Santa Cruz) y ridiculizan
do a loshabitantes. En esto se
presentó un zambo N. que fue acomed_
do por los m ilitares, so p retex to de
ser ¡bañista; y después que le pegaron,
huyó en tre ellos y se refugió en el
salón de baile donde encontró a
Viador A rteaga, quien viendo el
estado en que se hallaba el zambo y
oyendo su relato, se exaltó y fue a
pedir explicaciones a los m ilitares.
Estos fanfarrones pretendieron hacer
de sus acostum bradas, pero fueron
atacados por A rteaga con tal ím petu,
que al instan te se vieron bajo sus
pies, revolcados en la tie rra . Hecho
esto, A rteaga se volvió al b aile.-
M ientras ta n to los revolcados, volviendo

176
en sí acudieron al c u artel a pedir
auxilio y regresaron acom pañados de
muchos soldados, los cuales entraron
al salón de baile, tom aron a los
caballeros que allí estaban, al paso
que las señoritas, com prendiendo el
peligro que las am enazaba y llenas
de indignación y de estupor, entraron
a los dorm itorios y se encerraron.
Entonces don Francisco Landívar les
preguntó a los valientes pacificadores
por qué tom aban esa a c titu d y daban
ese escándalo? A lo que le c o n te s ta ­
ron con un garrotazo en la cabeza
que lo hizo caer sin sentido y una
vez en el suelo le dieron otros y se
oyó la detonación de un tiro de
revólver... Ello es que a A rteaga lo
sacaron para darle palo y en el
corredor se les escapó y tom ó a
,todo co rrer la calle del doctor V elarde,
en cuya esquina, tropezando con unos
bueyes, cayó, y sus enem igos que
corrían tra s él, aprovecharon de este
incidente para victim arlo. Si quedó
vivo, ‘no fue por voluntad de los
pacificadores".

El doce llegó un correo extraordinario


enviado por Nicolás Ramos, con la
noticia del desbande de las tropas
federales, estando Ibáñez a punto de
quedar com pletam ente solo. Hubo

177
re tre ta de despedida. Ese día. se
publica el bando en donde se hace
conocer el nom bram iento del coronel
Pedro Villamil para que ejerza las
funciones de Jefe Superior y M ilitar
del departam ento. El nom bram iento
significaba delegar el poder de V ille­
gas a quien habría de reem plazarlo
en su ausencia. O tra noticia im portan
te de esa fecha se refiere a la d e te r­
minación em anada del consejo de
guerra, seguido contra el doctor
Carlos Melquíades Barbery, quien
fue desterrado a la República
A rgentina.

♦La Persecución

El tre c e salieron las tropas de la


división expedicionaria hacia Chiquitos,
con todo su contingente fu ertem en te
arm ado, a excepción de cincuenta
hombres que debían perm anecer
custodiando la plaza, habiéndoseles
asignado la suma de cato rce mil
pesos para sus gastos.

El docum ento IGUALITARIO señala


q u e '" la c ate g o ría "' tuvo confianza en
la considerable fuerza de seiscientos
com batientes, que se lanzó a Chiquitos

178
a perseguir a Ibáñez. Antes de la
p artid a, Villegas - recibió con agrado
"un espontáneo presente de cinco mil
duros y un saco donde debía d ep o sitar­
se el cráneo del codicioso Ibáñez,
según era llamado por la aristo crac ia ".
"Así fue que los collas arro straro n los
peligros de un m olestoso y prolongado
tra y e c to , más por decir que el fin
no era sino tranquilizar a la azorada
república, particu larm en te a la c ate g o ­
ría cruceña". (M anuscrito Lara)

Para cruzar el Río G rande, los expedi­


cionarios Chacomas tuvieron que
llevar desde la ciudad la canoa que
había en la laguna El A renal, con
capacidad para doce personas, "en la
cual en otros tiem pos el p refecto ,
general Juan José Pérez, invitaba
galantem ente a las damas a navegar
en las aguas del Océano Pacífico". *

* Amotinamiento y traición
Los fugitivos continuaron rumbo al
e ste, encontrando a su paso la pobla­
ción de Santa Rosa, localidad pequeña
cuyos caseríos fueron ocupados por
los viajeros. Después de doce horas
de descanso se am otinaron dos com pa­
ñías que estaban al mando de los
capitanes Marcos Mansilla y Manuel

179
José Roca. Los rebeldes irrum pieron
en la casa donde se hospedaba Ibáñez
sitiándola con cincuenta hom bres y
m anteniendo al caudillo incomunicado
por quince días, con la intención de
entregarlo a sus perseguidores.
Según se puede colegir del m anuscrito
IGUALITARIO, los capitanes nombrados,
antes de salir de Santa Cruz habían
entrado en componendas con el cónsul
argentino Angel Costas, quien les
habría ofrecido una fu e rte recom pensa
pecuniaria en nombre de la oligarquía
local para que le entregaran vivo o
m uerto a Ibañez. La intervención
del capitán Benjamín Urgel fue decisi­
va para term inar con el estado de
incertidum bre que incomodaba a
todos. Este entró violentam ente
donde se encontraban los am otinados
y con firm eza m anifestó: "¿Qué
motivos hay señor Mansilla, para que
nuestro caudillo se encuentre incomuni^
cado?". Mansila le respondió: "Sí
señor Urgel, nuestro autor nos e stá
haciendo sufrir la seca y la m eca
vagando en largos y molestos cam inos,
sin ninguna determ inación, más aún,
sin darnos ni siquiera el sueldo a tra s a ­
do para con eso buscar nuestro particu
lar recurso". El capitán Urgel ordenó
sin vacilar que se hiciera presente el
coronel Prado, cajero del regim iento,

180
el mismo que de inm ediato se reunió
con los demás capitanes y les pidió
en convincente alocución, dadas las
circunstancias que habían alterad o el
orden normal de los acontecim ientos,
que lo reconocieran a él como je fe ,
lo cual todos aceptaron. Investido
del poder por consenso, Prado puso
en libertad a Ibáñez, quien reasumió
nuevam ente el mando. P °r el fra c a ­
so de su intento, los capitanes tra id o ­
res se dieron velozm ente a la fuga,
ordenándose su inm ediata persecución.

Solam ente Roca pudo ser encontrado,


en su desesperación se refugió en el
tem plo y se abrazó a la imagen de
Santa Rosa, habiendo sido separado
por la fuerza y sacado al exterior de
la iglesia, donde am arrado a un
pilar, fue fusilado por un pelotón que
obedecía al capitán Valverde. Aún
después de recibir ocho balazos,
Roca no dejaba de proferir insultos,
"repitiendo que sus ejecutores debían
pasar por el mismo suplicio". Por su
propia iniciativa el sargento Ripalda
le disparó un tiro de gracia que le
traspasó la cien, term inando con los
sufrim ientos del moribundo. Ante
esta circunstancia, la mujer del
ajusticiado, que se encontraba presente,
se lam entó diciendo: "Mal hayan los
cíen pesos que agarram os (52), para
lib ertar al doctor Ibáñez, quién habría
de ser nuestra ruina, quedando h u é rfa ­
na de mi marido, pero Dios es grande".

E ste desleal suceso tornó suspicaz al


caudillo, a tal punto de llegar a
desconfiar de sus inm ediatos colabora­
dores, de ahí que la propuesta del
capitán Manuel M ontenegro, de hacerse
cargo del ejército para esperar allí
mismo a los perseguidores y p re se n ta r­
les b atalla, fue rechazada por Ibáñez,
quien emprendió nuevam ente la m archa
hacia el Brasil, con un grupo de
cincuenta hom bres de su mayor con­
fianza.

♦Proclama de Uruguayto

A orillas del Río Uruguayto hay un


caserío, al llegar a ese lugar acam p a­
ron para pasar la noche y aprovisionar-

52.- La cita de los cien pesos que hace la'


viuda de Roca, se refiere al pago que
su marido recibió por haber participado
en la liberación de Ibáñez, cuando se
produjo el alzamiento de la Columna el
primero de octubre de 1876. En esta
oportunidad se pretendía entregarlo a
sus enemigos por una recompensa mayor.

182
se de alim entos con el fin de c o n ti­
nuar la m archa. En e ste sitio, según
el relato del cura L ara, Ibáñez se
m anifestó con am argura en los siguien­
tes térm inos:
"Amados co m p atrio tas, a pesar de
las siniestras y rudas traicio n es de
mis predilectos, a quienes se les
hubiera coronado con notables laureles,
¡ Ah ! Del bien no se debe esperar
sino am argos sinsabores y ap atías,
i D esleales ! Por cuyos denigrosos h e ­
chos vemos que los descendientes de
Caín son y serán siem pre incom patibles
a un honorable progreso. A pesar de
ello, diremos que muy bien quisiera
que todo el pueblo cruceño concibiera
nuestros laudables y sublim es propósi­
tos y luego como inspirados del bien
que pretendem os, espontáneam ente
nos auxiliarán con los elem entos
precisos de la proyectada obra.
Luego efectuado el grandioso te m a ,
nos elevaríam os al nivel de los angloa
m ericanos, quienes se hallan en la
cum bre de las prosperidades, así es
que unidas Santa Cruz, T arija y el
Beni, lograríam os independizar la
inapreciable p a rte oriental de Bolivia,
erigiendo una nueva, pero rica repúbli­
ca".
De esta alocución, que originalm ente
fue mucho más extensa, se recogió
solam ente "lo que la menguada re te n ti
va de don Efrafn Barba pudo recordar".
(53) quien la tenía grabada en su
m ente y la relató muchos años después.

Siguiendo por la ruta que conduce al


Brasil, los fugitivos pasaron por la
población de Santa Ana, donde según
re la ta Daniel Pérez V elasco, entraro n
en co n tacto con Ezequiel Flores,
corregidor del lugar, quien aparentó
ser partidario de la causa de Ibáñez,
a la cual serviría evitando el avance
de las tropas de Villegas hacia la
fro n tera. "Flores era un hombre
conocido como astu to , falso y versátil"
(54) .

53*- Según don Daniel Pérez Velasco, este


discurso fue reproducido por don
Efraín Barba a su confesor, cuando se
encontraba en los humbrales de la
muerte. Se hace notar que la única
referencia a la proclama Uruguayito,
esta en el capítulo Igualitario del
manuscrito Lara. En ningún manifiesto
publicado por Ibáñez han detectado
indicios de separatismo lo que pone en
tela de juicio la veracidad de la
confesión hecha con muchos años de
posteridad.

5 é . - Perez Velasco, D a ni e l : p. 111

184
* San Diego

Las tropas en desbande, cada vez


más reducidas, llegaron a la población
de San Diego y pernoctaron en el
establecim iento de don Emilio Peña
quien los invitó a su mesa, circu n stan ­
cia que aprovechó para recom endarles
apresurasen la m archa y cruzaran la
fro n tera lo más pronto posible.

Al am anecer del día siguiente los


fugitivos p artieron y al llegar a la
localidad de Piedras Blancas, el Cónsul
brasileño les exigió que para ingresar
a su país debían deponer las arm as.
Los igualitarios sospecharon que la
intención era entregarlos a sus p erse­
guidores y decidieron retornar. (55)

55.- La desconfianza de los igualitarios tenía asidero


en razón a que Villegas ya había tomado contacto
con las autoridades brasileñas, según se desprende
de la Memoria de Guerra presentado por éste a la
Asamblea Constitucional de 1877, donde señala lo
siguiente: "En previsión de que Ibáñez y los suyos
procurarían asilarse en territorio brasilero,
dicté todas las medidas más convenientes para su
detención y consiguiente extradicción, en conformi­
dad al tratado vigente y de acuerdo con el cónsul
general de aquel imperio".

185
Estando Ibáñez nuevam ente en San
Diego, se hizo presente el capitán
R afael Egüez (56) quien le ofreció
tra e r una tropa de caballos para
auxiliar a . los federales. Ibáñez y
sus inm ediatos colaboradores descon­
fiaron de sus prom esas, puesto que
tiem po a trá s los había traicionado
con todas las agravantes. Teniendo
en cuenta estos hechos Ibáñez ordenó
su fusilam iento. Al escuchar Egüez
la sentencia, exlamó : "¡Hola ,mi
caudillo! ¿Usted me va ha fusilar?
Bien, bien, pero le advierto que
donde mi sangre se derram e, sera
derram ada la suya!"

Habiéndose cumplido la sentencia de


m uerte, la fatal predicción del
ajusticiado se convirtió en fatíd ica
profcsía.

* El Holocausto

Ibáñez y sus seguidores ya no pensa­


ron en ganar distancias y seguir
huyendo, perm aneciendo en la pascana

56.- Rafael Egüez fue quien desertó en la


batalla de Los Pororos, cuando estaba
al mando de un refuerzo que debía
entrar en acción.

186
de San Diego a dos kilóm etros de
la casa de hacienda. A los tre s
días llegó un em isario enviado por
el corregidor de Santa Ana, Ezequiel
Flores, con una c a rta dirigida a
Ibáñez donde le hacía saber que de
acuerdo a lo convenido, había logrado
impedir el avance de las tropas de
Villegas h asta San Diego, éstas se
regresarían de Santa Ana a Santa
Cruz, en vista de lo cual, le pedía
que estuviera tranquilo. Ibáñez
recibió la com unicación a tiem po de
ir a bañarse en una laguneta, c erca
de la misma se había construido un
galpón donde se hospedaban los
oficiales y soldados.

Sin intuir la tra ic ió n que le habían


tendido, "muy alegre avanzó Ibáñez,
con la toalla al hombro, m ostrando
la c a rta , llamó a reunión a los
Jefes y la tropa, com unicándoles
jubiloso las noticias de Santa Ana:
y en la noche sobrevino el d esastre".
(57)

Esa noche se encontraban todos


acostados, pero el paraguayo Fabio,

57.- Perez Velasco, Daniel, p.111

187
perm anecía aten to , puesto que el
ladrido de los perros le avisaba que
se aproxim aban extraños al villorrio
y tra tó de a le rta r a Ibañez del
peligro inm inente, pero éste le
respondía con palabras tranquilizado­
ras que su perseguidores no serían
capaces de andar por esos cam inos.
Fabio, hechado sobre el suelo y con
el oído pegado a la tie rra , podía
escuchar el tropel de los caballos,
cuyos cascos retum baban cada vez
con mayor nitidez, no tuvo o tra
alternativa que irse solo.
Mucho tiem po después ingresó al
Brasil, por el pueblo de Corumbá.

Aunque Pedro Kramer en su libro


"El Gral. Carlos de Villegas asegura
que Fabio fue tam bién ejecutado en
el lugar.

Villegas en su c arrera co n tra el


tiem po cam inaba noche y día, en el
tra y e c to encontró a Benjamín Urgel
a quien después de to rtu rarlo para
arran carle datos sobre el paradero
de Ibañez, lo hizo fusilar.

Luego en la localidad de G uarayitos,


cerca de San Diego capturaron a
otro espía igualitario, el joven Cecilio
Chávez, quien am arrado a un árbol

188
de palosanto fue azotado hasta la
m uerte. "La sentencia que le dieron
fue para saber hasta cuantos azotes
podía aguantar con vida una persona".
"Conforme arreciab a el castigo
aum entaban los gritos desgarradores
de Chávez". "Es por eso que en las
noches oscuras, en vísperas de tem pes
tad , cuentan ls viajeros que en
medio del silencio, se oyen los
gritos desesperados y angustiosos de
Cecilio Chávez, el m ártir de G uarayi-
tos". (58)

La inform ación que obtuvo V illegas,


después de sem ejantes to rtu ra s, le
posibilitaron planear sus acciones y
tom ar al grupo por sorpresa.

El asalto se produjo al filo de la


media noche del 30 de abril, con
una descarga de fusilería dirigida
hacia el galpón donde se encontraba
el mayor número de alojados.
Luego del ataque sorpresivo, los
soldados irrum pieron violentam ente
dando tiros co n tra l° s hom bres de
Ibáñez, disparando tam bién sobre los
que todavía se encontraban bajo los
mosquiteros.

5 8 . - Perez Velasco, D a n i e l , p.114

189
Quienes fueron alcanzados por las
balas no llegaron a d espertar y
pasaron del sueño a la m uerte,
otros huyeron despavoridos, dejando
regueros de sangre. En su desespera­
ción, algunos alcanzaron la laguna
próxim a sum ergiéndose en ella y
fueron muy pocos los que pudieron
crucarla para esconderse en la
maleza. O tros al huir tropezaban
con obstáculos y cafan, allí mismo
eran golpeados rudam ente. Un
grupo de fugitivos consiguió llegar a
la propiedad de Don Benedicto
Maldonado, donde fueron socorridos
y protegidos por el consternado
propietario, quien los ayudó a escapar
de sus perseguidores.

Este asalto fue decisivo para las


fuerzas del gobierno y como dijera
el general Villegas en su inform e al
m inistro de gobierno: "... he dado
cim a a la misión que se me encom en
dara de la m anera más cum plida y
satisfa c to ria ". En esta acción
cayeron prisioneros los cuatro jefes
superiores, incluyendo a Ibáñez, dos
tenientes y otros quince individuos
de menor jerarquía, en tre sargentos
y soldados.

Para juzgar verbalm ente a los d e ten i-

190
dos, se instauró consejo de guerra,
creado por d ecreto de veintidós de
marzo de ese año, el que fue em itido
en el Estado Mayor G eneral de la
División de O riente, el mismo que
estab a com puesto por el com andante
general de la división, coronel Severino
Z apata, en calidad de presidente.
Como vocales fueron nombrados los
ten ien tes coroneles Manuel V izcarra
y Escolástico Pim entel, el com andante
Octavio La Faye y el graduado Emilio
Seales. Como vocales suplentes se
designó al te n ie n te coronel Máximo
G arcía y al graduado Pedro P. Vargas.
El sargento mayor Pedro José Hoyos
ejerció la función de Juez fiscal y el
capitán Miguel Rodríguez la de s e c re ta
rio. El fiscal de partido doctor
Mariano Zam brana, ofició de auditor
de guerra.

El prim ero de mayo, pocas horas


después de la cap tu ra, el consejo de
guerra tenía ya su veredicto, que
fue pronunciado an te los reos de
rebelión, decretando pena de m uerte
para los acusados doctor Andrés
Ibáñez, Coronel Francisco Javier
Tueros, coronel Manuel M aría Prado
y capitán Manuel Valverde.
Andrés Ibáñez, al conocer la sentencia,
pidió conm utación de la pena para su
gente, arguyendo que era la prim era
vez que actuaban en esa form a,
prom etiendo por todos, m odificar su
com portam iento.
"Estoy por ello, - dijo Villegas -
pero ignoro la opinión de mis celosos
colegas, señor Ibáñez".

Ante lo cual intervino el coronel


Z apata y con dureza, dijo: "No pode­
mos ni debemos concederles perdón,
por cuanto el supremo gobierno confió
en el cum plim iento de nuestra espada,
por cuyo form al compromiso to ta lm e n ­
te debemos disolver el partido federal
con su respectivo y obstinado caudillo,
contraventor de la ley constitucional,
por consiguiente, los de mayor c a rá c ­
te r, paisanos suyos, integram ente
piden el exterm inio de todos los
federales, por decir que asf se extinguí^
rán las m onstruosidades que la fe d e ra ­
ción engendra".

- "Puesto que no perm iten considerar


mi buena recom endación, - dijo Ibáñez
- pido un confesor para que me oiga
en penitencia".

- "Proporcionénle un confesor al señor


Ibáñez". - dijo Villegas.

192
- "Es muy distan te para hacer que
venga un clérigo, m ientras ta n to se
corrom perá lo dispuesto", respondió el
fiscal, sargento mayor Pedro José
Hoyos".

Ibáñez desengañado, pero con serenidad


y firm eza, solicitó que le proporciona­
ran papel para escribir una c a rta a su
esposa, doña Angélica Roca, en la
cual le pide resignación y que consuele
a su h ija ' Leocadia Ibáñez Serrano,
hija habida en su prim er m atrim onio.
"Sé feliz en nuestra común desgracia,
te encargo vivas al lado de mi fam ilia,
que ella por el cariño que me ha
tenido, te sostendrá. Adiós ... muero!!!
Andrés".

Encontrándose los cuatro sentenciados


en el lugar elegido para el sacrificio,
Tueros pidió m erced y dijo en voz
alta, para ser escuchado por todos:
"Señor doctor Ibáñez, caudillo nuestro,
quiero saber si e sta c a tá s tro fe es la
dicha que nos ofreció, y si e sta es la
grandeza que nos prom etió, y si esta
es la felicidad que nos anunció hubiéra
mos de gozar, y si este es el honorífico
galardón en prem io de n u estra perseve­
rancia. ¡Oh. doctor, ! ¡Cuán equivocado
se hallaba usted y nosotros!"
Ibáñez que lo escu ch ab a muy a te n to ,
a s e n tía a cad a fra se de su lu g a rte n ie n te ,
y cuando hubo te rm in ad o , le respondió:
"Sí señor coronel T ueros, por c ie rto
que e s ta es la m ayor felicid ad con
que la o m n ip o ten cia nos va dotando
en prem io de n u estro iniciado te m a ,
por cuya b rilla n te lu m b rera la p o s te ri­
dad nos s o m e te rá al calen d ario in m o rtal
... Adiós, ad ió s..." (59). Sus p alab ras
fueron c o rta d a s por el tro n a r de las
d escarg as que ceg aro n la vida de
los aju sticiad o s.

Después del am etrallam iento, el general


Villegas ordenó que se abra una fosa
común para sepultar a los cuatro
ejecutados. Posteriorm ente fue coloca­
da en ese lugar una cruz por decisión
de don Emilio Peña y cuando el fuego
la destruía por las ocasionales quemazo­
nes del campo, personas de buena
voluntad que guardaban reverente
respeto por el lugar del suplicio, la
volvían a reponer. Así se pudo saber
el sitio exacto que fue conservado a
través del tiem po. Un siglo después
los restos de Andrés Ibáñez y sus

59- - M a n u s c r i t o Lara p. 93

194
com pañeros de infortunio, fueron
traídos a la ciudad. En la actualidad
descansan en una urna funeraria en
el Comité Pro Santa Cruz.

Se sabe que hubieron otras siete ejecu­


ciones en la misma localidad de San
Diego y otras mas en las cato rce
poblaciones d e ' la provincia Chiquitos,
a las que fueron a requisar patrullas
de Chacomas, con c a rta blanca concedi­
da por Villegas para actu ar con rigor
co n tra todos los com prom etidos tanto
los que se mantuvieron leales a Ibáñez,
como aquellos que lo abandonaron.
La orden precisa era de darles quinien­
tos azotes. A este castigo nadie
sobrevivía. Al sargento V alladares
(60), que era corpulento y fu e rte , le
aum entaron la pena a setecientos
azotes.
* Otra versión

Según el docum ento DEFENSA DE LA


REVOLUCION DEL DOCTOR ANDRES
IBAÑEZ, impreso en Tacna - Perú - en

60. - Leandro Va l l a d a r e s fue el o r g a n i z a d o r


del a m o t i n a m i e n t o del p r i m e r o de o c t u b r e
de 1876, quien p e r s u a d i ó en la riña de
gal los a otr os s ol dado s a reb elarse.

195
fecha prim ero de octubre de 1877, la
m uerte de Ibáñez se describe en las
páginas 50 y 51 de la siguiente forma:

"Un joven de 33 años, de alta estatura


y pálido semblante, descalzo y en man­
gas de camisa, debe ser la primera
victima inmolada. Su fisionomía y
porte revelan la nobleza de su cuna
porque el traje humillante que lleva es
solo la prueba del rigor de sus enemigos,
y a su muerte deben enlutarse muchas
familias notables de Santa Cruz, Sucre
y Cochabamba. Deja una viuda joven y
tres hijos que maldecirán a sus ejecuto­
res y su llanto y orfandad los persegui­
rán por doquiera con el terrible acusador
del hombre, la conciencia! Villegas
ordena se le asegure al tronco de un
frondoso árbol en que debía morir, mas
el altivo joven le dice: "General, no
soy bandido para que me amarren" y
escoge resuelto por patíbulo los traveza-
ños corredizos de una cerca donde se
sienta después de darse la mano de
despedida con sus compañeros de campa­
ña y de muerte! "Soldados, dice, tirad
al pecho y matadme pronto:" una bala
de la primera descarga le atraviesa el
estómago, entonces se arranca la venda
que cubre sus ojos e insta que lo ulti­
men de una vez vendándose él mismo,
hasta que dos descargas sucesivas ponen

196
término a su vida! Villegas estaba
inmóvil ante aquel espectáculo tremendo;
así ha terminado sus dias ese joven
digno de mejor suerte".

"A ntes de subir al Cadalso el Dr. Ibáñez


había escrito a su esposa la siguiente
c a rta que nos la rem itieron en copia:

"San Diego l e de Mayo de 1877.

A la Señora Anjélica Roca.

"Hoy día se me ha leído y notificado


mi sentencia de muerte, así es que
ésta la recibirás después de ella.
Los últimos latidos del corazón que va
a dejar esta vida no se consagran,
sino al ser huérfano que uno deja"
"Ayer escapé de la muerte, pero
esto no habia sido, sino un aplaza­
miento".

Escucha y lée mi último adiós: Resigna


ción!
Sé feliz en nuestra común desgracia, te
encargo vivas al lado de mi fam ilia,
que ella por el cariño que me ha tenido
te sostendrá.
Consuela a mi hija Leocadita y los
otros.

197
No puedo escribirte más largo; desfallece
tu
ANDRES
"Adiós............ muero!!

"¿Quién que no tenga un corazón de


hiena no se sen tirá conmovido al leerlo?
Las últim as palabras que de lo alto
del cadalso pronuncian los moribundos
enternecen h asta el alm a, engrandeciendo
a los desvalidos que mueren por la
injusticia y la mano secante de la
tiranía! ....... Ibáñez, Benjamín U rjel,
Cecilio Chávez, Robles, Tueros, Prado,
Valverde, M ontenegro y Fabio el P ara­
guayo (a quien se le hizo fuego al
verlo, huyendo herido de m uerte en tre
los bosques), son los nueve protom ártires
de la Causa Federal de Bolivia".

♦"Los Victoriosos"

Las tropas de Villegas encontraron a su


retorno al capitán ibañista José Manuel
M ontenegro, apodado C adete, lo capturaron
cerca del riachuelo Churiá y lo condujeron
h asta Cotoca, donde lo pasaron por las
arm as. En este santuario se celebró una

198
misa de acción de gracias, en hom enaje
a las "Fuerzas Pacificadoras del O riente".

El veintiocho de mayo ingresaron victorio­


sos los Chacomas a Santa Cruz, habiendo
sido recibidos con palm as, flores y bande­
ras flam eantes. Fueron objeto de especia
les dem ostraciones de pleitesía, por
p a rte de la "categoría" cruceña. La
"gente bien" exigió al general Villegas
la devolución del saco que le entregaron
al momento de la p artida, dentro del
cual deberían tra e r la cabeza de Ibáñez.
Villegas les respondió que fue imposible
hacerla llegar hasta Santa Cruz, debido
a la distancia y el clim a que aten taro n
co n tra el compromiso contraído, puesto
que había transcurrido casi un mes
desde el ajusticiam iento de San Diego.
Quienes estaban interesados en disfrutar
de la visión del m acabro tro feo , no
quedaron en teram en te conform es con la
explicación, máxime si corrió el rumor
de habérsele perdonado la vida a Ibáñez,
el cual persistió en tre sus adm iradores
hasta muchos años después de los sucesos
de San Diego. (61)

61.- M a n u s c r i t o Lara p .9^

199
La fie sta de bienvenida que tributaro n
los beneficiados por la destrucción de
los federales igualitarios, comenzó desde
el momento mismo de la llegada y se
prolongó h a sta elevadas horas de la
noche.

El prim ero de junio se realizaron e leccio ­


nes para diputados en las cuales tuvo
destacada intervención el coronel Severino
Z apata, que como sabemos ofició de
presidente del tribunal en el sumario
verbal a los rebeldes ibañistas y les
negó la conm utación de pena. Z apata
salió elegido diputado, juntam ente con
los doctores Oyóla y Roca.

Se desconoce el número de votos con que


fue elegido el citado coronel a los tre s
dias de su retorno de San Diego, pero se
puede colegir que, fue el prem io otorgado
por el grupo oligárquico lugareño, en
reconocim iento a su im pecable conducta
al decidir en últim a instancia el asesinato
de lbáñez y los igualitarios.

Las tropas comandadas por el general


Villegas, perm anecieron en Santa Cruz
castigando con azotes a quienes fueran
denunciados de haber pertenecido a la
causa federal. De igual m anera encarcela
ban a todos aquellos que ostentando

200
ciertos privilegios, hubieran sido inmedia­
tos colaboradores de lbáñez. El mismo
coronel Nicolás T. Ramos, el primero en
defeccionar del contingente ¡bañista,
estuvo a un paso de ser condenado a
muerte y fue sentenciado a cuatro años
de presidio.

Felipe Leonor Ribera destaca la solicitud


de las damas de sociedad, "que se afana­
ban por agasajar a los victimadores de
sus paisanos, desde antes que éstos
hubieran regresado de Chiquitos". Relata
que el veintiséis de mayo hubo una
reunión de señoras para tomar acuerdos
y decidir cual de los proyectos que se
barajaban, se llevaría a la práctica, si
el de mandar hacer cien medallas de
oro y doscientos de plata para distribuir­
las por orden de jerarquía, o el de
proveer de calzado a toda la tropa, o el
otro menos dispendioso, de presentar
una esplehdida mesa a los jefes, oficiales
y clases de la división. Nada se dice
del resultado a que arribaron, no obstan­
te, parece que optaron por el último
proyecto. En otra reunión de vecinos
que hubo el día' anterior en casa de don
Angel Peña, se resolvió obsequiarles
medallas de oro y brillantes a los genera­
les Villegas, Villamil y Pérez.

El mismo cronista especifica que el

201
veintiocho, fecha del regreso de Villegas
y sus m ilicianos, el general Pérez ofreció
un vino de honor a sus cam aradas de
arm as. Después de los discursos de
circunstancias, siguió el agasajo, en el
cual se sirvieron exquisitos vinos.

A p a rtir del siete de junio, fecha en


que se llevó a cabo un baile en el dom ici­
lio de doña Ramona Antelo, las fiestas
se sucedieron con p ersisten te frecuencia.

"Tuvo lugar el gran baile, a pesar de la


noche infernal de tinieblas, frío y lluvia.
Cerca de ochenta damas elegantes y
más de cien caballeros, sin contar a los
jefes y oficiales de la División, llenaban
dos espaciosos salones, lujosam ente
decorados e ilum inados..."

"Al día siguiente se realizó otro festín


en la misma casa, a invitación de o tras
personas, pero no tuvo el brillo del
anterior. El quince, "Baile por la noche
donde la Caballero".

"El diecisiete doña Ramona Antelo


brindó su casa nuevam ente para otro
baile. El veintiuno don Lino Tórrez
ofreció un banquete en su curtiem bre,
el cual estuvo muy concurrido y term inó
en una riña, por los enconos del momento
político".

202
"Don J o s é . María Cuéllar dió un baile el
veintiocho. Don Angel Candia "obsequió a
los pacificadores con una opípara mesa,
que ha sido bien honrada m erced a los
buenos vinos. Al día siguiente le tocó
el turno a doña Rosa Z arco, baile que
se volvió a repetir en la siguiente noche".

El cinco de julio don Lino Tórrez ofreció


o tra gran recepción, en su casa de la
ciudad, engalanada con espejos, guirnaldas
y colgaduras, e ilum inada profusam ente.
El ambigú fue de lengua picada, carne
de pavo, rebanadas de pan y queso que
los invitados com ían poniendo el plato
donde bien pudieran. El sie te hubo otro
baile en la misma casa, con la variante
de e sta r aderezados los platos con sard i­
na, en vez de lengua picada."

"Por últim o quedó sin efe cto el baile


program ado para el día nueve, en casa
de don Juan Francisco Suárez. No se
realizó por haber salido el general V ille­
gas con el escuadrón Bolívar". (62)

El general Carlos de Villegas, después


de haber contraído m atrim onio con una

62.- Diario de un vecino. Manuscrito atribui­


do a Felipe Leonor Ribera, p.43

203
dam a de la sociedad cruceña, partió de
Santa Cruz en tre el ocho y nueve de
julio de 1877, al mando de su división,
rumbo a la sede del gobierno. (63)

63.- Kramer, Pedro. General Carlos de Ville­


gas. Taller Tipo-litográfico. La Paz -
Bolivia 1898. p .98
Perez Velasco, Daniel. p.130: "En* un
baile ofrecido a Villegas por la señora
Adriana Franco, en el mes de junio de
1877, por la alta jerarquía gamonal,
asistió lo más bello y granado de las
niñas de Santa Cruz. El garbo y la
gracia de la mujer cruceña son incompara­
bles, en el continente. A esa reunión de
"alto copete" fue invitada una joven
bellísima, llamada Belizaida Ribera, de
quien "el héroe de San Diego" se enamoró
perdidamente. Bailó con ella gran parte
de la noche, declarándole su admiración".
"Con esta señorita se casaría posteirormen
te Villegas, haciéndolo por poder, desde
La Paz".

2 04
Asi se c ierra un capítulo más de las
luchas de un pueblo ansioso de conseguir
su libertad. Luchas que quedaron inconclu
sas con la guerra independista.

El libertador Simón Bolívar tuvo una


clara visión del acontecer sociocultural
de la época, aunque desgraciadam ente no
pudo ser comprendido por la estrechez
m ental del feudalism o criollo, que fue
incapaz de desem peñar su rol histórico.
Es bien sabido que los cañones no m atan
las aspiraciones de los pueblos, sin em b ar­
go, la saña escarm entadora del grupo
dom inante fue dura y se hizo sentir por
medio de su brazo arm ado que cubrió de
sangre y aprobio a esta ap artad a región,
que a pesar del ostracism o geográfico, sus
dirigentes lograron desencadenar uno de
los movimientos sociales latinoam ericanos
más significativos del siglo pasado.

El desplazam iento arm ado de occidente a


o riente, fue una de las travesías más
largas realizadas hasta e n to n c e s,' para
cumplir con creces la misión de ap lastar
un movimiento que los gobernantes conside
raron peligroso. Esta "heroica" victoria
interna no s e repite a menos de dos
años, cuando el te rrito rio nacional fue
invadido por la codicia ex tran jera en el
litoral pacífico. Allí debieron defender
la heredad nacional los héroes de San
Diego.

205
Dr. Andrés Ibáñez Santiváñez (18AA-1877)
DATOS BIOGRAFICOS
DE ANDRES IBAÑEZ

R esulta difícil hacer la biografía de


Andrés Ibáñez, las referencias frag m e n ta ­
rias que se tienen, arrancan desde su
participación en la actividad política.
En los libros parroquiales de Santa Ciuz,
no se ha podido encontrar su certificad o
de bautism o, lo cual viene a corroborar
la versión de que hubiera nacido en
Cochabamba. Investigadores serios,
como los doctores Plácido Molina Mostajo
y Julio Salmón, se dedicaron a buscar el
certificad o de Andrés Ibáñez en las
parroquias de la ciudad y pueblos donde
hubiera referencia de su inscripción,
pero no pudieron encontrarlo. Por o tra
p a rte , los datos consignados en el c e r tif i­
cado de su m atrim onio, son un aporte
tan revelador como inesperado.

El entredicho de si e ra o no hijo natural,


contribuyó a oscurecer el velo de m isterio
que había en torno a la identidad de la

207
madre y la costumbre de entonces de
escribir solamente el apellido paterno al
estampar la firma en los documentos,
terminó por ocultarla definitivamente.
En el certificado de su matrimonio declara
ser hijo de don Francisco Bartolomé
Ibáñez y de doña Carmen Santivañez Gil.

Orestes Harnez, en el documento "La


Revolución Federalista" sin señalar fuente,
dice que Ibáñez fue hijo de María del
Carmen Justiniano. Con el apellido m ater­
no de Justiniano también aparece en el
almanaque publicado por la H. Alcaldía
Municipal de Santa Cruz del año 1987.

Daniel Pérez Velasco en su obra ya citada


señala que era hijo de doña María de La
Paz Gil.

Quienes escribieron sus luchas políticas,


no se preocuparon por dar a conocer
cuanto supieran de su juventud, y menos
de su niñez. Como una introducción al
capítulo IGUALITARIO, en el cual el
cura Lara lo define como organizador de
esa agrupación política, comienza llamándo­
lo de Andrés Ibáñez Bazán, "hijo natural
del coronel doctor Pancho Bartolo Ibáñez".
Lo califica de "extraordinario joven",
perteneciente a una de las principales
familias del país y continúa su comentario
afirmando que, "su padre lo idolatraba

208
por haberle heredado sus am biciones de
poder".

"Hallándose en la escuela prim aria, se


distraía jugando con sus condiscípulos a
la m ilicia, para lo cual organizaba grupos
arm ados con fusiles de juguetes, los
cuales se batían en batallas cam pales,
quedando, tan to los vencedores como los
vencidos, emplazados para b atirse nuevamen
te en o tra confrontación". E sta es la
única referencia alusiva a su más tem prana
edad.
El docum ento más fehaciente que se puede
exhibir, es el certificad o de su prim er
m atrim onio el cual se realizó en la p a rro ­
quia de Santo Domingo de Sucre. Está
inscrito en la página ciento veintisiete,
del libro número cato rce del año 1862 y
fue celebrado por el cura Roque Bazán,
quien casó a los contrayentes Andrés
Ibáñez y Julia Serrano, el prim ero declara
ser natural de la ciudad de Cochabamba
y residente en Sucre, por eltérm ino de
ocho años, hijo legítim o de don Francisco
Ibáñez y Doña Carmen Santiváñez Gil.
(64) La novia era hija natural de don

64.- Es probable que don Francisco Bartolomé


Ibáñez, militar de profesión, en algún

209
Federico Serrano y doña Asunta Pareja.
El tex to com pleto de este certificad o se
publica a continuación. De su segundo
enlace m atrim onial con doña Angélica
Roca, no se tiene el documento respectivo,
aunque en los papeles alusivos, como ser
la atestació n que pidió al CónsiJ de Perú
se lee: "A ngélica de Ibáñez, necesitando
la que suscribe una inform ación que
pueda hacer valer los derechos de mi
esposo doctor Andrés Ibáñez, (e tc .), es
decir, que figura como esposa legitim a.
Con relación a la fecha de nacim iento de
Andrés Ibáñez. Guillermo Lora, citando
a H eberto Añez dice que nació en Santa
Cruz, el tre in ta de noviembre de 1844,
que sus padres fueron Francisco Ibáñez
Velasco y Carmen Santiváñez Gil.

Posteriores investigaciones encam inadas a


encontrar la fecha de nacim iento del
procer, dieron con el a cta de exam en de
Abogado y doctor en derecho, el cual se
llevó a cabo en la ciudad de Sucre, el
tre s de febrero de 1868. En esa revisión
se encontró el escrito firm ado por Andrés
C. Ibáñez, m ediante el cual el interesado
pidió se le m inistre posesión. Corroborado
con la an terio r inform ación, se encontró

momento haya sido destinado a Cochabamba,


donde habría nacido su hijo Andrés.

210
N'.' 994349

Ce r ti fi ca d o e x p e d i d o en S u c r e el 30 de agosto de 19 4 5 c er ti fi c an do
literalmente el registro de M a t r i m o n i o de A n d r é s Ibáñ ez con Jul ia
Ser ran o y d o n d e se afir ma q u e Ibáñ ez es “ natural de la ciudad de
Cochabamba".
la M atrícula E stadística de Abogados,
registro de los profesionales inscritos
publicado por Lorenzo Velasco Flor, en
ese índice se consigna elnombre de
Andrés Corsino Ibáñez, registrado en la
partida número 1264. Teniendo en cuenta
la costum bre observada hasta en el p resen ­
te siglo, de poner nombres a los recién
nacidos de acuerdo con el santoral rom a­
no, e sta modalidad hace suponer que
Ibáñez, al llevar el segundo nombre de
Corsino, hubiera nacido un día cuatro de
febrero, fecha del santo de ese nom bre,
es decir Andrés Corsino y no el 30 de
noviembre que corresponde a Andrés
Apoltol, con e sta nueva inform ación él
doctor Plácido Molina Mostajo volvió a
buscar en los registros parroquiales de
Santa Cruz la susodicha p artida de n a ci­
miento y tam poco lo encontró.

Antes que hubiera incursionado en la


política p artid ista, se conocen dos c a rta s
que acreditan su paso por la p re fe c tu ra
de Santa Cruz, como secretario del P refec ­
to Tristan Roca. Ambas llevan fecha
nueve de enero de 1865 y fueron escritas
en repudio por la revolución que estalló
en Cochabamba y exaltó a la Presidencia
de la República al general Mariano M elga­
rejo, la una dirigida al presidente del
Consejo de Estado y la o tra al doctor
Mariano Muñoz.

213
COMENTARIOS

Aunque la revolución igualitaria de Andrés


Ibáñez, no podía contar con instrum entos
orgánicos ideológicos y condiciones su ficien ­
te s para sostenerse y expandirse, sin embargo
fue un intento de cambio digno de tom arse
en cuenta. Todas las luchas y sacrificios
de ayer, de hoy y de mañana que sostiene
el pueblo, se justifican con la esperanza de
un nuevo porvenir que ilumine el horizonte.
A continuación se presentan algunos co m en ta­
rios expresados sobre Andrés Ibáñez y la
Revolución Igualitaria y Federal, vertidos en
d iferentes épocas.
Así se tien e en DEFENSA DE LA REVOLU­
CION DEL DOCTOR ANDRES IBAÑEZ, folleto
publicado en Tacna el prim ero de octubre de
1877.
"Catálogo de las acusaciones de la revolución
del Dr. Andrés Ibáñez"!

la . "Fué rebelión"
2a. "Fueron bandidos".
3a. "Asesinaron al Coronel Romero".

214
4a. "Robaron la propiedad".
5a. "Acuotaron al pueblo".
6a. "Paralizaron la industria".
7a. "Persiguieron á sus enemigos".
8a. "Fusilaron".
9a. "Fueron traidores á la Patria".

"Apenas creem os que estas acusaciones se


consignen por la prensa. Quién ignora que
con una revolución se suspenden las transaccio­
nes sociales y se interrumple la marcha nor­
mal, sufriendo los males inevitables de la
guerra civil? Cargos son estos inherentes á
todos los levantamientos populares, mucho
mas si ellos, por desgracia se prolongan.
Pero es preciso no olvidar que esos males
tienden á mejorar las condiciones desventajosas
de un desgobierno, por eso el pueblo mira
tras ellos la paz benefactora que cicatriza las
heridas, garantiza á los ciudadanos y abre la
anchurosa senda del progreso: así son las
revoluciones que se hacen á los tiranos".

Autor anónimo.

215
HISTORIA DEL MOVIMIENTO
OBRERO BOLIVIANO

No bien Ibáñez abandonó el escenario de su


actividad política, el oficialism o, los propieta­
rios y la "gente bien" se apresuraron en
catalogarlo como comunista peligroso y exigie­
ron su destrucción física. Un periódico decía:
para "cortar el cáncer socialista que tan
funestamente principia a inficionar la sociedad
boliviana, comenzando .por Santa Cruz" era
preciso aplicar la receta tantas veces ya
aplicada en el pais, "castigar a los que p u b li­
quen, en el futuro, ideas igualitarias, o las
difundan de palabra en reuniones". Además,
era preciso perseguir y cazar al caudillo.

En el númeo once de "El Eventual" se encuen­


tra la aseveración de que la trágica muerte
de Ibañez "ha devuelto la tranquilidad a los
habitantes de Santa Cruz, que no creían seguros
su vida e intereses, si el cabecilla comunista
no desaparecía".

Así concluyó un poderoso movimiento, que


nació directamente entroncado en las masas y
que ensayó atrevidas e importantes reformas
sociales. Suficiente recordar que Barbery,
cuando cumplía las funciones de miembro del

216
Concejo Municipal, proyecto la creación de un
banco de préstam os para los artesanos pobres,
que la Comuna debía estab lecer asignando la
suma de bolivianos cinco mil. ¿ Influencias
de Proudhon o del R eglam ento de la Junta
C entral de A rtesanos? Poco im porta que "El
C om eta" hubiese ironizado el proyecto: "Aquel
hizo una le ctu ra de cada uno de los artículos
y su explicación, fue aprobado por un sí que
salió de la boca de los artesanos... ¡ Qué
chiste!".

El aislam iento quitó perspectivas a los ig u alita­


rios, que tan orgullosam ente encabezaban sus
papeles con su grito de guerra de "¡Viva la
Igualdad!" Por o tro lado, su socialism o era
dem asiado difuso y acaso no correspondía a
los sentim ientos de la m ayoría de la población.
La consigna viva y actual era la Federación
pero tam poco podía prosperar en los estrechos
lím ites de Santa Cruz. Fue suficien te la
movilización de p a rte del ejército para ap lastar
a los sublevados. Lo incom prensible es que
Ibáñez no hubiese aniquilado a los oficialistas
utilizando las guerrillas y sacando ventajas del
terren o . Tal vez mejor que nadie comprendió
que el levantam iento de octubre no ten ía
posibilidades de prosperar. El artesanado no
perm itía el desarrollo del socialism o, ni como
idea ni como p ráctica. Más ta rd e , será el
proletariado el que retom e en sus manos
bandera tan gloriosa.
Guillerm o Lora

217
En NACIONALISMO Y COLONIAJE, C arlos
M ontenegro expresa lo siguiente:

Ibáñez fue un auténtico precursor de la revolu­


ción social en A m érica del Sur. El convenciona­
lismo h istoricista no lo m enciona, em pero,
como ta l en la reseña e sc rita del pasado bolivia.
no. La cultura oligárquica ha oscurecido la
m em oria de tan extraordinario personaje en
m anera que, asi éste como el hecho de que es
prim a figura, se dirían inexistentes.

Ibáñez dominó por entero los acontecim ientos


que el influjo de su acción galvanizante prom o­
viera en la avasallada existencia de la com uni­
dad cruceña. Había sido preso por orden de
Daza, a m érito de que divulgaba teo rías socia­
listas. Pero los soldados de quienes e ra cautivo
se am otinaron en am paro suyo, y el pueblo
solidarizado con la rebelión, sumó a é sta sus
fuerzas unánimes. La plaza de arm as de Santa
Cruz de la Sierra fue así te a tro de un evento
que irradia simbólicos reflejos augúrales.
Trabajadores y soldados rompieron los rem aches
de hierro con que el caudillo había sido engrilla
do, proclam ándolo, después, je fe suprem o de
los rebeldes. Imprimió Ibáñez una celeridad y
una energía leninianas a la ejecución de los
ideales revolucionarios. Dejando a los grandes
te rra te n ie n te s el dominio del suelo cultivado
tan solo, distribuyó la tie rra sobrante a los
campesinos. Fue abolida la servidumbre perso­

218
nal y g ra tu ita , declarándose, adem ás, anuladas
las deudas de trabajo, con lo cual quedó el
peonaje cruceño p rácticam en te liberado de su
esclavitud económ ica. A fin de c o n tra rre sta r
el bloqueo financiero de que los pudientes
hacían víctim a al estado revolucionario, em itióse,
con el respaldo de los bienes públicos, un
nuevo papel moneda, a estilo del "asignat" de
la Revolución Francesa.
Daza destacó una división de e jército co n tra
Ibáñez, en apoyo del cual habíanse pronunciado
todos los vecindarios de Santa Cruz, a contar
del de V allegrande. C arecían de arm as los
rebeldes para em peñarse en lucha con las
fuerzas del gobierno, a causa de lo cual busca­
ron aquellos la protección de las selvas chiquita
ñas, desde cuyos malezales podía guerrearse
con c ie rta ventaja contra los gubernistas. la
caballería de éstos eliminó, em pero, ta l ventaja,
y pudo capturar al je fe rebelde que pasaba la
noche en un paradero del camino. Fusilóse a
otros ibañistas en ^Cotoca, y a dos en Santa
Ana de Chiquitos.1 Jam ás gobierno alguno

1 Aquella l o c a l i d a d lleva hoy el nom b r e de Santa Ana


de Velasco. Aún exi s t í a n allí, en 19^1, a l g unos
ind ivid uos que niños, habían p r e s e n c i a d o los f u s i l a ­
m i e ntos de Ben jamí n Urgel y Cec ilio Chávez, l u g a r t e ­
nie ntes de Ibáñez. De su relato se ext r a c t a las
pre c e d e n t e s noticias. El autor de est e libro las
recogió en Santa Ana, cuando c o n f i n a d o con los c i u ­
dad anos Aug usto Cespedes, Rafael Otazo y José
Cuadros Qui roga por el g o b i e r n o Peñaranda, habitó

219
m ostró sem ejante ferocidad en la represión.
No se salvaron del patíbulo sino los que habían
logrado escapar a la persecución. Daza probaba
así una solidaridad férrea con la oligarquía,
pues, la verdad sea dicha, el im perio hasta
entonces intangible de ésta, había sido pro fan a­
do por Andrés Ibáñez, con aquel intento lib e rta ­
dor de la gleba cruceña.
Con la intención de perpetuar el significado
de su sacrificio, instituciones d e diversa
filiación política han reconocido los m éritos
de la revolución igualitaria, así como calificado
de genocidio el exterm inio com etido por las
tropas encabezadas por Villegas. La nación
toda ha sabido honrar la m em oria del m ártir,
designando con su nombre a la provincia
Cercado del D epartam ento de Santa Cruz. El
tre in ta de noviembre de 1944, a los cien años
de su nacim iento, la Honorable Convención
Nacional sancionó la ley que fue promulgada
por el poder ejecutivo, el seis de diciem bre
del mismo año.

un tie mpo en aquella ino l v i d a b l e pob la c i ó n f r o n t e r i ­


za, entre cuy os v e c inos per du r a b a tod avía con el
rango de los rec uerd os eje mpla res, la m e m o r i a del
gran c a u d i l l o o ri enta l. A solo título anecdótico,
puede agr eg a r s e que los c o n f i n a d o s de 1941, ocuparon
la ha b i t a c i ó n en la cual Urgel y Chávez, p u e stos en
capilla, habían pas ado la última noche de su vida.

220
CRITERIO DE LOS DIRECTIVOS
DE LA FRATERNIDAD "ANDRES IBAÑEZ"
FORMULADO A PETICION DE LOS
AUTORES

La F raternidad "Andrés Ibáñez", fue fundada


el 22 de julio de 1977, como un justo hom enaje
al centenario del vil asesinato del paladín
eponimo, cruceño visionario de avanzada ideolo­
gía revolucionaria, que enarbolando las banderas
del federalism o, planteó la solución política
para el engrandecim iento de la nacionalidad.
N uestra agrupación, al c o n sta ta r el penoso
olvido de e ste ilustre cruceño y la casi nula
divulgación de su gesta e ideas, hecho im puesto
por el centralism o absorvente, resolvió honrar
su memoria, rescatando para nuevas generacio­
nes el nombre de tan m eritorio p a trio ta .

221
POR LA VERDAD Y LA MEMORIA
DE MI PADRE
Dios fué servicio de concederm e el don de
ver reivindicada la m em oria de mi padre,
cuya m uerte enlutó mi adolescencia. Como
an tes dije, su vida no constituye un tem a
agotado; queda mucho por investigar. Pero el
conocim iento que los historiadores tienen ya
de los docum entos inéditos, las obras en
actu al preparación y sobre todo la conciencia
de un pueblo (de ese pueblo que lo vió actu ar,
oyó sus palabras, le vió m orir), proclam an la
nobleza y el heroísm o de la existencia y de
la m uerte del luchador a quien pueden d iscu tír­
sele las ideas, pero no la convicción, la re c ti­
tud de intenciones y el sincero patriotism o.

Puede, por tan to , dormir serenam ente el


hombre que sacrificó sus com odidades, su
riqueza y h a sta su vida por el ideal de una
p a tria engrandecida. Puedo, tam bién yo,
pensar que cuando no sea mi voz la que se
levante para defender su m em oria, el pueblo
cruceño y la opinión nacional serán quienes
pronuncien sobre su tum ba el testim onio de
su respeto y adm iración.
Leocadia I. de Barbery
La Paz, Mayo de 1947

222
APENDICE

SEÑOR DON ANDRES IBAÑEZ

Mi querido Andresito i estimado sobrino:

Tengo el amargo sentimiento de comunicarte que


nuestra familia por uno de esos contrastes inespera­
dos de la vida publica, ha s u f r i d o un descenso del
poder a la vida domestica, según es costumbre decir,
pero'no por esto creas que tu señor padre el Coronel
Dr. Francisco Ibañez primo mío, vaya a domesticarse
ni yo tampoco. Sabes que tu digno padre i primo,
figuraba lo mismo que yó en la presente administra­
ción, i que ocupábamos distintos puestos en una
misma oficina; él de Prefecto i yo de Portero desem­
peñando nuestras funciones con toda la enerjia i
patriotismo que cumple a funcionarios de alta alcur­
nia i rango como nosotros: así pues, se desairaban
valientemente las impertinencias de las señoras i
vecinos cuando suplicaban por algún desgraciado que
debía sufrir el peso de nuestra autoridad. Se
desairaba también las solicitudes repetidas de esos
tragones empleados por sueldos que apetecían, sin
complacer i adular al primo, aunque dejábamos conten^
tos a unos cuantos que vivian pagados como fruto de
su ciencia de buen vivir i del profundo conocimiento
que tienen, mas del lado flaco del corazón humano
como llaman los filósofos.- En fin, se hacía todo

223
cumplidamente para que este pueblo altivo, se corri­
ja, i aprenda a respetar a quienes como nosotros
merecemos santa obediencia; empero i quién creyera
mi querido Andresito ! Tan bizarro comportamiento
le produjo al primo Francisco su caida después de
mi separación del puesto que yo dignamente ocupaba
i henos aquí, él caído al Bajío que guardará sus
restos, i yó retirado al Hospital para tomar salud
a merced del inmoral Bristol - he ahí querido sobri­
no la suerte que nos cabe siempre a los hombres de
Estado, como dice tu señor padre, i a semejanza de
Carlos 5 2 o de Napoleón !

Tengo precisión de encargarte, autorizado por los


respetos que siempre te he merecido, no escuches
las hablillas que cruzan, suponiendo que yo hubiera
establecido ribalidad con tu padre i mi querido
primo, por aspiraciones a la Prefectura, i que por
esta causa indigna de mí, hubiera influido en su
caída — No .mi Andrés, porque jamás pensé en ser
competidor suyo desde que ningún interés tenía,
pues que el del mando' es siempre común entre la
autoridad i su consejero; su caída fué obra de
nuestro desprestigio i nada más. Tan grave desgra­
cia seria tolerable si el Coronel Castedo ídolo del
pueblo, hubiera caído también, mas el Gobierno a
pesar nuestro, de los amigos y tuyo, lo ha repuesto
a la Comandancia Jeneral por petición del pueblo,
de los mas notable del vecindario entre matronas,
vecinos, empleados i Clero, por lo cual debes infe­
rir la humillación que hemos sufrido, i aunque
merecida i justa, harto dolorosa. Tu eres joven de
ciencia, es decir, leído i escribido, lo conozco,

224
pero como hombre de mayor experiencia, te aconsejo
no digas ya cosa alguna en relación al tal Coronel
Castedo en tu periódico "EL RACIONAL" escribe mas
bien sobre costumbres para moralizar a las jentes
de malas inclinaciones: dirás por ejemplo que no se
petardee, que no se lleven lo ajeno, que no se
falsifiquen firmas de cartas, de letras i documentos
para evitar encarcelamientos i fugas consiguientes,
i dirás por este tenor mil cosas más, que tú mejor
que yo sabes, conoces i recuerdas: vaya, no te
olvides pues, i dejate de Egualité Liberté i otras
cosas afrancesadas que solo entienden i saben escri­
bir los tales franceses, i mira, que si te obstinas
en continuar, es seguro de que nadie incluso tú,
pueda entender una jota; claro, i nada de imitacio­
nes con ese Kan gigante Alemán, a quien no podemos
alcanzar, si no es, para ser su caricatura: elévate
a la altura nuestra, imitándonos en lo posible; ya
has visto que tu padre i primo mió tan querido
desde la infancia, ha sido Prefecto, Dotor de leyes;
después Coronel; ha usado barias en el bastón,
chaleco colorado en el pecho, plumas en el sombrero
i espada en la sentura. ¡ I cuanto le gusta a él
como a toda la casa ! Por mas que ria esa turba de
muchachos, I Vive Dios que ha de usar siempre su
uniforme adquirido en combates sangrientos i mortífe
r o s __

Debo ya concluir, no para siempre, sino por


ahora, consolándote con la noticia de que no marcha
ya al Brasil para auziliar a su primo político
Pedro 22 del Imperio, porque habiendo mandado de
obsequio su yegua negra bieja i sin dientes a no

225
se que señor influyente no tiene confianza de tomar
fácilmente el Humaitá Paraguayo, que a fé mía, no
le hubiera resistido al primo una sola carga o
empuje de su braba lanza — Se queda pues entre
nosotros, i yo me complazco de ofrecerte mi cariño
con que te distingue tu afectísimo tio i seguro
servidor.

Santa Cruz, 30 de mayo de 1867.

JOSE VELASCO

Esta carta se transcribe de los "Documentos Relati­


vos a la Revolución Federalista del Dr„ Andrés
Ibáñez". Fue publicada por primera vez en el número
tres del periódico eventual "LA VERDAD DESNUDA",
que circuló el 2 0 de junio de 1 8 6 7 .

226
LA BANDERA DEL DK. ANDRES IBAÑEZ

NUEVA EPOCA, 1Q/XII/70

Poesía enviada de La Paz, por la señora Leocadia


Ibañez v. de Barbery para ser leída en la conmemora­
ción del centenario de su padre doctor Andrés Ibañez,
3 0 de noviembre de 1 9 ^ .

Era blanca, de " 1 1 6 0 0 1 1 1 0 ", y sin mancilla;


tres palabras en el centro contenía:
LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD,
tres derechos que triunfantes ver quería.

Me parece verla ahora flamear en el portón:


era humilde pero amaba, nada en ella relucía.
Anunciaba que en la noche "Club" habría,
clarinaba que llamaba y a su pueblo conmovía.

Quién creyera, si triunfara su programa,


esta Patria en Edén transformaría:
la doctrina del Divino Nazareno
gobernando a las masas se vería.

La soberbia vuelve al hombre fiera indómita


que el derecho quiere hundir o atropellar,
suponiendo que los pueblos por la fuerza
son rebaños que es p o s ib le dominar.

Las palabras que pronuncian ciertos hombres


son falaces y engañosas melodías:
si pasaran de los labios a las almas,
no estallaran las guerras cada día.

Las coronas de los reyes del pasado,


los monarcas absolutos han caído;
pero quedan los cañones, y las bombas,
y mil formas de matar al desvalido.

Con millares de reformas incumplidas


de programas y palabras halagüeñas,
que ninguna vale tanto como aquellas
tres palabras, pobre pueblo, con que sueñas.

Las palabras que mi padre quiso fueran


.trilogía del partido federal,
despertaron de su pueblo la modorra
y esculpieron en su mente un ideal.

Al través de las edades, papasito idolatrado


tu bandera "igualitaria" en el Mundo triunfa rá
- es emblema Nazareno -, cuando el Mundo se convenza
de que sólo esa doctrina la ventura nos dará

La Paz, 2ó noviembre de 1 9 H .

Leocadia Ibañez v. de Barbery

228
EL CORONEL IGNACIO ROMERO

EL TIEMPO - Santa Cruz, 21 de abril de 1 9 H . Pag. 2a.

Personaje de la historia cruceña

La personalidad del Coronel Ignacio Romero, es


poco conocida. Se consigna que siendo Comandante
General de Armas en esta ciudad el año 1877 bajo el
gobierno de Hilarión Daza, fué muerto en la puerta
del Cuartel de la Policía, al tratar de reducir con
su valor militar y un revólver en la mano, a la
tropa sublevada desde la Cárcel por el Dr, Andrés
Ibañez cayó de bruces, con medio cuerpo dentro de
la "prevención", como se dice en la jerga cuartela-
ria.

Su foja de servicios, definidora de su personali­


dad militar, consta en un documento impreso, datado
hasta el 1 Q de octubre de 1 8 7 6 justo un año antes
de su muerte en rigurosa ley militar del tiempo: a
bala.

He aquí esos datos para los aficcionados a la


historia: "El teniente Coronel Ignacio Romero, su
edad: Al años, su país: la ciudad de Santa Cruz, su
salud: robusta. Sus servicios y circunstancias los
que se expresan:

Tiempo en que empezó a servir:


Soldado distinguido, 1Q de ñero 1846 por orden

229
superior; Cabo 22, 1 2 de agosto 1846, por orden
superior; Cabo 12, 1 2 de diciembre 1847, por orden
superior; Caballero Cadete, 31 mayo 1848, por el
señor General Velasco: Sub teniente, 15 octubre
1848 por el señor Gral Belzu; Teniente 2 2 , 14 marzo
1850, por el señor Gral. Belzu; Teniente 1 2 , 23
noviembre 1853, por el señor Gral Belzu; Capitán,
14 noviembre 1854, por el señor Gral Belzu; Mayor,
4 junio 1858 por el señor Dr. Linares; Comandante 3
abril 1862, por el señor Gral Achá; Teniente Coronel,
12 setiembre de 1862, por el señor Gral Perez;
Separado del servicio, 16'setiembre 1862; Vuelve al
servicio, 12 mayo 1865, por el señor Coronel Argue-
das; Separado del serivicio, 1 2 febrero 1866; Vuelve
al servicio, 1 2 diciembre 1870, por el señor Gral
Morales; Coronel, 15 enero 1872, por el señor Gral.
Morales.

Omitiendo los "tiempos de servicio", ellos con:


En el Escuadrón "Húsares".
En "Flanqueadores del 1er. Regimiento de Coraceros".
En el "Escuadrón Húsares de la Unión".
En "Flanqueadores del 2 2 Regimiento de Coraceros".
En "Flanqueadores del 1er. Regimiento de Coraceros".
En el REgimiento "Bolívar" de Artillería.
En el Escuadrón Húsares.
En el Estado Mayor General el año de 1865 (campañas
de Melgarejo).
Separado del servicio (coincide con el cuadro)
En la División de Vanguardia como Comisario de
Guerra.
En la 2a. División como Jefe de Estado Mayor Divisi£
nario.

230
En el Escuadrón "Rifleros" como 1er. Jefe de la
Escolta del General.
Agustín Morales en la revolución contra Melgarejo y
el combate de las Barricadas de La Paz el 15 de
enero de 1 8 7 1 .
En comisión del servicio presidencial.
En el Cuerpo de Edecanes del presidente Gral. Morales
De Comandante General de La Paz.
OTROS SERVICIOS:
De 22 Jefe del Escuadrón Chacóma, fundador y organi­
zador de él en el Gobierno del Dr. Tomás Frías.
De Jefe de Estado Mayor Divisionario en la campaña
sobre Cochabamba a devolar la revolución.
De 1er. Jefe del Escuadrón Chacoma su disolución
por el Gobierno del Dr. Frías.

De Comandante en la misma ciudad en el Gobierno del


General Daza.
Hasta estas alturas de tan movida y activa carrera
llevaba en fecha 1 2 de octubre de 1 8 7 6 calificados
y valederos treinta años de servicios con siete
meses y 27 días.
Una anotación típica del tiempo, dice:
"Campañas y acciones de guerra en que se ha hallado";
Se ha encontrado entre sus papeles la siguiente
apunt aci ón:

"Hice la Campaña del Sud con el Sr. Jeneral


Ballivián; peleé en La Laba y Bitiche, me hallé en
la toma de La Paz el A 8 con el Sr. Jeneral Avila,
Teniente Coronel entonces y con él mismo estuve en
Yamparas; he estado asi mismo en San Juan y Letanía;
he venido hasta Tiquina en la Primera Cruzada del

231
68 por cuya consecuencia fui internado hasta moqui-
qua y últimamente he estado en el 1 5 de enero de
1871.

Las "NOTAS" eran J a ambición del buen militar


del tiempo y eran ellas sumamente sencillas nada
prácticos y elocuentes por demás para que alguien
se engañe a sí mismo o quiera pasarse ante el común
de almas por otra cosa.
He aquí la del Coronel Ignacio Romero, rectificadas
por el Jeneral, (así cond.) Juan José Pérez, Jefe
superior que pocos años mas tarde caia en el Alto
de la Alianza' siendo Jefe de Estado Mayor Jeneral
Boliviano, con un tiro de Remington en la frente.
Dicen las notas:
Valor: Conocido - Aplicación: Mucha - Capacidad:
Regular - Conducta: Intachable - Estado: Soltero.

232
ULTI MA H OR A

Oel diario "LA REFORMA" del día 20 de febrero de


187?.

Comunicaciones recibidas hoy

El extraordinario que acaba de llegar de Cochabam


ba con la noticia de que la división pacificadora
del Oriente debia continuar su marcha sobre Santa
Cruz el 16 de los corrientes, sin la menor novedad,
ha sido también portador de algunas comunicaciones
privadas, que autógrafas quedan en la imprenta,
para que se impongan de ellas todos los que gustes.
Las publicamos a continuación.

Por ellas se verá que tanto el señor Ibañez,


como su lugarteniente Javier Tueros (oriundo de la
República del Perú) vienen haciendo proposiciones
de transacción al Gobierno, como si fuese posible
que los transgresores de la ley se entendiesen con
los que tienen el deber de hacerla cumplir y riguro­
samente.

Pero lo que mas llama la atención es que el señor


Ibañez para» disculpar su conducta nada patriótica,
arroja sobre el coronel Lara y sus compañeros, toda
la culpabilidad del malestar profundo en que se

233
encuentra en la actualidad, el laborioso Departamen­
to de Santa Cruz. Es de pública notoriedad que el
coronel Lara, el Dr. Roca y todos los demas ciudada­
nos que sostenían el orden público y que a fin de
no ser víctimas del furor del señor Ibañez, dejaron
la Capital de Santa Cruz'para situarse en Samaipata,
no hicieron en este punto otra cosa que defenderse
y ponerse a cubierto de las persecuciones inmotiva­
das que el circulo del señor Ibañez desplegó contra
ellos. No fueron ni Lara ni sus compañeros los que
deprimieron el comercio cruceño, ni los que agotaron
la fortuna de los hijos de Santa Cruz con em présti­
tos forzosos 7 violentamente arrancados: esto se
debe exclusivamente a los que se apellidan federali¿
tas y a los que con tal pretexto han llevado la
desolación al seno de las familias y la paralización
mortal a la industria cruceña en general, tio desfi­
guren, pues, Ibañez y los suyos los hechos, tratando
de declinar de las graves responsabilidades que
pesan sobre ellos, únicamente por sus actos de
verdadero vandolerismo.

Pero lo que mas señaladamente define con toda


exactitud al ciudadano Andrés Ibañez y a los demas
patrioteros que formando su cortejo han tenido el
candor de pretender que implantarian la federación
en Bolivia, es la circunstancia muy remarcable de
que el federalista Ibañez, desea servir con lealtad
y decisión al Gobierno Unitario del General Daza, a
condición de que este expida en favor de Washington
cr u c e ñ o , el titulo de Prefecto, bien sea de Santa
Cruz o del Beni. Eso es verdad que con Andrés
Ibañez he pintado en las comunicaciones que publica­

234
mos, con colores muy vivos y demasiado claros, al
empleomaníaco por excelencia.

Causa profundo pesar el tener que asegurar que


las tres cuartas partes de los titulados federalis­
tas, proceden idénticamente al señor Ibañez; se
envuelve en la estrellada bandera federalista para
alucinar a niños y a gentes sencillas; pero en el
fondo corren tras un destino. No tras un principio
como ellos pretenden hacerlo creer. Ah máscaras, ya
los conocemos!...

He aquí las cartas.


Samaipata, feb rero 12 de 1877-
Sr. General Presidente 0. Hilarión Daza.
Estimado General.

Con mi llegada a este pueblo, exigido por los veci­


nos de esta Provincia, he tenido conocimientos de
los nobles propósitos de Ud. de definir la situación
de este pais de la manera mas digna y eficaz.

Pero el Señor Castedo, que me ha comunicado


verbalmente su comisión, no ha podido hacer el
arreglo definitivo, porque Lara lo había tenido
preso, y arrebatándole todas las comunicaciones,
pisándolas - pues él con toda su pandilla, no recon£
ce Gobierno alguno.

No obstante le dirijo al señor Ministro Salvatie£


ra mis insinuaciones, que son el resultado a que
tan laudablemente aspira Ud.

Me ha asegurado el Comandante Prado, que el Dr.

235
Roca en confabulación con Lara, forjaron algunas
comunicaciones, imitando mi letra y firma, como
dirigida a algunas personas del interior y en las
que se denigra la persona de Ud-; que las supuestas
cartas se las han dirigido con Madejadel Roca (quien
imitara mi firma) como interceptadas o agarradas a
un propio que igualmente lo suponen.

Iodo esto, General, si es cierto, le ruego se


digne remitirmelas; para que se llame inmediatamente
y protestar por la prensa, contra semejante cr imina­
lidad.

No tiene Ud. idea de los males que ha ocasionado


la pandilla Lara al país, con la completa obstruc­
ción del comercio y de toda comunicación, con los
demás departamentos, como con sus exaciones y
robos.

Quedo profundamente reconocido a las manifestacio­


nes de aprecio que el Sr. Castedo, me ha significado
- abriga Ud. en bien del país.

Esto, como la aceptación de mis expresadas


insinuaciones al Sr. Salvatierra obligarán etername_n
te mi gratitud, resolviéndome a servirlo con toda
lealtad y con todo sacrificio.

Dígnese Ud. confiar en la verdad de estas declara^


ciones, asegurándole que el tiempo le manifestará
que no ha servido a un ingrato.
De Ud. su afectísimo y atento Servidor.
Andrés Ibañez

236
COPIA DE LAS PUBLICACIONES DE "LA REFORMA"

Organo editado en la paz en año de 1877


(Nos. correspondientes al 21 de Enero, 20 de Fe­
brero, 10 de marzo, 20 de abril y 23 de abril).

Comunicaciones oficiales

Viva la federación!

Junta Directiva Federal.- Santa Cruz, Diciembre 25


de 1 8 7 6 .
Al señor Don Juan José Pérez
Señor:

Conducidos presos por la columna que espon tán ea­


mente se sublevó, proclamando por forma de Gobierno
el Federal y de Prefecto del Departamento al Doctor
Urbano Franco, se convocó por este señor a libra
Comicio.

El Pueblo, armonizando su voluntad al de la


columna, ha proclamado la misma forma de Gobierno,
eligiendo una Junta Directiva, compuesta de los
señores Urbano Franco, Simón Alvarez y Andrés
Ibáñez y Comandante General del Departamento, al
Tte. Coronel Francisco Javier Fueros, y Jefe de la
fuerza al Dr. Francisco J. Heredia, ordenando la
libertad de los dichos señores Ibañez y Tueros.

Al aceptar la penosa misión, invocamos los


auxilios de la Providencia que dirige la marcha de

237
los pueblos, del patriotismo que realiza las grandes
ideas, de la abnegación que fecunda las in stitucio­
nes libres.

El atrazo, la miseria, han sido el resultado de


esta fatídica válvula gubernamental.

Nuestro comercio estacionario por los obstáculos


de fáciles y cómodas vías, Nuestra industria en el
marasmo de su inamovilidad.

Mártires, talvez seremos en el ejercicio de


nuestro espinoso, mandato; pero la sangre generosa
que se derrame será el rocío para las plantas: ella
vigorizará la libertad.

La Junta Directiva al dirigirse a Ud. apreciando


su carácter pacífico, desnuda de todo sentimiento
prevenido, le señala a Ud. la continuación de su
residencia en la casa del limo. Sr. Obispo, que
ocupa con todas las garantías de que goza un pa cíf i­
co ciudadano.

Dígnese Ud. aceptar las consideraciones de


nuestra atención y aprecio.

Dios guarde a Ud.- S.J.

Urbano Franco

Simón Alvarez

Andrés Ibáñez

238
Prefectura y Superintendencia de Hacienda y Minas
del Departamento.-
Santa Cruz, diciembre 26 de 1876.
A los S.S. de la Junta Directiva Federal.
Señores:

Antes de haber recibido el oficio de esa es tim a­


ble Junta, tuve conocimiento de que había estallado
un motín de cuartel* de iguales consecuencias quizá
que el efectuado el 1 2 de octubre último, a no
haber mediado la enérgica resolución del Prelado
Diocesano que se interpuso entre mi persona y la
partida que, bela en boca, venía a repetir el
funesto acontecimiento del citado mes. Mas, por el
citado oficio a que contesto, se que se ha verifica­
do un cambio de'Gobierno, proclamándose la Federa­
ción, y eligídose una Junta compuesta de tres
individuos que, a no d u d a r l o , (asegurarán las garan­
tías del pueblo, sin dejarlo a merced de una turba
indisciplinada de hombres.

Sobre el principio proclamado, séame permitido


decir a esa H. Junta que él ha sido impuesto al
país, por individuos que ignorando completamente lo
que importe el sistema federal, no pueden tener ni
asomo de afección por él. Si los tres ilustrados
miembros de la Junta Directiva han aceptado el
compromiso que rudamente les impusiera la tropa,
les diera el cometido poniéndolos previamente en
estrecha prisión. Pero sería ofender el buen
sentido de la Junta si se supiera que sus miembros
han olvidado las fórmulas y trámites establecidos
en los países cultos para arribar con honor y sin

239
remordimientos a un cambio político sea cual fuere.
Se ha instruido suficientemente al Pueblo ? Se. han
formado clubs y asociaciones para hacer comprerrder
y amar la idea ? Se han agotado todos los medios
pacíficos que las sociedades civilizadas ponen en
juego para influir benéficamente en la parte sensata
y s o b « todo en las turbas ciegas de los Pueblos ?

La prensa, la tribuna parlamentaria, han agitádo-


se con ese febril entusiasmo que precede siempre a
los grandes trastornos de duración y de sanas
tendencias ? El actual Gobierno de la República,
es acaso, ajeno al movimiento federal para no haber
solicitado su concurso, o al menos su asentamiento,
cuando en documentos oficiales ha declarado que
apoyaria la federación siempre que por sistema se
pronunciara' el Pueblo bolivianos ? Dejo a la
ilustración y buenos sentimiento de esa H. Junta la
consideración detenida de las reflexiones que me he
permitido hacerle, movido, tan solo, por el espíritu
de patriotismo, y humanidad, que siempre debo guiar
al hombre público; pues el arma fratricida con que
se ha invocado la santa causa de la regeneración
boliviana, por medio de la federación, no debió
alzarse ex-abrupto sino después de haber agotado
todos los recursos que la razón y la ley ponen en'
manos del republicano'para marchar al progreso.

Doy las mas expresivas gracias a la Junta por la


"ninguna prevención que le anime contra mí, en
vista de mi carácter pacífico", y por la insinuación
que ella me hace de continuar residiendo en el
Palacio Episcopal, con todas las garantías de que

240
goza un pacífico ciudadano. Eso no obstante, ruego
a la Junta se sirva concederme mi pasaporte al
interior de la República, puesto que la misión de
paz y de concordia'que traje a este hermoso suelo
ha quedado sin efecto, a pesar de los esfuerzos que
he empleado para realizarla. Igual súplica hago
respecto a mis ayudantes Teniente Coronel David
Soria Galvarro y Comandante Casimiri Maldonado que
han sido apresados en el Cuartel, sin que estos
jefes hayan dado motivo para ello.

Si insisto en obtener el pasaporte al interior,


para mí y mis ayudantes, que a cualquier prisionero
de guerra conceden los pueblos menos civilizados y
los Gobiernos mas arbitrarios, es porque, no obstan­
te las garantías que la Junta ofrece, por el perso­
nal honorable de sus miembros, ellos pueden ser
hallados a cada instante por los individuos de la
fuerza armada que no tienen disciplina ni motivos
de conocerla, habiendo dado de esto una prueba
evidente al señor Ibañez, que no pudo jamás reducir­
la, a pesar de los pactado pública y privadamente.

Aprovecho de esta ocasión para ofrecer a los SS.


miembros de la Junta mis particulares atenciones de
deferencia y respeto.

Dios guarde a Ud.

Juan José Pérez


(Sueltos de Santa Cruz)

241
Informe de la Comisión Científica,
Médico-Quirúrgica Italiana, presentado
a las autoridades departamentales sobre los
resultados alcanzados por los comisionados que
fueron en auxilio de los heridos de la batalla de
"Los Pororos"

LOS P0R0R0S

Sangria á un clorótico-Hospital de sangre— Milagros


de la Hidroterapia- Agonía que debió ser horrible.

Concluidos ya nuestros trabajos médico-quirurgicja


les, nos disponíamos á proceder al examen y estudio
de los alrededores de Santa Cruz, cuando se esparció
por la ciudad la noticia de un triste y doloroso
acontecimiento, que la sensatez del pueblo cruceño
hace felizmente muy raro en aquella provincia.

Se resultas de ciertas discordias intestinas


acerca de las cuales, ni queremos, ni debemos dar
juicio, en un bosque llamado de los Pororós, situado
como á unas 1 2 leguas de la capital, había ocurrido
un choque entre las tropas del Gobierno y' cierto
número de hombres del pueblo mandados por el Dr. D.
Andrés Ibañez, caudillo revolucionario que se
hallaba ocupando desde algún tiempo las inmediacio­
nes de la capital, en donde había creído deber
declararse en estado abierto de rebelión.

- De este choque, el campo, decían, había quedado


cubierto de muertos y heridos.

242
Siendo por todas partes la guerra, y sobre todo
la guerra civil, ün reconocimiento de la fuerza
sobre el derecho, y 'por ende, una victoria de la
barbarie sobre la civilización, no pueden ser mas
tétricas ni mas desconsoladoras las ideas que su
existencia despierta.

Figúrense, pues, tratándose de Santa Cruz cuya


monografía acabamos de apuntar, cuan intenso seria
el sentimiento que sufrimos al saber semejante
suceso.

La despoblada provincia, el estenuado cuerpo


social, cuya anemia deplorábamos por tantos motivos,
que reclamaba tan imperiosamente, para vivir de un
modo normal, la transfusión de la sangre llamada
inmigración; Santacruz acababa de derramar su
propia sangre en un combate fratricidal.

En los primeros momentos de recibir la fatal


noticia, reino', como era natural, alguna confusión
en la ciudad. Todos, sin distinción deploraban
profundamente la sangre vertida; pero cada uno
juzgaba y comentaba el acontecimiento á su manera.

Nosotros que, en todo esto, solo veíamos hermanos


nuestros, muertos desesperados en el seno de los
bosques, o sufriendo, sin socorro humano alguno,
horribles dolores á consecuencia de cruentas heri­
das; nosotros que tenemos por nuestras mismas
instrucciones, por estricto y especial deber acudir
sin mirar al peligro, allá donde hombres dolientes

243
reclaman nuestro ministerio, apenas llegó á nuestros
¿dos la noticia, nos ofrecimos á las autoridades
para ir a levantar y curar los heridos en el mismo
campo de la acción.

Fuimos bastante felices para que nuestros servi­


cios se aceptaran y, en su virtud, en aquella misma
tarde el Presidente de la Comisión, provisto de
todo lo necesario para las curas de' primera inten­
ción y acompañado de los distinguidos médicos
crúcenos, Sres. Soruco y Velasco, así como del
entusiasta estudiante de medicina Sr. Saucedo, se
dirigió al lugar de la desgracia, mientras los
demás miembros de la comisión auxiliaban á la
Municipalidad para proceder al establecimiento del
hospital de sangre que debía recibir á los heridos
á su llegada á la capital.

He aquí el parte que, á la vuelta de su pr esiden­


te, dirigió la comisión á las autoridades, para
anunciarles el desempeño de la misión que recibiera.

244
"Sr. P r e f e c t o "

"En virtud de la nota con que fué honrada esta


Comisión en la persona de su Presidente y que fué
recibida á un tiempo con las de igual tenor del
Iltmo. Sr. Obispo y del Sr. Presidente de la M u nic i­
palidad, salí á las pocas horas de su recepción con
todos los aparatos é instrumentos necesarios á tan
triste expedición, y en unión del Sr. Sotelo,
Intendente de Policia y de los Dres. Soruco y
Velasco, designado el primero por el Concejo Mu nici­
pal, y el segundo por su digna autoridad prefectu-
ral".

"También nos acompañaba voluntariamente el joven


estudiante de Medicina y Cirugía, Sr. Saucedo, así
como el Presbítero Eloi Uriel, nombrado por el
Iltmo. Sr. Obispo, para prestar su santo ministerio
á los desdichados heridos."

"A la una de la noche siguiente al día de nuestra


marcha, nos encontramos con los heridos y con la
fuerza, presentándonos a su Jefe Coronel D. Ignacio
Romero, el cual tenia varias heridas de bala".

"En la una, el proyectil, entrando p.or el borde


inferior del pomulo derecho, penetró en los músculos
de la cara del mismo lado, yendo á salir bajo el
apófisis mostoide. Otra superficial en la parte

245
anterior del cuello, y otro balazo en el muslo que
solo causó contusiones."

"Este Jefe, á quien quisimos, como era natural,


atender desde luego, no lo permitió, declarando no
queria ser curado sino después del último de sus
soldados".

"Tuvimos, pues, que visitar inmediatamente á los


demas heridos, oficiales y soldados; pero como la
noche estuviera ya muy adelantada, dejamos la
primera cura para el amanecer en que procedimos á
ella, cubriendo las heridas-que eran, en su absoluta,
totalidad, causadas por armas de fuego-con unas
hilas mojadas y empolvadas, luego en sulfato de
cobre, sustancia eminentemente anti-putrida, que ha
prestado, contralla gangrena, inmensos servicios en
las últimas guerras de Europa, y especialmente en
la Franco-Prusiana."

"Fajamos luego perfectamente las heridas, extra­


yendo algunos esquirlos, y practicando algunas
otras operaciones indispensables".

"En esta primera cura se mostraron admirables de


actividad y pericia mis dignos colegas, Sres.
Soruco y Velasco, distinguiéndose también, por su
celo y destreza, el joven estudiante en Medicina,
Sr. Saucedo."

"Después de haber cumplido con estos deberes,


nos fue posible por fin ocuparnos del Comandante
General del Departamento de Santacruz, Coronel D.

246
Ignacio Romero, el cual, como hemos dicho, habia
llevado la abnegación hasta el punto de no querer
ser atendido, sino después del último de sus solda­
dos".

"lomando luego todas las precauciones del caso,


mandamos á esta Capital, al Capitán D. Octavio
Rojas, confiando a sus acompañantes, un mensaje al
Dr. Logatto cometido al efecto para que atendiera
inmediatamente á su curación".

"Por medio de los mismos acompañantes encargué á


mis colegas de la Comisión hiciesen los preparativos
necesarios para proceder, á nuestra llegada, á la
curación de los heridos por medio de la hidrotera­
pia; es decir de chorros permanentes de agua fria
encima de las regiones lastimadas, medio que, para
el primer periodo, y después del sulfato de cobre,
ha sido reconocido por la ciencia, como el mejor
antibiótico y conservativo de los tejidos atacados
de la inflamación causada por las heridas de armas
de fuego".

"A las 5 de la tarde del mismo día, nos pusimos


en marcha, andando hasta las diez de la noche; y,
después de un descanso, llegamos á Cotoca, en las
primeras horas de la siguiente mañana".

"En este punto, fueron atendidos perfectamente


nuestros heridos, pues los Sres. Párroco y Corregi­
dor, avisados de antemano, lo tenían todo aprontado
para que pudiéramos proceder á una nueva cura de
cada uno de ellos. Practicamos también allí mismo

247
algunas operaciones indispensables, cabiéndole á
cada facultativo su correspondiente parte de traba­
jo. Por imposibilidad absoluta de transportarlo,
tuvimos que dejar en aquel punto á un infeliz
herido mortalmente que, según supimos después,
falleció á las pocas horas de nuestra salida".

"Atendiendo cada médico su parte de ambulancia,


reemprendimos viaje, llegando á las doce de aquella
misma noche al lugar llamado "La Isla" sometiendo
inmediatamente á nueva cura todos los heridos".

"Nos pusimos de nuevo en marcha á las cuatro de


la mañana siguiente, llegando á esta Capital entre
siete y ocho de la misma."

"Introducimos los enfermos en el hospital, en


cuyos umbrales se hallaba parte de la comisión que
había quedado en Santacruz, varios débiles y nota­
bles de la misma capital, y la Presidente, con una
numerosa comisión de Sras. de la recién fundada
"Sociedad de Beneficiencia".

"El Dr. Logatto tenía ya preparado todo lo


necesario para poner definitivamente en práctica el
sistema de hidroterapia á que aludimos arriba y con
el cual podemos desde ahora asegurar, quedarán
salvados de la amputación la mayor parte de los
desgraciados heridos".

"He aquí la lista, & & . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .


. !l

248
Sigue la nómina de los Jefes, Oficiales, soldados
heridos que ascendió' a 2 0 desde el primer di a,
siendo el estado de casi todos ellos de suma grave­
dad.

Los heridos se compartian del modo siguiente:

El Comandante de la Columna, Coronel Romero, un


Mayor, un Capitán y diez y siete soldados.

Después de esta lastimosa enumeración el parte


que aqui trasladamos concluía en los siguientes
términos:

"Como lo ve á el Sr. Prefecto del Departamento


las heridas inferidas en el lamentable combate de
los Pororós, son en su mayor parte graves; pero,
gracias al método usado, ellas se hallan hoy en el
estado mas "satisfactorio posible".

"La Comisión que suscribe ha sabido posteriormen­


te que algunos heridos, se habian refugiado en el
monte, en donde la falta completa de todo recurso y
asistencia, especialmente de agua, debia ser para
aquellos desgraciados, el origen de horribles
sufrimientos."

"Resuelta como se halla á curar y atender á


todos sin distinción de partidos, ni de vencedores
ó vencidos, esta Comisión mandó, á su propia costa,
recorrer el monte vecino al lugar del combate-Muje-
res fueron las que se prestaron á tan humanitario
servicio.- Desgraciadamente no ha dado este paso

249
todos los resultados que esperábamos; pues solo
hemos tenido la felicidad de recoger por este
medio, un herido que se halla hoy perfectamente
atendido en el h o s p i t a l " . - - - T V *

En un espacio de tiempo relativamente corto,


tuvimos la duda de salvar a casi todos los heridos,
á escepcion de tres que murieron en breve por
haberles causado los proyectiles lesiones irrepara­
bles en su organismo.

Pero en los dias que siguieron a la expedición


de los Pororós, distábamos muchos de ser satisfechos;
casi todos los heridos que estaban en cura p e rte ne­
cían á las tropas del Gobierno, sin que se hubiera
podido avistar sino á muy pocos de los contrarios,
que nos constaba habian recibido también bastante
daño, y cuyos heridos debian hallarse mal cuidados
en los ranchos de los alrededores; ó quizás esos
infelices debian haberse perdido y estar sufriendo
como condenados en los intrincados montes y bosques
vecinos del lugar de la acción.

Debemos hacer justicia á la autoridad, que


publicó un bando aconsejando á los heridos revolucÍ£
nes viniesen á curarse al hospital, donde estarían
atendidos con el mismo esmero que los demás.

Este bando no surtió ningún efecto puesto que no


se presentó ni un solo insurrecto.

En la imposibilidad de salir de Santacruz,


agoviados todos por el suplemento de trabajo que

250
nos había traído la catástrofe que acabamos de
referir, resolvimos entonces mandar una segunda
expedición en busca de los heridos que pudieran aun
hallarse en los bosques de los Pororós.

Tienen el honor de saludar á Ud. Sr. Prefecto."

"Dr. José 0. Maní. - - - - - - - - Dr. Logatto.


"Secretario".

"El Presidente de la Comisión:

"Dr. Guido Bennati".

251
Discurso pronunciado por el doctor
Carlos Melquiades Barbery en la reunión
del Club Igualitario efectuada el 3 de mayo
de 1876.

HABLA EL DOCTOR CARLOS MELQUIADES BARBERY

Pueblo soberano:

Permitidme que os dirija la palabra.

He escuchado con mucha atención al ilustrado


orador que me ha precedido en la palabra, i no sé
que' admirar si su elevado republicanismo o su amor
puro hacia la humanidad.

Con una calma asombrosa nos ha invitado a la


lucha electoral, pero quiere que dentremos a la
lucha olvidando todo lo pasado, sublime ideal,
nobleza de corazón.

Nosotros, también, participamos de esos nobles


ideales, pero no podemos permanecer indiferentes
ante los desaciertos cometidos por el actual Presi­
dente, desacuerdos que fueron la causa eficiente de
tanto derramamiento de sangre.

Una vez llevado al poder, su primer paso fué


despojar a las Municipalidades de su propia autono­
mía, paso inconsulto que trajo como consecuencia el
primer estallido de la República.

Sigue desconcertado, vacilante i se muestra

252
sordo ante las reclamaciones del Ejercito, que
pedia sus haberes i vestuario; entonces fué, que se
produjo el descontento general.

El 23 de diciembre del año 187^, se sublevan los


"Verdes" en La Paz, vivando al General Quevedo, que
se encontraba en Cochabamba. La tropa ebria i sin
caudillo, se lanza al pillaje, mata sin piedad
viejos, jovenes, mujeres i niños; i en su desenfreno
aterrador, violan mujeres i se entregan al saco en
los estramuros.

La ciudad llena de pavor contempla durante tres


dias este horroroso cuadro.

Continua con sus desaciertos, i queriendo imitar


al valiente Melgarejo, por una simple denuncia,
hizo fusilar al Capitán Avilez en Calamarca, antes
de entrar a 1 combate de Chacoma.

Levantado el pendón de sangre, el mismo Dr.


Erias, por otra simple denuncia i sin juicio ninguno
hace pasar por las armas, en Quillacollo al Coronel
Alarcón.

Cuando el feroz anciano se saboreaba con la


sangre de Alarcon, se levanta La Paz é incendia el
Palacio; entonces entre gobiernistas i el pueblo,
se produce uno de los choques mas sangrientos que
han consternado a Bolivia, mueren 150 hombres.
Mientras estas escenas terribles se desembolvian
en el altiplano, también nosotros entre nuestras
selvas virgenes nos ahogábamos en sangre.

253
Este triste inventario i el recuerdo de nuestros
compatriotas i hermanos que ayer se sacrificaron
por salvar nuestras instituciones; el recuerdo,
decimos, de esos seres queridos, cuyos restos
descansan en el gran rosario de los Pororós, es lo
que nos enardece el corazón, i él debe de ser la
palanca poderosa que nos dé ánimo mañana en la
lucha, para arrancar de las ánforas el triunfo de
nuestro candidato el General Ilarión Daza.

254
Documentos sobre la revolución "federalista"
del doctor Andrés Ibáñez
Fragmento del Diario de un vecino y testigo
de los acontecimientos
(Probablemente el doctor Felipe Leonor Ribera)

El 1Q de octubre de 1876, a las 8 de las noche


se sublevo la columna, matando el coronel Romero,
Comandante General y poniendo en libertad al reo de
revelion y contrabando Andrés Ibáñez. Desde ese
dia nefasto el pueblo es oprimido por una cuadrilla
de malhechores, en su mayor parte, reos rematados
de robos, asesinatos, etc.

Primero una Junta de propietarios organizada a


ruegos de Ibáñez gravó a todos y cada uno de los
ciudadanos con una contribución fuerte y forzada
con el nombre de "voluntaria", contribución que
sirvió de pretexto para cometer exacciones y violen­
cias de todo genero en la ciudad y en la campaña,
sin respetar sexo, edad ni condición.

Los bandos ominosos exigiendo armas, dinero, ....


han sido como una granizada desde ese día.

El espionaje mas odioso, las delaciones mas


criminales, la falsía mas escandalosa... se han
canonizado para encadenar al pueblo y constituirlo
en juguete de intrigas vulgares y de estúpidas
maquinaciones.

255
Se esperaba con ansiedad la llegada de tropas
que pusieran termino a tantas iniquidades. Pero el
Supremo Gobierno tuvo a bien mandar al General Juan
José Pérez, sin un solo soldado, engañado por las
protestas de Adhesión al orden que no se cansaba de
hacer a todas horas y en todos los tonos el insigne
sicofanta Andrés Ibañez. Este nombre funesto
llamaba a la autoridad civil y la hacía responsable
de todos los males que sobreviniesen al país por
haber abandonado su cargo; aseguraba que solo la
necesidad le obligaba a asumir la Prefectura y
Comandancia General hasta que el Gobierno mandara
nuevas autoridades; rogaba a este que lo relevara
lo mas pronto posible y le permitiese volver a la
vida privada, pues no queria mas gloria que la de
haber salvado al país amenazado por la fuerza
sublevada que se hubiera desvorbado a no ser su
prestigios presencia que logró calmar a los demás
exaltados.

Llega el General Pérez a Samaipata, y entonces


las farsas mas detestables pusiéronse en juego para
atraerlo' al sacrificio. El General llegó a esta
con los honores del triunfo, y fué desde el 1 2
hasta el 25 de diciembre un mártir de la voracidad
y del cinismo de un cuadrillero sin fé, sin honor,
de asqueroso y repugnante pasado, de horripilante
presente y de tenebroso porvenir.

Después de haber jurado sostener un compromiso


que humillaba al pueblo, pero que en cambio producía
su salvación, se olvidó de todo y pisoteando su
propia firma estampada en el acta del 2 é que fue

256
leída en pleno comisio popular dio el grito de
revelión contra el sistema unitario, proclamando el
federal sin comprenderlo. Para esto se prepararon
las cosas de este modo:

Hizo concurrir a su casa a algunos ciudadanos


entre los que estaban el Dr. Urbano Franco, el Dr.
Simón Alvarez. A la una de la tarde del dia 25 de
Diciembre fue asaltada la casa de Dn. Andrés Ibáñez
por una tropa frenética que, estropeando a cuanto
veía, sin respetar ni señoras, ni a la de Ibañez,
les hizo preso a todos y los condujo al Cuartel.
Al pasar por la puerta del palacio episcopal que
estada asediado de soldados, uno de los expectadores
dijo al preso Ibañez. "Señor, los soldados no lo
dejan pasar al Señor Cronembold". Entonces, Ibañez,
viendo que el austríaco Cronembold estaba realmente
detenido por la guardia en la puerta del palacio,
dió orden que le dejaran libre el paso y los solda­
dos obedecieron.- Que preso es este a quien los
soldados obedecen como a superior ? La cosa era
clara.-

Desde ese día, sigue con más furor la lluvia de


bandos, quitando al pueblo todos sus derechos y
garantias, y constituyendo la arbitrariedad, el
despotismo, la rapacidad, la licencia, la impiedad,
el sacrilegio, en armas de destrucción y de aniquila
miento contra un pueblo que tan generoso se ha
mostrado con Ibañez y su pandilla.

Se ha tenido en capilla a Dn. Francisco Landívar


por el delito supuesto de seducción a la tropa. Su

257
mujer recientemente desembarazada, ha estado en
inminente peligro. Pero, después de haberlo obliga­
do a confesarse, y de tocarle agonía, fué puesto en
libertad contra los deseos del Paraguayo y otros
que querían que las Señoras y el Clero se pr osterna­
ran ante Ibañez y ellos para solicitar el perdón de
Landivar.

Cobrados por adelantado los fondos fiscales y


municipales con fuertes quebrantos para el fisco;
obligados los rematadores a pagar a Ibañez las
sumas que el Tesoro había adjudicado a los empleados
en remuneración de servicios prestados ya, y por
medio de letras aceptadas, de plazos vencidos;
esquilmadas las bolsas de los ciudadanos a guisa de
empréstitos o con otros pretestos; atacado el culto
religioso con la usurpación de los fondos de fábri­
cas pertenecientes a la Catedral; intentando estéril_
mente el último sacrilegio de poner mano limpia en
el fondo elemosionario con que la naciente Sociedad
de Beneficiencia atiende a las necesidades de la
humanidad doliente: el Jefe de la Cuadrilla igualit£
ria envia al Paraguayo Fábio al pueblo de Samaipata
con instrucciones de ponerse a la cabeza de la
fuerza que capitaneaban allí Benjamín Urgel y el
ladrón rematado Montenegro (alias cadete) y regresar
con un buen' contingente. El Paraguayo se portó
como digno esbirro de Ibañez. Violó el templo de
Samaipata y sacó de él los bienes que muchos pacífi­
cos ciudadanos habían querido salvar de la rapacidad
igualitaria; y mas acá en . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
puso en el tormento a un anciano N. Lijerón que en
otras ocasiones le había hospedado y le arrebató
1 0 0 0 $ en dinero y todas sus-alhajas y plata labrada

258
cuyo valor debe ascender a 6 u 8.000 $. El yerno y
el hijo de dicho Lijeron fueron estropeados por la
tropa, y esta violó mujeres sin freno alguno y
cometió extorsiones horribles que en verdad son
dicho, horripilaron a Urgel mismo y han llenado de
vergüenza a la Junta Federal. El mismo Ibañez,
inaccesible a todo sentimiento de justicia y de
delicadeza ha afectado desaprobar esos hechos: El
hijo de Lijeron que vino a esta ciudad a reclamar
los bienes arrebatados a su padre, fue atirantado
por orden del Paraguayo quien ordenó que lo mataran
a azotes. Los soldados dieron aviso a la Junta
Federal ó Ibañez, comisionado por ella impidió la
perpetración de tal crimen. Nuevamente el Paraguayo
intentó lo mismo, pero los soldados le de sobedecie­
ron.

Lo cierto es que la comisión confiada al Paragua­


yo tuvo el éxito mas plausible para Ibañez, quien
en recompensa ha dejado el país a merced del bárbaro
extranjero con instrucciones particulares, y el se
ha marchado camino de la Sierra a esperar el resulta
do de sus ordenes para contramarchar a esta tan
luego que reciba aviso de haberse ellas cumplido.

Al día s i g u i e n t e de su mar cha que tuvo lugar el


27 de enero, hizo p u b lica r el p a r a g u a y o Eábio un
bando salvaje y s a n g u i n a r i o red ac t a d o por Ibañez
con a n t i c i p a c i ó n y que se reducia a esto: "los que
intenten seducir la tropa, sus cómplices, los que
siendo sabedores de tal intento no dieran oportuno
aviso, y los que imploraren por los anteriores
serán inmediatamente pasados por las armas y sus

259
bienes confiscados; los que tengan armas de cual­
quier clase y no las entreguen dentro del 3a dia,
los que llegaren de alguna parte y no se presentaren
a la Policia, los que se retiraren de la ciudad a
cualquier punto, los que en número de mas de dos
estuvieren reunidos después de las 10 de la noche,
sufrirán la multa de 50 a 100 $ y serán juzgados
como enemigos de la causa; los que vociferen contra
la Federación sufrirán una pena correccional, etc."
Este es el parto del ingenio de Ibáñez y su cuadri­
lla.

260
ACTA DEL PUEBLO

El Pueblo de Santa Cruz, reunido en "Comicio" el


día 2 de octubre de 1 8 7 6 , con el objeto de deliberar
sobre la situación del país a consecuencia del
suceso que ha tenido lugar, la noche del día anterior.

CONSIDERANDO:

Oue las autoridades política y militar, descono­


ciendo todas las garantías de los Ciudadanos -
empleaban todo genero de tormentos y de ultraje que
la pasión y la perversidad sujieren;

Que adoptando la corrupción política por sistema


para sincerarse, calumniaban a los pacíficos ciuda­
danos - so pretecto de conspiraciones contra el
orden, cuando todo el pueblo como la fuerza pública
armada, sostenían con decisión el gobierno de Mayo;

Oue sumerjido el Dr. Andrés Ibáñez, juntamente


con otros muchos ciudadanos en la estrechez de
tenebrosa prisión y perseguidos otros - toda la
Columna encabezada por sus clases, espontáneamente
han devuelto al país los beneficios del orden y la
libertad, y todas las garantías consignadas en el
Programa del Gobierno de Mayo;

261
Que habiendo lamentablemente el que fue Coronel
Ignacio Romero, sobre la fuerza s.... ahora, hirien­
do al Oficial Guardia y otro soldado, encontró la
muerte, quedando así el pueblo libre de la au tocra­
cia militar, despiadada;

Que por último, habiendo el Prefecto D. Demetrio


Roca abandonado desleal e injustificadamente su
puesto, sin concurrir hasta hoy día a cumplir con
su deber de sostener el orden publico, salvado por
el patriotismo del Dr.'Andrés Ibañez - el pueblo en
uso de su plena soberanía

DECLARA:

Que nombra Prefecto y Comandante Jeneral del


Departamento al Dr. Andrés Ibáñez, confieriéndole
las autorizaciones siguientes:
12 para proporcionar los fondos necesarios al
cháncelo de la Columna.
22 Para mandar una Comisión ante el Supremo Gobierno
que ponga en su conocimiento las causas que han
motivado el insinuado suceso, y por las que el
pueblo y la Columna han elegido provisionalmente
nuevas autoridades.
32 Para nombrar provisionalmente los empleados
necesarios al servicio público, mientras los nombre
el Supremo Gobierno.
A 2 Para conservar el orden público, llevando a la
verdadera práctica el Programa del Gobierno de
Mayo, empleando las medidas más eficaces a este
fin.

262
En constancia de ser nuestra voluntad, consignada
libremente en este "Comicio" popular, el primero
que celebramos, en consonancia con la inauguración
del Gobierno de Mayo, firmamos la presente acta.

Nicolás T. Ramos, Tcnl, Presidente del Comicio;


José Antonio Antelo; Francisco Javier Tueros,
Tcnl.; José Lorenzo Montero, Presbítero; Leandro
Ardaya; Presbítero Pedro M. Bazán; Presbítero Angel
Tomás Arze; Felipe Sensano; Lorenzo Cuelho; Dr.
Antonio V. Barba; Juan Bautista Cuellar, Próspero
Gil;. Zacarías Salmón; Dr. Durán Canelas; Dr. Manuel
María Fabio;'Tristán Barberi; Tomás José Justiniano;
Dr. Francisco J. Heredia; Facundo Saure; Melitón
Justiniano; Manuel José Barberi; Isidoro Vidal
Rodríguez; Francisco M. Vaca, Subdiácono; Fermín
Paz; Juan de la Cruz Justiniano; Manuel Jesús
Saucedo; Santiago Rodríguez; Ramón L. Justiniano;
CArlos Chalot; Juan de Dios Hurtado; Mariano Flores;
Manuel Vargas; Manuel Antonio Arauz; Pedro Ignacio
Rojas; Antonio Salvatierra; Miguel Antonio Léanos;
Pedro Arancibia.

Hay otras 688 firmas.


Siguen muchas firmas que por dar espacio a documen­
tos más importantes no se publican.

Dr. Francisco Heredia - Secretario del Comicio

263
Pr Proclama de la Junta Superior Federal del Orienteal
Df al Departamento

La hora de la rejeneración va a sonar ya en el reloj


de tus destinos.

El momento se acerca.

Una era de paz, igualdad y fraternidad se abrirá a


través de cuantos obstáculos le presente la centraliza
dora y tiránica forma de gobierno unitario.

Toda la República está en ebullición.

Por gue el rayo que desgaja hasta la robusta


encina se cierne ya sobre tan siniestro sistema.

Continuad con entusiasmo sosteniendo la vivificante


bandera federal que habéis empuñado reconociendo al
General Daza y a su actual gobierno, como Gobierno
Central Nacional.

Y la sangre que pueda derramarse será nuestro bautis­


mo.

Y los sacrificios que hagais, servirán para allanaros


el camino que intentáis recorrer. La Federación,
nuevo Mesías de los Pueblos oprimidos, cierne ya en
medio del espacio Nacional.

El día de su próximo triunfo será de los que la


iniciaron, de los que han sufrido, de los que han
gemido entre cadenas, de los que en vano han demandado
igualdad y justicia.

264
! B i e n hec hora alb orad a y de ven tura b ri llar á para los
Pueblos!

Hambre y sed de justicia como de libertad tiene el


Pueblo.

Justicia suficiente encontrarás porque lo que habéis


iniciado debe triunfar, como lo que escrito está debe
cumplirse. La libertad regada con sangre de tantos
mártires - la fraternidad, sagrado vínculo que enlaza
todos los Pueblos - y la igualdad, nivel santísimo
emanad del mártir del Gol g o t a , se aproximarán a ti
para Devolver tu bienestar, para secar la sangre de
las heridas con sus caricias, para hundir bajo tu
poderosa p l a n t a 3 los tiranos que tan vehemente te
esclavizaron.

Mártires, quiza un día los miembros de la junta de


habéis elegido los que han sembrado nuestra doctrina
y otros con la espada en alto con abnegación patrióti­
ca, simbolizan no obstantes, la forma de Gobierno
Federal que sustentáis.

Su revolución y su fé son lo que debéis imitar.

OIOS Y LIBERTAD
Doctor Urbano Franco Doctor Andrés Ibáñez
Doctor Simón Alvarez

Santa Cruz, Diciembre 27 de 1876


Tipografía de Chávez y Hno. Administrado Por Miguel
Ignacio Melgar?

265
MEMORIA DE GUERRA

Memoria que presenta el General Ministro de la Guerra


a la Honorable Asamblea Constituyente de 1877.

Por Decreto de 12 de octubre, quedó organizado el


Gabinete, cabiéndome la honra de ser nombrado Ministro
de Estado en el Despacho de la Guerra, que principié
a desempeñar el 28 del citado mes.

En los lugares correspondientes, tendré el honor de


daros a conocer las medidas que en este ramo se han
dictado.

Con motivo de la insurrección consumada en la ciudad


Santa Cruz el 12 de octubre del año pasado, por
Andrés Ibáñez, en la que el Ejército Boliviano perdió
a uno de sus leales y distinguidos Jefes, el Coronel
Ignacio Romero, por la seducción de la Columna de
aquel Departamento, fui nombrado en 22 de enero del
presente año para pacificar el Oriente, con el doble
carácter de General en Jefe de la División y Jefe
Superior Político y Militar de los Departamentos de
Cochabamba, Santa Cruz y el Beni.

Bien podría escusarme de daros cuenta de esta campaña,


puesto que la Nación entera conoce mis actos por las
frecuentes comunicaciones oficiales que se han publica

266
do; pero, cabe a la dignidad del Gobierno y a la
honra de la División que marchó a mis órdenes, el que
consigne la verdad de algunos hechos, que la melediceni
cia y las pasiones políticas han querido invertir y
oscurecer.

Aceptada la comisión que me confió el Supremo Gobier­


no, dándome las más amplias facultades para el arreglo
Político, Militar y Administrativo de los Departamen­
tos de Oriente; el 28 de Enero, me reuní en el cantón
Paria, con los Jefes y Oficiales del Estado Mayor y
con el Regimiento Bolívar 12 de Húsares que formaban
la División de'mi mando, armados con 198 Remingtons.

Emprendida la campaña, en Colcapirgua supe que Ibáñez


se había apoderado de la Provincia del Vallegrande,
dispersando en Samaipata, las fuerzas que tenía el
Gobierno, fusilando antes, sin forma ni figura de
juicio, al Teniente 1 2 Ignacio Só’fia, que cayó prisio­
nero en la vanguardia de dicha fuerza.

De Cochabamba impartí órdenes al Prefecto del beni,


para que con 5 0 hombres de la fuerza que tenía forma­
da, emprenda su marcha sobre Santa Cruz, para evitar
la retirada de las fuerzas de Ibáñez a la Provincia
de Chiquitos.

En el tránsito de Cochabamba a Samaipata, tuve conoci­


miento que Ibáñez, había contramarchado a Santa Cruz,
dejando unos pocos hombres a las órdenes de Benjamín
Urjel. La partida que destaqué para su captura, fué
vista por Cecilio Chavez, que hacía parte de los
facciosos y era' su espía. Con este aviso, que lo

267
comunicaron en Santa Cruz, se retiraron todas las
fuerzas rebeldes con dirección a la indicada Provincia
de Chiquitos.

Una vez en la Provincia del Vallegrande, quedé persua­


dido de las devastaciones y estragos que se había
cometido por aquellos que, en lugar, de ser una facción
revolucionaria que proclamara algún principio, no
eran, sino, una cuadrilla armada, que a la sombra del
federalismo, encubrían toda clase de atentados y
exacciones, nc solo en los intereses fiscales, sí
también, en los de la propiedad particular.

Testigo de estos hechos injustificables, dicté el


Derecho de h de marzo, para que el Juez Instructor de
la Provincia organizara un sumario comprobatorio de
todas aquellas violencias. (V.A. N2 12)

Poco antes de retirarme del Departamento de Santa


Cruz, ordené al Fiscal del Partido, se practique una
información testifical, en la ciudad y en los pueblos,
a donde alcanzó la devastadora dominación de Ibáñez
para comprobar los exesos cometidos en todo orden, y
las doctrinas disociadoras del comunismo implantadas
por él. Ambas piezas debe remitir el Prefecto de
aquel Departamento, al Ministerio respectivo. (V.A.N 2
22 )

De Samaipata, ordené que las fuerzas organizadas en


Cordillera y Azero, prosiguieran su marcha, hasta la
margen Oriental del Rio Grande, para cortar la retira­
da de las fuerzas rebeldes por el puerto de Pailas.

268
Por convenir a la marcha de la División, dejé la
mayor parte de la caballada en Samaipata.

A mi aproximación a Santa Cruz, supe que sus habitan­


tes se hallaban poseidos del pánico, por asegurarse
que Ibáñez y su'cuadrilla, debían regresar a cometer
nuevos y mayores'estragos, pues nadie sabía dónde se
encontraban éstos, por cuyo motivo, marché con 60
hombres al puerto de Pailas, donde me informé que los
fugitivos habían pasado sin obstáculo el Rio Grande,
que estaba en su mayor creciente, y que era probable
que aún permanecieran ocultos dentro del bosque. Por
estos motivos, y otros de grave trascendencia, regresé
a Santa Cruz, donde mientras proporcionaba los fondos,
caballos y demás recursos necesarios, para continuar
la campaña, me ocupé de la reorganización en lo
indispensable.

No habiendo conseguido que las fuerzas de Cordillera


y Azero impidan la retirada de las de Ibáñez, ordené
su regreso y disolución en el lugar de su procedencia,
dándoles las gracias a nombre de la Nación.

Antes de emprender marcha sobre la Provincia de


Chiquitos, mandé instruir el juicio respectivo a los
cabecillas y cómplices de la cuadrilla de Ibáñez, el
que, elevado a proceso y sometido al consejo de
guerra dió lugar a que fueran sentenciados, en rebel­
día, a la última pena, los reos Andrés Ibáñez, Javier
Tuéros, Ascencio' Salazar y' José Cruz, y a la de
destierro a José Maria Gil, Pedro Cortez, Manuel
Salazar, Jesús Barba y Casimiro Ibáñez, sentencia que
se confirmó en cuanto a los primeros, y se modificó

269
en estrañamiento para los segundos, por la mitad del
tiempo señalado en su condena. Determinación que fue
aprobada por el Supremo Gobierno.

Los atentadores de la propiedad, vida y seguridad de


las personas, se fortificaban en la banda Oriental
del rio San Julián, para librar allí el combate. La
sublevación de su tropa desbarató este plan por
completo. Ibáñez para aterrorizar a los demás, mandó
fusilar sin forma ni figura de juicio a José Manuel
Roca, uno de sus principales cómplices en el nefando
crimen del 1 2 de octubre ya citado, hecho esto,
continuó su retirada, fusilando en el lugar de San
Diego a Rafael Egües, uno de sus capitanes.

En previsión de que Ibáñez y los suyos procurarían


asilarse en territorio brasilero, dicté todas las
medidas mas convenientes para su detención y consi­
guiente extradicción, en conformidad al Tratado
vijente, y de acuerdo con el Cónsul General de aquel
Imperio.

Antes de emprender la campaña sobre Chiquitos, dispuse


que la columna ausiliar del Beni, regresara con su
patriota y abnegado Prefecto Don José Manuel Suárez a
la capital de ese Departamento, quedando parte del
Regimiento Bolívar de guarnición en Santa Cruz. Con
la otra y el Escuadrón Chacoma, emprendí la espedición
sobre Chiquitos, nombrando Jefe de Estado Mayor de
esta División, al coronel Severino Zapata, cuya
honradez y patriotismo, me permito recomendar a los
dignos Representantes de la Nación.

270
En esta campaña, se tomaron todas las medidas mas
convenientes, para conseguir la completa desaparición
de la cuadrilla Ibáñez. En la marcha se capturaron a
los espías Benjamín Urjél y Cecilio Chávez que,
juzgados y condenados a la última pena por el consejo
de guerra respectivo, fueron ejecutados. Por estos
mismos espías, supe el paradero y tendencias del
faccioso Ibáñez, quien después de haber pisado te rrit£
rio brasilero con los 6 0 hombres que aún le quedaban,
regresaba a apoderarse de esa Provincia.

Por las comunicaciones que se tomaron, se sabia que


Ibáñez se' encontraba en San Diego, tres y media
leguas mas acá de Carandá, donde fuá sorprendido en
la madrugada del -12 de mayo, quedando en nuestro
poder Andrés Ibáñez, Javier Tueros, José Maria Prado,
Manuel Valverde y seis de la clase de Oficiales y
tropa, habiendo muerto en su fuga el titualdo capitán
Joaquín Robles. Sometidos al consejo de guerra
verbal los cuatro cabecillas nombrados, fueron ejecuta
dos en el mismo día por la sentencia que les cupo,
habiendo sido confinados los demás al pueblo de San
Matías. (V.A.N2 3Q )

Mas tarde fueron puestos en libertad tres de éstos,


escepto Miguel Céspedes y Alejandro Valladares,
motinistas del 1 2 de octubre, por quienes ordené
fueran trasladados a Santa Cruz. El extranjero Juan
Sarachi fue confinado al Beni, como director de las
fortificaciones del rio San Julián y enterrador de
las armas dejadas por Ibáñez entre Concepción y San
Ignacio.

271'
Libre el Departamento de Santa Cruz de esa cuadrilla
de malhechores, no ha sabido cómo manifestar su
gratitud a la División de Oriente, que representaba
la lei, el orden y el Gobierno establecido en la
República. Las manifestaciones hechas por la prensa,
por todas las clases sociales de Oriente, la medalla
de honor que el pueblo de Santa Cruz ha obsequiado
por mano del bello sexo, a los principales Jefes de
la espedición a Chiquitos, son la prueba mas irrecusa­
ble de la justificación y rectitud con que me he
conducido como delegado del Supremo Gobierno.

La lealtad, el patriotismo y la abnegación de los


Señores Jefes, Oficiales y tropa que componían la
División pacificadora de Oriente son dignos del
aprecio de los Honorables Representantes de la Nación.

El Jefe Supremos del Estado ha recompensado con medio


grado, desde la clase de cadete hasta la de teniente
coronel inclusive.

En cuanto al gasto material de la División pacificado­


ra de Oriente es indudable, que el Señor Ministro de
Hacienda tiene consignado en su Memoria, en vista de
la cuenta que he mandado rendir a los que manejaron
esos fondos.

Carlos de Villegas
MINISTRO DE GUERRA

272
A CONTINUACION PRESENTAMOS DOS DE
LAS INTERVENCIONES DE ANDRES IBAÑEZ
EN LA ASAMBLEA EXTRAORDINARIA EN
1873:

Sobre la independencia de poderes

El señor Ibáñez. El informe de la mayoria de las


Comisiones de Cosntitución y de' Hacienda, restringe
tanto la esfera de acción de la Asamblea que prohíbe
a los Diputados el derecho constitucional de iniciati­
va y la libertad de presentar modificaciones y adicio­
nes a los asuntos determinados en el decreto de
convocatoria, no obstante de que ese derecho cede en
bien procomunal.

Es por la gravedad de la cuestión, que me permito


tomar parte en ella y porque es necesario sostener
ante todo la independencia de la Representación
Nacional.

El argumento principal del informe consiste en que


admitiéndose las adiciones y modificaciones iniciadas
por los Diputados de la Asamblea Extraordinaria, se
convertiría en ordinaria con violación del artículo
hZ de la Constitución.

Esta prescripción no prohíbe la iniciativa; lo que

273
taxativamente determina es, que las Asambleas Extraor­
dinarias no pueden ocuparse de otros asuntos que los
designados en el Decreto de convocatoria.

Tampoco es exacto el raciocinio de que la facultad de


insinuar adiciones y modificaciones concretadas a los
puntos sometidos en el Decreto de convocatoria convier
ta a la Asamblea Extraordinaria en ordinaria, porque
ambas tienen el carácter de absolutamente soberanas,
puesto que emanan de un solo origen popular y si se
diferencian la una de la otra solo es en la forma de
la convocatoria: más claro: la Asamblea Extraordina­
ria, admite limitación de tiempo y materias que hace
el Ejecutivo en' antilogía con la ordinaria que no
admite limitación alguna en su basta órbita co nstitu­
cional .

Anteriormente ha mencionado que el derecho de iniciati


va es constitucional y para demostrarlo me basta
citar el artículo 52 de la Carta Fundamental.

Este derecho sería quimérico, si los Diputados no


pudieran presentar ninguna' moción para adicionar o
llenar los vacíos de los puntos que examinan en
beneficio del pueblo. La misión del Diputado se
reduciría a no poder hacer nada por el interés gene­
ral, puesto que el contingente de su instrucción, no
podría manifestarlo, y este estado depresivo, co nst i­
tuye falta de libertad tan esencial como necesaria a
todo cuerpo soberano.
Pero se contestará que la facultad de iniciativa que
confiere a los Diputados la Constitución es para las
Asambleas ordinarias. Esta excepción no se encuentra

274
establecida, y los principios del derecho publico
corroboran la existencia' y eficacia de esa facultad
inherente a todo parlamento.

En efecto; el principio de la independencia de los


poderes está reconocido por la Carta Fundamental. Si
los Diputados no pueden efectuar mociones, poniendo
en práctica sus ideas, tienen que limitarse al examen
de los asuntos determinados por el Ejecutivo sin
poder adicionarlos, la Cámara carece de independencia
y queda subordinada a la voluntad del Ejecutivo.

Aun más: en las Repúblicas constitucionales, la


omnipotencia' del poder reside en el parlamento,
siendo éste origen de las funciones del Poder Ejecuti­
vo y Judicial. Si los Diputados no tienen el derecho
de iniciativa, ni en las materias que le son someti­
das, carecen de libertad, puesto que la voluntad del
Gobierno es la pauta que determina sus actos.

Por las razones que ya he aducido en pocas palabras,


creo fundamentalmente que la Asamblea rechazará el
informe en discusión, para aceptar el presentado por
la minoría.

275
Defensa de l a C o n s titu c ió n

El señor Ibañez.- Cuando un informe conculca la Carta


Fundamental, envuelve inconsecuencias palpables, y
presenta analogías ilógicas: el Diputado no puede
reducirse al silencio, porque toda consideración
personal, desaparece ante la observancia de su misión:
sostener incóolume la Constitución Política del
Estado.

El informe en discusión en su forma anómala, entraña


los anteriores asertos, como paso a demostrarlo en
breves palabras.

En primer lugar, dicen los señores de la Comisión


Política y Municipal, que el señor Baptista ha perdido
su derecho de pertenecer al Consejo de Estado, porque
este cargo es incompatible con el de Ministro de
gobierno y Relaciones Exteriores que ha aceptado.
Muy bien. ¿Y por qué no han presentado igual de cla ra­
toria respecto al señor Bosque, que estando de Conseja
ro, aceptó la Cartera del Culto? I No milita la
misma razón de incompatibilidad que se aduce para el
señor Baptista? Indudablemente que sí; resultando la
necesidad de que la Cámara repare semejante inconse­
cuencia al practicar el reintegro de los Consejeros
propietarios, que han dejado de serlo.
En segundo lugar, consigna el informe, que por re nun­
cia de los señores Vargas, Salinas y Sanjinés, Conseja
ros propietarios, los suplentes señores Eyzaguirre,
Velasco y Fernández Costas, son Consejeros pr opi eta­
rios, por haber reemplazado a aquellos que dejaron
definitivamente sus puestos.

276
INDICE

PROLOGO.... ...................................Pag- 9
ANTECEDENTES
- Aspectos Socioculturales...................... " 24
- Andrés Ibáñez .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 27
LUCHAS POLITICAS-IGUALITARIO

- El concejal .................................. " 29


- El diputado ................. " 33
- Nuevamente diputado ......... " 36
- Acontecimientos de "El Trompillo" .. . . . . . . . . . " 39
- Combate de los Pororós .. . . . . . . . . . . . " 50
- Versión de Jerónimo Otazo .................... " 54
- Versión oficial .............................. " 58
- Amnistía y elecciones ..... " 63
- Intrigas ............... " 71
- Nuevamente la clandestinidad .. ...- - - ........ " 76
- Apresamiento de Ibáñez ....- - - - ---- ......... " 79
LIBERACION DE IBAÑEZ
- Acontecimientos del primero de octubre ....... " 86
- Proclamas y manifiestos .. ..- - - - ---- ........ " 95
- Acusaciones .................................. " 104
- Otros hechos .....- - - .....--- ............... " 114
- Un nuevo año ____ ...--- - --- ................ " 132
- Campaña de propagación del Movimiento Federal. " 136
- Combate de Samaipata .. . . . . . . . . . . ...... ..... " 145
- Retorno a Santa Cruz .. ...................- - - " 148

277
EPILOGO DE LA REVOLUCION FEDERAL
- Retirada a Chiquitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 158
- Asociación Conservadora del orden . . . . . . . . . " 159
- Villlegas en Santa Cruz . . . . . . . . . . . . » 162
- Atropellos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . n 171
- La persecución . . . . . . . . . . . . . . . « 178
- Amotinamiento y traición . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 179
- Proclama de Uruguayto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 182
- San Diego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 185
- El holocausto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 188
- Otra versión . . . . . . . . . . . . . . " 195
- "Los victoriosos" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 198
Datos Biográficos de Andrés Ibáñez . . . . . . . . . . " 207
COMENTARIOS
- Defensa de la Revolución del Dr. Andrés Ibáñez
(anónimo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 21A
- Historia del Movimiento Obrero Boliviano (Gui­
llermo Lora) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 216
- Nacionalismo y coloniaje (Carlos Montenegro).. " 218
- Criterio de los Directivos de la Fraternidad -
"Andrés Ibáñez" formulado a petición de los —
autores .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 221
- Por la verdad y la memoria de mi padre (Leoca­
dia I. de Barb.ery) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 222

278
Carta de José Velasco a Andrés Ibáñez ........ " 223
La Bandera del Dr. Andrés Ibáñez (Leocadia I.
de Barbery) ....... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 227
El coronel Ignacio Romero ("El Tiempo", 19éé) " 229
Ultima hora ("La Reforma", 1877) .. . . . . . . . . . . " 233
Copia de las publicaciones de "La Reforma"
. Carta de la Junta Directiva Federal al Sr.-
Don José Pérez (25/12/1876) . . . . . . . . . . . . . . » 237
. Carta de la Prefectura a la Junta Directiva
Federal (26/12/1876) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 239
. Informe de la Comisión Médica sobre los he­
chos en Los Pororos . . . . . . . . . ..... ...... " 2A2
Habla el Dr. Carlos Melquíades Barbery (Dis­
curso del 03/05/1876) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 252
Fragmento del Diario de un vecino y testigo de
los acontecimientos (Probablemente el Dr. Fe­
lipe Leonor Ribera) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 255
Acta del pueblo ( C o m i d o del02/10/1876) . . . . . " 261
Proclama de la Junta Superior Federal del —
Oriente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 26A
Memoria de guerra (Presentada por el Ministro
de Guerra a la H. Asamblea Constituyente de —
1877) ....... . ..... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 266
Dos intervenciones de Andrés Ibáñez en la Asam
blea Extraordinaria en 1873:
. Sobre la independencia de poderes ........ " 273
. Defensa de la Constitución ........... " 276
Indice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . " 277

279
Este libro se terminó de imprimir
en febrero de 1988 en los
Talleres de Artes Gráficas
de la Imprenta Univer­
sitaria U.A.“G.R.M.”
con un tiraje de
2.000 ejemplares

You might also like