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CASO TEOFILA VIDELA

En la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, a los 25 días del mes de junio del
año dos mil dieciocho, se reúne la Sala A del Superior Tribunal de Justicia integrada por su
presidente, Dr. Eduardo D. Fernández Mendía y por su vocal, Dr. José Roberto Sappa, a efectos de
dictar sentencia en los autos caratulados: “INCIDENTE DE SUSPENSIÓN DE DESALOJO E/A:
“PERALTA, Alberta y otra contra VIDELA, Teófila sobre Reivindicación”, expte. nº 1622/17, registro
Superior Tribunal de Justicia, Sala A, del que

RESULTA:

I.- A fs. 561/570, María Fernanda de la Iglesia, abogada, en representación del Sr. Héctor Antonio
Recoulat, cesionario de los derechos hereditarios del Sr. Clemente Videla y de las Sras. Alberta
Peralta y Silvia Videla, interpone recurso extraordinario provincial en los términos del artículo 261
inc. 2° del CPCC, contra la sentencia de la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial,
Laboral y de Minería de la Primera Circunscripción Judicial, que a fs. 542 resolvió: “1.- Rechazar el
recurso de apelación interpuesto a fs. 358 por la incidentada, en los términos expuestos en los
considerandos, suspendiendo la ejecución de la sentencia dictada en autos caratulados “Peralta
Alberta y otra c/Videla, Teófila s/Reivindicación (expte N°2814/05)”.

Acredita el cumplimiento de los recaudos formales, y relata los hechos de la causa diciendo que
este incidente se originó como consecuencia de la orden de desalojo librada en el juicio de
reivindicación que las Sras. Alberta Peralta y Silvia Videla (esposa e hija del titular registral, Sr.
Clemente Videla) iniciaron contra la Sra. Teófila Videla por el inmueble rural conocido como Loma
de los Caballos, ubicado en la localidad de Algarrobo del Águila, incidente que tramitó en autos
“Peralta, Alberta y otra c/Videla Teófila s/reivindicación”, ante el Juzgado Regional Letrado con
asiento en la localidad de Victorica.

Manifiesta que el 21 de abril de 2008 la señora Videla inició el presente incidente solicitando la
suspensión del desalojo amparándose en la Ley N° 2222, que dispone precisamente la suspensión
por un año de los juicios de desalojos de inmuebles rurales ubicados en los departamentos de
Chalileo, Curacó y Limay Mahuida, habiéndose prorrogado, mediante Ley N° 2405 hasta el
30/09/09.

Aclara que los motivos de su recurso se fundan en la violación al principio de congruencia (art. 261
inc. 2° CPCC) por haber sido dictada la sentencia con violación de las exigencias previstas en el art.
35 inc. 5°, 156 1° párrafo y 257 del CPCC y por el absurdo en que incurre la sentencia.

Sigue diciendo que ambos defectos implican una violación al derecho de defensa en juicio y a la
garantía del debido proceso legal (art. 18, CN) y que por su incidencia en la solución de la litis
justifican la instancia extraordinaria.
Más adelante precisa que el vicio que denuncia consiste en haber omitido resolver cuestiones
propuestas que eran relevantes para la adecuada dilucidación de la litis.

Indica en primer lugar que uno de los puntos centrales sobre los que giró la defensa fue la
inconstitucionalidad de las leyes N° 2222 y 2405 con violación al principio de irretroactividad de la
ley y de la cosa juzgada, cuestiones que tampoco fueron abordadas por el juez de primera
instancia.

Expresa que el abordaje de dichas cuestiones, omitidas por la Cámara de Apelaciones, era de vital
importancia a los efectos de una adecuada dilucidación de la litis, y precisamente por ello se
configura la violación al principio de congruencia.

Párrafos más adelante reitera que la determinación de si se había configurado una violación al
principio de irretroactividad de la ley y de la cosa juzgada era una cuestión central que
determinaba la aplicación de la normativa provincial a la presente causa y su constitucionalidad o
no.

Sostiene que el art. 3 del viejo Código Civil (actual 7 del CCC) consagra el principio de la
irretroactividad de la ley y por tal motivo, la Ley N° 2405, que prorroga y modifica parcialmente la
aplicación de la Ley N° 2222, jamás pudo haber tenido efectos sobre la orden de desalojo del 5 de
febrero de 2008.

Añade que el hecho de que la Ley N° 2405 comprendiera la eventual suspensión de cualquier
ejecución de sentencia que implicara desalojo, no significaba sin embargo que alcanzara a aquellos
casos en que, antes de su entrada en vigencia, ya existiera resolución consentida de desalojo.

Es por ello que sostiene que “...la expresión contenida en el art. 1 in fine de la ley provincial N°
2222 “...cualquiera sea el estado procesal en el que se encuentren a la fecha de sanción de la
presente ley” no puede violar el principio de irretroactividad de la leyes previsto en el art. 3 del
viejo Código Civil de la Nación (art. 7 del actual Código Civil y Comercial)” (fs. 565).

Agrega que la dilucidación de este punto era una de las cuestiones medulares planteadas por su
parte, cuya determinación era de suma relevancia para la resolución del caso.

En segundo lugar, entiende que el tratamiento de la cuestión referida a la violación al principio de


la cosa juzgada también resultaba de vital importancia para la resolución del caso.

Entiende que el desalojo de la Sra. Teófila Videla, como consecuencia directa de la acción
reivindicatoria, se resolvió y confirmó con la sentencia de la Cámara de Apelaciones del día 13 de
noviembre de 2007, sentencia firme que implicaba el desalojo de la incidentista.

Sigue diciendo que el mismo día en que quedó firme la sentencia de la Cámara en lo referido a la
acción de reivindicación hubo cosa juzgada. Por ello, el 5 de febrero de 2008, el a quo ordenó el
desalojo del inmueble de propiedad de Clemente Videla.

Como lógica derivación de la violación a ambos principios, su parte sostuvo que las normas
provinciales en conflicto vulneran el derecho a la seguridad jurídica, a la propiedad y al trabajo y a
la igualdad.
Expresa que tampoco tuvo tratamiento dicha cuestión en la sentencia de la Cámara de
Apelaciones; determinar si la normativa provincial es contraria a los derechos mencionados
reconocidos por la Constitución Nacional era también de vital importancia para dilucidar la
constitucionalidad o no de las normas provinciales.

Postula que la sentencia que recurre debía analizar si la seguridad jurídica, como garantía dada por
el Estado a su mandante, en el sentido de que su persona, sus bienes y sus derechos no serán
violentados o que, si esto llegara a producirse, le serían asegurados su protección y reparación.

Concretamente el choque con dicha garantía constitucional se produce, según su criterio, con la
suspensión de la vigencia de un derecho que ya se había adquirido mediante la sentencia que hizo
lugar al juicio de reivindicación y que posteriormente ordenó el desalojo de la incidentista.

Señala que las normas provinciales no reúnen los recaudos que, conforme doctrina de la Corte
Suprema, debe reunir la normativa de emergencia, en especial, la duración temporal y limitada del
plazo para que desaparezcan las causas que hicieron necesaria la moratoria.

Añade que su parte también cuestionó la constitucionalidad de las normas provinciales en relación
al derecho a la igualdad consagrado en el art. 16 de la Constitución Nacional.

Expresa también que las Leyes N° 2222 y 2405 son discriminatorias ya que se vulnera el derecho a
la igualdad entre habitantes de una misma provincia, ya que con el amparo de dicha normativa,
quien acredite ser integrante de un pueblo aborigen u originario es titular de un derecho superior
que habilita la suspensión del derecho de propiedad.

Señala que la sentencia de segunda instancia también omitió abordar el punto referido a la
violación del derecho de defensa e igualdad de las partes que se configuró en oportunidad de
desarrollarse el proceso de primera instancia.

En tal sentido, indica que las medidas para mejor proveer sobre las que el juez de primera
instancia fundó la sentencia conculcaron el derecho a la igualdad de su mandante dado que el
magistrado benefició a la incidentista subsanando con la producción de aquéllas, la negligencia en
la que había incurrido ésta en el proceso.

En el parágrafo 2. que titula “El absurdo” menciona, en primer lugar, que la sentencia tiene por
acreditada la existencia de una comunidad aborigen con la presentación realizada a fs. 439/445,
presentación que realizó el Dr. Fernández Articó como gestor de la Comunidad Teófila Videla,
gestión que debió haber sido ratificada en el plazo de 20 días, conforme lo prevé el art. 52 el CPCC,
y cuya nulidad debió declarar el tribunal dado que no se concretó tal ratificación.

Cita doctrina para fundamentar sus dichos y luego expresa que por los motivos invocados, dicha
presentación no puede devenir en la prueba central que define la suerte del recurso, sosteniendo
la Cámara de Apelaciones que la base fáctica del caso en análisis queda comprendida en la
vigencia de la normativa provincial en función de haber quedado acreditado que las personas que
debían ser desalojadas pertenecen a una comunidad aborigen cuyo territorio ha sido delimitado y
demarcado como territorio comunitario de la comunidad aborigen Teófila Videla.

Sostiene que “...la sentencia incurre en un error al afirmar a fs. 539 4° párrafo que “ Luego, en su
calidad de sujeto de derecho...la Comunidad Teófila Videla (en adelante con la participación
procesal que les corresponde) adjunta notas que informan sobre las gestiones realizadas ante el
Ministerio de Bienestar Social de la Provincia y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas para
encontrar una solución al conflicto...” (fs. 568 vta).

En realidad, aclara que fue el Dr. Fernández Articó, en representación de la Sra. Teófila Videla a
título individual quien realizó tal presentación, por lo que entiende que la afirmación que contiene
la sentencia deviene en errónea e impensable frente a las constancias del expediente.

Sigue diciendo que “...lo que es peor aún, es que la cuestión en torno a la cual la sentencia centra
su fundamento ya había querido ser incorporada a la causa por la contraria como hecho nuevo y la
misma Cámara de Apelaciones rechazó su procedencia en el año 2012” (fs. 569).

Manifiesta que llama la atención que el tribunal incurra en semejante error y que encima le
otorgue la calidad de sujeto de derecho a la comunidad basándose en una presentación anterior,
que había sido rechazada.

Concluye diciendo que “Es evidente que, al tener por acreditada la existencia de una comunidad
indígena sobre la base de la documentación arrimada a la causa mediante un acto que jamás fue
ratificado, deviniendo en nulo y que, por si fuera poco, la misma Cámara de Apelaciones ya había
rechazado su procedencia, acarrea un razonamiento completamente viciado que lleva a una
conclusión insostenible con las constancias objetivas de la causa” (fs. 569).

En el supuesto de que se desestimara el recurso, mantiene la reserva del caso federal para ocurrir
ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la vía prevista en el art. 14 de la Ley N° 48 en
virtud de encontrarse violentados derechos y garantías amparadas por normas de rango
constitucional como el de propiedad, debido proceso e igualdad (arts. 14, 16,17, CN).

Por último, peticiona se haga lugar al recurso extraordinario interpuesto, casando la sentencia
dictada.

II.- Admitido el recurso por la Cámara de Apelaciones, este Superior Tribunal lo declara prima facie
admisible, a fs. 586/586 vta. en los términos del art. 261 inciso 2° del CPCC.

III.- Corrido el traslado a la parte recurrida, contesta a fs. 589/594 vta. y solicita que se rechace el
recuso interpuesto.

IV.- A fs. 596/599 dictamina el Sr. Procurador General y a fs. 600 se llama autos para sentencia y;

CONSIDERANDO:

PRIMERA CUESTIÓN: ¿Resulta fundado el recurso interpuesto con arreglo al inciso 2º del art. 261
del CPCC? SEGUNDA CUESTIÓN: en su caso, ¿qué solución corresponde adoptar?
PRIMERA CUESTIÓN:

1°) La recurrente sostiene que la Cámara de Apelaciones ha omitido resolver dos cuestiones
esenciales vinculadas con el planteo de inconstitucionalidad de las leyes N° 2222 y 2405 con
fundamento en la violación del principio de irretroactividad de la ley y de la cosa juzgada.

Analizando el art. 3 del CC (idéntico al actual art. 7 del CCC) postula que la Ley N° 2405 jamás
podría tener efectos sobre la orden de desalojo del 5 de febrero de 2008, ya que su alcance se
refiere únicamente a todos aquellos casos en que no exista resolución ya consentida de desalojo
con anterioridad a su entrada en vigencia.

Agrega que el desalojo de Teófila Videla como consecuencia directa de la acción reivindicatoria se
resolvió y confirmó con la sentencia de la Cámara del 13 de noviembre de 2017, sentencia firme
que ya implicaba el desalojo y que constituía cosa juzgada.

2°) Resulta oportuno destacar que constituyen cuestiones esenciales aquellas que estructuran la
traba de la litis y conforman el esquema jurídico que la sentencia deberá atender para la solución
del litigio (STJ, Sala A, expte n° 959/07).

La esencialidad se configura por su naturaleza y no porque las partes la consideran tal (Conf.: Juan
Carlos Hitters, Técnica de los recursos extraordinarios y de la casación, 2da. edición, Librería
Editora Platense, 2002, pág.639).

Asimismo “…están indisolublemente ligadas a los elementos de la pretensión y oposición…” (Conf.:


Alberto J. Tessone, Recursos Extraordinarios-Recurso de nulidad extraordinario”, Librería Editora
Platense, 2000, pág.147).

Sin perjuicio de lo expuesto y a pesar de que evidentemente los jueces analizaron los planteos de
inconstitucionalidad de las leyes con base en otros argumentos resultará útil agregar algunas
consideraciones respecto de la irretroactividad de las leyes y el principio de cosa juzgada.

3°) El art. 3 del Código Civil (de idéntica redacción al actual art. 7 del CCC) establece: “A partir de
su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes. No tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, salvo
disposición en contrario...”.

Como es sabido esta norma establece los principios que rigen la aplicación de la ley en el tiempo,
reglas que resultan fundamentales para la seguridad jurídica, ya que en la sucesión cronológica de
leyes pueden generarse conflictos para determinar la norma aplicable a un caso concreto.

Las relaciones y situaciones jurídicas no son, en la mayoría de los casos, realidades instantáneas
desde el punto de vista del tiempo material, sino sucesiones de hechos, conductas y
consecuencias que se producen a lo largo del tiempo. La vida de una relación o de una situación
jurídica tiene un punto de nacimiento y uno de extinción, más o menos distantes temporalmente.
Cada una de las circunstancias que se producen en ese lapso deben ser reguladas adecuadamente
(Alberto Bueres, Elena Highton, Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 1995, 1, 8).

El problema aparece cuando se produce un cambio en la ley durante el tiempo de vida de la


relación o situación jurídica y esto obliga a resolver qué norma ha de aplicarse, qué efectos podrá
seguir teniendo la norma anterior y qué efectos tendrá la nueva norma en relación a cada aspecto
de la situación jurídica (ídem).

Ahora bien, los principios establecidos en el artículo para determinar las reglas de aplicación de las
leyes en el tiempo son los siguientes: a) irretroactividad; b) aplicación inmediata y c) aplicación
diferida.

En primer lugar, el principio de irretroactividad significa que las leyes rigen para el futuro. La
irretroactividad implica que la nueva ley no puede volver sobre situaciones o relaciones jurídicas
ya agotadas, ni sobre los efectos ya producidos de situaciones o relaciones aún existentes,
principio que está estrechamente ligado con la seguridad jurídica. Vale decir, saber a qué atenerse
y poder actuar en consecuencia supone tener conocimiento de los efectos y consecuencias
jurídicas de nuestra conducta (ob. cit, 9).

Sin embargo, tal principio es una regla general que el legislador puede modificar en algunas
circunstancias, dictando normas retroactivas a condición de que no se afecten derechos
protegidos por garantías constitucionales (ídem).

Por su parte, la aplicación inmediata de la ley es el principio consagrado en la primera cláusula del
artículo, en función de la cual, las leyes de aplican: 1) a las nuevas situaciones o relaciones jurídicas
que se creen a partir de la vigencia de la ley; 2) a las consecuencias que se produzcan en el futuro,
de relaciones o situaciones jurídicas ya existentes al momento de vigencia de la ley.

Cabe aclarar que no nos detendremos en la aplicación diferida de la ley –supletorias en materia
contractual– dado que no interesa para el caso en estudio.

En similar sentido pero al analizar el art. 7 del CCC, la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci expresa
que los problemas de derecho transitorio se producen cuando un hecho, acto, relación o situación
jurídica se prolonga en el tiempo durante la vigencia de dos o más normas (La aplicación del
Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes, Rubinzal Culzoni
Editores, Buenos Aires, 2015, 20).

En otras palabras, la dificultad se plantea cuando se trata de hechos, relaciones o situaciones in


fieri, que no se agotan instantáneamente, sino que duran en el tiempo, o que su realización o
ejecución, liquidación o consumación demandan tiempo, por lo que, en parte, al inicio, al
concertarse o nacer, caen bajo el imperio de una norma y en parte o partes (al realizarse las
prestaciones o agotarse las consecuencias o los efectos de aquellas relaciones o situaciones
jurídicas, de la o las siguientes o sucesivas) caen en otras (ídem).

Ahora bien, el efecto inmediato es el efecto propio y normal de toda ley: ella se aplica
inmediatamente después de haber sido sancionada, sistema que ya tenía el Código Civil argentino.
Implica que la nueva ley se aplica a: a) las relaciones y situaciones jurídicas que se constituyan en
el futuro; b) las existentes, en cuanto no estén agotadas y c) las consecuencias que no hayan
operado todavía (Aída Kemelmajer de Carlucci, ob. cit, 29).

Dicho de otro modo, la ley toma a la relación ya constituida (por ejemplo, una obligación) o a la
situación (por ejemplo, el matrimonio) en el estado en que se encontraba al tiempo en que la ley
nueva es sancionada, pasando a regir los tramos de su desarrollo aún no cumplidos. Los
cumplidos, en cambio, están regidos por la ley vigente al tiempo en que se desarrollaron (ídem).

Otros autores sintetizan de la siguiente manera la formulación: 1) las relaciones constituidas bajo
una ley persisten bajo la ley nueva, aunque ésta fije nuevas condiciones para esa constitución; 2)
los efectos de esas relaciones se rigen por la ley vigente al momento en que esos efectos se
producen y 3) la extinción se rige por la ley vigente al momento en que se produce (Graciela
Medina, Efectos de la ley con relación al tiempo en el proyecto de Código, LL, 2012-E-1305).

4°) Desde esta perspectiva conceptual, veamos entonces si la aplicación de la Ley N° 2405 (BO,
11/04/08) ha implicado la violación al principio de la irretroactividad y de la cosa juzgada.

Pero antes hay que recordar que, en consonancia con el espíritu y objetivos de la Ley N° 26.160
(BO, 29/11/06) de Declaración de Emergencia en Materia de Posesión y Propiedad de las Tierras
de las Comunidades Indígenas Originarias del País, el 15 de diciembre de 2005, el Poder Legislativo
provincial dictó la Ley N° 2222 (BO, 29/12/05), que ordenaba suspender por un año los juicios de
desalojo de inmuebles rurales, ubicados en los departamentos de Chicalcó, Chalileo, Puelén,
Curacó y Limay Mahuida siempre que fuesen ocupados por cualquier título, por familias o
habitantes, indígenas u originarios o sus descendientes, cualquiera fuera el estadio procesal en el
que se encontraren tales juicios (art. 1°) y con el deber del juez de la causa de practicar en forma
previa una información sumaria a los efectos de acreditar la pertenencia a pueblos indígenas u
originarios y la ocupación, tenencia o posesión (art. 2°).

El 23 de noviembre de 2006 se dictó la Ley N° 2300 (BO, 15/12/06) prorrogando hasta el 31 de


marzo de 2008 la vigencia de la Ley N° 2222, mientras que el 6 de marzo de 2008 se sancionó la
Ley N° 2405, la que además de prorrogar los alcances de la ley de origen, agregó: “Inclúyanse en
los alcances de lo previsto en el artículo 1° de la Ley N° 2222, la ejecución de sentencias que
impliquen desalojo”.

Ahora bien, la recurrente expresa que como consecuencia directa de la acción reivindicatoria, el
desalojo se resolvió y se confirmó con la sentencia de la Cámara de Apelaciones del 13 de
noviembre de 2007, mientras que el 5 de febrero de 2008, el juez a quo ordenó el desalojo del
inmueble, con lo cual, a su entender, la etapa de ejecución ya había concluido y por ende, no
debía aplicarse la Ley N° 2405 sancionada en fecha posterior (BO, 11/04/08).

Sin embargo, en el marco de la emergencia por la posesión y tenencia de tierras de los pueblos
originarios, no resulta razonable restringir el alcance de la Ley N° 2222 –que ya estaba vigente al
momento del dictado de la sentencia (13/11/07)– solamente a los juicios de desalojo, cuando este
ordenamiento persigue claramente la protección del derecho a la posesión de la tierra de tales
pobladores del Oeste pampeano.
Fue con la Ley N° 2405 que los legisladores aclararon cuál había sido su intención al sancionar la
primera ley, es decir, suspender los desalojos en cualquier tipo de juicios e incluso en la ejecución
de sentencias que implicaren desalojo.

Así lo aclaró el diputado Scovenna en la Primera Reunión parlamentaria del 6 de marzo de 2008,
en la que se trató –entre otros temas– la prórroga de la Ley N° 2222 y el alcance de la suspensión
de los desalojos al precisar que votaban la ley: “... porque notábamos en muchos casos en los
juzgados de esta Provincia, que por la redacción que habíamos dado a la Ley los jueces, en muchos
casos -de hecho han ocurrido recientemente en el mes de enero y hoy acaba de salir una
publicación de una mujer de 73 años que está a punto de ser desalojada-, interpretan que la ley no
es aplicable y por eso pedimos que se agregara y lo agradecemos a las dos bancadas, tanto a la
bancada oficialista como a la del FREPAM, que accedieron a incorporar el artículo 2º, que tiene
que ver con incluir dentro de los alcances de la Ley la suspensión de la ejecución de las sentencias.
Esto tiene que ver con una cuestión que puede parecer semántica pero que para los abogados no
lo es. Muchos jueces entienden que los juicios de desalojo no tienen nada que ver con las acciones
posesorias o por las acciones reivindicatorias. Ahora, en ese tipo de acciones también se producen
desalojos como consecuencia final”.

Sumando a lo expuesto, cabe aclarar que si bien el desalojo se habría ordenado el 5/2/08, lo cierto
es que no se materializó y en el interín se sancionó la Ley N° 2405, cuya aplicación inmediata se
imponía conforme el principio general previsto en el art. 3° del CC (actual art. 7 CCC) que establece
que la nueva ley se aplica aún a las consecuencias de las relaciones que no hayan operado todavía
(Aída Kemelmajer de Carlucci, ob. cit, 29).

El desalojo, como derivación normal de una acción reivindicatoria dictada a favor de los familiares
de Clemente Videla, se convierte así en una consecuencia no operada todavía y en razón suficiente
para aplicar la ley en cuestión.

5°) El Tribunal no analizará los agravios vinculados con los derechos a la seguridad jurídica, a la
propiedad, al trabajo y a la igualdad, supuestamente vulnerados ni respecto de los planteos
vinculados con las medidas para mejor proveer dado que en la sentencia de primera se han
analizado en detalle cada uno de ellos por lo que a ese análisis nos remitimos, en honor a la
brevedad (fs. 352 vta/356 puntos 1 y 2).

Por su parte, en la sentencia de la Cámara de Apelaciones también se ha dado respuesta a ellos.


En efecto, luego de poner en contexto la problemática de la posesión de la tierra de los pueblos
originarios, con el marco normativo correspondiente, el tribunal expresó: “Delineado de esta
manera el marco conceptual y jurídico y volviendo al recurso en examen, corresponde decir que
no asiste razón a la recurrente toda vez que, acreditada la situación fáctica de marras que se
subsume en las disposiciones tuitivas del derecho de las comunidades indígenas –en este caso
transitorias ya que solamente pospone la ejecución de los desalojos– en consonancia con la
disposición constitucional prevista en el art. 17 inc. 17, no avizoran violentados los derechos que
invoca, no configurándose causal alguna que motive a este Tribunal a sustraerse de las normas de
emergencia vigentes, lo que así se resuelve” (fs. 541 vta).
Desde esta perspectiva entonces las manifestaciones de la recurrente constituyen tan sólo simples
discrepancias con la decisión.

6°) Invocando la teoría del absurdo, la reclamante dice que la Cámara ha incurrido en este vicio al
tener por acreditada la existencia de una comunidad aborigen con la presentación realizada a fs.
439/445 por el Dr. Fernández Articó actuando como gestor sin que se haya ratificado en legal
tiempo y forma dicha gestión, por lo que debió declarar su nulidad.

Este Superior Tribunal de Justicia ha dicho en reiteradas oportunidades que el absurdo se


configura, entre otros supuestos, frente al desvío palmario y notorio de las leyes de la lógica o
ante un razonamiento viciado de modo tal que llega a conclusiones contradictorias, notoriamente
insostenibles o inconciliables con las constancias objetivas de la causa. O –dicho de otro modo– lo
que escapa a las leyes lógicas formales y las transgrede, o lo que es impensable o inconcebible y
no puede ser de ninguna manera por haber quedado al margen de las reglas del raciocinio. En ese
acotado marco el error debe ser palmario y fundamental o grave y manifiesto y por ello no
configuran ilogicidad o absurdo, por ejemplo, las conclusiones objetables, discutibles o poco
convincentes (Conf.: STJ, Sala A, exptes. nº 906/07, 950/07, 976/08, 1105/10 entre otros).

En este contexto, la recurrente no ha logrado acreditar la existencia de un supuesto de absurdo en


los términos de la doctrina citada, amén de que bien pudo en el momento procesal oportuno
plantear la nulidad de esa presentación, evitando de ese modo la convalidación que se ha
producido.

En definitiva, las consideraciones vertidas resultan suficientes para dar respuesta negativa a la
PRIMERA CUESTIÓN.

SEGUNDA CUESTIÓN: Atento el modo en que se resuelve la cuestión anterior corresponde


rechazar el recurso interpuesto por María Fernanda de la Iglesia, abogada, en representación del
Sr. Héctor Antonio Recoulat, cesionario de los derechos hereditarios del Sr. Clemente Videla y de
las Sras. Alberta Peralta y Silvia Videla, y en consecuencia, confirmar el pronunciamiento de la
Cámara de Apelaciones.

Atento a que en la presente causa se han debatido asuntos jurídicos complejos susceptibles de
soluciones dispares, las costas de esta instancia extraordinaria se impondrán en el orden causado
(art. 62, última parte, CPCC).

Por todo lo expuesto, la Sala A del Superior Tribunal de Justicia;

RESUELVE:
1) Rechazar el recurso extraordinario provincial interpuesto a fs. 561/570 por María Fernanda de
la Iglesia, abogada, en representación del Sr. Héctor Antonio Recoulat, cesionario de los derechos
hereditarios del Sr. Clemente Videla y de las Sras. Alberta Peralta y Silvia Videla,

2) Imponer las costas de esta instancia extraordinaria en el orden causado (artículo 62, última
parte del CPCC).

3) Regular los honorarios de los Dres. María Fernanda de la Iglesia y Carlos Fernández Articó en el
28% de la suma que se les regule en primera instancia a cada uno de ellos (art. 14 LA). A tales
sumas se les adicionará el porcentaje de IVA, de así corresponder.

4) Dar por perdido el depósito efectuado a fs.559 por la suma de mil quinientos pesos ($1.500,00),
y líbrese oficio al Banco de La Pampa para que transfiera el importe mencionado a la cuenta nº
441470/0 “Superior Tribunal de Justicia-Capacitación”.

5) Regístrese, notifíquese por Secretaría mediante cédulas y, oportunamente, devuélvanse estas


actuaciones a su procedencia.

Dr. Eduardo D. FERNÁNDEZ MENDÍA, Presidente Sala A, Superior Tribunal de Justicia

Dr. José Roberto SAPPA, Vocal Sala A, Superior Tribunal de Justicia

Dra. Cecilia María BELÁUSTEGUI, Secretaria de Sala, Superior Tribunal de Justicia

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