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Suprimir la palabra “Política” tuvo como objetivo eliminar uno de los aspectos
esenciales del encuentro del saber económico para aprender conocimientos y
herramientas necesarias para intervenir y transformar la realidad. No es
casualidad que las autoridades universitarias que asumieron con el golpe de
Estado de 1976, eliminaran la palabra política del título de grado de “Licenciatura
en Economía Política” de la Facultad de Buenos Aires, restringiéndolo a
“Licenciatura en Economía”.
Las ramas del conocimiento tienden a relacionarse entre sí y las ciencias que
forman parte de sus diversas categorías siempre caminan de la mano en temas de
investigación y desarrollo; es el caso de la economía y el derecho, que se enfocan
en un mismo punto: el Buen Vivir de la ciudadanía. Lo importante en economía
son las relaciones sociales, aquellas que se manifiestan en la búsqueda por
satisfacer necesidades. El derecho por otro lado, es el que ha tenido dentro de sus
fines garantizar aquello que busca la economía. Por ello, se podría decir que el
objetivo en el estudio de estas dos ciencias es el comportamiento humano. Dicha
concordancia se acoge, en el concepto de ciencia económica anotado por el
reconocido economista Lionel Robbins, que en 1932, en su obra “Ensayo sobre la
naturaleza y significancia de la Ciencia Económica” manifiesta que la economía es
“la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y
medios escasos susceptible de usos alternativos”. Desde los comienzos de la
economía como un conocimiento sistemático y con un objetivo definido (el
bienestar social), se ha tenido la intuición de que hay un vínculo entre ésta y el
derecho. Ya los economistas clásicos buscaban descubrir leyes que propiciaran la
eficiencia en la sociedad. Adam Smith, en su obra “Investigación sobre la
naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, vio el papel crucial de los
monopolistas y de los efectos de la intervención del gobierno en los sistemas de
precios y de políticas proteccionistas. Pone como ejemplo a un grupo de
comerciantes que establecen un nuevo mercado y se concede un monopolio
temporal; él observa que aquello se puede justificar bajo los mismos principios
sobre los cuales se permite a su inventor la patente por la creación de una
máquina o de un libro nuevo a su autor. Se puede verificar aquí cómo la ley se
constituye en un incentivo productivo y cómo a partir de un análisis económico,
ésta se ha materializado posteriormente en una ley. En el ejemplo se muestra
como las dos ciencias se relacionan y son aplicables en la actualidad en ámbitos
como: el tributario, laboral, Ley de Competencia, sanción de decretos de gasto
público, etc., expresiones prácticas que forman parte del estudio del derecho
económico, el cual a decir de Richard Posner (referente importante en esta área),
analiza los mercados explícitos, es decir, la manera con la cual la normatividad
regula de forma directa a los mercados mediante la implementación de impuestos
o subsidios, con el control de la competencia desleal, control de precios, tasas de
interés, regulación del mercado cambiario, de capitales, etc. Por otro lado, existe
otro método de estudio de la relación entre el derecho y la economía denominado
Análisis Económico del Derecho (AED), el cual toma como referencia diversas
áreas del Derecho y las analiza con instrumentos y criterios de la Economía, para
concluir si dicho aspecto cumple o no condiciones de eficiencia en la sociedad.
Dentro de sus ámbitos está la Legislación Civil, como en el caso de sucesiones,
contratos, formas de adquirir dominio, divorcios, legislación penal, entre otros. El
AED se manifiesta en un sin número de espacios jurídicos, porque en el ámbito de
la microeconomía se han desarrollado varias teorías que permiten analizar el
comportamiento humano. Existen estudios, como el de Gary Becker (premio Nobel
de Economía en 1992) que demuestran que el comportamiento delincuencial,
especialmente aquel que está vinculado a los delitos contra la propiedad, tiene
una explicación económica, cuando se bajan los castigos por transgredir la ley,
normalmente los actos delictivos se incrementan, generándose lo que él denomina
un “mercado implícito por transgredir la propiedad privada”. Posiblemente uno de
los aportes más trascendentes en el AED sea el trabajo de Ronald Coase (premio
Nobel de Economía en 1991), quien propone criterios novedosos tales como los
“costos de transacción”, los “Derechos de Propiedad” (Property Rights) y la
importancia de las leyes en la eficiencia económica. Su propuesta va encaminada
a entender cómo las interacciones entre agentes sociales generan costos, que en
mucho de los casos, no solo involucran a éstos, sino a la sociedad misma.
Supongamos que un confitero tiene su fábrica junto al consultorio de un médico y
la maquinaria del primero produce tal ruido y vibración que ha afectado a la
tranquilidad de los pacientes del segundo, ¿Quién debe cerrar?, ¿el confitero o el
médico? Si se piensa que los daños causados deben ser subsanados por el
confitero, se establecería que el médico tiene los “derechos de propiedad”, es
decir este último tiene la prerrogativa legal para exigir que al confitero se le obligue
a cerrar o a indemnizarlo; la sociedad pierde pues el confitero se queda sin
empleo, generándose mayores males. Por lo tanto, es preferible revisar salidas
que estén por encima de la normatividad y esto implica la posibilidad de transar
entre las partes. En el caso presentado, y de acuerdo a la teoría de Coase, si al
médico le resulta menos costoso reparar el daño (por ejemplo construyendo una
pared que aísle el ruido), él podría asumir esta tarea; el confitero sigue
produciendo y la sociedad se beneficia.
RELACIÓN DE LA ECONOMÍA CON SOCIOLOGIA