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El 24 de junio de 1981 por iniciativa del Partido Radical, se difundió en las grandes capitales de
Occidente un documento contra el exterminio causado por el hambre firmado por numerosos Premios
Nóbel. Fue la respuesta de los hombres del mundo de la ciencia a la indiferencia de los gobiernos, de
los medios de comunicación y de los individuos para con las terribles cifras que anunciaban la muerte
segura de millones de personas a causa del hambre en el Sur del planeta.
El manifiesto indicaba con precisión qué hacer para poner punto final al holocausto de nuestros días.
Poner en marcha los objetivos del Manifiesto y salvar de la muerte a causa del hambre al mayor número
posible de personas se convirtió en el compromiso prioritario del Partido radical
Dirigimos un llamamiento a todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, a los poderosos y
a los humildes, cada uno de ellos con sus propias responsabilidades, para que cientos de millones de
personas que agonizan a causa del hambre y del subdesarrollo, víctimas del desorden político y
económico internacional que reina en la actualidad, puedan volver a la vida.
Está teniendo lugar un holocausto sin precedentes, cuyo horror abarca en un sólo año el espanto de las
masacres que nuestras generaciones conocieron en la primera mitad de este siglo y que desborda por
momentos el perímetro de la barbarie y de la muerte, no solamente en el mundo, sino también en
nuestras conciencias.
Todos aquellos que denuncian y combaten este holocausto están unánimemente de acuerdo en que el
motivo principal de esta tragedia es de carácter político.
Es necesaria una nueva voluntad política y una nueva forma de organizar esta voluntad, que tenga
como objetivo prioritario superar las causas de este exterminio y evitar sus efectos.
Es necesario que las más altas autoridades internacionales, los Estados y los pueblos - tan a menudo
mantenidos en la ignorancia sobre las posibilidades concretas de una política de vida y de salvación -
tal y como reivindicaron angustiadas algunas de las más altas autoridades espirituales de la Tierra,
actúen, uniéndose o unidas por la acción, con objetivos determinados, seguros y adecuados con el
objeto de atacar y vencer la muerte que se extiende, acosa, y condena a gran parte de la humanidad.
Hay que sublevarse contra el falso realismo que incita a resignarse a una fatalidad, que en realidad es el
producto de la política y del "desorden establecido".
Es necesario luchar de manera realista para que se realice lo posible en vez de desperdiciarlo - tal vez
para siempre.
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Desigual reparto de riquezas – Manifiesto contra el hambre
Es necesario que se conviertan en algo positivo esas modas y esos gestos de asistencia que tan
fácilmente dejan la conciencia tranquila pero que no salvan a aquellos a quienes están destinadas, así
como esas utopías crueles y estériles que sacrifican a los hombres de hoy en aras de un proyecto de
hombre, y a la sociedad de hoy en aras de un proyecto de sociedad.
Es necesario que los ciudadanos y los responsables políticos elijan y voten, en sus respectivos niveles,
electorales o parlamentarios, de gobierno o internacionales, nuevas leyes, nuevos presupuestos, nuevos
proyectos o nuevas iniciativas que sean inmediatamente puestas en práctica para salvar a millones de
seres humanos de la malnutrición y del subdesarrollo y cientos de millones de seres a cada nueva
generación, de la muerte a causa del hambre.
Es necesario que todos y cada uno demos valor de ley al deber de salvar a los seres vivos y de no matar
y no exterminar aunque sea por inercia, por omisión o por indiferencia.
Si los que no tienen ni el poder ni las armas no se resignasen a la apatía; si fueran cada vez más los
que declarasen no obedecer ninguna otra ley que la ley fundamental de los derechos humanos y de los
pueblos, que es ante todo el Derecho y el derecho a la vida; si éstos mismos se organizasen y utilizasen
sus pocas pero duraderas armas - las armas de la democracia política, las grandes acciones no violentas,
al estilo de Gandhi - proponiéndose e imponiendo posibilidades y objetivos cada vez más delimitados y
adecuados; si todo esto sucediese, nuestra época dejaría de ser una época catastrófica. Y ya no sería
una posibilidad sino una certeza.
Nuestro saber, que nos dice que la humanidad corre peligro de muerte, debe ser ciencia de la esperanza
y ciencia salvadora, sustancia de las cosas en las que creemos y confiamos.
Si los medios de información, si los poderosos que nos han querido honrar con las muestras de
agradecimiento con las que nos han agasajado consienten en escuchar y en hacer escuchar en esta
ocasión nuestra voz, nuestra obra, así como la de todos aquellos que actúan por una misma causa, si
mujeres y hombres supieran, si se les informase, no nos cabe la menor duda de que el futuro sería
diferente de ese que hoy por hoy se muestra indefectible
Es necesario tomar una decisión, actuar, crear, vivir y hacer vivir
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Desigual reparto de riquezas – Manifiesto contra el hambre
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