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Refrigeración y congelación
El frío hace que las bacterias y hongos crezcan más despacio o, si es
muy intenso, que detengan su actividad casi por completo. De ahí que
utilicemos la refrigeración y la congelación como técnicas de
conservación de alimentos.
La refrigeración (en neveras) permite conservar los alimentos
unos días.
La congelación, por debajo de -10 °C en los congeladores
domésticos, nos permite conservar los alimentos mucho más
tiempo (nunca indefinidamente), siempre que no se rompa la
cadena del frío.
Pasteurización:
La pasteurización tiene por objeto destruir los agentes patógenos y evitar
por tanto el deterioro del alimento. Este tratamiento térmico debe ser
seguido por un repentino enfriamiento, ya que de este modo todos los
microorganismos son eliminados y no es necesario para frenar el
desarrollo de los gérmenes que siguen presentes. Una vez pasteurizados
los alimentos, son generalmente mantenidos en frío (4 ° C).
Evita la quemadura del hielo, ya que no hay contacto directo del frío
con el producto.
Mantiene el sabor y frescura de los alimentos, ya que no hay
cambios por pérdidas de líquidos o grasas.
Ahumado:
El método de ahumar se basa en la combustión de plantas de
modo que el humo incida sobre el alimento. El ahumado
desempeña varias funciones: colorido, sabor, conservación y
eliminación de microbios. Se aplica principalmente a los productos
como la carne y el pescado gracias a los efectos combinados de
la deshidratación y el efecto antiséptico del ahumado.