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En el día siguiente vio Juan a Jesús que venía hacia él, y le dijo: Eres el Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo (Juan 1.29)
Debido a que es imposible ocultar un pecado a Dios, Él nos orienta a confesarlos
diariamente y pedir perdón por haber cometido tales fallas, pues el pecado confesado y
acompañado de un arrepentimiento verdadero, genera el perdón en nuestra vida.
Si decimos que no tenemos pecado alguno para confesar, nosotros mismos nos
engañamos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y
justo para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia (1Juan 1.8-9)
Confesando o no, un pecado Dios siempre sabe todo lo que hicimos o hacemos, por lo
tanto la decisión es nuestra: si queremos ser perdonados, vivir y ser curados, debemos
confesar los pecados, si no lo hacemos por lo tanto continuaremos esclavos del enemigo
y no recibiremos el perdón.
El hombre hasta consigue, por algún tiempo, esconder sus pecados no confesados de los
otros, tal vez de sus líderes, pastores, hermanos, ovejas, esposo, esposa, etc. Pero
debemos saber que ese tiempo un día culmina, porque la Palabra dice que “todo lo oculto
saldrá a la luz”. Dios conoce cada una de nuestras fallas y limitaciones y es por eso que
Él tiene paciencia y misericordia con nosotros.
Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará, y si hubiese cometido
pecado, ellos serán perdonados, confiesen pues vuestros pecados unos a otros y oren unos
por los otros para ser sanados. La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede
mucho (Santiago 5.15-16)
Todo cristiano debe pedir perdón por sus pecados cometidos diariamente. Solamente así
estaremos en una posición justa delante de Dios, sin dar espacios a la intromisión de
satanás. Todo el pecado que nos es confesado, días más o días menos, será expuesto a la
luz.
Pero si así no lo hiciereis, he aquí habréis pecado ante Jehová; y sabed que vuestro
pecado os alcanzará. (Números 32.23)
Tenemos que tener mucho cuidado pues el enemigo acusador siempre intentará hacernos
pensar que DIOS no nos perdonó, igualmente luego del arrepentimiento y el pedido de
perdón. DIOS NOS PERDONA INMEDIATAMENTE y cuando estamos en Cristo, ya no
existe más acusación sobre nosotros.
Perdón y arrepentimiento cancelan el derecho legal que satanás tiene de actuar contra la
vida de cualquier persona. Ahora pues no existe ninguna condenación para los que están
en Cristo Jesús (Romanos 8.1)
Jesús nos alerta que la blasfemia contra el Espíritu Santo, o sea negar la divinidad de
Cristo, no aceptando que Él sea el Cordero de Dios y el Señor de Señores, además aun
sabiendo que es Dios quien está operando, le atribuya la diablo las obras que Jesús hizo y
todavía hace, negando CONCIENTEMENTE a Dios, es un pecado imperdonable.
2- Perdonarse a sí mismo:
Muchas personas aun reconociendo sus errores y sabiendo que Dios perdona, no
se consiguen perdonar, llevando cargas pesadísimas, intentado llegar por ellas
mismas a una
perfección absurda. Si Dios ya nos perdonó, solamente necesitamos aceptar eso como un
regalo y no mantenernos culpándonos por los pecados del pasado.
Cuando conocemos a Jesús y nos arrepentimos de nuestros pecados pasamos a vivir fuera
de ellos, la ignorancia espiritual que nos llevaba a pecar es sustituida por el conocimiento
espiritual y es por eso que no podemos quedar inmersos en el remordimiento,
torturándonos por los errores del pasado.
Si Cristo a nos perdonó y pagó el precio de muerte por nuestros pecados, NO TENEMOS
DERECHO de no perdonarnos, al final quiénes somos nosotros? Si Jesús que tenía
motivos coherentes y suficientes para no perdonarnos, escogió hacerlo, eximiéndonos de
toda culpa, entonces nuestra obligación como cristianos pasa a ser de cooperar con Dios y
así perdonarnos también.
Veremos los otros dos puntos ahora, pues no solamente están los dos involucrados en el
perdón (Usted y Dios) sino que ahora pasan a ser tres partes, Usted, Dios y una tercera
persona:
Dios no nos perdona por alguna cosa que hayamos realizado con éxito, su Perdón viene
de su amor y misericordia.
En la parábola, el rey escogió perdonar la deuda. Las deudas no desaparecen en el aire,
como un truco mágico, cuando el rey tomó la decisión, él sufrió una pérdida y decidió
hacer frente a ese costo.
La obra de la cruz revela al propio Dios asumiendo nuestra deuda impagable y afrontando
el costo.
Usted y yo somos deudores delante de Dios y nuestra deuda no desaparece en el aire pero
por el contrario alguien tiene que asumirla, quien hizo eso fue el propio DIOS a través de
su Hijo JESUCRISTO, en la cruz del calvario.
Jesús nos ilustra en esta parábola lo que sucede con aquel que no libera perdón al
prójimo, es dado directamente a los verdugos, o sea a los demonios atormentadores y
torturadores que mantienen a la persona en una prisión espiritual de tormento y opresión
actuando en su vida. Solamente es posible salir de esa prisión a través de la liberación del
perdón. Aquel que no libera perdón actúa como si desease ver a una persona buscar y
pagar por algo que cometió, olvidando lo que Dios hizo por los dos.
Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra
otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. (Colosenses
3.13)
Tener compasión y colocarse en el lugar de la otra persona nos hará sentir su dolor,
angustia y dificultades. Cuando Jesús murió en la cruz, EL tomó nuestro lugar, pues
éramos nosotros que merecíamos la muerte, no EL.
El acto de perdonar es el mismo que liberar al deudor de su deuda, basado en aquello que
Jesús hizo con nosotros, apagando los errores de la memoria y no dando lugar a los
dolores y archivos confidenciales!
Dios tiene la capacidad de juzgar con perfección los actos de alguien, por eso cuando
perdonamos colocamos a esa persona en las manos de Dios y no intentamos ser juez de
ella, dejando todo juicio a cargo de EL. Perdonar no es dar la razón a una personal que
nos hirió y lastimó, en verdad se trata de un acto que libera a esa persona de toda su
deuda y error. Recuerde: fue exactamente eso lo que Jesús hizo por cada uno de nosotros.
Existe una relación entre el perdón y el amor: cuanto más se ama, más se perdona, cuanto
menos se ama, menos se perdona, donde existe mucho amor, entonces existe mucho
perdón.
El odio conlleva a las contiendas, más el amor cubre multitud de pecados (proverbios
10.12)
De nada sirve decir que perdonó y que está todo bien, cuando en verdad no podemos oír
hablar de esa persona, quiero distancia y todavía dice que Dios va a hacer pesar su mano
sobre ella, eso no representa el perdón, porque la motivación del perdón debe ser el Amor
y la Misericordia. El perdón comienza en el corazón, por eso si el corazón estuviese con
amargura, debemos aceptar que es un problema real y confesar a Dios rápidamente,
tenemos que anhelar la sanidad, pedir perdona a Dios y liberar el perdón a la persona que
nos hirió.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4.32)
Al liberar el perdón sobre nuestro prójimo, Dios visita primeramente con el perdón
nuestra vida y luego la de la otra persona. De la misma manera ocurre cuando clamamos
por juicio sobre alguien: Dios visita primero nuestra vida con juicio y después la vida de
la otra persona. Si la otra persona se arrepiente de lo que hizo el juicio caerá solamente
sobre aquel que clamó por él.
Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias (Salmo 103:3)
Existe una verdad espiritual que dice que el perdón y la sanidad están íntimamente
ligados, en verdad ellos caminan juntos.
Retener el perdón es lo mismo que abrir una puerta para la entrada de diferentes
enfermedades, las cuales se inician en el alma y tiene su reflejo, muchas veces, en el
propio cuerpo. Esto cuando aceptamos, recibimos o liberamos perdón. Dios tiene la
libertad de actuar en nosotros, trayendo sanidad a nuestra alma.
Si sabes que existe algo que un hermano tiene en contra de ti, alguna cosa que haya hecho
que te hirió o lastimó, tienes que ir hasta él y pedirle perdón, pues Jesús nos enseña eso y
que no debe haber diferencias entre hermanos. Las diferencias existentes entre su prójimo
y usted pueden ser usadas como una brecha en el mundo espiritual reteniendo las
bendiciones y causando daños contra ambos.
Jesús no dice entonces que debemos relacionarnos íntimamente con todos, pero sí es
necesario que amemos a todos, hasta aquellos que nos persiguen. Amar no es un
sentimiento, más es tener Actitud, Actitud de esas que nos llevan a pedir perdón. Si
existiese aceptación, entonces puede ser restaurada la relación, si ello no ocurriere su
parte fue hecha y eso impedirá que los verdugos actúen en contra de su vida.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen (Mateo 5.44)
Todo sufrimiento físico, mental o espiritual; todo rechazo y dolor que Jesús sufrió, EL
retribuyó con nuestra Salvación, la muerte recibida por EL fue pagada con la Vida. Jesús
nos enseña que debemos tomar nuestra cruz del mismo modo que EL lo hizo (Lucas 9.23)
pues haciendo esto tendremos el poder de vencer el mal con el bien.
- Arrepentimiento X Orgullo
- Humildad X Soberbia
- Fe X Incredulidad
- Valorización / auto-estima X Baja auto-estima
Debemos orar para que Dios nos revele quienes son las personas para las cuales
precisamos liberar y pedir perdón. Dios es quien va a mostrártelas, indicando el momento
correcto y revelándote las causas del problema.
Dios cuenta con nuestra obediencia.
Que no apenas aprendamos al respecto del perdón, sino que vivamos haciendo de él algo
diario en nuestras vidas. Al vivir el perdón estaremos purificando nuestro corazón y
depositando nuestra confianza en Dios, que es el único capaz de juzgar perfecta e
imparcialmente.
Debemos recordar que al hacer esto dejamos todo en manos de Dios y dejamos de ser
jueces y aceptamos que EL lo sea; siendo cierto y correcto que su juzgamiento siempre
será precedido de Misericordia, Gracia y Amor.
El camino para que te perdones a ti mismo, el camino para que liberes el perdón al
prójimo y también de pedir perdón al prójimo, pasa por el criterio de aceptar el perdón de
Dios. Acepte el Perdón del Señor, ¡Acepte el Perdón del Todopoderoso, pues ciertamente
las demás cosas les serán acrecentadas sin engaño alguno!