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Aprender a Perder

Tiempo atrás, en la nota "El Difícil Arte de Ser Padres"


(http://elpsicologodelclub.blogspot.com.ar/2013/04/el-dificil-arte-de-ser-padres.html) volcaba
una serie de conceptos relacionado con la importancia de seguir adecuadamente

el desarrollo deportivo de nuestros hijos, ya que de cómo hagamos nuestro trabajo en los primeros
años de vida deportiva depende que aquellos seres que son objeto de nuestro mas profundo amor,
puedan aprender a disfrutar plenamente de la actividad deportiva.
En consonancia con muchos de esos conceptos, que también suelo trabajar cuando me convocan
para dar mi "Charla para Padres", el entrenador Pedro Meseguer Díez ; escribió este artículo que
decidí compartir con ustedes:

El deporte crea ídolos que convertimos en el espejo donde todos los niños quieren mirarse, sobre
todo cuando se gana No idolatramos a los perdedores sino a los ganadores. En el fútbol, los
entrenadores empiezan el camino por la victoria, como único objetivo, casi siempre a edades muy
tempranas, sometiendo a sus jugadores a competir a cualquier precio. Los padres colaboran en
esta dirección. “Te pago por los goles que consigas”, “si no ganas no vales”, “somos campeones o
nada”, es la filosofía deportiva en algunas familias y clubes de fútbol base.
Cuando los resultados no acompañan y los partidos de liga se convierten en derrotas por goleada,
comienzan las críticas paternales. “La misma historia de siempre”, “otra derrota”, “jugamos bien
pero siempre perdemos”. Los padres se desilusionan y transmiten esa desilusión a sus hijos,
aunque entrenan bien, se divierten en las sesiones y están predispuestos a aprender. El
entrenador empieza a poner en duda la organización de este tipo de competición, ante la
desigualdad de nivel futbolístico.
Cada jornada de liga los niños salen con la cabeza bien alta del terreno de juego. Esas goleadas de
inicio de liga se reducen en los partidos de la segunda vuelta, contra los mismos rivales, aunque
siguen sin ganar. Así llegan hasta la última fase de liga donde empatan algún partido. Acaban la
temporada últimos con pocos puntos, que sin embargo, saben a victoria. Esos puntos son la
recompensa al esfuerzo, la perseverancia y la ilusión por entrenar y mejorar.
Evidentemente no es agradable perder un partido por goleada, pocas conclusiones positivas se
pueden extraer de estos partidos, pero la temporada, la progresión del grupo y la confianza del
trabajo realizado contribuirán a moldear la formación del niño y del equipo.
Perder es parte del juego
Perder o ganar es una cuestión delicada en categorías inferiores. Una cosa está muy por encima
de la victoria o la derrota, la formación. El entrenador es el encargado de ella, el espejo dónde
se mira el joven jugador, y tanto compitiendo como entrenando debemos ser un ejemplo. En la
competición valorando a todos los jugadores por igual, todos deben jugar lo mismo, el ganar
muchos partidos no implica que todos los jugadores son buenos, ni el perder mucho que todos los
jugadores son malos. En el entrenamiento nos interesaremos por la progresión y los valores que
como educador podamos inculcar al niño.
Cuando un niño llega enfadado a casa después de perder un partido sus padres también juegan un
importante papel. Deben tranquilizarle diciéndole que lo importante es jugar y disfrutar,
recordándole cualquier aspecto positivo de la competición, aunque a veces sea complicado
llevarlo a la práctica. Debemos intentar quitarle relevancia a un resultado, a un partido y a la
clasificación. El hecho de que el niño se enfade cuando pierde es una reacción normal. A nadie le
gusta perder, y menos a un niño, ellos lo viven como un fracaso. El discurso familiar de que no
pasa nada por perder, que lo importante es participar, no tiene sentido si, cuando estamos viendo
a nuestro equipo y va perdiendo, comenzamos a insultar al equipo contrario o al árbitro. El niño
se sentirá confundido. Los padres debemos ser consecuentes entre lo que decimos y hacemos.
Nosotros también tenemos que asumir la derrota y medir nuestros impulsos.
Al terminar cada partido o entrenamiento tenemos que enseñar a nuestros hijos a reconocer el
mérito del que se esfuerza y mejora día a día, no solo del que gana. Se gane o se pierda hay que
felicitar al adversario. Tienen que aprender que la derrota es síntoma de tristeza y decepción,
pero no se debemos permitir actitudes “fuera de lugar”, llámese insultos o maltrato de material.
Es preferible, después de una derrota, esperar a que el niño se calme un poco para hablar del
partido. Tras la desilusión es más difícil conversar, lo haremos más adelante, ayudándole a
analizar el juego, haciéndole ver las acciones negativas, para mejorarlas, y las positivas para
reforzarlas. No hay que olvidar que aunque el colegio ayude, y el entrenador aporte, es en el
entorno familiar donde el joven jugador va a recibir su base educativa.
Aprender a perder
No se nos debe olvidar que, en ocasiones, no siempre todo saldrá bien. Tenemos que enseñar a los
niños que lo importante es participar, prepararse y esforzarse en dar lo mejor de sí mismo. Los
errores son mucho más visibles en el fracaso que en la victoria, muchas veces el éxito nos ciega y
no nos permite realizar un análisis claro y objetivo.
Existen entrenadores que creen que porque han ganado han hecho las cosas bien.
Seguramente que si uno juega bien tiene más opciones de ganar, pero aún ganando siempre hay
cosas que corregir. Si el niño aprende a perder, su autoestima se refuerza. El que sabe perder no
ve la derrota como una falta de talento o de valía personal, lo ve como algo normal que ocurre en
ocasiones. Saber perder es comprender la competición, jugar con deportividad, sin miedo, es
interpretar el valor de superación y de esfuerzo, que depende de uno mismo.
Juego a ganar, pero acepto la derrota
Cualquier partido de fútbol tiene como objetivo final la victoria. No podemos empezar nunca a
jugar pensando que vamos a perder. Quien no juega a ganar engaña a su equipo, al contrario y a
sí mismo. No te rindas ante adversarios más fuertes, ni tampoco cedas ante los débiles. No
seríamos justos con el rival sino ponemos todo de nuestra parte para intentar ganar el partido. A
veces ganamos y otras veces perdemos, pero si perdemos debemos aprender a hacerlo sin excusas,
sin culpar a nadie de nuestra derrota, felicitando a los ganadores. Intentaremos hacerlo mejor la
próxima vez.
Aunque aprendamos a que el resultado nos sea indiferente no nos hará ganadores, pero si nos
librará un poco de la desilusión de la derrota. Lloramos cuando perdemos, cuando pensamos que
no hemos conseguido lo que se esperaba de nosotros, pero piensa que siempre habremos hecho
algo bien y que siempre habrá algo por lo que alegrarse.
Saber ganar, saber perder
La derrota nos puede ayudar a valorar el fútbol de manera diferente a la que solemos hacer
cuando salimos del terreno de juego después de perder. La derrota ayuda a respetar a los rivales
y a seguir trabajando con humildad. Siempre será más respetado el buen perdedor que el mal
ganador. Entonces nos preguntamos ¿que es mejor, perder o ganar? Por supuesto que ganar,
pero el niño puede ganar y no asimilarlo, puede perder, y no querer jugar más, estar enfadado y
desilusionado. Nuestro principal objetivo en la educación de niños en escuelas o clubes de fútbol
base es que sean felices, se diviertan y disfruten de la competición. Sabemos que la motivación
de todos es vencer, pero la motivación no es el único objetivo, existen otras cosas más
importantes que aprender para lograr la victoria.
La gran figura del Barcelona, entonces en el Santos, Neymar, nada pudo hacer ante
la superioridad del Barcelona que goleó por 4-0 al cuadro brasileño en la final del Mundial de
Clubes 2011 de Japón. Al finalizar el encuentro, el delantero reconoció que “no sé si serán
invencibles, pero hoy es el mejor equipo del mundo, el Barcelona nos enseñó a jugar fútbol”. A
pesar de la derrota, Neymar expresó que “llegamos aquí después de ganar muchas batallas. Somos
el segundo mejor equipo del mundo. Incluso comentó que “el otro día vi una entrevista con
Guardiola, quien dijo que primero hay que perder para aprender a ganar. Tal vez le puede pasar
lo mismo al Santos el próximo año”.
Saber ganar, saber perder, la victoria y la derrota, todo condicionado por múltiples factores
difíciles de controlar. Disfruta de los triunfos y de los fracasos, mira el lado positivo de ambos,
comprende que de ellos podemos extraer experiencias para formar y progresar en el juego. Los
ganadores ganan porque saben qué hacer cuando pierden.
Empezaremos a ganar si entendemos el valor de la derrota.

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