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EL SECRETO ESTÁ EN EL FEEDBACK

Para ello se debe identificar el error, valorar su importancia y decidir el momento de intervención.

CORREGIR ES PREGUNTAR-PEP MARÍ https://www.youtube.com/watch?


v=MsFDTmXoHNQ&feature=share

LA CORRECCIÓN DEL ERROR- PEP MARÍ

https://www.youtube.com/watch?v=MURg0iJRNQM

CORREGIR DESPUÉS DEL ACIERTO – PEP MARÍ

https://www.youtube.com/watch?v=Paz5g30GGUA
11 de la mañana de un sábado cualquiera. En el campo de fútbol, entre el murmullo y
los gritos, incluso ánimos, de los padres y madres presentes se intuyen las instrucciones
del entrenador, o aquello que parecen serlo: “No sabemos ni dar un pase”, “Todos los
desmarques los estás haciendo mal”, “Tenemos que poner más intensidad”,… Siempre
que escucho esta serie de frases o algunas similares (por desgracia, suele ser
habitualmente), me vienen a la cabeza una serie de reflexiones y preguntas: ¿Es esta la
mejor forma de comunicarse, de dotar de información al jugador? ¿Acaso durante la
semana le has dado muestra de cómo y en qué condiciones debe desmarcarse? ¿Es
intensidad (sea lo que sea que signifique para ti esta palabra comodín) lo que le falta a
nuestros jugadores, o solo recurrimos a esa palabra cuando no sabemos qué decir?

En el proceso de aprendizaje, la comunicación entre entrenador y jugador es un


elemento clave. Puedes crear la mejor de las tareas, pero si lo que intentas transmitir
mediante ella o si la corrección de los errores no llega a los jugadores, tal vez una muy
buena tarea desde el aspecto técnico-táctico pierda gran parte de su valor potencial.
Durante competición, una comunicación sencilla y clara, entendible por el jugador y
trabajada durante los entrenamientos (lo que se conoce como comunicación táctica),
puede ayudar al jugador a advertir errores para subsanarlos con la mayor inmediatez
posible. También la comunicación nos sirve para conocer al jugador, su estado, sus
pensamientos, sus emociones, y quizás esta pueda ser la mejor herramienta que se nos
pueda ofrecer durante el proceso de aprendizaje; saber qué es y dónde se encuentra el
jugador para adaptar, o al menos intentarlo, el contexto a su estado actual,
características y necesidades.

Las acciones del entrenador, tienen un impacto significativo en los comportamientos, la


función cognitiva y las respuestas afectivas de los jugadores, influenciando también lo
que aprenden y consiguen, así como su bienestar emocional y físico (Cushion, Ford y
Williams, 2012).

Como vemos, en un deporte donde la comunicación y contracomunicación motriz


poseen una relevancia vital, no nos podemos olvidar de otros tipos de comunicación
como la verbal, ya que nos facilitará un enfoque correcto del proceso de entrenamiento
y nos dará muestras de dónde estamos y hacia dónde podemos ir. Entre todos los
elementos que pueden formar parte de la comunicación entre entrenador y jugador, el
feedback es sin duda uno de los más importantes; es por ello que en este texto
pretendemos dar una visión sobre ello: qué es el feedback, cómo podemos hacer que los
jugadores respondan mejor ante nuestras correcciones, cuándo es mejor corregir al
jugador… estas serán algunas de las preguntas que intentaremos descifrar a lo largo del
artículo, sin olvidar que la complejidad de este deporte nos debe llevar siempre a la
duda, a advertir que no existen certezas absolutas.
EL FEEDBACK, ESE GRAN ALIADO

Tal vez, muchos consideren el feedback como la comunicación del acierto o error por
parte del entrenador de una acción ejecutada por el jugador o la corrección propuesta al
aprendiz después de un error, intentando demostrar cómo lo debería haber hecho.
Nosotros creemos que estas concepciones no corresponden exactamente a la
retroalimentación que debería aportar el entrenador y aunque estas pueden ser dos de las
vertientes que habitualmente engloban el concepto de feedback, con este texto queremos
ir un poco más allá. Así pues, vamos a empezar con una pequeña descripción de lo que
consideramos que es el feedback para, a continuación, intentar descubrir la forma en la
que debería ser introducido en nuestras sesiones para mejorar el proceso de aprendizaje
del jugador; la efectividad del proceso de aprendizaje depende de cómo los deportistas
procesan las instrucciones dadas por el entrador (Januario, Rosado y Mesquita, 2013),
por lo que durante el texto hablaremos tanto de factores dependientes del entrenador
como relacionados intrínsecamente con el jugador.

Como hemos comentado, el feedback no solo proporciona información relacionada con


la ejecución de los movimientos, sino que también establece metas para dichos
movimientos (Januario, Rosado y Mesquita, 2013). De esta forma, como esgrime Grant
Wiggins, la información que se proporciona no es un consejo, alabanza o evaluación,
sino que debe ser una información sobre cómo estamos haciendo nuestros esfuerzos
para alcanzar una meta; en definitiva, el feedback debe consistir en una información
que facilite a los jugadores no solo saber cómo han desempeñado una tarea en
particular, sino que además les muestre maneras en las que pueden mejorar su
actuación. Sin embargo, en cuanto a las soluciones sugeridas por el entrenador, más que
simplemente decir al jugador lo que tiene que hacer (o aquello que debería haber
hecho), el entrenador debe utilizar cuestiones y apuntes que lleven al deportista a
descubrir soluciones para el problema, es decir, intentar ser menos directivos y más
observadores y/o facilitadores (Harvey, Cushion y Massa-González, 2014). Decir al
jugador qué debe hacer, posiciona al aprendiz como un mero recipiente pasivo del
aprendizaje; para intentar inmiscuir al aprendiz en el proceso de aprendizaje, se debería
cambiar este enfoque instructivo por el uso de preguntas (Cope et al., 2016).

PEP GUARDIOLA “Para aprender has de experimentarlo. No basta con


que te lo digan. Para corregir seriamente un defecto primero hay que
haber sufrido sus consecuencias”

Debemos de tener en cuenta que una instrucción efectiva durante las sesiones de
entrenamiento es crucial para conseguir un rendimiento exitoso: cuando el feedback es
administrado apropiadamente puede agilizar y mejorar el proceso de adquisición
(Januario, Rosado y Mesquita, 2013). Es por ello que, a continuación, citaremos una
serie de aspectos que podrían ayudar a mejorar la información proporcionada a nuestros
jugadores.

El primero de los aspectos que debemos atender a la hora de proporcionar feedback a


nuestros jugadores es la cantidad de información transmitida. Una cantidad de
información considerable no es retenida por los jugadores, por lo que en altos niveles
competitivos, los entrenadores deberían evitar información redundante y permitir el
aprendizaje por descubrimiento a los mejores deportistas (Januario, Rosado y Mesquita,
2013). El hecho de aportar grandes cantidades de información hace que la retención sea
más difícil, aunque los jugadores expertos sean capaces de lograr una mayor retención
(Januario et al., 2016). Por lo tanto, durante el proceso de entrenamiento debemos de
aportar una información clara y concisa, con ideas básicas, ya que la retención de
información parece ser más dificultosa cuando se expresan muchas ideas.

Tan importante como la cantidad de información proporcionada es cómo se transmite


dicha información y cómo es recibida y aceptada por los deportistas. En primer lugar,
autores como Cushion, Ford y Williams (2012) exponen que las habilidades aprendidas
usando instrucción explícita han mostrado ser más fáciles de desfallecer bajo
situaciones de estrés (COMPETICIÓN), comparado con aquellas que muestran
instrucción implícita (no acumulación de conocimiento o reglas conscientes); es por ello
que esgrimen que técnicas como dar ejemplos y el uso de metáforas o analogías que
hagan entendible para el jugador la información que se quiere transmitir pueden llevar a
una mejora en el aprendizaje. Por otra parte, a la hora de proporcionar un feedback
correctivo, el entrenador debe mostrar empatía, conocer los sentimientos del jugador
y estar atento a la comunicación no verbal de apoyo (por ejemplo, con pequeños
golpes de ánimo en la espalda). Además, los entrenadores deben proporcionar razones
significativas y específicas para que el atleta entienda por qué se efectúa la
corrección, a la vez que sería beneficioso conocer la opinión del atleta respecto a la
actuación (Mouratidis, Lens y Vansteenkiste, 2010). Sobre esto último, el psicólogo Pep
Marí explica que antes de corregir un error hay que ponerse de acuerdo con el jugador
sobre el principal error a corregir, ya que si el entrenador corrige un error que el jugador
no considera error o no lo ve prioritario, la información no será ni escuchada ni tenida
en cuenta por el jugador; por lo tanto, antes de corregir, preguntar para consensuar.
Por último, para cerrar este apartado de la transmisión del feedback en el proceso de
entrenamiento, no debemos pasar por alto que el uso de un lenguaje demasiado
complejo puede acarrear problemas al inicio del proceso, ya que tal vez los jugadores no
estén en una etapa evolutiva idónea para el uso de esas directrices o estén
acostumbrados a otro tipo de correcciones en el caso de que sea nuestro primer año en
un determinado equipo; el hecho de tener un conocimiento profundo del tema a impartir
(el fútbol en nuestro caso) facilitará el uso de un lenguaje simplificado, así como de
metáforas y analogías como recomendaban Cushion, Ford y Williams, lo que será
beneficioso para la consecución de un aprendizaje exitoso (Davis y Sumara, 2003).

En segundo lugar, y en cuanto a la recepción de la información por parte de los


deportistas, no hay que pasar por alto que para que el feedback sea útil debe ser no solo
recibido, comprendido y reproducido, sino también aceptado por el jugador; la utilidad
percibida y la facilidad para llevarlo a la práctica son uno de los factores que determinan
la retención de información (Januario et al., 2016). Por lo tanto, si el entrenador
proporciona razones creíbles y razonables a la hora de ofrecer retroalimentación a sus
jugadores, estos se sentirán entendidos y percibirán el valor de dicha información,
llevándolo a la aceptación; por el contrario, si perciben que las correcciones son
impuestas, autoritarias, etc. es difícil que lleguen a aceptarlas. Que los jugadores
perciban utilidad y relevancia de la información es determinante para la retención
(Januario, Rosado y Mesquita, 2013).En definitiva, si el jugador percibe el feedback
como legítimo, es más probable que trabaje voluntariamente en sus errores que si
es forzado a hacerlo (Mouratidis, Lens y Vansteenkiste, 2010).

SUSAN BROOKHART “Los estudiantes necesitan saber el objetivo de


aprendizaje, sino el feedback se convierte en alguien que les dice qué
hacer”

Otro de los aspectos relacionados con el jugador y que se ha mostrado como una
variable influenciadora en la retención del feedback es la motivación. Este, quizás,
puede ser el aspecto menos controlable por parte del entrenador, ya que no podemos
pasar por alto que el grado de motivación del individuo no solo consta de un
componente extrínseco, sino que tiene un gran componente intrínseco sobre el que
tendremos que indagar con tal de llegar al jugador, de tocar la tecla; una mayor
motivación ayudará a aumentar el procesamiento de información (Januario, Rosado
y Mesquita, 2013). Es por ello, que el entrenador deberá de crear condiciones que
faciliten la atención y motivación del deportista ya que una mayor motivación
desembocará en más esfuerzo mental y concentración a la hora de recibir información.

IMANOL IBARRONDO (@energizol) “El cerebro es muy egoísta y


funciona mucho mejor bajo el deseo y el ‘querer’, que bajo la obligación
y el ‘deber’. Emocionar para aprender”

Hasta el momento, hemos abordado muchos cómo, pero nos hemos dejado en el cajón
algo que puede ser más importante, el cuándo. Al lector le puede haber surgir la duda,
entre tanta línea, de cuándo proporcionar feedback. Pues bien, la información y
corrección proporcionada directamente después de la ejecución puede prevenir al
jugador de procesar un feedback interno importante (Cushion, Fordy y Williams, 2012),
algo que no nos ayudaría en nada para conseguir jugadores “que piensen” o jugadores
capaces de resolver problemas por ellos mismos, sino que más bien convertiría a
nuestros jugadores en autómatas, solo capaces de hacer caso a nuestras órdenes y
correcciones sin ningún intento de descubrir por ellos mismos; por este motivo, habría
que pensar cuál es el mejor momento para aportar información significativa al jugador
dentro de nuestro objetivo en la sesión, siendo conscientes de que la no corrección
directamente después de la ejecución puede facilitar al jugador a abrirse a la auto
reflexión, e intentar buscar el por qué de su error. El jugador sabe que ha fallado, no
hace falta que se lo recordemos o lo hagamos de notar, intentemos aportarle algo,
intentemos que se acostumbre a ese proceso de auto reflexión; durante el entrenamiento
debemos buscar que el jugador desarrolle el entendimiento de cómo jugar en lugar
de focalizar en qué hacer cuando juega, y esto se consigue con participación activa y
sobre todo mediante la exploración y reflexión sobre su actuación (Forrest, 2014).

Por otra parte, el timing del cuándo también se relacionará con el error o acierto de la
ejecución. Pep Marí afirma que después del error, el jugador se mostrará poco
dispuesto a escuchar y a pensar, por lo que será mejor preguntar cuando acabe de
acertar, ya que su estado de ánimo será mejor y, seguramente, se mostrará más
colaborativo. Además de esto, expone que el objetivo de la corrección no es evitar el
error sino que descubra la manera de acertar.

PEP MARÍ “Preguntar después de acertar para descubrir como acertar


de nuevo”

Para acabar con este apartado, podemos encontrar un hilo de unión entre la
Periodización Táctica y el uso del feedback. La metodología abanderada por el profesor
Víctor Frade, en su principio de la propensión, propone que se deberían buscar
ejercicios que se presten a la constante repetición de principios y subprincipios, de
forma que el jugador los aprenda y automatice de la forma más adecuada; en cuanto al
proceso de retroalimentación, autores como Januario, Rosado y Mesquita (2013)
exponen que la información es mejor retenida cuando se repite más
frecuentemente. Otros autores como Harvey y Gittins (2014) añaden que la constante
repetición entre formato de juego y la reflexión de la acción mediante verbalización
permite a los jugadores llevar los aspectos del juego a un nivel consciente y examinarlos
personalmente. De este modo, daremos el primer paso para LLEVAR DE LO
CONSCIENTE A LO INCONSCIENTE

FEEDBACK INTERROGATIVO: EL FÚTBOL, UN MUNDO LLENO DE


PREGUNTAS

En los primeros párrafos de este apartado hemos expuesto que el uso de preguntas
puede provocar que el aprendiz se convierta en el centro del aprendizaje. Como deporte
fundamentalmente decisional, en el fútbol no podemos vivir solo de jugadores
ejecutores que realicen correctamente una instrucción o corrección dada por el
entrenador; también necesitamos que los jugadores se atrevan a encontrar, o al menos
buscar, soluciones por sí mismos. Autores como Ford, Yates y Williams descubren que
el comportamiento más usual del entrenador, la metodología más usada en las diferentes
actividades, es la instrucción; esta metodología de carácter más autocrático y directivo,
choca un poco con lo requerido durante competición, donde el aprendiz debe actuar por
sí mismo sin guía directo ni instrucción del entrenador (o al menos, debemos intentar
que sea la menor posible) ¿Y qué metodología puede provocar al jugador para que se
anime a encontrar soluciones por sí mismo y le permita reflexionar sobre lo acontecido
sin convertirse en un simple ejecutor? Diversos autores han centrado el foco en el
feedback interrogativo como una herramienta esencial para el proceso de aprendizaje
del jugador; las preguntas desarrollan potencialmente la resolución de problemas,
la toma de decisión y la creatividad, así como el entendimiento del juego (Cope et
al., 2016). Por todo ello, el entrenador debe intentar poner de su parte para ayudarles a
la reflexión y convertirse en un guía durante el camino para que el jugador entienda el
juego.

El uso de preguntas permite a jugadores y entrenador poder entablar diálogo y debate, lo


que les llevará a todos conocer más puntos de vista y soluciones al problema propuesto,
por lo que pueden surgir más soluciones de las inicialmente previstas, algo que sin duda
ayudará a enriquecer al jugador y que conllevará una reflexión más crítica del
rendimiento. Así pues, la serie de preguntas lanzadas por el entrenador, debe provocar
la reflexión del jugador y estimular una discusión que enriquezca el aprendizaje
(Forrest, 2014). El hecho de usar diversidad de preguntas para diferentes objetivos da
lugar a un pensamiento crítico, lo que favorecerá el aprendizaje fuera del campo (Cope
et al., 2016); si conseguimos que el jugador siga reflexionando fuera del terreno de
juego sobre su actuación y los aspectos de mejora puede que hayamos dado un gran
paso.

Por otra parte, siguiendo con lo expuesto por Forrest (2014), la estructura de preguntas
permite al profesor contextualizar el aprendizaje (saber dónde estamos y a dónde
queremos y/o podemos ir), así como identificar y explorar soluciones a los problemas
que el juego presenta. Después de llevar a cabo un juego inicial y conforme a las
respuestas recibidas, el entrenador podrá manejar la progresión de la sesión a una etapa
contextualizada y apropiada. La estructura de las preguntas y la habilidad de ir
avanzando entre diferentes etapas de las mismas pueden así llegar a ser claves en el
proceso de aprendizaje.

CRIS TOVANI “El feedback que los estudiantes dan a sus maestros puede
ser más poderoso que el que los maestros dan a los estudiantes”
El mismo autor nos advierte que si hay algo a tener en cuenta a la hora de embarcarnos
en este mundo de las cuestiones es la estructura de las mismas; debemos evitar
preguntas cerradas, ya que de este modo limitaremos las posibilidades de nuestros
jugadores y reduciremos el valor del aprendizaje experimentado. Con tal de permitir una
mayor riqueza en la exploración y la examinación, la pregunta de apertura debería ser
abierta, obligando al jugador a reflexionar y no solo a contestar con un simple sí o no;
por su parte, el feedback debería ser más que una evaluación de la respuesta, con el fin
de permitir una exploración de las ideas desarrolladas en dichas respuestas. En
conclusión, el uso de preguntas abiertas e intuitivas dotará a la sesión de una mayor
flexibilidad, asemejándola así a lo que el fútbol nos pide, ya que no debemos nunca
olvidar la complejidad de este deporte; así pues, la menor o mayor efectividad de las
cuestiones dependerá de la habilidad del técnico de gestionar los outputs del jugador y
las consecuencias de dichas cuestiones abiertas para convertirlas en un proceso
significativo de aprendizaje. Sin embargo, podemos advertir que este método, como la
mayoría, no siempre funcionará, bien debido a las características de los jugadores o bien
por la habilidad o capacidad del propio entrenador respecto a este método. Los inicios
siempre serán difíciles, sobre todo si tus jugadores nunca han trabajado con este
método, ya que tendrán que familiarizarse con él antes de que empiece a dar resultado.

En definitiva, y en palabras del psicólogo Pep Marí, el feedback interrogativo


ayudará a favorecer la autonomía del jugador; en vez de decir lo que deben corregir,
enseñar a través de preguntas a descubrir aquello que deben corregir.

ENRIC SORIANO “Que el jugador se adapte al tipo de feedback que va a


recibir se puede convertir en un catalizador del proceso. Queremos
proporcionar al jugador toda la información que pueda ser capaz de
tratar, y sobre todo que tenga la capacidad de tratar mucha
información. Cuando lo conseguimos, el jugador se convierte en el
mayor constructor de su propio aprendizaje, y el valor de nuestra ayuda
también crece”

LA IMPORTANCIA DE LA INDIVIDUALIZACIÓN EN UN DEPORTE


COLECTIVO

Hasta el momento hemos descrito una serie de factores que nos pueden ayudar a la hora
de ofrecer información a nuestros jugadores, a pesar de ello, hemos de ser conscientes
de que, como hemos dicho al final del anterior apartado, no en todos los grupos se podrá
utilizar la misma manera de proceder; ni siquiera en un mismo equipo, todos los
jugadores reaccionarán de la misma forma a un modo de proceder del entrenador. De
este modo, los comportamientos del entrenador deben responder a las diferencias
individuales en las necesidades de los jugadores (Harvey et al., 2013). Groom,
Cushion y Nelson (2012) proponen que los efectos en el aprendizaje del deportista están
relacionados con diferentes preferencias a la hora de recibir el feedback; así pues, se
manifiesta la importancia de la atención individualizada a nuestros deportistas, ya que la
efectividad en la interacción entre el entrenador y el jugador se verá afectada por
factores sociales como el conocimiento del entrenador, el liderazgo y capacidad de
influencia del mismo sobre el jugador y lo apropiado del contexto de aprendizaje.

Entre otras cosas, la cantidad y tipo necesario de feedback variará no solo para
diferentes habilidades sino para la misma habilidad entre diferentes jugadores. En
algunas situaciones, los movimientos pueden ser aprendidos sin feedback del profesor,
más si cabe si los alumnos tienen el conocimiento previo necesario y pueden producir su
propio feedback, especialmente si se ha producido una demostración previa (Lee, Keh
and Magill, 1993). De acuerdo con esta afirmación, el hecho de que el alumno visualice
una demostración previa de lo que de él se requiere puede llegar a comportar que el
jugador auto regule su actuación, quedando el entrenador en un segundo plano, algo que
en ocasiones, sin duda, puede ser beneficioso. Factores como la experiencia del jugador,
sus características cognitivas, el contenido y la intención de la pregunta, así como la
relevancia y el significado del mismo para el jugador, tendrán impacto en el aprendizaje.
Para conocer las necesidades individuales, se ha propuesto que las preguntas deben
ser realizadas individualmente o en pequeños grupos (Cope et al., 2016).

Así pues, mientras algunos autores exponen que para los jugadores habilidosos se
requerirá de una mínima dosis de feedback, Rikard (1991) encontró que en el ámbito
educativo el feedback fue más efectivo para estudiantes con baja habilidad. Así
mismo, la habilidad de retener y recordar información depende de muchos factores
relacionados con la atención selectiva. Durante las primeras etapas de aprendizaje,
los deportistas pueden tener mayores beneficios debido a la provisión de feedback
conllevando así a un incremento del rendimiento, por lo tanto, el rol del entrenador es
identificar la etapa de aprendizaje en la que se encuentra cada jugador. (Januario,
Rosado y Mesquita, 2013). Además de las características del jugador en cuanto a
habilidad se refiere, el entrenador también tendría que atender a otras cuestiones como
el género o la edad (Cushion, Ford y Williams, 2012). Parece obvio que no le puedo
transmitir la misma información ni de la misma manera a un prebenjamín en su primer
año de práctica que a un cadete; sí, la importancia del contexto, del cómo y del quién.

Por último, cabe destacar que la idea de individualización puede encontrar cierta
relación con la teoría de las inteligencias múltiples postulada por Howard Gardner. En
este sentido, el entrenador y formador Igor Oca, sacó a la luz una imagen donde se
relaciona esta teorías con el entrenamiento del fútbol; siguiendo estas pistas, deberemos
de adaptar la información a la manera en la que el jugador se muestra más cómodo para
facilitarle el camino hacia el aprendizaje de este deporte y el entendimiento del juego.
En relación con esto, la posición de nuestros jugadores en el campo también nos puede
facilitar ciertas ideas respecto a sus rasgos característicos y cómo pueden reaccionar
ante nuestras posibles correcciones; Del Pino, Gómez y Moreno advierten en su trabajo
sobre las inteligencias múltiples en el fútbol que los jugadores de demarcaciones
centrales muestran unos rasgos superiores de liderazgo, los medios y los defensas
poseen más seguridad consigo mismo, responsabilidad y estabilidad emocional y, por
último, los delanteros se perciben como personas más infantiles, exhibicionistas,
imprevisibles, individualistas y sensibles a las manifestaciones del público.

JUANMA LILLO” “La fuente principal para conocer el juego es conocer al


jugador. Porque saber de fútbol es saber de jugadores”
Figura 1. Inteligencias múltiples y fútbol (Twitter: @IgorOcaPulido)

LA NECESIDAD DE ADAPTARSE A LOS NUEVOS TIEMPOS

Y si hablamos de individualización y de llegar al jugador, una de las claves puede estar


en esta sociedad 2.0. En la élite, entrenadores como Marcelo Bielsa o Julian
Nagelsmann, entre otros, ya han echado mano en sus sesiones de las últimas
tecnologías; estos dos técnicos, instalaron pantallas en el campo de entrenamiento (cada
uno a su manera, es cierto que quizás “a lo loco se vive mejor”) mediante las cuales los
jugadores podían visualizar su actuación y corregir sus movimientos in situ. Y ¿por qué
no hacer uso de estas herramientas 2.0 adaptándonos a nuestros recursos? Al Abood et
al. (2001) citado por Januario, Rosado y Mesquita (2013) demostraron que las
demostraciones visuales parecen ser más efectivas que las instrucciones verbales a la
hora de proporcionar información; sin embargo, los mismos autores esgrimieron que la
combinación de información verbal y visual puede promover la retención y
recuerdo de la información recibida. Además, Harvey y Gittins (2014) exponen que
el desarrollo de la habilidad individual puede verse facilitado a través de videos slow
motion y capturas en vivo e instant replay.

En última instancia, y teniendo en cuenta que la motivación del jugador constituía uno
de los factores que facilitarían la retención de información, cabe tener en cuenta que el
trabajo con video digital podría conllevar a una mayor motivación en el alumno,
pudiéndose observar así una mayor implicación en la tarea (Rodríguez, 2015).

SIN ERROR ¿NO? HAY FEEDBACK

En ocasiones, concebimos el error como un obstáculo, cuando puede ser un trampolín.


En el camino hacia el aprendizaje, no serán pocas las veces que nos daremos de bruces
con el error por diferentes motivos; sin embargo, creemos que puede llegar a ser un mal
necesario para llegar a buen puerto. A continuación, recogeremos una serie de
argumentos expuestos por Enric Soriano en su texto “El jugador como núcleo de su
propio aprendizaje” que muestran de manera precisa la importancia que puede tener el
error y su posterior gestión durante el proceso de aprendizaje:

“Los dos pilares básicos del proceso de aprendizaje de nuestros jugadores respecto al
juego son las dos ideas que más cuesta aceptar por la mayoría de los entrenadores: el
error es el núcleo del entrenamiento y el jugador a partir de su auto-estructuración es el
constructor de su propio aprendizaje”

“Con el error se produce una mayor retención de información que con los aciertos”

“Hemos de intervenir adecuando el tipo de feedback a las necesidades de los jugadores,


para que conviertan ese error en un aprendizaje, ajustando emocionalmente nuestro
mensaje para que no inhiban el error, pero que no caigan tampoco en el mismo error.”

“Hemos de ser capaces de plantear las situaciones adecuadas de modo que el jugador
cometa preferentemente los errores que el entrenador quiere y en el contexto que
entendemos que más útil le puede llegar a ser de cara a consolidar y estabilizar un
aprendizaje. Hay errores que en determinadas situaciones es mejor que el jugador no
cometa por el impacto que pueden tener en él.”

“Hemos de hacer ver al jugador que el error no es algo evitar sino algo necesario para su
propio aprendizaje. Dar herramientas al jugador para que sea capaz de percibir sus
propios errores respecto al juego, que detecte las conductas de sus propios compañeros
y sea capaz de proporcionarles un feedback del cual ellos extraigan una información que
moldee su yo-jugador”

“El error además es un gran indicador de dónde se encuentran nuestros jugadores en


cuanto a aquello que queremos que adquieran. Nos muestran todo lo que el jugador ya
domina y aquello que aún no ha aprendido, dándonos una información sobre sus propias
necesidades, a partir de las cuales generaremos nuestras propuestas.”

Así pues, intentemos no rehuir del error, dejemos que el jugador no tema fallar, ya que
de este modo, cuando él mismo perciba que el entrenamiento es un lugar seguro en el
que se pueden cometer errores, será más receptivo a utilizar el feedback otorgado por el
entrenador para el aprendizaje.

MARCELO BIELSA “Errar es un camino que, bien conducido, presagia el


acierto”

LA FÓRMULA ES REINVENTARSE

Leíamos en las primeras líneas del texto que el método instructivo era la metodología
más usada en el mundo del fútbol; esto viene dado porque el conocimiento y las
acciones del míster son manifestaciones producto de la experiencia personal en el
proceso de entrenamiento (Harvey, Cushion y Massa-González, 2014). De este modo,
los autores afirman que el aprendizaje del entrenador permanece basado en las
experiencias y la interpretación de dichas experiencias. Así aprenden, así enseñan.

No obstante, aunque este método haya funcionado (o no) para nosotros, no implica que
deba funcionar para las nuevas generaciones a las que pongan en nuestras manos. Se
hace patente pues la necesidad de desafiar nuestras creencias acerca del aprendizaje,
alejándonos de la comodidad de aquellos métodos con los que nos sentimos más
seguros (normalmente por que implican más control y menos complejidad); tendemos a
asociar la ausencia de errores a que una tarea esté bajo nuestro control, sin tener en
cuenta la complejidad del contexto competitivo. Tal vez la seguridad se disfrace de
inespecificidad o viceversa.

El hecho de saber que la estructura y contenido del entrenamiento va a diferir entre


diferentes deportes y contextos (Harvey et al., 2013) debe enfocar nuestra mirada hacia
la observación y puesta en práctica de diferentes metodologías que pueden llegar a
atender las necesidades de nuestros jugadores. Sea cual sea la metodología por la que
nos decantemos, el flujo de información entrenador-jugador debe ser muy tenido en
cuenta. Es por ello, que a la hora de proporcionar un buen feedback atenderemos a
variables relacionadas con las características de la información (extensión, número
de ideas, forma y objetivo) y con las características del deportista (edad, género,
nivel académico y de habilidad, etc.) (Januario et al., 2016).

Reinventarse para poder enseñar o, al menos, intentar que no dejen de aprender. Y no


temer el error por ninguna de las partes, porque no solo ellos deben aprender a usar el
error como trampolín.
PATRICIA RAMÍREZ “Como ves, hay motivos por los que las personas
temen fracasar. Y cuando temes, evitas. Al evitar, dejas de exponerte a
nuevas experiencias, a nuevos aprendizajes y a salir de la zona
confortable. Te limitas a lo que sabes, controlas y predices, porque ahí te
encuentras seguro. La posibilidad de fallar es menor y con ello te sientes
tranquilo. Seguro, tranquilo…y mediocre. Porque nadie avanza si no se
expone a fracasar. Y quien no avanza, se estanca y deja de tener un
valor añadido.”

MATERIAL BIBLIOGRÁFICO

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