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Jung
Al hablar acerca de su infancia nos expone diversos sueños que se los relaciona con una
infancia solitaria, una vida religiosa. Los recuerdos de Jung se remontan
aproximadamente a los 2 o 3 años con una larga ausencia de su madre, al estar la
misma en un hospital de Basilea, donde comenzó a sentir desconfianza de la palabra
amor, para él padre significaba seguridad y debilidad, comenzó a tener amigos pero se
decepcionaba de ellos.
Jung jugaba solo a su modo, no quería ser molestado cuando jugaba, no podía ser
observado o censurado, jugaba con tarugos de madera y construía torres, dibujaba
batallas, asedios, combates, fusilamientos. La escuela le resulto muy agradable porque
allí encontró compañeros de juegos, que los había esperado, pero Jung se dio cuenta que
con ellos era otro, distinto al de casa, con ellos hacia tonteras o se las imaginaba, pero
en casa podía imaginar toda clase de cosas, pero esto se debía a la influencia de sus
amigos a ser distinto, pero la influencia de otros ambientes le causaban sospecha y
desconfianza, una inseguridad que presentaba si era el o no que iba acompañada de
misterio.
Cuando Jung tenía 9 años su madre dio a luz a una niña Jung se quedó sorprendido pues
no había notado nada, la escuela comenzó a fastidiarle, las clases de religión le
resultaban aburridas, fue expulsado de la clase de dibujo por que no estaba de acuerdo
con lo que el profesor le ordenaba dibujar y en las matemáticas sentía un verdadero
pánico ya que no comprendía el valor que estas tenían, quería conocer que son los
números y cuál es su expresión, su valor.
Cuando estaba en decimosegundo fue un año del destino, al ser expuesto a una caída le
provocaron desmayos cuando tenía que ir a la escuela, para Jung esto representaba a una
neurosis.
Al seguir con sus estudios en medicina, lamentablemente falleció su padre con el que
tuvo muchas inconvenientes acerca de su religión de esa creencia que su padre ponía
ante todo, ante su familia, esa fe que iba más allá de sus criterios, una fe a ciegas.
En 1905 obtuvo el doctorado en psiquiatría, se interesó por los cursos de hipnosis para
la historia del paciente y por los aportes de Freud acerca de la Interpretación de los
sueños.
La psicoterapia y los análisis son tan distintos como los mismos individuos. Jung trata a
los pacientes lo más individualmente posible, pues la solución del problema es siempre
personal.
Para Jung, Freud que siempre hacía hincapié en su irreligiosidad, se había construido un
dogma, en lugar de Dios había puesto una imagen forzosa acerca de la sexualidad. Jung
no podía dar sus opiniones acerca de la interpretación del sueño sin encontrar
incomprensión, temía perder la amistad si decía su punto de vista, no podía aceptar el
que todas las neurosis estuvieran motivadas por la represión sexual. Pero considero que
el mérito de Freud consistió en su psicología individual, al reconocer el sueño como la
más importante fuente de información sobre los fenómenos del inconsciente
Al referirnos a los arquetipos Jung pensaba que una mujer en el interior mezclara sus
ideas, pensó que se trataba del alma en el sentido primitivo y por qué el alma se define
como anima, como femenina.
Después se dio cuenta que la figura que se representaba en sus pensamientos se trataba
de un figura típica en el inconsciente del hombre.
Carl Jung construyo una casa en que se identificaría como un templo de paz, se podría
llamar refugio ya que él tenía la idea de una vivienda primitiva en que el hombre
construía para estar a salvo no sólo en un sentido físico sino también en el psíquico.
En 1922 compro un terreno en Bollingen en que construye una casa de un solo piso,
pero no contento con lo que deseaba o buscaba, en 1923 Jung construyo la vivienda en
forma circular en que se dio cuenta que era un auténtico torreón.
Sin embargo, con el paso del tiempo se percató de que, aquella construcción, el Torreón,
no representaba la totalidad de su edificio psíquico, que aún había más que manifestar.
Tiempo después vuelve a sentir la necesidad de expresar la existencia de “algo más”, y
construye una logia y un patio, junto al lago, lo que simbolizaba un espacio que se abría
a la naturaleza y al cielo. Estas construcciones constituían la cuarta parte del conjunto
arquitectónico y se hallaban separadas del triple complejo principal.
Poco tiempo después Jung experimento cosas paranormales en que armo un árbol
cronológico para entender la causa de esos sueños llegando así a enfatizar en lo que es
el inconsciente colectivo y los arquetipos. La experiencia con los arquetipos, con los
espíritus de nuestros ancestros, resulta demasiado onerosa. Porque, lo que ellos nos
dicen, nos indican, nos muestran, nos revelan, en multitud de ocasiones, rompe la
imagen del mundo de nuestra consciencia.
La construcción del Torreón se podría decir que no era, una intención consciente de
hacerlo así. Sino que surgió, en un acto creativo o como vacíos que tenía y los
proyectaba de una manera inconsciente tal cual le iba surgiendo a Jung lo expresa del
siguiente modo: “Construí la casa por partes aisladas y seguí siempre las respectivas
necesidades concretas. Las conexiones íntimas no las medité nunca. Se podría decir que
construí el torreón en una especie de sueño. Sólo posteriormente vi lo que había surgido
y que ello poseía una forma razonable: un símbolo de la integridad psíquica. Se había
desarrollado como si una vieja simiente hubiera germinado.”
En el año 1950 decide tallar en una piedra unos mensajes de fuerte significado
simbólico que irían como monumento a fuera del torreón. Por una de las caras grabó un
verso latino del siglo XIV del alquimista Arnaldo de Vilanova; "Aquí está la piedra, la
insignificante. Ciertamente vale poco en cuanto a precio. Será desdeñada por los
ignorantes, pero tanto más amada por los sabios". Con este mensaje Jung quería ser
énfasis que las cosas por más insignificantes que valga nosotros le damos el valor.
En otra de las piedras agrego inscripciones en griego y en latín en tres de sus lados para
expresar lo que la torre significa para él. La piedra llegó a ser la cabeza y esquina del
edificio.
A comienzos de 1920, Jung fue invitado por un amigo a viajar a Túnez, dirigiéndose
primero a Argelia, de allí a Túnez, y finalmente recabando en Susa, dejando partir a su
amigo dado que debía atender asuntos de negocios.
Jung se encontró con un pueblo cuya religión y el ejercicio de su culto eran inaccesibles
y un misterio para el hombre blanco extranjero, precisamente como instrumento de
resistencia y persistencia en el tiempo frente a éste. Sin embargo, paulatinamente
descubrió una identificación divina con el sol, así como un simbolismo de la montaña y
del agua. Se consideraban a sí mismos como “hijos del padre sol”, cuya religión
ayudaba a su padre a recorrer el cielo cada día; si no, existiría una noche eterna. Su
culto involucraba por tanto a toda la humanidad.
Jung también viajo a Kenya y Uganda, India, Rávena y roma en cada lugar que visitaba
aprendía y apreciaba las diferentes formas de convivir de las personas la diferencia entre
el hombre europeo en donde no imperaran influencias cristianas, donde vivía otra raza y
otra tradición e ideología históricas.
Jung opinaba, basado en sus experiencias personales que los espíritus eran consciencias
autónomas que se habían parado en el tiempo y en el espacio, tras la muerte del cuerpo.
No pueden aprender nada nuevo, no evolucionan, a no ser que la humanidad aquí, en la
tierra, también evolucione. Elevando el nivel de comprensión y consciencia aquí, se
eleva allá, y esa sería la razón de la interacción muertos por vivos que tanto permea las
manifestaciones psíquicas, religiosas humanas.
Si hay una existencia consciente tras la muerte, me parece que ésta se situaría en la
misma dirección que la consciencia de la humanidad, que posee en cada época un límite
superior, pero variable. Muchos seres humanos, en el momento de su muerte, no sólo se
han quedado más acá de sus propias posibilidades, sino, sobre todo, muy distantes de
aquello que los otros hombres aún en vida han tornado consciente, de ahí su
reivindicación de adquirir, en la muerte, esa parte de la consciencia que no han
adquirido en vida.
Bibliografía