No hace mucho tiempo, el telediario de la noche nos informaba de que la
mayoría de nuestros niños, púberes y adolescentes, buscan la información y la educación sexual a través de los móviles, en páginas Web o canales pornográficos. El conocimiento del sexo a través de la pornografía, produce en ellos muy graves consecuencias y una de las más importantes, es ver y utilizar a la pareja como un objeto de usar y tirar. Los padres se despreocupan e ignoran a qué páginas acceden sus hijos y el daño que puede provocarles y les debería preocupar más, el derecho que tienen a una sana, positiva, integral y evolutiva educación sexual, y hablar y comunicarse mucho más con ellos de este importante tema. La sociedad española poco a poco se ha hecho muy permisiva y ha abandonado los valores del pasado en todo lo tocante al sexo, sexualidad y erótica. El que permitan y pasen de lo que hacen o piensan sus hijos en el tema del sexo, no quiere decir que cumplan con el derecho que tiene el niño y el adolescente de una educación sexual, como parte de la educación integral ni capacita a sus hijos en un espíritu crítico, sobre el mundo sexual que les rodea y de los daños que provoca para el futuro en sus vidas. 2
Los padres y educadores cristianos no gozan de una educación sexual más
sana, ni son tan permisivos, pero tienen una actitud más negativa, represiva, prohibitiva y parcial frente al sexo y la educación sexual, siendo poco conscientes y aún menos responsables, del derecho que tiene todo individuo a una educación sexual sana, pasitiva, evolutiva y gozosa. El Concilio Vaticano II no ha entrado ni calado en sus vidas, como primeros educadores sexuales de sus hijos y el mundo permisivo que nos rodea, hace que sean más represivos y prohibitivos con sus hijos pequeños, debido a sus miedos e inseguridad de una educación religiosa llena de prejuicios y erróneas interpretaciones. Por esto el tema sigue siendo un tabú y la ignorancia sinónimo de inocencia, y no se sienten formados ni capacitados para hablar de este tema con sus hijos, de manera sencilla y natural, educando en un espíritu crítico, maduro y responsable a sus hijos, para que no terminen inmersos en lo que les rodea y en los mismos errores. Los mensajes dirigidos a los hijos e hijas, deben adecuarse a la edad y a su personal desarrollo, teniendo muy en cuenta su grado de comprensión, madurez intelectual y las inquietudes concretas que exprese, que son diferentes en cada persona, proporcionando información precisa, adecuada y personalizada. La educación sexual debe ser parte del proceso familiar, educativo, social y religioso de preparación para la vida, y tanto el silencio como el ejemplo de las actitudes positivas o negativas de los padres, tienen mucho más peso que sus propias palabras. El colegio en lo posible no debe contradecir lo que le enseñan en casa por ello los criterios han de ser iguales, tanto en la esencia de los contenidos como en el modo de impartirlos, y si no lo son, hay que explicarles que cada persona piensa de una forma distinta y ellos deben por sí mismos, más adelante y después de la formación inicial, encontrar su propio punto de vista. Cuando los padres quieren hablar con sus hijos e hijas sobre el sexo y la sexualidad, en la mayoría de las ocasiones surge la angustia sobre qué decir y cómo decirlo. La inseguridad está presente desde el comienzo, y no se sabe cómo ni cuándo tocar el tema, y frecuentemente se evidencian dudas sobre los propios conocimientos y la veracidad de los mismos, sobre hasta qué nivel de información llegar y sobre qué datos son necesarios o cuáles no. Si a esto le sumamos la percepción de que nuestros hijos no se hacen nunca suficientemente 3
mayores, es obvia la dificultad sobre qué edad es la adecuada y acertada para
hablar de sexo. Ante esta situación, es bueno partir reconociendo que las principales causas del miedo y la resistencia a hablar de sexo son los temores personales, sociales y religiosos. El padre y la madre se encuentran en una situación en la que perciben la propia desinformación, dudan incluso sobre qué es en realidad la educación sexual y para qué sirve, y se enfrentan a ideas erróneas e incluso falsas, y a la influencia de los medios de comunicación, que conducen muchas veces a tener una imagen distorsionada de la relación paterno filial. Además, transmitir información sobre el sexo es exponer el sistema de valores, y por eso es tan importante conocerse previamente a uno mismo y, si es necesario, realizar un ejercicio de autoformación. Mientras más información y conocimiento tengan los padres, madres y educadores sobre el sexo, con más confianza hablarán con sus hijos e hijas y si los padres se sienten inseguros por su falta de conocimientos, pueden acudir a un libro, consultar a un profesional de la salud o de la educación que esté preparado, o solicitar consejo a alguien a quien se considere con autoridad en el tema. Los padres y educadores, han de tener o adquirir suficientes conocimientos sobre el sexo, sexualidad y erótica como para trasmitir ideas claras y precisas y para ello, hemos de repasar nuestras actitudes, conocimientos, sentimientos y conductas sexuales, con el fin de evitar posibles conflictos, entre lo que decimos y lo que hacemos. Nunca es demasiado tarde para aprender a vivir y gozar la sexualidad y muchas veces, la obligación de tener que educar y trasmitir nuestro saber sobre ella, sirve para solventar dudas y ampliar conocimientos para nosotros mismos, sin olvidar que para responder a las preguntas relativas al sexo, se requiere una buena dosis de tiempo y de paciencia. Los niños y adolescentes de hoy creen saber más que sus padres de este tema y aunque en algunos casos tienen más información por los medios de comunicación que manejan con frecuencia, les falta el aspecto educativo y de formación y sus actitudes permisivas, les hacen mucho daño, para sus futuras relaciones. No olvidemos que la educación sexual que imparten los padres y la familia, comienza antes de nacer el hijo y se mantiene hasta que son adultos, ya que es un proceso que dura toda la vida, aunque en función de la etapa de desarrollo de la persona, existen distintos grados de interés, ni tampoco que la educación sexual en la familia, no se limita a explicar cómo vienen los niños, sino también mostrando cómo adquirir información y en formar actitudes y valores sobre la identidad, las relaciones, la intimidad, incluyendo el desarrollo sexual, la salud reproductiva, las relaciones interpersonales, el afecto, la intimidad, la imagen corporal y el género. La educación sexual concierne a las dimensiones biológicas, psicológicas, afectivas, socio-culturales, axiológicas, espirituales, higiénico- sanitarias, etc.
Y para finalizar, éstas son algunas de las muchas
aportaciones de una sana, positiva e integral educación sexual de las personas: 4
La llave, el primer órgano de la sexualidad humana es el cerebro sexual,
que es el director de la orquesta y aprende a vivirla en positivo o negativo, en función de los conocimientos claros o confusos que recibe, desde que nacemos hasta que morimos. El cerebro sexual te da más comprensión y calidad para vivir, para integrar tu proyecto de vida y para orientar tu vida sexual. Hay que educar a las personas para que expresen sus opiniones sexuales de manera firme, ya que de esta manera, se consigue vivir una sexualidad mucho más sana, plena y placentera. La educación sexual te capacita para vivirla, conocer y apreciar lo que aporta de positivo o negativo a tu vida. La educación sexual es muy importante para toda persona. Mucha de esa importancia se debe a que a día de hoy, existen muchas más variables o posibilidades de vivirla y desenvolverse con ella. La educación sana y positiva de la sexualidad, es fundamental para la autoestima. Cuanto más capacitado/a estés, más preparado estarás para ser crítico con lo que te rodea. La sexualidad es un arte que hay que aprender, y la mejor práctica, es tener una buena teoría desde donde vivirla. Cuanto mas sabemos de ella más capacidad tenemos para conocerla, controlarla y dirigirla hacia donde deseamos. La educación sexual nos aporta capacidad para elegir de ella lo que es más adecuado para nosotros. Y también para ser más libre en lo que eliges, y para saber elegir lo más sano, positivo y adecuado para ti. En la infancia, pubertad y adolescencia, es bueno tener un tutor u orientador que nos ayude a vivirla de forma sana y positiva. Esta educación integral, sana y positiva, te aporta más capacidad para integrarla en la unidad de la persona, y en tu proyecto de vida de una manera constructiva. Cuanto menos educación sexual tengas, más problemas de salud sexual y menos capacidad para vivirla de modo correcto, placentero y positivo. Nos capacita para conocer y saber entender esta sociedad de consumo, materialista, y cargada de hipersexualidad y para que sepamos controlar y defendernos de ella y de la saturación de estímulos sexuales que provoca. Nos aporta conocimientos y valores para poder evitar la banalización de la que es objeto en nuestra sociedad actual. 5
Evitar que el sexo sea para cada uno de nosotros una cárcel. Etc.…
Varios estudios demuestran la importancia de la comunicación en general y la
confianza con los padres a la hora de hablar de sexo y de que ésta se ha adquirido porque el diálogo ha sido de forma natural, sencilla y abierta hacia todos los temas que han surgido y se ha escuchado a lo largo del tiempo los puntos de vista, de los diferentes miembros de la familia. Aunque en ocasiones se dejen para más adelante la profundización sobre algún tema, pero sin negar nunca su existencia. Esta buena comunicación se ha demostrado como el arma más eficaz para prevenir y para evitar comportamientos de riesgo en relación con el sexo en los hijos.