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El notable incremento que han sufrido todos los costos asociados al desarrollo de una

explotación minera (maquinaria, salarios, etc.) junto con la explotación de yacimientos que
poseen cada vez más leyes bajas, ha hecho que el diseño final de la explotación a cielo abierto
tenga que llevarse a cabo con criterios económicos, de tal forma que dicho diseño no
comprenda, en ningún caso, la futura viabilidad económica de la explotación. Esta filosofía de
trabajo ha permitido desarrollar, en las últimas décadas, diferentes algoritmos que tienen
como objetivo optimizar la explotación, es decir, buscar un diseño que, a grandes rasgos,
permita obtener el máximo beneficio de la mina. Sé cómo se verá más adelante, este concepto
de “optimizar” (buscar el máximo beneficio) no es tan sencillo, pues los enfoques pueden ser
muy variados. Prácticamente la totalidad de los algoritmos utilizados en la optimización de una
explotación a cielo abierto trabajan sobre un modelo de mineralización construido por un
bloque tridimensional regular. Así pues, el punto de partida de estos métodos consiste en el
diseño del bloque. Lo suficientemente grande como para incluir en él, toda el área de interés
alrededor del yacimiento. A continuación, este gran bloque se subdivide en otros pequeños
bloques (fig 9.1), a los que se le aplica un valor estimado para cada uno de ellos. Este valor es,
casi siempre, el beneficio neto que se obtendría con la extracción y tratamiento del mineral
presente en el bloque

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