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Ilse Andrea Carranza Ramírez CUEK - Ficha de control 7

30-05-2018 Teorías psicoanalíticas III

Freud S. (I916–17) Obras Completas, Amorrortu edits. Bs.As., Tomo


XV.

10ª Conf.: El simbolismo del sueño

Hasta este punto habíamos encontrado que aquello que dificultaba la comprensión del
sueño era la desfiguración onírica, la cual viene a ser la “consecuencia de una actividad
censuradora dirigida contra las mociones de deseo inconscientes, desagradables” (pg.
136). En este sentido, existe una censura frente a determinados deseos inconscientes
que genera la desfiguración del sueño dificultando la comprensión del mismo.

Sin embargo, la actividad censuradora no sería el único factor responsable de la


desfiguración, porque de eliminarse dicha censura, “el sueño manifiesto no sería aún
idéntico a los pensamientos oníricos latentes”. Por ello, trabajará en esta conferencia
en un segundo factor de la desfiguración del sueño, el simbolismo.

Previamente en la Conferencia n° 7, Freud nos había señalado que existen tres tipos
de relaciones entre el elemento manifiesto (aquello que el sueño cuenta como las
imágenes, la historia, etc.) y el elemento latente (lo genuino, lo inconsciente). El
simbolismo, o la relación simbólica, vendría a ser el cuarto tipo de relación entre estos
elementos. El autor considera que “simbólica es toda relación constante entre un
elemento onírico y su traducción, y al elemento onírico mismo, un símbolo del
pensamiento onírico inconsciente”.

A continuación ejemplifica esta definición poniendo varios ejemplos sobre los símbolos
que aparecen en los sueños con su usual traducción. Así, encontramos que
la casa viene a ser una figuración típica de la persona humana; el nacimiento se
encuentra figurado mediante una relación con el agua (cuando uno se precipita o sale
de esta, cuando rescata o es rescatado del agua); el morir suele ser sustituido en el
sueño por el partir, o viajar en ferrocarril; o la desnudez
mediante vestidos y uniformes.

Para Freud la inmensa mayoría de los símbolos del sueño son símbolos sexuales (pg.
140). Por ejemplo, el miembro masculino suele estar sustituido simbólicamente por
objetos que se le parecen en la forma como bastones, paraguas, varas, arboles; por
objetos que tienen en común la propiedad de penetrar-en-el-cuerpo y de herir
como cuchillos, lanzas, sables, dagas, revólveres; por objetos que pueden alargarse
como portaminas extensibles, lámparas colgantes; u objetos de los que fluye agua
como grifos, regaderas, surtidores. De igual manera, la propiedad del miembro de
“enderezarse contra la fuerza de la gravedad […] tiene su figuración simbólica
mediante aeróstatos, maquinas voladoras, o el dirigible Zeppelin” (pg. 141).

Por otra parte, los genitales femeninos son figurados simbólicamente por “todos
aquellos objetos que comparten su propiedad de incluir un espacio cóncavo que pueda
recoger algo dentro de él”, como pozos, cuevas, cavidades, vasijas, cajas, baúles,
cofres, bolsos, barcos, el paisaje, etc. El vientre materno se puede relacionar con los
armarios, hornos, o la habitación. En el simbolismo de la habitación, que linda con el
de la casa, encontramos que “puertas y portales, pasan a ser, a su vez, símbolos de la
abertura genital” (pg. 142). La madera, el papel, elementos hechos con estos
materiales, como mesa y libros, así como el caracol y moluscos, vienen a ser símbolos
femeninos.
Inevitablemente, luego de continuar haciendo menciones a diversos símbolos de esta
misma índole (tocar el piano como símbolo de la masturbación o subir las
escaleras como símbolo del acto sexual), surge la pregunta de cómo conocer con
propiedad el significado de estos símbolos oníricos si es que el soñante no nos da la
información (suficiente). Freud responderá que existen diversas fuentes como cuentos
tradicionales, mitos, chistes del folklore, las costumbres, refranes y canciones, tanto
del lenguaje poético como del lenguaje corriente, en donde estos simbolismos también
se encuentran presentes. Ahora, Freud no está diciendo que estas fuentes sirven de
base para la interpretación simbólica del sueño, sino que atestiguan también la
simbología descrita previamente.

Ahora bien, ante lo expuesto encontramos cuatro conclusiones. La primera de ella es


que “el soñante dispone de modos de expresión simbólica que en la vigilia no conoce ni
reconoce. […] Solo podemos decir que el conocimiento del simbolismo es inconsciente
para el soñante, pertenece a su vida mental inconsciente” (pg. 151). Segundo, que
“estas referencias simbólicas no son algo peculiar del soñante o del trabajo onírico por
el cual llegan a expresarse”, porque encontramos que del mismo simbolismo se sirven
también los mitos, cuentos tradicionales, la fantasía poética, entre otros. El simbolismo
onírico es solo una pequeña parte de la esfera del simbolismo en general.

Tercero, a diferencia del simbolismo que se da en los ámbitos mencionados


anteriormente (mitos, cuentos, etc.), en el sueño “los símbolos se usan casi
exclusivamente para expresar objetos y referencias sexuales” (pg. 152). A pesar de
que Freud decide no indagar mucho en esta conclusión, menciona que se puede
aceptar que existe un “vínculo particularmente íntimo entre los verdaderos símbolos y
lo sexual”. Pone como indicio la investigación del lenguaje realizada por Hans Sperber
(1912) en donde “los sonidos iniciales del lenguaje servían a la comunicación y
llamaban al compañero sexual: el posterior desarrollo de las raíces lingüísticas se
adhirió a las actividades de trabajo de los hombres primordiales”. En otras palabras, el
lenguaje se inicio para llamar a la pareja con fines sexuales y su ulterior desarrollo se
dio con la expansión de las actividades de trabajo.

Finalmente, la cuarta conclusión a la que se llega es que a pesar de que no existiera


una censura onírica, el sueño no nos sería comprensible aún porque existiría “la tarea
de traducir el lenguaje simbólico del sueño al de nuestro pensamiento en vigilia. Por
consiguiente, el simbolismo es, junto a la censura onírica, un segundo factor de la
desfiguración del sueño y un factor autónomo” (pg. 154). No obstante, esto no
significa que la censura onírica no utilice o se sirva del simbolismo ya que le procura el
mismo objetivo: “la ajenidad y el carácter incomprensible del sueño”.

En suma, el simbolismo es un tipo de relación existente entre el contenido latente y el


contenido manifiesto del sueño, viene a ser un factor de la desfiguración onírica, y es
utilizado por la censura para dificultar la comprensión del sueño.

11ra Conferencia. El trabajo del sueño.

La relación entre los elementos oníricos y lo genuino de ellos, está establecida por 4
pilares principales, de la parte al todo, la aproximación oalusión, la referencia
simbólica y la figuración plástica de las palabras. El trabajo que traspone el sueño
latente en el manifiesto se llama trabajo del sueño. Y el trabajo que progresa en la
dirección contraria, el que desde el sueño manifiesto quiere alcanzar al latente, es
nuestro trabajo de interpretación. El trabajo de interpretación quiere cancelar el
trabajo del sueño. Es decir, mediante el trabajo interpretativo buscamos hacer
desaparecer a la desfiguración onírica.

La primera operación del trabajo onírico es la condensación. Por tal entendemos que el
sueño manifiesto tiene menos contenido que el latente. No se produce el efecto
contrario, que el sueño manifiesto sea mas rico que el latente. En la condensación se
lleva a cabo mediante:

· La Omisión de ciertos elementos por completo,


· Solo parte del sueño latente se traspasa al manifiesto,
· Elementos que tienen algo en común se aúnan en el sueño manifiesto.

Aunque la condensación hace impenetrable al sueño, no se recibe la impresión de que


sea un efecto de la censura onírica, más bien se preferiría reconducirla a factores
mecánicos o económicos; pero, de cualquier modo, la censura se beneficia de ella.
En la condensación un elemento manifiesto corresponde simultáneamente a varios
latentes y, a la inversa.

La segunda operación del trabajo onírico es el desplazamiento, sabemos que es, en un


todo, obra de la censura. Sus dos exteriorizaciones son: la primera, que un elemento
latente no es sustituido por un componente propio sino por algo más alejado, esto es,
una alusión; y la segunda, que el acento psíquico se traspasa de un elemento
importante a otro importante, de modo que el sueño aparece centrado diversamente y
como algo extraño.

La tercera operación del trabajo onírico es la más interesante desde el punto de vista
psicológico, Consiste en la trasposición de pensamientos en imágenes visuales. Esto es
a lo que llamamos figuración plástica de las palabras, no todo en los pensamientos
oníricos experimenta esa trasposición.

El disparate, la absurdidad de los sueños poseen significado. Las oposiciones en el


sueño son tratadas de igual modo que las similitudes de los elementos oníricos, y
expresadas con particular preferencia por idéntico elemento manifiesto. A estos rasgos
del sueño se los puede llamar rasgos arcaicos.

El trabajo del sueño, aplica a los pensamientos oníricos un tratamiento regresivo ya


que nosotros primero percibimos una imagen visual y luego las conectamos con
palabras y pensamientos, en cambio en el sueño sucede lo inverso, a las palabras se le
aplica una conexión con imágenes visuales.

La elaboración secundaria, produce a partir de resultados más inmediatos del trabajo


del sueño, algo como un todo más o menos entramado.

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