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PRINCIPIO DE LESIVIDAD
CUSCO – PERU
2018
Presentación
Se presentan los:
Antecedentes Del Problema
Principio De Lesividad Del Bien Jurídico
Relación Del Principio De Lesividad Con La Imputación Objetiva
Que Se Produce De Vulnerar El Bien Jurídico Protegido.
Relación Del Principio De Lesividad Con La Tipicidad.
Las Consecuencias Jurídicas De Incorporar Al Análisis De La Antijuridicidad
Al Principio De Lesividad.
Luego Encontraremos Las Conclusiones Y Las Referencias Bibliográficas, Las
Cuales Nos Han Servido De Mucha Ayuda Para El Estudio Del Principio De
Lesividad.
ANTECEDENTES DEL PROBLEMA.
“Se trata de un principio que surge ya en Aristóteles y Epicuro y que es denominador
común a toda la cultura penal ilustrada de Hobbes, Pufendorf y Locke a Beccaria,
Hommel, Bentham, Pagano y Romagnosi, quienes ven en el daño causado a terceros
las razones, los criterios y la medida de las prohibiciones y de las penas.” 1
Si bien el principio de lesividad impone a la ciencia y a la práctica jurídica
precisamente la carga de tal demostración, la necesaria lesividad del origen, del
resultado y efectos, cualquiera que sea la concepción que de ella tengamos,
condiciona toda justificación utilitarista del derecho penal como instrumento de tutela
y constituye su principal límite axiológico externo.
Por otra parte, el principio de lesividad, por estar ligado al de necesidad de las penas
(ya que de no existir la pena que se le impone a un hecho punible, no tendría sentido
la existencia del principio de Lesividad) y con ello a la versión liberal de la utilidad
penal como mínima restricción necesaria, y una vez definidos sus parámetros y
alcances, es idóneo para vincular al legislador a la máxima Kantiana, válida sobre
todo en el campo penal, según la cual la única tarea del derecho es la de hacer
compatibles entre sí las libertades de cada uno. En esta línea, el art. 4 de la
Declaración de Derechos de 1789 establece que La Libertad consiste en poder hacer
todo lo que no perjudica a los demás; de este modo la existencia de los derechos
naturales de cada hombre no tiene otros limites que aquellos que aseguran a los
demás miembros de la sociedad el disfrute de esos mismo derechos. Los cuales no
pueden ser determinados sino por ley.
Históricamente, por lo demás, “este principio ha jugado un papel esencial en la definición del
moderno estado de derecho y en la elaboración, cuando menos teórica, de un derecho penal
mínimo, al que facilita una fundamentación no teológica ni ética, sino laica y jurídica,
orientándolo hacia la función de defensa de los sujetos más débiles por medio de la tutela
de derechos e intereses que se consideran necesarios o fundamentales” 2 para: a) La
protección de los derechos y
b) Los bienes jurídicos protegidos por nuestro Código Penal. “Se clarifica que el interés
jurídico protegido, cuando toma relevancia penal. Se designa como bien jurídico, con lo que
se establece que necesariamente sobre el mismo debe recaer la afectación.” 3
1- Muñoz Conde, Francisco, Derecho Penal (Parte Especial) Teoría General del Delito, Editorial Temis
Bogotá Colombia, Año de Edición 1984.Cit. Pag. 466
2- Muñoz Conde, Francisco, Derecho Penal (Parte Especial) Teoría General del Delito, Editorial Temis
Bogotá Colombia, Año de Edición 1984.Pag. 467.
3- Revista de Derecho Penal. Grupo editorial Leyer, agosto-septiembre de 1998. Número 8 Pag. 239. 4-
ww.unifer. Ch/Derecho Penal.
Por lo tanto el principio de lesividad del bien jurídico, no ha sido producto de un día;
sino el fruto de una larga evolución del derecho, en el cual han influido varios códigos
penales como por ejemplo el Código Penal tipo para América Latina, el Proyecto del
Código Penal del Ministerio de Justicia de Chile 1959. Las instituciones jurídico-
penales, condicionadas por transformaciones sociales, como ha dicho Soler: “Son
la suma de un largo proceso de historia humana y de reflexión.” 4 Actualmente en la
dogmática se debate cual debe ser la función del Derecho Penal: Si la Protección de
Bienes Jurídicos o la Vigencia de la Norma. Al respecto Gunther Jakobs señala que
no es fácil decir qué bienes jurídicos deben ser protegidos porque los ve desde el
punto de vista privado y público por separado. Pero no importando cuál de los dos
puntos de vista se tomen siempre, se tendrá que medir la lesividad dependiendo más
de la dañosidad social de la conducta lesiva.
En la actualidad, con los cambios que han surgido con el transcurso del tiempo, este
principio fue incluido en el año de 1998; el cual se encuentra establecido en el
artículo 3 del Código Penal Salvadoreño, de manera directa y específica,
determinando el Código Penal los bienes Jurídicos protegidos.
Es de distinguir que este principio, está siendo cada vez más admitido por la Teoría
del Delito; según la mayoría de doctrinarios ya que sólo puede partir del interés de la
protección del bien jurídico, para poder declarar una conducta como delito; no basta
que infrinja una norma ética, moral o divina; sino, que es necesario ante todo, la
prueba de su carácter lesivo de valores o intereses fundamentales para la sociedad.
“Así también depende de la dañosidad social de la conducta lesiva, con la que no se
corresponde necesariamente la desvaloración del comportamiento lesivo para los
bienes”.
La existencia del Derecho Penal, actualmente implica la existencia de la estructura
carcelaria, que apareja la más grave restricción a la libertad humana, libertad que el
Estado paradójicamente debe garantizar y proteger.
Esta restricción debería ser la mínima imprescindible para hacer efectivas las
libertades de los demás ciudadanos. La intervención del Derecho Penal, afecta
siempre derechos fundamentales de la persona, priva de libertad de ambulatoria y
supone una muy grave injerencia del Estado en la vida y en el desarrollo de la
personalidad de los ciudadanos. Desde ese punto de vista, el bien jurídico tiene una
función limitadora trascendental; no se justifica la existencia de una norma penal sin
que sea inherente el objetivo de la protección de un bien. “6
6 www.ciencias penales.org/REVISTA
En Santiago de Chile en 1963, los profesores Sebastián Soler y Heleno Claudio
Fragoso, a nivel particular redactan un proyecto de Código Penal Latinoamericano.
En esta proposición, se postulaba la inclusión en dicho código de un título preliminar
que recogiera todas las garantías inspiradas del actual Derecho Penal; así, se
continuaba con la tradición iniciada por Declaración de los Revolucionarios de 1789.
Al mismo tiempo servía de orientación y guía a los diversos legisladores del
Continente.
La proposición fue sin embargo rechazada, pero se le convirtió en una declaración
de principios orientadores de la reforma penal.
“Estas tendencias seguidas, también por el Proyecto de Código Penal Ecuatoriano
de 1981, en el que se prevén nueve principios generales similares a los del proyecto
que hoy nos ocupa.
No cabe duda, que los redactores de los dos proyectos peruanos han retomado las
orientaciones del código tipo y especialmente del Código Penal Colombiano de 1980,
de estos han sido calcados los postulados ahora acogidos.” 7
En conclusión observamos cómo han surgido una serie de cambios para la adopción
del Principio de Lesividad, de tal forma que en la actualidad se le da una mayor
atención y aplicación a este Principio, encontrándose en el art. 3 del Código Penal
Salvadoreño que entro en vigencia en 1998, Llegando en la actualidad a la sala de
lo constitucional de la corte suprema de justicia a darle rango constitucional mediante
la Sentencia de Inconstitucionalidad de la Ley Antimaras, que da mención a lo que
es el Principio de Lesividad.
Una vez definido una serie de conceptos introductorios para la mejor comprensión y
entendimiento del principio de lesividad, se procede definiendo el concepto de dicho
Principio, que se encuentra plasmado en el derecho penal, y este se ha caracterizado
por ser democrático, existe por lo tanto un primer análisis que se plantea, el sentido
del poder punitivo del Estado Democrático, que reside en los Principios inherentes a
un Derecho Penal Democrático, es esta la primera perspectiva y el primer desafío
con el cual se enfrenta la política criminal en el país.
Esto requiere de una revisión precisamente en razón del compromiso, con
implementación concreta en una realidad dada. Resulta entonces “un principio básico
garantista de un Derecho Penal Democrático la igualdad ante la Ley. Esto es así
en la medida de que ya, desde la Revolución Francesa y así en todas las
constituciones actuales, el Principio de Legalidad de los delitos y las penas en la
Carta Magna del ciudadano moderno en materia penal.”8
Por lo tanto; es un principio básico garantista, debido a que este principio lo que
busca es proteger el bien jurídico de la colectividad y en nuestro Código Penal
se,encuentra en el art. 3, el cual literalmente dice de la siguiente manera: “No podrá
imponerse pena o medida de seguridad, si la acción u omisión no lesiona o pone en
peligro un bien jurídico protegido por la ley penal”. Como se puede observar, este se
refiere directamente a la protección del bien jurídico de manera general y también
pone fin a la intervención punitiva del Estado.
El Principio de Lesividad, en un Estado Democrático según Mir Puig “está percepción
responde a la generalidad del Derecho Penal y del Derecho Positivo, en general,
como la estructura dialogal de los sistemas sociales y coherentemente una
concepción de pena como proceso de diálogo entre el Estado y el condenado y su
debido proceso, estas son las exigencias de un Estado Democrático y del derecho.”
En este pensamiento: Se puede observar el hecho de que en El Salvador no se da
de una manera social, porque lo que da es un Estado Constitucional de derecho. “La
concepción dialogal de la pena, como garantía y creación de posibilidades de
participación, es la única que permite además, conciliar en una síntesis los
postulados hasta irreconciliables del Derecho Penal del Estado de Derecho y del
Estado Social, la pena como pura respuesta retributiva del,
8- www. Ciencias penales. Org/ REVISTA. Principio fundamentales de un Derecho Penal
Democrático
Delito (como hecho desvinculado de su “autor” y culpabilidad por el hecho), es la
consecuencia del primero y las medidas de seguridad.”
El Principio de Lesividad, también denominado del bien jurídico o de la objetividad
jurídica del delito e incluso de la antijuridicidad material, se puede sintetizar en el
tradicional aforismo liberal “no hay delito sin daño, que hoy equivale a afirmar que
no hay hecho punible sin bien jurídico vulnerado o puesto en peligro.
Se trata, en realidad, de otro limite al poder punitivo del Estado, de otra barrera al
jus puniendi, dado que no se pueden establecer hechos punibles (delitos o faltas),
penas y medidas de seguridad que no tengan su fundamento en la existencia de un
bien jurídico protegido”.
“En consecuencia, deben descriminalizarse todos aquellos hechos que no estén en
relación con la defensa de un bien jurídico.”
Otro concepto: “es el principio que limita la persecución penal a hechos que en verdad
lesionen o pongan en peligro significativamente un bien jurídico. “Según la
interpretación hecha del principio de lesividad en la Sala de lo Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia de El Salvador con respecto a la sentencia de
inconstitucionalidad de la ley antimaras, esta dice: “Según el cual la tipificación de
una conducta como delictiva debe de obedecer a una prohibición de realizar
conductas que según las consideraciones del legislador, sean dañosas, es decir que
lesionen o pongan en peligro bienes jurídicos fundamentales o instrumentales.
Sobre el fundamento Constitucional encontramos desde el artículo 2 que positiva un
catálogo de Derechos que son fundamentales para la existencia humana e
integrantes de la esfera jurídica de las personas, por ejemplo el art. 2 inc. 1º de la
Constitución, el derecho a la protección lo cual se traduce en el establecimiento de
acciones o mecanismos para evitar que los Derechos Constitucionales sean violados,
es decir, corresponde al Estado un deber de protección con la de finalizar a un
mínimo posible las conductas dañosas o que pongan en peligro tales bienes
jurídicos.
La Ley Penal tiene el deber de prevenir los costes individuales o sociales
representados por esos efectos lesivos y sólo ellos pueden justificar el coste de
penas y prohibiciones.
El principio de lesividad veta a su vez la prohibición y penalización de
comportamientos meramente “inmorales” o de estados de animos o, incluso,
apariencias peligrosas.
El principio de lesividad se postula, como la formulación constitucional que impide al
legislador el establecimiento de prohibiciones penales sin bien jurídico, es decir,
excluye la responsabilidad penal por comportamientos sin resultados dañosos. En
consecuencias, solo las acciones externas, que producen efectos lesivos e
imputables a la culpabilidad de una persona y no a su apariencia, actitud o
características antropológicas, expresables con términos indeterminables
objetivamente son en realidad verificables ante el juez de manera precisa y
prescribirles taxativamente por el legislador como elementos constitutivos de delito
en el sentido exigido por la Constitución.”