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EL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO:

FUNCIÓN, TÍTULOS EJECUTIVOS, PRESUPUESTOS,


Y ESPECIALIDADES PROCESALES.

MERCEDES SERRANO MASIP

Tesis Doctoral dirigida por el


Prof. Dr. D. Miguel Angel FERNANDEZ LOPEZ

UNIVERSITAT DE LLEIDA
(043)
"1996"
SER
«*•
II v? Universitat de Lleida
VS Registre General

- 2 OCT. 1935
INDICE r~

CAPITULO PRIMERO.- PERSPECTIVA HISTÒRICA Y


FUNCIÓN ACTUAL DEL JUICIO EJECUTIVO/
CAMBIARIO.

I. ANTECEDENTES fflSTORICOS Y EVOLUCIÓN


LEGISLATIVA DEL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO l

1. Notas previas l

2. Contexto histórico-territorial en el que surgen los


procesos sumarios 2

3. Antecedentes históricos 7

A) El Ordenamiento de 1360 7

B) La Novísima Recopilación 10

4. Precedentes legislativos mediatos 18

A) Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y causas de


comercio, de 24 de julio de 1830 18

B) Ley de Enjuiciamiento civil de 5 de octubre de 1855 25


Ill

5. Ley de Enjuiciamiento civil de 3 de febrero de 1881 y


reformas posteriores 34

II. FUNCIÓN ACTUAL DEL JUICIO EJECUTIVO


CAMBIARIO: SU NATURALEZA JURÍDICA 39

1. Notas previas 39

2. La naturaleza jurídica del juicio ejecutivo. Estado de la


cuestión en la doctrina y en la jurisprudencia 40

A) Argumentos a favor de la naturaleza declarativa del


juicio ejecutivo 41

B) Argumentos a favor de la naturaleza ejecutiva del juicio


ejecutivo 49

C) Extensión de la polémica doctrinal, en los términos


expuestos, al juicio ejecutivo cambiario 60

D) Jurisprudencia sobre la naturaleza jurídica del juicio


ejecutivo 61

3. La eventual oposición del deudor es una característica


común a todo proceso de ejecución y, por tanto, no
contraría la naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo 65

A) La falta de regulación de un medio procesal típico para


denunciar la ilicitud de la ejecución en la vigente Ley
de Enjuiciamiento civil. Causas. Consecuencias 69

B) Breve referencia al Derecho comparado 78

a) Notas previas 78

b) Italia. El contradictorio en el proceso de ejecución 80


IV

c) Alemania. Manifestación del principio de audiencia


en el proceso de ejecución: la oposición del deudor 82

d) Francia. Incidents des saisies àfms d'exécution 85

CAPITULO SEGUNDO.- APROXIMACIÓN AL DERECHO


COMPARADO. EL PROCESO CAMBIARIO EN EL
ORDENAMIENTO JURÍDICO ITALIANO, ALEMÁN Y
FRANCÉS.

I. CONSIDERACIONES PREVIAS 87

II. ITALIA

1. Presupuestos del ejercicio de la acción cambiaría

2. Proceso cambiario 91

A) Vías procesales idóneas para el ejercicio de la acción


cambiaría. Especialidades frente a los procesos
ordinarios de declaración y ejecución 92

B) Normas procesales en la Legge cambiaria. En concreto,


análisis de los artículos 65 y 64 96

a) Artículo 65.2: proceso documental 96

b) Artículo 64: suspensión de la ejecución 101


v

III. ALEMANIA 105

1. Presupuestos del ejercicio de la acción cambiaría 105

2. Proceso cambiario 108

A) Notas previas 108

B) Proceso documental. Especialidad en materia cambiaría:


Wechsel- und Scheckprozeß 110

C) Proceso monitorio. Especialidad en materia cambiaria:


Wechsel- und Scheckmahnbescheid 114

IV. FRANCIA 119

1. Ejercicio de la acción cambiaria derivada de letras de


cambio y pagarés 119

A) Presupuestos del ejercicio de la acción 119

B) Proceso de declaración: procédure d'injonction de payer 121

2. Ejercicio de la acción cambiaria derivada de cheques 125

A) Presupuestos del ejercicio de la acción 125

B) En especial, proceso de ejecución 125


VI

CAPITULO TERCERO.- LOS TÍTULOS DEL JUICIO


EJECUTIVO CAMBIARIO.

I. NOTAS PREVIAS 128

IL LA EFICACIA EJECUTIVA DE LA LETRA DE CAMBIO,


PAGARE Y CHEQUE 130

1. Requisitos formales que según la Ley Cambiaria y del


Cheque deben reunir la letra de cambio, el pagaré y el
cheque 132

A) Letra de cambio 135

a) La denominación de letra de cambio o cláusula


cambiaría 139

b) La orden de pago 142

a') Caracteres 143

b') Objeto 144

c') Falta de expresión de la moneda de pago 146

d') Moneda extranjera: convertibilidad y admisión a


cotización oficial 154

e') Expresión de la deuda cambiaría en ECUs 161

c) El nombre del librado 166

d) El vencimiento o fecha de pago 168

e) El lugar en que se ha de efectuar el pago 170

f) La indicación del tomador 172

g) La fecha y el lugar en que la letra se libra 175


VII

h) La firma del librador 179

a') La suscripción del libramiento por representante 181

i) Letra de cambio en blanco 188

B) Pagaré 191

a) Pagaré en blanco 195

C) Cheque 205

a) La denominación de cheque 207

b) La orden de pago 208

e) El nombre del librado 210

d) El lugar de pago 212

e) La fecha y el lugar en que se libra el cheque 213

f) La firma de librador 213

g) Cheque en blanco 217

2. Cumplimiento de las exigencias fiscales establecidas en la


Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y
Actos Jurídicos Documentados 218

A) Influencia del requisito del timbre sobre la tutela


judicial efectiva. Valoración 220

B) Subsanación de las irregularidades fiscales


determinantes de la pérdida de fuerza ejecutiva de la
letra de cambio 230

a) Antes de acudir a la vía ejecutiva en reclamación del


crédito cambiario 234

b) Una vez presentada la demanda ejecutiva 239


Vili

C) El pagaré y el Impuesto sobre Actos Jurídicos


Documentados 249

D) El cheque y el Impuesto sobre Actos Jurídicos


Documentados 252

3. Supresión del reconocimiento judicial de las firmas como


diligencia de la que depende la ejecutividad de los títulos
cambiarios 253

4. El protesto en el sistema de la Ley Cambiaría y del Cheque 266

A) Examen de la doble función -probatoria y conservativa-


que tradicionalmente se ha atribuido al protesto 267

a) Función probatoria 267

b) Función conservativa 272

B) Sustitución del protesto 276

a) Declaración del librado 277

b) Declaración del domiciliatario 278

c) Declaración de la Cámara de Compensación 279

d) Efectos de las declaraciones sustitutivas del protesto 281

C) Exclusión del protesto 282

a) Exclusión voluntaria del protesto 282

b) Supuestos legales de exclusión 284


IX

III. LA INTEGRACIÓN EJECUTIVA DE LOS TÍTULOS


CAMBIARJOS PERJUDICADOS 292

1. Sentido de la integración ejecutiva en el sistema de la


Ley Cambiaría y del Cheque 292

2. Factor determinante de la integración: la naturaleza


jurídica del título cambiario 294

CAPITULO CUARTO.- PRESUPUESTOS DEL JUICIO


EJECUTIVO CAMBIARIO.

I. DELIMITACIÓN DEL TEMA 302

II. DEUDA PECUNIARIA LIQUIDA 303

1. Deuda pecuniaria 303

2. Cantidad líquida 305

A) En dinero efectivo 313

B) En moneda extranjera 314

a) Moneda extranjera y liquidez 314

b) Moneda extranjera convertible admitida a


cotización oficial 321
x

c) Autorización administrativa o permisión legal de la


obligación de pago en moneda extranjera 324

a') El sistema legal español de control de cambios 325

b') Eficacia de las prescripciones del artículo


1435.1.2° LEC respecto de la obligación de pago 336

d) Momento al que deben entenderse referidos los


requisitos del artículo 1435.1.2° LEC 338

a1) Admisión a cotización oficial 339

b1) Autorización de la obligación de pago 342

III. DEUDA SUPERIOR A 50.000 PESETAS 344

1. Cuantía mínima del juicio ejecutivo cambiario 344

2. Importe nominal superior, pero deuda inferior 355

3. Adición de títulos ejecutivos 357

IV. OBLIGACIÓN VENCIDA 359

1. Prueba del vencimiento 360

A) Letras de cambio y pagarés librados a la vista 360

B) Letras de cambio y pagarés librados a un plazo desde la


vista 362
XI

2. Ejecución antes del vencimiento 363

A) Primera delimitación: acción cambiaria de regreso, con


independencia de la vía procesal elegida por el
acreedor 363

B) Segunda delimitación: posibilidad restringida a los


supuestos expresamente previstos por la Ley
Cambiaria y del Cheque 365

C) Solicitud al Juez de aplazamiento del pago 370

V. A MODO DE APÉNDICE: INEXIGIBILIDAD DE


NOTIFICACIÓN PREVIA AL DEUDOR CAMBIARIO DE
LA CANTIDAD DEBIDA 374

CAPITULO QUINTO.- ESPECIALIDADES PROCESALES


INTRODUCIDAS POR LA LEY CAMBIARÍA Y DEL
CHEQUE.

I. NOTAS PREVIAS 376

II. LA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA DE LOS


OBLIGADOS CAMBIARIOS ESTABLECIDA EN EL
ARTICULO 57 DE LA LEY CAMBIARÍA Y DEL
CHEQUE 383

1. Consideraciones generales 383


XII

2. Estudio del artículo 57 de la Ley Cambiaria y del Cheque


desde la óptica del juicio ejecutivo cambiario 390

A) lus electionis. Acumulación subjetiva de acciones.


Litisconsorcio pasivo voluntario 392

a) Competencia territorial 398

b) Defensa de los litisconsortes pasivos 400

c) Requerimiento de pago 403

d)Pago 404

e) Consignación 404

f) Embargo 405

g) Plazo para formalizar la oposición 407

h) Oposición a la ejecución 408

i) Procedimiento de apremio 414

B)Ius variandi 416

a) Planteamiento de la cuestión 416

b) Imposibilidad de ejercitar el ins variandi, ex artículo


57 de la Ley Cambiaria y del Cheque, en el juicio
ejecutivo cambiario 418

III. EL ALZAMIENTO DEL EMBARGO A TENOR DEL


ARTICULO 68 DE LA LEY CAMBIARIA Y DEL
CHEQUE 420

1. Consideraciones generales 420


XIII

2. Apertura del incidente de alzamiento del embargo 423

3. Momentos en que puede solicitarse el alzamiento del


embargo 425

4. Causas que pueden provocar el alzamiento del embargo 427

A) Falta de autenticidad de la firma 427

B) Falta absoluta de representación 429

C) Fundamentos de la admisión de las causas de


alzamiento del embargo 430

5. Caución o garantía adecuada 435

A) Exigibilidad y función de la caución 437

B) Cuantía de la caución 439

C) Calidad de la caución 441

D) Momento en que debe prestarse la caución 441

6. Supuestos en los que no procede el alzamiento del embargo 442

7. Sustanciación del incidente de alzamiento del embargo 443

A) Competencia 443

B) Iniciación 444

C) Tramitación 444

D) Resolución 449

E) Impugnación del auto que pone fin al incidente 453


XIV

8. Efectos del alzamiento del embargo 455

9. Valoración del incidente de alzamiento del embargo ex


artículo 68 de la Ley Cambiaria y del Cheque 459

IV. LA OPOSICIÓN AL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO 466

1. Incidente declarativo de oposición a la ejecución cambiaría 466

2. Oposición fundada en motivos procesales 469

A) Falta de jurisdicción o competencia 471

B) Falta de personalidad 477

a) Falta de personalidad del acreedor ejecutante 477

b) Falta de personalidad del deudor ejecutado 479

C) Ausencia de otros presupuestos o requisitos procesales 481

a) Falta de alguno de los presupuestos del juicio


ejecutivo cambiario 481

b) Defectos en la citación de remate „ 483

D) Existencia de óbices procesales 485

a) Litispendencia 486

b) Defectos legales en el modo de proponer la demanda


ejecutiva 488

c) Sumisión a arbitraje 489


XV

3. Oposición fundada en motivos de Derecho material 494

A) Excepciones basadas en las relaciones personales del


deudor cambiario con el tenedor del título o con
tenedores anteriores 498

a) Notas previas 498

b) Causas de oposición fundadas en las relaciones


personales con el ejecutante 500

a') Incumplimiento del negocio jurídico causal.


Falta de provisión de fondos 500

b') Letra de favor 508

c') Integración abusiva 509

d1) Quita y espera 510

e') Prescripción 512

f) Compensación 513

c) Causas de oposición basadas en las relaciones


personales con tenedores anteriores al ejecutante 514

d) Pérdida del carácter personal de determinadas


excepciones: artículo 12 de la Ley 7/1995, de 3 de
marzo, de Crédito al Consumo 518

B) Excepciones que afectan a la existencia o validez de la


declaración cambiaria del deudor incluida la falsedad
de la firma 522

a) Falsedad de la firma 523

b) Homonímia 524

c) Falta de poder de representación 525

d) Violencia, intimidación y error obstativo 528


XVI

e) Defecto de capacidad 530

f) Falsificación del título cambiario 536

C) Falta de legitimación 537

a) Falta de legitimación activa 537

b) Falta de legitimación pasiva 539

D) Excepciones fundadas en la falta de las formalidades


necesarias del título cambiario 541

a) La cláusula cambiaria 542

b) La orden o promesa de pago de una suma


determinada en pesetas o en moneda extranjera
convertible admitida a cotización oficial 543

c) El nombre del librado 545

d) El lugar de pago 546

e) El nombre del tomador 547

f) La fecha y el lugar de emisión 548

g) La firma del que emite el título cambiario 549

h) El timbre del título cambiario 550

E) Extinción del crédito cambiario 551

a) Pago 551

b) Consignación 552

c) Plus petición 553

d) Novación 554

e) Caducidad 556
XVII

CONCLUSIONES 557

BIBLIOGRAFIA 581
CAPITULO PRIMERO.

PERSPECTIVA HISTÓRICA Y FUNCIÓN ACTUAL


DEL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO.

I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y EVOLUCIÓN


LEGISLATIVA DEL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO.

1. Notas previas.

Antes de abordar el estudio de los antecedentes históricos del


juicio ejecutivo cambiario, estimamos oportuno hacer unas
consideraciones relativas a la finalidad, fondo y forma de la
exposición y del sucesivo desarrollo histórico del citado estudio.

En primer lugar, debemos señalar que las reseñas históricas


serán breves y concisas, destinadas a demostrar que, desde su origen
y, más concretamente, desde su recepción por el Derecho histórico
español, el denominado juicio sumario ejecutivo fue siempre
sinónimo de vía ejecutiva, de proceso de ejecución. No pretendemos,
por tanto, realizar un exhaustivo análisis histórico-jurídico del juicio
ejecutivo.

En segundo término, las referencias históricas al


f*^ .A. f
executivus vigente en la Edad Media y a los procesos que de éyíse.
derivaron -entre ellos nuestro juicio ejecutivo- serían, desde la óptica
del Derecho procesal, sumamente incompletas si no dieran cuenta de
la evolución paralela que, desde el pactum executivum, se ha operado
en uno de los presupuestos materiales de la ejecución: el título
ejecutivo '. Ahora bien, por razones que nos son impuestas por el
propio objeto de nuestra investigación, y que ya hemos apuntado,
solamente destacaremos de la misma los momentos más relevantes
para la formación del juicio ejecutivo cambiario; esto es, la
proclamación de la letra de cambio como título ejecutivo.

Y, en tercer lugar, sólo nos resta señalar, avanzando una


conclusión obtenida de una interpretación sistemática de los
materiales históricos analizados, que a pesar de que en la formación
de nuestro juicio ejecutivo han intervenido "elementos externos" a los
que seguidamente nos referiremos 2, su régimen jurídico vigente es el
resultado de una evolución que pertenece, enteramente, a la historia
jurídica española.

2. Contexto histórico-territorial en el que surgen los procesos


sumarios.

Desde la perspectiva del Derecho histórico comparado,


podemos situar los orígenes del denominado por la vigente Ley de

'.- Originariamente, además de la sentencia la única forma de-acudir a la ejecución era la


conclusión de un pacto privado de ejecución. El pactum executivum, que procedía del
derecho germánico, se realizaba sin intervención judicial alguna y consistía en una
cláusula de sometimiento del deudor a la ejecución en caso de incumplimiento. Cfr. por
todos PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, Proceso declarativo.
Proceso de ejecución, II, 2a ed., Pamplona, 1985, pág. 38; y DE LA PLAZA, Derecho
procesal civil español, vol. II, Madrid, 1943, pág. 520.
.- Quizá sea conveniente matizar el sentido que deba darse a la expresión "elementos
externos". Es cierto que la procedencia de tales elementos se sitúa fuera de los distintos
territorios españoles. Sin embargo, no debe olvidarse que estos territorios formaban parte
del área de influencia del Derecho romano que, como ordenamiento jurídico, no tenía
fronteras delimitadas por conceptos de soberanía territorial; cfr. al respecto,
GUTIERREZ-ALVIZ Y CONRADI, El procedimiento monitorio. Estudio de Derecho
comparado, Sevilla, 1972, pág. 15.
Enjuiciamiento civil "juicio ejecutivo" en la Italia comunal de la
segunda mitad del siglo XIII 3. El proceso ordinario vigente en la
época, el solemnis ordo iudiciarium, también denominado proceso
común, mixto o italo-canònico, era, como consecuencia de su
formación, resultado de la fusión de instituciones del Derecho romano
y germánico (longobardo-franco), y posterior evolución, bajo el
influjo del Derecho canónico, de tramitación lenta, complicada y
dispendiosa 4. Con la finalidad de soslayar estos inconvenientes, se
produjeron una serie de tentativas de reforma conducentes a obtener
una mayor rapidez en el procedimiento. De ellas destacaremos la
producida en el ámbito del Derecho estatutario de las ciudades
italianas, en las que comenzaron a abrirse camino una serie de
procedimientos especiales que, para alcanzar aquel objetivo, tenían
como característica común la reducción del conocimiento del Juez, la
cognitio summaria5. La sumariedad respondía a una finalidad
específica: proporcionar al acreedor, sin excesivas dilaciones, la
satisfacción de su derecho de crédito, o al menos, la garantía de la
realización del mismo. Estos procedimientos especiales han recibido
el nombre de "sumarios determinados", siendo el llamado juicio
sumario ejecutivo -processus executivus o mandatum de solvendo

.- Determinación temporal en la que coincide la doctrina consultada. Vid. por todos,


GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, (trad. Prieto Castro), Barcelona, 1936, pág.
20.
".- Vid. GUTIERREZ-ALVIZ Y CONRADI, El procedimiento monitorio. Estudio de
Derecho comparado, cit., págs. 15 y 16; GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, cit.,
págs. 18 y 19.
5
.- En su concepción influyeron las necesidades del creciente tráfico jurídico y
económico de la época que exigía cauces procesales más ágiles y más acordes con la
práctica comercial. La aplicación del proceso común quedaba condicionada al hecho de
que las distintas ciudades no lo derogasen en sus respectivos Estatutos.
Se observa, pues, ya en el Derecho intermedio, que el proceso mercantil empieza
a liberarse de las adherencias del proceso civil, elaborando estructuras procedimentales
propias. La fusión de ambos procesos, en la cual el proceso civil adopta los avances
procedimentales del proceso mercantil, no se producirá, en nuestro ordenamiento
jurídico, hasta el siglo XIX. Vid. sobre esta evolución, FAIREN GUILLEN, El juicio
ordinario y los plenarios rápidos, (Los defectos en la recepción del Derecho Procesal
común; sus causas y consecuecias en doctrina y legislación actuales), Barcelona, 1953,
págs. 239 y ss.
sine clausula del Derecho intermedio- una de las vías procesales que
se entienden comprendidas en dicha categoría 6.

La tramitación del processus executivus -proceso destinado al


ejercicio de la acción ejecutiva- se apoyaba en la idea de que toda
obligación, cuya existencia constase de una manera clara y
contundente, debía obtener inmediato cumplimiento sin tener que
pasar, antes, por el largo y costoso proceso ordinario. El acreedor,
reclamando la satisfacción de su crédito, se dirigía al Juez que dictaba
6
.- El mandatum de solvendo cum clausula iustificativa (origen del moderno
procedimiento monitorio) y el embargo preventivo o secuestro constituyen las restantes
instituciones procesales en las que se concretan los llamados procesos "sumarios
determinados".
La doctrina española y extranjera, al abordar el estudio de la formación de los
procesos sumarios, distingue entre "sumarios determinados" y "sumarios
indeterminados"; distinción hasta cierto punto útil al responder ambos procesos a una
misma motivación y ser contemporáneos. Sin embargo, se ha matizado este
planteamiento precisando que no constituyen dos subgrupos integrados en el común de
"juicios sumarios", pues, sumarios, en sentido estricto, sólo lo son los "determinados".
Los procesos "sumarios indeterminados" encuentran su punto de partida en la
decretal Saepe contingit, dada por Clemente V en 1306, que establece una serie de
medidas procedimentales para liberar al proceso de formalidades superfluas; entre ellas
cabe destacar la supresión de la litiscontestatio. Contrariamente a lo previsto para los
"sumarios determinados", la forma acelerada que adoptan los "indeterminados" no
obedece a un fin diverso del que se quisiera obtener por medio del proceso ordinario;
son, estos últimos, unos procedimientos sin limitación en cuanto al objeto, con cognición
plena y cuya sentencia tiene eficacia de cosa juzgada material. Por ello, se concluye que
la Clementina Saepe es la fuente principal del procedimiento declarativo ordinario
moderno y de los plenarios rápidos.
Para un tratamiento más extenso de estas dos formas de sumariedad y del período
histórico en el que se encuadran, vid. GUTIÉRREZ DE CABIEDES, "Aspectos
históricos y dogmáticos del juicio ejecutivo y del proceso monitorio en España", en
Estudios de Derecho procesal, Pamplona, 1974, págs. 418 a"421; GUTIERREZ-ALVIZ
Y CONRADI, El procedimiento monitorio. Estudio de Derecho comparado, cit., págs.
16 a 20; FAIREN GUILLEN, El juicio ordinario y los plenarios rápidos, cit., págs. 41 a
70; también de este autor "La clasificación de los procesos y procedimientos", en
Estudios de Derecho procesal, Madrid, 1955, págs. 373 a 380; PRIETO-CASTRO,
Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs. 38 y 39; TOMAS Y VALIENTE,
"Estudio histórico-jurídico del proceso monitorio", en Revista de Derecho Procesal
Iberoamericana y Filipina, núm. 1, 1960, págs. 43 a 46; CALAMANDREI, El
procedimiento monitorio, (trad. Sentís Melendo), Buenos Aires, 1953, pág. 74;
CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, (trad. Gómez Orbaneja),
Madrid, 1954, págs. 123 a 128; SEGNI, "El procedimiento intimatorio en Italia", en
Revista de Derecho Privado, núm. 168, 1927, pág. 306; GOLDSCHMIDT, Derecho
procesal civil, cit., págs. 18 a 20; ROSENBERG, Tratado de Derecho procesal civil,
(trad. Romera Vera), tomo I, Buenos Aires, 1955, págs. 18 a 20.
contra el deudor una orden incondicional de pago -mandatum de
solvendo sine clausula-. Es obvio que el sistema consistía en otorgar
fuerza ejecutiva a documentos distintos de la sentencia de condena.
De este modo, el gradual desarrollo del processus executives hacia la
consolidación de sus trámites, fue paralelo a la progresiva
construcción de un espectro más amplio de títulos que autorizaban a
proceder ejecutivamente como si de una sentencia se tratara7.

Junto a los elementos de carácter ejecutivo, estaban presentes


en dicho proceso, por influencia del Derecho romano, elementos de
naturaleza declarativa. El processus executives no descartaba la
oposición aunque no toleraba más que la alegación de excepciones de
fácil prueba. Así, se ofrecía al deudor la posibilidad de formular
oposición a los actos ejecutivos siempre que las excepciones alegadas

"'.- En una cauta y esquemática aproximación al tema, puesto que las fuentes de
conocimiento son indirectas y no muy numerosas -aunque coinciden en lo esencial-
puede señalarse que, en la evolución de los documentos con executionem paratam, se
distinguen diversos momentos históricos. De forma paralela al pacíum executivum, y
superando en el tiempo la vigencia exclusiva de éste, acceden a esta categoría en el s. XI
los instrumenta confessionaía en sentido estricto, basados en la simulación de un juicio
ante el juez ordinario (en el proceso romano clásico la confesión prestada en la fase in
iure se equiparaba a la res iudicata). En el siglo XIII, se concede dicho privilegio a los
instrumenta guarentigiata que responden al mismo fundamento que los anteriores, sólo
que la comparecencia no se hace ante el juez sino coram notario; estos documentos
contenían la cláusula guarentigia derivada de los primitivos pactos privados de ejecución.
En el siglo XIV adquieren fuerza ejecutiva los instrumenta publica sin necesidad de que
conste en ellos la cláusula guarentigia que ha devenido de estilo. La etapa final de esta
evolución se sitúa hacia el siglo XV, momento a partir del cual se otorga fuerza ejecutiva
a las scripturae privatae y, con el tiempo, se extiende a los documentos privados
comerciales, especialmente a la letra de cambio.
Si en el pactum executivum la fuerza ejecutiva dimanaba de la autonomía de la
voluntad de las partes, en el caso de los instrumenta guarentigiata, y de los documentos
públicos y privados, aquélla se confería por la Ley y los Estatutos.
Sobre este tema, vid, entre otros, DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales
del proceso de ejecución", (Aplicaciones al vigente Derecho español), I, en Revista de
Derecho Privado, núm. 333, diciembre 1944, págs. 900 a 904; FAIREN GUILLEN, "Un
nuevo descubrimiento sobre la historia del juicio ejecutivo en España: el ordenamiento
sevillano de 1360", en Estudios de Derecho procesal, cit., pág. 564 (recoge para esta
cuestión las conclusiones de BRIEGLEB, Geschichte des Executiv-Processes, Stuttgart,
1845); GUTIERREZ DE CABIEDES,"Aspectos históricos y dogmáticos del juicio
ejecutivo y del proceso monitorio en España", cit., lug. cit., págs. 421 y 422; MONTERO
AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, (con Orteils Ramos, Gómez
Colomer y Montón Redondo), Barcelona, 1994, págs. 193 a 195.
pudieran probarse in continenti. Las excepciones que no cumplían tal
requisito se reservaban para el proceso solemne 8. El fin del incidente
de cognición sumaria no era declarar la existencia y exigibilidad del
crédito, sino únicamente decidir si debía precederse o no a la
ejecución. Como consecuencia de ello, el juicio emitido en el
processus executivus sobre las excepciones en él examinadas no
obligaba al Juez del proceso ordinario 9.

Al hilo de esta exposición, no podemos dejar de señalar que el


juicio ejecutivo regulado en la Ley de Enjuiciamiento civil vigente
muestra claramente en sus trámites, a pesar del tiempo transcurrido, la
impronta del processus executivus 10. Esta observación adquiere, si
cabe, aún más relevancia al constatar que este cauce procesal de
factura italiana no ha logrado sobrevivir en el vigente Ordenamiento
procesal italiano, pues ha derivado en un proceso de cognición
sumaria sobre una base documental ".

.- Vid. DE LA PLAZA, Derecho procesal civil español, vol. Il, cit., págs. 521 y 522.
9
.- Vid. sobre el processus executivus, CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal
civil, vol. I, cit, págs. 280 a 282; también de este autor Principios de Derecho procesal
civil, (trad, de la 3a ed. italiana por J. Casais y Santaló), tomo II, Madrid, 1977, págs. 757
a 760; DE LA PLAZA, Derecho procesal civil español, vol. II, cit., págs. 520 a 523;
también de este autor, "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", II, lug.
cit., num. 335, febrero, 1945, pág. 81; GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, cit.,
pág. 20; VESCOVI, "La reforma del proceso ejecutivo para Iberoamérica: la adopción
del procedimiento de estructura monitoria", en Libro Homenaje a Jaime Guasp, Granada,
1984, págs. 587 a 589.
l0
.- Al respecto, son ilustrativas las palabras de DE LA PLAZA (Derecho procesal civil
español, vol. Il, cit., pág. 523) quien señala que "nuestro juicio ejecutivo, por su traza,
por su disposición, por su contenido, hasta por los efectos de la resolución que en él
recae, es heredero directo del processus executivus del derecho común".
.- "..., abandonadas las jurisdicciones privilegiadas y las formas solemnes del juicio
ordinario, han desaparecido las principales razones que sostenían la contraposición entre
la cognitio summaria del proceso ejecutivo y la cognitio plena del proceso ordinario.
Esta contraposición ya no existe. Por una parte, no hay necesidad de una cognitio
summaria para que quien tiene un título ejecutivo obtenga la ejecución forzosa, sino que
ésta se pide directamente a los órganos ejecutivos; por otra parte, en caso de oposición
del deudor, el conocimiento sobre la existencia y sobre el cese de la obligación, que tiene
lugar por parte del mismo juez de la ejecución, es conocimiento ordinario, es una
declaración perfectamente igual a la que tendría lugar en un juicio en que se hubiese
hecho valer la acción ordinaria (...). Un conocimiento puramente superficial (qualis
qualis demonstrado) no tiene ya lugar en el proceso ejecutivo", CHIOVENDA,
Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, cit., págs. 282 y 283.
3. Antecedentes históricos.

A) El Ordenamiento de 1360.

La trascendencia de este nuevo sistema procedimental, surgido,


como ya hemos indicado, de una reacción frente a los excesos
formalistas y antieconómicos del proceso ordinario, propicia su
expansión territorial. Por lo que al Derecho histórico español se
refiere, la recepción del juicio sumario ejecutivo se formaliza, según
FAIREN GUILLEN, en la Ley XVI del Ordenamiento sobre
Administración de Justicia dado, en 1360, por el Rey Don Pedro I a
Sevilla 12.

La ejecución sumaria regulada en dicha Ley, prevista para el


cobro de deudas pecuniarias, se basaba en un documento firmado por
notario y dos testigos, sin que fuera necesario que en él constara la
cláusula guarentigia 13. El Juez debía examinar la fuerza ejecutiva del

l2
.- FAIREN GUILLEN, "Un nuevo descubrimiento sobre la historia del juicio ejecutivo
en España: el ordenamiento sevillano de 1360", en Estudios de Derecho procesal, cit.,
págs. 558 y ss. Hasta sus investigaciones, que tuvieron su origen en el hallazgo de dicho
Ordenamiento de 1360 por el Dr. Sáez Sánchez, publicado íntegramente (consta de 37
leyes) en el Anuario de Historia del Derecho español, tomo XVII, 1946, págs. 7 1 2 a
750, se sostenía que el primer antecedente legislativo del juicio ejecutivo era una Ley de
20 de mayo de 1396, promulgada por Enrique III en Sevilla a petición de los mercaderes
genoveses de aquella ciudad.
No debe, sin embargo, olvidarse que estudios posteriores señalan antecedentes
más remotos del juicio ejecutivo sumario; hecho que pudiera"cuestionar el fenómeno de
la recepción en el siglo XIV. Vid. en este sentido LUMBRERAS VALIENTE,
"Aportación a la historia del juicio ejecutivo en el Derecho patrio", en Revista de
Derecho Procesal Iberoamericana y Filipina, núm. 2, 1960, págs. 243 a 252; y ESTEPA
MORIANA, "El juicio ejecutivo como proceso de ejecución en el Derecho histórico
español", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, núm. 1, 1977, págs. 88 a 91.
13
.- Vid. FAIREN GUILLEN, "Un nuevo descubrimiento sobre la historia del juicio
ejecutivo en España: el ordenamiento sevillano de 1360", cit., lug. cit., págs. 565 y 584.
No se exigía demanda formal escrita. Todo el Ordenamiento sevillano estaba regido por
el principio de oralidad.
Por la cláusula guarentigia se confería "amplio poder á los señores jueces de su
Magestad, que de este negocio deben conocer conforme á derecho, para que le apremien
á su cumplimiento, como por sentencia definitiva de juez competente, pasada en
autoridad de cosa juzgada y consentida, que por tal lo recibe" (Febrero novísimo, ó
documento y comprobar que la obligación estaba vencida. En su caso,
despachaba ejecución 14. Por tanto, la ejecución se fundaba en un
título legal, sin necesidad de pacto ejecutivo sobre la misma persona o
el patrimonio y sin previo conocimiento del Juez.

Antes de pasar a la enajenación forzosa de los bienes, se ofrecía


al deudor la posibilidad de oponerse a la ejecución. El carácter
sumario de dicho incidente se pone de relieve en la enumeración de
las excepciones que podían ser opuestas, en la limitación de los
medios de prueba y en la brevedad del período de prueba (9 días). Sin
embargo, debe señalarse que las excepciones venían determinadas en
la Ley XVI con poca rigidez en cuanto a su admisibilidad: "Pero si el
deudor allegare pago o alguna razón o alguna defensión derecha ..."
(la cursiva es nuestra). Por lo que respecta a los medios de prueba,
solamente se admitía la prueba documental, del mismo carácter y
calidad que el documento ejecutivo, y la confesión. Ahora bien,
cuando las excepciones opuestas eran las de falsedad, miedo, fuerza y
prescripción de la acción, cabía además la prueba testifical 15. La
oposición del deudor suspendía, sin más, la ejecución.

Con una técnica procesal bastante correcta, el Ordenamiento de


1360 separa la ejecución de documentos públicos con executionem
paratam (Ley XVI), de la ejecución de sentencias judiciales (Ley IX).
Respecto de esta última destacaremos que, al igual que la Ley XVI,
prevé en sus trámites un incidente contradictorio, apreciándose, sin

librería de jueces, abogados y escribanos, refundida y ordenada por D. Eugenio de


Tapia, tomo quinto, Valencia, 1829, pág. 12). La obra de D. José Febrero fue adaptada,
refundida, ordenada y actualizada por Gutiérrez, Aznar, Tapia, García Goyena, Aguirre y
Vicente y Caravantes; cfr. MONTERO AROCA, "Eugenio de Tapia, práctico y poeta",
en Trabajos de Derecho procesal, Barcelona, 1988, págs. 593 a 598.
.- La Ley XVI del Ordenamiento de 1360 principiaba con la siguiente disposición:
"Otrosí, tengo por bien que quando alguno mostrare alguna carta o alvala firmada del
nonbre del escrivano con dos testigos que sepan escribir (...), quel juez, vista la carta o el
alvala (...), quel faga fazer esecuçion della e faga vendiçion de los bienes del debdor, por
que el acreedor aya pago de su debdor sin luenga e sin otra malicia (...)"•
l5
.- Cfr. el Ordenamiento sobre Administración de Justicia dado por Pedro I a Sevilla en
1360, en Anuario de Historia del Derecho español, tomo XVII, cit., pág. 728.
embargo, en la regulación del mismo una mayor rigidez en cuanto a la
admisión de excepciones 16.

Sin embargo no es esta Ley de 1360 la que se incorpora a los


cuerpos legales posteriores, sino la Ley de 20 de mayo de 1396 I7 5 que
se hizo extensiva a todo el territorio nacional por la Lex Toletana,
promulgada en 1480.

La Lex Toletana será, en definitiva, la causante de la confusión


que el legislador español -"abrumado por la tradición una vez más"
(FAIREN GUILLEN)- presenta en torno a los conceptos básicos de la
ejecución forzosa y que se hará patente en las leyes procesales del s.
XIX. Y es que la Lex Toletana no se limita a recoger el texto íntegro
de la Ley de 1396, sino que al mismo añade la siguiente frase: "(...), y
esto mismo mandamos que se guarde, pidiéndose execució de
sentencia passada en cosa juzgada". Consagra, pues, la Ley de 1480 la
uniformidad de trámites para la ejecución forzosa, sin llegar a percibir
que el juicio sumario ejecutivo, regulado en las Leyes de 1360 y
1396, había sido concebido, como ya se ha señalado, únicamente para
1R
la ejecución de títulos ejecutivos extrajurisdiccionales .

l6
.- A estas conclusiones llega FAIREN GUILLEN tras un análisis comparativo de las
Leyes XVI y IX del Ordenamiento de 1360 (vid. "Un nuevo descubrimiento sobre la
historia del juicio ejecutivo en España: el ordenamiento sevillano de 1360", cit., lug. cit.,
págs. 578 a 580).
.- El procedimiento previsto en ambas leyes era prácticamente el mismo, reduciéndose,
las características específicas de la Ley de 1396, a la intervención judicial en la
constitución de los títulos ejecutivos contractuales y a una mayor flexibilidad, tanto en la
admisión de excepciones, como en los plazos para su alegación y prueba. En cuanto a la
prueba, si el deudor trataba de probar las excepciones propuestas mediante una prueba
"lenta" (v.gr. testifical), debía proceder, según se establecía en la Ley de 1396, a un
munimentum in manus créditons en forma de pago contra caución del acreedor, puesto
que si no lo hacía, no se suspendía la ejecución.
.- Vid. FAIREN GUILLEN, El juicio ordinario y los plenarios rápidos, cit., págs. 111,
197 y 198; y, también de este autor, "Un nuevo descubrimiento sobre la historia del
juicio ejecutivo en España: el ordenamiento sevillano de 1360", cit., lug. cit., pág. 589.
10

B) La Novísima Recopilación.

La forma sistemática de inserción individualizada de las leyes


sin un orden lógico, propia de la técnica recopiladora, consolidó la
situación hasta aquí expuesta. La Lex Toletana, que se inserta en la
Ley 64 de Toro, así como una confusa amalgama de leyes de
diferentes épocas sobre ejecución forzosa por deudas pecuniarias,
pasan a formar parte del Título XXI, Libro IV, de la Nueva
Recopilación que lleva por rúbrica: "De las entregas y execuciones de
contratos, y sentencias, y confesiones, y conocimientos, y de los
executores délias". Estas leyes se incorporan posteriormente a la
Novísima Recopilación, concretamente al Título XXVIII, Libro XI,
esta vez bajo el título "De los juicios executivos" 19. Junto a ellas,
aunque con distinto rango legal, seguían aplicándose diferentes leyes
de la Partida III.

A pesar de la entremezclada normativa, que hacía difícil al


intérprete determinar con precisión el régimen jurídico aplicable a las
diversas instituciones jurídicas, nuestros procesalistas no dudaron en
distinguir dos vías procesales para el otorgamiento de la tutela
judicial en materia civil. Estas eran la "via executiva" y la "via
ordinaria", o también denominadas "juicio executive" y "juicio
ordinario". Es decir, cuando se referían a lo que la doctrina procesal
moderna denomina "proceso de ejecución singular", utilizaban
indistintamente, y por oposición a "juicio ordinario", los términos
on "
"via executiva" o "juicio executive" . Esta identificación venía

.- En las 17 leyes del Tít. XXVIII, Lib. XI era donde se regulaba realmente el proceso
de ejecución, ya que si bien el Tít. XVI rezaba "De la execucion de las sentencias, y
despacho de executorias" estaba compuesto sólo por cinco leyes en las que se establecía
cuando aquéllas eran ejecutivas.
20
.- Vid., entre otros, HEVIA BOLAÑOS, Curia Filípica, (Primera y segunda parte),
Madrid, 1700; la primera parte está dedicada al "juyzio ordinario" y la segunda, págs. 69
a 121, reza "Del juyzio executive", destinando el primer subepígrafe al concepto de "via
executiva" que, según el citado autor, "es la que se tiene á la execucion, y cumplimiento
de los casos, è instrumentos que la traen aparejada, la quai es de su naturaleza breve y
sumaria". ELIZONDO (Práctica universal forense de los Tribunales de España, y de las
Indias, tomo primero, sexta impresión, Madrid, 1796) distingue en su obra entre "juicio
favorecida por el hecho de que todos los instrumentos ejecutivos,
tanto los de factura judicial como extrajudicial, se sustanciaban por
los mismos cauces 21; esto es, por los cauces del juicio civil ejecutivo
que "es un juicio sumario que se introdujo en favor de los acreedores,
para que sin experimentar los dispendios ni dilaciones de la via
ordinaria, ni las molestias ó vejaciones de los deudores morosos,
consiguiesen brevemente el cobro de sus créditos, sin distraerse del
desempeño de sus deberes respecto á sus empleos, oficios o
familias"22. Así, se afirmaba que el juicio ejecutivo era "un juicio
sumario en que no se trata de declarar derechos dudosos y
controvertidos, sino solo de llevar á efecto lo que ya está determinado
por el juez ó consta evidentemente de uno de aquellos títulos que por
sí mismos hacen prueba plena y á que la ley da tanta fuerza como á la
decisión judicial" 23 .

executive", "juicio ordinario", "juicio criminal" y "juicio eclesiástico. Esta distinción está
presente también en Febrero novísimo, ó librería de jueces, abogados y escribanos, tomo
quinto, cit., pág. 6; y en ORTIZ DE ZUÑIGA, Biblioteca de escribanos, (ó Tratado
general teórico-práctico para la completa instrucción de estos funcionarios), tomo II,
Madrid, 1841.
21
.- Así se ha declarado que "a lo largo de nuestro derecho histórico no se ha distinguido
nunca entre la ejecución que tiene por base un título jurisdiccional de la que se realiza en
virtud de uno extrajudicial, de forma que el verdadero -y único- proceso de ejecución era
el juicio ejecutivo" (FERNANDEZ LÓPEZ, La tercería de dominio, Madrid, 1980, pág.
202).
22
.- Febrero novísimo, o libreria de jueces, abogados y escribanos, tomo quinto, cit.,
pág. 6.
23
.- ESCRJCHE, Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia, nueva edición
reformada y considerablemente aumentada por D. León Galindo y de Vera y D. José
Vicente y Caravantes, tomo III, Madrid, 1875, pág. 509.
Los títulos que traían aparejada ejecución eran varios. De una exegesis de
diferentes leyes del Libro XI de la Novísima Recopilación y de la Partida III, se obtuvo la
siguiente relación, que consta en las págs. 19 y 20 de la obra citada: "1a. La sentencia que
se declaró por pasada en autoridad de cosa juzgada. 2a. La ejecutoria dada por tribunal
superior competente, ya sea confirmando ó revocando la sentencia del juez inferior. 3a.
La confesión de la deuda hecha en juicio, y el juramento litis decisorio. 4a. Los
conocimientos, vales y papeles simples después de reconocidos conjuramento por el que
los hizo ante juez competente, ó de su orden por escrito ante el alguacil ó escribano, ó
ante este solamente, aunque no contengan expresión del dia, mes y año en que se
hicieron. 5a. El instrumento público ó auténtico que hacen fe; bien que el auténtico solo
la traerá si se reconoce judicialmente, y no de otra suerte, porque aunque hace prueba en
juicio, ninguna ley lo constituye ejecutivo como al público, por ser cosa muy diversa. 6a.
La liquidación ó instrumento simple líquido de cantidad, daños é intereses, siendo
reconocido y consentido por la parte con la solemnidad expuesta. 7a. Los libros y cuentas
12

Bajo el enunciado "juicio ejecutivo" los procesalistas de la


época trataban tanto la ejecución de las deudas pecuniarias, como no
pecuniarias, dedicando mayor atención a las primeras 24. Nosotros,
por razones que son obvias, también centraremos en ellas nuestro
estudio.

extrajudiciales hechas por las partes ó por los contadores que eligen, si estas las
reconocen y consienten en juicio, según queda dicho, ó en instrumento público, y no de
otra suerte. 8a. El rescripto, cédula ó provisión del Rey ó Príncipe que no reconoce
superior en lo temporal, y los Reales privilegios. 9a. Los juros, libranzas y situaciones
que se dan por el Rey ó por quien en su nombre tiene potestad contra sus tesoreros,
cobradores, administradores y arrendadores de su Real haber. 10a. Los pareceres
conformes de los contadores".
24
.- Este hecho se aprecia claramente en la obra de HEVIA BOLAÑOS, Curia Filípica,
cit.. De las cincuenta y dos páginas que dedica a la "via executiva", destina solamente
tres párrafos, en la pág. 91, a la ejecución forzosa de condenas no pecuniarias: "Quando
se pide execucion, ò possession de cosa cierta en especie, que se deba entregar, el Juez
manda al executado que la entregue, y le compele, y apremia à ello, y se entrega, y da
possession de ella al exécutante, sin ser necessario mas diligencia: lo qual puede hazer
(siendo necessario) aunque sea con gente armada (...)"; "Tratándose de execucion de
derechos incorporales, como de presentar, ò elegir, no es necessario, sino que la parte a
quien competen, puede de su autoridad usar de su derecho, (...)"; "Quando se trata de
algún hecho personal que ay obligación precisa de hazer la persona, ò deposito que se
debe entregar, ò restituir, ha de ser compelida à ello, por prisión, y toma de bienes; y
siendo necessario, venta y remate de ellos, hasta que lo cumpla, (...)".
De forma semejante, en el Febrero novísimo, o libreria de jueces, abogados y
escribanos, tomo quinto, cit., se trata brevemente el tema en las págs. 34 y 35.
El escaso interés mostrado por el estudio de la ejecución forzosa de condenas no
pecuniarias pudo venir motivado por la precariedad de su regulación legal. El Tít. XVI,
del Lib. XI de la Novísima Recopilación reza: "De la execucion de las sentencias, y
despacho de executorias", y comprende solamente cinco leyes. En la primera se establece
la forma de hacer efectiva una condena no pecuniaria: "Ordenamos, que después que el
juicio, que se diere por el Alcalde, fuere confirmado ó pasado en cosa juzgada, que el
Alcalde que diere el juicio lo haga cumplir y executar hasta tercero dia, si fuere sobre
raiz ó muebles, que no sea de dineros; y si el juicio fuere dado sobre dineros, hágalo el
Alcalde executar hasta diez dias".
Lo expuesto no hace sino reflejar la penuria legal a la que estaba sometida la
ejecución de deudas no pecuniarias. A esta situación no han sabido poner remedio las
leyes procesales civiles posteriores; vid. sobre este tema, TAPIA FERNANDEZ, Las
condenas no pecuniarias, Palma de Mallorca, 1984, págs. 13 a 15; FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, La ejecución forzosa. Las medidas cautelares. 4a ed.,
Madrid, 1995, pág. 323; MONTERO AROCA, Derecho Jurisdiccional, II, Proceso Civil
2.°, cit., pág. 71.
13

En virtud de cualquiera de los documentos a los que las


diferentes leyes vigentes en la época otorgaban fuerza ejecutiva 25, el
acreedor podía solicitar al Juez que expidiera mandamiento de
ejecución contra los bienes del deudor. Si ajuicio del Juez el acreedor
estaba legitimado para pedir la ejecución, la demanda reunía todos los
requisitos legales, el título presentado tenía aparejada ejecución, y la
deuda en él documentada era líquida, cierta y estaba vencida,
mandaba aquél despachar ejecución por su importe y las costas
causadas 26. Aunque no siempre el Juez actuaba del modo señalado,
Así, era frecuente, en aquella época, el recurso al denominado
"traslado sin perjuicio", consistente en que los jueces, con la finalidad
de que el deudor tuviera más tiempo para buscar dinero y pagar, y a
pesar de que concurrían las circunstancias requeridas para despachar
ejecución, no la despachaban inmediatamente, sino que señalaban un
plazo en el que debía satisfacer la deuda o alegar la causa o razón para
0*7
no hacerlo .

25
.- Vid supra, nota 23.
26
.- En el escrito en que se pedía la ejecución, o después de presentado, el actor debía
jurar la certeza de la deuda, bajo pena de nulidad de la ejecución (Ley VI, Tít. XXVIII,
Lib. XI Novísima Recopilación), Además, para no incurrir en la pena de satisfacer el
exceso y otro tanto que por la plus petición imponía la citada Ley VI, se incluía en la
demanda la cláusula "protesto admitir en cuenta legítimos y justos pagos".
1
.- La práctica del "traslado sin perjuicio" no privaba al acreedor de su derecho de
ejecutar "pero lo cierto es que siguiendo, según están obligados, el rigor de la ley, deben
despachar mandamiento ejecutivo contra sus bienes" (Febrero novísimo, ó libreria de
jueces, abogados y escribanos, tomo quinto, cit., pág. 82). La ley a la que se hace
referencia en la obra citada es la Ley XII, Tít. XXVIII, Lib. XI de la Novísima
Recopilación, en la que se establecía: "...; ordenamos y mandamos, que quando se pidiere
alguna execucion, y al Juez le paresciere, que la escritura, ó recaudo porque se pide, debe
ser executada, dé su mandamiento de execucion, sin citar á la parte executada para ello".
La constatación de la práctica forense extralegal del "traslado sin perjuicio"
refuerza la hipótesis, sostenida por algunos procesalistas, relativa al hecho de que el
procedimiento monitorio o mandaíum de solvendo cum clausula iustificaíiva, nunca
regulado por disposición legal, no fue completamente desconocido en España. Vid. en
este sentido, GUTIERREZ-ALVIZ Y CONRAD1, El procedimiento monitorio. Estudio
de Derecho comparado, cit., págs. 30 a 32; TOMAS Y VALIENTE, "Estudio histórico-
jurídico del proceso monitorio", cit., lug. cit., págs. 42 y 90 a 99.
14

Una vez despachada la ejecución se requería de pago al deudor


*yQ
y si no pagaba debía señalar bienes en los que trabar la ejecución .
Hecha la traba debía notificarse al deudor el estado de la ejecución.
Por medio de dicha notificación se le advertía que, pagando dentro de
las veinticuatro horas siguientes, se libraría del pago de las costas, y
del de la décima si satisfacía la deuda dentro de las setenta y dos
horas 29. Habiéndose notificado al deudor el estado de la ejecución se
le citaba de remate para que opusiera las excepciones que tuviere. Si
el deudor no planteaba oposición debía el Juez, acusada una rebeldía
por el ejecutante, pronunciar sentencia de remate mandando continuar
la ejecución 30.

La oposición no se caracterizaba por la rigidez: el ejecutado


podía, del mismo modo que en la vía ordinaria, proponer cualquier
excepción legítima para eludir, en el caso de probarla cumplidamente,
la sentencia de remate 3I . En cambio, si por falta de prueba el Juez

28
.- De acuerdo con la Ley XII, Tít. XXVIII, Lib. XI de la Novísima Recopilación debían
embargarse en primer lugar los bienes muebles y, a falta de ellos, los bienes raíces.
29
.- Así estaba prevenido en las Leyes XV, XVI y XVII, Tít. XXX, Lib. XI de la
Novísima Recopilación. La décima (décima parte del importe de la deuda) era un
derecho de la ejecución que correspondía a los alguaciles. Estos no podían cobrarse antes
de resarcir completamente al acreedor. La décima fue suprimida por Real Orden de 10 de
junio de 1835; vid. voz "décima", ESCRICHE, Diccionario razonado de Legislación y
Jurisprudencia, nueva edición reformada y considerablemente aumentada por D. León
Galindo y de Vera y D. José Vicente y Caravantes, tomo II, Madrid, 1874, pág. 604.
30
.- Ley XII, Tít. XXVIII, Lib. XI de la Novísima Recopilación. Vid. ESCRICHE,
Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia, tomo III, cit., pág. 519.
Del acuse de rebeldía, que en nuestro derecho histórico se concebía como una
iniciativa necesaria de la parte para que se operara la sucesión de una fase procesal a la
siguiente, se ha pasado, en la LEC vigente, en concreto en el art. 1462, a una especial
declaración de rebeldía (no le son aplicables los preceptos de los arts. 281, 527 y 528
LEC) carente de sentido en un proceso de ejecución y a la que se ha acudido, como
veremos, para fundamentar la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo. Vid. sobre el
particular, MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, T
ed., por D. H. Dago Sáinz y D. J. de Molinuevo Junoy, tomo VI, artículos 1318a 1560,
Madrid, 1957, págs. 481 y 482.
3
'.- Así lo recoge HEVIA BOLAÑOS, Curia Filípica, cit., pág. 103: "Y se pueden alegar,
y poner, y han de admitir para ello qualesquiera excepciones mutuas, peticiones de
compensaciones, y reconvenciones, y las demás legitimas excepciones, que en la via
ordinaria se pueden, y deben poner, y admitir sin distinción, ni especialidad alguna". Se
basaba, el autor de la Curia, en las Leyes I, II y XIX, Tít. XXI, Lib. IV de la Nueva
Recopilación, en las que se ponía fin a la enumeración de las excepciones, con las
15

desestimaba los motivos alegados, dictaba sentencia de remate en la


que no realizaba ningún tipo de declaración de derechos. En ella
simplemente se ordenaba continuar la ejecución por la cantidad
principal, su décima y costas procesales causadas y las que se
causasen hasta su completo reintegro, pasándose a la vía de
apremio32.

Si se demostraba que no había lugar al despacho de la ejecución


porque el título en que se fundó no era ejecutivo, o porque la deuda

expresiones siguientes: "... y tal que de derecho se deba recebir" o "... la tal paga ó
legítima excepción". Incluso las excepciones de "largo examen" debían admitirse por si
el deudor lograba probarlas dentro del plazo legal de 10 días (in continenti). En parecidos
términos se expresa ELIZONDO, Práctica universal forense de los Tribunales de
España, y de las Indias, tomo primero, cit., pág. 15, si bien puntualizaba que la
excepción de litispendencia no podía admitirse en "lo executive. (...); porque el Juicio
Executive no causa instancia".
Las leyes I, II y XIX, Tít. XXI, Lib. IV de la Nueva Recopilación pasaron a
formar parte de las leyes I, III y XII, Tít. XVIII, Lib. XI de la Novísima Recopilación.
Partiendo de lo dispuesto en las leyes citadas, se llevó a cabo una sistematización de las
excepciones que el ejecutado podía oponer en vía ejecutiva. Así, se distinguieron tres
clases de excepciones: las directas (que estaban enumeradas en la Ley III: pago, pacto o
promesa de no pedir la deuda, falsedad, usura, fuerza y miedo), las útiles (no se hacía de
ellas mención específica en las leyes citadas, pero se inferían de su contenido; se,citan
entre otras: la compensación, la transacción, la novación de contrato, la prescripción, el
compromiso, la declinatoria de fuero, etc.) y la tercera clase estaba formada por aquellas
excepciones que, si bien no se inferían de las leyes citadas, se admitían siempre y cuando
pudieran probarse y liquidarse in continenti. Vid. sobre este tema, Febrero novísimo, ó
librería de jueces, abogados y escribanos, tomo quinto, cit., págs. 113 a 151.
Sin embargo, esta interpretación extensiva no se acomododaba a los principios
rectores de derecho común y hubo de rectificarse en los arts. 327 y 328 de la Ley de
Enjuiciamiento sobre los negocios y causas de comercio de 1830, en cuyas
prescripciones se apoyó la Ley de Enjuiciamiento civil de 1855.
En cuanto a los medios de prueba, la ley I, del Tít. XXI, Lib. XI de la Novísima
Recopilación los limitaba a instrumentos públicos, confesión y testigos. Sin embargo, se
hizo una interpretación extensiva de la citada ley: "Pueden hacer las partes sus
respectivas probanzas por testigos, instrumentos y demás medios legales, aunque la
ejecución se haya despachado en virtud de instrumento público, porque la ley 1. tit. 28.
lib. 11. Nov. Rec. habla disyuntivamente, y no dice que se hayan de probar precisamente
las excepciones por otro también público" (Febrero novísimo, ó libreria de jueces,
abogados y escribanos, tomo quinto, cit., pág. 144. -la cursiva es nuestra-).
.- Se llamaba vía de apremio al período del juicio ejecutivo que transcurría desde la
sentencia de remate hasta que ésta quedaba enteramente ejecutada, con el pago del
crédito que reclamó el acreedor y las costas del juicio; vid. Febrero o librería de jueces,
abogados y escribanos, 4a ed. por D. José de Vicente y Caravantes, tomo IV, Madrid,
1852, pág. 318.
16

no estaba vencida, o "por otro semejante defecto", el Juez no sólo


debía abstenerse de dictar sentencia de remate, sino que además en
pena de su impericia o descuido debía restituir con el cuatro tanto los
derechos percibidos y pagar las costas causadas a las partes 33.

La sentencia dictada en el juicio ejecutivo no producía


excepción de cosa juzgada para el juicio ordinario; al deudor "le
queda siempre salvo é ileso su derecho para usar de él en la via
ordinaria según le convenga"34.

Sin embargo, algunos autores intuyeron que la tramitación


debía ser distinta según el origen del título ejecutivo. En este sentido,
se sostuvo que la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada,
podía llevarse a efecto por la vía de apremio sin que precedieran los
trámites anteriores del juicio ejecutivo 35. Tampoco pasó por alto otra
peculiaridad del citado título ejecutivo, a saber: la limitación de las
excepciones oponibles. Las excepciones que no "arguyen de injusta la
sentencia, sino que moderan su ejecución" podían alegarse en el
incidente de oposición a la ejecución (v. gr. la compensación) siempre
que no se hubieran opuesto en "la causa principal antes de la
sentencia, y el juez las haya despreciado expresa o tácitamente, pues
entonces no se puede alegar ni oponer á la ejecución; porque esta
exclusión ó desprecio tácito ó expreso pasa á cosa juzgada
simultáneamente con la misma sentencia, y produce excepción contra
el que las opone". Las concernientes "á los méritos de la causa
principal", es decir, las que "la arguyen de injusta, y se dirigen á
rescindirla y revocarla" no podían oponerse después de la sentencia
ya que "después de la cosa juzgada nada hay que hacer mas que

33
.- Ley XI, Tít. XXX, Lib. XI, Novísima Recopilación.
.- Febrero o librería de jueces, abogados y escribanos, tomo IV, cit., pág. 165. Ahora
bien, si se trataba de una ejecución con base en una sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada no cabía ulterior discusión sobre si la acción ejecutiva había sido
debidamente utilizada.
.- Vid. ob. cit., nota anterior, pág. 235.
17

ejecutar lo que se determinò". Se admitía, por último, la excepción de


nulidad de la sentencia en cuya virtud se pedía ejecución 3Ó.

Este es, en líneas generales, el iter procedimental del juicio


ejecutivo diseñado por nuestro Derecho histórico, cuyas breves
referencias no podemos finalizar sin mencionar un determinado
documento mercantil que configurará, en su día, una especialización
de dicho procedimiento.

La consagración de la letra de cambio, aceptada y reconocida,


como título ejecutivo inmediato y general se produce por una
Pragmática Sanción expedida por Carlos III el 2 de junio de 1782,
recogida en la Ley VII, Título III, Libro IX de la Novísima
Recopilación 37. Con anterioridad a esta fecha, en todos aquellos
lugares en que, por carecer de una ley particular, la letra de cambio no
era considerada título ejecutivo hubo de acudirse, para la ejecución de
las obligaciones contenidas en la misma, a la Leyes II (documento
público) y V (documento privado reconocido) del Título XXI, Libro
IV de la Nueva Recopilación 38.
36
.- Vid. Febrero novísimo, ó librería de jueces, abogados y escribanos, tomo quinto, cit.,
págs. 125 y 149 y 150.
37
.- En la Ley VII, Tit. Ill, Lib. IX de la Novísima Recopilación se dispone: "Declaro por
via de regla y punto general, que toda letra aceptada sea executiva como instrumento
público, y en defecto de pago del aceptante la pague executivamente el que la endosó á
favor del tenedor de la letra, y en falta de este, el que la hubiese endosado antes, hasta el
que la haya girado por su orden, sin que sobre este punto se admitan dudas, opiniones ni
controversias; y que el tenedor de la letra tampoco tenga necesidad de hacer excusión,
cuando los primeros aceptantes hubieren hecho concurso ó cesión de bienes, ó se hallare
implicada y difícil la paga por concurrencia de acreedores, ú otro motivo, pues basta
certificación del impedimento para recurrir pronta y ejecutivamente contra los demás
obligados al pago". La ley transcrita suscitó el siguiente comentario: "de modo, que una
vez aceptada y reconocida judicialmente la letra, aunque el aceptante no tenga fondos ó
caudal del librador ó endosante, puede ser apremiado á satisfacerla, sin que le sirva esta
excepción, como antes de dicha pragmática le servía para eximirse, y asi los demás que
nombra por su orden" (Febrero novísimo, ó librería de jueces, abogados y escribanos,
tomo quinto, cit., pág. 27).
.- De las disposiciones de índole local citaremos -por contener una regulación global de
la materia cambiaria que ya reflejaba la concepción de una cambial desligada del
contrato de cambio- las Ordenanzas de Bilbao de 1737, en cuya norma IV, del capítulo
XIII se disponía que a las letras de cambio se ha de dar la misma fe y crédito que a las
escrituras auténticas, otorgadas ante escribanos, para que se lleven a "pura y debida
18

4. Precedentes legislativos mediatos.

A) Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y causas de


comercio, de 24 de julio de 1830.

La Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y causas de


comercio, de 24 de julio de 1830, se promulgó para procurar la
efectividad de las normas jurídicas contenidas en el Código de
comercio (en adelante CCom) de 1829 39. La anticipación de la
regulación procesal mercantil respecto a la ordinaria obedece a un
mayor grado de evolución de la jurisdicción consular que reclamaba

execucion, con efecto, sin preceder Demanda, Respuesta, ni Condición (...)". Normas
similares contenían las Ordenanzas del Consulado de Bilbao de 1531 y las del Consulado
de Burgos de 1538.
No quisiéramos retroceder más en el tiempo, pues ello nos obligaría a efectuar un
estudio pormenorizado de la transición del antiguo instrumentum ex causa cambii a la
moderna cambial; estudio que, por otra parte, corresponde a la historia del Derecho
cambiario. Para este tema nos remitimos, entre otros, a GARRIGUES, Curso de Derecho
mercantil, tomo I, 7a ed., Madrid, 1976, págs. 764 a 769; AGUILERA-BARCHET,
Historia de la letra de cambio en España, Seis siglos de práctica trayecticia, Madrid,
1988, págs. 674 a 676; ASCARELLI, Teoría general de los títulos de crédito, (trad. R.
Cacheaux), México, 1947, págs. 43 a 50; PAVONE LA ROSA, La letra de cambio, (trad.
O.J. Maffia) Buenos Aires, 1988, págs. 15 a 25; HUECK y CANARIS, Derecho de los
títulos-valar, (trad. J. Alfaro), I a ed., Barcelona, 1988, págs. 65 a 69.
39
.- En la Exposición de Motivos de la Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y causas
de comercio, promulgada por D. Fernando VII, se dice lo siguiente: "Por cuanto después
de haber decretado en el Código que promulgué en treinta de mayo de mil ochocientos
veinte y nueve las leyes que arreglan las relaciones del comercio, y determinan las
formas y efectos de sus contratos, era necesario proveer al buen orden de su aplicación,
estableciendo un sistema de procedimientos en que se concilien la celeridad de sus
trámites y la economía de sus espensas con las formalidades indispensables para asegurar
el acierto en las sentencias, á cuya consecuencia me reservé en el artículo 1219 del
Código promulgar una Ley que arreglase el orden de instrucción y sustanciación en todos
los procedimientos é instancias que tienen lugar sobre los negocios de comercio,
poniéndolo en ejecución, he venido en decretar y decreto, para que se guarde y observe
en todos los Juzgados y Tribunales del Reino, la siguiente".
El art. 1219 CCom de 1829 aludía a una ley procesal mercantil que debía entrar
en vigor provisionalmente hasta la promulgación de un Código de Enjuiciamiento. Esta
ley provisional fue la de 24 de julio de 1830.
19

un orden sistemático de los procedimientos destinados a resolver


sobre obligaciones y derechos derivados de actos de comercio .

En cuanto al sistema procesal diseñado por la Ley de 1830,


debe señalarse que si bien es perceptible un avance importante en aras
a una mayor agilidad en la tramitación de los juicios declarativos 41,
no se observan innovaciones sustanciales en la ejecución forzosa,
pues viene a consagrar la dinámica procedimental de siglos
anteriores.

Con todo, una de las novedades a destacar relativas a la


ejecución forzosa es de carácter terminológico: para referirse a lo
mismo, es decir, al proceso de ejecución singular, prescinde de la
tradicional denominación "juicio ejecutivo" y la sustituye por
"procedimiento ejecutivo". Por otro lado, debe puntalizarse que
cuando la Ley de 1830 habla, en su Título VIII, de procedimiento de
apremio (arts. 350 a 363) no se refiere a la vía de apremio, que en
nuestro Derecho histórico -como en el vigente- significaba realización
forzosa de los bienes embargados, sino a un proceso especial
reservado para la ejecución de ciertos títulos relacionados con el
comercio marítimo.

La Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y causas de


comercio no menciona la tradicional distinción entre proceso de
ejecución sobre una cosa mueble o raíz y proceso de ejecución sobre
dinero. En efecto, a tenor del art. 307, el procedimiento ejecutivo no

.- Cfr. FAIREN GUILLEN, Temas del ordenamiento procesal, tomo I, Historia. Teoría
general, Madrid, 1969, pág. 67.
.- La recepción en España de los juicios plenàries rápidos se produjo primero en el
ámbito mercantil y posteriormente en el civil. Las regulaciones procesales contenidas en
el Código de comercio de 1829 (arts. 1209 y ss.) y en la Ley de Enjuiciamiento mercantil
de 1830 se inspiran en los principios procedimentales dimanantes de la Saepe contingit y
los Estatutos italianos (s. XIV). Esta influencia es notoria en la sustanciación del juicio
ordinario (arts. 108 a 168) y en la del procedimiento en negocios de menor cuantía (arts.
446 a 458) de la Ley de 1830. Cfr. al respecto FAIREN GUILLEN, El juicio ordinario y
losplenarios rápidos, cit., págs. 101 y ss.
20

puede recaer sino sobre cantidad numeraria, determinada y líquida.


Su ámbito quedaba reducido, pues, a la reclamación de deudas
líquidas de naturaleza mercantil.

En el art. 305 no se recoge solamente el principio básico de la


ejecución forzosa -nulla executiu sine titulo-, sino que sanciona qué
es lo que convierte un documento en título ejecutivo: "El
procedimiento ejecutivo no tiene lugar sino en virtud de un título que
por disposición espresa de ley traiga aparejada ejecución" (la cursiva
es nuestra) 42. En el art. 306, se formula una relación numerus clausus
de los títulos ejecutivos, el primero de los cuales es la sentencia
judicial, aunque determina su contenido: "sentencia judicial
ejecutoriada que condena á la entrega de algunos efectos de comercio,
ó al pago de cantidad determinada"43. Junto a ella y a otros títulos 44,
tenían aparejada ejecución, según el núm. 5 del art. 306: "las letras de
cambio, libranzas, vales o pagarés de comercio en los términos que
disponen los artículos 543, 544 y 566 del Código".

De acuerdo con el art. 543 CCom de 1829 "las letras de cambio


producen acción ejecutiva" -es decir, son título ejecutivo- "para exigir
en sus casos respectivos del librador, aceptantes y endosantes el pago,
reembolso, depósito y afianzamiento de su importe". El despacho de

42
.- Ni en el art. 941 de la Ley de Enjuiciamiento civil de 1855, ni en el art. 1429 de la de
1881 se halla un precepto tan claro y terminante acerca del origen del título ejecutivo.
Hecho que demuestra que en nuestras Leyes de Enjuiciamiento civil estaba plenamente
asumido que lo que convierte a un documento en título ejecutivo es una disposición
expresa de la Ley.
43
.- Si la deuda consistía en la entrega de efectos de comercio, la computación a metálico
se realizaba conforme a lo establecido en el el art. 309: "Cuando la deuda consista en
efectos de comercio, se liquidará su equivalencia en numerario por los precios del
mercado de la plaza, según certificación de los síndicos del colegio de corredores, si lo
hubiere en ella, ó no habiendo colegio, por la de dos corredores nombrados de oficio,
quedando á salvo su derecho al deudor para pedir la reducción si hubiere exceso,
mediante su prueba en el término del encargado".
.- Estos títulos, que también venían relacionados en el art. 306, eran los siguientes:
escritura pública; confesión judicial; pólizas originales de contratos celebrados con
intervención de corredor público; facturas, cuentas corrientes y liquidaciones aprobadas
por el deudor, precediendo reconocimiento judicial de la firma; y, contratas privadas
suscritas por los contratantes y reconocidas enjuicio como legítimas y ciertas.
21

la ejecución tenía lugar "con vista de la letra y protesto, y sin más


requisito que el reconocimiento judicial que hagan de su firma el
librador ó el aceptante demandado sobre el pago. Con respecto al
aceptante que no hubiere puesto tacha de falsedad á su aceptación al
tiempo de protestar la letra por falta de pago, no será necesario el
reconocimiento judicial, y se decretará la ejecución desde luego en
vista de la letra aceptada, y el protesto por donde conste que no fue
pagada" (art. 544). Finalmente el art. 566 CCom de 1829 equiparaba,
a efectos del despacho de la ejecución, los vales y libranzas a los
documentos privados, pues disponía que: "La acción ejecutiva de los
vales y libranzas no puede ejercerse sino después de haber reconocido
judicialmente su firma la persona contra quien se dirige el
procedimiento"45.

La sustanciación del "procedimiento ejecutivo" no venía


condicionada por la naturaleza del título ejecutivo. Así, no se observa
diferencia alguna entre la ejecución de la "sentencia judicial
ejecutoriada" y la de los restantes títulos ejecutivos
extrajurisdiccionales 46.

Los trámites del "procedimiento ejecutivo" no difieren de los


diseñados en nuestros textos históricos, aunque se esbozan, por
primera vez, de modo ordenado y preciso: despacho de la ejecución,
requerimiento de pago, embargo, citación de remate, posible incidente

.- El Código de comercio de 1829 regulaba conjuntamente las libranzas y los vales o


pagarés (arts. 558 a 571). El pagaré era únicamente un acto de comercio cuando procedía
de operaciones de carácter mercantil y se le aplicaba el régimen jurídico previsto para la
letra de cambio -con algunas excepciones, v. gr. preceptos reguladores de la aceptación-.
Debía librarse a la orden y se transmitía por endoso.
En cambio, el citado cuerpo legal no se refiere al cheque ya que en aquella época
no existía un tráfico bancario de depósito que exigiera su regulación. El cheque se
reglamenta por primera vez en el Código de comercio de 1885. Cfr. GARRIGUES, Curso
de Derecho mercantil, tomo I, cit., págs. 929 a 931; LANGLE, Manual de Derecho
mercantil español, tomo II, cit., pags. 426 y 427.
46
.- Cfr. FÀBREGA Y CORTES, Lecciones de práctica forense, 2a ed., Barcelona, 1921,
pág. 279.
22

de oposición, sentencia y remate de los bienes embargados (arts. 314


y ss.).

El "procedimiento ejecutivo" princiaba por demanda -que debía


ajustarse a los requisitos generales del art. 41 47- en la que el acreedor
debía "jurar ser cierta la deuda", ya que en caso contrario aquélla no
se admitía. Junto a la demanda ejecutiva debía acompañarse el título
ejecutivo (art. 312). Siendo procedente la ejecución, el tribunal
libraba al aguacil mandamiento para que requiriera personalmente de
pago al deudor. Si éste no pagaba en el acto, se procedía a embargarle
bienes "en cantidad suficiente para cubrir la deuda y costas" (art.
315)48. La traba se notificaba al deudor y se le citaba al mismo tiempo
de remate (art. 321).

A partir de la citación de remate, el deudor tenía un plazo de


tres días para satisfacer la deuda u oponerse a la ejecución (arts. 321 y
322). Si el deudor no pagaba ni se oponía, el tribunal dictaba
sentencia de remate mandando proceder a la venta de los bienes
embargados para, con lo obtenido, hacer pago al acreedor (art. 324).
En el supuesto de que el deudor quisiera interponer excepciones,
únicamente podía alegar las señaladas en los arts. 327 y 328 de la Ley
de Enjuiciamiento de 1830.

47
.- En el art. 41 de la Ley de Enjuiciamiento de 1830 se disponía que: "Las demandas y
los demás escritos ó alegaciones sobre negocios de comercio se estenderán con la
claridad posible, escusándose redundancias y repeticiones, y reduciéndose á esponer
sucintamente los hechos y antecedentes del negocio, el derecho ó acción que se deduce, y
la pretensión con que se concluye, fijando en este en términos positivos y precisos la
cosa que se pide, el modo legal con que se solicita, y la persona contra quien se dirige la
instancia".
.- Al proceder al embargo de los bienes, el alguacil debía tener en cuenta el orden
establecido en el art. 317: "(...) se preferirán los efectos de comercio á los demás muebles
del deudor, y unos y otros á los inmuebles, guardándose las escepciones prevenidas por
las leyes comunes sobre los bienes que no pueden ser ejecutados". Como medida de
garantía de la traba se depositaban los bienes en persona de conocida responsabilidad
(art. 315).
En el art. 320 se disponía que: "En las ejecuciones por obligaciones mercantiles
no se causa décima". Sobre el concepto de "décima", vid. supra, nota 29.
23

Así, pues, en el procedimiento ejecutivo de la Ley de


Enjuiciamiento de 1830 las excepciones se hallaban taxativamente
determinadas: los arts. 327 y 328 no permitían alegar otras
excepciones que no fueran las previstas en ellos. Esta limitación no
operaba respecto de los juicios ejecutivos entablados para la
reclamación de deudas civiles que seguían sustanciándose conforme a
lo dispuesto en las leyes de la Novísima Recopilación49.

El art. 328 se destinaba a la concreción de las excepciones que


el deudor podía alegar cuando la ejecución procedía de letras de
cambio; mientras que en el art. 327 se enumeraban las excepciones
que aquél podía oponer a la ejecución cuando ésta había sido
despachada en base a cualquier otro título ejecutivo de los previstos
en el art. 306 50.

De acuerdo con lo dispuesto en el art. 328, cuando la ejecución


se basaba en letras de cambio, sólo se admitían las excepciones
prevenidas en el art. 545 CCom de 1829, que eran las siguientes:
falsedad; pago; compensación de crédito líquido y ejecutivo;
prescripción o caducidad de la letra; espera o quita concedida por el
demandante, probada por escritura pública o por documento privado

49
.- Vid. supra, nota 31.
50
.- El art. 327 establecía que: "En las ejecuciones sobre obligaciones mercantiles solo
tienen lugar las escepciones siguientes:
Falsedad del título.
Prescripción ó caducidad del mismo.
Fuerza con daño grave inminente en la persona para obligar al consentimiento
ó suscripción de la obligación; ó si con el mismo objeto y sin causa legal
hubiese sido aprisionado.
Falta de personalidad en el ejecutante.
Pago de la deuda.
Compensación de ella por crédito líquido.
Novación de contrato.
Quitamiento ó espera.
Transacción ó compromiso.
También tendrá lugar contra las ejecuciones despachadas por los tribunales de
comercio la incompetencia de su jurisdicción, si con arreglo á las disposiciones del
Código de Comercio no se debiere calificar de acto mercantil el contrato de que proceda
el título de la ejecución".
24

reconocido en juicio. El citado artículo añadía: "cualquiera otra


excepción que competa al deudor, se reservará para el juicio
ordinario, y no obstará al progreso del juicio ejecutivo, el cual
continuará por sus trámites hasta quedar satisfecho de su crédito el
portador de la letra" 51 . El carácter sumario del incidente de oposición
a la ejecución quedaba reflejado, pues, en la limitación de las
alegaciones y medios de prueba (compensación, quita y espera sólo
C'y
podían probarse mediante documentos) , lo que comportaba que la
sentencia no tuviera fuerza de cosa juzgada.

Por consiguiente, el CCom de 1829 y la Ley de Enjuiciamiento


mercantil de 1830 otorgaron a la letra de cambio una tutela judicial
privilegiada que consistía en permitir su acceso a aquel procedimiento
especial, conocido desde 1360, de naturaleza ejecutiva y con
posibilidad, por parte del ejecutado, de provocar un fase cognitiva de
carácter sumario, cuyo objeto era poner de relieve determinadas
circunstancias que impedían la continuación de la ejecución. La tutela
judicial privilegiada formaba parte, sin duda, de una protección más
amplia conocida con el nombre de rigor cambiario 53. Además, debe
destacarse que ambas normas son las primeras que de forma taxativa
imponen la especialidad más relevante, hasta que se dicta la Ley
Cambiaria y del Cheque en 1985, del juicio ejecutivo cambiario frente

51
.- La reserva para el juicio ordinario se predicaba de aquellas excepciones que
afectaban a la esencia del contrato. Las excepciones que procedían de un vicio de
carácter procesal, como la incompetencia del juez, falta de personalidad de las partes,
defectos formales en la demanda, etc., debían ser alegadas en el juicio ejecutivo.
.- Respecto de las restantes excepciones que podían hacerse valer en el ejecutivo por
letras de cambio se admitía cualquier medio de prueba. Así, en el art. 332 se disponía lo
siguiente: "En las probanzas de los juicios ejecutivos tendrán lugar todos los medios de
prueba establecidos en el arículo 138 de esta Ley". Según este último precepto los
medios de prueba admitidos en las causas de comercio eran: las escrituras públicas o
solemnes; los documentos hechos privadamente entre las partes, de cualquiera especie
que sean; los libros de cuentas, la correspondencia epistolar; la confesión judicial; el
juramento decisorio; el juicio de expertos; el reconocimiento judicial; la vista ocular; la
confesión extrajudicial hecha de propósito con palabras positivas a presencia de testigos
y de la persona a quien aproveche; y las informaciones de testigos.
.- Sobre el significado del rigor cambiario, vid. infra, Capítulo Tercero, pág. 135.
25

al ordinario: la limitación de excepciones frente al acreedor


cambiario54.

Por último, destacaremos que a tenor de lo dispuesto en el art.


346 de la Ley de Enjuiciamiento mercantil no podía precederse a la
realización forzosa de los bienes embargados hasta que la sentencia
de remate hubiera devenido firme, salvo que el acreedor lo solicitara y
prestara fianza suficiente 55.

B) Ley de Enjuiciamiento civil de 5 de octubre 1855.

Desde 1834 hubo varias iniciativas tendentes a la formación de


un Código de Enjuiciamiento civil. Sin embargo, tales iniciativas no
tuvieron éxito, en gran parte, debido a los frecuentes cambios
políticos de la época 56. La primera Ley de Enjuiciamiento civil (en
adelante LEC) no se promulga hasta 1855.

La LEC de 1855 rompe definitivamente con la regulación que,


hasta aquellos momentos, se había efectuado de la ejecución forzosa.
Así, separa del histórico cuerpo común a toda ejecución los preceptos
propiamente específicos de la ejecución de sentencias de condena,
que se agrupan ahora en el Título XVIII, bajo la rúbrica "De la
ejecución de las sentencias". Por otro lado, recupera la tradicional

54
.- Ya hemos señalado que, salvo en lo relativo a la sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada, las Leyes de la Novísima Recopilación no establecían límites claros a los
motivos de oposición a la ejecución; vid supra, pág. 14.
.- El art. 347 establecía que: "En caso de interponerse apelación de la sentencia de
remate, habrá de preceder al pago del acreedor que este preste fianza suficiente para
asegurar las resultas del recurso interpuesto".
.- En el período transcurrido desde 1834 (año en que se sanciona el Estatuto Real) a
1846 se nombraron diversas comisiones con la finalidad de elaborar un Código de
Enjuiciamiento Civil. La Instrucción del procedimiento civil con respecto a la Real
Jurisdicción ordinaria, de 30 de septiembre de 1853 fue el acelerador, por las críticas que
generó, de la promulgación de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855. Sobre este
período histórico, vid. Crónica de la codificación española, 2 Procedimiento civil,
Ministerio de Justicia. Comisión General de Codificación, Madrid, 1972, págs. 9 a 55.
26

denominación de "juicio ejecutivo", aunque esta vez para designar la


ejecución de deudas pecuniarias líquidas por títulos ejecutivos
extrajudiciales. El juicio ejecutivo se encuentra regulado en el Título
XX que reza "De las ejecuciones", cuyas cuatro secciones tratan "Del
juicio ejecutivo", "Del procedimiento de apremio", "De las tercerías"
y "De la segunda instancia en el juicio ejecutivo"57.

Parece ser que con esta reestructuración de la ejecución forzosa,


el legislador de 1855 quiso, por una parte, consolidar -con el fin de
asegurar la agilidad del tráfico jurídico- un proceso de ejecución
especial al que pudiera acudirse directamente sin tener que promover
como requisito previo un juicio declarativo. Y, por otra, dotar a la
ejecución de sentencias de condena de trámites especiales y distintos
de los establecidos para el juicio ejecutivo.

La nueva regulación tuvo en cuenta que la sentencia firme de


condena es un título privilegiado sobre los demás que tienen
aparejada ejecución. La mayor fehaciencia que comporta la sentencia
de condena, por estar precedida de un proceso de declaración,
justifica que proceda el embargo sin necesidad de un previo
requerimiento de pago. Además la sentencia firme de condena es el
único título ejecutivo (con la sola excepción del art. 41 Ley
Hipotecaria) que puede dar lugar a un proceso de ejecución en el que
se actúen sanciones no dinerarias. También era preciso dictar normas

.- La ubicación y la leyenda de estos títulos fueron criticados por MANRESA Y


NAVARRO y REUS Y GARCÍA (vid. sus comentarios a La Ley de enjuiciamiento civil,
tomo IV, Madrid, 1861, págs. 167 y 262). La situación del Tít. XVIII no les parecía la
más lógica, puesto que con sujeción a sus normas debían ejecutarse sentencias dictadas
en juicios declarativos regulados en títulos ulteriores (Tít. XXIII: "De los juicios de
menor cuantía", Tít. XXIV: "De los juicios verbales" y Tít. XXV: "De los juicios en
rebeldía"). En cuanto al Tít. XX, su leyenda "De las ejecuciones" no era, según dichos
juristas, ni técnica ni concreta. No era técnica porque hasta entonces, al procedimiento
que se regulaba en dicho Título, se le había dado el nombre de juicio ejecutivo y no había
razón "para variar esta denominación, consagrada por las leyes y por el uso". Y, no era
concreta, por ser demasiado genérica, puesto que estaba excluida la ejecución de las
sentencias.
27

f Q

sobre liquidación de condenas ilíquidas . La ubicación de tales


normas en sede de juicio ejecutivo hubiera podido producir cierta
confusión, puesto que, tradicionalmente, este juicio procedía sólo para
la ejecución de títulos ejecutivos en los que se documentaba una
deuda pecuniaria líquida 59 .

Sin embargo, tanto del reducido número de preceptos que el


Título XVIII dedica a la ejecución de sentencias de condena, como de
su contenido, se infiere que el proceso de ejecución singular se halla
regulado, básicamente, en el Título XX; esto es, en sede de juicio
ejecutivo (proceso de ejecución especial) 60. Esta es la principal razón
que ha determinado que se califique de errónea la sistematización que
de la ejecución forzosa hizo la LEC de 1855. En efecto, hubieran
debido separarse del conjunto de normas, que hasta entonces

58
.- Así lo ha entendido comúnmente la doctrina; vid. por todos, FERNANDEZ LÓPEZ,
Derecho procesal civil, III, cit., págs. 37 y 38; y TAPIA FERNANDEZ, Las condenas no
pecuniarias, cit., págs. 96 y 97.
59
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, (con de la Oliva), 4a ed.,
Madrid, 1995,pág. 22.
60
.- La Ley de 1855 destina a la ejecución de sentencias de condena por cantidad líquida
y determinada los artículos 892 y 893 del Tít. XVIII. En ellos se contiene una remisión
general a las normas del Tít. XX relativas a la forma y orden de los embargos, a las
medidas de garantía de la traba y a la realización forzosa de los bienes embargados. La
tramitación especial se reduce, por una parte, a la eliminación del requerimiento de pago,
de la citación y de la sentencia de remate (para evitar actuaciones del deudor que
impidieran el cumplimiento de la sentencia, la Ley de 6 de julio de 1877 dio una nueva
redacción al art. 892 de la Ley de Enjuiciamiento civil de 1855: "Si la sentencia
contuviera condena al pago de cantidad líquida y determinada, se procederá siempre, y
sin necesidad de previo requerimiento personal al condenado, al embargo de bienes, en la
forma y por el orden prevenido en los artículos 949 al 953 inclusives"; vid. ESCRICHE,
Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia, cit., tomo IV y último, Madrid,
1876, pág. 993). Y, por otra, a la no previsión legal de un incidente de oposición a la
ejecución. MANRESA y REUS (Ley de Enjuiciamiento civil, tomo IV, cit., pág. 174) se
mostraron contrarios a una absoluta supresión del citado incidente, pues, a pesar del
silencio de la Ley afirmaron que debe oírse al ejecutado "cuando escepcione que ha
pagado ya, ó cumplido lo mandado en la sentencia, solicitando que así se declare. Seria
injusto cerrar la puerta á una pretensión de esta clase, como a cualquier otro incidente
que directamente se refiera al cumplimiento de la sentencia. Estos incidentes habrán de
sustanciarse como los del juicio ordinario".
Los restantes preceptos del Tít. XVIII pueden sistematizarse atendiendo a la
naturaleza del bien a conseguir: 1) obligación de hacer, no hacer, o entregar alguna cosa
(arts. 895 a 897); y 2) cantidad ilíquida, ya proceda de frutos, ya de perjuicios (arts. 898 a
921).
28

disciplinaban la ejecución forzosa, los diversos títulos ejecutivos


extrajudiciales y regular sus peculiaridades por separado. Al no
hacerlo de este modo, sino que, como ya hemos señalado, se extraen
de aquel conjunto de normas los preceptos más específicos de la
ejecución de sentencias, se obtiene como resultado una remisión de la
norma general a la especial, siendo realmente complicado discernir
cuáles de entre las normas que regulan el juicio ejecutivo son
privativas de él y cuáles son aplicables también a la ejecución
ordinaria.

Centrándonos ya en el juicio ejecutivo, señalaremos que en la


LEC de 1855 se otorgaba al juicio ejecutivo una regulación que se
repetirá, en sus directrices básicas, años más tarde en la actualmente
vigente. Conforme a lo dispuesto en el Título XX, el procedimiento se
dividía en dos fases: el juicio ejecutivo (desde que se entabla la
demanda ejecutiva hasta la sentencia de remate) y el procedimiento de
apremio (desde que se procede a la tasación y venta de los bienes del
deudor hasta el pago al acreedor)61.

El art. 941, con el que se iniciaba el Título XX, recogía el


principio básico de la ejecución al disponer que "para que el juicio
ejecutivo pueda tener lugar, se necesita un título que tenga aparejada
ejecución" 62. Ahora bien, para que pudiera despacharse la ejecución
la deuda debía estar vencida y ser líquida la cantidad reclamada (art.
944). Se entendía que con la expresión "cantidad líquida" la Ley se
refería a una cantidad de dinero63. En ninguno de los artículos del

".- Vid. MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA, Ley de Enjuiciamiento civil,


comentada y esplicada, tomo IV, cit., págs. 262 y 263.
62
.- Tres eran los títulos que según el art. 941 tenía aparejada ejecución: "1° Escritura
pública, con tal que sea primera copia, ó si es segunda, esté dada en virtud de
mandamiento judicial y con citación de la persona á quien deba perjudicar, ó de su
causante. 2° Cualquier documento privado que haya sido reconocido bajo juramento ante
autoridad judicial. 3° La confesión hecha ante Juez competente".
".- En este sentido se pronunciaban, MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA,
Ley de Enjuiciamiento civil, tomo IV, cit., pág. 276, quienes añadían que "si se hubiese
querido hacer estensivo el procedimiento ejecutivo á cantidades de otra especie, se
hubiera dicho así terminantemente, dándose reglas sobre el modo de hacer efectivas esas
29

Título XX se fijó cuál debía ser la cuantía mínima de la deuda


pecuniaria para tener acceso al juicio ejecutivo. MANRESA y REUS
determinaron el límite mínimo del juicio ejecutivo en relación con la
cuantía máxima establecida para el juicio verbal 64.

La admisión de la demanda ejecutiva estaba sometida a la


efectiva realización de dos requisitos establecidos en el art. 945, a
saber: extensión en los términos prevenidos para la ordinaria e
inclusión de la protesta de abonar pagos legítimos. El Juez, una vez
examinada la demanda ejecutiva, el título y la naturaleza del crédito
en él consignado no podía acordar cosa distinta a despachar o denegar
la ejecución (art. 946) 65. El auto del Juez denegando el despacho de
la ejecución podía ser recurrido en reposición y en apelación por el
acreedor. Ambos recursos se sustanciaban sin intervención del
deudor, ya que éste todavía no era parte (art. 947).

En el mismo auto en que el Juez mandaba despachar ejecución


acordaba expedir mandamiento de ejecución con el que se requería de
pago al deudor (art. 948) 66. No verificándose el mismo, se procedía a
embargarle bienes suficientes para cubrir la deuda principal y las

cantidades, ó de liquidar su equivalencia en numerario, como se ha hecho en la ejecución


de las sentencias (arts. 898 y sigs.), y como lo hace la Ley de Enjuiciamiento mercantil
en su art. 309". Vid. supra, nota 43.
64
.- Basándose en el art. 1162 de la LEC que prescribía que "toda cuestión entre partes,
cuyo interés no exceda de 600 reales, se decidirá en juicio verbal", y en que toda
tramitación distinta a la del juicio verbal era más lenta, complicada y dispendiosa,
concluían que: "... solo las cantidades que son objeto del juicio verbal, ó que no esceden
de 600 reales, están escluidas del juicio ejecutivo: todas las demás, ó sea desde 601
reales arriba, pueden ser objeto de este procedimiento"(MANRESA Y NAVARRO y
REUS Y GARCÍA, ob. cit., nota anterior, pág. 263).
65
.- Así en el art, 946 se disponía que: "El Juez, examinando el título ejecutivo,
despachará ó denegará la ejecución sin prestar audiencia nunca al demandado".
Con la norma transcrita se quiso desterrar definitivamente de la práctica el abuso
del "traslado sin perjuicio". Sobre esta cuestión, vid, supra, pág. 13.
66
.- El requerimiento de pago tenía que ser personal. El art. 955 establecía las actuaciones
que debían observarse cuando tal requerimiento devenía imposible.
30

costas. Aunque el deudor pagara en el acto del requerimiento de pago


eran de su cargo las costas causadas en el juicio (art. 954) 67.

En los arts. 949 a 954 se detallaban los bienes que podían ser
embargados, el orden que debía seguirse en el embargo y las medidas
de garantía de la traba.

Hecho el embargo se citaba de remate al deudor para que en un


breve plazo -tres días- se opusiera a la ejecución (arts. 959 y 960). Si
el deudor no se oponía y la ejecución había sido correctamente
despachada, el Juez mandaba traer los autos a la vista y pronunciaba
sentencia de remate (art. 961) 68.

La LEC de 1855, siguiendo el sistema establecido por la Ley de


Enjuiciamiento mercantil de 1830, fijó taxativamente, en el art. 963,
las excepciones admisibles en el juicio ejecutivo, eliminando, pues,
cualquier género de duda sobre la naturaleza sumaria del incidente de
oposición a la ejecución 69. La oposición planteada por el ejecutado

67
.- Por ello el trámite relativo a la notificación de estado de la ejecución se hizo
innecesario; vid. supra, pág. 14.
68
.- Concretamente en el art. 961 se disponía que: "Si no lo hiciere, pasados los tres dias,
y acusada una rebeldía por el actor, mandará el Juez traer los autos á la vista, y con
citación de este solo pronunciará sentencia de remate" (la cursiva es nuestra). Sobre el
artículo transcrito se hizo el siguiente comentario: "Pero téngase presente que, para que
pierda el derecho á oponerse, no basta que trascurran los tres dias: es necesario además
que el actor acuse la rebeldía; y mientras esto no suceda, debe admitirse su oposición,
como se le admitiría en el juicio ordinario á contestar la demanda, después del término
del emplazamiento sin acusarse la rebeldía" (MANRESA Y NAVARRO y REUS Y
GARCÍA, Ley de Enjuiciamiento civil, tomo IV, cit., pág. 293). La Ley de
Enjuiciamiento civil de 1855 adoptó el sistema de impulso procesal de parte propio de
nuestro Derecho histórico; vid. supra, nota 30.
69
.- En el art. 963 se disponía que: "Las únicas excepciones admisibles en el juicio
ejecutivo son:
Falsedad del título ejecutivo.
Prescripción.
Fuerza ó miedo, de los que con arreglo á la ley hacen nulo el consentimiento.
Falta de personalidad en el ejecutante.
Pago, ó compensación de crédito líquido, que resulte de documento, que tenga
fuerza ejecutiva.
Quita, espera, y pacto ó promesa de no pedir.
Novación.
originaba un incidente contradictorio con fase de prueba, en el que,
salvo para acreditar la compensación, podían utilizarse todos los
medios de prueba previstos por la Ley para el juicio ordinario (arts.
964 a 969).

La sentencia que ponía fin al incidente debía contener alguno


de estos tres pronunciamientos: 1.° "Seguir la ejecución adelante",
imponiendo las costas al ejecutado 70. 2.° "Declarar su nulidad",
condenando en las costas al Juez o funcionario que hubiera cometido
la falta; esta nulidad "puede tener lugar, ya por defecto de alguna
solemnidad intrínseca y esencial en el otorgamiento del título
ejecutivo, ó por contener algún vicio extrínseco posterior á su
otorgamiento, ya por infracción de los trámites sustanciales de este
juicio" 71. 3.° "No haber lugar á pronunciar sentencia de remate",
imponiendo las costas al ejecutado; procedía este fallo "siempre que,
habiendo sido bien despachada la ejecución, queda luego destruida, ó
desvirtuada la acción ejecutiva por haber alegado y probado
cumplidamente el ejecutado cualquiera de las escepciones que según
el art. 963 son admisibles en este juicio" 72 .

Transacción ó compromiso.
Ninguna otra escepcion podrá estorbar el pronunciamiento de la sentencia de
remate".
Si la excepción alegada no era una de las enumeradas por el art. 963, el Juez sólo
podía desestimarla en la sentencia puesto que la ley no le autorizaba a repelerla de plano:
"De consiguiente, cualquiera que se la causa en que se funde la oposición del ejecutado,
ha de darse al juicio la sustanciacion que se marca en los artículos siguientes, resevando
para la sentencia el desestimar la escepcion, si no es de las admisibles" (MANRESA Y
NAVARRO y REUS Y GARCÍA, ob. cit., nota anterior, pág. 301).
70
.- "Procede este fallo siempre que, estando bien despachada la ejecución, y habiéndose
observado en el procedimiento los trámites y solemnidades que prescribe la Ley, no se
haya opuesto el deudor, o no haya justificado escepcion alguna que pueda desvirtuar el
mérito del título en virtud del cual se despachó aquella". Con estas palabras MANRESA
Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA (Ley de Enjuiciamiento civil, tomo IV, cit., pág. 307)
precisan la finalidad de la oposición a la ejecución. No es dicha oposición el trámite
adecuado para entrar en el fondo de la relación jurídico-material, ni para declarar
existentes o inexistentes los derechos controvertidos, sino para resolver, exclusivamente,
la cuestión planteada sobre el "mérito" del título ejecutivo.
7
'.- ESCRICHE, Diccionario razonado de Legislación y Jurisprudencia, cit., tomo III,
Madrid, 1875, pág. 522.
72
.- MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA, Ley de Enjuiciamiento civil, tomo
IV, cit., pág. 309.
32

La sentencia era apelable en ambos efectos (arts. 973 y 978). La


apelación se sustanciaba con arreglo a lo establecido en los arts. 1001
y ss. Si la sentencia dictada era la de remate, el ejecutante-apelado
podía acceder al procedimiento de apremio prestando fianza
suficiente para responder de lo que percibiera en caso de que aquélla
fuera revocada (art. 973).

La naturaleza sumaría del incidente de oposición determinó que


la sentencia en él dictada no tuviera fuerza de cosa juzgada material
(art. 972). "Por eso se dice que este juicio no causa estado, ni
escepcion de cosa juzgada. Ahora, lo mismo que antes, cualquiera que
sea el fallo que en el recaiga, queda su derecho á salvo á la parte que
se crea perjudicada, para promover el juicio ordinario; pero no otro
ejecutivo, fundado en el mismo título que ha sido desestimado"73.

Los desaciertos del legislador de 1855 no se limitaron a una


falta de sistematización de la ejecución forzosa en general. Por lo que
respecta al juicio ejecutivo, las críticas se han centrado, básicamente,
en las siguientes medidas: mantener la sentencia de remate si no hay
oposición; admitir la apelación en dos efectos y con posibilidad de
"ejecución provisional" con fianza; y, permanecer, en sede de juicio
ejecutivo -proceso de ejecución especial, fundado en un título
extrajurisdiccional- las normas relativas al embargo de bienes,
procedimiento de apremio y tercerías, cuando son normas comunes a
cualquier tipo de ejecución forzosa y, por ello, deberían estar allí
donde se regula el proceso de ejecución ordinario 74.

La LEC de 1855 fue objeto de varias reformas. Por la


trascendencia que supuso para la configuración del juicio ejecutivo

".- MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA, ob. cit., nota anterior, pág. 310.
74
.- Vid. al respecto, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 37 y
38, y IV, cit., págs. 21 y 22; y MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso
civil 2.°, cit., pág. 197.
cambiario, destacaremos la provocada por el Decreto de 6 de
diciembre de 1868 que estableció la unidad de fueros y redujo el
número de jurisdicciones especiales existentes hasta aquellos
momentos 75.

En el estudio del juicio ejecutivo cambiario, es interesante


recordar que el párrafo primero del art. 8 del Decreto de 1868
sancionó la jurisdicción ordinaria como la única competente para
conocer de los negocios mercantiles. El art. 10 suprimió los tribunales
especiales de comercio y el art. 12 derogó la Ley de Enjuiciamiento
sobre los negocios y las causas de comercio de 1830, con excepción
de los procedimientos en los juicios de quiebra y del procedimiento
de apremio. Como consecuencia de lo anterior, el Decreto de 1868
modificó varios artículos de la LEC de 1855 para integrar en ella la
ejecución por deudas mercantiles incorporadas a títulos ejecutivos
extrajurisdiccionales.

Así, el art. 23 del Decreto de 1868 adicionó dos clases de


documentos mercantiles a la relación de títulos ejecutivos
extrajurisdiccionales establecida en el art. 941 de la LEC de 1855.
Una de aquellas clases de documentos eran: "las letras de cambio, sin
necesidad de reconocimiento judicial, respecto del aceptante que no
hubiera puesto tacha de falsedad a su aceptación al tiempo de
protestar la letra por falta de pago"76. Respecto de las demás personas
obligadas (librador y endosantes), la letra de cambio era un simple
documento privado, debiéndose preparar la ejecución para que fuera

".- El Decreto de 1868 suprimió los tribunales de hacienda y comercio, así como los de
extranjeros, y precisó las competencias de los tribunales eclesiásticos y militares. La idea
de la unificación de jurisdicciones, que había germinado en la Constitución de 1812 (su
art. 248 disponía que: "En los negocios comunes, civiles y criminales, no habrá más que
un solo fuero para toda clase de personas"), se materializó en dicho Decreto.
76
.- La otra clase de documentos mercantiles que pasaron a formar parte del art. 941 de la
Ley de Enjuiciamiento civil de 1855 eran: "los cupones de obligaciones al portador
emitidas por compañías legalmente autorizadas al efecto, siempre que confronten con los
títulos, y estos con los libros talonarios, a no ser que el director o persona que represente
a la compañía protesten en el acto de la confrontación la falsedad de los títulos".
34

ejecutiva. No se hizo referencia expresa a las libranzas, vales o


pagarés que en cambio sí figuraban en el art. 306 de la Ley de
Enjuiciamiento mercantil de 1830. Seguramente, el legislador
entendió que su acceso al juicio ejecutivo cabía en base al número
segundo del art. 941.2, según el cual tenía aparejada ejecución:
"cualquier documento privado que haya sido reconocido bajo
juramento ante autoridad judicial".

El legislador no podía limitarse a incorporar a la LEC de 1855


los títulos ejecutivos extrajurisdiccionales de carácter mercantil.
Debía introducir también en aquella Ley la tradicional especialidad
del juicio ejecutivo cambiario respecto del juicio ejecutivo ordinario:
las excepciones cambiarías. En este sentido, el art. 23 del Decreto de
1868 reforma el art. 963 de la LEC de 1855, precepto regulador de los
motivos de oposición a la ejecución, adicionando un nuevo párrafo en
el que se decía: "Exceptúanse de lo que queda establecido las
ejecuciones que procedan de letras de cambio en las que no se
admitirán más excepciones que las prevenidas en el art. 545 del
Código de Comercio" 77. Por tanto, al igual que la Ley de
Enjuiciamiento mercantil de 1830, la LEC de 1855 recurrió en
materia de excepciones cambiarías a la técnica del reenvío.

5. Ley de Enjuiciamiento civil de 3 de febrero de 1881 y reformas


posteriores.

En 1878 se encargó a la Sección Primera de la Comisión de


Codificación la tarea de revisar y modificar la LEC de 1855. La
necesidad de llevar a cabo tal tarea venía determinada por las
numerosas reformas parciales de aquella Ley que, desde 1855, habían
ido sucediéndose 78. Por Real Decreto de 3 de febrero de 1881 se

71
'.- Vid. supra, págs. 23 y 24.
78
.- Ya hemos analizado la operada por el Decreto de 1868 . Sobre las restantes reformas,
vid. Crónica de la codificación española, 2, Procedimiento civil, cit., págs, 129 a 132.
35

promulgó la nueva LEG, que entró en vigor el 1 de abril del mismo


año.

La LEG de 1881 no introduce modificaciones significativas en


la ordenación sistemática del proceso de ejecución singular efectuada
por la Ley de 1855. Así, mantiene separadas las normas sobre
ejecución de sentencias de las que regulan la ejecución en base a
títulos ejecutivos extrajurisdiccionales. De igual manera que en la
LEG anterior, el núcleo fundamental del proceso ordinario de
ejecución, tendente a la actuación de sanciones pecuniarias, también
encuentra su sede legal en los preceptos que regulan el juicio
ejecutivo -proceso de ejecución especial-79.

En lo que respecta al juicio ejecutivo, la promulgación de la


LEG vigente no supuso ningún cambio sustancial en la tramitación
dada por la Ley de 1855. Como ya hemos puesto de relieve, esta
tramitación es, en líneas generales, la que desde 1360 se ha otorgado
a los procesos de ejecución. No obstante, tuvo lugar una modificación
de índole terminológica. Así, se suprimió la rúbrica excesivamente
genérica "De las ejecuciones" y fue sustituida por la "Del juicio
ejecutivo", recuperando de esta forma el nombre tradicional con el
que se había conocido toda actividad de ejecución por deudas
QA _.
líquidas . La leyenda "Juicio ejecutivo" encabeza el Título XV, del
Libro II, que se halla dividido en tres Secciones: Sección 1a "Del
procedimiento ejecutivo", Sección 2a "Del procedimiento de apremio"
y Sección 3a "De las tercerías" 8I .

79
.- En el art. 921.1 LEC se dispone: "Si la sentencia condenare al pago de cantidad
determinada y líquida se procederá siempre, y sin necesidad de previo requerimiento
personal al condenado, al embargo de sus bienes en la forma y por el orden prevenido
para el juicio ejecutivo".
80
.- Sobre las precisiones que se han hecho a la denominación "juicio ejecutivo", vid.
MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, T ed., por
D.H. Dago Sáinz y D.J. de Molinuevo Junoy, tomo VI, artículos 1318 a 1560, Madrid,
1957, pág. 375; y FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 17 y 18.
81
.- Vemos, pues, que se volvió a incurrir en el error de considerar como parte integrante
del juicio ejecutivo el procedimiento de apremio, que no es peculiar de este juicio, sino
propio de las sentencias de condena en general, y las tercerías, que son en realidad un
36

En su redacción originaria, el art. 1429 LEG de 1881 establecía


que la acción ejecutiva debe fundarse en un título que tenga
aparejada ejecución y enumeraba, en su párrafo segundo, los títulos
ejecutivos. Entre ellos, figuraba la letra de cambio "sin necesidad de
reconocimiento judicial respecto al aceptante que no hubiera puesto
tacha de falsedad a su aceptación al tiempo de protestar la letra por
falta de pago". Además del título ejecutivo, el art. 1435 de la LEC
exigía para poder despachar ejecución que la cantidad reclamada
(bien en dinero, bien en especie) fuera líquida, superara las 250
pesetas y hubiera vencido el plazo de la obligación. El art. 1435
introdujo, pues, dos novedades importantes respecto del art. 944 de la
LEC de 1855. La primera se centró en la posibilidad de despachar
ejecución por cantidad líquida en especie, computándola a metálico82.
La segunda consistió en la fijación de una cuantía mínima para poder
S"3
reclamar la tutela judicial a través de los cauces del juicio ejecutivo .

Como ya hemos señalado, la LEC de 1881 no introdujo


cambios significativos en la tramitación del juicio ejecutivo, que se
halla dividido en dos fases: el procedimiento ejecutivo y el
procedimiento de apremio. El procedimiento ejecutivo se estructura
conforme a un esquema cuyas líneas esenciales ya fueron trazadas por

proceso declarativo surgido como consecuencia de un proceso de ejecución; vid. en este


sentido, MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo
V!, cit., pág. 376.
La Ley de Enjuiciamiento civil de 1881 suprimió la Sección dedicada a la
segunda instancia en el juicio ejecutivo que se sustanciará según lo dispuesto en los arts.
887 a 901 de la citada Ley.
82
.- Aunque no es una novedad respecto de leyes procesales anteriores. Ya vimos que la
Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y las causas de comercio de 1830 permitía el
despacho de la ejecución por deudas en especie -efectos de comercio, art. 309- cuando se
reducían a metálico. Vid. supra, nota 43.
Sobre las críticas que generó el art. 1435.2 LEC, por entender que obligaba al
deudor a pagar en dinero efectivo lo que debía en especie, vid. MANRESA Y
NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo VI, cit., págs. 4 1 7 a
419.
83
.- En el art. 1435 LEC (edición oficial, Imprenta del Ministerio de Gracia y Justicia,
Madrid, 1881) se establecía que el despacho de la ejecución sólo procedería por cantidad
que superase las 250 pesetas.
37

sus antecedentes históricos84: despacho de la ejecución, requerimiento


de pago, embargo, citación de remate, oposición y sentencia. En el
supuesto de que la sentencia sea de remate y por tanto ordene seguir
adelante la ejecución se procederá, a instancia del ejecutante, a la
realización forzosa de los bienes embargados, según se dispone en las
normas que regulan el procedimiento de apremio (arts. 1481 a 1531).

En materia de excepciones cambiarías, la LEC de 1881


introdujo un cambio, respecto de la de 1855, que si bien en principio
pudo parecer intrascendente, generó lentamente una serie de críticas a
las que el legislador de 1985 quiso poner fin volviendo, en cierto
modo, a la situación de 1829. Nos referimos, por supuesto, a la
ubicación de la norma en la que se enumeraban las excepciones
cambiarías -o mejor, los motivos de oposición en el juicio ejecutivo
cambiario-, que se fijó en la LEC, en concreto en el art. 1465. No
hubo, sin embargo, modificación en cuanto al contenido, ya que las
excepciones a las que se refería el art. 1465 eran las mismas, con los
mismos requisitos y con las mismas limitaciones respecto de los
medios de prueba, que las previstas en el art. 545 CCom de 1829. La
opción legislativa de la LEC fue posteriormente confirmada por el art.
523 del CCom d e l 885 85

Las reformas ulteriores de la LEC de 1881 han modificado,


precisado y ampliado el contenido de un buen número de preceptos
destinados a la regulación del juicio ejecutivo. De las mencionadas
reformas destacaremos, por incidir más o menos directamente, bien en
la regulación del juicio ejecutivo cambiario, bien en la configuración
del título ejecutivo letra de cambio, pagaré y cheque, las producidas

84
.- Vid. supra, págs. 21 y 22.
85
.- Según el art. 1465 LEC, en los juicios ejecutivos sobre pago de letra de cambio sólo
eran admisibles las siguientes excepciones: falsedad del título ejecutivo o del acto que le
hubiere dado fuerza de tal, pago, compensación de crédito líquido que resulte de
documento que tenga fuerza ejecutiva, prescripción, quita o espera probada por escritura
pública o por documento privado reconocido enjuicio, y caducidad de la letra.
El art. 523 CCom disponía que contra la acción ejecutiva por letras de cambio no
se admitían más excepciones que las consignadas en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
38

por las siguientes leyes: Ley de 16 de diciembre de 1954; Ley de 23


de julio de 1966, de Reforma Parcial de la Ley de Enjuiciamiento
civil; Ley de 6 de agosto de 1984, de Reforma Urgente de la Ley de
Enjuiciamiento civil; Ley de 16 de julio de 1985, Cambiaría y del
Cheque; y Ley de 30 de abril de 1992, de 30 de abril de Medidas
Urgentes de Reforma procesal. A estas normas nos referiremos en el
momento oportuno que vendrá dado por el esquema general de
exposición que nos hemos impuesto y que, a nuestro entender, nos
permitirá enfrentarnos con el tema objeto de nuestro trabajo. No
obstante, antes de finalizar el epígrafe referente a los antecedentes
históricos y la evolución legislativa del juicio ejecutivo cambiario
debemos decir que la Ley Cambiaría y del Cheque al no respetar, en
las incursiones realizadas en materia procesal, la tradición jurídica
reseñada ha ocasionado una serie de variaciones, que pueden
calificarse de sustanciales, en la tramitación y estructura del juicio
ejecutivo cambiario que han tenido como consecuencia inmediata un
peligroso desenfoque respecto de la función propia que dicho juicio
debe realizar. Como se ha señalado "más de seis siglos de pacífica
vigencia del juicio ejecutivo, como instrumento de la actividad
jurisdiccional de ejecución, constituye suficiente ejecutoria de su
aceptación social y de la necesidad de su conservación, con las
Of.

necesarias depuraciones" .

86
.- FENECH, Derecho procesal civil, 2a ed., Madrid, 1986, pág. 293.
39

II. FUNCIÓN ACTUAL DEL JUICIO EJECUTIVO


CAMBIARIO: SU NATURALEZA JURÍDICA.

1. Notas previas.

La doctrina aborda el estudio de la naturaleza jurídica del juicio


ejecutivo tomando como punto de referencia el juicio ejecutivo
ordinario. El calificativo "ordinario" ha sido utilizado,
principalmente, para distinguirlo del juicio ejecutivo cambiario 87.
Esta distinción tenía su razón de ser en las particularidades procesales
previstas en la sustanciación del juicio ejecutivo, cuando el título,
base del mismo, era una letra de cambio. Las particularidades
procesales se reducían, esencialmente, a los motivos de oposición a la
ejecución , ya que en lo restante -es decir, el desarrollo procesal desde
la demanda ejecutiva hasta la sentencia- se aplicaba la normativa
general del juicio ejecutivo.

Después de la entrada en vigor de la Ley Cambiaria y del


Cheque (en adelante LCCH), estas particularidades procesales se han
incrementado notablemente (cfr. v. gr. arts. 66, 67 y 68 LCCH);
incluso se ha llegado a decir que las disposiciones de la citada Ley,
referentes al ejercicio de la acción cambiaria ejecutiva, han supuesto
la desnaturalización del juicio ejecutivo por afectar a sus estructuras
básicas y, como consecuencia de ello, han provocado la creación de
oo

un nuevo proceso de ejecución especial .. En todo caso, puede

87
.- Y también del procedimiento de apremio en negocios de comercio regulado en los
arts. 1544 a 1560 LEC. Con el nombre genérico de juicio ejecutivo en materia comercial,
DE LA PLAZA (Derecho procesal civil español, vol. II, cit., págs. 519 y ss.) se refería al
juicio ejecutivo en materia de letras de cambio y al procedimiento de apremio en
negocios de comercio. Las particularidades de los citados procedimientos respecto del
juicio ejecutivo ordinario derivan, según el citado autor, de la materia sobre la cual
aquéllos versan.
S8
.- Vid. al respecto, GIRÓN TENA, "El anteproyecto de Ley Cambiaria y los problemas
actuales en la materia", en Revista de Derecho Mercantil, núm. 17, 1984, pág. 593;
MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., pág. 230; y
SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva de la letra de cambio y el
40

sostenerse que nuestro ordenamiento jurídico-procesal conoce la


figura del proceso cambiario.

A pesar de ello, consideramos válidas y plenamente aplicables


al juicio ejecutivo cambiario, las opiniones doctrinales vertidas sobre
la naturaleza del juicio ejecutivo ordinario, pues, todas ellas giran, de
modo relevante, en torno a la oportunidad de que se inserte, o no, un
incidente declarativo -previsto también para la ejecución cambiaria-
en un proceso de ejecución.

2. La naturaleza jurídica del juicio ejecutivo. Estado de la


cuestión en la doctrina y en la jurisprudencia.

Una de las cuestiones más controvertidas, y ya clásicas del


Derecho procesal civil español, es la relativa a la naturaleza del juicio
ejecutivo. Sobre este tema, la doctrina formula tesis antagónicas. Así,
y dejando al margen los peculiares matices que cada autor imprime a
sus apreciaciones, son defendidas tanto la naturaleza ejecutiva, como
declarativa del juicio ejecutivo. El incidente de oposición a la
ejecución, regulado en los arts. 1461 a 1473, de la Sección Primera,
Título XV, Libro II de la LEC, es la causa de la citada discrepancia
doctrinal que brevemente expondremos.

El hecho de ser el tema de la naturaleza jurídica del juicio


ejecutivo objeto de permanente atención y debate en la doctrina no lo
convierte en un puro trámite carente de trascendencia e interés. Todo
lo contrario, a nuestro entender, la adopción de una u otra tesis
constituye el paso previo y necesario para otorgar un significado
coherente a la, un tanto ambigua, regulación dada por la LEC al juicio
ejecutivo.

juicio ejecutivo cambiario", en Estudios de Derecho procesal en honor de Víctor Pairen


Guillén, Valencia, 1990, págs. 481 a 483.
41

A) Argumentos a favor de la naturaleza declarativa del juicio


ejecutivo.

Los autores partidarios de la naturaleza declarativa del juicio


ejecutivo sostienen, con carácter general, que la cognición por
sumaria que sea debe eliminarse de la ejecución, pues, el fin propio
del proceso de ejecución no consiste en la formación de una
convicción, sino en la realización del derecho reconocido en el título
OQ

ejecutivo . "Lo que constituye característica del proceso de


ejecución (...) es que la cognición está ausente de él y repugna a su
esencia"', este postulado es, para DE LA PLAZA, uno de los
principios rectores del proceso de ejecución que le dota de la
necesaria autonomía frente al proceso de declaración90. En el proceso
de ejecución no se trata de examinar una pretensión con el fin de
poder declarar si debe o no ser actuada, sino simplemente de llevarla
a efecto; por consiguiente, la cognición no es necesaria.

El proceso de ejecución se caracteriza porque en él falta un


período destinado a oír las alegaciones contradictorias de las partes y
a resolver lo que en derecho proceda 9l . Esto es, el conocimiento
sobre la cuestión de fondo está eliminado del proceso de ejecución.
De tal manera, que se ha calificado de "desorientación legislativa" la
norma contenida en el art. 360 LEG -del que son complemento los
arts. 928 y ss. LEC-, ya que facilita la entrada, en el proceso de

89
.- Esta es la tesis sostenida, entre otros, por DE LA PLAZA, Derecho procesal civil
español, vol. Il, cit., págs. 504 a 507; GUASP, Derecho procesal civil, 2a ed., Madrid,
1961, págs. 803 y 804; HERCE QUEMADA, Derecho procesal civil, vol. segundo,
Juicios y procedimientos especiales. Ejecución procesal. Jurisdicción voluntaria, Madrid,
1979, págs. 3 y 57; REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C,
española, 2a ed., I, Barcelona, 1963, págs. 7 a 9; SAEZ JIMÉNEZ y LÓPEZ
FERNANDEZ DE GAMBOA, Compendio de Derecho procesal civil y penal, tomo II,
vol. H, Madrid, 1969, págs. 241 a 243.
90
.- Postulado, o como él lo denomina "verdad, casi axiomática", sobre el que elaboró su
trabajo "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", I, cit., lug. cit., págs.
889 a 908; y II publicado también en la Revista de Derecho privado, num. 335, febrero,
1945, págs. 73 a 87.
".- GUASP, La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria, Barcelona, 1951, pág. 56.
42

ejecución, a un incidente cognitivo 92. En todo caso, la única actividad


cognoscitiva que puede tener lugar en el proceso de ejecución
consiste en el examen, por parte del Juez, de la regularidad formal del
título ejecutivo 93. Así, pues, con la finalidad de evitar toda duda
sobre la perfección del título que sirve de base al proceso de
ejecución, se admite -como excepción a la regla- una oposición de
forma a la ejecución 94 .

Si la acción ejecutiva debe fundarse en un título que por su sola


apariencia presente como indiscutible el derecho a la tutela jurídica,
se concluye que la cognición deviene innecesaria por la presencia de
un título ejecutivo 95. Ahora bien, ante la posibilidad admitida de que
exista título ejecutivo sin derecho de crédito, se intenta reducir al
mínimo esta disparidad que derivaría en una ejecución injusta o
ilícita. Desde esta perspectiva, se conceptúa el proceso de ejecución
como una secuencia natural y lógica del proceso de declaración, ya
que la sentencia de condena es el único título ejecutivo que cumple
92
.- DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", II, cit.,
lug. cit., pág. 78.
93
.- DE LA PLAZA lleva hasta sus últimos extremos las consecuencias jurídicas
derivadas de la que él considera característica básica del proceso de ejecución, y afirma
que no puede reputarse actividad cognoscitiva -"en su propio y recto sentido"- la
facultad(?) otorgada al juzgador de examinar los presupuestos del proceso de ejecución
con una amplitud mayor de la que es dado hacerlo en el verdadero proceso de cognición
(vid. "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", I, cit., pág. 905).
No obstante, para algunos autores incluso la actividad judicial consistente en el
examen de los requisitos extrínsecos del título, como presupuesto del despacho de la
ejecución, es un argumento en contra de la naturaleza ejecutiva de un procedimiento. En
la ejecución se prescinde absolutamente de la cognitio, para llevar directamente a la
práctica la realización de un derecho reconocido. Cfr. SAEZ JIMÉNEZ y LÓPEZ
FERNANDEZ DE GAMBOA, Compendio de Derecho procesal civil y penal, tomo II,
vol. Il, cit., págs. 241 a 245.
94
.- Vid. en este sentido GUASP, La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria, cit., pág.
66. DE LA PLAZA ("Los principios fundamentales del proceso de ejecución", I, cit., lug.
cit., pág. 905 y 906) puntualiza al respecto que tal oposición es en realidad un derecho de
denuncia que excita la actividad del juzgador.
95
.- Desde esta concepción, se ha señalado que hablar de oposición a la ejecución
constituye un contrasentido. Cuando un título ha adquirido la legal posibilidad de que se
ejecute su contenido, la controversia ha terminado y no puede continuarse; en definitiva,
nadie puede oponerse a lo que el título ejecutivo establece. Vid. SAEZ JIMÉNEZ y
LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA, Compendio de Derecho procesal civil y penal,
tomo III, vol. II, Madrid, 1965, pág. 8.
43

con la exigencia de eludir, por su origen, la fase de discusión %. En


otras palabras, el verdadero proceso de ejecución es el que se
encuentra regulado en el Título VIII del Libro II de la LEC, bajo la
rúbrica "De la ejecución de las sentencias" (arts. 919 y ss.), y en la
Sección Segunda, Título XV del mismo Libro, es decir, el
"procedimiento de apremio" (arts. 1481 y ss.)97.

El incidente de oposición a la ejecución constituye el


argumento básico para afirmar, de conformidad con las
consideraciones de carácter general sobre la ejecución ya expuestas,
que el juicio ejecutivo no es, pese a su nombre, un proceso de
ejecución sino un proceso de declaración, especial, sumario o
abreviado que limita el ámbito de conocimiento pero que no lo
excluye, y que se caracteriza por tender a la rápida obtención de un
título ejecutivo98. Se concluye que, en el denominado por la LEC
vigente "juicio ejecutivo", falta la característica específica del proceso
de ejecución; a saber: la ausencia de un período procesal destinado a
recibir y examinar por el Juez las posibles alegaciones contradictorias
de las partes.

%
.- Sobre este punto, DE LA PLAZA ("Los principios fundamentales del proceso de
ejecución", I, cit., lug. cit, págs. 893 y 894) afirma que "la fuerza de convicción de una
sentencia no puede ser la misma que la que procura un título preconstituido y
configurado por la voluntad de las partes libremente expresada ante el funcionario
público que lo autoriza, ni la que producen otros títulos que, aun teniendo igual rango
para esos efectos, obtienen su fuerza más de las normas que les otorgan singulares
privilegios, con asbtracción del negocio jurídico subyacente, que de la relación causal
por consecuencia de la cual se engendraron".
97
.- Vid. en este sentido, DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales del proceso de
ejecución", II, cit., lug. cit., pág. 76; también de este mismo autor, Derecho procesal civil
español, vol. Il, cit., págs. 547 a 550.
98
.- DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", II, cit.,
lug. cit., págs. 77 a 82; GUASP, La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria, cit., págs.
59 a 62; también de este autor Derecho procesal civil, cit., págs. 738 a 741; HERCE
QUEMADA, Derecho procesal civil, vol. segundo, cit., págs. 56 a 58; SAEZ JIMÉNEZ
y LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA, Compendio de Derecho procesal civil y penal,
tomo II, vol. II, cit., págs. 244 a 249 y 274 a 279; CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho
procesal. Proceso civil, (con Gimeno Sendra y Moreno Catena), Valencia, 1993, págs.
400 y 401; TOME PAULE, Instituciones de Derecho procesal, (con Almagro Nosete),
tomo segundo, Proceso civil, 2, 1a ed., Madrid, 1994, págs. 172 y 173.
44

Debe advertirse, no obstante, que los autores que defienden la


naturaleza declarativa del juicio ejecutivo no coinciden, de forma
absoluta, en sus apreciaciones respecto de cada uno de los caracteres
que le son otorgados. Así, GUASP considera que el juicio ejecutivo,
por la amplitud de los supuestos a que está destinado, no es especial
sino común 99 . Por otra parte, HERCE QUEMADA estima que el
juicio ejecutivo es una variante del proceso monitorio documental 10°,
ALCALA-ZAMORA sostiene que los procesos documentales y
cambiarios del derecho alemán "presentan afinidades fundamentales
con nuestro juicio ejecutivo" 10!. Según CORTES DOMÍNGUEZ, el
juicio ejecutivo es un proceso declarativo con predominante función
1 (T?
ejecutiva . Incluso hay autores que no se pronuncian con
rotundidad sobre su naturaleza jurídica y lo denominan proceso

".- GUASP, Derecho procesal civil, cit., pág. 740.


100
.- HERCE QUEMADA, Derecho procesal civil, vol. segundo, cit., pág. 58; y, también
de este autor, "La proliferación de tipos procedimentales civiles en primera instancia", en
Revista de Derecho Procesal, núm. 3, 1965, pág. 140. Basa su afirmación en los
extremos siguientes: la finalidad del juicio ejecutivo no es otra que la de crear
rápidamente un título puro de ejecución (la sentencia de condena), sin tener que pasar
por las lentas etapas del juicio ordinario. El medio para lograr dicha finalidad es la
inversión de la iniciativa del contradictorio. El actor tiene que justificar inicialmente los
hechos constitutivos de su derecho por medio de documentos. La oposición del
demandado no pone fin al juicio ejecutivo, sino que éste continúa su curso abriéndose
una fase contradictoria de conocimiento sumario,
l01
.- En estos términos se expresaba ALCALA-ZAMORA en las adiciones sobre la
doctrina y legislación española a la obra de GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil,
cit., pág. 461.
Es significativo que fuera ALCALA-ZAMORA quien primero afirmara, en las
adiciones a la obra citada, que el juicio ejecutivo era en realidad un proceso documental,
por tanto un proceso de declaración (esta precisión cronológica la realiza MONTERO
AROCA, "La naturaleza jurídica del juicio ejecutivo" en Revista de Derecho procesal,
núm. 2, 1993, pág. 284). Al respecto debe puntualizarse que el processus executivus del
Derecho común no se plasmó en la ZPO alemana, de 30 de enero de 1877, en un
procedimiento en el que en base a determinados documentos se despachara directamente
ejecución, sino que derivó en una sumaria cognitio, es decir, en la iniciación del
procedimiento documental.
l02
.- CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal civil. Proceso civil, cit., pág. 400. Este
autor toma prestada, para calificar al juicio ejecutivo, una terminología propia de la
doctrina italiana. Es sabido que CHIOVENDA engloba bajo la expresión declaraciones
con predominante fondón ejecutiva tres clases de resoluciones: condenas con ejecución
provisional, condenas con reserva y órdenes de prestación dictadas en el proceso
monitorio y en otros (Vid. CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo I,
Madrid, 1977, págs. 250 y ss.).
45

impropio de ejecución, pues, estiman que se trata de una figura


intermedia, con más o menos predominio de cognición o ejecución103.
En esta última dirección puede estimarse incluido PRIETO-CASTRO,
quien califica el juicio ejecutivo de proceso sumario ejecutivo
documental y cambiario, y afirma que, por su estructura, es un
proceso declarativo y ejecutivo al mismo tiempo 104.

El argumento esencial, al que ya hemos hecho referencia, a


favor de la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo se integra con
una serie de consideraciones complementarias que vienen impuestas
por las propias normas de la LEC que regulan aquel procedimiento.

En líneas generales, se afirma que los títulos relacionados en el


art. 1429 LEC no son los verdaderos títulos de ejecución, a pesar de
que la LEC se refiere a ellos como títulos que tienen "aparejada
ejecución" 105. No son causa inmediata de la ejecución, sino que tan
sólo permiten la entrada en el juicio declarativo sumario y autorizan
la adopción de medidas cautelares 106. En cambio, la sentencia de
remate es el verdadero título de ejecución. Esta conclusión se asienta,
por un lado, en la norma del art. 921 LEC que no exige para proceder

103
.- Vid. DE LA PLAZA, Derecho procesal civil español, vol. Il, cit., págs. 507 a 510;
REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit., pág.
11.
l04
.- PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs. 89 y 840.
l05
.- GUASP (Derecho procesal civil, cit., pág. 751) afirma que son títulos declarativos,
si bien sumarios por razones cualitativas o privilegiadas, que justifican la cognición
sumaria y limitada por parte de Juez.
En cambio, PRIETO-CASTRO (Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs.
688 y 689), de acuerdo con su concepción ya expuesta considera que los títulos del art.
1429 son ejecutivos cuando el deudor no formula oposición y paga en virtud del simple
requerimiento. Pero si el deudor no paga y formula oposición, la ejecución no se efectúa
ya en base al título contractual o privado, sino que se funda en la sentencia de remate,
pues, en ella se determina el alcance de la ejecución.
106
.- Vid. entre otros, DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales del proceso de
ejecución", I, cit., lug. cit., pág. 896 y "Los principios ...", II, cit., lug. cit., pág. 81;
GUASP, La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria, cit., pág. 60; HERCE
QUEMADA, Derecho procesal civil, vol. segundo, cit., pág. 4. REYES MONTERREAL
(El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, 2a ed., II, 1963, pág. 113) sostiene que
los títulos ejecutivos del art. 1429 LEC no son los títulos de ejecución, sino una mera
justificación del derecho a la ejecución.
46

al embargo un previo requerimiento de pago; mientras que el


despacho de la ejecución en base a los títulos ejecutivos del art. 1429
LEG se concreta en un mero requerimiento de pago al deudor (art.
1442 LEG) 1 7. Por otro, si no se entendiera que la sentencia es el
auténtico título de ejecución, y se concluyera que los títulos que
enumera el art. 1429 LEG contienen efectivamente una orden de
ejecución, se pregunta cuál sería la función que desempeñaría la
orden judicial que es la sentencia de remate y que recae sobre el
fondo del asunto 108.

De conformidad con los preceptos de la LEG, la sentencia de


remate resuelve sobre la oposición formulada. Puede, por tanto,
apartarse del título en la fijación de la cuantía debida -posibilidad que
se infiere del tenor del art. 1466 LEG-. En este supuesto, los autores
que defienden la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo no dudan
en señalar que la condena del deudor procede directamente de dicha
sentencia y no del título presentado por el acreedor en el que puede
estar expresada una cantidad mayor. Ahora bien, incluso en el caso de
que el deudor no formule oposición, la ejecución no se inicia sin más
actuaciones procesales, sino que es preciso que se dicte sentencia de
remate. En este sentido, la atribución de fuerza ejecutiva a los títulos
del art. 1429 LEG se opera, con oposición o sin ella, en virtud de la
mencionada sentencia 109. La finalidad del juicio ejecutivo, como
proceso de declaración que es, consiste en la obtención de la
sentencia y sólo después de emitida esta resolución, en la que se
declara la voluntad de la ley, podrá hablarse- de ejecución, que será

l07
.- Cfr. CORTES DOMÍNGUEZ (Derecho Procesal. Proceso civil, cit., págs. 401 a 40;
y Comentarios a los arts. 921 y 1442 LEC, en Comentarios a la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento civil. Ley 34/1984 de 6 de agosto de 1984, Madrid, 1985, págs. 665 y ss.)
quien distingue entre títulos ejecutivos ex art. 1429 LEC y títulos de ejecución. El rasgo
básico de estos últimos es que dan lugar a la actividad ejecutoria sin necesidad de
requerimiento previo de pago. Por tanto, en el juicio ejecutivo el verdadero título de
ejecución es la sentencia de remate (art. 1481 LEC).
l08
.- Esta cuestión se plantea GUASP en La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria,
cit., pág. 60, nota 1.
l09
.- Vid. REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C. española, I,
cit., pág. 11.
47

despachada en base a la sentencia condenatoria; esto, es en base al


auténtico título de ejecución.

Desde esta perspectiva, se afirma que las actividades realizadas


con anterioridad a la sentencia de remate no son verdaderas
actividades de ejecución. Por tanto, el que en el inicio del juicio
ejecutivo se practique el embargo de bienes del deudor, si éste no
atiende el requerimiento de pago, no quiere decir que aquél tenga
carácter ejecutivo sino meramente aseguratorio o cautelar no.

De todo lo expuesto, se deriva la última de las consideraciones


que hemos calificado de complementarias: el procedimiento de
apremio no es tan sólo una fase del juicio ejecutivo, sino que con este
nombre designa la LEG las actuaciones que componen la forma que
debe estimarse ordinaria o común del proceso de ejecución m.

En definitiva, los defensores de la naturaleza declarativa del


juicio ejecutivo112, subrayan la inconsecuencia entre la denominación
y la estructura y función del juicio ejecutivo, ya que falta en él la
ausencia de cognición, carácter esencial del proceso de ejecución. A

"°.- Vid. en este sentido, SAEZ JIMÉNEZ y LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA,


Compendio de Derecho procesal civil y penal, tomo II, vol. Il, cit., págs. 268 a 270;
ORTELLS RAMOS, El embargo preventivo, Barcelona, 1984, págs. 67 a 71.
"'.- SAEZ JIMÉNEZ y LÓPEZ FERNANDEZ DE GAMBOA, ob. cit. nota anterior, pág.
242; GUASP, La ejecución procesal en la Ley Hipotecaria, cit., pág. 63.
"2.- Aunque hemos citado, a nuestro modo de ver, suficientes testimonios, la relación de
autores partidarios de la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo puede ser más
extensa; vid. también, entre otros, FAIREN GUILLEN, "La futura sistematización de los
procedimientos civiles españoles", en Revista General de Legislación y Jurisprudencia,
diciembre 1966, págs. 766 a 768; MIGUEL Y ROMERO, DE MIGUEL Y ALONSO,
Derecho procesal práctico, tomo II, 11 a ed., Barcelona, 1967, pág, 4; MIGUEL Y
ROMERO, "Los procesos de cognición y de ejecución", en Revista General de
Legislación y Jurisprudencia, 1945, págs. 696 a 712; DE MIGUEL Y ALONSO,
"Ultimas evoluciones en materia de ejecución forzosa singular", en Revista de Derecho
Procesal Iberoamericana, núm. 1, 1983, pág. 48; REYES MONTERREAL, "La
suspensión del juicio ejecutivo", en Revista Jurídica de Cataluña, 1962, pág. 768;
RODRÍGUEZ AGUILERA, "Juicio ejecutivo promovido por representación", en Revista
General de Legislación y Jurisprudencia, núm. 6, junio 1959, págs. 725 y 756 a 758;
CASALS COLLDECARRERA, "La eficacia de la ejecución", en Para un proceso civil
eficaz, U.A.B., Bellaterra, 1982, págs. 75 a 79.
48

su entender, el proceso de ejecución consiste en una actuación


procesal abstracta, limitada a la exigibilidad de la concurrencia de
ciertos requisitos, formalidades o circunstancias que aparezcan en los
títulos que traen aparejada ejecución113. La discusión acerca de la
existencia, inexistencia o modo de ser de la relación jurídica
documentada en el título, debe dejarse para otro momento: el juicio
declarativo posterior.

Al introducir la controversia sobre la naturaleza jurídica del


juicio ejecutivo, advertimos que no entraríamos a examinar los
peculiares matices que se aprecian en los razonamientos jurídicos de
los diferentes autores. No obstante, y aún a riesgo de contradecirnos,
queremos recoger las observaciones de PRIETO-CASTRO sobre la
oposición a la ejecución. Según el citado autor, el deudor debe ser
titular, en fase de ejecución, de derechos a la oposición, ya que desde
la creación del título hasta la ejecución han podido surgir nuevas
situaciones. Esta circunstancia no puede pasar desapercibida y, por
tanto, se han de atribuir defensas al deudor. Añade que "con esto no
queremos decir que se interrumpa la ejecución, sino simplemente que
las leyes sobre ejecución deben prever tales supuestos de nuevas
situaciones, en una palabra, recursos del deudor contra la ejecución,
porque el título ejecutivo, si bien como principio documenta el
derecho de que se trata, no es por sí el acreditamiento inexpugnable
de que el derecho exista. Por ejemplo, el deudor condenado por la
sentencia puede haber satisfecho mientras tanto el crédito o haber
surgido algún hecho extintivo que hace ilícita la ejecución. La
doctrina y la jurisprudencia han construido, supliendo la laguna legal,
un sistema de defensas del demandado-ejecutado cuando media una
ejecución indebida, principalmente la demanda de oposición a la

ll3
.- No desnaturaliza el proceso de ejecución, la oposición en la que se alega: la falta de
fundamento de la acción (título defectuoso o crédito no realizable ejecutivamente), la
falta de legitimación procesal de las partes, o la irregularidad en la determinación del
objeto de la ejecución misma o sobre hechos o actos que no hay posibilidad de realizar, o
deben cumplirse en forma determinada (vid. DE LA PLAZA, Derecho procesal civil
español, vol. Il, cit., pág. 514).
49

ejecución, aparte la posibilidad de invocar la existencia de un


enriquecimiento injusto, con apoyo en los artículos correspondientes
del Código civil. Es indudable que con arreglo al art. 488 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil estas oposiciones del ejecutado pueden llevarse
a un juicio independiente, pero entonces estamos ya fuera de la
ejecución, y de lo que se trata es de que, dentro de ella, esos medios
de impugnación puedan actuarse en forma de incidente capaz de
suspender la ejecución" 114.

En las palabras de PRIETO-CASTRO, en especial las que


nosotros hemos marcado con cursiva, se observa la necesidad de que
se adopte una posición clara y terminante sobre la forma de articular
un incidente de oposición en el proceso de ejecución. No puede
afirmarse, que la ejecución no debe interrumpirse y, seguidamente,
que, ante la posibilidad de que surja un hecho extintivo que haga
ilícita la ejecución, se regule un "incidente capaz de suspender la
ejecución". La contradicción en esta cuestión es palmaria.

B) Argumentos a favor de la naturaleza ejecutiva del juicio


ejecutivo.

Como ya hemos expuesto al inicio del presente epígrafe 115, la


cuestión relativa a la naturaleza del juicio ejecutivo no es pacífica en
la doctrina procesal española. En efecto, existe otra corriente doctrinal
-a nuestro entender la correcta- diametralmente opuesta con la hasta
estos momentos analizada, que sostiene que la cognición no es
extraña a la ejecución una vez iniciada ésta, pues, si bien la función

"4.- PRIETO-CASTRO, "Correcciones al derecho sobre ejecución forzosa de la Ley de


Enjuiciamiento Civil", en Revista de Legislación y Jurisprudencia, mayo, 1952, págs.
524 y 525. Años más tarde, reitera esta idea y se muestra partidario de una reforma de los
preceptos relativos a la ejecución. A su entender, debe otorgarse al deudor facultades de
impugnación del título ejecutivo cuando éste pueda conducir a una ejecución ilícita. Este
derecho de defensa del deudor debe formar parte del proceso de ejecución y producir su
suspensión (cfr. Tratado de derecho procesal civil, II, cit., págs. 842 y 843).
115
.- Vid. supra, pág. 40.
50

principal del Juez ejecutor no es la de decidir lo justo en el caso


concreto, sino la de ejecutar lo que se dispone en el título ejecutivo, el
proceso de ejecución puede precisar también una actividad de
conocimiento. En este sentido se ha señalado que "preconizar lo
contrario -y más aún entender que cualquier actividad de cognición
contraría la naturaleza del proceso de ejecución-, equivaldría a obligar
al Juez a ejecutar "a ciegas" el contenido del título ejecutivo,
volviendo la espalda a cualquier posibilidad de que el derecho en que
éste aparece documentado haya desaparecido o resulte modificado
con posterioridad" 116.

La cognición repugna al proceso de ejecución pero sólo antes


de que ésta se despache; en cambio, "no repugna a la esencia del
proceso de ejecución el que, una vez iniciado éste, se inserten en él
procesos declarativos incidentales" 11?. Es decir, la prohibición se
refiere sustancialmente a la citación y comparecencia del deudor para
oponerse antes de que se despache la ejecución, no después de
i ï ft
acordada ésta y asegurado ya su resultado final . Este planteamiento
se asienta en la característica esencial del proceso de ejecución que
consiste "en exonerar al acreedor de la previa prueba de los hechos
constituvos de su derecho a la tutela (acreditando otros), pero no en
amordazar a quien ya es ejecutado e impedirle que ponga de relieve
otros hechos que impidan, enervan o extingan la eficacia de los
hechos constitutivos de cuya prueba se le relevó. Ni por hipótesis es
admisible que los órganos jurisdiccionales concedan tutelas
inexistentes, y menos aún a pesar de la- protesta de quien las
padece"119.

"6.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 23.
ll7
.- Así, se expresa CARRERAS (El embargo de bienes, Barcelona, 1957, pág. 73) en
clara contestación a la tesis sostenida por DE LA PLAZA (vid supra, pág. 41).
"8.- Vid. en este sentido, GUTIÉRREZ DE CABIEDES, "Aspectos históricos y
dogmátivos del juicio ejecutivo y del proceso monitorio en España", cit., lug. cit., pág.
434.
"9.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 116.
51

Por tanto, no se cuestiona que el Juez en el proceso de


ejecución tenga encomendada, principalmente, la función de ejecutar
lo que se establece en el título ejecutivo. Pero sí se advierte que ello
no significa que el Juez deje de serlo para convertirse en un mero
ejecutor y que no deba velar por el correcto desarrollo del proceso de
ejecución, así como por la licitud de la ejecución 12°. Esta afirmación
encuentra su apoyo en el derecho positivo. La LEC prevé que en el
curso del proceso ordinario de ejecución pueda promoverse un
incidente de cognición que puede responder a diversas finalidades, v.
gr.: hacer posible la ejecución completando el contenido de la
sentencia de condena que se ejecuta (cfr. arts. 928 y ss.; y arts. 932 y
ss.) 121; denunciar la infracciones relativas al contenido del título
ejecutivo (art. 949.2), incidente que puede admitirse también para
promover la oposición de fondo a la ejecución 122. En suma, en
cualquier proceso de ejecución fundado en una sentencia firme de
condena cabe suscitar incidencias declarativas 123.

Todas las manifestaciones del proceso de declaración que se


producen en el proceso de ejecución, tanto las que tienden a facilitar o
a hacer posible la aplicación de la sanción, como las que tienden a
impedir la consecución del fin de la ejecución, están presididas por el
principio del contradictorio. Tal principio se expresa en el proceso a
través de la situación de ambas partes en régimen de igualdad ante el
Juez, haciendo las alegaciones que estimen oportunas, probando los

l20
.- Cfr. FENECH, Derecho procesal civil, cit., págs. 292 y ss.
l21
.- El TC ha declarado que la liquidación de sentencias de condena ilíquidas durante el
proceso de ejecución debe tener lugar a través de un incidente contradictorio, pues, en
caso contrario se vulnera el derecho reconocido en el art. 24.1 CE. Cfr. SSTC 17/1983,
de 11 de marzo, f.j. 3°; 176/1985, de 17 de diciembre, f.j. 2°.
m
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 366; y FENECH,
Derecho procesal civil, cit., pág. 592.
l23
.- Cfr. ORTIZ NAVACERRADA, Título ejecutivo y liquidez de las pólizas de crédito
a efectos del despacho de la ejecución, (Consideraciones de doctrina, j
constitucionalidad), Granada, 1992, pág. 31.
52

hechos en los que funden sus pretensiones y formulando las


respectivas conclusiones 124.

La especialidad del proceso de ejecución frente al de


declaración consiste en que, in limine litis y tras una breve
instruccción, se decreta en aquél lo que en el procedimiento de
declaración es contenido de la decisión final 125. Por tanto, si el juicio
ejecutivo fuese un procedimiento de declaración, no le bastaría al
ejecutante presentar un título regularmente formal para que se
acordase el remate, sino que además debería probar plenamente la
existencia del derecho contenido en el título 126. Además si la
oposición es admitida en la ejecución de sentencias -verdadero
proceso de ejecución para los partidarios de la naturaleza declarativa
del juicio ejecutivo-, a fortiori debe estar regulada en la ejecución de
11*7
títulos ejecutivos extrajurisdiccionales . En definitiva, la previsión
legal de un incidente cognoscitivo (que, por otra parte, no tiene
carácter ordinario, sino meramente eventual y que tiene lugar una vez
comenzada y asegurada la ejecución) no constituye obstáculo alguno
para calificar al juicio ejecutivo de proceso de ejecución 128. Todo lo
l24
.- Cfr. FAIREN GUILLEN, Doctrina general del Derecho procesal, (Hacia una teoría
y ley procesal generales), Barcelona, 1990, págs. 388 y 389; MORÓN PALOMINO,
Derecho procesal civil, (Cuestiones fundamentales), Madrid, 1993, págs. 72 a 76.
I25
.- Vid. BECEÑA, "Los procedimientos ejecutivos en el Derecho procesal español", en
Revista de Derecho Privado, 1920, pág. 222.
126
.- GÓMEZ DE LA SERNA (Motivos de las variaciones principales que ha
introducido en los procedimientos la Ley de Enjuiciamiento Civil, Madrid, 1857, pág.
177) ya dejó bien clara esta diferencia, y lo hizo en los siguientes términos: "El juicio
ejecutivo, a diferencia del ordinario y de los sumarios que tienen por objeto una
declaración, supone como cierta la existencia de un derecho; su punto de partida puede
decirse que es el que sirve de término al juicio declarativo, porque da por supuesto lo que
en éste ha de ser objeto de contradicción, de discusión y de fallo".
n
\- Vid. SERRA DOMÍNGUEZ, Estudios de Derecho procesal, Barcelona, 1969, págs.
524 y 525; también de este mismo autor, voz "Juicio ejecutivo", en Nueva Enciclopedia
Jurídica Seix, tomo XIV, Barcelona, 1978, págs. 149 a 151.
l28
.- Vid. entre otros, CARRERAS, El embargo de bienes, cit., pág. 73, también de este
autor "Consideración general del juicio ejecutivo", en El juicio ejecutivo. Cuadernos de
Derecho judicial, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1993, págs. 19 a 23;
FERNANDEZ LÓPEZ, La tercería de dominio, cit., págs. 204 y 205, también de este
autor, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 23; FENECH, Derecho procesal civil, cit.,
págs. 293 y ss.; también de este autor, "Los procesos sumarios de ejecución", en Estudios
de Derecho procesal, (con Carreras), Barcelona, 1962, pág. 501; GUTIÉRREZ DE
53

contrario, se ha señalado que la cognición -aun cuando limitada, pues,


lo está la facultad de excepcionar- es una de las características que
todo proceso de ejecución debe reunir 129.

Con respecto al incidente de oposición a la ejecución, regulado


en los arts. 1461 y ss. LEC, se ha puntualizado que su destino no es el
de declarar derechos, sino que tiene como misión fijar alguna de las
condiciones de la propia ejecución, motivo por el cual la sentencia
que pone fin al mismo es meramente procesal estando desprovista del
carácter de cosa juzgada material 13°. No obstante, se ha afirmado que,
para mantener la naturaleza ejecutiva del denominado juicio
ejecutivo, no es ineludible sostener el carácter procesal de esta
sentencia, "pues aun dándole un carácter de sentencia de fondo, ésta
se circunscribe exclusivamente al incidente de oposición y tiene en

CABIEDES, "Aspectos históricos y dogmáticos del juicio ejecutivo y del proceso


monitorio en España", cit., lug. cit., págs. 433 a 439; SERRA DOMÍNGUEZ, Estudios de
Derecho procesal, Barcelona, 1969, págs. 522 a 525; MONTERO AROCA, Derecho
jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., págs. 223 a 226; también de este autor "La
naturaleza jurídica del juicio ejecutivo", cit., lug. cit., pág. 287; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, 5a ed., tomo II, Barcelona, 1992, págs. 1122 y 1123; PÉREZ
GORDO, La suspensión del juicio ejecutivo, Barcelona, 1971, pág. 36 y págs. 119 a 122;
también de este autor, La ejecución provisional en el proceso civil, Barcelona, 1973,
págs. 52 y 53; y "Reflexiones retrospectivas en torno a la naturaleza jurídica del Juicio
Ejecutivo", en Revista General de Derecho, 1974, núm. 355, págs. 306 a 314; núm. 356,
págs. 418 a 428 y núm. 357, págs. 532 a 541; GÓMEZ DE LIAÑO, El juicio ejecutivo de
la Ley del automóvil, Salamanca, 1972, págs. 55 a 57; Jurisprudencia cambiaria. Juicio
ejecutivo, Oviedo, 1991, págs. 19 a 27; y también de este mismo autor, vid. El proceso
civil, 2a ed., Oviedo, 1992, págs. 289 a 291; RIFA SOLER, La anotación preventiva de
embargo, Madrid, 1983, pág. 108; CABALLERO GEA, Ley de Enjuiciamiento civil:
Libros II y HI, arts. 460 al final, Juicio de cognición, Suspensión de pagos y especial
estudio de las tercerías, Madrid, 1992, pág. 739; ARMENTA DEU, La acumulación de
autos, Madrid, 1983, págs. 55 y 56; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda
extranjera. Su tratamiento procesal, Madrid, 1990, págs. 138 a 140; CACHÓN
CADENAS, El embargo, Barcelona, 1991, págs. 82 a 87.
l29
.- Vid. en este sentido BECEÑA ("Los procedimientos ejecutivos en el Derecho
procesal español", cit., lug. cit., pág. 223) para quien la ejecución se caracteriza porque la
orden de pago del Juez se emite inaudita parti, después de una cognitio limitada y con
facultad de excepcionar por parte del deudor también tasada. Asimismo, SERRA
DOMÍNGUEZ (Estudios de Derecho procesal, cit., pág. 524) sostiene que "es
precisamente la posibilidad de oposición la que concede al juicio ejecutivo su carácter de
proceso de ejecución".
l30
.- CARRERAS, El embargo de bienes, cit., pág. 73; SERRA DOMÍNGUEZ, Estudios
de Derecho procesal, cit., pág. 525.
54

consecuencia por contenido revocar la ejecución ya despachada,


declarar su nulidad u ordenar que aquélla siga adelante" I31 .

Tampoco impide la defensa de la naturaleza ejecutiva del juicio


ejecutivo el hecho de que la resolución que resuelve la fase incidental
de cognición adopte la forma de sentencia. Se ha afirmado al respecto
que: "en nuestro sistema los incidentes se resuelven por sentencia (art.
758) y, por lo tanto, por sentencia debe resolverse la cuestión
1 T7
incidental que es la oposición"

Los partidarios de la naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo no


admiten que la sentencia de remate sea el título de ejecución. Por
imperativo legal expreso, el fallo de la sentencia de remate consiste,
solamente, en ordenar que siga "la ejecución adelante, expresando la
cantidad que ha de ser pagada al acreedor" (art. 1473.1.1° LEG). No
puede cuestionarse, por tanto, que lo que se ejecuta son los títulos
previstos en el art. 1429 LEG y que la ejecución se inicia desde que se
dicta auto despachándola; la sentencia de remate tiene un mero
carácter verificatorio e instrumental respecto al título ejecutivo 133.
Dicho carácter se revela aún con más claridad cuando no ha existido
oposición, pues, no puede sostenerse, en este caso, que la sentencia de
remate innove el contenido del título 134.

131
.- GUTIÉRREZ DE CABIEDES, "Aspectos históricos y dogmáticos del juicio
ejecutivo y del proceso monitorio en España", cit., lug. cit., pág. 437.
l32
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., pág. 226.
l33
.- Cfr. CARRERAS, El embargo de bienes, cit., págs. 74 y 75; GUTIÉRREZ DE
CABIEDES, ob, cit., nota anterior, pág. 437; PEREZ GORDO, "Reflexiones
retrospectivas en torno a la naturaleza del Juicio Ejecutivo", en Revista General de
Derecho, núm. 356, pág. 427.
l34
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 25; SERRA
DOMÍNGUEZ, Estudios de Derecho procesal, cit., pág. 525.
Se ha observado que si no existe oposición, el que haya de dictarse sentencia de
remate no sólo carece de sentido, sino que además resulta innecesaria y perturbadora,
pudiendo ser suprimida o sustituida por una providencia o por un auto. En todo caso, la
exigencia legal de la sentencia de remate sin oposición puede ser justificada
históricamente (cfr. FENECH, Derecho procesal civil, cit., pág. 459; MONTERO
AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., págs. 224 a 226).
Desde otra perspectiva, se ha estimado, sin embargo, que la mencionada
exigencia legal no puede considerarse inadecuada teniendo en cuenta la gravedad que
55

Siguiendo con el planteamiento de los autores partidarios de la


naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo, si la ejecución se inicia
desde que, una vez enjuiciados los títulos del art. 1429 LEG, se dicta
auto despachándola, el embargo trabado después del despacho de la
ejecución es propiamente ejecutivo y no preventivo 13S. CARRERAS
se pronuncia sobre esta cuestión de manera contundente: "El Juez
ejecutor, al llevar a cabo el embargo dentro del proceso de ejecución,
realiza siempre una actividad sustitutiva de la del responsable
ejecutado, sea cual fuere el efecto secundario que alguna de las fases
de su actividad produzcan respecto al derecho del acreedor ejecutante;
si embarga, es pensando en la venta inmediata o mediata de los
bienes, y por ello no exige ni puede exigir fianza al acreedor para
llevar a cabo el embargo" 136.

Otros razonamientos vienen a reforzar la tesis de la naturaleza


ejecutiva del juicio ejecutivo. Por ejemplo, se sostiene que el
considerar al juicio ejecutivo como un proceso de declaración
pugnaría con el principio de igualdad de las partes en el proceso (el
ejecutante tendría dos oportunidades procesales para hacer valer sus

entraña para el deudor la siguiente fase procesal que es el procedimiento de apremio. Por
este motivo, el legislador impone, también en los supuestos en los que no se formaliza la
oposición a la ejecución, la exigencia de que el Juez ratifique mediante sentencia la
decisión adoptada al despachar ejecución (vid. CACHÓN CADENAS, El embargo, cit.,
pág. 83).
l35
.- Cfr. al respecto, SERRA DOMÍNGUEZ ("Teoría general de las medidas cautelares",
en Las medidas cautelares en el proceso civil, (con Ramos Méndez), Barcelona, 1974,
págs. 64 y 65) quien niega que el embargo decretado en el juicio ejecutivo tenga carácter
cautelar. Fundamenta dicha conclusión en la innecesariedad de su ratificación, en su
carácter normal e integrante del procedimiento y en la dicción del art. 1473.1 LEC que
supone que las medidas adoptadas con anterioridad a la sentencia de remate, son de por
sí ejecutivas. Desde un planteamiento similar, CACHÓN CADENAS (ob. cit., nota
anterior, págs. 11 y 84 a 87) sostiene que el embargo trabado en el juicio ejecutivo no
constituye una medida cautelar ya que en él no concurren las notas de instrumentalidad o
accesoriedad, provisionalidad, homogeneidad, y su regulación no es marginal respecto
del proceso principal.
l36
.- CARRERAS, El embargo de bienes, ob. cit., pág. 113. En cuanto a la dualidad
embargo ejecutivo-embargo preventivo, entiende CARRERAS, que el embargo es
siempre un acto ejecutivo, pero que en ciertas hipótesis y apoyándose en su efecto
asegurativo, se estructura como medida cautelar (cfr. ob. cit., págs. 106 a 114).
56

razones, mientras que el ejecutado sólo tendría una). Por otra parte, la
terminología que emplea la LEC en la regulación del juicio ejecutivo
muestra claramente cuál es la naturaleza del citado proceso (habla de
"acción ejecutiva", tener "aparejada ejecución", "demanda ejecutiva",
"despacho de la ejecución", "efectos de la ejecución", "ejecutante",
"ejecutado" ) l37.

Sin embargo, los partidarios de la naturaleza ejecutiva del


juicio ejecutivo admiten que en la LEC se han insertado algunos
preceptos que pueden hacer tambalear la calificación jurídica por
ellos propuesta. Salvan el posible obstáculo afirmando que, de la
misma manera que existen procesos de declaración con especialidades
respecto de los procesos declarativos ordinarios, el juicio ejecutivo,
como proceso de ejecución especial (tanto por los títulos, que son
extrajurisdiccionales -art. 1429 LEC-, como por las pretensiones, que
deben referirse a una cantidad de dinero -art. 1435 LEC-) se aparta en
ciertos extremos, inhábiles para alterar su naturaleza, de la regulación
dada por la LEC al proceso de ejecución ordinario.

Así, la diferencia entre el art. 921.1 y el art. 1442 LEC no tiene


suficiente entidad para negar el carácter ejecutivo al juicio ejecutivo.
En este sentido, se ha declarado que no tiene influencia alguna sobre
la naturaleza del juicio ejecutivo el que después de despachada
ejecución, y antes de proceder al embargo de los bienes, haya de
requerirse de pago al deudor. Aunque el art. 921.1 LEC no exija un
previo requerimiento de pago al condenado, la LEC regula otras
ejecuciones de título judicial en las que antes de llevarse a cabo la
ejecución forzosa se señala un plazo al ejecutado para que cumpla, v.
gr. art. 924 l38. En cuanto a la citación de remate, prevista
exclusivamente para el juicio ejecutivo (art. 1459 LEC), se ha
precisado que ésta no puede equipararse al emplazamiento o citación

l37
.- Cfr. SERRA DOMÍNGUEZ, Estudios de Derecho procesal cit., pág. 524.
l38
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 24 y 25; MONTERO
AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., pág. 224.
57

de los juicios declarativos. La citación de remate es sólo un medio


para provocar la oposición del ejecutado 139. No obstante, ni el previo
requerimiento de pago, ni la citación de remate son unos actos
procesales totalmente ajenos a la ejecución de sentencias de condena.
En efecto, si repasamos la evolución histórico-legislativa del juicio
ejecutivo vemos que la innecesariedad del previo requerimiento de
pago, de la citación y sentencia de remate no se sanciona legalmente
hasta la LEG de 1855 14°.

Hay más preceptos reguladores del juicio ejecutivo que pueden


generar dudas sobre la naturaleza de este proceso y que han sido
objeto de reflexión y estudio. En concreto, se ha preguntado por qué
debe pronunciarse una declaración de rebeldía en un proceso de
ejecución (art. 1462 LEG) H1. Al parecer la declaración de rebeldía a
la que alude el vigente art. 1462 LEG tiene su origen en una
confusión de conceptos. Del acuse de rebeldía, que en nuestro
derecho histórico era una iniciativa necesaria de la parte para dar
impulso al proceso 142, se pasa a la declaración de rebeldía en la LEG
de 1881, primero a instancia de parte y, tras la reforma producida por
la Ley 34/1984 de 6 de agosto, dicha declaración se produce de
oficio. Ni el legislador de 1881, ni el de 1984, ni el de 1992 se dio
cuenta de la confusión que el uso de unos términos inapropiados
podía provocar 143. Otra norma que podría contrariar la naturaleza
l39
.- MONTERO AROCA, ob. cit., nota anterior, págs. 224 y 225.
l40
.- Vid. supra, nota 60.
l41
.- Este interrogante se plantea FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit.,
pág. 25.
l42
.- Vid. supra, pág. 14.
143
.- Vid. sobre esta cuestión, MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso
civil 2.°, cit., pág. 198.
Aunque MANRESA Y NAVARRO, autor principal de la LEC de 1881, se dio
cuenta de la particularidad de la declaración de rebeldía del art. 1462 LEC, pues, sostuvo
que no le eran aplicables los arts. 281, 527 y 528 LEC (Comentarios a la Ley de
Enjuciamiento civil, tomo VI, cit., págs. 481 y 482), no comprendió que no era lo mismo
acusar una rebeldía que declarar en rebeldía.
DE LA PLAZA (Derecho procesal civil español, vol. II, cit., pág. 528) también
percibió las diferencias entre la declaración de rebeldía en el juicio ejecutivo y la que se
decreta en el proceso de cognición. Así, afirmaba que "...; pero esta declaración (se
refiere a la del art. 1462 LEC), por contraste con lo dispuesto para el proceso de
58

ejecutiva del juicio ejecutivo -teniendo en cuenta que se ha afirmado


que la ejecución se inicia desde su despacho (art. 1440.3 LEG)- es la
del art. 1476 LEG. Para que la ejecución pueda continuar adelante,
una vez se haya interpuesto recurso de apelación contra la sentencia
de remate, el art. 1476 LEG obliga al ejecutante a instar la ejecución
provisional de dicha sentencia y le exige la prestación de fianza. No
existe, para esta norma, como tampoco para las anteriormente citadas,
otra explicación distinta de aquella que afirma "que o provienen sólo
de la deficiente y contradictoria regulación legal, o descansan en muy
arcaicas y erróneas concepciones de la ejecución forzosa" 144.

No obstante, y como ya hemos señalado, la doctrina procesal


partidaria de la naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo no da
excesiva importancia a las especialidades procedimentales que aquél
presenta. En último término, estas especialidades tienen una causa
justificable: las sentencias de condena están precedidas de la garantía
jurisdiccional de un proceso declarativo, mientras que los títulos
extrajurisdiccionales carecen de esta previa garantía. Esta
particularidad es responsable por sí sola de las diferencias existentes

cognición, ni determina medidas de aseguramiento, ya adoptadas cuando la citación se


hace, ni obliga a entenderse con los estrados del Tribunal".
FERNANDEZ, RIFA y VALLS (Derecho procesal práctico, tomo VI, (§ 94 a
108), págs. 439 a 441) señalan que el empleo de la expresión "declaración de rebeldía"
en el art. 1462 LEG no es correcto, pues "la ejecución ha sido ya despachada, se ha
causado embargo en los bienes del deudor y su presencia y el concurso de su voluntad
son irrelevantes: la ejecución continúa sin o contra la voluntad del deudor. Pero, además,
porque esa "declaración de rebeldía" no produce los efectos que son típicos de la
rebeldía: ni le es aplicable lo dispuesto en el art. 787 sobre restitución de lo obtenido en
la ejecución de sentencia en rebeldía, ni le es posible al ejecutado intentar el "recurso" de
audiencia al rebelde".
Por su parte, SAMANES ARA (La tutela del rebelde en el proceso civil,
Barcelona, 1993, págs. 95 y 96) estima que el término rebeldía es utilizado de forma
incorrecta por el art. 1462 LEC, pues, la rebeldía sólo se predica del demandado y
respecto de la oposición a la ejecución el deudor es "potencialmente demandante".
144
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 25 y 26.
La ejecución provisional de la sentencia de remate ya estaba regulada, en
parecidos términos, en la Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y las causas de
comercio de 1830; vid. supra, pág. 25.
59

entre el proceso de ejecución ordinario y el juicio ejecutivo 145. De ahí


que el juicio ejecutivo sea calificado de proceso de ejecución especial
en oposición al proceso ordinario de ejecución.

A las dos notas anteriores (proceso de ejecución y especialidad)


se añade una tercera que termina de configurar su naturaleza jurídica
y es la sumariedad. En este sentido, se ha señalado que el juicio
ejecutivo regulado en la LEC es un proceso de ejecución, especial y
sumario 146. Sin embargo, no hay acuerdo en el significado que debe
otorgarse a la sumariedad en sede de juicio ejecutivo. Así, BECEÑA
se muestra contrario al calificativo sumario-, "sumario quiere decir
breve, y con esto sólo no se cualifica un procedimiento ejecutivo" 147.
Para FENECH, el término sumario referido a un proceso de ejecución
significa ausencia de una previa fase declarativa, de un previo proceso
de declaración. Desde esta perspectiva, distingue entre procesos de
ejecución ordinarios -que son aquellos que tienen su punto de partida
en una sentencia o fallo dictado por órganos de la jurisdicción- y
procesos sumarios de ejecución -cuya base está en un título
extrajurisdiccional- 148. A su vez, clasifica estos últimos en procesos
de ejecución con posibilidad de oposición al título ejecutivo (v. gr.
juicio ejecutivo, procedimiento de apremio en negocios de comercio,
etc) y procesos de ejecución sin posibilidad de oposición al título
ejecutivo (ejecución hipotecaria en general y proceso tributario de
ejecución). PÉREZ GORDO considera que la sumariedad respecto al
proceso de ejecución está en función de la celeridad. En este sentido,

145
.- FERNANDEZ LOPEZ, ob, cit., nota anterior, pág. 28; FENECH, Derecho procesal
civil, cit., pág. 295.
l46
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., pág. 223;
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 23.
147
.- BECEÑA, "Los procedimientos ejecutivos en el Derecho procesal español", cit.,
lug. cit., pág. 223.
148
.- FENECH emplea la terminología "proceso sumario de ejecución" por el arraigo que,
a su entender, tiene tal denominación en la doctrina procesal. Si bien destaca la
impropiedad de dicha denominación, pues, el proceso de ejecución no es "una mera
secuela o consecuencia del proceso de declaración, sino que tiene sustantividad propia y
un interés científico y práctico extraordinario" ("Los procesos sumarios de ejecución",
cit., lug. cit., págs. 498 a 501).
60

advierte que al concebir el juicio ejecutivo como proceso de ejecución


no puede ser sumario sino ordinario, puesto que el incidente de
oposición "lejos de abreviar la ejecución, es causa de que se alarguen
sus incidencias, y los caracteres del ejecutivo son los propios de un
proceso ordinario, basado en título extrajurisdiccional" 149.
Finalmente, MONTERO AROCA afirma que la sumariedad no puede
referirse al proceso de ejecución, ya que si no hay oposición no se
produce el efecto de cosa juzgada material. La sumariedad ha de
referirse al incidente de oposición a la ejecución; en definitiva, al
proceso declarativo incidental promovido por el ejecutado 15°.

C) Extensión de la polémica doctrinal, en los términos expuestos,


al juicio ejecutivo cambiario.

Ya dijimos en su momento que podía trasladarse al juicio


ejecutivo cambiario la polémica doctrinal surgida acerca de la
naturaleza jurídica del juicio ejecutivo denominado "ordinario" 151. El
motivo es claro: el incidente de oposición a la ejecución es también
una fase, si bien eventual, del juicio ejecutivo cambiario.

Antes de la entrada en vigor de la LCCH, la diferencia entre


ambos procedimientos, por lo que respecta al incidente de oposición a
la ejecución, se reducía a un elemento cuantitativo: desde las primeras
normas que la han regulado, la oposición cambiaria siempre se ha
caracterizado por tener un ámbito más restringido que el del juicio
ejecutivo ordinario. Por consiguiente, no se contaba con ningún otro
elemento que pudiera influir en la discusión acerca de la naturaleza
del juicio ejecutivo cambiario.

I49
.- PÉREZ GORDO, "Reflexiones retrospectivas en torno a la naturaleza jurídica del
juicio ejecutivo", en Revista General de Derecho, núm. 357, págs. 538 a 541.
150
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., pág. 226.
l51
.- Vid. supra, pág. 40.
61

La LCCH ha modificado aquella situación, aunque, a nuestro


parecer, los cambios producidos no tienen la entidad suficiente para
negar la naturaleza ejecutiva al juicio ejecutivo cambiario. Pero debe
admitirse que los arts. 67 y 68 de la LCCH, efecto directo de la
concesión de fuerza ejecutiva a un documento enteramente privado
(art. 66 LCCH), que prevén el aumento cuantitativo de los motivos de
oposición y la posibilidad de que el juicio ejecutivo cambiario se
sustancie a pesar de que se haya alzado el embargo, han dado una
nueva fuerza y vigor a la discusión ya existente 152.

D) Jurisprudencia sobre la naturaleza jurídica del juicio


ejecutivo.

Las discrepancias doctrinales a cerca de la naturaleza jurídica


del juicio ejecutivo han tenido su reflejo en la jurisprudencia. Los
Tribunales se han pronunciado a favor tanto de la naturaleza
declarativa como ejecutiva del denominado juicio ejecutivo, sin que
se detecte una evolución significativa hacia una u otra tendencia.
Antes de proceder a su exposición, debemos advertir, pues nos viene
exigido por el título que hemos dado al presente apartado, que no
mencionaremos la clase de título ejecutivo que ha dado origen al
juicio ejecutivo. Como ya hemos indicado, la falta de acuerdo en la
determinación de la naturaleza jurídica del procedimiento que
analizamos no dimana de las diferencias que existen entre los títulos
relacionados en el art. 1429 LEC, sino de la previsión de un incidente
de oposición común a todos ellos. Aunque sí hemos de descubrir que
la gran mayoría de las resoluciones judiciales proceden de un título
cambiario; no en vano, la acción cambiaría es una acción ejecutiva.

152
.- Cfr. MONTERO AROCA, "La naturaleza jurídica del juicio ejecutivo", cit., lug.
cit., págs. 304 y 305; CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario",
cit., lug. cit., pág. 886.
62

La defensa jurisdiccional de la naturaleza declarativa del juicio


ejecutivo se ha realizado tomando como base las calificaciones
doctrinales vertidas al respecto. Así, en muchas ocasiones el Tribunal
Supremo ha declarado de manera rotunda que el juicio ejecutivo
pertenece a la categoría de los procesos denominados declarativos
especiales y sumarios, cuyas características son: la restricción de los
medios de ataque y defensa de las partes; la limitación del
conocimiento del Juez; y el no producir, la sentencia en ellos dictada,
el efecto de cosa juzgada material 153. De forma indirecta, el Tribunal
Supremo ha defendido la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo al
otorgar exclusivamente el carácter de título ejecutivo a la sentencia de
remate 154. La naturaleza declarativa, sumaria y especial del juicio
ejecutivo ha sido mantenida también por algunas resoluciones de las
Audiencias 155. Incluso se ha concretado con más exactitud su
naturaleza y se ha afirmado que el juicio ejecutivo es un proceso
monitorio documental .

l53
.- Esta es la tesis sostenida por las SSTS, 1.a, 4 de febrero de 1985 (RAJ 529) "... el
juicio del que parte la presente impugnación es un ejecutivo, los cuales, conforme a
uniforme y pacífica doctrina procesal, pertenecen a la categoría de los denominados
declarativos especiales sumarios"; de 19 de septiembre de 1986 (RAJ 4778); de 8 de
octubre de 1986 (RAJ 5333). En especial, la naturaleza sumaria se pone de manifiesto en
las SSTS, 1a, de 5 de mayo de 1967 (RAJ 3258); de 8 de junio de 1968 (RAJ 3767); de
16 de abril de 1973 (RAJ 1793); de 9 de febrero de 1977 (RAJ 300); de 6 de octubre de
1977 (RAJ 3715); de 26 de mayo de 1988 (RAJ 4343); de 16 de septiembre de 1988
(RAJ 6693); de 17 de marzo de 1989 (RAJ 2160); de 15 de julio de 1995 (RAJ 5585).
154
.- Cfr. STS, 1a, de 12 de abril de 1994 (RAJ 2794).
l55
.- La SAT de Palma de Mallorca de 6 de julio de 1983 (Revista Jurídica de Catalunya,
-en adelante RJC-, Jurisprudencia civil, 1983, IV, págs. 1004 y 1005) declara que el
juicio ejecutivo es "en nuestro derecho positivo un proceso de cognición jurisdiccional
limitada"; y la SAT de Madrid, Sala Segunda, de 14 de mayo de 1987 (Revista General
de Derecho, -en adelante RGD-, núm. 523, abril 1988, págs. 2061) afirma que "el juicio
ejecutivo cambiario es un procedimiento sumario y especial, con una importante
limitación de los medios de oposición y cuyas sentencias carecen de fuerza de cosa
juzgada material". En el mismo sentido, vid. entre otras, SAT de Burgos, de 27 de
noviembre de 1987 (RGD, núms. 529-530, octubre-novbre 1988, págs. 6300 y 6301). A
su vez, la SAP de Valencia, Secc. 6a, de 27 de junio de 1994 (RGD, núm. 603, diciembre
94, págs. 13434 y 13435) califica de medidas cautelares las que se adoptan después del
despacho de la ejecución.
l56
.- La SAP de Madrid, Secc. 2a, de 14 de noviembre de 1990 dice lo siguiente: "... el
ejecutivo se encuadra en el monitorio documental, que es aquel en que se tiende a
conseguir el título ejecutivo partiendo de que el actor tiene que probar documentalmente
los hechos constitutivos de la acción que ejercita, para que el Juez pronuncie el
63

La orientación doctrinal que sustenta la naturaleza ejecutiva del


juicio ejecutivo también ha sido seguida por los Tribunales. El
Tribunal Supremo en alguna resolución no ha dudado en calificar al
juicio ejecutivo de "procedimiento ejecutivo", ni en utilizar
expresiones que sólo son coherentes en el ámbito de un proceso de
ejecución, v. gr. "ampliar la ejecución"157. Asimismo, algunas
resoluciones pronunciadas por las Audiencias fundamentan su fallo
en la naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo y se refieren a él en los
siguientes términos: "vía ejecutiva" 158, "proceso de ejecución" 159,
"procedimiento privilegiado de ejecución" 16°, o incluso haciendo
alusión al escrito con que se inicia el juicio, "demanda ejecutiva
cambiaria" 161. En otras, se insiste en que los verdaderos títulos de
ejecución son los relacionados en el art. 1429 LEG 162. En definitiva,

mandamiento de ejecución sin previa audiencia de la persona contra la que se dirige,


aunque ésta puede en una fase posterior oponerse, o por mejor decir anunciar su
oposición y luego oponerse, en cuyo caso se abre una fase contradictoria de
conocimiento sumario, pero con inversión de la iniciativa del contradictorio" (resolución
transcrita en La Ley, 1991-2, págs. 425 a 429. La naturaleza documental del juicio
ejecutivo es defendida también por la SAP de La Coruña, Secc. 15a, de 27 de febrero de
1995 (RGD, núms. 610-611, julio-agosto 95, pág. 9387).
157
.- Vid. STS, 1a, de 12 de febrero de 1987 (RAJ 707).
l58
.- Cfr. SAT de Zaragoza, de 10 de junio de 1988 (RGD, núm. 537, junio 1989, págs.
4256 y 4257).
159
.- Cfr. SAP Valencia, Secc. 7a, de 9 de julio de 1991 (RGD, núms. 565-66, oct.-nov.
91, págs. 9461 y ss.); SAP de Barcelona, Secc. 14a, de 21 de diciembre de 1991 (RGD,
núm. 576, septiembre 92, págs. 8920 a 8922); SAP de Madrid, Secc. 18a, de 19 de julio
de 1995 (RGD, núm. 612, septiembre 95, pág. 10470).
160
.- Cfr. SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 10 de diciembre de 1992 (RGD, núm.
594, marzo 94, pág. 2882).
"'.- Cfr. SAP Valencia, Secc. 8a, de 28 de octubre de 1991 (RGD, núm. 567, diciembre
91, págs. 10927 y ss).
l62
.- La SAT de Palma de Mallorca, de 18 de mayo de 1988, tras exponer en los
fundamentos de derecho los antecedentes históricos del juicio ejecutivo, concluye
declarando su naturaleza ejecutiva: "De lo expuesto se desprende que el título ejecutivo
es un documento, público o privado, que origina en el órgano jurisdiccional la obligación
de desarrollar su actividad con finalidad ejecutiva" (RGD, núms. 532-533, enero-febrero
1989, págs. 739 a 741); en el AAP Madrid, Secc. 13a, de 18 enero 1991 (RGD, núm. 561,
junio 91, págs. 5238 y 5239) se declara que la letra de cambio es un documento mercantil
ejecutivo en base al cual es posible sustentar una acción ejecutiva; y en la SAP de
Madrid, Secc. 12a, de 8 de noviembre de 1993 (RGD, núm. 594, marzo 94, pág. 2387) se
señala que la acción ejecutiva debe fundarse en uno de los títulos del art. 1429 LEC que
llevan aparejada ejecución.
64

la finalidad que ha cumplido y cumple el juicio ejecutivo en el


ordenamiento jurídico-procesal ha determinado su estructura que es
propia de los procesos de ejecución 163.

El Tribunal Constitucional también ha tenido ocasión de


pronunciarse sobre la naturaleza del juicio ejecutivo. Sin embargo su
doctrina, al igual que la del Tribunal Supremo y la de las Audiencias,
no ha seguido una línea uniforme. En efecto, en algunas resoluciones
deja entrever que parte de la naturaleza declarativa del juicio
ejecutivo 164. Manteniéndose en esta línea, ha destacado la naturaleza
sumaria del citado juicio 165. Por el contrario, en otras sentencias,
aunque no con la misma intensidad o convicción, califica al juicio
ejecutivo de proceso de ejecución l66.
I63
.- En la SAP de Càceres, de 20 de septiembre de 1989 (RGD, núms. 550-51, julio-
agosto 90, pág. 6256) puede leerse lo siguiente: "Tercero.-La necesidad de defender el
tráfico jurídico y la de potenciar el derecho de crédito ha constituido la razón histórica
del nacimiento del juicio ejecutivo. Las mismas razones que determinaron su nacimiento
son las que, aún hoy, imponen su supervivencia; no cabe duda que una economía de
mercado como la nuestra necesita, desde el punto de vista procesal, de mecanismos
jurisdiccionales que vayan más allá de los simples procedimientos declarativos u
ordinarios, pues de lo que se trata es de potenciar la utilización del crédito mediante la
oferta al acreedor de mecanismos procesales que al mismo tiempo sean claramente
coercitivos para el deudor y estatuidos en favor de quien, en presencia de un específico
título aparece como acreedor de un determinado crédito.
Cuarto.- La apariencia en la certeza del crédito, provoca, como no podía ser
menos, alteraciones cualitativamente esenciales en el proceso ejecutivo, cuales son entre
otras que al demandado no le basta con negar los hechos alegados por el actor, sino que
tiene que oponerse, en su caso, desplazando así sobre el demandado la carga probatoria
de tales excepciones".
l64
.- La toma de posición del Tribunal Constitucional a favor de la naturaleza declarativa
del juicio ejecutivo se muestra de forma clara en la STC,.Pleno, 14/1992, de 10 febrero.
En la citada resolución, el Tribunal Constitucional sostiene que el juicio ejecutivo es un
proceso de declaración con especialidades (cfr. en particular, los f.j. 5° y 7°), refiriéndose
en concreto a la sentencia ejecutiva como título de ejecución (f.j. 1°), a la ejecución
provisional de dicha sentencia (f.j.l0), a la aplicación, en sede de juicio ejecutivo, de las
reglas sobre la prueba de las obligaciones, incluidas las que reparten la carga de la prueba
-art. 1214 CC- (f.j. 2°, 3° y 4°) y al carácter preventivo del embargo trabado en dicho
juicio (f.j. 7°).
l65
.- En efecto, en las SSTC, 2a, 179/1993, de 31 de mayo (f.j. 2°) y 197/1993, de 14 de
junio (f.j. 2°) se otorga al juicio ejecutivo exclusivamente naturaleza sumaria. En la
última de las resoluciones anotadas puede leerse lo siguiente: "(...) nos encontramos en
un juicio ejecutivo que tiene naturaleza sumaria y que no presenta ninguna complejidad".
l66
.- La aceptación de las tesis favorables a la naturaleza ejecutiva se ha manifestado de
diversas maneras. La STC, Pleno, 21/1985, de 15 de febrero (f.j. 3°) se refiere al juicio
65

3. La eventual oposición del deudor es una característica común a


todo proceso de ejecución y, por tanto, no contraría la naturaleza
ejecutiva del juicio ejecutivo.

El argumento más utilizado en defensa de la naturaleza


declarativa del juicio ejecutivo, que consiste en afirmar que en un
proceso de ejecución no deben insertarse incidentes declarativos, no
resiste los envites de la simple realidad jurídica.

La necesidad de una actividad jurisdiccional de declaración en


el proceso de ejecución no sólo viene impuesta cuando el título
ejecutivo es extrajurisdiccional, sino también cuando se despacha
ejecución en base a una sentencia firme de condena. Si el legislador
hace depender el derecho del acreedor al despacho de la ejecución de
un conjunto de hechos diverso del que funda la acción ejecutiva, y
prohibe al Juez, en el momento de despachar ejecución, que analice la
existencia o subsistencia del derecho a la tutela, es perfectamente
posible que el proceso de ejecución se inicie y transcurra sin que
exista acción ejecutiva. Para poder hacer frente a esta situación
injusta, el deudor debe tener a su disposición los medios procesales
adecuados que le permitan poner de relieve que la responsabilidad
declarada en el título ejecutivo ya no subsiste 167.

ejecutivo calificándolo de "proceso sumario ejecutivo", sin añadir más consideraciones.


Por tanto, tal calificación puede responder simplemente a una tradición histórica sin que
exista una correspondencia con un planteamiento profundo sobre la naturaleza jurídica
del citado juicio. En cambio, en las SSTC, 2a, 81/1989, de 8 de mayo y 118/1989, de 3 de
julio el Tribunal Constitucional fundamenta su postura con argumentos más consistentes.
Así, en la primera de las sentencias citadas afirma en el f.j. 4° lo siguiente: "(•••)> por
tratarse de un procedimiento sumario de naturaleza ejecutiva, que entraña únicamente la
posibilidad de una contradicción limitada, al permitir, en los casos específicamente
tasados por la Ley, al demandado de ejecución que formule demanda de oposición -
invirtiendo la posición de las partes, y por ello, la carga de la prueba-" (la cursiva es
nuestra). Por su parte, la sentencia 118/1989, de 3 de julio, se ocupa de señalar en cada
uno de sus fundamentos jurídicos que el juicio ejecutivo es un proceso de ejecución. Los
términos, "vía ejecutiva" y "procedimiento ejecutivo", así como "acción ejecutiva" y
"despacho de la ejecución", empleados en correcta consonancia con su significado
jurídico, liberan al lector de cualquier duda al respecto.
l67
.- Cfr. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo V, (§ 73 a
93), Ejecución forzosa. Exequátur. Embargo. Procedimiento de apremio. Condenas no
66

Como señala CARRERAS la cognición no repugna a la


ejecución después de que ésta haya sido despachada y se haya
asegurado su resultado168. Otra cuestión es la diferente misión que el
Juez cumple en el proceso de declaración y en el de ejecución.

La misión esencial del Juez en el proceso de ejecución es la de


ejecutar el mandato que contiene ei título ejecutivo. Dicho
documento169 determina la legitimación activa y pasiva; además
delimita el alcance de la ejecución concreta, pues, constituye la norma
específica para el Juez, en el caso concreto de que se trate,
desempeñando la misma función que la norma material, aunque ésta
contiene un mandato abstracto, en la decisión del proceso de
declaración 17°. Esta es la razón jurídica por la que en el proceso de

pecuniarias. Ilicitud de la ejecución. Tercería de dominio. Tercería de mejor derecho.


Recursos de casación en ejecución de sentencia, 2a ed., Madrid, 1995, págs. 605 a 608.
l68
.- CARRERAS, El embargo de bienes, cit., pág. 73,
169
.- No queremos terciar en la discusión sobre la naturaleza del título ejecutivo: ¿acto o
documento?, ya clásica y más bien propia de la doctrina procesal italiana
(CARNELUTTI y LIEBMAN). Como muy bien se ha señalado, "el viejo litigio sobre si
"título ejecutivo" es un acto -en realidad un conjunto de hechos- o es un documento -al
que se incorpora ese conjunto de hechos-, proviene sólo del empecinamiento en observar
la realidad sólo parcialmente" (FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit.,
pág. 53). Esta es, por otra parte, la postura que finalmente adopta CARNELUTTI, quien
tras constatar que la disputa ha sido fuerte y fecunda, afirma que "ha llegado el momento
de superarla". Sin embargo, este último autor no cede en su razonamiento y observa lo
siguiente: "Si lo pensamos bien, la negación del carácter documental del título ha sido
hecha posible por una negligencia del concepto del documento, que no es una cosa
cualquiera sino una cosa representativa; ..."(Derecho procesal civil y penal, I, Derecho
procesal civil, Buenos Aires, 1971, págs. 346 y 347).
l70
.- Señala CARRERAS que "el título ejecutivo, documento que debe acompañar a la
demanda, cumple la función esencial de determinar la legitimación activa y pasiva de las
partes en el proceso de ejecución y la causa de que la sanción pueda actuarse. No
engendra tanto la acción ejecutiva cuanto la potestad pública del ejecutor para
superponerse a los derechos subjetivos del responsable ejecutado" (El embargo de
bienes, cit., pág. 67). Según DE LA OLIVA ("Conceptos fundamentales de la ejecución
forzosa", en La Ley, 1981-4, págs. 935 y 936) "la Ley crea el título ejecutivo, pero no
sobre cualquier base, sino sobre la base de un documento que pueda desempeñar estas
funciones: a) fundamentar directa o indirectamente, la actuación de sanciones (que
proceden, recordémoslo, cuando se infringe un deber); b) determinar la legitimación
activa y pasiva; c) delimitar el sentido, la medida y el alcance de los actos
jurisdiccionales ejecutivos".
67

ejecución el acreedor se encuentra en una posición de ventaja respecto


del deudor.

En el proceso de declaración, la presentación de la demanda


hace que el Juez despliegue una actividad expectante, dando traslado
de aquel escrito a la parte demandada para que se constituya como tal
en el proceso, sin cumplimiento de acto alguno que implique
satisfacción. En cambio, en el proceso de ejecución se otorga al
ejecutante, in limine litis e inaudita altera parte, la tutela jurídica
solicitada, pues el título ejecutivo sirve para establecer la existencia
de una relación jurídica, esto es, la eficacia jurídica de un hecho. Esta
diferencia básica entre el proceso de declaración y el de ejecución es
expuesta por CARNELUTTI en los siguientes términos:

"El problema de la acción en el proceso de cognición está


dominado por el principio de la igualdad de las partes. Este
principio se funda sobre el hecho de que ellas se presentan
en el mismo plano; son, una y otra, iudicandae; no se sabe,
ni se sabrá hasta la decisión, de parte de quien está la razón
y de parte de quien la sinrazón. Tal situación se encuentra
profundamente modificada en el proceso ejecutivo. Si el
proceso ejecutivo estuviese siempre precedido del proceso
de cognición, deberíamos decir que, en lugar de iudicandae,
las dos partes son iudicatae; de ellas, en efecto, se sabe cuál
tiene razón y cuál tiene sinrazón; en lugar de la igualdad se
presenta aquí una profunda desigualdad entre las partes.
Veremos, sin embargo, que no siempre el proceso ejecutivo
está precedido del proceso de cognición; sin embargo,
también en tal caso la desigualdad se verifica; el título
ejecutivo, del cual debe estar provisto quien promueve la
ejecución (...), coloca a quien lo posee en una indudable
posición de superioridad respecto del otro" l71.

Este fenómeno es denominado por FENECH la "asimetría del


proceso de ejecución", en el que la posición del Juez frente al
l71
.- CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág.
340.
68

ejecutado "dentro de los límites del título ejecutivo, no es de


expectante imparcialidad, sino de actuación efectiva e inmediata
respecto de los derechos patrimoniales del ejecutado" 172.

Pero de la esencia de la actividad jurisdiccional ejecutiva no se


colige que el Juez deje de serlo, deje de enjuiciar y se transforme en
un mero ejecutor desarrollando una pura actividad mecánica.
Tampoco se infiere que el ejecutado no tenga la condición de parte en
la ejecución, ni que dicho proceso no requiera, en absoluto, que la
parte procesal coincida con la material 173. El Juez debe velar por la
adecuación a derecho de todas las actuaciones que integran el proceso
de ejecución, en definitiva debe juzgar, y para poder cumplir esta
tarea necesita estar exactamente informado. Esta información será
suministrada, normalmente, además de por el título ejecutivo, por el
acreedor. No obstante, como advierte CARNELUTTI, el acreedor no
es un informador desinteresado y el único medio de preservar la
imparcialidad del Juez consiste en afirmar la necesidad del
contradictorio también en el proceso de ejecución I74.

Desde esta perspectiva, puede afirmarse que la imparcialidad


del Juez ejecutor requerirá, en ocasiones, la regulación de incidentes
de carácter declarativo. La LEC no es del todo ajena a esta idea.
Como ejemplo, pueden citarse, los incidentes que establece para la
liquidación de sentencias que condenan al pago de una cantidad
ilíquida (arts. 928, 932 y 946 LEC). Estos incidentes, que tienen como
finalidad común determinar qué cantidad líquida de dinero debe ser
entregada, se incardinan en el proceso de ejecución y adoptan forma
contradictoria. En este sentido, se ha afirmado que "el derecho del
deudor a que se fije contradictoriamente una cantidad líquida cuando

172
.- FENECH, Derecho procesal civil, cit., págs. 291 y 292. Cfr. asimismo, MANZANA
LAGUARDA, "La ejecución procesal y su adecuación constitucional", en Revista
General de Derecho, núms. 544-545, enero-febrero 90, pág. 5.
'".- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 67 a 73.
174
.- CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág.
341.
69

la condena es ilíquida y, sobre todo, el derecho a ser oído en el


incidente de liquidación tiene carácter fundamental y debe entenderse
incluido en el derecho a la "tutela efectiva" que garantiza el art. 24
CE" 175.

Ahora bien, el deudor, en el proceso de ejecución, no tiene que


ser oído solamente en aquellos incidentes destinados a completar el
contenido del título ejecutivo que se ejecuta. Su intervención es si
cabe aún más necesaria cuando la ejecución deviene ilícita.

A) La falta de regulación de un medio procesal típico para


denunciar la ilicitud de la ejecución en la vigente Ley de
Enjuiciamiento civil. Causas. Consecuencias.

La ilicitud de la ejecución tiene diversas causas: en el proceso


de ejecución pueden dictarse actos procesales que infrinjan las
normas de procedimiento; o pueden adoptarse medidas que se aparten
o contravengan lo dispuesto en el título ejecutivo; o bien, con base en
el carácter abstracto del título ejecutivo, puede actuarse en el
patrimonio del ejecutado una responsabilidad que, aun cuando existió
en el momento de creación del título ejecutivo, ya no subsiste -es
decir, la situación jurídico-material consignada en el título ejecutivo
no se corresponde con la situación jurídico-material real- l76. Frente a
estos supuestos genéricos de ilicitud de la ejecución, el ordenamiento
jurídico ha de poner a disposición de las partes -en especial, pero no
exclusivamente, del ejecutado- los medios procesales adecuados para
ponerla de manifiesto; esto es, los mecanismos a través de los cuales

'".- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil III, cit., pág. 189.
176
.- Cfr. al respecto, FERNANDEZ LOPEZ, ob. cit. nota anterior, págs. 347 a 349;
MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2.°, cit., págs. 171 a 180;
ORTIZ NAVACERRADA, La oposición a la ejecución civil: estudio jurisprudencial,
Madrid, 1994, págs. 13 y 14; ARIAS LOZANO, El recurso de casación en ejecución de
sentencia civil, Madrid, 1994, págs. 47 y 48
U
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X
Universitat de Lleida
Servei de Gestió Acadèmica
Plaça de Víctor Siurana, i y II ^ Universitat de Lleida
E-25003LLEIDA ^JJ^ Registre General
Catalunya (Espanya)
Telf. + 34 73 702000
FAX + 34 73 702042
- 2 OCT. 1996
E: ¿TOgV S:

Acord de la Comissió de Doctorat de la Universitat de Lleida de I'l doctubre de 1996

La Comissió de Doctorat acorda que aquesta Tesi entri en dipòsit:

Autora: Mercè Serrano Masip


Departament: Dret Públic
Director: Miguel Ángel Fernández López
Tutor: Juan Manuel Perulies Moreno

La secretària de la Comissió de Doctorat

Lleida, 2 d'octubre de 1996


70

177
pueda ser planteada la oposición a la ejecución . Y es esta tarea la
que no ha sabido llevar a cabo el legislador.

En efecto, los medios procesales a través los cuales, las partes,


pueden formular una oposición a la ejecución son "arcaicos,
insuficientes y se encuentran asistemáticamente dispersos" en la
1 "7 Q
LEG . Y ello en el mejor de los casos, porque la denominada
oposición de fondo a la ejecución carece incluso de un regulación
precaria.

Para denunciar las infracciones de las normas de procedimiento


durante la sustanciación del proceso de ejecución, las partes tienen a
su disposición, cuando sean procedentes conforme a las reglas
generales, los recursos ordinarios: recurso de reposición, apelación,
súplica y queja 179. Frente al auto dictado por la Audiencia que
resuelve el recurso de apelación no cabe recurso de casación (art.
1687.2 LEG a sensu contrarió) 18°.

El tratamiento procesal de las infracciones relativas al título


ejecutivo es en parte coincidente con el que ya hemos señalado para
las infracciones de las normas de procedimiento. La impugnación de
aquellas infracciones puede realizarse mediante los recursos
ordinarios, si bien en estos casos puede promoverse un incidente
especial de conformidad con lo dipuesto en el art. 949.2 LEG. La

'".- Con la denominación oposición a la ejecución haremos referencia a la actividad


defensiva que, en general, puede adoptarse frente a la ejecución.
178
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 348. En el mismo
sentido, cfr. RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil, tomo II, cit., págs. 1005 y 1006.
179
.- Los recursos interpuestos frente a la actividad ejecutiva presentan algunas
especialidades. Por ejemplo, las apelaciones que se interpongan durante el proceso de
ejecución y como consecuencia de la infracción de normas procesales deben admitirse en
un solo efecto (cfr. arts. 949.1 y 1531.1 LEC). Vid. más ampliamente, FERNANDEZ
LOPEZ, ob. cit., nota anterior, págs. 350 y 351; MONTERO AROCA, Derecho
jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., pág. 181.
l80
.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág.
351; MONTERO AROCA, ob. cit., nota anterior, págs. 178 y 179; ARIAS LOZANO, El
recurso de casación en ejecución de sentencia civil, cit., págs. 49 y 50.
71

importancia y gravedad de las infracciones a lo ordenado en el título


ejecutivo determina que se otorguen a las partes dos facultades
inexistentes en las impugnaciones de los actos contrarios a las normas
de procedimiento. Estas son: la admisión de la apelación en ambos
efectos (art. 949.2 LEG); y la autorización del denominado recurso de
casación en ejecución de sentencia (art. 1687.2 LEG) 181.

Como ya hemos adelantado, la oposición de fondo a la


ejecución no tiene, en la LEG, un instrumento procesal apropiado en
el que desarrollarse. Esta laguna legal viene a discriminar al ejecutado
frente a los terceros a la ejecución, pues respecto de estos últimos la
LEG regula con detalle la resistencia u oposición a la ejecución (cfr.
arts. 1532 a 1543).

No puede negarse que la ausencia de regulación en la LEG de la


oposición a la ejecución, como una fase propia del proceso ordinario
de ejecución, ha constituido una de las bases en las que se ha asentado
la tesis que defiende la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo 182.
Sin embargo, la diferencia entre el proceso ordinario de ejecución y el
juicio ejecutivo, por lo que a la regulación de un incidente de
oposición a la ejecución se refiere, no encuentra justificación ni en
una estructura radicalmente diferente, ni en una diversa función, ni en
el origen de los títulos ejecutivos, ni tampoco en datos estadísticos 183.
A nuestro entender, la verdadera causa de la falta de regulación de la

'".- Cfr. FERNANDEZ LOPEZ, ob. cit., nota anterior, pág. 355; MONTERO AROCA,
Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., págs. 179 y 180; ARIAS LOZANO, ob.
cit., nota anterior, págs. 50 a 53.
l82
.- Vid, supra, págs. 41 a 43.
l83
.- Aunque así parece entenderlo ORTIZ NAVACERRADA (La oposición a la
ejecución civil: estudio jurisprudencial, cit., págs. 14 y 73) quien frente a la inexistencia
de un trámite especial en la ejecución de títulos jurisdiccionales, considera que la
existencia de previsiones procedimientales específicas para la oposición de fondo en la
ejecución de títulos extrajurisdiccionales tiene su causa, por un lado, en que dichos
títulos "al no ser producto del juicio y decisión judiciales consecuentes a una actividad
alegatoria y probatoria plena e igualitaria de las partes, sino producto directo del tráfico
civil o mercantil, presentan riesgos superiores de invalidez o ineficacia"; y, por otro, en
"su propia normalidad y mayor frecuencia, que la sitúan en la estructura ordinaria misma
del proceso ejecutivo".
72

oposición a la ejecución en el vigente proceso ordinario de ejecución


(que no es cognitiva ni reflexiva) se detecta en su evolución histórico-
legislativa.

No vamos a extendernos, ahora, en un tema que estimamos


cumplidamente tratado 184. Bastará con recordar que hasta la entrada
en vigor de la LEC de 1855, en la tramitación del proceso de
ejecución singular (o "vía executiva" o "juicio executive"), que era
sustancialmente la misma con independencia de la naturaleza del
título ejecutivo (jurisdiccional o extrajurisdiccional), estaba previsto
un incidente de oposición a la ejecución. Ya vimos que la Ley IX del
Ordenamiento de 1360 estableció un incidente de oposición a la
1S^
ejecución de sentencias . Este sistema se mantiene en el tiempo.
Así, el art. 327 de la Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y las
causas de comercio de 1830 enunciaba las excepciones que podían
alegarse en las ejecuciones sobre obligaciones mercantiles, sin hacer
distinción alguna entre la ejecución por "sentencia judicial
ejecutoriada" y la que se seguía por títulos ejecutivos
1 R/í
extrajurisdiccionales

La LEC de 1855 reguló en Títulos separados la ejecución de las


sentencias y la ejecución de los títulos extrajurisdiccionales. A la
nueva estructura de la ejecución forzosa no puede negársele algunos
1 8*7
aciertos a los que ya hemos hecho referencia . No obstante, la

184
.- Vid. supra, págs. 9 y ss.
l85
.- En la Ley IX del Ordenamiento de 1360 se disponía: "(...), e si allegare antes del
rematamiento que fizo pago al demandador, después de la sentencia que se dio, o quel
quito el debdo o la cosa sobre que era la contienda, o fizo otra alguna abenencia con el,
que esto que le sea reçebido e quel den plazo a que lo prueve, commo dicho es, por carta
o por escriptura publica o por confesión o por jura de la parte si la fíziere, mas non por
testigos (...)"• La diferencia respecto de la ejecución por documentos públicos con
executionem parafarti derivaba de la denominada intangibilidad del fallo, limitándose,
por tanto, en la ejecución de sentencias los motivos de oposición. Esta diferencia también
fue puesta de relieve por juristas posteriores. Cfr. Febrero novísimo, ó librería de jueces,
abogados y escribanos, tomo quinto, cit., págs. 125 y 149 y 150.
186
.- Vid. supra, pág. 23.
l87
.- Vid. supra, págs. 26 y 27.
73

forma en que fue realizada tal separación, así como sus


consecuencias, generó críticas, a nuestro entender, plenamente
fundadas. Y es que en la regulación de la ejecución de las sentencias
se cometieron varios errores, entre ellos: hacer únicamente referencia
expresa a la ejecución de sentencias, en lugar de a la ejecución de
títulos judiciales en general; remitirse para el embargo, apremio y
tercerías al juicio ejecutivo -proceso especial de ejecución-; y, no
regular la forma en que las partes pueden llevar a cabo un control de
la ejecución. En relación con este último extremo, se puso especial
énfasis en destacar los aspectos negativos de la falta de previsión
legal de la oposición de fondo a la ejecución. Es interesante volver a
recordar el rechazo de MANRESA y REUS a este vacío legal de la
LEC de 1855, frente al que se debía reaccionar y, pese a todo, oír al
ejecutado "cuando escepcione que ha pagado ya, ó cumplido lo
mandado en la sentencia, solicitando que así se declare. Sería injusto
cerrar la puerta á una pretensión de esta clase, como a cualquier otro
incidente que directamente se refiera al cumplimiento de la sentencia.
Estos incidentes habrán de sustanciarse como los del juicio
ordinario"188.

Del texto que acabamos de transcribir se infiere, de forma clara,


la consecuencia básica de la falta de regulación de la oposición de
fondo a la ejecución: la indeterminación tanto por lo que respecta a
las causas o motivos de oposición, como por lo que se refiere a los
expedientes procesales apropiados para fiscalizar la ilicitud de la
ejecución originada por la inexistencia de acción ejecutiva ' 9.

l88
.- MANRESA y REUS, Ley de Enjuiciamiento civil, tomo IV, cit., pág. 174.
Sin embargo, en sus comentarios a la LEC de 1881, MANRESA justificó la
supresión de la oposición del ejecutado basándose en que ésta provocaba "dilaciones
injustificadas y depresivas en la autoridad de cosa juzgada" (Comentarios a la Ley de
Enjuiciamiento civil, T ed., tomo IV, arts. 741 a 1.035, Madrid, 1955, pág. 486). Olvida
MANRESA que el ámbito de eficacia de la cosa juzgada se encuentra limitado, entre
otros, por los denominados límites temporales de la cosa juzgada. Sin querer profundizar
en el tema, puede afirmarse que dichos límites se fundan en la posibilidad de que se
produzcan cambios en la situación jurídica definida en la sentencia firme.
189
.- Esta indeterminación no se produce en el juicio ejecutivo (ya sea "ordinario", ya
"cambiario"), pues en él, por una parte, se enuncian los motivos o causas que fundan la
74

En cuanto a las causas o motivos de oposición, quizá resulta


superfluo señalar que en el proceso ordinario de ejecución debe ser
respetada la intangibilidad del fallo, que se traduce en la
imposibilidad de reproducir en sede de ejecución aquellos hechos o
cuestiones que quedan alcanzados por la cosa juzgada y/o por la
preclusion. Por ello, la oposición de fondo a la ejecución no puede
basarse en la ausencia de hechos constitutivos del derecho del actor,
ni en la existencia de hechos impeditivos. En principio, la oposición
de fondo a la ejecución sólo puede fundarse en la presencia de hechos
extintivos o excluyentes y siempre que se hayan producido con
posterioridad al momento en que precluyó la última posibilidad de
alegarlos en primera o segunda instancia 19°.

La función negativa de la cosa juzgada que se predica de una


sentencia sobre el fondo, así como la preclusion, no puede ser,
lógicamente, tenida en cuenta por un proceso de ejecución cuyos
títulos ejecutivos tienen un origen extrajurisdiccional. Por otra parte,
no debe olvidarse que la limitación de la oposición a la ejecución
prevista en el juicio ejecutivo deriva de la posibilidad de promover,
con posterioridad, un juicio declarativo plenario 191. Desde ambas
perspectivas, debe reputarse inadmisible que en la ejecución por título
judicial o asimilado puedan aplicarse los preceptos que la LEC

oposición a la ejecución (arts. 1464, 1466 y 1467 LEG; art. 67 LCCH); y, por otra, se
establece un cauce procesal a través del cual pueda solicitarse, de los órganos
jurisdiccionales, la corrección de la ilicitud (arts. 1468 a 1480 LEC).
190
.- Cfr. al respecto, FERNANDEZ LÓPEZ, La tercería de dominio, cit., págs. 206 a
214; también de este autor, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 367 y 368; MONTERO
AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., págs. 175 y 176; ORTIZ
NAVACERRADA, La oposición a la ejecución civil: estudio jurisprudencial, cit., págs.
82 a 84.
En el mismo sentido se pronuncia la jurisprudencia. Cfr. STS de 21 de julio de
1992 (RAJ 6446), y AAP de Barcelona, Secc. 16a, de 23 de julio de 1990 (ROD, num.
558, marzo 91, págs. 1820 a 1823); en esta última resolución se declara que: "... la
oposición a la ejecución de la sentencia sólo puede realizarse por causas posteriores a la
misma, fundamentalmente por causas que afectan al derecho material declarado o
reconocido en la sentencia".
l91
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, La tercería de dominio, cit., pág. 204.
75

destina a la regulación de la oposición a la ejecución por título


extrajurisdiccional 192. Sin embargo, no es extraordinario hallar
resoluciones judiciales en las que se contiene una remisión a las
normas reguladoras del juicio ejecutivo para determinar las causas de
oposición a la ejecución aunque se haya despachado ejecución en
base a una sentencia de condena I93. Esta práctica pone de relieve los
errores que trae consigo la falta de regulación de la oposición a la
ejecución.

Por lo que se refiere a los cauces procesales mediante los cuales


el ejecutado puede alegar que la responsabilidad contenida en el título
ejecutivo ha dejado de existir, debemos señalar que tampoco sirve la
tramitación de la oposición a la ejecución prevista en el juicio
ejecutivo. La razón reside, esencialmente, en limitación de su ámbito
teniendo en cuenta la posibilidad de que el ejecutado inste un juicio
plenario posterior. Ante la laguna legal, la doctrina formula diversas
posibilidades 194.

Con anterioridad al inicio del proceso de ejecución, la persona


que tenga frente a sí un título ejecutivo formalmente válido puede
incoar un proceso de declaración, dirigido a obtener una sentencia en
la que se declare que, a pesar de la existencia del título ejecutivo, no

192
.- Cfr. MONTERO AROCA, ob. cit., nota anterior, pág. 172.
193
.- Así, en dos autos del Juzgado de lo Social de Lleida, de 18 de enero de 1991, que
despachan ejecución en base a dos sentencias firmes de condena al pago de cantidad
líquida, se advierte al ejecutado que le asiste el derecho de oponerse a la ejecución por
las causas previstas en el art. 1464 LEC.
l94
.- AI ser la oposición a la ejecución una necesidad realmente sentida en la práctica, la
jurisprudencia también ha incidido en el tema. Así, el TS ha reconocido que la ejecución
forzosa puede ser ilícita. Las declaraciones en este sentido han sido vertidas con ocasión
del ejercicio de tercerías de dominio que, sin embargo, eran desestimadas ya que el
objeto de la tercería de dominio no consiste en denunciar la ilicitud de la ejecución, sino
el error en la atribución de la titularidad del bien embargado. A pesar de que el TS haga
una referencia genérica a otros procedimientos, acciones que las partes pueden utilizar
cuando se sientan lesionados por una ejecución ilícita, no especifica ninguna en concreto,
aunque deja abierta la posibilidad de que puedan ser utilizados los recursos ordinarios.
Cfr. SSTS, 1a, de 11 de abril de 1972 (RAJ 1666); de 26 de septiembre de 1986 (RAJ
4790); de 29 de diciembre de 1987 (RAJ 9656); de 26 de septiembre de 1988 (RAJ
6859).
76

subsiste el derecho sustantivo a la tutela 195. El deudor puede atacar la


subsistencia del título ejecutivo, aun cuando quien en él aparezca
como acreedor no tenga la intención actual de ejecutar la sentencia,
puesto que de su simple existencia emana un perjuicio. La existencia
de un interés (de una necesidad de tutela jurídica) en ejercitar la
acción meramente declarativa -con la que el actor pretende que se
declare que la obligación documentada en el título ejecutivo ha sido
satisfecha, y que, por tanto, el título ejecutivo se ha convertido en un
simple documento formal totalmente desprovisto de contenido- no
puede, pues, ser discutida 196. Sin embargo, este proceso de
declaración se sustanciaría en desconexión funcional con la ejecución
y, por tanto, a nuestro entender, no podría calificarse en rigor de
oposición a la ejecución. Por la misma razón, tampoco debe
concederse tal calificación a los diferentes expedientes procesales que
pueden incoarse después de que la ejecución haya alcanzado su fin197.

La auténtica oposición de fondo a la ejecución tiene lugar una


vez iniciado el proceso de ejecución. En este supuesto, y ante la ya
mencionada falta de regulación positiva, han sido propuestas dos
posibles soluciones. Una solución serían los recursos ordinarios. No
obstante, estimamos que esta vía no es oportuna para la oposición de
fondo a la ejecución. La importancia de las cuestiones que pueden
plantearse en la oposición de fondo a la ejecución convierten a los
1 OS
recursos en un cauce excesivamente limitado . La otra solución

195
.- Cfr. al respecto, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 365;
MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional II, Proceso civil 2°, cit., págs. 176 y 177.
196
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, La tercería de dominio, cit., págs. 196 a 200.
197
.- La nula eficacia -desde una perspectiva de oposición a la ejecución- de un proceso
posterior a la ejecución, ha sido puesta de relieve por el TS. En su sentencia de 21 de
julio de 1992 (RAJ 6446) dice lo siguiente: "Cierto que puede iniciar (se refiere al
legitimado pasivamente en el título ejecutivo) después un proceso contra el recurrido por
enriquecimiento injusto, pero ello evidentemente no le eximiría de las consecuencias
acabadas de exponer (pagar dos veces) ni de la posibilidad de sufrir el riesgo de
insolvencia de su demandado y de esperar la consumación de todas las instancias
judiciales para reintegrarse".
l98
.- Debido a la ausencia de fase probatoria será difícil resolver sobre la existencia o no
de hechos extintivos o excluyentes.
77

consistiría en otorgar al ejecutado la facultad de plantear un incidente.


Esta última solución encuentra su apoyo en las normas generales
(arts. 741 y ss. LEC) '". También podría entenderse que se trata de
uno de los incidentes que de forma implícita autoriza el art. 949.2
LEC -pues, lo normal es que la oposición tenga por objeto cuestiones
no controvertidas en el pleito ni decididas en la sentencia-, siendo
además posible, en este caso, acceder al recurso de casación 20°.

Ahora bien, todo lo anterior pone de relieve un hecho: la


necesidad de integrar una grave laguna legal de la vigente LEC como
es la falta de regulación de fondo de la oposición a la ejecución. En
este sentido, es ineludible poner fin a la actividad integradora y
regular específicamente el cauce procesal que sirva para denunciar la
ilicitud de la ejecución.

La doctrina es sensible a esta tarea y apunta diversas vías que


hasta estos momentos no han sido tenidas en cuenta por el legislador.
Ya hemos recogido la opinión de PRIETO-CASTRO quien propugna
que los medios de impugnación de una ejecución ilícita han de
articularse dentro del proceso de ejecución, en forma de incidente
OA1

capaz de suspenderlo . En esta misma línea, FERNANDEZ


202
LÓPEZ defiende que la oposición a la ejecución "debería quizá
realizarse por demanda ordinaria, de modo análogo a como se

Otro inconveniente deriva de la práctica judicial: los Jueces suelen despachar


ejecución mediante providencia, lo que excluye un eventual recurso de apelación. Vid. en
este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 366
'".- Ante la falta de una regulación procedimental específica, se remiten, entre otros, a la
regulación del procedimiento previsto para los incidentes, FENECH, Derecho procesal
civil, cit., pág. 592; MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°,
cit., pág. 177.
200
.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág.
366; ARIAS LOZANO, El recurso de casación en ejecución de sentencia civil, cit., págs.
53 a 55; ORTIZ NAVACERRADA, La oposición a la ejecución civil: estudio
jurisprudencial, cit., pág. 84.
El TS ha admitido en pocas ocasiones la utilización del recurso de casación en
ejecución de sentencia para oposiciones de fondo a la ejecución. Cfr. SSTS de 1 de junio
de 1967 (RAJ 2347), 21 de julio de 1992 (RAJ 6446).
m
.- Vid. supra, pág. 49.
M2
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 369.
78

sustancian las tercerías, y ante el propio Juez que conoce de la


ejecución". Esta demanda, según el citado autor, estaría "sometida a
algunos requisitos especiales -v.g. presentación de un título que
pudiera servir de prueba- y, caso de que la demanda de oposición
fuera admitida, tendría incidencia directa dentro de la ejecución, bien
porque la ejecución se paralizara en todo caso, o bien porque la
ejecución sólo podría continuar si el ejecutante presta fianza
suficiente para responder de los perjuicios que pudiera haberse
ocasionado al deudor si resulta que se declara la ilicitud de la
ejecución ..." (la cursiva es nuestra).

El acierto de las propuestas que acabarnos de exponer viene


avalado, no sólo por ser conformes a los principios sobre los que se
asienta el Derecho procesal y que se hacen patentes en la LEC, sino
también por un estudio de Derecho comparado de la regulación de la
oposición a la ejecución.

Vamos a poder comprobar en las líneas que siguen, que, en el


Derecho comparado, la oposición a la ejecución obedece a unas
pautas muy definidas, que no se alejan de las propuestas por nuestra
doctrina.

B) Breve referencia al Derecho comparado.

a) Notas previas.

La referencia al Derecho comparado es selectiva. De forma


voluntaria, nos hemos centrado en el estudio de la regulación de la
oposición a la ejecución llevada a cabo por el Derecho procesal
*)m —
italiano, alemán y francés . Esta selección es necesaria si se quiere
203
.- Debemos reconocer que en la selección han influido, básicamente, dos factores. El
primero consiste en la facilidad de acceso a materiales legales y doctrinales tratándose de
79

profundizar en las peculiares soluciones a las que se llega en cada


ordenamiento jurídico y explicarlas dentro de su particular contexto.

Es cierto que en los ordenamientos procesales a los que nos


vamos a referir la ejecución procesal civil se aparta de la estructura
del processus executivus del Derecho común. Como ya vimos, del
processus executivus o mandatum de solvendo sine clausula deriva el
proceso documental cuya característica básica es la previsión legal de
un conocimiento fraccionado, de tal manera que algunas excepciones
son examinadas sólo después de la condena del deudor a satisfacer la
prestación debida 204. Y, por otra parte, el processus executivus ha
desembocado en el moderno proceso de ejecución. Ahora bien, no es
cierto, como se ha afirmado 205, que aquellos ordenamientos han
construido el proceso de ejecución aislándolo de los principios que
rigen el proceso de declaración (en especial, el principio del
contradictorio) e impidiendo toda confusión con él.

Basándose, ora en el principio jurídico natural de audiencia que


debe informar, en todo caso, el proceso de ejecución, ora en la
adopción en determinados casos de la forma contradictoria, el
Derecho procesal italiano, así como el alemán y francés regulan
expresamente la oposición a la ejecución y la configuran como una
parte integrante del proceso de ejecución. Si se cumplen ciertos

normas y obras científicas italianas, alemanas y francesas. El segundo factor estaría


constituido, por una parte por la tradición jurídica común de los ordenamientos
procesales citados, y por otra, por la influencia, no sólo económica y política, sino
también jurídica de Italia, Alemania y Francia en el seno de la UE. Este ulterior aspecto
impone el conocimiento de los ordenamientos procesales de los Estados citados sobre
todo teniendo en cuenta que, como ha sido puesto de relieve, uno de los procedimientos
de unificación normativa es el recurso al Derecho comparado. Vid. sobre esta última
cuestión, DE LOS MOZOS, "Integración europea: Derecho comunitario y Derecho
común", en Revista de Derecho Privado, marzo 1993, págs. 211 y ss.; en el mismo
sentido, se pronuncia VATTIER FUENZALIDA, "Para la unificación internacional del
Derecho de obligaciones en la Comunidad Europea", en Revista de Derecho Privado,
marzo 1994, págs. 228 a 230.
204
.- Vid. CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, (trad, de la 3a ed. italiana
por J. Casais y Santaló), tomo II, Madrid, 1977, págs. 757 y 758.
205
.- DE LA PLAZA, "Los principios fundamentales del proceso de ejecución", II, cit.,
lug. cit., pág. 81.
80

presupuestos, la oposición a la ejecución puede originar un incidente


prejudicial que tiene como efecto principal la suspensión del proceso
de ejecución.

La realidad legislativa de un trámite de oposición a la ejecución


regulado en los citados ordenamientos, con independencia de la
naturaleza jurisdiccional o extrajurisdiccional del título ejecutivo,
constituye un escollo más con el que deben enfrentarse los partidarios
de la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo.

b) Italia. £1 contradictorio en el proceso de ejecución.

La doctrina italiana coincide en señalar que el principio del


contradictorio no está excluido del proceso de ejecución, sino
solamente reducido a una aplicación virtual que, en el supuesto de
que el sujeto pasivo recoja la provocación (provocatici ad
opponendum), puede pasar a ser efectiva. Esta afirmación se apoya en
diferentes razonamientos jurídicos que convergen en uno sustancial:
el contradictorio no es exclusivo del proceso de declaración porque
constituye una garantía de la imparcialidad del Juez que debe
preservarse tanto en el proceso de declaración, como en el de
ejecución 206. Al haberse construido la ejecución forzosa como un

206
.- Vid., entre otros, ALLORIO, Problemas de Derecho procesal, tomo II, (trad. Sentís
Melendo), Buenos Aires, 1963, págs. 183 y 184; de estetismo autor, voz: "Esecuzione
forzata", en Novissimo Digesto Italiano, 3a ed., tomo VI (dit-fall), Torino, 1957, págs.
726 y 727; CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, (trad. Gómez
Orbaneja), Madrid, 1954, págs. 410 y 411; y Principios de Derecho procesal civil, (trad,
de la 3a ed., italiana por J. Casais y Santaló), tomo I, Madrid, 1977, pág. 305;
FAZZALARI, Note in tema de diritto e processo, Milano, 1957, págs. 142 a 148;
LIEBMAN, Problemi del processo civile, Milano, 1962, pág. 342; también, Manual de
Derecho procesal civil, (trad. Sentís Melendo), Buenos Aires, 1980, pág. 156;
MICHELI, Derecho procesal civil, III, Proceso de ejecución, (trad. Sentís Melendo),
Buenos Aires, 1970, págs. 16 y 17; REDENTI, Derecho procesal civil, (trad. Sentís
Melendo y Ayerra Redín), tomo II, Buenos Aires, 1957, págs. 302 y 303; COMOGLIO,
"Principios constitucionales y proceso de ejecución", en Justicia 94, núm. 1, págs. 237 a
240.
81

proceso jurisdiccional pueden surgir en ella los problemas propios del


proceso 20 . En suma, "una desvinculación total de la ejecución
respecto de la cognición es muy rara; o antes o después, la necesidad
de la cognición se hace sentir"208.

La ausencia de controversia en la doctrina italiana respecto a la


posibilidad de que en el proceso de ejecución puedan promoverse
incidentes contradictorios se debe, en parte, a la regulación de la
ejecución forzosa. El Codice di procedura civile (en adelante CPC)
de 1940 -en vigor desde el 21 de abril de 1942- dedica enteramente
uno de sus libros, en concreto el tercero, al proceso de ejecución (Del
processo di esecuzione), en cuyo Título quinto se regulan las
oposiciones (Delle opposizioni), estableciendo los expedientes
procesales tendentes a soslayar la injusticia, irregularidad e
incongruencia de la ejecución ° .

De conformidad con los preceptos que regulan la oposición a la


ejecución, el deudor-ejecutado puede, si lo estima oportuno, discutir

Hemos considerado interesante recoger dos testimonios sobre la cuestión que nos
ocupa. Así, CALAMANDREI (El procedimiento monitorio, Buenos Aires, 1953, pág.
61) señala que: "... no pierde su carácter inicial el proceso ejecutivo común sólo porque
también en el curso del mismo pueda incrustarse, en virtud de la oposición del deudor
contra la ejecución, un verdadero y propio juicio de cognición". Por su parte,
CARNELUTTI (Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., págs. 341
y 342) afirma que: "Uno de los pasos adelante de la ciencia del proceso ha sido
ciertamente el de afirmar la necesidad del contradictorio también en el proceso ejecutivo
y, por tanto, salvo en lo que se refiere a su iniciación, la bilateralidad de la acción. El
deudor es, ciertamente, como el acreedor, una parte en sentido material (...); pero no se le
puede negar en absoluto la cualidad de parte en sentido" procesal ni debe subvalorarse el
aporte que la obra suya puede proporcionar al buen éxito del proceso". De este último
autor, vid, también Instituciones del proceso civil, (trad. Sentís Melendo), vol. I, pág. 184
y vol. Ill, págs. 140 a 144, Buenos Aires, 1973.
207
.- Cfr. VACCARELLA, Titolo esecutivo, precetto, opposizioni, seconda edizione,
Torino, 1993, págs. 83 a 89.
208
.- CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág.
359.
209
.- En estos términos se expresa CARNELUTTI, Instituciones del proceso civil, vol. Ill,
cit., págs. 140 a 142. Para dicho autor, la ejecución es justa o injusta dependiendo de si
debe o no precederse a ella con arreglo a derecho. Y es regular o irregular, congruente o
incongruente, según que se desarrolle con observancia o con inobservancia de las reglas
"de la ley o de la experiencia".
82

el derecho del acreedor-ejecutante a proceder a la ejecución, así como


la legitimidad formal de los actos ejecutivos. De este modo, las
oposiciones del ejecutado se clasifican en oposición a la ejecución
(arts. 615 y 616 CPC) 21°, y oposición a los actos ejecutivos (arts.
617 y 618 CPC)2H. La oposición a la ejecución, que "da vida, por lo
común, a un juicio de cognición colateral" 212, puede proponerse antes
de que se inicie el procedimiento (oposición preventiva u oposición al
precetto, art. 615.1), o una vez se haya iniciado el mismo -después del
embargo- (oposición sucesiva, art. 615.2). En este último supuesto, se
origina un incidente prejudicial; esto es, se inserta en el curso del
proceso de ejecución un proceso de cognición que se sustancia
conforme a las reglas ordinarias 213. Este incidente, a tenor de lo
dispuesto en los arts. 624 y 626 CPC, puede dar lugar a la suspensión
j i i • •, • • , 214
del proceso de ejecución, con o sin caución

c) Alemania. Manifestación del principio de audiencia en el


proceso de ejecución: la oposición del deudor.

En Alemania se ha afirmado que el proceso de ejecución no se


desarrolla en forma contradictoria porque en él se ejecuta y no se

210
.- Oposición que la doctrina italiana denomina di mérito; vid. por todos ALLORIO,
Problemas de Derecho procesal, tomo II, cit., pág. 183.
2
".- Esta oposición es denominada por la doctrina italiana di rito; vid. en este sentido,
S ATTA y PUNZI, Diritto processuale civile, undicesima edizione, Padova, 1992, pág.
781.
2I2
.- REDENTI, Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 488. O, como dice MICHELI
(Derechoprocesal civil, tomo III, cit., pág. 105) "... si el deudor quiere reaccionar ante el
ejercicio de la acción ejecutiva debe proponer un juicio especial de cognición...". La
oposición a la ejecución tiende a la declaración de certeza negativa de que no existe, a
favor del ejecutante y contra el ejecutado o ejecutando, la acción ejecutiva afirmada.
213
.- Cfr. CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit.,
págs. 394 a 399; y FAZZALARI, Istituzioni di Diritto processuale, sesta edizione,
Padova, 1992, pág. 206.
214
.- En el art. 624 se dispone que: "Se è proposta opposizione all'esecuzione a norma
degli arti. 615 secondo comma e 619, il giudice dell'esecuzione, concorrendo gravi
motivi, sospende, su istanza di parte, il processo con cauzione o senza. Il giudice
sospende totalmente o parzialmente la distribuzione della somma ricavata quando sorge
una delle controversie previste nell'ari. 512". Y por lo que respecta a los efectos de la
suspensión, el art. 626 establece lo siguiente: "Quando il processo è sospeso, nessun atto
esecutivo può essere compiuto, salvo diversa disposizione del giudice dell'esecuzione".
83

debate. Por ello, el principio del contradictorio que preside el proceso


de declaración, está ausente en el de ejecución 215. No obstante, esta
no es una opinión unánime en la doctrina alemana, pues, hay autores
que sostienen que en el proceso de ejecución también rige, aun
cuando restringido, el principio de dualidad de partes 216.

A pesar de la falta de acuerdo en la doctrina sobre la función


del proceso de ejecución, no olvida la Zivilprozessordnung (en
adelante ZPO) otorgar un cauce legal a una, eventual pero posible,
oposición a la ejecución. Con esta medida, se pone de relieve, en
último término, que también en el proceso de ejecución rige el
principio de audiencia.

El deudor puede plantear, en la oposición a la ejecución, dos


tipos de objeciones (Einwendungen): unas de carácter procesal y otras
de derecho material. Entre las primeras, se señalan las objeciones
contra la cláusula ejecutiva (§732 Erinnerung gegen Erteilung der
Vollstreckungsklausel), y la especie y modo de ejecución forzosa
(§766 Erinnerung gegen Art und Weise der Zwangsvollstreckung).
Respecto de las segundas, es decir las de derecho material, prevé la
ZPO la facultad del deudor de interponer demanda de oposición a la
ejecución o demanda de defensa contra la ejecución (§767
Vollstreckungsabvoehrklage o Vollstreckungsgegenklage) que sirve
para hacer valer las objeciones contra la pretensión de derecho
material por ejecutar y declarada en el título, o contra una parte de la
misma, con la finalidad de hacer inadmisible la ejecución forzosa por

215
.- Vid. ROSENBERG, Tratado de Derecho procesal civil, (trad. Romera Vera), tomo
III, Libro tercero: La ejecución forzosa; Libro cuarto: Embargo preventivo y medidas
provisionales de seguridad, Buenos Aires, 1955, págs. 6 y 100.
2I6
.- "Der Grundsatz der Parteiherrschaft gilt im Vollstreckungsrecht nur eingeschränkt.
(...). ... ist das Vollstreckungsverfahren von der ZPO als Parteiverfahren zwischen
Gläubiger und Schuldner ausgestaltet. Es handelt sich um ein kontradiktorisches
Verfahren zwischen ihnen" (LACKMANN, Zwangsvollstreckungsrecht: eine Einführung
in Recht und Praxis, 2. Auflage, München, 1993, págs. 2 y 3).
84

ese título 217. En este supuesto, los motivos de oposición son distintos
dependiendo de la clase de título ejecutivo -con o sin efectos de cosa
juzgada- en base al cual se haya despachado ejecución218.

Si el título ejecutivo es una sentencia, sólo podrán proponerse


motivos de oposición surgidos con posterioridad a la terminación de
la última fase en que, como más tarde, hubieran podido ser alegados.
Así, en el § 767.2 ZPO se dispone que las excepciones contra lo
declarado en la sentencia sólo se admitirán cuando los motivos en los
que se basen hubieran surgido después de la conclusión de la
audiencia o juicio oral (mündliche Verhandlung) en que, según las
disposiciones de esta ley, se hubiesen debido alegar en último
extremo 219. Estas disposiciones son los §§ 296 y 527 relativos al
momento procesal, en primera y segunda instancia respectivamente,
hasta el cual se pueden hacer valer cualesquiera elementos factices o
jurídicos.

De acuerdo con lo dispuesto en el § 769 ZPO, mientras se


resuelve sobre las excepciones señaladas en el § 767, el Juez de la
ejecución (Vollstreckungsgerichi) podrá, a petición de parte, disponer,
previa caución o sin ella, la cesación de la ejecución, o la
continuación de la ejecución pero mediando caución, y la revocación

2I7
.- De forma muy clara lo expone GOLDSCHMIDT (Derecho procesal civil, trad. L.
Prieto-Castro, Barcelona, 1936, pág. 615): "La acción ejecutiva, en cuanto derecho de
justicia material, se extingue también por la desaparición de la acción civil que le sirve
de base. Sin embargo, para que se consiga este resultado es preciso que el deudor deje sin
fuerza el título ejecutivo ya que los órganos ejecutivos viene obligados por el mismo a
realizar la ejecución".
218
.- Vid. al respecto, ROSENBERG, Tratado de Derecho procesal civil, tomo III, Libro
tercero, cit., págs. 102 a 117; GOLDSCHMIDT, ob. cit., nota anterior, págs. 615 a 619;
KISCH, Elementos de Derecho procesal civil, (trad. L. Prieto-Castro), 1a ed., Madrid,
1932, págs. 346 a 348; LACKMANN, Zwangsvollstreckungsrecht: eine Einführung in
Recht und Praxis, cit., págs. 169 a 175.
2I9
.- En el § 767.2 ZPO se dispone que: "Sie (se refiere a las excepciones) sind nur
insoweit zulässig, als die Grunde, auf denen sie beruhen, erst nach dem Schluß der
mündlichen Verhandlung, in der Einwendungen nach den Vorschriften dieses Gesetzes
spätestens hätten geltend gemacht werden müssen, entstanden sind und durch Einspruch
nicht mehr geltend gemacht werden können".
85

-contra caución- de la medidas ejecutivas adoptadas. Los hechos que


se aleguen para motivar tal petición deberán acreditarse 22°.

d) Francia. Incidents des saisies àfìns d'exécution.

La doctrina francesa designa con el nombre de vías de


ejecución (voies d'exécution) los diferentes procedimientos que tienen
por objeto la ejecución forzosa, bien de una sentencia de condena,
bien de una obligación221. En el supuesto de que la ejecución forzosa
se proyecte sobre los bienes del deudor, reciben dichos
procedimientos la denominación de saisies à fìns d'exécution. Su
regulación está contenida, básicamente, en la Primera Parte, Libro
Quinto del Código de Procedimiento civil de 1806, en la Ley núm.
91-650 de 9 de julio de 1991 y en el Decreto núm. 92-755 de 31 de
"700
julio de 1992 que desarrolla la citada Ley

220
.- En el § 769 se dispone que: "Das Prozeßgericht kann auf Antrag anordnen, daß bis
zum Erlaß des Urteils über die in den §§ 767, 768 bezeichneten Einwendungen die
Zwangsvollstreckung gegen oder ohne Sicherheitsleistung eingestellt oder nur gegen
Sicherheitsleistung fortgesetzt werde und daß Vollstreckungsmaßregeln gegen
Sicherheitsleistung aufzuheben seien. Die tatsächlichen Behauptungen, die den Antrag
begründen, sind glaubhaft zu machen".
221
.- Cfr. por ejemplo, las siguientes obras: JAUFFRET, Manuel de procedure civile et
voies d'exécution, 14a ed., por Jacques Normand, Paris, 1984; y VINCENT y
PRÉVAULT, Voies d'exécution et procédures de distribution, 18a ed., Paris, 1995;
COUCHEZ, Voies d'exécution, 3ème éd., Paris, 1994.
222
.- El estudio del procedimiento civil francés cuenta con el inconveniente de que las
normas vigentes que lo regulan tienen, básicamente, su sede en dos cuerpos legales
distintos: Código de procedimiento civil de 1806 (anden Code de procédure civile, a.
CPC) y Código de procedimiento civil de 1975 (nouveau Code de procédure civile, n.
CPC). El proceso de ejecución es un ejemplo de la situación descrita. Las reglas
generales de la ejecución se establecen en los arts. 502 y ss. del n. Cpc, aunque su fuente
principal estaba constituida por el Libro quinto, de la primera Parte del Código de
procedimiento civil de 1806, titulado "De l'exécution des jugements". Sin embargo, un
buen número de artículos que pertenecían a dicho Libro han sido derogados por la Ley de
9 de julio de 1991.
No está previsto que esta Ley de 9 de julio de 1991 forme parte del nouveau
Code de procédure civile, sino que, junto con los decretos que deben dictarse para su
correcta aplicación, constituirán un Code de l'exécution tomando como ejemplo el Code
de l'organisation judiciaire, norma que comprende una primera parte legislativa (Decreto
núm. 78-329 de 16 de marzo de 1978) y una segunda reglamentaria (Decreto núm. 78-
86

Con carácter general, se regulan dos tipos distintos de saisies à


fins d'exécution: saisies mobilières (saisies de meubles corporels,
saisies de créances de sommes d'argent, saisie de droits d'associé et
de valeurs mobilières) y saisie immobilière. Si bien, alguna de ellas
presenta ciertas especialidades en atención a la naturaleza del crédito
lesionado o de los bienes embargados, y a la situación jurídica de las
partes, todas tienen una nota en común que consiste en la previsión
legal de incidentes de oposición a la ejecución.

Así, en la tramitación de la saisie mobilière se otorga al deudor


la posibilidad de promover un incidente de oposición por cuestiones
de forma -v. gr. vulneración de las formalidades legales- y por
cuestiones de fondo -v. gr. inexistencia de la deuda- después de
habérsele notificado el mandamiento de pago (cfr. arts. 131 a 133 del
Decreto de 31 de julio de 1992). El Juez de la ejecución puede
OOT
ordenar la suspensión de la ejecución .

En la saisie inmobilière se distinguen incidentes que pueden


provocar la nulidad del procedimiento por vicios de forma y por
irregularidades de fondo (arts. 718 y ss. a. CPC). Este último
supuesto entraña generalmente la suspensión del proceso 224.

330 de 16 de marzo de 1978). Vid. sobre esta cuestión, VINCENT y GUINCHARD,


Procédure civile, 22ème ed., Paris, 1991, págs. 11 y ss.
223
.- Cfr. JAUFFRET, Manuel de procedure civile et voies d'exécution, cit., pág. 241; y
VINCENT y PRÉVAULT, Voies d'exécution et procédures de distribution, cit., págs. 33
a 36, y 183 y 184; COUCHEZ, Voies d'exécution, cit., pág. 88.
224
.- Cfr. COUCHEZ, ob. cit., nota anterior, págs. 207 a 210.

ri
87

CAPITULO SEGUNDO.

APROXIMACIÓN AL DERECHO COMPARADO. EL


PROCESO CAMBIARIO EN EL ORDENAMIENTO
JURÍDICO ITALIANO, ALEMÁN Y FRANCÉS.

I. CONSIDERACIONES PREVIAS.

Nuestro trabajo se centra en el estudio del Derecho positivo


español pero se ha considerado útil dedicar algún esfuerzo al estudio
del proceso cambiario en un panorama más amplio, es decir, en el
Derecho comparado.

El estudio del Derecho comparado que a continuación se


acomete es necesariamente selectivo en relación con los países
examinados. Ya hemos hecho referencia a la facilidad de acceso a
normas jurídicas y a la literatura jurídica italiana, alemana y francesa,
así como a la tradición jurídica común de los ordenamientos
procesales a los que limitamos nuestra investigación1. Es cierto que
cada uno de aquellos ordenamientos ha experimentado una evolución
propia e independiente, pero todos ellos ofrecen, en la actualidad, vías
procesales específicas para el ejercicio de la acción cambiaria
merecedoras de estudio y reflexión por nuestra parte.

'.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 78.


u
Debemos admitir que no sólo razones de Derecho procesal han
influido en la elección de los sistemas jurídicos extranjeros objeto de
análisis, sino que el Derecho material ha sido otro elemento clave de
la selección. En efecto, como es sabido, la Ley Cambiaria y del
Cheque se inspira fundamentalmente en la Ley cambiaria italiana,
hasta el punto que muchos de sus preceptos son reproducción literal
de esta última. En cuanto a Alemania, la legislación uniforme de
Ginebra sigue las directrices de la Ordenanza cambiaria alemana de
1848. Y por último, hasta la entrada en vigor de la Ley Cambiaria y
del Cheque la regulación de la letra de cambio en el Código de
Comercio se basaba en el sistema francés del que todavía quedan
vestigios en nuestro Derecho cambiario -v. gr. la regulación de la
cesión de la provisión (art. 69 LCCH)-.

En definitiva, el punto de mira que ha guiado esta selección no


ha sido otro que el interés por una reflexión jurídica sobre nuestro
propio sistema. Por este motivo, se han buscado materiales y
experiencias que enriquezcan el análisis sobre la protección
jurisdiccional de los derechos cambiarios en nuestro país. A nuestro
entender, el fin que nos hemos propuesto sólo es posible alcanzarlo si
estos materiales y experiencias son cercanas y análogas.

II. ITALIA.

1. Presupuestos del ejercicio de la acción cambiaría.

El artículo 49 del Real Decreto de 14 de diciembre de 1933


-norma a la que se refiere la doctrina italiana con el nombre de Legge
cambiaria (en adelante Legg. camb.)-2 distingue, expresamente, entre
2
.- En ejecución de los convenios de Ginebra se dictó, en Italia, el Real Decreto, núm.
1669, de 5 de diciembre de 1933, titulado: "Modificaciones de las normas sobre la
J 89

acción cambiaria directa y de regreso. Cada una de ellas está sujeta a


J una particular disciplina jurídica, de la que solamente destacaremos
algunos aspectos formales. Así, del art. 60.1 Legg. camb. se infiere
que el ejercicio de la acción cambiaria directa no está condicionado al
previo levantamiento del protesto. Mientras que para el ejercicio de la
acción cambiaria de regreso se precisa, como regla general, la
constatación, mediante protesto, del rechazo de la aceptación o del
pago (art. 51.1 Legg. camb.). Sin embargo, frente a esta norma
general estatuye la Legge cambiaría determinadas excepciones que
j tienen su origen, bien en la voluntad de un obligado cambiario de
regreso (cláusula "sin protesto", art. 53 Legg. camb.), bien
directamente en la ley 3. Además de los supuestos indicados de
exención de la carga del protesto, la ley prevé que con la conformidad
del portador y siempre que el librador no hubiera prescrito sobre el
propio título la obligación del protesto, éste puede ser sustituido por
una declaración, firmada por el librado, en la que se deniegue la
aceptación o el pago (art. 72 Legg. camb.). La declaración denegatoria
del pago puede ser hecha también por una Cámara de Compensación
-stanza di compensazione- (art. 43.2 Legg. camb.). Estas
disposiciones se aplican también al pagaré (art. 102 Legg. camb.).
Respecto al cheque rige un sistema similar al previsto para la letra de
cambio (cfr. arts. 45, 46 y 64 Legge del assegno -en adelante Legg.
ass.-) 4.

cambial y el vale cambiario". El texto de dicha norma, que entró en vigor el 4 de enero de
1934, se estructura en cuatro títulos: el título I regula la cambial, el título II el pagaré
(vaglia cambiario'), el título III contiene las disposiciones tributarias y el título IV las
disposiciones transitorias.
3
.- Son supuestos de dispensa legal del protesto, los contemplados en los artículos
siguientes: art. 51.4, en el que se dispone que el protesto por falta de aceptación dispensa
del protesto por falta de pago; art. 51. 6, en el que se establece que en caso de quiebra del
librado, haya o no aceptado, y en caso de quiebra del librador de una letra de cambio no
aceptable, la resolución declarativa de la quiebra basta al portador para ejercitar la acción
de regreso; y art. 61.4, en el que se dispensa al portador del protesto en un determinado
caso de fuerza mayor.
4
.- El Real Decreto núm. 1736, de 21 de diciembre de 1933, incorporó la legislación
uniforme de Ginebra sobre el cheque al ordenamiento jurídico italiano. La doctrina
italiana suele utilizar el nombre Legge del asegno cuando se refiere a esta norma.

ü
90

La clasificación de las acciones cambiarías atendiendo a la


J legitimación pasiva no es la única acorde con el texto legal citado.
Del tenor literal de la Legge cambiaría se deduce un criterio distinto
j del anterior que permite realizar otra clasificación de tales acciones:
acción cambiaria declarativa y acción cambiaría ejecutiva. Así, en el
J art. 63 Legg. camb. se dispone que : "La letra de cambio tiene los
efectos del título ejecutivo por el capital y los accesorios (...)"• A su
1 vez, esta disposición es aplicable al vale cambiario por la remisión
que a la misma efectúa el art. 102. Legg. camb. El art. 55 Legg. ass.
1 otorga también fuerza ejecutiva al cheque bancario. La eficacia de los
títulos ejecutivos se manifiesta en el plano del proceso, y de forma
"I más precisa en el de ejecución. De ahí que la cualidad ejecutiva que
asiste al título cambiario se proclame, también, por el art. 474 del
1 Codice di procedura civile (CPC), primer artículo que destina el
Libro tercero a la regulación del proceso de ejecución y que consagra
1 uno de sus principios básicos: nulla executio sine titulo 5.

1 La incidencia de la irregularidad fiscal de los títulos cambiarios


en el ejercicio de la acción cambiaria declarativa y ejecutiva viene
~] determinada por los arts. 104 Legg. camb. y 118 Legg. ass. 6. Dichos

5
.- En el art. 474 se dispone que: "La esecuzione forzata (2910 c.c.) non può avere luogo
che in virtù di un titolo esecutivo per un diritto certo, liquido ed esigibile. Sono titoli
esecutivi:
1)...
2) le cambiali, nonché gli altri titoli di credito e gli atti ai quali la legge
attribuisce espresamente la stessa efficacia;".
La letra de cambio no figuraba como título ejecutivo en el Codice di procedura
civile de 1865. El reconocimiento de la cualidad de título ejecutivo se produjo en el art.
323 del Codice di commercio de 1882. Posteriormente, la letra de cambio pasó a formar
parte de la relación de títulos ejecutivos efectuada por el art. 474 del Codice di
procedura civile de 1940. Vid. VACCARELLA, Titolo esecutivo, precetto, opposizioni,
cit., págs. 18 a 21 y 176a 180.
6
.- En el art. 104 Legg. camb. se dispone que: "La validez de la letra de cambio y del vale
cambiario, incluidos aquellos a la vista o a cierto tiempo vista, no quedan subordinados a
las disposiciones de la ley del timbre. Ello no obstante, si no son regularmente timbrados
originariamente, o en el tiempo prescrito por la ley, no tiene la cualidad de título
ejecutivo.
El portador no puede ejercitar los derechos cambiarios inherentes al título si no
ha pagado la tasa de timbre debida y la correspondiente penalidad.
J 91

preceptos establecen la suspensión del ejercicio de la acción


declarativa hasta el momento de la regularización fiscal del título y la
pérdida de la cualidad de título ejecutivo del título-valor que desde el
origen 7, o, en el tiempo prescrito por las disposiciones fiscales -v. gr.
título cambiario emitido en el extranjero-, no diera cumplimiento al
requisito del timbre. Pero, en todo caso, la validez del título cambiario
no se halla subordinada a la observancia de las disposiciones
o
fiscales .

2. Proceso cambiario.

Las normas de naturaleza procesal contenidas en la Legge


cambiaria, concretamente en los arts. 64 y 65, han motivado que la
doctrina italiana califique de proceso especial al proceso que tiene por
objeto la reclamación de un crédito cambiario. No obstante, debe
precisarse que la denominación "proceso cambiario", con la que se
quiere poner de relieve una cierta especialidad frente al ordinario, no
está provocada solamente por la Legge cambiaria, sino también por el
CPC. En efecto, el proceso cambiario, si bien puede adoptar diversas
formas -cognición ordinaria, monitorio, ejecutivo-, presenta en todas
ellas unas estructuras específicas que lo diferencian de los procesos
ordinarios de cognición y de ejecución, y que están encaminadas a
una rápida y plena satisfacción del crédito cambiario 9. Por este

La ineficacia como título ejecutivo debe ser constatada y pronunciada


judicialmente, incluso de oficio".
''.- La doctrina italiana entiende que el momento al que se refiere el art. 104 Legg. camb,
con la expresión "originariamente" coincide con el de la negociación del título; vid. por
todos, ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz "Cambiale", en Novissimo Digesto
italiano, II, Torino, 1958, pág. 742.
8
.- Los arts. 104 Legg. camb. y 118 Legg. asse, introducen en el ordenamiento jurídico
italiano las disposiciones contenidas en el art. 1 del Convenio de Ginebra relativo al
derecho de timbre en materia de letras de cambio y pagarés a la orden, de 7 de junio de
1930; así como las previstas en el art. 1 del Convenio de Ginebra relativo al derecho de
timbre en materia de cheques, de 19 de marzo de 1931.
9
.- Vid. al respecto, entre otros, ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz "Cambiale",
cit., lug. cit., pág. 740, AULETTA y SALANITRO, Diritto commerciale, settima
edizione, Milano, 1991, págs. 323 a 328; ANGELONI, La cambiale e il vaglia
92

motivo en el Derecho italiano no se identifica la acción cambiaría con


una acción ejecutiva 10.

Antes de analizar las citadas normas de la Legge cambiaria,


haremos una breve referencia a los diferentes procedimientos
judiciales puestos a disposición del acreedor cambiario por el
Derecho italiano.

A) Vías procesales idóneas para el ejercicio de la acción


cambiaría. Especialidades frente a los procesos ordinarios de
declaración y ejecución.

De conformidad con el ordenamiento procesal civil italiano, el


acreedor cambiario:

a) Puede acudir al proceso ordinario de cognición para obtener


una sentencia de condena al pago del principal, intereses y gastos. Sin
embargo, no es frecuente que se recurra a este proceso debido a su
lentitud, o en palabras de CALAMANDREI, a "la venerable dilación
del rito formal". Podría parecer, no obstante, que quien así actúa
carece de interés, puesto que incoa un proceso para procurarse un
título ejecutivo que ya tiene. Sin embargo, el acreedor cambiario tiene
siempre interés en accionar en vía declarativa, pues obtendrá una
sentencia de condena, cuyo principal efecto -efecto de cosa juzgada
material- le otorga una declaración de certeza mucho más inatacable

cambiario, quarta edizione aggiornata e ampliata, Milano, 1964, págs. 415 a 434;
CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, cit., págs. 283 a 292; y
Principios de Derecho procesal civil, cit., tomo II, págs. 757 a 768; PAVONE LA
ROSA, La letra de cambio, (trad. O.J. Maffia), Buenos Aires, 1988, págs. 693 a 742;
GALGANO, Diritto commerciale, vol. IV, I contratti di impresa. I titoli di credito. Il
fallimento, prima edizione, Bologna, 1980, pág. 52; COTTINO, Diritto commerciale,
voi. secondo, tomo primo, seconda edizione, Padova, 1992, págs. 331 y 332;
CAMPOBASSO, Diritto commerciale, 3. Contratti. Titoli di credito. Procedura
concorsuali, 2a ristampa, Torino, 1992, págs. 271 y 272.
10
.- Cfr. ASCARELLI, Teoría general de los títulos de crédito, cit., pág. 69.
93

que la declaración de certeza contractual. Además, conseguirá la


ventaja de poder inscribir hipoteca judicial (art. 2818 Codice civile)11.

b) Dispone también del procedimiento d'ingiunzione, de


naturaleza declarativa y sumaria, cuya finalidad radica en la creación
con celeridad del título ejecutivo que se alcanza desplazando la
iniciativa del contradictorio del actor al demandado 12.

".- Vid. en este sentido, CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 148.
En el art. 2818 Codice civile se dispone que: "Ogni sentenza che porta condanna
al pagamento di una somma o all'adempimento di altra obbligazione ovvero al
risarcimento dei danni da liquidarsi succesivamente è titolo per iscrivere ipoteca sui beni
del debitore. Lo stesso ha luogo per gli altri provvedimenti giudiziali ai quali la legge
attribuisce tale effeto".
12
.- El procedimiento de ingiunzione se halla regulado en el Libro Cuarto del Códice di
procedura civile ("Dei procedimenti speciali"), Título I ("Dei procedimenti sommari"),
arts. 633 a 656. Por sus caracteres y estructura, el procedimiento de ingiunzione es
expresión legal del tipo de procedimiento que dogmáticamente se conoce como
"procedimiento monitorio documental". Vid. en este sentido, CALAMANDREI, El
procedimiento monitorio, cit., págs. 39 a 46 y 122 a 124.
En cuanto a la naturaleza del procedimiento d'ingiunzione, GUTIERREZ-
ALVIZ Y CONRADI, (El procedimiento monitorio, cit., pág. 38), señala que la mayoría
de la doctrina italiana considera que el procedimiento monitorio, en general, y el de
ingiunzione, en particular, son procesos de declaración. Vid. CHIOVENDA, Principios
de Derecho procesal civil, tomo I, cit., págs. 250 a 280; e Instituciones de Derecho
procesal civil, vol. l, cit., pág. 39, quien inserta el procedimiento monitorio (rectius, la
orden de prestación que en él se dicta), en una categoría más amplia que denomina
"declaraciones con predominante función ejecutiva"; otras especies de este género son,
según el pensamiento chiovendiano, las condenas con ejecución provisional y las
condenas con reserva. Ahora bien, CHIOVENDA entiende que la acción que da lugar a
este tipo de resoluciones es una acción especial a la que califica de "acción sumaria",
pues permite la formación del título ejecutivo en base a una cognición no definitiva,
parcial o superficial. En este mismo sentido, LIEBMAN, Manual de Derecho procesal
civil, cit., págs. 138 a 140.
La naturaleza declarativa del procedimiento de ingiunzione tampoco es discutida
por CALAMANDREI. No obstante, este autor rechaza que de la diversidad de formas
procesales se derive una acción declarativa especial distinta de la ordinaria. Vid. ob. cit.
en esta nota, págs. 73 a 82; y también de este autor, Instituciones de Derecho procesal
civil, vol.1, (trad. Sentís Melendo), Buenos Aires, 1962, págs. 365 y 366. En esta misma
línea, GARBAGNATI afirma que en el procedimiento de ingiunzione se ejercita una
acción declarativa ordinaria; vid. Il procedimento d'ingiunzione, Milano, 1991, págs. 28 a
30.
Hemos dicho que la mayoría de la doctrina procesal italiana estima que el
procedimiento monitorio es un proceso de declaración. No obstante, se ha efectuado
alguna objeción a esta tesis que debe ser citada. En concreto CARNELUTTI afirma que
el procedimiento de ingiunzione es una figura intermedia entre el proceso de cognición y
el de ejecución (vid. Instituciones de Derecho procesal civil, vol. Ill, cit., pág. 191).
94

El acceso a dicho procedimiento depende de que se cumplan las


condiciones de admisibilidad establecidas en el art. 633 CPC. Estas
condiciones de admisibilidad se circunscriben a la causa de pedir,
objeto mediato del litigio y prueba que de él se ofrezca que, a tenor
del art. 634 CPC, no puede ser más que documental. Es decir, para
obtener un decreto d'ingiunzione la ley requiere que se de prueba
escrita del crédito. Si el acreedor prueba documentalmente los hechos
constitutivos del derecho de crédito afirmado, el juez dicta, inaudita
altera parte, una resolución motivada (decreto d'ingiunzione) en la
que se ordena a la otra parte que pague la suma reclamada (art. 641
CPC). La orden de pago deviene ejecutiva en defecto de oposición en
el plazo establecido (art. 647 CPC)13.
A las disposiciones comunes que rigen el procedimiento
d'ingiunzione, establece el art. 642 CPC ciertas excepciones. En
primer lugar, no siempre goza el deudor del plazo de 20 días, previsto
en el art. 641.1 CPC, para la satisfacción del débito, sino que, a
instancia del acreedor, puede verse obligado a hacerlo
inmediatamente (senza dilazione). En segundo término, el juez debe,
previa solicitud del acreedor y en defecto de pago, autorizar la
ejecución inmediata y provisional del decreto, fijando un plazo a los
solos efectos de la oposición. Los privilegios procesales expuestos
consistentes en provocar el pago de la deuda sin dilación y la
ejecutoriedad desde el origen, solamente se otorgan en unos casos
taxativamente determinados, entre otros, cuando el crédito se funda
en un título cambiario 14.
De modo similar a lo que acontece respecto al proceso
ordinario de cognición, uno de los motivos que impulsan al acreedor
cambiario a ejercitar la acción cambiaria declarativa por los cauces
del procedimiento d'ingiunzione -a pesar de ser la letra de cambio, y

l3
,- Vid. por todos, FAZZALARI, Istituzioni di Diritto processuale, cit., págs. 180 y 181.
14
.- En el art. 642 se dispone que: "Se il credito è fondato su cambiale, assegno bancario,
assegno circolare, certificato di liquidazione di borsa, o su atto ricevuto da notaio o da
altro pubblico uffiziale autorizzato, il giudice, su ¡nstanza del ricorrente, ingiunge al
debitore di pagare o consegnare senza dilazione, autorizzando in mancanza l'esecuzione
provvisoria del decreto e fissando il termine ai soli effetti della opposizione".
95

los títulos de crédito equiparados a ella, títulos ejecutivos ope legis-


radica, según la doctrina italiana, en que el decreto declarado
provisionalmente ejecutivo es título suficiente para inscribir hipoteca
judicial sobre los bienes del deudor (arts. 2818 Codice civile y 655
CPC), convirtiéndose, de esta forma, en acreedor privilegiado 15.

c) Por ùltimo, puede promover la acción cambiaria en vía


ejecutiva sin tener que proveerse de una sentencia de condena o de un
decreto d'ingiunzione. Pero a diferencia de lo que se dispone en los
arts. 475 y 479 CPC para la ejecución forzosa en general, la ejecución
en base a un título cambiario no requiere ni la copia del título
expedida en forma ejecutiva, ni la notificación del título al deudor 16.
En efecto, la ejecución se inicia en estos supuestos con la notificación
al deudor del mandamiento (precetto) que debe contener la
transcripción de la letra de cambio, pagaré o cheque, del protesto y de
los otros documentos necesarios que demuestren la suma debida (art.

15
.- Vid. CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., págs. 148 y 149;
ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 416; AULETTA y
SALANITRO, Diritto commerciale, cit., págs. 323 Y 324; PAVONE LA ROSA, La letra
de cambio, cit., pág. 729.
Sobre esta cuestión REDENTI, (Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 228)
observa, que puede ocurrir que al acreedor no le urja compulsar directamente al deudor,
sino que sólo le interese averiguar si el deudor tiene fundadas excepciones que oponer,
antes de intentar la ejecución forzosa. GARBAGNATI, (II procedimento d'ingiunzione,
cit., págs. 8 y 9), añade a la razones señaladas, el ser el decreto, una vez precluido el
momento procesal para interponer oposición, título idóneo para declarar, con eficacia de
cosa juzgada, la existencia del derecho resultante del título. Esta fuerza o eficacia de tal
resolución es puesta de relieve también por SATTA y PUNZI (Diritto processuale civile,
cit., pág. 819): "Se non la propone (se refiere a la oposición) il decreto acquista il valore
di una sentenza passata in giudicato". No obstante, sobre-la eficacia señalada del decreto,
CARNELUTTI afirma que: "...si la falta de oposición puede ser un indicio de justicia del
decreto, en forma que justifique su eficacia ejecutiva, es verdad que fue pronunciado
inaudita altera parte y, por tanto, hay siempre un salto entre esta hipótesis y la de la
sentencia provista de las mayores garantías del proceso ordinario de condena";
Instituciones del proceso civil, vol. I, cit., págs. 154 y 155.
i6
.- La importancia, actual y práctica, de la expedición en forma ejecutiva del título
ejecutivo consiste en evitar que el deudor sea sometido por el acreedor a una
injustificada pluralidad de ejecuciones. Es por ello que REDENTI, (Derecho procesal
civil, tomo II, cit., pág. 334), refiriéndose a la letra de cambio, aunque asimismo aplicable
al vale cambiario y cheque, dice que la hoja misma en que se extiende la letra de cambio
"debe ser usada en original, como título documental (a efectos procesales) por quien sea
su legítimo poseedor a los efectos del pago".
96

63.3 Legg. camb.). Mediante este acto se intima al deudor a cumplir la


obligación resultante del título ejecutivo en un plazo breve, 10 días
(art. 480 CPC), transcurrido el cual se puede proceder al embargo
(arts. 491 y ss CPC) y a la venta forzosa de sus bienes (arts. 501 y ss.
CPC).

B) Normas procesales en la Legge cambiaría. En concreto, análisis


de los artículos 65.2 y 64.

a) Artículo 65.2: proceso documental.

Como es sabido, la tutela privilegiada de que goza el tenedor de


un título cambiario se manifiesta, especialmente, en el ámbito de los
medios de defensa del deudor. La Legge cambiaria ha introducido
una serie de mecanismos, de carácter sustantivo (art. 65.1) l? y
procesal, con el fin de evitar que la interposición de excepciones
constituya un expediente procedimental para retardar la condena. Nos
detendremos en el segundo aspecto, que es el que da al proceso
cambiario su característica, pues el límite sustantivo responde al
1S
alcance mismo de los derechos nacidos de la letra de cambio .

De naturaleza procesal es la norma contenida en el párrafo


segundo del art. 65 Legg. camb.. Este precepto concede al acreedor la
facultad de obtener, sobre la base del documento cambiario, un
pronunciamiento de condena del deudor con reserva de las

l7
.- El art. 65.1 Legg, camb. limita la facultad de excepcionar del deudor: "En los juicios
cambiarlos, tanto de cognición cuanto de oposición a la ejecución, el deudor puede
oponer solamente las excepciones de nulidad de la letra en los términos del artículo 2 y
las que no estén prohibidas por el artículo 21". El art. 21 de la Legg. camb. dispone que:
"La persona contra la cual se haya promovido acción cambiaria no puede oponer al
portador las excepciones fundadas en sus relaciones personales con el librador o con los
portadores precedentes, a menos que el portador haya adquirido la letra a sabiendas en
perjuicio del deudor".
18
.- Vid. CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, cit., pág. 286.
97

excepciones que se consideran de "larga investigación" (eccezioni di


lunga indagine). Así, a tenor de lo dispuesto en el art. 65.2
Legg.camb., en los juicios cambiarlos, tanto de cognición cuanto de
oposición a la ejecución, "si las excepciones son de larga
investigación el juez, a instancia del acreedor, debe dictar sentencia
provisional de condena, con caución o sin ella". De acuerdo con lo
establecido por el precepto transcrito, el acreedor puede conseguir en
tiempo breve una resolución judicial que haga viable la ejecución:
sentencia provisional de condena (sentenza provvisoria di
condanna) .

Las particularidades procesales que establece el art. 65.2 Legg.


camb. han determinado que se otorgue la calificación de proceso
documental al proceso cambiario, cuya característica principal es el
fraccionamiento del conocimiento, de tal manera que algunas
excepciones del deudor son examinadas una vez se haya condenado
al pago -condena con reserva- 20. Con otras palabras: estamos en
presencia de una condena sin que conste el derecho a la prestación.
Únicamente le consta al juez, en el momento de pronunciar sentencia
de condena con reserva, la existencia de los hechos constitutivos y la
falta de determinados hechos impeditivos y extintivos; respecto a
otros hechos impeditivos y extintivos aplaza el examen 21.

l9
.- Denominación que CHIOVENDA considera equívoca, pues, puede dar lugar a
confusión con la sentencia de condena provisionalmente ejecutiva. Por esto, y a pesar de
la dicción legal (art. 65.2 Legg, camb.), designa a aquella resolución con el nombre de
"sentencia de condena con reserva"; vid. Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I,
cit., pág. 286.
20
.- Vid. CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo H, cit., págs. 757 y
ss.
Se ha señalado al respecto que "il processo cambiario appartiene al tipo del
processo documentale nel quale ha luogo, come si suoi dire, un frazionamento della
cognizione. Il processo si divide, cioè, in due fasi: nella prima non si tiene conto di
determinate eccezioni che vengano opposte dal debitore dirette a paralizzare l'azione
contro di lui promossa dal portatore del titolo, e il giudice pronuncia una condanna con
riserva; nella seconda, che rappresenta la prosecuzione della prima ha luogo la
cognizione delle eccezioni riservate"; ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz
"Cambiale", cit., lug cit., pág. 740.
21
.- Vid. CHIOVENDA, Instituciones de Derecho procesal civil, vol. I, cit., pág. 288.
98

La justificación, desde una óptica jurídico-legislativa, de la


emisión de una sentencia de condena tras un conocimiento sumario e
incompleto, en cuanto parcial, reside, en primer lugar, en exigir la
institución de la letra de cambio un procedimiento rápido para
alcanzar el fin previsto en el momento de su emisión; y, en segundo
lugar, en el principio de normalidad jurídica (id quod plaerumque
acciaii): el portador de la letra es frecuentemente acreedor
cambiario22.

El deudor cambiario debe proponer con anterioridad a la


condena todas las excepciones que pretenda hacer valer (sistema de
reserva determinada). En la hipótesis de que el juez, tras un primer
examen, entienda que una o más de las excepciones propuestas son de
"larga investigación", está obligado, si el acreedor así lo requiere, a
emitir "sentencia provisional de condena", reenviando la cognición de
aquellas excepciones, y la recepción de las pruebas pertinentes, a una
fase ulterior del juicio e imponiendo al acreedor, si lo estima
oportuno, una caución 23.

La sentencia de condena con reserva tiene fuerza de cosa


juzgada material sobre los puntos decididos y las excepciones no
propuestas. Genera, además, los efectos propios de toda sentencia:
acción ejecutiva e hipoteca judicial; debe contener también condena
en costas. A partir de este momento procesal, el procedimiento
continúa exclusivamente para la discusión de las excepciones de
"larga investigación".

El criterio de clasificación de las excepciones que se infiere del


art. 65.2 Legg. camb., y que permite distinguir entre excepciones de
larga o inmediata investigación, no se funda en las cualidades
22
.- Vid. CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo I, cit., pág. 254.
23
.- AI respecto dice ANGELONI: "..., la cauzione a carico del creditore è facoltativa,
perché si tratta soltanto di concedere anticipatamente al creditore una sentenza
favorevole, a cui con molta probabilità avrà diritto anche dopo la valutazione delle
eccezioni del debitore" (La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 430).
99

intrínsecas de las mismas, pues, en principio son reservables tanto las


excepciones personales, cuanto las absolutas o reales, sino en los
medios de prueba propuestos por el deudor respecto a sus hechos
fundamentales 24. Así, se consideran de "larga investigación" las
excepciones cuya prueba requiere una amplia instrucción 25. Una
valoración en este sentido, no puede efectuarse en abstracto, pues está
deferida a la libre apreciación del juez 26 .

Si las excepciones propuestas son de "larga investigación", la


sentencia de condena con reserva puede ser emitida, a tenor de lo
dispuesto en el art. 65.2 Legg. camb., tanto en los juicios cambiarios
de cognición -quedando comprendido en ellos el proceso de
ingiunzione-, cuanto en el juicio de oposición a la ejecución 27. Esta
previsión normativa ha generado ciertas controversias en la doctrina
italiana en las que no vamos a entrar en profundidad. Tan sólo
destacaremos que el disenso doctrinal se centra, en líneas generales,
en si realmente el acreedor cambiario tiene interés en conseguir un

24
.- Cfr. FARIEN GUILLEN, "Algunas notas sobre la protección de la letra de cambio
-cambíale- en España", en Anuario de Derecho Civil, tomo XLV, fase. II, abril-junio
1992,pág.488.
No obstante, en la distinción intervienen elementos de otra naturaleza. Así,
PAVONE LA ROSA, (La letra de cambio, cit., págs. 721 a 723), subraya que no pueden
considerarse de "larga investigación" las excepciones relativas a la existencia o validez
de la declaración cambiaria -v. gr. negación de la autenticidad de la firma- pues, siendo
discutida la existencia de la obligación, no puede justificarse la condena del deudor. A
esta misma conclusión llega CHIOVENDA, (Instituciones de Derecho procesal civil,
vol. I, cit., pág. 287), aun cuando su argumentación es técnicamente más correcta pues, se
fundamenta en la limitación del concepto de "excepción". Así, afirma que la simple
negación de la acción no puede dar lugar a una sentencia de condena con reserva porque,
sencillamente, no se trata de una verdadera excepción: "El desconocimiento de la firma
no es una excepción y mucho menos una excepción de nulidad: obliga al actor a probar la
autenticidad de la firma".
25
.- Vid. por todos, ANGELONI, La cambíale e il vaglia cambiario, cit., págs. 428 y 429.
26
.- Vid. en este sentido, ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz "Cambiale", cit., lug.
cit., pág. 741.
27
.- En la oposición a la ejecución se dictará una sentencia provisional de repulsa de la
oposición a la ejecución -sentenzaprovvisoria di rigetto sull'opposizione all'esecuzione-.
Vid. sobre el particular, ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 431 ;
ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, ob. cit, nota anterior, pág. 741; y PAVONE LA
ROSA, La letra de cambio, cit., pág. 717.
100

pronunciamiento de condena provisional en la oposición al decreto


d'ingiunzione, así como en la oposición a la ejecución.

En primer lugar, y por lo que se refiere al procedimiento de


ingiunzione, la falta de interés se ha fundamentado en la identidad
sustancial de funciones que el decreto d'ingiunzione provisionalmente
ejecutivo (art. 642 CPC) y la sentencia de condena con reserva
cumplen: posibilidad de proceder inmediatamente a la ejecución sobre
los bienes del deudor, y facultad de inscribir hipoteca judicial de los
bienes inmuebles del mismo ¿ . Y, con respecto a la oposición a la
i^O

ejecución, se ha restado importancia a la norma del art. 65.2 Legg.


camb., aunque se ha precisado que puede "... valer como una
amonestación legislativa a no conceder o a no mantener en firme la
suspensión de la ejecución, cuando presenten tales caracteres (de
larga investigación) las excepciones propuestas como motivos de
oposición"29.

Hemos señalado que sobre esta cuestión la doctrina italiana no


se pronuncia de manera uniforme. Así, un sector doctrinal afirma que
la identidad de funciones que llevan a cabo el decreto d'ingiunzione y
la sentencia de condena con reserva no deriva en una
incompatibilidad de ambas resoluciones. Desde esta perspectiva, se
señala que la norma del art. 65.2 Legg, camb. es aplicable a todos los
procesos en los que se ejercite una acción cambiaría, sea declarativa,
sea ejecutiva30.

28
.- En este sentido, REDENTI (Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 229) afirma
que "en el caso de que el acreedor cambiario elija la vía del decreto de inyunción, es ese
decreto el que sustituye a la sentencia de condena con reserva".
29
.- REDENTI, ob. cit., nota anterior, pág. 499.
30
.- Vid. en este sentido, ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., págs. 430 y
431; PAVONE LA ROSA, La letra de cambio, cit., págs. 717 a 719; CHIOVENDA,
Instituciones de Derecho procesai civil, vol. I, cit., págs. 291 y 292. Este último autor, en
base a una interpretación sistemática de los arts. 63 y 65 Legg. camb., afirma que el
acreedor cambiario tiene a su disposición ocho acciones: 1a. acción ordinaria de condena;
2a. acción ordinaria de condena con ejecución provisional; 3a. acción de condena con
reserva; 4a. acción de condena con reserva, con ejecución provisional; 5a. acción
ejecutiva con fraccionamiento de las excepciones; 6a. acción ejecutiva con renuncia al
101

b) Artículo 64: suspensión de la ejecución.

El motivo que impone el presente análisis se halla en la ratio


del art. 64 Legg. camb., esto es, la atenuación de la eficacia de un
título ejecutivo extrajurisdiccional, que también preside la
configuración del art. 68 de nuestra LCCH. Por otra parte, al basarse
la LCCH en la Ley cambiaria italiana nos atrevemos a afirmar que el
art. 64 de esta Ley es el antecedente legislativo inmediato del art. 68
LCCH l. Debe señalarse, no obstante, que la Legge cambiaria es
menos perturbadora en esta cuestión que la LCCH, puesto que al
prever la suspensión de la ejecución como una posible consecuencia
de la oposición al precetto elude las dificultades que de toda índole
genera en nuestro Derecho procesal el incidente de alzamiento del
embargo.

La norma del art. 64 Legg. camb. debe enmarcarse en su


contexto que es el proceso de ejecución; en concreto, en la oposición
a la ejecución y su suspensión. En el citado artículo se dispone lo
siguiente:

"La oposición al mandamiento (precetto) no suspende la


ejecución; pero el presidente del tribunal, o el pretor
competente por la cuantía, en virtud de recurso del
oponente que desconozca la propia firma o la
representación o bien, que aduzca graves y fundados
motivos, puede, con resolución motivada, examinados los
documentos aportados, suspender en todo o en parte los
actos ejecutivos, exigiendo caución idónea" 32.

fraccionamiento; 7a. acción de apremio, (debe entenderse la acción ejercitada en el


procedimiento d'ingiunzione), con fraccionamiento de excepciones; 8a. acción de
apremio con renuncia al fraccionamiento.
3I
.- La legislación uniforme de Ginebra no contiene ninguna norma que regule el proceso
cambiario.
32
.- Con el fin de favorecer la recta inteligencia del art. 64 transcribimos a continuación el
primer párrafo del art. 480 Cpc: "El precetto consiste en la intimación a cumplir la
obligación resultante del título ejecutivo dentro de un término no superior a diez días,
salvo la autorización del art. 482, con la advertencia de que en su defecto se procederá a
la ejecución forzada".
102

Aunque el art. 64, así como los párrafos tercero y cuarto del art
65 Legg. camb., han sido concebidos en base al esquema general
previsto en el Codice di procedura civile para la oposición a la
ejecución -es decir, oposición preventiva u oposición al precetto (arts.
615.1 CPC y 64 Legg. camb.) y oposición sucesiva u oposición a la
ejecución ya iniciada (arts. 615.2 CPC y 65 Legg. camb.) 33-, no
podemos dejar de señalar que se ha cuestionado la vigencia de los
arts. 64 y 65 Legg. camb. Ambos artículos fueron redactados
conforme a los preceptos que, el Codice di procedura civile de 1865,
destinaba a la regulación de la ejecución (oposición, suspensión, ...).
El nuevo Codice di procedura civile, en vigor desde el 21 de abril de
1942, regula íntegramente la oposición a la ejecución y la suspensión.
Esta disciplina diverge, en parte, de la establecida en la Legge
cambiaria. Surge, pues, el problema de establecer la relación entre las
nuevas normas procesales y los preceptos de los arts. 64 y 65 Legg.
camb. La solución a la cuestión planteada parece ser que se halla en la
compatibilidad o "coordinación" de las disposiciones de la Legge
cambiaria y las del Codice di procedura civile: sin entender
derogados en su totalidad los arts. 64 y 65 Legg. camb. (entre otras
razones, por la especialidad de dicha Ley y porque el proceso
cambiario reclama ciertas particularidades frente al ordinario) deben
aplicarse los preceptos del Codice di procedura civile, relativos a la
oposición a la ejecución (arts. 615 y ss.) y a la suspensión a la
ejecución (arts. 623 y ss.), en todo aquello no expresamente regulado
por la Legge cambiaria. En definitiva, la línea de coordinación se
trazaría entre la estructura y forma del procedimiento, sujeta a las
normas procesales, y los presupuestos y contenido de las decisiones,

La notificación del título ejecutivo y del precetto (art. 479 Cpc) es una
formalidad prelimiar o preparatoria de la ejecución y, por tanto, previa a su apertura; vid.
al respecto, REDENTI, Derecho procesal civil, tomo II, cit., págs. 337 a 346.
33
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 82.
103

para los cuales valdrán los preceptos cambiarios al responder más


adecuadamente a las exigencias de la acción cambiaría34.

Desde esta perspectiva, y de acuerdo con lo dispuesto en el art.


64 Legg. camb. la oposición al precetto -previa, pues, al inicio de la
ejecución- puede dar lugar, a instancia del deudor, a la suspensión de
la ejecución 35. La suspensión de la ejecución está subordinada a una
doble condición: de un lado, a la naturaleza, gravedad y fundamento
de los motivos que se alegan; y, de otro, a la prestación de una
caución, que debe ser idónea, por parte del oponente. La imposición
de la caución es una garantía que se da al acreedor por no estar
advertido de la petición del deudor -ausencia de contradictorio-.
Además su carácter obligatorio deriva del hecho de que se trata de
suspender la ejecución contra la regla general: la oposición al precetto
no tiene efecto suspensivo (art. 624 CPC).

Los motivos que determinan la suspensión de la ejecución son


los siguientes: el desconocimiento de la propia firma o la del
representante (falsedad), o bien que el oponente niegue ser la persona
a la cual se refiere la firma (homonimia); el desconocimiento de la
representación, el deudor niega que la persona que ha firmado como
su representante ostenta el poder de asumir por él aquella obligación
cambiaria; y cualquier otra excepción que se manifieste grave y
fundada.

34
.- Vid. en este sentido, REDENTI, Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 498;
PAVONE LA ROSA, La letra de cambio, cit., págs. 734 a 738; ANGELONI, La
cambiale e il valglia cambiario, cit., pág. 422; VACCARELLA, Titolo esecutivo,
precetto, opposizioni, cit., págs. 389 y 390.
En cambio, ASCARELLI y BONASSI-BENUCCI (voz "Cambiale", cit., lug. cit.,
pág. 743) consideran que los arts. 64 y 65 Legg. camb. han sido derogados por las
normas del Codice di procedura civile referentes a la oposición y suspensión de la
ejecución. Fundamentan su posición en el art. 15 del Codice civile que dispone lo
siguiente: "Le leggi non sono abrogate che da leggi posteriori per dichiarazione espressa
del legislatore, o per incompatibilità tra le nuove disposizioni e le precedenti o perché la
nuova legge regola l'intera materia già regolata dalla legge anteriore".
35
.- Cfr. AULETTA y SALANITRO, Diritto commerciale, cit., págs. 327 y 328.
104

Concurriendo tales circunstancias, el juez, inaudita altera


parte, suspende total o parcialmente los actos ejecutivos por decreto
motivado no sujeto a impugnación, pero révisable en un momento
procesal ulterior 36 .

La decisión sobre la suspensión de la ejecución se adopta,


según establece la Ley, en base a pruebas preconstituidas
(documentos), no pudiéndose admitir en un incidente sin
contradictorio la producción de prueba oral. Debido al carácter
urgente de la resolución y a su provisionalidad, una documentación
que sea incompleta, irregular o en vía de regularización puede fundar
la adopción de la medida prevista en el art. 64 Legg. camb.37.

Con respecto a la caución, dice la Legge cambiaria que ha de


ser idònea, por tanto, proporcionada al fin que está destinada a
ÌQ
satisfacer . La determinación de la cuantía queda deferida a la
discrecionalidad del juez, aunque se apuntan algunos criterios que
pueden orientar la labor del órgano jurisdiccional. Entre estos
criterios cabe señalar: el importe de la suma cambiaría, la gravedad de

36
,- Vid. ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 421. La
inimpugnabilidad del decreto que acuerda la suspensión de la ejecución, no impide que,
posteriormente, en el juicio de oposición a la ejecución el juez competente para conocer
de la controversia, reexaminando la suspensión concedida, pueda mediante sentencia
confirmar o revocar tal medida (art. 65.4 Legg. camb.). Es decir, la eficacia del decreto
concediendo o denegando la suspensión de la ejecución es provisional.
El decreto es la forma más simple y elemental de'providencia judicial. Se emplea
de ordinario cuando no hay contradictorio (v.gr. decreto de inyunción que se pronuncia
inaudita parte, art. 641 Cpc). El decreto se pronuncia de oficio o a instancia de parte
(recurso); puede solicitarse incluso verbalmente. Si se dicta en virtud de recurso, se
consigna el decreto al pie del mismo. Cuando la petición se efectúa verbalmente, se
extiende acta y el decreto se inserta en ella. El decreto no debe ser motivado, salvo que la
motivación sea prescrita expresamente por la ley. Debe hacerse constar en él la fecha y
ser firmado por el Juez o, cuando el órgano jurisdiccional es colegiado, por el presidente,
además de por el secretario. De ordinario, el decreto no es revocable ni impugnable.
Sobre este tipo de resolución judicial, vid. por todos, LIEBMAN, Manual de Derecho
procesal civil, cit., pág. 184; SATTA y PUNZI, Diritto processuale civile, cit., pág. 232.
".- Cfr. ANGELONI, ob. cit., nota anterior, pág. 424.
38
.- Vid. al respecto, ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz "Cambiale", cit., lug. cit.,
pág. 743.
105

los motivos de la oposición y la solvencia del oponente 39. La efectiva


prestación de la caución es condición indispensable para obtener del
órgano judicial competente la efectiva suspensión de la ejecución en
los términos establecidos en el decreto.

III. ALEMANIA.

1. Presupuestos del ejercicio de la acción cambiaría.

La regulación por el Derecho procesal alemán de un proceso


cambiario, al que nos referiremos en el siguiente epígrafe,
preordenado al ejercicio de las acciones cambiarías, nos obliga a
realizar una breve exposición de los presupuestos exigidos por la
Wechselgesetz (en adelante WG), y la Ley del Cheque (Scheckgesetz,
en adelante SG), con el objeto de procurar la conservación de las
mismas 40.

La acción cambiaria directa -que se ejercita contra el aceptante


(Annehmer) y su avalista (Wechselbürger)- no depende del
levantamiento del protesto, ni se perjudica por la inobservancia de los
plazos establecidos para la presentación de la letra al cobro el día del
vencimiento (art. 53 WG). Por otra parte, el aceptante tiene
reconocida la facultad (art. 42 WG) de consignar la suma cambiaria

39
.- Vid. ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 425.
40
.- Como consecuencia de la ratificación de los Convenios de Ginebra de 1930 y 1931,
la República Federal de Alemania publicó, el 21 de junio de 1933, la nueva Ley
Cambiaria (Wechselgesetz), y el 14 de agosto de 1933, la Ley del Cheque (Scheckgesetz).
Sin embargo, no debe olvidarse que, la legislación uniforme de Ginebra y el Reglamento
uniforme de La Haya de 1912, se inspiran, fundamentalmente, en el Derecho alemán,
concretamente en la Ordenanza Cambiaria de 1848, convertida en ley del Imperio en
1871. El fundamento del sistema cambiario alemán es la protección del tráfico jurídico,
haciendo abstracta la obligación del aceptante y de los demás responsables; esto es,
desconectando la obligación cambiaria de su causa.
106

por cuenta y riesgo del tenedor (Inhaber). Esta acción nace


exclusivamente por falta de pago, ya que presupone que la letra de
cambio ha sido aceptada.

En cuanto a la acción de regreso se distinguen tres tipos 41:

a) una vez vencida la deuda cambiaria: acción de regreso por


falta de pago, art. 43.1 WG;
y, antes del vencimiento:
b) acción de regreso por falta de aceptación, art. 43.2.1 WG.
c) acción de regreso por inseguridad en la situación del deudor,
art. 43.2.2 y 3 WG. Aquí se incluyen los casos de suspensión de
pagos, quiebra, concurso, sobreseimiento de pagos y embargo
infructuoso de los bienes del deudor.

Para poder ejercitar la acción cambiaria en vía de regreso, el


tenedor debe, como regla general, levantar protesto acreditando, de
esta forma, la existencia de la situación fàctica que funda alguno de
los tipos de regreso señalados (art. 44.1 WG)42.

A esta regla general se formulan excepciones y, de este modo,


el protesto resulta innecesario en el caso de suspensión de pagos,
quiebra o concurso, puesto que es suficiente, para el regreso, la
presentación de la resolución judicial de apertura de la quiebra o de la
suspensión de pagos, art. 44.6 WG 43. Otra excepción la establece el
art. 44.4 WG, en el sentido de que el protesto por falta de aceptación
hace innecesaria, tanto la presentación al pago como el protesto por
falta de pago. Tampoco se pierden las acciones de regreso cuando la
realización del protesto no hubiera sido posible por causa de fuerza

4I
.- Vid. HUECK y CANARIS, Derecho de los títulos-valor, cit., págs. 178 y 179.
42
.- En el art. 44.1 WG se dispone que: "Die Verweigerung der Annahmne oder der
Zahlung muß durch eine öffentliche Urkunde (Protest mangels Annahme oder mangels
Zahlung) festgestellt werden".
43
.- En términos del art. 44.6 WG el protesto se sustituye por "der gerichtliche Beschluss
über die Eröffnung des Konkurses oder des gerichtlichen Vergleichsverfahrens".
107

mayor (art. 54.4 WG). Por último, pueden conservarse las acciones en
vía de regreso, sin haber levantado protesto, cuando cualquiera de los
obligados en vía de regreso hubiera anotado, en la letra de cambio, la
cláusula "sin gastos", "sin protesto" u otra equivalente (art. 46.1 WG).

El art. 77 WG declara aplicables al pagaré (eigener Wechsel),


casi de forma genérica, las normas relativas a la letra de cambio,
exceptuándose de la mencionada remisión, aquellos preceptos
incompatibles con la naturaleza de aquel título-valor. En concreto, y
por lo que aquí nos interesa, el régimen jurídico del ejercicio de las
acciones cambiarías derivadas del pagaré es similar al establecido
para la letra de cambio, teniendo en cuenta, en primer lugar, que el
librador es el deudor principal (art. 78.1 WG), por lo que para
conservar las acciones contra él y sus avalistas no es necesaria ni la
presentación del título ni el levantamiento del protesto; y, en segundo
término, que no existe acción de regreso por falta de aceptación.

En relación con el cheque, debe puntualizarse que el protesto


no es imprescindible para la conservación de las acciones de
regreso44. Para ello, basta con una declaración escrita y fechada del
librado en el cheque, en el cual, además de la fecha de presentación,
se señale que el cheque fue presentado y no pagado; o, en su caso, la
declaración de una Cámara de Compensación (Abrechnungsstelle) en
la que se haga constar que el cheque fue presentado a tiempo y no
pagado (art. 40 SG). Se prevén, también, en la Scheckgesetz supuestos
de exclusión legal y voluntaria del protesto: "fuerza mayor (art. 48.4) y
cláusula "sin protesto" (art. 43.1).

La letra de cambio y el pagaré están sometidos a un impuesto


regulado en la Ley sobre el impuesto cambiario, de 24 de julio de
1959, (Wechselsteuergesetz, WstG). El importe de dicho impuesto es

44
.- Esta es una de las diferencias que presenta el cheque respecto a la letra de cambio.
Sobre las diferencias esenciales entre la letra de cambio y el cheque, vid. HUECK y
CANARIS, Derecho de los títulos-valar, cit., págs. 241 a 245.
108

de 15 pfennigs por cada 100 marcos, o una fracción del mismo (§ 8


WstG). El pago del mencionado impuesto se realiza mediante timbres
móviles que se colocan en el dorso de la letra de cambio y del pagare,
y deben ser inutilizados. Por el contrario, el cheque que cumple las
prescripciones de la SG no se halla sujeto a dicho impuesto. Debe
puntualizarse, no obstante, que el pago del impuesto cambiario no
influye en la validez del título cambiario 45; no es por tanto un plus
que debe concurrir para la plena existencia y posterior eficacia,
material y procesal, de aquél. Las únicas consecuencias que del
impago se derivan son sanciones de carácter fiscal originadas por la
defraudación del mencionado impuesto.

2. Proceso cambiario.

A) Notas previas.

La Zivilprozeßordnung (ZPO), admitiendo que el proceso


ordinario (ordentliches Verfahren) es un proceso largo como
consecuencia de la extensa serie de trámites y formalidades inherentes
a su sustanciación, prevé, para la protección de determinados bienes
jurídicos, dos cauces procesales con los que puede alcanzarse, sin
excesivas dilaciones, una tutela provisional o interina. Estos
procedimientos son el proceso documental y cambiario (Urkunden-
und Wechselprozeß) y el procedimiento monitorio (Mahnverfahren).
Según los preceptos de la ZPO, ambos procedimientos son
susceptibles de proporcionar al demandante, del modo más rápido
posible, un título ejecutivo (vollstreckbarer Titel)46. La obtención de
un título ejecutivo con mayor celeridad que en el proceso ordinario se
45
.- Vid. WAIDELICH, Wechsel und Scheck, Stuttgart, München, Hannover, 1978, pág.
19.
46
.- Esta es su peculiaridad más esencial; cfr. HARTMANN, Zivilprozeßordnung, (con
BAUMBACH, LAUTERBACH, y ALBERS), 53. neubearbeitete Auflage, München,
1995, págs. 1498 y 1622.
109

consigue a través de dos medios distintos: en el proceso documental,


mediante el carácter incompleto de la cognición; y, en el monitorio,
merced a la inversión de la iniciativa del contradictorio.

Además del fin que están destinados a cumplir, que es su rasgo


esencial, el proceso documental y el monitorio, presentan otros
caracteres comunes. Por una parte, la ZPO requiere unas condiciones
especiales para su admisibilidad, que se articulan como presupuestos
procesales propios de los citados procedimientos y que se
manifiestan, básicamente, en su ámbito de aplicación. Este es el
motivo por el que la doctrina procesal alemana los encuadra en la
categoría de procesos especiales (besondere Prozeßarten),
subrayando la sumariedad -limitación del debate a las alegaciones de
las partes que puedan probarse inmediatamente- del proceso
documental 4?. Y, por otra, se señala su carácter dispositivo. Es decir,
corresponde al demandante la elección entre el procedimiento
ordinario y uno de aquellos procedimientos para hacer valer las
pretensiones reservadas a estos últimos, sin que exista, por tanto,
obligación de seguirlos 48.

Al no ser la letra de cambio, el pagaré y el cheque títulos


ejecutivos 49, y al ser el ejercicio de la acción cambiaría en vía
declarativa ordinaria contrario al rigor cambiario (Wechselstrenge)50,
47
.- Vid. entre otros, GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, cit., págs. 457 y ss.;
KISCH, Elementos de Derecho procesal civil, cit., págs. 384 y ss.; ROSENBERG,
Tratado de Derecho procesal civil, (trad. Romera Vera), tomo II, Libro segundo: El
procedimiento de sentencia, Buenos Aires, 1955, págs. 519 y ss.; SCHOENKE, Derecho
procesal civil, Barcelona, 1950, págs. 334 y ss.; ZEISS, Zivilprozeßrecht, 8. Auflage,
Tübingen, 1993, págs. 274 y ss.; ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD,
Zivilprozeßrecht, 15. Auflage, München, 1993, págs. 984 y ss.
48
.- Vid. por todos, SCHOENKE, Derecho procesal civil, cit., págs. 335 y 363; y
HARTMANN, Zivilprozeßordnung, cit., pág. 1499.
49
.- En Derecho procesal alemán sólo son títulos ejecutivos los documentos públicos. Vid.
por todos, LACKMANN, Zwangvollstreckungsrecht. Eine Einßhrung in Recht und
Praxis, cit., págs. 15 y 16.
50
.- La necesidad de una tramitación específica para el ejercicio de la acción cambiaria,
que reúna las notas de rapidez y sumariedad, es puesta de relieve por WAIDELICH,
Wechsel und Scheck, cit., pág. 9, donde se lee: "Eine weitere Besonderheit des Wechsels
¡st die sogennante Wechselstrenge. Die Durchsetzung von Wechselforderungen erfolgt
110

el procedimiento documental y el procedimiento monitorio


constituyen los trámites propios del Derecho cambiario. En las líneas
que siguen analizaremos brevemente ambos procedimientos.

B) Proceso documental. Especialidad en materia cambiaría:


Wechsel- und Scheckprozeß,

El Libro Quinto de la ZPO está enteramente dedicado a la


regulación del proceso documental y cambiario (§§ 592 a 605.a). La
admisibilidad de la demanda, en la que se ha de hacer constar la
declaración de que se incoa un proceso documentai (§ 593.1), està
sometida a la concurrencia de dos presupuestos: uno, relativo a la
naturaleza de la pretensión; y, otro, como indica el nombre del
proceso, a los medios de prueba que en él pueden practicarse (§ 592).
Respecto al primero de los presupuestos indicados, se dispone que
únicamente puede interponerse, en el proceso documental, una acción
de condena al pago de una suma líquida de dinero o a la entrega de
una cantidad determinada de otras cosas fungibles o títulos valores51.
Al ser el Urkundenprozeß un proceso especial y sumario, el
demandado no puede formular reconvención 52. Y, por lo que se
refiere al segundo, todos los hechos, que funden el derecho del
demandante a la tutela que solicita, han de ser probados,
exclusivamente, mediante la exhibición o presentación (Vorlegung)
de documentos (§ 595.3). Estos deberán acompañarse, en original o
en copia (Abschrift), a la demanda o a un escrito posterior (§ 593.2).

im Wechselprozeß, der in die Gruppe der Urkundenprozesse einzuordnen ist. Sinn des
Wechselprozesses ist es, das Verfahren zu beschleunigen, d.h. ein schnelles Urteil und
damit einen vollstreckbaren Titel gegen den Wechselschuldner su erreichen".
51
.- Se admiten en este proceso, contrariamente a lo que acontece en el procedimiento
monitorio, demandas para reclamar derechos que dependen de una contraprestación
(Gegenleistung); vid. en este sentido ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD,
Zivilprozeßrecht, cit., pág. 985; KISCH, Elementos de Derecho procesal civil, cit., págs.
400 y 401.
52
.- § 595.1 ZPO: "Widerklagen sind nicht statthaft". ROSENBERG, SCHWAB,
GOTTWALD (ob. cit., nota anterior, pág. 988) mantienen que en el proceso documental
ordinario pueden plantearse pretensiones de indemnización por daños y perjuicios.
Ill

Si bien, la autenticidad o falsedad de un documento, así, como las


demás categorías de hechos jurídicos, pueden probarse, además de
por documentos, por solicitud de interrogatorio de parte (Antrag auf
Parteivernehmung, § 595.2)53.

La limitación de los medios probatorios se extiende,


obviamente, a las excepciones propuestas por el demandado (§ 598).
Ahora bien, si el demandado se opone a la acción, alegando
excepciones que no puede probar documentalmente, se considera que
"sería injusto privarle definitivamente de defensa, y lo que se hace es
condenarle por medio de una sentencia con reserva de sus
derechos"54. La sentencia con reserva (Vorbehaltsurteil), prevista en
el § 599, no pone fin a la instancia que continúa en forma de proceso
ordinario -la litispendencia excluye un proceso independiente para
hacer valer la reserva-, y sin las limitaciones del proceso documental;
esto es, el demandado puede defenderse con todos los medios de
prueba, y puede reconvenir 55. En el procedimiento posterior
(Nachverfahren, § 600), que es una continuación del proceso
documental y forma con él una unidad56, puede el demandado
plantear las objeciones (Einwendungen) que en la sentencia de reserva
fueron rechazadas como inoportunas, o como no concluyentcmente
fundadas o no plenamente probadas, o que hayan nacido después -
reserva indeterminada-; pero no puede discutir lo que antes no
discutió por olvido 57. Tampoco puede volver a reproducir aquellas

53
.- Vid. en este sentido y por todos, ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD,
Zivilprozeßrecht, cit., pág. 985.
54
.- KISCH, Elementos de Derecho procesal civil, cit. pág. 403.
55
.- Para ROSENBERG, la sentencia con reserva es una "sentencia interlocutoria de clase
especial"; categoría intermedia entre la sentencia final y la interlocutoria. Coincide con la
primera en que realiza el acto de tutela jurídica exigida por el actor: condena al
demandado; y con la segunda, en que no agota la instancia, ya que se resolverá sobre las
excepciones reservadas en el procedimiento posterior de la misma instancia. Vid. Tratado
de Derecho procesal civil, (trad. Romera Vera), tomo I, Introducción. Libro primero:
Teoría general, Buenos Aires, 1955, pág. 331.
56
.- "Das Nachverfahren bildet mit dem Vorverfahren einen einheitlichen Prozeß"
(HARTMANN, Zivilprozeßordmmg, cit., pág. 1506).
".- Vid. GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, cit., pág. 460.
112

objeciones que se desestimaron definitivamente en la sentencia con


reserva, ni "puede atacar aquellos fundamentos de la demanda sin
cuya afirmación no habría podido dictarse la sentencia con reserva"58.

La sentencia con reserva es considerada como definitiva a los


efectos de la ejecución forzosa (§ 599.3). En efecto, puede solicitarse,
con una copia ejecutoria de la misma, su ejecución provisional (§
704), sin necesidad de prestar fianza o caución (ohne
Sicherheitsleistung, § 708.5).

Las acciones derivadas de letras de cambio, pagarés y cheques


pueden ejercitarse por los cauces del proceso documental, como se
desprende del tenor literal de los §§ 602 y 605.a ZPO 59. En este
supuesto, el proceso documental pasa a denominarse proceso
cambiario (Wechselprozeß) 60 o, en su caso, proceso del cheque
(Scheckprozeß). Aunque se les considera subespecies del proceso
documental y, por tanto, deben adecuarse a la mayoría de preceptos
reguladores de este último 61, están sujetos a unas particularidades
contempladas en los §§ 602 a 605 ZPO:

1a) La primera particularidad a señalar, que además es la que les


otorga nombre propio, reside en el tipo de pretensión que en ellos
puede deducirse. No podemos ni queremos entrar a fondo en la
polémica que sobre este punto se ha suscitado en la doctrina alemana,
ni tampoco en un análisis casuístico de las posibles acciones que
puede ejercitar el tenedor de una letra de cambio, pagaré o cheque, tan

58
.- ROSENBERG, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I, Libro primero, cit., pág.
329.
59
.- Asimismo, este proceso puede seguirse cuando se trate de una letra de cambio
extranjera; vid. en este sentido, ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD,
Zivilprozeßrecht, cit., pág. 991.
60
.- Con el término genérico Wechsel se hace referencia a dos títulos valores distintos: a
la letra de cambio (gezogener Wechsel) y al pagaré (eigener Wechsel). Así, en el § 4.1 de
la Ley sobre el impuesto cambiario (Wechselsteuergesetz), de 24 de julio de 1959, se
dispone: "Wechsel sind gezogene und eigene Wechsel".
".- Vid. en este sentido y por todos, ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD,
Zivilprozeßrecht, cit., pág. 991.
,13

sólo constataremos lo que, en términos generales, dicen los autores


alemanes: el proceso cambiario y el de cheque se emplean para el
ejercicio de las acciones derivadas de los títulos cambiarios; que, por
otra parte, es lo que disponen los §§ 602 y 605.a 62.
2a) La demanda debe contener la declaración de que se
interpone un proceso cambiario (§ 604.1).
3a) Es un proceso más rápido que el documental, pues, los
plazos de personación y citación son más cortos (§ 604.2 y 3).
4a) La producción de la prueba es más sencilla que en el
documental. Así, la presentación de la letra de cambio a la aceptación,
en cuanto sea necesaria para determinar el vencimiento, puede
probarse, en aquellos supuestos en los que la Ley Cambiaria alemana
(Wechselgesetz) no exige la formalización del protesto, mediante
interrogatorio de parte (§ 605.1). Por otra parte, para que pueda
proveerse sobre créditos accesorios (intereses, gastos, costas, etc.)
basta con que simplemente se acrediten o justifiquen (§ 605.2)63.
5a) Debe dictarse sentencia con reserva, además de en aquellos
supuestos en los que se proponga un medio de prueba no admitido en
el proceso documental (§ 595)64, cuando las excepciones se funden

62
.- En los §§ 602 y 605.a se habla de "pretensiones derivadas de letras de cambio y
cheques según el espíritu de la Ley cambiaria y la del cheque", (Ansprüche aus
Wechseln/Schecks im Sinne des Wechselgesetzes/Scheckgesetzes).
Un ejemplo de la diversidad de criterios se observa con respecto a la acción de
enriquecimiento (Bereicherung). En la obra de ROSENBERG, SCHWAB y
GOTTWALD (Zivilprozeßrecht, cit., pág. 991) se afirma que no son admisibles en el
proceso cambiario las pretensiones que no derivan exclusivamente de una letra de
cambio, sino de hechos extraños a ese documento (wechselfremde Tatsachen),
excluyendo de su ámbito de aplicación la demanda de enriquecimiento prevista en el art.
89 WG. HUECK y CANARIS (Derecho de los títulos-valar, cit., págs. 208 y 209) si bien
señalan que la calificación dogmática de fa acción de enriquecimiento injusto es
discutida, y que el tenor literal del art. 89 WG "es todo menos claro" (se dice en él que el
aceptante y el librador continúan obligados con el tenedor y, a la vez, que la obligación
se ha extinguido), concluyen que en el art. 89 WG se regula "una forma especial de
acción de enriquecimiento del Derecho civil general".
En sentido contrario se pronuncia SCHOENKE, (Derecho procesal civil, cit.,
pág. 338), pues, sostiene que en el proceso cambiario y en el de cheque pueden
ejercitarse todas las acciones "derivadas de una letra de cambio tal como la regula la Ley
cambiaria y la de cheques, es decir, por ejemplo, acciones de enriquecimiento".
63
.- Vid. al respecto, GOLDSCHMIDT, Derecho procesal civil, cit., pág. 461.
64
.- Cfr. WIEDEMANN, Wertpapierrecht, 6. Auflage, München, 1994, pág. 126.
114

en las diversas vicisitudes operadas en el negocio jurídico


subyacente65.

C) Proceso monitorio. Especialidad en materia cambiaría:


Wechsel- und Scheckmahnbescheid.

Los cauces del proceso documental no son los únicos que la


ZPO ofrece al acreedor cambiario para hacer valer las acciones
cambiarías que le correspondan. El § 703.a prevé la posibilidad de
solicitar un mandato de pago en base a documentos, títulos
cambiarios y cheque (Urkunden-, Wechsel- und
Scheckmahnbescheid). La obtención del mandato de pago constituye
el objeto inmediato del procedimiento monitorio (Mahnverfahren),
regulado en los §§ 688 a 703.d, que forman el Libro Séptimo de la
ZPO, con las modificaciones originadas por la Vereinfachungsnovelle
de 3 de diciembre de 1976.

La sustanciación del procedimiento monitorio tiende a procurar


al titular de un derecho de crédito de naturaleza pecuniaria, que
presumiblemente no será discutido, un título ejecutivo sin necesidad
de contradictorio y en base a una afirmación unilateral y no probada66.
Esta finalidad únicamente se alcanza si el deudor permanece inactivo,
supuesto en el que el acreedor puede obtener el mandamiento de
ejecución, el cual se equipara ope legis a una sentencia contumacial
provisionalmente ejecutiva (§ 700). Pero si el deudor se opone, el
mandato de pago pierde su valor, el procedimiento monitorio decae y
se sustancia según los trámites del procedimiento ordinario.

En el § 688 se contienen los requisitos para la admisibilidad del


procedimiento monitorio. En el párrafo primero se dispone que la
acción que se haga valer en dicho procedimiento debe perseguir el
65
.- Cfr. WAIDELICH, Wechsel und Scheck, cit., pág. 37.
66
.- Vid. ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 992.
115

pago de una cantidad determinada de dinero en moneda nacional


(marco alemán). Además, el crédito no debe depender de una
contraprestación todavía no realizada 6? y, por otra parte, la
notificación del mandato de pago no puede tener lugar por medio de
edictos; esto es, debe ser conocido el domicilio del deudor. Estas dos
normas de naturaleza tan dispar se hallan en el párrafo segundo del §
688 68. Y por último, el párrafo tercero del § 688 amplía el objeto de
la acción al establecer que el pago, además de en moneda alemana,
puede ser también en moneda extranjera, si la notificación del
mandato de pago hubiera de realizarse en un Estado miembro de la
UE, en Israel, Noruega y restantes Estados de la EFTA69.

La ZPO no exige, a diferencia del Derecho italiano 70 y


francés71, que el derecho de crédito que haga valer el acreedor se
apoye, necesariamente, en una prueba escrita.

El procedimiento se inicia mediante una solicitud


(Mahnantrag), cuyo contenido viene taxativamente determinado por
el § 690, dirigida a que se dicte un mandato de pago (Mahnbescheid}.
La ZPO no prescribe una forma especial para la solicitud (§ 702),
solamente se exige que lleve manuscritas las firmas (§ 690.2) 72. No
podemos dejar de señalar que, en base a la autorización legal
contenida, entre otros, en los §§ 689.1, 690.3, 691.3 y 696.2, se han
67
.- Según LORCA NA VARRETE (El procedimiento monitorio civil, San Sebastián,
1988, pág. 45) la exclusión de los créditos sujetos a contraprestación obedece a que el
procedimiento monitorio ha de ser aplicado sólo a los supuestos en los que el
contencioso sea relativamente simple. En la obra citada, LORCA NA VARRETE realiza
un estudio de Derecho comparado del procedimiento monitorio civil, proyectándolo
hacia una proposición de bases para una futura introducción del mismo en nuestro
ordenamiento jurídico.
68
.- A partir del 1.1.92, las pretensiones derivadas de contratos sujetos a la Ley de crédito
al consumidor (Verbraucherkreditgesetz), sólo podrán ventilarse por los cauces del
Manhverfahren si el interés anual efectivo, fijado en la conclusión del contrato, no
excede en más de un 12% el tipo del interés descuento (Diskontsatz) del Banco Central
alemán.
69
.- Vid. ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 993.
70
.- Vid. supra, pág. 94.
71
.- Vid. infra, pág. 122.
ll
.- Vid. sobre el particular, ZEISS, Zivilprozeßrecht, cit., págs. 276 y 277.
,16

elaborado modelos impresos de solicitudes de mandatos de pago cuya


lectura se hace de forma mecanizada. En los mismos, además de
especificarse la información enumerada en el § 690, se indica al
interesado la forma de rellenarlo y ante quién ha de presentarse. Esta
medida ha contribuido a soslayar las complicaciones lógicas de
elaboración que comporta todo escrito judicial, con lo que se ha
favorecido el acceso del justiciable al procedimiento monitorio 73.

La solicitud de mandato de pago puede contener la petición de


señalamiento de audiencia para el caso de que el deudor plantee
oposición, y para el supuesto de que no se oponga, la súplica de que
se dicte mandamiento de ejecución (Vollstreckungsbescheid) § 696 74.
Sin embargo, cuando el procedimiento monitorio se tramita por
medios mecánicos, no pueden acumularse dichas peticiones a la
solicitud de emisión del mandato de pago (§ 699).

Puesto que el Mahnverfahren alemán no exige que el derecho


de crédito que se haga valer se apoye en una prueba escrita, a fortiori,
no se requiere que el actor presente documentos que prueben
cumplidamente la certeza de la pretensión. Ahora bien, si se parte de
la premisa de que la aportación de documentos es una práctica
frecuente, ya que la técnica monitoria exige una fuerte probabilidad
de la existencia del crédito, bastará que de los mismos se desprenda
una apariencia de verosimilitud suficiente de la existencia de la
deuda para que pueda dictarse el mandato de pago7 . Por esto, el
mandato de pago, que se dicta inaudita altera parte tras un examen de
los presupuestos procesales de carácter general y de las condiciones
de admisibilidad específicas del procedimiento monitorio (§§ 688,
689, 690, y 703.c.2), no presupone un enjuiciamiento sobre la

73
.- En este sentido, vid. LORCA NA VARRETE, El procedimiento monitorio civil, cit.,
págs. 36 a 39.
74
.- Vid. ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 994.
75
.- Vid. al respecto LORCA NA VARRETE, El procedimiento monitorio civil, cit., págs.
47 a 51 y 57; y GUTIERREZ-ALVIZ CONRADI, "Actualidad del procedimiento
monitorio civil", en Justicia 90, núm.l, pág. 29.
117

cuestión de fondo 76. Una advertencia en tal sentido debe incluirse,


según el § 692.1.2, en el mandato de pago. La constitución en mora
del deudor y la interrupción de la prescripción son dos de las
consecuencias jurídicas más relevantes del mandato de pago.

Contra el mandato de pago el deudor puede plantear oposición


(Widerspruch) de acuerdo con lo dispuesto en el § 694, impidiendo,
en este caso, que aquel pronunciamiento adquiera eficacia ejecutiva77.
Así, pues, la oposición hace imperfecto el procedimiento monitorio
impidiendo que éste alcance el fin que lo caracteriza, ya que a partir
de aquélla el procedimiento continúa, si una parte así lo solicita, como
ordinario (§§ 696 y 697). El proceso ordinario "no se dirige a decidir
si la orden de pago debe ser revocada o mantenida, sino a decidir ex
novo sobre la originaria acción de condena, como si la orden de pago
7fi
no hubiera sido nunca emitida" .

No presentándose oposición, y resultando inatendido el


mandato de pago, se dicta mandamiento de ejecución
(Vollstreckungsbescheid) a solicitud del acreedor (§ 699); a dicha
resolución otorga, de forma expresa, el § 794.4 la condición de título
ejecutivo judicial. El mandamiento de ejecución se asimila, en cuanto
a la impugnabilidad y eficacia de cosa juzgada, a una sentencia
definitiva dictada en rebeldía y declarada provisionalmente ejecutiva
(§ 700)79. Sólo se requiere copia ejecutoria cuando la ejecución tenga
lugar por o contra personas distintas de las designadas en el
mandamiento de pago (§ 796.1).

76
.- Este mandato de pago sólo autoriza al acreedor a utilizar el procedimiento monitorio.
Vid. ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 995.
11
- Cfr. HARTMANN, Zivüprozeßordnung, cit., pág. 1638.
78
.- CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 33. Vid. en este mismo
sentido, ROSENBERG, SCHWAB, GOTTWALD, ob. cit., nota anterior, págs. 997 a
1000.
79
.- Vid. ROSENBERG, SCHWAB, GOTT WALD, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 1002;
ZEISS, Zivilprozeßrecht, cit., pág. 211.
118

La ZPO regula, en el § 703.a, una especialidad del


procedimiento monitorio, que en realidad es la que a nosotros nos
interesa, determinada por el hecho de que el mandato de pago no se
emite en base a una mera afirmación de la existencia del crédito y de
atribución de legitimación activa y pasiva, o "mandamiento de pago
Ort

simple" , sino que la solicitud de mandato de pago debe fundarse en


la reclamación de una deuda contenida en un documento o en una
letra de cambio, pagaré o cheque. A este procedimiento, que recibe el
nombre de procedimiento monitorio en materia documental y
cambiaría (Urkunden-, Wechsel- und Scheckmahnbescheid), le son
aplicables las disposiciones generales que acabamos de exponer con
las siguientes especialidades:

1a) En el escrito (solicitud) con que se inicia el procedimiento


se ha de hacer constar que su objeto es obtener un mandato de pago
en vía documental o cambiaria (§ 703.a. 1).
2a) En la solicitud debe hacerse referencia a los títulos (v.gr.
letra de cambio) base de la reclamación (§ 703.a.2.2).
3a) A su vez, en el mandato de pago se consigna su naturaleza;
esto es, mandato de pago por letra de cambio o cheque (§ 703.a. 1).
4a) No debe examinarse la admisibilidad de la clase de proceso
elegido (§ 703.a.2.3); es decir, no se analiza si pueden probarse por
documentos todos los hechos que fundan la pretensión. De esta
prescripción legal se infiere que, de conformidad con uno de los
principios básicos de la técnica monitoria, no debe llevarse a cabo un
previo análisis de los documentos que se adjuntan a la solicitud de
mandato de pago. Ya hemos apuntado que es únicamente a través de
la oposición, con la cual el demandado abre el contradictorio, que se
entra a enjuiciar la adecuación a derecho de la pretensión deducida.
5a) La oposición puede presentar una doble vertiente:
a) si se formula sin ninguna limitación, el Mahnverfahren se
convierte en documental o cambiario ordinario (§ 703 a 2.1).
80
.- Expresión utilizada por ROSENBERG (Tratado de Derecho procesal civil, tomo II,
Libro segundo, cit., pág. 530).
119

b) si el deudor, en la oposición, se limita a pedir la reserva del


ejercicio de sus derechos, no impide que se otorgue el mandamiento
de ejecución, que se emite, eso sí, con tal reserva. Al procedimiento
ulterior le son aplicables, por analogía, las normas del § 600
(Nachverfahren)8I.

IV. FRANCIA.

1. Ejercicio de la acción cambiaría derivada de letras de cambio y


pagarés.

A) Presupuestos del ejercicio de la acción.

Ni la letra de cambio, ni el pagaré tienen, en el Ordenamiento


jurídico francés, la consideración de título ejecutivo82. Por
consiguiente, la acción cambiaría derivada de letra de cambio o
pagaré, sólo podrá deducirse en vía declarativa siempre que,
previamente, se hayan observado determinadas formalidades; en
Sil
particular la confección del protesto .

81
.- Vid. SCHOENKE, Derecho procesal civil, cit., pág. 369.
82
.- En Derecho francés se distinguen dos clases de títulos ejecutivos. Una de ellas
comprende aquellos actos, de naturaleza judicial y extrajudicial, que necesariamente
deben hallarse provistos de la cláusula ejecutiva para tener aparejada ejecución (art. 502
nouveau Code de procédure civile, en adelante n. CPC). Como ejemplos pueden citarse,
las sentencias declarativas de condena, el acta de lo convenido en el proceso verbal de
conciliación (art. 131 n. CPC), el mandamiento de pago dictado en el procedimiento
d'injonction de payer (art. 1422 n. CPC) y los actos notariales. Forman parte de la otra
clase de títulos ejecutivos los actos administrativos que, al emanar directamente del
Poder ejecutivo, tienen por sí mismos fuerza coactiva y, por tanto, están dispensados de
la cláusula ejecutiva. Vid. VINCENT y PREVAULT, Voies d'exécution et procédures de
distribution, cit., págs. 25 a 28.
83
.- El carácter obligatorio del protesto viene establecido en los arts. 148.A y 185 del
Code de commerce de 1807, según la redacción dada por el Decreto-Ley de 30 de
octubre de 1935 que integró, salvo en los supuestos en que el legislador francés hizo uso
120

El art. 1840 T bis del Code général des impôts se suma al


formalismo imperante en materia cambiaria al disponer que la falta de
timbre priva al portador de una letra de cambio, o de cualquier otro
efecto sujeto a timbre, hasta el pago de los derechos de timbre y de las
multas en las que haya incurrido, del ejercicio de las acciones que de
ella se deriven contra el librador, endosantes y demás obligados 84.

La competencia ratione materiae para conocer de las acciones


procedentes de una letra de cambio inatendida (sea por falta de
aceptación o de pago) viene atribuida por el Code de commerce a los
Tribunales de comercio. El art. 631.3 del citado cuerpo legal dispone
que los Tribunales de comercio conocerán de cualquier litigio relativo
"a los actos de comercio entre toda persona". A continuación, el art.
632 enumera los actos que el Code reputa "de comercio", entre los
cuales figura la letra de cambio.

A diferencia de la letra de cambio, el pagaré (billet à ordre) no


se considera acto de comercio por la forma 85. Sin embargo, las

de su derecho de reserva, las disposiciones de la Convención de Ginebra relativas a la


letra de cambio y pagaré en dicho Código (arts. 110a 189). Al carácter obligatorio del
protesto, formula el Code de commerce una serie de excepciones de carácter legal (arts.
148.A.4 y 6; y 157.4) y convencional (art. 150). No obstante, el tenedor negligente
conserva su acción cambiaria contra el aceptante y el librador que no justifique haber
hecho provisión de fondos antes del vencimiento (art. 156). Esta última norma es
consecuencia del carácter causalista que preside el sistema cambiario francés.
84
.- En el art. 1480 T bis del Code général des impôts se dispone lo siguiente: "Le porteur
d'une lettre de change non timbrée ou non visée pour timbre, conformément aux articles
910 et 911, ne peut, jusqu'à l'acquittement des droits de timbre et des amendes encourues,
exercer aucun des recours qui lui sont accordés par la loi contre le tireur, les endosseurs
et les autres obligés. -Est également suspendu jusqu'au payement des droits de timbre et
des pénalités encourues l'exercice des recours appartenant au porteur de tout autre effet
sujet au timbre et non timbré ou non visé pour timbre, conformémemt aux mêmes
articles. -Toutes stipulations contraires sont nulles".
85
.- La doctrina francesa no encuentra, hoy en día, justificación a esta diferencia, pues, si
la mercantilidad de la letra de cambio está ligada a la forma del título, el pagaré es
también, como consecuencia de la adaptación de su régimen jurídico a la legislación
uniforme de Ginebra, un documento eminentemente formal; además de ser utilizado
como un medio de crédito. Sobre este particular, vid. entre otros, ROBLOT, Traité de
Droit commercial, de G. Ripert, douzième éd., tome II, Paris, 1990, pág. 236; JUGLART
y IPPOLITO, Droit commercial, premier volume, I, "Actes de commerce et entrepise.
121

normas contenidas en los arts. 637 y 638 del Code de commerce,


determinan que sean los Tribunales de comercio los que resuelvan, en
la mayoría de los casos, los litigios relativos a los pagarés. Incluso en
el supuesto de que en el pagaré sólo consten firmas de personas no
comerciantes, el Tribunal de comercio no debe abstenerse de oficio
puesto que su incompetencia no es de orden público 86.

B) Proceso de declaración '.procédure d'injonction de payer.

Como ya es sabido, dos de las manifestaciones del rigor


cambiario se concretan, en primer lugar, en la obligatoriedad de la
constatación solemne del incumplimiento del deudor (a la que ya
hemos hecho referencia); y, en segundo lugar, en la previsión de un
procedimiento especial, en el que se conjuguen las notas de rapidez y
sencillez, para facilitar el cobro de las deudas cambiarías. Al estudio
de este procedimiento dedicaremos las líneas siguientes.

El Decreto-Ley de 25 de agosto de 1937 creó un procedimiento


simplificado -respecto del proceso ordinario civil y comercial- para la
reclamación de cantidades líquidas provenientes de créditos
mercantiles. Este procedimiento recibió el nombre de procédure
d'injonction de payer. La ley de 4 de julio de 1957 extendió el ámbito

Commerçants et fonds de commerce. Principes de comptabilité", troisième éd., Paris,


1979, pág. 190; JEANTIN, Droit commercial, (Instruments de paiement et de crédit.
Enterprises en difficulté), 2 éd., Paris, 1990, pág. 209.
86
.- A esta conclusión llega JEANTIN (ob. cit., nota anterior, pág. 290) después de
analizar el contenido de los arts. 636 y 637 del Código de comercio francés. En los
citados artículos se dispone lo siguiente, art. 636: "Lorsque les billets à ordre ne
porteront que des signatures d'individus non négociants et n'auront pas pour occasion des
opérations de commerce, trafic, change, banque ou courtage, le tribunal de commerce
sera tenu de renvoyer au tribunal de grande instance, s'il en est requis par le défendeur"
(la cursiva es nuestra); y art. 637: "Lorsque ces billets à ordre porteront en même temps
des signatures d'individus négociants et d'individus non négociants, le tribunal de
commerce en connaîtra". En el mismo sentido, se manifiestan GAVALDÀ y
STOUFFLET, Droit du crédit, 2, "Chèques, Effets de commerce, Cartes de crédit et de
paiement", deuxième éd., Paris, 1991, págs. 189 y 190; GUYENOT, Cours de Droit
commercial, II, Paris, 1977, pág. 963.
122

de aplicación del citado procedimiento a los créditos de carácter civil


y a las obligaciones resultantes de una letra de cambio aceptada o de
un pagaré (pero no de un cheque) 87. En la actualidad, la procédure
d'injonction de payer está regulada en los arts. 1405 a 1425 del n,
00

CPC . La ventaja del mencionado procedimiento consiste en obtener


rápidamente, y de forma unilateral, un título ejecutivo.

De conformidad con lo que se dispone en el art. 1405.2 del n.


CPC, el tenedor de una letra de cambio o de un pagaré 89, puede
valerse -pues, es para él una simple facultad- además de la procédure
de droit común, de los cauces privilegiados del procedimiento
d'injonction de payer para reclamar, a cualquier obligado cambiario y
sin límite de valor, el cumplimiento de la obligación cambiaria90.

La estructura del procedimiento d'injonction de payer viene


determinada por su función: facilitar al acreedor la rápida obtención
de un título ejecutivo. El procedimiento comienza por un escrito,
dirigido al presidente del Tribunal de comercio en cuyo ámbito
territorial tiene su domicilio el deudor, que contendrá: nombres y
apellidos, profesión y domicilio del acreedor y del deudor; la
indicación de la suma reclamada y el fundamento del crédito. Se hará
constar en dicho escrito la pretensión, esto es, que el presidente
expida una orden de pago contra el deudor. A este escrito deben
acompañarse los documentos justificativos de la existencia y la
cuantía de la pretensión (art. 1407 n. CPC). Si a la vista de los
documentos aportados, considera el presidente que la demanda está

87
.- Vid. VINCENT y GUINCHARD, Procédure civile, cit., pág. 487; LORCA
N AV ARRETE, El procedimiento monitorio civil, cit., pág. 61.
88
.- La redacción de estos artículos es el resultado de diversas modificaciones. Se cuentan
entre las más importantes, las producidas por los Decretos de 28 de agosto de 1972, de 12
de mayo y de 9 de septiembre de 1981, y de 4 de marzo de 1988.
89
.- Al ejercicio de la acción cambiaria por falta de pago de un cheque nos referiremos
más adelante, vid. infra, págs. 125 a 127.
90
.- En el art. 1405.2 n. Cpc se dispone: "Le recouvrement d'une créance peut être
demandé suivant la procédure d'injonction de payer lorsque: 2° L'engagement résulte de
l'acceptation ou du tirage d'une lettre de change, de la souscription d'un billet à ordre, de
l'endossement ou de l'aval de l'un ou l'autre de ces titres (...)"•
123

fundada en derecho, dicta una resolución conminatoria al pago


(ordonnance portant injonction de payer). Si rechaza la demanda, el
procedimiento d'injonction termina y deberá seguirse el
procedimiento ordinario en materia comercial (arts. 853 a 878 n.
CPC), pues, frente a la resolución judicial el acreedor no puede
interponer ningún recurso (art. 1409 n. CPC}.

Una copia certificada de la resolución conminatoria se notifica,


a iniciativa del acreedor, al deudor (art. 1411 n. CPC). Desde la
notificación, el deudor tiene el plazo de un mes para formular
oposición que se sustanciará ante el mismo Tribunal de comercio que
dictó la orden de pago (art. 1415 n. CPC). El fallo del Tribunal, en el
que se pronuncia sobre la oposición, sustituye a la orden de pago (art.
1420 n. CPC).

Vemos, pues, como en el procedimiento d'injonction de payer


se cumplen las notas peculiares del proceso monitorio documental: no
basta la simple afirmación del acreedor para iniciar el procedimiento
especial, sino que es necesario que los hechos constitutivos de la
pretensión sean probados mediante documentos; y, la oposición no
motivada del deudor no hace ineficaz la orden de pago, sino que
produce el efecto de abrir un incidente contradictorio para resolver si
aquélla debe ser mantenida o revocada91.

Ante la falta de oposición, o en caso de desistimiento del


deudor que ha formulado oposición, el acreedor puede solicitar, al
secretario judicial (secrétariat-greffe) la consignación en la orden de
pago de la fórmula ejecutiva. Dicha solicitud debe presentarse en el
plazo de un mes a contar desde la expiración del plazo de oposición o
desde el desistimiento del deudor (art. 1423 n. CPC). La aposición de
la fórmula ejecutiva otorga a la orden de pago la autoridad de cosa
juzgada. Por otra parte, la orden de pago producirá los mismos efectos

".- Vid. GUTIÉRREZ-AL VIZ Y CONRADI, El procedimiento monitorio. Estudio de


Derecho comparado, cit., págs. 43 y 44.
124

que una sentencia pronunciada tras un juicio contradictorio (art. 1422


n. CPC). El acreedor, finalmente, tiene en sus manos un título con el
que puede iniciar la ejecución ordinaria.

Sin embargo, no todo son "luces" en este procedimiento;


también se advierten en él algunas "sombras". Así, se señala que el
procedimiento d'injonction de payer no se adapta perfectamente al
rigor del Derecho cambiario, ya que en caso de oposición, el
procedimiento se convierte en ordinario y el Tribunal de comercio
puede acordar todo tipo de medidas de instrucción; posibilidad a la
que seguramente se acogerá el deudor con la sola intención de
retardar el pago 92. Para soslayar los peligros ocasionados por las
eventuales dilaciones procedimentales provocadas por el deudor y, en
general, para asegurar la eficacia de la acción cambiaria, el art. 158
del Code de commerce permite al tenedor de una letra de cambio o de
un pagaré que solicite al presidente del Tribunal de comercio el
secuestro (saisie conservatoire) de los bienes muebles del
demandado93. La adopción de esta medida cautelar sólo es posible si
la letra o el pagaré han sido protestados por falta de pago.
92
.- Vid. ROBLOT, Traite de Droit commercial, tome II, cit., pág. 228. Ante este peligro,
manifiesta el citado autor que si la existencia de la obligación cambiaria no es seriamente
discutida por el deudor, sería más adecuado acudir al référé-provision previsto en el art.
873.2 n. CPC. Dicho expediente procesal, de carácter provisional, se traduce en la
posibilidad de que el presidente del Tribunal de comercio acuerde otorgar al acreedor
una provisión u ordene la ejecución de la obligación: "... il peut accorder une provision
au créancier, u ordonner l'exécution de l'obligation". Con el référé-provision puede
conseguirse una resolución que excede del simple aseguramiento del resultado del
proceso principal, pues, produce una satisfacción anticipada del derecho del solicitante.
En cuanto a las atribuciones del presidente del Tribunal de comercio, puede
consultarse VINCENT y GUINCHARD, Procédure civile, cit., págs. 171 y 172. Y por lo
que se refiere a determinados mecanismos de tutela cautelar en Derecho francés, vid.
CALDERÓN CUADRADO, "Una solución del Derecho francés a la duración del
proceso civil: tutela cautelar indeterminada en las ordonnances des référés y sur
requête", en Revista General de Derecho, núms. 568-69, enero-febrero 92, págs. 33 a 51.
93
.- En el art. 158 se establece que: "Indépendamment des formalités prescrites pour
l'exercice de l'action en garantie, le porteur d'une lettre de change protestée faute de
payement peut, en obtenant la permission de juge, saisir conservatoirement les effets
mobiliers des tireurs, accepteurs et endosseurs". La saisie conservatoire "empêche le
débiteur saisi de soustraire ses meubles (exclusivement) à l'action du porteur, mais le
requérant ne peut pas procéder à la vente des biens saisis parce qu'il n'a pas encore de
titre exécutoire", ROBLOT, Traité de Droit commercial, tome II, cit., pág. 229.
125

2. Ejercicio de la acción cambiaría derivada de cheques.

A) Presupuestos del ejercicio de la acción.

No podemos finalizar el análisis del ejercicio judicial de la


acción cambiaria en el Derecho francés, sin efectuar, antes, unas
breves consideraciones acerca de las acciones cambiarias emanadas
de la falta de pago del cheque.

El Decreto-Ley de 30 de octubre de 1935 también supuso la


adecuación de la legislación francesa, en materia de cheques, a los
convenios de Ginebra. Las disposiciones, que dicho Decreto-Ley
destina a la regulación del protesto, formulan un sistema idéntico al
de la letra de cambio y pagaré ya analizado. En efecto, el art. 40 exige
al portador de un cheque la constatación, mediante protesto, de la
falta de pago para poder ejercitar sus acciones. Por su parte, los arts.
43 y 48.4 establecen, respectivamente, excepciones de carácter
convencional y legal a la obligatoriedad del protesto. Y, por lo que
respecta a los requisitos fiscales, desde el 1 de abril de 1979, los
cheques que no estén cruzados y aquellos que sean transmisibles por
endoso (excepto si se transmiten a un Banco, Caja de ahorros o
establecimiento asimilado) están sujetos a un derecho de timbre, cuyo
incumplimiento suspende el ejercicio de las acciones que, de
conformidad con lo regulado en el Decreto-Ley de 1935, le
corresponden al acreedor cambiario 94.

B) En especial, proceso de ejecución.

Dos son las razones que, a nuestro entender, han aconsejado


exposición separada respecto de la letra de cambio y pagaré:
94
.- Vid. al respecto, ROBLOT, Traité de Droit commercial, tome II, cit., págs. 247 y 251;
GAVALDÀ y STOUFFLET, Droit du crédit, 2, cit., págs. 415 y 416.
126

Primera. El titular de un cheque impagado por falta de


provisión de fondos dispone de un medio procesal más rápido y eficaz
para obtener del librador el cobro. Este medio se traduce en la
innecesariedad de acudir a un procedimiento declarativo para la
producción de un título ejecutivo. El art. 65.3 del Decreto-Ley de 30
de octubre de 1935, modificado por la Ley núm. 85-695, de 11 de
julio de 1985, permite al portador de un cheque conseguir del Banco
librado un certificado de falta de pago. En el supuesto de que el pago
no se efectúe en un plazo de quince días a contar desde la notificación
del certificado -que equivale a un mandamiento de pago, art. 65.3.4
Decreto-Ley de 1985-, el ejecutor (huissier de justice) expide un
título ejecutivo 95. Este título ejecutivo permite practicar cualquier
forma de saisie96.

Segunda. La enumeración restrictiva del art. 1405.2 n. CPC no


posibilita la incoación de un procedimiento d'injonction de payer
cuando la aportación documental se reduzca al cheque. Ahora bien, al
ser el cheque un medio de pago, el portador del mismo puede utilizar
la vía de la técnica monitoria acompañando el documento en el que
conste el contrato para cuyo cumplimiento se emitió el cheque (art.
1405.1«. CPC)97.

95
.- Vid. COUCHEZ, Voies d'exécution, cit., pág. "42; PEROCHON, Entreprises en
dificulté. Instruments de crédit et de paiement, Paris, 1992, pág. 431.
La obtención del certificado de falta de pago no exime al portador, que quiera
conservar sus acciones, de levantar protesto (art. 40 del Decreto-Ley de 1935). Aunque
de conformidad con lo establecido en los arts. 3.3 y 52.3, de la norma citada, el portador
negligente conserva su acción contra el librador si demuestra que la provisión de fondos
no existía en el momento de la emisión del cheque. Vid. en este sentido, JEANTIN, Droit
commercial, cit., pág. 64; GAVALDÀ y STOUFFLET, Droit du crédit, 2, págs. 348 y
349.
96
.- Sobre las diferentes saisies reguladas en el Derecho procesal francés, vid. supra,
Capítulo Primero, pág. 86.
97
.- En el art. 1405.1 se dispone que: "Le recouvrement d'une créance peut être demandé
suivant la procédure d'injonction de payer lorsque: 1° La créance a une cause
contractuelle ou...".
127

Cuando el tenedor de un cheque no tenga más remedio que


acudir al procedimiento ordinario para poder ejercitar su acción
cambiaria, puede solicitar el secuestro (saisie conservatoire) de los
bienes muebles de un co-obligado distinto del librador (art. 63 del
Decreto-Ley de 1935). Con esta medida, similar a la prevista por el
OQ
art. 158 del Code de commerce , se intenta evitar el peligro que para
la satisfacción del crédito del acreedor supone la mera sustanciación
del proceso de declaración.

La competencia será civil o mercantil según la cualidad del


librador y la naturaleza del crédito, pues el cheque, al igual que el
pagaré, no es un acto de comercio objetivo o por la forma ".

98
.- Vid. supra, pág. 124.
".- La emisión de un cheque constituye un acto de comercio si se emite por un
comerciante para la realización de operaciones económicas inherentes a su comercio.
ROBLOT, (Traité de Droit commercial, tome H, cit., pág. 247), critica esta situación
jurídica, considerándola ilógica, si se tiene en cuenta que el cheque ha devenido un título
bancario.
128

CAPITULO TERCERO.

LOS TÍTULOS DEL JUICIO EJECUTIVO CAMBIARIO.

I. NOTAS PREVIAS.

La Disposición Adicional primera de la LCCH modificó el art.


1429.4° LEG y otorgó eficacia ejecutiva a las letras de cambio, pagarés y
cheques "en los términos previstos en la Ley Cambiaria y del Cheque".
Dos extremos quisiéramos resaltar, en este momento, de la norma
transcrita. El primero hace referencia al aumento cuantitativo de los
títulos ejecutivos cambiarios. Desde la entrada en vigor de la LCCH, el
pagaré y el cheque son, del mismo modo que la letra de cambio, títulos
ejecutivos por la forma1.

'.- Antes de la entrada en vigor de la LCCH, el pagaré y el cheque sólo eran títulos ejecutivos
por la vía del art. 1429.2° LEC; esto es, con reconocimiento de firma bajo juramento ante
Juez competente para despachar la ejecución. El art. 1429.4° LEC no se refería ni al cheque
ni al pagaré. Además el art. 544 CCom exigía, como" requisito previo al despacho de la
ejecución, el reconocimiento judicial de la firma del responsable del pago de un cheque o un
pagaré; por tanto, a efectos de juicio ejecutivo estos títulos-valores eran documentos
privados. La misma naturaleza les otorgó la LEC de 1830 (vid supra, pág.). En este sentido,
se manifiestan GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, 7a ed., Madrid, 1976,
pág. 967; REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit.,
págs. 71 a 73; FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 36; FENECH,
Derecho procesal civil, cit., pág. 338; y ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-
ejecutivos de la Ley 19/1985, de 16 de julio, cambiada y del cheque" (I), en Actualidad civil,
núm. 7, diciembre 1985, pág. 354). Asimismo, la SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a,
129

El segundo extremo a destacar del art. 1429.4° LEG es el


laconismo con que está redactado que se remata, y no podría ser de otra
manera, con una remisión a la totalidad de los preceptos que dan cuerpo
a la LCCH. En virtud de esta remisión legal, los requisitos constitutivos
del título de crédito en el ámbito jurídico-sustantivo, lo son a su vez del
título ejecutivo en el ámbito procesal. Por consiguiente, el Juez, antes de

de 22 de enero de 1990 (RGD, núm. 560, mayo 91, págs. 4522 y 4523) afirma que el pagaré
"como tal y hasta la entrada en vigor de la Ley Cambiaria que modificó la redacción del
número 4 del artículo 1429 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, no integraba un título
ejecutivo".
Como es sabido que "lo que convierte a un documento en título ejecutivo es una
disposición expresa de la Ley" (DE LA OLIVA, "Conceptos fundamentales de la ejecución
forzosa civil", cit., lug. cit., pág. 935); disposición que, como hemos señalado era inexistente,
hasta la promulgación de la LCCH. O, en otras palabras, "... el supuesto de hecho que forma
título ejecutivo es típico y debe estar completo, no pueden entenderse como tal otros
supuestos de hecho más o menos similares" (FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil,
III, cit., pág. 55). Así lo entienden la SAT de Pamplona, de 11 de mayo de 1987 (RGD, núm.
522, marzo 1988, págs. 1530 a 1532); y SAT de la Coruña (Sala primera), de 25 de mayo de
1987 (RGD, núm. 525, junio 1988, págs. 4095 y 4096).
Ahora bien, esta cuestión no ha sido pacífica en la doctrina. Para LANGLE (Manual
de Derecho mercantil español, tomo II, Barcelona, 1954, págs. 442, 467 y 468), la acción
derivada de un cheque era ejecutiva por ser cambiaria. Con fundamento en el art. 542 del
CCom, en el que se declaraban aplicables al cheque las disposiciones relativas al ejercicio de
las acciones provenientes de las letras de cambio (arts. 516 y 521 CCom), entendía que el
cheque, en el que las firmas estaban legitimadas por Notario o las respectivas declaraciones
cambiarías habían sido intervenidas por Corredor de Comercio, estaba dotado de fuerza
ejecutiva sin necesidad de reconocimiento judicial de las firmas. Otro argumento en favor de
su tesis, lo encontraba en las normas fiscales: "..., si la Ley del timbre (art. 151) priva de
"eficacia ejecutiva" a este documento mercantil cuando no esté reintegrado en forma, la
llevará cuando lo esté". Y, por lo que respecta al pagaré, de lo dispuesto en el art. 532 CCom,
infería que la acción ejecutiva podía ejercitarse sin necesidad de reconocimiento judicial de
firma, si ésta estuviere legitimada por Notario o la declaración cambiaria intervenida por
Corredor de Comercio. Terminaba afirmando que: "Por tanto, la ley procesal puede
considerarse en esto reformada (ampliada) por la ley sustantiva". Esta equiparación del
pagaré y del cheque a la letra de cambio, en cuanto título ejecutivo por sí mismo, ha sido
sostenida también por GUASP amparándose igualmente en los arts. 532 y 542 del CCom
(vid. Derecho procesal civil, cit., pág. 756). En este mismo sentido, vid. SEÑEN DE LA
FUENTE, "Ejecución en España de letras de cambio y pagarés expedidos en moneda
extranjera", en Estudios jurídicos en homenaje a Joaquín Garrigues, tomo III, Madrid, 1971,
pág. 312; DIAZ RUIZ, "Sentencia sobre ejecución de pagaré incorporado a una póliza
mercantil intervenida", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 39, julio-septiembre
1990, págs. 710 a 712.
130

despachar ejecución, deberá cerciorarse que el título cambiario que se


pretende ejecutar se adecúa plenamente a los postulados de la LCCH 2.
Esta tarea no será siempre fácil.

Ahora bien, bastará una rápida lectura de dos preceptos de la


LCCH para aprehender la trascendental modificación que, en la
configuración del título ejecutivo, ha introducido la mencionada ley.
Estas dos normas a las que hacemos alusión son el art. 66 que ha
supuesto la privatización del título ejecutivo, y el art. 49 que ha
transformado profundamente una de las funciones del protesto: de ser un
elemento integrador del título ejecutivo ha pasado a ser mera conditio
inris de la acción cambiaria de regreso. Por tanto, el acceso de la letra de
cambio, pagaré y cheque a la vía ejecutiva no está subordinado, a no ser
que se exija de forma expresa, a ningún tipo de actuación preparatoria de
carácter público que los integre o les atribuya fuerza ejecutiva.

II. LA EFICACIA EJECUTIVA DE LA LETRA DE CAMBIO,


PAGARE Y CHEQUE.

El despacho de la ejecución es una declaración de voluntad del


Juez, exteriorizada en forma de auto, con la que da comienzo la

2
.- Dicha comprobación viene exigida no sólo por la declaración genérica del art. 1429.4°
LEC, sino también por el art. 1440.3 LEG. En efecto, a pesar de que otra cosa pudiera
inferirse del tenor literal del art. 67 in fine LCCH, el art. 1440.3 LEC es plenamente
aplicable al juicio ejecutivo cambiario. Concluir lo contrario supondría partir de unas
premisas que descartamos por ser jurídicamente incorrectas: derogación del art. 1440.3 LEC
por el art. 67 infine LCCH (este último artículo está en sede de régimen de excepciones
cambiarías y por tanto no tiene incidencia sobre el conjunto de actividades con las que se
inicia el proceso de ejecución); y despacho de la ejecución sin analizar la regularidad formal
del título ejecutivo. Cfr. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV,
cit., pág. 84; MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., pág.
231; CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal civil, cit., pág. 426.
131

ejecución forzosa frente a un determinado sujeto 3. Esta declaración de


voluntad presupone la realización de una serie de actividades que le
preceden en el tiempo: examen de los presupuestos procesales y análisis
de la regularidad formal del título ejecutivo. No nos corresponde ahora
extendernos sobre los presupuestos procesales del despacho de la
ejecución , sí, en cambio, sobre los requisitos de los que depende la
regularidad formal del título ejecutivo exigidos por la ley, a cuyo estudio
destinamos el presente Capítulo.

Desde una perspectiva exclusivamente formal o externa, pues los


requisitos de la obligación cambiaría serán analizados en el siguiente
Capítulo, han reclamado nuestra atención determinados temas en base a
los cuales hemos elaborado el esquema que ha guiado nuestra
exposición. No pretendemos ser absolutos, sin embargo las pautas
elegidas pueden ser calificadas, a nuestro parecer, al menos de aptas para
llevar a cabo un análisis de los títulos ejecutivos cambiarios. Este
análisis se asienta básicamente en el Derecho cambiario vigente y en su
interpretación por parte de la doctrina y la jurisprudencia. Ahora bien,
ciertas instituciones exigen una referencia a las normas del CCom y de la
LEC, derogadas o redactadas de nuevo por la LCCH, para poder percibir
el alcance y las consecuencias de su modificación (v.gr. la supresión del
reconocimiento judicial de las firmas, la pérdida de trascendencia del
protesto). Otras, al estar reguladas por preceptos extraños al Derecho
cambiario son merecedoras, a nuestro entender, de una valoración crítica
sobre todo en lo que respecta a su influencia en la ejecutividad de los
títulos cambiarios (v. gr. normas fiscales " establecidas en la Ley del
Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos
Documentados). En algunos supuestos recurrimos al Derecho cambiario
comparado -alemán, francés e italiano-, pues, entendemos que no debe
3
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 173.
4
.- Sobre los presupuestos procesales que deben concurrir en el proceso de ejecución, vid. por
todos, FERNANDEZ LOPEZ, ob. cit, nota anterior, págs. 175 a 182.
132

rechazarse su experiencia, aunque sólo sea por razones de "edad", en


solucionar cuestiones surgidas en la aplicación de sus respectivas
normas, que como la LCCH, incorporan a sus ordenamientos los
Convenios de Ginebra. Respecto de otros supuestos -v.gr. la integración
de los títulos cambíanos perjudicados- constatamos el nulo avance de la
ciencia jurídica regida, al menos así nos lo parece, por una inercia que
impide establecer nuevas vías de reflexión.

1. Requisitos formales que según la Ley Cambiaría y del Cheque


deben reunir la letra de cambio, el pagaré y el cheque.

A lo largo de este trabajo nos referiremos a la letra de cambio, al


pagaré y al cheque con el nombre genérico de títulos cambíanos; a las
acciones que de ellos se derivan, las denominaremos acciones cambiarías
y a la normativa que los regula, Derecho cambiario. En definitiva, el
calificativo "cambiario" no debe restringirse al ámbito específico de la
letra, sino que ha de predicarse de otros títulos-valores que, como el
pagaré y el cheque, incorporan un derecho de crédito de carácter
pecuniario. Todos ellos están sometidos a un particular régimen jurídico
consecuencia de su configuración cartàcea 5. Por esto, la denominación
legal de "Ley Cambiaria y del Cheque" se ha tachado de "desafortunada"

5
.- Cfr. al respecto, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, 16a ed.,
Madrid, 1992, pág. 376; DE EIZAGUIRRE, "Bases para una reelaboración de la teoría
general de los títulos-valores", en Revista de Derecho Mercantil, núm. 163, 1982, págs. 110
y 111 ; ARROYO MARTÍNEZ, "El pagaré", en Derecho cambiario. Estudios sobre la Ley
Cambiaria y del Cheque, cit., pág. 747; GARLÓN SÁNCHEZ, "El cheque", en Derecho
cambiario. Estudios sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, cit., págs. 777 y 778;
GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág. 952, quien señala que la
relación entre los endosantes y endosatarios de un cheque constituye el "Derecho de cheque
en sentido estricto o Derecho cambiario del cheque".
I -S 1
1JJ

ya que implica una contraposición entre la regulación del cheque y la


disciplina cambiaria 6.

La falta de un requisito formal no subsanable de creación de la


letra de cambio, pagaré o cheque, o su consignación defectuosa,
comporta que estos documentos no alcancen la cualidad de título
cambiario (arts. 2, 95 y 107 LCCH), por ello el Juez, en tales casos, no
deberá despachar ejecución (art. 1429.4° LEC) 7. Los requisitos
enunciados en los arts. 1, 94 y 106 LCCH son requisitos del título
ejecutivo y, por tanto, constituyen su regularidad formal, sus caracteres
extrínsecos. Su existencia debe ser analizada de oficio por el Juez y si no
concurren el despacho de la ejecución debe ser denegado 8.

Es cierto que ante la siguiente disyuntiva: optar por una regulación


de la ejecución forzosa en la que se exija un previo acreditamiento de la
existencia de la acción ejecutiva, o por una ejecución rápida en la que el
despacho de la ejecución se base, únicamente, en la prueba de la
existencia del título ejecutivo, dejando al ejecutado la carga de poner de
manifiesto la eventual falta de acción ejecutiva, se ha preferido por
razones de eficacia la segunda alternativa. Ahora bien, ello no significa

6
.- JIMÉNEZ SÁNCHEZ, "La cesión de la provisión", en Documentación jurídica.
Monográfico dedicado a la "Ley Cambiaría y del Cheque" de 16 de julio de 1985, tomo
XIII, enero-junio 1986, 49/50, pág. 81.
\- Cfr. SAP de Valencia, Secc. 6a, de 16 de octubre de 1990, (RGD, núm. 555, diciembre
90,vo!. H, págs. 9367 a 9369) y SAP de Castellón, Secc. 1a, de 11 de enero de 1994 (RGD,
núm. 597, junio 94, págs. 7525 a 7528).
8
.- La SAP de Oviedo, Secc. 4a, de 13 de abril de 199"4 (La Ley, 1994-3, págs. 254 a 258),
respecto de los requisitos establecidos en el art. 94 LCCH, dice lo siguiente: "(...), toda vez
que se está analizando la concurrencia de uno de los presupuestos esenciales que resultan del
propio título, que el Juez está obligado a examinar de oficio ya al admitir a trámite la
demanda (art. 1440 LEC), hasta el punto que de no cumplirse habrá de denegarse la
ejecución sin ni siquiera dar audiencia al demandado". En el mismo sentido, la SAP de
Valencia, Secc. 6a, de 27 de junio de 1994 (RGD, núm. 603, diciembre 94, págs. 13434 y
13435) declara que el Juez debe ser, en el juicio ejecutivo cambiario, extremadamente
cuidadoso "en el análisis de cuantos requisitos formales permiten, primero, despachar
ejecución y, después, dictar sentencia de remate".
134

que se releve al Juez ejecutor de analizar con todo detalle, en el trámite


de admisión de la demanda ejecutiva, la regularidad formal del título
ejecutivo trasladando al ejecutado la carga de alegar, en fase de
oposición a la ejecución, la falta de fuerza ejecutiva de aquél. Estimar lo
contrario supondría una vulneración del art. 1440 LEC.

Por otro lado, y sin querer entrar en estos momentos a valorar la


idoneidad del documento privado como título ejecutivo, debe admitirse
que las menciones que preceptivamente han de constar en una letra de
cambio, un pagaré y un cheque los hacen especialmente aptos para
desempeñar las funciones esenciales de un título ejecutivo 9. Así, el
"mandato" o "la promesa pura y simple de pagar una suma determinada
en pesetas o moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial"
fundamenta la actuación de la sanción y delimita la medida y el alcance
de la ejecución concreta. Además, el título cambiario determina la
legitimación activa y pasiva. Junto a las anteriores menciones, adquieren
singular relevancia procesal: la indicación del vencimiento, pues, el
despacho de la ejecución sólo procede -con excepción de lo dispuesto en
el art. 50.2 LCCH- por deudas vencidas (art. 1435.3 LEC); la indicación
del lugar en el que se ha de efectuar el pago, que tiene especial
trascendencia para la tramitación del juicio ejecutivo cambiario, pues,
sirve para determinar qué Juez de Primera Instancia será competente por
razón del territorio 10; y la fecha y lugar del libramiento, requisitos a los
que se encomienda la función de determinar el vencimiento de las letras
de cambio y pagarés librados a un plazo contado desde la fecha (art. 38

9
.- DE LA OLIVA, en su trabajo "Conceptos fundamentales de la ejecución forzosa", cit.,
lug. cit., págs. 935 y 936, detalla las funciones que ha de desempeñar el título ejecutivo. Vid.
supra, Capítulo Primero, pág. 66.
l0
.- El art. 1439 LEC, cuya ulterior reforma es debida a la Ley 10/1992, de 30 de abril, de
Medidas Urgentes de Reforma Procesal, establece tres fueros legales, concurrentes y
electivos -correspondiendo al ejecutante la facultad de elegir- que permiten en primer lugar,
atribuir la competencia territorial a un Juez determinado y, en segundo lugar, resolver las
posibles cuestiones de competencia territorial que se planteen.
135

LCCH), computar los intereses convencionales (art. 6 LCCH) y fijar la


ley aplicable en caso de conflicto de leyes (art. 99 LCCH).

A) Letra de cambio.

La doctrina mercantil es unánime al afirmar que la letra de cambio


es un "documento formal", expresión con la que se quiere significar que
la forma se exige a efectos constitutivos; es decir, de validez y no de
prueba. El requisito de la forma opera en beneficio del deudor, pues no
queda obligado cambiariamente más que en el supuesto de que la letra se
halle extendida conforme a los requisitos establecidos por la LCCH.

El formalismo de la letra de cambio es una de las manifestaciones


sustantivas del denominado rigor cambiario que atiende, en último
término, tanto a la protección del crédito mismo como a la seguridad de
su circulación ".

".- Vid. en este sentido GARRIGUES, "Acción ejecutiva y acción ordinaria en la letra de
cambio", en Homenaje a E. Gómez Orbaneja, Madrid, 1977, págs. 243 a 246; OLIVENCIA
RUIZ, ("La acción cambiaria declarativa en el Derecho español", en Estudios jurídicos en
homenaje a Joaquín Garrigues, I, Madrid, 1971, págs. 284 a 286). Ambos mercantilistas dan
a conocer el alcance y el significado del denominado rigor cambiario a través de sus
manifestaciones sustantivas y procesales. Así, se engloban en las primeras, además del
formalismo de la letra, la exactitud en el cumplimiento de la obligación cambiaria, el
tratamiento de la decadencia y prescripción, el contenido de las obligaciones de los firmantes
y el régimen de pago. De las manifestaciones procesales destacan la eficacia ejecutiva de la
letra y la tasa de excepciones oponibles al acreedor cambiario.
Ahora bien, la noción de rigor cambiario (rigor cambialis) está particularmente
unida a la privilegiada protección procesal que desde la Edad Media ha gozado la letra de
cambio. En efecto, GARRIGUES, al referirse a la formación histórica de la letra de cambio,
incide en el fenómeno de las ferias cambiarías (s. XVI), destacando que los créditos
originados en ellas eran privilegiados por cuanto llevaban aparejada ejecución (executio
parata) y se deducían en procedimientos sumarios ("sans longs procés et figurés de plaids"}.
Con la introducción del endoso (s. XVII) la letra escapa de las ferias y de la dominación de
los banqueros. Se convierte en instrumento de pago y de crédito entre comerciantes. Esta
consideración justificaba el rigor y severidad con que era tratado el deudor cambiario. Así,
pues, el rigor propio de las ferias (rigor nundinarum) trasciende, según GARRIGUES, al
Derecho moderno con el nombre de rigor cambiario que hacía responder solidariamente a
136

La tipicidad de las declaraciones cambiarías (libramiento, endoso,


aceptación, aval y aceptación por intervención), así como la concreción
de frases, expresiones y firmas mediante las cuales se asume la
responsabilidad cambiaria, refleja el carácter formal del título cambiario.
En Derecho cambiario prevalece la apariencia sobre el contenido de la
voluntad, por ello la apariencia debe ser típica. Imponen, pues, las
normas cambiarias un texto y una terminología codificada que opera
permitiendo una rápida identificación del documento y, en especial, de
su régimen jurídico. En efecto, la mencionada tipicidad no es sólo formal
sino que quien suscribe un título cambiario se somete a las normas
especiales del ordenamiento cambiario; esto es, a un sistema de
responsabilidad ex lege que, no obstante, respeta la autonomía de la
voluntad de los participantes en el círculo cambiario admitiendo

cada firmante frente a los sucesivos adquirentes de la letra como garantía de la palabra dada
en unas relaciones profesionales presididas por el principio de la buena fe (Curso de
Derecho mercantil, tomo I, 7a ed., Madrid, 1976, págs. 766 y 767). Vid. también sobre este
tema, RUBIO, Derecho cambiario, Madrid, 1973, pág. 109; y AGUILERA-BARCHET
(Historia de la letra de cambio en España, cit., pág. 674) quien sostiene que es en el marco
de la práctica nundinal donde aparece un procedimiento sumario para garantizar el pago de
las cambiales; añade que tal hipótesis se confirma "(...) en nuestra práctica cambiaría, si
consideramos que la primera disposición legislativa que entre nosotros instaura el carácter
ejecutivo de los títulos cambíanos aparece en las Ordenanzas de Bilbao de 1531, en un
momento en el que el fenómeno ferial castellano se encuentra en pleno auge". Por tanto, ya
desde sus orígenes se constató que la letra de cambio exigía, para su buen fin, una protección
jurisdiccional privilegiada. La única forma de otorgarle dicha protección era permitiendo su
acceso directo a un procedimiento ejecutivo y sumario. Teniendo en cuenta tales hechos, la
acción cambiaria es, a nuestro entender, una acción esencialmente ejecutiva. Al respecto son
muy significativas las palabras de LANGLE (Manual de Derecho mercantil español, tomo
II, cit., pág. 172): "Si es causal (se refiere a la obligación cambiaria) el deudor podrá
defenderse alegando que la causa es inexistente o nula, mientras que si es abstracta, no
cabrán tales excepciones en el juicio cambiario (ejecutivo), sino en un juicio declarativo
ordinario" (la cursiva es nuestra).
También en el Derecho cambiario alemán actual, se constata que la precisión de lo
que deba entenderse por rigor cambiario (Wechselstrenge) se obtiene, esencialmente, en el
ámbito de proceso. Vid. supra, Capítulo Segundo, pág. 109.
137

cláusulas que, sin estar expresamente previstas en la LCCH, no atenían


contra la esencia del título cambiario 12.

No todas las declaraciones que la LCCH institucionaliza tienen la


misma trascendencia para el Derecho cambiario. El libramiento
constituye la declaración cambiaría originaria o fundamental, toda vez
que es bastante por sí misma para dar lugar al nacimiento del título
cambiario. Por el contrario, la aceptación, el endoso o el aval tienen
carácter eventual y actúan reforzando el crédito del tenedor de la letra.

La declaración cambiaría fundamental ha de hacerse conforme al


esquema predeterminado por la LCCH; es decir, de acuerdo con lo
establecido en el art. 1 LCCH, puesto que en caso contrario el
documento "no se considerará letra de cambio" (art. 2.1 LCCH, precepto
que expresa el rigor cambiario). En el art. 1 se recogen ocho menciones
que deben constar en la letra de cambio para su válida existencia y que,
prácticamente en su totalidad, son traducción literal de las recogidas en
el art. 1 de la Ley Uniforme de Ginebra, de 7 de junio de 1930. Sin
embargo, no todas ellas son esenciales ya que su omisión se suple con
criterios establecidos en la propia LCCH (art. 2) I3 .

l2
.- V.gr. cláusulas de aviso de giro, de renovación, de prórroga. Cfr. CALA VIA
MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, Letra de cambio. Estudio sistemático de la Ley
Cambiaria de 16 de julio de 1985, Barcelona, 1985, págs. 54 a 57.
13
.- La doctrina mercantil suele clasificar las menciones consignadas en el art. 1 LCCH
(como ya lo hizo con las enumeradas en el art. 444 CCom) con arreglo a diversos criterios
que pueden reconducirse fundamentalmente a dos. Un criterio jurídico-sistemático permite
distinguir entre requisitos esenciales y naturales, dependiendo de que su falta prive o no de
eficacia cambiaria al documento. Un segundo criterio atiende a la materia sobre la que
versan, y agrupa las distintas menciones según se refieran a las personas, a la obligación
cambiaria o al documento mismo. En general, los diversos autores hacen referencia a ambos
criterios, si bien optan por el segundo cuando abordan el estudio detallado de los citados
requisitos formales. Vid. entre otros, GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I,
cit., págs. 818 y ss.; RUBIO, Derecho cambiario, Madrid, 1973, págs. 247 y ss.; VICENT
CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, Contratos. Títulos valores.
Derecho concursal, 3a ed., Barcelona, 1990; págs. 652 y ss.; URIA, Derecho mercantil, 21a
ed., Madrid, 1994, págs. 876 y ss.; BROSETA PONT, Manual de Derecho mercantil, 9a ed.,
138

El análisis detallado de cada uno de los requisitos exigidos por la


LCCH para que un determinado documento pueda tener la consideración
jurídica de letra de cambio, y a los que la mayoría de la doctrina
denomina formales 14, corresponde al Derecho cambiario. Sin embargo,
por mandato expreso del art. 1429.4° de la LEC, las menciones
enumeradas en el art. 1 LCCH son determinantes de la atribución de
eficacia ejecutiva a un título-valor denominado letra de cambio. Este es
el motivo por el que estimamos necesario dedicarles algunas reflexiones.
Pero antes resulta ineludible hacer una breve aclaración o, mejor, una
justificación. Es cierto que la remisión del art. 1429.4° LEC no se limita
a los arts. 1, 94 y 106 LCCH, sino a todas sus normas; esto es, las que
regulan el endoso, la intervención, el aval, la pluralidad de ejemplares y
copias, la prescripción, etc. La imposibilidad material de examinar todas
y cada una de ellas, junto al hecho de que la validez del título cambiario
y, por tanto, su aptitud para recoger otras declaraciones cambiarías,
depende de que éste contenga las menciones identificativas de su
carácter y descriptivas de la declaración cambiaría originaria, determina
que nos centremos básicamente en ella.

Así, de acuerdo con lo que se dispone en el art. 1 LCCH, la


declaración cambiaria originaria deberá contener las siguientes
menciones:

Madrid, 1991, págs. 611 y ss.; CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, ob. cit.,
nota anterior, págs. 5 y ss,; IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", en
Derecho cambiario. Estudios sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, Madrid, 1986, págs. 388
y ss.
l4
.- Se opone a tal designación, IGLESIAS PRADA quien entiende que el empleo de los
términos "requisitos formales" para designar las menciones exigidas por el art. 1 LCCH no es
correcta pues la forma de la letra es simplemente la forma escrita y los denominados
"requisitos formales" no son forma sino que constituyen el contenido mismo del documento;
vid. ob. cit., nota anterior, pág. 387.
139

a) La denominación de letra de cambio o cláusula cambiaría.

Según el art. 1.1 LCCH la letra de cambio deberá contener "la


denominación de letra de cambio inserta en el texto mismo del título
expresada en el idioma empleado para su redacción". La necesaria
expresión de la cláusula cambiaria responde a su función identificadora
del documento, a la vez que evita que este documento pueda confundirse
con otros similares. De este modo, el firmante, al suscribir su declaración
cambiaría, sabe que se obliga con un rigor que no es común a otros
mandatos de pago. Como consecuencia de ello, la denominación de
"letra de cambio" ha de figurar, junto con los restantes extremos
esenciales, en el documento originario y no en un suplemento añadido al
mismo (art. 13 LCCH). Esta medida impide que la cláusula cambiaria
pueda ser añadida a posteriori creando en los terceros la apariencia de
que se hallan ante un documento cambiario 15.

La inserción de la cláusula cambiaría es una de las novedades más


destacables respecto a la legislación anterior y responde a la concepción
germánica de la letra como documento abstracto y formal 16. Sin
embargo, esta exigencia legal no implica que la expresión "letra de

15
.- Vid. IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 395.
l6
.- Concepción que subyace en la definición que la doctrina alemana ofrece de letra de
cambio. En concreto y según HUECK y CANARIS "la letra de cambio es un título-valor de
carácter obligatorio que ha de emitirse de una forma determinada y, en particular, ha de
denominarse expresamente como letra de cambio y que debe referirse de manera abstracta e
incondicionada al pago de una determinada cantidad de dinero", (vid. Derecho de los títulos-
valor, cit., pág. 55).
Por lo que respecta al ordenamiento jurídico español, tan sólo señalar que pese a que
el art. 444 del CCom no lo exigía, la inclusión de la cláusula cambiaria tuvo lugar, por
primera vez, en el formato impreso oficial aprobado por Orden de 31 de julio de 1975, (BOE
de 8 de agosto de 1975, núm. 189), cuya utilización provisional finalizó el día 31 de octubre
de 1986. Esta innovación fue valorada positivamente por la doctrina. Con ella se permitía la
perfecta identificación de la naturaleza del documento, y se subrayaba el carácter cambiario
de las obligaciones que asumían los firmantes; vid. POLO SÁNCHEZ, "La reforma del
impreso oficial de la letra de cambio", en Revista Jurídica de Catalunya, núm. 3, 1975, pág.
503.
140

cambio" actúe a modo de fòrmula sacramental. En principio es factible


su sustitución por otras palabras, o expresiones equivalentes, que tengan
en el tráfico el mismo sentido l7.

Se ha señalado que el cumplimiento del requisito de la


denominación no tiene por qué generar problemas jurídicos de
trascendencia para la validez de la letra, pues, el modelo o impreso
oficial ya lo lleva incorporado18. Debe puntualizarse, no obstante, que la
extensión de la letra de cambio en el efecto timbrado correspondiente a
la cuantía de la misma, es imprescindible para que la letra de cambio
tenga eficacia ejecutiva, pero no para que sea válida ni para que las
obligaciones derivadas de las declaraciones que en ella consten estén
sometidas al Derecho cambiario. Las obligaciones cambiarías pueden
nacer de cualquier documento creado sobre una hoja en blanco, siempre
y cuando éste reúna las menciones del art. 1 LCCH.

".- Esta es la opinión sostenida por VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho
mercantil, tomo II, cit., pág. 653; IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio",
cit., lug. cit., pág. 395. Aceptan los anteriores autores el empleo de otros términos que de una
manera segura e inequívoca expresen el carácter cambiario de la obligación, v. gr.: "letra",
"cambial". En contra se pronuncian PEREZ-SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento y
la forma de la letra", en La letra de cambio, el pagaré y el cheque en la Ley 19/85 de 16 de
julio. Granada, 1987, pág. 37; ESCOLAR VERDEJO, La letra de cambio y el cheque,
Madrid, 1985, pág. 28; CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria, I,
1a ed., Barcelona, 1986, págs. 279 y 280.
Algunos tratadistas alemanes se muestran, asimismo, tolerantes en este punto y,
además del término Wechsel, aceptan otros como Solawechsel, Prima Wechsel, Wechselbrief.
Vid. HUECK, CANARIS, ob. cit., nota anterior, pág. 80; WAIDELICH, Wechsel und
Scheck, cit., pág. 13. En Francia la jurisprudencia admite la utilización de la palabra traite
como equivalente a la expresión "lettre de change"; vid. GAVALDÀ y STOUFFLET, Droit
du crédit, cit., pág. 26.
En la doctrina italiana, no admiten, entre otros, denominaciones equivalentes a
"cambiale" ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., pág. 44; AULETTA y
SALANITRO, Diritto commerciale, cit., pág. 293. La razón reside en evitar confusiones
entre la cambial y el chèque (assegno).
18
.- Vid. CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTANO, Letra de cambio, cit., págs.
64 y 65.
141

La denominación "letra de cambio" debe expresarse "en el idioma


empleado para su redacción". Se plantean al respecto diversas cuestiones
de las que destacaremos dos. La primera atañe al idioma en el que puede
extenderse una letra de cambio. La doctrina mercantil resuelve esta
cuestión con una afirmación categórica: la letra de cambio puede
redactarse en cualquier idioma l9. Por tanto serán válidas las letras
extendidas en castellano o en las lenguas propias de las Comunidades
Autónomas que las reconozcan como oficiales en su ámbito territorial20,
así como en idioma extranjero 21.

La segunda cuestión hace referencia a la posible exigencia legal de


una unidad idiomàtica del contenido típico de la declaración cambiaria
de libramiento. Por regla general, el librador utilizará el mismo idioma
en cada una de las menciones exigidas por el art. 1 de la LCCH. Sin
embargo, no es nada extraño, ni ajeno a la práctica cambiaria, el hecho
de que no todos los extremos mencionados figuren en un mismo idioma.
Y ello porque pueden ser incorporados al texto de la letra de cambio en
momentos distintos y por personas también distintas (art. 12 LCCH). ¿Se

".- La doctrina se pronuncia a favor de la plena libertad en la elección del idioma en el que
se redactará la letra de cambio; interpretación que se apoya en el principio consensualista o
espiritualista consagrado en el art. 51 del CCom. Vid. en este sentido VICENT CHULIA,
Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., págs. 653 y 654; SÁNCHEZ
CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 389; BROSETA PONT, Manual de
Derecho mercantil, cit., pág. 612; CALA VIA MOLINERO, BALDO DEL CASTAÑO, Letra
de cambio, cit., pág. 67; IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug.
cit., págs. 392 y 393; VAZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario. Letra, pagaré
y cheque, Madrid, 1993, 2a ed., págs. 99 y 100; ESCOLAR VERDEJO, La letra de cambio y
el cheque, cit., pág. 28; PEREZ-SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento y la forma de
la letra", cit., lug. cit., pág. 36; HUECK y CANARIS, Derecho de los títulos-valor, cit., pág.
80.
20
.- Junto a la lengua castellana ostentan el carácter de idioma oficial, en su respectiva
Comunidad Autónoma, el euskera (art. 6 E.A. País Vasco), el catalán (art. 3 E.A. Cataluña y
art. 3 E.A. Baleares), el gallego (art. 5 E.A. Galicia) y el valenciano (art. 7 E.A. Comunidad
Valenciana).
2I
.- La SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 20 de mayo de 1993 (ROD, num. 588, septiembre 93,
págs. 8934 y 8935) declara que son letras de cambio, por cumplir con el requisito del art. 1.1
LCCH, unos documentos redactados en inglés .
142

incumpliría en este supuesto el mandato legal?. Un autorizado sector de


la doctrina mercantil afirma que no puede extremarse el rigor en la
interpretación del art. 1.1 LCCH, de manera que se determine que las
ocho menciones enumeradas en el art. 1 LCCH deben ser redactadas en
un mismo idioma. Dicha doctrina acepta como válidas las letras
políglotas y considera que la unidad de idioma sólo debe requerirse entre
la cláusula cambiaria y la orden de pago: núcleo jurídico esencial de la
declaración cambiaria del librador22.

b) La orden de pago.

El art. 1.2 LCCH dispone que la letra deberá contener "El mandato
puro y simple de pagar una suma determinada en pesetas o moneda
extranjera convertible admitida a cotización oficial".

22
.- Cfr. VICENT CHULIA, Compendio de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 653;
CALAVIA MOLINERO, BALDO DEL CASTAÑO, Letra de cambio, cit., pág. 67;
IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 396; CASALS
COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaría, I, cit., págs. 281 y 282. Este último
autor fundamenta su posición, en primer lugar, en la orientación dada por el Comité de
redacción de la Conferencia de Ginebra admitiendo que es suficiente, en el sentido de que se
entiende cumplida la exigencia del art. 1.1 de la Ley uniforme de Ginebra, con que haya
identidad entre la denominación "letra de cambio" y la palabra "pagará"; y, en segundo lugar,
en una sentencia de la AP de Santa Cruz de Tenerife, de 9 de junio de 1980, en la que se
afirma, en uno de sus considerandos, que: " ... en lo que se refiere a la traducción de la letra
básica, debe entenderse como suficiente la verificada sobre fotocopia adverada
notarialmente, tanto más cuanto la mayor parte de la cambial va redactada en castellano,
solamente la fecha, vencimiento e importe van en inglés, que por cierto, resulta fácilmente
comprensible".
Adoptan una posición contraria, ESCOLAR BERDEJO (La letra de cambio y el
cheque, cit., págs. 28 y 29); VAZQUEZ BONOME (Tratado de Derecho cambiario, cit.,
pág. 100); SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley Cambiaría y del
Cheque, Madrid, 1987, pág. 19. Los autores citados sostienen que la declaración originaria
debe redactarse en un solo idioma.
143

En primer lugar, analizaremos los caracteres que debe reunir la


orden de pago que, como ya hemos señalado, constituye, junto a la
cláusula cambiaria, el núcleo jurídico esencial de la declaración
cambiaria originaria. En segundo término, haremos una breve referencia
al objeto de la orden de pago. En tercer lugar, examinaremos una de las
cuestiones que con más frecuencia se plantean en la práctica, y que gira
en torno a la omisión de la clase de moneda. Y, por último, nos
referiremos a los requisitos que condicionan la validez de la deuda
cambiaria en moneda extranjera, haciendo especial alusión a la
posibilidad de que su importe se exprese en ECUs.

a1) Caracteres.

La orden de pago puede consignarse en la letra de cambio


recurriendo a diferentes expresiones, siempre que sean fácilmente
identificables, ya que la fórmula más usual "pagará usted", no es la única
posible 24 .

Al exigir el precepto legal que la orden de pago sea pura y simple,


la doctrina destaca el carácter incondicional de aquélla, no pudiendo
quedar sometida a ninguna clase de condición -ya sea suspensiva o
resolutoria-, ni a la percepción de una contraprestación. La inserción en
23
.- Para referirnos al requisito contemplado en el art. 1.2 LCCH utilizaremos, como lo hace
la mayoría de la doctrina, la expresión más genérica de orden de pago. Se afirma que en
función de las relaciones subyacentes entre librador y librado, en algunos casos habrá
realmente un mandato y en otros no. Vid. sobre el particular, entre otros, VICENT CHULIA,
Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 631 y 632; CASALS
COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria, I, cit., págs. 335 y 520; IGLESIAS
PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 397.
24
.- Vid. al respecto, PEREZ-SERRABONA GONZÁLEZ ("El libramiento y la forma de la
letra", cit., lug. cit., pág. 48) quien señala como expresiones equivalentes: "pague",
"pagúese", "servirá usted de pagar"; en el mismo sentido se manifiestan HUECK y
CANARIS, Derecho de los títulos-valar, cit., pág. 81; y CASALS COLLDECARRERA,
Estudios de oposición cambiaría, I, cit., págs. 332 a 335.
144

la letra de cambio de una cláusula que contraviniera la mencionada


exigencia legal supondría la invalidez del documento como letra de
cambio, y no tan sólo la nulidad de la condición preservando la validez
del título, ya que la misma atentaría frontalmente contra la naturaleza de
la letra de cambio 25.

b f ) Objeto.

El art. 1.2 LCCH se refiere también al objeto de la obligación


cambiaría que debe consistir en una cantidad de dinero determinada,
r* /•

líquida e indivisible . En este sentido, podría entenderse que la norma


del art. 6 LCCH permite una cierta indeterminación de la cantidad a
pagar; indeterminación que no significa, en cambio, la iliquidez de la
suma 2?. Y es que la facultad, que la LCCH concede al librador, de
25
.- Para algunos autores, la exigencia legal de que la orden de pago sea simple e
incondiconada deriva de la literalidad del derecho de crédito incorporado al título, cuyo
contenido, extensión y modalidades dependen exclusivamente del tenor del documento. De
este modo, se favorece su circulación ya que delimita frente a terceros el alcance preciso del
crédito que se transmite; vid, en este sentido, PAVONE LA ROSA, La Letra de cambio, cit.,
pág. 89. Para otros, tales caracteres de la orden de pago subrayan la independencia de la
obligación cambiaria respecto del contrato subyacente; vid. entre otros IGLESIAS PRADA,
"El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 397. Este autor puntualiza que de la
norma del art. 1.2 LCCH no puede inferirse que deba considerarse prohibida la inserción de
la cláusula valuta o provisión, si bien en ningún caso puede condicionar la orden de pago. En
el mismo sentido, se pronuncia VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho
mercantil, tomo II, cit., pág. 654.
26
.- La doctrina recoge un sinnúmero de supuestos en los que se incumple el mandato legal
del art. 1.2 LCCH; de ellos pueden señalarse: letras cuyo objeto consista en una cantidad
determinada de mercancías, títulos en los que la suma no fuera indicada en moneda sino en
títulos de deuda pública o en pagarés del tesoro. Tampoco serían válidas las letras en las que
la cantidad a pagar fuera la resultante de una liquidación o en las que tal cantidad se
expresara de un forma aproximada o alternativa; ni aquéllas en las que la suma a pagar
hubiera de determinarse a posteriori acudiendo a situaciones jurídicas extracambiarias.
También sería nula la letra en la que la cantidad a pagar estuviera dividida por cuotas al
existir varios librados. Cfr., por todos, IGLESIAS PRADA, ob. cit., nota anterior, págs. 396
y ss.
".- Aunque hay quien así lo entiende: SEÑEN DE LA FUENTE ("Ejecución en España de
letras de cambio y pagarés expedidos en moneda extranjera", cit., lug. cit., pág. 313) afirma
145

estipular una cláusula de devengo de intereses está condicionada a que


en la propia letra se indique el tipo de interés anual, pues, en caso
contrario dicha cláusula se tendrá por no escrita 28. La cláusula de
intereses sólo puede figurar en aquellas letras que, por tener un
vencimiento indeterminado, no es posible computar los intereses en el
momento del libramiento y capitalizarlos e integrarlos en la suma
cambiaria: letras giradas a la vista y a un plazo desde la vista; "en
cualquier otra letra de cambio, semejante estipulación se considerará
como no escrita" (art. 6.1 LCCH).

La LCCH sólo exige la consignación de la cantidad, no que la


misma figure en la cambial más de una vez29. El modelo impreso oficial
va más allá de las exigencias legales y, de conformidad con los usos del
comercio, prevé que la cantidad se consigne en la parte superior del
documento en cifras y en el texto central en letras. Las posibles

que "un pacto de intereses que obligue a efectuar un cálculo convertirá en ilíquida la
cantidad a reclamar por el tenedor". En sentido opuesto, se ha declarado que siempre que la
cuantía de un crédito sea susceptible de fijación por un simple cálculo aritmético, no podrá
tacharse aquél de ilíquido; vid. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág.
188; TAPIA FERNANDEZ, La compensación en el proceso civil, Madrid, 1988, pág. 113;
MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil, 2°, cit., págs. 98 y 99.
28
.- Del régimen jurídico de la letra con intereses convencionales, establecido por la LCCH,
resulta claro que el tipo de interés anual ha de fijarse en la letra. Sin embargo, el modo en el
que dicho tipo de interés debe constar en la letra origina una cierta polémica. Parece ser que,
en principio, no habría ningún impedimento jurídico en admitir la fijación de varias tasas de
interés sucesivas; pero, ¿basta cualquier referencia al tipo de interés, v. gr. "el interés legal",
"MIBOR+0,25", etc. o debe indicarse en la letra un porcentaje concreto?. Como regla
general, entiende IGLESIAS PRADA ("EI libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit.,
pág. 401) que deben reputarse inválidas las cláusulas de interés cuyo tipo no venga
numéricamente fijado en el título cambiario puesto que no concretan el alcance de la
obligación de pago asumida por el librador y, en su caso, por el aceptante, endosantes y
respectivos avalistas.
29
.- Por ello, mantiene IGLESIAS PRADA (ob. cit., nota anterior, pág. 402) que si el librador
únicamente consignara la cantidad en números y, posteriormente, un tercero consignara en
letras una cantidad mayor, no podría aplicarse a tal supuesto la doctrina de la letra en blanco
-que daría lugar a una excepción personal- ya que el título ha sido íntegramente completado
por el librador (art. 1.2 LCCH), sino que se aplicaría la doctrina de la falsificación que, de
conformidad con lo previsto en el art. 93 LCCH, permite interponer una excepción real. Vid.
infra, Capítulo Quinto, págs. 536 y 537.
146

divergencias entre ambas cantidades pueden ser resueltas mediante las


pautas legales del art. 7 LCCH30.

c') Falta de expresión de la moneda de pago.

Una de las cuestiones que con más frecuencia se presenta en la


práctica y que ha suscitado, y todavía suscita, fuertes controversias en la
doctrina y jurisprudencia, es la relativa a la falta de expresión de la
moneda de pago. Ante esta situación, se ha planteado la siguiente
disyuntiva: la inobservancia de la clase específica de moneda produce la
nulidad del título cambiario; o, por el contrario, dicha omisión puede
suplirse por el juego de las presunciones, conservando la letra de cambio
su validez.

Antes de la promulgación de la LCCH, las Audiencias no se


pronunciaban sobre el problema expuesto de manera uniforme. En un
buen número de sentencias se declaraba la nulidad del título, en el que
faltaba la designación de la moneda de pago, "por la indeterminación de
la deuda que este hecho produce"31.

Frente a este sector jurisprudencial, claramente formalista, se


situaba otro de corte espiritualista que, amparándose en el Derecho
positivo, en concreto, en el art. 2.1 de la Ley 10/1975, de 12 de marzo,

30
.- IGLESIAS PRADA ("El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 402)
señala que las presunciones inris et de iure del art. 7 LCCH sólo son aplicables cuando la
discrepancia de cantidades se manifiesta, claramente, como un error en la declaración, y no
cuando tal discrepancia haya sido expresamente querida, en cuyo caso, y en aplicación del
art. 1.2, el título ha de reputarse nulo por no aparecer la cantidad exactamente determinada.
3I
.- Vid. entre otras, SS AT de Barcelona, de 13 de diciembre de 1949 y de 6 de octubre de
1951; SAT de Sevilla, de 26 de octubre de 1965; SAT de La Coruña, de 19 de agosto de
1980; SS AT de Valencia de 11 de febrero y de 8 de noviembre de 1982 (estas resoluciones
están transcritas en, CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria, I, cit.,
págs. 341 a 345).
147

de regulación de la moneda metálica 32, afirmaba que el importe


consignado, sin expresión de moneda, debía referirse necesariamente a
pesetas. Debe señalarse que la anterior presunción operaba siempre y
cuando se constatara la existencia de determinados hechos 33.

Tras la entrada en vigor de la LCCH la cuestión continúa


planteándose, a pesar de que el art. 1.2 no está redactado con la
ambigüedad que caracterizaba al art. 444.4 CCom 34, y la jurisprudencia
denominada "menor" sigue estando dividida en las dos tendencias
anteriormente apuntadas.

En líneas generales, puede decirse que la denominada tendencia


espiritualista o sustancialista considera que la falta de designación de la
moneda no priva al documento de su carácter de letra de cambio, si la
clase de la misma puede inferirse de una exegesis de los contenidos de la
cambial. O, como se expresa en alguna sentencia, la omisión de la
moneda a que se refiere la suma que se manda pagar, no perjudica a la
letra, si no hay una "duda razonable" de que la cantidad pueda referirse a

32
.- El art. 2.1 de la Ley 10/1975, de 12 de marzo, dispone que: "La unidad en el sistema
monetario español es la peseta, que equivale a cien céntimos". La Ley 10/1975 ha sido
modificada por la Ley 37/1988, de 28 de diciembre, de Presupuestos del Estado para 1989
(RAL 2595) y por la Ley 13/1994, de 1 de junio, de Autonomía del Banco de España (RAL
1554).
33
.- Esta tesis se mantiene en las siguientes sentencias: SAT de Pamplona, de 18 de
noviembre de 1967; SAP de Santa Cruz de Tenerife, de 6 de junio de 1977; SAT de
Barcelona, de 10 de abril de 1982; SAT de Zaragoza, de 18 de noviembre de 1982; SÄT de
Valencia, de 9 de octubre de 1983 (estas sentencias están reproducidas en CASALS
COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaría, I, cit., págs. 346 y 355; y en
GARCÍA GIL, Jurisprudencia cambiaria, Pamplona, 1990, pág. 13); SAT de Sevilla, Sala
Segunda, de 27 de octubre de 1987 (RGD, núms. 526-527, julio-agosto 1988, pág. 4922).
34
.- El art. 444.4 CCom exigía que figurara en la letra de cambio la "cantidad que el librador
manda pagar, expresándola en moneda efectiva o en las nominales que el comercio tuviere
adoptadas para el cambio". Sobre las dificultades que generaba la interpretación de la norma
transcrita, vid. GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., págs. 826 y 827.
148

otra clase de moneda distinta de la peseta, dada la presunción favorable a


la moneda de curso legal en el sistema monetario español 35 .

La jurisprudencia que adopta la tesis espiritualista parte de una


serie de hechos indicios, cuya fijación formal, en ausencia de prueba
contradictoria, contribuye a eliminar la "duda razonable" acerca del
hecho presunto; sobre todo cuando la obligación cambiaria no tiene
ningún punto de conexión con un ordenamiento jurídico extranjero. Sin
ánimo de ser exhaustivos, haremos una breve relación de los mismos:

- La nacionalidad y la residencia española de los intervinientes en


la letra de cambio.
- La redacción en castellano de la letra de cambio.
- El libramiento y la aceptación de la letra de cambio en España,
lugar en el que también se fija el domicilio de pago.
- El deber de satisfacer la obligación nacida del negocio
subyacente, para cuyo pago se creó la letra, en pesetas; moneda en la que
ya se ha satisfecho parte de la deuda.
- La extensión de la letra de cambio en impreso oficial; siendo
correcta, según la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y
Actos Jurídicos Documentados, la correspondencia entre el valor de la
letra y el timbre que figura en el modelo impreso oficial.
- El abono de los derechos arancelarios del protesto en base a la
presunción de que la suma cambiaria està expresada en pesetas.

35
.- Vid. SAT de Sevilla, Sala segunda, de 27 de octubre de 1987 (RGD, núms. 526-527,
julio-agosto 1988, pág. 4922), SAP de Madrid, Secc. 14a, de 16 de abril de 1991 (RGD, num.
564, septiembre 91, págs. 8065 a 8067). Incluso se ha llegado a declarar que el uso de una
fórmula alternativa en la redacción del art. 1.2, "una suma determinada en pesetas" o "en
moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial", contribuye a que sea
irrelevante la utilización de la expresión "pesetas", pues, así debe entenderse si no se
consigna una moneda extranjera, vid. SAP de Palma de Mallorca, Secc. 2a, de 9 de mayo de
1991 (RGD, núms. 568-69, enero-febrero, pág. 785); SAP de Almería, de 16 de marzo de
1994 (RGD, núms. 610-611, julio-agosto 95, págs. 9306 y 9307).
149

- El petitum de la demanda encierra la reclamación de un débito


expresado en pesetas.

En suma, desde la perspectiva espiritualista se propugna, sin negar


el carácter formal de la letra, una interpretación flexible del art. 1.2
LCCH, de suerte que la falta de expresión de la moneda no debe acarrear
la nulidad del título cuando existan elementos suficientes que permitan
deducir, con exactitud, su existencia36.

Dándose estas circunstancias, algunas resoluciones han precisado


que la declaración de nulidad de la letra de cambio iría en contra del
principio de buena fe en el tráfico -que ha de observarse en el
cumplimiento de los contratos (art. 57 CCom)- y del principio de
normalidad. Ambos principios, junto con los principios constitucionales
de seguridad jurídica (art. 9.3 CE) y tutela judicial efectiva (art. 24.1
CE), impiden que la omisión de la expresión de la concreta especie
monetaria derive en una ineficacia de la obligación cambiaria37.
36
.- Sirvan como ejemplo las siguientes sentencias: SAP de Albacete, de 11 de nov. de 1988
(RGD, núms. 541-42, oct.-novbre. 89, vol. II, págs. 7611 y 7612); SAP de Barcelona, Secc.
16a, de 20 de junio de 1990 (RGD, núms. 556-57, enero-febrero 91, págs. 562 a 564); SAP de
Barcelona, Secc. 16a, de 20 de nov. de 1991 (RGD, núm. 576, septiembre 92, pág. 8920);
SAP de Madrid, Secc. 12a, de 23 de junio de 1992 (RGD, núms. 577-78, oct.-novbre. 92,
págs. 10458 y 10459); SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 1 de abril de 1992 (RGD, núms. 577-
78, oct. novbre. 92, págs. 10567 y 10568); SSAP de Alicante, Secc. 4a, de 5 de febrero de
1992 y de 7 de julio de 1992 (RGD, núms. 577-78, oct.-novbre. 92, págs. 10757 a 10759);
SAP de Madrid, Secc. 9a, de 2 de noviembre de 1992; SAP de Alicante, Secc. 4a, de 15 de
febrero de 1993 (RGD, núms. 586-87, julio-agosto 93, págs. 7418 y 7980); SAP de
Pontevedra, Secc. 4a, de 21 de septiembre de 1992 (RGD, núms. 592-93, en.-febr. 94, págs.
1570 y 1571); SAP de Sevilla, Secc. 6a, de 10 de mayo de 1993 (RGD, núms. 598-99, julio-
agost. 94, págs. 8999 y 9000); SAP de Barcelona, Secc.. 11a, de 29 de julio de 1993 (Revista
Jurídica de Catalunya, Jurisprudència, 1994, núm. 1, págs. 135 y 136); SAP de Madrid,
Secc. 13a, de 26 de abril de 1994 (RGD, núm. 600, septiembre 94, págs. 9919 a 9922); SAP
de Almería, de 25 de noviembre de 1993 (RGD, núms. 601-02, oct.-novbre 94, págs. 12201 y
12202); SAP de Segovia, de 6 de abril de 1994 (RGD, núm. 697, abril 95, págs. 4602 y
4603); SAP de Madrid, Secc. 21a, de 5 de abril de 1995 (RGD, núms. 610-611, julio-agosto
95, págs. 8918 y 8919).
37
.- Cfr. como muestra, SAP de Pontevedra, Secc. 4a, de 21 de septiembre de 1992; y SAP de
Madrid, Secc. 13a, de 26 de abril de 1994 (ambas resoluciones se citan en la nota anterior).
150

La jurisprudencia partidaria de la tesis formalista sostiene que el


requisito de la especie monetaria del art. 1.2 LCCH tiene carácter
esencial y debe contenerse, ineludiblemente, en la letra de cambio sin
que su omisión pueda ser subsanada por el juego de determinadas reglas
interpretativas, tal y como se desprende del art. 2 LCCH que,
únicamente, salva la consideración del documento como letra de cambio
•50
en tres supuestos concretos . La réplica a los argumentos esgrimidos
por la tesis espiritualista puede concretarse en las siguientes
consideraciones:

- El hecho de que la peseta sea la moneda de curso legal en España


no es base jurídica suficiente para sostener la plenitud de una cambial
incompleta. La posibilidad de determinar el mandato de pago, en pesetas
o en moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial,
conlleva, si en la letra únicamente se expresa una cifra, la
indeterminación de uno de los requisitos esenciales de dicho título-valor,
con la consiguiente pérdida de tal carácter.
- La posibilidad otorgada por la ley de que tanto los españoles
como los extranjeros con residencia en España puedan abrir en las
entidades bancarias cuentas en moneda extranjera con libre
disponibilidad en la propia moneda, en cualquier otra o en pesetas, hace
que sea cada vez más difícil presumir que si no se ha expresado la clase
de moneda esta ha de ser, necesariamente, la peseta.

38
.- Vid, al respecto, entre otras, SAP de Barcelona, Secc. 13a, de 21 de julio de 1989 (RGD,
núms. 544-45, enero-febrero 90, págs. 519 y 520); SAP de Valencia, Secc, 6a, de 16 de
octubre de 1990 (RGD, núm. 555, vol. II, págs. 9367 a 9369); SAP de Valencia, Secc. 8a, de
28 de octubre de 1991 (RGD, num. 567, diciembre 91, págs. 10927 a 10930); SAP de
Valencia, Secc. 16a, de 1 de junio de 1992 (RGD, num. 576, septiembre 92, págs. 8971 y
8972); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 4a, de 14 de abril de 1992 (RGD, núms. 580-81, en.-
febr. 93, págs. 970 a 972); SAP de Valencia, Secc. 5a, de 9 de diciembre de 1993 (RGD,
núms. 592-93, en.-febr. 94, págs. 851 y 852); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 1 de
diciembre de 1992 (RGD, núm. 594, marzo 94, págs. 2881 y 2882); SAP de Valencia, Secc.
5a, de 19 de enero de 1995 (RGD, núm. 609, junio 95, págs. 7641 y 7642).
151

- No puede acudirse a la nacionalidad de los obligados cambiarios,


ni a los elementos de la relación jurídica subyacente, ni tampoco a lo
realizado por los mismos sujetos en otras letras de cambio, pues, estos
son datos -o hechos indicios- que no constan en el documento, a cuya
literalidad es forzoso atenerse. En caso contrario, se atentaría a la
intrínseca vocación de la letra de cambio: facilitar la circulación del
crédito.
- No es concluyente que el importe del timbre sea el apropiado
para la cantidad numérica si ésta se refiriese a pesetas, pues, para ello
habría que partir del supuesto de que los interesados utilizan siempre el
timbre correcto.
- Tampoco es relevante que el timbre se indique en pesetas en los
impresos correspondientes, ya que si el importe de la cambial se
expresase en moneda extranjera, el timbre también se fijaría en pesetas.
- Es indiferente para resolver la cuestión de la falta de expresión
de la moneda de pago, que los Notarios no pongan objeción al
levantamiento del protesto ya que no hay base legal para negarse a ello.
Asimismo, no se considera significativo que los Notarios liquiden sus
derechos sobre la presunción de que la cantidad expresada en la letra de
cambio se refiera a pesetas.
- El estricto cumplimiento del rigor formal es la contrapartida al
juicio ejecutivo, en el que el acreedor ostenta una posición privilegiada.
- La posibilidad de entablar un juicio declarativo posterior sobre la
misma cuestión resta autoridad a las alusiones a los principios
constitucionales de seguridad jurídica (art. 9.3 CE) y tutela judicial
efectiva (art. 24.1 CE).

No consideramos necesario extendernos más sobre este punto


añadiendo a lo expuesto diversos extractos de opiniones doctrinales,
152

entre otras cosas, porque ello resultaría inútil al no proyectar más luz
sobre la cuestión anteriormente planteada39.

Sin embargo, resulta difícil adoptar una simple posición pasiva en


este tema -es decir, dar tan sólo cuenta del "estado de la cuestión" en la

39
.- Y es que las opiniones doctrinales, vertidas acerca de la falta de expresión de la moneda
de pago, se reducen a una toma de posición por alguna de las dos tendencias señaladas -la
formalista o la espiritualista que trata de superar la letra de la Ley en orden a la tutela del
crédito-.
Se adhieren, entre otros, a la tendencia espiritualista que quiere evitar un excesivo
rigor en la forma y, por tanto, entienden que la omisión de la especie de moneda no comporta
una indeterminación que causa la nulidad de la letra, ya que en este supuesto debe
presumirse que la orden de pago consiste en una suma dineraria en pesetas: VICENT
CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 654; PEREZ-
SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento y la forma de la letra", cit., lug. cit., pág. 49;
HERNANDEZ JUAN, Las aplicaciones prácticas de la nueva Ley de la letra de cambio y el
cheque, Barcelona, 1985, págs. 32 a 34; TIRADO SUAREZ, "Reflexiones sobre las letras de
cambio sin expresión de la moneda de pago", en Revista de Derecho bancario y bursátil,
núm. 8, octubre-diciembre 1982, págs. 881 a 891; SANCHEZ ORTIZ, "Fuerza ejecutiva de
la letra cuando no expresa la moneda de pago", en RGD, núm. 450, marzo 82, págs. 452 a
454. Estos dos últimos autores se valen de diversos elementos hermenéuticos que les
permiten alcanzar tal conclusión, de los que destacaremos: el recurso a intérpretes de textos
históricos y antecedentes legislativos del CCom de 1885; la utilización excepcional en el
sistema monetario español de la moneda extranjera, por lo que para este supuesto se exige
una mención expresa de tal moneda; el carácter efectivo que debe tener la tutela
jurisdiccional del crédito para la seguridad del tráfico jurídico; las normas interpretativas de
los contratos mercantiles contenidas en el art. 57 CCom (v.gr. principio de la buena fe y
voluntad de los contratantes); la referencia al negocio causal por el que el deudor cambiario
se obliga, en la fecha del vencimiento, al desembolso de una cierta suma de pesetas.
VÁZQUEZ BONOME (Tratado de Derecho cambiario, cit., págs. 102 y 103)
basándose en que el reforzamiento de la garantía del acreedor es uno de los principios que
preside la normativa cambiaria, afirma que cuando se trate de letras libradas para pagar en
España, la omisión de la especie monetaria no debe ser causa suficiente de nulidad, ya que la
peseta es la moneda de curso legal y forzoso en España. Ahora bien, si la letra se ha girado
desde o sobre el extranjero no puede integrarse la letr,a de cambio mediante el juego de las
presunciones. En parecidos términos se expresa IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la
letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 399 y 400.
Adoptan una posición formalista: GARCIA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El
nuevo régimen jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, Granada,
1986, págs. 19 y 20; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., pág. 159; VÁZQUEZ IRUZUBIETA, Comentarios al Código de
Comercio y legislación mercantil especial, tomo XIX Ley Cambiaria y del Cheque (19/1985,
de 16 de julio), Madrid, 1985, págs. 45 y 46.
153

doctrina y jurisprudencia-, sobre todo si se advierten las consecuencias


jurídicas que, de la constatada disparidad o vacilación, se derivan y que
se traducen, como hemos podido comprobar, en la existencia de
sentencias contradictorias que podrían menoscabar el principio de
seguridad jurídica, consagrado por el art. 9.3 CE. Recordemos que las
sentencias dictadas por las Audiencias Provinciales en los juicios
ejecutivos no pueden recurrirse en casación (cfr. art. 1687 LEC) 40.

Si nos atenemos al tenor literal de la LCCH (art. 2), no cabe, en


principio, la menor duda de que la omisión de la expresión monetaria de
la suma a pagar, ya sea con la palabra pesetas o con la correspondiente a
la moneda extranjera, debe producir la nulidad del título. Con todo,
entendemos que negar de forma rotunda la validez de un documento
cambiario -en el que falte la mención de la especie monetaria-, no sólo
como título ejecutivo sino como título-valor, supondría otorgar a un
lapsus calami una trascendencia que estimamos desorbitada. Si bien es
cierto que vigente el régimen de control de cambios instaurado por el
Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre transacciones
económicas con el exterior, el recurso a la moneda extranjera no será
excepcional, estimamos que dándose alguno de los supuestos a los que, a
modo de premisa menor fàctica, hace referencia la comente
espiritualista, es razonable concluir que la cantidad de dinero no puede
referirse más que a la unidad del sistema monetario español. De este
modo, se evita que un tercero, ajeno a la omisión de la especie
monetaria, pueda perder su condición de acreedor cambiario.

40
.- La STC 183/1985, de 20 de diciembre, señala que la discrepancia entre las decisiones de
órganos judiciales diferentes sobre supuestos jurídicamente iguales "... habrá de alcanzar
remedio mediante los recursos que el legislador cree para procurar, en garantía también del
principio de seguridad jurídica (art. 9.3), una básica uniformidad en la interpretación de la
Ley por Jueces y Tribunales" (f.j. 2°). Similares pronunciamientos se contienen en las SSTC
161/1989, de 16 de octubre; 200/1990, de 10 de diciembre, y 134/1991, de 17 de junio.
154

Por otra parte, no puede negarse que la adopción de una postura


cercana a la corriente espiritualista complica en cierto modo la
teóricamente sencilla estructura del juicio ejecutivo. El órgano
jurisdiccional sólo podrá despachar ejecución, en base a un título
cambiario sin expresión de la moneda, cuando tenga pleno
convencimiento de cuál sea la especie monetaria a que se refiere la
cantidad en él consignada. Si de un simple examen del título no puede
alcanzarse dicho convencimiento, será necesario que el ejecutante
acredite, mediante otros documentos que acompañará a la demanda
ejecutiva (art. 1439 LEG), que dicha moneda es la peseta o una moneda
extranjera convertible admitida a cotización oficial. Pero es claro que en
el caso que ahora nos ocupa, el despacho de la ejecución en pesetas o en
otra moneda no impedirá que el ejecutado se oponga a la ejecución
alegando la falta de las formalidades necesarias de la letra de cambio
(art. 67.2.2a LCCH).

Cuando nos hemos referido al objeto de la orden de pago, hemos


señalado que éste debe consistir en una cantidad de dinero, aunque no
hemos hablado de las concretas monedas en que aquélla puede
expresarse. Este extremo está especificado en el propio art. 1.2 LCCH,
en el que se dispone que la suma cambiaria ha de estar determinada en
"pesetas o moneda extranjera admitida a cotización oficial". De la
anterior alternativa, nos interesa especialmente la referente a la moneda
extranjera.

d1) Moneda extranjera: convertibilidad y admisión a cotización


oficial.

El libramiento -y el pago- de las letras de cambio en moneda


extranjera ya era posible, según interpretaciones doctrinales y
155

jurisprudenciales, bajo la vigencia del CCom 41. La normativa vigente


regula de forma expresa aquel supuesto y lo sujeta a dos requisitos:
convertibilidad y admisión a cotización oficial de la moneda en la que
deba hacerse efectiva la deuda cambiaria (art. 1.2 LCCH). La redacción
del art. 1.2 LCCH es claramente tributaria de la del art. 1435.1.2° LEG.
Desde una perspectiva procesal, nada puede objetarse a dicha relación,
pues, si no hubiera sido así, en la mayoría de los casos el acceso directo
de la letra de cambio a la vía ejecutiva se hubiera visto frustrado.

Como paso previo al análisis de los requisitos de la convertibilidad


y admisión a cotización oficial, estimamos conveniente precisar, aun de
forma somera, la distinción entre moneda extranjera y divisa, pues, si
bien en su acepción común son utilizados como sinónimos, tienen, desde
una óptica jurídica y económica, diverso significado y alcance. Por
moneda extranjera se entienden las distintas unidades básicas en torno a
las que se articulan los sistemas monetarios diferentes de aquél tomado
como punto de referencia. En cambio, el término divisa se enmarca en la
acepción del dinero como medio de pago, y se define como un medio de

41
.- Vid. en este sentido LANGLE, Manual de Derecho mercantil español, cit., pág. 218;
RUBIO, Derecho cambiario, cit., pág. 259.
El art. 444.4 CCom debía interpretarse conjuntamente con el art. 489 CCom según el
cual, las letras de cambio se pagarán "en la moneda que en las mismas se designe, y si la
designada no fitere efectiva, en la equivalente, según el uso y costumbre en el mismo lugar de
pago" (la cursiva es nuestra). Por consiguiente, la moneda de pago, designada en la letra de
cambio, podía no ser la peseta.
La jurisprudencia admitió expresamente el pacto en moneda extranjera al amparo del
art. 444.4 CCom, al tiempo que señalaba la concordancia existente entre el art. 489 CCom y
el art. 1170 CC. Ahora bien, condicionaba la eficacia de una letra, cuyo importe se hallaba
expresado en moneda extranjera, a la admisión a cotización oficial de la divisa, pues, en caso
contrario la deuda no se estimaba líquida. Vid. al respecto, SAT de Madrid, de 30 de octubre
de 1984, en Justicia, 1986, num. Ill, págs. 748 y 749 en la que se declara: "... determinándose
la liquidez del contravalor y, consiguientemente, la de la deuda mediante la elemental
operación aritmética consistente en multiplicar los francos suizos por el cambio oficial de
dicha divisa en pesetas"; y SAP de Palma de Mallorca, Secc. 4a, de 14 de abril de 1992
(RGD, núm. 580-81, en.-febr. 93, págs. 971 y 972) en la que, respecto al art. 444.4 CCom, se
declara: "la admisibilidad de un pago en otro tipo de moneda que no fuera la nacional venía
condicionado a una previa reducción del importe en pesetas".
156

pago cifrado en moneda extranjera; es decir, en una unidad monetaria


distinta de la legalmente vigente en el país del poseedor. De acuerdo con
la anterior definición, son divisas las monedas y los billetes de Banco
extranjeros y los depósitos bancarios expresados en moneda distinta a la
del país en que están constituidos. En cambio, no son divisa los activos
financieros (bonos, pagarés, etc.) 42. Apuntada la delimitación entre los
conceptos moneda extranjera y divisa, debemos advertir que, por razones
meramente expositivas y con el fin de evitar excesivas reiteraciones,
utilizaremos indistintamente los términos moneda extranjera y divisa,
sin perjuicio de acudir a su significado técnico-jurídico cuando ello sea
necesario.

En cuanto a los conceptos de convertibilidad y admisión a


cotización oficial, diremos que una moneda es convertible "cuando
puede ser cambiada libremente en cualquier otra divisa, sin restricción
alguna"43. En este sentido, y de conformidad con lo dispuesto por el art.
VIII del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional, una
moneda es convertible cuando se cumple un triple requisito:

42
.- Seguimos en este punto a ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios.
Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en España y en la CEE, 8a ed., Madrid,
1993, págs. 269 y ss. Ponen de relieve, los autores citados, la distinción que la legislación
española, como la de otros muchos Estados, y la práctica bancaria internacional, establece
entre los billetes de Banco y los restantes medios de pago que se conceptúan como divisa.
Distinción que se fundamenta en las peculiaridades de los billetes de Banco, que no
presentan los instrumentos bancarios de pago, y que explican que su cotización sea distinta
de la de las divisas y que su movimiento físico a través de las fronteras esté sujeto a
limitaciones, incluso en Estados que mantienen una absoluta libertad de cambios (vid. v. gr.
art. 4 RD 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior,
modificado por el RD 42/1993, de 15 de enero).
43
.- Según ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU (Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CEE, cit., pág. 37), el concepto de
convertibilidad se encuentra íntimamente ligado al de control de cambios. Así, una moneda
convertible es aquella que puede ser libremente comprada y vendida en los mercados de
divisas.
157

1°. Que las autoridades monetarias del país en cuestión no


impongan restricciones a los pagos y transferencias derivados de
transacciones corrientes.
2°. Que dichas autoridades monetarias no discriminen tales pagos
o transferencias en razón del país de destino.
3°. Que los saldos de la moneda en cuestión, acumulados en poder
de otro país como consecuencia de transacciones corrientes, puedan ser
recomprados en cualquier momento a petición de éste por el país
emisor44.

La convertibilidad de una moneda es incompatible con un sistema


de control de cambios de carácter restrictivo, en el que las transacciones
con el exterior no están liberalizadas; en cambio, sí es compatible, con
los controles de cambios en sentido estricto, pues, no establecen, como
regla general, prohibición ni limitación alguna de las operaciones 45.

Por otra parte la convertibilidad constituye un criterio de


clasificación de las divisas. Así, se distingue entre divisas convertibles y
no convertibles. Como ya hemos dicho, una divisa es convertible
cuando, en virtud de las normas legales del país emisor, puede ser
libremente cambiada por cualquier otra moneda, independientemente de
quien sea su poseedor y la causa de su adquisición 46. Por el contrario,

44
.- Vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit., nota anterior, págs. 39 y 40.
45
.- Vid. infra, Capítulo Cuarto, pág. 327.
46
.- En rigor, el concepto de convertibilidad debe matizarse. Por una parte, se distingue entre
convertibilidad externa e interna, dependiendo de si el derecho de convertir una moneda en
cualquier otra divisa se reconoce solamente a los no residentes o también a los residentes. Y,
por otra, se señala que no estamos ante una figura jurídica que adopta una forma ilimitada o
absoluta, sino que soporta ciertas limitaciones. Vid. al respecto, ALVAREZ PASTOR y
EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en
España y en la CEE, cit., págs. 41 a 54.
La convertibilidad exterior de la peseta fue oficialmente establecida por el Decreto
1146/1961, de 15 de julio. El Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre
transacciones económicas con el exterior, sanciona la convertibilidad interna de la peseta de
forma plena.
158

una divisa no es convertible si carece de aquella facultad, bien con


carácter absoluto, bien de forma limitada en función de la cualidad del
poseedor o de la causa de su adquisición.

La conversión de una moneda por cualquier otra tiene lugar en el


mercado de divisas al tipo de cambio cotizado en el mismo. De acuerdo
con lo dispuesto en la Norma primera, apartado primero de la Circular
22/1992, del Banco de España, de 18 de diciembre, cualquier divisa
puede ser libremente cotizada -y ser, por tanto, objeto de transacciones-
en el mercado de divisas español por las Entidades registradas. Pero
solamente algunas de ellas son objeto de cotización por el Banco de
España. Estas últimas se hallan relacionadas, por orden de contratación,
en el apartado segundo, de la Norma primera de la Circular 22/1992 del
Banco de España, y son las siguientes:

1. Dólar USA. 12. Dracma griego.


2. ECU. 13. Dólar canadiense.
3. Marco alemán. 14. Franco suizo.
4. Franco francés. 15. Yen japonés.
5. Libra esterlina. 16. Corona sueca.
6. Lira italiana. 17. Corona noruega.
7. Francos belga y luxemburgués. 18. Marco finlandés.
8. Florín holandés. 19. Chelín austríaco.
9. Corona danesa. 20. Dólar australiano.
10. Libra irlandesa. 21. Dólar neozelandés.
11. Escudo portugués.

Únicamente a las anteriores divisas se refiere el art. 1.2 LCCH,


pues, la Norma tercera de la citada Circular dispone que: "El Banco de
España publicará diariamente, en el "Boletín Oficial del Estado", los
cambios de compra y venta de divisas que aplicará a las operaciones
159

ordinarias que realice por su propia cuenta, y que tendrán la


consideración de "cotizaciones oficiales" a efectos de la aplicación de la
normativa vigente que haga referencia a las mismas". No obstante, como
se infiere de la Norma primera de la citada Circular, el hecho de que una
divisa no sea objeto de cotización por el Banco de España no impide que
pueda ser libremente cotizada por parte de las Entidades operantes en el
mercado de divisas 47.

La imposición legal de los requisitos de convertibilidad y


admisión a cotización oficial a la moneda extranjera, en la que se expresa
la suma cambiaria, ha generado una serie de críticas. Por una parte, se ha
señalado que con tal medida se introduce en el sistema cambiario
español, un elemento de incertidumbre, inherente a toda decisión
administrativa de carácter coyuntural y naturaleza discrecional, que entra
abiertamente en contradicción con la determinación de la suma
cambiaría impuesta por la LCCH. Por otra, se ha puesto de relieve que
tal exigencia constituye una injustificada discriminación con respecto a
las letras libradas en otros países; a la vez que se obstaculiza la
utilización de la letra en los intercambios internacionales 48.

47
.- Cfr. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit., nota anterior, pág. 274.
48
.- Cfr. IGLESIAS PRADA ("El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 398 y
399), quien afirma que si la justificación de tal exigencia "reside en el propósito de acomodar
el contenido formal de la letra a la previsión contenida en el art. 1435 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, bien puede concluirse que con ello se ha contribuido de modo
inconveniente a perpetuar un requisito procesal cuya razón de ser no se advierte fácilmente,
mediante el expediente de convertir en sustantivo ese requisito". En parecidos términos se
manifiesta VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, pág. 654.
GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, (El nuevo régimen jurídico de la letra de cambio
en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 19), estiman que los requisitos de la
convertibilidad y admisión a cotización oficial responden "a una mera concesión a razones
de política monetaria y de control de cambios, más que a un acercamiento al sistema
europeista que preconiza el Preámbulo de la Ley 19/85"; aunque, en la misma obra, en
concreto en la página 172 (en la que se trata del pago voluntario) sostienen que es
perfectamente lógico que la especie monetaria pactada se encuentre admitida a cotización
oficial.
160

Existen, también, opiniones favorables al imperativo legal de que


la moneda extranjera sea convertible y esté admitida a cotización oficial.
Estas opiniones se apoyan en la adecuación de dichas medidas al
privilegiado régimen jurídico-procesal que se atribuye a la letra de
cambio, pagaré y cheque. Niegan que la mencionada exigencia comporte
una discriminación de los títulos emitidos en España frente a los
emitidos en el extranjero, pues, en nada difiere el tratamiento de unos y
otros en el ordenamiento jurídico español -en concreto, en orden a la
modalidad de pago y a su eventual reclamación en sede jurisdiccional-49.

Ahora bien, no puede negarse que la LCCH se ha apartado en este


punto del sistema cambiario vigente en Italia, Alemania y Francia 50.
Cuando los ordenamientos citados se refieren al objeto de la orden de
pago no condicionan la validez del título cambiario a la convertibilidad y
admisión a cotización oficial de la moneda extranjera 51. Tanto la
doctrina francesa como la italiana sostienen que si consta en el efecto de
comercio una cláusula de pago efectivo en moneda extranjera, el
obligado cambiario debe pagar en dicha moneda (moneda extranjera in
solutioné), a menos que la legislación de control de cambios lo impida,

49
.- Vid. en este sentido, SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., pág. 158.
50
.- Ordenamientos que, como es sabido, recogen sustancialmente la legislación ginebrina. En
el art. 1.2 de la Ley Uniforme de Ginebra sobre la letra de cambio y el pagaré a la orden se
dispone que la letra de cambio deberá contener "el mandato puro y simple de pagar una suma
determinada"; en idénticos términos se expresa el art. 1.2 de la Ley Uniforme sobre el
cheque.
5I
.- En efecto, en los arts. 1.2 y 100.2 de la Legg. camb. se dispone que la letra y el vale
cambiario deben contener, respectivamente, la orden o la promesa incondicionada de pagar
una suma determinada. Los arts. 1.2 y 75.2 de la WG se refieren a "die unbedingte
Anweisung (Versprechen), eine bestimmte Geldsumme zu zahlen"; en parecidos términos se
expresa el art. 1.2 de la SG. En el art. 110 del Code de commerce francés se dispone que: "La
lettre de change contient: 2°. Le mandat pur et simple de payer une somme déterminée"; el
art. 183 del Código de comercio para el pagaré y el art. l .2 del Decreto-Ley, de 30 de octubre
de 1935, para el cheque se refieren, exclusivamente, a una suma determinada.
161

en cuyo caso el pago se efectuará en la moneda de curso legal del lugar


de pago 52.

e') Expresión de la deuda cambiaria en ECUs.

Antes de finalizar el análisis del art. 1.2 LCCH, es preciso que


resolvamos una cuestión. En concreto, cabe preguntarse si la exacta
determinación cuantitativa de la deuda cambiaria, impuesta por la
LCCH, impide que aquélla se exprese en ECUs. En relación con esta
cuestión se ha afirmado que el ECU no es una moneda apta para definir
el importe del título cambiario debido a que su naturaleza intrínseca
como moneda de cuenta es incompatible con el principio de plena
determinación exigido por la LCCH 53. A nuestro entender, la respuesta
al interrogante planteado exige una previa delimitación de la doble
dimensión, política y privada, que del ECU se predica.

En su dimensión política u oficial el ECU (European Currency


Unit) es una unidad de cuenta que sirve para calcular los tipos de
cambios de las monedas que lo componen. Es, en este sentido, una
moneda compuesta formada por el conjunto ponderado de todas las
monedas de los Estados miembros de la Unión Europea, estrechamente
vinculadas entre sí por un sistema de paridades que sólo permite una

52
.- Vid, al respecto ROBLOT, Traité de Droit commercial, tome II, cit., págs. 155 y 217;
GAVALDÀ y STOUFFLET, Droit du crédit, 2, cit., págs. 27, 28, 153 y 154; JUGLART y
IPPOLITO, Droit commercial, premier volume, II, Effets de commerce et chèque, deuxième
éd., Paris, 1977, pág. 53; GUYENOT, Cours de Droit commercial, II, cit., pág. 928.
De la doctrina italiana destacaremos, AULETTA y SALANITRO, Diritto
commerciale, cit., pág. 293; ANGELONI, La cambiale e il vaglia cambiario, cit., págs. 48 y
341 a 346; CALCANO, Diritto commerciale, vol. IV, I centrati di impresa. I titoli di credito.
Il fallimento, prima ed., Bologna, 1980, pág. 51; COTTINO, Diritto commerciale, voi.
secondo, tomo primo, seconda edizione, Padova, 1992, pág. 322.
53
.- Vid. SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., pág. 158.
162

fluctuación relativa 54. Junto a su función básica en el mecanismo de


cambio del Sistema Monetario Europeo, el ECU político, se utiliza
también como unidad de cuenta por las instituciones comunitarias (por
ejemplo, en la elaboración del presupuesto comunitario y en la
contabilidad del Banco Europeo de Inversiones), por el Fondo Europeo
de Cooperación Monetaria (FECOM) y como base de cálculo del
denominado indicador de divergencia 55.

Por su parte, el ECU privado "responde a acuerdos privados entre


instituciones financieras, depositarios o inversores y encuentra su origen
en la banca privada, de tal modo que actúa como moneda de cuenta o
como moneda de pago en un contrato determinado, pero nunca como
moneda nacional" (la cursiva es nuestra)56. El ECU privado es fruto de
54
.- Para cada moneda se establece un tipo de cambio central respecto al ECU. Al cruzar los
distintos tipos centrales se obtienen los tipos de cambios entre cada par de monedas
comunitarias (tipos de cambios bilaterales), sobre los que se aplican los límites máximo y
mínimo de fluctuación. Este límite es del más-menos 2,25%, de tal manera que cuando estos
márgenes se alcancen los Bancos centrales deben intervenir corrigiendo las deficiencias (la
banda de fluctuación de la peseta era más amplia: el 6% respecto a su tipo de cambio central
bilateral). Vid. ampliamente tratado, CARBAJO VASCO, "El papel de la peseta ante el
sistema monetario europeo y el tratamiento fiscal del ECU en las operaciones con divisas",
en Libre circulación de capitales, transacciones exteriores y flscalidad, Madrid, 1991, págs.
110 y ss.; ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 239 y ss.
El lunes, 2 de agosto de 1993, los ministros de Finanzas y los gobernadores de los
Bancos centrales de la UE decidieron ampliar del 2,25% al 15% los márgenes de fluctuación
de las monedas en el Sistema Monetario europeo. El marco alemán y el florín holandés
mantienen la banda de fluctuación del 2,25% (Fuente: La Vanguardia, martes 3 de agosto de
1993, pág. 39). Los gobiernos de Bélgica, Luxemburgo y Dinamarca hicieron pública su
pretensión de acogerse a una banda de fluctuación de sus monedas del 2,25% frente al marco
alemán y florín holandés (Fuente: ABC, 6 y 7 de agosto de 1993, pág. 33).
55
.- El indicador de divergencia tiene por finalidad dar simetría al mecanismo de cambios e
intervención. El comportamiento divergente de una moneda se calcula comparando la
desviación entre su tipo de cambio de mercado y su tipo de cambio central frente al ECU.
Cuando esa desviación excede de cierto umbral de divergencia (75%), se presume que las
autoridades económicas tratarán de corregir la situación adoptando las medidas económicas
necesarias. Vid. al respecto, CONTHE, "La Unión económica y monetaria: la larga génesis
de un tratado", en Gaceta Jurídica de la C.E. y de la Competencia, número monográfico
sobre el Tratado de la Unión Europea (1a parte), septiembre 1992, págs. 110 y ss.
56
.- DES ANTES REAL, El ECU y la contratación internacional, Madrid, 1991, pág. 17.
163

la autonomía contractual y se estructura como "una cesta de monedas


con una composición determinada que aceptan las partes
voluntariamente en instrumentos financieros o en transacciones
comerciales para ser utilizada como moneda de cuenta y, en ocasiones,
como moneda de pago, de suerte que, por ejemplo, el tipo de interés
dependerá de fuerzas -oferta y demanda- del mercado y no del cálculo
ofrecido para el ECU oficial y el tipo de cambio no tiene por qué
coincidir con el de las monedas que lo componen: se trata, en definitiva,
de una entidad extraterritorial en la determinación de cuyo valor no
intervienen en principio los bancos centrales sino un "circuito
internacional de bancos"" (la cursiva es nuestra)57.

El empleo del ECU en determinadas transacciones como moneda


de pago, susceptible de satisfacer una concreta obligación monetaria, es
el resultado de la conjunción de una serie de medidas de carácter
económico y de política legislativa.

El desarrollo de los mercados del ECU privado se inició en 1979


cuando algunos Bancos belgas concertaron la apertura de cuentas
corrientes a la vista y a plazo con las instituciones europeas, hecho que
les condujo a buscar un empleo de su pasivo en ECUs. Su expansión se
produce gracias a la creación de organismos de clearing o compensación
interbancaria que posibilita la realización de operaciones en la moneda
europea directamente, sin necesidad de descomponer en cada caso la
cesta para comprar o vender cada una de las monedas y volver a
f Q

reconstruirla después . Todo ello ha determinado la presencia creciente


del ECU en la contratación y la financiación internacional: operaciones

".- DESANTES REAL, ob. cit., nota anterior, pág. 22.


5S
.- Vid. DESANTES REAL, El ECU y la contratación internacional, cit., pág. 44. Desde el
1 de octubre de 1986 funciona un sistema de compensación y liquidación del ECU privado
que está centralizado en el Banco Internacional de Pagos de Basilea, donde se produce
diariamente la compensación interbancaria de los flujos de cobros y pagos en ECUs.
164

interbancarias, sindicación de préstamos, certificados de depósito,


obligaciones, pólizas de seguros, cheques de viaje, depósitos, tarjetas de
crédito, etc. 59 .

En España la utilización privada del ECU puede verse


incrementada por varias circunstancias, entre ellas destacamos, el
reconocimiento de la condición jurídica de divisa, cotizándose a partir
del día 1 de julio de 1987 en el mercado de divisas 60. Como
consecuencia de su carácter monetario, que implica la consideración de
moneda no nacional de todo el conjunto -incluido el porcentaje de
moneda nacional-, le son aplicables al ECU las disposiciones
liberalizadoras respecto a los cobros y pagos exteriores 61. A su vez, la
emisión de Deuda del Estado en ECUs 62, la apertura de cuentas
corrientes en ECUs 63, el hecho de que operaciones financieras públicas
y privadas, así como operaciones comerciales y de prestación de
servicios, se lleven a cabo en ECUs posibilita la realización material del

59
.- Vid. sobre el particular, BOIXADOS, El ECU y el sistema monetario europeo,
Barcelona, 1991, págs, 41 a 73; CARBAJO VASCO, "El papel de la peseta ante el sistema
monetario europeo y el tratamiento fiscal del ECU en las operaciones con divisas", cit., lug.
cit., págs. 132 y ss.; CONTHE, "La Unión econòmica y monetaria: la larga génesis de un
Tratado", cit., lug. cit., págs. 118 y 119.
60
.- Así se dispone en la Circular 17/1987 del Banco de España, de 26 de mayo (RAL 1379).
61
.- Los textos legales básicos en materia de control de cambios son la Ley 40/1979, de 10 de
diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control de Cambios (modificada en dos ocasiones: en
1983, por la Ley Orgánica 10/1983, de 16 de agosto, sobre delitos monetarios; y, en 1988,
por la Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre disciplina e intervención de las Entidades de
Crédito) y el Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre ransacciones económicas
con el exterior. Sobre este tema, vid. infra Capítulo Cuarto, págs. 325 y ss.
62
.- Vid. al respecto, la Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 18 de abril de
1991, sobre emisión de Deuda del Estado en ECUs durante 1991 y enero de 1992 (RAL
1064).
63
.- En el art. 1.1 de la Resolución de la Dirección General de Transacciones Exteriores, de
22 de junio de 1990, sobre cuentas en ECUs de residentes abiertas en oficinas operantes en
España de Entidades delegadas (RAL 1387), se dispone que: "Las personas físicas o
jurídicas residentes podrán sin previa autorización administrativa, abrir y mantener, en
oficinas operantes en España de Entidades delegadas, cuentas acreedoras a la vista, de ahorro
o a plazo, denominadas en ECUs, en los términos establecidos en la presente Resolución".
165

pago, no en especie 64, sino a través de transferencia bancaria, cheque,


letra de cambio o cualquier otro efecto 6S,

Partiendo, pues, de que el recurso al ECU no puede quedar


reducido a su función de moneda de cuenta o cláusula de indexation y, si
como se estima, existe una tendencia hacia la generalización y
consolidación, tanto en el ámbito financiero como en el comercial, en la
utilización del ECU, debido a la mejora del sistema de compensación
interbancaria, teniendo en cuenta además la estabilidad del ECU en un
contexto de acusadas fluctuaciones monetarias 66, no podemos rechazar
de plano la validez de un título cambiario cifrado en ECUs, como
tampoco la ejecución forzosa del mismo por los cauces del juicio
ejecutivo cambiario 67. Por otra parte, debemos recordar que según el art.
109L del Tratado de la Unión Europea, firmado en Maastricht el 7 de
febrero de 1992, el ECU (o el euro) se convertirá, en la tercera fase -o

64
.- Lo que no impide que DESANTES REAL se pronuncie a favor de la naturaleza
monetaria del ECU (moneda bancaria), aunque reconoce que para ello deben superarse
esquemas y argumentos que han quedado, hoy en día, obsoletos. Afirma que carece de
sentido negar la condición monetaria a un instrumento, que es aceptado como medida de
valor o como medio de pago, por el sólo hecho de que no ha sido físicamente emitido por
autoridad monetaria alguna. La función fundamental de una moneda se cumple hoy en la
medida en que puede actuar como divisa en las relaciones internacionales y el ECU cumple
perfectamente tal misión en todos los Estados miembros de la UE; vid. El ECU y la
contratación internacional, cit., págs. 63 a 75.
65
.- Vid. DESANTES REAL, ob. cit., nota anterior, pág. 81.
66
.- Sin embargo, se ha hecho notar que el ECU está todavía lejos de poder ser considerado
como una alternativa real a las monedas nacionales, sobre todo si el cambio de monedas se
deja a la iniciativa privada. Con todo es probable que tiertas medidas adoptadas por las
autoridades monetarias nacionales tampoco alcancen aquel objetivo. Así, se ha constatado
que la aceptación del ECU como moneda de curso legal no garantizaría el desplazamiento de
la moneda nacional, ya que, en una situación de moneda paralela, por el funcionamiento de
la Ley de Gresham sucedería todo lo contrario. Vid. en este sentido, DE GRAUWE, Teoría
de la integración monetaria. Hacia la Unión Monetaria Europea, (trad. M. Camarero y C.
Tamarit), Madrid, 1994, págs. 158 a 164.
67
.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ, RIFA, y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo
VI, cit., pág. 532; DESANTES REAL, ob. cit., nota anterior, págs. 101 y 102.
166

fase final- del proceso de unión econòmica y monetaria, además de en


moneda en sentido propio en moneda única de los Estados miembros68.

c) £1 nombre del librado.

También es requisito esencial de la letra la designación de la


persona a quien se ordena que haga efectivo el importe de aquélla. La
letra de cambio deberá contener, a tenor de lo dispuesto en el art. 1.3
LCCH "el nombre de la persona que ha de pagar denominada librado" 69.
La falta absoluta de dicha mención provoca la nulidad de la letra sin que
pueda suplirse su omisión a través de la aceptación. En todo caso, la
transformación de la letra de cambio en pagaré, a favor del tomador y a
cargo del librador, será posible si el documento reúne los requisitos de
aquel título exigidos en el art. 94 LCCH,

La figura del librado, que puede coincidir con la del librador (art.
4.b LCCH), se incorpora a la letra mediante la simple designación. En
caso de persona física, la mención esencial se hará consignando nombre
y apellidos, y si se trata de una persona jurídica por su denominación o
razón social 70. También pueden ser librados aquellas entidades a las que
el derecho no otorga personalidad jurídica, v. gr. comunidades de
propietarios 71 .

68
.- Esta cuestión está ampliamente tratada por LOUIS, "Aspectos jurídicos de la realización
de la Unión económica y monetaria", en El Derecho comunitario europeo y su aplicación
judicial, 1a ed., Madrid, 1993, vid. en especial, págs. 252 a'255.
69
.- La fórmula utilizada por la LCCH en el art. 1.3 es claramente errónea: el librado,
mientras no acepte, no es la persona que ha de pagar, sino la llamada a hacerlo.
70
.- La designación del librado puede efectuarse mediante un seudónimo, cuando sirva para
identificar perfectamente a una persona; también puede bastar la indicación de unas siglas
conocidas, etc. Vid. en este sentido y por todos, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de
Derecho mercantil, cit., pág. 390.
7I
.- Cfr. SAP de Valencia, Secc. 8a, de 28 de febrero de 1994 (RGD, núm. 600, septiembre
94, págs. 10107 y 10108).
167

Con carácter general, se admite una práctica frecuente en el tráfico


mercantil que consiste en la designación del librado mediante la
expresión de un nombre comercial o el rótulo de un establecimiento. Tan
sólo se exige una condición: que quede perfectamente determinado e
*7*)
identificado .

Las letras en las que se indiquen como librado personas


inexistentes, imaginarias o ficticias son válidas; esto es, no dejan de
surtir efecto las obligaciones cambiarías contraídas por los demás
firmantes -librador y endosantes-73. Tampoco será nula la letra si el
librado carece de capacidad cambiaria.

En cuanto al supuesto de una pluralidad de librados, el art. 3


LCCH establece la presunción de que se han designado solidaria o
indistintamente. Por tanto, si se quiere designarlos, bien sea en forma
conjunta, o bien en forma sucesiva, deberá indicarse expresamente 74.
Cualquiera que sea la forma en la que se designen los librados no es
posible fraccionar la deuda cambiaria entre ellos 75, ni establecer
n
.- Vid. sobre ello, VICENT CHULLA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II,
cit., pág. 656; VÁZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., págs. 114 y 115;
CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria, I, cit., pág. 409. Existe
también jurisprudencia en este sentido, vid. SAP de Albacete, de 17 de septiembre de 1990
(RGD, núm. 564, septiembre 91, págs. 8689 y 8690) y SAP de Oviedo, Secc. 4a, de 15 de
octubre de 1991 (RGD, núm. 570, marzo 92, págs. 2219 y 2220).
".- Vid. sobre este tema, VICENT CHULIA, ob. cit. nota anterior, págs. 656 y 657;
IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 404; PEREZ-
SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento y la forma de la letra", cit., lug. cit., pág. 45;
HUECK y CANARIS, Derecho de los títulos-valor, cit., pág. 84.
74
.- La designación del librado en forma alternativa es admitida por URIA, Derecho
mercantil, cit., pág. 879; y por CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, Letra
de cambio, cit., pág. 12. Otros autores, en cambio, rechazan tal posibilidad por la
incertidumbre que genera, hasta el momento de la elección, en un elemento esencial de la
letra de cambio; en este sentido se manifiestan, VICENT CHULIA, Compendio crítico de
Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 657; IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de
cambio", cit., lug. cit., págs. 405 y 406.
".- Como ya hemos señalado, la suma cambiaria es indivisible, vid. supra, pág. 144.
168

vencimientos distintos (art. l .4 LCCH). Su régimen jurídico se completa


con reglas especiales referentes a la aceptación (art. 31), al pago (art. 44)
y al protesto (art. 54).

Las inexactitudes que pueden recaer en el nombramiento del


librado sólo producen la nulidad de la letra en caso de que la intensidad
de aquéllas sea tal que haga imposible la identificación de dicho
personaje cambiario 76.

Del tenor literal del art. 1.3 LCCH, se infiere que el domicilio del
librado no es un requisito esencial de la letra de cambio. La previsión del
art. 2.b LCCH -que salva la falta de mención del lugar de pago mediante
el recurso al lugar designado junto al nombre del librado, que se
considera, a su vez, domicilio del librado- no puede llevar a una
conclusión opuesta a la expresada. Por otra parte, esta es una cuestión
que en la actualidad no reviste mayor importancia, pues, en la gran
mayoría de las letras de cambio el lugar de pago no coincide con el
domicilio del librado -nota característica de la cambial domiciliada, art. 5
LCCH-.

d) El vencimiento o fecha de pago.

La trascendencia de la mención del vencimiento deriva del hecho


de que un gran número de instituciones jurídico-cambiarias dependen de
ella: la presentación al pago (art. 43), el protesto (art. 51.4), la

76
.- "En tal materia (se refiere a la designación de librado en un título valor) es doctrina legal
totalmente consolidada la que expone que lo sustancial conste en elementos suficientes que
permitan identificar e individualizar al librado, siendo así que los simples errores
gramaticales u omisiones parciales e insignificantes carecen de trascendencia cuando por sí
mismos son insusceptibles de crear confusión e inducir a error sustancial ..." (SAP de Palma
de Mallorca, Secc. 1a, 19 enero 1989; RGD, núms. 544-45, enero-febrero 90, págs. 789 y
790).
169

prescripción (art. 88), el nacimiento de la acción cambiaria (arts. 49 y


50), etc. Por ello "la indicación del vencimiento" (art. 1.4 LCCH) debe
consignarse en la cambial sin ningún tipo de imprecisión que pueda
ocasionar equívocos, debilitando la seguridad del tráfico.

La doctrina científica distingue unas notas características que,


como regla, deben informar el requisito del vencimiento. Así, se dice que
la fecha del vencimiento ha de ser posible, cierta, tanto en cuanto a si
llegará, como a cuándo (producen, pues, incertidumbre el incertus an y
el incertus quando) y única 77. El art. 38 LCCH declara nulas las letras
7R
con vencimientos sucesivos .

El vencimiento de la letra de cambio debe estar indicado en una de


las modalidades previstas en el art. 38 LCCH. La enumeración contenida
en el mencionado artículo es taxativa, de modo que la cambial es nula
cuando contenga una fórmula distinta de vencimiento. Las cuatro
fórmulas admitidas son las siguientes: a fecha fija, expresando el día,
mes y año en que la letra se ha de pagar 79; a un plazo contado desde la
fecha, a la vista, y aun plazo contado desde la vista.
77
.- "La expresión de un fecha de vencimiento (artículo 1°. cuarto) anterior a la de
libramiento (artículo 1°. séptimo) implica necesariamente la irrealidad de una u otra y, por
tanto, su inexistencia, lo que priva al efecto de la consideración como "letra de cambio"
(artículo 2°)" (SAP de Murcia, Secc. 3a, de 11 de abril de 1991; RGD, núm. 576, septiembre
92, pág. 9279).
78
.- Aunque el art. 38 LCCH no lo recoja expresamente, la doctrina entiende que los
vencimientos alternativos, bien en cuanto al término, bien en cuanto al modo, son contrarios
al tenor legal generando la nulidad de la letra. Vid. al respecto, y por todos IGLESIAS
PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 422. VICENT CHULIA
(Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág". 661) entiende que también debe
reputarse nula una letra librada a término, v.gr. "pagúese hasta el 8 de enero de 1996".
79
.- Vid. en CASALS COLLDECARRERA (Estudios de oposición cambiaria, I, cit., págs.
528 y ss.) la doctrina de la LUG referente a los supuestos en los que falte la indicación del
día, del mes o del año.
En el supuesto de que para indicar el vencimiento se utilizaran expresiones tales
como "a comienzo", "a mediados", "a fin de mes", entiende la doctrina que la falta de
exactitud de dichas expresiones puede salvarse acudiendo a las reglas de la LUG, -la LCCH
no facilita solución alguna aplicable al caso-, cuyo art. 36 estatuye una equivalencia entre las
170

La indicación del vencimiento es un requisito formal natural de la


declaración cambiaria originaria, pues, la LCCH destina una norma para
suplir su falta. Así, una letra cuyo vencimiento no esté expresado no es
nula, sino que se considera pagadera a la vista (art. 2.a LCCH). Sin
embargo, a nuestro entender esta previsión legal no puede aplicarse a
aquel vencimiento que no sea cierto, posible o único; un vencimiento no
expresado no es un vencimiento imposible ni incierto 80.

e) El lugar en que se ha de efectuar el pago 8l .

La expresión del "lugar en que se ha de efectuar el pago" (art. 1.5


LCCH) no constituye una mención estrictamente necesaria para la
validez del título. La LCCH en el apartado b) del art. 2 dispone que a
falta de indicación específica, el lugar designado junto al nombre del
librado se considerará como lugar de pago. Aunque en principio podría
pensarse que la LCCH con la norma del art. 2.b evita situaciones
conflictivas relacionadas con el lugar de pago, esto no es así, pues, no
debe olvidarse que la LCCH no requiere que junto al nombre del librado
figure su domicilio. Por ello, puede suceder que, faltando un lugar
especial para el pago, falte, a su vez, la designación del domicilio del

anteriores expresiones y los días primero, quince y último del mes. Vid. en este sentido
IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio*, cit., lug. cit., pág. 425.
80
.- Vid. en este sentido, IGLESIAS PRADA, "Él libramiento de la letra de cambio", cit., lug.
cit., pág. 422; GARCIA LUENGO y SOTO VAZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la
letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 149.
Sin embargo, URJA aplica extensivamente a estos supuestos lo dispuesto en el art.
2.a LCCH. De esta forma, entiende que una letra con vencimiento incierto (v.gr. el día de la
muerte de X) equivale a una letra sin designación del vencimiento (vid. Derecho mercantil,
cit., pág. 881).
8I
.- A los efectos de la LCCH, se entiende por lugar una localidad o población (art. 92).
171

O'l

librado y se de el supuesto de la denominada letra sin domicilio no


regulado por la LCCH.

La doctrina no otorga a la cuestión planteada un tratamiento


unánime. Algunos autores opinan que la ausencia en la letra de la
indicación de un lugar de pago, unido a la falta de designación de algún
lugar junto al nombre del librado, y por tanto, con imposibilidad de
aplicar el art. 2.b, no implica la nulidad de la letra. Fundamentan su
conclusión, además de en el principio de conservación de validez de la
letra que informa la LCCH, en el hecho de que el librado en el momento
de la aceptación puede indicar un domicilio de pago, argumento ex
0*5
artículo 32 LCCH . Otros autores, en cambio, sostienen que la omisión
de las anteriores consignaciones produce la nulidad de la letra al carecer
de eficacia, en estos casos, el mecanismo de suplencia previsto por la
LCCH84.

La coincidencia entre el lugar de pago y el domicilio del librado es


frecuente 85. Sin embargo, el librador puede indicar en la letra un lugar
de pago distinto del domicilio del librado (art. 32.1 LCCH). Es el
supuesto de la letra domiciliada, cuya consecuencia jurídica más
importante es que en ella no le está permitido al librador prohibir la
presentación de la misma a la aceptación (art. 26.2 LCCH). La hipótesis
hasta ahora contemplada es denominada por la doctrina mercantil
82
.- Asimismo, el art. 92 LCCH otorga, a los efectos de la LCCH, un significado concreto a la
palabra domicilio: dirección o residencia.
83
.- Esta línea de argumentación es mantenida por CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL
CASTAÑO, Letra de cambio, cit., pág. 51; CASALS COLLDECARRERA, Estudios de
oposición cambiaría, I, cit., pág. 556; PEREZ-SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento
y la forma de la letra", cit., lug. cit., pág. 55.
84
.- En tal sentido se manifiestan SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil,
cit., pág. 392; URIA, Derecho mercantil, cit., pág. 882; IGLESIAS PRADA, "El libramiento
de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 417; JIMENEZ SANCHEZ, Derecho mercantil, 1a
ed., Barcelona, 1990, pág. 556; HERNÁNDEZ JUAN, Las aplicaciones prácticas de la
nueva Ley de la letra de cambio y el cheque, cit., pág. 67.
85
.- Aunque también es posible que coincida con el domicilio del librador (art. 4.b LCCH).
172

domicilìación imperfecta. Frente a ella se distingue la domiciliación


perfecta, que ha sido reconocida expresamente por el art. 5.2 LCCH y
que permite que la letra sea pagadera en el domicilio de un tercero -ya se
encuentre en la misma localidad en que el librado tiene su domicilio, ya
en una localidad diversa- al que se reclamará el pago -domiciliatario-86.

En los últimos tiempos se ha difundido una forma de


domiciliación perfecta: la domiciliación de la cambial en una entidad
financiera (domiciliatario) a quien el tenedor de la misma reclamará el
pago. El modelo impreso oficial, aprobado por Orden Ministerial de 11
de abril de 1986, no es ajeno a lo expuesto y prevé la expresión de la
domiciliación bancaria de una forma muy precisa: no tan sólo
alfabéticamente, sino también numéricamente mediante el llamado
"Código Cuenta Cliente"-"C.C.C."-.

La existencia de una pluralidad de librados, posibilidad ya


mencionada cuando analizábamos el requisito esencial exigido por el art.
1.3 LCCH 87, puede ocasionar la existencia de una pluralidad de lugares
de pago que, siempre que se indiquen con carácter alternativo, no
QO

producirá la nulidad de la letra .

f) La indicación del tomador.

El tomador puede ser designado bien de una manera directa, bien


indirectamente. En ambos casos se cumple con el precepto del art. 1.6

86
.- Sobre las nociones de domiciliación "perfecta" e "imperfecta", vid. por todos GARCÍA
LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra de cambio en la
doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 167 a 169.
87
.- Vid. supra, pág. 167.
88
.- Vid. al respecto, IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit.,
pág. 418.
173

LCCH, que exige que en la letra de cambio conste: "El nombre de la


persona a quien se ha de hacer el pago o a cuya orden se ha de efectuar".

Las diferentes formas de mencionar al primer tenedor de la letra de


cambio no tienen ninguna influencia en la circulación del título. La
concepción de la letra como un título valor a la orden nato determina que
aunque no esté expresamente librada a la orden sea, aquélla, transmisible
por endoso (art. 14.1 LCCH) 89.

Por atentar contra la naturaleza de la letra de cambio, la simple


mención de "al portador", como fórmula que suple la exigencia del
nombre del tenedor, impide que pueda considerarse el documento letra
de cambio. Ahora bien, es posible conseguir, porque la LCCH lo
permite, el mismo resultado práctico que se obtendría con la utilización
de aquel giro prohibido: basta con librar la letra a la propia orden y
endosarla en blanco o al portador (arts. 16.2 y 15.3 LCCH)90.

La designación del tomador debe realizarse por su nombre


completo si es una persona física, o por su denominación o razón social
si se trata de una persona jurídica. También se admite, de igual forma
que para el librado, su designación mediante la expresión de un nombre
comercial o el rótulo de un establecimiento. Por otra parte, aunque no
esté expresamente permitido por la LCCH, la doctrina entiende que es
perfectamente posible la designación de varios tomadores, ya sea en
forma cumulativa, ya alternativamente 91.

89
.- En el supuesto de que el librador consigne en la letra las palabras "no a la orden" u otra
expresión equivalente, aquélla sólo podrá transmitirse en la forma y con los efectos de una
cesión ordinaria (art. 14.2 LCCH).
90
.- Vid. en este sentido, VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo
II, cit., pág. 657.
".- Vid. por todos, IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit.,
pág. 408.
174

La LCCH eleva la indicación del nombre del tomador a la


condición de requisito esencial de la letra -art. 1.6 en relación con el art.
2-. El motivo es claro: el tomador es el primer acreedor cambiario, por lo
que está facultado para transmitir la letra a un tercero o para exigir el
pago en el momento del vencimiento 92.

Sin embargo, el banco de pruebas que para toda norma constituye


su aplicación práctica pone de relieve la existencia de controversias en la
interpretación de la LCCH. En efecto, se han dictado y se siguen
dictando por nuestras Audiencias, incluso después de la entrada en vigor
de la LCCH, sentencias contradictorias respecto a la validez o invalidez
de letras de cambio en las que no se hace mención alguna del nombre del
tomador.

Según una dirección jurisprudencial minoritaria, si la acción


cambiaria se ejercita por el librador contra el aceptante, la inexistencia
del nombre del tomador en el texto de la letra no origina la nulidad de la
misma93. En cambio, existe otra orientación jurisprudencial más aceptada

92
.- La doctrina considera, no obstante, que la designación del tomador no está sometida a
reglas tan rigurosas como la designación del librado porque las imprecisiones que en este
orden puedan presentarse se subsanan con la posesión del título. Vid. en este sentido
CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, La letra de cambio, cit., págs. 13 y 14;
URIA, Derecho mercantil, cit., pág. 879.
93
.- En este sentido, se ha declarado que "el hecho de que en la letra no se designe al
tomador, contrariamente a lo que establece la regla 6a del artículo 1° de la Ley Cambiaria no
impide que se califique a la acción como cambiaria, pues tal inexistencia según algunas
audiencias, carece de relevancia, en los supuestos en los que la relación jurídica se plantea
exclusivamente entre librador y librado", SAT de Càceres, de 5 de julio de 1988 (RGD, núm.
540, sept. 1989, págs. 6173 y 6174). En la anterior sentencia se citan como antecedentes las
sentencias de la AT de Sevilla, 23 junio 1960, y la de la AT de la Coruña, 10 diciembre
1963. Vid. asimismo, SAP de Valencia, Secc. 7a, de 26 de marzo de 1990 (RGD, núm. 548,
mayo 90, págs. 3700 a 3702); SAP de Ciudad Real, Secc. 1a, de 24 de febrero de 1995 (RGD,
núm. 620, mayo 96, págs. 6356 y 6357); SAP de Madrid, Secc. 13a, de 3 de marzo de 1995
(RGD, núm. 609, junio 95, págs. 7436 y 7437) en las que se sostiene que la falta de mención
del tomador no provoca la nulidad de la letra de cambio, pues su identificación es posible,
además de por la posesión del título, si se entiende que la letra se ha librado "a la propia
175

que, en base al tenor literal del art. 2 LCCH, estima que un documento
no es letra de cambio si falta uno de los requisitos esenciales exigidos
por el art. 1 LCCH, como lo es el nombre del tomador, sin que pueda
reputarse, salvo que se especifique claramente, que la letra se halla
girada a la propia orden 94.

g) La fecha y el lugar en que la letra se libra.

De estas dos menciones impuestas por el art. 1.7 LCCH, tan sólo
el señalamiento de la fecha de emisión constituye un requisito
absolutamente necesario de la declaración cambiaria, pues, la LCCH no

orden". A esta interpretación subyace la finalidad perseguida por al LCCH de "fortalecer la


posición jurídica del acreedor cambiario".
94
.- Vid. SAT de Zaragoza, de 24 de junio de 1988 (ROD, num. 537, junio 1989, págs. 4257 y
4258); SAP de Barcelona, Secc. 11a, de 21 de febrero de 1990 (RGD, núms. 550-51, julio-
agosto 90, págs. 5968 y 5969); SAP de Barcelona, Secc. 11a, de 13 de noviembre de 1990
(RGD, núm. 559, abril 91, págs. 3298 y 3299); SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 20 de febrero
de 1991 (RGD. núm. 564, sept. 91, págs. 8191 y 8192); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a,
de 5 de octubre de 1991 (RGD, núms. 568-69, enero-feb. 92, págs. 790 y 791); SAP de
Alicante, Secc. 4a, de 6 de julio de 1993 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 20, octubre 93,
pág. 2053); SAP de Barcelona, Secc. 4a, de 23 de septiembre de 1993 (RGD, núm. 591,
diciembre 93, págs. 12391 a 12393); SAP de Madrid, Secc. 12a, de 8 de noviembre de 1993
(RGD, núm. 594, marzo 94, págs. 2387 y 2388); SAP de Huelva, de 9 de noviembre de 1993
(RGD, núm. 603, diciembre 94, págs. 13500 y 13501); SAP de Madrid, Secc. 9a, de 4 de
febrero de 1994 (RGD, núm. 597, junio 94, págs. 7121 y 7122); SAP de Barcelona, Secc. 1a,
de 10 de junio de 1994 (RGD, núms. 604-605, en.-febr. 95, págs. 1085 y 1086); SAP de
Barcelona, Secc. 14a, de 31 de octubre de 1994 (RGD, núm. 607, abril 95, págs. 3899 y
3900); SAP de Toledo, Secc. 1a, de 27 de febrero de 1995 (RGD, núm. 620, mayo 96, págs.
6277 a 6279). En concreto, en la SAP de Barcelona, de 20 de febrero de 1991 se declara que,
aun cuando la doctrina admite "en general una cierta inconcreción en la designación del
mismo (se refiere al tomador), siempre que la interpretación de las declaraciones impresas en
la letra sean suficientes para identificarle de forma inequívoca (...)", no puede equipararse, al
anterior supuesto, la no constancia del nombre del tomador "que no puede subsanarse por el
hecho de que los documentos debatidos no hayan salido de la relación interna librador-
aceptante incorporándose al cauce mercantil, y en consecuencia, si bien antes de su
vencimiento podía admitirse que su inexistencia sólo generaba una imposibilidad de
transmisión cambiaria, lo cierto es que la falta de mención del tomador tras su vencimiento
determina su no consideración como letra de cambio".
176

prevé subsanación alguna para el supuesto de su omisión (cfr. art. 2


LCCH).

Por lo que se refiere a la fecha de la cambial, la doctrina señala


que ésta debe ser posible 95, inequívoca, única % y verdadera. Sin
embargo, al concebirse la fecha de emisión como un elemento de
carácter esencial, debe partirse de la fecha declarada aunque sea ficticia
(prevalece el principio de autonomía de la voluntad y lo que es más
importante, el principio de la literalidad del documento que favorece la
circulación del título)97. Una excepción: la autonomía de la voluntad no
puede prevalecer en todo caso, puesto que para determinadas materias
(v.gr. capacidad del librador), no constituye un punto de referencia
incontestable la fecha documentada sino la real 98. Por otra parte, es

95
.- Vid. por todos, VICENT CHULLA, Compendio critico de Derecho mercantil, tomo II,
cit., pág. 660.
La SAP de Madrid, Secc. 8a, de 18 de abril de 1994 (ROD, num. 600, septiembre 94,
pág. 9919) salva la validez de una letra de cambio con fecha de libramiento imposible -30 de
febrero de 1988- en base a una "interpretación flexible, propia del derecho mercantil y del
espíritu que anima a la Ley Cambiaria y del Cheque 19/1985, de 16 de julio". Aunque la AP
apoya su resolución en criterios de diversa índole -extracambiarios y cambiarios-, a nuestro
entender, es determinante el hecho de que la fecha del vencimiento es indubitada y posible
-30 de mayo de 1988-; esto es, la cambial está librada a fecha fija (cfr. art. 38 LCCH). No
obstante, la citada sentencia de la AP de Madrid acude, para salvar la exigencia del art. 1.7
LCCH, a una aplicación analógica del art. 41.2 LCCH (vencimiento en día inhábil) y declara
que: "Debe, pues, entenderse firmada la letra (puesto que no se ha negado la realidad de su
firma ni la autenticidad del título valor) en el día siguiente inmediato a la inexistente fecha".
96
.- Aunque en caso de una pluralidad de libradores, se admite su diversidad cuando la fecha
de vencimiento no dependa de la de libramiento. Vid. en este sentido, IGLESIAS PRADA,
"El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 417; y CALAVIA MOLINERO y
BALDO DEL CASTAÑO, La letra de cambio, cit., pág. 66. Ambos autores siguen en este
punto a RUBIO (cfr. Derecho cambiario, cit., pág. 263).
97
.- La doctrina mercantil afirma que una fecha ficticia (supuesto que se refiere a las letras
antedatadas y postdatadas) debe tenerse por verdadera para quienes hayan acordado
adoptarla y para los terceros de buena fe. Cfr. LANGLE, Manual de Derecho mercantil
español, tomo segundo, cit., pág. 214.
98
.- Vid. en particular VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II,
cit., pág. 660; IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág.
416; CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, La letra de cambio, cit., págs. 65
y 66.
177

obvio que si la fecha de la letra de cambio ha sido falsificada con la


intención de perjudicar al deudor (v.gr. adelantar el vencimiento), éste
podrá alegar la excepción de falsificación ".

La determinación de la fecha de libramiento puede tener lugar


mediante la consignación del día, mes y año, o por la utilización de
expresiones de general comprensión 10° y su expresión puede efectuarse,
indistintamente, en cifras o en letras.

La fecha de libramiento de la cambial es un requisito esencial


para:

- poder apreciar la capacidad del librador, su domicilio y la


Ley nacional aplicable al documento (art. 98 LCCH).
- determinar el vencimiento de las letras giradas a un plazo
contado desde la fecha y, también, para señalar el límite de presentación
al cobro y a la aceptación, de una letra a la vista y a un plazo desde la
vista, respectivamente (arts. 41, 39 y 27 LCCH).
- señalar el inicio del devengo de los intereses
convencionales, a no ser que se indique otra fecha al efecto (art. 6.3
LCCH).
- determinar si el vencimiento de la letra de cambio excede
de seis meses, en cuyo caso se exige el impuesto que corresponda al
duplo de la base imponible (art. 36.2 del Real Decreto Legislativo
1/1993, de 24 de septiembre, por el que se aprueba el Texto refundido de
la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos Documentados) 101.

".- Vid. infra, Capítulo Quinto, págs. 536 y 537.


l00
.- Vid. supra, nota 79,
101
.- Cfr. SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 19 de febrero de 1990 (RGD, núms. 556-
57, enero-febrero 91, pág. 854).
178

Además de la fecha de libramiento, la LCCH exige la indicación


del lugar de su emisión. Sin embargo, la relevancia jurídico-cambiaria de
este último requisito no puede equipararse a la que se ha imprimido a la
mención de la fecha. Así, en primer término, la designación del lugar en
que la letra se libra no es absolutamente imprescindible, pues, su
omisión no produce la nulidad de la letra si puede ser suplida por la
previsión contenida en la letra c) del art. 2 LCCH, en la que se dispone
que: "La letra de cambio que no indique el lugar de su emisión se
considerará librada en el lugar designado junto al nombre del
librador"102. Y, en segundo lugar, suprimida ya la distantia loci como un
elemento básico de la operación de cambio 103, la consignación del lugar
de emisión ve reducida su trascendencia al àmbito del régimen jurídico
aplicable a las letras de circulación internacional (cfr. arts. 98 a 102
LCCH).

Con respecto al requisito del lugar de emisión, la doctrina ha


puntualizado que la letra será inválida cuando el lugar mencionado fuese
inexistente o puramente imaginario; es decir, la designación del lugar de
libramiento ha de tener "una apariencia de verosimilitud y una
posibilidad de reconocimiento" 104. Por otra parte, no ha sido resuelta la
cuestión relativa a la validez de la letra de cambio si en ella figuran
varios lugares de emisión. En principio, en la cambial sólo puede constar

102
.- Cfr. al respecto, SAP de Jaén, de 14 de junio de 1993 (RGD, núms. 601-02, oct.-novbre.
94,pág. 12303).
Ahora bien, en el supuesto de que la omisión del lugar de libramiento no pueda ser
suplida porque junto al nombre del librador no consta lugar alguno, se produce la nulidad de
la letra "sin que pueda subsanarse con referencias o elementos de prueba extracambiarios
referentes al domicilio real, no expresado del librador" (SAP de Madrid, Secc. 13a, de 26 de
abril de 1994; RGD, núm. 600, septiembre 94, pág. 9922).
l03
.- La distantia loci, como requisito formal de la letra de cambio, desaparece por primera
vez en el Proyecto de Código de comercio presentado a las Cortes Españolas, el 20 de marzo
de 1882, por D. Manuel Alonso Martínez. Sobre la evolución de dicho requisito en la
dogmática cambiaria, vid. AGUILERA-BARCHET, Historia de la letra de cambio en
España, cit., págs. 436 a 444.
104
,- CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria, I, cit, pág. 295.
179

un lugar. Ahora bien, se ha precisado que, si aquélla ha sido girada por


una pluralidad de libradores, debe admitirse la consignación de varios
lugares de emisión 105.

h) La firma del librador.

El librador perfecciona con su firma la declaración cambiaria


originaria, asume su contenido y se convierte en obligado cambiario. Sin
ella no hay letra de cambio y, por consiguiente, no pueden contraerse
nuevas obligaciones cambiarías. Por esto, "la firma del que emite la letra,
denominado librador" (art. 1.8 LCCH) es un requisito de carácter
esencial.

A la firma se le otorga, esencialmente, una función identificadora


de la persona del librador 106. No obstante, la exigencia legal de la firma
no incluye, además, que ésta sea legible 10?. Una firma ilegible no
convierte en nula la letra siempre y cuando sea factible reconocer al
librador sin acudir a circunstancias externas al título. Esta interpretación
integradora del título se utiliza, también, para salvar la validez de la letra
en determinados supuestos en los que hay ausencia total de firma 108.
l05
.- Vid. IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 415.
l05
.- Esta función conlleva que la firma por seudónimo se tenga por inexistente, entre otras
razones, por impedir la perfecta identificación del emitente de la declaración; vid. sobre el
particular, GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra
de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 12; y CASALS
COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaría, I, cit., pág. 466.
l07
.- Puede, por tanto, realizarse mediante cualquier tipo de signo. Sin embargo, en el
supuesto de que el librador sea una sociedad no basta la simple rúbrica junto a la razón o
denominación social, pues, es necesaria la firma manuscrita de quien tenga poderes. Vid. en
este sentido CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque. Estudio
sistemático de la Ley del Cheque de 16 de julio de 1985, Barcelona, 1987, pág. 70.
l08
.- SÁNCHEZ CALERO (Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 392) entiende que
la falta de firma del librador que está identificado en el anverso de la letra (v.gr. aparece su
sello), y al dorso está su firma como primer endosante, por tratarse de una letra girada a la
propia orden no determina la nulidad de la letra. Esta doctrina autointegradora ha sido
180

La firma ha de ser autògrafa. Una firma no manuscrita acarreará la


sanción prevista en el art. 2.1 LCCH: el título no será letra de cambio por
falta de una de las formalidades exigidas I09. En cambio, no es necesario
que la firma sea auténtica; una firma falsa o de persona imaginaria es
suficiente para la válida creación del título, pues, las restantes
obligaciones cambiarías no dependen de la validez de la declaración
cambiaría del librador (art. 8 LCCH). En todo caso, si la firma es falsa el
ejecutado podrá solicitar el alzamiento del embargo (art. 68 LCCH).

La LCCH no exige que figuren en la letra el nombre, apellidos y


domicilio del librador, si se trata de una persona física no; ni la
denominación y domicilio social, si se trata de una persona jurídica. Por
ello, en principio, su omisión no tendrá consecuencias cambiarías ni
extracambiarias 1H . No obstante, en la práctica el librador hace constar
los datos anteriormente señalados, pues, respecto a su identificación el
impreso oficial supera en contenido a las previsiones legales.

recogida por la jurisprudencia en varias resoluciones, entre las que cabe destacar, SAT de
Sevilla, Sala segunda, de 27 de octubre de 1987 (RGD, núms. 526-527, julio-agosto 1988,
pág. 4921) y SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 20 de febrero de 1991 (vid. supra, nota 94).
Ahora bien, la doctrina se pronuncia en contra de una heteroíntegración del título;
vid. por todos PAZ-ARES, "Las excepciones cambiarías", en Derecho cambiario. Estudios
sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, Madrid, 1986, pág. 335.
109
.- Todavía no ha tenido desarrollo legal la previsión del párrafo segundo de la Disposición
Final primera de la LCCH, que establece que en un futuro podrán estamparse firmas a través
de un medio mecánico de reproducción. Un precedente en el Derecho comparado lo
encontramos en el ordenamiento jurídico francés: la Ley núm. 66-380, de 16 de junio de
1966, admitió expresamente la firma no manuscrita del librador y de los endosantes (vid.
arts. 110 y 117 del Code de commerce en los que, refiriéndose respectivamente a la firma del
librador y de los endosantes, se dispone: "Cette signature est apposée, soit à la main, soit par
tout procédé non manuscrit").
"°.- De forma similar a lo ya expuesto sobre la designación del librado y del tomador, se
admite la posibilidad de que el empresario individual firme con su nombre comercial.
"'.- Si las tendría, aunque indirectamente, en el caso de que no se consignara en la letra el
lugar de su emisión (cfr. arts. 1.7 y 2.c LCCH). Vid. supra, pág. 178.
181

El principio de autonomía de las obligaciones cambiarías (art. 8


LCCH) alcanza una considerable relevancia en el restringido ámbito de
la declaración cambiaría originaria. De esta manera, existiendo una
pluralidad de libradores -que deben suscribir el libramiento por la total
suma cambiaria-, la cancelación de la firma de un co-librador, por los
motivos que sean, deja intacta la obligación de los demás que quedan
solidariamente obligados al pago de la cambial (art. 57 LCCH).

a') La suscripción del libramiento por representante.

El libramiento de la letra de cambio, como cualquier otra de las


declaraciones cambiarías, puede suscribirse personalmente por el
interesado o por medio de representante. En este último caso, para que
recaigan sobre el representado los efectos de la declaración cambiaría,
además del poder, deben concurrir dos circunstancias externas: el
representante tiene que dejar constancia de que suscribe en
representación e indicar la persona en nombre de la cual lo hace
(representado). Estos dos requisitos vienen exigidos por el art. 9.1
LCCH. Según la doctrina, el citado precepto exige la contemplatio
domini plena y expresa, que debe hacerse en forma escrita y dentro de la
propia letra de cambio 112. Si no fuera así, la nota de literalidad que
caracteriza a los documentos cambiarios -que se concreta en que el
tenedor únicamente adquiere los "derechos resultantes de la letra de
cambio", art. 17.1 LCCH- sería obviada por la LCCH.

A tenor de lo dispuesto en el art. 9.1 LCCH, nuestros Tribunales


han declarado, de forma reiterada, que la presunción legal contenida en
el párrafo segundo del art. 9 LCCH -"se presumirá que los
112
.- Vid. en este sentido, VELASCO SAN PEDRO, La representación en la letra de cambio,
Valladolid, 1990, págs. 56 y 57; ALONSO ESPINOSA, Representación cambiaria:
presupuestos y eficacia, Madrid, 1991, págs. 27 y ss.
182

administradores de Compañías están autorizados por el solo hecho de su


cumplimiento"- no exime de la necesaria referencia, en la antefirma, de
la condición de representante para que éste no quede obligado
personalmente frente a los tenedores de buena fe "3. Es decir, es una
norma que afecta a la existencia del poder no a su proclamación. En este
sentido, la doctrina y la jurisprudencia entienden que es aplicable a las
suscripciones cambiarías efectuadas por una persona que ostenta poder
de representación de otra, pero que no ha hecho constar este extremo en
la propia letra de cambio, lo dispuesto en el art. 10 LCCH para las
situaciones de falta de poder: el representante debe responder
personalmente, sin perjuicio de que si paga adquiera los derechos que le
hubieran correspondido al representado '14.

Como ya se ha dicho, el art. 9.1 LCCH requiere que la


contemplatiu domini sea plena y expresa, debiéndose indicar tanto que la

"3.- Así lo han entendido, entre otras, SAP de Santa Cruz de Tenerife, de 22 de junio de
1989 (RGD, núms. 544-45, enero-febrero 90, págs. 1011 y 1012); SAP de Sta. Cruz de
Tenerife, Secc. 1a, de 17 de septiembre de 1991 (RGD, núms. 574-575, julio-agost. 92, págs.
7743 a 7745); SAP de Albacete, de 8 de mayo de 1991 (RGD, núms. 577-78, oct.-novbre. 92,
pág. 10695); SAP de Barcelona, Secc. 13a, de 6 de abril 1992 (RGD, núms. 577-578, otc.-
novbre. 92, págs. 10572 a 10574); SAP de Barcelona, Secc. 4a, de 17 de mayo de 1993
(RGD, núm. 588, septiembre 93, págs. 8932 y 8933); SAP de las Palmas de Gran Canaria,
Secc. 5a, de 9 de diciembre de 1992 (RGD, núm. 591, diciembre 93, págs. 12688 y 12689).
En el fundamento de derecho segundo de esta última resolución puede leerse: "Según se
colige de los artículos 33, 9 y 10 de la Ley Cambiaria, la firma del aceptante de una letra de
cambio le introduce en el círculo cambiario y le obliga a su pago, de tal modo que si es una
persona individual sobre él recaerá la obligación, y si es una persona jurídica sobre ésta,
siempre que el firmante se hallase autorizado con poder de aquel en cuya representación
obró, expresándolo claramente en al antefirma, pues de otro modo la responsabilidad será
personal de quien firmó".
En contra, SAP de Valencia, Secc. 4a, de 23 de enero de 1995 (RGD, núm. 609, junio
95, pág. 7642), en la que se declara que "(...) por lo que de acuerdo con el citado párrafo 2°
del artículo 9 no es necesario el requisito exigido en su párrafo 1° ya que de manera clara y
paladina excluye dicho párrafo a los administradores de la Compañía del citado requisito".
"4.- Vid. por todos, URIA, Derecho mercantil, cit., pág. 876.
En cuanto a la jurisprudencia, vid. entre otras, SAP de Santa Cruz de Tenerife, de 22
de junio de 1989; SAP de Castellón, de 6 de febrero de 1993 (RGD, núm. 588, septiembre
93, págs. 9025 y 9026).
183

suscripción se efectúa en representación, como la persona en cuyo


nombre se hace.

Ahora bien, la LCCH no exige una determinada fórmula para


indicar el carácter representativo de la suscripción. Esto permite que se
utilice cualquier expresión que, de forma inequívoca, ponga de relieve
aquél carácter "5. Incluso, por lo que respecta a las sociedades
mercantiles, la jurisprudencia ha estimado que la representación
cambiaría es formalmente correcta aun cuando no se exteriorice con las
fórmulas tradicionales (v. gr. "por poder", "p.p.", "por autorización",
etc.), y admite que la firma del representante junto a la estampilla de una
persona jurídica es suficientemente expresiva del carácter representativo
con el que se actúa ' l6 .

Por otra parte, los caracteres de la contemplatiu domini


experimentan en diversos casos cierta atenuación o flexibilización. Así,
cuando la causa queda planteada entre quienes fueron parte en las
relaciones jurídicas subyacentes, o cuando la acción cambiaria se ejercita
por terceros que hayan conocido, a través de medios extracartulares, la
naturaleza representativa de la declaración, la jurisprudencia declara que,
aun habiéndose omitido el carácter representativo de la suscripción, la
actuación del representante vincula al representado siempre que la

"5.- Cfr. VELASCO SAN PEDRO, La representación en la letra de cambio, cit., pág. 62;
CALA VIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, Letra de cambio, cit., pág. 31.
"6.- Esta doctrina tuvo su punto de arranque en la STS (1.a), de 24 de abril de 1970 (RAJ
2039), en la que se declara lo siguiente: "(...) cuando el librador o endosante de una cambial,
es una empresa o sociedad, es suficiente, y cumple el trámite normal, la firma del
representante de ella, juntamente con la mención de la estampilla de la razón social en cuya
representación actúa aquél". En la misma línea, SAT de Madrid, Sala Segunda, de 6 de mayo
de 1987 (RGD, núm. 523, abril 1988, págs. 2059 y 2060); SAP de Madrid, Secc. 21a, de 1 de
junio de 1992 (RGD, núms. 577-578, oct.-novbre. 92, págs. 10457 y 10458) y SAP de
Madrid, Secc. 13a, de 19 de abril de 1993 (RGD, núms. 586-8, julio-agosto 93, págs. 7419 a
7421).
184

existencia de la representación sea cumplidamente probada 117. Es decir,


en estos supuestos la literalidad cede en favor de la configuración de
derechos y obligaciones que resulta de las relaciones subyacentes.

Incluso el ordenamiento jurídico prevé determinados supuestos de


hecho respecto de los cuales libera al representado de indicar de forma
expresa la existencia de la representación. Uno de estos supuestos se
recoge en el art. 286 CCom. Este precepto constituye la base legal de la
contemplatiu domini tácita cuyos efectos se limitan al ámbito de las
11O

relaciones inter partes . De acuerdo con lo dispuesto en el art. 286


CCom., el factor notorio vinculará cambiariamiente a su principal,

"7.- Esta es la doctrina contenida en las siguientes resoluciones: STS (1.a) de 12 de diciembre
de 1985 (RAJ 6436); SAP de las Palmas de Gran Canaria, Secc. 2a, de 5 de abril de 1991
(RGD, núm. 579, diciembre 92, págs. 12819 y 12820); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a,
de 13 de abril de 1991 (RGD, núms. 580-81, en.-febr. 93, págs. 965 y 966); SAP de Madrid,
Secc. 20a, de 27 de octubre de 1992 (RGD, núm. 582, marzo 93, págs. 2030 a 2032); SAP de
Oviedo, Secc. 5a, de 20 de octubre de 1992 (RGD, núm. 582, marzo 93, págs. 2370 y 2371);
SAP de Madrid, Secc. 12a, de 28 de marzo de 1994 (RGD, núms. 598-99, julio-agost. 94,
págs. 8483 a 8485). En el fundamento de derecho tercero de la última sentencia citada se
declara que: "(•..); partiendo de estos hechos y de acuerdo con la doctrina antes expuesta es
claro que el demandado (...) no viene obligado a responder personalmente del pago de las
letras base de la ejecución despachada y mandada seguir adelante por la sentencia apelada,
por cuanto las aceptó como Legal Representante y con facultades para ello de la mercantil
librada y ello era conocido por la propia libradora, a la que constaba que las relaciones
comerciales mantenidas eran entre las dos sociedades y la intervención del ejecutado no era
a título personal sino como representante legal de la librada (...)" la cursiva es nuestra.
Ahora bien, hay jurisprudencia en contra que estima que no es suficiente ínter partes
la acreditación extracartular de la representación: "(...) debe seguirse el criterio de que para
que las consecuencias de la aceptación recaigan plenamente sobre el representado, se
requiere no sólo que la persona que representa se halle autorizada con poder para ello, como
aquí ocurre, en que el demandado ejecutado es administrador de la sociedad librada en la
cambial, sino que además debe expresarse "claramente" tal condición en la antefirma, ya que
el artículo 9 de la Ley Cambiaria exige la expresión de la contemplano domini cuando se
pongan firmas en nombre de otro, de modo que aparezcan de la literalidad de la declaración
cambiaria la designación del representado, pues, de otro modo, la consecuencia no puede ser
otra que la de quedar obligado personalmente el representado" (SAP de Barcelona, Secc. 4a,
de 17 de mayo de 1993; RGD, núm. 588, septiembre 93, pág. 8933). Vid., asimismo, SAP de
Castellón, de 6 de febrero de 1993 (RGD, núm. 588, septiembre 93, págs. 9204 a 9207).
"8.- Por tanto, respecto de terceras personas no debería aplicarse la contemplatiu domini
tácita. Vid. VELASCO SAN PEDRO, La representación en la letra de cambio, cit., págs. 59
a61.
185

aunque no haya hecho indicación alguna de contemplatiu domini, si la


operación en concreto está comprendida en el giro o tráfico de la
empresa 119.

Por razón del objeto y finalidad de nuestro trabajo, nos es


materialmente imposible hacer referencia, ni siquiera de forma breve, a
las múltiples cuestiones que origina la figura de la representación
cambiaria 12°. Sin embargo, en sede de regularidad formal del título
ejecutivo surge una cuestión que no podemos ni debemos eludir. Ya
hemos señalado que la LCCH exige una contemplano domini plena y
expresa para que la representación despliegue su eficacia característica:
imputación de derechos y obligaciones al representado. También hemos
hecho una breve alusión a ciertas flexibilizaciones que, respecto de la
regla general, son admitidas por la doctrina y la jurisprudencia. Pues,
bien, partiendo de todas las anteriores consideraciones, nos preguntamos

ll9
.- En la SAP de Alicante, Secc. 4a, de 19 de nov. de 1991 (ROD, núms. 577-578, oct.-
novbre. 92, págs. 10759 y 10760) se declara: "Por otra parte, el artículo 286 del Código de
Comercio establece que los contratos celebrados por el factor de una empresa comercial
cuando notoriamente pertenezca a una empresa o sociedad conocidas, se entenderán hechos
por cuenta de dicha sociedad aun cuando el factor no lo haya expresado al tiempo de
celebrarlos, siempre que los contratos recaigan sobre objetos comprendidos en el giro o
tráfico del establecimiento. Y como en el caso de autos se cumplen tales circunstancias, pues
el firmante del documento reúne las condiciones de factor notorio como socio de la empresa,
y el negocio jurídico subyacente se realizó en beneficio de la sociedad y con su autorización
y conocimiento, ...". En parecidos términos se expresan otras muchas sentencias, entre otras,
SAT de Madrid, Sala segunda, de 4 de marzo de 1988 (RGD, núms. 526-527, julio-agosto
1988, págs. 4610 y 4611); SAP de Castellón, de 6 de febrero de 1993 (RGD, núm. 588,
septiembre 93, págs. 9204 a 9208); STS (1.a) de 7 de mayo de 1993 (RAJ 3462).
En cambio, en la SAP de La Corufla, Secc. 5a, de 27 de febrero de 1995 (RGD, núms.
610-611, julio-agosto 95, págs. 9387 y 9388) se afirma que si el demandado firmó la
aceptación de la letra en nombre de la sociedad de la que era factor notorio, debía expresarlo
así en la antefirma; en caso contrario, y al ser el juicio ejecutivo un proceso típicamente
formal y documentario el demandado debe asumir personalmente la responsabilidad.
120
.- Sobre este tema, vid., ampliamente, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL
CASTAÑO, Letra de cambio, cit., págs. 29 a 36; CASALS COLLDECARRERA, Estudios
de oposición cambiaría, II, 1a ed., Barcelona, 1986, págs. 423 y ss; VELASCO SAN
PEDRO, La representación en la letra de cambio, cit., págs. 65 y ss.; ALONSO ESPINOSA,
"Representación cambiaria: presupuestos y eficacia", cit., lug. cit., págs. 29 y ss.
186

qué sucederá en aquellos supuestos en los que las excepciones a la regla


general no sean de aplicación. En suma, nos planteamos cuál será la
influencia de los defectos en la contemplano domini sobre la validez de
la declaración cambiaría originaria.

Ante una situación de falta absoluta de contemplatiu domini -el


representante omite expresar en la antefirma su condición de tal y el
nombre del representado- nada irregular se infiere de la lectura de la
letra de cambio, por tanto, debe entenderse que la obligación cambiaría
ha sido asumida por el representante. Esta es la consecuencia jurídica
que se deriva de los principios generales de la representación -que hacen
recaer los efectos de la actuación del representante sobre su propia esfera
jurídica, cuando no expresa el carácter representativo de aquélla (cfr.
arts. 1717 CC y 246 CCom) 121-, así como del mecanismo propio de las
declaraciones cambiarías que conecta su emisión y la asunción de
obligaciones que comportan a la mera firma voluntaria en la letra de
cambio, y de la protección a la apariencia jurídica (cfr. arts. 12 y 93
LCCH).

Las irregularidades cartáceas se presentan en los supuestos de


contemplatio domini incompleta. Este es el caso del libramiento en el
que figura como librador el representado -persona física- l22 y la
suscripción la realiza el representante sin expresar su condición de tal.
Esta disconformidad documental generará la nulidad de la suscripción,
pues, según el tenor de la LCCH la declaración cambiaría del

l21
.- "..., esa obligación personal del representante sin indicación de su representación
encuentra su apoyo, tanto en lo ordenado por el artículo 1.717 del Código Civil, respecto a
que cuando el mandatario obra en nombre propio (...) queda obligado directamente con las
personas con quienes contrató ..." (SAP de Granada, Secc. 3a, de 8 de febrero de 1990; RGD,
núm. 564, septiembre 91, págs. 8487 y 8488).
l22
.- Ya hemos señalado que cuando el representado es una persona jurídica la jurisprudencia
ha flexibilizado el requisito de la consignación de la contemplatio domini y estima como
suficiente la mera indicación de la razón social junto a la firma del representante.
187

libramiento debe estar suscrita por el librador (art. 1.8). Y lo que es más
grave, esta nulidad afectará al conjunto de la letra de cambio, pues, como
claramente se deduce del art. 2 LCCH, todas las declaraciones
cambiarías están en relación de accesoriedad formal con el libramiento,
de suerte que sólo podrán producir sus efectos si la letra aparece
regularmente emitida 123.

Otro supuesto de contemplatio domini incompleta es el siguiente:


el representante, aun expresando el carácter representativo de la
suscripción, omite toda referencia a la persona en cuya representación
presuntamente obra. Dándose estas circunstancias, siendo el tenedor un
tercero no relacionado directamente con el representante y no siendo
posible identificar al representado a través de los datos que suministra el
título, debe estimarse que la declaración del representante es nula por
defecto de forma ya que del documento resulta que el firmante no actúa
en nombre propio sino en nombre ajeno. Así, de la misma forma que en
el anterior supuesto de contemplatio domini incompleta, la nulidad de
dicha declaración afectará a la validez de la letra de cambio 124.

Conviene señalar que el supuesto previsto por la norma del art. 4.c
LCCH -libramiento "por cuenta de un tercero"- no tiene cabida en el
esquema típico de la representación cambiaria. El ordenador no tiene que
figurar necesariamente en el título, entre otros motivos, porque esta
forma de giro sólo origina responsabilidad cambiaría en el librador.

Con el análisis del art. 1.8 LCCH finalizamos el examen de los


requisitos formales necesarios para la validez de la letra de cambio, no
sólo como título-valor, sino también como título ejecutivo.

l23
.- Cfr. VELASCO SAN PEDRO, La representación en ¡a letra de cambio, cit., págs. 71 y
72.
I24
.- Cfr. VELASCO SAN PEDRO, ob. cit., nota anterior, págs. 73 y 74.
188

No quisiéramos terminar el presente epígrafe sin hacer dos breves


consideraciones. La primera se centra en señalar que las menciones
enumeradas en el art. 1 LCCH deben figurar, exclusivamente, en el
documento en que se creó la letra y no en un posible suplemento de la
misma (art. 13 LCCH). La segunda hace referencia a la extensión del
contenido mínimo indispensable que ha de figurar en la letra de cambio.
Dicha actividad recae generalmente sobre el librador, aun cuando no
tiene por qué suceder siempre de este modo. Con excepción de la firma,
las restantes menciones pueden ser perfeccionadas por cualquier otro
obligado cambiario I25. Por otro lado, ningún precepto legal impone que
todas ellas coincidan en el tiempo. Estas dos últimas precisiones nos
sitúan ante la figura de la letra en blanco.

i) Letra de cambio en blanco.

Como se ha dicho, la letra en blanco no es una excepción al


principio de la formalidad legal de la cambial, sino que se erige en su
complemento126. Los requisitos formales analizados han de concurrir en
el momento en que se pretenden hacer efectivos los derechos que la letra
incorpora. Hasta ese momento, el título en el que no consten alguna o
varias menciones obligatorias es válido; por tanto, puede ser transmitido
por los mecanismos cambíanos y acoger en su seno las restantes
declaraciones cambiarías tipificadas en la LCCH.

l25
.- Cfr. RUBIO, Derecho cambiario, cit., pág. 248; VICENTE Y GELLA, Los títulos de
crédito en la doctrina y en el Derecho positivo, Zaragoza, 1933, pág. 225; IGLESIAS
PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 391.
l26
.- Vid. GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra de
cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 39. Entienden, estos autores, que una
excesiva rigidez en la concepción del formalismo cambiario podría entorpecer la agilidad de
la vida económica.
189

La letra en blanco ve reconocida su validez en el art. 12 LCCH.


Así lo entienden doctrina y jurisprudencia, a pesar de que este artículo se
refiere textualmente a la "letra incompleta" l27.

En principio, y por lo que a nosotros nos interesa, la diferencia


entre la letra en blanco y la letra incompleta puede establecerse de una
forma clara y sencilla, aunque no negamos que esto sea una inexacta
simplificación. Así, letra incompleta es aquella en la que en el momento
del vencimiento falta alguno de los requisitos esenciales exigidos por el
art. 1 LCCH y cuyo defecto no es subsanado por el art. 2 de dicha Ley.
Por el contrario, se denomina letra en blanco a aquel documento que es
creado y puesto en circulación, con uno o varios requisitos en blanco,
pero que es susceptible de ser completado, antes del vencimiento, por su
tenedor 128.

A falta de regulación legal, la doctrina formula dos requisitos


mínimos indispensables para que un documento sea considerado como
letra en blanco. Estos requisitos son: la existencia de cualquier firma

127
.- Vid. por todos, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 395.
Cfr. SAP de Alicante, Secc. 4a, de 28 de abril de 1993 (Actualidad Civil, Audiencias, AC
1006, num. 17, septiembre 1993).
128
.- En estos términos se expresan CALA VIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, La
letra de cambio, cit., pág. 58. Aunque también intuyen que puede afinarse más en la
distinción y apuntan otro elemento diferenciador que se traduce en el hecho de que la letra
incompleta se pone en circulación "sin o contra al voluntad del suscriptor". Asimismo,
BROSETA (Manual de Derecho mercantil, cit., págs. 615 y 616), entiende que lo que
distingue ambas letras es la existencia o ausencia de un pacto expreso para su puesta en
circulación y para ser posteriormente completada. En definitiva, la perfección formal de la
letra en el momento del vencimiento, o cuando se exige el cumplimiento de la obligación
cambiaria, no sería un elemento decisivo de la distinción entre ambos tipos de letras. La
admisión de esta tesis conduce a PAZ-ARES a distinguir entre "letra informal", "letra
incompleta" y "letra en blanco"; cfr. "Las excepciones cambiarías", cit., lug. cit., págs. 334 a
343.
No podemos dejar de señalar que, el momento en el cual el título ha de estar
completo, causa cierta confusión en la jurisprudencia. Así, en la SAP de Albacete, 20 marzo
1990 (RGD, núm. 564, septiembre 91, pág. 8688) se dice textualmente que: "... la necesidad
de que la letra tenga todos sus requisitos es para el momento en que se pone en circulación".
190

cambiaria -aunque algunos autores limitan este requisito a la firma del


librador o del aceptante 129-, y la indicación de que el documento es una
letra de cambio . A éstos se añade un tercer requisito que consiste en
un acuerdo por el que se autoriza al tenedor posterior a completar la
letra. Este acuerdo es el resultado de un pacto expreso o de una voluntad
implícita I31 .

La complejidad técnica de la figura de la letra de cambio en blanco


-propia, por otra parte, de todo el Derecho cambiario- nos ha obligado a
señalar sólo alguna de las muchas cuestiones que surgen en torno a ella.
Ahora bien, a nuestro entender la cuestión verdaderamente importante
que suscita la letra de cambio en blanco no es la determinación de un
orden cronológico en la sucesión de firmas o de menciones esenciales,
sino la fijación de los límites a la oponibilidad de las excepciones

129
.- Vid. en este sentido SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág.
395; GARCÍA-PITA Y LASTRES, "La Letra de cambio en blanco por carencia de librador",
en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 6, abril-junio 1982, págs. 464 y ss.; y
CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaría, III, 1a ed., Barcelona,
1987, pág. 37, quien restringe aún más el ámbito subjetivo del requisito de la firma y de una
interpretación estricta del término "emisión", empleado por el art. 12 LCCH, entiende que la
firma indispensable para la creación de una letra en blanco es la del librador.
l30
.- A ambos requisitos aluden las SSAP de Almería, de 9 de diciembre de 1992 (RGD, núm.
588, septiembre 93, págs. 9096 a 9098) y de 16 de marzo de 1994 (RGD,núms. 610-611,
julio-agosto 95, págs. 9307 y 9308). Tal y como dijimos, desde la óptica del Derecho
cambiario, la validez de una letra de cambio sólo depende de que el mencionado título-valor
reúna todos los requisitos formales enumerados en el art. 1 LCCH, a excepción de aquellas
menciones cuya omisión es subsanada por las presunciones del art. 2 LCCH, y no de la
incorporación de la declaración cambiaria originaria al modelo impreso oficial. La cláusula
cambiaria, es decir, la mención "letra de cambio" es suficiente para identificar el documento.
Sin embargo, algunos autores incluyen, entre los requisitos indispensables de la letra en
blanco, la utilización del modelo impreso oficial; vid. al respecto GARCÍA LUENGO y
SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la
jurisprudencia, cit., pág. 43; PEREZ-SERRABONA GONZÁLEZ, "El libramiento y la
forma de la letra", cit., lug. cit., pág. 60.
131
.- Sobre los mecanismos de formación de tal acuerdo, vid. GARCÍA LUENGO y SOTO
VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la
jurisprudencia, cit., págs. 45 y 46.
191

derivadas de la inobservancia del acuerdo de complementación -único


contenido del art. 12 LCCH-.

La excepción de integración abusiva se estudiará con el debido


detalle en el Capítulo Quinto del presente trabajo. Por ahora basta con
apuntar que dicha excepción tiene carácter personal y, por tanto, puede
ser opuesta: a aquél con quien se concluyó el acuerdo de integración; a
quienes adquirieron sucesivamente el título incompleto; y, a quienes, aun
habiendo recibido el título ya completo, lo hubieran adquirido de mala fe
« "i**

o con culpa grave

B) Pagaré.

La LCCH, contrariamente a lo establecido en el CCom, no ha


previsto la conversión de una letra incompleta y, por tanto, nula por vicio
de forma en otra categoría de título-valor 133. Aplicando la disciplina
general del negocio jurídico, la doctrina entiende que un título-valor nulo
por vicio de forma puede ser válido y tener eficacia mediante la
conversión en "una promesa de pago y a la vez en una delegación de
derecho común", siempre que en él concurran los presupuestos objetivos
del nuevo negocio 134. Más difícil es que, de acuerdo con la normativa
vigente, una letra a la que le falte alguna formalidad esencial pueda
transformarse en pagaré. La primacía del formalismo y abstracción de
los títulos cambiarios se traduce en un desplazamiento de la voluntad a la

l12
.- Cfr. PAVONE LA ROSA, La letra de cambio, cit., pág. 152. El completamiento abusivo
no elimina la pretensión cambiaria, sólo la reduce a los términos en que debió completarse la
letra; vid, SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, 10 de mayo de 1989 (RGD, núms. 544-45,
enero-febrero 90, págs, 797 y 798).
l33
.- En el derogado art. 450 del CCom se disponía que: "Si la letra adoleciera de algún
defecto o falta de formalidad legal, se reputará pagaré a favor del tomador y a cargo del
librador".
I34
.- IGLESIAS PRADA, "El libramiento de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 439.
192

forma. En este sentido, es imposible que una letra de cambio incompleta


reúna los requisitos formales que el art. 96 LCCH exige para que el título
pueda considerarse pagaré. Entre otras indicaciones faltará, con toda
seguridad, la denominación de pagaré I35.

La LCCH ha consagrado el pagaré como título ejecutivo por sí


mismo, sin necesidad de ningún tipo de actuación complementaria
(art. 96) 136. Antes de la entrada en vigor de esta Ley, el acceso del
pagaré al juicio ejecutivo dependía del resultado de las diligencias
111
preparatorias de la ejecución (arts. 1430 y 1431 LEC) . A su vez, la
adaptación de la normativa cambiaria española a la Ley Uniforme de
Ginebra ha determinado, del mismo modo que para la letra de cambio, la
configuración del pagaré como documento cambiario por la forma. En
este sentido, la LCCH "ha optado por la tesis de la creación a la hora de
1 "3 Q
calificar el pagaré como título-valor"

Se ha definido el pagaré como aquel "título formal que contiene la


promesa pura y simple de pagar una cantidad de dinero a favor o a la
orden de una persona determinada" 139. El pagaré no contiene, pues, una
orden de pago sino una promesa de pago. Por ello, su característica más
singular y que a su vez constituye la más notable diferencia con la letra
de cambio, es la identidad entre el librador y el librado. El firmante,

l35
.- Cfr. SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 10 de junio de 1994.(RGD, núms. 604-605, en.-febr.
95, págs. 1085 y 1086).
l36
.- Cfr. SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 18 de diciembre de 1991 (RGD, núm.
582, marzo 93, págs. 2568 y 2569).
l37
.- Sobre esta cuestión, vid. supra, pág. 128.
138
.- ARROYO MARTÍNEZ, "El pagaré", en Derecho cambiario. Estudios sobre la Ley
Cambiaría y del Cheque, cit., lug. cit., 747. En cambio, el CCom otorgó al pagaré carácter
causal. Así, para que un pagaré tuviera naturaleza cambiaria debía proceder de una operación
de comercio (art. 532); este origen debía constar en el propio documento (art. 531.7).
l39
.- ARROYO MARTÍNEZ, ob. cit., nota anterior, pág. 746.
193

como lo denomina la LCCH, o emisor es el obligado principal y directo


sin necesidad de aceptación 14°.

Como ya es sabido, por título formal se quiere significar que la


emisión responde a una determinada forma ad solemnitatem. En el caso
de que la misma no se respete el documento no tendrá la consideración
de pagaré (art. 95 LCCH). Para evitar la nulidad con la que amenaza el
art. 95 LCCH, el pagaré deberá contener la totalidad de las menciones
indicadas en el art. 94 LCCH, salvo que la omisión pueda ser salvada por
los criterios proporcionados por el propio art. 95 LCCH 141.

Algunos requisitos de forma contemplados en el art. 94 LCCH no


presentan particularidad alguna con respecto a los que se establecen en el
art. 1 LCCH para la letra de cambio. Este es el motivo por el que no
incidiremos en ellos142. Solamente pondremos de relieve las
particularidades que comporta la emisión del pagaré.

La primera de ellas es la identificación del documento mediante la


denominación de pagaré (art. 94.1). La omisión de la cláusula cambiaría

140
.- No puede llevar a confusión lo dispuesto en el art. 97.1 LCCH -"El firmante de un
pagaré quedará obligado de igual manera que el aceptante de una letra de cambio"- de cuyo
tenor literal se desprende, entre otras manifestaciones, la naturaleza jurídica de la acción
cambiaria dirigida contra el firmante -acción directa- y los requisitos y presupuestos de su
ejercicio, o más bien la ausencia de ellos (arts. 49 y 63 LCCH), así como el plazo de
prescripción de la acción (art. 88.1 LCCH). Pero no es correcto entender que se produce una
equiparación entre ambas figuras. Mientras que la firma del aceptante no es necesaria para la
existencia y validez de la letra (cfr. art. 1 LCCH), la firma del emisor del pagaré constituye
un requisito esencial (art. 94.7 LCCH). Por otra parte, la declaración del aceptante puede
estar limitada a una parte de la suma cambiaria (art. 30 LCCH), en cambio, la promesa del
firmante del pagaré no puede limitarse a una parte del todo.
m
.- También con respecto al pagaré, la doctrina distingue entre requisitos formales
esenciales y no esenciales o naturales. Vid. por todos, URIA, Derecho mercantil, cit., pág.
956.
l42
.- La SAP de Barcelona, Secc. 4a, de 23 de junio de 1992 (RGD, núms. 580-81, en.-febr.93,
págs. 640 a 643) realiza un estudio detallado de los requisitos establecidos por el art. 94
LCCH.
194

puede producirse más fácilmente que en la letra de cambio al no existir,


por el momento, modelo oficial.

Por lo que se refiere a la segunda particularidad, ya hemos dicho


que el firmante del pagaré asume directamente la obligación de pagar
una suma determinada y, por consiguiente, en el texto del pagaré debe
figurar una promesa de pago y no una orden (art. 94.2).

La tercera particularidad se centra en el vencimiento (art. 94.3). El


art. 96 LCCH declara aplicable al pagaré, la totalidad de los preceptos
que disciplinan el vencimiento de la letra; es decir, los arts. 38 a 42.
Cabe, no obstante, destacar en esta materia una norma dictada
exclusivamente para el pagaré. Esta norma (art. 97.2) regula el modo de
determinar el vencimiento en los pagarés emitidos a un plazo desde la
vista, ya que dicho título no es susceptible de aceptación.

El pagaré está sometido, como regla general, a las disposiciones


previstas por la LCCH para la letra de cambio "mientras ello no sea
incompatible con la naturaleza de este título" (art. 96 LCCH). A pesar de
que no sea una particularidad del pagaré, quisiéramos señalar que la
emisión de pagarés al portador está prohibida por la LCCH. En efecto, el
apartado quinto del art. 94 exige la designación del beneficiario, titular
del crédito cambiario en la fase de libramiento 143.

Por último, no podemos dejar de destacar una omisión del


legislador relativa a la firma del que emite el-título (art. 94.7) 144: la

143
.- Una interpretación errónea de la figura del pagaré en blanco, junto a otra contra legem
de los arts. 94 y 95, hace concluir a ARROYO MARTÍNEZ, ("El pagaré", cit., lug. cit., págs.
763 y 767), que la omisión del beneficiario no acarrea la nulidad del pagaré.
En todo caso, el pagaré en blanco lo único que permite es que dicho título, que es un
título a la orden nato (art. 14 LCCH), pueda transmitirse por simple tradición.
l44
.- En cuanto a los supuestos de emisión de la declaración cambiaria del librador de un
pagaré por representación, la consecuencia jurídica que deriva de la contemplano domini
195

Disposición Final primera de la LCCH no menciona el pagaré cuando


dispone que, en un futuro, se regulará el libramiento de letras de cambio
emitidas y firmadas en forma impresa, así como el modo en el que, en
estos casos, debe satisfacerse el impuesto de actos jurídicos
documentados. Este olvido puede ocasionar graves consecuencias si se
tiene en cuenta la generalización actual del uso que está teniendo el
pagaré en el mercado financiero, tanto privado (pagarés de empresa)
como público (pagarés del Tesoro)145.

a) Pagaré en blanco.

El pagaré en blanco -esto es, el pagaré que no está completo en el


momento de ponerlo en circulación, pero que se completa antes del
vencimiento- está admitido legalmente (cfr. art. 96 LCCH que se remite
al art. 12 LCCH). Ahora bien, la figura del pagaré en blanco, o mejor, su
utilización con unos fines muy determinados, ha generado últimamente
una serie de cuestiones que exceden de las que podríamos considerar
propias de tal figura 146. Estas cuestiones surgen de un supuesto muy
concreto: algunas entidades de crédito, ahorro y financiación 147, al

incompleta es la misma que la señalada para la letra de cambio, es decir, la nulidad de la


suscripción; nulidad que afectará, por disposición del art. 95 LCCH, al conjunto del pagaré
(vid supra, págs. 186 y 187).
145
.- Vid. sobre el particular, ARROYO MARTÍNEZ, ob. cit., nota anterior, págs. 751 a 762;
BROSETA, Manual de Derecho mercantil, cit., pág. 677; JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho
mercantil, cit., págs. 622 a 624.
No obstante, en alguna sentencia se ha declarado que la firma del librador de un
pagaré en forma impresa no constituye un defecto de forma determinante de la nulidad del
título (cfr. SAP de Gerona, Secc. 2a., de 19 de mayo de 1992; RJC, Jurisprudencia civil,
1992, III, págs. 719 y 720).
146
.- El estudio del título cambiario en blanco incide, básicamente, en el momento en el que
debe estar completo el título-valor, los requisitos mínimos para su validez y las excepciones
derivadas de su integración abusiva.
147
.- De conformidad con el art. 1 del RDL 1298/1986, de 28 de junio, de adaptación del
Derecho vigente al de las Comunidades Europeas (RAL 2109), "se conceptúan, en particular,
establecimientos de crédito:
196

amparo del principio de libertad contractual proclamado en el art. 1255


CC, han puesto en práctica un sistema de contratación y documentación
de créditos y préstamos personales a particulares -consumidores- que
tiene como meta eludir, sin verse privadas de acudir a la vía ejecutiva en
reclamación de la cantidad adeudada por sus clientes, los requisitos
exigidos por los arts. 1429.6° y 1435.4 y 5 LEC para que la póliza sea
título ejecutivo. El procedimiento consiste en incluir en el contrato unas
cláusulas por las que se afecta un pagaré en garantía de las obligaciones
derivadas del contrato de préstamo o de crédito l48. De esta manera, la
licitud del pagaré -mejor, su conformidad con los preceptos de la LCCH-
atribuye al documento privado, en el que se incorpora un contrato

a) Las Entidades oficiales de crédito.


b) Los Bancos privados inscritos en el Registro Especial del Banco de España.
c) Las Cajas de Ahorro inscritas en el Registro Especial del Banco de España.
d) Las Cooperativas de crédito inscritas en el Registro Especial del Banco de España.
e) Las Sociedades de crédito hipotecario inscritas en el Registro Especial de la
Dirección General del Tesoro y Política Financiera del Ministerio de Economía y
Hacienda.
f) Las Entidades de financiación inscritas en el Registro Especial de la Dirección
General del Tesoro y Política Financiera del Ministerio de Economía y Hacienda".
148
.- La referencia a los contratos de préstamo y de crédito requiere una breve explicación. El
documento fehaciente al que se refiere el art. 1435.4 LEC no debe exigirse en todos los
contratos mercantiles otorgados por entidades de crédito, ahorro y financiación -aunque
existe un sector jurisprudencial que exige la certificación de la liquidación y del saldo en
todo tipo de contratos, cfr. SAP de Barcelona, Secc. 13a, de 5 de septiembre de 1990 (ROD,
num. 558, marzo 91, págs. 1823 y 1824); SAP de Pontevedra, Secc. Ia, de 21 de febrero de
1991 (ROD, num. 573, junio 92, págs. 6073 y 6074); SAP de Madrid, Secc. 10a, de 12 de
septiembre de 1992 (RGD, núms. 580-81, en.-febr. 93, págs. 593 y 594)-. La propia norma
citada supedita de forma expresa la exigencia del documento fehaciente a la existencia de un
pacto previo entre las partes, con arreglo al cual la cantidad exigible en su día sea
precisamente la que conste en la certificación expedida por la entidad bancaria.
Lógicamente, la inclusión de dicho pacto en el contrato dependerá de la naturaleza de éste. Si
se trata de uno de aquellos contratos que no son líquidos desde un principio interesará a
las partes (principalmente a la acreedora) la inclusión en las cláusulas del pacto de liquidez,
porque de otro modo no podría despacharse ejecución al carecer la deuda de la liquidez que
exige el art. 1435.1 LEC. Ahora bien, a nuestro parecer, es inexacto afirmar que todos los
contratos de préstamo no necesitan liquidación por ser la deuda líquida desde un principio.
Una afirmación de esta clase debe basarse en un análisis particular relativo a cada contrato, a
cada caso concreto, puesto que el pacto del art. 1435.4 LEC no depende de la clase de
contrato mercantil considerada en abstracto, sino de la complejidad de las operaciones que
deban efectuarse.
197

mercantil, eficacia ejecutiva 149. O, si se prefiere, se reserva la función de


título ejecutivo al pagaré y la póliza se limita a documentar el contrato
subyacente.

En las condiciones generales de la póliza se incorporan una serie


de cláusulas que regulan la emisión del pagaré. Un análisis de las pólizas
utilizadas por las entidades de crédito que practican este tipo de
operación revela las características de aquel título cambiario 15°. El
pagaré se emite por el prestatario o el acreditado a favor de la entidad de
crédito y es avalado por los fiadores. El vencimiento es "a la vista" 151.
Se inserta la cláusula "no a la orden" para proteger al firmante y avalistas
frente a los cesionarios del crédito 152, y la de "protesto notarial", esta
última con el fin de lograr dos objetivos: el primero, no dejar al arbitrio
de la entidad de crédito ni la presentación al pago, ni el ejercicio de las
acciones cambiarías; y el segundo, lograr el fracaso de la solicitud de

l49
.- Excepto en aquellos supuestos en que la forma del contrato constituya un presupuesto
esencial para su validez (v. gr. préstamos hipotecarios), en materia de formalización de
contratos bancarios rige el principio de libertad de forma recogido en los arts. 1278 CC y 51
CCom. Ahora bien, la forma escrita es necesaria en los préstamos con interés (art. 314
CCom), así como, para probar la existencia y condición de los de cuantía superior a 1500
pesetas.
Cuestión distinta, aun cuando desde la óptica del Derecho procesal tiene mayor
relevancia, es la solución prevista en la LEC a fin de dotar de fuerza ejecutiva a las pólizas
de contratos mercantiles.
l50
.- Cfr. SASTRE PAPIOL, "El pagaré como instrumento de garantía de las operaciones de
préstamo", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 44, octubre-diciembre 1991,
págs. 1038 y ss.; POLO SÁNCHEZ, "Eficacia jurídica de un contrato de préstamo a
consumidores garantizado con la firma de un pagaré en blanco", en Cuadernos de Derecho y
Comercio, núm. 12, diciembre 1993, Consejo General de los Colegios Oficiales de
Corredores de Comercio, págs. 16 a 18.
l51
.- Dentro de los límites que marca el art. 39 LCCH, se pacta un período de presentación
que abarca no sólo el plazo de duración del préstamo o del crédito, sino además un plazo
adicional para evitar el perjuicio del título.
l52
.- Aunque parece ser que últimamente tales pagarés se emiten "a la orden", con lo cual el
deudor queda desprotegido frente a los sucesivos endosatarios (cfr. SARAZA JIMENA, "El
pagaré en blanco emitido por entidades bancarias para ejecutar pólizas de préstamo y crédito:
la necesidad de evitar la generalización de un fraude de ley", en La Ley, 1994-4, págs. 1015,
1017y 1018.
198

alzamiento del embargo ex art. 68 LCCH, si el deudor no niega, en el


acto del protesto, la autenticidad de la firma o no alega la falta absoluta
de representación. El importe se deja en blanco (art. 12 LCCH), y será
completado unilateralmente por la entidad de crédito con la cantidad
que, a su juicio, configure el saldo deudor.

Ante estos supuestos, la doctrina se plantea si el libramiento del


pagaré en blanco no supondría un fraude de ley (art. 6.4 CC), pues, la
entidad de crédito, amparándose en los arts. 96, 12 y concordantes de la
LCCH -normas de cobertura- vulneraría lo ordenado en los arts. 1429.6°
y 1435.4 y 5 LEC -normas defraudadas-, obteniendo de este modo un
resultado no querido o prohibido por el ordenamiento jurídico 153. La
aceptación de este planteamiento determina el paso a un primer plano del
análisis que debe efectuar el Juez ante el que se solicita el despacho de la
ejecución, ya que el fraude de ley debe apreciarse de oficio. La doctrina
procesal, que se ha ocupado del tema ' , entiende que el Juez debería
denegar el despacho de la ejecución si de la demanda ejecutiva y de los
documentos que con ella se acompañan, se desprende de forma clara que
el libramiento del pagaré encierra un fraude procesal (cfr. art. 11.2
LOPJ)15S.

La anterior posición no es mantenida solamente por la doctrina


sino que ha sido confirmada por algunas resoluciones judiciales. Así, el
AAP de León, Secc. 2a, de 7 de diciembre de 1994, confirmó el auto
dictado por un Juzgado de Primera Instancia que había denegado el

153
.- Vid. sobre este tema, FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo
VI, cit., págs. 546 y 547.
l54
.- FERNANDEZ, RIFA y VALLS, ob. cit., nota anterior, pág. 547.
155
.- La figura del fraude de ley (art. 6.3 CC) se asienta en normas imperativas que obligan a
los Tribunales a apreciar de oficio su concurrencia; cfr., entre otras, SSTS, 1a, de 5 de abril
de 1994 (RAJ 2933); de 30 de mayo de 1994 (RAJ 3765) y de 19 de mayo de 1995 (RAJ
4082).
199

despacho de la ejecución en base a un pagaré de la clase que estamos


analizando y declaró que:

"(...) el libramiento del pretendido título con el que iniciar la


vía ejecutiva, constituye un ardid con el que facilitar el acceso
a ésta de la reclamación de una deuda derivada de un contrato
mercantil otorgado por una entidad de crédito, eludiendo las
exigencias de los dos últimos párrafos del artículo 1435 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil y que pone de manifiesto un
censurable deseo de privilegios frente a sus deudores, que,
pese a los altos índices de morosidad, carece de justificación,
(...), porque hurta al prestatario de la garantía que en la
conclusión del contrato supone la intervención de la póliza por
el Corredor de Comercio Colegiado (...), así como de la
derivada de idéntica intervención en la certificación del saldo
expedida por la entidad acreedora mediante la comprobación
de que la liquidación se ha practicado en la forma pactada por
las partes en el título ejecutivo y que el saldo coincide con el
que aparece en la cuenta del deudor (párrafo 4° del citado
artículo 1435 de la Ley de Enjuciamiento Civil) y, finalmente,
elimina la necesidad de la notificación previa al deudor del
importe de la cantidad exigible, como expresamente se impone
en el último párrafo de este último precepto (...); constituyendo
la utilización del pagaré un auténtico fraude de ley, al eludirse
las normas procesales (en especial el artículo 1435) que
regulan el juicio ejecutivo en base a pólizas de contratos
mercantiles, y no tener aquéllas en las que pretende ampararse
(artículo 96, en relación con el 12 de la Ley Cambiaria y del
Cheque, que permiten en principio el pagaré en blanco) el fin
abstracto de documentar deudas derivadas de contratos
celebrados entre los Bancos y sus clientes y menos aún el de
ser medio de abrir el acceso al juicio ejecutivo a las
reclamaciones judiciales de aquéllas" 156.
156
.- Actualidad Civil, Audiencias, núm. 13, julio 1995, págs. 1458.
Con un argumento similar, El AAP Murcia., Secc. 2a, de 23 de octubre de 1993,
confirmó el auto dictado por el Juzgado de Primera Instancia, que había denegado el
despacho de la ejecución en base a un pagaré en blanco, emitido en garantía de un contrato
200

Incluso se afirma en el anterior Auto que está justificada la


averiguación de oficio de la naturaleza del contrato causal subyacente y
de la documentación en el que mismo se sustenta 157.

Aunque debe señalarse que hay resoluciones en sentido opuesto.


Así, la SAP de Lleida, Secc. 2a, de 20 de septiembre de 1995, declara que
no hay fraude de ley puesto que el pagaré se firma en garantía de una
póliza de préstamo, no figurando en ninguna de sus clásulas el pacto de
liquidez al que se refiere el art. 1435,4 LEG, por tanto el Juez no está
obligado a controlar la cantidad en él designada para despachar
ejecución. En concreto, la motivación del fallo se contiene en el
fundamento jurídico 7° en el que se afirma lo siguiente:

"a) Ambas partes aceptan el libramiento del pagaré en blanco


en las condiciones anticipadas, b) La naturaleza del contrato,
un préstamo, permite una liquidación más sencilla y fácil de
controlar por el deudor, c) La cantidad prestada es de relativa
poca importancia (625.000 pesetas) y aconseja no efectuar
dispendios extraordinarios por la intervención del Corredor de
Comercio, tanto en el momento de la firma como en el de
efectuar la liquidación, d) No asume la deuda ningún avalista o
fiador, por lo que la única garantía se encuentra en la firma del

mercantil, y declaró que: "(•••) la improcedencia de despachar ejecución con arreglo al


artículo 1429.4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil resulta evidente, no por defecto del pagaré,
sino porque con éste se pretende eludir una serie de controles previos en la cantidad que se
reclama, establecidos por la Ley de Enjuiciamiento Civil para garantizar la liquidez real de la
deuda reclamada, colocando igualmente en una desigual e inferior posición jurídica al
deudor al que no se dan las posibilidades de contrastar el origen y los conceptos indicados en
la deuda que se reclama en el pagaré, implicando todo ello un fraude de ley (...)".
157
.- "(...) el fraude de Ley y la vulneración de los límites a la libertad contractual contenidos
en la Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios (...), justifican la
preocupación de los Jueces al presentárseles por los Bancos tales títulos para iniciar con
ellos el juicio ejecutivo y, consiguientemente, el que antes de decidirse a despachar
ejecución interesen de aquéllos el contrato en que la emisión del pagaré se sustente, pues el
grado de cognición judicial en tal momento procesal, indudablemente trascendente, por
cuanto va a implicar el embargo de los bienes del demandado"
201

pagaré. En definitiva, no se aprecia en este caso fraude de ley,


sino utilización de un medio especial previsto en nuestro
ordenamiento, cual es el libramiento de un pagaré en blanco.
En base a los mismos datos, hemos de descartar la
infracción de alguna de las normas que protegen a los
consumidores y usuarios. La cláusula 12 de la póliza no es
abusiva porque no perjudica de manera desproporcionada o no
equitativa al consumidor, ni comporta posición de
desequilibrio (art. 10.1.c)-l°), y tampoco se da una inversión
de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor (art. 10.1-
Qoyi 158

Si el Juez no aprecia fraude de ley en el libramiento del pagaré,


despachará ejecución. Al ejecutado le quedará como único medio de
defensa la alegación de excepciones; medio de defensa que no evitará,
sin embargo, la traba de los bienes. La oposición puede basarse, por una
parte, en la falta de validez del pagaré, por constituir su libramiento un
fraude de ley, y en la falta de liquidez de la deuda 159. Por otra, sin

158
.- Vid. asimismo, SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 9 de mayo de 1995 (ROD, num. 612,
septiembre 95, págs. 10589 y 10590); SAP de Tarragona, de 18 de mayo de 1995 (RGD,
núm. 612, septiembre 95, págs. 11154 y 11155); AAP de Barcelona, Secc. 14a, de 16 de
diciembre de 1995 (RGD, núm. 620, mayo 96, págs. 5822 y 5823) en las que, en base a lo
dispuesto en los arts. 12 y 94 LCCH y a la determinación inicial de la cantidad prestada, se
declara que el pagaré en blanco emitido en garantía de un contrato de préstamo es válido y en
consecuencia tiene fuerza ejecutiva; es decir, no constituye un fraude de ley ya que aquel
contrato no da lugar a una situación de cuenta corriente por lo que no es precisa la
intervención de un fedatario público para liquidar la deuda. Por otra parte, se afirma que la
superposición de títulos ejecutivos no es contraria a nuestro ordenamiento jurídico (art. 1255
CC). Además en las citadas resoluciones se subraya que, en virtud del carácter formal y
abstracto del título, no debe examinarse antes de despachar ejecución el contrato causal o
subyacente.
Aunque figure en la póliza un pacto de liquidez, la SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 1 de
febrero de 1995 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 17, septiembre 1995, pág. 2105) ha
declarado que el pagaré tiene fuerza ejecutiva si se completa conforme al mismo: "(...) nada
impide que el pagaré se complete conforme a los "acuerdos celebrados" con posterioridad a
su firma. Por ello si en cumplimiento de la cláusula 12 del contrato se completa el pagaré
éste tiene pleno poder ejecutivo".
159
.- Vid. SAP de León, Secc. 2a, de 9 de diciembre de 1994 (Actualidad Civil, Audiencias,
núm. 13, julio 1995, págs. 1460 y 1461); SAP de Burgos, Secc. 3a, de 9 de diciembre de 1994
(Actualidad Civil, Audiencias, núm. 9, mayo 1995, págs. 913 y 914).
202

cuestionar la legitimidad del pagaré, pero poniendo de relieve el


incumplimiento de las cláusulas de la póliza relativas a las condiciones
en que debe emitirse el pagaré, el ejecutado puede oponer, a la entidad
financiera que le concedió el préstamo o el crédito, la excepción personal
de completamiento abusivo del pagaré en blanco (arts. 67 y 12 LCCH en
relación con el art. 96 LCCH), o alegar, v. gr., plus petición (art. 1466
LEG). Por lo que se refiere a la prueba del completamiento abusivo, debe
resaltarse su complejidad, pues si la entidad financiera no aporta los
datos que ha utilizado para determinar la cantidad reclamada, el deudor
carece de la información indispensable para elaborar una oposición a la
ejecución bien fundamentada.

Ahora bien, se ha señalado que el argumento de la licitud del


pagaré en blanco deja de ser eficaz si se desplaza el centro de gravedad
desde la legalidad cambiaría, y la afirmación abstracta de la libertad
contractual, a los límites de esa misma libertad contractual derivados de
las leyes, la moral y el orden público, y, en especial, a los límites que se
establecen en el art. 10 de la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios, de 19 de julio de 1984 (en lo sucesivo LCU),
para los contratos celebrados mediante adhesión a unas condiciones
generales.

A los contratos de préstamo o de crédito con afectación de un


pagaré en garantía de su cumplimiento, les pueden ser aplicables las
normas que sobre el control de eficacia de las condiciones generales
establece el art. 10 LCU 16°. En efecto, se trata de negocios concluidos a
través de condiciones generales establecidas previa y unilateralmente por
la entidad de crédito, para aplicarlas a una generalidad de contratos e
impuestas al prestatario o acreditado, que tiene la condición de

160
.- Cfr. POLO SÁNCHEZ, "Eficacia jurídica de un contrato de préstamo a consumidores
garantizado con la firma de un pagaré en blanco", cit., lug. cit., págs. 33 y ss.
203

destinatario final (cfr. art. 10.2 LCU). Pues bien, si las cláusulas del
contrato de préstamo o de crédito, relativas a la suscripción por el
prestatario o acreditado de un pagaré en blanco en garantía del
cumplimiento de su obligación, son contrarias a las exigencias de buena
fe y justo equilibrio de las contraprestaciones -impuestas por el art.
10.1.c) LCU- deben entenderse nulas de pleno derecho (art. 10.4
LCU)161. La nulidad de las cláusulas contractuales comporta la nulidad
de las obligaciones cambiarías asumidas en el pagaré por el firmante y
avalistas. Esta consecuencia jurídica deriva tanto de la relación de
accesoriedad, cuanto de la nulidad del contrato de entrega como fuente
de la obligación cambiaria. Desde esta perspectiva, el deudor cambiario
podrá defenderse alegando la nulidad de sus obligaciones y la del propio
pagaré mediante la excepción impeditiva de validez fundada en la
l61
.- Según POLO SÁNCHEZ (ob. cit., nota anterior, págs. 48 y ss.) las citadas cláusulas
referentes al pagaré en blanco no reúnen los requisitos intrínsecos de licitud exigidos por la
LCU. Por una parte, dichas cláusulas ponen de relieve la ausencia de "buena fe" -tanto desde
una óptica objetiva como subjetiva-, así como la carencia del "justo equilibrio de las
contraprestaciones" (art. 10.1.c LCU) -la suscripción de un pagaré en blanco no se ve
compensada por contraprestación alguna de la entidad de crédito que la equilibre-. Por otra,
la imposición de una firma en blanco constituye un supuesto de cláusula abusiva en los
términos del art. 10.I.e.3° LCU ya que perjudica de manera desproporcionada al prestatario -
ausencia de comprobación de la cantidad líquida exigible, de su coincidencia con la cantidad
debida y menores garantías procesales del juicio ejecutivo-, y comporta un desequilibrio
entre los derechos y obligaciones de las partes -el cliente multipica por dos sus obligaciones
(causal y cambiaria), mientras que la entidad de crédito multiplica por tres sus derechos
(causal, cambiario y determinación unilateral de la deuda)-. Constituyen además condiciones
abusivas de crédito en los términos del art. lO.l.c.40 LCU con apoyo en los criterios ya
expuestos. Finalmente la interposición por la entidad de crédito de la acción cambiaria
conlleva "la inversión de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor o usuario" (art.
10.I.e.8° LCU), puesto que no será la entidad de crédito la que deba acreditar el importe de
la deuda, sino el consumidor. Este último deberá probar el error, la arbitrariedad o el abuso
en el completamiento del pagaré.
Conviene recordar ahora que si el título ejecutivo fuera la póliza de crédito (art.
1429.6° LEC), la certificación del saldo a que se refiere el art. 1435.4 LEC carece, como
declaró el TC en los fundamentos jurídicos 3° y 4° de la sentencia 14/1992, de 10 de febrero,
de valor probatorio tanto sobre la existencia de la deuda como sobre su cuantía, ya que "si el
cliente de la entidad niega con un mínimo de seriedad o verosimilitud la cuantía de la suma
reclamada o incluso la existencia o la exigibilidad de la deuda, ni el art. 1435 ni ningún otro
precepto de la Ley de Enjuiciamiento Civil obligan al juzgador a dar por probada la deuda
reclamada por la entidad acreedora" (f.j. 3°).
204

nulidad del contrato de entrega (art. 67.2.1a LCCH, en relación con el art.
10.4LCU) 162 .

Ante la desprotección del deudor que genera la tendencia a la que


acabamos de referirnos y que consiste en utilizar el pagaré en blanco en
garantía de contratos bancarios -uso que, aun cuando no sea el típico, no
puede considerarse, en rigor, ilegal-, se han hecho públicas diversas
propuestas cuyo fin último es acabar con dicha situación. Se ha señalado
que el control judicial es insuficiente debido a la existencia de un
amplio margen de interpretación, en el que se mueve tanto la doctrina
como la jurisprudencia, respecto de ciertas instituciones jurídicas como
es el fraude de ley; desde esta perspectiva, se ha defendido la prohibición
legal expresa de tales pagarés 163. Incluso se ha afirmado que tal
prohibición, en materia de pólizas de crédito o de préstamo concertadas
por consumidores y usuarios, es una obligación del Estado español, pues
debe cumplir lo dispuesto en la Directiva del Consejo de las
Comunidades Europeas 87/102/CEE, de 22 de diciembre de 1986,
i62
.- "(...), resultando la sanción aplicable a las cláusulas del préstamo relativas al pagaré en
blanco la nulidad de pleno derecho que el art. 10.4° de la L.C.U. impone a las cláusulas que
incumplan los requisitos legales, lo que conlleva la nulidad o inexistencia de las obligaciones
cambiarías asumidas en el pagaré por firmantes o avalistas", SAP de Burgos, Secc. 3a, de 9
de diciembre de 1994.
No obstante, la nulidad de pleno derecho de la cláusula relativa a la emisión del
pagaré por vulnerar las normas establecidas en la LCU, puede ser apreciada de oficio. El TS
ha afirmado que la declaración de oficio de la nulidad se justifica ante actos nulos de pleno
derecho. Cfr., entre otras, SSTS, 1a, de 15 de diciembre de 1993 (RAJ 9989); de 30 de
diciembre de 1993 (RAJ 9912) y de 10 de noviembre de 1994 (RAJ 8465). En contra, se
pronuncia la SAP de Madrid, Secc. 19a, de 25 de octubre de 1995 (RGD, núms. 616-617, en.-
febr. 96, págs. 813 a 815), pues, considera que los principios de rogación y aportación de
parte "determinan que el actor (...), sufra las consecuencias de sus omisiones y deficiencias
alegatorias y probatorias".
l63
.- SARAZA JIMENA, "El pagaré en blanco emitido por entidades bancarias para ejecutar
pólizas de préstamo y crédito: la necesidad de evitar la generalización de un fraude de ley",
cit., lug. cit., págs. 1019a 1021. La prohibición legal de la emisión de pagarés en blanco en
garantía de operaciones de crédito no ha sido la única medida propuesta por el autor. Otra
alternativa vendría dada por la posibilidad de someter, de conformidad con el art. 48 de la
Ley sobre Disciplina e Intervención de la Entidades de Crédito, de 29 de julio de 1988, a un
control administrativo previo las condiciones generales de los contratos bancarios.
205

relativa a la aproximación de las disposiciones legales, reglamentarias y


administrativas de los Estados miembros en materia de crédito al
consumo, en concreto lo dispuesto en el art. 10 de la citada Directiva l64.

La Ley 7/1995, de 23 de marzo de Crédito al Consumo, ha sido el


instrumento a través del cual el legislador español ha dado cumplimiento
a lo establecido en la Directiva 87/102/CEE. En dicha Ley no se prohibe,
a las entidades financieras, la emisión de pagarés en blanco en garantía
de contratos bancarios. El único precepto que se refiere a la utilización
de títulos cambiarios en contratos de crédito ai consumo es el art. 12.
Esta norma otorga al consumidor-deudor cambiario una mayor
protección, si se compara con la que obtendría de conformidad con la
LCCH, pues le permite que, en determinadas circunstancias, pueda
oponer al tenedor excepciones derivadas del contrato que ha celebrado
con el proveedor de los bienes o servicios 165.

C) Cheque.

A diferencia del pagaré, la regulación del cheque en la LCCH es


extensa. El legislador no ha optado por la técnica de remisión o reenvío a
las normas reguladoras de la letra de cambio. El motivo reside en la
diferente función económica que cumple el cheque con respecto a la

l64
.- SARAZA JIMENA, ob. cit., nota anterior, pág. 1020.
En el art. 10 de la Directiva 87/102/CEE se dispone que: "Aquellos Estados
miembros que, con respecto a los contratos de crédito, permitan al consumidor: a) pagar
mediante letras de cambio o pagarés, b) conceder una garantía mediante letras de cambio,
pagarés o cheques, asegurarán la adecuada protección del consumidor cuando haga uso de
dichos instrumentos en los casos indicados" (DOCE, L, núm. 42, de 12 de febrero de 1987,
pág. 51).
l55
.- Sobre esta cuestión, vid infra, Capítulo Quinto, págs. 518a 522.
206

cambial, aun cuando al ser dos documentos de naturaleza cambiaría sus


estructuras son análogas 166.

El cheque trae aparejada ejecución por disposición expresa de la


LCCH (art. 153.1) y de la LEG (art. 1429.4°). Al igual que la letra de
cambio y el pagaré es título ejecutivo por sí mismo. La fuerza ejecutiva
del cheque y su validez como título cambiario dependen de la
concurrencia de una serie de requisitos externos o de forma. Estos
requisitos se encuentran relacionados en el art. 106 LCCH. La falta de
una mención de carácter esencial no permite otorgar al documento la
consideración de cheque (art. 107 LCCH), sin perjuicio de que pueda
valer como prueba de la relación establecida entre librador y librado.

La emisión del cheque está sujeta, además de a unos requisitos


formales o extrínsecos (art. 106), a otra clase de requisitos calificados
por la doctrina de intrínsecos, materiales o de fondo 167. Estos requisitos
se establecen en el art. 108.1 LCCH y son: la provisión de fondos en
poder del librado; y, un pacto, expreso o tácito, de disponibilidad de los
fondos a favor del librador por medio de cheque. Ambos son requisitos
de la emisión regular del cheque, ya que aseguran su pago, si bien no son
presupuestos de su validez formal. "No obstante, la falta de estos
requisitos, excepto el de la condición de Banco o entidad de crédito del
librado, el título será válido como cheque" (art. 108.1 LCCH infine)', es
decir, el cheque engendra, aun en aquel supuesto, acciones cambiarías a
favor del tenedor.

l66
.- Cfr. al respecto, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit. págs.
376 y 428; BROSETA, Manual de Derecho mercantil, cit., pág. 665.
l67
.- Vid. al respecto, GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., págs. 945 y ss.
Posteriormente esta distinción es recogida por BROSETA, Manual de Derecho mercantil,
cit., págs. 664 a 667; VICENT CHULIA, Compendio critico de Derecho mercantil, tomo II,
cit., págs. 785 a 789; CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque.
Estudio sistemático de la Ley del Cheque de 16 de julio de 1985, Barcelona, 1987, págs. 45 y
ss; GARLÓN SÁNCHEZ, "El cheque", cit., lug. cit., págs. 779 y ss.
207

De acuerdo con lo dispuesto en el art. 106 LCCH -norma fiel al


contenido del art. 1 de la Ley Uniforme de Ginebra en materia de
cheques, de 19 de marzo 1931-, el cheque, para su validez, deberá
contener las siguientes menciones:

a) La denominación de cheque.

La denominación de cheque -auténtica cláusula cambiaria-debe


estar "inserta en el texto mismo del título expresada en el idioma
empleado para la redacción de dicho título" (art. 106.1). Sirve, tal
mención, para distinguir el cheque de otras órdenes de pago. Es, en
definitiva, un elemento identificador que informa al suscriptor del
complejo sistema de derechos y obligaciones que el cheque genera 168.

El documento que no tenga incorporada tal denominación no


tendrá la consideración jurídica de cheque. Ahora bien, este defecto es en
realidad una hipótesis académica, pues, en los impresos que los Bancos
facilitan a sus clientes ya consta la expresión "cheque" 169. Existe, no
obstante, alguna posibilidad de que lo anterior ocurra en el supuesto de
que la emisión del cheque se materialice en papel común 17°,

168
,- "(•-.)> esta exigencia es fruto de la preocupación que el legislador ha sentido de que
quien interviene en un cheque sepa exactamente cual es la naturaleza y efectos del título en
el que han intervenido y pueda, a través de tal conocimiento, ser consciente de que se trata de
un documento sometido a una disciplina legal específica. A partir de la vigente Ley
Cambiaria no puede, por consiguiente, deducirse que un título es un cheque, mediante el
examen de las características del documento, sino a través de la propia denominación del
título" (SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 3 de noviembre de 1989; RGD, núms. 556-
57,en.-febr. 91,pág. 856).
l69
.- A diferencia de lo que ocurre con la letra de cambio, no existe para el cheque un modelo
impreso oficial. En nuestra práctica bancaria se utiliza un modelo normalizado de talonario
de cheques que recomendó el Consejo Superior Bancario.
l70
.- Posibilidad que dio lugar a la SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 3 de noviembre de
1989 (RGD, núms. 556-57, enero-febrero 91) en la que se declara que "a partir de la vigente
208

Son extensivas al cheque las consideraciones vertidas, en sede de


letra de cambio, respecto al idioma en que puede redactarse el título, así
como las reflexiones relativas al empleo de varias lenguas en la
extensión de las diferentes indicaciones que han de consignarse en el
documento l71 .

b) La orden de pago.

La orden que dirige el librador al librado para que pague la


cantidad consignada en el documento al tenedor del cheque ha de ser
pura y simple: "El mandato puro y simple de pagar una suma
determinada en pesetas o en moneda extranjera convertible admitida a
cotización oficial" (art. 106.2 ). Si se insertara en el texto del cheque una
cláusula que subordinara la orden de pago a algún tipo de condición, el
documento no podría tener la consideración de cheque 172, pues, además

Ley Cambiaria no puede, por consiguiente, deducirse que un título es un cheque, mediante el
examen de las características del documento, sino a través de la propia denominación del
título. La omisión de tal requisito formal del cheque establecido en el artículo 106 de la Ley,
produce como resultado la descalificación del documento como tal cheque, y su
transformación en un documento civil, privado de los efectos cambiarios del cheque".
La doctrina tiene en cuenta esta posibilidad y entiende que el cheque será válido
siempre y cuando reúna los requisitos exigidos por el art. 106 LCCH; por ello, el librador
deberá responder frente al tenedor del título del impago (el Banco seguramente se negará a
pagar el cheque extendido en un papel no confeccionado por el mismo). Vid. sobre el
particular, JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho mercantil, cit., pág. 636.
m
.- Vid. supra, págs. 141 y 142.
172
.- En este sentido se manifiesta CARLON SÁNCHEZ, "El cheque", cit., lug. cit., pág. 787.
Sostiene, el citado autor, que la consecuencia jurídica de estimar no escrita la cláusula que
incorpora una condición, salvando la validez del cheque, precisaría de una norma especial,
semejante a las contenidas en los arts. 109, 113, 118 y 121 LCCH.
En cambio, los preceptos de la LCCH citados sirven de fundamento a CALAVIA
MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, (El cheque, cit., pág. 115), para proponer como
criterio general la validez del título, reputando como no escritas las cláusulas contrarias a la
naturaleza del cheque.
209

de vulnerar lo preceptuado por el art. 106.2, supondría la negación de


una de las notas fundamentales de los títulos-valores: la literalidad 173.

El objeto de la obligación cambiaria debe consistir en una suma de


dinero determinada, líquida e indivisible. La LCCH no exige una forma
determinada de expresión de la cantidad; por tanto, ésta puede figurar en
letras o en números. Tampoco es preciso que figure dos veces en el
texto. Sin embargo, en la práctica se suscitan conflictos porque, o bien se
utilizan en un mismo cheque las dos modalidades de expresión
existiendo diferencias entre ellas, o bien aun valiéndose de una sola
modalidad el importe está escrito más de una vez sin que coincida la
suma. El art. 115 LCCH tiene como fin resolver tales conflictos.

La especie monetaria puede concretarse en pesetas o en moneda


extranjera convertible admitida a cotización oficial 174. Cuando el cheque
se emita en moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial,
será condición indispensable para satisfacer la deuda cambiaria en dicha
moneda que el librador tenga, en poder de la entidad librada, fondos
disponibles de aquellas características asentados en una cuenta cuya
apertura y movilización estén ajustadas a la normativa dictada por las
autoridades monetarias 175.

173
.- Como es sabido, la literalidad es una característica esencial de los títulos-valores. Sobre
esta cuestión, vid. ASCARELLI, Teoría general de los títulos de crédito, cit., págs. 50 y ss.
l74
.- Sobre los conceptos moneda extranjera, convertibilidad y admisión a cotización oficial,
vid. supra, págs. 155 a 166.
'".- La apertura y el mantenimiento por residentes de cuentas denominadas en divisas es
libre. Esta posibilidad se deduce de la liberalización declarada en términos generales por el
RD 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior. Pero, en
todo caso, el art. 6.5 de la Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 27 de diciembre
de 1991, que desarrolla el citado RD se refiere expresamente a dicha posibilidad: "Es
asimismo libre, sin sujeción a la obligación de información por parte de los titulares
establecida en los párrafos precedentes, la apertura y mantenimiento por residentes de
cuentas a la vista, de ahorro o a plazo denominadas en divisas, en oficinas operantes en
España de Entidades registradas".
210

Al ser el cheque un instrumento de pago a la vista (art. 134 LCCH)


no hay necesidad de conceder ningún plazo para el cumplimiento de la
deuda y, en consecuencia, no tiene sentido establecer un pacto de
intereses que, por otra parte, se reputará no escrito (art. 113 LCCH). Por
este mismo motivo, el art. 106 LCCH no incluye entre las menciones que
ha de contener el título la del vencimiento o fecha en que deberá ser
pagado.

Los interrogantes que surgen sobre la validez o nulidad de un


cheque sin expresión de la moneda de pago, pueden encontrar respuesta
en las tesis espiritualista o formalista, sostenidas tanto por la doctrina
como por la jurisprudencia, y que ya han sido expuestas al tratar esta
cuestión respecto de la letra de cambio 176. Los fundamentos y
conclusiones que de ambas se extraen son también aplicables al cheque
teniendo en cuenta su naturaleza cambiaria y los idénticos términos en
que se expresan los arts. 1.2 y 106.2 LCCH.

c) El nombre del librado.

La LCCH dispone taxativamente que el librado debe ser un Banco


o una entidad de crédito asimilada: "El nombre del que debe pagar,
denominado librado, que necesariamente ha de ser un Banco" (art.
106.3)177. La generalidad de la doctrina señala que el fundamento de esta
exigencia radica en la función económica del cheque como instrumento
1TQ "
de pago . Sin embargo, se ha puesto de relieve que la exigencia de que

l76
.- Vid supra, págs. 146 a 154.
l77
.- De conformidad con lo dispuesto en el art. 159 LCCH, la palabra Banco, en la LCCH,
comprende "no sólo los inscritos en el Registro de Bancos y Banqueros, sino también las
demás entidades de crédito asimiladas a ellos".
l78
.- Vid. por todos, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit.,
pág. 67. Los Bancos y las Entidades de crédito son los establecimientos especialmente
dedicados al tráfico de dinero y medios de pago.
211

el librado sea un Banco para la validez y no para la mera regularidad del


cheque, es una solución contraria a los principios que inspiran a la
LCCH 179.

Al no ser el cheque susceptible de aceptación, el librado no asume


ninguna obligación cambiaria frente al tenedor. Incluso en el supuesto de
que el cheque se halle conformado (art. 110 LCCH), el librado no
1 fifi
deviene obligado cambiario

La obligación de pago del librado frente al tenedor, si tiene


provisión de fondos y es exigida dentro del plazo de presentación, es de
carácter legal (art. 108.2 LCCH) aunque de naturaleza extracambiaria, y
se traduce en el derecho de este último a ser indemnizado, por el Banco

179
.- Vid. al respecto VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II,
cit., pág. 786. Observa el citado autor, que otras legislaciones que han incorporado a sus
respectivos ordenamientos la disciplina de los Convenios de Ginebra, aun coincidiendo en la
necesidad de que el librado sea un Banco, no sancionan el incumplimiento de este requisito
con la nulidad del cheque, v. gr. el Derecho alemán. El art. 3 de la Scheckgesetz establece
que el cheque sólo puede tener como librado a un banquero, si bien dispone finalmente que
el incumplimiento de tal requisito no provoca la nulidad del cheque ( "Die Gültigkeit der
Urkunde als Scheck wird jedoch durch die Nichtbeachtung dieser Vorschriften nicht
berührt"). La Scheckgesetz no hizo uso de la facultad que le otorga la reserva cuarta del
Convenio de Ginebra de 1931, en la que se establece que: "Cada una de las Altas Partes
contratantes se reserva la facultad, en cuanto a los cheques emitidos y pagaderos en su
territorio, de decidir que los cheques librados sobre personas que no sean banqueros o
personas o instituciones asimiladas por la Ley a los banqueros, no son válidos como
cheques".
180
.- Esta es la tesis sostenida, entre otros, por CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL
CASTAÑO, El cheque, cit., pág. 164; GARLÓN SÁNCHEZ, "El cheque", cit., lug. cit.,
págs. 799 y 800; VICENT CHULIA, Compendìo critico de Derecho mercantil, tomo II, págs.
794 a 799. Este ùltimo autor interpreta la expresión "y los demás obligados", contenida en el
art. 146.1 LCCH y relativa a la legitimación pasiva de la acción cambiaria de regreso, en el
sentido de entenderla referida exclusivamente a los avalistas.
Por el contrario, VAZQUEZ BONOME (Tratado de Derecho cambiario, cit., págs.
466 y 467 y 535) incluye entre los "demás obligados", junto al librador, endosantes y
avalistas al librado-conformante contra el que puede precederse cambiariamente en vía de
regreso.
212

librado, de los perjuicios ocasionados por el impago del cheque 181. Las
relaciones entre el librado y librador también son extracambiarias y
surgen del pacto o contrato de cheque que va unido, normalmente, al de
cuenta corriente.

Aunque la LCCH hable en singular de librado, parte de la doctrina


admite la posibilidad de una designación plural de librados, que puede
tener lugar de forma simultánea, sucesiva o alternativa 182.

d) El lugar de pago.

El lugar de pago, al que hace referencia el art. 106.4 LCCH, no es


un requisito esencial del cheque, pues su falta es subsanada por la propia
LCCH en los apartados a) y b) del art. 107. A diferencia de lo que ocurre
con la letra de cambio y el pagaré, la omisión de la indicación del lugar
de pago, así como de toda localización, no afecta a la validez del cheque,
que se considera pagadero en la sede central del librado (art. 107.b in
fine).

El pago del cheque puede domiciliarse (art. 114 LCCH). El


domiciliatario será necesariamente un Banco o una entidad de crédito
asimilada.

m
.- Sobre el fundamento jurídico de la obligación de pago del librado, vid. por todos
C ALAVI A MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit., págs. 168 y 169.
182
.- Cfr. CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, ob. cit., nota anterior, pág.
73.
213

e) La fecha y el lugar en que se emite el cheque.

A tenor de lo dispuesto en el art. 106.5 LCCH en el cheque debe


constar: "La fecha y el lugar de la emisión del cheque". Estos dos
requisitos no tienen la misma naturaleza; mientras que la falta de
consignación del lugar de la emisión del cheque puede suplirse, según se
dispone en el art. 107.c LCCH, por el lugar "que aparezca al lado del
nombre del librador" conservando, de este modo, el cheque su validez183,
no se prevé mecanismo alguno de subsanación ante la posible omisión
de la fecha en que aquél se emite. Su relevancia jurídico-cambiaria no
necesita extensos comentarios: sólo si se conoce la misma pueden
determinarse los plazos de presentación del cheque (art. 135 LCCH), los
del protesto (art. 147 LCCH) y los de la prescripción (art. 157 LCCH).
Asimismo, permite conocer si la persona que firmó tenía capacidad
cambiaria, aunque en esta materia la fecha documentada no constituye
un punto de referencia incontestable 18 .

f) La firma del librador.

Como ya hemos señalado, la declaración del librador es


fundamental para la formación del título cambiario 185. El librador es
quien crea el documento y quien contrae la obligación cambiaria
principal, por esto debe figurar: "la firma del que expide el cheque,
denominado librador" (art. 106.6 LCCH).

l83
.- Ahora bien, si junto al nombre del librador no consta un lugar determinado, el cheque
será nulo; cfr. SAP de Valencia, Secc. 4a, de 29 de diciembre de 1994 (RGD, núm. 608,
mayo 95, pág. 5772). No evita la invalidez del cheque el que figure en el texto el domicilio
del librado, vid. en este sentido, SAP de Alicante, Secc. 4a, de 11 de febrero de 1991 (RGD,
núm. 567, diciembre 91, pág. 11338).
184
.- Vid. supra, pág. 176.
l85
.- Vid. supra, pág. 137.
214

Para la validez del cheque es suficiente que exista una firma que
sea aparentemente regular -puede realizarse con cualquier tipo de signo,
i o¿
legible o ilegible -, aunque en realidad sea falsa o corresponda a
1 R*J
persona inexistente o incapaz . Las personas físicas que tengan la
condición de empresario pueden firmar con el nombre civil o con el
comercial. Ahora bien, la firma del librador debe ser de puño y letra del
mismo. Por consiguiente, quedan excluidos los medios mecánicos de
escritura 188.

La declaración cambiaria puede ser suscrita personalmente o por


medio de representante. Como se establece en el art. 9 LCCH -artículo
que es aplicable al cheque (cfr. art. 116.2 LCCH)-, la validez de la
representación cambiaria está condicionada, además de a la existencia
del poder de representación, a la indicación de que la suscripción tiene
carácter representativo. Es decir, respecto del cheque se exige, de igual
forma que para la letra de cambio y el pagaré, una contemplatiu domini
plena y expresa.

Ahora bien, la doctrina y la jurisprudencia admiten, también en


relación con el cheque, excepciones al rigor formal en la expresión de la
condición con que el mismo se suscribe. Así, en el supuesto de
sociedades mercantiles se estima suficiente la firma del representante
1 CQ
junto a la razón social . Inter partes la representación es válida aun
cuando el representante no exprese en el título el carácter con que actúa.
En la anterior situación, el factor notorio vincula cambiariamente a su
principal, aunque no haya hecho indicación alguna en el cheque de

186
.-Ahora bien, si el librador es una sociedad no basta la simple rúbrica junto a la razón o
denominación social sino que es necesaria la firma manuscrita de quien tenga poderes (cfr,
CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit., pág. 70).
l87
.-Cfr. art. 116 LCCH.
l88
.- Vid. por todos, GARLÓN SÁNCHEZ, "El cheque", cit., lug. cit., pág. 781.
l89
.- Cfr. SAP de Barcelona, Secc. 4a, de 28 de octubre de 1993 (ROD, num. 594, marzo 94,
págs. 2525 y 2526).
215

contemplatiu domini, si la declaración cambiaria se ha producido dentro


del giro o tráfico de la empresa, art. 286 CCom 19°.

Cuando no sean de aplicación las excepciones a las que nos hemos


referido en el párrafo anterior, los defectos que dan lugar a una
contemplalo domini incompleta tendrán la misma consecuencia jurídica
que la ya analizada respecto de la letra de cambio: la nulidad del
cheque191.

Por lo que respecta al lugar en el que debe figurar la firma, la


doctrina ha admitido como válidos los supuestos de emisión de cheque
en los que la firma del librador esté recogida una sola vez, bien en el
anverso, bien en el dorso 192. Esta conclusión se asienta en el hecho de
que el art. 106.6 LCCH no señala de manera expresa un lugar para la
firma del librador, así como en el principio general de la conservación de
la validez del título.

El art. 106.6 LCCH no exige ni la indicación del nombre del


librador, ni la de su domicilio. Por tanto, la ausencia de tales datos no
tiene trascendencia jurídica alguna.

La doctrina no rechaza la posibilidad de que un cheque sea


emitido por más de un librador 193. No obstante, la condición de librador
deberá quedar clara, pues, en caso contrario "la simple firma de una
persona puesta en el anverso del cheque vale como aval" (art. 132
LCCH).

190
.- Vid. en este sentido, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque,
cit., págs. 102 y ss.
191
.- Vid. supra, págs. 186 y 187.
l92
.- Vid. CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, ob. cit., nota anterior, pág.
69.
193
.- Vid. CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit., pág. 71.
216

La firma del librador es el último de los requisitos formales que


condicionan la validez del cheque. La LCCH no exige como requisito de
validez la designación del tomador. Esta ausencia se explica por la
posibilidad de emitir cheques al portador (art. 111 LCCH). En relación
con los elementos subjetivos del cheque se constata que las tres personas
que normalmente participan en un cheque, a saber: librado, librador y
tomador pueden verse reducidas a dos en virtud de lo dispuesto en el art.
112 LCCH, cuya aplicación origina la denominada confusión de
elementos personales del cheque. Así, el cheque librado "a la propia
orden" (art. 112.a) implica que en una sola persona se reúnen las
cualidades de librador y tenedor. Mientras que el cheque librado "al
propio cargo" (art. 112.c) supone la coincidencia, en un mismo sujeto, de
las cualidades de librado y librador 194. Tal y como ya señalamos para la
letra de cambio, la emisión de un cheque "por cuenta de un tercero" (art.
112.b LCCH), no libera al librador de responsabilidad cambiaria, sino
que es el titular de los fondos el que permanece extraño al ámbito de las
relaciones cambiarías.

Los requisitos formales del art. 106 deberán figurar en el


documento principal y no en el anexo o suplemento. Es cierto que no se
ha dictado para el cheque una norma similar a la contenida en el art. 13
LCCH, ni tampoco hay una remisión expresa a la aplicación del citado
precepto, sin embargo la anterior conclusión deriva de una interpretación
restrictiva de lo dispuesto en los arts. 122 y 132 LCCH, que solamente
permiten que se consignen, bien en el cheque, bien en su suplemento, el
endoso y el aval.

La LCCH no prevé la conversión del cheque, en el que falte


alguno de los requisitos esenciales exigidos por el art. 106, en otra clase

194
.- De la previsión legal de este supuesto se deriva, implícitamente, el reconocimiento de
personalidad jurídica a los distintos establecimientos de un mismo Banco.
217

de título. Ya vimos que lo mismo sucede con respecto a la letra de


cambio y pagaré. Así, pues, el cheque incompleto o defectuosamente
cubierto -si el defecto en concreto acarrea su nulidad- verá reducida su
eficacia al de una prueba documental de la existencia de una o varias
deudas.

g) Cheque en blanco.

Ahora bien, no es absolutamente necesario que el cheque se emita


completo. Es decir, la LCCH no exige que el cheque al tiempo de su
emisión alcance su perfección formal195, ni tampoco que todas las
menciones esenciales hayan de ser cubiertas en el mismo momento. La
LCCH consagra, en su art. 119 -cuya redacción coincide con la del art.
12-, la validez de la emisión del cheque en blanco 1%.

El régimen jurídico del cheque en blanco, elaborado y enunciado


por la doctrina mercantil, coincide en sus líneas básicas con el de la letra
en blanco 197. En concreto, las coincidencias se dan en: los elementos
diferenciadores del cheque en blanco respecto del cheque incompleto;
los requisitos mínimos para la existencia de un cheque en blanco; el
momento en el cual el cheque debe estar completo; la determinación del
acreedor cambiario frente al cual el deudor puede oponer la excepción de
1QS
cheque en blanco

l95
.- En Derecho cambiario "emitir" significa entregar, poner en circulación un documento
cambiario; vid. CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit., pág.
134.
196
.- Cfr. al respecto, SAP de La Coruña, Secc. 4a, de 9 de noviembre de 1994 (RGD, núms.
610-611, julio-agosto 95, pág. 9385).
l97
.- Vid. supra, págs. 188 a 191.
198
.- Sobre la figura del cheque en blanco, vid. GARLÓN SÁNCHEZ, "El cheque", cit., lug.
cit., págs. 789 y 790.
218

2. Cumplimiento de las exigencias fiscales establecidas en la Ley del


Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos
Documentados 199.

A la vista de lo hasta ahora expuesto, nos parece que se puede


afirmar que un documento que reúne los requisitos enumerados en el art.
1 LCCH es una letra de cambio y, por tanto, queda sometido al régimen
jurídico diseñado en aquella Ley; es decir, es apto para generar
obligaciones válidas de naturaleza cambiaría. La LCCH no exige un
soporte material específico en el que deban consignarse las menciones de
las que depende la existencia de la cambial.

En principio, existiría, pues, una amplia libertad para el librador en


orden a la elección del material adecuado para la configuración de la
letra de cambio. Y, decimos en principio, porque una norma tributaria
añade un requisito de forma más a los ya reseñados. En efecto, en el art.
37.1 del Texto refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones
Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados 20° (en adelante TR del
ITP y AJD) se dispone que:

"Las letras de cambio se extenderán necesariamente en el


efecto timbrado de la clase que corresponda a su cuantía. La
extensión de la letra en efecto timbrado de cuantía inferior
privará a estos documentos de la eficacia ejecutiva que les
*7A t
atribuyen las leyes" .

'".- Este epígrafe está dedicado, básicamente, al estudio de las consecuencias jurídicas que,
respecto de la letra de cambio, se derivan del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados.
Aun cuando nos referiremos también al pagaré y al cheque, lo haremos de forma breve, pues
ambos títulos-valores conservan su fuerza ejecutiva aunque no estén suficientemente
reintegrados.
200
.- Aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre.
201
.- La misma norma se contiene en el art. 80.1 del Reglamento del Impuesto sobre
Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados aprobado por el RD
828/1995, de 29 de mayo.
219

La libertad a la que nos hemos referido se torna ficticia como


consecuencia de la magnitud de la sanción que viene impuesta a la
inobservancia de las normas fiscales y que paraliza "todo el mecanismo
de la propia letra de cambio en el orden judicial -puesto que carecerá de
fuerza ejecutiva-"202.

A pesar de que el fin de la norma del art. 37.1 del TR del ITP y
AJD sea exclusivamente recaudatorio 203 o, si se quiere, tiende a asegurar
la contribución de todos los ciudadanos al sostenimiento de los gastos
públicos (principio de generalidad, art. 31.1 CE), el hecho es que la
extensión de una letra de cambio en papel común o en efecto timbrado
de clase inferior a la que corresponda a su cuantía, arrebata a la letra de
cambio la fuerza ejecutiva que le otorgan los arts 1429.4° LEG y 66

Con el fin de adaptar el texto de la letra de cambio a las disposiciones de la LCCH,


la Orden de 11 de abril de 1986 aprobó un nuevo modelo oficial timbrado.
No obstante, el párrafo segundo de la Disposición Final primera de la LCCH
contempla la posibilidad de que el librador sustituya la utilización del modelo oficial
timbrado, elaborado y expedido por el Estado, por un modelo oficial que podrá ser
reproducido o confeccionado por el propio librador. El ejercicio de esta facultad, así como,
la forma en la que deberá satisfacerse el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, están
pendientes de regulación, aunque seguramente se autorizará, en aquellos casos, el pago en
metálico (cfr. art. 37.3 TR del ITP y AJD).
202
.- GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág. 832.
203
.- Pondremos un ejemplo: aunque la Orden de 9 de diciembre de 1986 (RAL 3740), que
establece el canje de las letras de cambio del modelo anterior por las diseñadas conforme al
nuevo, dispone en su apartado primero que: "..., a partir del 1 de noviembre de 1986, se
declaran retiradas de la circulación y no útiles para satisfacer la deuda tributaria las letras de
cambio del modelo anterior al aprobado por dicha Orden (se refiere a la de 11 de abril de
1986)", la SAP de Valencia, Secc. 6a, de 26 de febrero de 1991 (ROD, num. 561, junio 91,
pág. 5412) declara que la extensión de dos letras, en mayo y agosto de 1987, en el modelo
timbrado anterior al aprobado en 1986 (y por tanto no vigente) no priva a aquéllas de fuerza
ejecutiva, porque "la escala de timbrado era la misma en las letras antiguas y en las nuevas y,
en definitiva, no quedaba el Fisco sin percibir lo que por esta clase de documentos
mercantiles le correspondiera" (la cursiva es nuestra). No debe olvidarse, que la confección
del nuevo modelo timbrado obedece a la necesaria correspondencia que ha de existir entre
éste y la normativa contenida en la LCCH.
220

LCCH 204. Así, pues, el rigor cambiario, una de cuyas principales


manifestaciones es la eficacia ejecutiva de la letra de cambio, puede estar
subordinado a un encubierto rigor fiscal si, de forma que nosotros
estimamos científicamente incorrecta, se atribuye a las normas tributarias
la regulación de parcelas jurídicas que no le son propias.

A) Influencia del requisito del timbre sobre la tutela judicial


efectiva. Valoración.

En la actualidad, la doctrina y la jurisprudencia mantienen sin


fisuras que, a pesar de la falta del requisito del timbre, la letra de cambio
no pierde su condición de documento cambiario 205. La existencia
jurídica de la declaración cambiaria no debe depender de la satisfacción
de un impuesto, sino de su adecuación a las normas de Derecho
cambiario.

El art. 37.1 TR del ITP y AID dispone, exclusivamente, que las


letras defectuosamente timbradas carecerán de eficacia ejecutiva. Al ser

204
.- El requisito del reintegro del impuesto de Actos Jurídicos Documentados es una
"exigencia netamente fiscal que no mercantil ni procesal (pues de los artículos 1, 66 de la
Ley Cambiaria y 1429 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil nada impediría la
ejecutividad de un título valor no gravado fiscalmente)" (SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 31
de enero de 1994; RGD, núm. 597, junio 94, págs. 7220 a 7222).
205
.- Vid, por todos SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 398.
Entre otras muchas sentencias del TS pueden consultarse las siguientes: SSTS (1.a) de 4 de
abril de 1973 (RAJ 1570), de 16 de julio de 1984 (Col. Leg. num. 479), de 21 de abril de
1986 (Col. Leg. num. 233). La denominada jurisprudencia "menor" se pronuncia en el mismo
sentido, cfr., por ejemplo, SAT de Las Palmas, de 2 de diciembre de 1988 {RGD, núms. 541-
42, vol. II, oct.-novbre. 1989, págs. 7428 y 7429); SAP Pamplona, Secc. 2a, de 8 de febrero
de 1990 (RGD, núms. 562-63, julio-agosto 91, págs. 6912 a 6915); SAP de Barcelona, Secc.
13a, de 17 de julio de 1990 (RGD, núm. 558, marzo 1991, pág. 1807); y SAP Madrid, Secc.
14a, de 16 de abril de 1991 (RGD, núm. 564, septiembre 91, págs. 8065 a 8067); SAP de
Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 4 de marzo de 1992 (RGD, núm, 582, marzo 93, págs.
2562 y 2563); SAP de Toledo, Secc. 1a, de 20 de enero de 1994 (RGD, núm. 603, diciembre
94, págs. 13688 y 13689).
221

una norma restrictiva de derechos no debe ser interpretada


extensivamente y, por tanto, la sanción en ella prevista no puede
aplicarse a supuestos distintos de los regulados de forma expresa. Esta
tesis se basa también en el principio pro actione y en el derecho a la
tutela judicial efectiva. Por lo demás, la adhesión del ordenamiento
jurídico español al sistema de Ginebra, operada por la LCCH, no permite
otra alternativa. En efecto, el art. 1 del tercer Convenio de Ginebra,
relativo al Derecho de timbre en materia de letras de cambio y pagarés a
la orden, de 7 de junio de 1930, establece lo siguiente:

"En el caso en que no fuese ya su legislación, las Altas Partes


contratantes se obligan a modificar sus Leyes de manera que la
validez de las obligaciones que se contraigan en materia de
letras de cambio y de pagarés a la orden, o el ejercicio de
derechos que de ellos deriven, no pueden ser subordinados a
la observación de las disposiciones sobre el timbre" (la
cursiva es nuestra).

No existe, pues, ningún tipo de polémica acerca de los efectos


jurídico-materiales derivados de la inobservancia del requisito del
timbre206.

206
.- A pesar de ello, se observa, en la mayoría de escritos que tratan el tema que ahora nos
ocupa, una cierta insistencia en dejar muy claro que la naturaleza cambiaria de las
obligaciones que surgen de una letra de cambio, regularmente formal, no viene determinada
por el cumplimiento de la normativa fiscal. Tal preocupación está anclada en ciertas
reminiscencias históricas que deberían de haberse superado. Una antigua y ya derogada Ley
del Timbre, de 18 de abril de 1932 (RAL 503), sancionaba con la pérdida del carácter
mercantil a las letras de cambio sin timbrar (cfr, arts. 144 y 151). La doctrina y la
jurisprudencia de la época no adoptaron una posición unitaria ante el alcance de la sanción
fiscal. Una tendencia, que podríamos denominar conservadora, acató lo dispuesto en la Ley
de 1932; v.gr. VICENTE Y GELLA quien señalaba que: "La falta de timbre priva al
documento de su condición de letra y las obligaciones en ella consignadas dejan de ser
obligaciones cambiarías" (Los títulos de crédito en la doctrina y en la jurisprudencia, cit.,
pág. 222). Así lo declaraba también la STS (1.a) 1 mayo 1952 (RAJ 1224): "La letra de
cambio no extendida en papel timbrado decae como documento mercantil y se transforma en
documento estrictamente civil". En cambio, la posición progresiva se mostraba crítica con el
texto de la Ley de 1932, pues, consideraba que la existencia jurídica de una declaración
222

Por lo que se refiere a las consecuencias jurídico-procesales el


legislador español, al regular esta materia, no ha sido, a nuestro parecer,
coherente con los postulados básicos del Derecho tributario y se ha
dejado llevar por un excesivo afán de hacer tributar la especial
protección que el ordenamiento jurídico concede a la forma y
solemnidad de determinados actos jurídicos documentados. Si el hecho
imponible del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados, cuando se
trata de un documento mercantil, es la emisión o puesta en circulación de
tal documento 207, la imposición de la sanción correspondiente a la
infracción tributaria no debería depender del procedimiento judicial
elegido por el acreedor para alcanzar la satisfacción del crédito
documentado, sino que debería hacerse efectiva en todo caso. En
cambio, la doctrina y la jurisprudencia, basándose en la naturaleza de la
norma del art. 37.1 TR del ITP y AJD, coinciden en declarar que la falta
de timbre no puede impedir el ejercicio de la acción declarativa 208. A

cambiaria no podía depender de la satisfacción de un impuesto. En definitiva, una ley fiscal


rebasaba los límites para los que había sido promulgada si declaraba inválido lo que era
válido conforme a las normas de Derecho privado. Sólo se aceptaba como irremediable la
pérdida del carácter ejecutivo del documento que, al tiempo de ser creado, careciera de tal
requisito; vid. en este sentido, LANGLE, Manual de Derecho mercantil español, tomo
segundo, cit., págs. 224 a 227. La Ley de 14 de abril de 1955 sobre el Impuesto del Timbre
se mantuvo en la línea de la de 1932. Este criterio fue corregido por la Ley de Reforma del
Sistema Tributario de 11 de junio de 1964, en cuyo art. 175 se dispuso que el
incumplimiento del requisito de la extensión de las letras de cambio en el efecto timbrado
que correspondía a su cuantía les privaba de la eficacia ejecutiva que les atribuían las leyes
procesales y mercantiles.
No obstante el art. 37.1 TR del ITP y AJD continúa generando confusiones. Por
ejemplo, en la SAT de La Coruña, de 10 de marzo de 1988 (RGD, núm. 535, abril 1989,
págs. 2573 y 2574) se declara que, la extensión de una letra de cambio, "ajustada a las
previsiones del art. 444 del Código de Comercio", en efecto timbrado de cuantía inferior a la
que corresponda a su cuantía, no sólo determina la perdida de fuerza ejecutiva del título-
valor, sino también la condición de letra de cambio, convirtiéndose en "un pagaré a la orden
del tomador y a cargo del librador".
207
.- Vid. PÉREZ ROYO, Curso de Derecho tributario. Parte especial. Sistema tributario:
los tributos en particular (con Ferreiro Lapatza, Clavijo Hernández, Martín Queralt y
Tejerizo López), 10a ed., Madrid, 1994, pág. 482.
208
.- Vid. doctrina y jurisprudencia citada en nota 205.
223

nuestro entender, el art. 104 de la Ley cambiaría italiana está


jurídicamente mejor construido puesto que la irregularidad fiscal de los
títulos cambiarios, que nada tiene que ver con la vía procesal que se haya
incoado, comporta siempre una sanción. Si bien, como ya vimos, la
sanción no es única: se decreta la suspensión, hasta que se pague el
impuesto, del ejercicio de la acción cambiaria declarativa; mientras que
se priva de fuerza ejecutiva a los títulos cambiarios que, desde su
origen, no estén correctamente timbrados 209.

La STC (Pleno) 141/1988, de 12 de julio -que declara


inconstitucional y, en consecuencia nula, la inclusión del vocablo
"Tribunal" en el art. 57.1 del TR del ITP y AJD- formula las directrices
que, a nuestro entender, deben informar la eficacia de las normas fiscales
en el ámbito del proceso. En el mencionado artículo se disponía que:
"Ningún documento que contenga actos o contratos sujetos a este
impuesto se admitirá, ni surtirá efecto en Tribunal, Oficina o Registro
público sin que se justifique el pago, exención o no sujeción a aquél,
salvo lo previsto en la legislación hipotecaria" (la cursiva es nuestra). Al
tener el precepto transcrito un alcance general y ser, por tanto, aplicable
a cualquier tipo de proceso y de actuación jurisdiccional, tenía que
condicionar la aplicación del art. 37.1 del TR del ITP y AJD; o, en otras
palabras: "... la repulsa al juicio ejecutivo tanto lo da el que carezca de
fuerza ejecutiva como la terminante prohibición de admitir el
documento" 21°.

En la citada sentencia 141/1988, el Tribunal Constitucional


declara con carácter general que:

209
.- Vid. supra, Capítulo Segundo, págs. 90 y 91.
2I0
.- REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la LEC española, I, cit., pág.
128.
224

"... un precepto legal que ordena inadmitir documentos


presentados por las partes ante los Juzgados y Tribunales
afecta sin duda al ejercicio de los derechos constitucionales de
aquéllas en el proceso..." (f.j. 2°).

Precisando la anterior afirmación, el Tribunal Constitucional


considera que, desde la perspectiva del art. 24.1 CE, la prohibición de
que los Tribunales admitan ciertos documentos con irregularidades
fiscales puede:

- Por una parte, afectar al derecho a la acción, bien directamente,


haciendo imposible su ejercicio cuando la admisión de la demanda se
condiciona a la presentación del documento, bien indirectamente, al
impedir de hecho la presentación de una demanda condenada al fracaso.
Declara el Tribunal Constitucional que la limitación que el art. 57.1 del
Texto refundido impone a la eficacia de los documentos ante los
Tribunales es contraria al art. 24.1 de la Constitución. Lo argumenta del
modo siguiente:

"... las limitaciones derivadas del precepto cuestionado no


guardan relación alguna con el objeto y la finalidad del
proceso -se trata de un tributo cuyo hecho imponible es ajeno a
la función jurisdiccional- e introducen una quiebra evidente
entre el mundo sustantivo y el procesal, pues, mientras que no
se niega validez al documento en el mundo de las relaciones
sustantivas ajenas al proceso, se impide en la práctica el
ejercicio de la correspondiente acción. Ello incide en el
derecho a la protección judicial efectiva de los derechos e
intereses legítimos, que obliga a una configuración del derecho
a accionar ante los Tribunales que garantice una
correspondencia entre el mundo de las relaciones sustantivas y
el mundo procesal. ... la presunta irregularidad fiscal rompe
dicha correspondencia y suspende la garantía jurisdiccional
225

que es complemento obligado de toda norma de Derecho


sustantivo" f.j. 7° (la cursiva es nuestra).

No basta, según el Tribunal Constitucional, que el fin perseguido


por la norma sea constitucionalmente lícito -contribución de todos los
ciudadanos al sostenimiento de los gastos públicos (art. 31.1 CE)-:

"De la doctrina de este Tribunal cabe deducir que las


limitaciones impuestas al ejercicio del derecho fundamental a
la tutela judicial efectiva no sólo han de responder a una
finalidad constitucionalmente legítima, sino que han de ser
razonables y proporcionadas en relación con el objetivo
pretendido y no han de afectar al contenido esencial del
derecho. Pues bien, en el caso considerado existe, sin duda,
una falta de proporcionalidad entre el objetivo que se
persigue -la recaudación del impuesto- y el modo en que se
opera. Aquél podría lograrse por otros medios, entre los que
cabría incluir la simple obligación por parte del Juez de
comunicar a la Administración tributaria la existencia del
documento sin liquidar, y sin embargo, se establece una
medida que por de pronto interfiere en el ejercicio del derecho
fundamental, obstaculizando el derecho a la acción que forma
parte del contenido del mismo, y que implica una evidente
reduplicación de los medios ejecutivos de la Administración -
para cuyo ejercicio basta el conocimiento del hecho y las
circunstancias de la omisión del pago del tributo- que
desnaturaliza el ejercicio de la función jurisdiccional, haciendo
tomar parte activa al órgano judicial en la gestión de la
obligación tributaria pendiente y atribuyendo a dicha gestión
un carácter preferente", f.j. 7°, (la cursiva es nuestra).

- Y, por otra, negar fuerza probatoria a determinados


documentos:

"En estos casos, el referido precepto limita las posibilidades de


prueba a la parte a la que interesa la presentación de los
226

mismos frente a la contraparte, que se ve injustificadamente


beneficiada por el obstáculo que la carga fiscal significa para
el acceso del documento al proceso. Y, en todo caso, el
incumplimiento de la carga fiscal, sea imputable a la parte o no
lo SQQ., falsea el resultado del proceso, haciéndolo depender de
la regularidad en el cumplimiento de las obligaciones fiscales
de una de las partes, con la consiguiente quiebra de los
principios que tratan de establecer un equilibrio entre las
mismas en orden a la formulación de alegaciones y aportación
de medios de prueba, con el fin de asegurar la justicia material
de la decisión. El art. 57.1 del Texto Refundido incide así en el
derecho a un proceso con todas las garantías y a utilizar los
medios de prueba pertinentes para la defensa de los derechos e
intereses legítimos, limitación esta última que puede colocar a
la parte en una verdadera situación de indefensión cuando el
documento resulta decisivo para la defensa de sus
pretensiones", f.j. 8° (la cursiva es nuestra).

Resulta interesantísimo observar como esta doble vulneración de


los derechos procesales de las partes que generan las disposiciones
tributarias, ha sido puesta de relieve en el Derecho italiano por
CALAMANDREI: "In realtà il sistema tributario oggi vigente in Italia
non si limita a stabilire la inefficacia probatoria delle scriture
fiscalmente irregolari, ma stabilisce qualche cosa di molto più radicale:
che, cioè, finché la irregolarità non è riparata, il giudice non possa,
neanche in base a prove diverse dalla scrittura, decidere sul merito dei
rapporti in occasione dei quali la irregolarità è stata commessa" 2n .

El art. 25, regla duodécima, de la Ley 29/1991, de 16 de


diciembre, de adecuación de determinados conceptos impositivos a las
Directivas y Reglamentos de las Comunidades Europeas, modificó la
redacción del art. 57.1 del TR del ITP y AJD en aquel término declarado

2
".- CALAMANDREI, "II processo civile sotto l'incubo fiscale", en Opere Guiridiche, voi.
primero, Napoli, 1965, págs. 261 y 262.
227

inconstitucional por el Tribunal Constitucional y asumió la tesis del


intérprete máximo de la Constitución sobre el modo de actuar de los
Juzgados y Tribunales cuando se les presente un documento sin que se
haya liquidado el correspondiente impuesto. Así, en el párrafo primero
del art. 57 del TR del ITP y AJD se suprimió el término "Tribunal" y se
añadió la siguiente frase: "Los Juzgados y Tribunales remitirán a los
órganos competentes para la liquidación del impuesto copia autorizada
de los documentos que admitan en los que no conste la nota de haber
sido presentados a liquidación". La norma transcrita ha pasado a formar
parte del párrafo primero del art. 54 del vigente TR del ITP y AJD y del
art. 123 del Reglamento.

La doctrina contenida en la STC 141/1988 nos incita a cuestionar


algo que en principio se muestra intangible, o como expuso LANGLE
irremediable y que se expresa en la pérdida absoluta de fuerza ejecutiva
de una letra de cambio extendida en efecto timbrado de clase inferior a la
Olí
que corresponde a su cuantía . En realidad, nos preguntamos si la
aplicación, en todo su rigor, de la sanción prevista en el art. 37.1 TR del
IPT y AJD no entra en contradicción con otras normas jurídicas vigentes
en nuestro ordenamiento, e incluso si no puede tacharse de
inconstitucional por vulnerar el derecho a la tutela judicial efectiva (art.
24.1 CE).

Es cierto que el Tribunal Constitucional, en la sentencia citada,


ciñe sus declaraciones al supuesto de hecho de la norma del art. 57.1 TR
del ITP y AJD y afirma que aquéllas no pueden ser extensivas a otros
preceptos 213. Incluso podría decirse que el Tribunal Constitucional
212
.- Vid. supra, nota 206.
2I3
.- Sin embargo JIMÉNEZ SÁNCHEZ (Derecho mercantil, cit., págs. 557 y 558) entiende
que la doctrina contenida en la STC 141/1988 es aplicable a toda irregularidad fiscal y
afirma que "la consagración constitucional, entre los derechos fundamentales, del derecho a
obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales -v. art. 24,1 CE- lleva en la actualidad a
conceder ésta pese al incumplimiento de las exigencias fiscales, si bien poniendo en todo
228

comparte las argumentaciones del Letrado del Estado cuando señala que,
en el ordenamiento jurídico -único e indivisible-, existen muchos
ejemplos de normas imperativas que, teniendo justificación en un sector
del mismo, proyectan su significación en otros. El Letrado del Estado
sostiene, al respecto, que las limitaciones al ejercicio del derecho al
proceso no pueden considerarse arbitrarias o injustificadas cuando
responden a una finalidad constitucionalmente legítima. Como ejemplo
de tales limitaciones de carácterfìscal, cita el Letrado la documentación
de la obligación cambiaria en un formulario tipo sujeto a reintegro, que
tiende (justificación de la sanción) "no sólo a asegurar un cobro
tributario sino también a lograr la tipicidad de un documento cuyo
libramiento o aceptación comporta un compromiso de sujeción del
deudor más riguroso que en el resto de las obligaciones civiles" (la
cursiva es nuestra).

Es cierto también que, aunque la LCCH no se refiera al efecto


timbrado ni como requisito constitutivo del título ni como presupuesto
de su fuerza ejecutiva, el art. 37.1 TR del ITP y AJD está vigente, ya que
no ha sido derogado ni por la LCCH ni por otra norma posterior214.

caso en conocimiento de la Hacienda pública la falta de pago del impuesto a los efectos
procedentes".
2I4
.- Vid. en este sentido, SAP de Palma de Mallorca, de 17 de marzo de 1988 (RGD, núms.
532-533, enero-febrero 1989, págs. 709 a 712); SAP de Madrid, Secc. 19a, de 5 de julio de
1993 (RGD, núms. 589-90, oct.-novbre. 93, págs. 10543 a 10546).
En cambio, la ineficacia de la norma fiscal se mantiene por la SAP de Sevilla, Secc.
2a, de 24 de febrero de 1994 (RGD, núm. 612, septiembre 95, págs, 11107 y 11108): "Es
también necesario referir que en tanto que la Ley Cambiaria y del Cheque es posterior a la
Ley del Impuesto, puede sostenerse que las infracciones fiscales, no han sido recogidas
como causa de oposición y de privación de efectos cambiarías y ejecutivos para con la letra,
y que por tanto y con independencia de la nueva Ley del impuesto de 24 de septiembre de
1993, que no afecta a la letra que aquí se ejecuta, esta tiene fuerza ejecutiva o mejor no tiene
porque perder esa fuerza por incumplir algún requisito fiscal, máxime (...) cuando estas
excepciones deben ser interpretadas y aplicadas en forma restrictiva".
229

Por otra parte, también es cierto que la norma del art. 37.1 TR del
ITP y AJD es muy precisa -"La extensión de la letra en efecto timbrado
de cuantía inferior privará a estos documentos de la eficacia ejecutiva
que les atribuyen las leyes"- por lo que no genera dudas al intérprete.
Desde esta perspectiva, se ha declarado que el art. 37.1 TR del ITP y
AJD no limita el derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en el art.
24.1 CE puesto que aquel precepto sólo impide al acreedor cambiario
ejercitar la acción en vía ejecutiva, quedando abierta la posibilidad de
entablar una acción declarativa ordinaria.

Ahora bien, teniendo en cuenta que la letra de cambio ha sido,


desde sus orígenes, un título ejecutivo extrajurisdiccional 215, y que la
acción cambiaria ha sido y es, en esencia, una acción ejecutiva 216, la
falta del requisito fiscal paraliza todo el mecanismo de la letra de cambio
en el orden judicial. En este sentido, podemos afirmar que la efectiva
tutela judicial, cuando se ejercita la acción cambiaria, se obtiene en el
proceso de ejecución -proceso privilegiado frente al proceso ordinario-.

Desde esta perspectiva, entendemos que puede sostenerse, como


proposición de lege ferenda, que la irregularidad fiscal no debería
comportar la pérdida de la fuerza ejecutiva de la letra de cambio 2I7.

215
.- Al respecto se ha dicho que "..., el título de crédito en sus orígenes era un documento
confesorio, sujeto a la disciplina de los documentos de esa especie. Por eso justamente era
título ejecutivo, como son ejecutivos todos los instrumentos confesorios. (...). La calidad del
documento como título ejecutivo, que en un primer momento fuera admitida a través del
reconocimiento de la existencia de la confessió, recibe, en la legislación estatutaria, un
reconocimiento propio e independiente, que hace inútil el recurso a la confesión y que hace
prescindir cada vez más, de la disciplina peculiar de ésta" (ASCARELLI, Teoría de los
títulos de crédito, cit., págs. 44 y 45).
2I6
.- Vid. supra, nota 11.
217
.- Un propuesta en esta línea ya tuvo lugar hace algún tiempo. Así, VIADA y
COMELLAS ("El ámbito judicial en el despacho de la ejecución", en Revista de Derecho
Procesal, núm. 1, 1949, pág. 84) afirmaban que "lo mismo que cuando un documento
privado se presenta con la demanda, sin liquidar los derechos reales que correspondan, de
igual modo, la letra no timbrada en la forma debida, podría habilitarse completándose su
230

Ahora bien, sin valorar de forma crítica la norma positiva,


solamente teniendo en cuenta que la finalidad de una norma fiscal
consiste, principalmente, en asegurar el cobro de un tributo y no la
O 1 fi
seguridad del tráfico jurídico , y que el hecho imponible del Impuesto
sobre Actos Jurídicos Documentados nada tiene que ver con la función
jurisdiccional, no puede, a nuestro entender, rechazarse de plano la
posibilidad de que la irregularidad fiscal en una letra de cambio pueda
subsanarse.

B) Subsanación de las irregularidades fiscales determinantes de la


pérdida de fuerza ejecutiva de la letra de cambio.

Antes de abordar este tema, es menester determinar cuál es la


calificación jurídica que debe otorgarse a la exigencia fiscal del timbre.
Al tener la norma del art. 37.1 del TR del ITP y AJD carácter procesal
-su eficacia permanece en el ámbito del proceso-, debe descartarse que el
timbre sea un requisito constitutivo de la letra de cambio como título-
valor (cfr. arts. I y 2 LCCH). Ahora bien, debe acotarse más su carácter
procesal, pues como ya hemos señalado el incumplimiento del requisito

reintegro, que es lo que en definitiva debe pretender la Hacienda: que sus derechos no
queden burlados".
En este sentido, el AAP de Girona, Secc. 2a, de 20 de abril de 1995 (Actualidad Civil,
Audiencias, núm. 16, agosto 1995, pág. 1961) ha declarado, obiter dicta, que "la vigencia del
art. 37 del Real Decreto-Ley 3050/1980 de 30 de diciembre y del R.D. 3494/1981 de 29 de
diciembre, puede ser cuestionada y de hecho lo es, desde el punto de partida de una lectura
constitucional del principio de tutela efectiva, desde antaño un amplio sector- de la doctrina
científica y una representativa jurisprudencia viene poniendo de relieve las inconveniencias
de supeditar el ejercicio de una acción a las exigencias tributarias, incluidas en una norma de
carácter fiscal, habiendo sido esta doctrina seguida en parte por esta misma Sala, al haber
declarado que en todo caso el incumplimiento de una obligación tributaria no era suficiente
para privar al título de su fuerza ejecutiva".
218
.- No compartimos la opinión del Abogado del Estado, recogida en la STC 141/1988, de
12 de julio (vid. supra, pág. 228), relativa a la misión que debe cumplir la documentación de
la obligación cambiaría en un formulario tipo sujeto a reintegro.
231

del timbre carece de relevancia en el juicio declarativo ordinario 219. En


cambio, la eficacia del timbre se deja sentir exclusivamente en el ámbito
de la actividad ejecutiva: la expedición de la letra de cambio en el efecto
timbrado correspondiente a su cuantía condiciona el acceso de la misma
a la vía ejecutiva. La SAP de la Coruña, Secc. 1a, de 10 de marzo de
1990, declara que la ineficacia, con la que sanciona el art. 37.1 del TR
del IIP y AJD,

"no ha de entenderse como "pérdida de fuerza ejecutiva"


propiamente dicha, sino más bien como causa excluyente de la
posibilidad de que se despache ejecución al ser rechazable ab
initio por el juzgador, y así lo viene estimando la
jurisprudencia del Tribunal Supremo al hacer derivar, tan sólo,
de la ejecución indebidamente despachada una responsabilidad
*?'5A
por parte del juzgador "

El cumplimiento de los requisitos fiscales ha de referirse, según el


art. 37.1 del TR del ITP y AJD, al momento de la "extensión" del título
valor221. Esta determinación temporal ha supuesto que algunos autores se

219
.- Vid. supra, pág. 222.
220
.- Vid. ROD, num. 558, marzo 91, pág. 2065.
221
.- Ya hemos dicho que el vocablo "extensión" empleado en la redacción del art. 37.1 del
TR del ITP y AJD es interpretado en el sentido de "emisión o puesta en circulación" del
título-valor; vid. PÉREZ ROYO, Curso de Derecho Tributario. Parte especial. Sistema
tributario: los tributos en particular, cit., pág. 482. Igual significado se le otorga en la SAP
Santa Cruz de Tenerife, de 28 de noviembre de 1983: "CONSIDERANDO: Que el momento
determinante del pago del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados respecto a las letras
de cambio es el de su giro, libramiento o expedición, concepto aclarado por el párrafo
segundo del artículo 33 del texto ya citado (se refiere al TR del ITP y AJD, de 30 de
diciembre de 1980), al equipararlo al "de orden de pago" o "instrumento que-caredite una
remisión de fondos", de manera que no se puede entender librada o expedida una letra -
completa o incompleta- en tanto no se ponga en circulación a las finalidades expresadas; y si
bien es cierto que faltándole el requisito del número 1° del artículo 444 del Código de
comercio, puede acreditarse que la letra ha sido puesta en circulación, al haber sido
descontada o negociada, cuando esto no es así, en tanto no se gire o libre la cambial, no se
puede decir que haya sido expedida, ni a efectos mercantiles ni fiscales, ni que haya nacido
la obligación de pagar el Impuesto, ni que puedan comenzar a computarse los seis meses a
que se refiere el artículo 36, párrafo 2°" (sentencia transcrita por GARCÍA GIL,
232

pronuncien en contra de la subsanación de un defecto relativo al


J'y)
timbre " . Por lo que se refiere a la jurisprudencia analizada podemos
afirmar que no es unívoca. Es fácil constatar, en su seno, una falta de
uniformidad en la interpretación del momento al que ha de referirse el
cumplimiento de la exigencia fiscal. Esto puede ser debido a la
abundante casuística que surge en torno a este tema y que desborda los
límites del supuesto de hecho de la norma del art. 37.1 del TR del ITP y
AJD. A nosotros solamente nos interesa tratar de resolver, en las líneas
que siguen, una cuestión: el reintegro posterior de la letra de cambio,
añadiendo timbres móviles o mediante su liquidación en metálico,
¿puede subsanar la inicial insuficiencia de timbre en el impreso oficial,
conservando de esta forma su fuerza ejecutiva?. Dos son las respuestas
posibles a esta pregunta.

La negativa a la subsanación del defecto de timbre se ha


fundamentado en diferentes motivos, entre ellos:

- En una interpretación estricta y rigurosa de la ley fiscal.

"... No puede argüirse válidamente que con posterioridad a la


creación del título se subsanó el defecto, pues a estos efectos
ha de tenerse en cuenta el momento de la formalización o
documentación, o, lo que es lo mismo, el momento de la
creación de la letra, para que naciendo sin ningún vicio pueda
tener en su día plena eficacia ejecutiva, lo que confirma la
interpretación sistemática del Texto Refundido, toda vez que
en su artículo 52.6 (sic) expresa que el impuesto se devengará
Jurisprudencia cambiaría, cit., pág. 37). Vid. también, en este sentido, SAT La Coruña de 6
de febrero de 1979: "... los documentos de crédito y de giro satisfarán el impuesto al ser
emitidos, que, para las letras de cambio, no es otro que aquel momento en que el librador
entrega la letra al tomador" (sentencia transcrita por CASALS COLLDECARRERA,
Estudios de oposición cambiaría, II, 1a ed., Barcelona, 1986, pág. 180).
222
.- En este sentido se pronuncian, GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo
régimen jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 237 y
GÓMEZ DE LIAÑO, Jurisprudencia cambiaría. Juicio ejecutivo, cit., pág. 95.
233

el día en que se formalice el acto y el artículo 36.2 utiliza la


expresión de días "contados a partir de la fecha de us emisión"
(SAP de Barcelona, de 17 de julio de 1990. ROD, num. 558,
marzo 91, págs. 1807 y 1808)223.

- En la inexistencia de un precepto de carácter fiscal que permita


de forma expresa la subsanación de tal defecto.

"... ha de conformarse el ejecutante con la declaración que es


inevitable hacer, de que el documento ejecutivo carece de
dicha fuerza, en virtud de la Ley fiscal que se acaba de señalar
(se refiere a Ley de Reforma Tributaria de 11 de junio de
1964), y dado que ni dicha Ley, ni ninguna de procedimiento
en esta materia, señalan margen de tolerancia con el
incumplimiento de esta condición, que tiende directamente a
proteger la efectividad del referido impuesto" (SAT Zaragoza
de 8 de julio de 1981)224.

- En la finalidad de evitar la defraudación del Impuesto sobre


Actos jurídicos documentados.

"... siendo las letras de cambio documentos no destinados en


principio a ser presentados en las oficinas públicas, fácil
resultaría extender aquéllas en efectos timbrados de la última

223
.- Vid. asimismo, AAP de Sevilla, Secc. 6a, de 4 de febrero de 1994 (ROD, num. 612,
septiembre 95, págs. 11105 y 11106).
224
.- Sentencia transcrita en GARCÍA GIL, Jurisprudencia cambiaria, cit., pág. 32. El mismo
razonamiento es empleado por la SAP de Barcelona, Secc. 11a, de 1 de junio de 1995 (RGD,
núms. 613-614, oct.-novbre. 95, págs. 12186 y 12187) para estimar el recurso: "(...) si la
voluntad del Legislador de 1985 hubiera sido no privar de fuerza ejecutiva a.las letras de
cambio que infrinjan el impuesto a que se hallan sujetas como acto jurídico documentado, al
redactarse el Real Decreto 1/93 lo hubiera plasmado expresamente, lo que nos tiene que
llevar a estimar que las letras de cambio carecen de fuerza ejecutiva, ya que su complemento
con la adición de timbres móviles únicamente lo recoge la Disposición Transitoria Cuarta del
Real Decreto de 30 de diciembre de 1980 (...) ". El Juzgado de Primera Instancia había
despachado ejecución y, posteriormente, dictó sentencia de remate al entender que las letras
de cambio tenían eficacia ejecutiva, pues habían sido reintegradas al dorso con timbres
móviles.
234

clase completando el impuesto con la adición de timbres


móviles tan sólo en los supuestos en que, por no ser atendidas,
hubieran de presentarse a su ejecución, con la consiguiente
defraudación a la Hacienda Pública" (SAT Bilbao de 20 de
febrero de 1982)225.

- Por otra parte, el empleo de timbres móviles, para satisfacer la


diferencia de gravamen, sólo ha sido autorizado por las disposiciones
fiscales cuando se ha producido una modificación de las tarifas, y hasta
la circulación de los nuevos efectos timbrados -cfr. Disposición
Transitoria cuarta del anterior TR del ITP y AJD, aprobado por Real
Decreto Legislativo 3050/1980, de 30 de diciembre-226.
*

La respuesta afirmativa a la pregunta arriba planteada da a


entender que la subsanación del defecto de timbre podría tener lugar en
dos momentos distintos:

a) Antes de acudir a la vía ejecutiva en reclamación del crédito


cambiario.

En numerosas resoluciones judiciales se ha admitido el reintegro


posterior a la extensión de la letra de cambio, estimándose suficiente, en
aras a la conservación de la fuerza ejecutiva, que la letra de cambio
estuviera definitivamente reintegrada, con carácter general, en el

225
.- Sentencia reproducida en GARCÍA GIL, ob. cit., nota anterior, pág. 34. Dicha finalidad
condiciona el fallo del AAP de Sevilla, Secc. 6a, de 4 de febrero de 1994 en el que se afirma
que la subsanación del defecto del timbre, mediante la fórmula sustitutoria del pago a
metálico, "consagraría un sistema que vendría a favorecer a quienes por este medio burlasen
el sentado requisito".
m
.- Vid. al respecto, SAT de Bilbao, de 20 de febrero de 1982 y SAT de Barcelona, de 2 de
mayo de 1985 (transcrita en CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición
cambiaría, II, cit., pág. 187).
235

momento de deducir la demanda. Se especifican, no obstante, diversas


referencias temporales:

- Subsanación efectuada a los pocos días de su libramiento. Así, la


SAP de La Coruña, de 10 de marzo de 1990, pone de relieve que:

"... la inutilización del timbre complementario de la diferencia


de reintegro se produjo tan sólo cinco días después de la
emisión de la Letra", (la cursiva es nuestra) 227.

- Reintegro antes del vencimiento.

"La letra que se intenta ejecutar, fue librada el 20 de mayo de


1992, con vencimiento el 18 de agosto de 1992,
acompañándose con la misma, justificante de haber abonado el
exceso de cuantía de la letra el 13 de agosto de 1992 (...).
(...), esa eficacia ejecutiva viene impuesta por el hecho
evidente de que no estamos en presencia de una letra respecto
de la cual no se ha ingresado el impuesto, sino que el impuesto
de la letra ha sido completamente abonado, y por tanto carece
de sentido la sanción de privación de fuerza ejecutiva, cuando
más en este impuesto en el que el pago se efectúa en la
Delegación de Hacienda, la cual acepta el pago, sin hacerse la
más mínima mención a su extemporaneidad, ni se le aplica
recargo alguno, por ese concepto; (...)". (SAP de Sevilla, Secc.
2a, de 24 de febrero de 1994; ROD, num. 612, septiembre 95,
págs. 11107 y 11108).

- Reintegro al tiempo de levantar el protesto.

"... ,y, si bien es cierto que dicho timbre móvil adherido a la


cambial aparece inutilizado en 3 de abril de 1981, o sea, siete
227
.- RGD, núm. 558, marzo 91, págs. 2064 a 2066. Vid. asimismo, SAT de Barcelona, de 13
de noviembre de 1973, transcrita en CASALS COLLDECARRERA, ob. cit. nota anterior,
pág. 186.
236

días después de la fecha de expedición de la misma, ello no


tiene fuerza suficiente para privar de fuerza ejecutiva al
documento debidamente extendido en el efecto que entonces
estaba autorizado y completado por la diferencia de gravamen
antes del acta de protesto por falta de pago, puesto que de la
integración de ambos documentos surge el verdadero título
ejecutivo, amén de que las disposiciones fiscales relativas a las
pretensiones formuladas ante los órganos jurisdiccionales,
deben ser interpretadas restrictivamente en cuanto limitadoras
del derecho a la jurisdicción, reconocido en el art. 24.1 de la
Constitución, cuando no se trata de negar trascendencia a los
intereses que se proponen salvaguardar mediante la represión
del fraude fiscal; sino simplemente reconocer que el interés de
la justicia y de los derechos fundamentales está por encima del
fiscal, y en el presente caso el interés de la Hacienda Pública
ha sido salvaguardado", SAT y jo
Valencia, de 28 de marzo de
f r

1983, (la cursiva es nuestra)

- Letra reintegrada en el momento de interponer la demanda 229. Se


admite que, si la letra de cambio no ha sido extendida en el efecto
timbrado de la clase correspondiente a su cuantía, se satisfaga la
diferencia de gravamen mediante la adhesión de timbres móviles.

"En general todas las disposiciones fiscales relativas a las


pretensiones formuladas ante los órganos jurisdiccionales,

228
.- Sentencia transcrita en CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición
cambiaría, II, cit., pág. 182. Vid. en el mismo sentido, SAT Bilbao de 5 de mayo de 1981, en
CASALS COLLLDECARRERA, ibidem, pág. 185; y SAT de Madrid, Sala segunda, de 19
de junio de 1987 (RGD, núm. 523, abril 1988, págs. 2063 y 2064) en la que se declara que
"es al tiempo de llevarlas al protesto cuando las mismas deben cumplir todos los requisitos
precisos para su validez y eficacia jurídicas".
m
.- Vid, al respecto SAP de Barcelona, Secc. 1a, de 31 de enero de 1994 (RGD, núm. 597,
junio 94, págs. 7220 a 7222) en la que se declara que el requisito fiscal "se debe entender
cumplido con la liquidación del impuesto previamente a su presentación ante la Jurisdicción
a efectos de ejercitar la acción ejecutiva, no antes, es decir, ni antes del vencimiento ni de su
presentación al cobro ...". En este mismo sentido se pronuncia la SAP de Santa Cruz de
Tenerife, Secc, 1a, de 20 de abril de 1995 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 14, julio 1995,
págs. 1705 y 1705).
237

deben ser interpretadas restrictivamente en cuanto limitadoras


del derecho a la jurisdicción reconocido en el art. 24.1 de la
Constitución. Si en la norma constitucional se reconoce a todas
las personas el derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos legítimos,
con lo que se constitucionaliza el derecho de acción, esa tutela
efectiva no puede ser desconocida por medio de normas
fiscales de rango inferior, en consecuencia, las normas fiscales
correspondientes deben ser interpretadas de tal manera que
quede siempre a salvo aquel derecho fundamental, el cual
consiste, no sólo en acudir a los tribunales, sino en hacerlo
con especiales garantías cuando así viene consagrado por las
leyes procesales, las cuales constituyen el desarrollo del
derecho a la jurisdicción; esto es, si las leyes procesales
establecen que con determinados títulos puede iniciarse un
juicio sumario de carácter ejecutivo, las normas fiscales que
priven de eficacia al título, cuando menos, deben interpretarse
restrictivamente. No se trata con ello de negar trascendencia a
los intereses que el Estado se propone salvaguardar mediante
la represión del fraude fiscal, sino simplemente de reconocer
que el interés de la justicia y el de los derechos fundamentales
está por encima del fiscal.
(...) la Disposición Transitoria 4a debe interpretarse en el
sentido de que el librador ejecutante pudo satisfacer la
diferencia de gravamen, como lo hizo, mediante la adhesión de
timbres móviles, con lo que se recoge el parecer de una
corriente de la jurisprudencia menor, la de las Audiencias
Territoriales, según la cual para despachar ejecución, basta
que la letra aparezca reintegrada fiscalmente en el momento
de deducir la demanda", SAT Valencia, de 30 de marzo de
1982, (la cursiva es nuestra) 23°.

Atendiendo a un criterio de equidad, la SAT de Barcelona, Sala 1a,


de 30 de marzo de 1979 231, declara:

230
.- Sentencia transcrita en GARCÍA GIL, Jurisprudencia cambiaria, cit., pág. 34.
231
.- RJC, Jurisprudencia, núm. 3, julio-septiembre, 1979, págs. 602 y 603.
238

"... fundada la oposición, en la nulidad del juicio, del número 2


del artículo 1467 de la Ley de Enjuiciamiento civil, por
defecto del timbre, en la letra de cambio que sirva de título a la
presente ejecución, como la razón teleològica que informa el
art. 107.4 del Decreto de 6 de abril de 1967, Texto Refundido
de la Ley y Tarifas de los Impuestos Generales sobre
sucesiones y transmisiones patrimoniales y el Real Decreto
Ley de 24 de agosto de 1976, por el que se aumentó en un diez
por ciento el Impuesto Fiscal, se encamina a obtener el pago
del impuesto; y si al tiempo de crear la cambial, no se utiliza el
efecto timbrado correspondiente a la cuantía, pero se subsana
la deficiencia de timbre, con anterioridad a la aportación de
aquélla con la demanda, y en el caso contemplado antes de
que se extienda el protesto por falta de pago, hay que atribuirle
fuerza ejecutiva en razón de que no existió fraude fiscal en el
momento de presentar la demanda, a cuyo momento hay que
atender para decidir las cuestiones planteadas por las partes,
según reiterada y constante jurisprudencia del Tribunal
Supremo;
Que establecido en el número 1 del artículo 106 del Texto
Refundido que: "el impuesto se devengará en el momento en
que se formalice el acto sujeto a gravamen", sería no sólo
contrario a los principios de equidad, sino injusto, el que
tengan diferentes tratamientos, el incumplimiento de las
obligaciones fiscales, por parte de los titulares de los distintos
documentos privados, pues, el que pretenda ejercitar el
derecho o derechos nacidos del contrato, así preconstituido, le
basta con liquidar el impuesto inmediatamente, antes de
presentar la demanda, y previo reconocimiento de la firma del
deudor, por la vía de los artículos 1430, 1431 y 1433 de la Ley
de Enjuiciamiento Civil, obtener la misma fuerza ejecutiva que
tienen las letras de cambio, sea cual fuese el retraso en el
cumplimiento de las obligaciones fiscales, y que marcan las
fechas del propio documento, y la de su liquidación, mientras
que al portador de una cambial, al amparo de una
interpretación estricta y rigorista, del número 4 del artículo
239

107, de dicho Texto se intente sancionarlo con la privación de


fuerza ejecutiva, sino aparece extendido en el efecto timbrado
correspondiente a su cuantía, aunque se complemente el
reintegro, antes de presentarse la demanda; con olvido o más
bien desconocimiento, de que esta interpretación literal y
rigorista de la Ley, conduce al absurdo, de favorecer
precisamente, a quien ha incumplido la obligación de
reintegro, que según los usos mercantiles públicamente
notorios, corresponde al librado, y si después incumple
también la obligación de pago de la cambial se establece con
tal criterio a su favor, y en méritos, de este doble
incumplimiento legal y contractual, la causa de nulidad de
defecto del timbre, aunque el tenedor de la letra, antes de
formular la demanda lo complemente y subsane así el
incumplimiento de aquél" (la cursiva es nuestra).

b) Una vez presentada la demanda ejecutiva.

No hemos hallado sentencia alguna que se pronuncie,


concretamente, sobre la posibilidad de subsanar un defecto de timbre en
una letra de cambio una vez se ha presentado la demanda ejecutiva
solicitando el despacho de la ejecución. No obstante, tras el análisis de la
STC 141/1988, de 12 de julio, nos sentimos obligados a considerar tal
posibilidad, partiendo, además de dos premisas: la extensión de una letra
de cambio en efecto timbrado es un requisito procesal; la falta de pago
de un impuesto es, como señala el Ministerio Fiscal en la sentencia del
Tribunal Constitucional anteriormente citada, en todo caso
subsanable232.

232
.- Así lo recoge el TC en el f.j. 8°: "El Ministerio Público considera que el obstáculo fiscal
no resulta de especial trascendencia pues, en todo caso, la falta de pago del impuesto puede
subsanarse,...".
240

En reiteradas ocasiones el Tribunal Constitucional ha declarado


que la efectiva prestación de la actividad jurisdiccional, garantizada por
el art. 24.1 CE, no sufre ningún menoscabo cuando se dicta una
resolución de inadmisión de la pretensión deducida por incumplimiento
de los presupuestos y requisitos procesales, legalmente establecidos, y
destinados a asegurar la regularidad e integridad del proceso 233. No
obstante, esta declaración de carácter general y abstracto es matizada por
el propio Tribunal Constitucional al señalar que las normas que
establecen los requisitos procesales deben ser interpretadas y aplicadas
siempre en el sentido más favorable para la efectividad del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva, evitando incurrir en una
aplicación automática y literal de aquellos preceptos que conduzca a la
inadmisión de un escrito o solicitud por una irregularidad formal
subsanable 234. Esta doctrina constitucional ha encontrado un refuerzo
legal en el art. 11.3 LOPJ que sólo permite desestimar o rechazar, por
motivos formales 23S, las pretensiones de las partes "cuando el defecto
fuese insubsanable o no se subsanare por el procedimiento establecido
en las leyes". La referencia que el art. 11.3 LOPJ hace a un cauce
procesal regulado por ley, constituye, según el Tribunal Constitucional,
233
.- Cfr. entre otras muchas, SSTC 112/1986, de 30 de septiembre, f.j. 2°; 4/1987, de 23 de
enero, f.j. 4°; 178/1987, de 11 de noviembre, f.j. 2°; 149/1988, de 14 de julio, f.j. 2°; 34/1989,
de 14 de febrero, f.j. 2°; 213/1990, de 20 de diciembre, f.j. 2°; 16/1992, de 10 de febrero, f.j.
2°; 64/1992, de 29 de abril, f.j. 3°; 145/1992, de 13 de octubre, f.j. 2°; 65/1993, de 1 de
marzo, f.j. 2°. La doctrina del TC sobre los presupuestos y requisitos procesales está
ampliamente analizada en DE LA OLIVA, Derecho procesal civil, I, (con Fernández
López), 4a ed., Madrid, 1995, págs. 198 y ss.; LOPEZ SIMO, La jurisdicción por razón de la
materia. (Tratamiento procesal), Madrid, 1991, págs. 53 a 61.
234
.- Cfr. entre otras, SSTC 43/1985, de 22 de marzo, f.j.2°; 11/1988, de 2 de febrero, f.j. 4°;
216/1989, de 21 de diciembre, f.j. 3°; 164/1991, de 18 de julio, f.j. 1°; 154/1992, de 19 de
octubre, f.j. 2°; 120/1993, de 19 de abril, f.j.5°.
235
.- A pesar de la dicción literal del art. 11.3 LOPJ, el TC ha declarado en varias sentencias
que dicho artículo, de conformidad con el principio de tutela judicial efectiva consagrado en
el art. 24.1 CE, debe entenderse aplicable no sólo a los defectos, que, en sentido estricto,
puedan considerarse formales, sino también a todos aquellos defectos u omisiones que
permitan subsanación o integración, aunque sean portadores de un significado que pueda
exceder del puramente formal (cfr. entre otras, SSTC 162/1986, de 17 de diciembre, f.j. 4°;
3/1987, de 21 de enero, f.j.3°; 39/1988, de 9 de marzo, f.j. 1°).
241

"una cláusula genérica en la que puede apoyarse el trámite de


subsanación, aunque no esté específicamente previsto en la Ley"236.

La rigurosa limitación de las causas de nulidad de los actos


procesales (art. 238 LOP J), el principio de conservación de los actos
procesales (arts. 241 y 242 LOPJ) y el principio de subsanación de los
defectos procesales, al que ya nos hemos referido (arts. 11.3 y 243
LOPJ), conllevan que, respecto de determinados actos de parte que no
reúnen los requisitos exigidos por la norma procesal, deba otorgarse un
plazo prudencial para la rectificación o subsanación del defecto
observado, aunque no estén previstos en la ley trámites específicos para
subsanar aquel defecto concreto. Todo ello en aras del cumplimiento de
los preceptos legales apuntados y del derecho fundamental de tutela
judicial efectiva que consagra el art. 24.1 CE 237.

El hecho de circunscribir la subsanación a determinados actos de


parte obedece a que la facultad de reparar el defecto formal no es
genérica, sino que está condicionada a que el defecto sea subsanable, no
tenga origen en una actividad contumaz o negligente del sujeto causante
y no dañe la regularidad del procedimiento o los derechos de la otra
parte 238. Desde esta perspectiva, el órgano judicial ha de ponderar la
finalidad última del requisito procesal lo que le permitirá adecuar las
consecuencias jurídicas del incumplimiento a la entidad real del defecto.
Declara el Tribunal Constitucional que, el art. 24.1 CE, impone al
juzgador,

236
.- STC 93/1991, de 6 de mayo, f.j. 2°. Sobre la misma cuestión, vid. las SSTC 162/1986, de
17 de diciembre, f.j. 4°; 2/1989, de 18 de enero, f.j. 3°; 105/1989, de 8 de junio f.j. 3°;
21/1990, de 15 de febrero, f.j. 7°.
237
.- Vid. en este sentido, STC 39/1988, de 9 de marzo, f.j.l0.
238
.- Así, SSTC 116/1990, de 21 de junio, f.j. 3°; 213/1990, de 20 de diciembre, f.j. 2°;
93/1991, de 6 de mayo, f.j. 2°; 64/1992, de 29 de abril, f.j. 3°.
242

"un deber de favorecer la defensa de los derechos e intereses


cuya tutela ante él se reclame sin denegar dicha protección
mediante la aplicación escasamente reflexiva o
desproporcionada de las normas procesales que prevén una
resolución de inadmisión o de eficacia equiparable" (la
cursiva es nuestra)239.

En base a esta doctrina, y aún reconociendo la trascendencia de los


presupuestos y requisitos procesales, pues de ellos depende el derecho al
proceso o derecho a una sentencia sobre el fondo, el Tribunal
Constitucional considera que son, entre otras, irregularidades procesales
constitutivas de omisión subsanable: la falta de firma de Letrado y de
Procurador en los escritos en los que, según las leyes procesales, deban
figurar 24°; la falta de representación por Procurador 241; la omisión de
habilitación de Letrado242; la falta de reclamación previa en vía
administrativa243; la omisión o insuficiencia de consignación previa para
• 244
recurrir .

Solamente en el supuesto de que los defectos procesales no hayan


sido subsanados, tras habérsele dado a la parte oportunidad para ello,
entiende el Tribunal Constitucional que podrán servir como motivos de
inadmisibilidad sin lesionar el derecho a la tutela judicial efectiva 245.

239
.- STC 162/1986, de 17 de diciembre, f.j. 4°.
240
.- Vid. entre otras, SSTC 87/1986, de 27 de junio; 3/1987, de 21 de enero; 39/1988, de 9 de
marzo; 174/1988, de 3 de octubre; 115/90, de 21 de junio; 213/1990, de 20 de diciembre;
93/1991, de 6 de mayo; 127/1991, de 6 de junio; 16/1992, de 10 de febrero; 41/1992, de 30
de marzo.
241
.- Vid. entre otras, SSTC 132/1987, de 21 de julio; 174/1988, de 3 de octubre; 213/1990,
de 20 de diciembre; 133/1991, de 17 de junio.
242
.- Vid. STC 116/1990, de 21 de junio.
243
.- Vid. SSTC 11/1988, de 2 de febrero; 139/1989, de 17 de julio.
244
.- Vid. SSTC 162/1986, de 17 de diciembre; 2/1989, de 18 de enero.
245
.- Vid., en particular, STC 127/1991, de 6 de junio, f.j. 3°.
243

A la vista de la doctrina constitucional que se acaba de exponer,


nos preguntamos si una interpretación contraria a la subsanación, de
oficio o a instancia de parte, del defecto de timbre no producirá una
desproporcionalidad entre el objetivo que se persigue -la recaudación del
impuesto- y el modo en que se opera -negar la entrada en el proceso de
ejecución-. ¿No se estará vulnerando, en base a causas extrañas al
Derecho cambiario y a la función jurisdiccional, el derecho a un proceso
de ejecución comprendido en el derecho a obtener la tutela efectiva de
los jueces y tribunales?. La fuerza ejecutiva de la letra de cambio ¿no es
un elemento decisivo para la protección jurídica del acreedor cambiario?.
Por otra parte, la denominada "acción cambiaría declarativa", que puede
interponerse en defecto de la ejecutiva, no tiene a su disposición el cauce
procesal al que implícitamente se refiere la LCCH en su art. 67. Es decir,
nuestro ordenamiento procesal no prevé un proceso cambiario
declarativo de naturaleza sumaria.

Si tenemos en cuenta, en primer lugar, la constante doctrina del


Tribunal Constitucional sobre el modo de actuar frente al
incumplimiento de un presupuesto o requisito procesal subsanable,
contraria a que toda irregularidad formal sea un obstáculo insalvable
para el acceso a la función jurisdiccional o para la prosecución de un
proceso, pues los requisitos procesales no tienen un fin en sí mismos,
sino que son instrumentos para encauzar el proceso por lo que han de ser
valorados de acuerdo con su finalidad y con los objetivos que persiguen;
en segundo lugar, el tenor literal del art. 11.3 LOPJ; y, por último, las
declaraciones del Tribunal Constitucional, exteriorizadas en su sentencia
141/1988, de 12 de julio, relativas a las consecuencias jurídicas de
determinadas irregularidades fiscales teniendo en cuenta su carácter
esencialmente subsanable, resulta claro, a nuestro juicio, que una postura
contraria a la subsanación de un defecto de timbre sería, además de
absurda, injusta. Y ello por diversos motivos:
244

1°. Se introduciría una quiebra entre el mundo sustantivo y el


procesal, pues, "mientras que no se niega validez al documento en el
mundo de las relaciones sustantivas ajenas al proceso" -en el caso que
nos interesa, el título cambiario no sólo es válido sino que tiene fuerza
ejecutiva de acuerdo con los preceptos de la LEC y la LCCH-, "se
impide en la práctica el ejercicio de la correspondiente acción"246.

2°. Se trata del incumplimiento de un tributo que, salvo por


motivos recaudatorios, nada tiene que ver con el Derecho cambiario 247.
En este sentido, el negar la oportunidad de subsanar el defecto de timbre
supondría una ausencia de proporcionalidad entre el fin que persigue la
norma -recaudación del impuesto- y el modo en que se opera.
Aun cuando relativo al pagaré a la orden, el AAP de Barcelona, de
30 de noviembre de 1992 248, contiene una declaración de carácter
general, sobre la virtualidad de una transgresión a una norma fiscal, que
estimamos sumamente significativa:

"En todo caso, la inadmisión de la demanda ejecutiva por


incumplimiento de una obligación fiscal no resulta
proporcionada con los fines perseguidos y salvo para la letra
de cambio, por así disponerlo expresamente la Ley, no puede
servir de base el artículo 37 para denegar el despacho de
ejecución de un pagaré" (la cursiva es nuestra).
246
.- STC 141/1988, de 12 de julio, fj. 7°.
247
,- La aparición, en el s. XVII, del impuesto sobre las letras de cambio se debe a los escasos
ingresos provenientes del papel sellado. Para mejorar su rendimiento no se recurrió
solamente a un aumento del precio de los sellos, sino que estableció, por -una Real
Instrucción de 1794, la posibilidad de que se extendiera el uso del papel sellado a toda una
serie de documentos en los que se recogieran actos jurídicos que tuvieran por objeto sumas
dinerarias o un determinado valor patrimonial. La vía para que las letras de cambio pudieran
ser objeto de imposición en una futura ampliación quedaba abierta. Por Decreto de las Cortes
de 20 de noviembre de 1820 se estableció que las letras de cambio de cualquier género y
calidad debían extenderse en papel sellado. Vid. ampliamente tratado, en AGUILERA-
BARCHET, La Historia de la letra de cambio en España, cit., págs. 470 a 474.
248
.- ROD, num. 585, junio 93, pág. 6362.
245

3°. La extensión de la letra de cambio en efecto timbrado de la


clase que corresponda a su cuantía no es un requisito de forma con un
valor autónomo, sino que es un instrumento para conseguir una finalidad
legítima. Por tanto, si aquella finalidad puede lograrse sin detrimento de
otros derechos o bienes constitucionales dignos de tutela, debe
precederse a la subsanación del defecto. De este modo, con
independencia del momento histórico en el que se satisfaga el impuesto,
la norma tributaria ha alcanzado su fin propio y legítimo: el recaudatorio.

4°. No puede pasar por alto que la sanción del art. 37.1 TR del ITP
y AJD se aplica a cualquier supuesto de incumplimiento fiscal, sea
imputable al acreedor cambiario o no lo sea 249. Si no es imputable al
acreedor cambiario, nos encontraríamos, de no permitir la subsanación,
no ya ante un absurdo 25°, sino frente a la injusticia de favorecer a quien,
no sólo ha incumplido la obligación tributaria sino que además no ha
satisfecho la obligación cambiaria. La situación de indefensión en la que
puede quedar el acreedor es clara25 .

En definitiva, excluir la subsanación supondría, a nuestro


entender, actuar de un modo desproporcionado en relación con el objeto

249
.- El librador es el sujeto pasivo del impuesto sobre la letra de cambio, salvo que sea
expedida en el extranjero, en cuyo caso lo será el primer tenedor en España (art. 34.1 TR del
ITP y AJD).
250
.- Como se declara en la SAT de Barcelona, Sala 1a, de 30 de marzo de 1979, transcrita
supra págs. 238 y 239.
251
.- Sobre esta cuestión, son muy expresivas las palabras de CALAMANDREI ("II-processo
civile sotto l'incubo fiscale", cit., lug. cit., pág. 269): "Ancor più repugnanti ai supremi fini
della giustizia sembrano poi tutte quelle disposizioni fiscali le quali, direttamente o
indirettamente, possono, come si è notato fin dall'inizio del presente scritto, distruggere nel
processo civile la uguaglianza delle parti; tutti gli ostacoli che la ragione fiscale introduce nel
corso normale del processo, tutte le restrizioni apportate al regime delle prove, tutte le
deviazioni dal normale funzionamento del mecanismo dell'onere della prova, costituiscono,
nella massima parte dei casi, un aggravamento di difficoltà per il creditore che chiede di
esser pagato, e un gratuito sollievo per il debitore che non vuoi pagare".
246

pretendido y, según la doctrina del Tribunal Constitucional expuesta,


vulnerar el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva consagrado
en el art. 24.1 CE. Si es cuestionable que se haga depender el acceso de
la letra de cambio a un cauce procesal, por privilegiado que éste sea, del
cumplimiento de una disposición tributaria, el no acceder a la
subsanación del defecto de timbre atentaría, no sólo contra el derecho a
la tutela judicial efectiva, consagrado en el art. 24.1 CE, sino contra toda
lógica, pues, el interés de la Hacienda pública no reside en impedir el
ejercicio de la acción cambiaria ejecutiva sino en que no se eluda, en este
caso, el pago del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados.

Por otra parte, los medios materiales a través de los cuales podría
tener lugar la subsanación no son desconocidos por el Derecho
tributario, pues, el pago del Impuesto sobre Actos Jurídicos
Documentados en metálico o mediante timbres móviles está previsto en
varios casos, entre los que cabe destacar:

- Pago en metálico del exceso del impuesto en las letras de cambio


superiores a 32 millones de pesetas (art. 37.1 TR del ITP y AJD infine).
- Reintegro en metálico, por el primer tenedor en España, de las
letras de cambio expedidas en el extranjero (art. 39.2 TR del ITP y AJD).
- Tributación, mediante el empleo de timbres móviles, de aquellos
"documentos que realicen la función de giro" (art. 37.2 TR del ITP y
AJD).
- Autorización del pago en metálico, por parte del Ministerio de
Hacienda, cuando las características del tráfico mercantil, o su proceso
de mecanización, así lo aconsejen (art. 37.3 TR del ITP y AJD).
- Cuando en una localidad no existan las especies o clases de
efectos timbrados que deban emplearse, se puede solicitar por los
interesados la habilitación de papel común o de efectos timbrados
247

distintos a los que debieran utilizarse para la satisfacción del tributo (art.
116.6 y 7 Reglamento del ITP y AJD).
- Ante una elevación del importe del Impuesto sobre Actos
Jurídicos Documentados, las Disposiciones Transitorias de las leyes
fiscales han permitido la utilización de efectos timbrados, aún no
adaptados a la nueva escala de tributación, completando la diferencia de
gravamen mediante la adhesión de timbres móviles (v.gr. Disposición
Transitoria cuarta del anterior TR del ITP y AJD).

Aunque sólo hemos hecho referencia al incumplimiento de la


norma del art. 37.1 TR del ITP y AJD -es decir, no extensión de la letra
de cambio en el efecto timbrado correspondiente-, las razones esgrimidas
en favor de la subsanación de aquel defecto han de hacerse extensivas a
otras irregularidades fiscales que puede presentar la cambial. Con todo,
debe señalarse que la jurisprudencia se ha mostrado con frecuencia
contraria a extender la sanción prevista en el art. 37.1 TR del ITP y AJD
a supuestos distintos de infracciones de la norma tributaria. Estos
supuestos son:

1°. La no extensión de una letra de cambio de vencimiento


superior a seis meses, contados a partir de la fecha de su emisión, en
efecto timbrado correspondiente al duplo de la base, contraviniendo,
pues, lo dispuesto en el párrafo primero del art. 36.2 TR del ITP y AJD.
Producida la referida infracción tributaria no le es aplicable la sanción
que impone el art. 37.1 TR del ITP y AJD en orden a que son títulos
cambiarios que:

"están librados en el efecto timbrado que originariamente


corrresponde a su cuantía y que sólo por razón del tiempo
deberán llevar otro timbre distinto" (SAP de Madrid, de 15 de
248

octubre de 1991; ROD, num. 570, marzo 92, págs. 1965 a


252
1967)'"

2°. El fraccionamiento de letras de cambio relativas a un mismo


negocio jurídico, cuando entre las fechas de vencimiento no exista una
diferencia superior a quince días, o cuando no se hubiere pactado
documentalmente el cobro a plazos mediante giros escalonados (art. 36.2
TR del ITP y AJD). Las Audiencias han declarado, de forma reiterada,
que la sanción impuesta en el art. 37.1 del TR del ITP y AJD no debe ser
aplicada a supuestos no previstos por ella, ya que las normas
prohibitivas, punitivas y sancionadoras deben ser objeto de
interpretación restrictiva. Además la pérdida de fuerza ejecutiva no
alcanza al fraccionamiento de letras por cuanto esta sanción se impone
exclusivamente a los títulos que no llevan el timbre correspondiente al
0^"Í
nominal que representan, lo que no ocurre en esos supuestos . Por otra

252
.- Vid. asimismo, SAT de Madrid, Sala segunda, de 19 de junio de 1987 (ROD, num. 523,
abril 1988, págs. 2063 y 2064); AAP de Girona, Secc. 2a, de 20 de abril de 1995 (Actualidad
Civil, Audiencias, núm. 16, agosto 1995, pág. 1961).
En contra, SAP de Palma de Mallorca, de 17 de marzo de 1988 (RGD, núms. 532-
533, enero-febrero 1989, págs. 709 a 712); SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 13a, de 16
de mayo de 1992 (RGD, núm. 582, marzo 93); SAP de Alicante, Secc. 4a, de 22 de julio de
1993 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 19, 1993, págs. 1937 y 1938); SAP de Madrid,
Secc. 18a, de 5 de junio de 1995 (RGD, núm. 612, septiembre 95, págs. 10465 y 10466) en
las que se declara que el incumplimiento de la norma del art. 36.2 TR del ITP y AJD
determina la privación de fuerza ejecutiva de la letra de cambio.
253
.- Vid. al respecto, SAP de Santa Cruz de Tenerife, de 19 de diciembre de 1985; SAP de
Castellón de la Plana, de 13 de mayo de 1985; SAP de Alicante, de 11 de octubre de 1985
(todas ellas transcritas en Ministerio de Justicia. Centro de publicaciones, Año 1985). En el
mismo sentido, vid. SAT de La Coruña, Sala primera, de 31 de enero de 1987 (RGD, núm.
525, junio 1988, pág. 4086); SAT de Granada, Sala primera, de 26 de noviembre-de 1987
(RGD, núm. 531, diciembre 1988, págs. 7485 y 7486); SAT de Càceres, de 13 de junio de
1988 (RGD, núm. 540, septiembre 1989, págs. 6171 y 6172); SAT de Albacete, de 13 de
septiembre de 1988 (RGD, núms. 541-42, vol. II, oct.-novbre 1989, págs. 7610 y 7611); SAP
de Valencia, Secc. 7a, de 11 de septiembre de 1989 (RGD, núms. 541-42, vol. II, oct.-novbre
1989, págs. 7146 a 7149); SAP de Sevilla, Secc. 5a, de 6 de febrero de 1989 (RGD, núm.
549, junio 90, págs. 5056 a 5058); SAP de Madrid, Secc. 11a, de 1 de octubre de 1991 (RGD,
núms. 568-69, enero-febrero 92, pág. 504); SAP de Madrid, Secc. 10a, de 14 de marzo 1994
(RGD, núms. 598-99, julio-agost. 94, págs. 8477 y 8478); SAP de Madrid, Secc. 13a, de 17
249

parte, en el art. 36.2 del texto legal citado se prevé, para el caso de
defraudación que ahora nos ocupa, una única consecuencia jurídica que
es de carácter exclusivamente fiscal: "procederá la adición de las bases
respectivas, a fin de exigir la diferencia". Dicha sanción administrativa
ha de imponerse a los autores de la defraudación, no a un tercero que no
intervino en el negocio causal que dio origen al nacimiento de las letras
y que por tanto confía en su literalidad.

3°. La falta o el deficiente reintegro de las copias de las actas de


protesto (art. 31 TR del ITP y AJD). La jurisprudencia entiende que es
improcedente aplicar la sanción prevista en el art. 37.1 TR del ITP y
AJD a un supuesto de hecho, completamente distinto, toda vez que la
interpretación de las normas de carácter sancionador ha de ser
restrictiva 254.

C) El pagaré y el Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados.

El TR del ITP y AJD declara sujetos al Impuesto sobre Actos


Jurídicos Documentados, además de las letras de cambio, "los
documentos que realicen función de giro o suplan a aquéllas, ..." (art.
33.1). Se entiende que un documento realiza una función de giro,
"cuando acredite remisión de fondos o signo equivalente de un lugar a
otro, o implique una orden de pago, aun en el mismo en que ésta se haya
dado, o en él figure la cláusula "a la orden"" (art. 33.2 TR del ITP y
AJD). De acuerdo con la anterior disposición y con la LCCH, según la
cual el pagaré es un título naturalmente a la orden y, por tanto, aunque

de febrero de 1995 (ROD, num. 608, mayo 95, págs. 560 y 561); SAP de Lugo, de 29 de
marzo de 1995 (ROD, num. 619, abril 96, pág. 4645).
254
.- Vid. SAT de La Coruña, Sala primera, de 28 de abril de 1987 (ROD, num. 525, junio
1988, págs. 4090 y 4091); SAT de Zaragoza, de 16 de septiembre de 1988 (RGD, núm. 537,
junio 1989, págs. 4258 y 4259); SAP de Sevilla, de 7 de diciembre de 1990 (RGD, núm. 561,
junio 91, págs. 5512 y 5513).
250

no figure en el documento la cláusula "a la orden" es transmible por


endoso (cfr. arts. 94.5 y 96), están sujetos al Impuesto sobre Actos
Jurídicos Documentados los pagarés en los que no figure la cláusula "no
a la orden", incluso los nominativos 255. Por lo que se refiere a estos
últimos, el art. 76.3.a) del Reglamento del ITP y AJD ha resuelto las
dudas que surgían sobre su tributación por el citado impuesto256.

Serán sujetos pasivos del tributo las personas o entidades que


expidan o libren los pagarés (art. 34.2 TR del ITP y AJD). La base
imponible para aplicar la tarifa del impuesto es el importe que figura en
el pagaré (art. 36.3 TR del ITP y AJD). Es aplicable al pagaré a la orden
la escala de gravamen prevista para la letra de cambio (art. 37.2 TR del
ITP y AJD); no obstante, a los pagarés con vencimiento superior a seis
meses no se les aplicará la norma del art. 36.2 TR del ITP y AJD que
exige a las letras de cambio, con aquel vencimiento, el impuesto que
corresponda al duplo de la base (art. 36.3 TR del ITP y AJD). Para el
pagaré no existe modelo timbrado oficial por lo que la satisfacción del
impuesto se realiza mediante la adhesión al título de timbres móviles
(art. 37.2 TR del ITP y AJD) o en metálico257. En efecto, en la Orden del
Ministerio de Economía y Hacienda, de 13 de junio de 1991, se autoriza

255
.- Cfr. MARTIN MORENO, "Los documentos mercantiles: tributación en el impuesto
sobre actos jurídicos documentados", en Cuadernos de Derecho y Comercio, num. 14,
septiembre 1994, Consejo General de los Colegios de Corredores de Comercio, págs. 341 a
348; DÍAZ MORENO, "El Pagaré", en Derecho mercantil, (coord. J. Jiménez Sánchez), cit.,
págs. 628 y 629.
256
.- El art. 76.2.a) del Reglamento del ITP y AJD dispone que: "A los efectos del número
anterior cumplen función de giro: a) Los pagarés cambiarios, excepto los expedidos con la
cláusula "no a la orden" o cualquiera otra equivalente".
257
.- El pago en metálico, que sustituye al empleo de efectos timbrado, puede ser autorizado
por el Ministerio de Economía y Hacienda "cuando las características del tráfico mercantil, o
su proceso de mecanización, así lo aconsejen, adoptando las medidas oportunas para la
perfecta identificación del documento y del ingreso correspondiente al mismo, sin que ello
implique la pérdida de su eficacia ejecutiva" (art. 37.3 TR del ITP y AJD).
251

el pago en metálico del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados


cuando los pagarés son negociados por entidades de crédito 258.

En cuanto a las consecuencias del impago del impuesto, el pagaré


conserva, a nuestro entender, su fuerza ejecutiva aunque no esté
suficientemente reintegrado 259. Mientras la norma fiscal dispone que, la
extensión de la letra de cambio en efecto timbrado de cuantía inferior a
la que corresponda a su cuantía, le privará de la fuerza ejecutiva que le
atribuyen las leyes (art. 37.1 TR del ITP y AID), no establece, de forma
expresa, un efecto similar respecto del pagaré. Este es el motivo
principal por el que estimamos que la falta de pago del impuesto no
priva al pagaré de su fuerza ejecutiva 26°. Otra de las causas reside en la
forma en que se efectúa el pago del impuesto. Ya hemos señalado que el
art. 37.2 TR del ITP y AJD dispone que los documentos sujetos al
Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados, distintos de la letra de
cambio, no tributan a través de su extensión en un modelo oficial
timbrado, sino mediante el empleo de timbres móviles. De esta diferente
forma de tributación, que tiene por objeto facilitar la satisfacción del
impuesto, así como, de una falta de referencia expresa del momento en
que debe satisfacerse el impuesto 261, la jurisprudencia concluye que los
pagarés pueden ser reintegrados con posterioridad a la presentación de la
demanda; es decir, el defecto fiscal puede ser subsanado. Así, se ha
declarado lo siguiente:

2:>8
.- La Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 13 de junio de 1991, aplicó a los
pagarés el sistema diseñado en 1982 (Orden del Ministerio de Economía y Hacienda", de 31
de marzo de 1982, modificada en 1989) para los recibos negociados por las Entidades de
crédito.
259
.- Vid. en este sentido, SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley
Cambiaria y del Cheque, cit., pág. 169.
260
.- Es doctrina reiterada del TS que las normas sancionadoras no pueden interpretarse
extensivamente. Vid. supra, nota 205.
261
.- El art. 37.1 TR del ITP y AJD se refiere concretamente a la extensión de la letra de
cambio.
252

"Por otro lado, la pérdida de fuerza ejecutiva sólo es aplicable


a las letras de cambio, pudiendo los pagarés ser reintegrados
posteriormente. En todo caso, la inadmisión de la demanda
ejecutiva por incumplimiento de una obligación fiscal no
resulta proporcionada con los fines perseguidos y salvo para la
letra de cambio, por así disponerlo expresamente la Ley, no
puede servir de base el artículo 37 para denegar el despacho de
ejecución de un pagaré" (AAP de Barcelona, Secc. 14a, de 30
de noviembre de 1992; RGD, núm. 585, junio 93, pág.
63 62)262.

D) El cheque y el Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados.

Conforme a lo establecido en el art. 76.1 del Reglamento del ITP y


AJD, los cheques que realicen una función de giro están sujetos al
Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados. El párrafo tercero del
artículo citado establece qué clase de cheques cumplen dicha función:
"Los cheques a la orden o que sean objeto de endoso".

El sujeto pasivo del tributo será siempre la persona o entidad que


lo expida (art. 34.2 TR del ITP y AJD). La base imponible está
constituida por el importe nominal que figure en el cheque, cualquiera
que sea el plazo que medie entre su emisión y su vencimiento (art. 36.3
TR del ITP y AJD), y tributará con arreglo a la escala de gravamen
recogida en el art. 37.1 TR del ITP y AJD. El pago del impuesto se hará
mediante timbres móviles (art. 37.2 TR del ITP y AJD); no-obstante,

262
.- Vid. asimismo, AAP de Barcelona, Secc. 14a, de 2 de junio de 1993 (RGD, núms. 589-
90, oct.-novbre. 93, págs. 10583 y 10584); SAP de León, Secc. 2a, de 2 de julio de 1994
(Actualidad Civil, Audiencias, núm. 6, marzo 1995, págs. 641 y 642); SAP de Badajoz, Secc.
2a, de 14 de marzo de 1995 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 14, julio 1995, pág. 1609);
SAP de Barcelona, Secc. 16a, de 10 de mayo de 1995 (RGD, núm. 612, septiembre 95, págs.
10590 y 10591).
253

puede autorizarse el pago en metálico (art. 37.3 del citado cuerpo legal)
o la utilización de un procedimiento sustitutivo.

La falta de reintegro adecuado de los cheques sujetos al Impuesto


sobre Actos Jurídicos Documentados no genera la pérdida de la eficacia
ejecutiva. La razón es la misma que hemos apuntado respecto del pagaré:
el art. 37.1 TR del ITP y AID no hace mención expresa de otros
documentos, por lo que la sanción no será aplicable al cheque, para el
que, por lo demás no existe impreso oficial 263. Sin embargo esta no es
una opinión común en la doctrina. CALA VIA y BALDO, sostienen que
los cheques que no hubieran sido debidamente reintegrados mediante
timbres móviles pierden su eficacia ejecutiva. Según los autores citados,
"el legislador consideró que con la remisión que se hacía al apartado 1
del artículo 37 del Texto Refundido, referido a las letras de cambio,
quedaba implícita la falta de eficacia ejecutiva para los cheques sujetos
que no hubieran sido debidamente reintegrados mediante timbres
móviles y a tenor de la escala señalada para las letras de cambio" 264.

3. Supresión del reconocimiento judicial de las firmas como


diligencia de la que depende la ejecutividad de los títulos cambiarios.

El propósito de fortalecer la posición jurídica del acreedor


cambiario, expresamente enunciado en su Exposición de Motivos, se
percibe en varios preceptos de la LCCH 265. Así, por ejemplo, la LCCH
exige a dicho acreedor un menor grado de diligencia en las actuaciones

263
.- Vid. VÁZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 447; DIAZ
MORENO, "El Cheque", en Derecho mercantil, (coord. J. Jiménez Sánchez), cit., pág. 640.
264
.- CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, El cheque, cit., pág. 533.
265
.- Según la doctrina mercantil, la deficiente protección del acreedor cambiario en el
sistema del CCom ha sido una de las causas jurídicas de la crisis de la letra de cambio; vid.
sobre esta cuestión, POLO DIEZ y POLO SÁNCHEZ, "El futuro de la letra de cambio", en
Revista Jurídica de Catalunya, núm. 4, 1980, págs. 23 y ss.
254

que ha de realizar con el fin de conservar la acción ejecutiva. La


eliminación del previo reconocimiento judicial de las firmas de los
obligados cambiarios como presupuesto necesario del despacho de la
ejecución (art. 66 LCCH), es uno de los supuestos en los que de forma
más clara se manifiesta la mayor protección que se otorga actualmente al
acreedor cambiario, si se compara con el régimen jurídico del CCom266.

La presunción de autenticidad de las firmas, establecida en la


LCCH, supone que la afirmación categórica de la falsedad de sus firmas
por parte del aceptante, librador, endosantes y avalistas no impide el
ejercicio de la acción cambiaria ejecutiva ni el despacho de la ejecución.
Por tanto, al no ser necesario el previo reconocimiento judicial de las
firmas para poder despachar ejecución, pierde gran parte de su
significado jurídico la intervención de los actos realizados por el
aceptante, librador, avalistas y endosantes o la legitimación de sus firmas
en la misma letra 267. Con las mencionadas actuaciones se ha tratado de
impedir, hasta la entrada en vigor de la LCCH, que el despacho de la
ejecución quedara a merced exclusiva del deudor cambiario. La denuncia
de la falsedad de la firma, por parte del deudor, es, tras la entrada en
vigor de la LCCH, tan sólo una conditio iuris del alzamiento del
9fiR
embargo (art. 68.3a.b. LCCH a contrario sensu)

La norma del art. 66 LCCH representa la culminación de una


política legislativa, iniciada en 1954, tendente a lograr una perfecta y
completa efectividad de la letra de cambio como título ejecutivo. La
266
.- En el sistema del CCom, el denominado "rigor cambiario" no sólo se manifestaba desde
la perspectiva de la obligación, sino también desde la del derecho: el derecho del tenedor se
subordinaba, en el ordenamiento jurídico cambiario del CCom, a la realización de ciertos
actos (presentación, protesto, notificación del protesto) cuya omisión implicaba la pérdida de
la acción cambiaria.
267
.- Aunque tales actuaciones tienen la virtualidad, en el sistema establecido por la LCCH,
de hacer fracasar la solicitud de alzamiento del embargo, vid. art. 68.3a.a) LCCH.
268
.- Cfr. POLO SÁNCHEZ, "Innovaciones fundamentales de la nueva Ley Cambiaria y del
Cheque", en Revista Jurídica de Catalunya, núm. 4, 1986, pág. 53.
255

fórmula para alcanzar tal fin ha consistido siempre en evitar, para las
letras de cambio, las diligencias de reconocimiento judicial de la
legitimidad de la firma o, en su caso, de la certeza de la deuda previstas
en los arts. 1430 y 1431 LEC. Estas diligencias se denominan por la
doctrina "diligencias preparatorias de la ejecución", ya que constituyen
los trámites previstos por la LEC para atribuir a un documento privado la
O AQ
cualidad de título ejecutivo . La LCCH no ha establecido ningún
mecanismo para eludirlas, simplemente las ha suprimido.

Antes de la reforma de los arts. 1429.4° LEC y 521 CCom,


operada por Ley de 16 de diciembre de 1954 (RAL 1870), la letra de
cambio, por sí sola, no facilitaba la entrada directa en la ejecución
respecto de cualquier obligación que de ella nacía. Tan sólo traía
aparejada ejecución contra el librado que, habiendo aceptado la letra, no
hubiera opuesto tacha de falsedad a su aceptación al tiempo de ser
protestada por falta de pago 27°. Respecto de los demás obligados
cambiamos, era un documento privado por lo que su acceso al juicio
ejecutivo pasaba por un previo reconocimiento de la firma ante el Juez
0*7 Î
competente para despachar la ejecución . Así, en el art. 521 del CCom
se disponía que:

"La acción que nace de las letras de cambio para exigir en sus
casos respectivos del librador, aceptantes y endosantes, el pago
o el reembolso, será ejecutiva, debiendo despacharse la
ejecución, en vista de la letra y del protesto, sin otro requisito
que el reconocimiento judicial que hagan de su firma el
librador o endosantes demandados. Igual acción corresponderá
al librador contra el aceptante, para compelerle al pago.
m
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 36.
270
.- Únicamente en este supuesto se liberaba al aceptante del reconocimiento judicial: "La
Ley de Enjuiciamiento Civil, en su texto original, solamente mencionaba de modo expreso al
aceptante, porque le preocupaba el tema del reconocimiento como documento privado que
es" (PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs. 101 y 102).
27
'.- Vid. supra, Capítulo Primero, págs. 33 y 34.
256

El reconocimiento de la firma no será necesario para


despachar la ejecución contra el aceptante, cuando no se
hubiere puesto tacha de falsedad en el acto del protesto por
falta de pago".

y, en el art. 1429.4° LEG, se establecía que tenían aparejada ejecución:

"Las letras de cambio, sin necesidad de reconocimiento


judicial respecto al aceptante que no hubiere puesto tacha de
falsedad a su aceptación al tiempo de protestar la letra por falta
de pago".

Las normas anteriores equiparaban la falta de tacha de falsedad de


la firma, en el momento de levantar el protesto, a un reconocimiento de
la autenticidad de aquélla ante Notario. Es decir, la intervención del
fedatario público equivalía al reconocimiento de la firma del documento
f f
y*J )
privado en presencia judicial . De este modo se permitía el despacho
de la ejecución. Pero dicha intervención no impedía que, en la práctica,
la frustración del derecho del tenedor de la letra de cambio fuera un
hecho frecuente.

El legislador de 1954 adicionó unos párrafos a los artículos


transcritos con la finalidad, que hemos apuntado más arriba, de asegurar
la ejecutividad de la letra de cambio 273. Además de introducir la figura

m
.- Cfr. GUASP, Derecho procesal civil, cit., pág. 741.
273
.- En la Exposición de Motivos de la Ley de 16 de diciembre de 1954 (RAL 1870) se
manifiesta lo siguiente: "En línea de actualización del ordenamiento jurídico nacional,
entiéndese llegado el momento de acometer la reforma que, contenida en el subsiguiente
articulado, entraña una restauración de la eficacia auténticamente ejecutiva que el legislador
español quiso atribuir a las obligaciones consignadas en determinados títulos solemnes y
sirve al designio de impedir que los que fueron arbitrados como medios legítimos de defensa
sean desnaturalizados hasta convertirse en cauce formalmente apto para el fraude de la Ley.
Basta recordar la razón de ser del propio juicio ejecutivo para encontrar cumplida
justificación a la modificación de los números cuarto y sexto del artículo 1429 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil y, para poner en armonía el texto procesal y el sustantivo del artículo
521 del Código de Comercio, afín de que mediante la intervención de los Agentes de Bolsa y
257

del avalista entre los obligados cambíanos contra los cuales podía
dirigirse la acción ejecutiva, se completó el art. 521 CCom con el párrafo
siguiente:

"Tampoco será necesario el reconocimiento de firma para


despachar ejecución contra el librador, aceptante, avalista y
endosante, ni aun en el caso de haberse puesto tacha de
falsedad en la aceptación, cuando el libramiento, la aceptación,
el aval o el endoso, hayan sido intervenidos, con expresión de
la fecha, por Agente de Cambio y Bolsa, o Corredor de
Comercio colegiado, o las respectivas firmas estén legitimadas
por Notario".

Para armonizar el tratamiento sustantivo y procesal de la


ejecutividad de la letra de cambio fueron añadidos, al art. 1429.4° LEC,
los siguientes párrafos:

"No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, cuando la


aceptación hubiere sido intervenida, o la firma del aceptante
estuviere legitimada, de conformidad con el artículo 521 del
Código de comercio, la mera tacha de falsedad opuesta por el
aceptante no impedirá el despacho de la ejecución, sin
perjuicio de que dicha excepción pueda alegarse en el juicio.
Con la misma salvedad tendrá aparejada ejecución la letra
de cambio, sin reconocimiento judicial de la firma, respecto
del librador, avalista o endosantes, si sus actos hubiesen sido
intervenidos o sus firmas legitimadas en la misma letra, de
acuerdo con el párrafo último del artículo 521 del Código de
comercio, siempre que se haya notificado notarialmente el
protesto por falta de pago a las personas a las que se refiere el
artículo 517 del mismo Cuerpo legal".

Corredores de Comercio o la legitimación notarial de las firmas puestas en las letras de


cambio, se facilite el despacho de la ejecución de dichos títulos, atajando el abuso, tan
generalizado, que constituye una verdadera corruptela de negar o simplemente poner en
duda sus respectivas firmas los obligados en las letras.,," (la cursiva es nuestra).
258

Así, pues, en materia de ejecutividad de la letra de cambio fueron


dos las innovaciones que introdujo la Ley de 1954:

Primera. La tacha de falsedad puesta por el aceptante en el acto


del protesto no impedía el despacho de la ejecución, siempre y cuando la
aceptación hubiera sido intervenida por Agente de Cambio y Bolsa o
Corredor de Comercio, o su firma legitimada por Notario, en el momento
de la aceptación.

Segunda. Sin necesidad de un previo reconocimiento judicial de


las firmas, procedía el despacho de la ejecución contra el librador,
endosantes y avalistas de una letra de cambio, cuando el libramiento, el
aval o el endoso hubiesen sido intervenidos por Agente Mediador
Colegiado o sus firmas legitimadas por Notario, y siempre que se
hubiera notificado el protesto por falta de pago a las personas a las que
se refería el art. 517 del CCom274.

Las actuaciones que soslayaban el reconocimiento judicial de la


firma, contempladas en los arts. 521 CCom y 1429.4° LEC, tenían como
finalidad garantizar el despacho de la ejecución 275, a la vez que
impedían que un sujeto jurídico, ajeno al círculo cambiario, viera
injustamente afectado su patrimonio al cumplimiento de una deuda
cambiaria.

274
.- En el art. 517 CCom se disponía que: "Si el portador de la letra protestada dirigiera su
acción contra el aceptante antes que contra el librador y endosantes, hará notificar a todos
ellos el protesto por medio de Notario público dentro de los plazos señalados en la Sección 5a
de este título para recoger la aceptación; y si se dirigiere contra alguno de los segundos, hará
dentro de los mismos plazos igual notificación a los demás.
Los endosantes a quienes no se hiciere esta notificación quedarán exentos de
responsabilidad, aun cuando el demandado resulte insolvente, y lo mismo se entenderá
respecto del librador que probare haber hecho oportunamente provisión de fondos".
27S
.- A tenor de lo dispuesto en el art. 1433.2 LEC, la negación de la firma suponía, para el
acreedor cambiario, el cierre de la vía ejecutiva.
259

No obstante, la eficacia de las medidas adoptadas por la Ley de


1954 fue muy pronto cuestionada. Se señaló que la intervención de un
Agente Mediador Colegiado no eliminaba la probabilidad de que se
produjeran auténticas falsedades. Esta afirmación se basaba, entre otros
motivos, en que la intervención por Corredor de Comercio de las
operaciones de crédito formalizadas mediante póliza o letra de cambio
no requiere una unidad de acto como si se tratara del otorgamiento de
una escritura ante Notario, ni es preceptiva la presencia del Corredor de
Comercio en el momento de la firma de los documentos por las partes276.
Además se puso en duda el que se llevara a efecto la intervención de los
Agentes Mediadores Colegiados, así como la legitimación de la firma
por Notario, de tal manera que se aseguró que dichas actuaciones no
serían más que "productos de laboratorio jurídico" 277.

276
.- Vid. OMAR Y GELPI, "La eficacia de la letra de cambio como título ejecutivo.
Comentarios a la Ley 16-XII-1954", en Revista Jurídica de Cataluña, 1956, marzo-abril,
págs. 131 y 132. Por lo que respecta a los efectos que produce la intervención adicional
pública sobre un documento privado, puede consultarse, RODRÍGUEZ ADRADOS,
"Comentario a la resolución de la D.G.R.N. de 13 de diciembre de 1985, sobre no inscripción
de carta de pago intervenida por Agente de Cambio y Bolsa", en Revista de Derecho
Notarial, julio-diciembre 1985, págs. 344 a 354.
Sobre este tema debe recordarse que el Decreto 3110/1968, de 5 de diciembre,
modificó el art. 33 del Reglamento para el Régimen Interior de los Colegios Oficiales de
Corredores de Comercio aprobado por el Decreto 853/1959, de 27 de mayo, y suprimió la
necesidad de la presencia física del Corredor de Comercio en el otorgamiento de una póliza y
en la aceptación, libramiento etc. de una letra de cambio.
En estos momentos, estimamos que resulta conveniente precisar que la legitimación
de firmas es una forma documental que ha quedado, con la LCCH, totalmente apartada del
quehacer de los Agentes Mediadores Colegiados, "puesto que lo que se intervinene por el
Agente o Corredor no son las firmas, sino el libramiento, la aceptación, el aval o el endoso"
(RODRÍGUEZ ADRADOS, La fe pública en el ámbito mercantil. Competencia de los
notarios y de los agentes mediadores colegiados, 1a ed., Madrid, 1986, págs. 121 a 126).
277
.- OMAR Y GELPI (ob. cit., nota anterior, pág. 130) lo argumentaba así: "... si cuesta
mucho trabajo al proveedor que su cliente le acepte letras de cambio para el pago a plazos
del precio de la venta, al extremo que hay comerciantes que sistemáticamente se niegan a
aceptar letras en tales casos, máxime cuando actúa fuertemente la competencia entre
proveedores, constituirá una rareza, en la inmensa mayoría de los supuestos, que un
comerciante acepte a su proveedor las letras con que ha de pagar el precio de las mercancías
260

En definitiva, los intentos de la Ley de 1954 de reducir al mínimo


la práctica del reconocimiento judicial, o si se quiere, de sustituir la
integración judicial por la extrajudicial, fueron en vano, ya que no
solucionaron el problema de la frustración de la eficacia ejecutiva de la
letra de cambio a causa de la maliciosa tacha de falsedad del aceptante
en el acta de protesto, ni el de la negativa al reconocimiento de la
autenticidad de la firma de los demás responsables cambiarios del
*5*7Q
pago . El ámbito limitado de la reforma fue, al parecer, el motivo de su
escaso éxito. Las diligencias preparatorias de la ejecución, previstas en
los arts. 1430 y 1431 LEC, tenían que haber sido también objeto de
revisión y reforma. En este sentido, se propuso que, ante la negativa de
la firma del deudor cambiario, el acreedor pudiera solicitar la práctica de
prueba pericial caligráfica, asegurándose la futura ejecución mediante el
embargo de bienes del deudor279. Si del dictamen pericial se derivaba la
legitimidad de la firma, el Juez, a instancia de parte, debería dictar auto
despachando la ejecución.

La propuesta de completar los trámites de las diligencias


preparatorias de la ejecución con una prueba pericial, así como la
formulación de mecanismos alternativos a la confesión para fijar la

con la intervención de Agente de Cambio y Bolsa, o Corredor de Comercio, o con la


legitimación por Notario de la firma puesta en el "acepto".
m
.- Por ello, una ley posterior, la Ley de 22 de julio de 1967 (RAL 1428) además de
orientarse a la modificación del protesto en aras a facilitar su realización, adoptó medidas
tendentes a reforzar la posición del tenedor de la letra. De este modo, sólo concedió el efecto
impeditivo de la ejecución a la tacha de falsedad de la firma formulada en forma categórica y
rotunda. Así, en el art. 521.3 CCom se dispuso que: "No será necesario el reconocimiento de
firma para despachar la ejecución contra el aceptante que, en el plazo prevenido en el
artículo 506 de este Código, no hubiere puesto tacha de falsedad, negando categóricamente,
la autenticidad de la firma" (la cursiva es nuestra).
279
.- Vid. OMAR Y GELPI, "La eficacia de la letra de cambio como título ejecutivo", cit.,
lug. cit., págs. 135 y 136. Según dicho autor, los bienes se trabarían a solicitud del acreedor
quien debería prestar fianza suficiente, ajuicio del Juez, para asegurar la indemnización de
daños y perjuicios sufridos por el deudor en el caso de que realmente resultara falsa la firma.
261

autenticidad de las firmas que figuran en un documento privado -o, en su


caso, la certeza de la deuda- no es un hecho anecdótico o aislado sino
*7ÖA
que se reitera en el tiempo . Sin embargo, nosotros entendemos, con
DE LA OLIVA, que la reforma del juicio ejecutivo, para introducir en él
cuantos medios de prueba de las obligaciones recoge nuestro CC -no
para la defensa del ejecutado en el posible incidente de oposición, sino
para fundar la acción- alteraría radicalmente su naturaleza convirtiéndolo
")Q |

en declarativo

Una propuesta en el sentido expresado en el párrafo


inmediatamente anterior no volverá a reproducirse; al menos respecto a
la letra de cambio, pagaré y cheque. En efecto, el art. 66 LCCH, al que se
remiten los arts. 96 y 153 LCCH relativos al pagaré y cheque
respectivamente, dispone que:

"La letra de cambio tendrá aparejada ejecución a los efectos


previstos en los artículos 1429 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, por la suma determinada en el título y
por las demás cantidades, conforme a los artículos 58, 59 y 62
de la presente Ley, sin necesidad de reconocimiento judicial
de lasßrmas" (la cursiva es nuestra).

La consagración legal del carácter ejecutivo de los títulos


cambíanos, sin necesidad del reconocimiento judicial de las firmas, es el

2S0
.- Vid. sobre el particular, CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario",
en Derecho cambiario. Estudios sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, págs. 880 y 885;
CREMADES, "El crédito bancario y su instrumentación", en La Ley, 1987-1, pág. -1089;
VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 754;
FRANCO ARIAS, "Del juicio ejecutivo", en La reforma de los procesos civiles.
(Comentario a la Ley 10/1992, de Medidas Urgentes de Reforma procesal), 1a ed., Madrid,
1993, pág. 127; FERNANDEZ MONTALVO y XIOL RÍOS, Comentarios a la Ley de
Medidas Urgentes de Reforma Procesal, I, La reforma del proceso civil, Valencia, 1992,
pág. 230.
281
.- DE LA OLIVA, "En defensa del título ejecutivo, en defensa del Derecho", en Revista de
Derecho procesal, 1988, núm. 2, págs. 411 y 412.
262

resultado de las aspiraciones de los mercantilistas españoles -así como


del interés mostrado por las entidades financieras- que consideraban que
no era correcto equiparar estos efectos de comercio a un simple
Oß*?
documento privado . Por otra parte, se señaló que el reconocimiento
judicial de la firma del deudor haría ineficaz la solidaridad cambiaria -
prevista en la Legislación Uniforme de Ginebra y en el art. 57 LCCH-,
pues el ejercicio conjunto de la acción cambiaria contra todos los
obligados cambiarios, se vería burlado "por parte de aquellos que
nieguen su firma en las diligencias preparatorias, debiendo esperar el
tenedor la terminación del juicio ejecutivo contra los deudores que
reconocieron la firma, para poder iniciar el procedimiento ordinario
*) o"í
contra los que la desconocieron"

En su afán por reforzar la protección jurídica del acreedor


cambiario y asegurar de este modo el buen fin del título-valor, el

282
.- Vid. en este sentido, SÁNCHEZ CALERO, "La reforma del régimen de la letra de
cambio y del cheque", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 8, octubre-diciembre
1982, págs. 781. Este mismo autor, al analizar el Anteproyecto de Ley Cambiaría y del
Cheque de 1984, señala que con la supresión del reconocimiento judicial de las firmas se
abandona "el absurdo sistema del art. 1429 de la LEC vigente, que sitúa a las letras no
intervenidas en peor condición que un simple documento privado" ("La reforma del Derecho
cambiario dentro de la reforma del Derecho mercantil", en Revista de Derecho bancario y
bursátil, núm. 15, julio-septiembre 1984, pág. 501).
La doctrina mercantilista reclamaba un retorno al sistema establecido por las
Ordenanzas del Consulado de Bilbao de 1737 en el que a las letras de cambio se les daba la
misma fe y el mismo crédito que a las escrituras auténticas otorgadas ante escribanos
públicos. En el número IV, del capítulo XIII de las mencionadas Ordenanzas se establecía
que: "A las letras de cambio, como se previene, y manda también por el capítulo setenta y
quatro de las Ordenanzas, confirmadas por su Magostad el dia siete del mes de agosto del
año pasado de mil seiscientos y sesenta y quatro, se ha de dar la misma fe, y crédito que a las
Escrituras autenticas, otorgadas ante Escribanos públicos, entre los Vecinos, Moradores,
Estrangeres, y demás personas que vinieren a pedir justicia en el Consulado de esta Villa, y
lo mismo a las Cédulas de cambio, para que se llevan a pura, y debida execucion, con efecto,
sin preceder Demanda, Respuesta, ni Condición, como, y en la forma que en dicho capitulo
se contiene, y atendidas las razones que expresa" (transcrito en AGUILERA-BARCHET,
Historia de la letra de cambio en España, cit, págs. 861 y 862).
283
.- SÁNCHEZ CALERO, "La reforma del régimen de la letra de cambio y del cheque", cit.,
lug. cit., págs. 781 y 782.
263

legislador no tuvo en cuenta las repercusiones que, en el ámbito del


proceso de ejecución, podía tener el dotar de fuerza ejecutiva directa a
unos simples documentos privados.

Las reacciones ante la situación expuesta han sido rotundas. DE


LA OLIVA considera que la ejecutividad de la letra de cambio, pagaré y
cheque es de dudosa conformidad con el art. 24.1 de la CE, pues, puede
í^O A

provocar indefensión . Y lo argumenta del siguiente modo: el despacho


de la ejecución inaudita parte débitons, esto es, sin apercibir
previamente al demandado, se funda "en la existencia de un documento
específico (título ejecutivo) de características tales que se puede
desprender de él, en principio, una certeza jurídica de la existencia de
^oe
una deuda, suficiente para embargar bienes" . La intervención de un
fedatario público, en la constitución del título ejecutivo
extrajurisdiccional, garantiza la realización de "un acto previo del
ejecutado en el que éste manifestó su voluntad de constituir ese título,
cuyos eventuales efectos perjudiciales para él ya conocía, así como que
debía sufrirlos -al menos parcialmente- sin previa audiencia"286. En
cambio, cuando desaparecen las garantías y los mecanismos que.
justifican el que se acuerde el despacho de la ejecución inaudita altera
parte existe una clara violación del principio de audiencia. Concluye, el
citado autor que, en el sistema que la LCCH instituye, mediante
preceptos que hacen innecesario el protesto notarial o que permiten su
sustitución por simples declaraciones del librado, del domicilitario o de
la Cámara de Compensación, "no existirá, en muchos casos, ningún acto
con intervención de fe pública o de autoridad de clase alguna, que
garantice la autenticidad de las firmas que aparecen en el título o la real

284
.- DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", en Revista de
Derecho procesal, 1988, núm. 1, pág. 52.
285
.- DE LA OLIVA, ob. cit., nota anterior, pág. 49.
286
.- DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit., lug. cit.,
pág. 50.
264

participación del presunto deudor en la constitución de ese título


Ofi*7
ejecutivo"

Las afirmaciones de DE LA OLIVA, recogidas en el párrafo


anterior, se basan, esencialmente, en el nuevo régimen del protesto
establecido en la LCCH 288. Ahora bien, a nuestro entender la verdadera
indefensión, la vulneración del art. 24.1 CE, nacería de la supresión del
reconocimiento judicial de las firmas, como diligencia de atribución de
fuerza ejecutiva al simple documento privado.

Como ya vimos al analizar la Ley de 16 de diciembre de 1954, el


protesto notarial no puso fin al abuso generalizado de negar la
autenticidad de las firmas, con lo que tuvo que idearse unos expedientes
anteriores a su formalización para reforzar la eficacia ejecutiva de la letra
de cambio. En aquel sistema, la exigencia del reconocimiento judicial de
las firmas, previo al despacho de la ejecución, constituía el último y
efectivo cierre de seguridad con respecto a los simples documentos
privados; no obstante, este hecho no pasa completamente desapercibido
OßQ
para DE LA OLIVA . La inconveniencia de prescindir del
reconocimiento judicial como diligencia que otorga fuerza ejecutiva a un
documento privado fue puesta también de relieve en los trabajos
parlamentarios 29°.

287
.- DE LA OLIVA, ob. cit., nota anterior, pág. 52.
m
.- Señala DE LA OLIVA ("En defensa del título ejecutivo, en defensa del Derecho", cit.,
lug. cit., pág. 417) que "..., la principal cuestión que suscita la supresión de la obligatoriedad
del protesto notarial está ligada, como se verá, a principios generales del Derecho -el de
audiencia- y a verdaderos derechos fundamentales -el derecho de defensa o, formulado
negativamente, la prohibición de la indefensión".
289
.- DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit., lug. cit.,
pág. 51 ; y "En defensa del título ejecutivo, en defensa del Derecho", cit., lug. cit., pág. 408.
290
.- El Grupo Centrista presentó una enmienda de sustitución, la número 67, al art. 66 LCCH
del Proyecto de Ley Cambiaria y del Cheque en el Congreso de los Diputados en la que
defendía la necesidad del reconocimiento judicial de las firmas al entender que "el sistema
propuesto por el proyecto contradice a todo el sistema jurídico español y constituye una
grave lesión a las garantías ciudadanas". El reconocimiento podía eludirse "cuando la firma
265

Estimamos oportuno, en este momento, transcribir estas palabras:


"La categoría de los títulos ejecutivos está formada sobre la base de una
valoración de la ley en torno a su idoneidad para proporcionar una
adecuada garantía de la existencia del crédito" 291. Por ello nos
preguntamos por la idoneidad de la letra de cambio, pagaré y cheque
como título ejecutivo. Un elemento de duda lo suministra la propia
LCCH que se ha visto obligada a otorgar al deudor, una vez despachada
ejecución, la facultad de solicitar el alzamiento del embargo (cfr. art. 68
LCCH).

Según DE LA OLIVA, los responsables de los trabajos de


elaboración del proyecto de la LCCH pensaban que los "nuevos" títulos
cambiarios eran los documentos idóneos que permitirían introducir en

estuviera intervenida por Agente de Cambio y Bolsa o Corredor de Comercio Colegiado o


legitimada por Notario en la misma letra" o cuando el obligado cambiario "no hubiera puesto
tacha de falsedad a la misma en acta de protesto notarial o en acto de conciliación previo a la
ejecución".
El Grupo Popular también presentó una enmienda de sustitución, la número 127, al
art. 66 LCCH del Proyecto de Ley Cambiaria y del Cheque en el Congreso de los Diputados,
estableciendo, en el texto alternativo, como presupuesto previo al ejercicio de la acción
cambiaria ejecutiva, el reconocimiento judicial de la firma salvo que "la firma estuviera
legitimada por Notario en la misma letra o intervenida por Agente de Cambio y Bolsa o
Corredor de Comercio Colegiado. Tampoco será necesario el reconocimiento de firma para
despachar la ejecución contra un obligado cambiario que, en el protesto o requerido de pago
notarialmente o en acto de conciliación antes de iniciarse el juicio ejecutivo, no hubiera
negado categóricamente la autenticidad de su firma en la letra". Según el citado grupo
parlamentario, la necesidad de mantener el reconocimiento judicial de la firma halla su
justificación en que el despacho de la ejecución y, en su caso, el consiguiente embargo no
puede fundamentarse en una firma puramente privada, sin el menor control de su
autenticidad. Añade el Grupo Popular, que "sería totalmente contradictorio con lo que para
los demás documentos privados (la letra de cambio lo es) dispone el artículo 1429.2° de la
Ley de Enjuiciamiento Civil. Su eficacia, dada la tasa de excepciones, sería muy superior a la
de cualquier documento público. Todo nuestro sistema documental y probatorio quedaría
profundamente alterado. Y aquél al que se imputa la firma de la letra quedaría indefenso; la
primera noticia que tendría sería el embargo" (Documentación jurídica. Monográfico
dedicado a la "Ley cambiaría y del Cheque", de 16 de julio de 1985, cit., pág. 358).
291
.- LIEBMAN, Manual de Derecho procesal civil, cit., pág. 157.
266

nuestro ordenamiento jurídico el procedimiento monitorio civil 292. Sin


embargo, esta intención no se plasmó en el texto legal definitivo de la
LCCH (cfr. arts. 49 a 68 LCCH), ni tampoco en la Ley 10/1992, de 30 de
abril de Medidas Urgentes de Reforma Procesal. Aunque, a nuestro
entender, la supresión del reconocimiento judicial de la firma responde a
la tesis, sostenida por parte de la doctrina y la jurisprudencia, que
defiende la naturaleza declarativa del juicio ejecutivo y que incluso lo
identifica con el procedimiento monitorio documental.

4. El protesto en el sistema de la Ley Cambiaría y del Cheque.

El régimen del protesto viene establecido en los arts. 49 a 56


LCCH. De acuerdo con tales preceptos, y desde una perspectiva formal,
puede afirmarse que el protesto es un acta notarial en la que el Notario
declara protestada la letra y en la que ésta es copiada o reproducida. El
protesto se notifica al librado con el fin de ofrecerle una última
oportunidad de subsanar la crisis planteada por la falta de aceptación o
de pago, y de permitirle hacer manifestaciones que pueden afectar a la
suerte de los créditos cambiarios. Debe señalarse que la declaración que
hace el Notario ante la presentación de la letra por el tenedor es la
esencia del protesto; la letra ya ha quedado protestada y es este hecho el
que se notifica al librado.

292
.- DE LA OLIVA, "En defensa del título ejecutivo, en defensa del derecho", cit., lug. cit.,
pág. 419.
VICENT CHULIA (Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., págs. 754
y 755) estima que el cauce procesal adecuado para el ejercicio de la acción cambiaria es el
procedimiento monitorio documental. En esta misma línea, SÁNCHEZ ANDRÉS ("Marco
histérico-comparativo de la nueva disciplina sobre la letra de cambio", en Derecho
Cambiario. Estudios sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, cit., pág. 75) atribuye a la
"insuficiente articulación" de un proceso documental, la escasa concordancia entre el plano
procesal y el sustantivo.
267

A) Examen de la doble función -probatoria y conservativa- que


tradicionalmente se ha atribuido al protesto.

Como es sabido, el protesto cumple dentro del mecanismo


cambiario una doble función: probatoria y conservativa.

a) Función probatoria.

Por lo que respecta a la función probatoria, no debe olvidarse que


el rigor propio de las acciones cambiarias exige un estricto mecanismo
de prueba del cumplimiento de la obligación de diligencia a cargo de su
titular. Con este fin, surge en el Derecho cambiario el protesto como un
medio de prueba específico 293. En el sistema establecido por la LCCH,
el protesto es un medio de prueba: de la actitud negativa del librado o del
aceptante de aceptar o pagar la letra (art. 51.1 LCCH) 294 ; del estado de
la misma, mediante su reproducción (art. 52.1 LCCH), determinando
quienes son los obligados cambiarios; de la identidad de su actual
tenedor, que es quien requiere o solicita el levantamiento del protesto
ante el Notario; de haber practicado la notificación al librado o aceptante

293
.- El protesto apareció en la práctica cambiaria como un instrumento de protección y de
garantía de la efectiva recuperación del importe del cambio del librador cuando el librado
rechazaba el mandato trayecticio. El protesto formaba parte del deber de diligencia al que
debía ajustarse el acreedor, y que operaba protegiendo la posición de los deudores contra los
efectos de una obligación exigible por cauces procesales especialmente estrictos. El
acreedor, para poder realizar cualquier actuación contra el deudor, debía, pues, poseer una
prueba terminante del incumplimiento, lo que resultaba difícil en los casos en los que el
librado, sin aceptar o rechazar el cambio, se limitaba a mantener una postura ambigua. Por
esto, se entendió que la constatación del incumplimiento no podía dejarse en manos del
librado. Los tenedores recurrían a los Notarios para obtener una constatación pública del
hecho del incumplimiento que asegurara el éxito de la acción de regreso. Sobre los orígenes
y posterior desarrollo del protesto en la práctica cambiaria, vid. extensamente tratado,
AGUILERA-BARCHET, Historia de la letra de cambio en España, cit., págs. 648 a 664.
294
.- La falta de aceptación se presume al no estar aceptada cuando se entrega para su
protesto. La falta de pago se funda en el hecho de que la letra obra en poder del tenedor (art.
45.1 LCCH a contrario sensu).
268

en la forma legal, actividad que pretende incorporar la función


tradicional de conminar a la aceptación o al pago del importe de la letra
y los gastos producidos, o a hacer las alegaciones congruentes (art. 52.2
LCCH) 295 . Sin embargo, el protesto regulado en la LCCH no acredita la
diligencia del tenedor en el cumplimiento de sus deberes de
presentación:

"(no se olvide que su finalidad no es otra que la de hacer


constar la falta de pago según el artículo 51 de la Ley
Cambiaria)" (SAP de Madrid, Secc. 13a, de 3 de marzo de
1995; RGD, núm. 609, junio 95, págs. 7436 y 7437).

La LCCH ha seguido la orientación que, en materia de protesto,


marcó la Ley de 22 de julio de 1967 (RAL 1428). El legislador de 1985
no creyó oportuno volver al sistema originario del CCom de forma que
el Notario tuviera que acudir al domicilio del librado o aceptante
requiriéndole de aceptación o pago 2%. Por ello, no son obsoletas las
295
.- Las "manifestaciones congruentes con el protesto" pueden tener una singular
trascendencia en la tramitación del juicio ejecutivo; cfr. art. 68.3a,b LCCH.
296
.- Volver al antiguo régimen del protesto no tenía sentido, entre otros motivos, porque la
LCCH ha establecido, como regla general, el carácter facultativo de la presentación de la
letra de cambio a la aceptación y al pago. En efecto, del art. 63 LCCH se desprende, en
primer lugar, que el perjuicio de la letra por falta de presentación a la aceptación o al pago
sólo afecta a las acciones de regreso, pero no a la acción directa contra el aceptante y su
avalista (cfr. SAP de Madrid, Secc. 19a, de 10 de mayo de 1993; RGD, núm. 588, septiembre
93, págs. 8833 y 8834). En segundo lugar, del artículo citado, se infiere que la presentación a
la aceptación se exige solamente respecto de las letras giradas a un plazo desde la vista
(supuesto al que se suman las letras con cláusula "contra aceptación", art. 26 LCCH y las
letras domiciliadas, art. 26.2 LCCH); y, que la presentación al pago tan sólo debe acreditarse
respecto de las letras giradas a la vista o a un plazo desde la vista y de aquéllas que tengan
incorporada la cláusula "sin gastos" (aunque en este caso la prueba de la falta de
presentación incumbe a quien la alega, art. 56.2 LCCH). Además el carácter voluntario de la
presentación al pago halla su fundamento en lo dispuesto por los arts. 43 y 48 LCCH. El art.
43, precepto en el que se contiene el deber de presentación, no impone sanción alguna al
tenedor que omite la práctica de esta diligencia. Por otra parte, la falta de presentación no
engendra la liberación del deudor, pues, para lograr este efecto, el art. 48 exige la realización
de una actividad: la consignación. Vid. sobre este tema y en el sentido apuntado, URJA,
Derecho mercantil, cit., pág. 920; MENENDEZ MENENDEZ, "La aceptación de la letra de
cambio", en Derecho cambiario. Estudios sobre la Ley cambiaria y del cheque, cit., págs.
269

palabras que hace ya tiempo se pronunciaron: "De la doble finalidad


señalada: prueba de la diligencia del tenedor en cumplimiento de sus
deberes de presentación y requisito inexcusable para el ejercicio de las
acciones de regreso, prevalece radicalmente la segunda. Se sustituye la
presencia personal del notario en el domicilio del pagador y la
presentación del título, por la entrega "a posteriori" de una cédula de
notificación, que puede llevarse a cabo bien por el notario, bien por otra
persona que éste designe. Desaparece, en consecuencia, la facultad del
obligado de pagar en su domicilio la letra en el momento de su
presentación por el notario. De ser un acta notarial que acredita, frente a
todos los que intervienen en el círculo cambiario, el cumplimiento de las
obligaciones impuestas por la ley al tenedor, ha pasado a ser un acta

516 a 525; PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", en Derecho


Cambiario. Estudios sobre la Ley cambiaría y del cheque, cit., págs. 672 a 674 y 681 a 687;
CASALS COLLDECARRERA, "El protesto después de la Ley cambiaria", en Anales de la
Academia matritense del notariado, tomo XXVIII, 1987, págs. 50 a 53.
Las anteriores consideraciones relativas a la letra de cambio pueden extenderse al
ejercicio de las acciones por falta de pago del pagaré (art. 96 LCCH). Y, en cuanto al cheque,
las consecuencias derivadas de la falta de presentación al pago tienen, aún, un alcance menor
(art. 146.2 LCCH).
No obstante, el carácter de la letra como título de presentación no es objeto de
discusión por una parte de la doctrina mercantilista, vid. entre otros, SÁNCHEZ CALERO,
Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 413; VICENT CHULIA, Compendio crítico de
Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 697; BROSETA, Manual de Derecho mercantil, cit.,
págs. 639 a 641; JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho mercantil, cit., págs. 587 a 590; ALONSO
SOTO, "El pago de la letra de cambio", en Derecho cambiario. Estudios sobre la ley
cambiaria y del cheque, cit., pág. 622; VÁZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho
cambiario, cit., págs. 232 y 233; GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen
jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 162, 163 y
194; SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, "Presentación, vencimiento, pago y eventual protesto de la
letra de cambio", en La letra de cambio, el pagaré y el cheque en la Ley 19/85 de 16 de julio,
cit., págs. 143 y 144. Sin embargo, a esta valoración doctrinal debe apuntarse que la LCCH
ha previsto la sustitución de la presentación física de la letra al deudor: por un lado, en el
supuesto de letras de cambio domiciliadas en una cuenta abierta en una entidad de crédito, su
presentación a una Cámara o sistema de compensación equivaldrá a su presentación al pago
(art. 43.2 LCCH); y, por otro, cuando la letra se encuentre en poder de una Entidad de
crédito, la presentación al pago podrá realizarse mediante el envío al librado con anterioridad
suficiente al día del vencimiento de un aviso conteniendo todos los datos necesarios para la
identificación de la letra, a fin de que pueda indicar sus instrucciones para el pago (art. 43.3
LCCH).
270

notarial en la que consta la declaración del tenedor de haber cumplido


con esas obligaciones" 297

Así, pues, el protesto no acredita que la letra de cambio ha sido


presentada al librado o al aceptante; el Notario no debe personarse en el
domicilio del librado o aceptante para constatar las circunstancias del
incumplimiento, sino que se limita a comunicar lo sucedido en la oficina
notarial a través de una persona que no tiene por qué ser el propio
"}Qß
Notario . La antigua obligación notarial de presentación física de la
letra y requerimiento de pago al deudor ha sido sustituida por la cédula
de notificación del art. 52 LCCH en la que se le indica que la letra de
cambio está depositada en la notaría para que pueda examinarla,
aceptarla o pagarla, según los casos, o hacer manifestaciones
congruentes.

297
.- RUBIO, Derecho cambiario, pág. 361.
Según POLO DIEZ y POLO SÁNCHEZ ("El futuro de la letra de cambio", cit., lug.
cit., págs. 30 y 31), "la masificación de la letra terminó con el protesto entendido como acto
notarial que acreditaba el cumplimiento del deber de diligencia por el tenedor, pero no
terminó con el protesto como acto formal previo para la conservación de las acciones
cambiarias".
298
.- Como consecuencia de una imperfecta cita e identificación de las normas, sobre cuya
posible inconstitucionalidad se dirigió el Juez a las partes (cfr. art. 35.2 LOTC), el TC en la
sentencia 21/1985, de 15 de febrero, no entró a analizar la conformidad con la Constitución
de la notificación del protesto por personas autorizadas por el Notario, pero distintas de él.
La cuestión de inconstitucionalidad de las normas establecidas en el art. 504.2.2a y 3a CCom
se planteaba por posible vulneración de la prohibición de indefensión establecida en el art.
24.1 CE. En este sentido, se alegaba que la protección constitucional debe extenderse a la
fase preprocesal del protesto, protección que el art. 504 minorizaba, pues, permitía que la
notificación del protesto se llevara a cabo por persona carente de fe pública, afectando
jurisdiccionalmente, esta falta de fehaciencia, al aceptante.
La degradación del protesto operada por la LCCH -que puede ejemplificarse en que
ya no es presupuesto necesario de la acción ejecutiva, así como en el hecho de que la
alegación de la falsedad de la firma en el acto del protesto no impide que prospere la
demanda ejecutiva- desaconseja el planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad del
art. 52 LCCH. Ello no impide que se haya precisado que la declaración de las personas
autorizadas por el Notario, consistente en afirmar que han entregado la notificación, no
puede quedar amparada por la fe pública; vid. al respecto, AGUILERA-BARCHET, Historia
de la letra de cambio en España, cit., pág. 663; ALONSO SOTO, "El pago de la letra de
cambio", cit., lug. cit., pág. 638.
271

El levantamiento del protesto por el Notario ha suscitado dos


cuestiones que, por exceder del objeto de nuestro estudio, tan sólo
mencionaremos. La primera gira en torno al desacuerdo que genera la
reserva de la práctica del protesto, con carácter exclusivo, a los Notarios
y que se ha plasmado en intentos consistentes en otorgar la competencia
para levantar el protesto a otros fedatarios públicos 2". La segunda se
sitúa en la misma línea de la anterior, aunque, desde una posición más
progresiva, propugna extender la habilitación para protestar título
cambiarios a determinados funcionarios 30°.

299
.- Al proyecto de Ley cambiaria y del cheque fueron presentadas, en el Congreso de los
Diputados, dos enmiendas por el Grupo Minoría Catalana -en concreto enmiendas núms. 58
y 59 (vid. Documentación Jurídica, Monográfico dedicado a la "Ley Cambiaria y del
Cheque", cit., pág. 340)- con la finalidad de otorgar a otros fedatarios públicos competencia
para protestar la letra de cambio. Dichas enmiendas no fueron admitidas.
En la doctrina, tampoco existe acuerdo sobre dicha cuestión. ARROYO ("Juicio
ejecutivo fundado en letra de cambio protestada por Agente de cambio y bolsa", en Justicia,
1984, págs. 861 a 872) entiende que existe una equiparación de la dación de fe pública, en el
ámbito mercantil, entre Notarios y Agentes Mediadores Colegiados. Al ser el protesto un
acto típicamente mercantil, aquél cae dentro de la esfera de la competencia objetiva de los
Agentes Mediadores Colegiados. En contra, RODRÍGUEZ ADRADOS (La fe pública en el
ámbito mercantil, cit., págs. 51 y 52), quien afirma que el acta de protesto ha sido siempre
-desde el CCom de 1829- competencia exclusiva de los Notarios. Añade que, de la previsión
legal de actos equivalentes al protesto notarial (art. 51 LCCH), no se desprende,
necesariamente, que la LCCH admita el protesto realizado por Agente Mediador Colegiado.
300
.- Vid. al respecto, CASALS COLLDECARRERA, "El protesto después de la Ley
Cambiaria", cit., lug. cit., pág. 44.
La extensión de la habilitación para levantar el protesto a otros funcionarios no es
desconocida por el Derecho comparado: arts. 68 a 73 de la Ley cambiaria italiana (en el art
68 se dispone que: "El protesto debe ser hecho en un solo acto por un notario o por un oficial
judicial. En los municipios en los cuales no exista notario u oficial judicial el protesto puede
ser levantado por el Secretario del Ayuntamiento. No se requiere la asistencia de testigos
para levantar el protesto"); arts. 79 a 87 de la WG (en el art. 79 se dispone que: "Jeder protest
muß durch einen Notar, einen Gerichtsbeamten oder einen Postbeamten aufgenommen
werden. Den Postbeamten stehen solche Personen gleich, denen von der Postverwaltung die
Aufnahme von Protesten übertragen ist"); y arts. 159 a 162 del Code de commerce francés
(en el art. 159 se dispone que: "Les protêts faute d'acceptation ou de payement sont faits par
un notaire ou par un huissier").
272

Por lo que respecta a la forma de levantar el protesto, tampoco ha


introducido la LCCH modificaciones relevantes 301.

Las indagaciones del Juez con respecto al protesto, en el momento


del despacho de la ejecución, se reducen a determinar si fue levantado en
tiempo y forma, y si el documento presentado corresponde a la letra que
sirve de base a la acción ejecutiva.

b) Función conservativa.

La innovación importante, en sede de protesto, se produce con


respecto a la segunda de las funciones señaladas; es decir, en relación
con la función conservativa de los derechos cambíanos del tenedor. Esta
función enlaza directamente con el régimen de las acciones cambiarías.

Frente al régimen del CCom, en el que el protesto era un requisito


legal para ejercitar la acción cambiaría ejecutiva, bien contra el
aceptante, bien contra el librador, endosantes y avalistas 302, en el
sistema de la LCCH el ejercicio de la acción cambiaria directa (ordinaria
o ejecutiva) no está subordinado al levantamiento del protesto (art. 49.2
LCCH). La falta de presentación de la letra de cambio a la aceptación y
al pago no origina la pérdida de la acción cambiaria directa (art. 63.1
LCCH), por tanto, no es necesario acreditar de modo fehaciente que la
obligación de presentación de la letra al librado o al aceptante fue
cumplida, y que éste dejó de realizar la aceptación y el pago. Como

301
.- Entre las modificaciones en la forma de levantar el protesto pueden destacarse: la
ampliación de los plazos para la presentación de las letras al protesto y para notificarlo; la
alteración de las inhabilidades temporales (respecto a los días inhábiles, vid. Real Decreto
1039/1990, de 27 de julio, sobre días inhábiles a efectos de protestos); la "plenitud" de la
cédula de notificación; el lugar en que ha de practicarse la notificación; las personas con las
que ha de entenderse la diligencia de notificación.
302
.- Vid. GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág. 899.
273

consecuencia de todo ello, la única condición formal para el ejercicio de


la acción cambiaria ejecutiva directa es la presentación, junto con la
demanda ejecutiva, de la letra de cambio 303.

Por el contrario, el protesto es, por regla general, presupuesto


formal de la acción cambiaria de regreso. Así, el art. 63.1.b) LCCH
sanciona la falta de diligencia del tenedor, que, al no levantar el protesto,
deja perjudicar la letra de cambio, con la pérdida de las acciones de
regreso.

El porqué de la diferencia existente entre los presupuestos


formales para el ejercicio de la acción cambiaria directa y la acción
cambiaria de regreso se halla "en la propia naturaleza dogmática del
vínculo jurídico contraído por el aceptante, que es distinto en su esencia
y no sólo en su intensidad del que contraen el librador y endosantes.
Mientras éstos, en efecto, garantizan simplemente que la letra será
pagada (véanse, al respecto, arts. 11 y 18 de la Ley Cambiaria) y, por
tanto, son sólo y por definición responsables del buen fin de la misma, el
aceptante, en cambio, se constituye en deudor directo del crédito
cambiario, vínculo jurídico éste del que no puede considerarse desligado
porque el acreedor omita la observancia de un requisito meramente
formal, que no se le impone con el carácter de una auténtica obligación,
cuyo incumplimiento pueda desencadenar los efectos propios de la
exceptio inadimpleti contractus o de la condición resolutoria tácita"304.

303
.- Afirmación con la que queremos poner de relieve la diferencia con el régimen previsto
en el CCom y la LEC ya derogado. Resulta claro que con la demanda ejecutiva y el título
ejecutivo, el tenedor debe acompañar la escritura que acredite el poder del Procurador, el
documento o documentos que acrediten el carácter con que el ejecutante se presenta enjuicio
en los casos en que actúe como representante o sucesor de otra persona (art. 503.1 y 2 LEC),
y las copias de la demanda y de los documentos que presente para entregarlos al deudor o
deudores al citarlos de remate (art. 1439.2 LEC).
304
.- PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarias", cit., lug. cit., pág. 673.
274

La limitación del ámbito propio del protesto a las acciones de


regreso no es una innovación de la LCCH, sino que es una medida que
ya fue adoptada por el Derecho cambiario consular. Así, por citar
algunas disposiciones en las que se produce la recepción jurídica de la
institución cambiaria, ni en las Ordenanzas de Bilbao de 1675, ni en las
de 1737 de la misma plaza, tampoco en las de San Sebastián o en las de
Burgos, ambas de 1766, la omisión del protesto acarreaba la pérdida de
la acción contra el aceptante 305. Es en el Código de Comercio de 1829
donde se consolida la eficacia jurídica ad solemnitatem del protesto
como requisito formal previo al inicio de cualquier acción cambiaria 306.
Con la obligatoriedad del protesto se eludía el trámite procesal del
reconocimiento de la firma, cuando en la formalización de aquél no se
hubiera puesto la tacha de falsedad307.

Ahora bien, la función del protesto como requisito necesario para


el ejercicio de las acciones de regreso no implica la construcción del
título ejecutivo cambiario por integración, sino el mero cumplimiento de
T AQ

un requisito, o conditio iuris, de la acción de regreso . Al no ser


necesario el reconocimiento judicial de la firma para despachar ejecución
con base en una letra de cambio, un pagaré o un cheque, no tenía sentido

305
.- Cfr, AGUILERA-BARCHET, Historia de la letra de cambio en España, cit., págs. 655
a 660.
306
.- En ei Código de Comercio de 1829 se establecía expresamente la obligatoriedad del
protesto para poder reclamar, incluso del aceptante, el importe de la letra. En efecto, en el
art. 522 se disponía que: "Ningún acto ni documento puede suplir la omisión y la falta de
protesto para la conservación de las acciones que competen al portador contra las personas
responsables a las resultas de la letra, ..." (la cursiva es nuestra). Este artículo es el
precedente del art. 509 del CCom de 1885.
307
.- Cfr. RODRÍGUEZ ADRADOS, "El protesto y otras manifestaciones de la fe pública en
la Ley cambiaria y del Cheque", en Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la
"Ley Cambiaría y del Cheque ", cit., págs. 56 y 57.
308
.- Cfr. SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 418; CASALS
COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaría, IV, 1a ed., Barcelona, 1988, pág.
173; PARICIO SERRANO, "Identidad de efectos cambiarios del protesto y la declaración
equivalente", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 33, enero-marzo 1989, pág.
183.
275

mantener el protesto como presupuesto del ejercicio de la acción


ejecutiva. En el sistema de la LCCH, aun negándose la autenticidad de la
firma en el acto del protesto, debe despacharse ejecución. Los efectos de
la negación de la autenticidad de la firma se dejarán sentir en un
momento procesal posterior: en el incidente del alzamiento del embargo,
art. 68.3a.b LCCH.

En definitiva, el protesto ha dejado de ser un elemento integrante y


necesario para que la letra se configure como título ejecutivo, puesto que
incluso cuando se ejercita la acción cambiaría ejecutiva de regreso, sólo
es inexcusable su formalización si el librador lo ha exigido expresamente
mediante la inserción en la letra de la cláusula "con protesto".

Antes de la entrada en vigor de la LCCH, la importancia del


protesto en la construcción del título ejecutivo no pasaba desapercibida.
Incluso se señaló que "lo que verdaderamente apareja ejecución a la letra
de cambio, lo que le da fuerza ejecutiva para la efectividad del pago o
reeembolso, aun extendida con todas las formalidades y requisitos
prevenidos, es el protesto" 309. La relevancia del protesto en el orden
procesal determinó la exigencia del deber de su notificación a los
obligados cambíanos, en vía de regreso, para poder afectar su
responsabilidad respecto al pago y podérsela exigir por vía ejecutiva (art.
517 CCom). Este requisito se fundaba en la conveniencia de que los
obligados en vía de regreso y posibles requeridos de pago tuvieran
conocimiento de la actitud negativa del librado o aceptante cuando le fue
presentada la letra a la aceptación o al pago. La consecuencia de la falta
de notificación era grave: pérdida del derecho a reintegrarse de los

309
.- DÍAZ RODRÍGUEZ, "La letra de cambio, estudiada desde el punto de vista procesal",
en Revista de Derecho procesal, 1945, pág. 559. Opinión que, por otra parte, era común en la
doctrina y jurisprudencia. En nuestra tradición histórica, así como en el sistema del CCom y
la LEC, derogado por la LCCH, ostentaban la condición de título ejecutivo los documentos
que ofrecían fehaciencia suficiente de la legitimidad de los créditos en ellos consignados.
276

endosantes y del librador que probare haber hecho oportunamente


provisión de fondos. En el Derecho cambiario vigente, la notificación del
protesto no es un presupuesto del ejercicio de la acción cambiaria de
regreso (cfr, art. 55.6 LCCH).

B) Sustitución del protesto.

Frente al régimen legal anterior que no permitía sustituir el


protesto notarial por otro documento o acto 31°, la LCCH, con el
propósito manifiesto de fortalecer la posición jurídica del acreedor
cambiario 3n, permite su sustitución por unas declaraciones del librado,
del domiciliatario o, en su caso, de la Cámara de Compensación negando
la aceptación o el pago (art. 51.2 LCCH) 3l2 .

310
.- En el art. 509 CCom 1885 se disponía que: "Ningún acto ni documento podrá suplir la
omisión y falta de protesto para la conservación de las acciones que competen al portador
contra las personas responsables a las resultas de la letra".
3
".- Así se declara en la Exposición de Motivos de la LCCH. La protección no alcanza
solamente al acreedor al que se exime de los gastos y trámites del protesto, sino también al
librado o aceptante a quien la publicidad del protesto puede resultar en extremo lesiva.
312
.- La LCCH limita la flexibilidad del régimen del protesto estableciendo una serie de
supuestos en los que aquél es condición necesaria para que el portador pueda ejercitar las
acciones de regreso:
.protesto en el que se hará constar la falta de aceptación o de pago, cuando el
librador haya exigido expresamente el levantamiento del protesto notarial (art. 51.2).
.protesto necesario para constatar la omisión de la fecha en la aceptación, cuando la
letra sea pagadera a cierto plazo desde la vista, o cuando deba presentarse a la aceptación en
un plazo fijado por una estipulación especial (art. 29.2).
.protesto necesario, previsto en el art. 81.2, para que el tenedor de un ejemplar de
letra no aceptada pueda ejercitar sus acciones de regreso.
.protesto necesario, previsto en el art. 83.2, para que el tenedor de una copia pueda
ejercitar como tenedor cambiario sus acciones de regreso, cuando el poseedor del título
original le niegue la entrega de éste.
Los tres últimos protestos son calificados por la doctrina de especiales, pues, frente a
los ordinarios (por falta de aceptación o de pago) acreditan otro tipo de vicisitudes de la
práctica cambiaria. Vid, sobre esta cuestión, VICENT CHULIA, Compendio crítico de
Derecho mercantil, tomo II, págs. 724 y 725; JIMÉNEZ SÁNCHEZ, Derecho mercantil, cit.,
pág. 598.
277

La eficacia de las declaraciones sustitutivas del protesto está sujeta


a dos condiciones: 1a) que el librador no haya exigido expresamente, en
la propia letra, el levantamiento del protesto (en este caso la declaración
sustitutiva del mismo no tendría eficacia cambiaria por vulnerar la
voluntad del creador de la letra) 3l3; y 2a) que dichas declaraciones se
realicen por escrito en la propia letra, firmadas y fechadas, y dentro de
los plazos señalados para el levantamiento del protesto notarial, art. 51.2
LCCH.

a) Declaración del librado.

La declaración del librado sustituye tanto al protesto por falta de


aceptación, cuanto al protesto por falta de pago 314. Esta declaración debe
constar en la propia letra, firmada y fechada por el librado. De
conformidad con la regla general del art. 9 LCCH, el librado puede hacer
esta declaración por medio de representante con poder bastante,
3I3
.- Al sancionar el art. 51.2 LCCH la plena y total equivalencia entre el protesto y las
declaraciones sustitutorias, la exclusión de la igualdad en la eficacia y, por tanto, la
necesidad de levantar el protesto para no perder las acciones cambiarias en vía de regreso
debe efectuarse por el librador de forma que no genere dudas, v. gr. mediante la cláusula
"con protesto" o "protéstese". Vid. sobre este punto, PARICIO SERRANO, "Identidad de
efectos cambiarlos del protesto y la declaración equivalente", cit., lug. cit., págs. 187 a 191; y
SAP de Murcia, Secc. 2a, de 27 de marzo de 1995 (Actualidad Civil, Audiencias, num. 20,
octubre 1995, págs. 2526 y 2527).
Sobre esta cuestión, se ha declarado que "la forma de reflejar la necesidad de
protesto notarial consiste en expresar tal voluntad en la línea de puntos que existe a
continuación de la palabra "Cláusulas" del impreso oficial; (...) no siendo preciso que el
librador extienda ninguna firma suplementaria para que la misma tenga eficacia y deba
cumplirse, ya que es la propia firma del librador, situada en el lugar reservado al efecto, la
que otorga validez a todas las circunstancias plasmadas por el mismo librador en la letra de
cambio" (SAP de Murcia, Secc. 2a, de 27 de marzo de 1995; Actualidad Civil, Audiencias,
núm. 20, octubre 1995, págs. 2526 y 2527).
314
.- Es la única declaración sustitutiva del protesto que tiene su origen en la LUG. En efecto,
el art. 8.1 del Anexo II, otorga a cada una de las Altas Partes contratantes la facultad "de
prescribir que los protestos que deban efectuarse en su territorio puedan ser reemplazados
por una declaración fechada y escrita en la misma letra de cambio, firmada por el librado,
salvo el caso en que librador exija en el texto de la letra un protesto por acto auténtico".
278

expresando esta circunstancia en la antefirma. En la declaración


efectuada por el librado no deben especificarse los motivos de la
denegación de la aceptación o del pago (v. gr. negación categórica de la
autenticidad de la firma), pues, de su ausencia no se deriva ningún
efecto jurídico para el autor de la declaración315. Por el contrario, si en el
acto del protesto notarial el obligado cambiario no niega
categóricamente la autenticidad de su firma, o no alega la falta absoluta
de representación, no se alzará el embargo una vez despachada la
ejecución (art. 68.3a.b LCCH).

b) Declaración del domiciliatario.

La declaración del domiciliatario se refiere, obviamente, sólo al


protesto por falta de pago ya que el domiciliatario únicamente puede
pagar la letra, no puede aceptarla.

Una letra de cambio está domiciliada, en sentido técnico, cuando


en ella se indica un lugar de pago distinto al del domicilio del librado,
posibilidad contemplada en los arts. 5.1 y 32 LCCH. A esta hipótesis se
refiere la doctrina con el nombre de domiciliación imperfecta. En el caso
que se indique, no sólo un domicilio de pago distinto del propio librado,
sino que además se designe como pagador a un tercero, a una persona
distinta del librado, estaremos en presencia de la figura jurídica

315
.- En cambio, si es el caso, debe hacerse constar que el tenedor incumplió la petición de
segunda presentación a la aceptación prevista en el art. 28.1 LCCH, pues, ante esta situación,
el librado puede pedir el resarcimiento de daños por protesto injustificado, y los obligados en
vía de regreso pueden defenderse frente a la acción anticipada de regreso por falta de
aceptación, alegando la omisión de la segunda presentación. Vid. en este sentido,
MENENDEZ MENENDEZ, "La aceptación de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 529 y
530.
279

denominada domiciliación perfecta 316. La domiciliación perfecta viene


reconocida expresamente por el art. 5.2 LCCH.

El domiciliatario, que puede ser una persona física o jurídica, es


un mandatario encargado de pagar en nombre y por cuenta del obligado
principal 317. Por esto, aun cuando pueda ser domiciliatario el librador,
un endosante, etc., no es éste, en tal condición, un obligado cambiario.
Su designación corre a cargo del librador o del librado al aceptar la letra,
en el supuesto de que no lo hubiera hecho ya el librador (art. 32 LCCH).
Ahora bien, tanto la domiciliación imperfecta, como la perfecta
despliegan en Derecho cambiario unos efectos típicos: la imposibilidad
de prohibir la presentación de la letra a la aceptación (art. 26.2 LCCH).

El supuesto de hecho que recoge el párrafo segundo del art. 51 de


la LCCH se refiere exclusivamente a la domiciliación perfecta; es decir,
no sólo se ha señalado el domicilio de un tercero como lugar de pago,
sino que además hay que reclamar el pago precisamente a ese tercero.

c) Declaración de la Cámara de Compensación.

La declaración de la Cámara de Compensación en la que se


deniegue el pago tendrá lugar en la misma letra y se completará con la
fecha y firma. Su ámbito se circunscribe a las letras de cambio
domiciliadas en una cuenta abierta en una entidad de crédito. En este

3I6
.- Cfr. IGLESIAS PRADA, "EI libramiento de la letra de cambio", cit., lug., cit., págs. 418
a 421; VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 660;
VAZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 135. Sobre esta cuestión,
vid. supra, págs. 171 y 172.
3I7
.- El hecho de que, como regla general, cuando se nombre domiciliatario éste sea una
entidad bancaria no implica que esa tercera persona encargada de pagar la letra no pueda ser,
de conformidad con la LCCH, cualquier persona física o jurídica, aunque no tenga la
condición de entidad bancaria.
280

caso, la presentación de la letra a una Cámara o sistema de


compensación equivaldrá a su presentación al pago (art. 43.2 LCCH), lo
que permite a la Cámara la declaración denegatoria del pago.

Con el fin, puesto de relieve por la doctrina 318, de evitar el manejo


físico del gran número de efectos de comercio que se entregan por la
clientela a las entidades de crédito, se ha creado por el Real Decreto
1369/1987, de 18 de septiembre, dictado al amparo de la Disposición
Final primera de la LCCH, un Sistema Nacional de Compensación
Electrónica (en adelante, SNCE) 319. Este sistema, que se instituye bajo
la tutela del Banco del España, hace posible la inmovilización de los
efectos de comercio y su consiguiente tratamiento informático. Así, y de
acuerdo con lo dispuesto en el art. 1.1 del Real Decreto 1369/1987, a
través del SNCE "se llevará a cabo la compensación de documentos,
medios de pago y transmisiones de fondos que, mediante sistemas y
procedimientos electrónicos, presenten al mismo las Entidades
miembros". En el SNCE 32° tendrá lugar la compensación de las letras de
cambio, pagarés y cheques que presenten al mismo las entidades
miembros, de conformidad con lo previsto en la Ley 19/1985, de 16 de
julio, Cambiaría y del Cheque (art. 1.2 RD 1369/1987) 321. Los títulos
cambíanos se considerarán presentados al SNCE en el momento en que
la entidad tenedora curse comunicación a la entidad librada o
domiciliataria, en la forma y con los datos requeridos por las normas
3I8
.- Vid. por todos, SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., pág. 382.
319
.- El R.D. 1245/1995, de 14 de julio, sobre Entidades de crédito-Comunidad Europea, ha
modificado los arts. 2.2 y 3.1 del R.D. 1369/1987, de 18 de septiembre.
320
.- Sistema que es en realidad una red informática con amplia cobertura nacional y que ya
sustituir a las cámaras de compensación, haciendo, pues, innecesaria la existencia de un
espacio físico determinado para la realización de las operaciones a las que se refiere el R.D.
1369/1987.
321
.- "Sin documento no hay título-valor", postula el Derecho cambiario. Por ello el
tratamiento informático de la letra de cambio, pagaré y cheque hace que se debilite su
consideración como títulos-valores de presentación y de rescate. Vid. sobre esta cuestión,
VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo H, cit., págs. 605 y 606;
SÁNCHEZ CALERO, Instituciones de Derecho mercantil, cit., págs. 379 a 382.
281

aplicables, solicitando su abono o adeudo por compensación (art. 5.1


R.D. 1369/1987). Por su parte, el art. 6 del citado R.D. determina la
forma de realizar la declaración sustitutiva del protesto:

"Una vez que la Entidad tenedora de las letras de cambio,


pagarés y cheques presentados al Sistema Nacional haya
recibido a través de éste la comunicación de que la Entidad
librada o domiciliataria de los mismos no atiende al pago,
aquélla efectuará y hará constar en el documento, por cuenta y
en nombre del Sistema Nacional, la declaración a que se
refieren los artículos 51 y 146 c) de la Ley 19/1985, de 16 de
julio, Cambiaría y del Cheque, cuando proceda hacer tal
declaración.
A los efectos contemplados en el punto anterior, el Sistema
Nacional de Compensación Electrónica tendrá la
consideración de Cámara de Compensación".

El Real Decreto 1369/1987 ha sido desarrollado por diversas


normas de las que destacaremos por su relevancia la Circular 8/1988 del
Banco de España, de 14 de junio que establece el Reglamento del SNCE;
y la Orden de 20 de febrero de 1990 del Ministerio de Economía y
Hacienda en la que se fija la fecha de entrada en funcionamiento del
SNCE y se relacionan las Entidades inscritas en el Registro de Entidades
miembros del SNCE 322.

d) Efectos de las declaraciones sustitutivas del protesto.

El párrafo segundo del art. 51 LCCH dispone que las


declaraciones sustitutivas del protesto producirán todos los efectos

322
.- Otras normas que han sido dictadas para el correcto funcionamiento del SNCE son la
Orden de 29 de febrero de 1988, del Ministerio de Economía y Hacienda; Circular 1/1990,
de 2 de febrero; Circular 11/1990, de 6 de noviembre; Circular 5/1991, de 26 de julio;
Circular 13/1992, de 26 de junio; Circular 1/1995, de 30 de junio, todas ellas del Banco de
España; Orden de 26 de febrero de 1996, del Ministerio de Economía y Hacienda.
282

cambíanos del protesto. Ante esta afirmación legal, debe precisarse que
las mencionadas declaraciones sustituyen al protesto notarial,
exclusivamente, como presupuesto del ejercicio de las acciones
cambiarías de regreso y que es ésta la única consecuencia jurídica en la
que se equiparan. Es obvio que las declaraciones del librado,
domiciliatario o, en su caso, de la Cámara de Compensación no
producirán los efectos del protesto en cuanto documento público. Las
declaraciones sustitutivas del protesto tienen naturaleza privada, no están
cubiertas por la fe pública, por tanto, no queda fijado auténticamente el
texto de la letra, ni tampoco el texto, firma y fecha de la propia
declaración 323.

C) Exclusión del protesto.

La LCCH no contempla sólo la sustitución del protesto, sino que


regula su exclusión a través de un doble sistema: 1°) mediante una
cláusula inserta en la letra de cambio (art. 56 LCCH).; 2°) por
disposición expresa de la ley (arts. 51.5 y 6, 64 LCCH).

a) Exclusión voluntaria del protesto.

El tenedor de una letra de cambio puede ser dispensado de la carga


del levantamiento del protesto -tanto por falta de aceptación, como por
falta de pago- para ejercitar las acciones de regreso, bien sea por la vía
ordinaria, bien por la ejecutiva, mediante la inserción en la letra de fa
cláusula "sin protesto" o cualquier otra equivalente (art. 56.1 LCCH). La

323
.- Cfr. POLO, "Innovaciones fundamentales de la nueva Ley Cambiaria y del Cheque", cit.,
lug. cit., pág. 56; RODRIGUEZ ADRADOS, "El protesto y otras manifestaciones de la fe
pública en la Ley Cambiaria y del Cheque", cit., lug. cit., págs. 65 y 66.
283

cláusula puede ser introducida en la letra por el librador, los endosantes


o sus avalistas, quienes deberán firmarla; el protesto tiene lugar en
defensa de los intereses de los obligados en vía de regreso, por tanto,
sólo ellos pueden renunciar al mismo. Para que la cláusula "sin protesto"
produzca los efectos que le son propios, no deberá estar amparada,
necesariamente, por una firma específica añadida a la firma general del
negocio de libramiento, endoso o aval 324 . Es decir, si la citada cláusula
ha sido escrita por el librador se entenderá que la firma de éste, en el
lugar reservado al efecto, se refiere a la integridad de la declaración
fundamental, incluida la cláusula "sin gastos".

La LCCH no precisa el tiempo en que la cláusula "sin protesto"


puede consignarse en la letra. Esta laguna legal puede suplirse con una
interpretación sistemática: la citada cláusula sólo puede insertarse en la
letra antes de que finalice el plazo para levantar el protesto notarial por
falta de aceptación o por falta de pago.

La cláusula de dispensa del protesto produce diferentes efectos


según quien la inserte. Si la cláusula fuese establecida por el librador,
sus efectos se extenderán a todos los demás firmantes de la letra. En
cambio, si la cláusula fuere puesta en la letra por un endosante o un
avalista, sólo producirá efectos con respecto a éstos; esto es, para poder
ejercitar las acciones de regreso contra el resto de los obligados, será
preciso que se proceda al levantamiento del protesto (art. 56. 3 LCCH).

La cláusula "sin protesto" no prohibe el levantamiento del


protesto, sino que lo convierte en facultativo. Pero si a pesar de que el
librador hubiera insertado en la letra dicha cláusula, el tenedor levanta el

324
.- Vid. en este sentido, BROSETA, Manual de Derecho mercantil, cit., pág. 652;
VÁZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit.. pág. 273; GINER P ARRENO,
"De nuevo sobre la necesidad de la firma específica de la cláusula sin gastos", en La Ley,
1991-1, págs. 983 a 986.
284

protesto deberá correr con los gastos del mismo 325. Por el contrario,
cuando la cláusula hubiera sido puesta por un endosante o un avalista,
los gastos del protesto podrán ser reclamados a todos estos firmantes,
incluido aquél que la ha establecido (art. 56.3 LCCH), puesto que, en
este caso, el protesto es necesario para conservar las acciones de regreso
contra el librador y los demás obligados cambiarios.

Por otra parte, la citada cláusula no dispensa al tenedor de la


presentación de la letra al pago en los plazos correspondientes, ni de las
comunicaciones que haya de dar (art. 56.2 LCCH). La prueba del
incumplimiento de las obligaciones mencionadas corresponderá, no
obstante, a quien alegue este hecho contra el deudor.

b) Supuestos legales de exclusión del protesto.

De conformidad con la LCCH, son supuestos legales de exclusión


del protesto: el protesto por falta de aceptación, que exime de la
presentación al pago y del protesto por falta de pago (art. 51.1 LCCH); la
concurrencia de fuerza mayor (art. 64); y la presentación de
determinadas resoluciones judiciales (art. 51.6 LCCH). Nos limitaremos
a examinar este último supuesto legal de exclusión del protesto, pues,
desde el punto de vista del Derecho procesal, es el que realmente nos
interesa.

Dispone el art. 51.6 LCCH que en caso de suspensión de pagos,


declaración de quiebra o concurso del librado, haya éste aceptado o no,
o del librador de una letra no sujeta a la aceptación, la presentación de la
providencia teniendo por solicitada la suspensión de pagos o del auto
declarativo de la quiebra o concurso, bastará para que el portador pueda

325
,- Vid infra, Capítulo Cuarto, pág. 351.
285

ejercitar las acciones de regreso antes del vencimiento 326. Consecuencia


lógica de los supuestos de insolvencia recogidos en el art. 51.6 LCCH es
que la letra no sea atendida por lo que no se procederá a protestar la letra
por falta de aceptación o de pago, ni tampoco a formular la declaración
equivalente. En estos supuestos, la LCCH únicamente exige que se
acredite la situación de insolvencia del librado, o del aceptante o del
librador. La acreditación se realizará mediante testimonio de la
resolución judicial, o por exhibición del periódico oficial en el que
"l'i*?
aquélla aparezca inserta , o por certificación del Registro Civil,
Mercantil o de la Propiedad en el que se haya tomado razón de la
» 190
misma .

Aunque el estado jurídico de suspensión de pagos no se obtiene


hasta que no sea formalmente declarado mediante auto (art. 8.5 LSP), la
providencia teniendo por solicitada la declaración de suspensión de
pagos -resolución que tiene su fundamento en el largo período de tiempo

326
.- Este supuesto no era desconocido por nuestros textos históricos. En efecto, en la Ley
VII, Tit. IH, Lib. IX de la Novísima Recopilación se dice: "..., quando los primeros
aceptantes hubiesen hecho concurso ó cesión de bienes, ó se hallase implicada y difícil la
paga por concurrencia de derechos ú otro motivo; pues basta certificación del impedimento,
para recurrir pronta y executivamente contra los demás obligados al pago" (la cursiva es
nuestra).
Tampoco ha sido desconocido por los precedentes legislativos inmediatos de la
LCCH. El art. 510 CCom de 1885 autorizaba el protesto por falta de pago, aun antes del
vencimiento, si la persona a cuyo cargo se había girado la letra se constituía en quiebra,
concediendo al tenedor el derecho de regreso "contra los responsables a las resultas de la
letra". Era la acción cambiaria que la doctrina denominaba de regreso por falta de seguridad
en el librado; vid. por todos, GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág.
913.
327
.- El auto de declaración de quiebra se publica por edictos que se insertan en IQS
"periódicos oficiales de la plaza o de la provincia" e incluso en el BOE cuando, por la
importancia de la quiebra o por otras razones, el Juez lo estime conveniente (art. 1337 LEC).
328
.- El Juez debe ordenar la anotación de la declaración de quiebra en los Registros Civil
(art. 46 LRC), Mercantil (art. 321 RRM) y de la Propiedad (art. 2.4 LH).
Por su parte, la providencia en la que se tenga por solicitada la declaración del estado
de suspensión de pagos "se anotará en un registro especial, que se llevará en cada Juzgado,
en el Registro Mercantil y en el de la Propiedad donde estén inscritos los inmuebles del
suspenso" (art. 4.1 LSP).
286

que suele transcurrir desde la presentación de la solicitud hasta que se


dicta el auto declarativo de suspensión de pagos 329- despliega
importantes efectos jurídicos. Recuérdese que de la simple providencia
se derivan, entre otros, los siguientes efectos: no es posible para los
acreedores pedir la declaración de quiebra; se suspenden todos los
embargos y administraciones judiciales sobre bienes no hipotecados ni
pignorados y se sustituyen por la actuación de los interventores; los
juicios ordinarios y los ejecutivos pendientes contra el deudor en que no
se persigan bienes especialmente hipotecados o pignorados se siguen
hasta sentencia, pero la ejecución queda en suspenso mientras se tramita
el expediente de suspensión de pagos (art. 9 LSP). La LCCH ha tenido
en cuenta el parecer de un sector de la doctrina y de la jurisprudencia
según el cual es improcedente despachar ejecución contra bienes del
deudor tras la admisión a trámite de la solicitud de suspensión de pagos,
básicamente porque el nuevo estado que determina una específica
regulación de las relaciones entre el deudor y los acreedores surge desde
la iniciación del procedimiento concursal 33°, por lo que ha otorgado al
329
.- Cfr. BROSETA, Manual de Derecho mercantil, cit., págs. 738 y 739.
330
.- Así, se ha declarado que el momento preclusivo que imposibilita la iniciación de los
juicios ejecutivos es la providencia de admisión y no el auto de declaración (FERNANDEZ,
RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág. 475. Vid. también en este
sentido, SAGRERÀ TIZÓN, "¿Puede despacharse ejecución contra el deudor que ha
solicitado la declaración judicial de suspensión de pagos?", en Revista General de Derecho,
núms. 457-458, oct.-novbre. 1982, págs. 1774 a 1780; también de este autor "Más sobre la
improcedencia de promover demandas ejecutivas contra el deudor, tras la "solicitud" de ser
declarado en suspensión de pagos", en Revista General de Derecho, núm. 540, septiembre
1989, págs. 5735 a 5747. Para este útimo autor, es contradictorio que se prohiba la ejecución
colectiva mientras el expediente está en tramitación (cfr. art. 9.3 LSP) y que pueda ser
autorizada la ejecución singular, sobre todo teniendo en cuenta que la sentencia de remate
altera la naturaleza del crédito. En esta misma línea, el AAP de Barcelona, Secc. 16a, de 18 .
de febrero de 1994 (RGD, núms. 598-99, julio-agost. 94, págs. 8596 y 8597) declara que no
es posible despachar ejecución contra el deudor con posterioridad a la admisión a trámite de
la solicitud de suspensión de pagos, puesto que dicha admisión, y no la declaración formal de
esta situación, provoca la imposibilidad de pago de las deudas, cuando menos comunes, que
tenía el deudor con anterioridad a aquel momento, y añade "..., es claro que los efectos
propios de la existencia del expediente respecto de la formación de la masa van, incluso en la
ley actual, anudados a la providencia teniendo por solicitado el estado de suspensión de
pagos y no al auto formal del artículo 8, ya que éste tiene una trascendencia muy secundaria
287

tenedor, en base a aquella providencia sin necesidad de esperar a que se


dicte el auto calificando la insolvencia de provisional o definitiva, la
facultad de ejercitar la acción de regreso antes del vencimiento.

En el supuesto de declaración de quiebra o concurso del librado, o


del aceptante, o del librador de una letra no sujeta a aceptación, podrán
ejercitarse las acciones de regreso sin necesidad de levantar protesto;
basta con que se presente testimonio del auto declarativo de la quiebra o
concurso. Así, y centrándonos en el primero de los procesos concúrsales
mencionados, dándose los presupuestos procesales y materiales (de
carácter subjetivo -arts. 874 CCom y 1318 LEC- y objetivo -arts. 874,
876 y 877 CCom-), el juez emite la declaración de quiebra mediante auto
sin citación ni audiencia previas del deudor. En los arts. 1028 y ss.
CCom de 1829 y en los arts. 1326 y ss. LEC se regula la oposición a la

relacionada esencialmente con la disyuntiva del proceso ...". En base a esta premisa, se
afirma en la citada resolución que es incoherente que un Juez requiera de pago "sabiendo de
antemano que legalmente no lo puede hacer", y además se señala que no podrá adoptarse el
embargo "por lo dispuesto en el artículo 9.5 de la Ley de Suspensión de Pagos". En
consecuencia, se concluye en dicha resolución que no existe razón alguna por la que deba
admitirse a trámite un procedimiento ejecutivo que no sirve para ejecutar el crédito. Cfr. en
este sentido, SAP de Zaragoza, Secc. 2a, de 18 de septiembre de 1993 (RGD, núm. 600,
septiembre 94, págs. 10353 y 10354); AAP de Castellón, Secc. 1a, de 26 de febrero de 1994
(RGD, núm. 597, junio 94, págs. 7568 a 7570); SAP de Madrid, Secc. 19a, de 14 de julio de
1994 (RGD, núm. 603, diciembre 94, págs. 13226 y 13227); SAP de Lleida, Secc. 2a. de 21
de septiembre de 1994 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 3, febrero 1995, págs. 300 y
301).
En cambio, TERRASA GARCÍA ("Acciones ejecutivas contra el suspenso. Valor
concursa! de las sentencias de remate", en Revista General de Derecho, núms. 589-99, julio-
agost. 94, págs. 8281 y ss.) entiende que pueden iniciarse juicios ejecutivos contra el
suspenso. El autor intenta justificar que la sentencia de remate no altera la naturaleza del
crédito puesto que sólo es apta para su reconocimiento. A favor de la admisibilidad de-
nuevos juicios ejecutivos, después de dictarse la providencia de admisión a trámite de la
suspensión, se pronuncian, entre otras, la SAP de Santa Cruz de Tenerife, de 26 de mayo de
1987 (RGD, núm. 522, marzo 1988, págs. 1629 y 1630); la SAT de Barcelona, Sala 1a, de 19
de abril de 1988 (RGD, núm. 525, junio 1988, págs. 3923 a 3928); AAP de Alicante, Secc.
4a, de 2 y 4 de junio de 1992 (RGD, núms. 577-578, oct.-novbre. 92, págs. 10761 a 10763).
Para CORDÓN MORENO (Suspensión de pagos y quiebra. Una visión
jurisprudencial, Pamplona, 1995, págs. 76 a 81) la solución depende de la posición que se
mantenga acerca de la naturaleza del juicio ejecutivo.
288

quiebra. La oposición, que puede dar lugar a una revocación de la


declaración de quiebra, no tiene efectos suspensivos.

En el ámbito del Derecho cambiario, los problemas que pueden


surgir de la falta de efectos suspensivos de la oposición a la declaración
de quiebra y del incidente que origina no son tan graves como los que
pueden producirse para el quebrado 331. Y ello porque, si bien los
obligados en vía de regreso no son deudores directos del crédito
cambiario, sino solamente responsables del buen fin de la letra, el art. 57
LCCH consagra la responsabilidad solidaria de todos los deudores
cambiarios sin que el portador deba observar, en la interposición de las
acciones, el orden en que aquéllos se hubieran obligado. Además, los
responsables en vía de regreso pueden obtener un plazo para el pago que,
en ningún caso, excederá del día del vencimiento de la letra (art. 50.3
LCCH)332.

Es obvia la conexión que existe entre los arts. 50.2 apartado b y c,


y el 51.6 LCCH. En el primero se establecen los supuestos de
insolvencia ante los cuales no es necesario esperar al vencimiento para
poder ejercitar la acción de regreso. En el segundo se dispone la forma
de acreditar tales supuestos: "la presentación de la providencia teniendo
por solicitada la suspensión de pagos o del auto declarativo de la quiebra
o concurso, bastará para que el portador pueda ejercitar sus acciones de
regreso". Ante el hecho objetivo de la situación de insolvencia
provisional o definitiva, el librado o el librador no pueden satisfacer la
deuda cambiaria, por ello la acreditación de la insolvencia convierte el
protesto en un trámite innecesario. Ahora bien, respecto de un supuesto
de insolvencia previsto en el art. 50.2 apartado b, consistente en el
embargo infructuoso de los bienes del librado o aceptante, no se prevé

"'.- Cfr. al respecto, DE LA OLIVA, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 410.
332
.- Vid. infra, Capítulo Cuarto, págs. 370 a 373.
289

para la conservación de la acción de regreso la sustitución del protesto


notarial o de la declaración equivalente. Por este motivo, si en la letra de
cambio no consta la cláusula "sin protesto" se deberá, en principio,
levantar protesto para poder ejercitar la acción de regreso antes del
vencimiento. El otorgamiento del protesto por falta de pago puede
presentar ciertas dificultades 333.

En efecto, si bien la acción de regreso puede ejercitarse antes del


vencimiento, hasta que éste no se produzca no puede protestarse la letra
por falta de pago ni obtener la declaración equivalente. Según se dispone
en el art. 51.4 LCCH el protesto por falta de pago deberá hacerse en uno
de los cinco días hábiles siguientes al del vencimiento. A su vez, la
declaración equivalente deberá tener lugar dentro de los plazos
establecidos para el protesto notarial (art. 51.2 LCCH). Es decir, la
LCCH no permite, como sí lo hacía el art. 510 CCom, levantar el
protesto por falta de pago antes del vencimiento 334. Tampoco regula
para el supuesto que nos ocupa un protesto especial 335, ni decreta la
exclusión del protesto. Ante esta situación legal, no es impensable que
en determinados casos sea inviable el ejercicio de la acción de regreso
antes del vencimiento cuando haya resultado infructuoso el embargo de
los bienes del librado o del aceptante.

333
.- En cambio, el protesto por falta de aceptación no crea dificultades; antes al contrario,
facilita el ejercicio de la acción de regreso antes del vencimiento. Así, en el supuesto de que
se presente al librado (respecto del que hubiera resultado infructuoso el embargo de sus
bienes) la letra para su aceptación y éste no acepte, el tenedor hará levantar protesto por falta"
de aceptación, lo que le permitirá ejercitar la acción de regreso antes del vencimiento
acogiéndose al supuesto de la letra a) del art. 50.2 LCCH, sin que deba acreditar el resultado
negativo del embargo.
334
.- El art. 510 CCom disponía que: "Si la persona a cuyo cargo se giró la letra se
constituyere en quiebra, podrá protestarse por falta de pago aun antes del vencimiento; y
protestada, tendrá el portador expedito su derecho contra los responsables a las resultas de la
letra".
335
.- Vid supra, nota 312.
290

Para resolver el problema podría aplicarse la solución prevista por


la LCCH cuando el librado está sujeto a un proceso concursal; esto es, la
acreditación del embargo infructuoso debería ser requisito suficiente de
la acción de regreso antes del vencimiento 336. Sin embargo, como se ha
señalado resulta significativo que la LCCH regule la forma de justificar
documentalmente la situación del librado sujeto a un proceso de
suspensión de pagos, quiebra o concurso y no establezca el modo de
acreditar el resultado infructuoso del embargo de bienes del deudor 337.
Además, del embargo infructuoso no se deriva como consecuencia
lógica la imposibilidad de pago. Por ello, la solución tendrá que ser la
misma que la prevista por el art. 510 CCom, para el caso de quiebra:
TÍQ
protesto por falta de pago aun antes del vencimiento .

La solución propuesta tienen su precedente en la Legislación


Uniforme de Ginebra (LGU). El apartado quinto del art. 44 LUG
establece que: "En caso de cesación de pagos del librado, aceptante o no,
o en caso de embargo de sus bienes con resultado negativo, el portador
no puede ejercitar sus acciones, sino después de la presentación de la
letra al librado para el pago y luego de efectuar el protesto". En estos
casos, el portador puede ejercitar sus acciones de regreso antes del
vencimiento (art. 43 LUG). Ambas disposiciones han sido no sólo
fielmente seguidas por la normativa cambiaria italiana (art. 51.5 Legg.
camb.), alemana (art. 44.5 WG) y francesa (art. 148 A Code de
commerce), sino también justificadas por las respectivas doctrinas: la
necesidad de la presentación y la obligación de levantar protesto subsiste

336
.- Sobre la forma de acreditar el embargo infructuoso, vid. infra, Capítulo Cuarto, págs.
367 a 369.
337
.- VÁZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 262.
338
.- Vid. JIMÉNEZ SÁNCHEZ (Derecho mercantil, cit., pág. 598) para quien el protesto en
caso de haber resultado infructuoso el embargo de los bienes del librado es un protesto
especial, asimilable a los protestos por falta de pago.
291

en el caso de ejecución infructuosa porque faltando una confirmación


judicial de la insolvencia ésta carece de certeza suficiente 339.

Antes de finalizar este apartado relativo al protesto, señalaremos


que, en materia de pagarés, el art. 96 LCCH declara aplicables, mientras
no sean incompatibles con la naturaleza de este título, entre otras, las
disposiciones relativas a la letra de cambio sobre acciones por falta de
pago (arts. 49 a 60 y 62 a 68). El art. 97.2 regula un supuesto de protesto
necesario.

En cuanto al cheque, el art. 147.2 LCCH declara aplicables los


arts. 51 a 56 sobre protesto, deber de comunicación y clásula "sin
protesto", y el art. 153.1, los arts. 66 a 68 sobre ejercicio de las acciones
derivadas de la letra de cambio.

Por último, quisiéramos señalar que frente a la pérdida de


importancia extrínseca en la LCCH, no debe pasar por alto, entre otros
extremos, que el protesto notarial facilita el ejercicio de las acciones
causales; refuerza la acción cambiaria ejecutiva, ya que si en el acto del
protesto el obligado cambiario, contra el cual se hubiera despachado
ejecución, no negara la autenticidad de su firma o no alegara la falta
absoluta de representación (art. 68.3a.b LCCH) no se alzará el embargo;
y elude el planteamiento de una serie de excepciones cambiarías. Por
otro lado, aumenta las posibilidades de defensa del deudor.

339
.- Vid. en este sentido, ASCARELLI y BONASI-BENUCCI, voz "Cambiale", en
Novissimo Digesto Italiano, II, cit., pág. 730; HUECK y CANARIS, Derecho de los títulos-
valar, cit., pág. 179; ROBLOT, Traite de Droit commercial, II, cit., pág. 220.
292

III. LA INTEGRACIÓN EJECUTIVA DE LOS TÍTULOS


CAMBIARIOS PERJUDICADOS.

1. Sentido de la integración ejecutiva en el sistema de la Ley


Cambiaría y del Cheque.

En rigor, sólo puede hablarse de integración con finalidad


ejecutiva respecto de aquellos títulos que, por sí solos, no tienen fuerza
ejecutiva y para obtenerla necesitan de una actividad complementaria
posterior a su perfección. Esta actividad, que tiene como fin atribuir
eficacia ejecutiva a un documento, puede estar constituida por actos
extrajudiciales o judiciales; actos que se conocen con el nombre de
"diligencias preparatorias de la ejecución". De acuerdo con la vigente
LCCH, no nos parece técnicamente correcto referirnos a la integración
del título cambiario en el sentido que acabamos de señalar 34°. Para que
este título traiga aparejada ejecución no es indispensable la realización
de un acto ulterior a su extensión. Así, no son necesarios ni el
reconocimiento judicial de la firma (art. 66 LCCH); ni la legitimación de
las firmas o la intervención de las diferentes declaraciones cambiarías; ni
el levantamiento del protesto para el ejercicio de la acción directa (art.
49.2 LCCH); ni, tampoco, la comunicación a los responsables en vía de
regreso de la falta de aceptación o de pago (art. 55.6 LCCH).

En el párrafo anterior hemos utilizado el verbo integrar como


actividad tendente a la composición de un todo, con sus partes, para
gozar de plenitud. Sin embargo, aquel término es utilizado también en el
sentido de rehabilitación, convalidación de un documento que nace con
vocación de título ejecutivo pero que, debido a la falta de algún

340
.- Sentido que sí se emplea, por ejemplo, en sede de ejecución provisional; cfr.
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 146.
293

requisito, en general de carácter formal (v. gr. arts. 1 LCCH y 37.1 TR


del ITP y AJD), o a la falta de diligencia del tenedor exigida por la Ley
(v. gr. art. 63 LCCH), ve frustrada su eficacia ejecutiva. Así, en
determinados casos cuando la doctrina y la jurisprudencia hablan de
integración de un título cambiario aluden a la posibilidad de
reconquistar la fuerza ejecutiva convirtiendo a éste en un título de
naturaleza distinta.

Como ya hemos expuesto en diversos momentos del presente


trabajo, la necesidad del protesto para poder ejercitar la acción de
regreso en vía ejecutiva no supone la construcción del título ejecutivo
por integración, sino el mero cumplimiento de un requisito o conditio
iuris de dicha acción 34!. Ahora bien, cuando de conformidad con las
disposiciones de la LCCH se requiere la formalización del protesto para
proceder en vía de regreso, su omisión genera el perjuicio o la caducidad
de la letra de cambio 342. Ante esta situación, así como en los supuestos
en los que falta a la letra de cambio algún requisito esencial o no está
correctamente timbrada, el acreedor antes de renunciar a cobrar por la
vía privilegiada del juicio ejecutivo intenta un mecanismo de atribución
ejecutiva por transformación o conversión del título o, si se prefiere, por
convalidación del título perjudicado. Este mecanismo consiste en
solicitar el reconocimiento judicial de la firma; es decir, el título

341
.- Vid. supra, pág. 274.
342
.- La omisión de protesto es uno de los supuestos más frecuentes de decadencia del título
cambiario. Pueden presentarse, no obstante, otros casos, v. gr. la falta de presentación a
aceptación necesaria o la falta de presentación al pago en tiempo hábil cuando en virtud de la
cláusula "sin gastos" no se haya de levantar protesto (art. 63 LCCH). Como muy bien ha
señalado VICENT CHULIA (Compendio critico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág.
741 ) la opción del legislador, a favor del reforzamiento de la posición del tenedor, ha tenido
como consecuencia la reducción de los supuestos de perjuicio de la letra. No obstante, de
esta medida no puede extraerse la conclusión de que la LCCH "... ha suprimido además el
concepto de letra perjudicada", como lo hace el TS en su sentencia de 28 de noviembre de
1988 (RAJ 8718), pues, no se corresponde con lo dispuesto en el art. 63 LCCH.
294

cambiario ya no vale como tal sino como documento privado reconocido


(art. 1429.2° LEG).

La adecuación al ordenamiento jurídico de esta forma de


recuperación de la eficacia ejecutiva perdida no ha sido un tema que
haya captado, al menos de manera significativa, la atención de la
doctrina. Esto no implica, empero, que el tema tenga escasa relevancia, o
que no sea complejo ni genere, como mínimo, incertidumbres. Más bien
lo contrario, pues los pocos juristas que abordan este tema sustentan
diferentes posiciones 343.

Aun cuando toda polémica doctrinal es en abstracto positiva, ésta,


en concreto, ha tenido consecuencias que estimamos negativas. Las
resoluciones judiciales sobre el tema son un mero reflejo de lo que
acontece en el seno de la doctrina, siendo sus decisiones radicalmente
divergentes. No existe, pues, en el ámbito material que hemos
delimitado, una jurisprudencia uniforme que garantice el principio
constitucional de seguridad jurídica.

2. Factor determinante de la integración: la naturaleza jurídica del


título cambiario.

Al ser las letras de cambio perjudicadas simples documentos


privados, generalmente firmados, algunos autores admiten que puedan

343
.- Vid. REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit.,
págs. 125 y ss.; ALONSO PRIETO, Siete estudios de Derecho procesal cambiario, Gijón,
1974, págs. 29 y ss.
Muy tangencialmente analizan el tema CASALS COLLDECARRERA, Estudios de
oposición cambiaría, IV, cit, págs. 218 y ss.; y GÓMEZ DE LIAÑO (Jurisprudencia
cambiaría. Juicio ejecutivo, cit., págs. 97 a 119) quien se umita a constatar la falta de
uniformidad tanto en la doctrina como en la jurisprudencia.
La aplicación extensiva de los números 2 y 3 del art. 1429 LEG a la letra de cambio
perjudicada o no ejecutiva es analizada también por FERNANDEZ, RIFA y VALLS,
Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., págs. 169 a 172.
295

convertirse en títulos ejecutivos mediante el reconocimiento judicial de


la firma o, si a ella se pone reparos, mediante el reconocimiento de la
certeza de la deuda por parte del deudor. Si bien, señalan que en estos
casos la letra no vale como tal, sino como documento privado
reconocido; la transformación se hará patente en el trámite de oposición
a la ejecución 344.

Frente a la respuesta anterior al problema planteado, se han hecho


públicas opiniones absolutamente contrarias a la posibilidad de
integración ejecutiva, de una letra de cambio perjudicada, acudiendo a
las diligencias preparatorias de la ejecución previstas en los arts. 1430 y
1431 LEC. En síntesis se alega que el contenido escriturario de la
relación entre librador y aceptante es inepto para la preparación
ejecutiva345. Las reflexiones concretas, que conducen a negar la
conversión en título ejecutivo de una letra de cambio perjudicada en
manos del librador, son, entre otras, las siguientes:

1a) La estructura de la relación librador-aceptante no consiente la


conversión en pagaré a favor del librador y a cargo del aceptante porque
la provisión de fondos es una realidad externa al título y, por tanto,
incierta (en una letra perjudicada la incertidumbre no reside en la
autenticidad del documento sino en la existencia del derecho que aquél
incorpora).

344
.- Vid. en este sentido, REYES MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C,
española, I, cit., pág. 125; y CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición
cambiaria, IV, pág. 218. También en esta línea, BROSETA (Manual de Derecho mercantil,
cit., pág. 654) sostiene que "podrá continuar la práctica judicial española consistente en
obtener efectos ejecutivos de letras perjudicadas, ahora en vía de regreso, acogiéndose al
artículo 1430 LEC; previo reconocimiento judicial de la firma del obligado de regreso, la
letra funciona como documento privado del artículo 1429.2° LEC".
345
.- Vid. en este sentido, ALONSO PRIETO, Siete estudios de Derecho procesal cambiario,
cit., pág. 35.
296

2a) La aceptación no implica el reconocimiento de una deuda


actual, sino más bien el compromiso de pagar la letra si a la hora del
vencimiento el firmante ha recibido la provisión.

3a) La decadencia de la letra conduce a una sospecha de


enriquecimiento injusto, y las meras sospechas no pueden estar
amparadas por acciones ejecutivas aunque el documento que las
contenga sea legítimo.

4a) Ninguna obligación de estructura recíproca, excepto la


derivada de un título valor perfecto, es válida para la ejecutividad (el art.
1435 LEG exige que el documento privado contenga una deuda cierta y
exigible: sólo son exigibles las obligaciones unilaterales).

5a) La excepción de falta de provisión de fondos es privativa del


juicio ejecutivo cambiario, por tanto, este medio de defensa que asiste al
ejecutado frente a la letra perfecta, le está vedado cuando lo que se
esgrime es un título atipico como es la letra perjudicada346.

Nótese que ambas posiciones teóricas parten de un supuesto de


letra de cambio perjudicada pero que, en principio, estaría dotada de
fuerza ejecutiva por reconocimiento judicial. Amparándose en el
resultado de la diligencia preparatoria de la ejecución, el librador
interpone demanda ejecutiva contra el aceptante.

Es cierto que la LCCH, con la finalidad de fortalecer la posición


jurídica del acreedor cambiario, ha reducido los supuestos de perjuicio o
caducidad de los títulos cambiarios. Sin embargo, esta medida no ha
contribuido a la uniformidad de las resoluciones de los órganos
jurisdiccionales. Así, y como ya hemos adelantado, la jurisprudencia

346
.- Vid. ALONSO PRIETO, ob. cit., nota anterior, págs. 35 a 41.
297

actual también se halla dividida en torno a la cuestión de si una cambial


perjudicada puede o no adquirir fuerza ejecutiva en su condición de
documento privado reconocido, o sea como título del art. 1429.2° LEG.

A este respecto, el AAP de Madrid, Secc. 13a, de 18 de enero de


1991, defiende la integración ejecutiva de una letra de cambio
perjudicada y declara con carácter general que:

"... con independencia de las acciones propiamente cambiarías,


..., es posible sustentar una acción ejecutiva con base a una
letra de cambio perjudicada, al amparo del número 2 del
artículo 1429"347.

Aclarando que no se trata de suplir la falta del protesto, sino de la


integración o formación de un título de ejecución a los fines y por el
cauce que prevén los arts. 1429.2°, 1430 y 1431 LEC, la AP de Madrid
argumenta, en el citado auto, su decisión de la siguiente forma:

"Siendo así que una interpretación racional y lógica del propio


artículo 1429 de la Ley de Enjuiciamiento civil y de la Ley
Cambiaría conduce a una solución positiva, pues no parece
muy acorde con la naturaleza intrínseca del mismo documento
negarle tal virtualidad y carácter, cuando encierra una
declaración obligatoria de pago respecto a una cantidad de
dinero determinada, debidamente firmada por el deudor,
adornada de casi todos los requisitos que la convertirían por sí
misma, sin necesidad de extrañas o foráneas integraciones, en
título privilegiado de ejecución, y reconocérselo a cualquier
otro documento, elemental e informal, que encierra tal vínculo
de deuda".

347
.- Vid. RGD, núm. 561, junio 91, págs. 5238 y 5239. En el mismo sentido se pronuncia la
SAT de Madrid, Sala Primera, de 25 de junio de 1987 (RGD, núms. 520-521, enero-febrero
1988, págs. 395 y 396).
298

Finalmente, en la resolución transcrita se afirma que la integración


producida genera un cambio en el régimen jurídico aplicable al título
ejecutivo:

"..., resulta innecesario decir que queda sujeto al régimen


ordinario de las excepciones y motivos de nulidad oponibles
en todo juicio ejecutivo -artículos 1464 y 1467-, y no al
privilegiado que como documento cambiario le
correspondería -artículos 20, 67 y 68, entre otros, de la
vigente Ley Cambiaría y del Cheque de 26 de julio de 1985
(sic) y antes 1465 de la Ley de Enjuiciamiento Civil-".

En sentido opuesto se ha declarado que unas letras de cambio, que


han perdido su vigor cambiario porque quedaron perjudicadas, no
pueden recuperar, por reconocimiento de firma, la condición de título
ejecutivo. Se afirma que las letras perjudicadas:

"... no pueden ya constituir pagaré a favor del librador y en


contra del aceptante, entre los cuales la provisión de fondos es
una realidad incierta, no expresada en los títulos y extraña a
ellos, ni pueden tampoco justificar que quien intervino en
ellas, como aceptante, tenga frente al tenedor obligación
extracambiaria que pueda ser deducida del texto de aquéllas"
(SAP de Burgos, Secc. 2a, de 13 de febrero de 1990; RGD,
núms. 565-66, oct.-novbre. 91, págs. 9601 y 9602)348.

La declaración cambiaria expresada en la letra de cambio


perjudicada no reúne los requisitos previstos por el art. 1453 LEC, que
exige que del título ejecutivo se derive una deuda cierta, vencida, líquida
y exigible. La aceptación, según la AP de Burgos en la sentencia citada,

348
.- Vid., asimismo, SAT de Burgos, de 9 de octubre de 1987 (RGD, núms. 529-530, oct.-
novbre. 1988, págs. 6318 y 6319).
299

"... no es más que una promesa del pago con la obligación


recíproca del librador de hacer provisión de fondos,
consecuentemente, aún habiéndose reconocido la autenticidad
de las firmas de aceptación por el demandado, en las letras
objeto de litigio, mediante el procedimiento regulado en los
artículos 1430 y siguientes Ley de Enjuiciamiento Civil, tales
documentos no son aptos para acreditar de forma inmediata y
con la sumariedad y el rigor que el juicio ejecutivo exige, que
existe esa básica y verdadera relación obligacional,...".

Así pues, determina el sentido de la decisión el que la letra de


cambio, como documento privado, no contenga las declaraciones
indispensables para deducir de la aceptación la existencia de una deuda,

"(...), porque como documento considerado bajo el aspecto del


derecho civil, lo único que aparece en ella es una orden de
pago que el aceptante se compromete a cumplir pero sin que
ello implique necesariamente la existencia de una deuda, por
lo que este Tribunal entiende y así lo ha proclamado varias
veces que las letras de cambio no son de los documentos
privados que con reconocimiento de la firma constituyan un
título ejecutivo conforme al número 2 del artículo 1429 de la
Ley porque no expresa una relación contractual entre partes y
la mecánica de un reconocimiento de firma no hace recuperar a
la letra la eficacia ejecutiva perdida, (...)", la cursiva es nuestra
(AAT de Barcelona, Sala Segunda, de 9 de junio de 1983;
Revista Jurídica de Catalunya, Jurisprudència civil, 1983, IV,
pág. 128)

En esta misma línea, la AT de Pamplona, en su sentencia de 11 de


mayo de 1987 349, declara que las letras de cambio perjudicadas no
pueden ser consideradas meros documentos privados a los efectos del
art. 1429.2° LEG, ya que aun reconocida la firma, la deuda no se deriva
349
.- Vid. RGD, núm. 522, marzo 1988, págs. 1530 a 1532.
300

de la propia cambial. Añade que esta doctrina no puede ser aplicada al


cheque, pues, el mandato de pago en que éste consiste lleva ínsita la
existencia de una deuda de determinada cantidad de dinero dentro de la
depositada, por lo que:

"... siempre tendrán fuerza ejecutiva con el reconocimiento de


firma del responsable del pago, u ordenador de éste, a su vez
deudor, pues, como se ha dicho el cheque representa una
deuda,..." 35°.

Tampoco puede hacerse extensiva dicha doctrina al pagaré, pues


este documento incorpora una promesa pura y simple de pago:

"(...) al tratarse de unos títulos ejecutivos, que al incorporar


una promesa pura y simple de pagar una suma dinerada
determinada, según previene el artículo 94 de la Ley 19/1985
de 16 de julio, Cambiaría y del Cheque, obligando al firmante
de los mismos a su pago (artículo 97 de dicha Ley), provocan
un efecto atenuante, por no decir anulativo, de la exigencia
relativa a la provisión de fondos, dada su condición de mero
instrumento de pago, representativo del libre compromiso
asumido por quien lo expide y firma de atender a su abono en
la fecha de su vencimiento, sin necesidad de entrar a enjuiciar
cual haya podido ser la causa de su emisión" (SAP de Alicante,
Secc. 4a, de 20 de julio, de 1993; RGD, núms. 586-87, julio-
agosto 93, pág. 7980) 351.

350
.- En este mismo sentido se expresa la sentencia ya citada de la AT de Burgos, de 9 de
octubre de 1987. En ella se declara que un talón perjudicado es un documento apto para ser
convertido en título ejecutivo ya que en él concurren los requisitos exigidos por el art. 1435
LEC, es decir, deudor cierto y cantidad exigible.
351
.- Vid. asimismo, SAP de Tarragona, Secc. 2a, de 10 de octubre de 1994 (Actualidad Civil,
Audiencias, núm. 16, agosto 1995, págs. 2007 y 2008).
301

Alguna resolución sin pronunciarse sobre la eficacia, fuera del


mecanismo cambiario, de las declaraciones que se consignan en la letra,
resuelve la cuestión objeto de estudio en el mismo sentido, basándose:

"... en la evitación de la utilización fraudulenta de la norma,


eludiendo la aplicación de preceptos legales que incidirían en
la prohibición establecida en el artículo 6, párrafo 4 del
Código civil, al tratar de soslayar los presupuestos necesarios
de las cambiales establecidos para una vía privilegiada como
es la ejecutiva sumaria, a través de medios torticeros,
pretendiendo equiparar letras de cambio -documento
esencialmente mercantil- a documentos privados por el hecho
de un reconocimiento de firma" (SAP de Albacete, de 15 de
marzo de 1990; ROD, num. 564, septiembre 91, pág. 8687)352.

352
.- Este mismo razonamiento se contiene en la SAT de Barcelona, Sala Primera, de 7 de
abril de 1988 (RGD, núm. 525, junio 1988, págs. 3919 y 3920), en la que se afirma que la
pretensión de equiparar letras de cambio a documentos privados tiene como finalidad eludir
la prescripción de la acción cambiada.
EXCLÒS DE
302

CAPITULO CUARTO.

PRESUPUESTOS DEL JUICIO EJECUTIVO


CAMBIARIO.

I. DELIMITACIÓN DEL TEMA.

La apertura del juicio ejecutivo cambiario está subordinada no


sólo a la existencia de las condiciones de admisibilidad comunes a
todo proceso de ejecución -presupuestos procesales y materiales '-,
sino también al concurso de unos presupuestos procesales específicos.

Según se desprende del art. 1435 LEG, las condiciones de


admisibilidad propias del juicio ejecutivo se refieren a la naturaleza
de la deuda documentada, exigiéndose que se trate de una deuda
líquida, superior a 50.000 pts. y que esté vencida. Aunque con alguna
particularidad ratione materiae, el juicio ejecutivo cambiario también
se encuentra sometido a estas condiciones.

El Juez debe analizar de oficio la efectiva existencia de los


presupuestos procesales específicos del juicio ejecutivo cambiario; si
éstos no concurren, denegará, mediante auto, el despacho de la
ejecución (art. 1440.3 LEC) 2. Dicha resolución no niega el derecho

'.- Son presupuestos rnateriales de la ejecución la acción ejecutiva y el título ejecutivo;


VDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 44 y 45.
c ue> como va
' hemos señalado (vid. supra Capítulo Tercero.pág. 130), es
juicio ejecutivo cambiario, aun cuando del art. 67 LCCH infine pudiera

SER
del acreedor a obtener la condena del deudor, sino que solamente
impide que aquél pueda alcanzar la tutela judicial a través de los
cauces privilegiados del juicio ejecutivo.

II. DEUDA PECUNIARIA LIQUIDA.

1. Deuda pecuniaria.

El juicio ejecutivo cambiario es un proceso de ejecución


especial que procede únicamente por deudas pecuniarias 3; es decir,
por deudas de suma o cantidad de dinero "expresada con referencia a
un determinado sistema monetario, mediante el empleo de la unidad
ideal en él vigente" 4. Si bien con cierta cautela, pues no pretendemos
ni nos corresponde desarrollar aquí el concepto de dinero, podemos

inferirse lo contrario. Y ello tiene que ser así, porque no es razonable entender que el
Juez deba despachar ejecución de forma automática sin analizar, v. gr. si la expresión
numérica que consta en el título ejecutivo es superior a 50.000 pts. Vid. en este sentido,
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 84; MONTERO AROCA,
Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., pág. 231; CORTES DOMÍNGUEZ,
Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 426; ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos
procesales-ejecutivos de la Ley 19/1985, de 16 de julio, cambiaria y del cheque", (I), en
Actualidad Civil, núm. 7, diciembre 1985, pág. 362.
En contra GÓMEZ DE LIAÑO (Jurisprudencia cambiaria. Juicio ejecutivo, cit.,
pág. 143), quien afirma que estimándose el Juez competente "despachará la ejecución, ya
que al juicio ejecutivo cambiario no le son aplicables los párrafos primero y segundo del
art. 1467 según dispone el art. 67 de la LCCH, por lo que aquella posibilidad prevista por
el art. 1440 con carácter general para el juicio ejecutivo, es evidente, que no se produce
en el cambiario".
3
.- Por otra parte, aunque también quepa reclamar en juicio ejecutivo ordinario créditos
que tengan por objeto la entrega de cosas o especies que se cuentan, pesan o miden (art.
1436.3 LEC) y efectos privados o públicos, sean o no negociables en Bolsa (arts. 1437 y
1438 LEC), las deudas en especie no pueden encontrar satisfacción, en forma específica,
por los cauces del mencionado juicio. Esta es una opinión general en la doctrina
procesalista; vid. por todos, MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de
Enjuiciamiento civil, tomo VI, cit., págs. 416 a 419. En contra REYES MONTERREAL
(El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit., págs. 138 a 145) quien postula
la satisfacción de las deudas en especie por los trámites del juicio ejecutivo.
.- HERNÁNDEZ GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, Madrid,
1988, pág. 126.
304

afimar que el art. 1435 LEG no utiliza dicho término en un sentido


abstracto (como unidad de cuenta o medida de valor), sino referido a
determinadas realidades materiales a las que se incorpora, y que se
denominan "moneda". En las líneas que siguen, emplearemos el
término "moneda", en el sentido de "objeto o instrumento
representativo del dinero" 5, que comprende tanto la moneda metálica
como el papel moneda, ya que ambas clases son, en la actualidad,
eminentemente representativas o fiduciarias. Ahora bien, como
advierte la doctrina, no toda prestación consistente en dinero califica
de pecuniaria a la obligación respectiva 6. En una obligación
pecuniaria la prestación consiste en una suma de dinero, en la que son
indiferentes los signos o medios de pago y lo que se requiere es que
posean valor o curso legal. Como lo debido es abstractamente un
valor o una suma de dinero, género que no perece ya que se encuentra
siempre en el tráfico, la obligación no puede nunca devenir
imposible7.

5
.- HERNÁNDEZ GIL, ob. cit. nota anterior, pág. 114.
6
.- Frente a las deudas de moneda individual y a las de especie monetaria, se considera a
las deudas de suma de dinero como las genuinas deudas pecuniarias. En estas últimas son
indiferentes los signos o medios de pago y lo que se requiere es que posean valor o curso
legal. Vid. al respecto, LACRUZ BERDEJO, Elementos de Derecho civil, II, Derecho de
obligaciones, vol. primero, 2a ed., Barcelona, 1985, págs. 136 y 137; DIEZ-PICAZO,
Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, Las relaciones obligatorias, 4a ed.,
Madrid, 1993, págs. 257 a 259; PUIG BRUTALI, Fundamentos de Derecho civil, tomo I,
vol. II, Derecho general de las obligaciones, 4a ed., Barcelona, 1988, págs. 326 a 328;
BONET CORREA, Las deudas de dinero, Madrid, 1981, págs. 290 y ss., también de este
último autor, Comentarios al Código civil y Compilaciones faroles, (dirigidos por M.
Albaladejo y S. Díaz Alabart), tomo XVI, vol. 1°, arts. 1156 a 1213 CC, 2a ed., Madrid,
1991, pág. 155; "Problemática actual de las obligaciones pecuniarias", en Revista de
Derecho Notarial, núm XXXVI, abril-junio 1962, pág. 200; y "Las cuestiones
interpretativas del artículo 1170 del Código civil sobre el pago de las deudas de dinero",
en Anuario de Derecho Civil, tomo XXIV, fascículo IV, octubre-diciembre, 1971, pág.
1118; VATTIER FUENZALIDA, "Problemas de las obligaciones pecuniarias en el
Derecho español", en Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, enero-febrero 1980, núm.
536, págs. 55 a 60; PAZ-ARES, Comentario del Código Civil, tomo II, Madrid, 1991,
pág. 201; ALB AC AR LOPEZ y SANTOS BRIZ, Código civil. Doctrina y
jurisprudencia, tomo IV, arts. 1088 a 1444, I a ed., Madrid, 1991, pág. 305.
.- El hecho de que a las obligaciones pecuniarias les sea aplicable la máxima genus
nunquam perit no comporta, ineludiblemente, su sujeción al régimen jurídico de las
obligaciones genéricas (v. gr. no es aplicable a las deudas de suma de dinero el
procedimiento de determinación del art. 1167 CC); vid. en este sentido, PUIG BRUTAU,
Fundamentos de Derecho civil, tomo I, vol. Il, cit., pág. 325; HERNANDEZ GIL, Obras
305

2. Cantidad líquida.

Conforme a lo dispuesto en el art. 1435.1 LEC, sólo puede


despacharse ejecución por cantidad líquida. La determinación del
significado de la liquidez referida a una obligación pecuniaria parece
que no tendría que generar, en principio, extensas consideraciones. Y
decimos en principio porque si profundizamos en su estudio, se
percibe que el concepto de liquidez no es, ni ha sido monolítico, sino
que se han formulado, al menos, tres concepciones diversas, que
o

brevemente expondremos .

Una concepción -que tiene sus orígenes en el Derecho


justinianeo y que mantuvo nuestro Derecho histórico- define la
obligación líquida como aquella que es de fácil prueba 9. Otra,
sostenida por parte de la doctrina civil extranjera (alemana, francesa e
italiana), entiende por tales obligaciones las que son indiscutidas o no
seriamente contestadas; es decir, no susceptibles de excepciones 10. Y,

completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 126 y 127; VATTIER
FUENZALIDA, "Problemas de las obligaciones pecuniarias en el Derecho español", cit.,
lug. cit., págs. 56 y 57; BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., págs. 271 a 274.
8
.- Vid. ampliamente tratado, VATTIER FUENZALIDA, voz "Obligaciones líquidas", en
Nueva Enciclopedia Jurídica, tomo XVIII, oblig-parr, Barcelona, 1986, págs. 128 a 131.
9
.- Vid. IGLESIAS, Derecho romano. Instituciones de Derecho privado, 6a ed.,
Barcelona, 1972, págs. 520 y 521.
'°.- Entre los autores que perfilan la categoría de las obligaciones líquidas basándose en
el aspecto de su incontestabilidad, vid. HEDEMANN, Tratado de Derecho civil, vol. Ill,
Derecho de obligaciones, (trad. J. Santos Briz), Madrid, 1958, pág. 198; LAURENT,
Principes de Droit civil français, tome dix-huitième, 4ème éd., Bruxelles, 1887, págs.
416a 425, para quien un crédito cuya legalidad es contestada no es líquido, "..., il y a lieu
à procès; donc la dette est litigieuse, loin d'être liquide". Incluso afirma que desde el
momento en que es preciso hacer una liquidación "qu'elle soit facile ou non", el crédito
no es líquido; sin embargo, advierte que la jurisprudencia admite la compensación de
créditos que pueden ser fácilmente liquidados. En el mismo sentido, POTHIER (Oeuvres
contenant les Traités du Droit français, nouvelle édition par M. Dupin, tome premier,
Bruxelles, 1829, pág. 194), quien afirma que "une dette es liquide, lorsqu'il est constant
qu'il est dû, et combien il est dû, cum cerium est an et quantum debeatur. Une dette
contestée n'est donc pas liquide". Para TOULLIER (Le Droit civil français, nouvelle
édition, tome quatrième, Bruxelles, 1848, págs. 133 y 134) una deuda líquida debe reunir
dos requisitos: 1.° la certeza de su existencia, y 2.° la determinación de su cuantía o de la
suma a la que asciende. Puntualiza este último autor que la contestación o
306

por ùltimo, una tercera concepción, basada en un criterio


esencialmente cuantitativo, otorga el epíteto de líquidas a aquellas
obligaciones que presentan una cuantía perfectamente determinada o
que puede ser determinada por medio de sencillas operaciones
aritméticas. Esta ulterior concepción ha sido adoptada, de forma
mayoritaria, por nuestra doctrina y jurisprudencia l l .

Así, se afirma que son líquidas aquellas deudas "cuyo objeto o


cuantía está perfectamente determinado (...) o pueda determinarse sin
más que una sencilla operación aritmética" 12. La precisión del objeto
y de la cuantía son los elementos básicos del concepto de liquidez:
"son líquidas (las obligaciones) cuando no sólo está determinado en
qué consiste la prestación, sino también cuando está fijada
numéricamente su cuantía" 13. Asimismo, la jurisprudencia ha

cuestionabilidad de la deuda, a la que se refiere POTHIER, debe fundamentarse en


motivos razonables para que la deuda sea realmente dudosa, "..., autrement la chicane ne
manquerait jamais d'éluder la compensation par des contestations sans fondement"; en
esta misma línea, vid. MOURLON, Répétitions écrites sur le deuxième examen du Code
Napoléon, cinquième édition, tome deuxième, Paris, 1859, págs. 741 y 742. Por lo que
respecta a la doctrina italiana, GIORGI (Teoría de las obligaciones en el Derecho
moderno, 2a ed., vol. IX, Madrid, 1930, págs. 45 y 46) señala que es líquida la deuda no
litigiosa; añade que no es líquido el crédito cambiario al que se hace oposición.
".- La jurisprudencia, así como gran parte de la doctrina, en la mayoría de las ocasiones
en las que se pronuncia sobre la liquidez de las obligaciones lo hace en sede de
compensación legal (art. 1196.4 CC) y de mora solvendi (art. 1108 CC). Y es que, desde
la codificación, las obligaciones líquidas, salvo contadas excepciones (HERNÁNDEZ
GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 74 y 75;
ALBALADEJO, Derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. primero, 4a ed.,
Barcelona, 1977, págs. 85 y 85) no han sido consideradas como una clase o especie
propia de obligación.
12
.- GASTAN TOBEÑAS, Derecho civil español, común y forai, tomo III, Derecho de
obligaciones, 12a ed., Madrid, 1978, pág. 407.
13
.- ALBALADEJO, Derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. 1°, cit., pág. 85. La
categoría de líquidas también viene referida, según ALBALADEJO, a aquellas deudas,
"la expresión de cuyo montante sólo depende de una operación aritmética". Vid. también
en este sentido, DIEZ-PICAZO Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, Las
relaciones obligatorias, cit., págs. 539 y 540; HERNÁNDEZ GIL, Obras completas,
tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 74 y 75; ESPIN CANOVAS, Manual de
Derecho civil español, 3a ed., vol. Ill, Obligaciones y contratos, Madrid, 1970, págs. 164
y 165; BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., págs. 275 y 276; LÓPEZ VILAS,
Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por M. Albaladejo y S.
Díaz Alabart, tomo XVI, vol. 1°, cit., págs. 519 a 521; VATTIER FUENZALIDA,
"Problemas de las obligaciones pecuniarias en el Derecho español", cit., lug. cit., pág. 69.
307

matizado el concepto de deudas líquidas considerando como tales


aquellas cuya cuantía se halla expresada numéricamente, o aquellas
en las que si bien su importe no se halla numéricamente determinado,
se dan los elementos para obtenerla mediante una simple operación
aritmética con arreglo a un módulo preestablecido; en caso contrario,
la deuda será ilíquida 14. Sin embargo, no podemos dejar de señalar
que esta acepción del término liquidez podría llegar a ser valorada
como una primera aproximación, si no abordáramos algunas de las
manifestaciones que del mismo se predican y que ya hemos
apuntado15. Entre ellas destacamos la que identifica una deuda líquida
con una deuda no controvertida, no discutida o no contestada.

Entendemos, con TAPIA FERNANDEZ, que el concepto de


liquidez de la deuda, en el plano procesal, debe liberarse de ciertas
adherencias como son la falta de contestabilidad del crédito o la
certeza de su existencia 16 y, por tanto, limitarse a la determinación, a
la fijación de la cuantía: "la exigencia de liquidez se refiere
exclusivamente a que la cuantía del crédito esté fijada numéricamente
o que sea susceptible de fijación por un simple cálculo aritmético; en
otro caso, ese crédito será ilíquido" 17. Por tanto, la liquidez no es
sinónimo de incontestabilidad. Esta es, por otra parte, una concepción
común y pacífica entre nuestros procesalistas. Así, MANRESA Y

l4
.- Vid. sobre el particular, y entre otras muchas, las sentencias del TS (Sala 1 .a) de 31 de
enero de 1978 (RAJ 20), 12 de abril de 1985 (Col. Leg. num. 235), 30 de marzo de 1988
(Col. Leg. num. 269), 12 de julio de 1988 (Col. Leg. num. 678), 21 de noviembre de
1988 (Col. Leg. num. 879), 5 de julio de 1989 (Col. Leg. num. 539), 5 de marzo de 1990
(RAJ 1896), 19 de mayo de 1991 (RAJ 3713), 6 de junio de 1991 (RAJ 4422), 22 de
julio de 1991 (RAJ 5412), 4 de noviembre de 1991 (RAJ 8139), 28 de marzo de 1992
(RAJ 2341), 22 de septiembre de 1992 (RAJ 7017), 27 de'octubre de 1992 (ROD, num.
583, abril 93, págs. 3057 a 3061), 24 de marzo de 1994 (RAJ 2173), de 24 de mayo de
1994 (RAJ 3741), 29 de septiembre de 1994 (RAJ 7025).
l5
.- Un examen exhaustivo de las obligaciones líquidas sobrepasaría los límites propios
del presente trabajo.
i6
.- Aunque a nuestro juicio, la ¡liquidez es una modalidad de incertidumbre, y en este
sentido puede sostenerse que es incierta aquella obligación cuyo objeto está
indeterminado. Ahora bien, desde otra perspectiva puede afirmarse que la certeza de la
existencia de la deuda emana, no de su naturaleza o de la forma en que se consigna, sino
de la clase de documento en el que se expresa.
l7
.- TAPIA FERNANDEZ, La compensación en el proceso civil, Madrid, 1988, pág. 113.
308

NAVARRO, al comentar el art. 1435 LEG, afirma que es líquida la


cantidad que esté determinada, o que pueda calcularse y fijarse de un
modo cierto y determinado por lo pactado en el mismo contrato 18.

La doctrina procesal italiana, no se sitúa lejos de la acepción


propuesta, cuando realiza la exegesis del art. 474 del Códice di
procedura civile 19. Para CARNELUTTI "el concepto de la liquidez
se refiere, en particular, al modo de ser del objeto tal que consienta la
sustitución del juez al obligado en la satisfacción del acreedor" 20.
18
.- MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo VI,
cit., pág. 419. También en este sentido, GUASP, Derecho procesal civil, cit., pág. 748;
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 188 y 189; DE LA OLIVA,
"El nuevo artículo 1435 de la L.e.c. y la "liquidez" de la cantidad que parezca adeudarse
según contratos mercantiles otorgados por entidades de crédito, ahorro y financiación, en
escritura pública o en póliza intervenida", en Revista de Derecho Procesal, núm. 1, 1986,
pág. 34; FENECH, Derecho procesal civil, cit., págs. 307 y 308; PRIETO-CASTRO,
Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs. 109, y 697-698; MONTERO AROCA,
Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil, 2°, cit., págs. 98 y ss., y 205-206; CORTES
DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso Civil, cit., pág. 405; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo II, cit., págs. 1018 a 1020 y 1118 a 1120; TOME PAULE,
Instituciones de Derecho procesal, tomo segundo, cit., pág. 426; LORCA
NAV ARRETE, El procedimiento monitorio civil, cit., págs. 46 y 47.
Según REYES MONTERREAL (El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C.
española, I, cit., págs. 149 a 154) "el requisito de la liquidez supone que no sea preciso
hacer un previo balance o ajuste de cuentas entre acreedor y deudor, sino que pueda
precisarse, al tiempo de interponer la demanda, la situación real de la deuda cuya
efectividad se persigue". Partiendo de la anterior afirmación, entiende el citado autor que
el precepto del art. 1.435 LEC no permite la ejecución de deudas liquidables. Los arts.
1.436 a 1.438 LEC se refieren a deudas previamente liquidadas, pues, "nada tiene que ver
con el examen de la situación real de las cuentas u operaciones previas de las partes, y no
se establecen aquéllos (se refiere a los arts. 1.436 a 1.438 LEC) para liquidar sus
relaciones negocíales, sino para computar el valor real, en una determinada fecha, de
cantidades ya líquidas -en dinero o en especie-, cuando el contenido económico de ellas
es oscilante, pero cuya liquidez, certeza, inmutabilidad y exigencia adquirieron
previamente". En definitiva, para REYES MONTERREAL, una deuda es líquida si la
prestación en que consiste está determinada, aun cuando no se haya computado a
metálico.
l9
.- En el art. 474 del Codice di procedura civile se dispone que: "L'esecuzione forzata
(2910 c.c.) non può avere luogo che in virtù di un titolo esecutivo per un diritto certo,
liquido ed esigibile".
20
.- CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág.
361. Por otro lado, estima que la certeza en la existencia de la deuda deriva del título
ejecutivo que es "un documento provisto de una eficacia más intensa que la del medio de
prueba, en cuanto vale para establecer la existencia de una relación jurídica, o, en otros
términos, la eficacia jurídica de un hecho". La causa de la garantía de la existencia de la
obligación difiere según que el título sea judicial o extrajudicial, y reside en la
309

Según CHIOVENDA, el título ejecutivo como declaración debe


reunir una serie de requisitos entre los que destaca su plenitud: "la
declaración es completa cuando es líquida"; por ello, en caso
contrario, es necesaria la liquidación que consiste en la exacta
determinación de la prestación debida 21. CALAMANDREI señala
que para iniciar la ejecución forzosa de un crédito, éste debe ser
cierto, líquido y exigible 22. Diferencia claramente el contenido de los
tres requisitos citados. Por lo que ahora nos interesa, diremos que el
autor entiende que "la certeza se refiere a la existencia del crédito",
por eso "un crédito es cierto cuando no es controvertida su existencia
(an)"; mientras que el carácter líquido del crédito resulta de "la
determinación de su monto exacto", con lo cual "es líquido cuando es
determinada la medida de la prestación (quantum)"; en cuanto a la
exigibilidad, afirma que un crédito es exigible "cuando su pago no
está diferido por término ni suspendido por condiciones, ni sujeto a
*)T
otras limitaciones (quando)" . Por consiguiente, el requisito de la
liquidez puede considerarse cumplido cuando para calcular el importe
exacto del crédito basta una simple operación aritmética "sobre un
nùmero-base ya fijado por ley o por convención"24.

La neta distinción que establece CALAMANDREI entre los


términos cierto y líquido no es común en la doctrina italiana, lo que
pone de relieve la dificultad que encierra el intento de establecer una
exacta delimitación de su significado. Un ejemplo de lo expuesto lo
hallamos en REDENTI para quien los adjetivos cierto y líquido
constituyen "una endíadis, asumiendo en su conjunto un significado

declaración de certeza en los primeros, y en la documentación -representación o


narración del hecho constitutivo de la obligación- en los segundos (cfr. CARNELUTTI,
ob. cit., en esta nota, pág. 348).
21
.- CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo I, cit., pág. 319.
22
.- CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 105.
23
.- CALAMANDREI, ob. cit., nota anterior, pág. 104. Ahora bien, no excluye toda
interrelación entre ambos requisitos, pues, precisa que "el requisito de la certeza
comprende también, si se toma en sentido amplio, el requisito del carácter líquido, ya
que la existencia de un crédito no puede considerarse prácticamente cierta sino en cuanto
esté fuera de controversia la medida en la cual ese crédito se concreta".
24
.- CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 111.
310

global"; es decir, el término líquido se emplea respecto de las deudas


de dinero, para expresar que el quantum ha sido determinado en una
cifra numérica de moneda de curso legal; mientras que en la ejecución
forzosa específica (v. gr. condenas a entregar cosa determinada, a un
hacer o a un no hacer), la determinación, individualización y
especificación de la prestación insatisfecha, o conducta no realizada,
no puede representarse con el término líquido sino con el adjetivo
cierto 25.

Se nos podría decir que el interés puesto en diferenciar la


liquidez de la certeza de la deuda deviene, en sede de ejecución,
estéril teniendo en cuenta que el despacho de la ejecución inaudita
altera parte, por el que se procede de inmediato a embargar, si no se
paga también de inmediato tras el requerimiento para ello, se
fundamenta y justifica en la existencia de un documento específico
(título ejecutivo) del que se desprende una certeza jurídica suficiente
del crédito y de las dimensiones de la deuda, así como la autenticidad
de la firma del deudor26.

Sin embargo, en determinados supuestos las medidas ejecutivas


señaladas no se adoptarán en base a un título con las características
apuntadas. En efecto, las últimas reformas de la LEC se enmarcan en
una tendencia que consiste en atribuir fuerza ejecutiva a simples
documentos privados. Ya sabemos que la LCCH faculta a las letras de
cambio, pagarés y cheques a acudir directamente a la ejecución sin el
previo protesto, y sin que se exija la intervención de fedatario ni el
reconocimiento judicial de firma 27. A su vez, la Ley 10/1992, de 30
de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal, introduce un

25
.- REDENTI, Derecho procesal civil, tomo H, cit., págs. 310 y 311.
Según el Diccionario de la Real Academia con el término endíadis se hace
referencia a "una figura de la retórica por la cual se expresa un solo concepto con dos
nombres coordinados".
26
.- "El título ejecutivo sería, pues, una prueba "integral" de que el crédito existe y de que
el prestador del título está legitimado para pedir una determinada tutela efectiva"
(MICHÈLI, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 9).
2
\- Vid. más ampliamente supra Capítulo Tercero, págs. 272 y ss.
nuevo título ejecutivo (art. 1429.7° LEG), y si bien lo hace con la
finalidad de evitar que los valores anotados en cuenta reciban un trato
discriminatorio respecto de los valores representados mediante un
*\ Q

documento (art. 1429.5° LEC) , no debe pasar por alto que en la


configuración de aquéllos no interviene ni el ejecutado, ni fedatario
público alguno 29.

28
.- En el art. 5.1 de la Ley 24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores dispone que:
"Los valores negociables podrán representarse por medio de anotaciones en cuenta o por
medio de título. La modalidad de representación elegida habrá de aplicarse a todos los
valores integrados en una misma emisión". Para otorgar el mismo tratamiento procesal a
los valores, independientemente de la forma de representación, se integra el art. 1429 con
un nuevo apartado, el séptimo, según el cual tienen aparejada ejecución: "Los
certificados expedidos por las entidades encargadas de los registros contables respecto de
los valores representados mediante anotaciones en cuenta a los que se refiere la Ley
24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores, siempre que se acompañe copia de la
escritura pública de representación de los valores o, en su caso, de la emisión".
29
.- Esta configuración del título ejecutivo es cuestionada, tanto desde una óptica teórica
como práctica, entre otros, por FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit.,
pág. 43. Asimismo, CORTES DOMÍNGUEZ, "La reforma en el juicio ejecutivo y
proceso de ejecución", en Comentarios sobre la reforma procesal, (Ley 10/92, de 30 de
abril), Oviedo, 1992, págs. 128 y 129, reconoce que la inautenticidad del documento
originará en la práctica no pocos problemas "centrados todos ellos en la discusión sobre
la existencia de aquellos elementos que dependen de la autenticidad del título".
Las críticas a la reforma procesal civil en este punto no son exclusivas de la
doctrina; en efecto, la no exigencia de fedatario público en la creación del título ejecutivo
del art. 1429.7° LEC supuso la presentación de una enmienda al proyecto de Ley de
Medidas Urgentes de Reforma Procesal: enmienda núm. 166, presentada por el Grupo
Popular, Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, de 18 de
marzo de 1992, Serie A, núm. 80-5, pág. 73, en la que se afirma que "atribuir fuerza
ejecutiva a certificaciones tan someramente descritas, como hace el texto del artículo, es
improcedente", y olvidando la innovación introducida por la LCCH, puntualiza que "los
títulos recogidos en el 1429 siempre han exigido una fehaciencia especial. No se acaba
de ver por qué un certificado de un servicio de compensación bancaria va a tener más
privilegios que la compensación judicial, o entre particulares".
FRANCO ARIAS ("Del juicio ejecutivo", cit., lug. cit., págs. 130 a 132)
considera que la causa de que se dote de ejecutividad a simples documentos privados,
reside en las necesidades del mercado que no siempre son incompatibles con la seguridad
jurídica. Así, en el supuesto del art. 1429.7° LEC, el hecho de que las certificaciones
sean emitidas por entidades cuyo funcionamiento está sometido a control administrativo
(argumento utilizado por el TC (Pleno) en su sentencia 14/1992, de 10 de febrero, f.j.5°,
para concluir que el art. 1435.4 LEC no vulnera el principio de igualdad que proclama el
art. 14 CE), junto a que dichas certificaciones se emiten a instancia de los titulares de los
valores anotados en cuenta y que no pueden expedirse, para los mismos valores y para el
ejercicio de los mismos derechos, más de un certificado al objeto de evitar la duplicidad
de títulos (arts. 12.3 Ley del Mercado de Valores y 19.3 RD 116/1992, de 14 de febrero,
sobre representación de valores por medio de anotaciones en cuenta y compensación y
liquidación de operaciones bursátiles), justifica, según FRANCO ARIAS, que pueda
312

Pero, en ningún caso, puede asimilarse el requisito de la


liquidez del crédito a la falta de contestabilidad del mismo, o a que
esté sustraído de cualquier discusión acerca de su existencia o
exigibilidad. Si así fuese habría que concluir que la formalización de
la oposición a la ejecución, entendida ahora en sentido amplio,
despoja al título ejecutivo de su eficacia esencial. La previsión de una
oposición a la ejecución no impide el despacho de la ejecución; todo
lo contrarío, la presupone 30.

En el ámbito del art. 1435 LEG una deuda es ilíquida si su


cuantía no se halla perfectamente determinada, ni es posible fijarla
por un simple cálculo aritmético. En el supuesto de que se reclamara
la ejecución de una obligación de tal naturaleza, deberían practicarse,
en el proceso de ejecución, las correspondientes operaciones
liquidatorias. No creemos que sea necesario insistir en que un
incidente liquidatorio no tiene cabida en el juicio ejecutivo
(argumento ex art. 1480.1 LEG).

Partiendo de que cantidad líquida es aquella cuyo montante se


halla exactamente precisado, esta circunstancia, inevitablemente,
vendrá expresada en el título cambiario, porque, en caso contrario,
este documento no sería ni una letra de cambio, ni un pagaré, ni un
cheque. En definitiva, la liquidez a la que hace referencia el art. 1435
LEG no supone, a nuestro entender, un grado más de especificidad del
exigido en los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH, en los que se fija uno de
los requisitos esenciales que debe contener el título cambiario, a
saber: "el mandato puro y simple de pagar una suma determinada en
pesetas o moneda extranjera ..." 31.

presumirse, a los efectos de despachar ejecución, la autenticidad de las citadas


certificaciones. Por otra parte, afirma que la copia de la escritura pública de
representación de los valores o, en su caso, la de emisión que debe acompañarse a las
certificaciones, acredita la autenticidad del valor en cuanto a su existencia.
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 66.
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 144.
313

Según el tenor literal del art. 1435.1 LEG, la cantidad líquida


puede venir expresada en dinero efectivo o en moneda extranjera. En
primer lugar, intentaremos establecer el significado de la expresión
dinero efectivo^ después nos referiremos a la moneda extranjera.

A) En dinero efectivo.

Cabe preguntarse qué debe entenderse por dinero efectivo.


Apoyándonos básicamente en dos medios de interpretación como son
•jf\
el elemento histórico y el sistemático, entendemos que con la
expresión dinero efectivo se hace referencia a la moneda nacional; es
decir, a la peseta, unidad básica del sistema monetario español 33 . De
este modo, la ejecución se despachará o bien en pesetas, o bien en
moneda extranjera (dinero de otro Estado), siempre que esta última
sea convertible, admitida a cotización oficial, y la obligación de pago
en la misma esté autorizada o liberalizada.

La interpretación que hemos considerado correcta en el


contexto del art. 1435 LEG, se aparta, no obstante, del sentido que en
la práctica comercial se otorga, de forma usual, a la expresión dinero
efectivo. Con ella se alude a un instrumento que es utilizado como
medio de pago con inmediato poder liberatorio 34 y en contraposición

32
.- Vid. el comentario al art. 944 de la Ley de Enjuiciamiento civil de 1855 por
MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA, en Ley de Enjuiciamiento civil, tomo
IV, cit., págs. 275 y 276.
33
.- Art. 2.1 de la Ley 10/1975, de 12 de marzo, de regulación de la moneda metálica.
34
.- Dinero efectivo como medio de pago significa moneda metálica y billetes de Banco;
en definitiva, moneda de curso legal (art. 1170.1 CC, la referencia a la "moneda de plata
u oro" es una dicción circunstancial, propia del sistema monetario vigente en la época de
la codificación). Una moneda tiene curso legal cuando goza de la sanción y
proclamación estatal; es decir, cuando se encuentra legalmente admitida como posible
medio general de pago. Además a la moneda se le puede imponer un curso forzoso; en
este supuesto, tiene que ser necesariamiente aceptada como medio de pago con pleno
poder liberatorio. Parte de la doctrina suele utilizar indistintamente ambas expresiones.
No obstante, el curso forzoso expresa, más exactamente, la irrecusabilidad del pago. La
Ley de 9 de noviembre de 1939 (RAL 1693) decretó el curso forzoso de los billetes del
Ì14

al dinero bancario o de giro 35; en definitiva, no está conectada la


expresión dinero efectivo con el objeto de la prestación, sino con el
medio de pago.

B) En moneda extranjera.

a) Moneda extranjera y liquidez.

Moneda extranjera es una moneda distinta de la peseta3Ó. Como


se ha señalado, son en moneda extranjera, tanto las obligaciones que
se contraen entre sujetos residentes en el territorio de un único Estado
(obligaciones en moneda extranjera), como las que suponen una
salida de divisas de nuestro país y, por tanto, una internacionalización
de la relación obligatoria (obligaciones monetarias
internacionales)11''. En este sentido, cabe afirmar que no determina la

Banco de España que pasaron de esta forma a constituir medios de pago dotados de pleno
poder liberatorio. Con anterioridad, el billete de Banco era tan sólo un título valor. Sobre
los conceptos moneda de curso legal y curso forzoso, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos
del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 256 y 257; BONET CORREA, Comentarios
al Código civil y Compilaciones forales, tomo XVI, vol. 1°, cit., pág. 161; LACRUZ
BERDEJO, Elementos de derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. primero, cit.,
pág. 133; HERNÁNDEZ GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit.,
pág. 120; PUIG BRUTAU, Fundamentos de Derecho civil, tomo I, vol. H, cit., págs. 330
y331.
35
.- Según HERNÁNDEZ GIL (Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit.,
pág. 121) el dinero bancario "està representado por los diversos documentos en los que
se contienen órdenes de pago respecto del dinero que previamente ha sido depositado en
los bancos o que se ha obtenido el derecho a disponer de él mediante la apertura de una
cuenta de crédito". En último término, el denominado dinero bancario o de giro tiene la
función de excluir la efectiva presencia del dinero (v. gr. cheques, pagarés, certificados
de depósito, giros bancarios).
36
.- Sobre las diferencias entre moneda extranjera y divisa, nos remitimos a lo dicho en el
Capítulo Tercero del presente trabajo. Vid. supra, págs. 155 y 156.
37
.- Vid. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 190. Sobre la
distinción entre obligación monetaria internacional y obligación pecuniaria en moneda
extranjera, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs.
273 y 274; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., págs. 48 a 50; DESANTES REAL, Las obligaciones contractuales
internacionales en moneda extranjera, (Problemas relativos al ámbito de la ley
aplicable), Madrid, 1994, págs. 29 a 50.
315

extranjería monetaria la aplicación a la obligación pecuniaria de la


legislación sobre control de cambios. Una moneda extranjera es una
moneda que no es nacional respecto a un punto de referencia o a un
sistema monetario específico. El parámetro, en relación al cual se
determinará el carácter extranjero de una moneda, variará en función
del problema concreto que se suscite y de la sede desde la que se
evalúe tal problema. Teniendo en cuenta que estamos analizando el
art. 1435 LEG -precepto que establece los presupuestos específicos
del juicio ejecutivo cambiario- podemos afirmar que la extranjería de
una moneda respecto a la moneda española vendrá fijada por los
Jueces y Tribunales españoles al presentarse ante ellos la demanda
ejecutiva correspondiente.

Del esquema propuesto para abordar el estudio de los


presupuestos del juicio ejecutivo cambiario se infiere que otorgamos a
la deuda en moneda extranjera naturaleza pecuniaria. Dicha
naturaleza se explica desde la noción de la moneda extranjera como
dinero 38.

También se observa que el concepto de liquidez, de obligación


pecuniaria líquida, de la que partimos es válida tanto para las deudas
en pesetas como en moneda extranjera. A nuestro entender, una
obligación que se expresa en una determinada suma en moneda
extranjera es líquida, puesto que su cuantía está fijada
numéricamente. "Tan líquida es una deuda en pesetas como en
cualquier otra moneda"39.

La liquidez de las deudas en moneda extranjera obtuvo un


reconocimiento expreso en la Ley 34/1984, de 6 de agosto, de

38
.- Vid. en este sentido, BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., pág. 275; y PAZ-
ARES, Comentario del Código civil, tomo H, cit., pág. 205. Este último autor afirma que
"las deudas en moneda extranjera son deudas de dinero en sentido estricto, puesto que su
objeto es transferir un poder patrimonial abstracto".
39
.- CORTES DOMÍNGUEZ, Comentario al art. 1435 LEG, en Comentarios a la reforma
de la Ley de Enjuiciamiento civil. Ley 34/1984 de 6 de agosto de 1984, cit., pág. 701.
316

Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento civil. Este


reconocimiento no fue debido a una completa imposibilidad de
despachar ejecución en moneda extranjera en base a la legislación
procesal anterior a la reforma de 1984 40, sino a la inquietud que
generaron, por las repercusiones que podían tener en el mercado
financiero internacional, ciertas resoluciones judiciales en las que se
denegó el despacho de la ejecución en moneda extranjera por los
trámites del juicio ejecutivo. Nos referimos a los autos del Juzgado de
Primera Instancia núm. 21 de los de Madrid, de 23 de octubre y de 4
de noviembre de 1981. La primera resolución citada denegó el
despacho de la ejecución y la segunda desestimó el subsiguiente
recurso de reposición. Se había solicitado el despacho de la ejecución
por un grupo de Bancos extranjeros contra una sociedad española
para el cobro de un préstamo sindicado en dólares 41. En síntesis, la
denegación del despacho de la ejecución se basó en la iliquidez de la
cantidad expresada en moneda extranjera. Se afirmaba que al estar la

40
.- Sobre esta cuestión, SERRA DOMÍNGUEZ ("Observaciones críticas sobre el
Proyecto de Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento Civil", en Justicia 83, núm.
IV, pág. 811) señala que la reforma de la LEC en lo que a la moneda extranjera se refiere
carece de justificación, pues, la ejecución en tal moneda podía tener lugar siempre que la
legislación en materia de divisas lo permitiera. A efectos del embargo hubiera sido
suficiente, según el citado autor, con justificar, en cualquier forma, el contravalor de la
moneda extranjera en pesetas.
4I
.- El texto de los autos viene recogido en CADENAS CORONADO, "Ejecución de
obligaciones en moneda extranjera", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 6,
abril-junio 1982, págs. 475 y 476.
Ante la reacción que tales resoluciones judiciales provocaron en los mercados
internacionales de capitales, el Gobierno tuvo que elaborar un proyecto de Real Decreto,
sobre pago de deudas en moneda extranjera, cuyo contenido era el siguiente:
"Artículo 1. A todos los efectos legales, se entiende que todas las deudas en
moneda extranjera son líquidas siempre que se trate de divisa convertible que esté
admitida a cotización oficial y se derive de una operación internacional que esté
liberalizada o haya obtenido autorización previa.
Artículo 2. En las reclamaciones de las deudas a que se refiere el artículo primero
se expresará el importe en pesetas al cambio del día en que se hace la reclamación".
Esta norma no fue remitida a las Cortes. En su dictamen sobre el proyecto
transcrito, el Consejo de Estado estimó erróneo el limitar el concepto jurídico de liquidez
a las deudas pecuniarias expresadas en pesetas. Como afirma en su dictamen, la liquidez
supone una "determinación numérica inmediata" con independencia de que se trate de
una deuda en pesetas o en moneda extranjera. Vid. Dictamen del Consejo de Estado,
núm. 43.988, Secc. 2a, Justicia, de 25 de febrero de 1982, en Recopilación de Doctrina
Legal 1982, núm. 112, 1985, págs. 285 a 287.
317

moneda extranjera desprovista de curso legal en España, la fijación de


la obligación de pago en moneda extranjera sólo podía operar para los
residentes como cláusula valor.

El contenido de dichas resoluciones judiciales fue duramente


criticado, entre otros motivos porque el Gobierno, de conformidad
con la legislación de control de cambios vigente, podía autorizar a los
residentes a asumir obligaciones de pago en moneda extranjera, con
lo que les estaba permitido su tenencia y disposición42.

No obstante, más allá de las críticas centradas en un supuesto


concreto, se puso de relieve que la LEC no disponía de normas
jurídicas precisas para la ejecución de deudas en moneda extranjera.
Todos los mecanismos procesales existentes estaban pensados en la
necesaria referencia al patrón-moneda peseta 43. Para suplir esta
carencia y también para acomodar la LEC a la legislación de control

42
.- Vid. los comentarios de CORTES DOMÍNGUEZ, "La deuda en divisa extranjera y el
juicio ejecutivo" (Comentario al auto del Juzgado de Primera Instancia núm. 21 de
Madrid, de 23 de octubre de 1981), en Justicia 82, núm. 2, págs. 57 a 64; CADENAS
CORONADO, ob. cit., nota anterior, págs. 477 a 491; BONET CORREA, "La ejecución
de deudas en moneda extranjera", en La Ley, 1982-3, págs. 748 a 750; AGUILÓ PINA Y
GINEBREDA MARTI, "Las obligaciones en moneda extranjera y su exigibilidad en
juicio", en Revista General de Derecho, núm. 489, junio 1985, págs. 1745 a 1747.
En la revista Justicia, 1982, núm. 3, en concreto en la sección Audiencia pública
y bajo el título "El juicio ejecutivo y la liquidez de la deuda en divisa extranjera
(polémica periodística)", págs. 193 a 206, se reproducen varios artículos, publicados en
periódicos y revistas españolas, unos valorando y otros justificando (en la polémica
periodística tomó parte el Magistrado Juez de Primera Instancia, número 21 de los
Madrid) el contenido de las resoluciones judiciales que denegaron el despacho de la
ejecución en moneda extranjera.
43
.- Cfr. CORTES DOMÍNGUEZ, ob. cit., nota anterior, págs. 61 a 64; y CADENAS
CORONADO, "Ejecución de obligaciones en moneda extranjera", cit., lug. cit., pág. 491.
La falta de normas reguladoras de la ejecución por deudas en moneda extranjera
se pone de relieve en uno de los fundamentos jurídicos del auto de 4 de noviembre de
1981: "... si el contratante residente en España, que pactó con no-residente, tiene la
pertinente autorización administrativa, el pacto es válido y puede hacerse efectivo; en
estas circunstancias nada impide el voluntario pago en divisas, incluso en juicio
declarativo, con los condicionamientos dichos, la pretensión, aunque la doctrina es
fluctuante, sería posible (artículo 1170 del Código civil); pero no en el juicio ejecutivo
para el requerimiento de pago, donde la computación a metálico es obligada -número 2
del artículo 1435 de la LEC- y esta computación es siempre en pesetas, pues, tal artículo
no contempla otra posibilidad de liquidez".
318

de cambios que en aquella época ya permitía a los residentes ser


sujetos de algunas obligaciones monetarias internacionales, la Ley de
Reforma Urgente de 1984 dicta una serie de normas con la finalidad
de lograr el normal desarrollo del juicio ejecutivo por deudas
pecuniarias en moneda extranjera. Entre estos preceptos destaca el
comprendido en el art. 1435.1.2° que, seguidamente, será objeto de
estudio 44.

El art. 1435.1.2° LEC subordina el despacho de la ejecución en


moneda extranjera a dos circunstancias, que deben concurrir y cuya
presencia ha ser analizada de oficio por el Juez. La primera se refiere
al objeto mismo de la prestación debida: moneda extranjera
convertible admitida a cotización oficial. La segunda hace referencia
a la relación jurídica subyacente, pues, exige que la obligación de
pago en moneda extranjera esté autorizada o se halle permitida
legalmente.

Estos requisitos de admisibilidad lo son del juicio ejecutivo


pero no del proceso ordinario de ejecución, aun cuando de la remisión
del art. 921.3 LEC a las normas reguladoras del juicio ejecutivo
pudiera deducirse lo contrario. La aplicación del art. 1435.1.2° LEC a
la ejecución de sentencias de condena en moneda extranjera obligaría
al Juez a denegar el despacho de la ejecución si la moneda extranjera
no fuera convertible, no estuviera admitida a cotización oficial o la
obligación de pago no hubiera sido previamente autorizada. Dicha
consecuencia jurídica ha sido rechazada por FERNANDEZ LÓPEZ 45
por los motivos siguientes: Primero.- Debido a la diversa naturaleza
del título ejecutivo, la remisión del art. 921.3 LEC no debe practicarse
de forma indiscriminada, pues, en sede de juicio ejecutivo existen
normas que son privativas de este proceso (v. gr. art. 1446) y, por
44
.- Además del art. 1435, la Ley de 1984 modificó, en materia de moneda extranjera y en
sede de juicio ejecutivo, los arts. 1436.1.2.4, 1440.4, 1445.4.5 y 1446.1 reguladores del
procedimiento ejecutivo; y los arts. 1481.2.3 y 1508.2 relativos al procedimiento de
apremio,
45
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 192 a 197.
319

tanto, no son aplicables a la ejecución de sentencias de condena.


Segundo.- Siempre que sea posible, los Jueces han de ejecutar las
sentencias en sus propios términos (art. 18.2 LOPJ), de tal manera que
el TC entiende incluido el derecho a obtener la ejecución de la
sentencia en sus propios términos en el derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva46. Y tercero.- De exigirse las mencionadas
circunstancias en la ejecución de sentencias en moneda extranjera
quedaría extremadamente debilitado el art. 1170.1 CC, llegándose al
absurdo de denegar el despacho de la ejecución de una sentencia
extranjera que condenara al pago de una determinada cantidad en
moneda extranjera no admitida a cotización oficial, aunque hubiera
obtenido el exequátur, y despacharla cuando la moneda sí estuviera
admitida a cotización oficial; o denegar el despacho de la ejecución,
cualquiera que sea la moneda extranjera, porque no se ha obtenido
previamente la autorización administrativa, aunque pudiera otorgarse
con posterioridad 47.

A pesar de que otra cosa pudiera inferirse de la Exposición de


Motivos de la Ley 34/1984, como de la dicción del art. 1435 LEG 48, a
46
.- Vid. esta cuestión ampliamente tratada por DE LA OLIVA, Derecho procesal civil, I,
cit., págs. 224 a 226.
47
.- La tutela jurisdiccional de los créditos en moneda extranjera ha sido estudiada por
SENES MOTILLA en su obra Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., págs. 87 y ss. Básicamente sus conclusiones coinciden con las de
FERNANDEZ LÓPEZ. La autora considera que la no admisión a cotización oficial de la
moneda extranjera no impide la tutela jurídica del crédito del actor por la vía del proceso
ordinario de ejecución. La liquidación en la moneda del Estado del foro se realizará
conforme a lo establecido en los arts. 932 y ss. LEC (vid. págs. 169 y ss.). Y, por lo que
respecta al cumplimiento de la normativa de control de cambios, sostiene que, reclamado
judicialmente el cumplimiento de una obligación afectada por restricciones cambiarías, el
contenido concreto de la sentencia favorable al actor (la autora parte de la premisa de
que las restricciones cambiarias afectan a la modalidad de cumplimiento de la obligación
pero no a la validez de su constitución, págs. 54 a 67), así como su ejecución, dependerá
de que se haya o no aportado la documentación administrativa acreditativa de la
autorización del pago en moneda extranjera (págs. 115 a 119).
48
.- En la Exposición de Motivos se declara que el reconocimiento legal de la liquidez de
las deudas en moneda extranjera no es propiamente un novedad, "es más bien una
aclaración, pues hay ya una consolidada corriente doctrinal y hasta jurisprudencial
favorable a tal solución, ya que, siendo la moneda extranjera convertible y constando
oficialmente su tipo de cambio o cotización respecto de la peseta, se conoce el importe
de la deuda y es líquido lo mismo en una que en otra moneda".
320

nuestro entender, la admisión a cotización oficial y la autorización o


permisión legal de la obligación de pago en moneda extranjera nada
añaden al requisito de la liquidez. La LEC arrastra, en este punto, una
idea que ya pudo ser constatada en su primera redacción: cantidad
líquida es sinónimo de cantidad expresada en pesetas 49. Dejando a un
lado el hecho de que una cantidad determinada en moneda extranjera
no admitida a cotización oficial puede ser expresada en pesetas 50,
estimamos que la liquidez de la obligación pecuniaria, como categoría
abstracta que pertenece a la teoría general del Derecho, no debe estar
subordinada a las mencionadas circunstancias, que tienen su origen en
decisiones de política monetaria y son, en consecuencia, coyunturales.
Así, desde desde una perspectiva jurídica no puede explicarse que
1.000 dólares neozelandeses fuera una cantidad ilíquida hasta 1992 y
a partir de 1993 fuera líquida 51 .

Ahora bien, la conversión en pesetas tiene un sentido


instrumental con una consecuencia que se deja sentir, especialmente,
en el proceso: hacer posible la tramitación del juicio ejecutivo. El
cómputo a pesetas es necesario para poder determinar si se alcanza la
cuantía mínima del juicio ejecutivo, así como para efectuar el
embargo de bienes y demás actuaciones ulteriores (art. 1440.4
LEC)52. En definitiva, la equivalencia en pesetas tiene la función de
hacer operativo el juicio ejecutivo que, como no podría ser de otra
49
.- En contra de esta idea se pronunció REYES MONTERREAL, para quien los arts.
1436 a 1438 se refieren a deudas previamente liquidadas, pues, una deuda es líquida si la
prestación en que consiste está determinada, aun cuando no se haya computado a
metálico, esto es a pesetas (cfr. El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, !, cit.,
págs. 149a 154).
50
.- Vid. infra, págs. 321 y 322.
.- La admisión a cotización oficial del dólar neozelandés fue ordenada por la Circular
22/1992, del Banco de España, de 18 de diciembre.
52
.- Así el AAT de Valencia (Sala 1.a), de 10 de diciembre de 1985 (Justicia, 1986, I,
págs. 211 a 215) señala que: "(...) la computación a pesetas de la deuda servirá para
conocer si se alcanzan o no las 50.000 pesetas que se exigen, como mínimo, para que
pueda iniciarse el juicio ejecutivo". Además, la peseta representa el patrón en base al
cual se embargarán los bienes al deudor, se valorarán los mismos, se cuantificará la
mejora del embargo, se fijarán los tipos de las subastas, se liquidarán las costas
procesales, etc. (cfr. SAT de Barcelona, Sala 3.a, de 30 de junio de 1987; RGD, núm.
519, diciembre 1987, págs. 6811 a 6815).
321

manera, está pensado en términos de moneda de curso legal.


Tratándose de una moneda admitida a cotización oficial, la
conversión en pesetas se efectúa mediante una simple operación
aritmética ya que el tipo de cambio oficial se publica en el BOE 53.

En cuanto a la liberalización de la obligación de pago en


moneda extranjera o su permisión legal, debe señalarse que era una
exigencia, acorde con la legislación de control de cambios vigente en
1984, con la que se aseguraba la efectividad de las medidas ejecutivas
que se adoptaran en el juicio ejecutivo.

En las líneas que siguen analizaremos los requisitos que ya


hemos mencionado y a los que subordina el art. 1435.1.2° el despacho
de la ejecución en moneda extranjera.

b) Moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial.

La conversión, admisión a cotización oficial de la moneda


extranjera no condiciona, a nuestro entender, la liquidez de la deuda.
De acuerdo con las consideraciones hechas al analizar el significado
del término liquidez 54, podemos afirmar que una obligación que se
expresa y concreta en una determinada suma de dinero, bien en
pesetas, bien en moneda extranjera, es, por definición, una obligación
líquida.

También estimamos que es preciso concretar la autonomía e


importancia del requisito de la convertibilidad de la moneda
extranjera en el art. 1435 LEG. Desde un punto de vista estrictamente
material, se ha puesto de relieve que todas las monedas son
convertibles en cualquier otra. En este sentido, la convertibilidad de
una moneda procede de su naturaleza pecuniaria, "de suerte que al

".- Vid. supra, Capítulo Tercero, págs. 158 y 159.


54
.- Vid. supra, págs. 305 y ss.
322

ponerse en relación monedas diferentes que son dinero y de curso


legal son comparables cuantitativa y cualitativamente mediante una
simple operación aritmética" 55, Al ser, según esta concepción, todas
las monedas extranjeras convertibles en pesetas de forma mediata o
inmediata, la trascendencia como presupuesto del juicio ejecutivo
recae, esencialmente, sobre la admisión a cotización oficial de la
moneda extranjera. Trascendencia que se ve fortalecida en aquellas
tesis que no establecen distinción alguna entre la convertibilidad y la
admisión a cotización oficial 5Ó .

Por otra parte, ya hemos visto que en un contexto de control de


cambios se dice que una moneda es convertible cuando puede ser
cambiada libremente en cualquier otra divisa, sin restricción alguna57.
En este ámbito tampoco la convertibilidad, referida al juicio
ejecutivo, tendría un significado propio, pues, la adecuación de la
obligación en moneda extranjera a la normativa de control de cambios
viene exigida más adelante en el mismo precepto. Por tanto, podemos
concluir que es la admisión a cotización oficial, por carecer la
convertibilidad en el contexto del art. 1435 LEG de contenido propio,
el presupuesto a tener en cuenta para proceder al despacho de la
ejecución en moneda extranjera.

La admisión a cotización oficial 58 es una exigencia que deriva


de la naturaleza del juicio ejecutivo, así como de la finalidad a la que

55
.- SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., pág. 37.
56
.- Vid. CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 405.
La ausencia de distinción se hace patente en la SAT de Barcelona, Sala 3.a, de 30
de junio de 1987 (citada en nota 52) en cuyo fundamento de derecho cuarto se declara:
"(•••); habiéndose por lo demás cumplido por el ejecutante el requisito exigido en el
artículo 1436 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de aportar documento acreditativo del
cambio oficial publicado en el Boletín Oficial del Estado, con referencia, en el caso, al
día anterior al vencimiento de la obligación (...), del que claramente resulta el carácter
convertible y de cotización oficial del dólar U.S.A." (la cursiva es nuestra).
57
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 156.
58
.-Las divisas admitidas a cotización oficial están relacionadas en la Norma primera de
la Circular 22/1992, del Banco de España, de 18 de diciembre; Vid. supra, Capítulo
segundo, pág. 158.
323

sirve y para cuyo logro fue creado. Si la moneda extranjera no fuera


objeto de cotización por el Banco de España, la conversión a pesetas
debería tener lugar en un incidente contradictorio similar al
contemplado en los arts. 932 y ss. LEC. Ahora bien, un incidente de
este tipo no sólo no está previsto en el juicio ejecutivo -tendría que
insertarse en las actividades que comprenden el despacho de la
ejecución-, sino que se encuentra genéricamente prohibido por el art.
1480.1 LEC. Por consiguiente, de no estar admitida la moneda
extranjera a cotización oficial sería imposible para el Juez ejecutor
despachar ejecución ya que no podría determinar si la deuda es
superior a 50.000 pts.

La conversión debe efectuarse conforme al cambio oficial,


según precio vendedor, del día del vencimiento de la obligación, o en
su defecto, del día anterior más próximo (art. 1436.1 LEC). A tenor
del art. 1436.1 LEC, la conversión se realiza "a los efectos
establecidos en el párrafo cuarto del art. 1440". Y estos efectos son
exclusivamente los de "fijar la equivalencia en pesetas, a fin de que
sirva de base a efectos del embargo de bienes y demás actuaciones
ulteriores" (art. 1440.4 LEC); actuaciones que, como hemos señalado
en el párrafo precedente, también pueden ser anteriores. Teniendo en
cuenta la finalidad que la LEC otorga a la conversión, no es correcto,
a nuestro entender, atribuirle carácter definitivo. Y no es correcto,
porque si se entendiera que la conversión definitiva de la moneda
extranjera debe hacerse con referencia al vencimiento de la
obligación, el riesgo derivado de la fluctuación de los cambios lo
soportaría por completo el acreedor. En cambio, si como aquí se
sostiene, la conversión se realiza también, y con vocación definitiva,
en el momento en que se haga el pago al acreedor, éste recibe siempre
una cantidad cierta en divisas -esto es, la cantidad debida-, y el riesgo
del cambio lo soporta el deudor 59. Por tanto, la conversión de la

59
.- Cfr. entre otras, SSTS (1.a) de 5 de enero de 1980 (RAJ 19), de 17 de febrero de 1989
(RAJ 1206) y de 8 de mayo de 1991 (RAJ 3577). En el fundamento de derecho cuarto de
la STS de 17 de febrero de 1989 se afirma que el "referir el tipo de cotización en pesetas
324

moneda extranjera debe realizarse en dos momentos distintos. En


suma, la conversión de la divisa en moneda española al cambio del
día del vencimiento de la obligación tiene sólo una finalidad
instrumental: servir de base para las actuaciones del proceso de
ejecución, pero no para determinar la cantidad de divisas que el
acreedor percibirá 60.

Por otra parte, debe señalarse que el hecho coyuntural de que


las fases de embargo y de realización de los bienes embargados se
lleven a cabo en pesetas no ha de constituir un obstáculo para que el
pago tenga lugar en la moneda extranjera expresada en el título
ejecutivo.

c) Autorización administrativa o permisión legal de la obligación


de pago en moneda extranjera.

De lo dispuesto en el art. 1435.1.2° LEC, se infiere que el


despacho de la ejecución tendrá que ir precedido de un enjuiciamiento
acerca de la adecuación del negocio jurídico subyacente a la
legislación de control de cambios. Una verificación de este tipo
responde, en cierta manera, a una concepción estrictamente causal del
título ejecutivo. Sin embargo, esta concepción es contraria al carácter
abstracto de los títulos cambiarios 6I y, además, excede del examen de
los presupuestos procesales y de la regularidad formal del título
ejecutivo que debe llevar a cabo el Juez antes de dar comienzo a la

al "día que se efectúe su pago"", "no implica contradicción o desvío alguno a la letra y
espíritu del rituario art. 1436, ni menos aún respecto al 1445".
Sobre esta cuestión se han hecho públicas otras opiniones. Así, según SENES
MOTILLA (Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento procesal, cit., págs.
184 y 185) el único tipo de cambio que garantiza la satisfacción al ejecutante de aquello
que le es debido es el correspondiente al día en que se despacha ejecución.
60
.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 30
y31.
61
.- En efecto, los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH sólo exigen que la moneda extranjera sea
convertible admitida a cotización oficial sin hacer referencia alguna al negocio jurídico
subyacente.
325

ejecución 62. Como se puso de relieve la exigencia de la LEC era


"simplemente reflejo en sede jurisdiccional de las especiales
connotaciones que reviste el régimen jurídico-sustantivo de las
deudas en moneda extranjera como consecuencia de la intervención
estatal en la adquisición y tráfico de divisas" 63. Sin embargo, dicho
régimen jurídico ha sido sustancialmente modificado.

En efecto, en 1992 se produjo una alteración radical en el


sistema de control de cambios que ha supuesto, a nuestro juicio, una
considerable pérdida de eficacia de la norma del art. 1435.1.2° LEC.
Ahora bien, antes de abordar el estudio de las consecuencias jurídico-
procesales derivadas de la modificación de la norma sustantiva,
estimamos oportuno efectuar unas consideraciones generales sobre el
régimen vigente de control de cambios.

a') £1 sistema legal español de control de cambios.

El sistema español de control de cambios se articula sobre una


norma básica que es la Ley 40/1979, de 10 de diciembre, sobre
Régimen Jurídico de Control de Cambios 64, modificada en su
Capítulo II por la Ley Orgánica 10/1983, de 16 de agosto. Esta Ley ha
sido calificada de "ley marco", pues sienta los principios

62
.- Cfr. AGUILÓ PINA y GINEBREDA MARTI, "Las obligaciones en moneda
extranjera y su exigibilidad enjuicio", cit., lug. cit., pág. 1752.
63
.- SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., pág. 188.
En el mismo sentido, se pronuncia el Auto de la AP de Barcelona, Secc. 16a, de
25 de abril de 1989 (RGD, núm. 540, septiembre 1989, págs. 5868 y 5869), en el que
textualmente se declara que: "Primero.- La promulgación de la Ley de Control de
Cambios de 10 de diciembre de 1979 al introducir una importante legislación material
que permitía a los residentes españoles celebrar negocios con residentes extranjeros,
obligándose al pago de cantidades de dinero en moneda extranjera, ha tenido su reflejo
procesal en la Ley 34 de 1984 conforme a la nueva redacción de los artículos 1435 y
1436 de la Ley de Enjuiciamiento Civil".
.- La Disposición Derogatoria primera de la Ley 40/1979 derogó la Ley Penal y
Procesal de Delitos Monetarios, de 24 de noviembre de 1938. Esta ley marcó, durante
más de cuarenta años, el régimen de control de cambios en España.
326

fundamentales del control de cambios sin prohibir ni restringir


operación alguna. En concreto: señala los actos, negocios y
transacciones que pueden ser intervenidos; define las técnicas de
intervención; atribuye al Gobierno la facultad para intervenir tanto
mediante disposiciones generales como a través de resoluciones
específicas; etc. Por ello, la Ley 40/1979 sirve tanto "para una
situación de absoluta libertad de cambios, como para otra de
restricción total, según que dicha norma "marco" sea o no
desarrollada por normas restrictivas de mayor o menor severidad" 65.

Así, el art. 2 de la Ley 40/1979, habilita al Gobierno para


intervenir en las operaciones entre residentes y no residentes mediante
distintas técnicas de intervención administrativa: prohibición,
autorización administrativa discrecional, verificación administrativa
previa (o autorización reglada), declaración previa y declaración a
posteriori. Sin embargo, no establece ningún tipo específico de
intervención administrativa.

De las distintas técnicas de intervención administrativa


previstas en la Ley de 1979, las dos primeras responden al concepto
de restricciones a los cambios, mientras que las restantes constituyen
diferentes clases de controles de cambios en sentido estricto. Las
restricciones a los cambios implican una prohibición o limitación que
impide a los residentes en un país la libre realización de transacciones

65
.- ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., -pág. 16. No obstante, dichos
autores recogen, en la obra citada, el Dictamen del Consejo de Estado, al Proyecto del
Real Decreto 1816/1991, en el que se especifica que la Ley 40/1979 no puede
considerarse jurídicamente una "ley marco", aproximándose más a la realidad de su
naturaleza las expresiones "ley de autorizaciones" o "ley penal en blanco".
HERVAS CUARTERO (El nuevo régimen de control de cambios.
Liberalización de las transacciones económicas con el exterior, Madrid, 1992, pág. 19)
otorga también categoría de "ley marco" a la Ley 40/1979. En este sentido se pronunció
también BONET CORREA, "El ordenamiento monetario español y el nuevo régimen
jurídico de control de cambios", en Anuario de Derecho Civil, tomo XXXIII, fascículo
III, julio-septiembre 1980, pág. 696. Cfr. también STS (2.a), de 28 de octubre de 1993 (La
Ley, 1994-1, págs. 659 a 662).
327

económicas con el extranjero. Los controles de cambios, también


denominados simples controles o control de cambios en sentido
estricto, tienen como objetivos la mera comprobación de la
autenticidad y regularidad de las transacciones -con el fin de asegurar
el cumplimiento del ordenamiento jurídico-, y el conocimiento
estadístico de tales operaciones por las autoridades monetarias 66.
Ambas formas de intervencionismo administrativo están
comprendidas en el concepto de control de cambios, en sentido
amplio, que se define como "el conjunto de normas que regulan los
actos y negocios jurídicos de contenido económico de los que se
derivan o pueden derivarse cobros y pagos entre residentes y no
residentes, o transferencias al o del extranjero" 67.

En uso de la facultad concedida por el art. 2 de la Ley 40/1979


se dictó el Real Decreto 2402/1980, de 10 de octubre, sobre Régimen
Jurídico de Control de Cambios que sometía a la exigencia de previa
autorización administrativa la práctica totalidad de las transacciones
posibles entre residentes y no residentes (vid, art. 3 del Real Decreto
2402/1980), instaurando, de este modo, un régimen de control de
cambios basado en un acusado intervencionismo administrativo.

Resulta claro, tras lo expuesto, que la norma restrictiva de las


transacciones entre residentes y no residentes no es la Ley 40/1979
sino el Real Decreto 2402/1980, de tal manera que si el citado Real
Decreto no hubiera sido desarrollado por normas de rango inferior,
que liberalizaron la mayor parte de las transacciones (especialmente

66
.- Tales objetivos se alcanzan exigiendo que los cobros y pagos exteriores se canalicen
por vía bancaria, y que las entidades registradas los comuniquen a las autoridades
monetarias. Vid. al respecto, ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit. nota anterior,
págs. 2 y 3; y HERVAS CUARTERO, ob. cit. nota anterior, págs. 11 a 14.
6
\- ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., pág. 3. También en este sentido,
HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de cambios, cit., pág. 11. En
definitiva, el concepto de sistema de control de cambios no se corresponde,
necesariamente, con la idea de restricciones a los cambios y la figura del delito monetario
para sancionar las operaciones ejecutadas sin la correspondiente autorización.
328

las transacciones corrientes), el resultado hubiera sido la vigencia,


hasta 1992, de un sistema totalmente restrictivo.

La política de progresiva liberalización de las transacciones y


transferencias con el exterior, llevada a cabo a partir de los años
ochenta, culmina con la promulgación del Real Decreto 1816/1991,
de 20 de diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior.
Con la citada norma -dictada en aplicación de las disposiciones de la
Directiva 88/361/CEE del Consejo, de 24 de junio de 1988 68- se ha
instaurado, como se declara en su Exposición de Motivos, la plena
liberalización de las transacciones exteriores y de los cobros, pagos y
transferencias al y del extranjero derivadas de las mismas 69.

68
.- Vid. DOCE, L, núm. 178, de 8 de julio de 1988, págs. 5 a 18. Debe señalarse que el
Gobierno español en esta materia ha superado las exigencias contenidas en la Directiva
88/361/CEE, pues, en primer lugar la normativa española se adelanta en un año a la
exigencia impuesta por la UE de liberalización de los movimientos de capitales (cfr. art.
6 y Anexo IV de la Directiva 88/361/CEE, págs. 16 y 17). En segundo lugar, porque
aquélla establece una liberalización erga omnes, mientras que la Directiva 88/361/CEE
sólo exige liberalizar las transacciones entre Estados miembros de la CEE (art. 1). Y, en
ultimo término, la legislación española ha suprimido no sólo las restricciones, sino
también todo tipo de control administrativo previo; en cambio, la Directiva permite el
mantenimiento de verificaciones y controles encaminados a comprobar el cumplimiento
de las normas de los Estados miembros, especialmente en materia fiscal (art. 4). Cfr. al
respecto, ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit. nota anterior, pág. 32.
69
.- En relación con este tema, se ha afirmado que al no contemplarse en el Acta de
Adhesión restricciones a las libertades de establecimiento y libre prestación de servicios
(en cambio, sí se establecieron restricciones a los movimientos de capitales; vid. arts. 61
a 66 del Acta relativa a las condiciones de adhesión del Reino de España y de la
República Portuguesa, y a las adaptaciones de los Tratados, firmada en Madrid, el 12 de
junio de 1985 y publicada en el BOE, núm. 1, de 1 de enero de 1986), las operaciones
corrientes, en divisas ya se hallaban liberalizadas, sin sujeción a período transitorio
alguno, desde el momento mismo de la incorporación de España a la UE. Es decir, los
cobros y pagos exteriores ya eran totalmente libres salvo los que procedían de
operaciones de capital y, en particular, los derivados de operaciones financieras. En este
sentido, vid. HUERTA TOCILDO, "Incidencia del Derecho comunitario en el futuro de
la legislación española sobre control de cambios", en Poder Judicial, 2a época, núm. 6,
junio 1987, pág. 41; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., págs. 74 a 78. Se conocen con el nombre de operaciones
corrientes o por cuenta corriente las operaciones consistentes en contratación de
mercancías o prestación de servicios entre residentes y no residentes, o en transferencias
unilaterales (sin contrapartida) al o del extranjero; vid. ALVAREZ PASTOR y
EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en
España y en ¡a CE, cit., pág. 583. Acepción que coincide, en lo sustancial, con la
mantenida por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas que, en la sentencia
329

La Disposición Final segunda del Real Decreto 1816/1991 ha


derogado el Real Decreto 2402/1980, de 10 de octubre. La Ley
40/1979, de 10 de diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control de
Cambios continúa vigente, pues, como ya se ha puesto de relieve, esta
Ley es susceptible de amparar tanto una normativa restrictiva, como
una normativa completamente liberalizadora. Ahora bien, la
reducción a mínimos de las restricciones de cambios tiene como
consecuencia la supresión, salvo en los supuestos contemplados en
los arts. 3 (cuando en aplicación de las cláusulas de salvaguardia en él
previstas se restablezca la exigencia de autorización previa para
determinadas transacciones) y 4 del Real Decreto 1816/1991 70, de
uno de los elementos integrantes del tipo penal especificado en el art.
6 de la Ley 40/1979, con lo que desaparecen las posibilidades de
aplicación de los arts. 7, 8, y 9 de la última Ley citada, en su
redacción efectuada por la Ley Orgánica 10/1983 71.

de 31 de enero de 1984 recaída en el asunto Luis i y Carbone, declara que los pagos
corrientes "son transferencias de divisas que constituyen una contraprestactón en el
marco de una transacción subyacente" (vid. Rec. 1984, 377).
70
.- El art. 4 del Real Decreto 1816/1991 ha sido modificado por el Real Decreto
42/1993, de 15 de enero (BOE núm. 27, de 1 de febrero de 1993) para adecuarlo a los
efectos jurídicos derivados de la aplicación del Acta Única Europea y la realización del
Mercado Único.
71
.- El art. 7.1 de la Ley 40/1979, de 10 de diciembre fue declarado inconstitucional por
el TC (Pleno) en su sentencia 160/1986, de 16 de diciembre, puesto que imponía penas
privativas de libertad careciendo del carácter de Ley Orgánica exigido por los arts. 17.1 y
81.1 CE.
En la actualidad, y salvo el recurso a las cláusulas de salvaguardia del art. 3 del
Real Decreto 1816/1991, la única operación que puede ser constitutiva de delito
monetario es la salida del país, sin autorización previa, de moneda metálica, billetes de
Banco y cheques al portador por cuantía superior a cinco millones de pesetas por persona
y viaje. Sobre la trascendencia del Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, respecto
de los delitos monetarios, vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios.
Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 96 y
97; CALDERÓN CEREZO, "A vueltas con los delitos monetarios", en Actualidad
Jurídica Aranzadi, 16 de julio de 1992, núm. 62, págs. 1 a 3. Los restantes capítulos de la
Ley 40/1979 (capítulos III y IV, referentes a las Infracciones administrativas y a la
Inspección e investigación, respectivamente) son plenamente aplicables.
Respecto del delito monetario la STS (2a.), de 17 de septiembre de 1993, en su
fundamento de derecho quinto declara, por una parte, que el mantenimiento de la
exigencia de autorización previa para la exportación física de billetes de banco en
cantidad superior a 5 millones de ptas., no supone contradicción alguna con la vigencia y
330

Como ya se ha señalado, el régimen vigente sobre control de


cambios72, se asienta sobre la libertad plena y absoluta de las

efectividad de la Directiva 88/361/CEE del Consejo; y por otra, que el régimen de


declaración previa es compatible con lo dispuesto en los arts. 30 a 34 del TCEE.
Concluye que las disposiciones integradoras del delito monetario no son incompatibles
con la normativa comunitaria. En consecuencia desestima el recurso de casación y
declara no haber lugar a interponer cuestión prejudicial ante el TJCE, ni tampoco
cuestión de inconstitucionalidad ante el TC. (Cfr. La Ley, 1994-1, págs. 282 a 284).
No obstante, debe señalarse que el legislador español deberá revisar la normativa
sobre transacciones económicas en el ámbito comunitario incluso respecto de esa única
operación constitutiva de delito monetario. En efecto, la Sentencia del Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas, de 23 de febrero de 1995 (DOCE, C, núm. 87, de
8 de abril de 1995, págs. 2 y 3) que se pronuncia sobre una cuestión prejudicial
planteada, con arreglo al art. 177 TCEE, por el Juzgado Central de lo Penal de la
Audiencia Nacional con el fin de obtener una decisión prejudicial sobre la interpretación
de los arts. 30 y 59 TCEE, así como de los arts. 1 y 4 de la Directiva 88/36Í/CEE para la
aplicación del art. 67 TCEE, declara en su fallo lo siguiente:
"1) Una normativa que supedita la exportación de monedas, billetes de banco o
cheques al portador a una autorización administrativa o a una declaración previa y que
apareja sanciones penales a dicha exigencia no está comprendida en el ámbito de
aplicación de los artículos 30 y 59 del Tratado.
2) Los artículos 1 y 4 de la Directiva 88/361/CEE del Consejo, de 24 de junio de
1988, para la aplicación del artículo 67 del Tratado, se oponen a que la exportación de
monedas, billetes de banco o cheques al portador se supedite a una autorización previa,
pero, por el contrario, no se oponen a que dicha operación se supedite a una declaración
previa.
3) Las disposiciones del artículo 1, en relación con el artículo 4 de la Directiva
88/361/CEE, pueden invocarse ante el órgano jurisdiccional nacional y dar lugar a la
inaplicabilidad de las normas nacionales contrarias a dichas disposiciones".
En lo que a los efectos de la decisión prejudicial se refiere, debe tenerse en
cuenta que, con arreglo al art. 177 TCEE, el Tribunal de Justicia se pronuncia sobre un
problema jurídico de su competencia. Por tanto, la decisión prejudicial vincula al Juez
que la ha solicitado respecto a la interpretación de las disposiciones y actos comunitarios
de que se trate. No son ajenos a este efecto los Tribunales superiores que conozcan del
asunto a través de los correspondientes recursos. La negativa del órgano jurisdiccional
nacional a tener en cuenta la sentencia del Tribunal de Justicia dictada en un asunto del
que conozca constituye un incumplimiento del Estado, pudiéndose aplicar el art. 169
TCEE. Ahora bien, la decisión prejudicial se limita a resolver una cuestión de Derecho
comunitario y, por tanto, es el Juez nacional el responsable de la resolución definitiva del
asunto. Es decir, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas no tiene poder ni
medios para modificar o anular la decisión de un Juez nacional. Sobre este tema, vid.
entre otros, PESCATORE, "Las cuestiones prejudiciales. Artículo 177 del Tratado CEE",
en El Derecho comunitario europeo y su aplicación judicial, cit., págs. 567 y 568;
SILVA DE LAPUERTA, El procedimiento ante el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, 2a ed., Madrid, 1993, págs. 371 y 372.
72
.- La normativa sobre control de cambios se encuentra estructurada en tres niveles. En
un primer nivel se sitúa la Ley 40/1979, de 10 de diciembre, sobre Régimen Jurídico de
Control de Cambios, que faculta al Gobierno para limitar o restringir las operaciones con
331

transacciones con el exterior, y de los cobros, pagos y transferencias


derivados de las mismas. Así, en el art. 1.1 del Real Decreto
1816/1991 se dispone que:

"Son libres los actos, negocios, transacciones y operaciones


de toda índole que supongan, o de cuyo cumplimiento se
deriven o puedan derivarse, cobros o pagos entre residentes
y no residentes, o transferencias al o del exterior, a que se
refieren los artículos 1 y 2 de la Ley 40/1979, de 10 de
diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control de Cambios,
sin más excepciones que las que se deriven de la aplicación
de lo dispuesto en los artículos 3°, 4° y 5° del presente Real
Decreto y de lo que dispongan las Leyes específicamente
aplicables"73.

Por lo que respecta al ámbito de aplicación del Real Decreto


1816/1991, se observa que extiende la liberalización a un aspecto no
contemplado en la Ley 40/1979 como son las transferencias al o del
exterior sin que estén presentes la figura del residente y del no

el extranjero. En un segundo nivel se halla el Real Decreto 1816/1991, de 20 de


diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior, que establece con carácter
general la liberalización de las transacciones y transferencias con el exterior (el Real
Decreto 1816/1991, ha sido modificado por el Real Decreto 42/1993, de 15 de enero). Y,
un tercer nivel, está formado por un conjunto de normas de desarrollo (Ordenes
Ministeriales, Resoluciones, Circulares) que tienen por objeto el tratamiento
particularizado de las diversas transacciones y transferencias con el exterior, regulando
los procedimientos, requisitos, condiciones y formas de control de cada una de ellas, v.
gr. Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 27 de diciembre de 1991, que
desarrolla el Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre (esta Orden ha sido modificada
por la Orden del Ministerio de Econocía y Hacienda, de 2 de febrero de 1993);
Resolución de la Dirección General de Transacciones Exteriores, de 7 de enero de 1992,
por la que se dictan normas para la aplicación de los arts. 4°, 5°, 7° y 10 de la Orden de
27 de diciembre de 1991 (esta Resolución ha sido modificada por la Resolución de la
Dirección General de Transacciones Exteriores, de 3 de febrero de 1993); Circular
3/1992, del Banco de España, de 15 de enero, por la que se regulan las normas sobre
cuentas de no residentes abiertas en España y operaciones con billetes y efectos; Circular
15/1992, del Banco de España, de 22 de julio, por la que se dictan normas para la
comunicación por Entidades registradas de las operaciones entre residentes y no
residentes.
".- Vid. v. gr., art. 26 del Real Decreto 671/1992, de 2 de julio, sobre Régimen de las
inversiones extranjeras en España.
332

residente 74. Asimismo, son objeto de regulación los pagos en divisas


entre residentes -en consonancia con la posibilidad de que mantengan
sus haberes en divisas75- aun cuando no pueden encuadrarse en
ninguna de las operaciones previstas en el art. 1.1 del Real Decreto 76.

La liberalización no se refiere solamente a las transacciones, es


decir a los actos o negocios jurídicos, sino también a las
transferencias monetarias, cobros y pagos, al y del exterior que
dichos negocios generan77. Así, en el párrafo segundo del art. 1 del
Real Decreto 1816/1991 se dispone que:

"La liberalización de los actos, negocios, transacciones y


operaciones a que se refiere al párrafo anterior se extiende
asimismo a los cobros y pagos exteriores, efectuados bien
directamente, bien por compensación y a las transferencias
del o al exterior derivados de los mismos, así como a la
importación o exportación de los instrumentos de giro o de
74
.- Cfr. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 9 y 10.
75
.- El R.D. 1816/1991 al consagrar la plena libertad de las transacciones con el exterior,
comporta la facultad para los residentes de abrir y mantener cuentas en divisas en
oficinas operantes en España, y de movilizarlas libremente por cualquier concepto (cfr.
art. 6).
76
.- En el art. 2 de la Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 27 de diciembre
de 1991, que desarrolla el RD 1816/1991, se establece que: "En virtud de lo dispuesto en
el Real Decreto 1816/1991, los residentes a que se refiere su artículo 2° podrán efectuar
libremente cobros y pagos entre sí en billetes de Bancos extranjeros o mediante abono o
adeudo en cuentas en divisas abiertas en oficinas bancarias operantes en España o en el
extranjero, sin perjuicio de las obligaciones impuestas en los artículos 4°, 6° y 7° del
citado Real Decreto y en las normas mercantiles que sean de aplicación".
Ahora bien, los actos y negocios jurídicos que se realizan entre residentes no se
engloban en el ámbito estricto del control de cambios, "pues, no producen flujos de
carácter económico con el exterior. Por esto, en el supuesto que acabamos de contemplar
la intervención administrativa responde, exclusivamente, a un interés de carácter fiscal.
Vid. sobre el particular, HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de
cambios, cit., págs. 17 y 18.
77
.- Según ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU (Control de cambios. Régimen Jurídico
de las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 4 y 5) el concepto de
transacción, en el ámbito del control de cambios debe entenderse en su sentido más
amplio, englobando no sólo la negociación o transmisión de los bienes, sino también
todo acto o negocio jurídico que implique una prestación de servicios o cesión de
derechos. Con el nombre de transferencia, se designa el movimiento de fondos
consecuencia de dicho acto o negocio jurídico principal.
333

crédito utilizados, sin perjuicio de las medidas


indispensables de control que pudieran establecerse para
impedir las infracciones al ordenamiento jurídico vigente".

Al sancionar el Real Decreto 1816/1991, en materia de


transacciones económicas con el exterior, el principio de libertad
absoluta, suprime, con carácter general, la exigencia de autorización
previa, así como las comprobaciones administrativas y justificaciones
documentales previas. Instaura la técnica de la declaración o
información, en ocasiones con carácter previo o coetáneo (art. 5.2),
*7ß -
mientras que otras veces se hace a posteriori . En este sentido, la
liberalización establecida en el art. 1. Real Decreto 1816/1991, se
caracteriza, en líneas generales: por tener un ámbito universal 79; por
una ausencia de restricciones a las transacciones exteriores y a los
cobros, pagos y transferencias derivados de las mismas; y, por una
inexistencia de controles administrativos previos y de cualquier
exigencia de justificación documental previa de las operaciones con el
sn
extenor .

El régimen de liberalización de las transacciones exteriores


establecido por el Real Decreto 1816/1991 alcanza a la totalidad de
éstas, con algunas excepciones, impuestas por razones ajenas al
control de cambios 81. Así, el art. 3 del Real Decreto 1816/1991 prevé
unas cláusulas de salvaguardia que permiten la adopción de
restricciones con carácter transitorio (v. gr. prohibición o limitación
de determinadas categorías de transacciones con el exterior, o de las
correspondientes operaciones de cobro o pago; sometimiento a un
régimen de autorización administrativa de ciertos tipos de

78
.- Vid. HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de cambios, cit., pág. 15.
79
.- Vid. supra nota 68.
80
.- Vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 69 y ss.
8I
.- Entre otras, la lucha contra determinadas actividades delictivas, singularmente el
narcotráfico, como se recoge en la Exposición de Motivos del propio Real Decreto.
Cfr. asimismo, STS (2.a) de 17 de septiembre de 1993 (La Ley, 1994-1, págs. 276
a 284).
334

transacciones) cuando se vean afectados gravemente los intereses de


España, o en aplicación de medidas acordadas por organismos
internacionales de los que España sea miembro, o cuando
movimientos de capitales a corto plazo excepcionalmente amplios,
provoquen fuertes tensiones en el mercado de cambios, u originen
perturbaciones graves en la dirección de la política monetaria y de
O'J

cambios española . Y, en el art. 4 del citado Real Decreto, se


mantiene la exigencia de autorización previa para la salida fìsica
(pues por vía bancaria no existe restricción) de moneda metálica,
billetes de Banco y cheques bancarios al portador, cifrados en pesetas
o en moneda extranjera, a través de fronteras nacionales por importe
superior a cinco millones de pesetas.

Como hemos señalado, la liberalización establecida por el Real


Decreto 1816/1991 y sus normas de desarrollo no supone, tan sólo, la
supresión de las restricciones (prohibición, limitación y autorización
administrativa previa) a las transacciones con el exterior, sino que
conlleva el que los residentes en España puedan llevar a cabo cobros,
pagos y transferencias al o del extranjero sin sujeción a trámites
administrativos (verificación previa u otro tipo de control
administrativo similar) ni a una obligación de justificación
documental previa 83. Ahora bien, el art. 8 del Real Decreto
1816/1991 faculta al Ministro de Economía y Hacienda para que,
excepcionalmente, someta a previa verificación o declaración las
operaciones de cobro, pago o transferencia del o al exterior, derivadas
de los tipos de transacciones que se determinen, cuando este trámite

82
.- El art. 3 del R.D. 1816/1991 es desarrollado por la Orden del Ministerio de Economía
y Hacienda, de 27 de diciembre de 1991, en cuyo art. 3 se dispone que: "El
procedimiento para la obtención de la necesaria autorización administrativa para la
ejecución de las transacciones que se sometan a cualesquiera de las cláusulas de
salvaguardia a que se refiere el art. 3° del Real Decreto 1816/1991, se establecerá en la
propia norma que regule la correspondiente restricción".
83
.- La realización de pagos y transferencias al extranjero tampoco está condicionada a la
comprobación del cumplimiento de las obligaciones fiscales que pudieran corresponder,
vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 68 y ss.
335

se estime conveniente para el conocimiento, por la Administración, de


las transacciones efectuadas, y en particular para el mantenimiento de
los registros de activos o pasivos exteriores o para la comprobación
del cumplimiento de las obligaciones tributarias 84.

La libertad de las transacciones exteriores, en que se basa el


sistema español de control de cambios, se concilia con una serie de
mecanismos de control que no tienen por fin coartar dicha libertad,
sino asegurar el conocimiento estadístico y fiscal de aquellas
oc
operaciones . Para lograr dicho objetivo, se establecen en el Real
Decreto 1816/1991 una serie de mecanismos de información y
control que, en líneas generales, son los siguientes: exigencia de
utilización, como principio general, de la vía bancaria para la
ejecución de cobros, pagos y transferencias con el exterior (art. 5.1);
obligación de los residentes de declarar los datos relativos a dichos
cobros, pagos y transferencias (declaración que debe efectuarse,
generalmente, a las propias entidades registradas a través de las que
se ejecuten, art. 5.2 y 3); obligación de las entidades registradas de
transmitir la anterior información a las autoridades monetarias (art.
5.4); por último, facultad de la Administración del Estado y del Banco
de España de exigir, tanto a las entidades registradas como a los
propios residentes, toda la información relativa a las operaciones con
el exterior (art. 9) 86 .

84
.- Estos mecanismos de control de cambios (en especial, la verificación administrativa
previa) están también previstos en leyes específicas, v. gr. art. 7.2 del Real Decreto
671/1992, de 2 de julio, sobre Régimen de las inversiones extranjeras en España.
85
.- Es decir, un sistema de control de cambios no tiene que ser, necesariamente,
prohibitivo y sancionador. La Exposición de Motivos del Real Decreto 1816/1991 se
pronuncia sobre esta cuestión de forma muy clara: "La plena y total liberalización de las
transacciones exteriores no debe, sin embargo, entenderse sin el mantenimiento de
mecanismos de información y comunicación que permitan el conocimiento estadístico de
los cobros, pagos y transferencias con el exterior y aseguren la observancia del
ordenamiento jurídico español...".
86
.- Estos mecanismos de control se han precisado en diversas normas, v. gr., Orden del
Ministerio de Economía y Hacienda de 27 de diciembre de 1991, Resolución de la
Dirección General de Transacciones Exteriores de 7 de enero de 1992, la Circular
3/1992, del Banco de España, de 15 de enero.
336

b') Eficacia de las prescripciones del artículo 1435.1.2° LEG


respecto de la obligación de pago.

Tras esta aproximación al régimen de control de cambios,


estamos en condiciones de interpretar, en conexión con las normas
que conforman dicho régimen, los términos del art. 1435.1.2° LEG "...
la obligación de pago en la misma esté autorizada o resulte permitida
legalmente", y del art. 1436.2 LEG cuando establece que la
concurrencia de lo exigido en el art. 1435.1.2° LEG se acreditará
"mediante certificación del organismo a tal efecto competente". Esto
es, podemos determinar su efectivo alcance.

En primer lugar, debemos señalar que la autorización o, en su


caso, la permisión legal debería referirse no tan sólo a la obligación
de pago, esto es, a la transferencia al o del exterior, sino
principalmente a la transacción o negocio jurídico autorizado o
liberalizado. Si una determinada transacción u operación se halla
liberalizada o autorizada resulta lógico, en principio, que los cobros y
pagos derivados de la misma se hallen permitidos.

En segundo término, la finalidad de la certificación no puede


consistir en acreditar que la obligación de pago en moneda extranjera
está permitida legalmente, pues, estamos ante una cuestión jurídica
que el Juez ha de apreciar de oficio. La prueba de la existencia de la
norma o normas de derecho escrito, interno y general no corresponde
al actor (iura novit curia). En este sentido, es improcedente una
interpretación literal del párrafo extraído del art. 1436.2 LEG. De
sostener que el ejecutante debe presentar, en todo caso y porque así lo
dispone el art. 1436.2 LEG, junto con la demanda ejecutiva y el título
ejecutivo, una "certificación del organismo al efecto competente",
dicho documento debería consistir en una certificación negativa de la
337

Dirección General de Transacciones Exteriores -en adelante DGTE-87


en la que se hiciera constar que el art. 1 del Real Decreto 1816/1991
sigue vigente y no se ha dictado norma alguna que lo modifica,
oo

estableciendo otro tipo de restricciones . En definitiva, acreditar la


vigencia y contenido de una norma de derecho escrito, interno y
general supondría equipararla, en términos de eficacia, a una norma
de derecho extranjero (art. 12.6 CC).

Y, en tercer lugar, por lo que respecta a la certificación de la


DGTE en la que se haga constar que la transacción exterior está
autorizada, no puede dejar de señalarse la imposibilidad de cumplir
dicha exigencia en la mayoría de las hipótesis ceñidas al ámbito de
nuestro trabajo. Dejando a un lado normas específicas, con excepción
de los supuestos contemplados en los arts. 3 y 4 del Real Decreto
QO
1816/1991 , la práctica totalidad de las transacciones exteriores, y
sobre todo de aquéllas para cuya ejecución se libra una letra de
cambio, pagaré o cheque, resultan legalmente permitidas en España.

Los arts. 1435.1.2° y 1436.2 LEC parten de un contexto de


control de cambios basado, esencialmente, en restricciones; o, mejor,
en una dualidad de categorías: operaciones liberalizadas que pueden
ser realizadas por cualquier residente español, y operaciones que sólo
pueden ser efectuadas si se ha obtenido la correspondiente
autorización administrativa. Este sistema, que era el que estaba
vigente en la época en la que fueron redactados los citados preceptos
por la Ley de Reforma Urgente de 1984 90, ha sido radicalmente

87
.- A la DGTE corresponde, de conformidad con lo establecido en el art. 11.3.a del Real
Decreto 1816/1992, establecer los controles sobre las transacciones exteriores y/o los
cobros, pagos o transferencias con el extranjero que queden sujetas a prohibición o
limitación.
88
.- Vid. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., págs.
65 y 66.
89
.- Vid. supra, pág. 329.
90
.- Vid. por todos, CORTES DOMÍNGUEZ, Comentarios a la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento civil, cit., págs. 699 y ss., en las que analiza la nueva redacción de los
arts. 1435 y 1436 LEC dada por la Ley 34/1984, de 6 de agosto, de Reforma Urgente de
la Ley de Enjuiciamiento civil.
338

modificado por el Real Decreto 1816/1991. Como se ha puesto de


relieve 91, en la actualidad la regla general es la total liberalización de
las transacciones exteriores, y la excepción, que en sede de juicio
ejecutivo cambiario es todavía más excepcional, la exigencia de
autorización administrativa previa. Esta discordancia puede dar lugar
a confusiones, o incluso en el peor de los casos, a vulneraciones del
derecho a la tutela judicial efectiva que se produciría si el Juez
denegara el despacho de la ejecución por faltar la correspondiente
autorización administrativa.

Teniendo en cuenta lo expuesto, puede concluirse, que una vez


solicitado el despacho de la ejecución en moneda extranjera admitida
a cotización oficial, el Juez deberá autorizarlo sin más trámites y,
desde luego, sin necesidad de la certificación. Dicha conclusión, aun
cuando pudiera parecer contra legem, no es más que la consecuencia
jurídico-procesal de la modificación de la norma sustantiva.

Sin embargo, no debe restarse importancia a la inseguridad


jurídica que generan los preceptos de los arts. 1435.1.2° y 1436.2 in
fine. Por este motivo, estimamos que los citados preceptos de la LEC
hubieran debido adaptarse • a la nueva normativa de control de
cambios. Con la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas Urgentes de
Reforma Procesal, el legislador ha perdido una oportunidad
extraordinaria para soslayar el desfase entre la normativa procesal y la
sustantiva.

d) Momento al que deben entenderse referidos los requisitos del


artículo 1435.1.2° LEC.

La determinación del momento al que ha de referirse el


cumplimiento del doble requisito que prescribe el art. 1435.1.2° es

".- Vid. supra, pág. 328.


339

una operación, hasta cierto punto compleja, al no poderse realizar


conforme a unos criterios generales o unitarios.

Desde una óptica procesal, es claro que la convertibilidad y la


admisión a cotización oficial de la moneda extranjera objeto de la
reclamación, así como la autorización administrativa o la
liberalización del pago en dicha moneda, son presupuestos ineludibles
para que el despacho de la ejecución pueda tener lugar. En una
primera aproximación, se puede afirmar que el momento al que ha de
remitirse el cumplimiento de este doble presupuesto es el de la
presentación de la demanda ejecutiva. Ambos requisitos se inscriben
en el ámbito de la protección jurisidiccional del derecho de crédito
incorporado al título.

Con el fin de analizar la cuestión que nos ocupa con mayor


rigor, comprobaremos la viabilidad de la hipótesis establecida en el
párrafo anterior respecto de cada uno de los requisitos exigidos por la
LEC.

a') Admisión a cotización oficial.

A nuestro entender, no puede despacharse ejecución si, en el


momento de la presentación de la demanda, la moneda extranjera no
está admitida a cotización oficial, aun cuando sí lo estuviera en el
momento de libramiento del título ejecutivo, pues, no podrá
determinarse mediante una simple operación aritmética si la deuda en
moneda extranjera tiene acceso al juicio ejecutivo. Tampoco podrá
despacharse ejecución en el caso opuesto -esto es, la moneda
extranjera no está admitida a cotización oficial en el momento del
libramiento pero sí cuando se presenta la demanda ejecutiva- ya que
los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH subordinan la validez y la existencia
del título cambiario, y por consiguiente del título ejecutivo (art.
1429.4° LEC), a la admisión a cotización oficial de la moneda
340

extranjera cuando se libra el título. En definitiva, la moneda


extranjera en la que se expresa la suma cambiaria debe estar admitida
a cotización oficial, no sólo en el momento de presentación de la
demanda, sino en un momento anterior (fecha de libramiento)92.

En relación con este tema, se ha afirmado que si la moneda


extranjera deja de ser objeto de cotización por el Banco de España
durante la tramitación del juicio ejecutivo, "el proceso debe terminar
con sentencia absolutoria"93. A nuestro entender, la anterior
aseveración es errónea incluso en sus fundamentos puesto que en el
juicio ejecutivo no puede hablarse, en rigor, de sentencia absolutoria.
Por otra parte, al haber sido comprobada de oficio la admisión a
cotización oficial de la moneda extranjera y haber acreditado el
ejecutante la equivalencia en pesetas "a los efectos establecidos en el
párrafo cuarto del artículo 1440", el problema se desplaza al momento
del pago. En este sentido, para hallar una solución a la incertidumbre
surgida de la imposibilidad de satisfacer la deuda en la moneda
pactada, debe acudirse al art. 47 LCCH que establece el régimen de
pago de los títulos cambiarios en moneda extranjera94.

En concreto, el párrafo segundo del art. 47 LCCH sanciona el


poder liberatorio de la moneda nacional únicamente para el supuesto
en que la entrega de la moneda pactada devenga imposible. En el
citado precepto se dispone que: "Si no fuera posible efectuar el pago
en la moneda pactada, por causa no imputable al deudor, éste
entregará el valor en pesetas de la suma expresada en la letra de
cambio, determinándose dicho valor de acuerdo con el cambio
vendedor correspondiente al día del vencimiento. (...)". Así, pues, en

92
.- Vid. en este sentido, IGLESIAS PRADA, "EI libramiento de la letra de cambio", cit.,
lug. cit., pág. 398.
93
.- CORTES DOMÍNGUEZ, Comentarios a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento
civil, cit., pág. 704.
94
.- El art. 47 LCCH es aplicable también al pagaré por remisión del art. 96 LCCH. En
cuanto al cheque, el art. 142 LCCH establece un régimen de pago en moneda extranjera
sustancialmente idéntico al previsto para la letra de cambio y el pagaré.
341

el juicio ejecutivo cambiario la imposibilidad de entregar la especie


monetaria pactada es presupuesto del poder liberatorio del pago en
moneda nacional 95. La imposibilidad a que hemos hecho referencia
debe ser objetiva, ya que el art. 47.2 LCCH subordina la satisfacción
en pesetas de la deuda cambiaria a que la entrega de la moneda
extranjera no sea posible "por causa imputable al deudor", y puede
proceder, v. gr. de alguna de estas causas: de la inexistencia material,
en el momento del pago, de la moneda extranjera necesaria para
efectuar el pago; o, de normas que ordenen la retirada de la
circulación de tal moneda, o limiten o prohiban la circulación de la
misma.

Sin embargo, en el supuesto que ahora nos ocupa no tienen por


qué surgir, de forma inevitable, dificultades para efectuar el pago en
la moneda pactada. La admisión a cotización oficial es, en principio,
un presupuesto de la adquisición de la moneda necesaria para el pago
a través de las entidades registradas. Decimos "en principio" porque
la no fijación de un cambio oficial respecto de una divisa no es, en
todo caso, un obstáculo para su adquisición%.

95
.- En efecto, la imposibilidad de efectuar el pago en moneda extranjera se erige en
presupuesto del pago en moneda nacional en el juicio ejecutivo cambiario. En cambio, en
sede de juicio ejecutivo ordinario, el art. 1445.4 LEG otorga al deudor una. facultas
solutionis para pagar libremente en pesetas, siempre que acredite su convertibilidad a la
moneda extranjera objeto de la obligación. SENES MOTILLA, (Las obligaciones en
moneda extranjera. Su tratamiento procesal, cit., págs. 192 y ss.), se pronuncia en contra
de la mencionada opción legal concedida al deudor por ser una medida que se opone a
los principios informadores del régimen jurídico de las deudas en divisas (cfr. art. 1170.1
CC), así como a los presupuestos determinantes del despacho de la ejecución en moneda
extranjera.
96
.- Como ya se indicó en el Capítulo Tercero (vid. supra, pag. 159), el hecho de que una
divisa no sea objeto de cotización por el Banco de España no impide que pueda ser
libremente negociada por parte de las Entidades operantes en el mercado de divisas.
342

b') Autorización de la obligación de pago.

La autorización administrativa de la obligación de pago en


moneda extranjera deberá acompañarse a la demanda ejecutiva
siempre que la transacción concreta con el exterior o la operación de
cobro o de pago que de ella resulte no se halle liberalizada -supuestos
que de acuerdo con la normativa vigente serán muy excepcionales-.
La regularidad administrativa de los negocios jurídicos de cuyo
cumplimiento se deriven cobros o pagos entre residentes y no
residentes, o transferencias al o del exterior, así como de tales cobros
y pagos (es decir de la disponibilidad de la moneda) es exigible en el
momento de la presentación de la demanda, y no en un momento
anterior 97. Es decir, el régimen de control de cambios no debe
repercutir en el régimen jurídico privado de la contratación. Las
restricciones derivadas del control de cambios -cuya finalidad no es
otra que controlar o restringir la adquisión y transferencia de divisas
al o del exterior- afectan a la fase de ejecución del negocio jurídico,
esto es, a las modalidades de ejecución de la obligación de pago, que
eventualmente se realizará mediante la entrega de la suma equivalente
en moneda nacional (arts. 47, 96 y 142 LCCH), pero no a la válida
constitución del negocio jurídico que tan sólo requiere:
consentimiento libre de los contratantes, objeto cierto y causa lícita de
QO

la obligación que se establezca (art. 1261 CC) . En otro caso se


produciría una injusta exoneración de la responsabilidad del deudor".

97
.- En contra CORTES DOMÍNGUEZ, (Comentarios a la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento civil, cit., pág. 704) para quien la adecuación del negocio jurídico a la
legislación sustancial en materia de control de cambios se predica del momento de la
celebración del negocio, de tal forma que "siendo legal el negocio jurídico en el
momento de su celebración, nada importa que posteriormente esa consideración quede
modificada por un cambio de la Ley vigente en materia de control de cambios".
98
.- En la STS (1.a), de 11 de octubre de 1991 (RAJ 6914) se afirma la licitud de un pacto
en moneda extranjera.
".- Vid. en este sentido SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., págs. 66 y 67.
La naturaleza jurídica de la autorización administrativa en el ámbito del control
de cambios y sus repercusiones y efectos en los negocios jurídicos privados ha sido
ampliamente estudiada por BONET CORREA; vid., entre sus trabajos, los siguientes:
"La validez de los contratos afectados por el régimen de control de cambios", en Anuario
343

La infracción de las normas de control de cambios podrán dar lugar a

de Derecho Civil, tomo XIII, fascículo I, enero-marzo 1960, págs. 262 y ss.; "Negocios
jurídicos en moneda extranjera y autorización administrativa", en Anuario de Derecho
Civil, tomo XXrV, fascículo I, enero-marzo, 1971, págs. 149 y ss. Para BONET la
autorización administrativa, en el ámbito de los negocios jurídicos en moneda extranjera,
no es un elemento constitutivo, sino tan sólo un condicionamiento de su eficacia ("una
simple modalidad para su eficacia"). Las normas de control de cambios, no tienen por
objeto disciplinar la formación del negocio jurídico, sino que "se refieren a un aspecto
parcial de los mismos, a la habilitación que impone el poder público en cuanto al
ejercicio de una actividad concreta respecto de las monedas y divisas que han de
traspasar las fronteras del país". En definitiva, su finalidad es la defensa de la moneda
nacional. Además, al existir la posibilidad de obtener la autorización administrativa ex
post fació queda claro que el defecto es subsanable y, por tanto, la autorización más que
afectar a la validez de los actos del negocio jurídico incide en su ejercicio y
desenvolvimiento. Esta es también la tesis defendida por DESANTES REAL; cfr.
"Inversiones extranjeras y autorización administrativa previa: repercusiones en los
contratos privados subyacentes", en La Ley, 1991-1, págs. 1056 y 1057; y Las
obligaciones contractuales internacionales en moneda extranjera, cit., págs. 212 y ss.
La jurisprudencia del TS mantiene una postura similar; cfr. entre otras las SSTS
a
(1. ) de 8 de abril de 1958 (RAJ 1467); de 13 de octubre de 1983 (Col. Leg. num. 504),
en cuyo considerando tercero se declara que "las normas administrativas, fiscales y
penales que se citan en modo alguno obstan a la eficacia civil del contrato"; y de 12 de
enero de 1989 (RAJ 100).
Sin embargo, debe señalarse que no hay unanimidad en torno a este tema. Así, se
ha sostenido que la infracción de la normativa de control de cambios genera la nulidad
del negocio, pues, no puede ser civilmente válido un acto que al propio tiempo es ilícito
desde el punto de vista penal o administrativo. Aunque se precisa que en los supuestos en
que las operaciones están sometidas a meros controles (verificación previa,
comunicaciones, etc.), la inobservancia de los mismos no afecta a la validez del negocio,
sino que sólo impide el pago; vid. PAZ-ARES, Comentario del Código civil, tomo II, cit.,
págs. 218 a 220.
Desde una óptica distinta a la anterior, se ha afirmado que la autorización
administrativa constituye un elemento propio del negocio jurídico, siendo éste válido si
cuenta con ella; vid. en este sentido, MARTIN-RETORTILLO, "Transmisión de minas.
Necesidad de autorización administrativa", en Anuario de Derecho Civil, tomo XII,
fascículo I, enero-marzo, 1959, págs. 235 y ss. Ahora bien, debe puntualizarse que la
concepción de la autorización administrativa como una auténtica conditio iuris se hizo
desde el estudio de la Ley de Minas de 19 de julio de 1944 (derogada por la Ley de
Minas de 21 de julio de 1973) de la que se infiere que la" propiedad minera no es una
clase o categoría de la ordinaria. El CC conceptúa la propiedad minera como especial
(art. 427) y la doctrina la enmarca en la categoría de los derechos reales
administrativamente estructurados,
Por su parte, DIEZ-PICAZO al estudiar la repercusión de la exigencia de
autorización administrativa en el régimen jurídico de las obligaciones, concluye que un
pronunciamiento definitivo sobre el tema exige una interpretación pormenorizada de las
normas que imponen las autorizaciones administrativas y las sanciones que de su
violación se derivan. Si el resultado de la exegesis fuera la nulidad del contrato por
infringir normas imperativas, éste "deberá ser considerado como nulo con nulidad
radical, por consiguiente, alegable por cualquier interesado", vid. Fundamentos del
Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 280 y 281.
344

la imposición de sanciones administrativas y, en su caso, constituirán


delito monetario 10°.

III. DEUDA SUPERIOR A 50.000 PESETAS.

1. Cuantía mínima del juicio ejecutivo cambiario.

La deuda cambiaría cuya ejecución se reclama ha de ser


superior a 50.000 pts. (art. 1.435.1 LEC). Este límite fue fijado por la
Ley 34/84, de 6 de agosto, de Reforma Urgente de la LEC. La Ley
10/1992, de 30 de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal no
modificó la cuantía mínima para el despacho de la ejecución. La
opción legislativa de mantener la cuantía del juicio ejecutivo ha
supuesto la ruptura de una tradición observada por las leyes de
reforma de la LEC, en las que a una elevación de la cuantía máxima
del juicio verbal correspondía un aumento de la cuantía mínima del
juicio ejecutivo.

En efecto, ya en la primera redacción de la Ley de


Enjuiciamiento civil de 1881 se fijó el tope máximo del juicio verbal
en 250 pesetas (art. 486), superándose dicha cantidad se accedía al
juicio ejecutivo (art. 1435)101. "Y esta correlación que expresamente

100
.- El art. 10 RD 1816/1991, de 20 de diciembre, regula los supuestos constitutivos de
infracción administrativa. Al establecer el citado RD un sistema de control de cambios
mucho más liberalizador que su precedente -el RD 2402/1980, de 10 de octubre- y eximir
de la necesidad de autorización administrativa a la mayor parte de las transacciones y
transferencias con el exterior, han quedado vacíos de contenido la práctica totalidad de
los tipos penales contemplados en el art. 6 de la Ley Orgánica 10/1983, de 16 de agosto.
La única operación que puede dar lugar a un delito monetario es la salida física, sin
autorización previa, de moneda y cheques bancarios al portador por importe superior a
cinco millones de pesetas. Vid. supra, nota 71.
"".- Se ha consultado la Ley de Enjuiciamiento Civil, edición oficial, Imprenta del
Ministerio de Gracia y Justicia, Madrid, 1881.
345

se señaló entonces entre el límite máximo del verbal y el mínimo del


ejecutivo, llegó a imponerse de tal forma que cuando por Ley de 12
de febrero de 1924 se elevó la cuantía del juicio verbal a 1.000
pesetas, se entendió automáticamente elevada la cifra mínima del
ejecutivo a tal cantidad, y fue tal la fuerza de convicción del
argumento que, sin expresa disposición, se vino así entendiendo en la
práctica diaria de los Tribunales, en la general opinión de los
tratadistas y en las colecciones legislativas en uso" 102. Esta
correlación se mantuvo en la Ley de 23 de julio de 1966, de Reforma
Parcial de la LEC (RAL 1391)103, y en la Ley 34/84, de 6 de agosto,
de Reforma Urgente de la LEC.

En la LEC de 1855 no se determinó de forma expresa cuál debía ser la cuantía


mínima de la deuda pecuniaria para tener acceso al juicio ejecutivo. Vid. supra, Capítulo
Primero, pág. 29.
102
.- En estos términos se expresaba la Exposición de Motivos de la Ley de 23 de julio de
1966, de Reforma parcial de la LEC. Términos que, al parecer, no eran fiel reflejo de lo
que realmente aconteció: a partir de las reformas cuantitativas de competencia operadas
en la Justicia municipal, en particular por la Ley de Justicia Municipal de 5 de agosto de
1907 y la Ley de Bases de la Justicia Municipal de 19 de julio de 1944, la cuantía
mínima de los juicios ejecutivos fue no sólo discutida doctrinalmente, sino que, en el
ejercicio de su función jurisdiccional, Tribunales y Juzgados emitían sobre unos mismos
supuestos pronunciamientos diferentes. Vid. sobre el particular, PÉREZ FERNANDEZ,
"Juicio ejecutivo: la "summa executiones". Criterios doctrinales para su determinación:
consideraciones en torno a un posible error de competencia", en Revista de Derecho
Privado, 1955, págs. 37 a 48; REYES MONTERREAL, El llamado judo ejecutivo en la
L.E.C, española, I, cit., págs. 129 a 132; LAÑÓLE, Manual de Derecho mercantil
español, tomo II, cit., págs. 402 a 404.
l03
.- La correlación entre ambas cuantías viene ampliamente razonada en la Exposición
de Motivos de la Ley de 1966, en la que se dice: "La cuantía del título ejecutivo ha sido
siempre coincidente con el límite de aplicación del juicio verbal. Se concibió el juicio
ejecutivo para alcanzar la rápida efectividad de los créditos dinerarios o fácilmente
convertibles a metálico, pero sólo a partir de un cierto límite que justificara la puesta en
marcha del complejo mecanismo de una ejecución anticipada, lo que se estimó
innecesario para las reclamaciones de mínima entidad, respecto de las cuales se arbitró
un proceso más rápido y sencillo, en armonía con los intereses que en él se ventilan, y
que igualmente garantizaba frente a posibles insolvencias, pues si el título invocado
reunía las características del ejecutivo, podría alcanzar el previo aseguramiento con el
embargo preventivo, no sometido a cautela en estos casos". Los créditos, cuya cuantía no
excedía de 10.000 pesetas, documentados en un título ejecutivo, obtuvieron una mayor
protección y seguridad en su realización a través de la modificación del art. 1401 LEC,
destinado a la regulación del embargo preventivo, "excluyendo la necesidad de que
concurran los requisitos del número dos del artículo 1400, cuando el título sea uno de los
señalados en los números 1, 4, 5 y 6 del artículo 1429 y se solicite el embargo por escrito
con firma de letrado".
346

Sin embargo, la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas


Urgentes de Reforma Procesal ha elevado la cuantía máxima del
juicio verbal a 80.000 pesetas pero no ha modificado la cuantía del
juicio ejecutivo, que debe ser superior a 50.000 pesetas; medida que
ha sido acogida de forma favorable por la doctrina 104. Los motivos de
la decisión del legislador pueden ser varios, v. gr.: entender que las
circunstancias socio-económicas, que en su día exigieron la elevación
de la cuantía mínima del juicio ejecutivo, no han experimentado un
cambio sustancial; cierta desconfianza hacia la teórica eficacia y
agilidad del juicio verbal; no querer privar a los créditos que, o bien
constan de forma fehaciente, o bien están expresados en documentos
de uso corriente en el tráfico comercial, de la entrada directa en la vía
ejecutiva. En realidad, los posibles motivos anotados se podrían
resumir en uno: no restringir el ámbito de aplicación del juicio
ejecutivo, en un momento en que en el ámbito jurídico de la Unión
Europea se está reclamando, para un correcto funcionamiento del
mercado interior común, la protección de las empresas a través de
cauces procesales que permitan una rápida concesión de la tutela
jurídica 105.

l04
.- Cfr. MONTERO AROCA, La reforma de los procesos civiles.(Comentario a la Ley
10/1992, de Medidas Urgentes de Reforma procesal), cit., pág. 59.
La no elevación de la cuantía mínima del juicio ejecutivo a 80.000 pesetas fue
defendida por SERRA DOMÍNGUEZ alegando que el juicio ejecutivo se rige por
criterios totalmente distintos de los que presiden los juicios declarativos ("Notas en torno
al anteproyecto de Ley de Medidas Urgentes de Reforma Procesal", en Justicia 92, núm.
1, pág. 16).
l05
.- Con la finalidad señalada, la doctrina alemana aboga por la introducción del
procedimiento monitorio en aquellos ordenamientos en los que aún no se halla regulado
(Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Irlanda, Portugal y España). Vid. al
respecto WOLF, "Abbau prozessualer Schranken im europäischen Binnenmarkt", en
Wege zu einem europäischen Zivilprozeßrecht, Tübinger Symposium zum 80. Geburtstag
von Fritz Baur, Tübingen, 1992, pág. 63, en la que textualmente se dice lo siguiente: "Zur
Verwirklichung des Binnenmarkts muß den Unternehmen deshalb die Benutzung eines
Mahnverfahrens mit seinen Vorteilen für die rasche Rechtsdurchsetzung grundsätzlich
auch in anderen Mitgliedstaaten, die ein solches Verfahren bisher nicht kennen, zur
ungehinderten Ausübung ihrer Geschäftstätigkeit zur Verfügung gestellt werden".
La doctrina procesal y el legislador español no han ignorado las ventajas
económicas y sociales que pueden derivarse de un instituto procesal como es el
procedimiento monitorio. Varias iniciativas, desde diferentes ámbitos, lo corroboran.
347

A nuestro entender, el requisito de la cuantía mínima para


despachar ejecución carece en la actualidad de excesiva relevancia.
Debido a las condiciones económicas de nuestro país, las letras de
cambio, cheques y pagarés suelen contener obligaciones de pago
superiores a 50.000 pesetas. Por otra parte, el límite cuantitativo
mínimo para acceder al juicio ejecutivo, puede obtenerse mediante la
adición de varios títulos (art. 1435.2 LEG).

Así, un grupo de Profesores de Derecho procesal elaboraron una propuesta con la


intención de introducir en la Ley de Enjuiciamiento civil el procedimiento monitorio (cfr.
Proyecto de corrección y actualización de la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo II,
Madrid, 1974, págs. 161 y ss.).
En 1983 el Grupo Parlamentario Popular del Congreso presentó una Proposición
de Ley para la "introducción en nuestro ordenamiento procesal del llamado Juicio
monitorio" (BOCG, Congreso de los Diputados, II Legislatura, Serie B: Proposiciones de
Ley, 26 de sptiembre de 1983, núm. 55-1, págs. 235 a 237).
El Grupo Parlamentario Catalán Convergència i Unió presentó al Congreso de
los Diputados una proposición de Ley Orgánica de justicia municipal especial de la
ciudad de Barcelona en cuyo art. 4 se establecía que los "Jueces Municipales conocerán,
en el orden civil: (...) c) De los procesos monitorios para la reclamación de deudas no
superiores a 250.000 pesetas" (Vid. Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de
los Diputados, de 10 de abril de 1991, núm. 84-1).
Ninguna de las anteriores iniciativas llegaron a cristalizar.
LORCA NA VARRETE (El procedimiento monitorio civil, cit., passim) tras
realizar una justificación del procedimiento monitorio en el derecho procesal moderno,
señalar sus ventajas y analizar algunas hipótesis de derecho comparado, formula unas
bases para la introducción efectiva del procedimiento monitorio en el ordenamiento
jurídico español. GUTIERREZ-ALVIZ CONRADI ("Actualidad del procedimiento
monitorio civil", cit., lug. cit., págs. 25 a 33) también aboga por la futura regulación del
procedimiento monitorio.
El intento de introducir en nuestro ordenamiento jurídico el procedimiento
monitorio no es un fenómeno reciente. En efecto, FAIREN GUILLEN ("La futura
sistematización de los procedimientos civiles españoles", cit., lug. cit., págs. 768 a 773)
era partidario de la regulación del proceso monitorio. HERCE QUEMADA ("La
proliferación de tipos procedimentales civiles en primera instancia", cit., lug. cit., 140)
consideraba que debía mantenerse el juicio ejecutivo pero cambiando su impropia
denominación por la de proceso monitorio documental. A su vez, planteó la necesidad de
establecer el denominado proceso monitorio puro, caracterizado por su extraordinaria
rapidez de sustanciación y, por ello, de gran eficacia para el tráfico profesional y
mercantil. GUTIÉRREZ DE CABIEDES ("Aspectos jurídicos y dogmátivos del juicio
ejecutivo y del proceso monitorio en España", cit., lug. cit., págs. 451 a 458) se
muestraba también favorable a la implantación del proceso monitorio en España, pero sin
prescindir del juicio ejecutivo, pues estimaba que ambos procesos son complementarios.
348

Los factores que han de ser computados, a efectos de alcanzar


el límite expresado, vienen establecidos en el art. 66 LCCH en el que
se dispone que: "La letra de cambio tendrá aparejada ejecución a los
efectos previstos en los artículos 1.429 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, por la suma determinada en el título y por las
demás cantidades, conforme a los artículos 58, 59 y 62 de la presente
Ley, sin necesidad de reconocimiento judicial de las firmas" 106. En
este artículo se concreta una de las especialidades del juicio ejecutivo
cambiario frente al que hemos denominado común u ordinario.
Recordemos que en este último la cantidad ejecutiva es la que se
reclama como principal -es decir, la que figura en el título-, no
pudiendo completarse la summa executiones con cantidades ajenas al
título, que, pactadas o no, se hayan devengado como intereses, o las
que se pidan para el pago de las costas 107.

El contenido económico de la acción cambiaria se encuentra


î no
detallado en los arts. 58 y 59 LCCH . Lo dispuesto en los dos
artículos citados es aplicable, indistintamente, a la acción cambiaria
directa y a la de regreso, así como a la acción cambiaria ejecutiva y a
la declarativa. El elemento diferencial entre ambos preceptos reside
en la legitimación activa: en el supuesto de hecho del art. 58 la acción
cambiaria es ejercitada por el tenedor, mientras que en el del art. 59
interpone la acción quien hubiera reembolsado el importe de la letra.

106
.- De lo dispuesto en el art. 66 LCCH se infiere que no coincidirá el importe de la letra
con la suma reclamada, lo que en ningún caso afectará a su liquidez, ya que dicha suma
es susceptible de ser determinada por un simple cálculo aritmético. Vid. en este sentido,
SAP de Toledo, Secc. 1a, de 10 de mayo de 1993 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 22,
1993, págs. 2324 y 2325).
107
.- Cfr. por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 32.
l08
.- No examinaremos el supuesto recogido en el art. 62 LCCH -letra de resaca-, pues, se
trata de una forma extrajudicial de hacer efectiva la responsabilidad cambiaria.
349

En el párrafo primero del art. 58 LCCH se dispone que la


reclamación comprende:

" 1.° El importe de la letra de cambio no aceptada o no pagada,


con los intereses en ella indicados conforme al artículo 6 de esta
Ley"109.
Si no se indica otra fecha al efecto, estos intereses se cuentan a
partir de la fecha de emisión de la letra de cambio -art. 6.3 LCCH-, y
deben estimarse producidos hasta el día del vencimiento. Una vez
liquidados se acumularán al importe de la letra, de modo que la suma
de ambas cantidades constituye el principal de la letra a la fecha del
vencimiento. Esta es la cantidad a la que se refiere la siguiente
partida.

"2.° Los réditos de la cantidad anterior devengados desde la


fecha del vencimiento de la letra calculados al tipo de interés legal del
dinero incrementado en dos puntos" no.
El cálculo del importe se lleva a cabo, según los casos, con
arreglo: al interés legal del dinero incrementado en dos puntos,
cuando se trate de letras que no incorporen cláusula de interés ' ' ' ; o al
interés pactado en el título, cuando se trate de letras en las que, de

l09
.- Sobre la cláusula de intereses, desde la perspectiva del art. 1.2 LCCH, Vid. supra,
Capítulo Tercero, pág. 144.
"°.- Estos intereses han sido asimilados a los intereses procesales ex art. 921.4 LEG. En
este sentido, vid. GARCÍA LUENGO y SOTO VAZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de
la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 243; VÁZQUEZ
IRUZUBIETA, Comentarios al Código de Comercio y legislación mercantil especial,
tomo XIX, Ley Cambiaria y del Cheque, cit., pág. 310.
A nuestro entender esta equiparación no es correcta, pues, los intereses del art.
58.2 LCCH se producen por el simple hecho de demora en el pago de la deuda cambiaria
y no son una sanción a una conducta procesal contumaz u obstativa. Sobre los intereses
procesales, su naturaleza y cuantificación, vid. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal
civil, III, cit., págs. 197 a 207.
'".- Según la Disposición adicional tercera del Real Decreto-Ley 12/1995, de 28 de
diciembre, sobre medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera, el
interés legal del dinero queda establecido en el 9 por 100 hasta el 31 de diciembre de
1996 (vid. el art. 1 de la Ley 24/1984, de 29 de junio, sobre Interés Legal del Dinero,
modificado por la Disposición adicional quinta de la Ley 13/1994, de 1 de junio, de
Autonomía del Banco de España).
350

conformidad con lo dispuesto en el art. 6 LCCH, pueda insertarse la


cláusula de intereses y se haya hecho uso de la autorización legal 112

"3.° Los demás gastos incluidos los del protesto y los de las
comunicaciones".
La fórmula amplia, utilizada en la redacción de este precepto y
que engloba todos aquellos gastos necesarios para el mantenimiento
de los derechos cambiarios, ha sido criticada por la doctrina por su
imprecisión y por resultar "excesivamente favorecedora de la posición
jurídica del tenedor y, por tanto, rigurosa frente a los obligados
cambiarios", pues, mediante el reconocimiento de la exigibilidad de
los gastos en términos tan generales "se está permitiendo que se
reclamen, incluso en vía ejecutiva y so pretexto de su carácter
accesorio, sumas relevantes cuya cuantía se determina sin
participación directa o indirecta del deudor, sin el respaldo de la
autoridad pública reconocida y sin constancia en ninguna de las
formas previstas en el art. 1.429 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil"113.
En el concepto de gastos pueden entenderse los desembolsos
realizados por falta de aceptación o de pago del título cambiario. Así,
se entienden comprendidas las comisiones y los gastos de devolución,
que las entidades de crédito suelen cobrar cuando resultan
insatisfechas las letras de cambio negociadas y presentadas al cobro a
través de ellas, y los impuestos que graven dicha operación 114. En

"2.- Vid. en este sentido PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías",
cit., lug. cit., pág. 676; VAZQUEZ IRUZUBIETA, Comentarios al Código de Comercio
y legislación mercantil especial, tomo XIX, cit., pág. 310. Sin embargo, para VÁZQUEZ
BONOME (Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 280) el interés para calcular el
importe al que se refiere el art. 58.1.2° LCCH no será otro que el tipo de interés legal del
dinero incrementado en dos puntos, que esté vigente el día en que se ejercite la acción.
"3.- PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarias", cit., lug. cit., págs.
676 y 677.
"V Vid. en este sentido, GARCIA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen
jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 244; y
PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarias", cit., lug. cit., pág. 676. Este
último autor sostiene que el carácter manifiestamente indemnizatorio de la norma del art.
58.1.3° LCCH -que aproxima la responsabilidad por falta de pago a la propia del deudor
351

cambio, no son repetibles frente al obligado cambiario los gastos


producidos por el tenedor de la letra de cambio, bien para gestionar el
pago (comisiones por gestión de cobranza), bien para obtener
anticipadamente el importe de la letra (gastos, intereses y comisiones
por la operación de descuento), pues, son gastos que se producen sean
o no atendidas las letras a su vencimiento y en beneficio exclusivo de
dicho tenedor 115.
En aquellos casos en los que no sea necesario el protesto para la
conservación de la acción cambiaría, esto es, cuando se ejercita la
acción directa o cuando consta en la letra de cambio la declaración
sustitutoria del protesto (art. 51.2 LCCH), no pueden repercutirse los
gastos derivados del mismo. En el supuesto de que en la cambial
figurara la cláusula "sin protesto", la exigibilidad de los gastos del
protesto dependerá de quién hubiera insertado aquélla. Si la cláusula
procede del librador surte efectos con relación a todos los firmantes, y
si a pesar de ella el tenedor levanta el protesto deberá correr con los
gastos del mismo. En cambio, si la cláusula hubiera sido puesta por
un endosante o un avalista sólo causa efectos con relación a éstos y
los gastos del protesto les son reclamables (art. 56.3 LCCH).
La inclusión, entre los gastos reclamables, del importe de las
comunicaciones, aun cuando éstas no constituyan un requisito

doloso del art. 1107 CC- conlleva la exigibilidad de los gastos bancarios derivados de la
falta de pago.
"5.- Vid. VAZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 280. Este es
también el criterio mantenido por la jurisprudencia. Entre otras resoluciones pueden
consultarse, SAP de Zaragoza, Secc. 4a, de 2 de julio de 1990 (RGD. núm. 571, abril
1992, págs. 3543 y 3544); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 1 de diciembre de
1993 (RGD, núm. 594, marzo 94, págs. 2880 y 2881); SAP de Girona, Secc. 2a, de 17 de
septiembre de 1993 (RGD, núms. 604-05, en.-febr. 95, págs. 1414 y 1415); y SAP de
Córdoba, Secc. 3a, de 15 de julio de 1994 (RGD, núms. 613-614, oct.-novbre 95, págs.
12709 a 12711) en la que se fundamenta la exclusión de los gastos de descuento o
negociación sosteniendo que "más que gastos en realidad se trata de un beneficio en
favor del librador descontatario por cobrar el crédito inherente a la letra antes de su
vencimiento, que a su vez representa el interés o ganancia del banco descontante",
mientras que "los gastos a que el librador tiene que hacer frente en favor de la entidad
bancaria por devolución de los efectos cuando las letras no se atiende a su vencimiento
(sic), han de considerarse como gastos nacidos de la propia letra, y, por ende, deben
considerarse incluidos en el artículo 58 de la Ley Cambiaria y del Cheque, siendo posible
su reclamación junto con el importe de la letra en vía ejecutiva".
352

necesario para la conservación de las acciones de regreso, es


consecuencia de la obligación impuesta por el art. 55 LCCH -"el
tenedor deberá comunicar..."- y de cuya inobservancia puede
derivarse una responsabilidad por daños y perjuicios.
En definitiva, con la expresión "los demás gastos", se pueden
incluir cualesquiera gastos legítimos que puedan producirse para el
mantenimiento de los derechos cambiarios o el ejercicio de las
acciones correspondientes, e incluso, para excluir la responsabilidad
por daños y perjuicios.
En el párrafo segundo del art. 58 LCCH se concreta la cantidad
a reclamar por el tenedor de la letra cuando ejercite la acción antes del
vencimiento. En este supuesto "se deducirá del importe de la letra el
descuento correspondiente". El descuento "se calculará al interés legal
del dinero vigente al día en que la acción se ejercite aumentado en dos
puntos".

Las partidas que puede reclamar quien reembolsó la letra se


detallan en el art. 59 LCCH. Estas son:

"1. La cantidad íntegra que haya pagado".


En la acción de reembolso el tenedor de la letra tiene derecho a
repetir todo lo pagado por él; es decir, todas las partidas enumeradas
en el art. 58. Ahora bien, si el ejecutante fue previamente demandado
y vencido en juicio no puede agregar a su reclamación el importe de
las costas que en aquél le fueron impuestas, puesto que no tienen
como causa inmediata la falta de aceptación o de pago de la letra, sino
el intento del requerido de eludir su obligación. Por ello, sería injusto
trasladar las consecuencias económicas de una determinada actitud al
patrimonio de otro obligado cambiario.
Por otra parte, si pagó más de lo debido, aunque le hubiese sido
reclamado, el ejecutante no debe quedar legitimado para exigir lo que
pagó en exceso 1I6.

"6.- Vid. sobre el particular, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones


cambiarías", cit., lug. cit., pág. 677.
353

Se ha afirmado que, para el ejercicio de la acción de reembolso,


la sola posesión del título cambiario no basta para establecer la
presunción de que ha sido satisfecha la deuda por el tenedor
material117. Desde esta perspectiva, se sostiene que es preciso que la
tenencia del título esté acompañada del documento que acredite que
ha sido la persona que ejercita la acción cambiaría la que ha pagado
su importe. Tal afirmación se funda en lo dispuesto por el art. 60.1
LCCH que otorga la facultad a todo obligado cambiario, de exigir al
tenedor, una vez efectuado el pago, la entrega de la cambial con el
protesto, en su caso, y la cuenta de resaca con el recibí. Esta tesis
atribuye a la cuenta de resaca una doble función: 1a. justificar la
legitimación cambiaria; y 2a. acreditar las cantidades desembolsadas
para repetirlas contra quien corresponda 1I8.
A nuestro entender, de la naturaleza de los títulos cambiarios
como títulos-valores a la orden "9, de las normas que determinan la
legitimación cambiaría (cfr. arts. 1.6, 19.1, 57.3 y 59 LCCH) y de las
que establecen los presupuestos de las acciones cambiarías (v. gr. arts.
49, 63 y 66 LCCH), puede sostenerse con rigor que la posesión de
una letra de cambio impagada por aquella persona que figura en la
misma como librador, tomador, endosante o avalista acompañada,
cuando sea necesario, por una copia del acta de protesto es suficiente
para la correcta determinación de la legitimación activa. La cuenta de
resaca con el recibí cumple exclusivamente con la misión de justificar

"7.- VICENT CHULIA (Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 713)
restringe la presunción de pago del art. 45.1 LCCH al concreto supuesto de hecho
contemplado en dicho precepto; es decir, al pago efectuado por el librado o
domiciliatario, por tanto, al pago extintivo de todas las obligaciones cambiarías y no a un
pago recuperatorio -esto es, el realizado por los obligados en vía de regreso y avalista del
aceptante-.
En contra, vid, entre otros, SÁNCHEZ CALERO (Instituciones de Derecho
mercantil, cit., págs. 415) y ALONSO SOTO ("El pago de la letra de cambio", cit, lug.
cit., pág. 626) quienes afirman que la presunción del art. 45.1 LCCH es también válida en
favor de cualquier otro deudor cambiario que ha satisfecho la deuda en vía de regreso.
ll8
.- Sobre la cuenta de resaca como documento que funda la legitimación activa en las
acciones cambiarías de reembolso, vid. ALONSO PRIETO, Siete estudios de Derecho
procesal cambiario, cit., págs. 65 a 89 (con abundante jurisprudencia al respecto); y
VÁZQUEZ DONÓME, Tratado de Derecho cambiario, cit., págs. 282 y 283.
"9.- Cfr. por todos, GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág. 723.
354

los importes de los gastos producidos. En suma, la legitimación activa


debe resultar de la propia cambial (más exacto: de la fuerza
legitimadora formal de ciertas cláusulas) y de su posesión, puesto que
ningún precepto de la LCCH ni de la LEC exige como requisito de
admisibilidad de la demanda ejecutiva que se acompañe la cuenta de
resaca 12°.

"2. Los intereses de dicha cantidad, calculados al interés legal


del dinero, aumentado en dos puntos, a partir de la fecha del pago".
Esto es, los intereses devengados desde el momento en que el tenedor
paga, hasta que cobra y se reembolsa lo pagado.

"3. Los gastos que haya realizado". Según PÉREZ DE LA


CRUZ BLANCO, la falta de concreción de este derecho del
reembolsante debe atemperarse por la actuación judicial, debiendo el
Juez proceder al examen previo de todas las partidas que integran la
reclamación del actor, sobre todo si es en vía ejecutiva, para excluir
aquellas que sean manifestaciones improcedentes, por inexistencia del
obligado nexo de causalidad con la conducta observada por el
deudor121.

120
.- Cfr. PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit., lug. cit., pág.
668.
Sobre esta cuestión, se ha declarado que, aun admitiendo que pueda oponerse la
falta de legitimación, la no presentación de dicha cuenta no impide el despacho de la
ejecución ni vicia de nulidad el título. Varias razones apoyan la anterior afirmación: la
ausencia en el CCom y en la LEC de preceptos que exijan que el tenedor de la letra haya
de justificar por escrito, además de la tenencia, la legitimación de la misma al llevarla
implícita el propio título, cuando se trata de personas que ya figuran en el mismo; el
válido ejercicio de la acción ejecutiva no requiere más que la aportación de la letra con
su protesto; no puede admitirse que la cuenta de resaca sea la que fundamente el derecho
y la acción que se ejercita; finalmente, cabría añadir que en la práctica mercantil y
bancaria hace tiempo que no se extiende cuenta de resaca, todo lo más nota de cargo.
Cfr., entre otras sentencias, SAT de La Coruña, Sala primera, de 20 de abril de 1987
(RGD, núm. 525, junio 1988, pág. 4089); SAP de Madrid, Secc. 12a, de 7 de marzo de
1989 (RGD, núm. 537, junio 1989, págs. 4018 a 4020) y SAP de Madrid, Secc. 12a. de 29
de enero de 1990 (RGD, núm. 548, mayo 90, págs. 3532 a 3534).
l21
.- PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, ob. cit., nota anterior, pág. 678.
355

Los arts. 58 y 59 LCCH son aplicables al pagaré por la


remisión que a los primeros efectúa el art. 96 LCCH. Por lo que se
refiere al cheque, el art. 153 LCCH declara aplicable a dicho título-
valor el art. 66 LCCH, aunque debe señalarse que ello no supone que
la cuantía ejecutiva deba determinarse según lo dispuesto en los arts.
58 y 59, pues, la LCCH prevé al respecto normas específicas: arts.
149 y 150. Sin embargo, por la identidad existente entre el contenido
de los preceptos citados, nos remitimos para el cheque a las
consideraciones hechas al analizar los arts. 58 y 59 LCCH 122. Si bien,
no podemos dejar de señalar unas particularidades que, derivadas de
su especial naturaleza jurídica, presenta el cheque en este ámbito. Por
ejemplo: la inexistencia de una norma similar a la del art. 58.2 LCCH,
pues, el cheque nace vencido; y, el ser solamente computables los
intereses legales, pues, el art. 113 LCCH dispone que toda cláusula de
intereses se tendrá por no escrita. Además, para obtener el total de la
cantidad a reclamar puede suceder que deba tenerse en cuenta otro
sumando, ya que para el caso del libramiento de un cheque sin
fondos, se computará el porcentaje y la indemnización que establece
el art. 149.4° LCCH 123.

2. Importe nominal superior, pero deuda inferior.

Un título cambiario de cuantía superior a 50.000 pesetas puede


perder, en un momento posterior al libramiento o, en su caso, a la
consignación del importe de la deuda cambiaría, la fuerza ejecutiva
como consecuencia de reducciones operadas en su cuantía. De un
examen de la LCCH se infiere que hay diversas circunstancias que
pueden conducir a ello:
l22
.- Sobre los elementos que pueden constituir el petitum de la acción de regreso por
impago del cheque, vid. ampliamente tratado, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL
CASTAÑO, El cheque, cit., págs. 309 a 314.
123
.- "El 10 por 100 del importe no cubierto del cheque y la indemnización de los daños y
perjuicios ..." (art. 149.4° LCCH).
356

a) La aceptación parcial. El art. 30.1 LCCH otorga al librado la


facultad de aceptar sólo una parte de la cantidad que consta en la letra
de cambio. En el supuesto de aceptación parcial la ejecutividad de la
letra está en función del sujeto contra el que se ejercita la acción
cambiaría. Si se ejercita la acción directa y la letra fue aceptada por
cantidad inferior a la señalada en el art. 1435 LEG, no podrá
despacharse ejecución frente al aceptante. En cambio, sí se
despachará ejecución frente a los obligados en vía de regreso
(librador, endosantes y sus respectivos avalistas) ya que el librador no
puede exonerarse de la garantía del pago (art. 11.2 LCCH), y el
endoso parcial es nulo (art. 15.2 LCCH).

b) El aval parcial puesto que la responsabilidad cambiaria del


avalista no puede exceder, en ningún caso, de la cuantía por la que
aquél fue prestado (arts. 35.1, 96.3 y 131.1 LCCH).

c) El pago parcial, pues, esta actividad implica una reducción


de la cuantía inicial (arts. 45.2 y 3, 96.1, 140.2 y 3 LCCH).

d) El descuento legal en el importe de la letra cuando se ejercita


la acción de regreso antes del vencimiento (art. 58.2 LCCH). La
acción de regreso antes del vencimiento puede interponerse en los
siguientes casos: cuando se deniegue total o parcialmente la
aceptación; cuando el librado, sea o no aceptante, se encuentre en
suspensión de pagos, quiebra o concurso o haya resultado infructuoso
el embargo de sus bienes; cuando el librador de una letra, cuya
presentación a la aceptación haya sido prohibida, se encuentre en
suspensión de pagos, quiebra o concurso (art. 50.2 LCH). El
descuento se calculará al interés legal del dinero, vigente el día en que
la acción se ejercite, aumentado en dos puntos.
El ejercicio de la acción de regreso antes del vencimiento puede
tener lugar respecto del pagaré (art. 96 LCCH), pero no respecto del
cheque ya que éste es pagadero a la vista.
357

3. Adición de títulos ejecutivos.

El límite de cantidad necesario para acceder al juicio ejecutivo


puede obtenerse mediante la adición de varios títulos (art. 1435.2
LEG). Esta disposición tiene su origen en la Ley de 23 de julio de
1966, de Reforma parcial de la LEC, que modificó el art. 1435 y
resolvió de forma expresa la duda suscitada acerca de la posibilidad
de alcanzar el límite cuantitativo del juicio ejecutivo mediante aquel
mecanismo 124.

A nuestro entender, no hubiera sido correcto negar esta


posibilidad ya que los títulos cambiarios, así como los restantes
títulos ejecutivos extrajurisdiccionales, ostentan tal carácter
cualquiera que sea su cuantía. En este sentido, se ha declarado que "el
privilegio ejecutivo radica en la estructura del título, del que la
cuantía es sólo un elemento complementario, pero no calificado" 125.

La LEC autoriza en su art. 1435.2, de forma específica para el


juicio ejecutivo, una acumulación objetiva de acciones que está
prevista con carácter general en el art. 153 LEC. Porque se origina en
la demanda, se habla de acumulación inicial o simultánea de
acciones126.

La acumulación objetiva de acciones, entre las que no se exige


ningún tipo de conexión -"..., aunque procedan de diferentes títulos"
I24
.- La Ley de 1966 puso fin a una discusión doctrinal, que tuvo su reflejo en la
jurisprudencia, referente a si era lícita la acumulación de varias letras de cambio para
alcanzar el mínimo exigido por la LEC. Sobre la mencionada discusión, y los argumentos
vertidos a favor y en contra de una acumulación de acciones, vid. REYES
MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit., págs. 132 a
136; VIADA y COMELLAS, "Ambito judicial en el despacho de ejecución", cit., lug.
cit., págs. 74 a 82; FERRER MARTIN, "El juicio ejecutivo cambiario", en ROD, 1952,
págs. 151 a 153.
125
.- VIADA y COMELLAS, ob. cit., nota anterior, pág. 77.
126
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, II, (con DE LA OLIVA), 4a ed.,
Madrid, 1995, pág. 97.
358

dice el art. 153 LEG-, es una facultad del actor o del ejecutante, que
no obstante está sometida a la concurrencia de los siguientes
requisitos: el mismo actor ha de ejercitar las diversas acciones frente
al mismo demandado -identidad subjetiva- (art. 153 LEC); el Juez
ante quien se ejerciten las acciones acumuladas debe ser competente
para conocer de cada una de ellas (art. 154.2° LEC); las acciones que
se acumulan han sustanciarse en un proceso de la misma naturaleza
(art. 154.3° LEC) y no deben ser incompatibles entre sí (art. 153
LEC)127.

De conformidad con los requisitos expuestos, pueden


acumularse, frente al mismo ejecutado y en una misma demanda,
acciones fundadas en títulos cambíanos de la misma clase, v. gr.
varias letras de cambio, varios pagarés. También pueden acumularse
las acciones ejecutivas que procedan de títulos diferentes, siempre
que sean homogéneos entre sí, v. gr. una letra de cambio y un
100
cheque . En cambio, no puede el ejecutante acumular en una misma
demanda ejecutiva una acción cambiaria y una acción ejecutiva
derivada, v.gr., de una escritura pública porque en este caso se
vulneraría lo dispuesto en el art. 154.3° LEC: estas acciones se
sustancian por procedimientos diferentes. Ya hemos señalado que,
tras la entrada en vigor de la LCCH, puede afirmarse que el juicio
ejecutivo cambiario es una especialidad del juicio ejecutivo
ordinario129. Los arts. 67 y 68 LCCH marcan, básicamente, la
tramitación específica.

l27
.- La LEC entiende que dos acciones son incompatibles "cuando se excluyan
mutuamente, o sean contrarias entre sí, de suerte que la elección de la una impida o haga
ineficaz el ejercicio de la otra" (art. 154.1° LEC).
128
.- En estos supuestos la competencia territorial ha de atribuirse al Juzgado que debe
conocer de la acción principal, que es el del lugar en que debe cumplirse la obligación
con mayor entidad económica (Cfr. STS, 1a, de 25 de enero de 1973 (RAJ 49) en la que
se declara que la acción principal "ha de ser la de mayor contenido económico" y SAP de
Zaragoza, Secc. 4a, de 28 de septiembre de 1990; RGD, núm. 571, abril 92, págs. 3544 y
3545).
l29
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 39.
359

IV. OBLIGACIÓN VENCIDA.

La LEC exige para que pueda despacharse ejecución que haya


vencido el plazo para el cumplimiento de la obligación (art. 1435.3 y
1440.3). En cuanto a las características, requisitos y formas de la
mención del vencimiento de los títulos cambiarios, nos remitimos a lo
dicho en el Capítulo Tercero del presente trabajo 13°. Recordaremos,
no obstante, que el art. 38 LCCH establece una relación numerus
clausus de los modos en que puede estipularse el vencimiento, estos
son: a fecha fija, a un plazo contado desde la fecha, a la vista y a un
plazo contado desde la vista. También queremos señalar que, aun
cuando no se fije el vencimiento en el título ejecutivo, éste es
ejecutable, pues, el art. 2.a LCCH dispone que en dicho supuesto la
letra de cambio "se considerará pagadera a la vista".

El régimen jurídico del vencimiento establecido para la letra de


cambio es aplicable al pagaré (art. 96 LCCH), aunque no al cheque.
El cheque siempre es pagadero el día de la presentación, incluso en el
supuesto de que aquélla tenga lugar antes del día indicado como fecha
de emisión (art. 134.2 LCCH).

La determinación del vencimiento de las letras de cambio o


pagarés girados a fecha fija o a un plazo desde la fecha no ha de
presentar problema alguno, ya que no exige ninguna actuación
complementaria a la de la extensión del título" cambiario; es decir, el
vencimiento resulta del propio título. En cambio, tratándose de una
letra de cambio o pagaré librado a la vista o a un plazo desde la vista
pueden surgir dificultades en la acreditación del vencimiento.

130
.- Vid. supra, págs. 169 y 170.
360

1. Prueba del vencimiento.

A) Letras de cambio y pagarés librados a la vista.

En las letras de cambio y pagarés girados a la vista el


vencimiento se produce cuando estos documentos son presentados al
pago m. La presentación al pago deberá efectuarse dentro del año
siguiente a la fecha de libramiento, pudiendo el librador exigir que no
se presente antes de una determinada fecha. El plazo legal puede ser
ampliado o reducido por el librador, pero sólo reducido por los
endosantes (art. 39.1 LCCH).

Las dificultades de la prueba del vencimiento pueden surgir


cuando un obligado cambiario en vía de regreso haga uso de la
facultad que le otorga el art. 56.1 LCCH; esto es, cuando dispense al
tenedor de levantar el protesto por falta de pago para poder ejercitar
sus acciones de regreso. En este caso, no constará de forma
indubitada cuándo, por presentarse la letra o el pagaré al cobro, se
produjo el vencimiento. De la normativa vigente se desprende que,
girada a la vista una letra de cambio o un pagaré en el que conste la
cláusula "sin protesto", el Juez debe entender que la obligación ha
vencido, a efectos de despachar ejecución, por el mero hecho de que
ésta se pida en fecha posterior a la emisión de la letra de cambio o del
pagaré. Si la letra o el pagaré a la vista no se presentaron al cobro o se
presentaron antes del plazo pactado, corresponde al ejecutado alegar

l31
.- El art. 39 LCCH dispone que las letras de cambio a la vista serán pagaderas a su
presentación -precepto también aplicable al pagaré (art. 96 LCCH)-. En ellas lo
trascendental es la presentación al pago. Por tanto, quedan dichas letras, en principio,
excluidas de la presentación a la aceptación. No obstante dicha presentación no está
prohibida por la LCCH. Es más, incluso puede ser que el tenedor de una letra de cambio
a la vista la presente al librado manifestando que no desea obtener el pago sino la
aceptación. El motivo podría ser el deseo de fortalecer el crédito cambiario y favorecer,
de este modo, su circulación. Vid. en este sentido, MENENDEZ MENENDEZ, "La
aceptación de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 520 y 521; GARCÍA-PITA Y
LASTRES, La aceptación de la letra de cambio, Madrid, 1992, págs. 133 a 137.
361

estas circunstancias. En efecto, la LCCH declara que la exención del


protesto no exime de la obligación de presentar la letra de cambio o el
pagaré dentro de los plazos correspondientes, sin embargo, la prueba
de la inobservancia de los mismos incumbe a quien lo alega contra el
tenedor (art. 56.2 LCCH).

Ahora bien, la duda se plantea respecto a cómo debe


alegar el ejecutado la falta de vencimiento. El cauce adecuado en el
juicio ejecutivo para poner de relieve que la deuda, en virtud de la
cual se procede, no está vencida es el "motivo de nulidad" segundo
del art. 1467 LEC ("cuando el título no tuviere fuerza ejecutiva,..., ya
por no haber vencido el plazo"). Sin embargo, no es correcto alegar el
motivo señalado porque el art. 67.3 LCCH establece que en el caso de
que se ejercite la acción cambiaria ejecutiva no es aplicable lo
previsto en el art. 1467.2° LCCH. Para resolver la incertidumbre que,
en este ámbito, provoca la LCCH se han propuesto dos soluciones: o
se fuerza la dicción del art. 67.2 LCCH para incluir en este precepto,
como motivo de oposición, la falta de vencimiento; o se permite,
contra lo que dispone el art. 56.2 LCCH, que el Juez, antes de acceder
a despachar ejecución, exija al ejecutante la prueba de la presentación
1 T5
del título cambiario

De las dos soluciones apuntadas, la segunda debe rechazarse


por ser claramente contra legem 133; en cambio, la primera es más
conforme con el espíritu de la LCCH. Además es la solución
propuesta por la doctrina y la jurisprudencia en otro supuesto de vacío
legal: la falta de timbre 134. Sin embargo, y de" forma similar a lo que
se predica respecto de la falta de timbre, la oposición por falta de
vencimiento puede fundarse también en el precepto legal
efectivamente infringido: art. 1435.3 LEC.
132
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 80 y 81.
133
.- El legislador ha establecido de forma expresa la presunción iuris tantum de que el
título cambiario ha sido presentado oportunamente, desplazando la carga de la prueba de
la inobservancia de los plazos a quien lo alegue contra el tenedor (art. 56.2 LCCH).
134
.- Vid. infra, Capítulo Quinto, pág. 550.
362

B) Letras de cambio y pagarés librados a un plazo desde la vista.

En las letras de cambio y pagarés librados a un plazo desde la


vista el vencimiento se determina por la fecha de la aceptación o, en
defecto de ésta, por la del protesto o declaración equivalente (art. 40.1
LCCH). Aun cuando estos títulos lleven la cláusula "sin protesto", la
determinación del vencimiento comportará menos problemas que los
que puede causar una letra de cambio o un pagaré a la vista con dicha
cláusula, pues, tanto al tenedor como a la ley les interesa, bien para la
satisfacción del crédito, bien para procurar la seguridad jurídica, que
la fecha inicial del plazo quede fijada de forma indubitada.

Según se dispone en el art. 29.2 LCCH, cuando la letra sea


pagadera a cierto plazo desde la vista, la aceptación deberá llevar la
fecha del día en que se haya dado, a no ser que el portador exija que
se fije la fecha del día de la presentación. A falta de fecha "el
portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y contra
el librador, hará constar esa omisión mediante protesto, levantado en
tiempo hábil" (art. 29.2) 135. Ahora bien, aunque no se haya levantado
el protesto, el tenedor no perderá su derecho frente al aceptante, pues,
la fecha del vencimiento se obtendrá computando el plazo desde el
último día en que el tenedor pudo presentar la letra a la aceptación
(art. 40.2 LCCH) 136. El art. 40 es también aplicable al pagaré (cfr. art.
96 LCCH). Es decir, la LCCH prevé la forma de subsanar una
declaración cambiaria defectuosa o incompleta.

l35
.- El art. 29.2 LCCH recoge un supuesto de protesto necesario. Vid. supra, Capítulo
Tercero, pág. 276, nota 312.
l36
.- De acuerdo con lo dispuesto en el art. 27 LCCH las letras de cambio a un plazo
desde la vista deberán presentarse a la aceptación en el término de un año a partir de su
fecha. Este plazo puede ser acortado por el librador, aunque también puede fijar uno más
largo. Los endosantes, en cambio, sólo pueden acortarlo. Estos plazos son también
aplicables a los pagarés que deban hacerse efectivos a cierto plazo desde la vista (art.
97.2 LCCH).
363

Al estar obligado el tenedor a presentar la letra de cambio y el


pagaré dentro de los plazos correspondientes (art. 56.2 LCCH), la
dispensa del protesto no le exime de acreditar la presentación y la
denegación de la aceptación o la negativa de consignar el "visto". Si
dicha acreditación no se efectúa mediante las declaraciones
sustitutivas del protesto, la doctrina entiende que debe aplicarse lo
dispuesto por el art. 40.2 LCCH para el supuesto de la aceptación sin
fecha: el plazo para la presentación al pago deberá computarse a partir
del último día señalado para su presentación a la aceptación o al
"visto" 137.

2. Ejecución antes del vencimiento.

A) Primera delimitación: acción cambiaría de regreso, con


independencia de la vía procesal elegida por el acreedor.

El requisito del vencimiento de la deuda para poder despachar


ejecución, impuesto por el art. 1435.3 LEC, encuentra una excepción
en materia de Derecho cambiario. Así, según se dispone en el art. 50.2
ITC
LCCH , el tenedor puede ejercitar la acción de regreso no sólo
cuando la letra de cambio esté vencida y el pago no se haya
efectuado, sino también antes del vencimiento.

La LCCH no se pronuncia sobre la clase de procedimiento a


través del cual puede ejercitarse la acción de regreso antes de que la
deuda cambiaria haya vencido. El art. 50.2 LCCH sólo dice que "la
misma acción (de regreso) podrá ejercitarse antes del vencimiento
(...)". Esta es la razón por la que, a nuestro entender, el tenedor puede
acudir, para interponer la mencionada acción, tanto a la vía

'".- Cfr. GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra
de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 154 y 155.
138
.- También aplicable al pagaré (cfr. art. 96 LCCH).
364

declarativa, como a la ejecutiva. En este sentido, estimamos que no es


correcto sostener que la LCCH, en su art. 50.2, permite tan sólo el
ejercicio de "acciones declarativas, no acciones declarativas de
condena y, por consiguiente, no se refiere a la acción ejecutiva. Lo
que la ley quiere es que, ante supuestos que afectan directamente al
librador y librado, sea éste aceptante o no, el tenedor de la letra, antes
del vencimiento, pueda obtener una declaración judicial de su derecho
en la que se fije de manera clara la existencia del supuesto de hecho
contemplado por la norma: que no ha habido aceptación, que el
librador está en quiebra, que el librado no tiene bienes suficientes,
etc." 139. Esta afirmación genera una serie de incertidumbres; por
ejemplo, ¿cuál sería el petitum de dicha acción meramente
declarativa?, ¿tan sólo que se emita una declaración judicial
reconociendo al actor la facultad de ejercitar la acción de regreso
antes del vencimiento si se dan los supuestos de hecho previstos por
la norma?, ¿habría, en tal caso, un interés legítimo en obtener la
concreta tutela? 14°.

A nuestro juicio, la LCCH quiere proteger al acreedor


cambiario ante ciertas circunstancias -que determinan jurídicamente
una inseguridad en el pago por parte del obligado principal-
concediéndole la facultad de dirigirse, antes del vencimiento de la
obligación, bien a través de un proceso de declaración -pero
ejercitando una acción de condena-, bien de ejecución, contra los
obligados en vía de regreso, que aun cuando no son responsables
directos del pago, sí responden, en todo caso, del buen fin de la letra.

Las obligaciones cambiarías no se apartan, en materia de


vencimiento, de los postulados genéricos del Derecho de
obligaciones. En este sentido, y con carácter general, cabe afirmar que
139
.- CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág.
876.
l40
.- Sobre los presupuestos de la acción, vid. DE LA OLIVA SANTOS, Sobre el derecho
a la tutela jurisdiccional. La persona ante la Administración de Justicia: derechos
básicos, Barcelona, 1980, págs. 28 y ss.
365

una deuda que no haya vencido no es exigible 141. Por este motivo el
regreso antes del vencimiento sólo tendrá lugar en aquellos supuestos
expresamente previstos por la LCCH. Concretamente, los supuestos a
los que nos referimos se establecen en el art. 50.2 LCCH y son casos
en los que, bien por motivos jurídicos, bien por motivos económicos,
el legislador ha previsto que la letra no va a ser atendida, por lo que
carece de sentido esperar al vencimiento 142.

B) Segunda delimitación: posibilidad restringida a los supuestos


expresamente previstos por la Ley Cambiaría y del Cheque.

La acción de regreso podrá ejercitarse antes del vencimiento:

- Cuando se hubiere denegado total o parcialmente la


aceptación (art. 50.2.a LCCH) 143.

141
.- La exigibilidad supone la llegada del vencimiento si se trata de una obligación a
término. Una vez la deuda esté vencida, el acreedor está facultado para reclamar la
prestación. Vid. al respecto, DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civilpartimonial,
II, cit., págs. 627 y 628; LÓPEZ VILAS, Comentarios al Código civil y Compilaciones
forales, tomo XVI, vol. 1°, cit., pág. 521.
Desde el punto de vista del Derecho procesal, y en concreto del proceso de
ejecución, la exigibilidad "se explica por la necesidad de que no aparezca del título
ejecutivo ninguna circunstancia que pueda impedir la satisfacción del interés del
acreedor (por ejemplo, la pendencia de un término o de una condición)", CARNELUTTI,
Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág. 361. Vid. también en
este sentido, REDENTI, Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 311.
M2
.- Es más correcto, a nuestro juicio, hablar en estos supuestos de ejercicio de la acción
antes del vencimiento, o de ejecución sin vencimiento -resaltando el porqué de la
excepción al requisito del art. 1435.3 LEG- que de vencimiento anticipado o vencimiento
ope legis (expresiones utilizadas por NAVARRO PÉREZ, La Ley Cambiaría y del
Cheque, (Comentarios y Jurisprudencia), Granada, 1991, pág. 122).
El art. 50.2 LCCH no regula ninguna hipótesis de vencimiento anticipado
porque, como se ha señalado, la acción de regreso anterior al vencimiento es una facultad
del tenedor, por lo que no puede "decirse que la renuncia a este derecho comporta para él
perjuicios accesorios, como puede ser el inicio del cómputo del plazo de ejercicio de la
acción de que está asistido" (PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones
cambiarías", cit., lug. cit., pág. 680). En el mismo sentido, se pronuncia VICENT
CHULIA, Compendio critico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 740.
143
.- Esta acción de regreso tiene su antecedente legislativo inmediato en el art. 481
CCom de 1885, en el que se disponía: "En el caso de negarse la aceptación de la letra de
cambio, se protestará, y en virtud del protesto tendrá derecho el tenedor a exigir del
366

El fundamento de esta hipótesis de regreso antes del


vencimiento es claro: el librado que rehusó la aceptación no se
convierte en obligado cambiario y por tanto no puede ser compelido
al pago.
Un sector de la doctrina mercantil no excluye ningún supuesto
de aceptación de los previstos en la LCCH, y afirma que el regreso
antes del vencimiento no se limita a los casos en los que es obligatoria
la presentación a la aceptación 144. No obstante, no podrá ejercitarse la
acción de regreso antes del vencimiento, a pesar de que se haya
denegado la aceptación, si en la letra de cambio consta una cláusula
prohibiendo la aceptación I45.
Los legitimados pasivos serán los obligados en vía de regreso:
librador, endosantes y sus respectivos avalistas. En el caso de que el
librador o los endosantes se eximieran de la garantía de la aceptación
(cfr. respectivamente arts. 11.2 y 18.1 LCCH), no podrá ejercitarse
contra ellos la acción de regreso que estamos examinando.
La falta de aceptación se acredita por el protesto o por la
declaración del librado denegándola (art. 51 LCCH).

- Cuando el librado, sea o no aceptante, se encontrare en


suspensión de pagos, quiebra o concurso o hubiere resultado
infructuoso el embargo de sus bienes (art. 50.2.b LCCH).
Se trata de un regreso por falta de seguridad en el pago al
tiempo del vencimiento que tiene su precedente legislativo inmediato
en el art. 510 CCom 146. De las situaciones de crisis económica

librador, o de cualquiera de los endosantes, que afiancen a su satisfacción el valor de la


letra, o depositen su importe, o le reembolsen con los gastos de protesto y recambio,
descontado el rédito legal por el término que falte hasta el vencimiento".
l44
.- Vid. en este sentido, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, Letra de
cambio, cit., pág. 349; GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen
jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 227 y 228.
En contra, SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley Cambiaria y del
Cheque, Madrid, 1987, pág. 132.
145
.- Según CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO (Letra de cambio, cit.,
pág. 169) "de admitirse se daría el contrasentido de que el tenedor infractor pudiera
llevar a cabo una reclamación al librador, pese a no haber respetado la voluntad de éste".
146
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 289.
367

enunciadas puede deducirse la imposibilidad del aceptante o librado


de cumplir las obligaciones ya asumidas, así como de asumir otras
nuevas.
El legislador no funda este tipo de regreso en presupuestos
subjetivos, sino en determinadas circunstancias de carácter objetivo:
la admisión de la solicitud de la suspensión de pagos, la insolvencia
judicialmente declarada y el resultado negativo de la diligencia de
embargo. Por este motivo, estimamos que la no inclusión de la
situación de quita y espera se debe a un error u olvido del
legislador147. A nuestro entender, podría suplirse esta laguna legal
mediante una interpretación extensiva del art. 50.2 LCCH.
La acreditación de las situaciones de crisis económica no
encierra, en principio, grandes dificultades. Esta se efectuará
mediante un testimonio de la resolución judicial (providencia
teniendo por solicitada la suspensión de pagos, auto declarativo de la
quiebra o concurso), o por exhibición del periódico oficial en el que
aquélla aparezca inserta, o por certificación del Registro Civil,
Mercantil o de la Propiedad en el que se haya tomado razón de la
misma 148.
Mayores problemas ocasiona la prueba del resultado negativo
del embargo de bienes 149. Se ha señalado, por un lado, que no puede
calificarse de infructuoso un primer intento fallido de embargo y, por
tanto, la aportación de un testimonio de la diligencia negativa de
embargo no es suficiente para poder ejercitar la acción de regreso

147
.- Vid. en este sentido, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías",
cit., lug. cit., pág. 680.
148
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 285.
149
.- Vid. por todos, FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo
VI, cit., pág. 535.
La acreditación del embargo infructuoso no sólo genera dificultades sino también
algún que otro despiste, pues se ha llegado a afirmar que "el tenedor de la cambial deberá
interponer, en su caso, la pretensión de vencimiento anticipado presentando testimonio
de la ejecutoria en la que conste el embargo infructuoso" (ORDUÑA MORENO, La
insolvencia: análisis de su concepto y concreción de su régimen jurídico, Valencia,
1994, pág. 304).
368

antes del vencimiento 15°. Dicha consideración se apoya en el art.


1455.3 LEG, precepto que otorga al ejecutante la facultad de instar la
búsqueda de bienes o derechos del deudor sobre los que hacer la
traba, recabando, por medio del Juez, información de Registros
públicos, organismos públicos y entidades financieras 151. Por otro
lado, se ha puntualizado que el hecho de que no se encuentren bienes
libres de traba no comporta que el embargo sea infructuoso, pues,
sobre un bien pueden concurrir sucesivos embargos si su valor cubre
las distintas responsabilidades 152.
Sin embargo, atendiendo básicamente al fundamento del art. 50
LCCH (aun cuando admitimos que el término "infructuoso" es
ambiguo), el testimonio de la diligencia de requerimiento de pago,
embargo y citación de remate en el que conste el resultado negativo
del embargo -tanto por no existir bienes para embargar; como por ser
insuficientes; o por estar los existentes ya embargados en proporción
que hagan presumir la imposibilidad de obtener, a través de su
realización forzosa, la totalidad de la cantidad debida; o por no haber
hallado otros que los exceptuados por la ley de embargo- constituye, a
nuestro entender, una acreditación documental suficiente de la
imposibilidad del librado o del aceptante de satisfacer el crédito
cambiario.
La carga económica de hallar los bienes del deudor que pueden
ser embargados corresponde al acreedor. Partiendo, pues, del interés
de éste en trabar bienes de aquél, debe otorgarse al fracaso en la
investigación del patrimonio del deudor la consecuencia jurídica
prevista en el artículo de la LCCH que estamos analizando. Una vez

l50
.- ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ejecutivos de la Ley 19/1985, de
16 de julio, cambiaria y del cheque", (I), cit., lug. cit., págs. 358 y 359.
151
.- El art. 1455.3 LEG responde a un cambio legal producido, en el principio de
rogación o dispositivo, por los arts. 24.1 y 118 CE. En la actualidad "el principio
dispositivo ha de entenderse en un sentido limitado y compatible con una mayor
intervención judicial en el desarrollo del litigio y en la ejecución de lo resuelto" (SAP de
Barcelona, Secc. 16a, de 16 de junio de 1993; ROD, num. 591, diciembre 93, págs. 12396
y 12397).
152
.- Vid. en este sentido, ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ejecutivos de
la Ley 19/1985, de 16 de julio, cambiada y del cheque", (I), cit., lug. cit., pág. 359.
369

ha sido acreditada la frustración del embargo por insuficiencia de


bienes, o por la existencia de embargos anteriores, o incluso por
fracasar una mejora del embargo (art. 1455.1 LEC), es incuestionable
la falta de seguridad del pago de la deuda cambiaria por parte del
obligado principal. Ahora bien, en el supuesto de que no conste en la
letra de cambio la cláusula "sin protesto", no podrá ejercitarse la
acción cambiaria de regreso sin que se haya otorgado el protesto o se
haya emitido la declaración equivalente 153.

-Cuando el librador de una letra, cuya presentación a la


aceptación haya sido prohibida, se encontrare en suspensión de pagos,
quiebra o concurso.
Al no existir aceptante, por haber prohibido el librador que la
letra sea presentada a la aceptación, éste es el obligado principal
-supuesto que equivale al de la letra girada contra el propio librador
(art. 4.b LCCH)-. Se excluyen de este supuesto de ejercicio de la
acción de regreso antes del vencimiento las letras de cambio a un
plazo desde la vista y las letras domiciliadas ya que respecto de ellas
no puede prohibirse la presentación a la aceptación (cfr. art. 26.2
LCCH).
En lo referente al modo de resolver la no inclusión de la quita y
espera, y a la acreditación, a efectos de la reclamación anticipada, de
las situaciones de insolvencia, nos remitimos a lo ya dicho en el
supuesto anterior.

En los dos últimos supuestos citados de regreso anterior al


vencimiento, los demandados podrán obtener del Juez un plazo para
el pago que, en ningún caso, excederá del día del vencimiento de la
letra (art. 50.3 LCCH).

153
.- Sobre esta cuestión, vid. supra Capítulo Tercero, págs. 289 a 291.
370

C) Solicitud al Juez de aplazamiento del pago.

A nuestro entender, puede afirmarse que el art. 50.3 LCCH ha


modificado la sustanciación del juicio ejecutivo cambiario. De
conformidad con el índice que guía nuestro trabajo, su estudio debería
llevarse a cabo en el Capítulo Quinto, dedicado al análisis de las
especialidades procesales introducidas por la LCCH. No obstante, por
ser una especialidad ligada a unos supuestos muy concretos,
entendemos que debe ser estudiada en íntima conexión con éstos. Este
es el principal motivo por el que destinamos las siguientes líneas a la
determinación de cuál debe ser el tratamiento procesal de la solicitud
de plazo ex art. 50.3 LCCH.

Si buscamos el encaje óptimo de lo dispuesto por el art. 50.3


LCCH en la sustanciación prevista para el juicio ejecutivo por la
LEC154, únicamente podemos señalar que la norma de la LCCH
otorga al deudor la posibilidad de ejercitar, frente al requerimiento de
pago, una conducta distinta de las establecidas por la LEC. En efecto,
según la LEC, el deudor ante el requerimiento de pago puede adoptar
alguna de las siguientes actitudes: pagar en el acto (art. 1445 LEC),
no pagar (art. 1442 LEC), consignar la cantidad reclamada (art. 1446
LEC). Pues bien, además de lo anterior, cuando el acreedor ejercite la
acción cambiaria de regreso en los supuestos concretos de los
apartados b) y c) del art. 50.2 LCCH, el deudor puede solicitar al Juez
que le otorgue un plazo para el pago. En ningún caso, dicho plazo
excederá del día del vencimiento de la letra de cambio o del pagaré.
Puede entenderse que el fundamento de la solicitud de plazo reside en
que los obligados en vía de regreso no podían prever que el obligado
directo y principal instara un expediente de suspensión de pagos, o
que, respecto de éste, se siguiera un proceso concursal o resultara
infructuoso el embargo de sus bienes. Pero dejando a un lado lo que

l54
.- Por suponer una desviación del objeto de nuestro estudio, no vamos a detenernos en
examinar la otra alternativa que permite la letra y la colocación sistemática del art. 50.3
LCCH; esto es, la solicitud de plazo en el marco del juicio declarativo ordinario.
371

se acaba de decir sobre el art. 50.3 LCCH, que es más bien poco, nada
nuevo puede añadirse que goce de un expreso respaldo legal.

A falta de indicaciones legales, se le plantean al intérprete


cuestiones relativas, v. gr. al momento en que puede solicitarse el
aplazamiento del pago, a la tramitación que, en su caso, deba
seguirse, a la clase de resolución que resuelva sobre dicha solicitud, y
a los recursos que pueden interponerse contra dicha resolución.

Sabemos que si concurren los presupuestos procesales (art.


1439 LEG), el título es regularmente formal (art. 1429.4° LEG), se
acompañan a la demanda los documentos que establece la ley, se
cumplen las condiciones de admisibilidad del juicio ejecutivo (art.
1435 LEG), y se acredita la situación de crisis económica del librado,
o del aceptante, o del librador (art. 50.2. b y c), el Juez debe dictar
auto despachando ejecución (art. 1440 LEG).

Por tanto, es razonable entender que la petición de plazo, ex art.


50.3 LCCH, tendrá lugar al tiempo del requerimiento de pago. Su
estimación no puede provocar, como se ha indicado, la suspensión de
la diligencia de requerimiento de pago, embargo y citación de
remate155. El agente judicial no está facultado para suspender dicha
diligencia 156. Su función consiste en proceder al embargo de bienes
del deudor si éste no paga en el acto del requerimiento de pago (art.
1442 LEG y 487 LOP J). Por consiguiente, el embargo subsistirá
aunque deberá suspenderse el procedimiento; es decir, no se dictará
sentencia de remate.

l55
.- ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ej ecuti vos de la Ley 19/1985, de
16 de julio, Cambiaria y del Cheque" (y II), en Actualidad civil, núm. 8, diciembre 1985.
pág. 422.
156
.- Ahora bien, la suspensión de la diligencia de requerimiento de pago, embargo y
citación de remate podría producirse si el deudor hubiera sido informado del despacho de
la ejecución y hubiera presentado la solicitud de plazo antes de formalizarse la
mencionada diligencia. Puede entenderse que en este caso se paralizarían las actuaciones
ejecutivas del art. 1442 LEC.
372

El Juez resolverá de plano y dictará un auto estimando o


desestimando la petición del deudor. Se dictará un auto, pues es esta
clase de resolución -salvo si la ley indica expresamente que ha de
dictarse sentencia- la que, de conformidad con las normas procesales,
resuelve las cuestiones incidentales, surgidas durante la tramitación,
que afectan a intereses de las partes dignos de protección y que
exigen una cumplida motivación (art. 369 LEG y arts. 245.1.b y 248.2
LOP J) 157. Se ha afirmado que al constituir el otorgamiento de plazo
una facultad discrecional del Juez, el auto no es recurrible 158. A
nuestro entender, la impugnación del auto depende del sentido del
fallo. Frente a la resolución denegatoria del plazo no cabe recurso l59.
No obstante, contra la resolución estimatoria el ejecutante puede
recurrir en apelación (art. 382 LEG) ya que el otorgamiento de plazo
le causa un perjuicio.

Si la petición tuviera lugar en un momento posterior y fuera


estimada, no se producirán otros efectos que la suspensión del juicio
ejecutivo y, en su caso, del procedimiento de apremio por el tiempo
del plazo concedido. No obstante, cabe entender que la solicitud de
aplazamiento del pago presupone el reconocimiento de la deuda. En
este sentido, no resulta infundado sostener que el Juez no debería
acceder a la solicitud de plazo si ésta tiene lugar con posterioridad a la
alegación de motivos de oposición a la ejecución.

La facultad de los demandados en vía de regreso de solicitar la


concesión de un plazo para el pago no está prevista ni en el art. 43
LUG, ni en el art. 50 Legg. camb., ni tampoco en el art. 43 WG

157
.- Según GUTIERREZ GONZALEZ (Las resoluciones inlerlocutorias en el proceso
civil. Sistema de recursos, Madrid, 1991, pág. 18) los autos resuelven aquellas cuestiones
"en las que entran en juego elementos claros de decisión, y en consecuencia, se pueden
derivar efectos sobre las cargas y los derechos de las partes".
l58
.- Cfr. ORTIZ NAVACERRADA "Aspectos procesales-ej ecuti vos de la Ley 19/1985,
de 16 de julio, Cambiada y del Cheque" (II), cit., pág. 422.
159
.- Aun cuando debe señalarse que este auto podría recurrirse si se alegara la
vulneración del art. 50.3 LCCH: el Juez deniega la petición del ejecutado por entender
que no se dan los supuestos de hecho contemplados en el art. 50.2 b) o c).
373

(preceptos que regulan el ejercicio de la acción de regreso antes del


vencimiento). En cambio, sí que se contempla dicha facultad en el art.
147 del Code de commerce francés, en el que se dispone:

"Toutefois, les garants contre lesquels un recours est exercé


dans les cas prévus par les derniers alinéas 2° et 3° qui
précèdent pourront, dans les trois jours de l'excercice de ce
recours adresser au président du tribunal de commerce de
leur domicile une requête pour solliciter des délais. Si la
demande est reconnue fondée, l'ordonnance fixera l'époque
à laquelle les garants seront tenus de payer les effets de
commerce dont il s'agit, sans que les délais ainsi octroyés
puissent dépasser la date fixée pour l'échéance.
L'ordonnance ne sera susceptible ni d'opposition ni
d'appel"160.

Debe reconocerse el mayor rigor de la norma transcrita respecto


de la contenida en el art. 50.3 LCCH. En aquélla se establece de
forma expresa el plazo para interponer la petición de aplazamiento
(tres días desde el ejercicio de la acción cambiaria antes del
vencimiento), la tramitación (ordonnances sur requête, arts. 493 a
498 n. Cpc) y la naturaleza de la resolución que resuelve sobre la
solicitud 161.

l60
.- Los supuestos previstos en los párrafos 2° y 3° del art. 147 Code de commerce son
los siguientes: "2° Dans les cas de faillite (redressement judiciaire) du tiré, accepteur ou
non, de cessation des payements même non constatée par un jugement, ou de saisie de
ses biens demeurée infructueuse; 3° Dans les cas de faillite (redressement judiciaire) du
tireur d'une lettre non acceptable".
161
.- Vid. al respecto, ROBLOT, Traité de Droit commercial, II, cit., pág. 224.
374

V. A MODO DE APÉNDICE: INEXIGIBILIDAD DE


NOTIFICACIÓN PREVIA AL DEUDOR CAMBIARIO DE LA
CANTIDAD DEBIDA.

No puede darse por concluido el presente Capítulo dedicado a


los presupuestos del juicio ejecutivo cambiario sin hacer una breve
referencia -o, mejor, una precisión- al precepto del párrafo quinto del
art. 1435 LEC. La Ley de Medidas Urgentes de Reforma Procesal de
1992 modificó el citado precepto y le dio la redacción siguiente:

"En los casos a los que se refiere el párrafo anterior, la


entidad acreedora deberá notificar previamente al deudor o
al fiador el importe de la cantidad exigible".

La nueva redacción ha sido oportuna y clarificadora, al menos


en lo que al ejercicio de la acción cambiaría ejecutiva se refiere. Del
tenor literal de la norma transcrita, se deduce que la notificación
previa de la cantidad exigible sólo es preceptiva cuando el título
ejecutivo es una escritura pública o una póliza en que se contenga un
contrato mercantil otorgado por una Entidad de crédito, ahorro o
financiación 162. Y, decimos que la modificación ha sido clarificadora,
porque en base al anterior art. 1435.5 LEC, en el que se establecía:
"En el caso de que la acción se dirija contra un fiador será preciso
haberle notificado previamente el saldo deudor", se había intentado
condicionar el despacho de la ejecución contra el avalista del librado
a la notificación previa del impago de la letra. No obstante, la
reacción ante la anterior tendencia ha sido clara y rotunda:

"... tampoco puede afirmarse la necesidad de notificación


sobre la base del artículo 1435 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, porque: a) como norma general no sería aplicable
existiendo una normativa especial cambiaria, b) Porque el
último párrafo del artículo 1535 (sic) guarda evidente

162
.- El ámbito de aplicación del art. 1435.5 LEC se analiza con rigor por FERNANDEZ,
RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., págs. 81 a 92.
375

relación con los contratos bancarios que se citan en el


párrafo anterior y a tal conclusión se llega no sólo por
interpretación sistemática, sino por interpretación lógica,
porque la cuantifícación ejecutiva de una letra de cambio es
concreta, precisa y prefijada por la ley cambiaría en su
artículo 58, careciendo de sentido una hipotética necesidad
de determinación y notificación de saldo alguno ..." (SAP
de Barcelona, Secc. 16a, de 5 de febrero de 1991; RGD,
núm. 564, septiembre 91, pág. 8189)163.

En apoyo de lo expresado en la anterior sentencia, sólo cabría


añadir que, en rigor, las instituciones jurídicas de la fianza y del aval
cambiario no son equivalentes 164. Y, por si todavía pudiera surgir
alguna duda, conviene recordar que la LCCH ha establecido, en
materia de comunicaciones, un régimen jurídico radicalmente distinto
al previsto por el art. 517 CCom. De acuerdo con lo dispuesto en el
último párrafo del art. 55 LCCH, el incumplimiento de la obligación
de comunicar la falta de aceptación o de pago por parte de quien esté
legalmente obligado a ello, aun cuando puede comportarle una
reclamación por daños y perjuicios, no le priva de sus posibles
derechos cambíanos 165.

163
.- Vid. asimismo, SAT de Albacete, de 19 de julio de 1988 (RGD, núms. 541-42, oct.-
novbre. 1989, vol. II, págs. 7608 y 7609); SAP de Barcelona, Secc. 11a, de 28 de julio de
1993 (Revista Jurídica de Catalunya, Jurisprudencia, 1994, núm. 1, págs. 147 y 148).
I64
.- Sobre las diferencias que median entre el aval cambiario y la fianza, vid. por todos,
POLO, "Innovaciones fundamentales de la nueva Ley Cambiaria y del Cheque", cit., lug.
cit., pág. 63; y AÑOVEROS TRIAS DE BES, El aval cambiario, Madrid, 1990, págs. 63
a 66.
l65
.- Cfr. SAP de Jaén, de 16 de septiembre de 1991 (RGD, núms. 577-578, otc.-novbre.
92, págs. 10907 y 10908).
376

CAPITULO QUINTO.

ESPECIALIDADES PROCESALES INTRODUCIDAS


POR LA LEY CAMBIARÍA Y DEL CHEQUE.

I. NOTAS PREVIAS.

El examen de las novedades que la LCCH ha introducido en el


juicio ejecutivo cambiario no se desarrollará conforme al orden
numérico de los preceptos que las regulan, sino atendiendo a un orden
procesal; esto es, teniendo en cuenta su articulación en la serie o
sucesión jurídicamente regulada de actos que configuran el citado
juicio.

La protección del acreedor cambiario ha sido la base sobre la


que se asienta la LCCH en un intento de recobrar la credibilidad de la
letra de cambio. Tal finalidad se manifiesta en un gran número de
medidas adoptadas por la LCCH y, en particular, en el régimen de
responsabilidad cambiaría.

Siguiendo las orientaciones de la Legislación Uniforme de


Ginebra, en concreto de su art. 47', y como se declara en la

'.- En el art. 47 LUG se dispone que: "Todos los que libran, aceptan, endosan o avalan
una letra de cambio, quedan obligados solidariamente con el portador. El portador tiene
derecho a accionar contra todas esas personas, individual o colectivamente, sin necesidad
de observar el orden en que se obligaron. El mismo derecho tiene todo signatario de una
letra de cambio que ha reembolsado su valor. Dirigida la acción contra uno de los
377

Exposición de Motivos de la LCCH 2, el art. 57 LCCH subraya el


carácter solidario de las obligaciones cambiarías aproximándose al
régimen general de la solidaridad establecido en el CC 3. Se ha
atribuido al acreedor cambiario un ius electionis y un ius variandi sin
ningún tipo de límite. Otra cosa es, como veremos, que ambos
derechos puedan ejercitarse, en toda su amplitud, en el juicio
ejecutivo cambiario.

La doctrina mercantil ha resaltado la mayor protección que la


LCCH otorga al tenedor de un título cambiario al permitirle
interponer, conjuntamente, la acción directa y la de regreso 4. Como
es sabido, el art. 516 CCom no sólo no permitía el ejercicio conjunto
de ambas acciones, sino que ni tan siquiera contemplaba la
posibilidad de demandar a más de un obligado en vía de regreso. A su
vez, condicionaba y limitaba el ejercicio del ius variandi del tenedor.
En efecto, el art. 516 CCom después de enumerar como legitimados
pasivos al aceptante, librador y endosantes añadía que "intentada la
acción contra alguno de ellos, no podrá dirigirla contra los demás sino
en caso de insolvencia del demandado"5.

Asimismo, el fortalecimiento de la posición jurídica del


acreedor cambiario exigía, según el legislador, "un nuevo cauce

obligados, ello no impide accionar contra los otros, aunque sean posteriores a aquél que
fue primeramente perseguido".
2
.- Sobre el régimen de responsabilidad cambiaria, la Exposición de Motivos de la LCCH
dice lo siguiente: "Otro mecanismo fundamental para reforzar la garantía del tenedor es
el establecimiento de la solidaridad pasiva absoluta de los deudores cambiarios, a los
que, con independencia de su posición en el título se podrá demandar conjunta o
separadamente".
3
.- Cfr. SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 9 de octubre de 1990 (RGD, núms.
574-75, julio-agost. 92, págs. 7739 y 7740).
4
.- Vid. por todos, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit., lug.
cit., pág. 666.
5
.- Los supuestos en los que el acreedor podía ejercitar el ius variandi se inferían de lo
dispuesto en los arts. 516 y 518 CCom: excusión en los bienes del demandado o
acreditación de la insolvencia total o parcial de éste. Cfr. OLIVENCIA RUIZ, ""lus
variandi" del titular de la acción cambiaria en caso de quiebra del demandado",
(Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo de 30 de septiembre de 1959), en
Anuario de Derecho Civil, tomo XIII-I, enero-marzo, I960, passim.
378

procedimental para el juicio ejecutivo cambiario" 6. El nuevo cauce


procedimental para el juicio ejecutivo cambiario viene especialmente
determinado por el alzamiento del embargo que puede decretarse al
amparo del art. 68 LCCH. Sin embargo, debe señalarse que en este
punto se constata la más absoluta contradicción entre el propósito
perseguido por la LCCH y la realidad, ya que la posibilidad de que se
alce el embargo origina, de forma clara, una enervación de la eficacia
del juicio ejecutivo cambiario.

Por otra parte, como han puesto de relieve reconocidos


juristas7, el alzamiento del embargo ha producido una
desnaturalización del juicio ejecutivo, de tal manera, que podemos
afirmar que nos hallamos ante una especialidad respecto de un
proceso especial de ejecución. Seguimos, por tanto, en la misma línea,
iniciada hace ya muchos años, consistente en aumentar,
innecesariamente, el número de procesos especiales. Esta forma de
actuar ya fue, en su tiempo, censurada:

"Examinando con atención el panorama legislativo y


doctrinal del derecho procesal civil, hoy, y en cualquier
país, se encuentra, como un rasgo común de significación
importante, el de la aparición y desarrollo, cada vez en
mayor número, de una serie abundante de tipos particulares
de procesos al lado de las formas generales y ordinarias que
componen el cuadro total de la Administración de Justicia
civil. (...); pero lo que no era en el pasado sino concesión
limitada a un reducido número de materias, se ha
convertido hoy en un supuesto de- aplicación corriente y
normal, hasta el extremo de que, en su conjunto, los
procesos especiales constituyen la forma ordinaria de pedir
justicia, y la vía común queda relegada casos cada vez más
raros e infrecuentes de utilización. (...). El exagerado
número de los procesos civiles especiales plantea
problemas constantes de competencia y de adecuación del
procedimiento al caso concreto que se quiere resolver, pues,
6
.- Vid. Exposición de Motivos de la LCCH.
1
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 39.
379

en presencia de cada hipótesis particular, es preciso pasar


una fatigosa revista a la serie de los procesos civiles
especiales hasta tener la seguridad de que se ha encontrado
aquel que objetivamente corresponde; (...)"8.

Más de cuarenta años después, las palabras del profesor


GUASP son plenamente vigentes lo que demuestra la incapacidad o
involuntariedad del legislador actual de poner remedio a la situación
denunciada, pues, ha contado y cuenta con la colaboración de
reconocidos procesalistas que muestran cuál es el camino a seguir.

A partir de la reforma de la LEC en agosto de 1984, el


legislador ha hecho caso de las críticas vertidas sobre la multiplicidad
innecesaria de procesos especiales y, al regular diversas instituciones
jurídicas de derecho material, dispone que la tutela judicial de las
mismas se otorgue a través de un determinado cauce procesal: el
juicio ordinario de menor cuantía. A modo de ejemplo, pueden citarse
las siguientes normas: Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes; Ley
32/1988, de 10 de noviembre, de Marcas; Ley 34/1988, de 11 de
noviembre, General de Publicidad; Real Decreto Legislativo
1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas; Ley 3/1991, de 10 de
enero, de Competencia desleal. Ahora bien, el cambio de política
legislativa ha derivado en una situación aún más confusa que la que
trataba de mejorar. En efecto, en las citadas leyes se contienen una
serie de preceptos procesales que no sólo desdibujan, en gran parte, la
estructura del juicio ordinario de menor cuantía (arts. 680 y ss. LEC),
sino que incluso no respetan las reglas establecidas en la LEC para
determinar el juicio declarativo que corresponde a cada caso 9.
8
.- GUASP, "Reducción y simplificación de los procesos civiles especiales", en Anuario
de Derecho civil, tomo IV, fase. II, abril-junio 1951, págs. 411 y 412. La proliferación
injustificada de procesos especiales, y la necesidad de suprimir todos aquellos que no
estuvieran basados en razones jurídico-procesales, fue también denunciada por HERCE
QUEMADA, "La proliferación de tipos procedimientales civiles en primera instancia",
cit., lug. cit., págs. 119 y ss.
9
.- Esta situación ya fue puesta de relieve por BERCOVITZ (La nueva Ley de patentes.
Ideas introductorias y antecedentes, Madrid, 1986, pág. 75) quien no encontraba
380

La última de las especialidades procedimentales introducidas


por la LCCH que afectan al juicio ejecutivo cambiario es la relativa a
las excepciones . La legislación mercantil recupera con la LCCH la
regulación en materia de excepciones cambiarías que había perdido
definitivamente en 1885. Por tanto, en esta materia, se vuelve a una
situación parecida a la prevista en el CCom de 1829, en cuyo art. 545
se relacionaban las excepciones que eran admitidas contra la acción
ejecutiva cambiaria 10. La influencia de los mercantilistas es, también
en este tema, fácilmente perceptible. Sin embargo los resultados de
esta influencia no pueden valorarse, desde el Derecho procesal, de
manera positiva.

En efecto, la interferencia del Derecho sustantivo en el Derecho


procesal ha sido de tal entidad que no sólo ha rebasado los límites
teóricos de su eficacia jurídica, sino que, además, ha consagrado en el
art. 67 LCCH un importante error de técnica procesal. Y es que
conforme a lo dispuesto en el art. 49 LCCH, la acción cambiaria
puede ejercitarse tanto en vía ejecutiva como en vía ordinaria. En el
supuesto de que el acreedor opte por la vía ordinaria, la acción
cambiaría se sustanciará por los cauces del proceso declarativo
ordinario que corresponda a la cuantía reclamada, ya que un proceso
declarativo especial ratione materiae no tiene, en nuestro
ordenamiento procesal, existencia jurídica (art. 481 LEC). Por esto, la
norma del art. 67 LCCH al disponer que "frente al ejercicio de la

justificación al hecho de que una acción por violación de una patente, en la que se
exigiera una indemnización superior al límite cuantitativo máximo del juicio declarativo
de menor cuantía, debiera ventilarse por los cauces de dicho procedimiento y no por los
del juicio declarativo de mayor cuantía como exige el art. 483 LEC. Sobre esta cuestión,
vid. BARONA VILAR, Competencia desleal. (Normas procesales en la Ley 3/1991, 10
enero, de Competencia desleal), Valencia, 1991, págs. 69 y 70; y también de esta misma
autora, Protección del Derecho de marcas. (Aspectos procesales), 1a ed., Madrid, 1992,
págs. 55 y 56.
10
.- Vid. supra, Capítulo Primero, págs. 23 y 24.
Debe señalarse, no obstante, que la pérdida ya se había producido con
anterioridad, pues el art. 1465 LEC de 1881 establecía las excepciones que podían
oponerse a la ejecución por letras de cambio.
381

acción cambiaría sólo serán admisibles las excepciones enunciadas en


este artículo" resulta enormente perturbadora, pues, un proceso
declarativo ordinario no puede ser a la vez plenario y sumario ' '.

No obstante, la jurisprudencia ha intentado paliar la falta de


coherencia procesal del legislador y ha declarado que a la acción
cambiaria,

"... ejercitada no a través de la vía ejecutiva sino por el


procedimiento declarativo, es obvio que no son aplicables
las limitaciones que a tenor del carácter formalista de la
cambial establece la Ley Cambiaria y del cheque de 17 (sic}
de julio de 1985; sino que por el contrario, dada la amplitud
que los juicios declarativos llevan consigo, es posible en
ellos la discusión completa del asunto con el consiguiente
examen del contrato causal subyacente, en virtud del cual
fue puesta la letra de cambio en circulación, por lo que, en
principio, puede oponer la parte demandada también,
además de las excepciones cambiarías, todas aquéllas que
deriven de la relación contractual que desde fuera de la letra
constituyen su verdadera causa debendi" (SAP de Madrid,
Secc. 13a, de 27 de enero de 1992; RGD, núm. 573, junio
92, pág. 5798).

Pero los problemas más relevantes se presentan en sede de


juicio ejecutivo cambiario. La amplitud del ámbito de la oposición a
la ejecución, en la que no sólo pueden hacerse valer los motivos
derivados del negocio jurídico causal o subyacente, sino de cualquier
otro existente entre tenedor y deudor, provoca dudas sobre la
naturaleza del citado juicio 12; sobre la admisión de algunos motivos

".-Un proceso sumario, en sentido estricto, es aquél en el que se limitan las alegaciones
del actor y/o del demandado, así como los medios de prueba. Como consecuencia del
conocimiento limitado que adquiere el Juez, la sentencia que pone fin a las instancias de
dicho proceso no tiene fuerza de cosa juzgada material. Posteriormente, cabe promover
un proceso ordinario sobre el mismo objeto sin vinculación a la sentencia recaída en el
proceso sumario. Cfr. DE LA OLIVA SANTOS, Derecho procesal civil, IV, cit., pág.
141.
12
.- Así, se ha declarado que, la inexistencia de límites en la alegación de excepciones
basadas en las relaciones recíprocas entre acreedor y deudor cambiario, produce un
382

de oposición que, en abstracto, se entienden incluidos en el art. 67


LCCH 13; y sobre la eficacia de alguna norma procesal reguladora del
juicio ejecutivo 14.

Tampoco desde la óptica del Derecho cambiario el régimen de


excepciones, establecido por el art. 67 LCCH, se halla libre de
críticas. Las objeciones se centran en la extrema amplitud del
incidente de oposición a la ejecución, así como en la pérdida del
carácter abstracto del título cambiario -ocasionada por la posibilidad
de que el deudor cambiario pueda oponer válidamente excepciones
personales al tenedor-. Estas circunstancias impedirán que pueda
ofrecerse al acreedor cambiario una adecuada protección jurídica 15.

cambio en su naturaleza jurídica: "En cierto modo el juicio ejecutivo cambiario actual se
aleja propiamente de su naturaleza de proceso de ejecución y se aproxima a otro de tipo
declarativo, uno especial derivado de la letra de cambio" (SAP de Barcelona, Secc. 14a,
de 21 de diciembre de 1991; RGD, núm. 576, septiembre 92, pág. 8921). Vid. supra,
Capítulo Primero, pág. 61.
13
.- V. gr. cumplimiento defectuoso (exceptio non rite adimpleti contradits). Vid. infra,
págs. 506 a 508.
14
.- V.gr. se ha cuestionado la eficacia del art. 1479 LEG: "(...); y ello es aplicable tanto
en vía declarativa como ejecutiva, ya que las excepciones que se mencionan en el
artículo 67 no condicionan la ejecutividad del artículo 66. Todo ello hace que este
tribunal tenga que entrar inevitablemente en el fondo litigioso. Y si se entra en el fondo
litigioso por expresa disposición de la Ley, ello significa que el procedimiento ejecutivo
cambiario es cauce legal suficiente para debatir esta cuestión y por lo tanto tiene que
producir el efecto de cosa juzgada" (SAP de Barcelona, Secc. 16a, de 25 de julio de 1991;
RGD, núms. 577-78, mayo 92, pág. 4613).
15
.- Cfr. al respecto, SERRA MALLOL, Ley cambiaria y del cheque. Teoría y aplicación
práctica, Madrid, 1986, págs. 74 y 75.
383

IL LA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA DE LOS


OBLIGADOS CAMBIARIOS ESTABLECIDA EN EL
ARTICULO 57 DE LA LEY CAMBIARIA Y DEL CHEQUE.

1. Consideraciones generales.

Por desbordar ampliamente los límites de nuestro trabajo, no


entraremos a analizar la naturaleza jurídica de la relación entre los
obligados cambíanos. Tampoco nos pronunciaremos sobre si la
expresión solidaridad cambiaria, empleada por el art. 57 LCCH, es
técnicamente correcta. Esta postura no debe interpretarse como una
falta de rigor científico derivada de una escasa ponderación del tema.
Todo lo contrario, conocedores de la complejidad que conlleva el
confrontar la regulación prevista en la LCCH con la establecida en el
CC para las obligaciones solidarias, y más concretamente para la
solidaridad pasiva, principalmente por las divergencias que entre
ambas regulaciones existen 16 -como lo demuestra el hecho de que la
doctrina mercantil no mantiene una posición uniforme respecto a la
calificación jurídica de la relación entre los obligados cambiarios 1?-,

16
.- Aun cuando debe señalarse que las normas del art. 57 LCCH, han eliminado la casi
totalidad de las diferencias en la relación externa del acreedor con los deudores (persiste
la diferencia relativa a la interrupción de la prescripción; cfr. arts. 89 LCCH y 1974 CC)
al conceder aquéllas al acreedor cambiario el ius electionis y el ius variandi. Ambos
derechos le eran negados por los arts. 516 y 518 CCom. Así, se ha declarado que en la
relación externa "..., la solidaridad cambiaria se asimila a la común, permitiéndose la
posibilidad de ejercitar conjunta y simultáneamente la acción directa y la de regreso, si
bien esta última deberá cumplir para que prospere los requisitos para ella establecidos
según los casos", (SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 9 de octubre de 1990;
RGD, núms. 574-75, julio-agost. 92, págs. 7739 y 7740).
Las diferencias más relevantes entre la solidaridad cambiaria y la de Derecho
civil se observan en la relación interna entre los deudores. Aunque, debería puntualizarse
que en tema de solidaridad cambiaria no cabe hablar de relaciones internas en sentido
estricto entre los obligados cambiarios, pues no existe una relación distributiva entre
ellos (cfr. RUBIO, Derecho cambiario, cit., pág. 384.
l7
.- OTERO LASTRES ("Reflexiones sobre la solidaridad cambiaria", en Anales de la
Academia Matritense del Notariado, tomo XXIX, 1990, págs. 37 y ss.) afirma que las
relaciones entre los obligados cambiarios encaja en la estructura de las obligaciones
solidarias pasivas no uniformes del Derecho civil. Otros autores, entre ellos,
GARRIGUES (Curso de Derecho mercantil, tomo I, págs. 918 a 921), VICENT
384

entendemos que debemos ceñir las consideraciones de Derecho


cambiario, en el tema que ahora nos ocupa, en primer lugar, al modo
en que se estructuran las relaciones entre los obligados cambíanos
(vertiente estática) y, en segundo término, al régimen jurídico de la
responsabilidad cambiaría regulado en el art. 57 LCCH (vertiente
dinámica). En definitiva, el estudio de las consecuencias jurídico-
procesales de la responsabilidad cambiaría, ex art. 57 LCCH, no tiene,
a nuestro entender, como presupuesto ineludible el plantear, y
resolver, si la relación entre los obligados cambiarios se ajusta a
alguno de los tipos de obligación con pluralidad de deudores que
conoce el Derecho civil.

Desde una vertiente estática, puede distinguirse, en una letra de


cambio, entre obligados cambiarios principales y obligados
1A
cambiarios de garantía . El librado, al aceptar, asume la obligación

CHULIA (Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., págs. 715 a 718),
ALONSO SOTO ("El pago de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 654 y 655) y
CALAVIA y BALDO (Letra de cambio, cit., págs. 352 a 354) califican la solidaridad
cambiaria de solidaridad especial, incluso imperfecta (GARRIGUES), dotada de
sustantividad propia; esto es, característica del Derecho cambiario. Según GARRIGUES,
el hecho de que el acreedor pueda dirigirse contra el librador o contra cualquiera de los
endosantes no arguye la existencia de una verdadera solidaridad entre ellos, sino que se
funda en que el acreedor lo es de varias deudas distintas, tantas como firmas haya en la
letra. En resumen, no hay concurrencia de dos o más deudores en una obligación (como
dice el art. 1137 CC), sino concurrencia de varias obligaciones en un mismo título. Para
explicar por qué el pago de un obligado en vía de regreso libera a los firmantes
posteriores, pero no a los anteriores, acude a la institución de la fianza solidaria entre
deudores. En esta misma línea se mantiene CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio
ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs. 886 y ss.), quien considera que, mientras en las
obligaciones solidarias existe un único derecho y una única obligación, en la solidaridad
cambiaria hay tantas obligaciones como personas obligadas. No obstante, esta diferencia
debe ser matizada, pues, reconocidos civilistas afirman que en la solidaridad de Derecho
civil hay una pluralidad de obligaciones "si bien conexionadas por la unidad o
comunidad de fin o interés económico, por la unidad de objeto (prestación) y de la causa"
(JORDANO BAREA, "Las obligaciones solidarias", en Anuario de Derecho Civil, tomo
XLV, fase. III, julio-septiembre 1992, págs. 850 a 854). Vid. en el mismo sentido, SOTO
NIETO, "Caracteres fundamentales de la solidaridad pasiva", en Revista de Derecho
Privado, julio-agosto, 1980, págs. 785 a 790. Por su parte, DIEZ-PICAZO (Fundamentos
del Derecho civil patrimonial, II, cit., pág. 206) admite que la articulación de la relación
solidaria entre deudores es compleja, ya que se realiza a través de vínculos distintos;
ahora bien, concluye que la relación obligatoria en la solidaridad pasiva es una sola.
18
.- No nos referiremos al supuesto de concurrencia de dos o más sujetos en una
declaración cambiaria (v. gr. pluralidad de aceptantes, art. 44 LCCH), pues, entre ellos
385

cambiaria principal cuyo contenido es el pago de la letra de cambio a


su vencimiento (art. 33 LCCH). Así, cuando paga se extinguen todas
las relaciones jurídicas vinculadas al título, pues, el librador y los
endosantes son meros responsables del buen fin de la letra; son, por
tanto, obligados cambíanos de garantía 19.

La naturaleza de la obligación que el librador contrae con su


firma se desprende del art. 11 LCCH, en el que se establece que el
librador garantiza la aceptación y el pago, y si bien puede eximirse de
la garantía de la aceptación20, "toda cláusula por la cual se exonere de
la garantía del pago se considerará como no escrita". A pesar de la
dicción literal del art. 11 LCCH, el librador no es siempre un obligado
de garantía: si el librado no acepta -lo que no impide que le sean
presentadas las letras y que incluso pague- el librador se convierte en
obligado principal; esto es, es responsable último del pago. En este
sentido, cuando el librado acepta sólo una parte de la deuda
cambiaria, el aceptante se convierte en obligado principal en lo que se
refiere a la suma aceptada. Del resto de la suma cambiaria, el
obligado principal es el librador.

Además del librador en las letras de cambio aceptadas, son


obligados de garantía aquellos sujetos que se incorporan a la letra con
posterioridad a aquél. Estos son: los endosantes, mediante un endoso

no tiene lugar la acción cambiaria. Así, cuando el pagador es uno de los obligados de
igual grado, si exige el reintegro a los coobligados, habrá que estar a lo que se derive de
las relaciones extracambiarias que medien entre ellos, siendo de aplicación, a falta de
pacto expreso, la normativa del CC. Vid. por todos, VIGENT CHULIA, Compendio
crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 717.
Sobre esta cuestión puede consultarse la STS (Sala 1.a), de 4 de junio de 1976
(RAJ 2629), en la que se declara: "(•••) los coobligados al pago de una letra de cambio
comprendidos dentro del mismo grado, aunque son entre sí deudores solidarios, no lo son
cambiarios, pues las relaciones jurídicas que entre ellos existan se regulan en atención al
contrato causal que les ligue, o, en su defecto, y según la doctrina científica, por las
reglas del Derecho Civil existentes sobre las obligaciones solidarias, (...)".
19
.- No debe entenderse, sin embargo, que sean deudores cambiarios subsidarios con
respecto al aceptante, ya que no gozan del beneficio de excusión.
20
.- La cláusula de no responsabilidad por falta de aceptación impide que se desencadene
frente al librador el regreso anticipado previsto en el art. 50.2 LCCH (vid. supra,
Capítulo Cuarto, págs. 363 y ss.)
386

pleno y sin restricciones, art. 18 LCCH; los avalistas, art. 37 LCCH 21


y los interventores, arts. 73 y 77 LCCH.

En cuanto al pagaré, el firmante asume la obligación cambiaría


principal (art. 97 LCCH); esto es, su pago extingue la deuda
cambiaría. Los restantes elementos personales que pueden intervenir
en un pagaré son obligados cambiarios de garantía (cfr. art. 96
LCCH).

Por lo que respecta al cheque es conveniente distinguir entre


sus distintos tipos. En el cheque nominativo con la cláusula "no a la
orden" u otra equivalente, la responsabilidad cambiaría por la falta de
pago corresponde esencialmente al librador, pues, los sucesivos
transmitentes están sometidos a las normas de Derecho común (art.
120.3 LCCH). Para el caso de que la obligación del librador estuviese
avalada, el avalista responde de igual manera que el librador (art. 133
LCCH). En el cheque a la orden, librador, endosantes y avalistas son
obligados cambiarios de igual grado y, por tanto, corresponsables del
pago del cheque (art. 120.2 LCCH). No obstante, existe alguna
diferencia entre la responsabilidad que tiene el librador y la que
incumbe a los endosantes. El librador no puede eximirse de garantizar
el pago (art. 118 LCCH), mientras que los endosantes pueden excluir
su responsabilidad mediante la inserción en el título de un cláusula en
este sentido (art. 124 LCCH). Y, por último, en el cheque emitido al
portador la responsabilidad derivada de la falta de pago del mismo
por parte de librado recae exclusivamente sobre el librador y, en su

21
.- El avalista del obligado principal no se convierte, por este hecho, en obligado
principal. De conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del art. 37 LCCH, si se
ejercita la acción cambiaria contra el avalista del aceptante, aquél puede reclamar el pago
a este último. Esta consecuencia jurídica no contradice el principio de accesoriedad del
aval que establece el art. 37.1 LCCH ("El avalista responde de igual manera que el
avalado") y que se hace patente incluso en el ámbito procesal. Así, en la STS (Sala 1a.),
de 2 de abril de 1990 (RAJ 2688) se declara que es competente para conocer de la acción
cambiaria, interpuesta contra un avalista, el Juez del lugar del cumplimiento de la
obligación según el título, aunque sea distinto del Juez del domicilio del avalista.
387

caso, sobre su avalista, ya que los eventuales tenedores del título no


dejan, en él, signos de su intervención (art. 120.1 LCCH).

Desde una perspectiva dinámica, el art. 57 LCCH regula el


modo de hacer efectiva la responsabilidad de los obligados
cambiarios. En el párrafo primero del citado artículo se dispone que
aquéllos responden de forma solidaria: "Los que hubieren librado,
aceptado, endosado o avalado una letra de cambio responden
solidariamente frente al tenedor". Con respecto a la norma transcrita,
debe precisarse, en primer lugar, que la relación que en ella figura es
meramente ejemplificativa y no numerus clausus. A los sujetos
expresamente mencionados hay que añadir el aceptante por
00
intervención y el falsus procurator ; este último responde en la
misma forma que lo hubiera hecho el supuesto representado (art. 10
LCCH). En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que el art. 18
LCCH permite que un endosante se exonere de la garantía del pago
frente a los tenedores posteriores y que prohiba nuevos endosos. En el
primer caso el endosante no es un obligado cambiario, y, en el
segundo supuesto, sólo será responsable del pago frente a su
endosatario. Por último, el vínculo de solidaridad que afecta a todos
los obligados cambiarios en una misma letra puede romperse, al
menos temporalmente; esto es, hasta el momento del vencimiento. Ya
hemos aludido a la facultad del librador de eximirse de la garantía por
falta de aceptación (art. 11.2 LCCH). De la misma facultad goza el
endosante según el precepto del art. 18.1 LCCH. Por razón de la
O1
accesoriedad formal del aval , cuando el avalado no responde de la

22
.- Vid. en este sentido, VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil,
tomo II, cit., págs. 715 y 716.
23
.- La accesoriedad formal y la autonomía sustancial son los dos principios que presiden
el nuevo régimen jurídico del aval en la LCCH; vid. al respecto, DUQUE DOMÍNGUEZ,
"El aval de la letra de cambio", en Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la
"Ley cambiaria y del Cheque", de 16 de julio de 1985, cit., pág. 21; ROJO
FERNANDEZ-RIO, "El aval de la letra de cambio", en Derecho Cambiario. Estudios
sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, cit., págs. 550 y ss.; AÑOVEROS TRIAS DE
BES, El aval cambiario, cit., págs. 47 y ss.
388

falta de aceptación, tampoco el avalista será responsable de las


consecuencias derivadas de la falta de aceptación.

Los párrafos segundo y cuarto del art. 57 LCCH hacen


referencia al aspecto externo de la solidaridad; es decir, a la relación
que liga a los obligados cambiarios con el tenedor del título.

En el párrafo segundo del art. 57 LCCH se diseña con gran


amplitud el ius electionis -derecho del acreedor a elegir el sujeto
pasivo de su pretensión 24-. Frente a lo preceptuado por el art. 516
CCom -que obligaba al acreedor a demandar a los obligados
cambiarios de uno en uno-, el acreedor cambiario puede dirigirse
individualmente contra algunos o todos los obligados cambiarios de
forma simultánea, o contra varios o todos conjuntamente, o escoger a
cualquiera de ellos, sin necesidad de observar el orden en que se
hubieran obligado 25. La facultad de elección establecida en el párrafo
segundo del art. 57 LCCH ha de entenderse referida tanto a las
reclamaciones extrajudiciales, cuanto a las judiciales.

En virtud del ius variarteli, regulado en el párrafo cuarto del art.


57 LCCH 26, si el tenedor demanda a uno o varios obligados
cambiarios, el ejercicio de esa acción no impide que pueda proceder
posteriormente contra otros obligados cambiarios, aunque sean
posteriores en orden a los que fueron primeramente demandados.

24
.- El ius electionis permite al acreedor dirigir su acción hacia aquel o aquellos deudores
"que juzgue más solventes o le ofrezcan mayores garantías de atendencia y agilidad ante
la intimación reclamadora", (SOTO NIETO, "Caracteres fundamentales de la solidaridad
pasiva", cit., lug. cit., pág. 785).
25
.- En el párrafo segundo del art. 57 LCCH se dispone que: "El portador tendrá derecho
a proceder contra todas estas personas individual o conjuntamente, sin que le sea
indispensable observar el orden en que se hubieren obligado".
26
.- En el párrafo cuarto del art. 57 LCCH se dispone que: "La acción intentada contra
cualquiera de las personas obligadas no impedirá que se proceda contra las demás,
aunque sean posteriores en orden a la que fue primeramente demandada".
Sobre el régimen jurídico del ius variandi en la relación obligatoria con
solidaridad pasiva, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II,
cit., págs. 208 y 209.
389

Contrariamente a lo que establecían los arts. 516 y 518 CCom, no son


presupuestos del ius variandi la excusión en los bienes del
demandado o la acreditación de la insolvencia parcial o total de éste.
Si bien el párrafo cuarto del art. 57 LCCH es más explícito que el
segundo y se refiere a la "acción intentada", estimamos que el ius
variandi puede ejercitarse tanto en el ámbito judicial, como en el
extrajudicial. El único límite al ejercicio del ius variandi es el de la
íntegra satisfacción del crédito cambiario.

A la relación interna entre los obligados cambiarios se refiere el


párrafo tercero del art. 57 LCCH 27. La norma en él contenida es
exclusivamente una norma de remisión al párrafo segundo, en el que
como ya hemos señalado se regula el ius electionis. En cambio, el art.
57.3 LCCH no hace ninguna mención, ni directa ni indirectamente, al
ius variandi. Sin embargo, de ello no debe inferirse que el derecho de
variación corresponda exclusivamente al tenedor de la letra de
cambio, sino también al obligado cambiario que ejercite una acción
de reembolso.

La acción de reembolso constituye el ámbito de aplicación del


art. 57.3 LCCH. El citado artículo con la expresión "cualquier
firmante de una letra de cambio" alude a los obligados de garantía y
no al obligado principal, pues si paga el aceptante, o el librador de
letras de cambio no aceptadas, se extingue la deuda cambiaria. Ahora
bien, el pago efectuado por un obligado de garantía libera a los
sujetos cambiarios a los que aquél debía garantía, a saber: endosantes
posteriores en la cadena de endosos y sus respectivos avalistas. El
firmante que ha pagado la letra de cambio tiene como responsables
solidarios a las personas que le garantizaron el pago y al obligado
principal.

27
.- En el párrafo tercero del art. 57 LCCH se establece lo siguiente: "El mismo derecho
corresponderá a cualquier firmante de una letra de cambio que la haya pagado".
390

Entendemos que pueden darse por reproducidas, mutatis


mutandis, para el pagaré y cheque, las afirmaciones vertidas sobre la
responsabilidad solidaria de los firmantes de una letra de cambio
frente al acreedor cambiario. De este modo, se evitan repeticiones
carentes de interés, pues, el art. 96 LCCH se remite al art. 57 y el art.
148 LCCH presenta su misma estructura y contenido.

2. Estudio del artículo 57 de la Ley Cambiaría y del Cheque desde


la óptica del juicio ejecutivo cambiario.

El art. 57 LCCH establece el régimen de responsabilidad de los


obligados cambiarios. Este régimen es independiente de la vía
procesal elegida por el tenedor para hacer valer sus derechos. Por
tanto, los efectos de la solidaridad cambiaria ex art. 57 LCCH
trascenderán al proceso de declaración y al proceso de ejecución.
Ahora bien, debido al objeto de nuestro trabajo, será en el ámbito del
juicio ejecutivo donde analizaremos la responsabilidad cambiaría en
los términos del art. 57 LCCH. Este análisis se efectuará desde una
doble perspectiva: primera, la pluralidad de partes desde el inicio del
juicio ejecutivo, posibilidad otorgada por el ius electionis; y segunda,
la efectividad, en el cauce procesal señalado, del ius variandi.

Conviene precisar que la primera de las perspectivas señaladas


excluye un supuesto de hecho previsto en el art. 57.2 LCCH: proceder
individual y simultánea o sucesivamente contra varios o todos los
obligados cambiarios. El motivo por el cual no examinaremos esta
f\n

forma que, en especial , concede el art. 57 LCCH al acreedor


cambiario para hacer valer judicialmente su derecho es,
sencillamente, su inviabilidad. El Juez no despachará ejecución
porque el acreedor no podrá aportar con la demanda el título

28
.- Entiéndase como innovación, puesto que, obviamente, el tenedor legítimo de la letra
de cambio puede solicitar el despacho de la ejecución frente a un único deudor
cambiario.
391

ejecutivo. La LEG, con la excepción del título ejecutivo escritura


pública (art. 1429.1°), sólo atribuye fuerza ejecutiva al título
original29.

Sobre esta cuestión se ha observado que, pendiente una


reclamación judicial contra un deudor solidario, si se impidiera el
ejercicio de una nueva acción contra otro deudor se desnaturalizaría la
institución de la solidaridad y además se vaciaría de contenido el art.
57 LCCH 30. No puede negarse que dicha afirmación encuentra su
fundamento en el Derecho material, pero ya hemos dicho que la LEC
solamente otorga fuerza ejecutiva al título original, y el Derecho
procesal no prevé ningún expediente para salvar dicho obstáculo 31.

29
.- Es cierto que una misma letra de cambio puede librarse en dos o varios ejemplares
idénticos. El tenedor puede enviar un ejemplar al librado para recoger la aceptación y,
simultáneamente, utilizar el segundo ejemplar para llevar cabo el endoso. Como que los
distintos ejemplares tienen valor sustantivo y pueden circular como el original, la LCCH
a fin de evitar fraudes prevé una serie de mecanismos tendentes a alcanzar la efectividad
de lo dispuesto en el art. 80.1 LCCH: "Cuando se pague uno de los ejemplares, se
extinguirán los derechos derivados de todos los demás, ...". Estos mecanismos están
contenidos en los arts. 79 y 81 y, de no ser observados, quien haya aceptado o endosado
varios ejemplares responderá frente a su tenedor de buena fe por cada ejemplar firmado
que no le haya sido devuelto (cfr. arts. 80.2 y 80.3 LCCH). Pero en estos supuestos lo
que sucede, como regla general, es que los ejemplares están en manos de distintos sujetos
cambiarios; es decir, hay, en potencia, más de un acreedor cambiario, supuesto al que no
se refiere el art. 57 LCCH.
En cuanto al pagaré, no le son aplicables las normas de la LCCH relativas a la
pluralidad de ejemplares de una letra de cambio. Y por lo que se refiere al cheque, la
LCCH no regula la emisión de ejemplares. Sin embargo, al no establecer prohibición
expresa, y como que el texto uniforme de Ginebra de 1931 (arts. 49 y 50) permite la
expedición de un cheque en varios ejemplares, se ha afirmado que, salvo que se trate de
un cheque al portador, es válida la emisión de ejemplares de un cheque en el
ordenamiento jurídico español. Vid. en este sentido, CALAVIA y BALDO, El Cheque,
cit., págs. 127a 129.
Por lo que respecta a las copias, debe señalarse que su poseedor sólo se convierte
en tenedor legítimo con la posesión del original. La copia separada del original otorga,
únicamente, el derecho de regreso contra los endosantes y avalistas que figuran en la
copia (art. 83.2 LCCH). En este caso, la copia y el original tampoco pertenecerán a un
mismo sujeto cambiario. Las normas de la LCCH referentes a las copias sí son aplicables
al pagaré.
30
.- SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley cambiaría y del cheque,
cit., pág. 128.
3I
.- Se ha apuntado al respecto, que el título cambiario podría ser sustituido por un
testimonio expedido por el Juez que entienda de la demanda ejecutiva presentada en
primer lugar (SANZ DE HOYOS, ob. cit., nota anterior, pág. 128). Sin embargo, esta
392

Sirvan estas líneas de breve reflexión sobre la posibilidad de ejercitar


la acción ejecutiva contra más de un obligado cambiario de forma
individual, pues no tendremos más remedio que volver sobre este
extremo cuando abordemos el estudio de ius variandi.

A) lus electionis. Acumulación subjetiva de acciones.


Litisconsorcio pasivo voluntario.

El art. 57.2 LCCH autoriza al acreedor cambiario a solicitar en


una única demanda ejecutiva el despacho de la ejecución frente a
todos, o frente a algunos obligados cambiarios, pudiéndose originar,
por tanto, un proceso único con pluralidad de partes. Al dirigirse las
acciones cambiarías acumuladas frente a varios demandados se crea,
T5
además de la acumulación , un litisconsorcio pasivo.

El litisconsorcio ha sido calificado como figura típica de


pluralidad de partes en el proceso 33. Aunque la LEC no designe con
el nombre concreto de litisconsorcio el fenómeno que consiste en una
pluralidad de partes procesales, se refiere implícitamente a él al tratar
de la acumulación subjetiva de acciones cuando dispone que: "podrán
acumularse y ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga

solución no es acorde con el Derecho procesal que limita con un numerus clausus los
títulos que abren paso a la ejecución.
Por otra parte, el desglose de documentos sólo se acuerda una vez ha terminado
el procedimiento respectivo.
32
.- En contra SENES MOTILLA ("Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva de la letra
de cambio y el juicio ejecutivo cambiado", cit., lug cit., pág. 500) quien niega la
existencia de la acumulación de acciones ya que "el tenedor es titular de un único
derecho y de una única acción que se ostenta y ejercita frente a una pluralidad de
sujetos". Vid., no obstante, las opiniones doctrinales recogidas en nota 17.
".- Cfr. GÓMEZ ORBANEJA, Derecho procesal civil, vol. primero, 8a ed., Madrid,
1979, pág. 161; PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, I, 2a ed.,
Pamplona, 1985, pág. 379; DAVILA MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y
tratamiento procesal, 2a ed., Barcelona, 1992, págs. 15 a 18.
La pluralidad de partes en el proceso, o litisconsorcio, supone que un conjunto de
personas actúan en posición de parte activa y/o pasiva. En este sentido, la pluralidad de
sujetos procesales no altera el principio de dualidad de partes que informa el proceso
civil.
393

contra varios individuos, o varios contra uno" (art. 156). Junto a las
hipótesis de litisconsorcio pasivo y activo, previstas en el art. 156
LEG, la doctrina añade una tercera que califica de litisconsorcio
mixto y que viene caracterizada por litigar varios actores frente a
varios demandados 34.

El art. 156 LEG se refiere al litisconsorcio voluntario o también


denominado por la doctrina facultativo o simple 35, cuya creación
inicial depende de la voluntad del actor. Responde, por tanto, a
criterios particulares de oportunidad y a una mayor o menor conexión
entre las acciones que se acumulan. En cambio, en el litisconsorcio
necesario la presencia de una pluralidad de partes viene exigida por la
ley o por la jurisprudencia 36. La mayoría de la doctrina coincide en
señalar que el centro de gravedad del litisconsorcio necesario se
encuentra en el Derecho material; en concreto "en la inescindibilidad
de ciertas relaciones jurídicas, con base en que la legitimación se
"Ï'T

atribuye a dos o más personas conjuntamente" . La solidaridad entre


los obligados cambiarios tal y como se regula en el art. 57 LCCH no
comporta, en el plano procesal, un litisconsorcio necesario. Rige, en

34
.- Vid. por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 554; y
DAVILA MILLAN, ob. cit., nota anterior, págs. 18 y 19.
35
.- Vid. RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil, tomo I, 5a ed., Barcelona, 1992,
pág. 281.
36
.- Frente al litisconsorcio voluntario, y aunque nada diga la LEC, la doctrina distingue
el litisconsorcio necesario que viene impuesto por una norma jurídica (litisconsorcio
necesario propio) o por la jurisprudencia (litisconsorcio necesario impropio). Sin
embargo, como se ha puesto de relieve, el litisconsorcio voluntario y el necesario distan
mucho de ser dos especies del mismo género. El litisconsorcio voluntario es un simple
expediente procesal de utilización discrecional para el actor, cuyo único fundamento es
la economía procesal. En cambio, el litisconsorcio necesario se configura como un
presupuesto procesal de la sentencia de fondo. Vid. en este sentido, FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 554; LIEBMAN, Manual de Derecho
procesal civil, cit., pág. 77.
37
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso Civil 1.°, (con Orteils
Ramos y Gómez Colomer), Barcelona, 1994, pág. 46. Vid. también en este sentido,
CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, 1a ed., Barcelona, 1990, págs. 121 a 141; DAVILA MILLAN, Litisconsorcio
necesario. Concepto y tratamiento procesal, cit., págs. 49 a 67; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo I, cit., págs. 284 a 287.
394

definitiva el principio dispositivo; el actor es el dominus litis y no hay


necesidad de que litigue conjuntamente contra nadie.

Ahora bien, el litisconsorcio voluntario o facultativo no se


funda en la sola voluntad del actor, ni atiende, exclusivamente, a
razones de economía procesal. La LEC exige que las acciones que se
acumulan "nazcan de un mismo título o se funden en una misma
causa de pedir" (art. 156). Es decir, las pretensiones deben ser
conexas, pues, en caso contrario, la pluralidad de partes complicaría
1Q
el desarrollo del proceso . Por "mismo título" se ha de entender, el
mismo negocio jurídico del que surge el derecho y las correlativas
pretensiones y obligaciones. Por "misma causa" se ha de considerar,
el mismo fundamento de pedir 39. Con todo, la fórmula que utiliza el
art. 156 LEC ha sido calificada de "redundante e incompleta". Es
redundante porque título equivale a causa de pedir; esto es, "conjunto
de hechos que, calificados, sirven de fundamento a la demanda". Y, es
incompleta, porque no basta para que el litisconsorcio sea posible que

38
.- Esta posibilidad no ha impedido que parte de la doctrina, apoyándose en
determinadas sentencias del TS, afirme la existencia, junto al litisconsorio voluntario
propio (art. 156 LEC), del litisconsorcio voluntario impropio. Este último tipo de
litisconsorcio voluntario se constituye por la acumulación de acciones que no son
conexas, pues, no nacen de un mismo título ni se fundan en una misma causa de pedir,
pero sí poseen elementos semejantes u homogéneos (conexión impropia o afinidad). La
afinidad consiste en que las diversas relaciones jurídicas tengan en común un punto de
hecho o de derecho a decidir. Vid. en este sentido, PRIETO-CASTRO, Tratado de
Derecho procesal civil, I, cit., pág. 382.
Sin embargo, el reconocimiento de las dificultades de orden procesal que el
litisconsorcio voluntario impropio puede generar, ha determinado que se reclame una
regulación que permita separar los procedimientos cuando se de este tipo de
litisconsorcio. Vid. al respecto, FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el
proceso civil", en Estudios de Derecho procesal, cit., pág. 130.
El litisconsorcio voluntario impropio se regula en el Derecho procesal civil
italiano y alemán (cfr. art. 103 Cpc y § 60 ZPO). No obstante, debe señalarse que en
ambos ordenamientos procesales se prevé la separación de las causas, bien a instancia de
todas las partes, bien de oficio cuando según el Juez el proceso experimenta un excesivo
retraso. Vid. sobre este punto, CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo
H, cit., págs. 642 a 644; ROSENBERG, SCHWAB y GOTTWALD, Zivilproßrecht, cit.,
págs. 244 a 246.
39
.- Cfr. GOMEZ ORB ANEJA, Derecho procesal civil, vol. primero, cit., págs. 163 y
164.
395

las acciones nazcan de un mismo título o se funden en una misma


causa de pedir, ya que son necesarios otros requisitos 40.

En efecto, como toda acumulación subjetiva de acciones,


supone una acumulación objetiva de acciones (los sujetos son
diferentes y, por tanto, lo es la acción) son aplicables al litisconsorcio
los requisitos que la LEC establece para la acumulación objetiva de
acciones (arts. 154 y ss).

El número primero del art. 154 LEC dispone que no pueden


acumularse las acciones que sean incompatibles entre sí 41. Sin
embargo, esta incompatibilidad raramente se producirá al fundarse las
acciones cambiarías, cuya acumulación produce el litisconsorcio, en
una misma causa de pedir 42.

Hemos dicho que por causa de pedir se entiende el conjunto de


hechos que calificados -esto es, puestos en relación con una
determinada norma jurídica- sirven de fundamento a la demanda. El
conjunto de hechos, en materia de acumulación sujetiva de acciones
cambiarías, está descrito en la norma del art. 57.1 LCCH: los que
hubieran librado, aceptado, endosado o avalado una letra de cambio -
supuesto de hecho- 43, por tanto, cualquier persona que haya
incorporado al título una declaración cambiaría, reconocida como
típica por la LCCH, a través de una firma, garantiza solidariamente el
pago de la letra -consecuencia jurídica-. Es inherente a la institución

40
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 556.
4I
.- En concreto, el art. 154.1° LEC dispone que dos o más acciones no podrán
acumularse entre sí: "Cuando se excluyan mutuamente, o sean contrarias entre sí, de
suerte que la elección de la una impida o haga ineficaz el ejercicio de la otra".
42
.- En cambio, para CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio ejecutivo cambiario",
cit., lug. cit., pág. 887) las acciones que el tenedor puede ejercitar contra los diferentes
obligados cambiarios son incompatibles entre sí "pues, evidentemente, son incompatibles
en su ejercicio la acción dirigida contra uno y la que se pueda dirigir contra cualquier
otro". Es decir, señala que el problema no está en que el acreedor tenga el derecho contra
todos por el todo, sino en que pueda ejercitar ese derecho de forma conjunta.
43
.- O los que hubieran librado, endosando o avalado un pagaré o un cheque (art. 148
LCCH).
396

de la solidaridad de deudores el que el acreedor pueda dirigirse contra


cualquiera de los deudores solidarios o contra todos ellos
simultáneamente, sin que las reclamaciones entabladas contra un
deudor sean obstáculo para las que ulteriormente se dirijan contra los
demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo 44.

Los otros dos requisitos que establecen los números segundo y


tercero del art. 154 LEG no reclaman, ante la acumulación de
acciones cambiarías ejecutivas, ningún tipo de comentario o
aclaración específica. Nos referimos a la exigencia legal de que el
Juez sea competente por razón de la materia para conocer de todas las
acciones acumuladas (art. 154.2°), y que las acciones deban
sustanciarse por cauces procedimentales de la misma naturaleza (art.
154.3°).

La existencia de una pluralidad de partes lleva consigo una


pluralidad de acciones que se sustancian conjuntamente, en un único
procedimiento (lo que supone, v. gr. una sola fase de alegaciones, un
sólo período de prueba), y se resuelven en una misma sentencia. Estos
efectos vienen referidos en el art. 159 LEG: "La acumulación de
acciones, cuando proceda y se utilice oportunamente por el actor,
producirá el efecto de discutirse todas en un mismo juicio y resolverse
en una sola sentencia". Por tanto, el procedimiento será único aunque
haya una pluralidad de pretensiones y objetos.

No obstante la unidad de procedimiento, cada uno de los


litisconsortes voluntarios es parte procesal en sentido propio, y de la
actividad procesal de cada uno de ellos sólo se derivan, en principio,
consecuencias favorables o perjudiciales para quien la realizó 45. Por

44
.- Cfr. art. 1144 CC destinado, entre otros, a regular la solidaridad pasiva -institución
pensada y creada en interés del acreedor-. No resulta difícil percibir que el art. 57 LCCH
ha querido incorporar al Derecho cambiario la estructura de la solidaridad pasiva del
Derecho civil.
45
.- Así, los actos de disposición sobre el objeto del litigio (renuncia, allanamiento,
transacción, etc.) sólo perjudican al litisconsorte que los realiza y no a los demás. Ahora
397

consiguiente, la sentencia que se dicte puede tener distintos efectos


para cada uno de los litisconsortes; es decir, el fallo no tiene por qué
ser idéntico para todos los sujetos 46.

Sin embargo, como veremos, también en el supuesto del


litisconsorcio voluntario (o deberíamos decir litisconsorcio
cuasinecesario o unitario) quiebra, en determinados casos, el principio
de la independencia en la actividad de los litisconsortes por el
principio de la unicidad del fallo.

La economía de tiempo, dinero y esfuerzo procesal que se logra


con el litisconsorcio, ventaja comúnmente señalada, es contrarrestada
por las alteraciones, en ocasiones importantes, que aquél provoca en
la normal tramitación del proceso. En las próximas líneas
examinaremos los problemas que la acumulación subjetiva de
acciones, ex art. 57 LCCH, genera en el desarrollo de la actividad
ejecutiva. De momento sirva como antecedente la SAP de Granada,
Secc. 3a, de 18 de marzo de 1992 47 en la que se reconoce que la
solidaridad cambiaria ocasiona:

"... enormes problemas en la ejecución de las sentencias,


que en la práctica se están planteando y que se tienen que
soslayar bajo los auspicios de la individualización de las
deudas ...".

bien, al ser el procedimiento único cualquier defecto o crisis en el mismo, afectará por
igual a todos los litisconsortes. En este sentido, las excepciones procesales que
interponga cualquier litisconsorte aprovecharán a todos por igual. Cfr. FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., págs. 556 y 557.
46
.- Vid. en este sentido, PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I,
cit., pág. 384; FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug.
cit., pág. 136; DA VILA MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y tratamiento
procesal, cit., pág. 210; GONZALEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio
voluntario no hay litisconsorcio", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, núm.
4, 1982, pág. 662.
47
.- RGD, núm. 558, septiembre 93, pág. 9283.
398

a) Competencia territorial.

No escapan a la LEG las particularidades que, respecto a la


determinación de la competencia territorial, supone la existencia de
una pluralidad de sujetos en la posición pasiva. Así, en el párrafo
segundo, de la regla primera del art. 62 se regula expresamente cómo
debe fijarse la competencia territorial cuando se ejercita una acción
personal y la demanda se dirige simultáneamente contra dos o más
personas; por tanto, la acumulación es determinante del fuero. No es
ésta, sin embargo, la norma a aplicar cuando se sustancia la acción
cambiaría por los trámites del juicio ejecutivo, pues, el art. 1439 LEG
establece de forma específica los criterios con arreglo a los cuales se
determina el Juez territorialmente competente 48.

A tenor de lo dispuesto en el mencionado artículo, que excluye


la sumisión tácita y expresa, la competencia territorial deberá
determinarse, por el lugar de cumplimiento de la obligación según el
título; o, por el domicilio del demandado o de alguno de ellos; o, por
el lugar en que se encuentren los bienes inmuebles especialmente
hipotecados, si los hubiere. Tales fueros son legales, concurrentes y
electivos; esto es, son reglas de atribución de competencia territorial
respecto de las cuales el ejecutante goza de facultad de elección 49.

Teniendo en cuenta que con la acumulación de acciones se


puede perjudicar el fuero de algún demandado 50, debemos ahora
preguntarnos si la existencia de una pluralidad de obligados

48
.- Este artículo, nuevamente reformado por la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas
Urgentes de Reforma Procesal, excluye expresamente las sumisiones expresa y tácita.
Ahora bien, la sumisión tácita, como expediente técnico que evita que surja una cuestión
de competencia, ya fue eliminada del juicio ejecutivo por la Ley 34/1984, de 6 de agosto,
de Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento civil, al modificar la redacción del art.
1440 LEC y disponer que el Juez "apreciará su propia competencia objetiva y territorial".
49
.- Cfr. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
277.
50
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, II, cit., págs. 101 y 102.
399

cambiarlos distorsiona la libre elección, por parte del ejecutante, del


Juez territorialmente competente para despachar ejecución.

No se producirá ninguna alteración, si el acreedor solicita el


despacho de la ejecución frente al librador, endosantes, o avalistas. En
esta hipótesis, no parece que exista inconveniente en que el ejecutante
presente la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar del cumplimiento
de la obligación, o ante el del domicilio de alguno de los deudores, o
ante el del lugar en que se encuentran los bienes inmuebles
especialmente hipotecados.

La incertidumbre surge cuando el acreedor cambiario solicita el


despacho de la ejecución frente a los obligados cambiarios a los que
nos hemos referido en el párrafo anterior y además frente al aceptante.
Es decir, cuando se acumulan la acción directa contra el aceptante que
es el obligado principal, y las acciones contra los obligados en vía de
regreso, meros responsables del buen fin de la letra. Cabe que nos
preguntemos si, en este supuesto, tendría que primar el fuero del lugar
del pago (lugar de cumplimiento de la obligación) por ser el fuero
propio de la acción principal; o, por el contrario, podría despachar
ejecución contra el aceptante, el Juez del domicilio del, pongamos por
caso, tercer endosante. Esta pregunta se plantea porque puede suceder
que la acumulación de acciones sea arbitraria y que no tenga otro
fundamento que la privación del fuero al posible proponente de una
cuestión de competencia.

Partiendo de una interpretación del art. 1439 LEC consistente


en afirmar que en el supuesto de que se persigan bienes hipotecados,
no tiene sentido que el acreedor interponga la demanda ante el Juez
del lugar de cumplimiento de la obligación, cuando el domicilio y el
lugar en que se encuentran los bienes hipotecados es otro 51, puede
concluirse, a nuestro entender, que tampoco tiene sentido ni es
51
.- Vid. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
277.
400

razonable que, solicitándose de forma conjunta el despacho de la


ejecución frente al aceptante y a los obligados cambíanos de regreso,
se interponga la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar del
domicilio de un obligado cambiario de garantía. Estamos ante un
supuesto -que no se contempla ni por el art. 62.1a,2 LEC, ni por el art.
1439 LEC- en el que el acreedor ejercita en una misma demanda dos
o más acciones acumuladas que tienen un lugar de cumplimiento
diferente. Si entendemos aplicable la doctrina del Tribunal Supremo,
que mantiene que en estos casos debe conocer el Juez del lugar de
cumplimiento de la obligación principal 52, el tenedor debería
presentar la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar de cumplimiento
de la obligación contraída por el aceptante o, a falta de indicación,
ante el Juez del domicilio de este último 53.

b) Defensa de los litisconsortes pasivos.

El tratamiento procesal de la defensa de los litisconsortes


pasivos, tiene en la LEC un claro punto de referencia: el art. 531.

52
.- La STS, 1.a, de 24 de octubre de 1967 (RAJ 4544), declara que: "(...), y en vías de
discernir cuál de las acciones acumuladas en una demanda es la principal, tiene también
declarado la jurisprudencia que se atenderá a la que, según los casos, sea fuente o base de
los demás".
".- El AAP de Burgos, Secc. 3a, de 8 de febrero de 1989 (ROD, num. 555, diciembre 90,
vol. II, págs. 9836) acoge dicha doctrina y declara que "(...) habiendo optado (se refiere
al tenedor) en el presente caso por el ejercicio conjunto, tal y como permite el artículo 57
de la Ley Cambiaria y del Cheque, de las acciones cambiarías directa contra el librado-
aceptante y de regreso contra el librador, es opinión de la Sala que en tales hipótesis el
lugar del pago y por ende del cumplimiento y exigencia unitaria de las referidas
obligaciones, independientes entre sí, pero que no por ello dejan de estar afectadas por el
completo vínculo de la solidaridad, no puede quedar a la libre designación del ejecutante,
dentro de la posibilidad que le otorga el fuero electivo por el artículo 1439 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil a falta de pacto expreso; sino que será el determinado por el
artículo 2.b) de la referida Ley cambiaria, que establece como lugar del pago para el
librado-aceptante, el designado junto a su nombre, configurando así la Ley un fuero
imperativo con lógica atracción por la naturaleza del vínculo de solidaridad cambiaria
que les une, respecto del de los demás demandados elegido por el actor".
401

El art. 531 forma parte de los preceptos que la LEC dedica a la


regulación del juicio ordinario de mayor cuantía. No obstante, a
nuestro entender, dicho precepto es aplicable a los restantes juicios
declarativos ordinarios 54. Y ello porque, a pesar de que otras fueran
las intenciones de la Ley 34/84, de 6 de agosto, de Reforma Urgente
de la Ley de Enjuiciamiento Civil 55, el juicio declarativo de mayor
cuantía sigue siendo el juicio ordinario tipo. Así, el primer precepto
de los que regulan el juicio declarativo ordinario de menor cuantía, el
art. 680 LEC, se remite en bloque a las reglas del juicio de mayor
cuantía, que le son aplicables siempre que no se opongan a su
tramitación especial. En definitiva, la norma del art. 531 LEC está
prevista para ordenar la sustanciación de cualquier juicio declarativo
con pluralidad de partes 56.

Al ser el incidente de oposición a la ejecución (arts. 1461 y ss.


LEC) un incidente de naturaleza cognitiva, podría entenderse que el
art. 531 LEC encaja perfectamente en la sustanciación del juicio
ejecutivo. En este sentido, los obligados cambiarios contra los que se
hubiera despachado ejecución deberían litigar unidos y bajo una
misma dirección, si interpusieran idénticas excepciones. El Juez
ejecutor, al observar que en los escritos de formalización de la
oposición a la ejecución las excepciones, y/o motivos de nulidad, que
se alegan por distintos ejecutados son las mismas, debería obligarlos a
54
.- Si bien dadas las particularidades del juicio verbal (v. gr. no es necesaria la asistencia
de Letrado, art, 10.2° LEC; así como su diferente estructura formai con la que se busca la
rapidez y la simplicidad) la norma del art. 531 carece, en este proceso, de relevancia.
55
,- En la Exposición de Motivos de la Ley 34/84 se califica"de "proceso prototípico" al
juicio declarativo ordinario de menor cuantía.
36
,- Así parece entenderlo la doctrina, pues, analiza e interpreta el art. 531 LEC en la
parte dedicada a la teoría general del proceso, en concreto en los temas que abordan el
estudio de las partes. Vid. en esta línea, DE LA OLIVA y FERNANDEZ LÓPEZ,
Derecho procesal civil, I, cit., tema 18, págs. 551 y ss.; PRJETO-CASTRO, Tratado de
Derecho procesal civil, I, cit., págs. 379 y ss.; MONTERO AROCA, ORTELLS
RAMOS, GÓMEZ COLOMER, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 1°, cit., lección
27, págs. 11 y ss.; CORTES DOMÍNGUEZ, GIMENO SENDRA y MORENO
CATENA, Derecho procesal civil, cit., lección 3a, págs. 65 y ss.; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo I, cit., tema 13, págs. 279 y ss.; ALMAGRO NOSETE y
TOME PAULE, Instituciones de Derecho procesal, tomo primero, Proceso civil, 1, Ia
ed., Madrid, 1993, tema 10, págs. 227 y ss.
402

que en lo sucesivo litigaran unidos y bajo una misma dirección (art.


531.2 LEG).

Aun cuando no debe despreciarse la bondad de la admonición


que late en el citado precepto, no puede éste aplicarse en todo su
rigor. Dicha norma sólo puede postular que, si los litisconsortes lo
desean, pueden litigar unidos, bajo una misma dirección. Esto es lo
que, a nuestro entender, aconseja la LEC en aras a la economía
procesal y al ordenado desarrollo del proceso. No puede el art. 531
aplicarse en todo su rigor ya que en tal caso su constitucionalidad
sería más que dudosa. Si el Juez aplicara el art. 531 LEC en sus
estrictos términos, debería obligar, a quienes hubieran litigado
separadamente, a que lo hicieran en lo sucesivo unidos, siempre y
cuando hubieran hecho uso de las mismas excepciones. Dicha
imposición vulnera el derecho a la defensa y asistencia de letrado (art.
24.2 CE) ya que se coarta la libertad de todo litigante en la elección
de su defensor57.

Quizá no hacía falta recurrir a una interpretación basada en los


derechos fundamentales reconocidos en la Constitución para negar la
aplicación del art. 531 LEC al juicio ejecutivo cambiario, pues, no son
técnicamente "demandados" los que alegan los motivos de oposición
a la ejecución. En efecto, el escrito en el que el ejecutado formaliza la
".- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 558;
PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I, cit., pág. 388; MORENO
CATENA, Derecho procesal civil, cit., pág. 87; LORCA NAVARRETE, Organización
judicial española y principios rectores del proceso español, Madrid, 1993, págs. 545 a
547. El TC ha declarado, desde sus primeras resoluciones, que el derecho a la defensa y
asistencia de letrado, reconocido por el art. 24.2 CE, garantiza que las partes sean
representadas y defendidas por profesionales libremente elegidos; esto es, que los
interesados puedan encomendar su asesoramiento técnico a quien merezca su confianza.
Pueden consultarse al respecto, las SSTC 30/1981, (1a), de 24 de julio, f.j.3°; 37/1988,
(Pleno), de 3 de marzo, f.j. 7°; 101/1989, (2a), de 5 de junio, fj. 5°; 178/1991, (1a), de 19
de septiembre, f.j. 3°; 208/1992, (1a), de 30 de noviembre, f.j. 2°; 12/1993, (1a), de 18 de
enero, f.j. 2°.
Debe matizarse que el art. 531 se refiere exclusivamente a un defensor único, no
a un único procurador.
Por otra parte, es fácil obviar la aplicación del art. 531 LEC: basta con el simple
acuerdo de los demandados consistente en oponer distintas excepciones.
403

oposición a la ejecución no es una contestación a la demanda. En el


incidente de oposición a la ejecución se invierten las posiciones de las
partes: el ejecutante pasa a ser demandado y el ejecutado pasa a ser
actor, y por esto tiene la carga de alegar y probar los hechos que
f o

sirven de base a los motivos de oposición . Por tanto, no se da el


supuesto de hecho del art. 531 LEG.

c) Requerimiento de pago.

Despachada la ejecución contra los obligados cambiarios que


figuran en la demanda ejecutiva, el Juez ejecutor librará mandamiento
al Agente judicial para que, ante el Secretario, les requiera
personalmente de pago (art. 1442 LEG).

El acreedor puede indicar en la demanda ejecutiva el orden a


seguir en los requerimientos de pago. La razón es clara: él, mejor que
el Juez, estará al corriente de la solvencia económica, así como de la
disposición al pago de los ejecutados. En el supuesto de que el
acreedor no establezca el mencionado orden, el Juez efectuará los
requerimientos de pago según su prudente criterio 59.

A nuestro entender, el criterio del Juez no debería ser ajeno a


los postulados del Derecho cambiario por lo que el requerimiento de
pago tendría que efectuarse, en primer lugar, a aquel obligado
cambiario que liberara al mayor número de responsables cambiarios
(v. gr. aceptante o librador si la letra de cambio no está aceptada). No
obstante, de conformidad con lo que dispone el art. 57.2 LCCH, ni el
ejecutante, ni el Juez ejecutor están obligados a observar ningún tipo
de orden.

58
.- Sobre esta cuestión, vid. infra, págs. 466 y ss.
59
.- Cfr. MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, 3a ed., Barcelona, 1987, pág. 131.
404

d) Pago.

Cualquiera de los responsables cambíanos está obligado a


satisfacer íntegramente la cantidad reclamada. Si uno de los
ejecutados satisface la suma cambiaria, más los importes por los
conceptos de los arts. 58 o 59 LCCH y las costas, la ejecución debe
entenderse concluida (cfr. art. 1498 LEG). Los embargos que se
hubieran practicado se alzarán a instancia de parte.

Al predicarse el alzamiento exclusivamente de la afección, no


quedan de forma automática anuladas las medidas de garantía que
hayan podido acordarse. Por este motivo cuando el Juez anule la traba
ordenará los actos necesarios para hacer desaparecer las
correspondientes medidas de garantía adoptadas respecto de los
bienes afectados 60.

e) Consignación.

La existencia de litisconsorcio pasivo hace que, conforme se


vaya avanzando en la tramitación del juicio ejecutivo, surjan nuevas
cuestiones. Así ocurre en el supuesto de que uno de los responsables
cambiarios, con el fin de evitar las molestias del embargo, consigne la
cantidad reclamada (art. 1446 LEG) 61 .

Partiendo de la hipótesis señalada debemos pronunciarnos


sobre si deben seguir sucediéndose los requerimientos de pago y los
embargos a los restantes litisconsortes o, por el contrario, el acreedor
cambiario debe renunciar a ellos. A nuestro entender, y teniendo en
cuenta, en primer lugar, que en un mismo título cambiario se hallan
60
.- Vid. en este sentido, CARRERAS, El embargo de bienes, cit., pág. 559;
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 251.
6I
.- A pesar de que lo dispuesto en el art. 1446 LEC pueda llevar a confusión, la facultad
de consignar corresponde al ejecutado tanto si se despacha ejecución en pesetas, como en
otra moneda.
405

documentadas diferentes obligaciones autónomas que tienen distinta


causa , y, en segundo término, que el deudor que ha consignado
puede interponer excepciones de carácter personal, cuyo éxito
impediría que el acreedor cambiario viera satisfecho su crédito en
aquel procedimiento concreto, no deben suspenderse los
requerimientos de pago respecto de los otros ejecutados, a los que se
les embargarán bienes si no pagan en el acto 63.

f) Embargo.

Los requerimientos de pago deben hacerse en persona y, por


tanto, se sucederán en el tiempo, procediéndose al embargo de bienes
si el responsable cambiario no hiciere pago en el acto (art. 1442
LEG)64. A nuestro entender, debe actuarse de esta manera, ya que el
art. 1144 CC -norma que estimamos aplicable a la solidaridad
cambiaria65- establece que las reclamaciones entabladas contra uno de
los deudores solidarios "no serán obstáculo para las que
posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no resulte
cobrada la deuda por completo", y si la reclamación judicial tiene
lugar por los trámites previstos para el juicio ejecutivo debe adecuarse
a los preceptos legales que lo regulan. Además, y por las mismas
razones expuestas en el epígrafe anterior (autonomía de las
declaraciones cambiarías y posible éxito de un motivo de oposición
de carácter personal), entendemos que, no atendido el requerimiento
de pago, los embargos deben ir sucediéndose aun cuando ya se haya

62
.- Cada firmante asume una deuda propia, que incluso puede tener un objeto distinto al
del resto de las obligaciones cambiarías, v. gr. supuesto de aceptación parcial (art. 30
LCCH).
63
.- Cfr. MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, cit., págs. 131 y 132.
No obstante, esta forma de actuar ha sido calificada de injusta al entender que se
traban los bienes no para cubrir las responsabilidades del deudor, sino para cubrir
posibles eventualidades procesales (CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiario", cit., lug. cit., pág. 889).
64
.- Cfr. en este sentido, CACHÓN CADENAS, El embargo, cit., págs. 589 y 590.
65
.- Vid. supra, nota 44.
406

cubierto, respecto de los otros responsables cambíanos, la cantidad


por la que se proceda en el juicio ejecutivo.

Debemos admitir no obstante, que nuestra opinión no es


compartida por la doctrina. Se ha señalado que este modo de proceder
vulnera uno de los principios informadores de la ejecución forzosa
que debe preservarse a toda costa en el momento de hacer los
embargos: el principio de la suficiencia 66. Desde esta perspectiva,
MONTERO AROCA 67 considera que si un firmante de la letra de
cambio "consigna o se le embargan bienes suficientes no será
necesario embargar a los demás, aunque deberá hacérseles el
requerimiento de pago y la citación de remate, e incluso en la
sentencia de remate habrán de quedar todos incluidos por si acaso".
Ante esta afirmación, nos preguntamos qué sentido tiene que
aparezcan en la sentencia de remate unos ejecutados respecto de los
cuales no puede hacerse "trance y remate de los bienes embargados",
pues, no se les ha embargado bien alguno. En otras palabras, cómo
puede decretarse que siga adelante la ejecución a través del
procedimiento de apremio (art. 1473.1° LEG) si no se ha practicado el
embargo 68. Realmente, los problemas que puede originar tal forma de
actuar son de difícil solución.

El acreedor cambiario no deberá señalar la extensión que el


embargo deba tener respecto de cada uno de los ejecutados 69. Y, en el
supuesto de que en la demanda ejecutiva se incluyera una mención en
tal sentido, el órgano jurisdiccional no está, vinculado por ella.

66
.- Vid. CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit.,
pág. 890.
67
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso Civil 2°., cit., pág. 232.
68
.- La importancia del embargo dentro del proceso de ejecución ha sido puesta de relieve
de forma diáfana por CARRERAS (El embargo de bienes, cit., pág. 98) "... sin la
existencia del embargo no puede precederse a la realización de ninguna de sus formas; el
embargo es, en éste y sólo en este sentido, presupuesto de los demás actos de naturaleza
ejecutiva".
69
.- En contra, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva de la letra
de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 500.
407

Sostener lo contrario equivaldría a convertir la responsabilidad


solidaria de los obligados cambiarlos en mancomunada.

g) Plazo para formalizar la oposición.

En un juicio ejecutivo dirigido contra varios demandados se


plantea la cuestión de si el plazo para formalizar la oposición (art.
1463 LEG) debe ser o no común a todos ellos. No hay, en sede de
juicio ejecutivo, ningún precepto que resuelva expresamente las dudas
que pueden surgir sobre este tema. Sin embargo, de conformidad con
lo que hasta estos momentos hemos dicho, sobre la tramitación de un
juicio ejecutivo con varios sujetos en posición pasiva, entendemos
que el citado plazo debe ser común.

En efecto, hasta que no se haya requerido de pago a todos los


deudores no debe continuar la sustanciación del juicio ejecutivo
cambiario. Con esta medida se evita la nulidad de los actos procesales
que inevitablemente tendría que decretarse si pagara algún obligado
cambiario al que se reclamara el pago con posterioridad 70.

No obstante, la anterior solución no viene impuesta sólo por


razones de economía procesal, sino que, ante todo, impide que se
cause indefensión al deudor al que se requiere de pago. La
indefensión se produciría, esencialmente, por la desigualdad en que se
situaría al citado deudor frente a los restantes obligados cambíanos

70
.- Esta situación es abordada por la SAP de Burgos, Secc. 3a, de 24 de enero de 1990
(RGD, núms. 656-66, oct.-novbre. 91, págs. 9611 y 9612) y se resuelve en el sentido que
estimamos correcto: "(...), es evidente que hasta que no se termina la fase de
requerimiento de pago a todos los demandados, no puede válidamente seguirse el juicio a
no ser que se pretenda que, continuando el juicio por aplicación estricta de la dicción del
artículo 1463 de la Ley de Enjuiciamiento Civil -lo que puede originar una más que
difícil ordenación del procedimiento cuando haya una pluralidad de demandados que
vayan personándose en juicio en forma sucesiva-, si paga el último de los requeridos, se
decreta la nulidad de lo actuado y se cierre entonces el procedimiento abierto, con los
perjuicios económicos y procesales que ello llevaría consigo".
408

quienes, al comparecer, tendrían conocimiento de la defensa


planteada por aquél 71 .

Así, pues, el Juez, en base a la conservación de las actuaciones


procesales y a la prohibición de indefensión, no debe dar curso al
escrito, mediante el que un ejecutado se persona en juicio y anuncia
su voluntad de oponerse a la ejecución (art. 1461), hasta que no se
haya requerido de pago al último de los obligados cambiarios frente a
los que se despachó ejecución. El plazo para formalizar la ejecución
será común para todos los deudores debidamente personados 72.

h) Oposición a la ejecución.

Ya dijimos que la facultad de elección, ex art. 57 LCCH, de que


dispone el acreedor cambiario para poder solicitar el despacho de la
ejecución frente a uno, varios o todos los obligados cambiarios nos
sitúa ante un supuesto de litisconsorcio voluntario o facultativo 73.

También señalamos que en el litisconsorcio voluntario opera el


principio de la independencia de las actuaciones de los litisconsortes,

71
.- En la SAP de Burgos, citada en la nota anterior, se declara que: "(...) obligar a un
demandado cambiario a formular su defensa mediante la alegación de su causa de
oposición frente a la acción ejercitada contra él sin saber si los demás co-demandados
van o no a comparecer en autos y en qué forma, le causa una evidente indefensión, ya
que no sabe si va a ser el único que se oponga o va ha haber otras personas que, al
personarse en las actuaciones van en buena lógica a oponerse a la acción ejercitada
contra todos, circunstancia que puede llevar a adoptar una u otra línea de defensa;
indefensión que, además, es predicable por la desigualdad que origina frente a los otros
demandados quienes, al comparecer después y poder con ello tomar conocimiento del
estado de las actuaciones y con ello de la defensa de quien formuló su oposición en
primer lugar, puede perjudicar a éste haciéndole partir en el período procesal siguiente en
una situación de inferioridad frente a los demás".
72
.- O, como declara la SAP de Burgos, Secc. 3a, de 24 de enero de 1990: "(...), cuando
haya varios demandados en un juicio ejecutivo, no cabe decretar la rebeldía de ninguno
de ellos hasta que no ha transcurrido el plazo de tres días que previene el artículo 1462 al
último de los demandados y sólo entonces otorgar a todos los debidamente personados en
autos el plazo de cuatro días para formular el escrito de oposición (...)".
73
.- Vid. supra, págs. 393 y 394.
409

de modo que dichos actos tienen eficacia individual. Por ejemplo,


cada uno de los ejecutados cambiarios puede realizar individualmente
y con plena eficacia actos dispositivos (renuncia, allanamiento,
transacción, etc.), actos de alegaciones y prueba. La existencia de una
pluralidad de pretensiones se traduce en la escindibilidad del fallo, en
su no unicidad74. O, como se ha afirmado, en el caso del litisconsorcio
voluntario no "es de esencia que se dicte una sentencia igual para
todos los sujetos"75.

Sin embargo, en determinados casos el Derecho material exige


la inescindibilidad del fallo respecto de todos los litisconsortes. Este
es el motivo por el que parte de la doctrina procesal ha entendido que
la solidaridad de las obligaciones -debe precisarse que se refieren a la
solidaridad civil (art. 1141 CC)- constituye un supuesto de
litisconsorcio cuasinecesario 1 .

El litisconsorcio cuasinecesario es, según un sector de la


doctrina, una clase de litisconsorcio necesario 77; mientras que para
otro constituye una figura intermedia entre el litisonsorcio voluntario
*7Q
y el necesario . Ambas posiciones coinciden, empero, en su esencia:
puesto que la legitimación pasiva corresponde a varias personas de

74
.- Vid. supra pág 397. y bibliografía allí citada.
Porque no hay unidad de sentencia, se ha afirmado que en el litisconsorcio
voluntario no existe un verdadero litisconsorcio, pues, no existe una verdadera
comunidad de suerte; vid. GONZÁLEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio
voluntario no hay litisconsorcio", cit., lug. cit., pág. 673.
75
.- PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil,'l, cit., pág. 384.
76
.- Vid. en este sentido, FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso
civil", cit., lug. cit., págs. 143 y ss; PRIETO-CASTRO, ob. cit. nota anterior, pág. 383;
GONZALEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio voluntario no hay litisconsorcio",
cit., lug. cit., págs. 646 a 649; RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil, I, cit., págs.
290 y 291; MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 1°, cit., págs.
49 y 50; MORENO CATENA, Derecho procesal civil, cit., pág. 89.
77
.- Así, PRIETO-CASTRO sostiene que el litisconsorcio necesario es de dos clases:
eventualmente necesario o cuasinecesario o especial y necesario en sentido estricto
(Tratado de Derecho procesal civil, I, cit., pág. 383).
78
.- Cfr. FARIEN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug. cit.,
pág. 143; D A VIL A MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y tratamiento
procesal, cit., pág. 28.
410

forma individual, no hay necesidad de que el actor -que sigue siendo


el dominus litis- demande conjuntamente a todas ellas. Pero, al estar
integrada la relación jurídico-material por sujetos que se encuentran
en la misma situación de "igualdad de calidad", la resolución que se
dicte debe ser única y sus efectos deben alcanzar a todos ellos 79.

La figura del litisconsorcio cuasinecesario ha sido calificada


por CARRERAS DEL RINCÓN de asistemática, entendiendo,
además, que es inviable en nuestro ordenamiento jurídico, ya que la
doctrina que defiende la existencia de este tipo de litisconsorcio parte
del error de atribuir a la sentencia de fondo un valor absoluto 80.
Según el citado autor "cualquier doctrina que permita o suponga una
tendencia desorbitada a otorgar eficacia "ultra partes" (se refiere a la
ó1
sentencia civil) debe ser rechazada" . Ahora bien, para CARRERAS
DEL RINCÓN el principio de unicidad o inescindibilidad del fallo, si
no se toma en sentido absoluto, puede ser útil en nuestro Derecho. El
hecho de que los acreedores y deudores solidarios no estén en una
ÖO
situación de litisconsorcio necesario no impide que, cuando lo

79
.- Vid. FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug. cit.,
págs. 143 a 145.
80
.- CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, cit., págs. 207 y ss. Por el contrario, el autor sostiene que tanto la sentencia
como la cosa juzgada sólo despliegan eficacia entre las partes y sus causahabientes.
81
.- CARRERAS DEL RINCÓN, ob. cit., nota anterior pág. 209.
82
.- No basta que se deduzca en el proceso una relación jurfdico-material plurisubjetiva
para exigir sin más el litisconsorcio necesario. Es preciso examinar el petitum de la
acción afirmada. Así, no puede exigirse el litisconsorcio necesario cuando se ejerciten
acciones de condena, pues, conforme a lo establecido en los arts. 1137 y ss. CC, el
acreedor puede dirigir su demanda contra uno, contra varios o contra todos los deudores
solidarios sin que le puedan oponer la excepción de litisconsorcio. En cambio, la
necesidad del litisconsorcio, en la solidaridad de las obligaciones, se produce cuando se
ejercitan acciones constitutivas y, en ocasiones, cuando éstas son declarativas. Vid. en
este sentido, CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una
óptica procesal, cit., págs. 121 y ss.
El vínculo de solidaridad impuesto por el art. 57 LCCH excluye toda posibilidad
de surgimiento del litisconsorcio pasivo necesario cuando el acreedor cambiario demande
a alguno o algunos de los responsables cambiarios y no a todos. Cfr., entre otras
resoluciones, la SAT de Bilbao, de 30 de junio de 1988 (RGD, núms. 538-39, julio-
agosto 1989, págs. 5108 y 5109).
411

determinen las normas del Derecho material, el fallo deba ser único
para todas las partes en el litigio.

Es el Derecho material -o la relación jurídico-material deducida


en el juicio-, y no las normas procesales, el que determinará si el fallo
debe ser uniforme para todos los sujetos solidarios que efectivamente
litiguen en el proceso, así como si ha de producirse o no el efecto
extensivo de los actos de unos litisconsortes respecto de otros. En este
sentido, lo dispuesto en el art. 1141.2 CC ("Las acciones ejercitadas
contra cualquiera de los deudores solidarios perjudicarán a todos
éstos") ha llevado a sostener que la solidaridad no puede constituir un
supuesto típico de litisconsorcio facultativo o voluntario. Siguiendo a
la doctrina italiana, CARRERAS DEL RINCÓN califica este
0"3

litisconsorio de unitario .

Se impone ahora, un análisis de la viabilidad de la figura del


litisconsorcio unitario en materia de solidaridad cambiaria. En otras
palabras, debemos preguntarnos cuál es la eficacia de los actos que
realiza, de forma individual, un litisconsorte frente a los demás
litisconsortes en el mismo juicio ejecutivo; es decir, hasta qué punto
la solidaridad de las obligaciones cambiarías exige o no que el fallo
sea inescindible. Seguiremos en el desarrollo de este tema las líneas
básicas que han permitido a CARRERAS DEL RINCÓN obtener
unos resultados claros sobre este tema, si bien centrados, por lo que
respecta al Derecho material, en la solidaridad de obligaciones
regulada en el CC, y por lo que se refiere al Derecho procesal, en la
tramitación de un proceso de declaración.

Como ya hemos señalado, en el litisconsorcio voluntario rige el


principio de la independencia de las actuaciones, de modo que dichos
actos tienen eficacia individual. Ahora bien, debemos preguntarnos si

".- Vid. CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una
óptica procesal, cit., págs. 211 y 212.
412

en la solidaridad cambiaría debe darse este tratamiento a todos los


actos o si puede entenderse viable la figura del litisconsorcio unitario.

Sabemos que en el juicio ejecutivo, las conductas posibles, ante


la citación de remate, de uno o varios obligados cambiarlos pueden
ser la no personación -debiendo ser delarados en rebeldía-, o puede
suceder que aquél o aquéllos se personen en el juicio ejecutivo pero
no exterioricen su voluntad de oponerse. En ambos casos, el Juez
manda traer los autos a la vista para sentencia (arts. 1462.2 y 1463.3
LEC). El fallo respecto de los litisconsortes que hubieran actuado de
la manera señalada debería ser, en principio, el ordenado en el art.
1473.1°: "Seguir la ejecución adelante, expresando la cantidad que ha
de ser pagada al acreedor". En esta misma sentencia se resolverá la
pluralidad de acciones ejercitadas por el acreedor frente a cada uno de
los restantes deudores (art. 159 LEC). Ahora bien, si uno de los
ejecutados logra probar el pago -hecho extintivo común a todos los
litisconsortes 84- queda excluido el fundamento de la pretensión del
acreedor y, por tanto, el Juez no puede ordenar que siga la ejecución
respecto de aquel ejecutado "declarado en rebeldía" o respecto de
aquel otro que, habiendo comparecido, no ha formalizado la
oposición; la razón es la inescindibilidad del fallo.

El principio de la inescindibilidad del fallo, cuyo verdadero


interés se muestra en un proceso con pluralidad de partes, exige un
tratamiento uniforme para todos los litisconsortes. Dicho principio se
deja sentir especialmente en materia de solidaridad de obligaciones.
Siguiendo a CARRERAS DEL RINCÓN, concluimos que es el
Derecho material el que marca el alcance que debe atribuirse a aquel
principio 85. En este sentido, para saber si un determinado acto

84
.- La excepción de pago tiene una naturaleza especial. No es una excepción real o
absoluta; ahora bien, puede oponerla cualquier deudor contra el acreedor que ha sido
satisfecho. Vid. en este sentido, GARRIGUES, Curso de Derecho Mercantil, tomo I, cit.,
pág. 794; ALONSO SOTO, "El pago de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 625.
85
.- CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, cit., pág. 217.
413

individual de un listisconsorte va a ser eficaz o ineficaz frente a los


demás, no es preciso examinar el carácter voluntario o necesario de
aquel litisconsorcio, sino que debe examinarse en cada caso el
Derecho sustantivo deducido en el proceso.

Por otra parte, al ser el Derecho material la única razón para


obtener una unicidad de fallo, la exigencia de este principio se
manifiesta en una diversidad de grados. Es decir, no puede afirmarse
con rotundidad que la solidaridad de las obligaciones y, por tanto la
solidaridad cambiaria, exija siempre la unicidad del fallo. Esto
dependerá de la cuestión debatida en el proceso. Por ejemplo, si uno
de los deudores cambiarios opone con éxito al acreedor la espera
-excepción de carácter personal 86- que éste le ha concedido en un
convenio particular entre ambos, o la prescripción, el Juez declarará
respecto de esta acción "no haber lugar a pronunciar sentencia de
remate" (art. 1473.2° LEG). No obstante, la sentencia será de remate
respecto del ejecutado o ejecutados que hubieran sido declarados en
rebeldía, o que no hubieran formalizado la oposición, o cuyas
excepciones hubieran sido rechazadas por el Juez.

En definitiva, puede afirmarse que en tema de solidaridad


cambiaria nos encontramos ante un liticonsorcio unitario ya que
aquélla exige, con carácter general, la unicidad de fallo respecto de
las personas que efectivamente han litigado en el proceso. Sin
embargo, se constata la existencia de excepciones a la regla; esto es,
la solidaridad cambiaria no exigirá siempre dicha unicidad de fallo.
Ello dependerá de que los hechos que sirvan de base a una excepción
deban o no considerarse comunes a todos los litisconsortes.

86
.- Vid. al respecto, CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria,
V, 1a ed., Barcelona, 1990, pág. 270.
414

i) Procedimiento de apremio.

El incidente de oposición a la ejecución se resuelve por


sentencia en los términos del art. 1473 LEG. Si la sentencia que se
dicta es la de remate (art. 1473.1°) se llevará a efecto, a instancia del
0*7 —
ejecutante, por la vía de apremio . La LEC denomina a esta segunda
fase del juicio ejecutivo procedimiento de apremio y la regula en los
arts. 1481 a 1531 88.

Los problemas de adaptación de la solidaridad cambiaría a la


tramitación del juicio ejecutivo no sólo aparecen en su primera fase,
sino también en el procedimiento de apremio. Aquéllos pueden
derivar, de la existencia de una pluralidad de ejecutados, así como de
bienes embargados, lo que exige un orden, una secuencia en la
realización forzosa de los mismos. Este orden puede estar influido por
la naturaleza del bien embargado, v. gr.: si uno de los bienes objeto de
la traba es dinero, la sencillez y rapidez del sistema de apremio
-entrega al ejecutante de la suma que le corresponda- determinará,
normalmente, que se solicite su realización en primer lugar. Por otra
parte, el principio de suficiencia, que informa todo proceso de
ejecución, se dejará sentir mediante la limitación de la realización
forzosa a los bienes estrictamente necesarios para hacer pago de lo
debido.

Ahora bien, el problema de mayor gravedad que puede surgir


en el procedimiento de apremio no es el apuntado en el párrafo
anterior, sino el que seguidamente expondremos. De lo hasta ahora

87
.- En el caso de que la sentencia de remate hubiera sido apelada, la realización forzosa
de los bienes embargados podrá tener lugar, a pesar de la apelación, si el ejecutante
presta fianza suficiente (art. 1476 LEC).
88
.- La inclusión del procedimiento de apremio dentro del juicio ejecutivo ha sido objeto
de crítica por parte de la doctrina, pues estima que las normas relativas al procedimiento
de apremio no son exclusivas del juicio ejecutivo -proceso especial de ejecución-, sino
que tienen un campo de aplicación mucho más amplio que abarca la ejecución de las
condenas pecuniarias independientemente de la naturaleza del título ejecutivo. Vid. sobre
esta cuestión, Capítulo Primero, pág. 32.
415

dicho, se desprende que pueden ser objeto de realización forzosa


bienes pertenecientes a distintos obligados cambiarios. La
certificación expedida por el Secretario judicial dará fe de quién ha
pagado y de cuánto ha pagado cada uno de los responsables
cambiarios. Sabemos también que la letra de cambio, el pagaré y el
cheque son documentos de rescate (cfr. arts. 45, 60, 96, 140 y 151
LCCH); es decir, todo obligado cambiario puede exigir del tenedor,
mediante el pago correspondiente, la entrega del título cambiario con
la cuenta de resaca y el recibí. La posesión del título cambiario es
imprescindible para poder ejercitar la acción de reembolso, pues
acredita la legitimación activa. Ahora bien, en el supuesto de que en
ejecución se hayan liquidado bienes de distintos deudores, y por
consiguiente, varios deudores hayan pagado conjuntamente al
tenedor, surge la pregunta de a quién se entrega el título cambiario,
esto es, el título ejecutivo para poder interponer la acción de
reembolso.

Ante la cuestión planteada, nos preguntamos si deberíamos


concluir que ostentan la acción de reembolso los citados deudores de
forma conjunta -se originaría, por tanto, un litisconsorcio activo
OQ

necesario- y por cuotas partes . A nuestro entender, tal solución es


contra legem. En primer lugar, el Derecho cambiario no prevé un
litisconsorcio necesario entre los firmantes de distinto grado. Y, en
segundo término, el obligado cambiario que paga se libera a sí mismo
y a los obligados posteriores y su reclamación no se divide en
fracciones de capital e intereses por lo pagado,.sino que al convertirse
en acreedor -con derecho autónomo- por la totalidad de la deuda,
puede exigir el reintegro del valor de la letra de cambio, intereses y
gastos que haya realizado (art. 59 LCCH).

Sin embargo, no puede negarse a los ejecutados, que hayan


pagado, el derecho de ejercer la acción de reembolso y que ésta se
89
.- Esta es la tesis mantenida por CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiario", cit., lug. cit., pág. 891.
416

haga efectiva por los cauces del juicio ejecutivo. La LCCH y la LEC
les otorgan tal derecho. El ejercicio de la acción de regreso se rige por
dos importantes principios: uno, de preferencia por el reembolsante
que libera a mayor número de obligados y otro, de adquisición por el
reembolsante de la cualidad de legítimo tenedor con sus
correspondientes derechos 90. En base a tales principios, el título
ejecutivo debe ser entregado, a quien libere a mayor número de
responsables cambiarios (v.gr. librador, endosante de fecha anterior).
Sería absurdo, a nuestro parecer, que los otros deudores que hubieran
satisfecho parte de la deuda pudieran conservar una acción de
naturaleza cambiaria contra las mismas personas frente a las que están
obligados a garantizar el pago de la letra. No obstante, la pérdida de la
acción cambiaria no comporta, la de las acciones civiles que les
correspondan.

B) lus varianti.

a) Planteamiento de la cuestión.

En la introducción al estudio de la responsabilidad solidaria de


los obligados cambiarios, hemos analizado someramente la estructura
del art. 57 LCCH, en cuyo párrafo cuarto se regula el denominado ius
variandi 91. En virtud del citado derecho, el tenedor del título
cambiario, después de haberse dirigido contra un primer deudor,
puede proceder contra otros obligados cambiarios. Según DIEZ-
PICAZO "es un principio general de la solidaridad pasiva que el
acreedor puede modificar la persona del demandado o sujeto pasivo
de su pretensión"92.
90
.- Estos dos principios se encontraban más claramente formulados en el CCom (art.
519) que en la LCCH. Cfr. LANGLE, Manual de Derecho mercantil español, tomo II,
cit., pág. 414.
".- Vid. supra, págs. 388 y 389.
92
.- DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho patrimonial, II, cit., pág. 208.
417

El art. 57.4 LCCH configura un ins variandi en su mayor


amplitud posible. En este sentido, para el ejercicio del ins variandi,
judicial o extrajudicialmente, no es necesaria ninguna forma especial,
ni se exige haber hecho excusión en los bienes de los anteriores
deudores, ni que éstos se hallen en insolvencia 93. El único límite al
que estará sometido el ius variandi cuando se ejercite en un proceso
y, por tanto, en el juicio ejecutivo no es otro que el cobro total del
petitum. Es cierto que en el párrafo cuarto del art. 57 LCCH no se
hace referencia alguna a dicho límite, a pesar de ello no cabe, a
nuestro entender, cuestionar su existencia desde ninguna perspectiva.
Por una parte, este límite está previsto en el art. 1144 CC a cuyas
consecuencias jurídicas se aproxima el art. 57 LCCH 94. Por otra, el
juicio ejecutivo debe entenderse concluido cuando el ejecutante haya
sido efectiva y totalmente resarcido, lo que incluye el principal,
intereses y costas.

La doctrina mercantil ha acogido muy favorablemente el


régimen de solidaridad cambiaria establecido en la LCCH, pues
entiende que supone un considerable refuerzo de la protección
jurídica del acreedor cambiario95. De conformidad con lo dispuesto en
el art. 57.4 LCCH, el tenedor no está ya obligado a esperar, en cada
juicio, que del embargo no resulten bienes suficientes para poder
ejercitar de nuevo su acción contra cualquier otro de los responsables

93
.- La excusión y la insolvencia eran presupuestos del ins variandi en el sistema del
CCom(cfr. arts. 516 y 518).
94
.- En el art. 1144 CC se dispone: "El acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los
deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente. Las reclamaciones entabladas
contra uno no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra las demás,
mientras no resulte cobrada la deuda por completo".
95
.- Vid. entre otros, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit.,
lug. cit., pág. 666; SANCHEZ CALERO, "La reforma del Derecho cambiario dentro de
la reforma del Derecho mecantil", cit., lug. cit., págs. 498 y 499; POLO, "La protección
del acreedor cambiario ante el impago de la letra", cit., lug. cit., págs. 126 y 127;
RODRIGUEZ JIMENEZ, "Acciones, excepciones y prescripción de la letra de cambio",
en La letra de cambio, el pagaré y el cheque en la Ley 19/1985 de 16 de julio, cit., págs.
173 y 174.
418

cambíanos. Sin embargo, veremos que en el juicio ejecutivo


cambiario, el ins variandi, al igual que sucedía con el ius elecíionis,
no puede tener la eficacia que la ley le atribuye, o al menos, con la
extensión prevista.

b) Imposibilidad de ejercitar el ius variandi, ex artículo 57.4 de la


Ley Cambiaria y del Cheque, en el juicio ejecutivo cambiario.

En el párrafo cuarto del art. 57 se dispone: "La acción intentada


contra cualquiera de las personas obligadas no impedirá que se
proceda contra las demás, aunque sean posteriores en orden a la que
fue primeramente demandada". El precepto transcrito se refiere,
obviamente, a la acción cambiaría que puede ejercitarse tanto en vía
ordinaria, como en vía ejecutiva (art. 49.2 LCCH). Si se ejercita en
vía ejecutiva se seguirán los trámites establecidos para el juicio
ejecutivo (arts. 1429 y ss. LEG) con ciertas especialidades (cfr. arts.
66, 67 y 68 LCCH).

El im variandi tiene como presupuesto el ejercicio individual


de la acción cambiaria. Consiste, este derecho, en que el acreedor, que
ha demandado en juicio a uno de los deudores solidarios -o a más de
uno pero no a todos- en reclamación de la totalidad de la deuda,
puede, antes de que se le otorgue la tutela solicitada en dicho juicio,
interponer la misma demanda contra otro u otros de los deudores.
Pues bien, el ius variandi, en los términos en los que ha sido definido,
no puede, a nuestro entender, ejercitarse en un juicio ejecutivo. El
motivo reside en la configuración legal de los títulos ejecutivos. El
art. 1429 LEC establece que la acción ejecutiva deberá fundarse en un
título que traiga aparejada ejecución, y respecto de la letra de cambio,
pagaré y cheque no prevé ningún expediente que, a falta del título
419

original, tenga por finalidad atribuir eficacia ejecutiva a un


documento supletorio %.

Ya hemos dicho en páginas anteriores, que la doctrina advierte


que la imposibilidad de ejercitar el ius variandi desnaturaliza la
institución de la solidaridad pasiva y deja falto de coherencia al art.
57 LCCH 97. Desde esta perspectiva, sólo quedan, a nuestro entender,
dos soluciones para salvar parcialmente la eficacia del citado
precepto. Una, podría consistir en entender que el ius variandi sólo
tiene lugar cuando se ejercita la acción cambiaría declarativa. Sin
embargo, una interpretación en tal sentido es contraria al contenido
jurídico de la norma, pues en ella no se establece ninguna distinción.
La fijación de ciertos límites al ius variandi, sería otra solución,
aunque también contraria al art. 57.4 LCCH.

En esta última línea se ha encaminado una orientación doctrinal


con el fin de salvar la eficacia del ius variandi que concede tanto el
CC (art. 1144), cuanto la LCCH (art. 57.4). Así, se ha afirmado que
"presupuestos del ius variandi deben ser no sólo que la deuda no haya
resultado cobrada, también que el deudor frente a quien el acreedor se
QO

dirigió resulte insolvente" . Este es el sentido que debe darse al art.


57.4 LCCH. Es decir, la interposición de una acción ejecutiva contra
un obligado cambiario no supone una renuncia a la facultad de
solicitar el despacho de la ejecución frente a los demás si se acredita
la insolvencia de aquél ". En definitiva, el ius variandi del art. 57.4
LCCH no puede diferir sustancialmente del reconocido en el
derogado art. 516 CCom. Ante el resultado infructuoso de la
ejecución despachada contra un obligado cambiario, el Juez no puede

96
.- Vid. supra, pág. 391.
97
.- Vid. supra, pág. 391.
98
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 572. Añade el citado autor
que no es "razonable permitir al acreedor que, lite pendente, abandone la acción frente a
un deudor solidario y la dirija frente a otro; y menos aún si no la abandona e incoa un
litigio paralelo".
".- Vid. en este sentido, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva
de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 500.
420

oponerse a la solicitud de un desglose de documentos y, por tanto,


debe entregar el título ejecutivo original al ejecutante que así lo
solicite para poder hacer efectiva la facultad que le reconoce la
LCCH.

Resulta obvio que las cuestiones que suscita el ejercicio del ins
variandi -cuestiones que acabamos de apuntar y en la medida de lo
posible resolver- desaparecen si previamente el acreedor desiste del
proceso de ejecución ya incoado. Ahora bien, en relación con este
tema debe señalarse que el desistimiento no es, en ningún caso,
presupuesto del ius variandi 10°.

III. EL ALZAMIENTO DEL EMBARGO A TENOR DEL


ARTICULO 68 DE LA LEY CAMBIARÍA Y DEL CHEQUE.

1. Consideraciones generales.

El hecho de que no se exija de forma imperativa el protesto


para acreditar la falta de aceptación o de pago de la deuda cambiaria
(cfr. arts. 51 y 56 LCCH), junto a la conservación de las acciones
cambiarías aunque se incumpla el deber de comunicar la falta de
aceptación o de pago (art. 55 LCCH), y a la presunción legal de
autenticidad de las firmas que constan en el título cambiario (art. 66
LCCH), puede ocasionar en la práctica que el presunto deudor tenga
conocimiento, por primera vez, de la reclamación del crédito
cambiario cuando ya sea ejecutado y se le hayan embargado los
bienes.

100
.- Es decir, a pesar de los problemas de carácter procesal que se creen, el ¡us variandi
regulado en el art. 1144 CC, permite que se multipliquen las reclamaciones judiciales.
Cfr. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., pág. 209.
421

El alzamiento del embargo es el expediente procesal, previsto


en la LCCH, para compensar al deudor del despacho de la ejecución
en base a un simple documento privado, sin que conste, por tanto, de
modo fechaciente que la firma que figura en el título corresponde
efectivamente al ejecutado 101.

La articulación del expediente procesal del art. 68 LCCH en el


juicio ejecutivo no es tarea fácil y requiere demasiadas precisiones y
salvedades. Aunque en los epígrafes que siguen daremos cuenta de
ello, queremos resaltar ahora tres cuestiones que son determinantes de
la valoración crítica que tal expediente nos merece. En primer lugar,

101
.- No ha sido el alzamiento del embargo la única medida procesal propuesta para evitar
que las consecuencias de una posible ejecución injusta se prolonguen en el tiempo. El
Anteproyecto de Ley Cambiaria y del Cheque de 1984 preveía que si en el plazo de cinco
días hábiles siguientes al requerimiento judicial de pago, el deudor o deudores negaban
categóricamente su firma o alegaban falta absoluta de representación, podía el Juez, a la
vista de las circunstancias del caso y documentación aportada, suspender el embargo
exigiendo, si lo consideraba conveniente, caución o garantía adecuada (Vid.
Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la "Ley Cambiaria y del Cheque" de
16 de julio de 1985, cit., pág. 197).
En concreto en el art. 68 del mencionado Anteproyecto se disponía que:
"Despachada la ejecución, se entregará el mandamiento a un Agente Judicial, el cual
requerirá al deudor o deudores demandados, a fin de que, en el plazo improrrogable de
cinco días hábiles se personen en el Juzgado por sí o por medio de representante, ya para
realizar el pago, ya para consignar o garantizar adecuadamente la cantidad reclamada, o
ya para negar categóricamente la autenticidad como propia de la firma en la letra de
cambio o alegar la inexistencia total de cualquier representación por quien la suscribió en
su nombre.
Transcurrido dicho plazo sin que el deudor hubiere pagado, consignado o
garantizado la cantidad reclamada, se procederá de inmediato a embargarle bienes
suficientes a cubrir la cantidad por la que se haya despachado la ejecución y las costas,
los cuales se depositarán con arreglo a derecho.
Si el deudor o deudores negaren categóricamente su firma o alegaren la falta
absoluta de representación, podrá el Juez, a la vista de las circunstancias del caso y
documentación aportada, suspender el embargo, exigiendo, si lo considera conveniente,
la caución o garantía adecuada".
El Anteproyecto de 1984 seguía en este punto a la Ley Cambiaria italiana en
cuyo art. 64 se dispone que: "La oposición al mandamiento no suspende la ejecución;
pero el presidente del tribunal, o el pretor competente por la cuantía, en virtud del
recurso del oponente que desconozca la propia firma o la representación o bien, que
aduzca graves y fundados motivos, puede, con resolución motivada, examinados los
documentos aportados, suspender en todo o en parte los actos ejecutivos, exigiendo
caución idónea". Sobre el art. 64 Legg. camb., vid. supra, Capítulo Segundo, págs. 101a
105.
422

la garantía que, en principio, pudiera parecer que representa el


alzamiento del embargo lite pendente deviene extemporánea ya que
no es susceptible de eliminar el daño causado: el embargo ya habrá
producido un grave perjuicio al aparente deudor. En segundo término,
cabe señalar que el art. 68 LCCH es contradictorio con un buen
número de normas de la citada ley que intentan cumplir la finalidad
proclamada en su Exposición de Motivos de "fortalecer la posición
jurídica del acreedor cambiario", puesto que el alzamiento del
embargo debilita, sin duda alguna, al verdadero acreedor que se dirige
contra quien es realmente deudor. Por último, la posibilidad de que se
alce el embargo supone la desnaturalización del juicio ejecutivo.
Como se ha señalado, "intentado sin efecto el requerimiento de pago
y alzado el embargo, nada queda de "ejecutivo" en la sustanciación de
ese juicio" 102. Además debe tenerse en cuenta que no podrá
solicitarse, si se accede a la petición de alzamiento del embargo, una
mejora del mismo 103.

El caos que para la ciencia procesal conlleva la norma del art.


68 LCCH, ya fue advertido en la trayectoria parlamentaría del
Proyecto de Ley Cambiaria y del Cheque. A través de diversas
enmiendas, en las que se propuso la supresión del citado artículo, se
insistió en las graves consecuencias que, para el normal desarrollo
del juicio ejecutivo, podía ocasionar la trascendental modificación en
su tramitación provocada por el art. 68 I04.

102
.- FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág. 560.
En parecidos términos se pronuncian, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la
fuerza ejecutiva de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág.
501; CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs.
885 y 886.
m
.- El alzamiento del embargo, ex art. 68 LCCH, consiste en una declaración de
voluntad que anula la decisión jurisdiccional de proceder al embargo contenida en el auto
que despacha ejecución.
104
.- La enmienda núm. 68 presentada por el Grupo Centrista, en el Congreso de los
Diputados, solicitaba la supresión del art. 68 al entender "que bastan las normas del
Juicio ejecutivo de la Ley de Enjuiciamiento Civil, recientemente modificada, sin
introducir correctivos o procedimientos especiales". Por su parte, el Grupo Popular
presentó dos enmiendas al art. 68. En la enmienda núm. 130 abogaba por la supresión del
citado artículo. En la justificación de dicha enmienda, se dice que el Proyecto de Ley
423

Al error de concepto padecido por el legislador en la redacción


del art. 68 LCCH, relativo al modo y tiempo en que debe alcanzarse
una certeza jurídica suficiente de la existencia de una deuda, o, en
otros términos, a la ubicación de las denominadas "diligencias
preparatorias de la ejecución" -que como se ha constatado, si el título
ejecutivo es un documento privado, antes o después son ineludibles-,
se añade la falta de regulación del cauce procesal a través del cual
deberá resolverse sobre el alzamiento del embargo I05.

2. Apertura del incidente de alzamiento del embargo.

De conformidad con lo dispuesto en el art. 68 LCCH, el


incidente de alzamiento del embargo debería incoarse de oficio. En la
regla primera del art. 68 no se hace referencia alguna a la pretensión
de alzamiento de la traba. Por tanto, en principio, para la iniciación
del incidente no debe mediar petición de parte. Al ejecutado le basta
negar categóricamente la autenticidad de su firma o alegar la falta

Cambiaria y del Cheque ha desbordado su finalidad de introducir en nuestro


ordenamiento jurídico la Legislación Uniforme de Ginebra, ya que "ha hecho unas
incursiones gravemente peligrosas en materia procesal". La posibilidad de que se alce el
embargo no es suficiente garantía, para el Grupo Popular, frente a un despacho de la
ejecución en base "a una firma puramente privada, no sujeta al menor control de
autenticidad". Por ello se afirma que "las defensas por mínimas que sean, tienen que ser
otorgadas antes de haberse despachado la ejecución, antes de haberse practicado el
embargo". La enmienda núm. 129, firmada también por el Grupo Popular, no era de
supresión del art. 68 sino de adición de un párrafo final: "Incurrirá en responsabilidad
penal el obligado cambiario que mediante dolo o culpa negase categóricamente la
autenticidad de su firma, si posteriormente resultase probada su veracidad". Con tal
medida se pensaba evitar abusos consistentes en negaciones de la autenticidad de la firma
absolutamente gratuitas. Vid. Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la "Ley
Cambiaria y del Cheque ", de 16 de julio de 1985, cit., págs. 343, 359 y 360.
105
.- Quizá el legislador entiende que el incidente de alzamiento del embargo debe estar
regido por el "principio de improvisación procedimental". A este supuesto principio
procesal se refiere DE LA OLIVA SANTOS en su trabajo "Algunas peculiaridades de las
normas procesales", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, núm. 2, 1974, pág.
267.
424

absoluta de representación, para que el Juez, de oficio, deba


plantearse si procede o no alzar el embargo l06.

Ahora bien, en el proceso civil los incidentes que se plantean


durante el transcurso del proceso principal tienen lugar, como regla
general, a instancia de parte. En el caso que nos ocupa, debe añadirse
a lo anterior, por una parte, que según establece el art. 68 LCCH, el
Juez alzará el embargo "a la vista de las circunstancias del caso y de
la documentación aportada", documentación que se acompañará,
normalmente, a la petición de alzamiento del embargo. Y, por otra, el
apego de nuestros órganos jurisdiccionales al principio de justicia
rogada impone la precaución de solicitarlo de modo expreso para
eludir el riesgo de que la denuncia no sea cursada. Así, pues, a
nuestro entender, el alzamiento del embargo precisa solicitud de la
parte o persona a quien perjudique la traba.

Ya hemos señalado que la LCCH no contiene ninguna


referencia expresa a la pretensión de alzamiento del embargo, en
consecuencia, tampoco se pronuncia sobre la forma en que debe
exteriorizarse dicha petición. A pesar de ello, resulta razonable
entender que por ser el juicio ejecutivo un proceso escrito, en el que
la escritura es el medio usual, no sólo de iniciar el procedimiento,
sino de plantear cualquier tipo de cuestión incidental, la solicitud de
alzamiento del embargo deberá adoptar la forma escrita. El mayor
grado de precisión en el razonamiento que implica la forma escrita,
respecto de la oral, proporcionará al Juez más datos en los que basar
su decisión. Desde esta perspectiva, estimamos que, en el supuesto de
que las alegaciones de falsedad de la firma o de falta absoluta de
representación y la petición de alzamiento del embargo se hagan en el
acto en que se requiera de pago al deudor y se exterioricen de forma
oral, es aconsejable que sean ratificadas mediante escrito, firmado por

106
.- Cfr. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
573.
425

el propio ejecutado, al que se acompañará la documentación que se


estime pertinente.

Si la petición de alzamiento del embargo se hace dentro de los


tres días siguientes al en que tuvo lugar la diligencia prevista en el art.
1442 LEG, coincidirá en el tiempo con el escrito de personación que,
de conformidad con el art. 1461 LEG, debe presentarse en el plazo de
tres días desde la citación de remate 107. En este supuesto, la petición
puede hacerse de modo separado o por medio de otrosí en el escrito
por el que el ejecutado se persona y anuncia la oposición a la
ejecución.

3. Momentos en que puede solicitarse el alzamiento del embargo.

De acuerdo con lo establecido en el art. 68 LCCH, regla


primera, la petición de alzamiento del embargo, o la denuncia de la
falsedad de la firma o falta absoluta de representación, puede
realizarse en el acto de la diligencia prevista en el art. 1442 LEG o
dentro de los tres días siguientes a ella 108.

A nuestro entender, el requisito del tiempo precisa dos


puntualizaciones:

Primera. Aunque el tenor literal del art. 68 LCCH pueda dar a


entender lo contrario, la negación rotunda de la autenticidad de la
firma, o la alegación de la falta absoluta de representación, deducida
en el acto en que se requiere de pago al deudor carece de eficacia
inmediata. El Juez no está presente y sólo él puede ordenar que se

107
.- En la práctica el requerimiento de pago, el embargo de bienes y la citación de remate
se documentan en la misma diligencia.
I08
.- Así lo entiende la doctrina, aun cuando del art. 68 podría inferirse que en el acto de
la diligencia de requerimiento de pago sólo cabría alegar la falta absoluta de
representación; vid, por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit.,
pág. 86.
426

alce la traba I09. Por consiguiente, el Secretario judicial debe limitarse


a dejar testimonio, en la diligencia de embargo, de las declaraciones
realizadas por el ejecutado.

Segunda. En cuanto al otro momento procesal, en el que según


la regla primera del art. 68 LCCH puede comparecer el ejecutado y
solicitar que el juicio ejecutivo continúe sin el embargo, debe
entenderse que no sólo es admisible esa comparecencia dentro de los
tres días siguientes al requerimiento de pago personal (art. 1442
LEG), sino que por vía de una interpretación extensiva puede
aplicarse la citada norma a los supuestos previstos en los arts. 1443 y
1444 LEC. En caso contrario, al negarse al ejecutado la facultad
procesal, ahora analizada, simplemente porque no está en su
domicilio, o porque su residencia o su paradero son desconocidos, se
vulneraría la ratio iuris de la regla primera del art. 68 LCCH. Por
tanto, la solicitud de alzamiento del embargo es posible hacerla dentro
de los tres días siguientes a aquél en que se hizo el requerimiento de
pago y la traba según lo dispuesto en el art. 1443, así como dentro de
los tres días siguientes a aquél en que se produjo la citación de remate
(1460 LEC), cuando por ignorarse el paradero del deudor, se hubiera
procedido a la traba de los bienes sin previo requerimiento de pago
(art. 1444 LEC) 110 .

Con anterioridad a los momentos previstos en la regla primera


del art. 68 LCCH no cabe solicitar el alzamiento del embargo ya que
éste aún no se ha practicado. Pero si hubieran tenido lugar
determinadas actuaciones que pueden considerarse preparatorias de la
ejecución, y la persona a la que se imputa el débito cambiario
entendiera que la firma que consta en el título cambiario es falsa, o

109
.- Este inconveniente -o contradicción- se salvaba en el Anteproyecto de Ley
Cambiaria y del Cheque de 1984, en cuyo art. 68 se establecía que tales manifestaciones
debían hacerse en presenciajudicial (vid. supra, nota 101).
"°.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs.
85 y 86; y DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit.,
lug. cit., pág. 62.
427

existe falta absoluta de representación, deberá hacerlo constar de


forma expresa. En caso contrario, a pesar de que el deudor alegue
tales extremos, el Juez no alzará el embargo (art. 68.3a.b LEC).

Por último, debe señalarse que aun cuando el deudor no niegue


la autenticidad de la firma o no alegue la falta absoluta de
representación, en el tiempo y a los efectos señalados en el art. 68
LCCH, en la oposición a la ejecución puede interponer la excepción
correspondiente en base al art. 67.2.1a LCCH ("inexistencia o falta de
validez de su propia declaración cambiaría, incluida la falsedad de la
firma"). Por tanto, del silencio no cabe inferir la aceptación tácita de
la firma o la ratificación de la suscripción cambiaria.

4. Causas que pueden provocar el alzamiento del embargo.

Las causas en que puede fundarse el alzamiento del embargo


son, según el art. 68 LCCH, las siguientes: la negación categórica de
la autenticidad de la firma y la falta absoluta de representación.

A) Falta de autenticidad de la firma.

La autenticidad de la firma debe ser negada de forma


categórica111. El supuesto de hecho de la -norma excluye aquellas

'".- El adverbio "categóricamente" se introdujo en la Ley de 22 de julio de 1967 (RAL


1428) que modificó los arts. 504 a 507 y 521 del CCom. El porqué de la modulación del
significado del verbo negar se halla en la Exposición de motivos de la citada Ley: "Quien
aparezca como aceptante de una letra de cambio puede eludir el juicio ejecutivo alegando
la falsedad de la aceptación; pero este medio defensivo, tan legítimo cuando la firma es
realmente falsa, se emplea maliciosamente con frecuencia revistiendo la invocación de la
tacha de falsedad con fórmulas ambiguas y vacilantes que, sin comprometer la
responsabilidad de quien las emplea, enervan la acción ejecutiva y remiten la cuestión al
juicio ordinario con el consiguiente quebranto de la rapidez y eficacia de la letra de
cambio. El nuevo texto no concede el efecto impeditivo de la ejecución, más que a la
tacha de falsedad de la firma formulada en forma categórica y rotunda".
428

situaciones en que el ejecutado expresa meramente una duda sobre la


autenticidad de su firma. No valen, pues, expresiones ambiguas y
vacilantes. Con todo, cabe preguntarse si condiciona al Juez la
exigencia legal consistente en que la negación de la firma ha de ser
categórica.

Se ha dicho que, tras la reforma parcial del Código Penal por la


Ley Orgánica 8/1983, de 25 de junio, introductora del fraude procesal
como agravante de la estafa (art. 529.2a CP) 112, la laxitud en la
apreciación de la forma en la que se exterioriza la negación puede
"devenir hondamente perturbadora", y que incluso puede afectar a la
"responsabilidad profesional" del Juez, "ya que a nadie se le oculta
que un levantamiento de embargo acordado un tanto a la ligera puede
dar origen a una insolvencia sobrevenida y a la consiguiente
insatisfacción del crédito del ejecutante" 113.

En todo caso, la exigencia legal de que la negativa de la


autenticidad de la firma sea categórica no evitará conductas
fraudulentas del deudor, pues, aunque el deudor niegue la
autenticidad de la firma siendo realmente suya, el acreedor no puede
incoar con éxito una acción penal 114. Recordemos que, con la
finalidad de evitar negaciones de autenticidad de la firma
absolutamente gratuitas, se presentó una enmienda al Proyecto de

"2.- La doctrina señala, como un caso clásico de estafa procesal, el engaño al Juez, quien,
en virtud de error, dicta una resolución injusta y gravosa económicamente para una de las
partes. Vid. al respecto, BUSTOS RAMÍREZ, Manual de Derecho penal, Parte especial,
1a ed., Barcelona, 1986, págs. 233 a 235.
El Código Penal vigente también atribuye al fraude procesal la condición de
agravante del delito de estafa (cfr. art. 250.1.2°).
"3.- MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de embargo en el proceso
ejecutivo cambiario", en Revista jurídica de Cataluña, núm. 2, 1986, pág. 39.
"4.- Vid. en este sentido, MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, cit., págs. 108 y 109.
El autor estima que es aplicable, a las manifestaciones mendaces que el deudor haga ante
un funcionario judicial con ocasión de la diligencia del art. 1442 LEC, o una vez
promovido el juicio ejecutivo (art. 68.1a LCCH), o antes de iniciarse éste (art. 68.3a
LCCH), la doctrina que rechaza la procedencia de sancionar en vía penal la conducta de
quien niega la autenticidad de la firma, en las diligencias preparatorias de la ejecución,
para impedir el acceso al juicio ejecutivo.
429

LCCH en la que se proponía la atribución de responsabilidad penal al


obligado cambiario que, mediante dolo o culpa, negara
categòricamente la autenticidad de su firma, si posteriormente
resultase probada su veracidad 115. Dicha enmienda no fue admitida.

La invocación de la falsedad ha de referirse exclusivamente a la


firma. Es irrelevante, a los efectos del alzamiento del embargo, la
alegación de cualquier otra circunstancia aun cuando determine la
inexistencia de voluntad indispensable para la declaración cambiaria
(v. gr. violencia, intimidación, error obstativo) 116. Tampoco tiene
trascendencia la denuncia de alteraciones en las cláusulas o
menciones que ya figuraban en el documento cambiario; esto es, no
cabe solicitar el alzamiento del embargo en base a la falsificación del
contenido de una declaración cambiaria 117.

Si bien es cierto que la causa más frecuente de la inautenticidad


de la firma es su falsedad, no debe circunscribirse de forma exclusiva
a dicho supuesto. Existen otros fenómenos que pueden dar lugar a la
negación de la autenticidad de la firma y, por tanto, son susceptibles
de producir el alzamiento del embargo. Uno de ellos es la homonímia,
que se caracteriza porque la firma no proviene del sujeto frente al que
1 1 Q
se ejercita la acción cambiaría

B) Falta absoluta de representación.

En cuanto a la falta absoluta de representación, la doctrina


entiende que la inserción del adjetivo absoluto en el texto legal
115
.- Vid. supra, nota 104.
"6.- Vid. infra, págs. 524 y 525.
117
.- La doctrina mercantil ha establecido claramente la distinción entre falsedad y
falsificación del título cambiario. La falsedad se refiere a las firmas que se recogen en el
título y la falsificación al texto cambiario. Vid. por todos, CALAVIA MOLINERO y
BALDO DEL CASTAÑO, Letra de cambio, cit., págs. 36 a 42.
"8.- Cfr. SÁNCHEZ CALERO, "Las excepciones cambiarías", en Revista de Derecho
bancario y bursátil, núm. 29, enero-marzo, 1988, pág. 44.
430

excluye planteamientos diferentes al aelfalsus procurator -o también


denominado fictus procurator o pseudo representante- 119. En sentido
estricto, se denomina falsus procurator a la persona que actúa en
representación de otra estando desprovista de todo poder de
representación, bien porque no se le ha conferido, bien porque se ha
i OA

extinguido ya . Este es el supuesto específico que contempla el art.


10 LCCH cuando se refiere al "... que pusiere su firma en una letra de
cambio, como representante de una persona sin poderes para obrar en
nombre de ella...".

La doctrina advierte que el legislador, en sede de alzamiento


del embargo, ha olvidado referirse a los supuestos en los que el
representante, si bien tiene poder para efectuar una declaración
cambiaria, ha superado los límites del poder 121. Podría entenderse
que, en estos últimos supuestos, la medida idónea sería el alzamiento
parcial del embargo, ya que responde a la misma finalidad que la
expresamente prevista en el art. 68 LCCH: liberar al ejecutado de
unas consecuencias jurídicas que le son perjudiciales merced a la
conducta fraudulenta o negligente de un tercero. Sin embargo, a
nuestro juicio, y debido a que las causas de alzamiento del embargo
son numerus clausus, no es correcto jurídicamente realizar, para el
supuesto de que el representante se exceda de sus poderes, una
interpretación extensiva del art. 68 LCCH.

C) Fundamentos de la admisión de las causas de alzamiento del


embargo.

Según DE LA OLIVA, la estimación de la petición de


alzamiento del embargo queda al arbitrio del Juez cuyo "juicio de

"9.- Vid. portodos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 85.
120
.- Vid. sobre este particular, VELASCO SAN PEDRO, La representación en la letra
de cambio, cit., pág. 88.
12
'.- Vid. portodos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 85.
431

probabilidad cualificada" de falsedad de la firma o de falta absoluta


de representación se basará, como precisa el art. 68.1a LCCH, en la
"documentación aportada" -demanda ejecutiva, título ejecutivo y
otros documentos que presente el ejecutante; solicitud de alzamiento
de la traba y documentos que crea conveniente aportar el ejecutado- y
en "las circunstancias del caso" 122. Deben entenderse incluidas en
estas últimas los supuestos previstos en la regla tercera del art. 68
IOT
LCCH , pues, a nuestro juicio, "las circunstancias del caso" tienen
implícito tanto un valor subjetivo como objetivo 124.

La simple negación categórica de la autenticidad de la firma o


la alegación de la falta absoluta de representación, no provocan, por sí
mismas, la desafección de los bienes, sino que ha de existir una
1 f\ c

mínima actividad de acreditación . No se exige, en cambio, una

122
.- DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit., lug.
cit., pág. 61.
l23
.- En la regla tercera del art. 68 LCCH se dispone que:
"En ningún caso se levantará el embargo cuando la letra de cambio se encuentre en
alguno de los casos siguientes:
a) Cuando el libramiento, la aceptación, el aval o el endoso hayan sido
intervenidos, con expresión de la fecha por Agente de Cambio y Bolsa o
Corredor de Comercio Colegiado, o las respectivas firmas estén
legitimadas en la propia letra por Notario.
b) Cuando se trate de ejecución despachada contra un obligado cambiario
que, en el protesto o requerido de pago notarialmente o en acto de
conciliación antes de iniciarse el juicio ejecutivo, no hubiera negado
categóricamente la autenticidad de su firma en la letra, o no hubiera
alegado la falta absoluta de representación.
c) Cuando el obligado cambiario hubiere reconocido su firma judicialmente o
en documento público".
Respecto al contenido del apartado a) debe entenderse suprimida la referencia a
los Agentes de Cambio y Bolsa, ya que, como es sabido, por la Ley 24/1988, de 28 de
julio, del Mercado de Valores, aquéllos han quedado, en todo caso, privados de su
condición de fedatarios mercantiles.
l24
.- En cambio, CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit.,
lug. cit., pág. 880) otorga a las "circunstancias del caso" un carácter meramente subjetivo
y señala que será la credibilidad y la calidad personal y moral del deudor la determinante
del alzamiento del embargo.
l25
.- Siguiendo a GUTIERREZ DE CABIEDES ("La excepción de carácter", en Estudios
de Derecho procesal, cit., pág. 282) entendemos por acreditar, justificar, "afrontar una
prueba semiplena, que engendra en el Juez no una certeza, sino una simple posibilidad, o
si se quiere, la no certeza del hecho contrario". Vid. en el mismo sentido, BURGOS
432

cumplida prueba de las causas que pueden provocar el alzamiento del


embargo. Por la naturaleza y la incardinación del incidente de
alzamiento del embargo en el juicio ejecutivo basta con una
justificación, un prueba semiplena. Si se exigiera una prueba plena de
la falsedad de la firma o de la falta absoluta de representación, nos
preguntamos qué debería probarse en el incidente de oposición a la
ejecución 126. Es decir, esta interpretación es la única posible si
observamos que el incidente de alzamiento del embargo y el de la
oposición a la ejecución pueden coincidir en el tiempo y que la
resolución (auto) que resuelve sobre el alzamiento del embargo es
provisional respecto de la que resuelve (sentencia) sobre la oposición
a la ejecución.

Con todo, no será fácil para el ejecutado acreditar prima facie


la falsedad de su firma o la falta absoluta de representación.

Una documentación probatoria adecuada de la falsedad de la


firma serían los dictámenes de peritos caligráficos. Sin embargo, el
ejecutado no está en posesión de la cambial por lo que la práctica de
la pericia es punto menos que imposible. Así, pues, las posibilidades
de acreditación de la falsedad de la firma se ven reducidas a la
aportación de documentos indubitados (art. 608 LEG) para que el
Juez haga sus propias comparaciones 127. En este sentido, debe
entenderse que basta la percepción judicial inmediata de las firmas
para proceder al alzamiento del embargo. Ahora bien, no será sencillo
para el titular del órgano jurisdiccional efectuar por sí mismo la
confrontación de la firma dudosa y la auténtica. El Juez carece de

LADRÓN DE GUEVARA, El principio de prueba en el proceso civil español, Madrid,


1989, págs. 16 y ss.
l26
.- Al estudiar esta cuestión, FERNANDEZ, RIFA y VALLS (Derecho procesal
práctico, tomo VI, cit., pág. 562) sostienen que "no será necesario, en ese momento
procesal, la prueba cumplida de que la firma es falsa (como la jurisprudencia suele exigir
para estimar la correspondiente excepción)".
127
.- A tales efectos, el deudor podrá presentar también el D.N.I., pasaporte, carnet de
conducir, entre otros documentos oficiales en los que conste su firma de forma
indubitada.
433

conocimientos científicos y de metodología. El perito caligráfico debe


analizar muchos elementos, tanto externos como de fondo, para llegar
a una conclusión. Y es que la firma, como escritura autógrafa, no
escapa a la regla de que no es posible su reproducción exacta por la
misma persona 128. Por otra parte, también complica la tarea del Juez
el hecho de que la firma, por su reducida extensión y por su
significado jurídico, es siempre objeto de la más acentuada atención
de un falsificador. No obstante, y a pesar de lo dicho, no vemos otra
alternativa a la confrontación de las firmas por el Juez, pues, a nuestro
entender, en el incidente no debe practicarse prueba 129.

Asimismo, la acreditación de la falta absoluta de representación


no está ausente de dificultades, ya que se trata de un hecho negativo
(la inexistencia de poder), con lo cual el deudor se enfrenta,
prácticamente, a unaprobatio diabólica 13°. Para salvar tal obstáculo
se ha apuntado la posibilidad de que el tercero representante
intervenga en el incidente del art. 68 LCCH para dar cuenta de la
existencia del poder 131. Sin embargo, a nuestro juicio, la intervención
del representante no es acorde con las notas de celeridad y
sumariedad propias del mencionado incidente.

128
.- Cfr. LÓPEZ PEÑA y CASA, La prueba pericial caligráfica, 2a ed., Buenos Aires,
1993,pág. 63.
l29
.- Vid infra, pág. 448.
l30
.- En estos términos se expresa DE LA OLIVA ("Tratamiento procesal de la letra, el
cheque y el pagaré", cit., lug. cit., pág. 64). Ahora bien, quizá estas dificultades se
desvanezcan si descendemos del plano teórico al práctico. Por ejemplo, el supuesto de
los auxiliares dependientes del empresario. El gerente o factor mercantil es un auxiliar
del empresario al que se confieren poderes generales para administrar, dirigir y contratar
sobre todo lo que forma parte del normal u ordinario giro y tráfico de la empresa (art. 283
CCom). Su nombramiento, así como el otorgamiento de los poderes generales, puede
realizarse en forma escrita, mediante escritura pública que se inscribirá en el Registro
Mercantil; formalidad a la que también debe sujetarse la revocación del poder (cfr. arts.
87.2 y 94.5 RRM). Por tanto, la revocación del poder, o la ausencia del mismo, puede
probarse mediante certificación expedida por el Registrador (arts. 23.1 CCom y 77
RRM); y también puede acreditarse por referencia a los datos publicados en el Boletín
Oficial del Registro Mercantil (arts. 21.1 CCom; 386.5 y 388.10 RRM).
131
.- Vid. en este sentido, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva
de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 503.
434

En este orden de cosas, se ha señalado que tampoco puede


soslayar las dificultades de acreditación el recurso al párrafo tercero
del art. 9 LCCH, que permite un desplazamiento del onus probandi al
ejecutante, pues, la pieza separada se sustancia sólo con el deudor l32.
Dejando a un lado, por el momento, la cuestión de si debe darse
audiencia al ejecutante en el incidente de alzamiento del embargo, no
existe, a nuestro entender, fundamento jurídico en el que apoyar tal
inversión de la carga de la prueba. A tenor del art. 9.3 LCCH, los
tomadores y tenedores de letras de cambio tienen derecho a exigir a
los firmantes la exhibición del poder. Se trata, en definitiva, de un
derecho y no de una obligación, por esto, el tenedor no debe soportar
las consecuencias derivadas de su falta de diligencia (entendida en
sentido amplio). Téngase en cuenta, que la buena fe del tenedor está
protegida por el art. 10 LCCH que establece la responsabilidad
cambiaria personal del falso representante 13 .

Como consecuencia de la práctica imposibilidad de obtener, en


la mayoría de los casos, una documentación que permita alcanzar un
"juicio de probabilidad cualificada" de la existencia de las causas
legales del alzamiento del embargo, podemos concluir que el
incidente del art. 68 LCCH deviene superfluo por inconducente. Y, si
en algún supuesto, se está en posesión de documentación que haga
prueba plena de la falsedad de la firma o de la falta absoluta de
representación, lo que deviene superfluo es la continuación del
proceso de ejecución, pues, la improcedencia del embargo revela que
aquélla es infundada 134.

La LCCH concede al Juez absoluta discrecionalidad para


decidir si alza o no el embargo. Decretado el alzamiento del embargo,

l32
.- En este sentido se pronuncia MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de
embargo en el proceso ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs. 41 y 42.
l33
.- Cfr. CALA VIA MOLINERO y BALDO DEL CASTANO, Letra de cambio, cit.,
pág.31.
l34
.- Cfr. DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el pagaré y el cheque", cit.,
lug. cit., págs. 65 y 66.
435

el Juez exigirá al ejecutado, si lo cree conveniente, la prestación de


"caución o garantía" que asegure la satisfacción del crédito cambiario
ante una eventual desestimación de los motivos de oposición (art.
68.1aLCCH)

5. Caución o garantía adecuada.

A pesar de que el Juez haya despachado correctamente


ejecución ' 5, una semiplena probatio de la falsedad de la firma o de
la falta absoluta de representación es suficiente para alzar el embargo.
De ahí, que el restablecimiento del equilibrio patrimonial, roto por el
incumplimiento del deudor, es posible que no se logre como
consecuencia de un indebido alzamiento del embargo.

Aparentemente sensible a esta posibilidad, la LCCH faculta al


Juez para exigir al deudor, si lo considera conveniente, la entrega de
caución o garantía adecuada. Así, pues, la imposición de la caución
aparece como potestativa y no como obligatoria 136. En este sentido,
son mútiples los elementos que pueden influir en la decisión del Juez.
En efecto, alzado el embargo puede ser que el Juez no crea
conveniente exigir la prestación de caución o garantía, entre otros
motivos, porque el deudor tiene, por ejemplo, responsabilidad
conocida. Una decisión en este sentido exige que el Juez conozca el
valor del activo patrimonial del solicitante, para que pueda
compararlo con el importe previsible de la indemnización por daños y
perjuicios que, eventualmente, pudiera nacer. La solvencia del deudor

U5
.- Recuérdese que el despacho de la ejecución, en sentido amplio, incluye importantes
actividades anteriores a la declaración de voluntad con que da comienzo la ejecución
forzosa, y de la que son presupuesto necesario, v. gr. examen de los presupuestos
procesales, análisis de la regularidad formal del título ejecutivo; cfr. FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 173 a 184.
l36
.- Quizá sea una apariencia falsa. Hemos dicho que la ejecución está correctamente
despachada, y que el Juez tendrá dificultades para adquirir certeza sobre la falsedad de la
firma y la falta absoluta de representación, por tanto, si decide alzar el embargo, con toda
seguridad exigirá caución.
436

no debe ser notoria. Su acreditación puede realizarse mediante


documentos que se acompañarán a la solicitud de alzamiento del
embargo 137.

Antes de pasar a analizar los aspectos más relevantes de la


institución jurídica de la caución o garantía ex art. 68 LCCH,
consideramos oportuno hacer unas consideraciones de carácter
general.

La primera consideración está destinada a evitar la confusión


que puede ocasionar la conjunción disyuntiva empleada en la
redacción del art. 68.1a LCCH ("caución o garantía"). Esta clase de
conjunción denota contraposición, separación o alternativa entre dos
o más cosas. Sin embargo, no existe, en rigor, una contraposición
entre caución y garantía procesal. Ahora bien, tampoco son dos
términos con un significado jurídico equivalente.

Se ha definido la caución, en el ámbito del proceso, como un


tipo de garantía procesal con finalidad patrimonial 138. Junto a la
caución, cuyo cometido consiste en asegurar la satisfacción de las
responsabilidades pecuniarias derivadas del ejercicio legítimo de un
derecho procesal, se entienden incluidos en aquella categoría de
garantía procesal: el embargo, el secuestro y la anotación preventiva
de embargo. Desde esta perspectiva, puede concluirse que el concepto
de garantía procesal es más amplio que el de caución.

!37
,- Una documentación que diera cuenta de la solvencia del deudor podría ser la
declaración del impuesto sobre el patrimonio, o, en su caso, del impuesto de sociedades.
Vid. en este sentido, ORTELLS RAMOS, El embargo preventivo, cit., pág. 111.
l38
.- Vid. TOME PAULE, "Teoría de las cauciones procesales", en Revista de Derecho
Procesal Iberoamericana y Filipina, núm. 4., 1962, págs. 789 y 790. Este autor divide las
garantías procesales en dos grandes grupos: garantías que tienen una finalidad
institucional (v. gr. garantías encaminadas a lograr: la imparcialidad de los órganos
jurisdiccionales, la marcha normal del proceso, la actuación uniforme de los órganos
jurisdiccionales) y garantías con una finalidad patrimonial.
437

La segunda consideración tiene por objeto resaltar el acierto del


art. 68 LCCH cuando opta por el término caución en lugar de emplear
el vocablo fianza 139. Con esta medida se evita el tener que precisar
que el término fianza no es utilizado en su sentido estricto y técnico;
esto es, como un "tipo especial de garantía que se produce cuando un
tercero se compromete a ejecutar la prestación debida por el deudor al
acreedor" 14°. El que la caución pueda ser prestada, a no ser que un
precepto legal lo impida expresamente, mediante fianza 141, no debe
generar una confusión entre ambas instituciones jurídicas. La caución
es una carga procesal impuesta por la ley o por el Juez para asegurar
los perjuicios que pueden derivarse del ejercicio legítimo de un
derecho procesal. La fianza, en cambio, es un acuerdo de voluntades
extraprocesal, por el cual un tercero (fiador) asume el compromiso de
cumplir la obligación si no lo hace el deudor principal (art. 1822 CC).
Por otra parte, la terminología empleada por el art. 68 LCCH soslaya
errores jurídicos como el cometido por los arts. 385.4 y 1428 infine
LEC, que admiten cualquier tipo de fianza con "exclusión de la
personal", olvidando que la fianza es siempre una garantía
personal142.

A) Exigibilidad y función de la caución.

El alzamiento del embargo depende, exclusivamente, de las


circunstancias del caso y de la documentación aportada. La caución o,
en su caso, la solvencia -notoria o acreditada- no sólo no puede

139
.- Debe reconocerse, sin embargo, que la identificación entre los términos fianza y
caución tiene su apoyo en nuestro Derecho histórico. Vid. sobre este tema, TOME
PAULE, ob. y lug. cit. nota anterior, pág. 785; CALDERÓN CUADRADO, Las medidas
cautelares indeterminadas en el proceso civil, 1a ed., Madrid, 1992, pág. 50;
CABALLOL ANGELATS, La ejecución provisional en el proceso civil, Barcelona,
1993, págs. 208 a 210.
l40
.- DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 414.
141
.- Lo impiden, v. gr., los arts. 385 y 1428 LEC.
142
.- Error jurídico puesto de relieve por ORTELLS RAMOS, Comentario al art. 385
LEC, en Comentarios a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento civil. Ley 34/1983 de 6
de agosto de 1984, cit., pág. 290.
438

sustituir la verificación de los citados fundamentos de la desafección,


sino que ni siquiera puede complementarlos en el caso de que, a
criterio del Juez, no estén suficientemente justificados 143. Aunque no
puede excluirse cierta conexión: es lógico que el Juez, a mayor
apariencia o acreditamiento de la falsedad de la firma o de la falta
absoluta de representación, no exija la prestación de caución o
disminuya su cuantía.

Pese a que en el art. 68 LCCH no se haga referencia expresa a


la posible responsabilidad del ejecutado, la caución tiene por función
ofrecer una garantía patrimonial concreta y específica frente al
eventual derecho del ejecutante a una indemnización por daños y
perjuicios en el supuesto de que el alzamiento del embargo quede sin
efecto 144. En este sentido, la precaria situación económica del
solicitante no puede ser considerada en ningún caso, por sí sola, como
circunstancia eximente de la prestación de garantía, puesto que no
tiene influencia alguna en los daños previsibles. Además, la exención
de prestar caución no se halla expresamente incluida en los beneficios
del art. 6 de la Ley 1/1996, de 10 de enero, de asistencia jurídica
gratuita. Se ha apuntado que, en estos casos, la única vía posible sería
la asunción, por parte del Estado, de la eventual responsabilidad del
solicitante sin recursos económicos 145.

l43
.- No obstante, parece ser que en la generalidad de los casos no sucede así, sino que el
Juez acuerda o no el alzamiento del embargo, en función de que decida, o no, ordenar al
ejecutado que preste caución. Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, RIFA y VALLS, Derecho
procesal práctico, tomo VI, cit., pág. 582.
144
.- A falta de la caución, sólo se cuenta con el patrimonio del solicitante como sustrato
ordinario de la responsabilidad de todo deudor (art. 1911 CC); vid. al respecto,
ORTELLS RAMOS, El embargo preventivo, cit., pág. 110. La idea de garantía implica
un especial refuerzo que puede añadirse a algunos créditos. Por tanto, la responsabilidad
patrimonial universal del deudor no es una auténtica forma de garantía, ya que es un
elemento común a todos los acreedores; vid. sobre el particular, DIEZ-PICAZO,
Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 123 a 126.
l45
.- Vid. en este sentido, ORTELLS RAMOS, Derecho Jurisdiccional, II, Proceso civil
2°, cit., pág. 267; CALDERÓN CUADRADO, Las medidas cautelares indeterminadas
en el proceso civil, cit., págs. 56 y 57.
439

Ahora bien, como ya hemos dicho, el alzamiento de la traba no


comporta, de forma ineludible, la exigencia de caución. Al parecer la
LCCH entiende que el alzamiento del embargo, en plena tramitación
del juicio ejecutivo, no produce de forma necesaria perjuicios al
ejecutante.

B) Cuantía de la caución.

Por lo que se refiere al importe de la caución, el art. 68 LCCH


no establece ningún criterio objetivo a tener en cuenta para poder
determinarlo. La suficiencia o, utilizando la terminología de la LCCH,
la adecuación de la caución queda al arbitrio judicial. Es decir, es
competencia del órgano jurisdiccional fijar el importe que aquélla
debe alcanzar.

En una primera aproximación, parece que no hay duda de que


la suficiencia de la caución está en relación directa con la finalidad
que aquélla debe cumplir: responder de los daños y perjuicios que
puede causar el alzamiento del embargo si ulteriormente se revoca y
de las costas que se pueden generar en el incidente de alzamiento del
embargo -no, en cambio, en el juicio ejecutivo-. La complejidad de la
labor del Juez es evidente: se han de evaluar unos daños que todavía
no se han producido, puesto que el daño efectivamente causado sólo
se conocerá en el caso de que se deje sin efecto la resolución que
decretó el alzamiento del embargo y surjan dificultades en el
momento de volver a realizar la traba.

Precisando más esta cuestión, estimamos que el importe de la


caución no debe ser igual al de la deuda reclamada en la demanda
ejecutiva 146. Si así se entendiera, la oportunidad legislativa de la
norma del art. 68 LCCH sería aún más criticable, teniendo en cuenta
l46
.- Vid. en este sentido, CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiado", cit., lug. cit., pág. 881.
440

que entonces bastaría con acudir a lo dispuesto en el art. 1446 LEG147.


Además, en el supuesto de sostener aquella igualdad, el acreedor
podría verse excesivamente favorecido. En efecto, si el bien
embargado fuera v. gr. un bien mueble o inmueble, se sustituiría la
traba de un bien cuyo resultado económico, en caso de venta en
pública subasta, es una incógnita, por la afección de otro tipo de bien
de realización más fácil y segura. Con todo, la cantidad reclamada es
una de las circunstancias a ponderar en la fijación de la cuantía 148.
Otra circunstancia a tener en cuenta es el grado de acreditación de la
falsedad de la firma o de la falta absoluta de representación 149.

La caución tampoco debe alcanzar el valor del bien o bienes


embargados, y respecto de los cuales se ha alzado la traba, pues, no
resultaría extraño que con esta medida se impusiera al deudor una
carga superior a la que debería soportar si tuviera que pagar la deuda
que niega.

Las consideraciones que acabamos de exponer han sido


realizadas desde una intención muy determinada, que es la de querer
coordinar el incidente de alzamiento del embargo con el juicio
ejecutivo cambiario. Ahora bien, si adoptamos una posición más
crítica, que niega tal posibilidad de coordinación, deberemos fijar la
cuantía de la caución centrándonos exclusivamente en el citado
incidente y sus posibles efectos. Desde esta perspectiva, y si
admitimos que la caución tiene que asegurar la existencia de bienes
del ejecutado sobre los que volver a realizar el embargo si el
alzamiento queda sin efecto, la cuantía de la misma debería de
alcanzar la de la deuda cambiaria, daños y perjuicios y costas del

147
.- Téngase en cuenta que consignando la cantidad reclamada se evitaría el embargo sin
tener que acreditar la falsedad de la firma o la falta absoluta de representación.
l48
.- Vid. en este sentido la STC 202/1987 (2.a) de 17 de diciembre en la que se declara
que: "Es ese interés concretado en el eventual perjuicio el que el Juez ha de ponderar,
junto con las demás circunstancias, entre las cuales, ..., la de la cuantía discutida en el
proceso ..., que motivó, en definitiva, la fijación de la fianza..." (f.j. 5°).
149
.- Vid. supra, págs. 431 a 434.
441

incidente. De este modo, podría embargarse tal cantidad y continuar


la ejecución procediendo a la realización de la caución.

C) Calidad de la caución.

Sobre la calidad de la caución, el art. 68 LCCH nada dice; no


distingue entre los diferentes tipos de caución emitiendo un juicio de
valor sobre ellas -sí lo hace, en cambio la LEC en los arts. 385.4 y
1428 infine-, por tanto, debe entenderse que la LCCH parte de una
concepción amplia del término. En este sentido, el Juez tendrá que
aceptar cualquier clase de caución, admitida en derecho, ofrecida por
el deudor, v. gr. pignoraticia, hipotecaria, depósito de dinero, así
como la fianza y el aval bancario. Si bien, podría entenderse que por
aplicación analógica del art. 1402.2 LEC, el Juez podría no admitir la
fianza, ya que de admitirla su patrimonio quedaría afecto a la
garantía.

La elección del tipo de caución corresponde, pues, a la parte


que debe prestarla; esto es, al deudor. Ahora bien, es aconsejable que
la caución en concreto identifique completamente los bienes que la
constituyen, y que asegure que aquéllos permanecerán en el
patrimonio del deudor hasta el hipotético momento de la revocación
del auto alzando el embargo I5°.

D) Momento en que debe prestarse la caución.

El auto que decreta el alzamiento del embargo debe contener un


pronunciamiento sobre la conveniencia o no de la caución. Si el Juez

150
.- Por este motivo, entendemos que el Juez no debería aceptar como caución una
simple manifestación de bienes. No obstante, la anterior conducta sí es admitida como
caución por MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de embargo en el proceso
ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 331.
442

acuerda exigirla fijará su cuantía y el plazo en el que deberá prestarse.


El alzamiento del embargo quedará sin efecto si no se constituye en
tiempo la caución que el Juez hubiera exigido. La prestación de la
caución es, pues, una carga procesal 151.

6. Supuestos en los que no procede el alzamiento del embargo.

No procede el alzamiento del embargo, cuando hayan sido


intervenidas las distintas declaraciones que se documentan en un
título cambiario (libramiento, aceptación, aval y endoso) o cuando las
firmas respectivas estén legitimadas por Notario. Tampoco se alzará
el embargo respecto del deudor cambiario que en el protesto 152, en
requerimiento notarial de pago o en acto de conciliación previo no
hubiere negado categóricamente la autenticidad de su firma o alegado
la falta absoluta de representación. Por último, no cabe tampoco el
alzamiento del embargo cuando el obligado cambiario hubiere
reconocido su firma judicialmente 153 o en documento público (art.
68.3a LCCH).

Teniendo en cuenta lo expuesto, puede afirmarse a sensu


contrario que las manifestaciones de cualesquiera obligados en el
acta de protesto, consistentes en negar la autenticidad de la firma o en

l51
.- Las cargas procesales son, según GOLDSCHMIDT (Derecho procesal civil, cit.,
pág. 203) "imperativos del propio interés". En virtud de ellas, la parte procesal se ve
constreñida a realizar una determinada conducta procesal para evitar las consecuencias
desfavorables (perjuicio procesal) que legalmente se derivan de su no realización.
l52
.- A nuestro entender, la declaración equivalente no puede equipararse al protesto a los
efectos de evitar el alzamiento del embargo. Es la presencia de un fedatario público la
que otorga a la negación de la autenticidad de la firma o a la falta absoluta de
representación la eficacia prevista en la regla tercera del art. 68 LCCH. La declaración
equivalente ex art. 51 LCCH nada añade al documento privado. No obstante, hay
opiniones opuestas a la que sostenemos; vid. VAZQUEZ BONOME, Tratado de
Derecho cambiario, cit., pág. 318.
l53
.- El reconocimiento judicial del art. 68.3a.c) LCCH no debe adecuarse, de forma
necesaria, a lo dipuesto en los arts. 1430 y 1431 LEC. Se ha señalado al respecto, que
cualquier reconocimiento judicial despliega los efectos sancionados en la LCCH (vid. en
este sentido, CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 423).
443

sostener la falta absoluta de representación, tienen la relevancia de


hacer posible el alzamiento del embargo. Ahora bien, el régimen del
protesto establecido por la LCCH puede impedir a los obligados en
vía de regreso efectuar tales manifestaciones. No ha seguido la LCCH
las disposiciones del CCom en materia de notificación del protesto. El
art. 517 CCom ordenaba la notificación notarial del protesto a los
obligados en vía de regreso. En cambio, la LCCH prevé en su art. 55
un sistema de comunicaciones de carácter privado, por tanto, sin
fehaciencia, que pueden además hacerse en cualquier forma y en unos
plazos que exceden en mucho el establecido en el art. 53.1 LCCH
para recoger las manifestaciones congruentes con el protesto. En
consecuencia, a los obligados en vía de regreso se les está privando
injustamente de obtener el alzamiento del embargo.

7. Sustanciación del incidente de alzamiento del embargo.

A) Competencia.

El órgano judicial competente para conocer y resolver sobre el


alzamiento del embargo es el Juez que ha despachado ejecución. Su
compentencia es, pues, de carácter funcional (art. 55 LEC).

En el supuesto de que la diligencia de requerimiento de pago y


embargo deba realizarse fuera del territorio en el que el Juez ejecutor
ejerce válidamente su jurisdicción, la denuncia de la falsedad de la
firma o la falta absoluta de representación se hará ante el órgano
judicial exhortado.
302

CAPITULO CUARTO.

PRESUPUESTOS DEL JUICIO EJECUTIVO


CAMBIARIO.

I. DELIMITACIÓN DEL TEMA.

La apertura del juicio ejecutivo cambiario está subordinada no


sólo a la existencia de las condiciones de admisibilidad comunes a
todo proceso de ejecución -presupuestos procesales y materiales '-,
sino también al concurso de unos presupuestos procesales específicos.

Según se desprende del art. 1435 LEG, las condiciones de


admisibilidad propias del juicio ejecutivo se refieren a la naturaleza
de la deuda documentada, exigiéndose que se trate de una deuda
líquida, superior a 50.000 pts. y que esté vencida. Aunque con alguna
particularidad ratione materiae, el juicio ejecutivo cambiario también
se encuentra sometido a estas condiciones.

El Juez debe analizar de oficio la efectiva existencia de los


presupuestos procesales específicos del juicio ejecutivo cambiario; si
éstos no concurren, denegará, mediante auto, el despacho de la
ejecución (art. 1440.3 LEC) 2. Dicha resolución no niega el derecho

'.- Son presupuestos rnateriales de la ejecución la acción ejecutiva y el título ejecutivo;


VDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 44 y 45.
c ue> como va
' hemos señalado (vid. supra Capítulo Tercero.pág. 130), es
juicio ejecutivo cambiario, aun cuando del art. 67 LCCH infine pudiera

SER
del acreedor a obtener la condena del deudor, sino que solamente
impide que aquél pueda alcanzar la tutela judicial a través de los
cauces privilegiados del juicio ejecutivo.

II. DEUDA PECUNIARIA LIQUIDA.

1. Deuda pecuniaria.

El juicio ejecutivo cambiario es un proceso de ejecución


especial que procede únicamente por deudas pecuniarias 3; es decir,
por deudas de suma o cantidad de dinero "expresada con referencia a
un determinado sistema monetario, mediante el empleo de la unidad
ideal en él vigente" 4. Si bien con cierta cautela, pues no pretendemos
ni nos corresponde desarrollar aquí el concepto de dinero, podemos

inferirse lo contrario. Y ello tiene que ser así, porque no es razonable entender que el
Juez deba despachar ejecución de forma automática sin analizar, v. gr. si la expresión
numérica que consta en el título ejecutivo es superior a 50.000 pts. Vid. en este sentido,
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 84; MONTERO AROCA,
Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 2°, cit., pág. 231; CORTES DOMÍNGUEZ,
Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 426; ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos
procesales-ejecutivos de la Ley 19/1985, de 16 de julio, cambiaria y del cheque", (I), en
Actualidad Civil, núm. 7, diciembre 1985, pág. 362.
En contra GÓMEZ DE LIAÑO (Jurisprudencia cambiaria. Juicio ejecutivo, cit.,
pág. 143), quien afirma que estimándose el Juez competente "despachará la ejecución, ya
que al juicio ejecutivo cambiario no le son aplicables los párrafos primero y segundo del
art. 1467 según dispone el art. 67 de la LCCH, por lo que aquella posibilidad prevista por
el art. 1440 con carácter general para el juicio ejecutivo, es evidente, que no se produce
en el cambiario".
3
.- Por otra parte, aunque también quepa reclamar en juicio ejecutivo ordinario créditos
que tengan por objeto la entrega de cosas o especies que se cuentan, pesan o miden (art.
1436.3 LEC) y efectos privados o públicos, sean o no negociables en Bolsa (arts. 1437 y
1438 LEC), las deudas en especie no pueden encontrar satisfacción, en forma específica,
por los cauces del mencionado juicio. Esta es una opinión general en la doctrina
procesalista; vid. por todos, MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de
Enjuiciamiento civil, tomo VI, cit., págs. 416 a 419. En contra REYES MONTERREAL
(El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit., págs. 138 a 145) quien postula
la satisfacción de las deudas en especie por los trámites del juicio ejecutivo.
.- HERNÁNDEZ GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, Madrid,
1988, pág. 126.
304

afimar que el art. 1435 LEG no utiliza dicho término en un sentido


abstracto (como unidad de cuenta o medida de valor), sino referido a
determinadas realidades materiales a las que se incorpora, y que se
denominan "moneda". En las líneas que siguen, emplearemos el
término "moneda", en el sentido de "objeto o instrumento
representativo del dinero" 5, que comprende tanto la moneda metálica
como el papel moneda, ya que ambas clases son, en la actualidad,
eminentemente representativas o fiduciarias. Ahora bien, como
advierte la doctrina, no toda prestación consistente en dinero califica
de pecuniaria a la obligación respectiva 6. En una obligación
pecuniaria la prestación consiste en una suma de dinero, en la que son
indiferentes los signos o medios de pago y lo que se requiere es que
posean valor o curso legal. Como lo debido es abstractamente un
valor o una suma de dinero, género que no perece ya que se encuentra
siempre en el tráfico, la obligación no puede nunca devenir
imposible7.

5
.- HERNÁNDEZ GIL, ob. cit. nota anterior, pág. 114.
6
.- Frente a las deudas de moneda individual y a las de especie monetaria, se considera a
las deudas de suma de dinero como las genuinas deudas pecuniarias. En estas últimas son
indiferentes los signos o medios de pago y lo que se requiere es que posean valor o curso
legal. Vid. al respecto, LACRUZ BERDEJO, Elementos de Derecho civil, II, Derecho de
obligaciones, vol. primero, 2a ed., Barcelona, 1985, págs. 136 y 137; DIEZ-PICAZO,
Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, Las relaciones obligatorias, 4a ed.,
Madrid, 1993, págs. 257 a 259; PUIG BRUTALI, Fundamentos de Derecho civil, tomo I,
vol. II, Derecho general de las obligaciones, 4a ed., Barcelona, 1988, págs. 326 a 328;
BONET CORREA, Las deudas de dinero, Madrid, 1981, págs. 290 y ss., también de este
último autor, Comentarios al Código civil y Compilaciones faroles, (dirigidos por M.
Albaladejo y S. Díaz Alabart), tomo XVI, vol. 1°, arts. 1156 a 1213 CC, 2a ed., Madrid,
1991, pág. 155; "Problemática actual de las obligaciones pecuniarias", en Revista de
Derecho Notarial, núm XXXVI, abril-junio 1962, pág. 200; y "Las cuestiones
interpretativas del artículo 1170 del Código civil sobre el pago de las deudas de dinero",
en Anuario de Derecho Civil, tomo XXIV, fascículo IV, octubre-diciembre, 1971, pág.
1118; VATTIER FUENZALIDA, "Problemas de las obligaciones pecuniarias en el
Derecho español", en Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, enero-febrero 1980, núm.
536, págs. 55 a 60; PAZ-ARES, Comentario del Código Civil, tomo II, Madrid, 1991,
pág. 201; ALB AC AR LOPEZ y SANTOS BRIZ, Código civil. Doctrina y
jurisprudencia, tomo IV, arts. 1088 a 1444, I a ed., Madrid, 1991, pág. 305.
.- El hecho de que a las obligaciones pecuniarias les sea aplicable la máxima genus
nunquam perit no comporta, ineludiblemente, su sujeción al régimen jurídico de las
obligaciones genéricas (v. gr. no es aplicable a las deudas de suma de dinero el
procedimiento de determinación del art. 1167 CC); vid. en este sentido, PUIG BRUTAU,
Fundamentos de Derecho civil, tomo I, vol. Il, cit., pág. 325; HERNANDEZ GIL, Obras
305

2. Cantidad líquida.

Conforme a lo dispuesto en el art. 1435.1 LEC, sólo puede


despacharse ejecución por cantidad líquida. La determinación del
significado de la liquidez referida a una obligación pecuniaria parece
que no tendría que generar, en principio, extensas consideraciones. Y
decimos en principio porque si profundizamos en su estudio, se
percibe que el concepto de liquidez no es, ni ha sido monolítico, sino
que se han formulado, al menos, tres concepciones diversas, que
o

brevemente expondremos .

Una concepción -que tiene sus orígenes en el Derecho


justinianeo y que mantuvo nuestro Derecho histórico- define la
obligación líquida como aquella que es de fácil prueba 9. Otra,
sostenida por parte de la doctrina civil extranjera (alemana, francesa e
italiana), entiende por tales obligaciones las que son indiscutidas o no
seriamente contestadas; es decir, no susceptibles de excepciones 10. Y,

completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 126 y 127; VATTIER
FUENZALIDA, "Problemas de las obligaciones pecuniarias en el Derecho español", cit.,
lug. cit., págs. 56 y 57; BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., págs. 271 a 274.
8
.- Vid. ampliamente tratado, VATTIER FUENZALIDA, voz "Obligaciones líquidas", en
Nueva Enciclopedia Jurídica, tomo XVIII, oblig-parr, Barcelona, 1986, págs. 128 a 131.
9
.- Vid. IGLESIAS, Derecho romano. Instituciones de Derecho privado, 6a ed.,
Barcelona, 1972, págs. 520 y 521.
'°.- Entre los autores que perfilan la categoría de las obligaciones líquidas basándose en
el aspecto de su incontestabilidad, vid. HEDEMANN, Tratado de Derecho civil, vol. Ill,
Derecho de obligaciones, (trad. J. Santos Briz), Madrid, 1958, pág. 198; LAURENT,
Principes de Droit civil français, tome dix-huitième, 4ème éd., Bruxelles, 1887, págs.
416a 425, para quien un crédito cuya legalidad es contestada no es líquido, "..., il y a lieu
à procès; donc la dette est litigieuse, loin d'être liquide". Incluso afirma que desde el
momento en que es preciso hacer una liquidación "qu'elle soit facile ou non", el crédito
no es líquido; sin embargo, advierte que la jurisprudencia admite la compensación de
créditos que pueden ser fácilmente liquidados. En el mismo sentido, POTHIER (Oeuvres
contenant les Traités du Droit français, nouvelle édition par M. Dupin, tome premier,
Bruxelles, 1829, pág. 194), quien afirma que "une dette es liquide, lorsqu'il est constant
qu'il est dû, et combien il est dû, cum cerium est an et quantum debeatur. Une dette
contestée n'est donc pas liquide". Para TOULLIER (Le Droit civil français, nouvelle
édition, tome quatrième, Bruxelles, 1848, págs. 133 y 134) una deuda líquida debe reunir
dos requisitos: 1.° la certeza de su existencia, y 2.° la determinación de su cuantía o de la
suma a la que asciende. Puntualiza este último autor que la contestación o
306

por ùltimo, una tercera concepción, basada en un criterio


esencialmente cuantitativo, otorga el epíteto de líquidas a aquellas
obligaciones que presentan una cuantía perfectamente determinada o
que puede ser determinada por medio de sencillas operaciones
aritméticas. Esta ulterior concepción ha sido adoptada, de forma
mayoritaria, por nuestra doctrina y jurisprudencia l l .

Así, se afirma que son líquidas aquellas deudas "cuyo objeto o


cuantía está perfectamente determinado (...) o pueda determinarse sin
más que una sencilla operación aritmética" 12. La precisión del objeto
y de la cuantía son los elementos básicos del concepto de liquidez:
"son líquidas (las obligaciones) cuando no sólo está determinado en
qué consiste la prestación, sino también cuando está fijada
numéricamente su cuantía" 13. Asimismo, la jurisprudencia ha

cuestionabilidad de la deuda, a la que se refiere POTHIER, debe fundamentarse en


motivos razonables para que la deuda sea realmente dudosa, "..., autrement la chicane ne
manquerait jamais d'éluder la compensation par des contestations sans fondement"; en
esta misma línea, vid. MOURLON, Répétitions écrites sur le deuxième examen du Code
Napoléon, cinquième édition, tome deuxième, Paris, 1859, págs. 741 y 742. Por lo que
respecta a la doctrina italiana, GIORGI (Teoría de las obligaciones en el Derecho
moderno, 2a ed., vol. IX, Madrid, 1930, págs. 45 y 46) señala que es líquida la deuda no
litigiosa; añade que no es líquido el crédito cambiario al que se hace oposición.
".- La jurisprudencia, así como gran parte de la doctrina, en la mayoría de las ocasiones
en las que se pronuncia sobre la liquidez de las obligaciones lo hace en sede de
compensación legal (art. 1196.4 CC) y de mora solvendi (art. 1108 CC). Y es que, desde
la codificación, las obligaciones líquidas, salvo contadas excepciones (HERNÁNDEZ
GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 74 y 75;
ALBALADEJO, Derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. primero, 4a ed.,
Barcelona, 1977, págs. 85 y 85) no han sido consideradas como una clase o especie
propia de obligación.
12
.- GASTAN TOBEÑAS, Derecho civil español, común y forai, tomo III, Derecho de
obligaciones, 12a ed., Madrid, 1978, pág. 407.
13
.- ALBALADEJO, Derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. 1°, cit., pág. 85. La
categoría de líquidas también viene referida, según ALBALADEJO, a aquellas deudas,
"la expresión de cuyo montante sólo depende de una operación aritmética". Vid. también
en este sentido, DIEZ-PICAZO Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, Las
relaciones obligatorias, cit., págs. 539 y 540; HERNÁNDEZ GIL, Obras completas,
tomo III, Derecho de obligaciones, cit., págs. 74 y 75; ESPIN CANOVAS, Manual de
Derecho civil español, 3a ed., vol. Ill, Obligaciones y contratos, Madrid, 1970, págs. 164
y 165; BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., págs. 275 y 276; LÓPEZ VILAS,
Comentarios al Código civil y Compilaciones forales, dirigidos por M. Albaladejo y S.
Díaz Alabart, tomo XVI, vol. 1°, cit., págs. 519 a 521; VATTIER FUENZALIDA,
"Problemas de las obligaciones pecuniarias en el Derecho español", cit., lug. cit., pág. 69.
307

matizado el concepto de deudas líquidas considerando como tales


aquellas cuya cuantía se halla expresada numéricamente, o aquellas
en las que si bien su importe no se halla numéricamente determinado,
se dan los elementos para obtenerla mediante una simple operación
aritmética con arreglo a un módulo preestablecido; en caso contrario,
la deuda será ilíquida 14. Sin embargo, no podemos dejar de señalar
que esta acepción del término liquidez podría llegar a ser valorada
como una primera aproximación, si no abordáramos algunas de las
manifestaciones que del mismo se predican y que ya hemos
apuntado15. Entre ellas destacamos la que identifica una deuda líquida
con una deuda no controvertida, no discutida o no contestada.

Entendemos, con TAPIA FERNANDEZ, que el concepto de


liquidez de la deuda, en el plano procesal, debe liberarse de ciertas
adherencias como son la falta de contestabilidad del crédito o la
certeza de su existencia 16 y, por tanto, limitarse a la determinación, a
la fijación de la cuantía: "la exigencia de liquidez se refiere
exclusivamente a que la cuantía del crédito esté fijada numéricamente
o que sea susceptible de fijación por un simple cálculo aritmético; en
otro caso, ese crédito será ilíquido" 17. Por tanto, la liquidez no es
sinónimo de incontestabilidad. Esta es, por otra parte, una concepción
común y pacífica entre nuestros procesalistas. Así, MANRESA Y

l4
.- Vid. sobre el particular, y entre otras muchas, las sentencias del TS (Sala 1 .a) de 31 de
enero de 1978 (RAJ 20), 12 de abril de 1985 (Col. Leg. num. 235), 30 de marzo de 1988
(Col. Leg. num. 269), 12 de julio de 1988 (Col. Leg. num. 678), 21 de noviembre de
1988 (Col. Leg. num. 879), 5 de julio de 1989 (Col. Leg. num. 539), 5 de marzo de 1990
(RAJ 1896), 19 de mayo de 1991 (RAJ 3713), 6 de junio de 1991 (RAJ 4422), 22 de
julio de 1991 (RAJ 5412), 4 de noviembre de 1991 (RAJ 8139), 28 de marzo de 1992
(RAJ 2341), 22 de septiembre de 1992 (RAJ 7017), 27 de'octubre de 1992 (ROD, num.
583, abril 93, págs. 3057 a 3061), 24 de marzo de 1994 (RAJ 2173), de 24 de mayo de
1994 (RAJ 3741), 29 de septiembre de 1994 (RAJ 7025).
l5
.- Un examen exhaustivo de las obligaciones líquidas sobrepasaría los límites propios
del presente trabajo.
i6
.- Aunque a nuestro juicio, la ¡liquidez es una modalidad de incertidumbre, y en este
sentido puede sostenerse que es incierta aquella obligación cuyo objeto está
indeterminado. Ahora bien, desde otra perspectiva puede afirmarse que la certeza de la
existencia de la deuda emana, no de su naturaleza o de la forma en que se consigna, sino
de la clase de documento en el que se expresa.
l7
.- TAPIA FERNANDEZ, La compensación en el proceso civil, Madrid, 1988, pág. 113.
308

NAVARRO, al comentar el art. 1435 LEG, afirma que es líquida la


cantidad que esté determinada, o que pueda calcularse y fijarse de un
modo cierto y determinado por lo pactado en el mismo contrato 18.

La doctrina procesal italiana, no se sitúa lejos de la acepción


propuesta, cuando realiza la exegesis del art. 474 del Códice di
procedura civile 19. Para CARNELUTTI "el concepto de la liquidez
se refiere, en particular, al modo de ser del objeto tal que consienta la
sustitución del juez al obligado en la satisfacción del acreedor" 20.
18
.- MANRESA Y NAVARRO, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo VI,
cit., pág. 419. También en este sentido, GUASP, Derecho procesal civil, cit., pág. 748;
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 188 y 189; DE LA OLIVA,
"El nuevo artículo 1435 de la L.e.c. y la "liquidez" de la cantidad que parezca adeudarse
según contratos mercantiles otorgados por entidades de crédito, ahorro y financiación, en
escritura pública o en póliza intervenida", en Revista de Derecho Procesal, núm. 1, 1986,
pág. 34; FENECH, Derecho procesal civil, cit., págs. 307 y 308; PRIETO-CASTRO,
Tratado de Derecho procesal civil, II, cit., págs. 109, y 697-698; MONTERO AROCA,
Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil, 2°, cit., págs. 98 y ss., y 205-206; CORTES
DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso Civil, cit., pág. 405; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo II, cit., págs. 1018 a 1020 y 1118 a 1120; TOME PAULE,
Instituciones de Derecho procesal, tomo segundo, cit., pág. 426; LORCA
NAV ARRETE, El procedimiento monitorio civil, cit., págs. 46 y 47.
Según REYES MONTERREAL (El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C.
española, I, cit., págs. 149 a 154) "el requisito de la liquidez supone que no sea preciso
hacer un previo balance o ajuste de cuentas entre acreedor y deudor, sino que pueda
precisarse, al tiempo de interponer la demanda, la situación real de la deuda cuya
efectividad se persigue". Partiendo de la anterior afirmación, entiende el citado autor que
el precepto del art. 1.435 LEC no permite la ejecución de deudas liquidables. Los arts.
1.436 a 1.438 LEC se refieren a deudas previamente liquidadas, pues, "nada tiene que ver
con el examen de la situación real de las cuentas u operaciones previas de las partes, y no
se establecen aquéllos (se refiere a los arts. 1.436 a 1.438 LEC) para liquidar sus
relaciones negocíales, sino para computar el valor real, en una determinada fecha, de
cantidades ya líquidas -en dinero o en especie-, cuando el contenido económico de ellas
es oscilante, pero cuya liquidez, certeza, inmutabilidad y exigencia adquirieron
previamente". En definitiva, para REYES MONTERREAL, una deuda es líquida si la
prestación en que consiste está determinada, aun cuando no se haya computado a
metálico.
l9
.- En el art. 474 del Codice di procedura civile se dispone que: "L'esecuzione forzata
(2910 c.c.) non può avere luogo che in virtù di un titolo esecutivo per un diritto certo,
liquido ed esigibile".
20
.- CARNELUTTI, Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág.
361. Por otro lado, estima que la certeza en la existencia de la deuda deriva del título
ejecutivo que es "un documento provisto de una eficacia más intensa que la del medio de
prueba, en cuanto vale para establecer la existencia de una relación jurídica, o, en otros
términos, la eficacia jurídica de un hecho". La causa de la garantía de la existencia de la
obligación difiere según que el título sea judicial o extrajudicial, y reside en la
309

Según CHIOVENDA, el título ejecutivo como declaración debe


reunir una serie de requisitos entre los que destaca su plenitud: "la
declaración es completa cuando es líquida"; por ello, en caso
contrario, es necesaria la liquidación que consiste en la exacta
determinación de la prestación debida 21. CALAMANDREI señala
que para iniciar la ejecución forzosa de un crédito, éste debe ser
cierto, líquido y exigible 22. Diferencia claramente el contenido de los
tres requisitos citados. Por lo que ahora nos interesa, diremos que el
autor entiende que "la certeza se refiere a la existencia del crédito",
por eso "un crédito es cierto cuando no es controvertida su existencia
(an)"; mientras que el carácter líquido del crédito resulta de "la
determinación de su monto exacto", con lo cual "es líquido cuando es
determinada la medida de la prestación (quantum)"; en cuanto a la
exigibilidad, afirma que un crédito es exigible "cuando su pago no
está diferido por término ni suspendido por condiciones, ni sujeto a
*)T
otras limitaciones (quando)" . Por consiguiente, el requisito de la
liquidez puede considerarse cumplido cuando para calcular el importe
exacto del crédito basta una simple operación aritmética "sobre un
nùmero-base ya fijado por ley o por convención"24.

La neta distinción que establece CALAMANDREI entre los


términos cierto y líquido no es común en la doctrina italiana, lo que
pone de relieve la dificultad que encierra el intento de establecer una
exacta delimitación de su significado. Un ejemplo de lo expuesto lo
hallamos en REDENTI para quien los adjetivos cierto y líquido
constituyen "una endíadis, asumiendo en su conjunto un significado

declaración de certeza en los primeros, y en la documentación -representación o


narración del hecho constitutivo de la obligación- en los segundos (cfr. CARNELUTTI,
ob. cit., en esta nota, pág. 348).
21
.- CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo I, cit., pág. 319.
22
.- CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 105.
23
.- CALAMANDREI, ob. cit., nota anterior, pág. 104. Ahora bien, no excluye toda
interrelación entre ambos requisitos, pues, precisa que "el requisito de la certeza
comprende también, si se toma en sentido amplio, el requisito del carácter líquido, ya
que la existencia de un crédito no puede considerarse prácticamente cierta sino en cuanto
esté fuera de controversia la medida en la cual ese crédito se concreta".
24
.- CALAMANDREI, El procedimiento monitorio, cit., pág. 111.
310

global"; es decir, el término líquido se emplea respecto de las deudas


de dinero, para expresar que el quantum ha sido determinado en una
cifra numérica de moneda de curso legal; mientras que en la ejecución
forzosa específica (v. gr. condenas a entregar cosa determinada, a un
hacer o a un no hacer), la determinación, individualización y
especificación de la prestación insatisfecha, o conducta no realizada,
no puede representarse con el término líquido sino con el adjetivo
cierto 25.

Se nos podría decir que el interés puesto en diferenciar la


liquidez de la certeza de la deuda deviene, en sede de ejecución,
estéril teniendo en cuenta que el despacho de la ejecución inaudita
altera parte, por el que se procede de inmediato a embargar, si no se
paga también de inmediato tras el requerimiento para ello, se
fundamenta y justifica en la existencia de un documento específico
(título ejecutivo) del que se desprende una certeza jurídica suficiente
del crédito y de las dimensiones de la deuda, así como la autenticidad
de la firma del deudor26.

Sin embargo, en determinados supuestos las medidas ejecutivas


señaladas no se adoptarán en base a un título con las características
apuntadas. En efecto, las últimas reformas de la LEC se enmarcan en
una tendencia que consiste en atribuir fuerza ejecutiva a simples
documentos privados. Ya sabemos que la LCCH faculta a las letras de
cambio, pagarés y cheques a acudir directamente a la ejecución sin el
previo protesto, y sin que se exija la intervención de fedatario ni el
reconocimiento judicial de firma 27. A su vez, la Ley 10/1992, de 30
de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal, introduce un

25
.- REDENTI, Derecho procesal civil, tomo H, cit., págs. 310 y 311.
Según el Diccionario de la Real Academia con el término endíadis se hace
referencia a "una figura de la retórica por la cual se expresa un solo concepto con dos
nombres coordinados".
26
.- "El título ejecutivo sería, pues, una prueba "integral" de que el crédito existe y de que
el prestador del título está legitimado para pedir una determinada tutela efectiva"
(MICHÈLI, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 9).
2
\- Vid. más ampliamente supra Capítulo Tercero, págs. 272 y ss.
nuevo título ejecutivo (art. 1429.7° LEG), y si bien lo hace con la
finalidad de evitar que los valores anotados en cuenta reciban un trato
discriminatorio respecto de los valores representados mediante un
*\ Q

documento (art. 1429.5° LEC) , no debe pasar por alto que en la


configuración de aquéllos no interviene ni el ejecutado, ni fedatario
público alguno 29.

28
.- En el art. 5.1 de la Ley 24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores dispone que:
"Los valores negociables podrán representarse por medio de anotaciones en cuenta o por
medio de título. La modalidad de representación elegida habrá de aplicarse a todos los
valores integrados en una misma emisión". Para otorgar el mismo tratamiento procesal a
los valores, independientemente de la forma de representación, se integra el art. 1429 con
un nuevo apartado, el séptimo, según el cual tienen aparejada ejecución: "Los
certificados expedidos por las entidades encargadas de los registros contables respecto de
los valores representados mediante anotaciones en cuenta a los que se refiere la Ley
24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores, siempre que se acompañe copia de la
escritura pública de representación de los valores o, en su caso, de la emisión".
29
.- Esta configuración del título ejecutivo es cuestionada, tanto desde una óptica teórica
como práctica, entre otros, por FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit.,
pág. 43. Asimismo, CORTES DOMÍNGUEZ, "La reforma en el juicio ejecutivo y
proceso de ejecución", en Comentarios sobre la reforma procesal, (Ley 10/92, de 30 de
abril), Oviedo, 1992, págs. 128 y 129, reconoce que la inautenticidad del documento
originará en la práctica no pocos problemas "centrados todos ellos en la discusión sobre
la existencia de aquellos elementos que dependen de la autenticidad del título".
Las críticas a la reforma procesal civil en este punto no son exclusivas de la
doctrina; en efecto, la no exigencia de fedatario público en la creación del título ejecutivo
del art. 1429.7° LEC supuso la presentación de una enmienda al proyecto de Ley de
Medidas Urgentes de Reforma Procesal: enmienda núm. 166, presentada por el Grupo
Popular, Boletín Oficial de las Cortes Generales. Congreso de los Diputados, de 18 de
marzo de 1992, Serie A, núm. 80-5, pág. 73, en la que se afirma que "atribuir fuerza
ejecutiva a certificaciones tan someramente descritas, como hace el texto del artículo, es
improcedente", y olvidando la innovación introducida por la LCCH, puntualiza que "los
títulos recogidos en el 1429 siempre han exigido una fehaciencia especial. No se acaba
de ver por qué un certificado de un servicio de compensación bancaria va a tener más
privilegios que la compensación judicial, o entre particulares".
FRANCO ARIAS ("Del juicio ejecutivo", cit., lug. cit., págs. 130 a 132)
considera que la causa de que se dote de ejecutividad a simples documentos privados,
reside en las necesidades del mercado que no siempre son incompatibles con la seguridad
jurídica. Así, en el supuesto del art. 1429.7° LEC, el hecho de que las certificaciones
sean emitidas por entidades cuyo funcionamiento está sometido a control administrativo
(argumento utilizado por el TC (Pleno) en su sentencia 14/1992, de 10 de febrero, f.j.5°,
para concluir que el art. 1435.4 LEC no vulnera el principio de igualdad que proclama el
art. 14 CE), junto a que dichas certificaciones se emiten a instancia de los titulares de los
valores anotados en cuenta y que no pueden expedirse, para los mismos valores y para el
ejercicio de los mismos derechos, más de un certificado al objeto de evitar la duplicidad
de títulos (arts. 12.3 Ley del Mercado de Valores y 19.3 RD 116/1992, de 14 de febrero,
sobre representación de valores por medio de anotaciones en cuenta y compensación y
liquidación de operaciones bursátiles), justifica, según FRANCO ARIAS, que pueda
312

Pero, en ningún caso, puede asimilarse el requisito de la


liquidez del crédito a la falta de contestabilidad del mismo, o a que
esté sustraído de cualquier discusión acerca de su existencia o
exigibilidad. Si así fuese habría que concluir que la formalización de
la oposición a la ejecución, entendida ahora en sentido amplio,
despoja al título ejecutivo de su eficacia esencial. La previsión de una
oposición a la ejecución no impide el despacho de la ejecución; todo
lo contrarío, la presupone 30.

En el ámbito del art. 1435 LEG una deuda es ilíquida si su


cuantía no se halla perfectamente determinada, ni es posible fijarla
por un simple cálculo aritmético. En el supuesto de que se reclamara
la ejecución de una obligación de tal naturaleza, deberían practicarse,
en el proceso de ejecución, las correspondientes operaciones
liquidatorias. No creemos que sea necesario insistir en que un
incidente liquidatorio no tiene cabida en el juicio ejecutivo
(argumento ex art. 1480.1 LEG).

Partiendo de que cantidad líquida es aquella cuyo montante se


halla exactamente precisado, esta circunstancia, inevitablemente,
vendrá expresada en el título cambiario, porque, en caso contrario,
este documento no sería ni una letra de cambio, ni un pagaré, ni un
cheque. En definitiva, la liquidez a la que hace referencia el art. 1435
LEG no supone, a nuestro entender, un grado más de especificidad del
exigido en los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH, en los que se fija uno de
los requisitos esenciales que debe contener el título cambiario, a
saber: "el mandato puro y simple de pagar una suma determinada en
pesetas o moneda extranjera ..." 31.

presumirse, a los efectos de despachar ejecución, la autenticidad de las citadas


certificaciones. Por otra parte, afirma que la copia de la escritura pública de
representación de los valores o, en su caso, la de emisión que debe acompañarse a las
certificaciones, acredita la autenticidad del valor en cuanto a su existencia.
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 66.
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 144.
313

Según el tenor literal del art. 1435.1 LEG, la cantidad líquida


puede venir expresada en dinero efectivo o en moneda extranjera. En
primer lugar, intentaremos establecer el significado de la expresión
dinero efectivo^ después nos referiremos a la moneda extranjera.

A) En dinero efectivo.

Cabe preguntarse qué debe entenderse por dinero efectivo.


Apoyándonos básicamente en dos medios de interpretación como son
•jf\
el elemento histórico y el sistemático, entendemos que con la
expresión dinero efectivo se hace referencia a la moneda nacional; es
decir, a la peseta, unidad básica del sistema monetario español 33 . De
este modo, la ejecución se despachará o bien en pesetas, o bien en
moneda extranjera (dinero de otro Estado), siempre que esta última
sea convertible, admitida a cotización oficial, y la obligación de pago
en la misma esté autorizada o liberalizada.

La interpretación que hemos considerado correcta en el


contexto del art. 1435 LEG, se aparta, no obstante, del sentido que en
la práctica comercial se otorga, de forma usual, a la expresión dinero
efectivo. Con ella se alude a un instrumento que es utilizado como
medio de pago con inmediato poder liberatorio 34 y en contraposición

32
.- Vid. el comentario al art. 944 de la Ley de Enjuiciamiento civil de 1855 por
MANRESA Y NAVARRO y REUS Y GARCÍA, en Ley de Enjuiciamiento civil, tomo
IV, cit., págs. 275 y 276.
33
.- Art. 2.1 de la Ley 10/1975, de 12 de marzo, de regulación de la moneda metálica.
34
.- Dinero efectivo como medio de pago significa moneda metálica y billetes de Banco;
en definitiva, moneda de curso legal (art. 1170.1 CC, la referencia a la "moneda de plata
u oro" es una dicción circunstancial, propia del sistema monetario vigente en la época de
la codificación). Una moneda tiene curso legal cuando goza de la sanción y
proclamación estatal; es decir, cuando se encuentra legalmente admitida como posible
medio general de pago. Además a la moneda se le puede imponer un curso forzoso; en
este supuesto, tiene que ser necesariamiente aceptada como medio de pago con pleno
poder liberatorio. Parte de la doctrina suele utilizar indistintamente ambas expresiones.
No obstante, el curso forzoso expresa, más exactamente, la irrecusabilidad del pago. La
Ley de 9 de noviembre de 1939 (RAL 1693) decretó el curso forzoso de los billetes del
Ì14

al dinero bancario o de giro 35; en definitiva, no está conectada la


expresión dinero efectivo con el objeto de la prestación, sino con el
medio de pago.

B) En moneda extranjera.

a) Moneda extranjera y liquidez.

Moneda extranjera es una moneda distinta de la peseta3Ó. Como


se ha señalado, son en moneda extranjera, tanto las obligaciones que
se contraen entre sujetos residentes en el territorio de un único Estado
(obligaciones en moneda extranjera), como las que suponen una
salida de divisas de nuestro país y, por tanto, una internacionalización
de la relación obligatoria (obligaciones monetarias
internacionales)11''. En este sentido, cabe afirmar que no determina la

Banco de España que pasaron de esta forma a constituir medios de pago dotados de pleno
poder liberatorio. Con anterioridad, el billete de Banco era tan sólo un título valor. Sobre
los conceptos moneda de curso legal y curso forzoso, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos
del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 256 y 257; BONET CORREA, Comentarios
al Código civil y Compilaciones forales, tomo XVI, vol. 1°, cit., pág. 161; LACRUZ
BERDEJO, Elementos de derecho civil, II, Derecho de obligaciones, vol. primero, cit.,
pág. 133; HERNÁNDEZ GIL, Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit.,
pág. 120; PUIG BRUTAU, Fundamentos de Derecho civil, tomo I, vol. H, cit., págs. 330
y331.
35
.- Según HERNÁNDEZ GIL (Obras completas, tomo III, Derecho de obligaciones, cit.,
pág. 121) el dinero bancario "està representado por los diversos documentos en los que
se contienen órdenes de pago respecto del dinero que previamente ha sido depositado en
los bancos o que se ha obtenido el derecho a disponer de él mediante la apertura de una
cuenta de crédito". En último término, el denominado dinero bancario o de giro tiene la
función de excluir la efectiva presencia del dinero (v. gr. cheques, pagarés, certificados
de depósito, giros bancarios).
36
.- Sobre las diferencias entre moneda extranjera y divisa, nos remitimos a lo dicho en el
Capítulo Tercero del presente trabajo. Vid. supra, págs. 155 y 156.
37
.- Vid. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 190. Sobre la
distinción entre obligación monetaria internacional y obligación pecuniaria en moneda
extranjera, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs.
273 y 274; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., págs. 48 a 50; DESANTES REAL, Las obligaciones contractuales
internacionales en moneda extranjera, (Problemas relativos al ámbito de la ley
aplicable), Madrid, 1994, págs. 29 a 50.
315

extranjería monetaria la aplicación a la obligación pecuniaria de la


legislación sobre control de cambios. Una moneda extranjera es una
moneda que no es nacional respecto a un punto de referencia o a un
sistema monetario específico. El parámetro, en relación al cual se
determinará el carácter extranjero de una moneda, variará en función
del problema concreto que se suscite y de la sede desde la que se
evalúe tal problema. Teniendo en cuenta que estamos analizando el
art. 1435 LEG -precepto que establece los presupuestos específicos
del juicio ejecutivo cambiario- podemos afirmar que la extranjería de
una moneda respecto a la moneda española vendrá fijada por los
Jueces y Tribunales españoles al presentarse ante ellos la demanda
ejecutiva correspondiente.

Del esquema propuesto para abordar el estudio de los


presupuestos del juicio ejecutivo cambiario se infiere que otorgamos a
la deuda en moneda extranjera naturaleza pecuniaria. Dicha
naturaleza se explica desde la noción de la moneda extranjera como
dinero 38.

También se observa que el concepto de liquidez, de obligación


pecuniaria líquida, de la que partimos es válida tanto para las deudas
en pesetas como en moneda extranjera. A nuestro entender, una
obligación que se expresa en una determinada suma en moneda
extranjera es líquida, puesto que su cuantía está fijada
numéricamente. "Tan líquida es una deuda en pesetas como en
cualquier otra moneda"39.

La liquidez de las deudas en moneda extranjera obtuvo un


reconocimiento expreso en la Ley 34/1984, de 6 de agosto, de

38
.- Vid. en este sentido, BONET CORREA, Las deudas de dinero, cit., pág. 275; y PAZ-
ARES, Comentario del Código civil, tomo H, cit., pág. 205. Este último autor afirma que
"las deudas en moneda extranjera son deudas de dinero en sentido estricto, puesto que su
objeto es transferir un poder patrimonial abstracto".
39
.- CORTES DOMÍNGUEZ, Comentario al art. 1435 LEG, en Comentarios a la reforma
de la Ley de Enjuiciamiento civil. Ley 34/1984 de 6 de agosto de 1984, cit., pág. 701.
316

Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento civil. Este


reconocimiento no fue debido a una completa imposibilidad de
despachar ejecución en moneda extranjera en base a la legislación
procesal anterior a la reforma de 1984 40, sino a la inquietud que
generaron, por las repercusiones que podían tener en el mercado
financiero internacional, ciertas resoluciones judiciales en las que se
denegó el despacho de la ejecución en moneda extranjera por los
trámites del juicio ejecutivo. Nos referimos a los autos del Juzgado de
Primera Instancia núm. 21 de los de Madrid, de 23 de octubre y de 4
de noviembre de 1981. La primera resolución citada denegó el
despacho de la ejecución y la segunda desestimó el subsiguiente
recurso de reposición. Se había solicitado el despacho de la ejecución
por un grupo de Bancos extranjeros contra una sociedad española
para el cobro de un préstamo sindicado en dólares 41. En síntesis, la
denegación del despacho de la ejecución se basó en la iliquidez de la
cantidad expresada en moneda extranjera. Se afirmaba que al estar la

40
.- Sobre esta cuestión, SERRA DOMÍNGUEZ ("Observaciones críticas sobre el
Proyecto de Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento Civil", en Justicia 83, núm.
IV, pág. 811) señala que la reforma de la LEC en lo que a la moneda extranjera se refiere
carece de justificación, pues, la ejecución en tal moneda podía tener lugar siempre que la
legislación en materia de divisas lo permitiera. A efectos del embargo hubiera sido
suficiente, según el citado autor, con justificar, en cualquier forma, el contravalor de la
moneda extranjera en pesetas.
4I
.- El texto de los autos viene recogido en CADENAS CORONADO, "Ejecución de
obligaciones en moneda extranjera", en Revista de Derecho bancario y bursátil, núm. 6,
abril-junio 1982, págs. 475 y 476.
Ante la reacción que tales resoluciones judiciales provocaron en los mercados
internacionales de capitales, el Gobierno tuvo que elaborar un proyecto de Real Decreto,
sobre pago de deudas en moneda extranjera, cuyo contenido era el siguiente:
"Artículo 1. A todos los efectos legales, se entiende que todas las deudas en
moneda extranjera son líquidas siempre que se trate de divisa convertible que esté
admitida a cotización oficial y se derive de una operación internacional que esté
liberalizada o haya obtenido autorización previa.
Artículo 2. En las reclamaciones de las deudas a que se refiere el artículo primero
se expresará el importe en pesetas al cambio del día en que se hace la reclamación".
Esta norma no fue remitida a las Cortes. En su dictamen sobre el proyecto
transcrito, el Consejo de Estado estimó erróneo el limitar el concepto jurídico de liquidez
a las deudas pecuniarias expresadas en pesetas. Como afirma en su dictamen, la liquidez
supone una "determinación numérica inmediata" con independencia de que se trate de
una deuda en pesetas o en moneda extranjera. Vid. Dictamen del Consejo de Estado,
núm. 43.988, Secc. 2a, Justicia, de 25 de febrero de 1982, en Recopilación de Doctrina
Legal 1982, núm. 112, 1985, págs. 285 a 287.
317

moneda extranjera desprovista de curso legal en España, la fijación de


la obligación de pago en moneda extranjera sólo podía operar para los
residentes como cláusula valor.

El contenido de dichas resoluciones judiciales fue duramente


criticado, entre otros motivos porque el Gobierno, de conformidad
con la legislación de control de cambios vigente, podía autorizar a los
residentes a asumir obligaciones de pago en moneda extranjera, con
lo que les estaba permitido su tenencia y disposición42.

No obstante, más allá de las críticas centradas en un supuesto


concreto, se puso de relieve que la LEC no disponía de normas
jurídicas precisas para la ejecución de deudas en moneda extranjera.
Todos los mecanismos procesales existentes estaban pensados en la
necesaria referencia al patrón-moneda peseta 43. Para suplir esta
carencia y también para acomodar la LEC a la legislación de control

42
.- Vid. los comentarios de CORTES DOMÍNGUEZ, "La deuda en divisa extranjera y el
juicio ejecutivo" (Comentario al auto del Juzgado de Primera Instancia núm. 21 de
Madrid, de 23 de octubre de 1981), en Justicia 82, núm. 2, págs. 57 a 64; CADENAS
CORONADO, ob. cit., nota anterior, págs. 477 a 491; BONET CORREA, "La ejecución
de deudas en moneda extranjera", en La Ley, 1982-3, págs. 748 a 750; AGUILÓ PINA Y
GINEBREDA MARTI, "Las obligaciones en moneda extranjera y su exigibilidad en
juicio", en Revista General de Derecho, núm. 489, junio 1985, págs. 1745 a 1747.
En la revista Justicia, 1982, núm. 3, en concreto en la sección Audiencia pública
y bajo el título "El juicio ejecutivo y la liquidez de la deuda en divisa extranjera
(polémica periodística)", págs. 193 a 206, se reproducen varios artículos, publicados en
periódicos y revistas españolas, unos valorando y otros justificando (en la polémica
periodística tomó parte el Magistrado Juez de Primera Instancia, número 21 de los
Madrid) el contenido de las resoluciones judiciales que denegaron el despacho de la
ejecución en moneda extranjera.
43
.- Cfr. CORTES DOMÍNGUEZ, ob. cit., nota anterior, págs. 61 a 64; y CADENAS
CORONADO, "Ejecución de obligaciones en moneda extranjera", cit., lug. cit., pág. 491.
La falta de normas reguladoras de la ejecución por deudas en moneda extranjera
se pone de relieve en uno de los fundamentos jurídicos del auto de 4 de noviembre de
1981: "... si el contratante residente en España, que pactó con no-residente, tiene la
pertinente autorización administrativa, el pacto es válido y puede hacerse efectivo; en
estas circunstancias nada impide el voluntario pago en divisas, incluso en juicio
declarativo, con los condicionamientos dichos, la pretensión, aunque la doctrina es
fluctuante, sería posible (artículo 1170 del Código civil); pero no en el juicio ejecutivo
para el requerimiento de pago, donde la computación a metálico es obligada -número 2
del artículo 1435 de la LEC- y esta computación es siempre en pesetas, pues, tal artículo
no contempla otra posibilidad de liquidez".
318

de cambios que en aquella época ya permitía a los residentes ser


sujetos de algunas obligaciones monetarias internacionales, la Ley de
Reforma Urgente de 1984 dicta una serie de normas con la finalidad
de lograr el normal desarrollo del juicio ejecutivo por deudas
pecuniarias en moneda extranjera. Entre estos preceptos destaca el
comprendido en el art. 1435.1.2° que, seguidamente, será objeto de
estudio 44.

El art. 1435.1.2° LEC subordina el despacho de la ejecución en


moneda extranjera a dos circunstancias, que deben concurrir y cuya
presencia ha ser analizada de oficio por el Juez. La primera se refiere
al objeto mismo de la prestación debida: moneda extranjera
convertible admitida a cotización oficial. La segunda hace referencia
a la relación jurídica subyacente, pues, exige que la obligación de
pago en moneda extranjera esté autorizada o se halle permitida
legalmente.

Estos requisitos de admisibilidad lo son del juicio ejecutivo


pero no del proceso ordinario de ejecución, aun cuando de la remisión
del art. 921.3 LEC a las normas reguladoras del juicio ejecutivo
pudiera deducirse lo contrario. La aplicación del art. 1435.1.2° LEC a
la ejecución de sentencias de condena en moneda extranjera obligaría
al Juez a denegar el despacho de la ejecución si la moneda extranjera
no fuera convertible, no estuviera admitida a cotización oficial o la
obligación de pago no hubiera sido previamente autorizada. Dicha
consecuencia jurídica ha sido rechazada por FERNANDEZ LÓPEZ 45
por los motivos siguientes: Primero.- Debido a la diversa naturaleza
del título ejecutivo, la remisión del art. 921.3 LEC no debe practicarse
de forma indiscriminada, pues, en sede de juicio ejecutivo existen
normas que son privativas de este proceso (v. gr. art. 1446) y, por
44
.- Además del art. 1435, la Ley de 1984 modificó, en materia de moneda extranjera y en
sede de juicio ejecutivo, los arts. 1436.1.2.4, 1440.4, 1445.4.5 y 1446.1 reguladores del
procedimiento ejecutivo; y los arts. 1481.2.3 y 1508.2 relativos al procedimiento de
apremio,
45
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 192 a 197.
319

tanto, no son aplicables a la ejecución de sentencias de condena.


Segundo.- Siempre que sea posible, los Jueces han de ejecutar las
sentencias en sus propios términos (art. 18.2 LOPJ), de tal manera que
el TC entiende incluido el derecho a obtener la ejecución de la
sentencia en sus propios términos en el derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva46. Y tercero.- De exigirse las mencionadas
circunstancias en la ejecución de sentencias en moneda extranjera
quedaría extremadamente debilitado el art. 1170.1 CC, llegándose al
absurdo de denegar el despacho de la ejecución de una sentencia
extranjera que condenara al pago de una determinada cantidad en
moneda extranjera no admitida a cotización oficial, aunque hubiera
obtenido el exequátur, y despacharla cuando la moneda sí estuviera
admitida a cotización oficial; o denegar el despacho de la ejecución,
cualquiera que sea la moneda extranjera, porque no se ha obtenido
previamente la autorización administrativa, aunque pudiera otorgarse
con posterioridad 47.

A pesar de que otra cosa pudiera inferirse de la Exposición de


Motivos de la Ley 34/1984, como de la dicción del art. 1435 LEG 48, a
46
.- Vid. esta cuestión ampliamente tratada por DE LA OLIVA, Derecho procesal civil, I,
cit., págs. 224 a 226.
47
.- La tutela jurisdiccional de los créditos en moneda extranjera ha sido estudiada por
SENES MOTILLA en su obra Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., págs. 87 y ss. Básicamente sus conclusiones coinciden con las de
FERNANDEZ LÓPEZ. La autora considera que la no admisión a cotización oficial de la
moneda extranjera no impide la tutela jurídica del crédito del actor por la vía del proceso
ordinario de ejecución. La liquidación en la moneda del Estado del foro se realizará
conforme a lo establecido en los arts. 932 y ss. LEC (vid. págs. 169 y ss.). Y, por lo que
respecta al cumplimiento de la normativa de control de cambios, sostiene que, reclamado
judicialmente el cumplimiento de una obligación afectada por restricciones cambiarías, el
contenido concreto de la sentencia favorable al actor (la autora parte de la premisa de
que las restricciones cambiarias afectan a la modalidad de cumplimiento de la obligación
pero no a la validez de su constitución, págs. 54 a 67), así como su ejecución, dependerá
de que se haya o no aportado la documentación administrativa acreditativa de la
autorización del pago en moneda extranjera (págs. 115 a 119).
48
.- En la Exposición de Motivos se declara que el reconocimiento legal de la liquidez de
las deudas en moneda extranjera no es propiamente un novedad, "es más bien una
aclaración, pues hay ya una consolidada corriente doctrinal y hasta jurisprudencial
favorable a tal solución, ya que, siendo la moneda extranjera convertible y constando
oficialmente su tipo de cambio o cotización respecto de la peseta, se conoce el importe
de la deuda y es líquido lo mismo en una que en otra moneda".
320

nuestro entender, la admisión a cotización oficial y la autorización o


permisión legal de la obligación de pago en moneda extranjera nada
añaden al requisito de la liquidez. La LEC arrastra, en este punto, una
idea que ya pudo ser constatada en su primera redacción: cantidad
líquida es sinónimo de cantidad expresada en pesetas 49. Dejando a un
lado el hecho de que una cantidad determinada en moneda extranjera
no admitida a cotización oficial puede ser expresada en pesetas 50,
estimamos que la liquidez de la obligación pecuniaria, como categoría
abstracta que pertenece a la teoría general del Derecho, no debe estar
subordinada a las mencionadas circunstancias, que tienen su origen en
decisiones de política monetaria y son, en consecuencia, coyunturales.
Así, desde desde una perspectiva jurídica no puede explicarse que
1.000 dólares neozelandeses fuera una cantidad ilíquida hasta 1992 y
a partir de 1993 fuera líquida 51 .

Ahora bien, la conversión en pesetas tiene un sentido


instrumental con una consecuencia que se deja sentir, especialmente,
en el proceso: hacer posible la tramitación del juicio ejecutivo. El
cómputo a pesetas es necesario para poder determinar si se alcanza la
cuantía mínima del juicio ejecutivo, así como para efectuar el
embargo de bienes y demás actuaciones ulteriores (art. 1440.4
LEC)52. En definitiva, la equivalencia en pesetas tiene la función de
hacer operativo el juicio ejecutivo que, como no podría ser de otra
49
.- En contra de esta idea se pronunció REYES MONTERREAL, para quien los arts.
1436 a 1438 se refieren a deudas previamente liquidadas, pues, una deuda es líquida si la
prestación en que consiste está determinada, aun cuando no se haya computado a
metálico, esto es a pesetas (cfr. El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, !, cit.,
págs. 149a 154).
50
.- Vid. infra, págs. 321 y 322.
.- La admisión a cotización oficial del dólar neozelandés fue ordenada por la Circular
22/1992, del Banco de España, de 18 de diciembre.
52
.- Así el AAT de Valencia (Sala 1.a), de 10 de diciembre de 1985 (Justicia, 1986, I,
págs. 211 a 215) señala que: "(...) la computación a pesetas de la deuda servirá para
conocer si se alcanzan o no las 50.000 pesetas que se exigen, como mínimo, para que
pueda iniciarse el juicio ejecutivo". Además, la peseta representa el patrón en base al
cual se embargarán los bienes al deudor, se valorarán los mismos, se cuantificará la
mejora del embargo, se fijarán los tipos de las subastas, se liquidarán las costas
procesales, etc. (cfr. SAT de Barcelona, Sala 3.a, de 30 de junio de 1987; RGD, núm.
519, diciembre 1987, págs. 6811 a 6815).
321

manera, está pensado en términos de moneda de curso legal.


Tratándose de una moneda admitida a cotización oficial, la
conversión en pesetas se efectúa mediante una simple operación
aritmética ya que el tipo de cambio oficial se publica en el BOE 53.

En cuanto a la liberalización de la obligación de pago en


moneda extranjera o su permisión legal, debe señalarse que era una
exigencia, acorde con la legislación de control de cambios vigente en
1984, con la que se aseguraba la efectividad de las medidas ejecutivas
que se adoptaran en el juicio ejecutivo.

En las líneas que siguen analizaremos los requisitos que ya


hemos mencionado y a los que subordina el art. 1435.1.2° el despacho
de la ejecución en moneda extranjera.

b) Moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial.

La conversión, admisión a cotización oficial de la moneda


extranjera no condiciona, a nuestro entender, la liquidez de la deuda.
De acuerdo con las consideraciones hechas al analizar el significado
del término liquidez 54, podemos afirmar que una obligación que se
expresa y concreta en una determinada suma de dinero, bien en
pesetas, bien en moneda extranjera, es, por definición, una obligación
líquida.

También estimamos que es preciso concretar la autonomía e


importancia del requisito de la convertibilidad de la moneda
extranjera en el art. 1435 LEG. Desde un punto de vista estrictamente
material, se ha puesto de relieve que todas las monedas son
convertibles en cualquier otra. En este sentido, la convertibilidad de
una moneda procede de su naturaleza pecuniaria, "de suerte que al

".- Vid. supra, Capítulo Tercero, págs. 158 y 159.


54
.- Vid. supra, págs. 305 y ss.
322

ponerse en relación monedas diferentes que son dinero y de curso


legal son comparables cuantitativa y cualitativamente mediante una
simple operación aritmética" 55, Al ser, según esta concepción, todas
las monedas extranjeras convertibles en pesetas de forma mediata o
inmediata, la trascendencia como presupuesto del juicio ejecutivo
recae, esencialmente, sobre la admisión a cotización oficial de la
moneda extranjera. Trascendencia que se ve fortalecida en aquellas
tesis que no establecen distinción alguna entre la convertibilidad y la
admisión a cotización oficial 5Ó .

Por otra parte, ya hemos visto que en un contexto de control de


cambios se dice que una moneda es convertible cuando puede ser
cambiada libremente en cualquier otra divisa, sin restricción alguna57.
En este ámbito tampoco la convertibilidad, referida al juicio
ejecutivo, tendría un significado propio, pues, la adecuación de la
obligación en moneda extranjera a la normativa de control de cambios
viene exigida más adelante en el mismo precepto. Por tanto, podemos
concluir que es la admisión a cotización oficial, por carecer la
convertibilidad en el contexto del art. 1435 LEG de contenido propio,
el presupuesto a tener en cuenta para proceder al despacho de la
ejecución en moneda extranjera.

La admisión a cotización oficial 58 es una exigencia que deriva


de la naturaleza del juicio ejecutivo, así como de la finalidad a la que

55
.- SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., pág. 37.
56
.- Vid. CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 405.
La ausencia de distinción se hace patente en la SAT de Barcelona, Sala 3.a, de 30
de junio de 1987 (citada en nota 52) en cuyo fundamento de derecho cuarto se declara:
"(•••); habiéndose por lo demás cumplido por el ejecutante el requisito exigido en el
artículo 1436 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de aportar documento acreditativo del
cambio oficial publicado en el Boletín Oficial del Estado, con referencia, en el caso, al
día anterior al vencimiento de la obligación (...), del que claramente resulta el carácter
convertible y de cotización oficial del dólar U.S.A." (la cursiva es nuestra).
57
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 156.
58
.-Las divisas admitidas a cotización oficial están relacionadas en la Norma primera de
la Circular 22/1992, del Banco de España, de 18 de diciembre; Vid. supra, Capítulo
segundo, pág. 158.
323

sirve y para cuyo logro fue creado. Si la moneda extranjera no fuera


objeto de cotización por el Banco de España, la conversión a pesetas
debería tener lugar en un incidente contradictorio similar al
contemplado en los arts. 932 y ss. LEC. Ahora bien, un incidente de
este tipo no sólo no está previsto en el juicio ejecutivo -tendría que
insertarse en las actividades que comprenden el despacho de la
ejecución-, sino que se encuentra genéricamente prohibido por el art.
1480.1 LEC. Por consiguiente, de no estar admitida la moneda
extranjera a cotización oficial sería imposible para el Juez ejecutor
despachar ejecución ya que no podría determinar si la deuda es
superior a 50.000 pts.

La conversión debe efectuarse conforme al cambio oficial,


según precio vendedor, del día del vencimiento de la obligación, o en
su defecto, del día anterior más próximo (art. 1436.1 LEC). A tenor
del art. 1436.1 LEC, la conversión se realiza "a los efectos
establecidos en el párrafo cuarto del art. 1440". Y estos efectos son
exclusivamente los de "fijar la equivalencia en pesetas, a fin de que
sirva de base a efectos del embargo de bienes y demás actuaciones
ulteriores" (art. 1440.4 LEC); actuaciones que, como hemos señalado
en el párrafo precedente, también pueden ser anteriores. Teniendo en
cuenta la finalidad que la LEC otorga a la conversión, no es correcto,
a nuestro entender, atribuirle carácter definitivo. Y no es correcto,
porque si se entendiera que la conversión definitiva de la moneda
extranjera debe hacerse con referencia al vencimiento de la
obligación, el riesgo derivado de la fluctuación de los cambios lo
soportaría por completo el acreedor. En cambio, si como aquí se
sostiene, la conversión se realiza también, y con vocación definitiva,
en el momento en que se haga el pago al acreedor, éste recibe siempre
una cantidad cierta en divisas -esto es, la cantidad debida-, y el riesgo
del cambio lo soporta el deudor 59. Por tanto, la conversión de la

59
.- Cfr. entre otras, SSTS (1.a) de 5 de enero de 1980 (RAJ 19), de 17 de febrero de 1989
(RAJ 1206) y de 8 de mayo de 1991 (RAJ 3577). En el fundamento de derecho cuarto de
la STS de 17 de febrero de 1989 se afirma que el "referir el tipo de cotización en pesetas
324

moneda extranjera debe realizarse en dos momentos distintos. En


suma, la conversión de la divisa en moneda española al cambio del
día del vencimiento de la obligación tiene sólo una finalidad
instrumental: servir de base para las actuaciones del proceso de
ejecución, pero no para determinar la cantidad de divisas que el
acreedor percibirá 60.

Por otra parte, debe señalarse que el hecho coyuntural de que


las fases de embargo y de realización de los bienes embargados se
lleven a cabo en pesetas no ha de constituir un obstáculo para que el
pago tenga lugar en la moneda extranjera expresada en el título
ejecutivo.

c) Autorización administrativa o permisión legal de la obligación


de pago en moneda extranjera.

De lo dispuesto en el art. 1435.1.2° LEC, se infiere que el


despacho de la ejecución tendrá que ir precedido de un enjuiciamiento
acerca de la adecuación del negocio jurídico subyacente a la
legislación de control de cambios. Una verificación de este tipo
responde, en cierta manera, a una concepción estrictamente causal del
título ejecutivo. Sin embargo, esta concepción es contraria al carácter
abstracto de los títulos cambiarios 6I y, además, excede del examen de
los presupuestos procesales y de la regularidad formal del título
ejecutivo que debe llevar a cabo el Juez antes de dar comienzo a la

al "día que se efectúe su pago"", "no implica contradicción o desvío alguno a la letra y
espíritu del rituario art. 1436, ni menos aún respecto al 1445".
Sobre esta cuestión se han hecho públicas otras opiniones. Así, según SENES
MOTILLA (Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento procesal, cit., págs.
184 y 185) el único tipo de cambio que garantiza la satisfacción al ejecutante de aquello
que le es debido es el correspondiente al día en que se despacha ejecución.
60
.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 30
y31.
61
.- En efecto, los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH sólo exigen que la moneda extranjera sea
convertible admitida a cotización oficial sin hacer referencia alguna al negocio jurídico
subyacente.
325

ejecución 62. Como se puso de relieve la exigencia de la LEC era


"simplemente reflejo en sede jurisdiccional de las especiales
connotaciones que reviste el régimen jurídico-sustantivo de las
deudas en moneda extranjera como consecuencia de la intervención
estatal en la adquisición y tráfico de divisas" 63. Sin embargo, dicho
régimen jurídico ha sido sustancialmente modificado.

En efecto, en 1992 se produjo una alteración radical en el


sistema de control de cambios que ha supuesto, a nuestro juicio, una
considerable pérdida de eficacia de la norma del art. 1435.1.2° LEC.
Ahora bien, antes de abordar el estudio de las consecuencias jurídico-
procesales derivadas de la modificación de la norma sustantiva,
estimamos oportuno efectuar unas consideraciones generales sobre el
régimen vigente de control de cambios.

a') £1 sistema legal español de control de cambios.

El sistema español de control de cambios se articula sobre una


norma básica que es la Ley 40/1979, de 10 de diciembre, sobre
Régimen Jurídico de Control de Cambios 64, modificada en su
Capítulo II por la Ley Orgánica 10/1983, de 16 de agosto. Esta Ley ha
sido calificada de "ley marco", pues sienta los principios

62
.- Cfr. AGUILÓ PINA y GINEBREDA MARTI, "Las obligaciones en moneda
extranjera y su exigibilidad enjuicio", cit., lug. cit., pág. 1752.
63
.- SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su tratamiento
procesal, cit., pág. 188.
En el mismo sentido, se pronuncia el Auto de la AP de Barcelona, Secc. 16a, de
25 de abril de 1989 (RGD, núm. 540, septiembre 1989, págs. 5868 y 5869), en el que
textualmente se declara que: "Primero.- La promulgación de la Ley de Control de
Cambios de 10 de diciembre de 1979 al introducir una importante legislación material
que permitía a los residentes españoles celebrar negocios con residentes extranjeros,
obligándose al pago de cantidades de dinero en moneda extranjera, ha tenido su reflejo
procesal en la Ley 34 de 1984 conforme a la nueva redacción de los artículos 1435 y
1436 de la Ley de Enjuiciamiento Civil".
.- La Disposición Derogatoria primera de la Ley 40/1979 derogó la Ley Penal y
Procesal de Delitos Monetarios, de 24 de noviembre de 1938. Esta ley marcó, durante
más de cuarenta años, el régimen de control de cambios en España.
326

fundamentales del control de cambios sin prohibir ni restringir


operación alguna. En concreto: señala los actos, negocios y
transacciones que pueden ser intervenidos; define las técnicas de
intervención; atribuye al Gobierno la facultad para intervenir tanto
mediante disposiciones generales como a través de resoluciones
específicas; etc. Por ello, la Ley 40/1979 sirve tanto "para una
situación de absoluta libertad de cambios, como para otra de
restricción total, según que dicha norma "marco" sea o no
desarrollada por normas restrictivas de mayor o menor severidad" 65.

Así, el art. 2 de la Ley 40/1979, habilita al Gobierno para


intervenir en las operaciones entre residentes y no residentes mediante
distintas técnicas de intervención administrativa: prohibición,
autorización administrativa discrecional, verificación administrativa
previa (o autorización reglada), declaración previa y declaración a
posteriori. Sin embargo, no establece ningún tipo específico de
intervención administrativa.

De las distintas técnicas de intervención administrativa


previstas en la Ley de 1979, las dos primeras responden al concepto
de restricciones a los cambios, mientras que las restantes constituyen
diferentes clases de controles de cambios en sentido estricto. Las
restricciones a los cambios implican una prohibición o limitación que
impide a los residentes en un país la libre realización de transacciones

65
.- ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., -pág. 16. No obstante, dichos
autores recogen, en la obra citada, el Dictamen del Consejo de Estado, al Proyecto del
Real Decreto 1816/1991, en el que se especifica que la Ley 40/1979 no puede
considerarse jurídicamente una "ley marco", aproximándose más a la realidad de su
naturaleza las expresiones "ley de autorizaciones" o "ley penal en blanco".
HERVAS CUARTERO (El nuevo régimen de control de cambios.
Liberalización de las transacciones económicas con el exterior, Madrid, 1992, pág. 19)
otorga también categoría de "ley marco" a la Ley 40/1979. En este sentido se pronunció
también BONET CORREA, "El ordenamiento monetario español y el nuevo régimen
jurídico de control de cambios", en Anuario de Derecho Civil, tomo XXXIII, fascículo
III, julio-septiembre 1980, pág. 696. Cfr. también STS (2.a), de 28 de octubre de 1993 (La
Ley, 1994-1, págs. 659 a 662).
327

económicas con el extranjero. Los controles de cambios, también


denominados simples controles o control de cambios en sentido
estricto, tienen como objetivos la mera comprobación de la
autenticidad y regularidad de las transacciones -con el fin de asegurar
el cumplimiento del ordenamiento jurídico-, y el conocimiento
estadístico de tales operaciones por las autoridades monetarias 66.
Ambas formas de intervencionismo administrativo están
comprendidas en el concepto de control de cambios, en sentido
amplio, que se define como "el conjunto de normas que regulan los
actos y negocios jurídicos de contenido económico de los que se
derivan o pueden derivarse cobros y pagos entre residentes y no
residentes, o transferencias al o del extranjero" 67.

En uso de la facultad concedida por el art. 2 de la Ley 40/1979


se dictó el Real Decreto 2402/1980, de 10 de octubre, sobre Régimen
Jurídico de Control de Cambios que sometía a la exigencia de previa
autorización administrativa la práctica totalidad de las transacciones
posibles entre residentes y no residentes (vid, art. 3 del Real Decreto
2402/1980), instaurando, de este modo, un régimen de control de
cambios basado en un acusado intervencionismo administrativo.

Resulta claro, tras lo expuesto, que la norma restrictiva de las


transacciones entre residentes y no residentes no es la Ley 40/1979
sino el Real Decreto 2402/1980, de tal manera que si el citado Real
Decreto no hubiera sido desarrollado por normas de rango inferior,
que liberalizaron la mayor parte de las transacciones (especialmente

66
.- Tales objetivos se alcanzan exigiendo que los cobros y pagos exteriores se canalicen
por vía bancaria, y que las entidades registradas los comuniquen a las autoridades
monetarias. Vid. al respecto, ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit. nota anterior,
págs. 2 y 3; y HERVAS CUARTERO, ob. cit. nota anterior, págs. 11 a 14.
6
\- ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., pág. 3. También en este sentido,
HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de cambios, cit., pág. 11. En
definitiva, el concepto de sistema de control de cambios no se corresponde,
necesariamente, con la idea de restricciones a los cambios y la figura del delito monetario
para sancionar las operaciones ejecutadas sin la correspondiente autorización.
328

las transacciones corrientes), el resultado hubiera sido la vigencia,


hasta 1992, de un sistema totalmente restrictivo.

La política de progresiva liberalización de las transacciones y


transferencias con el exterior, llevada a cabo a partir de los años
ochenta, culmina con la promulgación del Real Decreto 1816/1991,
de 20 de diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior.
Con la citada norma -dictada en aplicación de las disposiciones de la
Directiva 88/361/CEE del Consejo, de 24 de junio de 1988 68- se ha
instaurado, como se declara en su Exposición de Motivos, la plena
liberalización de las transacciones exteriores y de los cobros, pagos y
transferencias al y del extranjero derivadas de las mismas 69.

68
.- Vid. DOCE, L, núm. 178, de 8 de julio de 1988, págs. 5 a 18. Debe señalarse que el
Gobierno español en esta materia ha superado las exigencias contenidas en la Directiva
88/361/CEE, pues, en primer lugar la normativa española se adelanta en un año a la
exigencia impuesta por la UE de liberalización de los movimientos de capitales (cfr. art.
6 y Anexo IV de la Directiva 88/361/CEE, págs. 16 y 17). En segundo lugar, porque
aquélla establece una liberalización erga omnes, mientras que la Directiva 88/361/CEE
sólo exige liberalizar las transacciones entre Estados miembros de la CEE (art. 1). Y, en
ultimo término, la legislación española ha suprimido no sólo las restricciones, sino
también todo tipo de control administrativo previo; en cambio, la Directiva permite el
mantenimiento de verificaciones y controles encaminados a comprobar el cumplimiento
de las normas de los Estados miembros, especialmente en materia fiscal (art. 4). Cfr. al
respecto, ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, ob. cit. nota anterior, pág. 32.
69
.- En relación con este tema, se ha afirmado que al no contemplarse en el Acta de
Adhesión restricciones a las libertades de establecimiento y libre prestación de servicios
(en cambio, sí se establecieron restricciones a los movimientos de capitales; vid. arts. 61
a 66 del Acta relativa a las condiciones de adhesión del Reino de España y de la
República Portuguesa, y a las adaptaciones de los Tratados, firmada en Madrid, el 12 de
junio de 1985 y publicada en el BOE, núm. 1, de 1 de enero de 1986), las operaciones
corrientes, en divisas ya se hallaban liberalizadas, sin sujeción a período transitorio
alguno, desde el momento mismo de la incorporación de España a la UE. Es decir, los
cobros y pagos exteriores ya eran totalmente libres salvo los que procedían de
operaciones de capital y, en particular, los derivados de operaciones financieras. En este
sentido, vid. HUERTA TOCILDO, "Incidencia del Derecho comunitario en el futuro de
la legislación española sobre control de cambios", en Poder Judicial, 2a época, núm. 6,
junio 1987, pág. 41; SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., págs. 74 a 78. Se conocen con el nombre de operaciones
corrientes o por cuenta corriente las operaciones consistentes en contratación de
mercancías o prestación de servicios entre residentes y no residentes, o en transferencias
unilaterales (sin contrapartida) al o del extranjero; vid. ALVAREZ PASTOR y
EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en
España y en ¡a CE, cit., pág. 583. Acepción que coincide, en lo sustancial, con la
mantenida por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas que, en la sentencia
329

La Disposición Final segunda del Real Decreto 1816/1991 ha


derogado el Real Decreto 2402/1980, de 10 de octubre. La Ley
40/1979, de 10 de diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control de
Cambios continúa vigente, pues, como ya se ha puesto de relieve, esta
Ley es susceptible de amparar tanto una normativa restrictiva, como
una normativa completamente liberalizadora. Ahora bien, la
reducción a mínimos de las restricciones de cambios tiene como
consecuencia la supresión, salvo en los supuestos contemplados en
los arts. 3 (cuando en aplicación de las cláusulas de salvaguardia en él
previstas se restablezca la exigencia de autorización previa para
determinadas transacciones) y 4 del Real Decreto 1816/1991 70, de
uno de los elementos integrantes del tipo penal especificado en el art.
6 de la Ley 40/1979, con lo que desaparecen las posibilidades de
aplicación de los arts. 7, 8, y 9 de la última Ley citada, en su
redacción efectuada por la Ley Orgánica 10/1983 71.

de 31 de enero de 1984 recaída en el asunto Luis i y Carbone, declara que los pagos
corrientes "son transferencias de divisas que constituyen una contraprestactón en el
marco de una transacción subyacente" (vid. Rec. 1984, 377).
70
.- El art. 4 del Real Decreto 1816/1991 ha sido modificado por el Real Decreto
42/1993, de 15 de enero (BOE núm. 27, de 1 de febrero de 1993) para adecuarlo a los
efectos jurídicos derivados de la aplicación del Acta Única Europea y la realización del
Mercado Único.
71
.- El art. 7.1 de la Ley 40/1979, de 10 de diciembre fue declarado inconstitucional por
el TC (Pleno) en su sentencia 160/1986, de 16 de diciembre, puesto que imponía penas
privativas de libertad careciendo del carácter de Ley Orgánica exigido por los arts. 17.1 y
81.1 CE.
En la actualidad, y salvo el recurso a las cláusulas de salvaguardia del art. 3 del
Real Decreto 1816/1991, la única operación que puede ser constitutiva de delito
monetario es la salida del país, sin autorización previa, de moneda metálica, billetes de
Banco y cheques al portador por cuantía superior a cinco millones de pesetas por persona
y viaje. Sobre la trascendencia del Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, respecto
de los delitos monetarios, vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios.
Régimen Jurídico de las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 96 y
97; CALDERÓN CEREZO, "A vueltas con los delitos monetarios", en Actualidad
Jurídica Aranzadi, 16 de julio de 1992, núm. 62, págs. 1 a 3. Los restantes capítulos de la
Ley 40/1979 (capítulos III y IV, referentes a las Infracciones administrativas y a la
Inspección e investigación, respectivamente) son plenamente aplicables.
Respecto del delito monetario la STS (2a.), de 17 de septiembre de 1993, en su
fundamento de derecho quinto declara, por una parte, que el mantenimiento de la
exigencia de autorización previa para la exportación física de billetes de banco en
cantidad superior a 5 millones de ptas., no supone contradicción alguna con la vigencia y
330

Como ya se ha señalado, el régimen vigente sobre control de


cambios72, se asienta sobre la libertad plena y absoluta de las

efectividad de la Directiva 88/361/CEE del Consejo; y por otra, que el régimen de


declaración previa es compatible con lo dispuesto en los arts. 30 a 34 del TCEE.
Concluye que las disposiciones integradoras del delito monetario no son incompatibles
con la normativa comunitaria. En consecuencia desestima el recurso de casación y
declara no haber lugar a interponer cuestión prejudicial ante el TJCE, ni tampoco
cuestión de inconstitucionalidad ante el TC. (Cfr. La Ley, 1994-1, págs. 282 a 284).
No obstante, debe señalarse que el legislador español deberá revisar la normativa
sobre transacciones económicas en el ámbito comunitario incluso respecto de esa única
operación constitutiva de delito monetario. En efecto, la Sentencia del Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas, de 23 de febrero de 1995 (DOCE, C, núm. 87, de
8 de abril de 1995, págs. 2 y 3) que se pronuncia sobre una cuestión prejudicial
planteada, con arreglo al art. 177 TCEE, por el Juzgado Central de lo Penal de la
Audiencia Nacional con el fin de obtener una decisión prejudicial sobre la interpretación
de los arts. 30 y 59 TCEE, así como de los arts. 1 y 4 de la Directiva 88/36Í/CEE para la
aplicación del art. 67 TCEE, declara en su fallo lo siguiente:
"1) Una normativa que supedita la exportación de monedas, billetes de banco o
cheques al portador a una autorización administrativa o a una declaración previa y que
apareja sanciones penales a dicha exigencia no está comprendida en el ámbito de
aplicación de los artículos 30 y 59 del Tratado.
2) Los artículos 1 y 4 de la Directiva 88/361/CEE del Consejo, de 24 de junio de
1988, para la aplicación del artículo 67 del Tratado, se oponen a que la exportación de
monedas, billetes de banco o cheques al portador se supedite a una autorización previa,
pero, por el contrario, no se oponen a que dicha operación se supedite a una declaración
previa.
3) Las disposiciones del artículo 1, en relación con el artículo 4 de la Directiva
88/361/CEE, pueden invocarse ante el órgano jurisdiccional nacional y dar lugar a la
inaplicabilidad de las normas nacionales contrarias a dichas disposiciones".
En lo que a los efectos de la decisión prejudicial se refiere, debe tenerse en
cuenta que, con arreglo al art. 177 TCEE, el Tribunal de Justicia se pronuncia sobre un
problema jurídico de su competencia. Por tanto, la decisión prejudicial vincula al Juez
que la ha solicitado respecto a la interpretación de las disposiciones y actos comunitarios
de que se trate. No son ajenos a este efecto los Tribunales superiores que conozcan del
asunto a través de los correspondientes recursos. La negativa del órgano jurisdiccional
nacional a tener en cuenta la sentencia del Tribunal de Justicia dictada en un asunto del
que conozca constituye un incumplimiento del Estado, pudiéndose aplicar el art. 169
TCEE. Ahora bien, la decisión prejudicial se limita a resolver una cuestión de Derecho
comunitario y, por tanto, es el Juez nacional el responsable de la resolución definitiva del
asunto. Es decir, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas no tiene poder ni
medios para modificar o anular la decisión de un Juez nacional. Sobre este tema, vid.
entre otros, PESCATORE, "Las cuestiones prejudiciales. Artículo 177 del Tratado CEE",
en El Derecho comunitario europeo y su aplicación judicial, cit., págs. 567 y 568;
SILVA DE LAPUERTA, El procedimiento ante el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, 2a ed., Madrid, 1993, págs. 371 y 372.
72
.- La normativa sobre control de cambios se encuentra estructurada en tres niveles. En
un primer nivel se sitúa la Ley 40/1979, de 10 de diciembre, sobre Régimen Jurídico de
Control de Cambios, que faculta al Gobierno para limitar o restringir las operaciones con
331

transacciones con el exterior, y de los cobros, pagos y transferencias


derivados de las mismas. Así, en el art. 1.1 del Real Decreto
1816/1991 se dispone que:

"Son libres los actos, negocios, transacciones y operaciones


de toda índole que supongan, o de cuyo cumplimiento se
deriven o puedan derivarse, cobros o pagos entre residentes
y no residentes, o transferencias al o del exterior, a que se
refieren los artículos 1 y 2 de la Ley 40/1979, de 10 de
diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control de Cambios,
sin más excepciones que las que se deriven de la aplicación
de lo dispuesto en los artículos 3°, 4° y 5° del presente Real
Decreto y de lo que dispongan las Leyes específicamente
aplicables"73.

Por lo que respecta al ámbito de aplicación del Real Decreto


1816/1991, se observa que extiende la liberalización a un aspecto no
contemplado en la Ley 40/1979 como son las transferencias al o del
exterior sin que estén presentes la figura del residente y del no

el extranjero. En un segundo nivel se halla el Real Decreto 1816/1991, de 20 de


diciembre, sobre transacciones económicas con el exterior, que establece con carácter
general la liberalización de las transacciones y transferencias con el exterior (el Real
Decreto 1816/1991, ha sido modificado por el Real Decreto 42/1993, de 15 de enero). Y,
un tercer nivel, está formado por un conjunto de normas de desarrollo (Ordenes
Ministeriales, Resoluciones, Circulares) que tienen por objeto el tratamiento
particularizado de las diversas transacciones y transferencias con el exterior, regulando
los procedimientos, requisitos, condiciones y formas de control de cada una de ellas, v.
gr. Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 27 de diciembre de 1991, que
desarrolla el Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre (esta Orden ha sido modificada
por la Orden del Ministerio de Econocía y Hacienda, de 2 de febrero de 1993);
Resolución de la Dirección General de Transacciones Exteriores, de 7 de enero de 1992,
por la que se dictan normas para la aplicación de los arts. 4°, 5°, 7° y 10 de la Orden de
27 de diciembre de 1991 (esta Resolución ha sido modificada por la Resolución de la
Dirección General de Transacciones Exteriores, de 3 de febrero de 1993); Circular
3/1992, del Banco de España, de 15 de enero, por la que se regulan las normas sobre
cuentas de no residentes abiertas en España y operaciones con billetes y efectos; Circular
15/1992, del Banco de España, de 22 de julio, por la que se dictan normas para la
comunicación por Entidades registradas de las operaciones entre residentes y no
residentes.
".- Vid. v. gr., art. 26 del Real Decreto 671/1992, de 2 de julio, sobre Régimen de las
inversiones extranjeras en España.
332

residente 74. Asimismo, son objeto de regulación los pagos en divisas


entre residentes -en consonancia con la posibilidad de que mantengan
sus haberes en divisas75- aun cuando no pueden encuadrarse en
ninguna de las operaciones previstas en el art. 1.1 del Real Decreto 76.

La liberalización no se refiere solamente a las transacciones, es


decir a los actos o negocios jurídicos, sino también a las
transferencias monetarias, cobros y pagos, al y del exterior que
dichos negocios generan77. Así, en el párrafo segundo del art. 1 del
Real Decreto 1816/1991 se dispone que:

"La liberalización de los actos, negocios, transacciones y


operaciones a que se refiere al párrafo anterior se extiende
asimismo a los cobros y pagos exteriores, efectuados bien
directamente, bien por compensación y a las transferencias
del o al exterior derivados de los mismos, así como a la
importación o exportación de los instrumentos de giro o de
74
.- Cfr. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 9 y 10.
75
.- El R.D. 1816/1991 al consagrar la plena libertad de las transacciones con el exterior,
comporta la facultad para los residentes de abrir y mantener cuentas en divisas en
oficinas operantes en España, y de movilizarlas libremente por cualquier concepto (cfr.
art. 6).
76
.- En el art. 2 de la Orden del Ministerio de Economía y Hacienda, de 27 de diciembre
de 1991, que desarrolla el RD 1816/1991, se establece que: "En virtud de lo dispuesto en
el Real Decreto 1816/1991, los residentes a que se refiere su artículo 2° podrán efectuar
libremente cobros y pagos entre sí en billetes de Bancos extranjeros o mediante abono o
adeudo en cuentas en divisas abiertas en oficinas bancarias operantes en España o en el
extranjero, sin perjuicio de las obligaciones impuestas en los artículos 4°, 6° y 7° del
citado Real Decreto y en las normas mercantiles que sean de aplicación".
Ahora bien, los actos y negocios jurídicos que se realizan entre residentes no se
engloban en el ámbito estricto del control de cambios, "pues, no producen flujos de
carácter económico con el exterior. Por esto, en el supuesto que acabamos de contemplar
la intervención administrativa responde, exclusivamente, a un interés de carácter fiscal.
Vid. sobre el particular, HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de
cambios, cit., págs. 17 y 18.
77
.- Según ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU (Control de cambios. Régimen Jurídico
de las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 4 y 5) el concepto de
transacción, en el ámbito del control de cambios debe entenderse en su sentido más
amplio, englobando no sólo la negociación o transmisión de los bienes, sino también
todo acto o negocio jurídico que implique una prestación de servicios o cesión de
derechos. Con el nombre de transferencia, se designa el movimiento de fondos
consecuencia de dicho acto o negocio jurídico principal.
333

crédito utilizados, sin perjuicio de las medidas


indispensables de control que pudieran establecerse para
impedir las infracciones al ordenamiento jurídico vigente".

Al sancionar el Real Decreto 1816/1991, en materia de


transacciones económicas con el exterior, el principio de libertad
absoluta, suprime, con carácter general, la exigencia de autorización
previa, así como las comprobaciones administrativas y justificaciones
documentales previas. Instaura la técnica de la declaración o
información, en ocasiones con carácter previo o coetáneo (art. 5.2),
*7ß -
mientras que otras veces se hace a posteriori . En este sentido, la
liberalización establecida en el art. 1. Real Decreto 1816/1991, se
caracteriza, en líneas generales: por tener un ámbito universal 79; por
una ausencia de restricciones a las transacciones exteriores y a los
cobros, pagos y transferencias derivados de las mismas; y, por una
inexistencia de controles administrativos previos y de cualquier
exigencia de justificación documental previa de las operaciones con el
sn
extenor .

El régimen de liberalización de las transacciones exteriores


establecido por el Real Decreto 1816/1991 alcanza a la totalidad de
éstas, con algunas excepciones, impuestas por razones ajenas al
control de cambios 81. Así, el art. 3 del Real Decreto 1816/1991 prevé
unas cláusulas de salvaguardia que permiten la adopción de
restricciones con carácter transitorio (v. gr. prohibición o limitación
de determinadas categorías de transacciones con el exterior, o de las
correspondientes operaciones de cobro o pago; sometimiento a un
régimen de autorización administrativa de ciertos tipos de

78
.- Vid. HERVAS CUARTERO, El nuevo régimen de control de cambios, cit., pág. 15.
79
.- Vid. supra nota 68.
80
.- Vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de
las Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 69 y ss.
8I
.- Entre otras, la lucha contra determinadas actividades delictivas, singularmente el
narcotráfico, como se recoge en la Exposición de Motivos del propio Real Decreto.
Cfr. asimismo, STS (2.a) de 17 de septiembre de 1993 (La Ley, 1994-1, págs. 276
a 284).
334

transacciones) cuando se vean afectados gravemente los intereses de


España, o en aplicación de medidas acordadas por organismos
internacionales de los que España sea miembro, o cuando
movimientos de capitales a corto plazo excepcionalmente amplios,
provoquen fuertes tensiones en el mercado de cambios, u originen
perturbaciones graves en la dirección de la política monetaria y de
O'J

cambios española . Y, en el art. 4 del citado Real Decreto, se


mantiene la exigencia de autorización previa para la salida fìsica
(pues por vía bancaria no existe restricción) de moneda metálica,
billetes de Banco y cheques bancarios al portador, cifrados en pesetas
o en moneda extranjera, a través de fronteras nacionales por importe
superior a cinco millones de pesetas.

Como hemos señalado, la liberalización establecida por el Real


Decreto 1816/1991 y sus normas de desarrollo no supone, tan sólo, la
supresión de las restricciones (prohibición, limitación y autorización
administrativa previa) a las transacciones con el exterior, sino que
conlleva el que los residentes en España puedan llevar a cabo cobros,
pagos y transferencias al o del extranjero sin sujeción a trámites
administrativos (verificación previa u otro tipo de control
administrativo similar) ni a una obligación de justificación
documental previa 83. Ahora bien, el art. 8 del Real Decreto
1816/1991 faculta al Ministro de Economía y Hacienda para que,
excepcionalmente, someta a previa verificación o declaración las
operaciones de cobro, pago o transferencia del o al exterior, derivadas
de los tipos de transacciones que se determinen, cuando este trámite

82
.- El art. 3 del R.D. 1816/1991 es desarrollado por la Orden del Ministerio de Economía
y Hacienda, de 27 de diciembre de 1991, en cuyo art. 3 se dispone que: "El
procedimiento para la obtención de la necesaria autorización administrativa para la
ejecución de las transacciones que se sometan a cualesquiera de las cláusulas de
salvaguardia a que se refiere el art. 3° del Real Decreto 1816/1991, se establecerá en la
propia norma que regule la correspondiente restricción".
83
.- La realización de pagos y transferencias al extranjero tampoco está condicionada a la
comprobación del cumplimiento de las obligaciones fiscales que pudieran corresponder,
vid. ALVAREZ PASTOR y EGUIDAZU, Control de cambios. Régimen Jurídico de las
Transacciones Exteriores en España y en la CE, cit., págs. 68 y ss.
335

se estime conveniente para el conocimiento, por la Administración, de


las transacciones efectuadas, y en particular para el mantenimiento de
los registros de activos o pasivos exteriores o para la comprobación
del cumplimiento de las obligaciones tributarias 84.

La libertad de las transacciones exteriores, en que se basa el


sistema español de control de cambios, se concilia con una serie de
mecanismos de control que no tienen por fin coartar dicha libertad,
sino asegurar el conocimiento estadístico y fiscal de aquellas
oc
operaciones . Para lograr dicho objetivo, se establecen en el Real
Decreto 1816/1991 una serie de mecanismos de información y
control que, en líneas generales, son los siguientes: exigencia de
utilización, como principio general, de la vía bancaria para la
ejecución de cobros, pagos y transferencias con el exterior (art. 5.1);
obligación de los residentes de declarar los datos relativos a dichos
cobros, pagos y transferencias (declaración que debe efectuarse,
generalmente, a las propias entidades registradas a través de las que
se ejecuten, art. 5.2 y 3); obligación de las entidades registradas de
transmitir la anterior información a las autoridades monetarias (art.
5.4); por último, facultad de la Administración del Estado y del Banco
de España de exigir, tanto a las entidades registradas como a los
propios residentes, toda la información relativa a las operaciones con
el exterior (art. 9) 86 .

84
.- Estos mecanismos de control de cambios (en especial, la verificación administrativa
previa) están también previstos en leyes específicas, v. gr. art. 7.2 del Real Decreto
671/1992, de 2 de julio, sobre Régimen de las inversiones extranjeras en España.
85
.- Es decir, un sistema de control de cambios no tiene que ser, necesariamente,
prohibitivo y sancionador. La Exposición de Motivos del Real Decreto 1816/1991 se
pronuncia sobre esta cuestión de forma muy clara: "La plena y total liberalización de las
transacciones exteriores no debe, sin embargo, entenderse sin el mantenimiento de
mecanismos de información y comunicación que permitan el conocimiento estadístico de
los cobros, pagos y transferencias con el exterior y aseguren la observancia del
ordenamiento jurídico español...".
86
.- Estos mecanismos de control se han precisado en diversas normas, v. gr., Orden del
Ministerio de Economía y Hacienda de 27 de diciembre de 1991, Resolución de la
Dirección General de Transacciones Exteriores de 7 de enero de 1992, la Circular
3/1992, del Banco de España, de 15 de enero.
336

b') Eficacia de las prescripciones del artículo 1435.1.2° LEG


respecto de la obligación de pago.

Tras esta aproximación al régimen de control de cambios,


estamos en condiciones de interpretar, en conexión con las normas
que conforman dicho régimen, los términos del art. 1435.1.2° LEG "...
la obligación de pago en la misma esté autorizada o resulte permitida
legalmente", y del art. 1436.2 LEG cuando establece que la
concurrencia de lo exigido en el art. 1435.1.2° LEG se acreditará
"mediante certificación del organismo a tal efecto competente". Esto
es, podemos determinar su efectivo alcance.

En primer lugar, debemos señalar que la autorización o, en su


caso, la permisión legal debería referirse no tan sólo a la obligación
de pago, esto es, a la transferencia al o del exterior, sino
principalmente a la transacción o negocio jurídico autorizado o
liberalizado. Si una determinada transacción u operación se halla
liberalizada o autorizada resulta lógico, en principio, que los cobros y
pagos derivados de la misma se hallen permitidos.

En segundo término, la finalidad de la certificación no puede


consistir en acreditar que la obligación de pago en moneda extranjera
está permitida legalmente, pues, estamos ante una cuestión jurídica
que el Juez ha de apreciar de oficio. La prueba de la existencia de la
norma o normas de derecho escrito, interno y general no corresponde
al actor (iura novit curia). En este sentido, es improcedente una
interpretación literal del párrafo extraído del art. 1436.2 LEG. De
sostener que el ejecutante debe presentar, en todo caso y porque así lo
dispone el art. 1436.2 LEG, junto con la demanda ejecutiva y el título
ejecutivo, una "certificación del organismo al efecto competente",
dicho documento debería consistir en una certificación negativa de la
337

Dirección General de Transacciones Exteriores -en adelante DGTE-87


en la que se hiciera constar que el art. 1 del Real Decreto 1816/1991
sigue vigente y no se ha dictado norma alguna que lo modifica,
oo

estableciendo otro tipo de restricciones . En definitiva, acreditar la


vigencia y contenido de una norma de derecho escrito, interno y
general supondría equipararla, en términos de eficacia, a una norma
de derecho extranjero (art. 12.6 CC).

Y, en tercer lugar, por lo que respecta a la certificación de la


DGTE en la que se haga constar que la transacción exterior está
autorizada, no puede dejar de señalarse la imposibilidad de cumplir
dicha exigencia en la mayoría de las hipótesis ceñidas al ámbito de
nuestro trabajo. Dejando a un lado normas específicas, con excepción
de los supuestos contemplados en los arts. 3 y 4 del Real Decreto
QO
1816/1991 , la práctica totalidad de las transacciones exteriores, y
sobre todo de aquéllas para cuya ejecución se libra una letra de
cambio, pagaré o cheque, resultan legalmente permitidas en España.

Los arts. 1435.1.2° y 1436.2 LEC parten de un contexto de


control de cambios basado, esencialmente, en restricciones; o, mejor,
en una dualidad de categorías: operaciones liberalizadas que pueden
ser realizadas por cualquier residente español, y operaciones que sólo
pueden ser efectuadas si se ha obtenido la correspondiente
autorización administrativa. Este sistema, que era el que estaba
vigente en la época en la que fueron redactados los citados preceptos
por la Ley de Reforma Urgente de 1984 90, ha sido radicalmente

87
.- A la DGTE corresponde, de conformidad con lo establecido en el art. 11.3.a del Real
Decreto 1816/1992, establecer los controles sobre las transacciones exteriores y/o los
cobros, pagos o transferencias con el extranjero que queden sujetas a prohibición o
limitación.
88
.- Vid. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., págs.
65 y 66.
89
.- Vid. supra, pág. 329.
90
.- Vid. por todos, CORTES DOMÍNGUEZ, Comentarios a la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento civil, cit., págs. 699 y ss., en las que analiza la nueva redacción de los
arts. 1435 y 1436 LEC dada por la Ley 34/1984, de 6 de agosto, de Reforma Urgente de
la Ley de Enjuiciamiento civil.
338

modificado por el Real Decreto 1816/1991. Como se ha puesto de


relieve 91, en la actualidad la regla general es la total liberalización de
las transacciones exteriores, y la excepción, que en sede de juicio
ejecutivo cambiario es todavía más excepcional, la exigencia de
autorización administrativa previa. Esta discordancia puede dar lugar
a confusiones, o incluso en el peor de los casos, a vulneraciones del
derecho a la tutela judicial efectiva que se produciría si el Juez
denegara el despacho de la ejecución por faltar la correspondiente
autorización administrativa.

Teniendo en cuenta lo expuesto, puede concluirse, que una vez


solicitado el despacho de la ejecución en moneda extranjera admitida
a cotización oficial, el Juez deberá autorizarlo sin más trámites y,
desde luego, sin necesidad de la certificación. Dicha conclusión, aun
cuando pudiera parecer contra legem, no es más que la consecuencia
jurídico-procesal de la modificación de la norma sustantiva.

Sin embargo, no debe restarse importancia a la inseguridad


jurídica que generan los preceptos de los arts. 1435.1.2° y 1436.2 in
fine. Por este motivo, estimamos que los citados preceptos de la LEC
hubieran debido adaptarse • a la nueva normativa de control de
cambios. Con la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas Urgentes de
Reforma Procesal, el legislador ha perdido una oportunidad
extraordinaria para soslayar el desfase entre la normativa procesal y la
sustantiva.

d) Momento al que deben entenderse referidos los requisitos del


artículo 1435.1.2° LEC.

La determinación del momento al que ha de referirse el


cumplimiento del doble requisito que prescribe el art. 1435.1.2° es

".- Vid. supra, pág. 328.


339

una operación, hasta cierto punto compleja, al no poderse realizar


conforme a unos criterios generales o unitarios.

Desde una óptica procesal, es claro que la convertibilidad y la


admisión a cotización oficial de la moneda extranjera objeto de la
reclamación, así como la autorización administrativa o la
liberalización del pago en dicha moneda, son presupuestos ineludibles
para que el despacho de la ejecución pueda tener lugar. En una
primera aproximación, se puede afirmar que el momento al que ha de
remitirse el cumplimiento de este doble presupuesto es el de la
presentación de la demanda ejecutiva. Ambos requisitos se inscriben
en el ámbito de la protección jurisidiccional del derecho de crédito
incorporado al título.

Con el fin de analizar la cuestión que nos ocupa con mayor


rigor, comprobaremos la viabilidad de la hipótesis establecida en el
párrafo anterior respecto de cada uno de los requisitos exigidos por la
LEC.

a') Admisión a cotización oficial.

A nuestro entender, no puede despacharse ejecución si, en el


momento de la presentación de la demanda, la moneda extranjera no
está admitida a cotización oficial, aun cuando sí lo estuviera en el
momento de libramiento del título ejecutivo, pues, no podrá
determinarse mediante una simple operación aritmética si la deuda en
moneda extranjera tiene acceso al juicio ejecutivo. Tampoco podrá
despacharse ejecución en el caso opuesto -esto es, la moneda
extranjera no está admitida a cotización oficial en el momento del
libramiento pero sí cuando se presenta la demanda ejecutiva- ya que
los arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH subordinan la validez y la existencia
del título cambiario, y por consiguiente del título ejecutivo (art.
1429.4° LEC), a la admisión a cotización oficial de la moneda
340

extranjera cuando se libra el título. En definitiva, la moneda


extranjera en la que se expresa la suma cambiaria debe estar admitida
a cotización oficial, no sólo en el momento de presentación de la
demanda, sino en un momento anterior (fecha de libramiento)92.

En relación con este tema, se ha afirmado que si la moneda


extranjera deja de ser objeto de cotización por el Banco de España
durante la tramitación del juicio ejecutivo, "el proceso debe terminar
con sentencia absolutoria"93. A nuestro entender, la anterior
aseveración es errónea incluso en sus fundamentos puesto que en el
juicio ejecutivo no puede hablarse, en rigor, de sentencia absolutoria.
Por otra parte, al haber sido comprobada de oficio la admisión a
cotización oficial de la moneda extranjera y haber acreditado el
ejecutante la equivalencia en pesetas "a los efectos establecidos en el
párrafo cuarto del artículo 1440", el problema se desplaza al momento
del pago. En este sentido, para hallar una solución a la incertidumbre
surgida de la imposibilidad de satisfacer la deuda en la moneda
pactada, debe acudirse al art. 47 LCCH que establece el régimen de
pago de los títulos cambiarios en moneda extranjera94.

En concreto, el párrafo segundo del art. 47 LCCH sanciona el


poder liberatorio de la moneda nacional únicamente para el supuesto
en que la entrega de la moneda pactada devenga imposible. En el
citado precepto se dispone que: "Si no fuera posible efectuar el pago
en la moneda pactada, por causa no imputable al deudor, éste
entregará el valor en pesetas de la suma expresada en la letra de
cambio, determinándose dicho valor de acuerdo con el cambio
vendedor correspondiente al día del vencimiento. (...)". Así, pues, en

92
.- Vid. en este sentido, IGLESIAS PRADA, "EI libramiento de la letra de cambio", cit.,
lug. cit., pág. 398.
93
.- CORTES DOMÍNGUEZ, Comentarios a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento
civil, cit., pág. 704.
94
.- El art. 47 LCCH es aplicable también al pagaré por remisión del art. 96 LCCH. En
cuanto al cheque, el art. 142 LCCH establece un régimen de pago en moneda extranjera
sustancialmente idéntico al previsto para la letra de cambio y el pagaré.
341

el juicio ejecutivo cambiario la imposibilidad de entregar la especie


monetaria pactada es presupuesto del poder liberatorio del pago en
moneda nacional 95. La imposibilidad a que hemos hecho referencia
debe ser objetiva, ya que el art. 47.2 LCCH subordina la satisfacción
en pesetas de la deuda cambiaria a que la entrega de la moneda
extranjera no sea posible "por causa imputable al deudor", y puede
proceder, v. gr. de alguna de estas causas: de la inexistencia material,
en el momento del pago, de la moneda extranjera necesaria para
efectuar el pago; o, de normas que ordenen la retirada de la
circulación de tal moneda, o limiten o prohiban la circulación de la
misma.

Sin embargo, en el supuesto que ahora nos ocupa no tienen por


qué surgir, de forma inevitable, dificultades para efectuar el pago en
la moneda pactada. La admisión a cotización oficial es, en principio,
un presupuesto de la adquisición de la moneda necesaria para el pago
a través de las entidades registradas. Decimos "en principio" porque
la no fijación de un cambio oficial respecto de una divisa no es, en
todo caso, un obstáculo para su adquisición%.

95
.- En efecto, la imposibilidad de efectuar el pago en moneda extranjera se erige en
presupuesto del pago en moneda nacional en el juicio ejecutivo cambiario. En cambio, en
sede de juicio ejecutivo ordinario, el art. 1445.4 LEG otorga al deudor una. facultas
solutionis para pagar libremente en pesetas, siempre que acredite su convertibilidad a la
moneda extranjera objeto de la obligación. SENES MOTILLA, (Las obligaciones en
moneda extranjera. Su tratamiento procesal, cit., págs. 192 y ss.), se pronuncia en contra
de la mencionada opción legal concedida al deudor por ser una medida que se opone a
los principios informadores del régimen jurídico de las deudas en divisas (cfr. art. 1170.1
CC), así como a los presupuestos determinantes del despacho de la ejecución en moneda
extranjera.
96
.- Como ya se indicó en el Capítulo Tercero (vid. supra, pag. 159), el hecho de que una
divisa no sea objeto de cotización por el Banco de España no impide que pueda ser
libremente negociada por parte de las Entidades operantes en el mercado de divisas.
342

b') Autorización de la obligación de pago.

La autorización administrativa de la obligación de pago en


moneda extranjera deberá acompañarse a la demanda ejecutiva
siempre que la transacción concreta con el exterior o la operación de
cobro o de pago que de ella resulte no se halle liberalizada -supuestos
que de acuerdo con la normativa vigente serán muy excepcionales-.
La regularidad administrativa de los negocios jurídicos de cuyo
cumplimiento se deriven cobros o pagos entre residentes y no
residentes, o transferencias al o del exterior, así como de tales cobros
y pagos (es decir de la disponibilidad de la moneda) es exigible en el
momento de la presentación de la demanda, y no en un momento
anterior 97. Es decir, el régimen de control de cambios no debe
repercutir en el régimen jurídico privado de la contratación. Las
restricciones derivadas del control de cambios -cuya finalidad no es
otra que controlar o restringir la adquisión y transferencia de divisas
al o del exterior- afectan a la fase de ejecución del negocio jurídico,
esto es, a las modalidades de ejecución de la obligación de pago, que
eventualmente se realizará mediante la entrega de la suma equivalente
en moneda nacional (arts. 47, 96 y 142 LCCH), pero no a la válida
constitución del negocio jurídico que tan sólo requiere:
consentimiento libre de los contratantes, objeto cierto y causa lícita de
QO

la obligación que se establezca (art. 1261 CC) . En otro caso se


produciría una injusta exoneración de la responsabilidad del deudor".

97
.- En contra CORTES DOMÍNGUEZ, (Comentarios a la reforma de la Ley de
Enjuiciamiento civil, cit., pág. 704) para quien la adecuación del negocio jurídico a la
legislación sustancial en materia de control de cambios se predica del momento de la
celebración del negocio, de tal forma que "siendo legal el negocio jurídico en el
momento de su celebración, nada importa que posteriormente esa consideración quede
modificada por un cambio de la Ley vigente en materia de control de cambios".
98
.- En la STS (1.a), de 11 de octubre de 1991 (RAJ 6914) se afirma la licitud de un pacto
en moneda extranjera.
".- Vid. en este sentido SENES MOTILLA, Las obligaciones en moneda extranjera. Su
tratamiento procesal, cit., págs. 66 y 67.
La naturaleza jurídica de la autorización administrativa en el ámbito del control
de cambios y sus repercusiones y efectos en los negocios jurídicos privados ha sido
ampliamente estudiada por BONET CORREA; vid., entre sus trabajos, los siguientes:
"La validez de los contratos afectados por el régimen de control de cambios", en Anuario
343

La infracción de las normas de control de cambios podrán dar lugar a

de Derecho Civil, tomo XIII, fascículo I, enero-marzo 1960, págs. 262 y ss.; "Negocios
jurídicos en moneda extranjera y autorización administrativa", en Anuario de Derecho
Civil, tomo XXrV, fascículo I, enero-marzo, 1971, págs. 149 y ss. Para BONET la
autorización administrativa, en el ámbito de los negocios jurídicos en moneda extranjera,
no es un elemento constitutivo, sino tan sólo un condicionamiento de su eficacia ("una
simple modalidad para su eficacia"). Las normas de control de cambios, no tienen por
objeto disciplinar la formación del negocio jurídico, sino que "se refieren a un aspecto
parcial de los mismos, a la habilitación que impone el poder público en cuanto al
ejercicio de una actividad concreta respecto de las monedas y divisas que han de
traspasar las fronteras del país". En definitiva, su finalidad es la defensa de la moneda
nacional. Además, al existir la posibilidad de obtener la autorización administrativa ex
post fació queda claro que el defecto es subsanable y, por tanto, la autorización más que
afectar a la validez de los actos del negocio jurídico incide en su ejercicio y
desenvolvimiento. Esta es también la tesis defendida por DESANTES REAL; cfr.
"Inversiones extranjeras y autorización administrativa previa: repercusiones en los
contratos privados subyacentes", en La Ley, 1991-1, págs. 1056 y 1057; y Las
obligaciones contractuales internacionales en moneda extranjera, cit., págs. 212 y ss.
La jurisprudencia del TS mantiene una postura similar; cfr. entre otras las SSTS
a
(1. ) de 8 de abril de 1958 (RAJ 1467); de 13 de octubre de 1983 (Col. Leg. num. 504),
en cuyo considerando tercero se declara que "las normas administrativas, fiscales y
penales que se citan en modo alguno obstan a la eficacia civil del contrato"; y de 12 de
enero de 1989 (RAJ 100).
Sin embargo, debe señalarse que no hay unanimidad en torno a este tema. Así, se
ha sostenido que la infracción de la normativa de control de cambios genera la nulidad
del negocio, pues, no puede ser civilmente válido un acto que al propio tiempo es ilícito
desde el punto de vista penal o administrativo. Aunque se precisa que en los supuestos en
que las operaciones están sometidas a meros controles (verificación previa,
comunicaciones, etc.), la inobservancia de los mismos no afecta a la validez del negocio,
sino que sólo impide el pago; vid. PAZ-ARES, Comentario del Código civil, tomo II, cit.,
págs. 218 a 220.
Desde una óptica distinta a la anterior, se ha afirmado que la autorización
administrativa constituye un elemento propio del negocio jurídico, siendo éste válido si
cuenta con ella; vid. en este sentido, MARTIN-RETORTILLO, "Transmisión de minas.
Necesidad de autorización administrativa", en Anuario de Derecho Civil, tomo XII,
fascículo I, enero-marzo, 1959, págs. 235 y ss. Ahora bien, debe puntualizarse que la
concepción de la autorización administrativa como una auténtica conditio iuris se hizo
desde el estudio de la Ley de Minas de 19 de julio de 1944 (derogada por la Ley de
Minas de 21 de julio de 1973) de la que se infiere que la" propiedad minera no es una
clase o categoría de la ordinaria. El CC conceptúa la propiedad minera como especial
(art. 427) y la doctrina la enmarca en la categoría de los derechos reales
administrativamente estructurados,
Por su parte, DIEZ-PICAZO al estudiar la repercusión de la exigencia de
autorización administrativa en el régimen jurídico de las obligaciones, concluye que un
pronunciamiento definitivo sobre el tema exige una interpretación pormenorizada de las
normas que imponen las autorizaciones administrativas y las sanciones que de su
violación se derivan. Si el resultado de la exegesis fuera la nulidad del contrato por
infringir normas imperativas, éste "deberá ser considerado como nulo con nulidad
radical, por consiguiente, alegable por cualquier interesado", vid. Fundamentos del
Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 280 y 281.
344

la imposición de sanciones administrativas y, en su caso, constituirán


delito monetario 10°.

III. DEUDA SUPERIOR A 50.000 PESETAS.

1. Cuantía mínima del juicio ejecutivo cambiario.

La deuda cambiaría cuya ejecución se reclama ha de ser


superior a 50.000 pts. (art. 1.435.1 LEC). Este límite fue fijado por la
Ley 34/84, de 6 de agosto, de Reforma Urgente de la LEC. La Ley
10/1992, de 30 de abril, de Medidas Urgentes de Reforma Procesal no
modificó la cuantía mínima para el despacho de la ejecución. La
opción legislativa de mantener la cuantía del juicio ejecutivo ha
supuesto la ruptura de una tradición observada por las leyes de
reforma de la LEC, en las que a una elevación de la cuantía máxima
del juicio verbal correspondía un aumento de la cuantía mínima del
juicio ejecutivo.

En efecto, ya en la primera redacción de la Ley de


Enjuiciamiento civil de 1881 se fijó el tope máximo del juicio verbal
en 250 pesetas (art. 486), superándose dicha cantidad se accedía al
juicio ejecutivo (art. 1435)101. "Y esta correlación que expresamente

100
.- El art. 10 RD 1816/1991, de 20 de diciembre, regula los supuestos constitutivos de
infracción administrativa. Al establecer el citado RD un sistema de control de cambios
mucho más liberalizador que su precedente -el RD 2402/1980, de 10 de octubre- y eximir
de la necesidad de autorización administrativa a la mayor parte de las transacciones y
transferencias con el exterior, han quedado vacíos de contenido la práctica totalidad de
los tipos penales contemplados en el art. 6 de la Ley Orgánica 10/1983, de 16 de agosto.
La única operación que puede dar lugar a un delito monetario es la salida física, sin
autorización previa, de moneda y cheques bancarios al portador por importe superior a
cinco millones de pesetas. Vid. supra, nota 71.
"".- Se ha consultado la Ley de Enjuiciamiento Civil, edición oficial, Imprenta del
Ministerio de Gracia y Justicia, Madrid, 1881.
345

se señaló entonces entre el límite máximo del verbal y el mínimo del


ejecutivo, llegó a imponerse de tal forma que cuando por Ley de 12
de febrero de 1924 se elevó la cuantía del juicio verbal a 1.000
pesetas, se entendió automáticamente elevada la cifra mínima del
ejecutivo a tal cantidad, y fue tal la fuerza de convicción del
argumento que, sin expresa disposición, se vino así entendiendo en la
práctica diaria de los Tribunales, en la general opinión de los
tratadistas y en las colecciones legislativas en uso" 102. Esta
correlación se mantuvo en la Ley de 23 de julio de 1966, de Reforma
Parcial de la LEC (RAL 1391)103, y en la Ley 34/84, de 6 de agosto,
de Reforma Urgente de la LEC.

En la LEC de 1855 no se determinó de forma expresa cuál debía ser la cuantía


mínima de la deuda pecuniaria para tener acceso al juicio ejecutivo. Vid. supra, Capítulo
Primero, pág. 29.
102
.- En estos términos se expresaba la Exposición de Motivos de la Ley de 23 de julio de
1966, de Reforma parcial de la LEC. Términos que, al parecer, no eran fiel reflejo de lo
que realmente aconteció: a partir de las reformas cuantitativas de competencia operadas
en la Justicia municipal, en particular por la Ley de Justicia Municipal de 5 de agosto de
1907 y la Ley de Bases de la Justicia Municipal de 19 de julio de 1944, la cuantía
mínima de los juicios ejecutivos fue no sólo discutida doctrinalmente, sino que, en el
ejercicio de su función jurisdiccional, Tribunales y Juzgados emitían sobre unos mismos
supuestos pronunciamientos diferentes. Vid. sobre el particular, PÉREZ FERNANDEZ,
"Juicio ejecutivo: la "summa executiones". Criterios doctrinales para su determinación:
consideraciones en torno a un posible error de competencia", en Revista de Derecho
Privado, 1955, págs. 37 a 48; REYES MONTERREAL, El llamado judo ejecutivo en la
L.E.C, española, I, cit., págs. 129 a 132; LAÑÓLE, Manual de Derecho mercantil
español, tomo II, cit., págs. 402 a 404.
l03
.- La correlación entre ambas cuantías viene ampliamente razonada en la Exposición
de Motivos de la Ley de 1966, en la que se dice: "La cuantía del título ejecutivo ha sido
siempre coincidente con el límite de aplicación del juicio verbal. Se concibió el juicio
ejecutivo para alcanzar la rápida efectividad de los créditos dinerarios o fácilmente
convertibles a metálico, pero sólo a partir de un cierto límite que justificara la puesta en
marcha del complejo mecanismo de una ejecución anticipada, lo que se estimó
innecesario para las reclamaciones de mínima entidad, respecto de las cuales se arbitró
un proceso más rápido y sencillo, en armonía con los intereses que en él se ventilan, y
que igualmente garantizaba frente a posibles insolvencias, pues si el título invocado
reunía las características del ejecutivo, podría alcanzar el previo aseguramiento con el
embargo preventivo, no sometido a cautela en estos casos". Los créditos, cuya cuantía no
excedía de 10.000 pesetas, documentados en un título ejecutivo, obtuvieron una mayor
protección y seguridad en su realización a través de la modificación del art. 1401 LEC,
destinado a la regulación del embargo preventivo, "excluyendo la necesidad de que
concurran los requisitos del número dos del artículo 1400, cuando el título sea uno de los
señalados en los números 1, 4, 5 y 6 del artículo 1429 y se solicite el embargo por escrito
con firma de letrado".
346

Sin embargo, la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas


Urgentes de Reforma Procesal ha elevado la cuantía máxima del
juicio verbal a 80.000 pesetas pero no ha modificado la cuantía del
juicio ejecutivo, que debe ser superior a 50.000 pesetas; medida que
ha sido acogida de forma favorable por la doctrina 104. Los motivos de
la decisión del legislador pueden ser varios, v. gr.: entender que las
circunstancias socio-económicas, que en su día exigieron la elevación
de la cuantía mínima del juicio ejecutivo, no han experimentado un
cambio sustancial; cierta desconfianza hacia la teórica eficacia y
agilidad del juicio verbal; no querer privar a los créditos que, o bien
constan de forma fehaciente, o bien están expresados en documentos
de uso corriente en el tráfico comercial, de la entrada directa en la vía
ejecutiva. En realidad, los posibles motivos anotados se podrían
resumir en uno: no restringir el ámbito de aplicación del juicio
ejecutivo, en un momento en que en el ámbito jurídico de la Unión
Europea se está reclamando, para un correcto funcionamiento del
mercado interior común, la protección de las empresas a través de
cauces procesales que permitan una rápida concesión de la tutela
jurídica 105.

l04
.- Cfr. MONTERO AROCA, La reforma de los procesos civiles.(Comentario a la Ley
10/1992, de Medidas Urgentes de Reforma procesal), cit., pág. 59.
La no elevación de la cuantía mínima del juicio ejecutivo a 80.000 pesetas fue
defendida por SERRA DOMÍNGUEZ alegando que el juicio ejecutivo se rige por
criterios totalmente distintos de los que presiden los juicios declarativos ("Notas en torno
al anteproyecto de Ley de Medidas Urgentes de Reforma Procesal", en Justicia 92, núm.
1, pág. 16).
l05
.- Con la finalidad señalada, la doctrina alemana aboga por la introducción del
procedimiento monitorio en aquellos ordenamientos en los que aún no se halla regulado
(Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Irlanda, Portugal y España). Vid. al
respecto WOLF, "Abbau prozessualer Schranken im europäischen Binnenmarkt", en
Wege zu einem europäischen Zivilprozeßrecht, Tübinger Symposium zum 80. Geburtstag
von Fritz Baur, Tübingen, 1992, pág. 63, en la que textualmente se dice lo siguiente: "Zur
Verwirklichung des Binnenmarkts muß den Unternehmen deshalb die Benutzung eines
Mahnverfahrens mit seinen Vorteilen für die rasche Rechtsdurchsetzung grundsätzlich
auch in anderen Mitgliedstaaten, die ein solches Verfahren bisher nicht kennen, zur
ungehinderten Ausübung ihrer Geschäftstätigkeit zur Verfügung gestellt werden".
La doctrina procesal y el legislador español no han ignorado las ventajas
económicas y sociales que pueden derivarse de un instituto procesal como es el
procedimiento monitorio. Varias iniciativas, desde diferentes ámbitos, lo corroboran.
347

A nuestro entender, el requisito de la cuantía mínima para


despachar ejecución carece en la actualidad de excesiva relevancia.
Debido a las condiciones económicas de nuestro país, las letras de
cambio, cheques y pagarés suelen contener obligaciones de pago
superiores a 50.000 pesetas. Por otra parte, el límite cuantitativo
mínimo para acceder al juicio ejecutivo, puede obtenerse mediante la
adición de varios títulos (art. 1435.2 LEG).

Así, un grupo de Profesores de Derecho procesal elaboraron una propuesta con la


intención de introducir en la Ley de Enjuiciamiento civil el procedimiento monitorio (cfr.
Proyecto de corrección y actualización de la Ley de Enjuiciamiento civil, tomo II,
Madrid, 1974, págs. 161 y ss.).
En 1983 el Grupo Parlamentario Popular del Congreso presentó una Proposición
de Ley para la "introducción en nuestro ordenamiento procesal del llamado Juicio
monitorio" (BOCG, Congreso de los Diputados, II Legislatura, Serie B: Proposiciones de
Ley, 26 de sptiembre de 1983, núm. 55-1, págs. 235 a 237).
El Grupo Parlamentario Catalán Convergència i Unió presentó al Congreso de
los Diputados una proposición de Ley Orgánica de justicia municipal especial de la
ciudad de Barcelona en cuyo art. 4 se establecía que los "Jueces Municipales conocerán,
en el orden civil: (...) c) De los procesos monitorios para la reclamación de deudas no
superiores a 250.000 pesetas" (Vid. Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de
los Diputados, de 10 de abril de 1991, núm. 84-1).
Ninguna de las anteriores iniciativas llegaron a cristalizar.
LORCA NA VARRETE (El procedimiento monitorio civil, cit., passim) tras
realizar una justificación del procedimiento monitorio en el derecho procesal moderno,
señalar sus ventajas y analizar algunas hipótesis de derecho comparado, formula unas
bases para la introducción efectiva del procedimiento monitorio en el ordenamiento
jurídico español. GUTIERREZ-ALVIZ CONRADI ("Actualidad del procedimiento
monitorio civil", cit., lug. cit., págs. 25 a 33) también aboga por la futura regulación del
procedimiento monitorio.
El intento de introducir en nuestro ordenamiento jurídico el procedimiento
monitorio no es un fenómeno reciente. En efecto, FAIREN GUILLEN ("La futura
sistematización de los procedimientos civiles españoles", cit., lug. cit., págs. 768 a 773)
era partidario de la regulación del proceso monitorio. HERCE QUEMADA ("La
proliferación de tipos procedimentales civiles en primera instancia", cit., lug. cit., 140)
consideraba que debía mantenerse el juicio ejecutivo pero cambiando su impropia
denominación por la de proceso monitorio documental. A su vez, planteó la necesidad de
establecer el denominado proceso monitorio puro, caracterizado por su extraordinaria
rapidez de sustanciación y, por ello, de gran eficacia para el tráfico profesional y
mercantil. GUTIÉRREZ DE CABIEDES ("Aspectos jurídicos y dogmátivos del juicio
ejecutivo y del proceso monitorio en España", cit., lug. cit., págs. 451 a 458) se
muestraba también favorable a la implantación del proceso monitorio en España, pero sin
prescindir del juicio ejecutivo, pues estimaba que ambos procesos son complementarios.
348

Los factores que han de ser computados, a efectos de alcanzar


el límite expresado, vienen establecidos en el art. 66 LCCH en el que
se dispone que: "La letra de cambio tendrá aparejada ejecución a los
efectos previstos en los artículos 1.429 y siguientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, por la suma determinada en el título y por las
demás cantidades, conforme a los artículos 58, 59 y 62 de la presente
Ley, sin necesidad de reconocimiento judicial de las firmas" 106. En
este artículo se concreta una de las especialidades del juicio ejecutivo
cambiario frente al que hemos denominado común u ordinario.
Recordemos que en este último la cantidad ejecutiva es la que se
reclama como principal -es decir, la que figura en el título-, no
pudiendo completarse la summa executiones con cantidades ajenas al
título, que, pactadas o no, se hayan devengado como intereses, o las
que se pidan para el pago de las costas 107.

El contenido económico de la acción cambiaria se encuentra


î no
detallado en los arts. 58 y 59 LCCH . Lo dispuesto en los dos
artículos citados es aplicable, indistintamente, a la acción cambiaria
directa y a la de regreso, así como a la acción cambiaria ejecutiva y a
la declarativa. El elemento diferencial entre ambos preceptos reside
en la legitimación activa: en el supuesto de hecho del art. 58 la acción
cambiaria es ejercitada por el tenedor, mientras que en el del art. 59
interpone la acción quien hubiera reembolsado el importe de la letra.

106
.- De lo dispuesto en el art. 66 LCCH se infiere que no coincidirá el importe de la letra
con la suma reclamada, lo que en ningún caso afectará a su liquidez, ya que dicha suma
es susceptible de ser determinada por un simple cálculo aritmético. Vid. en este sentido,
SAP de Toledo, Secc. 1a, de 10 de mayo de 1993 (Actualidad Civil, Audiencias, núm. 22,
1993, págs. 2324 y 2325).
107
.- Cfr. por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 32.
l08
.- No examinaremos el supuesto recogido en el art. 62 LCCH -letra de resaca-, pues, se
trata de una forma extrajudicial de hacer efectiva la responsabilidad cambiaria.
349

En el párrafo primero del art. 58 LCCH se dispone que la


reclamación comprende:

" 1.° El importe de la letra de cambio no aceptada o no pagada,


con los intereses en ella indicados conforme al artículo 6 de esta
Ley"109.
Si no se indica otra fecha al efecto, estos intereses se cuentan a
partir de la fecha de emisión de la letra de cambio -art. 6.3 LCCH-, y
deben estimarse producidos hasta el día del vencimiento. Una vez
liquidados se acumularán al importe de la letra, de modo que la suma
de ambas cantidades constituye el principal de la letra a la fecha del
vencimiento. Esta es la cantidad a la que se refiere la siguiente
partida.

"2.° Los réditos de la cantidad anterior devengados desde la


fecha del vencimiento de la letra calculados al tipo de interés legal del
dinero incrementado en dos puntos" no.
El cálculo del importe se lleva a cabo, según los casos, con
arreglo: al interés legal del dinero incrementado en dos puntos,
cuando se trate de letras que no incorporen cláusula de interés ' ' ' ; o al
interés pactado en el título, cuando se trate de letras en las que, de

l09
.- Sobre la cláusula de intereses, desde la perspectiva del art. 1.2 LCCH, Vid. supra,
Capítulo Tercero, pág. 144.
"°.- Estos intereses han sido asimilados a los intereses procesales ex art. 921.4 LEG. En
este sentido, vid. GARCÍA LUENGO y SOTO VAZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de
la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 243; VÁZQUEZ
IRUZUBIETA, Comentarios al Código de Comercio y legislación mercantil especial,
tomo XIX, Ley Cambiaria y del Cheque, cit., pág. 310.
A nuestro entender esta equiparación no es correcta, pues, los intereses del art.
58.2 LCCH se producen por el simple hecho de demora en el pago de la deuda cambiaria
y no son una sanción a una conducta procesal contumaz u obstativa. Sobre los intereses
procesales, su naturaleza y cuantificación, vid. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal
civil, III, cit., págs. 197 a 207.
'".- Según la Disposición adicional tercera del Real Decreto-Ley 12/1995, de 28 de
diciembre, sobre medidas urgentes en materia presupuestaria, tributaria y financiera, el
interés legal del dinero queda establecido en el 9 por 100 hasta el 31 de diciembre de
1996 (vid. el art. 1 de la Ley 24/1984, de 29 de junio, sobre Interés Legal del Dinero,
modificado por la Disposición adicional quinta de la Ley 13/1994, de 1 de junio, de
Autonomía del Banco de España).
350

conformidad con lo dispuesto en el art. 6 LCCH, pueda insertarse la


cláusula de intereses y se haya hecho uso de la autorización legal 112

"3.° Los demás gastos incluidos los del protesto y los de las
comunicaciones".
La fórmula amplia, utilizada en la redacción de este precepto y
que engloba todos aquellos gastos necesarios para el mantenimiento
de los derechos cambiarios, ha sido criticada por la doctrina por su
imprecisión y por resultar "excesivamente favorecedora de la posición
jurídica del tenedor y, por tanto, rigurosa frente a los obligados
cambiarios", pues, mediante el reconocimiento de la exigibilidad de
los gastos en términos tan generales "se está permitiendo que se
reclamen, incluso en vía ejecutiva y so pretexto de su carácter
accesorio, sumas relevantes cuya cuantía se determina sin
participación directa o indirecta del deudor, sin el respaldo de la
autoridad pública reconocida y sin constancia en ninguna de las
formas previstas en el art. 1.429 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil"113.
En el concepto de gastos pueden entenderse los desembolsos
realizados por falta de aceptación o de pago del título cambiario. Así,
se entienden comprendidas las comisiones y los gastos de devolución,
que las entidades de crédito suelen cobrar cuando resultan
insatisfechas las letras de cambio negociadas y presentadas al cobro a
través de ellas, y los impuestos que graven dicha operación 114. En

"2.- Vid. en este sentido PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías",
cit., lug. cit., pág. 676; VAZQUEZ IRUZUBIETA, Comentarios al Código de Comercio
y legislación mercantil especial, tomo XIX, cit., pág. 310. Sin embargo, para VÁZQUEZ
BONOME (Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 280) el interés para calcular el
importe al que se refiere el art. 58.1.2° LCCH no será otro que el tipo de interés legal del
dinero incrementado en dos puntos, que esté vigente el día en que se ejercite la acción.
"3.- PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarias", cit., lug. cit., págs.
676 y 677.
"V Vid. en este sentido, GARCIA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen
jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., pág. 244; y
PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarias", cit., lug. cit., pág. 676. Este
último autor sostiene que el carácter manifiestamente indemnizatorio de la norma del art.
58.1.3° LCCH -que aproxima la responsabilidad por falta de pago a la propia del deudor
351

cambio, no son repetibles frente al obligado cambiario los gastos


producidos por el tenedor de la letra de cambio, bien para gestionar el
pago (comisiones por gestión de cobranza), bien para obtener
anticipadamente el importe de la letra (gastos, intereses y comisiones
por la operación de descuento), pues, son gastos que se producen sean
o no atendidas las letras a su vencimiento y en beneficio exclusivo de
dicho tenedor 115.
En aquellos casos en los que no sea necesario el protesto para la
conservación de la acción cambiaría, esto es, cuando se ejercita la
acción directa o cuando consta en la letra de cambio la declaración
sustitutoria del protesto (art. 51.2 LCCH), no pueden repercutirse los
gastos derivados del mismo. En el supuesto de que en la cambial
figurara la cláusula "sin protesto", la exigibilidad de los gastos del
protesto dependerá de quién hubiera insertado aquélla. Si la cláusula
procede del librador surte efectos con relación a todos los firmantes, y
si a pesar de ella el tenedor levanta el protesto deberá correr con los
gastos del mismo. En cambio, si la cláusula hubiera sido puesta por
un endosante o un avalista sólo causa efectos con relación a éstos y
los gastos del protesto les son reclamables (art. 56.3 LCCH).
La inclusión, entre los gastos reclamables, del importe de las
comunicaciones, aun cuando éstas no constituyan un requisito

doloso del art. 1107 CC- conlleva la exigibilidad de los gastos bancarios derivados de la
falta de pago.
"5.- Vid. VAZQUEZ BONOME, Tratado de Derecho cambiario, cit., pág. 280. Este es
también el criterio mantenido por la jurisprudencia. Entre otras resoluciones pueden
consultarse, SAP de Zaragoza, Secc. 4a, de 2 de julio de 1990 (RGD. núm. 571, abril
1992, págs. 3543 y 3544); SAP de Palma de Mallorca, Secc. 3a, de 1 de diciembre de
1993 (RGD, núm. 594, marzo 94, págs. 2880 y 2881); SAP de Girona, Secc. 2a, de 17 de
septiembre de 1993 (RGD, núms. 604-05, en.-febr. 95, págs. 1414 y 1415); y SAP de
Córdoba, Secc. 3a, de 15 de julio de 1994 (RGD, núms. 613-614, oct.-novbre 95, págs.
12709 a 12711) en la que se fundamenta la exclusión de los gastos de descuento o
negociación sosteniendo que "más que gastos en realidad se trata de un beneficio en
favor del librador descontatario por cobrar el crédito inherente a la letra antes de su
vencimiento, que a su vez representa el interés o ganancia del banco descontante",
mientras que "los gastos a que el librador tiene que hacer frente en favor de la entidad
bancaria por devolución de los efectos cuando las letras no se atiende a su vencimiento
(sic), han de considerarse como gastos nacidos de la propia letra, y, por ende, deben
considerarse incluidos en el artículo 58 de la Ley Cambiaria y del Cheque, siendo posible
su reclamación junto con el importe de la letra en vía ejecutiva".
352

necesario para la conservación de las acciones de regreso, es


consecuencia de la obligación impuesta por el art. 55 LCCH -"el
tenedor deberá comunicar..."- y de cuya inobservancia puede
derivarse una responsabilidad por daños y perjuicios.
En definitiva, con la expresión "los demás gastos", se pueden
incluir cualesquiera gastos legítimos que puedan producirse para el
mantenimiento de los derechos cambiarios o el ejercicio de las
acciones correspondientes, e incluso, para excluir la responsabilidad
por daños y perjuicios.
En el párrafo segundo del art. 58 LCCH se concreta la cantidad
a reclamar por el tenedor de la letra cuando ejercite la acción antes del
vencimiento. En este supuesto "se deducirá del importe de la letra el
descuento correspondiente". El descuento "se calculará al interés legal
del dinero vigente al día en que la acción se ejercite aumentado en dos
puntos".

Las partidas que puede reclamar quien reembolsó la letra se


detallan en el art. 59 LCCH. Estas son:

"1. La cantidad íntegra que haya pagado".


En la acción de reembolso el tenedor de la letra tiene derecho a
repetir todo lo pagado por él; es decir, todas las partidas enumeradas
en el art. 58. Ahora bien, si el ejecutante fue previamente demandado
y vencido en juicio no puede agregar a su reclamación el importe de
las costas que en aquél le fueron impuestas, puesto que no tienen
como causa inmediata la falta de aceptación o de pago de la letra, sino
el intento del requerido de eludir su obligación. Por ello, sería injusto
trasladar las consecuencias económicas de una determinada actitud al
patrimonio de otro obligado cambiario.
Por otra parte, si pagó más de lo debido, aunque le hubiese sido
reclamado, el ejecutante no debe quedar legitimado para exigir lo que
pagó en exceso 1I6.

"6.- Vid. sobre el particular, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones


cambiarías", cit., lug. cit., pág. 677.
353

Se ha afirmado que, para el ejercicio de la acción de reembolso,


la sola posesión del título cambiario no basta para establecer la
presunción de que ha sido satisfecha la deuda por el tenedor
material117. Desde esta perspectiva, se sostiene que es preciso que la
tenencia del título esté acompañada del documento que acredite que
ha sido la persona que ejercita la acción cambiaría la que ha pagado
su importe. Tal afirmación se funda en lo dispuesto por el art. 60.1
LCCH que otorga la facultad a todo obligado cambiario, de exigir al
tenedor, una vez efectuado el pago, la entrega de la cambial con el
protesto, en su caso, y la cuenta de resaca con el recibí. Esta tesis
atribuye a la cuenta de resaca una doble función: 1a. justificar la
legitimación cambiaria; y 2a. acreditar las cantidades desembolsadas
para repetirlas contra quien corresponda 1I8.
A nuestro entender, de la naturaleza de los títulos cambiarios
como títulos-valores a la orden "9, de las normas que determinan la
legitimación cambiaría (cfr. arts. 1.6, 19.1, 57.3 y 59 LCCH) y de las
que establecen los presupuestos de las acciones cambiarías (v. gr. arts.
49, 63 y 66 LCCH), puede sostenerse con rigor que la posesión de
una letra de cambio impagada por aquella persona que figura en la
misma como librador, tomador, endosante o avalista acompañada,
cuando sea necesario, por una copia del acta de protesto es suficiente
para la correcta determinación de la legitimación activa. La cuenta de
resaca con el recibí cumple exclusivamente con la misión de justificar

"7.- VICENT CHULIA (Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 713)
restringe la presunción de pago del art. 45.1 LCCH al concreto supuesto de hecho
contemplado en dicho precepto; es decir, al pago efectuado por el librado o
domiciliatario, por tanto, al pago extintivo de todas las obligaciones cambiarías y no a un
pago recuperatorio -esto es, el realizado por los obligados en vía de regreso y avalista del
aceptante-.
En contra, vid, entre otros, SÁNCHEZ CALERO (Instituciones de Derecho
mercantil, cit., págs. 415) y ALONSO SOTO ("El pago de la letra de cambio", cit, lug.
cit., pág. 626) quienes afirman que la presunción del art. 45.1 LCCH es también válida en
favor de cualquier otro deudor cambiario que ha satisfecho la deuda en vía de regreso.
ll8
.- Sobre la cuenta de resaca como documento que funda la legitimación activa en las
acciones cambiarías de reembolso, vid. ALONSO PRIETO, Siete estudios de Derecho
procesal cambiario, cit., págs. 65 a 89 (con abundante jurisprudencia al respecto); y
VÁZQUEZ DONÓME, Tratado de Derecho cambiario, cit., págs. 282 y 283.
"9.- Cfr. por todos, GARRIGUES, Curso de Derecho mercantil, tomo I, cit., pág. 723.
354

los importes de los gastos producidos. En suma, la legitimación activa


debe resultar de la propia cambial (más exacto: de la fuerza
legitimadora formal de ciertas cláusulas) y de su posesión, puesto que
ningún precepto de la LCCH ni de la LEC exige como requisito de
admisibilidad de la demanda ejecutiva que se acompañe la cuenta de
resaca 12°.

"2. Los intereses de dicha cantidad, calculados al interés legal


del dinero, aumentado en dos puntos, a partir de la fecha del pago".
Esto es, los intereses devengados desde el momento en que el tenedor
paga, hasta que cobra y se reembolsa lo pagado.

"3. Los gastos que haya realizado". Según PÉREZ DE LA


CRUZ BLANCO, la falta de concreción de este derecho del
reembolsante debe atemperarse por la actuación judicial, debiendo el
Juez proceder al examen previo de todas las partidas que integran la
reclamación del actor, sobre todo si es en vía ejecutiva, para excluir
aquellas que sean manifestaciones improcedentes, por inexistencia del
obligado nexo de causalidad con la conducta observada por el
deudor121.

120
.- Cfr. PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit., lug. cit., pág.
668.
Sobre esta cuestión, se ha declarado que, aun admitiendo que pueda oponerse la
falta de legitimación, la no presentación de dicha cuenta no impide el despacho de la
ejecución ni vicia de nulidad el título. Varias razones apoyan la anterior afirmación: la
ausencia en el CCom y en la LEC de preceptos que exijan que el tenedor de la letra haya
de justificar por escrito, además de la tenencia, la legitimación de la misma al llevarla
implícita el propio título, cuando se trata de personas que ya figuran en el mismo; el
válido ejercicio de la acción ejecutiva no requiere más que la aportación de la letra con
su protesto; no puede admitirse que la cuenta de resaca sea la que fundamente el derecho
y la acción que se ejercita; finalmente, cabría añadir que en la práctica mercantil y
bancaria hace tiempo que no se extiende cuenta de resaca, todo lo más nota de cargo.
Cfr., entre otras sentencias, SAT de La Coruña, Sala primera, de 20 de abril de 1987
(RGD, núm. 525, junio 1988, pág. 4089); SAP de Madrid, Secc. 12a, de 7 de marzo de
1989 (RGD, núm. 537, junio 1989, págs. 4018 a 4020) y SAP de Madrid, Secc. 12a. de 29
de enero de 1990 (RGD, núm. 548, mayo 90, págs. 3532 a 3534).
l21
.- PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, ob. cit., nota anterior, pág. 678.
355

Los arts. 58 y 59 LCCH son aplicables al pagaré por la


remisión que a los primeros efectúa el art. 96 LCCH. Por lo que se
refiere al cheque, el art. 153 LCCH declara aplicable a dicho título-
valor el art. 66 LCCH, aunque debe señalarse que ello no supone que
la cuantía ejecutiva deba determinarse según lo dispuesto en los arts.
58 y 59, pues, la LCCH prevé al respecto normas específicas: arts.
149 y 150. Sin embargo, por la identidad existente entre el contenido
de los preceptos citados, nos remitimos para el cheque a las
consideraciones hechas al analizar los arts. 58 y 59 LCCH 122. Si bien,
no podemos dejar de señalar unas particularidades que, derivadas de
su especial naturaleza jurídica, presenta el cheque en este ámbito. Por
ejemplo: la inexistencia de una norma similar a la del art. 58.2 LCCH,
pues, el cheque nace vencido; y, el ser solamente computables los
intereses legales, pues, el art. 113 LCCH dispone que toda cláusula de
intereses se tendrá por no escrita. Además, para obtener el total de la
cantidad a reclamar puede suceder que deba tenerse en cuenta otro
sumando, ya que para el caso del libramiento de un cheque sin
fondos, se computará el porcentaje y la indemnización que establece
el art. 149.4° LCCH 123.

2. Importe nominal superior, pero deuda inferior.

Un título cambiario de cuantía superior a 50.000 pesetas puede


perder, en un momento posterior al libramiento o, en su caso, a la
consignación del importe de la deuda cambiaría, la fuerza ejecutiva
como consecuencia de reducciones operadas en su cuantía. De un
examen de la LCCH se infiere que hay diversas circunstancias que
pueden conducir a ello:
l22
.- Sobre los elementos que pueden constituir el petitum de la acción de regreso por
impago del cheque, vid. ampliamente tratado, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL
CASTAÑO, El cheque, cit., págs. 309 a 314.
123
.- "El 10 por 100 del importe no cubierto del cheque y la indemnización de los daños y
perjuicios ..." (art. 149.4° LCCH).
356

a) La aceptación parcial. El art. 30.1 LCCH otorga al librado la


facultad de aceptar sólo una parte de la cantidad que consta en la letra
de cambio. En el supuesto de aceptación parcial la ejecutividad de la
letra está en función del sujeto contra el que se ejercita la acción
cambiaría. Si se ejercita la acción directa y la letra fue aceptada por
cantidad inferior a la señalada en el art. 1435 LEG, no podrá
despacharse ejecución frente al aceptante. En cambio, sí se
despachará ejecución frente a los obligados en vía de regreso
(librador, endosantes y sus respectivos avalistas) ya que el librador no
puede exonerarse de la garantía del pago (art. 11.2 LCCH), y el
endoso parcial es nulo (art. 15.2 LCCH).

b) El aval parcial puesto que la responsabilidad cambiaria del


avalista no puede exceder, en ningún caso, de la cuantía por la que
aquél fue prestado (arts. 35.1, 96.3 y 131.1 LCCH).

c) El pago parcial, pues, esta actividad implica una reducción


de la cuantía inicial (arts. 45.2 y 3, 96.1, 140.2 y 3 LCCH).

d) El descuento legal en el importe de la letra cuando se ejercita


la acción de regreso antes del vencimiento (art. 58.2 LCCH). La
acción de regreso antes del vencimiento puede interponerse en los
siguientes casos: cuando se deniegue total o parcialmente la
aceptación; cuando el librado, sea o no aceptante, se encuentre en
suspensión de pagos, quiebra o concurso o haya resultado infructuoso
el embargo de sus bienes; cuando el librador de una letra, cuya
presentación a la aceptación haya sido prohibida, se encuentre en
suspensión de pagos, quiebra o concurso (art. 50.2 LCH). El
descuento se calculará al interés legal del dinero, vigente el día en que
la acción se ejercite, aumentado en dos puntos.
El ejercicio de la acción de regreso antes del vencimiento puede
tener lugar respecto del pagaré (art. 96 LCCH), pero no respecto del
cheque ya que éste es pagadero a la vista.
357

3. Adición de títulos ejecutivos.

El límite de cantidad necesario para acceder al juicio ejecutivo


puede obtenerse mediante la adición de varios títulos (art. 1435.2
LEG). Esta disposición tiene su origen en la Ley de 23 de julio de
1966, de Reforma parcial de la LEC, que modificó el art. 1435 y
resolvió de forma expresa la duda suscitada acerca de la posibilidad
de alcanzar el límite cuantitativo del juicio ejecutivo mediante aquel
mecanismo 124.

A nuestro entender, no hubiera sido correcto negar esta


posibilidad ya que los títulos cambiarios, así como los restantes
títulos ejecutivos extrajurisdiccionales, ostentan tal carácter
cualquiera que sea su cuantía. En este sentido, se ha declarado que "el
privilegio ejecutivo radica en la estructura del título, del que la
cuantía es sólo un elemento complementario, pero no calificado" 125.

La LEC autoriza en su art. 1435.2, de forma específica para el


juicio ejecutivo, una acumulación objetiva de acciones que está
prevista con carácter general en el art. 153 LEC. Porque se origina en
la demanda, se habla de acumulación inicial o simultánea de
acciones126.

La acumulación objetiva de acciones, entre las que no se exige


ningún tipo de conexión -"..., aunque procedan de diferentes títulos"
I24
.- La Ley de 1966 puso fin a una discusión doctrinal, que tuvo su reflejo en la
jurisprudencia, referente a si era lícita la acumulación de varias letras de cambio para
alcanzar el mínimo exigido por la LEC. Sobre la mencionada discusión, y los argumentos
vertidos a favor y en contra de una acumulación de acciones, vid. REYES
MONTERREAL, El llamado juicio ejecutivo en la L.E.C, española, I, cit., págs. 132 a
136; VIADA y COMELLAS, "Ambito judicial en el despacho de ejecución", cit., lug.
cit., págs. 74 a 82; FERRER MARTIN, "El juicio ejecutivo cambiario", en ROD, 1952,
págs. 151 a 153.
125
.- VIADA y COMELLAS, ob. cit., nota anterior, pág. 77.
126
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, II, (con DE LA OLIVA), 4a ed.,
Madrid, 1995, pág. 97.
358

dice el art. 153 LEG-, es una facultad del actor o del ejecutante, que
no obstante está sometida a la concurrencia de los siguientes
requisitos: el mismo actor ha de ejercitar las diversas acciones frente
al mismo demandado -identidad subjetiva- (art. 153 LEC); el Juez
ante quien se ejerciten las acciones acumuladas debe ser competente
para conocer de cada una de ellas (art. 154.2° LEC); las acciones que
se acumulan han sustanciarse en un proceso de la misma naturaleza
(art. 154.3° LEC) y no deben ser incompatibles entre sí (art. 153
LEC)127.

De conformidad con los requisitos expuestos, pueden


acumularse, frente al mismo ejecutado y en una misma demanda,
acciones fundadas en títulos cambíanos de la misma clase, v. gr.
varias letras de cambio, varios pagarés. También pueden acumularse
las acciones ejecutivas que procedan de títulos diferentes, siempre
que sean homogéneos entre sí, v. gr. una letra de cambio y un
100
cheque . En cambio, no puede el ejecutante acumular en una misma
demanda ejecutiva una acción cambiaria y una acción ejecutiva
derivada, v.gr., de una escritura pública porque en este caso se
vulneraría lo dispuesto en el art. 154.3° LEC: estas acciones se
sustancian por procedimientos diferentes. Ya hemos señalado que,
tras la entrada en vigor de la LCCH, puede afirmarse que el juicio
ejecutivo cambiario es una especialidad del juicio ejecutivo
ordinario129. Los arts. 67 y 68 LCCH marcan, básicamente, la
tramitación específica.

l27
.- La LEC entiende que dos acciones son incompatibles "cuando se excluyan
mutuamente, o sean contrarias entre sí, de suerte que la elección de la una impida o haga
ineficaz el ejercicio de la otra" (art. 154.1° LEC).
128
.- En estos supuestos la competencia territorial ha de atribuirse al Juzgado que debe
conocer de la acción principal, que es el del lugar en que debe cumplirse la obligación
con mayor entidad económica (Cfr. STS, 1a, de 25 de enero de 1973 (RAJ 49) en la que
se declara que la acción principal "ha de ser la de mayor contenido económico" y SAP de
Zaragoza, Secc. 4a, de 28 de septiembre de 1990; RGD, núm. 571, abril 92, págs. 3544 y
3545).
l29
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 39.
359

IV. OBLIGACIÓN VENCIDA.

La LEC exige para que pueda despacharse ejecución que haya


vencido el plazo para el cumplimiento de la obligación (art. 1435.3 y
1440.3). En cuanto a las características, requisitos y formas de la
mención del vencimiento de los títulos cambiarios, nos remitimos a lo
dicho en el Capítulo Tercero del presente trabajo 13°. Recordaremos,
no obstante, que el art. 38 LCCH establece una relación numerus
clausus de los modos en que puede estipularse el vencimiento, estos
son: a fecha fija, a un plazo contado desde la fecha, a la vista y a un
plazo contado desde la vista. También queremos señalar que, aun
cuando no se fije el vencimiento en el título ejecutivo, éste es
ejecutable, pues, el art. 2.a LCCH dispone que en dicho supuesto la
letra de cambio "se considerará pagadera a la vista".

El régimen jurídico del vencimiento establecido para la letra de


cambio es aplicable al pagaré (art. 96 LCCH), aunque no al cheque.
El cheque siempre es pagadero el día de la presentación, incluso en el
supuesto de que aquélla tenga lugar antes del día indicado como fecha
de emisión (art. 134.2 LCCH).

La determinación del vencimiento de las letras de cambio o


pagarés girados a fecha fija o a un plazo desde la fecha no ha de
presentar problema alguno, ya que no exige ninguna actuación
complementaria a la de la extensión del título" cambiario; es decir, el
vencimiento resulta del propio título. En cambio, tratándose de una
letra de cambio o pagaré librado a la vista o a un plazo desde la vista
pueden surgir dificultades en la acreditación del vencimiento.

130
.- Vid. supra, págs. 169 y 170.
360

1. Prueba del vencimiento.

A) Letras de cambio y pagarés librados a la vista.

En las letras de cambio y pagarés girados a la vista el


vencimiento se produce cuando estos documentos son presentados al
pago m. La presentación al pago deberá efectuarse dentro del año
siguiente a la fecha de libramiento, pudiendo el librador exigir que no
se presente antes de una determinada fecha. El plazo legal puede ser
ampliado o reducido por el librador, pero sólo reducido por los
endosantes (art. 39.1 LCCH).

Las dificultades de la prueba del vencimiento pueden surgir


cuando un obligado cambiario en vía de regreso haga uso de la
facultad que le otorga el art. 56.1 LCCH; esto es, cuando dispense al
tenedor de levantar el protesto por falta de pago para poder ejercitar
sus acciones de regreso. En este caso, no constará de forma
indubitada cuándo, por presentarse la letra o el pagaré al cobro, se
produjo el vencimiento. De la normativa vigente se desprende que,
girada a la vista una letra de cambio o un pagaré en el que conste la
cláusula "sin protesto", el Juez debe entender que la obligación ha
vencido, a efectos de despachar ejecución, por el mero hecho de que
ésta se pida en fecha posterior a la emisión de la letra de cambio o del
pagaré. Si la letra o el pagaré a la vista no se presentaron al cobro o se
presentaron antes del plazo pactado, corresponde al ejecutado alegar

l31
.- El art. 39 LCCH dispone que las letras de cambio a la vista serán pagaderas a su
presentación -precepto también aplicable al pagaré (art. 96 LCCH)-. En ellas lo
trascendental es la presentación al pago. Por tanto, quedan dichas letras, en principio,
excluidas de la presentación a la aceptación. No obstante dicha presentación no está
prohibida por la LCCH. Es más, incluso puede ser que el tenedor de una letra de cambio
a la vista la presente al librado manifestando que no desea obtener el pago sino la
aceptación. El motivo podría ser el deseo de fortalecer el crédito cambiario y favorecer,
de este modo, su circulación. Vid. en este sentido, MENENDEZ MENENDEZ, "La
aceptación de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 520 y 521; GARCÍA-PITA Y
LASTRES, La aceptación de la letra de cambio, Madrid, 1992, págs. 133 a 137.
361

estas circunstancias. En efecto, la LCCH declara que la exención del


protesto no exime de la obligación de presentar la letra de cambio o el
pagaré dentro de los plazos correspondientes, sin embargo, la prueba
de la inobservancia de los mismos incumbe a quien lo alega contra el
tenedor (art. 56.2 LCCH).

Ahora bien, la duda se plantea respecto a cómo debe


alegar el ejecutado la falta de vencimiento. El cauce adecuado en el
juicio ejecutivo para poner de relieve que la deuda, en virtud de la
cual se procede, no está vencida es el "motivo de nulidad" segundo
del art. 1467 LEC ("cuando el título no tuviere fuerza ejecutiva,..., ya
por no haber vencido el plazo"). Sin embargo, no es correcto alegar el
motivo señalado porque el art. 67.3 LCCH establece que en el caso de
que se ejercite la acción cambiaria ejecutiva no es aplicable lo
previsto en el art. 1467.2° LCCH. Para resolver la incertidumbre que,
en este ámbito, provoca la LCCH se han propuesto dos soluciones: o
se fuerza la dicción del art. 67.2 LCCH para incluir en este precepto,
como motivo de oposición, la falta de vencimiento; o se permite,
contra lo que dispone el art. 56.2 LCCH, que el Juez, antes de acceder
a despachar ejecución, exija al ejecutante la prueba de la presentación
1 T5
del título cambiario

De las dos soluciones apuntadas, la segunda debe rechazarse


por ser claramente contra legem 133; en cambio, la primera es más
conforme con el espíritu de la LCCH. Además es la solución
propuesta por la doctrina y la jurisprudencia en otro supuesto de vacío
legal: la falta de timbre 134. Sin embargo, y de" forma similar a lo que
se predica respecto de la falta de timbre, la oposición por falta de
vencimiento puede fundarse también en el precepto legal
efectivamente infringido: art. 1435.3 LEC.
132
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs. 80 y 81.
133
.- El legislador ha establecido de forma expresa la presunción iuris tantum de que el
título cambiario ha sido presentado oportunamente, desplazando la carga de la prueba de
la inobservancia de los plazos a quien lo alegue contra el tenedor (art. 56.2 LCCH).
134
.- Vid. infra, Capítulo Quinto, pág. 550.
362

B) Letras de cambio y pagarés librados a un plazo desde la vista.

En las letras de cambio y pagarés librados a un plazo desde la


vista el vencimiento se determina por la fecha de la aceptación o, en
defecto de ésta, por la del protesto o declaración equivalente (art. 40.1
LCCH). Aun cuando estos títulos lleven la cláusula "sin protesto", la
determinación del vencimiento comportará menos problemas que los
que puede causar una letra de cambio o un pagaré a la vista con dicha
cláusula, pues, tanto al tenedor como a la ley les interesa, bien para la
satisfacción del crédito, bien para procurar la seguridad jurídica, que
la fecha inicial del plazo quede fijada de forma indubitada.

Según se dispone en el art. 29.2 LCCH, cuando la letra sea


pagadera a cierto plazo desde la vista, la aceptación deberá llevar la
fecha del día en que se haya dado, a no ser que el portador exija que
se fije la fecha del día de la presentación. A falta de fecha "el
portador, para conservar sus derechos contra los endosantes y contra
el librador, hará constar esa omisión mediante protesto, levantado en
tiempo hábil" (art. 29.2) 135. Ahora bien, aunque no se haya levantado
el protesto, el tenedor no perderá su derecho frente al aceptante, pues,
la fecha del vencimiento se obtendrá computando el plazo desde el
último día en que el tenedor pudo presentar la letra a la aceptación
(art. 40.2 LCCH) 136. El art. 40 es también aplicable al pagaré (cfr. art.
96 LCCH). Es decir, la LCCH prevé la forma de subsanar una
declaración cambiaria defectuosa o incompleta.

l35
.- El art. 29.2 LCCH recoge un supuesto de protesto necesario. Vid. supra, Capítulo
Tercero, pág. 276, nota 312.
l36
.- De acuerdo con lo dispuesto en el art. 27 LCCH las letras de cambio a un plazo
desde la vista deberán presentarse a la aceptación en el término de un año a partir de su
fecha. Este plazo puede ser acortado por el librador, aunque también puede fijar uno más
largo. Los endosantes, en cambio, sólo pueden acortarlo. Estos plazos son también
aplicables a los pagarés que deban hacerse efectivos a cierto plazo desde la vista (art.
97.2 LCCH).
363

Al estar obligado el tenedor a presentar la letra de cambio y el


pagaré dentro de los plazos correspondientes (art. 56.2 LCCH), la
dispensa del protesto no le exime de acreditar la presentación y la
denegación de la aceptación o la negativa de consignar el "visto". Si
dicha acreditación no se efectúa mediante las declaraciones
sustitutivas del protesto, la doctrina entiende que debe aplicarse lo
dispuesto por el art. 40.2 LCCH para el supuesto de la aceptación sin
fecha: el plazo para la presentación al pago deberá computarse a partir
del último día señalado para su presentación a la aceptación o al
"visto" 137.

2. Ejecución antes del vencimiento.

A) Primera delimitación: acción cambiaría de regreso, con


independencia de la vía procesal elegida por el acreedor.

El requisito del vencimiento de la deuda para poder despachar


ejecución, impuesto por el art. 1435.3 LEC, encuentra una excepción
en materia de Derecho cambiario. Así, según se dispone en el art. 50.2
ITC
LCCH , el tenedor puede ejercitar la acción de regreso no sólo
cuando la letra de cambio esté vencida y el pago no se haya
efectuado, sino también antes del vencimiento.

La LCCH no se pronuncia sobre la clase de procedimiento a


través del cual puede ejercitarse la acción de regreso antes de que la
deuda cambiaria haya vencido. El art. 50.2 LCCH sólo dice que "la
misma acción (de regreso) podrá ejercitarse antes del vencimiento
(...)". Esta es la razón por la que, a nuestro entender, el tenedor puede
acudir, para interponer la mencionada acción, tanto a la vía

'".- Cfr. GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen jurídico de la letra
de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 154 y 155.
138
.- También aplicable al pagaré (cfr. art. 96 LCCH).
364

declarativa, como a la ejecutiva. En este sentido, estimamos que no es


correcto sostener que la LCCH, en su art. 50.2, permite tan sólo el
ejercicio de "acciones declarativas, no acciones declarativas de
condena y, por consiguiente, no se refiere a la acción ejecutiva. Lo
que la ley quiere es que, ante supuestos que afectan directamente al
librador y librado, sea éste aceptante o no, el tenedor de la letra, antes
del vencimiento, pueda obtener una declaración judicial de su derecho
en la que se fije de manera clara la existencia del supuesto de hecho
contemplado por la norma: que no ha habido aceptación, que el
librador está en quiebra, que el librado no tiene bienes suficientes,
etc." 139. Esta afirmación genera una serie de incertidumbres; por
ejemplo, ¿cuál sería el petitum de dicha acción meramente
declarativa?, ¿tan sólo que se emita una declaración judicial
reconociendo al actor la facultad de ejercitar la acción de regreso
antes del vencimiento si se dan los supuestos de hecho previstos por
la norma?, ¿habría, en tal caso, un interés legítimo en obtener la
concreta tutela? 14°.

A nuestro juicio, la LCCH quiere proteger al acreedor


cambiario ante ciertas circunstancias -que determinan jurídicamente
una inseguridad en el pago por parte del obligado principal-
concediéndole la facultad de dirigirse, antes del vencimiento de la
obligación, bien a través de un proceso de declaración -pero
ejercitando una acción de condena-, bien de ejecución, contra los
obligados en vía de regreso, que aun cuando no son responsables
directos del pago, sí responden, en todo caso, del buen fin de la letra.

Las obligaciones cambiarías no se apartan, en materia de


vencimiento, de los postulados genéricos del Derecho de
obligaciones. En este sentido, y con carácter general, cabe afirmar que
139
.- CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág.
876.
l40
.- Sobre los presupuestos de la acción, vid. DE LA OLIVA SANTOS, Sobre el derecho
a la tutela jurisdiccional. La persona ante la Administración de Justicia: derechos
básicos, Barcelona, 1980, págs. 28 y ss.
365

una deuda que no haya vencido no es exigible 141. Por este motivo el
regreso antes del vencimiento sólo tendrá lugar en aquellos supuestos
expresamente previstos por la LCCH. Concretamente, los supuestos a
los que nos referimos se establecen en el art. 50.2 LCCH y son casos
en los que, bien por motivos jurídicos, bien por motivos económicos,
el legislador ha previsto que la letra no va a ser atendida, por lo que
carece de sentido esperar al vencimiento 142.

B) Segunda delimitación: posibilidad restringida a los supuestos


expresamente previstos por la Ley Cambiaría y del Cheque.

La acción de regreso podrá ejercitarse antes del vencimiento:

- Cuando se hubiere denegado total o parcialmente la


aceptación (art. 50.2.a LCCH) 143.

141
.- La exigibilidad supone la llegada del vencimiento si se trata de una obligación a
término. Una vez la deuda esté vencida, el acreedor está facultado para reclamar la
prestación. Vid. al respecto, DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civilpartimonial,
II, cit., págs. 627 y 628; LÓPEZ VILAS, Comentarios al Código civil y Compilaciones
forales, tomo XVI, vol. 1°, cit., pág. 521.
Desde el punto de vista del Derecho procesal, y en concreto del proceso de
ejecución, la exigibilidad "se explica por la necesidad de que no aparezca del título
ejecutivo ninguna circunstancia que pueda impedir la satisfacción del interés del
acreedor (por ejemplo, la pendencia de un término o de una condición)", CARNELUTTI,
Derecho procesal civil y penal, I, Derecho procesal civil, cit., pág. 361. Vid. también en
este sentido, REDENTI, Derecho procesal civil, tomo II, cit., pág. 311.
M2
.- Es más correcto, a nuestro juicio, hablar en estos supuestos de ejercicio de la acción
antes del vencimiento, o de ejecución sin vencimiento -resaltando el porqué de la
excepción al requisito del art. 1435.3 LEG- que de vencimiento anticipado o vencimiento
ope legis (expresiones utilizadas por NAVARRO PÉREZ, La Ley Cambiaría y del
Cheque, (Comentarios y Jurisprudencia), Granada, 1991, pág. 122).
El art. 50.2 LCCH no regula ninguna hipótesis de vencimiento anticipado
porque, como se ha señalado, la acción de regreso anterior al vencimiento es una facultad
del tenedor, por lo que no puede "decirse que la renuncia a este derecho comporta para él
perjuicios accesorios, como puede ser el inicio del cómputo del plazo de ejercicio de la
acción de que está asistido" (PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones
cambiarías", cit., lug. cit., pág. 680). En el mismo sentido, se pronuncia VICENT
CHULIA, Compendio critico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 740.
143
.- Esta acción de regreso tiene su antecedente legislativo inmediato en el art. 481
CCom de 1885, en el que se disponía: "En el caso de negarse la aceptación de la letra de
cambio, se protestará, y en virtud del protesto tendrá derecho el tenedor a exigir del
366

El fundamento de esta hipótesis de regreso antes del


vencimiento es claro: el librado que rehusó la aceptación no se
convierte en obligado cambiario y por tanto no puede ser compelido
al pago.
Un sector de la doctrina mercantil no excluye ningún supuesto
de aceptación de los previstos en la LCCH, y afirma que el regreso
antes del vencimiento no se limita a los casos en los que es obligatoria
la presentación a la aceptación 144. No obstante, no podrá ejercitarse la
acción de regreso antes del vencimiento, a pesar de que se haya
denegado la aceptación, si en la letra de cambio consta una cláusula
prohibiendo la aceptación I45.
Los legitimados pasivos serán los obligados en vía de regreso:
librador, endosantes y sus respectivos avalistas. En el caso de que el
librador o los endosantes se eximieran de la garantía de la aceptación
(cfr. respectivamente arts. 11.2 y 18.1 LCCH), no podrá ejercitarse
contra ellos la acción de regreso que estamos examinando.
La falta de aceptación se acredita por el protesto o por la
declaración del librado denegándola (art. 51 LCCH).

- Cuando el librado, sea o no aceptante, se encontrare en


suspensión de pagos, quiebra o concurso o hubiere resultado
infructuoso el embargo de sus bienes (art. 50.2.b LCCH).
Se trata de un regreso por falta de seguridad en el pago al
tiempo del vencimiento que tiene su precedente legislativo inmediato
en el art. 510 CCom 146. De las situaciones de crisis económica

librador, o de cualquiera de los endosantes, que afiancen a su satisfacción el valor de la


letra, o depositen su importe, o le reembolsen con los gastos de protesto y recambio,
descontado el rédito legal por el término que falte hasta el vencimiento".
l44
.- Vid. en este sentido, CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO, Letra de
cambio, cit., pág. 349; GARCÍA LUENGO y SOTO VÁZQUEZ, El nuevo régimen
jurídico de la letra de cambio en la doctrina y en la jurisprudencia, cit., págs. 227 y 228.
En contra, SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley Cambiaria y del
Cheque, Madrid, 1987, pág. 132.
145
.- Según CALAVIA MOLINERO y BALDO DEL CASTAÑO (Letra de cambio, cit.,
pág. 169) "de admitirse se daría el contrasentido de que el tenedor infractor pudiera
llevar a cabo una reclamación al librador, pese a no haber respetado la voluntad de éste".
146
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 289.
367

enunciadas puede deducirse la imposibilidad del aceptante o librado


de cumplir las obligaciones ya asumidas, así como de asumir otras
nuevas.
El legislador no funda este tipo de regreso en presupuestos
subjetivos, sino en determinadas circunstancias de carácter objetivo:
la admisión de la solicitud de la suspensión de pagos, la insolvencia
judicialmente declarada y el resultado negativo de la diligencia de
embargo. Por este motivo, estimamos que la no inclusión de la
situación de quita y espera se debe a un error u olvido del
legislador147. A nuestro entender, podría suplirse esta laguna legal
mediante una interpretación extensiva del art. 50.2 LCCH.
La acreditación de las situaciones de crisis económica no
encierra, en principio, grandes dificultades. Esta se efectuará
mediante un testimonio de la resolución judicial (providencia
teniendo por solicitada la suspensión de pagos, auto declarativo de la
quiebra o concurso), o por exhibición del periódico oficial en el que
aquélla aparezca inserta, o por certificación del Registro Civil,
Mercantil o de la Propiedad en el que se haya tomado razón de la
misma 148.
Mayores problemas ocasiona la prueba del resultado negativo
del embargo de bienes 149. Se ha señalado, por un lado, que no puede
calificarse de infructuoso un primer intento fallido de embargo y, por
tanto, la aportación de un testimonio de la diligencia negativa de
embargo no es suficiente para poder ejercitar la acción de regreso

147
.- Vid. en este sentido, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías",
cit., lug. cit., pág. 680.
148
.- Vid. supra, Capítulo Tercero, pág. 285.
149
.- Vid. por todos, FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo
VI, cit., pág. 535.
La acreditación del embargo infructuoso no sólo genera dificultades sino también
algún que otro despiste, pues se ha llegado a afirmar que "el tenedor de la cambial deberá
interponer, en su caso, la pretensión de vencimiento anticipado presentando testimonio
de la ejecutoria en la que conste el embargo infructuoso" (ORDUÑA MORENO, La
insolvencia: análisis de su concepto y concreción de su régimen jurídico, Valencia,
1994, pág. 304).
368

antes del vencimiento 15°. Dicha consideración se apoya en el art.


1455.3 LEG, precepto que otorga al ejecutante la facultad de instar la
búsqueda de bienes o derechos del deudor sobre los que hacer la
traba, recabando, por medio del Juez, información de Registros
públicos, organismos públicos y entidades financieras 151. Por otro
lado, se ha puntualizado que el hecho de que no se encuentren bienes
libres de traba no comporta que el embargo sea infructuoso, pues,
sobre un bien pueden concurrir sucesivos embargos si su valor cubre
las distintas responsabilidades 152.
Sin embargo, atendiendo básicamente al fundamento del art. 50
LCCH (aun cuando admitimos que el término "infructuoso" es
ambiguo), el testimonio de la diligencia de requerimiento de pago,
embargo y citación de remate en el que conste el resultado negativo
del embargo -tanto por no existir bienes para embargar; como por ser
insuficientes; o por estar los existentes ya embargados en proporción
que hagan presumir la imposibilidad de obtener, a través de su
realización forzosa, la totalidad de la cantidad debida; o por no haber
hallado otros que los exceptuados por la ley de embargo- constituye, a
nuestro entender, una acreditación documental suficiente de la
imposibilidad del librado o del aceptante de satisfacer el crédito
cambiario.
La carga económica de hallar los bienes del deudor que pueden
ser embargados corresponde al acreedor. Partiendo, pues, del interés
de éste en trabar bienes de aquél, debe otorgarse al fracaso en la
investigación del patrimonio del deudor la consecuencia jurídica
prevista en el artículo de la LCCH que estamos analizando. Una vez

l50
.- ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ejecutivos de la Ley 19/1985, de
16 de julio, cambiaria y del cheque", (I), cit., lug. cit., págs. 358 y 359.
151
.- El art. 1455.3 LEG responde a un cambio legal producido, en el principio de
rogación o dispositivo, por los arts. 24.1 y 118 CE. En la actualidad "el principio
dispositivo ha de entenderse en un sentido limitado y compatible con una mayor
intervención judicial en el desarrollo del litigio y en la ejecución de lo resuelto" (SAP de
Barcelona, Secc. 16a, de 16 de junio de 1993; ROD, num. 591, diciembre 93, págs. 12396
y 12397).
152
.- Vid. en este sentido, ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ejecutivos de
la Ley 19/1985, de 16 de julio, cambiada y del cheque", (I), cit., lug. cit., pág. 359.
369

ha sido acreditada la frustración del embargo por insuficiencia de


bienes, o por la existencia de embargos anteriores, o incluso por
fracasar una mejora del embargo (art. 1455.1 LEC), es incuestionable
la falta de seguridad del pago de la deuda cambiaria por parte del
obligado principal. Ahora bien, en el supuesto de que no conste en la
letra de cambio la cláusula "sin protesto", no podrá ejercitarse la
acción cambiaria de regreso sin que se haya otorgado el protesto o se
haya emitido la declaración equivalente 153.

-Cuando el librador de una letra, cuya presentación a la


aceptación haya sido prohibida, se encontrare en suspensión de pagos,
quiebra o concurso.
Al no existir aceptante, por haber prohibido el librador que la
letra sea presentada a la aceptación, éste es el obligado principal
-supuesto que equivale al de la letra girada contra el propio librador
(art. 4.b LCCH)-. Se excluyen de este supuesto de ejercicio de la
acción de regreso antes del vencimiento las letras de cambio a un
plazo desde la vista y las letras domiciliadas ya que respecto de ellas
no puede prohibirse la presentación a la aceptación (cfr. art. 26.2
LCCH).
En lo referente al modo de resolver la no inclusión de la quita y
espera, y a la acreditación, a efectos de la reclamación anticipada, de
las situaciones de insolvencia, nos remitimos a lo ya dicho en el
supuesto anterior.

En los dos últimos supuestos citados de regreso anterior al


vencimiento, los demandados podrán obtener del Juez un plazo para
el pago que, en ningún caso, excederá del día del vencimiento de la
letra (art. 50.3 LCCH).

153
.- Sobre esta cuestión, vid. supra Capítulo Tercero, págs. 289 a 291.
370

C) Solicitud al Juez de aplazamiento del pago.

A nuestro entender, puede afirmarse que el art. 50.3 LCCH ha


modificado la sustanciación del juicio ejecutivo cambiario. De
conformidad con el índice que guía nuestro trabajo, su estudio debería
llevarse a cabo en el Capítulo Quinto, dedicado al análisis de las
especialidades procesales introducidas por la LCCH. No obstante, por
ser una especialidad ligada a unos supuestos muy concretos,
entendemos que debe ser estudiada en íntima conexión con éstos. Este
es el principal motivo por el que destinamos las siguientes líneas a la
determinación de cuál debe ser el tratamiento procesal de la solicitud
de plazo ex art. 50.3 LCCH.

Si buscamos el encaje óptimo de lo dispuesto por el art. 50.3


LCCH en la sustanciación prevista para el juicio ejecutivo por la
LEC154, únicamente podemos señalar que la norma de la LCCH
otorga al deudor la posibilidad de ejercitar, frente al requerimiento de
pago, una conducta distinta de las establecidas por la LEC. En efecto,
según la LEC, el deudor ante el requerimiento de pago puede adoptar
alguna de las siguientes actitudes: pagar en el acto (art. 1445 LEC),
no pagar (art. 1442 LEC), consignar la cantidad reclamada (art. 1446
LEC). Pues bien, además de lo anterior, cuando el acreedor ejercite la
acción cambiaria de regreso en los supuestos concretos de los
apartados b) y c) del art. 50.2 LCCH, el deudor puede solicitar al Juez
que le otorgue un plazo para el pago. En ningún caso, dicho plazo
excederá del día del vencimiento de la letra de cambio o del pagaré.
Puede entenderse que el fundamento de la solicitud de plazo reside en
que los obligados en vía de regreso no podían prever que el obligado
directo y principal instara un expediente de suspensión de pagos, o
que, respecto de éste, se siguiera un proceso concursal o resultara
infructuoso el embargo de sus bienes. Pero dejando a un lado lo que

l54
.- Por suponer una desviación del objeto de nuestro estudio, no vamos a detenernos en
examinar la otra alternativa que permite la letra y la colocación sistemática del art. 50.3
LCCH; esto es, la solicitud de plazo en el marco del juicio declarativo ordinario.
371

se acaba de decir sobre el art. 50.3 LCCH, que es más bien poco, nada
nuevo puede añadirse que goce de un expreso respaldo legal.

A falta de indicaciones legales, se le plantean al intérprete


cuestiones relativas, v. gr. al momento en que puede solicitarse el
aplazamiento del pago, a la tramitación que, en su caso, deba
seguirse, a la clase de resolución que resuelva sobre dicha solicitud, y
a los recursos que pueden interponerse contra dicha resolución.

Sabemos que si concurren los presupuestos procesales (art.


1439 LEG), el título es regularmente formal (art. 1429.4° LEG), se
acompañan a la demanda los documentos que establece la ley, se
cumplen las condiciones de admisibilidad del juicio ejecutivo (art.
1435 LEG), y se acredita la situación de crisis económica del librado,
o del aceptante, o del librador (art. 50.2. b y c), el Juez debe dictar
auto despachando ejecución (art. 1440 LEG).

Por tanto, es razonable entender que la petición de plazo, ex art.


50.3 LCCH, tendrá lugar al tiempo del requerimiento de pago. Su
estimación no puede provocar, como se ha indicado, la suspensión de
la diligencia de requerimiento de pago, embargo y citación de
remate155. El agente judicial no está facultado para suspender dicha
diligencia 156. Su función consiste en proceder al embargo de bienes
del deudor si éste no paga en el acto del requerimiento de pago (art.
1442 LEG y 487 LOP J). Por consiguiente, el embargo subsistirá
aunque deberá suspenderse el procedimiento; es decir, no se dictará
sentencia de remate.

l55
.- ORTIZ NAVACERRADA, "Aspectos procesales-ej ecuti vos de la Ley 19/1985, de
16 de julio, Cambiaria y del Cheque" (y II), en Actualidad civil, núm. 8, diciembre 1985.
pág. 422.
156
.- Ahora bien, la suspensión de la diligencia de requerimiento de pago, embargo y
citación de remate podría producirse si el deudor hubiera sido informado del despacho de
la ejecución y hubiera presentado la solicitud de plazo antes de formalizarse la
mencionada diligencia. Puede entenderse que en este caso se paralizarían las actuaciones
ejecutivas del art. 1442 LEC.
372

El Juez resolverá de plano y dictará un auto estimando o


desestimando la petición del deudor. Se dictará un auto, pues es esta
clase de resolución -salvo si la ley indica expresamente que ha de
dictarse sentencia- la que, de conformidad con las normas procesales,
resuelve las cuestiones incidentales, surgidas durante la tramitación,
que afectan a intereses de las partes dignos de protección y que
exigen una cumplida motivación (art. 369 LEG y arts. 245.1.b y 248.2
LOP J) 157. Se ha afirmado que al constituir el otorgamiento de plazo
una facultad discrecional del Juez, el auto no es recurrible 158. A
nuestro entender, la impugnación del auto depende del sentido del
fallo. Frente a la resolución denegatoria del plazo no cabe recurso l59.
No obstante, contra la resolución estimatoria el ejecutante puede
recurrir en apelación (art. 382 LEG) ya que el otorgamiento de plazo
le causa un perjuicio.

Si la petición tuviera lugar en un momento posterior y fuera


estimada, no se producirán otros efectos que la suspensión del juicio
ejecutivo y, en su caso, del procedimiento de apremio por el tiempo
del plazo concedido. No obstante, cabe entender que la solicitud de
aplazamiento del pago presupone el reconocimiento de la deuda. En
este sentido, no resulta infundado sostener que el Juez no debería
acceder a la solicitud de plazo si ésta tiene lugar con posterioridad a la
alegación de motivos de oposición a la ejecución.

La facultad de los demandados en vía de regreso de solicitar la


concesión de un plazo para el pago no está prevista ni en el art. 43
LUG, ni en el art. 50 Legg. camb., ni tampoco en el art. 43 WG

157
.- Según GUTIERREZ GONZALEZ (Las resoluciones inlerlocutorias en el proceso
civil. Sistema de recursos, Madrid, 1991, pág. 18) los autos resuelven aquellas cuestiones
"en las que entran en juego elementos claros de decisión, y en consecuencia, se pueden
derivar efectos sobre las cargas y los derechos de las partes".
l58
.- Cfr. ORTIZ NAVACERRADA "Aspectos procesales-ej ecuti vos de la Ley 19/1985,
de 16 de julio, Cambiada y del Cheque" (II), cit., pág. 422.
159
.- Aun cuando debe señalarse que este auto podría recurrirse si se alegara la
vulneración del art. 50.3 LCCH: el Juez deniega la petición del ejecutado por entender
que no se dan los supuestos de hecho contemplados en el art. 50.2 b) o c).
373

(preceptos que regulan el ejercicio de la acción de regreso antes del


vencimiento). En cambio, sí que se contempla dicha facultad en el art.
147 del Code de commerce francés, en el que se dispone:

"Toutefois, les garants contre lesquels un recours est exercé


dans les cas prévus par les derniers alinéas 2° et 3° qui
précèdent pourront, dans les trois jours de l'excercice de ce
recours adresser au président du tribunal de commerce de
leur domicile une requête pour solliciter des délais. Si la
demande est reconnue fondée, l'ordonnance fixera l'époque
à laquelle les garants seront tenus de payer les effets de
commerce dont il s'agit, sans que les délais ainsi octroyés
puissent dépasser la date fixée pour l'échéance.
L'ordonnance ne sera susceptible ni d'opposition ni
d'appel"160.

Debe reconocerse el mayor rigor de la norma transcrita respecto


de la contenida en el art. 50.3 LCCH. En aquélla se establece de
forma expresa el plazo para interponer la petición de aplazamiento
(tres días desde el ejercicio de la acción cambiaria antes del
vencimiento), la tramitación (ordonnances sur requête, arts. 493 a
498 n. Cpc) y la naturaleza de la resolución que resuelve sobre la
solicitud 161.

l60
.- Los supuestos previstos en los párrafos 2° y 3° del art. 147 Code de commerce son
los siguientes: "2° Dans les cas de faillite (redressement judiciaire) du tiré, accepteur ou
non, de cessation des payements même non constatée par un jugement, ou de saisie de
ses biens demeurée infructueuse; 3° Dans les cas de faillite (redressement judiciaire) du
tireur d'une lettre non acceptable".
161
.- Vid. al respecto, ROBLOT, Traité de Droit commercial, II, cit., pág. 224.
374

V. A MODO DE APÉNDICE: INEXIGIBILIDAD DE


NOTIFICACIÓN PREVIA AL DEUDOR CAMBIARIO DE LA
CANTIDAD DEBIDA.

No puede darse por concluido el presente Capítulo dedicado a


los presupuestos del juicio ejecutivo cambiario sin hacer una breve
referencia -o, mejor, una precisión- al precepto del párrafo quinto del
art. 1435 LEC. La Ley de Medidas Urgentes de Reforma Procesal de
1992 modificó el citado precepto y le dio la redacción siguiente:

"En los casos a los que se refiere el párrafo anterior, la


entidad acreedora deberá notificar previamente al deudor o
al fiador el importe de la cantidad exigible".

La nueva redacción ha sido oportuna y clarificadora, al menos


en lo que al ejercicio de la acción cambiaría ejecutiva se refiere. Del
tenor literal de la norma transcrita, se deduce que la notificación
previa de la cantidad exigible sólo es preceptiva cuando el título
ejecutivo es una escritura pública o una póliza en que se contenga un
contrato mercantil otorgado por una Entidad de crédito, ahorro o
financiación 162. Y, decimos que la modificación ha sido clarificadora,
porque en base al anterior art. 1435.5 LEC, en el que se establecía:
"En el caso de que la acción se dirija contra un fiador será preciso
haberle notificado previamente el saldo deudor", se había intentado
condicionar el despacho de la ejecución contra el avalista del librado
a la notificación previa del impago de la letra. No obstante, la
reacción ante la anterior tendencia ha sido clara y rotunda:

"... tampoco puede afirmarse la necesidad de notificación


sobre la base del artículo 1435 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil, porque: a) como norma general no sería aplicable
existiendo una normativa especial cambiaria, b) Porque el
último párrafo del artículo 1535 (sic) guarda evidente

162
.- El ámbito de aplicación del art. 1435.5 LEC se analiza con rigor por FERNANDEZ,
RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., págs. 81 a 92.
375

relación con los contratos bancarios que se citan en el


párrafo anterior y a tal conclusión se llega no sólo por
interpretación sistemática, sino por interpretación lógica,
porque la cuantifícación ejecutiva de una letra de cambio es
concreta, precisa y prefijada por la ley cambiaría en su
artículo 58, careciendo de sentido una hipotética necesidad
de determinación y notificación de saldo alguno ..." (SAP
de Barcelona, Secc. 16a, de 5 de febrero de 1991; RGD,
núm. 564, septiembre 91, pág. 8189)163.

En apoyo de lo expresado en la anterior sentencia, sólo cabría


añadir que, en rigor, las instituciones jurídicas de la fianza y del aval
cambiario no son equivalentes 164. Y, por si todavía pudiera surgir
alguna duda, conviene recordar que la LCCH ha establecido, en
materia de comunicaciones, un régimen jurídico radicalmente distinto
al previsto por el art. 517 CCom. De acuerdo con lo dispuesto en el
último párrafo del art. 55 LCCH, el incumplimiento de la obligación
de comunicar la falta de aceptación o de pago por parte de quien esté
legalmente obligado a ello, aun cuando puede comportarle una
reclamación por daños y perjuicios, no le priva de sus posibles
derechos cambíanos 165.

163
.- Vid. asimismo, SAT de Albacete, de 19 de julio de 1988 (RGD, núms. 541-42, oct.-
novbre. 1989, vol. II, págs. 7608 y 7609); SAP de Barcelona, Secc. 11a, de 28 de julio de
1993 (Revista Jurídica de Catalunya, Jurisprudencia, 1994, núm. 1, págs. 147 y 148).
I64
.- Sobre las diferencias que median entre el aval cambiario y la fianza, vid. por todos,
POLO, "Innovaciones fundamentales de la nueva Ley Cambiaria y del Cheque", cit., lug.
cit., pág. 63; y AÑOVEROS TRIAS DE BES, El aval cambiario, Madrid, 1990, págs. 63
a 66.
l65
.- Cfr. SAP de Jaén, de 16 de septiembre de 1991 (RGD, núms. 577-578, otc.-novbre.
92, págs. 10907 y 10908).
376

CAPITULO QUINTO.

ESPECIALIDADES PROCESALES INTRODUCIDAS


POR LA LEY CAMBIARÍA Y DEL CHEQUE.

I. NOTAS PREVIAS.

El examen de las novedades que la LCCH ha introducido en el


juicio ejecutivo cambiario no se desarrollará conforme al orden
numérico de los preceptos que las regulan, sino atendiendo a un orden
procesal; esto es, teniendo en cuenta su articulación en la serie o
sucesión jurídicamente regulada de actos que configuran el citado
juicio.

La protección del acreedor cambiario ha sido la base sobre la


que se asienta la LCCH en un intento de recobrar la credibilidad de la
letra de cambio. Tal finalidad se manifiesta en un gran número de
medidas adoptadas por la LCCH y, en particular, en el régimen de
responsabilidad cambiaría.

Siguiendo las orientaciones de la Legislación Uniforme de


Ginebra, en concreto de su art. 47', y como se declara en la

'.- En el art. 47 LUG se dispone que: "Todos los que libran, aceptan, endosan o avalan
una letra de cambio, quedan obligados solidariamente con el portador. El portador tiene
derecho a accionar contra todas esas personas, individual o colectivamente, sin necesidad
de observar el orden en que se obligaron. El mismo derecho tiene todo signatario de una
letra de cambio que ha reembolsado su valor. Dirigida la acción contra uno de los
377

Exposición de Motivos de la LCCH 2, el art. 57 LCCH subraya el


carácter solidario de las obligaciones cambiarías aproximándose al
régimen general de la solidaridad establecido en el CC 3. Se ha
atribuido al acreedor cambiario un ius electionis y un ius variandi sin
ningún tipo de límite. Otra cosa es, como veremos, que ambos
derechos puedan ejercitarse, en toda su amplitud, en el juicio
ejecutivo cambiario.

La doctrina mercantil ha resaltado la mayor protección que la


LCCH otorga al tenedor de un título cambiario al permitirle
interponer, conjuntamente, la acción directa y la de regreso 4. Como
es sabido, el art. 516 CCom no sólo no permitía el ejercicio conjunto
de ambas acciones, sino que ni tan siquiera contemplaba la
posibilidad de demandar a más de un obligado en vía de regreso. A su
vez, condicionaba y limitaba el ejercicio del ius variandi del tenedor.
En efecto, el art. 516 CCom después de enumerar como legitimados
pasivos al aceptante, librador y endosantes añadía que "intentada la
acción contra alguno de ellos, no podrá dirigirla contra los demás sino
en caso de insolvencia del demandado"5.

Asimismo, el fortalecimiento de la posición jurídica del


acreedor cambiario exigía, según el legislador, "un nuevo cauce

obligados, ello no impide accionar contra los otros, aunque sean posteriores a aquél que
fue primeramente perseguido".
2
.- Sobre el régimen de responsabilidad cambiaria, la Exposición de Motivos de la LCCH
dice lo siguiente: "Otro mecanismo fundamental para reforzar la garantía del tenedor es
el establecimiento de la solidaridad pasiva absoluta de los deudores cambiarios, a los
que, con independencia de su posición en el título se podrá demandar conjunta o
separadamente".
3
.- Cfr. SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 9 de octubre de 1990 (RGD, núms.
574-75, julio-agost. 92, págs. 7739 y 7740).
4
.- Vid. por todos, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit., lug.
cit., pág. 666.
5
.- Los supuestos en los que el acreedor podía ejercitar el ius variandi se inferían de lo
dispuesto en los arts. 516 y 518 CCom: excusión en los bienes del demandado o
acreditación de la insolvencia total o parcial de éste. Cfr. OLIVENCIA RUIZ, ""lus
variandi" del titular de la acción cambiaria en caso de quiebra del demandado",
(Comentario a la Sentencia del Tribunal Supremo de 30 de septiembre de 1959), en
Anuario de Derecho Civil, tomo XIII-I, enero-marzo, I960, passim.
378

procedimental para el juicio ejecutivo cambiario" 6. El nuevo cauce


procedimental para el juicio ejecutivo cambiario viene especialmente
determinado por el alzamiento del embargo que puede decretarse al
amparo del art. 68 LCCH. Sin embargo, debe señalarse que en este
punto se constata la más absoluta contradicción entre el propósito
perseguido por la LCCH y la realidad, ya que la posibilidad de que se
alce el embargo origina, de forma clara, una enervación de la eficacia
del juicio ejecutivo cambiario.

Por otra parte, como han puesto de relieve reconocidos


juristas7, el alzamiento del embargo ha producido una
desnaturalización del juicio ejecutivo, de tal manera, que podemos
afirmar que nos hallamos ante una especialidad respecto de un
proceso especial de ejecución. Seguimos, por tanto, en la misma línea,
iniciada hace ya muchos años, consistente en aumentar,
innecesariamente, el número de procesos especiales. Esta forma de
actuar ya fue, en su tiempo, censurada:

"Examinando con atención el panorama legislativo y


doctrinal del derecho procesal civil, hoy, y en cualquier
país, se encuentra, como un rasgo común de significación
importante, el de la aparición y desarrollo, cada vez en
mayor número, de una serie abundante de tipos particulares
de procesos al lado de las formas generales y ordinarias que
componen el cuadro total de la Administración de Justicia
civil. (...); pero lo que no era en el pasado sino concesión
limitada a un reducido número de materias, se ha
convertido hoy en un supuesto de- aplicación corriente y
normal, hasta el extremo de que, en su conjunto, los
procesos especiales constituyen la forma ordinaria de pedir
justicia, y la vía común queda relegada casos cada vez más
raros e infrecuentes de utilización. (...). El exagerado
número de los procesos civiles especiales plantea
problemas constantes de competencia y de adecuación del
procedimiento al caso concreto que se quiere resolver, pues,
6
.- Vid. Exposición de Motivos de la LCCH.
1
.- Vid. supra, Capítulo Primero, pág. 39.
379

en presencia de cada hipótesis particular, es preciso pasar


una fatigosa revista a la serie de los procesos civiles
especiales hasta tener la seguridad de que se ha encontrado
aquel que objetivamente corresponde; (...)"8.

Más de cuarenta años después, las palabras del profesor


GUASP son plenamente vigentes lo que demuestra la incapacidad o
involuntariedad del legislador actual de poner remedio a la situación
denunciada, pues, ha contado y cuenta con la colaboración de
reconocidos procesalistas que muestran cuál es el camino a seguir.

A partir de la reforma de la LEC en agosto de 1984, el


legislador ha hecho caso de las críticas vertidas sobre la multiplicidad
innecesaria de procesos especiales y, al regular diversas instituciones
jurídicas de derecho material, dispone que la tutela judicial de las
mismas se otorgue a través de un determinado cauce procesal: el
juicio ordinario de menor cuantía. A modo de ejemplo, pueden citarse
las siguientes normas: Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes; Ley
32/1988, de 10 de noviembre, de Marcas; Ley 34/1988, de 11 de
noviembre, General de Publicidad; Real Decreto Legislativo
1564/1989, de 22 de diciembre, por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley de Sociedades Anónimas; Ley 3/1991, de 10 de
enero, de Competencia desleal. Ahora bien, el cambio de política
legislativa ha derivado en una situación aún más confusa que la que
trataba de mejorar. En efecto, en las citadas leyes se contienen una
serie de preceptos procesales que no sólo desdibujan, en gran parte, la
estructura del juicio ordinario de menor cuantía (arts. 680 y ss. LEC),
sino que incluso no respetan las reglas establecidas en la LEC para
determinar el juicio declarativo que corresponde a cada caso 9.
8
.- GUASP, "Reducción y simplificación de los procesos civiles especiales", en Anuario
de Derecho civil, tomo IV, fase. II, abril-junio 1951, págs. 411 y 412. La proliferación
injustificada de procesos especiales, y la necesidad de suprimir todos aquellos que no
estuvieran basados en razones jurídico-procesales, fue también denunciada por HERCE
QUEMADA, "La proliferación de tipos procedimientales civiles en primera instancia",
cit., lug. cit., págs. 119 y ss.
9
.- Esta situación ya fue puesta de relieve por BERCOVITZ (La nueva Ley de patentes.
Ideas introductorias y antecedentes, Madrid, 1986, pág. 75) quien no encontraba
380

La última de las especialidades procedimentales introducidas


por la LCCH que afectan al juicio ejecutivo cambiario es la relativa a
las excepciones . La legislación mercantil recupera con la LCCH la
regulación en materia de excepciones cambiarías que había perdido
definitivamente en 1885. Por tanto, en esta materia, se vuelve a una
situación parecida a la prevista en el CCom de 1829, en cuyo art. 545
se relacionaban las excepciones que eran admitidas contra la acción
ejecutiva cambiaria 10. La influencia de los mercantilistas es, también
en este tema, fácilmente perceptible. Sin embargo los resultados de
esta influencia no pueden valorarse, desde el Derecho procesal, de
manera positiva.

En efecto, la interferencia del Derecho sustantivo en el Derecho


procesal ha sido de tal entidad que no sólo ha rebasado los límites
teóricos de su eficacia jurídica, sino que, además, ha consagrado en el
art. 67 LCCH un importante error de técnica procesal. Y es que
conforme a lo dispuesto en el art. 49 LCCH, la acción cambiaria
puede ejercitarse tanto en vía ejecutiva como en vía ordinaria. En el
supuesto de que el acreedor opte por la vía ordinaria, la acción
cambiaría se sustanciará por los cauces del proceso declarativo
ordinario que corresponda a la cuantía reclamada, ya que un proceso
declarativo especial ratione materiae no tiene, en nuestro
ordenamiento procesal, existencia jurídica (art. 481 LEC). Por esto, la
norma del art. 67 LCCH al disponer que "frente al ejercicio de la

justificación al hecho de que una acción por violación de una patente, en la que se
exigiera una indemnización superior al límite cuantitativo máximo del juicio declarativo
de menor cuantía, debiera ventilarse por los cauces de dicho procedimiento y no por los
del juicio declarativo de mayor cuantía como exige el art. 483 LEC. Sobre esta cuestión,
vid. BARONA VILAR, Competencia desleal. (Normas procesales en la Ley 3/1991, 10
enero, de Competencia desleal), Valencia, 1991, págs. 69 y 70; y también de esta misma
autora, Protección del Derecho de marcas. (Aspectos procesales), 1a ed., Madrid, 1992,
págs. 55 y 56.
10
.- Vid. supra, Capítulo Primero, págs. 23 y 24.
Debe señalarse, no obstante, que la pérdida ya se había producido con
anterioridad, pues el art. 1465 LEC de 1881 establecía las excepciones que podían
oponerse a la ejecución por letras de cambio.
381

acción cambiaría sólo serán admisibles las excepciones enunciadas en


este artículo" resulta enormente perturbadora, pues, un proceso
declarativo ordinario no puede ser a la vez plenario y sumario ' '.

No obstante, la jurisprudencia ha intentado paliar la falta de


coherencia procesal del legislador y ha declarado que a la acción
cambiaria,

"... ejercitada no a través de la vía ejecutiva sino por el


procedimiento declarativo, es obvio que no son aplicables
las limitaciones que a tenor del carácter formalista de la
cambial establece la Ley Cambiaria y del cheque de 17 (sic}
de julio de 1985; sino que por el contrario, dada la amplitud
que los juicios declarativos llevan consigo, es posible en
ellos la discusión completa del asunto con el consiguiente
examen del contrato causal subyacente, en virtud del cual
fue puesta la letra de cambio en circulación, por lo que, en
principio, puede oponer la parte demandada también,
además de las excepciones cambiarías, todas aquéllas que
deriven de la relación contractual que desde fuera de la letra
constituyen su verdadera causa debendi" (SAP de Madrid,
Secc. 13a, de 27 de enero de 1992; RGD, núm. 573, junio
92, pág. 5798).

Pero los problemas más relevantes se presentan en sede de


juicio ejecutivo cambiario. La amplitud del ámbito de la oposición a
la ejecución, en la que no sólo pueden hacerse valer los motivos
derivados del negocio jurídico causal o subyacente, sino de cualquier
otro existente entre tenedor y deudor, provoca dudas sobre la
naturaleza del citado juicio 12; sobre la admisión de algunos motivos

".-Un proceso sumario, en sentido estricto, es aquél en el que se limitan las alegaciones
del actor y/o del demandado, así como los medios de prueba. Como consecuencia del
conocimiento limitado que adquiere el Juez, la sentencia que pone fin a las instancias de
dicho proceso no tiene fuerza de cosa juzgada material. Posteriormente, cabe promover
un proceso ordinario sobre el mismo objeto sin vinculación a la sentencia recaída en el
proceso sumario. Cfr. DE LA OLIVA SANTOS, Derecho procesal civil, IV, cit., pág.
141.
12
.- Así, se ha declarado que, la inexistencia de límites en la alegación de excepciones
basadas en las relaciones recíprocas entre acreedor y deudor cambiario, produce un
382

de oposición que, en abstracto, se entienden incluidos en el art. 67


LCCH 13; y sobre la eficacia de alguna norma procesal reguladora del
juicio ejecutivo 14.

Tampoco desde la óptica del Derecho cambiario el régimen de


excepciones, establecido por el art. 67 LCCH, se halla libre de
críticas. Las objeciones se centran en la extrema amplitud del
incidente de oposición a la ejecución, así como en la pérdida del
carácter abstracto del título cambiario -ocasionada por la posibilidad
de que el deudor cambiario pueda oponer válidamente excepciones
personales al tenedor-. Estas circunstancias impedirán que pueda
ofrecerse al acreedor cambiario una adecuada protección jurídica 15.

cambio en su naturaleza jurídica: "En cierto modo el juicio ejecutivo cambiario actual se
aleja propiamente de su naturaleza de proceso de ejecución y se aproxima a otro de tipo
declarativo, uno especial derivado de la letra de cambio" (SAP de Barcelona, Secc. 14a,
de 21 de diciembre de 1991; RGD, núm. 576, septiembre 92, pág. 8921). Vid. supra,
Capítulo Primero, pág. 61.
13
.- V. gr. cumplimiento defectuoso (exceptio non rite adimpleti contradits). Vid. infra,
págs. 506 a 508.
14
.- V.gr. se ha cuestionado la eficacia del art. 1479 LEG: "(...); y ello es aplicable tanto
en vía declarativa como ejecutiva, ya que las excepciones que se mencionan en el
artículo 67 no condicionan la ejecutividad del artículo 66. Todo ello hace que este
tribunal tenga que entrar inevitablemente en el fondo litigioso. Y si se entra en el fondo
litigioso por expresa disposición de la Ley, ello significa que el procedimiento ejecutivo
cambiario es cauce legal suficiente para debatir esta cuestión y por lo tanto tiene que
producir el efecto de cosa juzgada" (SAP de Barcelona, Secc. 16a, de 25 de julio de 1991;
RGD, núms. 577-78, mayo 92, pág. 4613).
15
.- Cfr. al respecto, SERRA MALLOL, Ley cambiaria y del cheque. Teoría y aplicación
práctica, Madrid, 1986, págs. 74 y 75.
383

IL LA RESPONSABILIDAD SOLIDARIA DE LOS


OBLIGADOS CAMBIARIOS ESTABLECIDA EN EL
ARTICULO 57 DE LA LEY CAMBIARIA Y DEL CHEQUE.

1. Consideraciones generales.

Por desbordar ampliamente los límites de nuestro trabajo, no


entraremos a analizar la naturaleza jurídica de la relación entre los
obligados cambíanos. Tampoco nos pronunciaremos sobre si la
expresión solidaridad cambiaria, empleada por el art. 57 LCCH, es
técnicamente correcta. Esta postura no debe interpretarse como una
falta de rigor científico derivada de una escasa ponderación del tema.
Todo lo contrario, conocedores de la complejidad que conlleva el
confrontar la regulación prevista en la LCCH con la establecida en el
CC para las obligaciones solidarias, y más concretamente para la
solidaridad pasiva, principalmente por las divergencias que entre
ambas regulaciones existen 16 -como lo demuestra el hecho de que la
doctrina mercantil no mantiene una posición uniforme respecto a la
calificación jurídica de la relación entre los obligados cambiarios 1?-,

16
.- Aun cuando debe señalarse que las normas del art. 57 LCCH, han eliminado la casi
totalidad de las diferencias en la relación externa del acreedor con los deudores (persiste
la diferencia relativa a la interrupción de la prescripción; cfr. arts. 89 LCCH y 1974 CC)
al conceder aquéllas al acreedor cambiario el ius electionis y el ius variandi. Ambos
derechos le eran negados por los arts. 516 y 518 CCom. Así, se ha declarado que en la
relación externa "..., la solidaridad cambiaria se asimila a la común, permitiéndose la
posibilidad de ejercitar conjunta y simultáneamente la acción directa y la de regreso, si
bien esta última deberá cumplir para que prospere los requisitos para ella establecidos
según los casos", (SAP de Santa Cruz de Tenerife, Secc. 1a, de 9 de octubre de 1990;
RGD, núms. 574-75, julio-agost. 92, págs. 7739 y 7740).
Las diferencias más relevantes entre la solidaridad cambiaria y la de Derecho
civil se observan en la relación interna entre los deudores. Aunque, debería puntualizarse
que en tema de solidaridad cambiaria no cabe hablar de relaciones internas en sentido
estricto entre los obligados cambiarios, pues no existe una relación distributiva entre
ellos (cfr. RUBIO, Derecho cambiario, cit., pág. 384.
l7
.- OTERO LASTRES ("Reflexiones sobre la solidaridad cambiaria", en Anales de la
Academia Matritense del Notariado, tomo XXIX, 1990, págs. 37 y ss.) afirma que las
relaciones entre los obligados cambiarios encaja en la estructura de las obligaciones
solidarias pasivas no uniformes del Derecho civil. Otros autores, entre ellos,
GARRIGUES (Curso de Derecho mercantil, tomo I, págs. 918 a 921), VICENT
384

entendemos que debemos ceñir las consideraciones de Derecho


cambiario, en el tema que ahora nos ocupa, en primer lugar, al modo
en que se estructuran las relaciones entre los obligados cambíanos
(vertiente estática) y, en segundo término, al régimen jurídico de la
responsabilidad cambiaría regulado en el art. 57 LCCH (vertiente
dinámica). En definitiva, el estudio de las consecuencias jurídico-
procesales de la responsabilidad cambiaría, ex art. 57 LCCH, no tiene,
a nuestro entender, como presupuesto ineludible el plantear, y
resolver, si la relación entre los obligados cambiarios se ajusta a
alguno de los tipos de obligación con pluralidad de deudores que
conoce el Derecho civil.

Desde una vertiente estática, puede distinguirse, en una letra de


cambio, entre obligados cambiarios principales y obligados
1A
cambiarios de garantía . El librado, al aceptar, asume la obligación

CHULIA (Compendio crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., págs. 715 a 718),
ALONSO SOTO ("El pago de la letra de cambio", cit., lug. cit., págs. 654 y 655) y
CALAVIA y BALDO (Letra de cambio, cit., págs. 352 a 354) califican la solidaridad
cambiaria de solidaridad especial, incluso imperfecta (GARRIGUES), dotada de
sustantividad propia; esto es, característica del Derecho cambiario. Según GARRIGUES,
el hecho de que el acreedor pueda dirigirse contra el librador o contra cualquiera de los
endosantes no arguye la existencia de una verdadera solidaridad entre ellos, sino que se
funda en que el acreedor lo es de varias deudas distintas, tantas como firmas haya en la
letra. En resumen, no hay concurrencia de dos o más deudores en una obligación (como
dice el art. 1137 CC), sino concurrencia de varias obligaciones en un mismo título. Para
explicar por qué el pago de un obligado en vía de regreso libera a los firmantes
posteriores, pero no a los anteriores, acude a la institución de la fianza solidaria entre
deudores. En esta misma línea se mantiene CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio
ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs. 886 y ss.), quien considera que, mientras en las
obligaciones solidarias existe un único derecho y una única obligación, en la solidaridad
cambiaria hay tantas obligaciones como personas obligadas. No obstante, esta diferencia
debe ser matizada, pues, reconocidos civilistas afirman que en la solidaridad de Derecho
civil hay una pluralidad de obligaciones "si bien conexionadas por la unidad o
comunidad de fin o interés económico, por la unidad de objeto (prestación) y de la causa"
(JORDANO BAREA, "Las obligaciones solidarias", en Anuario de Derecho Civil, tomo
XLV, fase. III, julio-septiembre 1992, págs. 850 a 854). Vid. en el mismo sentido, SOTO
NIETO, "Caracteres fundamentales de la solidaridad pasiva", en Revista de Derecho
Privado, julio-agosto, 1980, págs. 785 a 790. Por su parte, DIEZ-PICAZO (Fundamentos
del Derecho civil patrimonial, II, cit., pág. 206) admite que la articulación de la relación
solidaria entre deudores es compleja, ya que se realiza a través de vínculos distintos;
ahora bien, concluye que la relación obligatoria en la solidaridad pasiva es una sola.
18
.- No nos referiremos al supuesto de concurrencia de dos o más sujetos en una
declaración cambiaria (v. gr. pluralidad de aceptantes, art. 44 LCCH), pues, entre ellos
385

cambiaria principal cuyo contenido es el pago de la letra de cambio a


su vencimiento (art. 33 LCCH). Así, cuando paga se extinguen todas
las relaciones jurídicas vinculadas al título, pues, el librador y los
endosantes son meros responsables del buen fin de la letra; son, por
tanto, obligados cambíanos de garantía 19.

La naturaleza de la obligación que el librador contrae con su


firma se desprende del art. 11 LCCH, en el que se establece que el
librador garantiza la aceptación y el pago, y si bien puede eximirse de
la garantía de la aceptación20, "toda cláusula por la cual se exonere de
la garantía del pago se considerará como no escrita". A pesar de la
dicción literal del art. 11 LCCH, el librador no es siempre un obligado
de garantía: si el librado no acepta -lo que no impide que le sean
presentadas las letras y que incluso pague- el librador se convierte en
obligado principal; esto es, es responsable último del pago. En este
sentido, cuando el librado acepta sólo una parte de la deuda
cambiaria, el aceptante se convierte en obligado principal en lo que se
refiere a la suma aceptada. Del resto de la suma cambiaria, el
obligado principal es el librador.

Además del librador en las letras de cambio aceptadas, son


obligados de garantía aquellos sujetos que se incorporan a la letra con
posterioridad a aquél. Estos son: los endosantes, mediante un endoso

no tiene lugar la acción cambiaria. Así, cuando el pagador es uno de los obligados de
igual grado, si exige el reintegro a los coobligados, habrá que estar a lo que se derive de
las relaciones extracambiarias que medien entre ellos, siendo de aplicación, a falta de
pacto expreso, la normativa del CC. Vid. por todos, VIGENT CHULIA, Compendio
crítico de Derecho mercantil, tomo II, cit., pág. 717.
Sobre esta cuestión puede consultarse la STS (Sala 1.a), de 4 de junio de 1976
(RAJ 2629), en la que se declara: "(•••) los coobligados al pago de una letra de cambio
comprendidos dentro del mismo grado, aunque son entre sí deudores solidarios, no lo son
cambiarios, pues las relaciones jurídicas que entre ellos existan se regulan en atención al
contrato causal que les ligue, o, en su defecto, y según la doctrina científica, por las
reglas del Derecho Civil existentes sobre las obligaciones solidarias, (...)".
19
.- No debe entenderse, sin embargo, que sean deudores cambiarios subsidarios con
respecto al aceptante, ya que no gozan del beneficio de excusión.
20
.- La cláusula de no responsabilidad por falta de aceptación impide que se desencadene
frente al librador el regreso anticipado previsto en el art. 50.2 LCCH (vid. supra,
Capítulo Cuarto, págs. 363 y ss.)
386

pleno y sin restricciones, art. 18 LCCH; los avalistas, art. 37 LCCH 21


y los interventores, arts. 73 y 77 LCCH.

En cuanto al pagaré, el firmante asume la obligación cambiaría


principal (art. 97 LCCH); esto es, su pago extingue la deuda
cambiaría. Los restantes elementos personales que pueden intervenir
en un pagaré son obligados cambiarios de garantía (cfr. art. 96
LCCH).

Por lo que respecta al cheque es conveniente distinguir entre


sus distintos tipos. En el cheque nominativo con la cláusula "no a la
orden" u otra equivalente, la responsabilidad cambiaría por la falta de
pago corresponde esencialmente al librador, pues, los sucesivos
transmitentes están sometidos a las normas de Derecho común (art.
120.3 LCCH). Para el caso de que la obligación del librador estuviese
avalada, el avalista responde de igual manera que el librador (art. 133
LCCH). En el cheque a la orden, librador, endosantes y avalistas son
obligados cambiarios de igual grado y, por tanto, corresponsables del
pago del cheque (art. 120.2 LCCH). No obstante, existe alguna
diferencia entre la responsabilidad que tiene el librador y la que
incumbe a los endosantes. El librador no puede eximirse de garantizar
el pago (art. 118 LCCH), mientras que los endosantes pueden excluir
su responsabilidad mediante la inserción en el título de un cláusula en
este sentido (art. 124 LCCH). Y, por último, en el cheque emitido al
portador la responsabilidad derivada de la falta de pago del mismo
por parte de librado recae exclusivamente sobre el librador y, en su

21
.- El avalista del obligado principal no se convierte, por este hecho, en obligado
principal. De conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del art. 37 LCCH, si se
ejercita la acción cambiaria contra el avalista del aceptante, aquél puede reclamar el pago
a este último. Esta consecuencia jurídica no contradice el principio de accesoriedad del
aval que establece el art. 37.1 LCCH ("El avalista responde de igual manera que el
avalado") y que se hace patente incluso en el ámbito procesal. Así, en la STS (Sala 1a.),
de 2 de abril de 1990 (RAJ 2688) se declara que es competente para conocer de la acción
cambiaria, interpuesta contra un avalista, el Juez del lugar del cumplimiento de la
obligación según el título, aunque sea distinto del Juez del domicilio del avalista.
387

caso, sobre su avalista, ya que los eventuales tenedores del título no


dejan, en él, signos de su intervención (art. 120.1 LCCH).

Desde una perspectiva dinámica, el art. 57 LCCH regula el


modo de hacer efectiva la responsabilidad de los obligados
cambiarios. En el párrafo primero del citado artículo se dispone que
aquéllos responden de forma solidaria: "Los que hubieren librado,
aceptado, endosado o avalado una letra de cambio responden
solidariamente frente al tenedor". Con respecto a la norma transcrita,
debe precisarse, en primer lugar, que la relación que en ella figura es
meramente ejemplificativa y no numerus clausus. A los sujetos
expresamente mencionados hay que añadir el aceptante por
00
intervención y el falsus procurator ; este último responde en la
misma forma que lo hubiera hecho el supuesto representado (art. 10
LCCH). En segundo lugar, debe tenerse en cuenta que el art. 18
LCCH permite que un endosante se exonere de la garantía del pago
frente a los tenedores posteriores y que prohiba nuevos endosos. En el
primer caso el endosante no es un obligado cambiario, y, en el
segundo supuesto, sólo será responsable del pago frente a su
endosatario. Por último, el vínculo de solidaridad que afecta a todos
los obligados cambiarios en una misma letra puede romperse, al
menos temporalmente; esto es, hasta el momento del vencimiento. Ya
hemos aludido a la facultad del librador de eximirse de la garantía por
falta de aceptación (art. 11.2 LCCH). De la misma facultad goza el
endosante según el precepto del art. 18.1 LCCH. Por razón de la
O1
accesoriedad formal del aval , cuando el avalado no responde de la

22
.- Vid. en este sentido, VICENT CHULIA, Compendio crítico de Derecho mercantil,
tomo II, cit., págs. 715 y 716.
23
.- La accesoriedad formal y la autonomía sustancial son los dos principios que presiden
el nuevo régimen jurídico del aval en la LCCH; vid. al respecto, DUQUE DOMÍNGUEZ,
"El aval de la letra de cambio", en Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la
"Ley cambiaria y del Cheque", de 16 de julio de 1985, cit., pág. 21; ROJO
FERNANDEZ-RIO, "El aval de la letra de cambio", en Derecho Cambiario. Estudios
sobre la Ley Cambiaria y del Cheque, cit., págs. 550 y ss.; AÑOVEROS TRIAS DE
BES, El aval cambiario, cit., págs. 47 y ss.
388

falta de aceptación, tampoco el avalista será responsable de las


consecuencias derivadas de la falta de aceptación.

Los párrafos segundo y cuarto del art. 57 LCCH hacen


referencia al aspecto externo de la solidaridad; es decir, a la relación
que liga a los obligados cambiarios con el tenedor del título.

En el párrafo segundo del art. 57 LCCH se diseña con gran


amplitud el ius electionis -derecho del acreedor a elegir el sujeto
pasivo de su pretensión 24-. Frente a lo preceptuado por el art. 516
CCom -que obligaba al acreedor a demandar a los obligados
cambiarios de uno en uno-, el acreedor cambiario puede dirigirse
individualmente contra algunos o todos los obligados cambiarios de
forma simultánea, o contra varios o todos conjuntamente, o escoger a
cualquiera de ellos, sin necesidad de observar el orden en que se
hubieran obligado 25. La facultad de elección establecida en el párrafo
segundo del art. 57 LCCH ha de entenderse referida tanto a las
reclamaciones extrajudiciales, cuanto a las judiciales.

En virtud del ius variarteli, regulado en el párrafo cuarto del art.


57 LCCH 26, si el tenedor demanda a uno o varios obligados
cambiarios, el ejercicio de esa acción no impide que pueda proceder
posteriormente contra otros obligados cambiarios, aunque sean
posteriores en orden a los que fueron primeramente demandados.

24
.- El ius electionis permite al acreedor dirigir su acción hacia aquel o aquellos deudores
"que juzgue más solventes o le ofrezcan mayores garantías de atendencia y agilidad ante
la intimación reclamadora", (SOTO NIETO, "Caracteres fundamentales de la solidaridad
pasiva", cit., lug. cit., pág. 785).
25
.- En el párrafo segundo del art. 57 LCCH se dispone que: "El portador tendrá derecho
a proceder contra todas estas personas individual o conjuntamente, sin que le sea
indispensable observar el orden en que se hubieren obligado".
26
.- En el párrafo cuarto del art. 57 LCCH se dispone que: "La acción intentada contra
cualquiera de las personas obligadas no impedirá que se proceda contra las demás,
aunque sean posteriores en orden a la que fue primeramente demandada".
Sobre el régimen jurídico del ius variandi en la relación obligatoria con
solidaridad pasiva, vid. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II,
cit., págs. 208 y 209.
389

Contrariamente a lo que establecían los arts. 516 y 518 CCom, no son


presupuestos del ius variandi la excusión en los bienes del
demandado o la acreditación de la insolvencia parcial o total de éste.
Si bien el párrafo cuarto del art. 57 LCCH es más explícito que el
segundo y se refiere a la "acción intentada", estimamos que el ius
variandi puede ejercitarse tanto en el ámbito judicial, como en el
extrajudicial. El único límite al ejercicio del ius variandi es el de la
íntegra satisfacción del crédito cambiario.

A la relación interna entre los obligados cambiarios se refiere el


párrafo tercero del art. 57 LCCH 27. La norma en él contenida es
exclusivamente una norma de remisión al párrafo segundo, en el que
como ya hemos señalado se regula el ius electionis. En cambio, el art.
57.3 LCCH no hace ninguna mención, ni directa ni indirectamente, al
ius variandi. Sin embargo, de ello no debe inferirse que el derecho de
variación corresponda exclusivamente al tenedor de la letra de
cambio, sino también al obligado cambiario que ejercite una acción
de reembolso.

La acción de reembolso constituye el ámbito de aplicación del


art. 57.3 LCCH. El citado artículo con la expresión "cualquier
firmante de una letra de cambio" alude a los obligados de garantía y
no al obligado principal, pues si paga el aceptante, o el librador de
letras de cambio no aceptadas, se extingue la deuda cambiaria. Ahora
bien, el pago efectuado por un obligado de garantía libera a los
sujetos cambiarios a los que aquél debía garantía, a saber: endosantes
posteriores en la cadena de endosos y sus respectivos avalistas. El
firmante que ha pagado la letra de cambio tiene como responsables
solidarios a las personas que le garantizaron el pago y al obligado
principal.

27
.- En el párrafo tercero del art. 57 LCCH se establece lo siguiente: "El mismo derecho
corresponderá a cualquier firmante de una letra de cambio que la haya pagado".
390

Entendemos que pueden darse por reproducidas, mutatis


mutandis, para el pagaré y cheque, las afirmaciones vertidas sobre la
responsabilidad solidaria de los firmantes de una letra de cambio
frente al acreedor cambiario. De este modo, se evitan repeticiones
carentes de interés, pues, el art. 96 LCCH se remite al art. 57 y el art.
148 LCCH presenta su misma estructura y contenido.

2. Estudio del artículo 57 de la Ley Cambiaría y del Cheque desde


la óptica del juicio ejecutivo cambiario.

El art. 57 LCCH establece el régimen de responsabilidad de los


obligados cambiarios. Este régimen es independiente de la vía
procesal elegida por el tenedor para hacer valer sus derechos. Por
tanto, los efectos de la solidaridad cambiaria ex art. 57 LCCH
trascenderán al proceso de declaración y al proceso de ejecución.
Ahora bien, debido al objeto de nuestro trabajo, será en el ámbito del
juicio ejecutivo donde analizaremos la responsabilidad cambiaría en
los términos del art. 57 LCCH. Este análisis se efectuará desde una
doble perspectiva: primera, la pluralidad de partes desde el inicio del
juicio ejecutivo, posibilidad otorgada por el ius electionis; y segunda,
la efectividad, en el cauce procesal señalado, del ius variandi.

Conviene precisar que la primera de las perspectivas señaladas


excluye un supuesto de hecho previsto en el art. 57.2 LCCH: proceder
individual y simultánea o sucesivamente contra varios o todos los
obligados cambiarios. El motivo por el cual no examinaremos esta
f\n

forma que, en especial , concede el art. 57 LCCH al acreedor


cambiario para hacer valer judicialmente su derecho es,
sencillamente, su inviabilidad. El Juez no despachará ejecución
porque el acreedor no podrá aportar con la demanda el título

28
.- Entiéndase como innovación, puesto que, obviamente, el tenedor legítimo de la letra
de cambio puede solicitar el despacho de la ejecución frente a un único deudor
cambiario.
391

ejecutivo. La LEG, con la excepción del título ejecutivo escritura


pública (art. 1429.1°), sólo atribuye fuerza ejecutiva al título
original29.

Sobre esta cuestión se ha observado que, pendiente una


reclamación judicial contra un deudor solidario, si se impidiera el
ejercicio de una nueva acción contra otro deudor se desnaturalizaría la
institución de la solidaridad y además se vaciaría de contenido el art.
57 LCCH 30. No puede negarse que dicha afirmación encuentra su
fundamento en el Derecho material, pero ya hemos dicho que la LEC
solamente otorga fuerza ejecutiva al título original, y el Derecho
procesal no prevé ningún expediente para salvar dicho obstáculo 31.

29
.- Es cierto que una misma letra de cambio puede librarse en dos o varios ejemplares
idénticos. El tenedor puede enviar un ejemplar al librado para recoger la aceptación y,
simultáneamente, utilizar el segundo ejemplar para llevar cabo el endoso. Como que los
distintos ejemplares tienen valor sustantivo y pueden circular como el original, la LCCH
a fin de evitar fraudes prevé una serie de mecanismos tendentes a alcanzar la efectividad
de lo dispuesto en el art. 80.1 LCCH: "Cuando se pague uno de los ejemplares, se
extinguirán los derechos derivados de todos los demás, ...". Estos mecanismos están
contenidos en los arts. 79 y 81 y, de no ser observados, quien haya aceptado o endosado
varios ejemplares responderá frente a su tenedor de buena fe por cada ejemplar firmado
que no le haya sido devuelto (cfr. arts. 80.2 y 80.3 LCCH). Pero en estos supuestos lo
que sucede, como regla general, es que los ejemplares están en manos de distintos sujetos
cambiarios; es decir, hay, en potencia, más de un acreedor cambiario, supuesto al que no
se refiere el art. 57 LCCH.
En cuanto al pagaré, no le son aplicables las normas de la LCCH relativas a la
pluralidad de ejemplares de una letra de cambio. Y por lo que se refiere al cheque, la
LCCH no regula la emisión de ejemplares. Sin embargo, al no establecer prohibición
expresa, y como que el texto uniforme de Ginebra de 1931 (arts. 49 y 50) permite la
expedición de un cheque en varios ejemplares, se ha afirmado que, salvo que se trate de
un cheque al portador, es válida la emisión de ejemplares de un cheque en el
ordenamiento jurídico español. Vid. en este sentido, CALAVIA y BALDO, El Cheque,
cit., págs. 127a 129.
Por lo que respecta a las copias, debe señalarse que su poseedor sólo se convierte
en tenedor legítimo con la posesión del original. La copia separada del original otorga,
únicamente, el derecho de regreso contra los endosantes y avalistas que figuran en la
copia (art. 83.2 LCCH). En este caso, la copia y el original tampoco pertenecerán a un
mismo sujeto cambiario. Las normas de la LCCH referentes a las copias sí son aplicables
al pagaré.
30
.- SANZ DE HOYOS, Derecho cambiario. Análisis de la Ley cambiaría y del cheque,
cit., pág. 128.
3I
.- Se ha apuntado al respecto, que el título cambiario podría ser sustituido por un
testimonio expedido por el Juez que entienda de la demanda ejecutiva presentada en
primer lugar (SANZ DE HOYOS, ob. cit., nota anterior, pág. 128). Sin embargo, esta
392

Sirvan estas líneas de breve reflexión sobre la posibilidad de ejercitar


la acción ejecutiva contra más de un obligado cambiario de forma
individual, pues no tendremos más remedio que volver sobre este
extremo cuando abordemos el estudio de ius variandi.

A) lus electionis. Acumulación subjetiva de acciones.


Litisconsorcio pasivo voluntario.

El art. 57.2 LCCH autoriza al acreedor cambiario a solicitar en


una única demanda ejecutiva el despacho de la ejecución frente a
todos, o frente a algunos obligados cambiarios, pudiéndose originar,
por tanto, un proceso único con pluralidad de partes. Al dirigirse las
acciones cambiarías acumuladas frente a varios demandados se crea,
T5
además de la acumulación , un litisconsorcio pasivo.

El litisconsorcio ha sido calificado como figura típica de


pluralidad de partes en el proceso 33. Aunque la LEC no designe con
el nombre concreto de litisconsorcio el fenómeno que consiste en una
pluralidad de partes procesales, se refiere implícitamente a él al tratar
de la acumulación subjetiva de acciones cuando dispone que: "podrán
acumularse y ejercitarse simultáneamente las acciones que uno tenga

solución no es acorde con el Derecho procesal que limita con un numerus clausus los
títulos que abren paso a la ejecución.
Por otra parte, el desglose de documentos sólo se acuerda una vez ha terminado
el procedimiento respectivo.
32
.- En contra SENES MOTILLA ("Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva de la letra
de cambio y el juicio ejecutivo cambiado", cit., lug cit., pág. 500) quien niega la
existencia de la acumulación de acciones ya que "el tenedor es titular de un único
derecho y de una única acción que se ostenta y ejercita frente a una pluralidad de
sujetos". Vid., no obstante, las opiniones doctrinales recogidas en nota 17.
".- Cfr. GÓMEZ ORBANEJA, Derecho procesal civil, vol. primero, 8a ed., Madrid,
1979, pág. 161; PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, I, 2a ed.,
Pamplona, 1985, pág. 379; DAVILA MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y
tratamiento procesal, 2a ed., Barcelona, 1992, págs. 15 a 18.
La pluralidad de partes en el proceso, o litisconsorcio, supone que un conjunto de
personas actúan en posición de parte activa y/o pasiva. En este sentido, la pluralidad de
sujetos procesales no altera el principio de dualidad de partes que informa el proceso
civil.
393

contra varios individuos, o varios contra uno" (art. 156). Junto a las
hipótesis de litisconsorcio pasivo y activo, previstas en el art. 156
LEG, la doctrina añade una tercera que califica de litisconsorcio
mixto y que viene caracterizada por litigar varios actores frente a
varios demandados 34.

El art. 156 LEG se refiere al litisconsorcio voluntario o también


denominado por la doctrina facultativo o simple 35, cuya creación
inicial depende de la voluntad del actor. Responde, por tanto, a
criterios particulares de oportunidad y a una mayor o menor conexión
entre las acciones que se acumulan. En cambio, en el litisconsorcio
necesario la presencia de una pluralidad de partes viene exigida por la
ley o por la jurisprudencia 36. La mayoría de la doctrina coincide en
señalar que el centro de gravedad del litisconsorcio necesario se
encuentra en el Derecho material; en concreto "en la inescindibilidad
de ciertas relaciones jurídicas, con base en que la legitimación se
"Ï'T

atribuye a dos o más personas conjuntamente" . La solidaridad entre


los obligados cambiarios tal y como se regula en el art. 57 LCCH no
comporta, en el plano procesal, un litisconsorcio necesario. Rige, en

34
.- Vid. por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 554; y
DAVILA MILLAN, ob. cit., nota anterior, págs. 18 y 19.
35
.- Vid. RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil, tomo I, 5a ed., Barcelona, 1992,
pág. 281.
36
.- Frente al litisconsorcio voluntario, y aunque nada diga la LEC, la doctrina distingue
el litisconsorcio necesario que viene impuesto por una norma jurídica (litisconsorcio
necesario propio) o por la jurisprudencia (litisconsorcio necesario impropio). Sin
embargo, como se ha puesto de relieve, el litisconsorcio voluntario y el necesario distan
mucho de ser dos especies del mismo género. El litisconsorcio voluntario es un simple
expediente procesal de utilización discrecional para el actor, cuyo único fundamento es
la economía procesal. En cambio, el litisconsorcio necesario se configura como un
presupuesto procesal de la sentencia de fondo. Vid. en este sentido, FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 554; LIEBMAN, Manual de Derecho
procesal civil, cit., pág. 77.
37
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso Civil 1.°, (con Orteils
Ramos y Gómez Colomer), Barcelona, 1994, pág. 46. Vid. también en este sentido,
CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, 1a ed., Barcelona, 1990, págs. 121 a 141; DAVILA MILLAN, Litisconsorcio
necesario. Concepto y tratamiento procesal, cit., págs. 49 a 67; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo I, cit., págs. 284 a 287.
394

definitiva el principio dispositivo; el actor es el dominus litis y no hay


necesidad de que litigue conjuntamente contra nadie.

Ahora bien, el litisconsorcio voluntario o facultativo no se


funda en la sola voluntad del actor, ni atiende, exclusivamente, a
razones de economía procesal. La LEC exige que las acciones que se
acumulan "nazcan de un mismo título o se funden en una misma
causa de pedir" (art. 156). Es decir, las pretensiones deben ser
conexas, pues, en caso contrario, la pluralidad de partes complicaría
1Q
el desarrollo del proceso . Por "mismo título" se ha de entender, el
mismo negocio jurídico del que surge el derecho y las correlativas
pretensiones y obligaciones. Por "misma causa" se ha de considerar,
el mismo fundamento de pedir 39. Con todo, la fórmula que utiliza el
art. 156 LEC ha sido calificada de "redundante e incompleta". Es
redundante porque título equivale a causa de pedir; esto es, "conjunto
de hechos que, calificados, sirven de fundamento a la demanda". Y, es
incompleta, porque no basta para que el litisconsorcio sea posible que

38
.- Esta posibilidad no ha impedido que parte de la doctrina, apoyándose en
determinadas sentencias del TS, afirme la existencia, junto al litisconsorio voluntario
propio (art. 156 LEC), del litisconsorcio voluntario impropio. Este último tipo de
litisconsorcio voluntario se constituye por la acumulación de acciones que no son
conexas, pues, no nacen de un mismo título ni se fundan en una misma causa de pedir,
pero sí poseen elementos semejantes u homogéneos (conexión impropia o afinidad). La
afinidad consiste en que las diversas relaciones jurídicas tengan en común un punto de
hecho o de derecho a decidir. Vid. en este sentido, PRIETO-CASTRO, Tratado de
Derecho procesal civil, I, cit., pág. 382.
Sin embargo, el reconocimiento de las dificultades de orden procesal que el
litisconsorcio voluntario impropio puede generar, ha determinado que se reclame una
regulación que permita separar los procedimientos cuando se de este tipo de
litisconsorcio. Vid. al respecto, FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el
proceso civil", en Estudios de Derecho procesal, cit., pág. 130.
El litisconsorcio voluntario impropio se regula en el Derecho procesal civil
italiano y alemán (cfr. art. 103 Cpc y § 60 ZPO). No obstante, debe señalarse que en
ambos ordenamientos procesales se prevé la separación de las causas, bien a instancia de
todas las partes, bien de oficio cuando según el Juez el proceso experimenta un excesivo
retraso. Vid. sobre este punto, CHIOVENDA, Principios de Derecho procesal civil, tomo
H, cit., págs. 642 a 644; ROSENBERG, SCHWAB y GOTTWALD, Zivilproßrecht, cit.,
págs. 244 a 246.
39
.- Cfr. GOMEZ ORB ANEJA, Derecho procesal civil, vol. primero, cit., págs. 163 y
164.
395

las acciones nazcan de un mismo título o se funden en una misma


causa de pedir, ya que son necesarios otros requisitos 40.

En efecto, como toda acumulación subjetiva de acciones,


supone una acumulación objetiva de acciones (los sujetos son
diferentes y, por tanto, lo es la acción) son aplicables al litisconsorcio
los requisitos que la LEC establece para la acumulación objetiva de
acciones (arts. 154 y ss).

El número primero del art. 154 LEC dispone que no pueden


acumularse las acciones que sean incompatibles entre sí 41. Sin
embargo, esta incompatibilidad raramente se producirá al fundarse las
acciones cambiarías, cuya acumulación produce el litisconsorcio, en
una misma causa de pedir 42.

Hemos dicho que por causa de pedir se entiende el conjunto de


hechos que calificados -esto es, puestos en relación con una
determinada norma jurídica- sirven de fundamento a la demanda. El
conjunto de hechos, en materia de acumulación sujetiva de acciones
cambiarías, está descrito en la norma del art. 57.1 LCCH: los que
hubieran librado, aceptado, endosado o avalado una letra de cambio -
supuesto de hecho- 43, por tanto, cualquier persona que haya
incorporado al título una declaración cambiaría, reconocida como
típica por la LCCH, a través de una firma, garantiza solidariamente el
pago de la letra -consecuencia jurídica-. Es inherente a la institución

40
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 556.
4I
.- En concreto, el art. 154.1° LEC dispone que dos o más acciones no podrán
acumularse entre sí: "Cuando se excluyan mutuamente, o sean contrarias entre sí, de
suerte que la elección de la una impida o haga ineficaz el ejercicio de la otra".
42
.- En cambio, para CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio ejecutivo cambiario",
cit., lug. cit., pág. 887) las acciones que el tenedor puede ejercitar contra los diferentes
obligados cambiarios son incompatibles entre sí "pues, evidentemente, son incompatibles
en su ejercicio la acción dirigida contra uno y la que se pueda dirigir contra cualquier
otro". Es decir, señala que el problema no está en que el acreedor tenga el derecho contra
todos por el todo, sino en que pueda ejercitar ese derecho de forma conjunta.
43
.- O los que hubieran librado, endosando o avalado un pagaré o un cheque (art. 148
LCCH).
396

de la solidaridad de deudores el que el acreedor pueda dirigirse contra


cualquiera de los deudores solidarios o contra todos ellos
simultáneamente, sin que las reclamaciones entabladas contra un
deudor sean obstáculo para las que ulteriormente se dirijan contra los
demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo 44.

Los otros dos requisitos que establecen los números segundo y


tercero del art. 154 LEG no reclaman, ante la acumulación de
acciones cambiarías ejecutivas, ningún tipo de comentario o
aclaración específica. Nos referimos a la exigencia legal de que el
Juez sea competente por razón de la materia para conocer de todas las
acciones acumuladas (art. 154.2°), y que las acciones deban
sustanciarse por cauces procedimentales de la misma naturaleza (art.
154.3°).

La existencia de una pluralidad de partes lleva consigo una


pluralidad de acciones que se sustancian conjuntamente, en un único
procedimiento (lo que supone, v. gr. una sola fase de alegaciones, un
sólo período de prueba), y se resuelven en una misma sentencia. Estos
efectos vienen referidos en el art. 159 LEG: "La acumulación de
acciones, cuando proceda y se utilice oportunamente por el actor,
producirá el efecto de discutirse todas en un mismo juicio y resolverse
en una sola sentencia". Por tanto, el procedimiento será único aunque
haya una pluralidad de pretensiones y objetos.

No obstante la unidad de procedimiento, cada uno de los


litisconsortes voluntarios es parte procesal en sentido propio, y de la
actividad procesal de cada uno de ellos sólo se derivan, en principio,
consecuencias favorables o perjudiciales para quien la realizó 45. Por

44
.- Cfr. art. 1144 CC destinado, entre otros, a regular la solidaridad pasiva -institución
pensada y creada en interés del acreedor-. No resulta difícil percibir que el art. 57 LCCH
ha querido incorporar al Derecho cambiario la estructura de la solidaridad pasiva del
Derecho civil.
45
.- Así, los actos de disposición sobre el objeto del litigio (renuncia, allanamiento,
transacción, etc.) sólo perjudican al litisconsorte que los realiza y no a los demás. Ahora
397

consiguiente, la sentencia que se dicte puede tener distintos efectos


para cada uno de los litisconsortes; es decir, el fallo no tiene por qué
ser idéntico para todos los sujetos 46.

Sin embargo, como veremos, también en el supuesto del


litisconsorcio voluntario (o deberíamos decir litisconsorcio
cuasinecesario o unitario) quiebra, en determinados casos, el principio
de la independencia en la actividad de los litisconsortes por el
principio de la unicidad del fallo.

La economía de tiempo, dinero y esfuerzo procesal que se logra


con el litisconsorcio, ventaja comúnmente señalada, es contrarrestada
por las alteraciones, en ocasiones importantes, que aquél provoca en
la normal tramitación del proceso. En las próximas líneas
examinaremos los problemas que la acumulación subjetiva de
acciones, ex art. 57 LCCH, genera en el desarrollo de la actividad
ejecutiva. De momento sirva como antecedente la SAP de Granada,
Secc. 3a, de 18 de marzo de 1992 47 en la que se reconoce que la
solidaridad cambiaria ocasiona:

"... enormes problemas en la ejecución de las sentencias,


que en la práctica se están planteando y que se tienen que
soslayar bajo los auspicios de la individualización de las
deudas ...".

bien, al ser el procedimiento único cualquier defecto o crisis en el mismo, afectará por
igual a todos los litisconsortes. En este sentido, las excepciones procesales que
interponga cualquier litisconsorte aprovecharán a todos por igual. Cfr. FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., págs. 556 y 557.
46
.- Vid. en este sentido, PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I,
cit., pág. 384; FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug.
cit., pág. 136; DA VILA MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y tratamiento
procesal, cit., pág. 210; GONZALEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio
voluntario no hay litisconsorcio", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, núm.
4, 1982, pág. 662.
47
.- RGD, núm. 558, septiembre 93, pág. 9283.
398

a) Competencia territorial.

No escapan a la LEG las particularidades que, respecto a la


determinación de la competencia territorial, supone la existencia de
una pluralidad de sujetos en la posición pasiva. Así, en el párrafo
segundo, de la regla primera del art. 62 se regula expresamente cómo
debe fijarse la competencia territorial cuando se ejercita una acción
personal y la demanda se dirige simultáneamente contra dos o más
personas; por tanto, la acumulación es determinante del fuero. No es
ésta, sin embargo, la norma a aplicar cuando se sustancia la acción
cambiaría por los trámites del juicio ejecutivo, pues, el art. 1439 LEG
establece de forma específica los criterios con arreglo a los cuales se
determina el Juez territorialmente competente 48.

A tenor de lo dispuesto en el mencionado artículo, que excluye


la sumisión tácita y expresa, la competencia territorial deberá
determinarse, por el lugar de cumplimiento de la obligación según el
título; o, por el domicilio del demandado o de alguno de ellos; o, por
el lugar en que se encuentren los bienes inmuebles especialmente
hipotecados, si los hubiere. Tales fueros son legales, concurrentes y
electivos; esto es, son reglas de atribución de competencia territorial
respecto de las cuales el ejecutante goza de facultad de elección 49.

Teniendo en cuenta que con la acumulación de acciones se


puede perjudicar el fuero de algún demandado 50, debemos ahora
preguntarnos si la existencia de una pluralidad de obligados

48
.- Este artículo, nuevamente reformado por la Ley 10/1992, de 30 de abril, de Medidas
Urgentes de Reforma Procesal, excluye expresamente las sumisiones expresa y tácita.
Ahora bien, la sumisión tácita, como expediente técnico que evita que surja una cuestión
de competencia, ya fue eliminada del juicio ejecutivo por la Ley 34/1984, de 6 de agosto,
de Reforma Urgente de la Ley de Enjuiciamiento civil, al modificar la redacción del art.
1440 LEC y disponer que el Juez "apreciará su propia competencia objetiva y territorial".
49
.- Cfr. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
277.
50
.- Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, II, cit., págs. 101 y 102.
399

cambiarlos distorsiona la libre elección, por parte del ejecutante, del


Juez territorialmente competente para despachar ejecución.

No se producirá ninguna alteración, si el acreedor solicita el


despacho de la ejecución frente al librador, endosantes, o avalistas. En
esta hipótesis, no parece que exista inconveniente en que el ejecutante
presente la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar del cumplimiento
de la obligación, o ante el del domicilio de alguno de los deudores, o
ante el del lugar en que se encuentran los bienes inmuebles
especialmente hipotecados.

La incertidumbre surge cuando el acreedor cambiario solicita el


despacho de la ejecución frente a los obligados cambiarios a los que
nos hemos referido en el párrafo anterior y además frente al aceptante.
Es decir, cuando se acumulan la acción directa contra el aceptante que
es el obligado principal, y las acciones contra los obligados en vía de
regreso, meros responsables del buen fin de la letra. Cabe que nos
preguntemos si, en este supuesto, tendría que primar el fuero del lugar
del pago (lugar de cumplimiento de la obligación) por ser el fuero
propio de la acción principal; o, por el contrario, podría despachar
ejecución contra el aceptante, el Juez del domicilio del, pongamos por
caso, tercer endosante. Esta pregunta se plantea porque puede suceder
que la acumulación de acciones sea arbitraria y que no tenga otro
fundamento que la privación del fuero al posible proponente de una
cuestión de competencia.

Partiendo de una interpretación del art. 1439 LEC consistente


en afirmar que en el supuesto de que se persigan bienes hipotecados,
no tiene sentido que el acreedor interponga la demanda ante el Juez
del lugar de cumplimiento de la obligación, cuando el domicilio y el
lugar en que se encuentran los bienes hipotecados es otro 51, puede
concluirse, a nuestro entender, que tampoco tiene sentido ni es
51
.- Vid. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
277.
400

razonable que, solicitándose de forma conjunta el despacho de la


ejecución frente al aceptante y a los obligados cambíanos de regreso,
se interponga la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar del
domicilio de un obligado cambiario de garantía. Estamos ante un
supuesto -que no se contempla ni por el art. 62.1a,2 LEC, ni por el art.
1439 LEC- en el que el acreedor ejercita en una misma demanda dos
o más acciones acumuladas que tienen un lugar de cumplimiento
diferente. Si entendemos aplicable la doctrina del Tribunal Supremo,
que mantiene que en estos casos debe conocer el Juez del lugar de
cumplimiento de la obligación principal 52, el tenedor debería
presentar la demanda ejecutiva ante el Juez del lugar de cumplimiento
de la obligación contraída por el aceptante o, a falta de indicación,
ante el Juez del domicilio de este último 53.

b) Defensa de los litisconsortes pasivos.

El tratamiento procesal de la defensa de los litisconsortes


pasivos, tiene en la LEC un claro punto de referencia: el art. 531.

52
.- La STS, 1.a, de 24 de octubre de 1967 (RAJ 4544), declara que: "(...), y en vías de
discernir cuál de las acciones acumuladas en una demanda es la principal, tiene también
declarado la jurisprudencia que se atenderá a la que, según los casos, sea fuente o base de
los demás".
".- El AAP de Burgos, Secc. 3a, de 8 de febrero de 1989 (ROD, num. 555, diciembre 90,
vol. II, págs. 9836) acoge dicha doctrina y declara que "(...) habiendo optado (se refiere
al tenedor) en el presente caso por el ejercicio conjunto, tal y como permite el artículo 57
de la Ley Cambiaria y del Cheque, de las acciones cambiarías directa contra el librado-
aceptante y de regreso contra el librador, es opinión de la Sala que en tales hipótesis el
lugar del pago y por ende del cumplimiento y exigencia unitaria de las referidas
obligaciones, independientes entre sí, pero que no por ello dejan de estar afectadas por el
completo vínculo de la solidaridad, no puede quedar a la libre designación del ejecutante,
dentro de la posibilidad que le otorga el fuero electivo por el artículo 1439 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil a falta de pacto expreso; sino que será el determinado por el
artículo 2.b) de la referida Ley cambiaria, que establece como lugar del pago para el
librado-aceptante, el designado junto a su nombre, configurando así la Ley un fuero
imperativo con lógica atracción por la naturaleza del vínculo de solidaridad cambiaria
que les une, respecto del de los demás demandados elegido por el actor".
401

El art. 531 forma parte de los preceptos que la LEC dedica a la


regulación del juicio ordinario de mayor cuantía. No obstante, a
nuestro entender, dicho precepto es aplicable a los restantes juicios
declarativos ordinarios 54. Y ello porque, a pesar de que otras fueran
las intenciones de la Ley 34/84, de 6 de agosto, de Reforma Urgente
de la Ley de Enjuiciamiento Civil 55, el juicio declarativo de mayor
cuantía sigue siendo el juicio ordinario tipo. Así, el primer precepto
de los que regulan el juicio declarativo ordinario de menor cuantía, el
art. 680 LEC, se remite en bloque a las reglas del juicio de mayor
cuantía, que le son aplicables siempre que no se opongan a su
tramitación especial. En definitiva, la norma del art. 531 LEC está
prevista para ordenar la sustanciación de cualquier juicio declarativo
con pluralidad de partes 56.

Al ser el incidente de oposición a la ejecución (arts. 1461 y ss.


LEC) un incidente de naturaleza cognitiva, podría entenderse que el
art. 531 LEC encaja perfectamente en la sustanciación del juicio
ejecutivo. En este sentido, los obligados cambiarios contra los que se
hubiera despachado ejecución deberían litigar unidos y bajo una
misma dirección, si interpusieran idénticas excepciones. El Juez
ejecutor, al observar que en los escritos de formalización de la
oposición a la ejecución las excepciones, y/o motivos de nulidad, que
se alegan por distintos ejecutados son las mismas, debería obligarlos a
54
.- Si bien dadas las particularidades del juicio verbal (v. gr. no es necesaria la asistencia
de Letrado, art, 10.2° LEC; así como su diferente estructura formai con la que se busca la
rapidez y la simplicidad) la norma del art. 531 carece, en este proceso, de relevancia.
55
,- En la Exposición de Motivos de la Ley 34/84 se califica"de "proceso prototípico" al
juicio declarativo ordinario de menor cuantía.
36
,- Así parece entenderlo la doctrina, pues, analiza e interpreta el art. 531 LEC en la
parte dedicada a la teoría general del proceso, en concreto en los temas que abordan el
estudio de las partes. Vid. en esta línea, DE LA OLIVA y FERNANDEZ LÓPEZ,
Derecho procesal civil, I, cit., tema 18, págs. 551 y ss.; PRJETO-CASTRO, Tratado de
Derecho procesal civil, I, cit., págs. 379 y ss.; MONTERO AROCA, ORTELLS
RAMOS, GÓMEZ COLOMER, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 1°, cit., lección
27, págs. 11 y ss.; CORTES DOMÍNGUEZ, GIMENO SENDRA y MORENO
CATENA, Derecho procesal civil, cit., lección 3a, págs. 65 y ss.; RAMOS MÉNDEZ,
Derecho procesal civil, tomo I, cit., tema 13, págs. 279 y ss.; ALMAGRO NOSETE y
TOME PAULE, Instituciones de Derecho procesal, tomo primero, Proceso civil, 1, Ia
ed., Madrid, 1993, tema 10, págs. 227 y ss.
402

que en lo sucesivo litigaran unidos y bajo una misma dirección (art.


531.2 LEG).

Aun cuando no debe despreciarse la bondad de la admonición


que late en el citado precepto, no puede éste aplicarse en todo su
rigor. Dicha norma sólo puede postular que, si los litisconsortes lo
desean, pueden litigar unidos, bajo una misma dirección. Esto es lo
que, a nuestro entender, aconseja la LEC en aras a la economía
procesal y al ordenado desarrollo del proceso. No puede el art. 531
aplicarse en todo su rigor ya que en tal caso su constitucionalidad
sería más que dudosa. Si el Juez aplicara el art. 531 LEC en sus
estrictos términos, debería obligar, a quienes hubieran litigado
separadamente, a que lo hicieran en lo sucesivo unidos, siempre y
cuando hubieran hecho uso de las mismas excepciones. Dicha
imposición vulnera el derecho a la defensa y asistencia de letrado (art.
24.2 CE) ya que se coarta la libertad de todo litigante en la elección
de su defensor57.

Quizá no hacía falta recurrir a una interpretación basada en los


derechos fundamentales reconocidos en la Constitución para negar la
aplicación del art. 531 LEC al juicio ejecutivo cambiario, pues, no son
técnicamente "demandados" los que alegan los motivos de oposición
a la ejecución. En efecto, el escrito en el que el ejecutado formaliza la
".- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 558;
PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I, cit., pág. 388; MORENO
CATENA, Derecho procesal civil, cit., pág. 87; LORCA NAVARRETE, Organización
judicial española y principios rectores del proceso español, Madrid, 1993, págs. 545 a
547. El TC ha declarado, desde sus primeras resoluciones, que el derecho a la defensa y
asistencia de letrado, reconocido por el art. 24.2 CE, garantiza que las partes sean
representadas y defendidas por profesionales libremente elegidos; esto es, que los
interesados puedan encomendar su asesoramiento técnico a quien merezca su confianza.
Pueden consultarse al respecto, las SSTC 30/1981, (1a), de 24 de julio, f.j.3°; 37/1988,
(Pleno), de 3 de marzo, f.j. 7°; 101/1989, (2a), de 5 de junio, fj. 5°; 178/1991, (1a), de 19
de septiembre, f.j. 3°; 208/1992, (1a), de 30 de noviembre, f.j. 2°; 12/1993, (1a), de 18 de
enero, f.j. 2°.
Debe matizarse que el art. 531 se refiere exclusivamente a un defensor único, no
a un único procurador.
Por otra parte, es fácil obviar la aplicación del art. 531 LEC: basta con el simple
acuerdo de los demandados consistente en oponer distintas excepciones.
403

oposición a la ejecución no es una contestación a la demanda. En el


incidente de oposición a la ejecución se invierten las posiciones de las
partes: el ejecutante pasa a ser demandado y el ejecutado pasa a ser
actor, y por esto tiene la carga de alegar y probar los hechos que
f o

sirven de base a los motivos de oposición . Por tanto, no se da el


supuesto de hecho del art. 531 LEG.

c) Requerimiento de pago.

Despachada la ejecución contra los obligados cambiarios que


figuran en la demanda ejecutiva, el Juez ejecutor librará mandamiento
al Agente judicial para que, ante el Secretario, les requiera
personalmente de pago (art. 1442 LEG).

El acreedor puede indicar en la demanda ejecutiva el orden a


seguir en los requerimientos de pago. La razón es clara: él, mejor que
el Juez, estará al corriente de la solvencia económica, así como de la
disposición al pago de los ejecutados. En el supuesto de que el
acreedor no establezca el mencionado orden, el Juez efectuará los
requerimientos de pago según su prudente criterio 59.

A nuestro entender, el criterio del Juez no debería ser ajeno a


los postulados del Derecho cambiario por lo que el requerimiento de
pago tendría que efectuarse, en primer lugar, a aquel obligado
cambiario que liberara al mayor número de responsables cambiarios
(v. gr. aceptante o librador si la letra de cambio no está aceptada). No
obstante, de conformidad con lo que dispone el art. 57.2 LCCH, ni el
ejecutante, ni el Juez ejecutor están obligados a observar ningún tipo
de orden.

58
.- Sobre esta cuestión, vid. infra, págs. 466 y ss.
59
.- Cfr. MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, 3a ed., Barcelona, 1987, pág. 131.
404

d) Pago.

Cualquiera de los responsables cambíanos está obligado a


satisfacer íntegramente la cantidad reclamada. Si uno de los
ejecutados satisface la suma cambiaria, más los importes por los
conceptos de los arts. 58 o 59 LCCH y las costas, la ejecución debe
entenderse concluida (cfr. art. 1498 LEG). Los embargos que se
hubieran practicado se alzarán a instancia de parte.

Al predicarse el alzamiento exclusivamente de la afección, no


quedan de forma automática anuladas las medidas de garantía que
hayan podido acordarse. Por este motivo cuando el Juez anule la traba
ordenará los actos necesarios para hacer desaparecer las
correspondientes medidas de garantía adoptadas respecto de los
bienes afectados 60.

e) Consignación.

La existencia de litisconsorcio pasivo hace que, conforme se


vaya avanzando en la tramitación del juicio ejecutivo, surjan nuevas
cuestiones. Así ocurre en el supuesto de que uno de los responsables
cambiarios, con el fin de evitar las molestias del embargo, consigne la
cantidad reclamada (art. 1446 LEG) 61 .

Partiendo de la hipótesis señalada debemos pronunciarnos


sobre si deben seguir sucediéndose los requerimientos de pago y los
embargos a los restantes litisconsortes o, por el contrario, el acreedor
cambiario debe renunciar a ellos. A nuestro entender, y teniendo en
cuenta, en primer lugar, que en un mismo título cambiario se hallan
60
.- Vid. en este sentido, CARRERAS, El embargo de bienes, cit., pág. 559;
FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., pág. 251.
6I
.- A pesar de que lo dispuesto en el art. 1446 LEC pueda llevar a confusión, la facultad
de consignar corresponde al ejecutado tanto si se despacha ejecución en pesetas, como en
otra moneda.
405

documentadas diferentes obligaciones autónomas que tienen distinta


causa , y, en segundo término, que el deudor que ha consignado
puede interponer excepciones de carácter personal, cuyo éxito
impediría que el acreedor cambiario viera satisfecho su crédito en
aquel procedimiento concreto, no deben suspenderse los
requerimientos de pago respecto de los otros ejecutados, a los que se
les embargarán bienes si no pagan en el acto 63.

f) Embargo.

Los requerimientos de pago deben hacerse en persona y, por


tanto, se sucederán en el tiempo, procediéndose al embargo de bienes
si el responsable cambiario no hiciere pago en el acto (art. 1442
LEG)64. A nuestro entender, debe actuarse de esta manera, ya que el
art. 1144 CC -norma que estimamos aplicable a la solidaridad
cambiaria65- establece que las reclamaciones entabladas contra uno de
los deudores solidarios "no serán obstáculo para las que
posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no resulte
cobrada la deuda por completo", y si la reclamación judicial tiene
lugar por los trámites previstos para el juicio ejecutivo debe adecuarse
a los preceptos legales que lo regulan. Además, y por las mismas
razones expuestas en el epígrafe anterior (autonomía de las
declaraciones cambiarías y posible éxito de un motivo de oposición
de carácter personal), entendemos que, no atendido el requerimiento
de pago, los embargos deben ir sucediéndose aun cuando ya se haya

62
.- Cada firmante asume una deuda propia, que incluso puede tener un objeto distinto al
del resto de las obligaciones cambiarías, v. gr. supuesto de aceptación parcial (art. 30
LCCH).
63
.- Cfr. MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, cit., págs. 131 y 132.
No obstante, esta forma de actuar ha sido calificada de injusta al entender que se
traban los bienes no para cubrir las responsabilidades del deudor, sino para cubrir
posibles eventualidades procesales (CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiario", cit., lug. cit., pág. 889).
64
.- Cfr. en este sentido, CACHÓN CADENAS, El embargo, cit., págs. 589 y 590.
65
.- Vid. supra, nota 44.
406

cubierto, respecto de los otros responsables cambíanos, la cantidad


por la que se proceda en el juicio ejecutivo.

Debemos admitir no obstante, que nuestra opinión no es


compartida por la doctrina. Se ha señalado que este modo de proceder
vulnera uno de los principios informadores de la ejecución forzosa
que debe preservarse a toda costa en el momento de hacer los
embargos: el principio de la suficiencia 66. Desde esta perspectiva,
MONTERO AROCA 67 considera que si un firmante de la letra de
cambio "consigna o se le embargan bienes suficientes no será
necesario embargar a los demás, aunque deberá hacérseles el
requerimiento de pago y la citación de remate, e incluso en la
sentencia de remate habrán de quedar todos incluidos por si acaso".
Ante esta afirmación, nos preguntamos qué sentido tiene que
aparezcan en la sentencia de remate unos ejecutados respecto de los
cuales no puede hacerse "trance y remate de los bienes embargados",
pues, no se les ha embargado bien alguno. En otras palabras, cómo
puede decretarse que siga adelante la ejecución a través del
procedimiento de apremio (art. 1473.1° LEG) si no se ha practicado el
embargo 68. Realmente, los problemas que puede originar tal forma de
actuar son de difícil solución.

El acreedor cambiario no deberá señalar la extensión que el


embargo deba tener respecto de cada uno de los ejecutados 69. Y, en el
supuesto de que en la demanda ejecutiva se incluyera una mención en
tal sentido, el órgano jurisdiccional no está, vinculado por ella.

66
.- Vid. CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit.,
pág. 890.
67
.- MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso Civil 2°., cit., pág. 232.
68
.- La importancia del embargo dentro del proceso de ejecución ha sido puesta de relieve
de forma diáfana por CARRERAS (El embargo de bienes, cit., pág. 98) "... sin la
existencia del embargo no puede precederse a la realización de ninguna de sus formas; el
embargo es, en éste y sólo en este sentido, presupuesto de los demás actos de naturaleza
ejecutiva".
69
.- En contra, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva de la letra
de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 500.
407

Sostener lo contrario equivaldría a convertir la responsabilidad


solidaria de los obligados cambiarlos en mancomunada.

g) Plazo para formalizar la oposición.

En un juicio ejecutivo dirigido contra varios demandados se


plantea la cuestión de si el plazo para formalizar la oposición (art.
1463 LEG) debe ser o no común a todos ellos. No hay, en sede de
juicio ejecutivo, ningún precepto que resuelva expresamente las dudas
que pueden surgir sobre este tema. Sin embargo, de conformidad con
lo que hasta estos momentos hemos dicho, sobre la tramitación de un
juicio ejecutivo con varios sujetos en posición pasiva, entendemos
que el citado plazo debe ser común.

En efecto, hasta que no se haya requerido de pago a todos los


deudores no debe continuar la sustanciación del juicio ejecutivo
cambiario. Con esta medida se evita la nulidad de los actos procesales
que inevitablemente tendría que decretarse si pagara algún obligado
cambiario al que se reclamara el pago con posterioridad 70.

No obstante, la anterior solución no viene impuesta sólo por


razones de economía procesal, sino que, ante todo, impide que se
cause indefensión al deudor al que se requiere de pago. La
indefensión se produciría, esencialmente, por la desigualdad en que se
situaría al citado deudor frente a los restantes obligados cambíanos

70
.- Esta situación es abordada por la SAP de Burgos, Secc. 3a, de 24 de enero de 1990
(RGD, núms. 656-66, oct.-novbre. 91, págs. 9611 y 9612) y se resuelve en el sentido que
estimamos correcto: "(...), es evidente que hasta que no se termina la fase de
requerimiento de pago a todos los demandados, no puede válidamente seguirse el juicio a
no ser que se pretenda que, continuando el juicio por aplicación estricta de la dicción del
artículo 1463 de la Ley de Enjuiciamiento Civil -lo que puede originar una más que
difícil ordenación del procedimiento cuando haya una pluralidad de demandados que
vayan personándose en juicio en forma sucesiva-, si paga el último de los requeridos, se
decreta la nulidad de lo actuado y se cierre entonces el procedimiento abierto, con los
perjuicios económicos y procesales que ello llevaría consigo".
408

quienes, al comparecer, tendrían conocimiento de la defensa


planteada por aquél 71 .

Así, pues, el Juez, en base a la conservación de las actuaciones


procesales y a la prohibición de indefensión, no debe dar curso al
escrito, mediante el que un ejecutado se persona en juicio y anuncia
su voluntad de oponerse a la ejecución (art. 1461), hasta que no se
haya requerido de pago al último de los obligados cambiarios frente a
los que se despachó ejecución. El plazo para formalizar la ejecución
será común para todos los deudores debidamente personados 72.

h) Oposición a la ejecución.

Ya dijimos que la facultad de elección, ex art. 57 LCCH, de que


dispone el acreedor cambiario para poder solicitar el despacho de la
ejecución frente a uno, varios o todos los obligados cambiarios nos
sitúa ante un supuesto de litisconsorcio voluntario o facultativo 73.

También señalamos que en el litisconsorcio voluntario opera el


principio de la independencia de las actuaciones de los litisconsortes,

71
.- En la SAP de Burgos, citada en la nota anterior, se declara que: "(...) obligar a un
demandado cambiario a formular su defensa mediante la alegación de su causa de
oposición frente a la acción ejercitada contra él sin saber si los demás co-demandados
van o no a comparecer en autos y en qué forma, le causa una evidente indefensión, ya
que no sabe si va a ser el único que se oponga o va ha haber otras personas que, al
personarse en las actuaciones van en buena lógica a oponerse a la acción ejercitada
contra todos, circunstancia que puede llevar a adoptar una u otra línea de defensa;
indefensión que, además, es predicable por la desigualdad que origina frente a los otros
demandados quienes, al comparecer después y poder con ello tomar conocimiento del
estado de las actuaciones y con ello de la defensa de quien formuló su oposición en
primer lugar, puede perjudicar a éste haciéndole partir en el período procesal siguiente en
una situación de inferioridad frente a los demás".
72
.- O, como declara la SAP de Burgos, Secc. 3a, de 24 de enero de 1990: "(...), cuando
haya varios demandados en un juicio ejecutivo, no cabe decretar la rebeldía de ninguno
de ellos hasta que no ha transcurrido el plazo de tres días que previene el artículo 1462 al
último de los demandados y sólo entonces otorgar a todos los debidamente personados en
autos el plazo de cuatro días para formular el escrito de oposición (...)".
73
.- Vid. supra, págs. 393 y 394.
409

de modo que dichos actos tienen eficacia individual. Por ejemplo,


cada uno de los ejecutados cambiarios puede realizar individualmente
y con plena eficacia actos dispositivos (renuncia, allanamiento,
transacción, etc.), actos de alegaciones y prueba. La existencia de una
pluralidad de pretensiones se traduce en la escindibilidad del fallo, en
su no unicidad74. O, como se ha afirmado, en el caso del litisconsorcio
voluntario no "es de esencia que se dicte una sentencia igual para
todos los sujetos"75.

Sin embargo, en determinados casos el Derecho material exige


la inescindibilidad del fallo respecto de todos los litisconsortes. Este
es el motivo por el que parte de la doctrina procesal ha entendido que
la solidaridad de las obligaciones -debe precisarse que se refieren a la
solidaridad civil (art. 1141 CC)- constituye un supuesto de
litisconsorcio cuasinecesario 1 .

El litisconsorcio cuasinecesario es, según un sector de la


doctrina, una clase de litisconsorcio necesario 77; mientras que para
otro constituye una figura intermedia entre el litisonsorcio voluntario
*7Q
y el necesario . Ambas posiciones coinciden, empero, en su esencia:
puesto que la legitimación pasiva corresponde a varias personas de

74
.- Vid. supra pág 397. y bibliografía allí citada.
Porque no hay unidad de sentencia, se ha afirmado que en el litisconsorcio
voluntario no existe un verdadero litisconsorcio, pues, no existe una verdadera
comunidad de suerte; vid. GONZÁLEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio
voluntario no hay litisconsorcio", cit., lug. cit., pág. 673.
75
.- PRIETO-CASTRO, Tratado de Derecho procesal civil,'l, cit., pág. 384.
76
.- Vid. en este sentido, FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso
civil", cit., lug. cit., págs. 143 y ss; PRIETO-CASTRO, ob. cit. nota anterior, pág. 383;
GONZALEZ VELASCO, "En el llamado litisconsorcio voluntario no hay litisconsorcio",
cit., lug. cit., págs. 646 a 649; RAMOS MÉNDEZ, Derecho procesal civil, I, cit., págs.
290 y 291; MONTERO AROCA, Derecho jurisdiccional, II, Proceso civil 1°, cit., págs.
49 y 50; MORENO CATENA, Derecho procesal civil, cit., pág. 89.
77
.- Así, PRIETO-CASTRO sostiene que el litisconsorcio necesario es de dos clases:
eventualmente necesario o cuasinecesario o especial y necesario en sentido estricto
(Tratado de Derecho procesal civil, I, cit., pág. 383).
78
.- Cfr. FARIEN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug. cit.,
pág. 143; D A VIL A MILLAN, Litisconsorcio necesario. Concepto y tratamiento
procesal, cit., pág. 28.
410

forma individual, no hay necesidad de que el actor -que sigue siendo


el dominus litis- demande conjuntamente a todas ellas. Pero, al estar
integrada la relación jurídico-material por sujetos que se encuentran
en la misma situación de "igualdad de calidad", la resolución que se
dicte debe ser única y sus efectos deben alcanzar a todos ellos 79.

La figura del litisconsorcio cuasinecesario ha sido calificada


por CARRERAS DEL RINCÓN de asistemática, entendiendo,
además, que es inviable en nuestro ordenamiento jurídico, ya que la
doctrina que defiende la existencia de este tipo de litisconsorcio parte
del error de atribuir a la sentencia de fondo un valor absoluto 80.
Según el citado autor "cualquier doctrina que permita o suponga una
tendencia desorbitada a otorgar eficacia "ultra partes" (se refiere a la
ó1
sentencia civil) debe ser rechazada" . Ahora bien, para CARRERAS
DEL RINCÓN el principio de unicidad o inescindibilidad del fallo, si
no se toma en sentido absoluto, puede ser útil en nuestro Derecho. El
hecho de que los acreedores y deudores solidarios no estén en una
ÖO
situación de litisconsorcio necesario no impide que, cuando lo

79
.- Vid. FAIREN GUILLEN, "Sobre el litisconsorcio en el proceso civil", cit., lug. cit.,
págs. 143 a 145.
80
.- CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, cit., págs. 207 y ss. Por el contrario, el autor sostiene que tanto la sentencia
como la cosa juzgada sólo despliegan eficacia entre las partes y sus causahabientes.
81
.- CARRERAS DEL RINCÓN, ob. cit., nota anterior pág. 209.
82
.- No basta que se deduzca en el proceso una relación jurfdico-material plurisubjetiva
para exigir sin más el litisconsorcio necesario. Es preciso examinar el petitum de la
acción afirmada. Así, no puede exigirse el litisconsorcio necesario cuando se ejerciten
acciones de condena, pues, conforme a lo establecido en los arts. 1137 y ss. CC, el
acreedor puede dirigir su demanda contra uno, contra varios o contra todos los deudores
solidarios sin que le puedan oponer la excepción de litisconsorcio. En cambio, la
necesidad del litisconsorcio, en la solidaridad de las obligaciones, se produce cuando se
ejercitan acciones constitutivas y, en ocasiones, cuando éstas son declarativas. Vid. en
este sentido, CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una
óptica procesal, cit., págs. 121 y ss.
El vínculo de solidaridad impuesto por el art. 57 LCCH excluye toda posibilidad
de surgimiento del litisconsorcio pasivo necesario cuando el acreedor cambiario demande
a alguno o algunos de los responsables cambiarios y no a todos. Cfr., entre otras
resoluciones, la SAT de Bilbao, de 30 de junio de 1988 (RGD, núms. 538-39, julio-
agosto 1989, págs. 5108 y 5109).
411

determinen las normas del Derecho material, el fallo deba ser único
para todas las partes en el litigio.

Es el Derecho material -o la relación jurídico-material deducida


en el juicio-, y no las normas procesales, el que determinará si el fallo
debe ser uniforme para todos los sujetos solidarios que efectivamente
litiguen en el proceso, así como si ha de producirse o no el efecto
extensivo de los actos de unos litisconsortes respecto de otros. En este
sentido, lo dispuesto en el art. 1141.2 CC ("Las acciones ejercitadas
contra cualquiera de los deudores solidarios perjudicarán a todos
éstos") ha llevado a sostener que la solidaridad no puede constituir un
supuesto típico de litisconsorcio facultativo o voluntario. Siguiendo a
la doctrina italiana, CARRERAS DEL RINCÓN califica este
0"3

litisconsorio de unitario .

Se impone ahora, un análisis de la viabilidad de la figura del


litisconsorcio unitario en materia de solidaridad cambiaria. En otras
palabras, debemos preguntarnos cuál es la eficacia de los actos que
realiza, de forma individual, un litisconsorte frente a los demás
litisconsortes en el mismo juicio ejecutivo; es decir, hasta qué punto
la solidaridad de las obligaciones cambiarías exige o no que el fallo
sea inescindible. Seguiremos en el desarrollo de este tema las líneas
básicas que han permitido a CARRERAS DEL RINCÓN obtener
unos resultados claros sobre este tema, si bien centrados, por lo que
respecta al Derecho material, en la solidaridad de obligaciones
regulada en el CC, y por lo que se refiere al Derecho procesal, en la
tramitación de un proceso de declaración.

Como ya hemos señalado, en el litisconsorcio voluntario rige el


principio de la independencia de las actuaciones, de modo que dichos
actos tienen eficacia individual. Ahora bien, debemos preguntarnos si

".- Vid. CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una
óptica procesal, cit., págs. 211 y 212.
412

en la solidaridad cambiaría debe darse este tratamiento a todos los


actos o si puede entenderse viable la figura del litisconsorcio unitario.

Sabemos que en el juicio ejecutivo, las conductas posibles, ante


la citación de remate, de uno o varios obligados cambiarlos pueden
ser la no personación -debiendo ser delarados en rebeldía-, o puede
suceder que aquél o aquéllos se personen en el juicio ejecutivo pero
no exterioricen su voluntad de oponerse. En ambos casos, el Juez
manda traer los autos a la vista para sentencia (arts. 1462.2 y 1463.3
LEC). El fallo respecto de los litisconsortes que hubieran actuado de
la manera señalada debería ser, en principio, el ordenado en el art.
1473.1°: "Seguir la ejecución adelante, expresando la cantidad que ha
de ser pagada al acreedor". En esta misma sentencia se resolverá la
pluralidad de acciones ejercitadas por el acreedor frente a cada uno de
los restantes deudores (art. 159 LEC). Ahora bien, si uno de los
ejecutados logra probar el pago -hecho extintivo común a todos los
litisconsortes 84- queda excluido el fundamento de la pretensión del
acreedor y, por tanto, el Juez no puede ordenar que siga la ejecución
respecto de aquel ejecutado "declarado en rebeldía" o respecto de
aquel otro que, habiendo comparecido, no ha formalizado la
oposición; la razón es la inescindibilidad del fallo.

El principio de la inescindibilidad del fallo, cuyo verdadero


interés se muestra en un proceso con pluralidad de partes, exige un
tratamiento uniforme para todos los litisconsortes. Dicho principio se
deja sentir especialmente en materia de solidaridad de obligaciones.
Siguiendo a CARRERAS DEL RINCÓN, concluimos que es el
Derecho material el que marca el alcance que debe atribuirse a aquel
principio 85. En este sentido, para saber si un determinado acto

84
.- La excepción de pago tiene una naturaleza especial. No es una excepción real o
absoluta; ahora bien, puede oponerla cualquier deudor contra el acreedor que ha sido
satisfecho. Vid. en este sentido, GARRIGUES, Curso de Derecho Mercantil, tomo I, cit.,
pág. 794; ALONSO SOTO, "El pago de la letra de cambio", cit., lug. cit., pág. 625.
85
.- CARRERAS DEL RINCÓN, La solidaridad de las obligaciones desde una óptica
procesal, cit., pág. 217.
413

individual de un listisconsorte va a ser eficaz o ineficaz frente a los


demás, no es preciso examinar el carácter voluntario o necesario de
aquel litisconsorcio, sino que debe examinarse en cada caso el
Derecho sustantivo deducido en el proceso.

Por otra parte, al ser el Derecho material la única razón para


obtener una unicidad de fallo, la exigencia de este principio se
manifiesta en una diversidad de grados. Es decir, no puede afirmarse
con rotundidad que la solidaridad de las obligaciones y, por tanto la
solidaridad cambiaria, exija siempre la unicidad del fallo. Esto
dependerá de la cuestión debatida en el proceso. Por ejemplo, si uno
de los deudores cambiarios opone con éxito al acreedor la espera
-excepción de carácter personal 86- que éste le ha concedido en un
convenio particular entre ambos, o la prescripción, el Juez declarará
respecto de esta acción "no haber lugar a pronunciar sentencia de
remate" (art. 1473.2° LEG). No obstante, la sentencia será de remate
respecto del ejecutado o ejecutados que hubieran sido declarados en
rebeldía, o que no hubieran formalizado la oposición, o cuyas
excepciones hubieran sido rechazadas por el Juez.

En definitiva, puede afirmarse que en tema de solidaridad


cambiaria nos encontramos ante un liticonsorcio unitario ya que
aquélla exige, con carácter general, la unicidad de fallo respecto de
las personas que efectivamente han litigado en el proceso. Sin
embargo, se constata la existencia de excepciones a la regla; esto es,
la solidaridad cambiaria no exigirá siempre dicha unicidad de fallo.
Ello dependerá de que los hechos que sirvan de base a una excepción
deban o no considerarse comunes a todos los litisconsortes.

86
.- Vid. al respecto, CASALS COLLDECARRERA, Estudios de oposición cambiaria,
V, 1a ed., Barcelona, 1990, pág. 270.
414

i) Procedimiento de apremio.

El incidente de oposición a la ejecución se resuelve por


sentencia en los términos del art. 1473 LEG. Si la sentencia que se
dicta es la de remate (art. 1473.1°) se llevará a efecto, a instancia del
0*7 —
ejecutante, por la vía de apremio . La LEC denomina a esta segunda
fase del juicio ejecutivo procedimiento de apremio y la regula en los
arts. 1481 a 1531 88.

Los problemas de adaptación de la solidaridad cambiaría a la


tramitación del juicio ejecutivo no sólo aparecen en su primera fase,
sino también en el procedimiento de apremio. Aquéllos pueden
derivar, de la existencia de una pluralidad de ejecutados, así como de
bienes embargados, lo que exige un orden, una secuencia en la
realización forzosa de los mismos. Este orden puede estar influido por
la naturaleza del bien embargado, v. gr.: si uno de los bienes objeto de
la traba es dinero, la sencillez y rapidez del sistema de apremio
-entrega al ejecutante de la suma que le corresponda- determinará,
normalmente, que se solicite su realización en primer lugar. Por otra
parte, el principio de suficiencia, que informa todo proceso de
ejecución, se dejará sentir mediante la limitación de la realización
forzosa a los bienes estrictamente necesarios para hacer pago de lo
debido.

Ahora bien, el problema de mayor gravedad que puede surgir


en el procedimiento de apremio no es el apuntado en el párrafo
anterior, sino el que seguidamente expondremos. De lo hasta ahora

87
.- En el caso de que la sentencia de remate hubiera sido apelada, la realización forzosa
de los bienes embargados podrá tener lugar, a pesar de la apelación, si el ejecutante
presta fianza suficiente (art. 1476 LEC).
88
.- La inclusión del procedimiento de apremio dentro del juicio ejecutivo ha sido objeto
de crítica por parte de la doctrina, pues estima que las normas relativas al procedimiento
de apremio no son exclusivas del juicio ejecutivo -proceso especial de ejecución-, sino
que tienen un campo de aplicación mucho más amplio que abarca la ejecución de las
condenas pecuniarias independientemente de la naturaleza del título ejecutivo. Vid. sobre
esta cuestión, Capítulo Primero, pág. 32.
415

dicho, se desprende que pueden ser objeto de realización forzosa


bienes pertenecientes a distintos obligados cambiarios. La
certificación expedida por el Secretario judicial dará fe de quién ha
pagado y de cuánto ha pagado cada uno de los responsables
cambiarios. Sabemos también que la letra de cambio, el pagaré y el
cheque son documentos de rescate (cfr. arts. 45, 60, 96, 140 y 151
LCCH); es decir, todo obligado cambiario puede exigir del tenedor,
mediante el pago correspondiente, la entrega del título cambiario con
la cuenta de resaca y el recibí. La posesión del título cambiario es
imprescindible para poder ejercitar la acción de reembolso, pues
acredita la legitimación activa. Ahora bien, en el supuesto de que en
ejecución se hayan liquidado bienes de distintos deudores, y por
consiguiente, varios deudores hayan pagado conjuntamente al
tenedor, surge la pregunta de a quién se entrega el título cambiario,
esto es, el título ejecutivo para poder interponer la acción de
reembolso.

Ante la cuestión planteada, nos preguntamos si deberíamos


concluir que ostentan la acción de reembolso los citados deudores de
forma conjunta -se originaría, por tanto, un litisconsorcio activo
OQ

necesario- y por cuotas partes . A nuestro entender, tal solución es


contra legem. En primer lugar, el Derecho cambiario no prevé un
litisconsorcio necesario entre los firmantes de distinto grado. Y, en
segundo término, el obligado cambiario que paga se libera a sí mismo
y a los obligados posteriores y su reclamación no se divide en
fracciones de capital e intereses por lo pagado,.sino que al convertirse
en acreedor -con derecho autónomo- por la totalidad de la deuda,
puede exigir el reintegro del valor de la letra de cambio, intereses y
gastos que haya realizado (art. 59 LCCH).

Sin embargo, no puede negarse a los ejecutados, que hayan


pagado, el derecho de ejercer la acción de reembolso y que ésta se
89
.- Esta es la tesis mantenida por CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiario", cit., lug. cit., pág. 891.
416

haga efectiva por los cauces del juicio ejecutivo. La LCCH y la LEC
les otorgan tal derecho. El ejercicio de la acción de regreso se rige por
dos importantes principios: uno, de preferencia por el reembolsante
que libera a mayor número de obligados y otro, de adquisición por el
reembolsante de la cualidad de legítimo tenedor con sus
correspondientes derechos 90. En base a tales principios, el título
ejecutivo debe ser entregado, a quien libere a mayor número de
responsables cambiarios (v.gr. librador, endosante de fecha anterior).
Sería absurdo, a nuestro parecer, que los otros deudores que hubieran
satisfecho parte de la deuda pudieran conservar una acción de
naturaleza cambiaria contra las mismas personas frente a las que están
obligados a garantizar el pago de la letra. No obstante, la pérdida de la
acción cambiaria no comporta, la de las acciones civiles que les
correspondan.

B) lus varianti.

a) Planteamiento de la cuestión.

En la introducción al estudio de la responsabilidad solidaria de


los obligados cambiarios, hemos analizado someramente la estructura
del art. 57 LCCH, en cuyo párrafo cuarto se regula el denominado ius
variandi 91. En virtud del citado derecho, el tenedor del título
cambiario, después de haberse dirigido contra un primer deudor,
puede proceder contra otros obligados cambiarios. Según DIEZ-
PICAZO "es un principio general de la solidaridad pasiva que el
acreedor puede modificar la persona del demandado o sujeto pasivo
de su pretensión"92.
90
.- Estos dos principios se encontraban más claramente formulados en el CCom (art.
519) que en la LCCH. Cfr. LANGLE, Manual de Derecho mercantil español, tomo II,
cit., pág. 414.
".- Vid. supra, págs. 388 y 389.
92
.- DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho patrimonial, II, cit., pág. 208.
417

El art. 57.4 LCCH configura un ins variandi en su mayor


amplitud posible. En este sentido, para el ejercicio del ins variandi,
judicial o extrajudicialmente, no es necesaria ninguna forma especial,
ni se exige haber hecho excusión en los bienes de los anteriores
deudores, ni que éstos se hallen en insolvencia 93. El único límite al
que estará sometido el ius variandi cuando se ejercite en un proceso
y, por tanto, en el juicio ejecutivo no es otro que el cobro total del
petitum. Es cierto que en el párrafo cuarto del art. 57 LCCH no se
hace referencia alguna a dicho límite, a pesar de ello no cabe, a
nuestro entender, cuestionar su existencia desde ninguna perspectiva.
Por una parte, este límite está previsto en el art. 1144 CC a cuyas
consecuencias jurídicas se aproxima el art. 57 LCCH 94. Por otra, el
juicio ejecutivo debe entenderse concluido cuando el ejecutante haya
sido efectiva y totalmente resarcido, lo que incluye el principal,
intereses y costas.

La doctrina mercantil ha acogido muy favorablemente el


régimen de solidaridad cambiaria establecido en la LCCH, pues
entiende que supone un considerable refuerzo de la protección
jurídica del acreedor cambiario95. De conformidad con lo dispuesto en
el art. 57.4 LCCH, el tenedor no está ya obligado a esperar, en cada
juicio, que del embargo no resulten bienes suficientes para poder
ejercitar de nuevo su acción contra cualquier otro de los responsables

93
.- La excusión y la insolvencia eran presupuestos del ins variandi en el sistema del
CCom(cfr. arts. 516 y 518).
94
.- En el art. 1144 CC se dispone: "El acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los
deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente. Las reclamaciones entabladas
contra uno no serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra las demás,
mientras no resulte cobrada la deuda por completo".
95
.- Vid. entre otros, PÉREZ DE LA CRUZ BLANCO, "Las acciones cambiarías", cit.,
lug. cit., pág. 666; SANCHEZ CALERO, "La reforma del Derecho cambiario dentro de
la reforma del Derecho mecantil", cit., lug. cit., págs. 498 y 499; POLO, "La protección
del acreedor cambiario ante el impago de la letra", cit., lug. cit., págs. 126 y 127;
RODRIGUEZ JIMENEZ, "Acciones, excepciones y prescripción de la letra de cambio",
en La letra de cambio, el pagaré y el cheque en la Ley 19/1985 de 16 de julio, cit., págs.
173 y 174.
418

cambíanos. Sin embargo, veremos que en el juicio ejecutivo


cambiario, el ins variandi, al igual que sucedía con el ius elecíionis,
no puede tener la eficacia que la ley le atribuye, o al menos, con la
extensión prevista.

b) Imposibilidad de ejercitar el ius variandi, ex artículo 57.4 de la


Ley Cambiaria y del Cheque, en el juicio ejecutivo cambiario.

En el párrafo cuarto del art. 57 se dispone: "La acción intentada


contra cualquiera de las personas obligadas no impedirá que se
proceda contra las demás, aunque sean posteriores en orden a la que
fue primeramente demandada". El precepto transcrito se refiere,
obviamente, a la acción cambiaría que puede ejercitarse tanto en vía
ordinaria, como en vía ejecutiva (art. 49.2 LCCH). Si se ejercita en
vía ejecutiva se seguirán los trámites establecidos para el juicio
ejecutivo (arts. 1429 y ss. LEG) con ciertas especialidades (cfr. arts.
66, 67 y 68 LCCH).

El im variandi tiene como presupuesto el ejercicio individual


de la acción cambiaria. Consiste, este derecho, en que el acreedor, que
ha demandado en juicio a uno de los deudores solidarios -o a más de
uno pero no a todos- en reclamación de la totalidad de la deuda,
puede, antes de que se le otorgue la tutela solicitada en dicho juicio,
interponer la misma demanda contra otro u otros de los deudores.
Pues bien, el ius variandi, en los términos en los que ha sido definido,
no puede, a nuestro entender, ejercitarse en un juicio ejecutivo. El
motivo reside en la configuración legal de los títulos ejecutivos. El
art. 1429 LEC establece que la acción ejecutiva deberá fundarse en un
título que traiga aparejada ejecución, y respecto de la letra de cambio,
pagaré y cheque no prevé ningún expediente que, a falta del título
419

original, tenga por finalidad atribuir eficacia ejecutiva a un


documento supletorio %.

Ya hemos dicho en páginas anteriores, que la doctrina advierte


que la imposibilidad de ejercitar el ius variandi desnaturaliza la
institución de la solidaridad pasiva y deja falto de coherencia al art.
57 LCCH 97. Desde esta perspectiva, sólo quedan, a nuestro entender,
dos soluciones para salvar parcialmente la eficacia del citado
precepto. Una, podría consistir en entender que el ius variandi sólo
tiene lugar cuando se ejercita la acción cambiaría declarativa. Sin
embargo, una interpretación en tal sentido es contraria al contenido
jurídico de la norma, pues en ella no se establece ninguna distinción.
La fijación de ciertos límites al ius variandi, sería otra solución,
aunque también contraria al art. 57.4 LCCH.

En esta última línea se ha encaminado una orientación doctrinal


con el fin de salvar la eficacia del ius variandi que concede tanto el
CC (art. 1144), cuanto la LCCH (art. 57.4). Así, se ha afirmado que
"presupuestos del ius variandi deben ser no sólo que la deuda no haya
resultado cobrada, también que el deudor frente a quien el acreedor se
QO

dirigió resulte insolvente" . Este es el sentido que debe darse al art.


57.4 LCCH. Es decir, la interposición de una acción ejecutiva contra
un obligado cambiario no supone una renuncia a la facultad de
solicitar el despacho de la ejecución frente a los demás si se acredita
la insolvencia de aquél ". En definitiva, el ius variandi del art. 57.4
LCCH no puede diferir sustancialmente del reconocido en el
derogado art. 516 CCom. Ante el resultado infructuoso de la
ejecución despachada contra un obligado cambiario, el Juez no puede

96
.- Vid. supra, pág. 391.
97
.- Vid. supra, pág. 391.
98
.- FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, I, cit., pág. 572. Añade el citado autor
que no es "razonable permitir al acreedor que, lite pendente, abandone la acción frente a
un deudor solidario y la dirija frente a otro; y menos aún si no la abandona e incoa un
litigio paralelo".
".- Vid. en este sentido, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva
de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 500.
420

oponerse a la solicitud de un desglose de documentos y, por tanto,


debe entregar el título ejecutivo original al ejecutante que así lo
solicite para poder hacer efectiva la facultad que le reconoce la
LCCH.

Resulta obvio que las cuestiones que suscita el ejercicio del ins
variandi -cuestiones que acabamos de apuntar y en la medida de lo
posible resolver- desaparecen si previamente el acreedor desiste del
proceso de ejecución ya incoado. Ahora bien, en relación con este
tema debe señalarse que el desistimiento no es, en ningún caso,
presupuesto del ius variandi 10°.

III. EL ALZAMIENTO DEL EMBARGO A TENOR DEL


ARTICULO 68 DE LA LEY CAMBIARÍA Y DEL CHEQUE.

1. Consideraciones generales.

El hecho de que no se exija de forma imperativa el protesto


para acreditar la falta de aceptación o de pago de la deuda cambiaria
(cfr. arts. 51 y 56 LCCH), junto a la conservación de las acciones
cambiarías aunque se incumpla el deber de comunicar la falta de
aceptación o de pago (art. 55 LCCH), y a la presunción legal de
autenticidad de las firmas que constan en el título cambiario (art. 66
LCCH), puede ocasionar en la práctica que el presunto deudor tenga
conocimiento, por primera vez, de la reclamación del crédito
cambiario cuando ya sea ejecutado y se le hayan embargado los
bienes.

100
.- Es decir, a pesar de los problemas de carácter procesal que se creen, el ¡us variandi
regulado en el art. 1144 CC, permite que se multipliquen las reclamaciones judiciales.
Cfr. DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., pág. 209.
421

El alzamiento del embargo es el expediente procesal, previsto


en la LCCH, para compensar al deudor del despacho de la ejecución
en base a un simple documento privado, sin que conste, por tanto, de
modo fechaciente que la firma que figura en el título corresponde
efectivamente al ejecutado 101.

La articulación del expediente procesal del art. 68 LCCH en el


juicio ejecutivo no es tarea fácil y requiere demasiadas precisiones y
salvedades. Aunque en los epígrafes que siguen daremos cuenta de
ello, queremos resaltar ahora tres cuestiones que son determinantes de
la valoración crítica que tal expediente nos merece. En primer lugar,

101
.- No ha sido el alzamiento del embargo la única medida procesal propuesta para evitar
que las consecuencias de una posible ejecución injusta se prolonguen en el tiempo. El
Anteproyecto de Ley Cambiaria y del Cheque de 1984 preveía que si en el plazo de cinco
días hábiles siguientes al requerimiento judicial de pago, el deudor o deudores negaban
categóricamente su firma o alegaban falta absoluta de representación, podía el Juez, a la
vista de las circunstancias del caso y documentación aportada, suspender el embargo
exigiendo, si lo consideraba conveniente, caución o garantía adecuada (Vid.
Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la "Ley Cambiaria y del Cheque" de
16 de julio de 1985, cit., pág. 197).
En concreto en el art. 68 del mencionado Anteproyecto se disponía que:
"Despachada la ejecución, se entregará el mandamiento a un Agente Judicial, el cual
requerirá al deudor o deudores demandados, a fin de que, en el plazo improrrogable de
cinco días hábiles se personen en el Juzgado por sí o por medio de representante, ya para
realizar el pago, ya para consignar o garantizar adecuadamente la cantidad reclamada, o
ya para negar categóricamente la autenticidad como propia de la firma en la letra de
cambio o alegar la inexistencia total de cualquier representación por quien la suscribió en
su nombre.
Transcurrido dicho plazo sin que el deudor hubiere pagado, consignado o
garantizado la cantidad reclamada, se procederá de inmediato a embargarle bienes
suficientes a cubrir la cantidad por la que se haya despachado la ejecución y las costas,
los cuales se depositarán con arreglo a derecho.
Si el deudor o deudores negaren categóricamente su firma o alegaren la falta
absoluta de representación, podrá el Juez, a la vista de las circunstancias del caso y
documentación aportada, suspender el embargo, exigiendo, si lo considera conveniente,
la caución o garantía adecuada".
El Anteproyecto de 1984 seguía en este punto a la Ley Cambiaria italiana en
cuyo art. 64 se dispone que: "La oposición al mandamiento no suspende la ejecución;
pero el presidente del tribunal, o el pretor competente por la cuantía, en virtud del
recurso del oponente que desconozca la propia firma o la representación o bien, que
aduzca graves y fundados motivos, puede, con resolución motivada, examinados los
documentos aportados, suspender en todo o en parte los actos ejecutivos, exigiendo
caución idónea". Sobre el art. 64 Legg. camb., vid. supra, Capítulo Segundo, págs. 101a
105.
422

la garantía que, en principio, pudiera parecer que representa el


alzamiento del embargo lite pendente deviene extemporánea ya que
no es susceptible de eliminar el daño causado: el embargo ya habrá
producido un grave perjuicio al aparente deudor. En segundo término,
cabe señalar que el art. 68 LCCH es contradictorio con un buen
número de normas de la citada ley que intentan cumplir la finalidad
proclamada en su Exposición de Motivos de "fortalecer la posición
jurídica del acreedor cambiario", puesto que el alzamiento del
embargo debilita, sin duda alguna, al verdadero acreedor que se dirige
contra quien es realmente deudor. Por último, la posibilidad de que se
alce el embargo supone la desnaturalización del juicio ejecutivo.
Como se ha señalado, "intentado sin efecto el requerimiento de pago
y alzado el embargo, nada queda de "ejecutivo" en la sustanciación de
ese juicio" 102. Además debe tenerse en cuenta que no podrá
solicitarse, si se accede a la petición de alzamiento del embargo, una
mejora del mismo 103.

El caos que para la ciencia procesal conlleva la norma del art.


68 LCCH, ya fue advertido en la trayectoria parlamentaría del
Proyecto de Ley Cambiaria y del Cheque. A través de diversas
enmiendas, en las que se propuso la supresión del citado artículo, se
insistió en las graves consecuencias que, para el normal desarrollo
del juicio ejecutivo, podía ocasionar la trascendental modificación en
su tramitación provocada por el art. 68 I04.

102
.- FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág. 560.
En parecidos términos se pronuncian, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la
fuerza ejecutiva de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág.
501; CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs.
885 y 886.
m
.- El alzamiento del embargo, ex art. 68 LCCH, consiste en una declaración de
voluntad que anula la decisión jurisdiccional de proceder al embargo contenida en el auto
que despacha ejecución.
104
.- La enmienda núm. 68 presentada por el Grupo Centrista, en el Congreso de los
Diputados, solicitaba la supresión del art. 68 al entender "que bastan las normas del
Juicio ejecutivo de la Ley de Enjuiciamiento Civil, recientemente modificada, sin
introducir correctivos o procedimientos especiales". Por su parte, el Grupo Popular
presentó dos enmiendas al art. 68. En la enmienda núm. 130 abogaba por la supresión del
citado artículo. En la justificación de dicha enmienda, se dice que el Proyecto de Ley
423

Al error de concepto padecido por el legislador en la redacción


del art. 68 LCCH, relativo al modo y tiempo en que debe alcanzarse
una certeza jurídica suficiente de la existencia de una deuda, o, en
otros términos, a la ubicación de las denominadas "diligencias
preparatorias de la ejecución" -que como se ha constatado, si el título
ejecutivo es un documento privado, antes o después son ineludibles-,
se añade la falta de regulación del cauce procesal a través del cual
deberá resolverse sobre el alzamiento del embargo I05.

2. Apertura del incidente de alzamiento del embargo.

De conformidad con lo dispuesto en el art. 68 LCCH, el


incidente de alzamiento del embargo debería incoarse de oficio. En la
regla primera del art. 68 no se hace referencia alguna a la pretensión
de alzamiento de la traba. Por tanto, en principio, para la iniciación
del incidente no debe mediar petición de parte. Al ejecutado le basta
negar categóricamente la autenticidad de su firma o alegar la falta

Cambiaria y del Cheque ha desbordado su finalidad de introducir en nuestro


ordenamiento jurídico la Legislación Uniforme de Ginebra, ya que "ha hecho unas
incursiones gravemente peligrosas en materia procesal". La posibilidad de que se alce el
embargo no es suficiente garantía, para el Grupo Popular, frente a un despacho de la
ejecución en base "a una firma puramente privada, no sujeta al menor control de
autenticidad". Por ello se afirma que "las defensas por mínimas que sean, tienen que ser
otorgadas antes de haberse despachado la ejecución, antes de haberse practicado el
embargo". La enmienda núm. 129, firmada también por el Grupo Popular, no era de
supresión del art. 68 sino de adición de un párrafo final: "Incurrirá en responsabilidad
penal el obligado cambiario que mediante dolo o culpa negase categóricamente la
autenticidad de su firma, si posteriormente resultase probada su veracidad". Con tal
medida se pensaba evitar abusos consistentes en negaciones de la autenticidad de la firma
absolutamente gratuitas. Vid. Documentación Jurídica. Monográfico dedicado a la "Ley
Cambiaria y del Cheque ", de 16 de julio de 1985, cit., págs. 343, 359 y 360.
105
.- Quizá el legislador entiende que el incidente de alzamiento del embargo debe estar
regido por el "principio de improvisación procedimental". A este supuesto principio
procesal se refiere DE LA OLIVA SANTOS en su trabajo "Algunas peculiaridades de las
normas procesales", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, núm. 2, 1974, pág.
267.
424

absoluta de representación, para que el Juez, de oficio, deba


plantearse si procede o no alzar el embargo l06.

Ahora bien, en el proceso civil los incidentes que se plantean


durante el transcurso del proceso principal tienen lugar, como regla
general, a instancia de parte. En el caso que nos ocupa, debe añadirse
a lo anterior, por una parte, que según establece el art. 68 LCCH, el
Juez alzará el embargo "a la vista de las circunstancias del caso y de
la documentación aportada", documentación que se acompañará,
normalmente, a la petición de alzamiento del embargo. Y, por otra, el
apego de nuestros órganos jurisdiccionales al principio de justicia
rogada impone la precaución de solicitarlo de modo expreso para
eludir el riesgo de que la denuncia no sea cursada. Así, pues, a
nuestro entender, el alzamiento del embargo precisa solicitud de la
parte o persona a quien perjudique la traba.

Ya hemos señalado que la LCCH no contiene ninguna


referencia expresa a la pretensión de alzamiento del embargo, en
consecuencia, tampoco se pronuncia sobre la forma en que debe
exteriorizarse dicha petición. A pesar de ello, resulta razonable
entender que por ser el juicio ejecutivo un proceso escrito, en el que
la escritura es el medio usual, no sólo de iniciar el procedimiento,
sino de plantear cualquier tipo de cuestión incidental, la solicitud de
alzamiento del embargo deberá adoptar la forma escrita. El mayor
grado de precisión en el razonamiento que implica la forma escrita,
respecto de la oral, proporcionará al Juez más datos en los que basar
su decisión. Desde esta perspectiva, estimamos que, en el supuesto de
que las alegaciones de falsedad de la firma o de falta absoluta de
representación y la petición de alzamiento del embargo se hagan en el
acto en que se requiera de pago al deudor y se exterioricen de forma
oral, es aconsejable que sean ratificadas mediante escrito, firmado por

106
.- Cfr. FERNANDEZ, RIFA y VALLS, Derecho procesal práctico, tomo VI, cit., pág.
573.
425

el propio ejecutado, al que se acompañará la documentación que se


estime pertinente.

Si la petición de alzamiento del embargo se hace dentro de los


tres días siguientes al en que tuvo lugar la diligencia prevista en el art.
1442 LEG, coincidirá en el tiempo con el escrito de personación que,
de conformidad con el art. 1461 LEG, debe presentarse en el plazo de
tres días desde la citación de remate 107. En este supuesto, la petición
puede hacerse de modo separado o por medio de otrosí en el escrito
por el que el ejecutado se persona y anuncia la oposición a la
ejecución.

3. Momentos en que puede solicitarse el alzamiento del embargo.

De acuerdo con lo establecido en el art. 68 LCCH, regla


primera, la petición de alzamiento del embargo, o la denuncia de la
falsedad de la firma o falta absoluta de representación, puede
realizarse en el acto de la diligencia prevista en el art. 1442 LEG o
dentro de los tres días siguientes a ella 108.

A nuestro entender, el requisito del tiempo precisa dos


puntualizaciones:

Primera. Aunque el tenor literal del art. 68 LCCH pueda dar a


entender lo contrario, la negación rotunda de la autenticidad de la
firma, o la alegación de la falta absoluta de representación, deducida
en el acto en que se requiere de pago al deudor carece de eficacia
inmediata. El Juez no está presente y sólo él puede ordenar que se

107
.- En la práctica el requerimiento de pago, el embargo de bienes y la citación de remate
se documentan en la misma diligencia.
I08
.- Así lo entiende la doctrina, aun cuando del art. 68 podría inferirse que en el acto de
la diligencia de requerimiento de pago sólo cabría alegar la falta absoluta de
representación; vid, por todos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit.,
pág. 86.
426

alce la traba I09. Por consiguiente, el Secretario judicial debe limitarse


a dejar testimonio, en la diligencia de embargo, de las declaraciones
realizadas por el ejecutado.

Segunda. En cuanto al otro momento procesal, en el que según


la regla primera del art. 68 LCCH puede comparecer el ejecutado y
solicitar que el juicio ejecutivo continúe sin el embargo, debe
entenderse que no sólo es admisible esa comparecencia dentro de los
tres días siguientes al requerimiento de pago personal (art. 1442
LEG), sino que por vía de una interpretación extensiva puede
aplicarse la citada norma a los supuestos previstos en los arts. 1443 y
1444 LEC. En caso contrario, al negarse al ejecutado la facultad
procesal, ahora analizada, simplemente porque no está en su
domicilio, o porque su residencia o su paradero son desconocidos, se
vulneraría la ratio iuris de la regla primera del art. 68 LCCH. Por
tanto, la solicitud de alzamiento del embargo es posible hacerla dentro
de los tres días siguientes a aquél en que se hizo el requerimiento de
pago y la traba según lo dispuesto en el art. 1443, así como dentro de
los tres días siguientes a aquél en que se produjo la citación de remate
(1460 LEC), cuando por ignorarse el paradero del deudor, se hubiera
procedido a la traba de los bienes sin previo requerimiento de pago
(art. 1444 LEC) 110 .

Con anterioridad a los momentos previstos en la regla primera


del art. 68 LCCH no cabe solicitar el alzamiento del embargo ya que
éste aún no se ha practicado. Pero si hubieran tenido lugar
determinadas actuaciones que pueden considerarse preparatorias de la
ejecución, y la persona a la que se imputa el débito cambiario
entendiera que la firma que consta en el título cambiario es falsa, o

109
.- Este inconveniente -o contradicción- se salvaba en el Anteproyecto de Ley
Cambiaria y del Cheque de 1984, en cuyo art. 68 se establecía que tales manifestaciones
debían hacerse en presenciajudicial (vid. supra, nota 101).
"°.- Vid. en este sentido, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., págs.
85 y 86; y DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit.,
lug. cit., pág. 62.
427

existe falta absoluta de representación, deberá hacerlo constar de


forma expresa. En caso contrario, a pesar de que el deudor alegue
tales extremos, el Juez no alzará el embargo (art. 68.3a.b LEC).

Por último, debe señalarse que aun cuando el deudor no niegue


la autenticidad de la firma o no alegue la falta absoluta de
representación, en el tiempo y a los efectos señalados en el art. 68
LCCH, en la oposición a la ejecución puede interponer la excepción
correspondiente en base al art. 67.2.1a LCCH ("inexistencia o falta de
validez de su propia declaración cambiaría, incluida la falsedad de la
firma"). Por tanto, del silencio no cabe inferir la aceptación tácita de
la firma o la ratificación de la suscripción cambiaria.

4. Causas que pueden provocar el alzamiento del embargo.

Las causas en que puede fundarse el alzamiento del embargo


son, según el art. 68 LCCH, las siguientes: la negación categórica de
la autenticidad de la firma y la falta absoluta de representación.

A) Falta de autenticidad de la firma.

La autenticidad de la firma debe ser negada de forma


categórica111. El supuesto de hecho de la -norma excluye aquellas

'".- El adverbio "categóricamente" se introdujo en la Ley de 22 de julio de 1967 (RAL


1428) que modificó los arts. 504 a 507 y 521 del CCom. El porqué de la modulación del
significado del verbo negar se halla en la Exposición de motivos de la citada Ley: "Quien
aparezca como aceptante de una letra de cambio puede eludir el juicio ejecutivo alegando
la falsedad de la aceptación; pero este medio defensivo, tan legítimo cuando la firma es
realmente falsa, se emplea maliciosamente con frecuencia revistiendo la invocación de la
tacha de falsedad con fórmulas ambiguas y vacilantes que, sin comprometer la
responsabilidad de quien las emplea, enervan la acción ejecutiva y remiten la cuestión al
juicio ordinario con el consiguiente quebranto de la rapidez y eficacia de la letra de
cambio. El nuevo texto no concede el efecto impeditivo de la ejecución, más que a la
tacha de falsedad de la firma formulada en forma categórica y rotunda".
428

situaciones en que el ejecutado expresa meramente una duda sobre la


autenticidad de su firma. No valen, pues, expresiones ambiguas y
vacilantes. Con todo, cabe preguntarse si condiciona al Juez la
exigencia legal consistente en que la negación de la firma ha de ser
categórica.

Se ha dicho que, tras la reforma parcial del Código Penal por la


Ley Orgánica 8/1983, de 25 de junio, introductora del fraude procesal
como agravante de la estafa (art. 529.2a CP) 112, la laxitud en la
apreciación de la forma en la que se exterioriza la negación puede
"devenir hondamente perturbadora", y que incluso puede afectar a la
"responsabilidad profesional" del Juez, "ya que a nadie se le oculta
que un levantamiento de embargo acordado un tanto a la ligera puede
dar origen a una insolvencia sobrevenida y a la consiguiente
insatisfacción del crédito del ejecutante" 113.

En todo caso, la exigencia legal de que la negativa de la


autenticidad de la firma sea categórica no evitará conductas
fraudulentas del deudor, pues, aunque el deudor niegue la
autenticidad de la firma siendo realmente suya, el acreedor no puede
incoar con éxito una acción penal 114. Recordemos que, con la
finalidad de evitar negaciones de autenticidad de la firma
absolutamente gratuitas, se presentó una enmienda al Proyecto de

"2.- La doctrina señala, como un caso clásico de estafa procesal, el engaño al Juez, quien,
en virtud de error, dicta una resolución injusta y gravosa económicamente para una de las
partes. Vid. al respecto, BUSTOS RAMÍREZ, Manual de Derecho penal, Parte especial,
1a ed., Barcelona, 1986, págs. 233 a 235.
El Código Penal vigente también atribuye al fraude procesal la condición de
agravante del delito de estafa (cfr. art. 250.1.2°).
"3.- MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de embargo en el proceso
ejecutivo cambiario", en Revista jurídica de Cataluña, núm. 2, 1986, pág. 39.
"4.- Vid. en este sentido, MAJADA, Práctica del juicio ejecutivo, cit., págs. 108 y 109.
El autor estima que es aplicable, a las manifestaciones mendaces que el deudor haga ante
un funcionario judicial con ocasión de la diligencia del art. 1442 LEC, o una vez
promovido el juicio ejecutivo (art. 68.1a LCCH), o antes de iniciarse éste (art. 68.3a
LCCH), la doctrina que rechaza la procedencia de sancionar en vía penal la conducta de
quien niega la autenticidad de la firma, en las diligencias preparatorias de la ejecución,
para impedir el acceso al juicio ejecutivo.
429

LCCH en la que se proponía la atribución de responsabilidad penal al


obligado cambiario que, mediante dolo o culpa, negara
categòricamente la autenticidad de su firma, si posteriormente
resultase probada su veracidad 115. Dicha enmienda no fue admitida.

La invocación de la falsedad ha de referirse exclusivamente a la


firma. Es irrelevante, a los efectos del alzamiento del embargo, la
alegación de cualquier otra circunstancia aun cuando determine la
inexistencia de voluntad indispensable para la declaración cambiaria
(v. gr. violencia, intimidación, error obstativo) 116. Tampoco tiene
trascendencia la denuncia de alteraciones en las cláusulas o
menciones que ya figuraban en el documento cambiario; esto es, no
cabe solicitar el alzamiento del embargo en base a la falsificación del
contenido de una declaración cambiaria 117.

Si bien es cierto que la causa más frecuente de la inautenticidad


de la firma es su falsedad, no debe circunscribirse de forma exclusiva
a dicho supuesto. Existen otros fenómenos que pueden dar lugar a la
negación de la autenticidad de la firma y, por tanto, son susceptibles
de producir el alzamiento del embargo. Uno de ellos es la homonímia,
que se caracteriza porque la firma no proviene del sujeto frente al que
1 1 Q
se ejercita la acción cambiaría

B) Falta absoluta de representación.

En cuanto a la falta absoluta de representación, la doctrina


entiende que la inserción del adjetivo absoluto en el texto legal
115
.- Vid. supra, nota 104.
"6.- Vid. infra, págs. 524 y 525.
117
.- La doctrina mercantil ha establecido claramente la distinción entre falsedad y
falsificación del título cambiario. La falsedad se refiere a las firmas que se recogen en el
título y la falsificación al texto cambiario. Vid. por todos, CALAVIA MOLINERO y
BALDO DEL CASTAÑO, Letra de cambio, cit., págs. 36 a 42.
"8.- Cfr. SÁNCHEZ CALERO, "Las excepciones cambiarías", en Revista de Derecho
bancario y bursátil, núm. 29, enero-marzo, 1988, pág. 44.
430

excluye planteamientos diferentes al aelfalsus procurator -o también


denominado fictus procurator o pseudo representante- 119. En sentido
estricto, se denomina falsus procurator a la persona que actúa en
representación de otra estando desprovista de todo poder de
representación, bien porque no se le ha conferido, bien porque se ha
i OA

extinguido ya . Este es el supuesto específico que contempla el art.


10 LCCH cuando se refiere al "... que pusiere su firma en una letra de
cambio, como representante de una persona sin poderes para obrar en
nombre de ella...".

La doctrina advierte que el legislador, en sede de alzamiento


del embargo, ha olvidado referirse a los supuestos en los que el
representante, si bien tiene poder para efectuar una declaración
cambiaria, ha superado los límites del poder 121. Podría entenderse
que, en estos últimos supuestos, la medida idónea sería el alzamiento
parcial del embargo, ya que responde a la misma finalidad que la
expresamente prevista en el art. 68 LCCH: liberar al ejecutado de
unas consecuencias jurídicas que le son perjudiciales merced a la
conducta fraudulenta o negligente de un tercero. Sin embargo, a
nuestro juicio, y debido a que las causas de alzamiento del embargo
son numerus clausus, no es correcto jurídicamente realizar, para el
supuesto de que el representante se exceda de sus poderes, una
interpretación extensiva del art. 68 LCCH.

C) Fundamentos de la admisión de las causas de alzamiento del


embargo.

Según DE LA OLIVA, la estimación de la petición de


alzamiento del embargo queda al arbitrio del Juez cuyo "juicio de

"9.- Vid. portodos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 85.
120
.- Vid. sobre este particular, VELASCO SAN PEDRO, La representación en la letra
de cambio, cit., pág. 88.
12
'.- Vid. portodos, FERNANDEZ LÓPEZ, Derecho procesal civil, IV, cit., pág. 85.
431

probabilidad cualificada" de falsedad de la firma o de falta absoluta


de representación se basará, como precisa el art. 68.1a LCCH, en la
"documentación aportada" -demanda ejecutiva, título ejecutivo y
otros documentos que presente el ejecutante; solicitud de alzamiento
de la traba y documentos que crea conveniente aportar el ejecutado- y
en "las circunstancias del caso" 122. Deben entenderse incluidas en
estas últimas los supuestos previstos en la regla tercera del art. 68
IOT
LCCH , pues, a nuestro juicio, "las circunstancias del caso" tienen
implícito tanto un valor subjetivo como objetivo 124.

La simple negación categórica de la autenticidad de la firma o


la alegación de la falta absoluta de representación, no provocan, por sí
mismas, la desafección de los bienes, sino que ha de existir una
1 f\ c

mínima actividad de acreditación . No se exige, en cambio, una

122
.- DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el cheque y el pagaré", cit., lug.
cit., pág. 61.
l23
.- En la regla tercera del art. 68 LCCH se dispone que:
"En ningún caso se levantará el embargo cuando la letra de cambio se encuentre en
alguno de los casos siguientes:
a) Cuando el libramiento, la aceptación, el aval o el endoso hayan sido
intervenidos, con expresión de la fecha por Agente de Cambio y Bolsa o
Corredor de Comercio Colegiado, o las respectivas firmas estén
legitimadas en la propia letra por Notario.
b) Cuando se trate de ejecución despachada contra un obligado cambiario
que, en el protesto o requerido de pago notarialmente o en acto de
conciliación antes de iniciarse el juicio ejecutivo, no hubiera negado
categóricamente la autenticidad de su firma en la letra, o no hubiera
alegado la falta absoluta de representación.
c) Cuando el obligado cambiario hubiere reconocido su firma judicialmente o
en documento público".
Respecto al contenido del apartado a) debe entenderse suprimida la referencia a
los Agentes de Cambio y Bolsa, ya que, como es sabido, por la Ley 24/1988, de 28 de
julio, del Mercado de Valores, aquéllos han quedado, en todo caso, privados de su
condición de fedatarios mercantiles.
l24
.- En cambio, CORTES DOMÍNGUEZ ("El nuevo juicio ejecutivo cambiario", cit.,
lug. cit., pág. 880) otorga a las "circunstancias del caso" un carácter meramente subjetivo
y señala que será la credibilidad y la calidad personal y moral del deudor la determinante
del alzamiento del embargo.
l25
.- Siguiendo a GUTIERREZ DE CABIEDES ("La excepción de carácter", en Estudios
de Derecho procesal, cit., pág. 282) entendemos por acreditar, justificar, "afrontar una
prueba semiplena, que engendra en el Juez no una certeza, sino una simple posibilidad, o
si se quiere, la no certeza del hecho contrario". Vid. en el mismo sentido, BURGOS
432

cumplida prueba de las causas que pueden provocar el alzamiento del


embargo. Por la naturaleza y la incardinación del incidente de
alzamiento del embargo en el juicio ejecutivo basta con una
justificación, un prueba semiplena. Si se exigiera una prueba plena de
la falsedad de la firma o de la falta absoluta de representación, nos
preguntamos qué debería probarse en el incidente de oposición a la
ejecución 126. Es decir, esta interpretación es la única posible si
observamos que el incidente de alzamiento del embargo y el de la
oposición a la ejecución pueden coincidir en el tiempo y que la
resolución (auto) que resuelve sobre el alzamiento del embargo es
provisional respecto de la que resuelve (sentencia) sobre la oposición
a la ejecución.

Con todo, no será fácil para el ejecutado acreditar prima facie


la falsedad de su firma o la falta absoluta de representación.

Una documentación probatoria adecuada de la falsedad de la


firma serían los dictámenes de peritos caligráficos. Sin embargo, el
ejecutado no está en posesión de la cambial por lo que la práctica de
la pericia es punto menos que imposible. Así, pues, las posibilidades
de acreditación de la falsedad de la firma se ven reducidas a la
aportación de documentos indubitados (art. 608 LEG) para que el
Juez haga sus propias comparaciones 127. En este sentido, debe
entenderse que basta la percepción judicial inmediata de las firmas
para proceder al alzamiento del embargo. Ahora bien, no será sencillo
para el titular del órgano jurisdiccional efectuar por sí mismo la
confrontación de la firma dudosa y la auténtica. El Juez carece de

LADRÓN DE GUEVARA, El principio de prueba en el proceso civil español, Madrid,


1989, págs. 16 y ss.
l26
.- Al estudiar esta cuestión, FERNANDEZ, RIFA y VALLS (Derecho procesal
práctico, tomo VI, cit., pág. 562) sostienen que "no será necesario, en ese momento
procesal, la prueba cumplida de que la firma es falsa (como la jurisprudencia suele exigir
para estimar la correspondiente excepción)".
127
.- A tales efectos, el deudor podrá presentar también el D.N.I., pasaporte, carnet de
conducir, entre otros documentos oficiales en los que conste su firma de forma
indubitada.
433

conocimientos científicos y de metodología. El perito caligráfico debe


analizar muchos elementos, tanto externos como de fondo, para llegar
a una conclusión. Y es que la firma, como escritura autógrafa, no
escapa a la regla de que no es posible su reproducción exacta por la
misma persona 128. Por otra parte, también complica la tarea del Juez
el hecho de que la firma, por su reducida extensión y por su
significado jurídico, es siempre objeto de la más acentuada atención
de un falsificador. No obstante, y a pesar de lo dicho, no vemos otra
alternativa a la confrontación de las firmas por el Juez, pues, a nuestro
entender, en el incidente no debe practicarse prueba 129.

Asimismo, la acreditación de la falta absoluta de representación


no está ausente de dificultades, ya que se trata de un hecho negativo
(la inexistencia de poder), con lo cual el deudor se enfrenta,
prácticamente, a unaprobatio diabólica 13°. Para salvar tal obstáculo
se ha apuntado la posibilidad de que el tercero representante
intervenga en el incidente del art. 68 LCCH para dar cuenta de la
existencia del poder 131. Sin embargo, a nuestro juicio, la intervención
del representante no es acorde con las notas de celeridad y
sumariedad propias del mencionado incidente.

128
.- Cfr. LÓPEZ PEÑA y CASA, La prueba pericial caligráfica, 2a ed., Buenos Aires,
1993,pág. 63.
l29
.- Vid infra, pág. 448.
l30
.- En estos términos se expresa DE LA OLIVA ("Tratamiento procesal de la letra, el
cheque y el pagaré", cit., lug. cit., pág. 64). Ahora bien, quizá estas dificultades se
desvanezcan si descendemos del plano teórico al práctico. Por ejemplo, el supuesto de
los auxiliares dependientes del empresario. El gerente o factor mercantil es un auxiliar
del empresario al que se confieren poderes generales para administrar, dirigir y contratar
sobre todo lo que forma parte del normal u ordinario giro y tráfico de la empresa (art. 283
CCom). Su nombramiento, así como el otorgamiento de los poderes generales, puede
realizarse en forma escrita, mediante escritura pública que se inscribirá en el Registro
Mercantil; formalidad a la que también debe sujetarse la revocación del poder (cfr. arts.
87.2 y 94.5 RRM). Por tanto, la revocación del poder, o la ausencia del mismo, puede
probarse mediante certificación expedida por el Registrador (arts. 23.1 CCom y 77
RRM); y también puede acreditarse por referencia a los datos publicados en el Boletín
Oficial del Registro Mercantil (arts. 21.1 CCom; 386.5 y 388.10 RRM).
131
.- Vid. en este sentido, SENES MOTILLA, "Consideraciones sobre la fuerza ejecutiva
de la letra de cambio y el juicio ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 503.
434

En este orden de cosas, se ha señalado que tampoco puede


soslayar las dificultades de acreditación el recurso al párrafo tercero
del art. 9 LCCH, que permite un desplazamiento del onus probandi al
ejecutante, pues, la pieza separada se sustancia sólo con el deudor l32.
Dejando a un lado, por el momento, la cuestión de si debe darse
audiencia al ejecutante en el incidente de alzamiento del embargo, no
existe, a nuestro entender, fundamento jurídico en el que apoyar tal
inversión de la carga de la prueba. A tenor del art. 9.3 LCCH, los
tomadores y tenedores de letras de cambio tienen derecho a exigir a
los firmantes la exhibición del poder. Se trata, en definitiva, de un
derecho y no de una obligación, por esto, el tenedor no debe soportar
las consecuencias derivadas de su falta de diligencia (entendida en
sentido amplio). Téngase en cuenta, que la buena fe del tenedor está
protegida por el art. 10 LCCH que establece la responsabilidad
cambiaria personal del falso representante 13 .

Como consecuencia de la práctica imposibilidad de obtener, en


la mayoría de los casos, una documentación que permita alcanzar un
"juicio de probabilidad cualificada" de la existencia de las causas
legales del alzamiento del embargo, podemos concluir que el
incidente del art. 68 LCCH deviene superfluo por inconducente. Y, si
en algún supuesto, se está en posesión de documentación que haga
prueba plena de la falsedad de la firma o de la falta absoluta de
representación, lo que deviene superfluo es la continuación del
proceso de ejecución, pues, la improcedencia del embargo revela que
aquélla es infundada 134.

La LCCH concede al Juez absoluta discrecionalidad para


decidir si alza o no el embargo. Decretado el alzamiento del embargo,

l32
.- En este sentido se pronuncia MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de
embargo en el proceso ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., págs. 41 y 42.
l33
.- Cfr. CALA VIA MOLINERO y BALDO DEL CASTANO, Letra de cambio, cit.,
pág.31.
l34
.- Cfr. DE LA OLIVA, "Tratamiento procesal de la letra, el pagaré y el cheque", cit.,
lug. cit., págs. 65 y 66.
435

el Juez exigirá al ejecutado, si lo cree conveniente, la prestación de


"caución o garantía" que asegure la satisfacción del crédito cambiario
ante una eventual desestimación de los motivos de oposición (art.
68.1aLCCH)

5. Caución o garantía adecuada.

A pesar de que el Juez haya despachado correctamente


ejecución ' 5, una semiplena probatio de la falsedad de la firma o de
la falta absoluta de representación es suficiente para alzar el embargo.
De ahí, que el restablecimiento del equilibrio patrimonial, roto por el
incumplimiento del deudor, es posible que no se logre como
consecuencia de un indebido alzamiento del embargo.

Aparentemente sensible a esta posibilidad, la LCCH faculta al


Juez para exigir al deudor, si lo considera conveniente, la entrega de
caución o garantía adecuada. Así, pues, la imposición de la caución
aparece como potestativa y no como obligatoria 136. En este sentido,
son mútiples los elementos que pueden influir en la decisión del Juez.
En efecto, alzado el embargo puede ser que el Juez no crea
conveniente exigir la prestación de caución o garantía, entre otros
motivos, porque el deudor tiene, por ejemplo, responsabilidad
conocida. Una decisión en este sentido exige que el Juez conozca el
valor del activo patrimonial del solicitante, para que pueda
compararlo con el importe previsible de la indemnización por daños y
perjuicios que, eventualmente, pudiera nacer. La solvencia del deudor

U5
.- Recuérdese que el despacho de la ejecución, en sentido amplio, incluye importantes
actividades anteriores a la declaración de voluntad con que da comienzo la ejecución
forzosa, y de la que son presupuesto necesario, v. gr. examen de los presupuestos
procesales, análisis de la regularidad formal del título ejecutivo; cfr. FERNANDEZ
LÓPEZ, Derecho procesal civil, III, cit., págs. 173 a 184.
l36
.- Quizá sea una apariencia falsa. Hemos dicho que la ejecución está correctamente
despachada, y que el Juez tendrá dificultades para adquirir certeza sobre la falsedad de la
firma y la falta absoluta de representación, por tanto, si decide alzar el embargo, con toda
seguridad exigirá caución.
436

no debe ser notoria. Su acreditación puede realizarse mediante


documentos que se acompañarán a la solicitud de alzamiento del
embargo 137.

Antes de pasar a analizar los aspectos más relevantes de la


institución jurídica de la caución o garantía ex art. 68 LCCH,
consideramos oportuno hacer unas consideraciones de carácter
general.

La primera consideración está destinada a evitar la confusión


que puede ocasionar la conjunción disyuntiva empleada en la
redacción del art. 68.1a LCCH ("caución o garantía"). Esta clase de
conjunción denota contraposición, separación o alternativa entre dos
o más cosas. Sin embargo, no existe, en rigor, una contraposición
entre caución y garantía procesal. Ahora bien, tampoco son dos
términos con un significado jurídico equivalente.

Se ha definido la caución, en el ámbito del proceso, como un


tipo de garantía procesal con finalidad patrimonial 138. Junto a la
caución, cuyo cometido consiste en asegurar la satisfacción de las
responsabilidades pecuniarias derivadas del ejercicio legítimo de un
derecho procesal, se entienden incluidos en aquella categoría de
garantía procesal: el embargo, el secuestro y la anotación preventiva
de embargo. Desde esta perspectiva, puede concluirse que el concepto
de garantía procesal es más amplio que el de caución.

!37
,- Una documentación que diera cuenta de la solvencia del deudor podría ser la
declaración del impuesto sobre el patrimonio, o, en su caso, del impuesto de sociedades.
Vid. en este sentido, ORTELLS RAMOS, El embargo preventivo, cit., pág. 111.
l38
.- Vid. TOME PAULE, "Teoría de las cauciones procesales", en Revista de Derecho
Procesal Iberoamericana y Filipina, núm. 4., 1962, págs. 789 y 790. Este autor divide las
garantías procesales en dos grandes grupos: garantías que tienen una finalidad
institucional (v. gr. garantías encaminadas a lograr: la imparcialidad de los órganos
jurisdiccionales, la marcha normal del proceso, la actuación uniforme de los órganos
jurisdiccionales) y garantías con una finalidad patrimonial.
437

La segunda consideración tiene por objeto resaltar el acierto del


art. 68 LCCH cuando opta por el término caución en lugar de emplear
el vocablo fianza 139. Con esta medida se evita el tener que precisar
que el término fianza no es utilizado en su sentido estricto y técnico;
esto es, como un "tipo especial de garantía que se produce cuando un
tercero se compromete a ejecutar la prestación debida por el deudor al
acreedor" 14°. El que la caución pueda ser prestada, a no ser que un
precepto legal lo impida expresamente, mediante fianza 141, no debe
generar una confusión entre ambas instituciones jurídicas. La caución
es una carga procesal impuesta por la ley o por el Juez para asegurar
los perjuicios que pueden derivarse del ejercicio legítimo de un
derecho procesal. La fianza, en cambio, es un acuerdo de voluntades
extraprocesal, por el cual un tercero (fiador) asume el compromiso de
cumplir la obligación si no lo hace el deudor principal (art. 1822 CC).
Por otra parte, la terminología empleada por el art. 68 LCCH soslaya
errores jurídicos como el cometido por los arts. 385.4 y 1428 infine
LEC, que admiten cualquier tipo de fianza con "exclusión de la
personal", olvidando que la fianza es siempre una garantía
personal142.

A) Exigibilidad y función de la caución.

El alzamiento del embargo depende, exclusivamente, de las


circunstancias del caso y de la documentación aportada. La caución o,
en su caso, la solvencia -notoria o acreditada- no sólo no puede

139
.- Debe reconocerse, sin embargo, que la identificación entre los términos fianza y
caución tiene su apoyo en nuestro Derecho histórico. Vid. sobre este tema, TOME
PAULE, ob. y lug. cit. nota anterior, pág. 785; CALDERÓN CUADRADO, Las medidas
cautelares indeterminadas en el proceso civil, 1a ed., Madrid, 1992, pág. 50;
CABALLOL ANGELATS, La ejecución provisional en el proceso civil, Barcelona,
1993, págs. 208 a 210.
l40
.- DIEZ-PICAZO, Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 414.
141
.- Lo impiden, v. gr., los arts. 385 y 1428 LEC.
142
.- Error jurídico puesto de relieve por ORTELLS RAMOS, Comentario al art. 385
LEC, en Comentarios a la reforma de la Ley de Enjuiciamiento civil. Ley 34/1983 de 6
de agosto de 1984, cit., pág. 290.
438

sustituir la verificación de los citados fundamentos de la desafección,


sino que ni siquiera puede complementarlos en el caso de que, a
criterio del Juez, no estén suficientemente justificados 143. Aunque no
puede excluirse cierta conexión: es lógico que el Juez, a mayor
apariencia o acreditamiento de la falsedad de la firma o de la falta
absoluta de representación, no exija la prestación de caución o
disminuya su cuantía.

Pese a que en el art. 68 LCCH no se haga referencia expresa a


la posible responsabilidad del ejecutado, la caución tiene por función
ofrecer una garantía patrimonial concreta y específica frente al
eventual derecho del ejecutante a una indemnización por daños y
perjuicios en el supuesto de que el alzamiento del embargo quede sin
efecto 144. En este sentido, la precaria situación económica del
solicitante no puede ser considerada en ningún caso, por sí sola, como
circunstancia eximente de la prestación de garantía, puesto que no
tiene influencia alguna en los daños previsibles. Además, la exención
de prestar caución no se halla expresamente incluida en los beneficios
del art. 6 de la Ley 1/1996, de 10 de enero, de asistencia jurídica
gratuita. Se ha apuntado que, en estos casos, la única vía posible sería
la asunción, por parte del Estado, de la eventual responsabilidad del
solicitante sin recursos económicos 145.

l43
.- No obstante, parece ser que en la generalidad de los casos no sucede así, sino que el
Juez acuerda o no el alzamiento del embargo, en función de que decida, o no, ordenar al
ejecutado que preste caución. Cfr. FERNANDEZ LÓPEZ, RIFA y VALLS, Derecho
procesal práctico, tomo VI, cit., pág. 582.
144
.- A falta de la caución, sólo se cuenta con el patrimonio del solicitante como sustrato
ordinario de la responsabilidad de todo deudor (art. 1911 CC); vid. al respecto,
ORTELLS RAMOS, El embargo preventivo, cit., pág. 110. La idea de garantía implica
un especial refuerzo que puede añadirse a algunos créditos. Por tanto, la responsabilidad
patrimonial universal del deudor no es una auténtica forma de garantía, ya que es un
elemento común a todos los acreedores; vid. sobre el particular, DIEZ-PICAZO,
Fundamentos del Derecho civil patrimonial, II, cit., págs. 123 a 126.
l45
.- Vid. en este sentido, ORTELLS RAMOS, Derecho Jurisdiccional, II, Proceso civil
2°, cit., pág. 267; CALDERÓN CUADRADO, Las medidas cautelares indeterminadas
en el proceso civil, cit., págs. 56 y 57.
439

Ahora bien, como ya hemos dicho, el alzamiento de la traba no


comporta, de forma ineludible, la exigencia de caución. Al parecer la
LCCH entiende que el alzamiento del embargo, en plena tramitación
del juicio ejecutivo, no produce de forma necesaria perjuicios al
ejecutante.

B) Cuantía de la caución.

Por lo que se refiere al importe de la caución, el art. 68 LCCH


no establece ningún criterio objetivo a tener en cuenta para poder
determinarlo. La suficiencia o, utilizando la terminología de la LCCH,
la adecuación de la caución queda al arbitrio judicial. Es decir, es
competencia del órgano jurisdiccional fijar el importe que aquélla
debe alcanzar.

En una primera aproximación, parece que no hay duda de que


la suficiencia de la caución está en relación directa con la finalidad
que aquélla debe cumplir: responder de los daños y perjuicios que
puede causar el alzamiento del embargo si ulteriormente se revoca y
de las costas que se pueden generar en el incidente de alzamiento del
embargo -no, en cambio, en el juicio ejecutivo-. La complejidad de la
labor del Juez es evidente: se han de evaluar unos daños que todavía
no se han producido, puesto que el daño efectivamente causado sólo
se conocerá en el caso de que se deje sin efecto la resolución que
decretó el alzamiento del embargo y surjan dificultades en el
momento de volver a realizar la traba.

Precisando más esta cuestión, estimamos que el importe de la


caución no debe ser igual al de la deuda reclamada en la demanda
ejecutiva 146. Si así se entendiera, la oportunidad legislativa de la
norma del art. 68 LCCH sería aún más criticable, teniendo en cuenta
l46
.- Vid. en este sentido, CORTES DOMÍNGUEZ, "El nuevo juicio ejecutivo
cambiado", cit., lug. cit., pág. 881.
440

que entonces bastaría con acudir a lo dispuesto en el art. 1446 LEG147.


Además, en el supuesto de sostener aquella igualdad, el acreedor
podría verse excesivamente favorecido. En efecto, si el bien
embargado fuera v. gr. un bien mueble o inmueble, se sustituiría la
traba de un bien cuyo resultado económico, en caso de venta en
pública subasta, es una incógnita, por la afección de otro tipo de bien
de realización más fácil y segura. Con todo, la cantidad reclamada es
una de las circunstancias a ponderar en la fijación de la cuantía 148.
Otra circunstancia a tener en cuenta es el grado de acreditación de la
falsedad de la firma o de la falta absoluta de representación 149.

La caución tampoco debe alcanzar el valor del bien o bienes


embargados, y respecto de los cuales se ha alzado la traba, pues, no
resultaría extraño que con esta medida se impusiera al deudor una
carga superior a la que debería soportar si tuviera que pagar la deuda
que niega.

Las consideraciones que acabamos de exponer han sido


realizadas desde una intención muy determinada, que es la de querer
coordinar el incidente de alzamiento del embargo con el juicio
ejecutivo cambiario. Ahora bien, si adoptamos una posición más
crítica, que niega tal posibilidad de coordinación, deberemos fijar la
cuantía de la caución centrándonos exclusivamente en el citado
incidente y sus posibles efectos. Desde esta perspectiva, y si
admitimos que la caución tiene que asegurar la existencia de bienes
del ejecutado sobre los que volver a realizar el embargo si el
alzamiento queda sin efecto, la cuantía de la misma debería de
alcanzar la de la deuda cambiaria, daños y perjuicios y costas del

147
.- Téngase en cuenta que consignando la cantidad reclamada se evitaría el embargo sin
tener que acreditar la falsedad de la firma o la falta absoluta de representación.
l48
.- Vid. en este sentido la STC 202/1987 (2.a) de 17 de diciembre en la que se declara
que: "Es ese interés concretado en el eventual perjuicio el que el Juez ha de ponderar,
junto con las demás circunstancias, entre las cuales, ..., la de la cuantía discutida en el
proceso ..., que motivó, en definitiva, la fijación de la fianza..." (f.j. 5°).
149
.- Vid. supra, págs. 431 a 434.
441

incidente. De este modo, podría embargarse tal cantidad y continuar


la ejecución procediendo a la realización de la caución.

C) Calidad de la caución.

Sobre la calidad de la caución, el art. 68 LCCH nada dice; no


distingue entre los diferentes tipos de caución emitiendo un juicio de
valor sobre ellas -sí lo hace, en cambio la LEC en los arts. 385.4 y
1428 infine-, por tanto, debe entenderse que la LCCH parte de una
concepción amplia del término. En este sentido, el Juez tendrá que
aceptar cualquier clase de caución, admitida en derecho, ofrecida por
el deudor, v. gr. pignoraticia, hipotecaria, depósito de dinero, así
como la fianza y el aval bancario. Si bien, podría entenderse que por
aplicación analógica del art. 1402.2 LEC, el Juez podría no admitir la
fianza, ya que de admitirla su patrimonio quedaría afecto a la
garantía.

La elección del tipo de caución corresponde, pues, a la parte


que debe prestarla; esto es, al deudor. Ahora bien, es aconsejable que
la caución en concreto identifique completamente los bienes que la
constituyen, y que asegure que aquéllos permanecerán en el
patrimonio del deudor hasta el hipotético momento de la revocación
del auto alzando el embargo I5°.

D) Momento en que debe prestarse la caución.

El auto que decreta el alzamiento del embargo debe contener un


pronunciamiento sobre la conveniencia o no de la caución. Si el Juez

150
.- Por este motivo, entendemos que el Juez no debería aceptar como caución una
simple manifestación de bienes. No obstante, la anterior conducta sí es admitida como
caución por MUÑOZ SABATE, "El levantamiento condicional de embargo en el proceso
ejecutivo cambiario", cit., lug. cit., pág. 331.
442

acuerda exigirla fijará su cuantía y el plazo en el que deberá prestarse.


El alzamiento del embargo quedará sin efecto si no se constituye en
tiempo la caución que el Juez hubiera exigido. La prestación de la
caución es, pues, una carga procesal 151.

6. Supuestos en los que no procede el alzamiento del embargo.

No procede el alzamiento del embargo, cuando hayan sido


intervenidas las distintas declaraciones que se documentan en un
título cambiario (libramiento, aceptación, aval y endoso) o cuando las
firmas respectivas estén legitimadas por Notario. Tampoco se alzará
el embargo respecto del deudor cambiario que en el protesto 152, en
requerimiento notarial de pago o en acto de conciliación previo no
hubiere negado categóricamente la autenticidad de su firma o alegado
la falta absoluta de representación. Por último, no cabe tampoco el
alzamiento del embargo cuando el obligado cambiario hubiere
reconocido su firma judicialmente 153 o en documento público (art.
68.3a LCCH).

Teniendo en cuenta lo expuesto, puede afirmarse a sensu


contrario que las manifestaciones de cualesquiera obligados en el
acta de protesto, consistentes en negar la autenticidad de la firma o en

l51
.- Las cargas procesales son, según GOLDSCHMIDT (Derecho procesal civil, cit.,
pág. 203) "imperativos del propio interés". En virtud de ellas, la parte procesal se ve
constreñida a realizar una determinada conducta procesal para evitar las consecuencias
desfavorables (perjuicio procesal) que legalmente se derivan de su no realización.
l52
.- A nuestro entender, la declaración equivalente no puede equipararse al protesto a los
efectos de evitar el alzamiento del embargo. Es la presencia de un fedatario público la
que otorga a la negación de la autenticidad de la firma o a la falta absoluta de
representación la eficacia prevista en la regla tercera del art. 68 LCCH. La declaración
equivalente ex art. 51 LCCH nada añade al documento privado. No obstante, hay
opiniones opuestas a la que sostenemos; vid. VAZQUEZ BONOME, Tratado de
Derecho cambiario, cit., pág. 318.
l53
.- El reconocimiento judicial del art. 68.3a.c) LCCH no debe adecuarse, de forma
necesaria, a lo dipuesto en los arts. 1430 y 1431 LEC. Se ha señalado al respecto, que
cualquier reconocimiento judicial despliega los efectos sancionados en la LCCH (vid. en
este sentido, CORTES DOMÍNGUEZ, Derecho procesal. Proceso civil, cit., pág. 423).
443

sostener la falta absoluta de representación, tienen la relevancia de


hacer posible el alzamiento del embargo. Ahora bien, el régimen del
protesto establecido por la LCCH puede impedir a los obligados en
vía de regreso efectuar tales manifestaciones. No ha seguido la LCCH
las disposiciones del CCom en materia de notificación del protesto. El
art. 517 CCom ordenaba la notificación notarial del protesto a los
obligados en vía de regreso. En cambio, la LCCH prevé en su art. 55
un sistema de comunicaciones de carácter privado, por tanto, sin
fehaciencia, que pueden además hacerse en cualquier forma y en unos
plazos que exceden en mucho el establecido en el art. 53.1 LCCH
para recoger las manifestaciones congruentes con el protesto. En
consecuencia, a los obligados en vía de regreso se les está privando
injustamente de obtener el alzamiento del embargo.

7. Sustanciación del incidente de alzamiento del embargo.

A) Competencia.

El órgano judicial competente para conocer y resolver sobre el


alzamiento del embargo es el Juez que ha despachado ejecución. Su
compentencia es, pues, de carácter funcional (art. 55 LEC).

En el supuesto de que la diligencia de requerimiento de pago y


embargo deba realizarse fuera del territorio en el que el Juez ejecutor
ejerce válidamente su jurisdicción, la denuncia de la falsedad de la
firma o la falta absoluta de representación se hará ante el órgano
judicial exhortado.
557

CONCLUSIONES

PRIMERA. El juicio ejecutivo cambiario regulado por la vigente


LEC es un proceso de ejecución, especial y sumario. Sus orígenes,
processus executivus o mandatum de solvendo sine clausula del
Derecho intermedio, le imprimieron un carácter que se ha mantenido
desde su recepción por nuestro Derecho histórico hasta la actualidad.

En el Ordenamiento sobre Administración de Justicia de 1360


se establecieron los trámites para la ejecución de deudas pecuniarias
líquidas por títulos ejecutivos extrajudiciales. Este procedimiento
permitía al acreedor cobrar aquellos créditos que constaban de forma
fehaciente sin experimentar las dilaciones propias de la vía ordinaria.
Se distinguieron tres momentos básicos: inicio de la ejecución tras la
presentación del documento al que la ley otorgaba fuerza ejecutiva;
posible oposición a la misma, a través de un incidente sumario (se
establecían límites a las excepciones que podían ser opuestas, así
como a los medios de prueba que podían practicarse) que suspendía la
ejecución y finalizaba por sentencia; y la continuación de la ejecución
(remate).

Ni la estructura, ni la función del citado procedimiento, propias


de un proceso de ejecución, experimentaron cambios relevantes en los
posteriores textos legislativos. Incluso se declararon aplicables a la
ejecución de sentencia passada en cosa juzgada (Lex Toletana,
1480), estableciéndose, por tanto, una única tramitación
independiente del origen del título ejecutivo. Esta situación no sólo se
consolida en el Título XXI, Libro IV, de la Nueva Recopilación
558

(1567) y en el Título XXVIII, Libro XI de la Novísima Recopilación


(1805), sino que en la primera ley de enjuiciamiento que se dicta en
nuestro país -Ley de Enjuiciamiento sobre los negocios y las causas
de comercio, de 24 de julio de 1830- la ejecución de los títulos
judiciales y extrajudiciales se sustancia por los mismos cauces
procedimentales (arts. 305 y ss). En la citada Ley se establecen, por
primera vez, de modo ordenado y preciso los trámites del
procedimiento ejecutivo: despacho de la ejecución, requerimiento de
pago, embargo, citación de remate, posible incidente de oposición,
sentencia y apremio.

La LEC de 1855 rompe con el sistema unitario de ejecución


forzosa vigente hasta su promulgación. Separa del histórico cuerpo
común a toda ejecución los preceptos propiamente específicos de la
ejecución de sentencias de condena, dejando la práctica totalidad de
las normas relativas al proceso de ejecución (embargo de bienes,
oposición a la ejecución, procedimiento de apremio y tercerías) en
sede de juicio ejecutivo, convertido, ahora, en un proceso de
ejecución especial. Esta nueva ordenación del proceso de ejecución es
confirmada por la LEC de 1881, sin que ninguna ley posterior la haya
alterado.

SEGUNDA. La evolución en el título ejecutivo es, quizá, más


patente. Este hecho es, por otra parte, lógico, pues, responde al interés
de soslayar la "vía ordinaria" o "juicio ordinario" como único medio
para obtener un título ejecutivo. La fórmula para lograrlo consistió en
otorgar fuerza ejecutiva a documentos distintos de la sentencia de
condena. Primero accedieron a la categoría de título ejecutivo los
documentos públicos (instrumenta confesionata, instrumenta
guarentigiata} y posteriormente, la ley la concedió a los documentos
privados (scripturae privatae*). La consagración de la letra de cambio,
aceptada y reconocida, como título ejecutivo inmediato y general se
produce por la Pragmática Sanción expedida por Carlos III, el 2 de
559

junio de 1782. Desde entonces la letra de cambio ha tenido ftierza


ejecutiva por disposición expresa de la ley.

TERCERA. La indagación histórica ha puesto de manifiesto la


naturaleza ejecutiva del juicio ejecutivo cambiario. Su estructura
responde a la función que se le encomienda: obtener sin dilaciones
indebidas la tutela judicial de aquellos créditos líquidos consignados
en un título ejecutivo. La característica básica del proceso de
ejecución, ordinario o especial, se halla en su inicio. Al acreedor le
basta con presentar un título ejecutivo regularmente formal para que
el Juez, sin oír al deudor y sin realizar enjuiciamiento alguno sobre el
fondo, acuerde el despacho de la ejecución. Por tanto, la ejecución se
inicia sin que se acredite, plenamente, que ha surgido la
responsabilidad por incumplimiento de la obligación consignada en el
título. En este contexto, el incidente de oposición a la ejecución, que
se incoa una vez iniciada ésta y asegurado su resultado, salvaguarda
la licitud de la ejecución. Este es, a nuestro entender, el enfoque
correcto que, por otra parte, es mantenido por un autorizado sector de
la doctrina procesal. Sin embargo, otro sector, así como la mayoría de
la jurisprudencia sobre el tema -en particular la del Tribunal
Supremo-, sostiene que el juicio ejecutivo es un proceso de
declaración, especial y sumario. Al estar previsto un incidente
declarativo que termina con una sentencia, la ejecución sólo puede
comenzar desde que aquélla se dicta.

CUARTA. La necesidad de una actividad jurisdiccional de


declaración en el proceso de ejecución no sólo viene impuesta cuando
el título ejecutivo es extrajurisdiccional, sino también cuando se
despacha ejecución en base a una sentencia firme de condena. Si el
legislador hace depender el derecho del acreedor al despacho de la
ejecución de un conjunto de hechos diverso del que funda la acción
ejecutiva, y prohibe al Juez, en el momento de despachar ejecución,
560

que analice la existencia o subsistencia del derecho a la tutela, es


perfectamente posible que el proceso de ejecución se inicie y
transcurra sin que exista acción ejecutiva.

Teniendo en cuenta lo expuesto, cabe sostener que el eventual


incidente declarativo de oposición es una fase común a todo proceso
de ejecución y, por tanto, no contraría la naturaleza ejecutiva del
juicio ejecutivo cambiario. Hasta la entrada en vigor de la LEC de
1855, en la tramitación del proceso de ejecución singular estaba
previsto un incidente de oposición a la ejecución. Al regular la
anterior LEC en títulos separados la ejecución de sentencias y la de
títulos ejecutivos extrajurisdiccionales, comete, entre otros errores, el
siguiente: no poner a disposición de las partes un cauce procesal
específico mediante el cual aquéllas pudieran ejercer un control de la
ejecución. Los comentaristas de la citada Ley percibieron el error y
apuntaron que el procedimiento de incidentes era la vía procesal
apropiada. Sin embargo, este vacío legal se mantiene en la LEC
vigente, ocasionando graves confusiones. Así, cuando el título
ejecutivo es una sentencia firme de condena, o uno de los títulos que a
ella se equiparan, o cualquier otro título judicial, no es correcta la
remisión a los arts. 1464 y ss. LEC: en primer lugar, porque en el
proceso de ejecución ordinario debe ser respetada la intangibilidad
del fallo; y, en segundo, porque la imposibilidad de que el ejecutado
inste un juicio declarativo posterior debe determinar la tramitación del
incidente.

Las propuestas que se hacen en nuestro país tendentes a


establecer, de forma definitiva, una regulación de la oposicion.de
fondo a la ejecución están avaladas por el Derecho positivo de otros
Estados. Basándose, bien en el principio de audiencia que debe
informar, en todo caso, el proceso de ejecución, bien en la adopción
de la forma contradictoria, el Derecho procesal italiano, así como el
alemán y francés regulan expresamente la oposición a la ejecución y
la configuran como una parte integrante de la misma.
56!

QUINTA. El estudio de Derecho comparado destinado a analizar la


protección jurisdiccional de los derechos cambiarios revela la
existencia en los ordenamientos jurídicos italiano, alemán y francés
de vías procesales específicas para el ejercicio de la acción cambiaria.
En Italia las singularidades de naturaleza procesal derivadas del rigor
cambiario e impuestas por la normativa cambiaria y procesal se
materializan tanto en los procesos de declaración (ordinario y
monitorio), como en el de ejecución, de suerte que se denomina
proceso cambiario a aquel proceso especial que tiene por finalidad
obtener una rápida y plena satisfacción del crédito cambiario. Por
tanto, el derecho cambiario se tutela bien sea con una acción ejecutiva
(arts. 63 y 64 Legge cambiaria), bien sea con una acción declarativa
de condena (art. 65 Legge cambiaria), sin que sea exacto identificar
acción cambiaria y acción ejecutiva. El art. 64 de la Legge cambiaria
es, a nuestro entender, el antecedente legislativo inmediato del art. 68
LCCH. Aquella norma debe encuadrarse en su ámbito de aplicación
que es el proceso de ejecución, en concreto en la oposición a la
ejecución, sin olvidar su consecuencia jurídica: la suspensión de
dicho proceso.

En Alemania, al no ser la letra de cambio, el pagaré y el cheque


títulos ejecutivos, y al resultar el ejercicio de la acción cambiaria en
vía declarativa ordinaria contrario al rigor cambiario, el
procedimiento documental y el monitorio constituyen los trámites
propios del Derecho cambiario. En ambos procedimientos se
establecen especialidades procesales en razón de la materia.

En Francia ni la letra de cambio ni el pagaré tienen la


consideración de título ejecutivo. Ahora bien, para facilitar el cobro
de la deuda cambiaria se regula un procedimiento declarativo especial
(monitorio documental) cuyo fin consiste en obtener de forma rápida
un título ejecutivo. Los peligros ocasionados por las eventuales
dilaciones procedimentales provocadas por el deudor, pueden evitarse
562

con el secuestro de los bienes muebles del deudor (art. 158 Code de
commercé). Por lo que respecta al cheque, la normativa vigente
permite al tenedor de un cheque impagado por falta de provisión de
fondos conseguir frente al librador un certificado de falta de pago,
equivalente a un mandamiento de pago, que en caso de ser inatendido
comporta la expedición de un título ejecutivo.

SEXTA. Desde la entrada en vigor de la LCCH, el pagaré y el cheque


son, del mismo modo que la letra de cambio, títulos ejecutivos por la
forma. Del sistema establecido en la citada ley se desprende que el
acceso de la letra de cambio, pagaré y cheque al juicio ejecutivo
cambiario no está subordinado, a no ser que se exija expresamente, a
ningún tipo de actuación preparatoria de carácter público que los
integre o les atribuya fuerza ejecutiva. Ahora bien, en virtud de la
remisión que el art. 1429.4° LEG efectúa a la LCCH, los requisitos
constitutivos del título de crédito lo son, a su vez, del título ejecutivo.
Por tanto, el análisis de la regularidad formal del título ejecutivo, que
consiste en determinar si el documento presentado como base de la
ejecución se halla entre los que la norma procesal cataloga como
ejecutivos y si reúne los requisitos que la misma requiere para los de
su clase, se circunscribe, esencialmente, al Derecho cambiario.

La regulación de un incidente de oposición a la ejecución no


dispensa al Juez de analizar con rigor, en el trámite de admisión de la
demanda ejecutiva, aquellos requisitos de carácter formal a los que se
encuentra subordinada la fuerza ejecutiva de la letra de cambio,
pagaré y cheque. Si dichos títulos no reúnen todos los requisitos no
subsanables exigidos por los arts. 1, 94 y 106 LCCH, el Juez debe
denegar el despacho de la ejecución.

Las menciones que preceptivamente han de constar en una letra


de cambio, un pagaré y un cheque los hacen especialmente aptos para
desempeñar las funciones de un título ejecutivo. Así, el "mandato" o
563

"la promesa pura y simple de pagar una suma determinada en pesetas


o en moneda extranjera convertible admitida a cotización oficial"
fundamenta la actuación de la sanción y delimita la medida y el
alcance de la ejecución. Las personas que ostentan las respectivas
calidades de acreedor y deudor vienen determinadas en el título
cambiario. Junto a las anteriores menciones, tienen una singular
relevancia procesal: el vencimiento, pues, el despacho de la ejecución
sólo procede -con excepción de lo previsto en el art. 50.2 LCCH- por
deudas vencidas; el lugar en que se ha de efectuar el pago, que sirve
para determinar qué Juez de Primera Instancia será competente por
razón del territorio; la fecha y el lugar del libramiento, a los que se
encomienda la misión de fijar el vencimiento de las letras de cambio y
pagarés librados a un plazo desde la fecha, computar los intereses
convencionales y determinar la ley aplicable en caso de conflicto de
leyes. Todas estas menciones se refieren a la declaración cambiaria
originaria o fundamental a cuya validez están subordinadas las
restantes declaraciones cambiarías.

En sede de requisitos formales del título ejecutivo, los


problemas más importantes surgen de los defectos que se producen en
su plasmación en el documento. Frente a un mismo defecto, la
jurisprudencia adopta posturas radicalmente opuestas: en ocasiones
declara la invalidez del documento como título ejecutivo; en otras, en
cambio, le reconoce fuerza ejecutiva. La falta de uniformidad en la
interpretación jurisprudencial era, por otra parte, de fácil pronóstico,
pues las sentencias dictadas por las Audiencias Provinciales en los
juicios ejecutivos cambiarios no son recurribles en casación (cfr. art.
1687 LEG). La existencia de sentencias contradictorias, que
menoscaban el principio de seguridad jurídica consagrado en el art.
9.3 CE, es la consecuencia jurídica más grave que se deriva de la
constatada disparidad.

La omisión de la clase de moneda en la que se expresa la deuda


cambiaria, del lugar de pago, la falta de consignación del tomador en
564

la letra de cambio y la eficacia de los títulos-valores en blanco, son


las cuestiones respecto de las cuales la polarización de la
jurisprudencia es más acusada.

Por lo que respecta al pagaré librado en garantía de operaciones


bancadas de crédito y préstamo, el Juez podrá denegar el despacho de
la ejecución si de la demanda ejecutiva y de los documentos que se
acompañan se desprende que el libramiento del pagaré encierra un
fraude de ley. Si el Juez despacha ejecución, el ejecutado puede alegar
la falta de validez del pagaré, por constituir su libramiento un fraude
de ley, y la iliquidez de la deuda. En el supuesto de que fuera
aplicable a los contratos de préstamo y crédito la Ley General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios, si las cláusulas referentes a
la emisión del pagaré en blanco se estiman contrarias a las exigencias
de buena fe y justo equilibrio de las prestaciones, el ejecutado podrá
defenderse alegando la nulidad de la obligación cambiaria y del
propio pagaré. Sin cuestionar la validez del título cambiario, el
ejecutado puede oponer la excepción de completamiento abusivo del
pagaré en blanco o alegar plus petición.

SÉPTIMA. El requisito del timbre es una exigencia de origen fiscal.


Ni la LCCH, ni la LEC subordinan el carácter cambiario y la fuerza
ejecutiva de la letra de cambio al cumplimiento del Impuesto sobre
Actos Jurídicos Documentados. Esta circunstancia debe ser tenida en
cuenta para poder delimitar la influencia del citado requisito sobre la
ejecutividad de la letra de cambio; en definitiva, sobre la tutela
judicial efectiva en materia cambiaria. A nuestro entender, el rigor
cambiario no puede estar sometido a un encubierto rigor fiscal, que
además no es equitativo, pues, si el hecho imponible del Impuesto
sobre Actos Jurídicos Documentados es la emisión de la letra de
cambio, la imposición de la sanción correspondiente a la infracción
tributaria no debería depender del procedimiento judicial elegido por
el acreedor, sino que debería hacerse efectiva en todo caso.
565

La SIC (Pleno) 141/1988, de 12 de julio formula las directrices


que, con carácter general, deben informar la eficacia de las normas
fiscales en el ámbito del proceso. En síntesis, el Tribunal
Constitucional entiende que una norma fiscal es contraria al art. 24.1
CE cuando suspende o elimina la garantía jurisdiccional que es
complemento obligado de toda norma sustantiva. Pues bien, teniendo
en cuenta que la letra de cambio ha sido, desde sus orígenes, título
ejecutivo; que la acción cambiaria es, en esencia, una acción
ejecutiva; y que, por tanto, la efectiva tutela judicial en el ámbito
cambiario se obtiene en el juicio ejecutivo, cabe proponer, de lege
ferendo, que la irregularidad fiscal de la cambial no debería ser
sancionada con la pérdida de fuerza ejecutiva que le ha sido otorgada
por la ley material y la procesal.

Aun cuando según el art. 37.1 del TR del ITP y AJD refiera el
cumplimiento del requisito fiscal al momento de la extensión de la
letra de cambio, de lege data no puede rechazarse, a nuestro parecer,
la posibilidad de que la irregularidad fiscal de la letra de cambio
pueda subsanarse. La subsanación permite que la letra de cambio
conserve su eficacia ejecutiva y que la norma fiscal alcance su fin.
Así, en un buen número de sentencias se ha admitido el reintegro
posterior a la extensión de la letra de cambio, estimándose suficiente
para la conservación de la fuerza ejecutiva, que la letra de cambio esté
correctamente timbrada en el momento de deducir la demanda. Es
más, a nuestro entender, debe permitirse la subsanación de la
irregularidad fiscal una vez ha sido presentada la demanda ejecutiva.
En caso contrario, se producirá una desproporción, valorada
negativamente por el Tribunal Constitucional, entre el objetivo que se
persigue (la recaudación del impuesto) y el modo en que se opera
(negar la entrada en el proceso de ejecución). Esta conclusión se
fundamenta, básicamente, en la constante doctrina del Tribunal
Constitucional sobre el modo de actuar frente al incumplimiento de
un presupuesto o requisito procesal subsanable.
566

OCTAVA. El art. 66 LCCH es la culminación de una política


legislativa, iniciada en 1954, tendente a lograr una perfecta y
completa efectividad de la letra de cambio. Desde esta perspectiva,
cabe sostener que, según el legislador, las diligencias preparatorias de
la ejecución reguladas en los arts. 1430 y 1431 LEC no protegían,
suficientemente, los intereses del acreedor cambiario: si su resultado
era negativo, tan sólo podía ejercitar la acción cambiaría declarativa
(art. 1433.2 LEC). Tampoco las actuaciones extrajudiciales
sancionadas por la Ley de 1954 -esto es, la intervención de los actos
realizados por los distintos sujetos cambiarios y la legitimación de sus
firmas- evitaron que el despacho de la ejecución quedara a merced
exclusiva del deudor. La solución del Derecho cambiario ha
consistido en otorgar fuerza ejecutiva directa a unos simples
documentos privados: letra de cambio, pagaré y cheque. Sin embargo,
esta solución no es acorde con el Derecho procesal, pues, olvida que
el despacho de la ejecución inaudita parte débitons se funda en un
documento, título ejecutivo, del que se desprende una certeza jurídica
suficiente de la existencia de la deuda. Ahora bien, desaparecidas las
garantías y los mecanismos que justifican la entrada directa en el
patrimonio del deudor, ya no es conforme a derecho el despacho de la
ejecución sin permitir al Juez analizar si el acreedor tiene derecho a
ella y sin oír al deudor.

NOVENA. En el sistema de la LCCH, el ejercicio de la acción


cambiaria directa -ordinaria o ejecutiva- no está subordinado al
levantamiento del protesto. Por tanto, bastará que junto con la
demanda ejecutiva se acompañe el título cambiario para que el Juez
acuerde despachar ejecución frente al aceptante y sus avalistas (art.
49.2 LCCH). Por el contrario, el protesto es, como regla general,
presupuesto formal de la acción cambiada de regreso (art. 63.1.b
LCCH). Ahora bien, la función del protesto en el ámbito de las
acciones de regreso no implica la construcción del título ejecutivo por
567

integración, pues la función conservativa es desempeñada también


por las declaraciones que lo sustituyen (art. 51.2 LCCH); tan sólo
constituye, cuando lo exija de forma expresa el librador, un requisito,
o conditio iuris, de dichas acciones.

La pérdida de relevancia del protesto se constata además en la


regulación de su exclusión, que se produce, bien por voluntad expresa
de un obligado en vía de regreso (art. 56.1 LCCH), bien por
disposición legal (arts. 51.1, 51.6 y 64 LCCH). Entre los supuestos
legales de exclusión la LCCH incluye la presentación de
determinadas resoluciones judiciales que acreditan ciertas situaciones
de insolvencia -providencia teniendo por solicitada la suspensión de
pagos y auto declarativo de la quiebra o concurso-. No obstante,
respecto de un caso de insolvencia previsto en el art. 50.2 LCCH, que
es el embargo infructuoso de los bienes del librado o aceptante, no
prevé la LCCH para la conservación ni para el ejercicio de la acción
de regreso antes del vencimiento, la sustitución del protesto notarial o
de la declaración equivalente. Podría pensarse que en este caso no
cabe otra posibilidad que levantar el protesto o emitir la declaración
equivalente. Ahora bien, en este punto la LCCH presenta una
importante laguna puesto que no permite realizar las citadas
diligencias antes del vencimiento. A pesar de ello, la única solución
posible, a nuestro entender, consiste en levantar el protesto por falta
de pago aunque sea antes del vencimiento. Esta es, por otra parte, la
respuesta que se dio por el CCom, así como por la Legislación
Uniforme de Ginebra y por el Derecho comparado.

DÉCIMA. En el sistema de la LCCH no cabe hablar, en rigor, de


integración del título cambiario, pues su eficacia ejecutiva no depende
de la realización de actos ulteriores a su extensión. Así, no son
necesarios ni el reconocimiento judicial de las firmas (art. 66); ni su
legitimación o la intervención de las diferentes declaraciones
cambiarías; ni el protesto para el ejercicio de la acción directa (art.
568

49.2); ni, tampoco, la comunicación a los responsables en vía de


regreso de la falta de aceptación o de pago (art. 55.6). No obstante, el
verbo integrar se utiliza también, como se hacía antes de la entrada en
vigor de la LCCH, para designar la rehabilitación o convalidación de
un documento que nace con vocación de título ejecutivo pero que,
debido a la falta de algún requisito de carácter formal o, en general, a
la falta de diligencia del tenedor pierde su fuerza ejecutiva. El
mecanismo para lograr dicha convalidación consiste, normalmente, en
solicitar el reconocimiento judicial de la firma. De esta manera, el
acreedor conserva el privilegio de acceder al juicio ejecutivo, si bien
no gracias a un título cambiario, sino a un documento privado
reconocido (art. 1429.2° LEG). Esta transformación se hace patente en
el trámite de oposición a la ejecución.

Sin embargo, la anterior vía señalada para recuperar la eficacia


ejecutiva no es admitida de forma unánime por la doctrina y la
jurisprudencia. Frente a la defensa de la integración ejecutiva de una
letra de cambio perjudicada -pues en definitiva, contiene una
obligación de pagar una cantidad de dinero determinada-, se rechaza
que, a través del reconocimiento judicial, pueda aquélla recuperar la
condición de título ejecutivo. Esta postura se fundamenta en que la
orden de pago que figura en la letra de cambio no implica, aunque se
reconozca la firma, la existencia de la deuda; es decir, la aceptación (o
cualquier otra declaración cambiaria) no supone el reconocimiento de
una deuda actual, sino más bien el compromiso de pagar la letra una
vez se produzca el vencimiento. Por tanto, cabe señalar que entre la
letra de cambio y el documento privado, al que se refiere el art.
1429.2° LEC, existe una diferencia sustancial: sólo éste último-
acredita de forma inmediata, y con la sumariedad y el rigor que el
juicio ejecutivo exige, la existencia de una deuda.

UNDÉCIMA. Según se desprende del art. 1435 LEC, los


presupuestos de admisibilidad del juicio ejecutivo se refieren a la
569

naturaleza de la deuda documentada, exigiéndose que se trate de una


deuda líquida, superior a 50.000 pesetas y que esté vencida. Aunque
con alguna particularidad ratione materiae, el juicio ejecutivo
cambiario también se encuentra sometido a estos presupuestos, cuya
efectiva existencia debe ser analizada de oficio por el Juez.

El juicio ejecutivo cambiario procede únicamente por deudas


pecuniarias líquidas', es decir, por deudas de suma o cantidad de
dinero fijada numéricamente o susceptible de determinación por un
simple cálculo aritmético. Ambos requisitos son exigidos no sólo por
la legislación procesal, sino por la legislación cambiaria: para que el
documento sea considerado letra de cambio, pagaré o cheque deberá
contener el mandato o la promesa de pagar una suma determinada de
dinero (cfr. arts. 1, 2, 94, 95, 106 y 107 LCCH). En ningún caso,
puede asimilarse el requisito de la liquidez de la deuda a su falta de
contestabilidad. Si así fuese, el resultado sería contrario a las normas
que regulan el juicio ejecutivo cambiario: la formalización de la
oposición a la ejecución despojaría al título cambiario de su fuerza
ejecutiva.

La cantidad líquida puede venir expresada en pesetas o en


moneda extranjera. El art. 1435.1.2° LEG subordina el despacho de la
ejecución en moneda extranjera a dos extremos que deben concurrir y
cuya presencia debe ser analizada de oficio por el Juez: la
convertibilidad admisión a cotización oficial y la autorización o
permisión legal de la obligación de pago en dicha moneda. Ahora
bien, la liquidez de la deuda en moneda extranjera no está
condicionada por los extremos citados, esto es, una deuda que se
expresa en una determinada suma en moneda extranjera es líquida ya
que su cuantía está fijada numéricamente. La admisión a cotización
oficial y la liberalización de la obligación de pago en moneda
extranjera tienen un significado meramente instrumental: hacer
posible la tramitación del juicio ejecutivo cambiario y procurar la
efectividad de los actos ejecutivos que se dicten. Si la moneda
570

extranjera no estuviera admitida a cotización oficial, la conversión a


pesetas debería tener lugar en un incidente contradictorio similar al
regulado en los arts. 932 y ss. LEG. Ahora bien, un incidente de este
tipo no sólo no está previsto en el juicio ejecutivo, sino que el art.
1480.1 LEG lo prohibe.

El régimen vigente sobre control de cambios establecido por la


Ley 40/1979, de 10 de diciembre, sobre Régimen Jurídico de Control
de Cambios, el Real Decreto 1816/1991, de 20 de diciembre, sobre
transacciones económicas con el exterior y las normas que los
desarrollan, se basa en la libertad plena y absoluta de las
transacciones con el exterior, así como de los cobros, pagos y
transferencias derivados de aquéllas. En este contexto, pierden gran
parte de su eficacia las normas contenidas en los arts. 1435.1.2° y
1436.2 LEC, que se dictaron cuando el sistema de control de cambios
estaba fuertemente intervenido, pues la práctica totalidad de las
transacciones exteriores, y sobre todo aquéllas para cuya ejecución se
libra una letra de cambio, pagaré o cheque, resultan legalmente
permitidas en España. Por consiguiente, solicitado el despacho de la
ejecución en moneda extranjera admitida a cotización oficial, el Juez
deberá acordarlo sin que deba aportarse la certificación a la que se
refiere el art. 1463.2 LEC.

La moneda extranjera en la que se expresa la suma cambiaria


debe estar admitida a cotización oficial, no sólo en el momento de
presentación de la demanda ejecutiva, sino en la fecha de libramiento
del título cambiario (cfr. arts. 1.2, 94.2 y 106.2 LCCH). La
autorización administrativa de la obligación de pago en moneda,
extranjera deberá acompañarse a la demanda ejecutiva siempre que la
transacción concreta con el exterior o la operación de cobro o de pago
que de ella resulte no se halle liberalizada. Ahora bien, la regularidad
administrativa de dichas transacciones u operaciones no incide en su
validez, tan sólo condiciona su eficacia.
571

DUODECIMA. Los factores que han de ser computados para


alcanzar el límite de cuantía del juicio ejecutivo cambiario se
establecen en el art. 66 LCCH. En este precepto se concreta una de las
especialidades del juicio ejecutivo cambiario frente al ordinario, pues
en este último la cuantía ejecutiva es la que figura en el título
ejecutivo.

El Derecho cambiario regula unos supuestos que ocasionan la


pérdida de la fuerza ejecutiva del título cambiario aun cuando la suma
que en él conste sea superior al límite del juicio ejecutivo. Estos
supuestos son la aceptación parcial, el aval parcial, el pago parcial y
el descuento legal de la letra cuando se ejercita la acción de regreso
antes del vencimiento.

El art. 1435.2 LEG facilita el acceso al juicio ejecutivo al


permitir que el límite de cantidad se obtenga mediante la adición de
varios títulos ejecutivos. Este precepto autoriza, de forma específica
para el juicio ejecutivo, una acumulación objetiva de acciones,
prevista con carácter general en el art. 153 LEG. Por tanto, las
acciones que se acumulen contra el deudor podrán proceder de
diferentes títulos, aun cuando todos ellos deberán ser cambiarios. En
caso contrario se vulneraría lo dispuesto en el art. 154.3 LEG: el
juicio ejecutivo ordinario y el cambiario siguen distintos
procedimientos. Los arts. 67 y 68 LCCH determinan la tramitación
específica.

DECIMOTERCERA. El último de los presupuestos de


admisibilidad del juicio ejecutivo consiste en que haya vencido el
plazo para el cumplimiento de la obligación (art. 1435.3 LEC). La
acreditación del vencimiento de las letras de cambio y pagarés
librados a la vista o a un plazo desde la vista puede generar
importantes problemas. En concreto, las dificultades de la prueba del
572

vencimiento de una letra de cambio o un pagaré librado a la vista


nacen cuando un obligado en vía de regreso inserta en el título la
cláusula "sin protesto". Aun cuando en este supuesto no quede fijado
de forma indubitada el vencimiento, el Juez debe entender, si se
solicita el despacho de la ejecución en fecha posterior a la emisión de
la letra de cambio o del pagaré, que la obligación ha vencido. Si los
títulos cambiarios no se presentaron al cobro o la presentación tuvo
lugar antes del plazo pactado, corresponde al ejecutado alegar y
probar estos extremos. La alegación de la falta de vencimiento podrá
fundamentarse, bien en el art. 67.2 LCCH -aunque forzando su
dicción-, bien en el precepto legal que de forma expresa establece el
requisito del vencimiento: art. 1435.3 LEG.

También con respecto a las letras de cambio y pagarés librados


a un plazo desde la vista con la cláusula "sin protesto" pueden surgir
dificultades en la exacta determinación del vencimiento. No obstante
en estos supuestos los problemas son de menor entidad, pues, el art.
40.2 LCCH contiene una norma destinada a establecer, en los casos
de aceptación sin fecha y en los que no se produce la aceptación, la
fecha inicial del plazo para la presentación al pago.

El Derecho cambiario prevé una excepción al vencimiento de la


deuda como presupuesto del despacho de la ejecución. Según dispone
el art. 50.2 LCCH el tenedor puede ejercitar la acción de regreso antes
del vencimiento. Los supuestos, a los que la LCCH limita la citada
facultad, deberán acreditarse cumplidamente para que el Juez pueda
despachar ejecución. En este ámbito, la acreditación del resultado
infructuoso del embargo, ha sido el extremo que ha generado más ,
controversia. A nuestro entender, el testimonio de la diligencia de
requerimiento de pago, embargo y citación de remate en el que conste
el resultado negativo del embargo constituye una acreditación
documental suficiente de la imposibilidad del aceptante o librado de
satisfacer el crédito cambiario.
573

En los supuestos contemplados en las letras b y c del art. 50.2


LCCH, los obligados en vía de regreso podrán obtener del Juez un
plazo para el pago que, en ningún caso, excederá del día del
vencimiento de la letra (art. 50.3 LCCH). Ante la falta de precisión de
la LCCH, entendemos que aun cuando la solicitud tenga lugar al
tiempo del requerimiento de pago, el embargo deberá trabarse (cfr.
art. 1442 LEC). El Juez resolverá de plano y dictará un auto
estimando o desestimando la petición del deudor. El auto estimatorio
suspenderá la tramitación del juicio ejecutivo cambiario aunque los
bienes del ejecutado permanecerán embargados. Contra este auto, el
ejecutante puede recurrir en apelación ya que el otorgamiento del
plazo le causa un perjuicio. En cambio, frente a la resolución
denegatoria del plazo no cabe recurso alguno. La suspensión del
juicio ejecutivo cambiario, o del procedimiento de apremio, será
también la consecuencia jurídica de la estimación de la petición del
ejecutado exteriorizada con posterioridad al requerimiento de pago.
Ahora bien, si se entiende que la solicitud de aplazamiento supone el
reconocimiento de la deuda, cabe sostener que el Juez no accederá a
la misma una vez se haya opuesto el ejecutado a la ejecución.

DECIMOCUARTA. El art. 57 LCCH sanciona el carácter solidario


de las obligaciones cambiarías y les otorga un régimen muy similar al
establecido en el CC. Así, el acreedor cambiario ostenta, según la
LCCH, un ius electionis y un ius variandi sin ningún tipo de límite.
Sin embargo, los límites surgen claramente cuando se analiza el modo
de hacer efectiva la responsabilidad cambiaria en el juicio ejecutivo.
En base al ius electionis, el acreedor cambiario puede dirigirse
individualmente contra algunos o todos los obligados cambiarios de
forma simultánea o sucesiva, o contra varios o todos conjuntamente, o
escoger a cualquiera de ellos, sin necesidad de observar el orden en
que se hubieran obligado. La imposibilidad del primer supuesto
citado de pluralidad de partes desde el inicio del juicio ejecutivo es
manifiesta: la LEC, con la excepción del título ejecutivo escritura
574

pública, sólo atribuye fuerza ejecutiva al título original; por tanto, el


Juez ante quien se presente la segunda demanda ejecutiva no
despachará ejecución ya que el acreedor no podrá aportar con la
demanda el título
título eiecutivo.
ejecutivo.

Al dirigirse las acciones cambiarías frente a varios deudores se


crea un litisconsorcio pasivo. La economía de tiempo y esfuerzo
procesal que se consigue con el litisconsorcio es contrarrestada por
los problemas que genera en la sustanciación del juicio ejecutivo. Las
cuestiones surgen ya respecto de la competencia territorial, pues
puede suceder que la acumulación de acciones sea arbitraria, esto es,
sin otro fundamento que la privación del fuero al posible proponente
de una cuestión de competencia. En la demanda ejecutiva, el acreedor
puede indicar el orden a seguir en los requerimientos de pago. A falta
de dicha indicación, el Juez efectuará los requerimientos de pago
según su libre criterio, aunque, a nuestro entender, debería adecuarse
a los postulados del Derecho cambiario.

Aun cuando uno de los obligados cambiarios consigne la


cantidad reclamada, deben seguir sucediéndose los requerimientos de
pago y los embargos a los restantes litisconsortes, puesto que, en caso
contrario, la estimación de la excepción de carácter personal,
interpuesta por el deudor que consigna, podría impedir la satisfacción
del crédito del ejecutante en el proceso concreto. Por el mismo motivo
que acabamos de señalar, entendemos que, no atendido el
requerimiento de pago, debe practicarse el embargo a pesar de que
con los embargos anteriores se cubra la cantidad por la que se haya
despachado la ejecución.

El plazo para formalizar la oposición debe ser común a todos


los ejecutados. Con esta medida se evita la nulidad de los actos
procesales que, inevitablemente, tendría que decretarse si pagara
algún obligado cambiario requerido de pago con posterioridad, así
como la indefensión, que se produciría por la desigualdad en que se
575

situaría al deudor, ya citado de remate, frente a los restantes obligados


cambiarlos.

La solidaridad cambiaría no impone un litisconsorcio pasivo


necesario (art. 57 LCCH); por tanto, en el supuesto de que exista una
pluralidad de litisconsortes, la causa residirá, exclusivamente, en la
voluntad del acreedor. Ahora bien, la eficacia de un acto individual de
un litisconsorte respecto a los demás litisconsortes no está
condicionada, solamente, por el carácter voluntario o necesario del
litisconsorcio, sino por la naturaleza de la relación jurídico-material
deducida en el proceso. En efecto, hemos constatado que la
solidaridad cambiaria exige en ocasiones una resolución única, un
fallo uniforme para todos los sujetos solidarios que han litigado. Por
ejemplo, los hechos impeditivos, extinti vos o excluy entes comunes
extienden su eficacia a todos los litisconsortes al servir de base a la
estimación de una excepción. Puede afirmarse, por consiguiente, que
la solidaridad cambiaria presenta manifestaciones del principio de
unicidad o inescindibilidad del fallo y puede englobarse en la figura
del litisconsorcio unitario: la relación jurídico-material deducida en el
juicio ejecutivo cambiario exige la unicidad del fallo respecto de las
personas que efectivamente han litigado, con independencia de que
hayan sido traídas al juicio necesariamente o por voluntad del
acreedor.

En el procedimiento de apremio la cuestión más compleja que


genera la pluralidad de ejecutados deriva de la realización forzosa de
los bienes embargados. Si se liquidan bienes de distintos ejecutados,
debe resolverse el problema de a quién se entrega el título cambiario
necesario para poder interponer, ulteriormente, la acción de
reembolso. La LCCH no niega en ninguna de sus normas, a los
ejecutados que hayan pagado, el derecho de ejercer la acción
cambiaria de reembolso por los cauces del juicio ejecutivo. Por tanto,
de conformidad con los principios del Derecho cambiario, el título
576

ejecutivo debe entregarse, a nuestro entender, al ejecutado que libere


mayor número de responsables cambíanos.

Para el ejercicio del ius variandi, la LCCH no exige ni haber


hecho excusión en los bienes de los anteriores ejecutados, ni que éstos
sean insolventes. Tampoco es presupuesto del citado derecho el
desistimiento del juicio ejecutivo ya incoado. El único límite al que
está sometido el ius variandi es el cobro total del petitum. Sin
embargo, las previsiones de la norma material no bastan para permitir
el efectivo goce del tal derecho. La LEC impide que se multipliquen
las acciones ejecutivas, ya que, respecto de la letra de cambio, pagaré
y cheque no prevé ningún expediente que, a falta del título original,
tenga por finalidad la concesión de fuerza ejecutiva a un documento
supletorio. Cabe, pues, afirmar que la interposición de una acción
ejecutiva contra un obligado cambiario no supone una renuncia a la
facultad de solicitar el despacho de la ejecución frente a los demás
obligados si se acredita la insolvencia de aquél. En definitiva, el ius
variandi del art. 57.4 LCCH no puede diferir sustancialmente del
reconocido en el derogado art. 516 CCom.

DECIMOQUINTA. El alzamiento del embargo es el expediente


procesal, previsto por la LCCH, para compensar al deudor del
despacho de la ejecución en base a un simple documento privado, sin
que exista, por tanto, una elemental certeza de que la firma que figura
en el título corresponde efectivamente al ejecutado. Sin embargo, a
nuestro entender, la previsión de la LCCH no ha sido acertada ni para
el deudor -pues no puede eliminar el daño que ya le ha causado el
embargo-, ni para el acreedor -que lejos de fortalecer su posición
jurídica la debilita-. Respecto de este último la inseguridad es grave:
la LCCH obliga al Juez a despachar ejecución aunque se niegue la
autenticidad de la firma y, posteriormente, puede el mismo Juez
decretar el alzamiento del embargo sin fianza. Es decir, en ningún
caso, el alzamiento del embargo es apto para compensar la
577

inexistencia de garantías suficientes que justifican el despacho de la


ejecución inaudita parte débitons. Por otra parte, tal medida aumenta,
de modo innecesario, el número de procesos especiales agudizando la
confusión e inseguridad que padece el justiciable ante la necesidad de
solicitar la tutela judicial de sus derechos. Sin olvidar que la
especialidad que, para el juicio ejecutivo cambiario, supone el
alzamiento del embargo afecta a su naturaleza ejecutiva.

Partiendo de un sistema en el que no es necesaria ningún tipo


de diligencia integradora del título ejecutivo, la suspensión de la
ejecución en los términos del art. 68 del Anteproyecto de Ley
Cambiaria y del Cheque de 1984 era, a nuestro parecer, una medida
más correcta, pues las garantías que aseguran la licitud de la ejecución
deben adoptarse antes de que ésta se despache, o en todo caso, antes
de proceder al embargo.

Por otro lado, si situamos el alzamiento del embargo en el


procedimiento en el que se inserta, se constata que el legislador ha
optado por una alternativa técnicamente errónea: introducir en el
curso de un procedimiento, completamente regulado, una especialidad
para cuando se ejercite la acción cambiaria. Esta técnica comporta un
grave riesgo que se traduce en la imposibilidad de acomodar la
especialidad al procedimiento ya establecido. Por ejemplo: la
simultaneidad de dos expedientes procesales que tienen un mismo fin
(el incidente de alzamiento del embargo y el de la oposición a la
ejecución) puede desembocar en dos resoluciones contradictorias; el
juicio ejecutivo cambiario, contrariamente a lo que sucede en todo
proceso de ejecución, no se suspende ni se extingue a pesar de que se
haya acordado el alzamiento genérico del embargo. En consecuencia,
si debido a la eliminación de diligencias que conceden una certeza
jurídica suficiente de la existencia de la deuda, se entiende que la
materia cambiaria exige un cauce procedimental específico, éste debe
ser totalmente elaborado.
578

Además, la LCCH no regula la serie de actos procesales que


deben configurar la especialidad que sanciona. Este hecho ocasiona
una serie de dudas que surgen ya respecto a si es necesaria una
solicitud expresa de alzamiento del embargo, o basta con negar la
autenticidad de la firma o alegar la falta absoluta de representación. El
requisito del tiempo en el que puede solicitarse el alzamiento del
embargo debería de haberse precisado de forma más exacta. Se
cuestiona si el alzamiento del embargo da lugar a un verdadero
incidente en el que se debe proceder a la proposición y práctica de
prueba. La LCCH no atiende al sistema de fuentes del Derecho
procesal y deja al arbitrio del Juez la determinación de la serie de
actos procesales que deben configurar la "pieza separada". A nuestro
parecer, debe convocarse a las partes a una comparecencia en la que
cada una de ellas aportará la documentación que estime conveniente,
en base a la cual resolverá el Juez. Contra el auto que dicte el Juez
cabe recurso de apelación directo que se admitirá en un solo efecto.
Aunque se entienda que basta una mera acreditación de las causas que
pueden dar lugar al alzamiento de la traba es prácticamente imposible,
en la mayoría de los casos, lograrla. Y, si en algún supuesto se está en
posesión de documentación que haga prueba plena de la falsedad de
la firma o de la falta absoluta de representación, lo que deviene
superfluo es la continuación del proceso de ejecución. En cuanto a la
caución, debemos señalar dos aspectos negativos de su regulación: su
no imposición inexcusable y la omisión de elementos objetivos que
faciliten su cálculo.

En definitiva, en la valoración crítica de la oportunidad


legislativa del alzamiento del embargo late la constatación de que las
diligencias preparatorias de la ejecución son ineludibles cuando el
título ejecutivo es un documento privado. Es decir, la autenticidad de
las firmas, la certeza jurídica de la existencia de la deuda, debe
asegurarse antes del despacho de la ejecución.
579

DECIMOSEXTA. Las modificaciones impuestas por la LCCH en


sede de oposición a la ejecución se circunscriben a los motivos o
causas de oposición y a los medios de prueba. En esta materia, la
LCCH deroga el art. 1465 LEC y declara inaplicable al juicio
ejecutivo cambiario lo previsto en el art. 1464 y en los núms. 1 y 2 del
art. 1467 LEC.

De la incidencia en el ámbito procesal del art. 67 LCCH y de la


exclusión de preceptos relativos a la nulidad del juicio ejecutivo
cambiario que la citada norma decreta, no puede inferirse que las
únicas excepciones procesales admisibles son las previstas en los
núms. 3 y 4 del art. 1467 LEC. Sería contraria a los principios y
garantías procesales, vulnerando en consecuencia los derechos
reconocidos en el art. 24 CE, la prohibición de poner de manifiesto la
ausencia de los presupuestos procesales que han de concurrir en todo
proceso bien sea de declaración, bien de ejecución. En este sentido, el
ejecutado puede fundar su oposición a la ejecución en la falta de
presupuestos procesales de carácter general -relativos a la jurisdicción
o a la personalidad- o específicos del juicio ejecutivo cambiario, así
como en la existencia de obstáculos u óbices procesales, que se
correspondan con su naturaleza.

El art. 67 LCCH ha introducido cambios importantes en el


tratamiento de las excepciones cambiarlas. Estos cambios responden
esencialmente a las pretensiones de la doctrina mercantil dirigidas a
establecer un único régimen de excepciones cualquiera que sea la vía
procesal utilizada por el acreedor cambiario. Por consiguiente, puede
afirmarse que el art. 67 LCCH sustituye al art. 1465 LEC. Sin
embargo, esta sustitución comporta disfunciones en el juicio ejecutivo
cambiario, pues olvida que el art. 1465 LEC se aplicaba a un proceso
de ejecución especial y sumario.

En efecto, la razón de la limitación de las excepciones


materiales y de los medios de prueba establecida en el art. 1465 LEC
580

residía en la naturaleza del juicio ejecutivo cambiario. Esto se


constata ya en la Ley de 1360, en la que el carácter sumario del
incidente de oposición a la ejecución se pone de relieve en la
enumeración de las excepciones y en la restricción de los medios de
prueba. Desde esta perspectiva, puede afirmarse que el art. 67 LCCH,
pero sobre todo la pasividad del legislador procesal, no sólo rompe
con una tradición histórica, sino que puede alterar de forma sustancial
la naturaleza del juicio ejecutivo cambiario. Es decir la inexistencia
de límites de tenor procesal a la alegación de excepciones puede
provocar la pérdida del carácter sumario del incidente de oposición a
la ejecución. Ello significaría que, de acuerdo con la jurisprudencia
del Tribunal Supremo correctora del art. 1479 LEG, muy pocas
cuestiones podrían discutirse en el proceso plenario posterior.

Sin embargo debe repararse en que la sustanciación del


incidente de oposición a la ejecución no ha sido modificada. Incluso
se mantiene el mismo plazo para la práctica de la prueba que el
previsto en las leyes de 1360 y 1396 -9/10 días (art. 1469 LEG)-, en
el que es difícil analizar aquellos hechos que requieren una prueba
compleja. Por este motivo, se exigía que la quita, la espera y la
compensación se acreditaran por documento público o privado
reconocido. Tampoco se ha llevado a cabo una reforma importante del
juicio ejecutivo cambiario (salvo la producida por el art. 68 LCCH).
Es decir, el juicio ejecutivo cambiario presenta una estructura propia
de un proceso de ejecución, en el que se inserta un incidente
declarativo de naturaleza sumaria. Basándose en dicha naturaleza, el
Tribunal Supremo y las Audiencias declaran, tras la entrada en vigor
de la LCCH, que no puede discutirse en dicho proceso determinadas
excepciones (v.gr. exceptio non rite adimpleti contractus) que exigen
un juicio exhaustivo y amplio del contrato subyacente. Estas
cuestiones, así como los problemas de fondo o de Derecho material
sobre la existencia o exigibilidad del crédito quedan reservadas al
juicio declarativo ordinario posterior. El art. 1479 está todavía
vigente.
581

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•*- v
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FUENTES

RECOPILACIÓN DE LAS LEYES DESTOS REYNOS HECHA POR


MANDADO DE LA Magestad Católica del Rey don Felipe Segundo
nuestro señor; que se ha mandado imprimir, con las leyes que después de
la ultima impresión se ha publicado, por la Magestad Católica del Rey
don Felipe Quarto el Grande nuestro señor. Madrid, 1640. (edición
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NOVÍSIMA RECOPILACIÓN DE LAS LEYES DE ESPAÑA, Madrid,


1805 (edición facsímil, Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1976).
Atís*^

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