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I. Punto de Partida
En primer lugar, en el Título IV que desarrolla las reglas del “Parentesco” con sus efectos
y alcances. Dentro de éste título en el Capítulo 2, se establecen los Deberes y Derechos de
los parientes (Alimentos y Derecho de Comunicación). El art. 537 incluye a los
ascendientes entre los parientes obligados a prestar alimentos.
En consecuencia, la obligación alimentaria de los abuelos tiene una doble fuente legal, la
genérica en la parte de parentesco y la específica y fundamentalmente procesal, contenida
entre las reglas de la responsabilidad parental.
Por esto es que la obligación de los abuelos, en tanto que se deriva del parentesco, es
subsidiaria a la de los progenitores. Pero ésta subsidiariedad, no implica que la demanda
deba ser posterior a la de los obligados principales, por lo que esta característica de
subsidiariedad interactúa un otra, de carácter procesal: la mayor flexibilidad.
La verdadera novedad normativa es que dentro de las novedades del CCyC, se incluye la
posibilidad de reclamar alimentos a los ascendientes en el mismo proceso en que se
demanda a los progenitores, siempre que se acredite verosímilmente las dificultades del
actor para percibir los alimentos (art. 668) Esta mayor flexibilidad, que ya había sido
admitida por la jurisprudencia, ahora se plasma en la ley.
Así en lo dispuso en un reciente fallo la Cámara Nacional Civil sala B estableció una suerte
de “subsidiariedad automática”. En el caso, la actora ya había demostrado en el proceso, las
dificultades constantes para que el progenitor cumpliera con la cuota alimentaria. Se lee
entre los argumentos: “…motivada por la denuncia de los reiterados incumplimientos de la
prestación alimentaria, se establece que si por cualquier circunstancia no se lograre la
deducción directa de los alimentos aquí establecidos, y éstos tampoco se abonaren por el
padre, su mero incumplimiento- total o parcial- habilitará automáticamente a requerir la
prestación contra los abuelos del demandado”[3].
De esta manera la alzada facultó a la actora, a que sin necesidad de cumplir con ningún
otro recaudo más que el incumplimiento del progenitor, requiera se intime a los abuelos
paternos del adolescente a que depositen las sumas que correspondan, bajo apercibimiento
de despacharse contra ellos medidas de embargo y ejecución[4].
En este punto existe una importante distinción entre los alimentos debidos entre parientes y
los rubros que debe cubrir el progenitor.
En el caso que aquí se analiza, ¿la obligación muta su contenido muta y se aproxima a una
concepción más amplia, cercana a la de los padres?
La respuesta no es sencilla; si nos atenemos a la ubicación metodológica asignada para el
reclamo de alimentos a los abuelos, no acertamos a dar una solución única. En todo caso no
debe perderse de vista que la obligación alimentaria responde a las necesidades del
alimentado menor de edad, y su interés superior, que comprende especialmente su
educación. Pero siempre están en juego las posibilidades económicas de los abuelos, que
siempre funcionarán como techo o tope del reclamo.
La Cámara de Apelaciones de Río Cuarto interpretó que “la obligación queda zanjada por
la condición de menor de edad del alimentado y la recepción legislativa en el artículo 541,
de la doctrina y jurisprudencia que, efectuando una imperiosa adecuación de la normativa
anteriormente vigente a los más amplios contornos constitucionales edificados a partir de la
Convención de los Derechos del Niño y la recepción de sus principios en las disposiciones
de la ley 26061, asegurando la acabada satisfacción del interés superior del niño y el
adolescente”[5].
En cambio, en el caso de los padres, probadas las necesidades, la falta de recursos a priori,
no funcionaría como limitante de la cuota o justificante de una reducción. Si bien las
posibilidades económicas son tomadas como referencia para determinar el quantum, nunca
sirven para dispensarlo, pues la fuente de esta obligación, como ya expresé, deriva de la
responsabilidad parental.
Alguna jurisprudencia ha entendido que esta obligación tiene contenido amplio, semejante
al que estipula el art. 659 CCyC. La Cámara de Apelaciones de Viedma en un caso donde
se cuestionó si correspondía que continuara la obligación alimentaria de una abuela,
respecto a su nieto por ser mayor de edad (19 años); estableció esta obligación alimentaria
de la abuela se extiende hasta los 21 años y que debe tener la misma extensión de la que se
encuentra en cabeza de los progenitores, con fundamento en el art. 659.”[7]
V. Concurrencia o solidaridad.
El derecho a reclamar alimentos no se limita a los abuelos, sino que el artículo 668 se
refiere a los “ascendientes”. Lo cual muestra que no se establecen límites en la línea
ascendente para realizar el reclamo alimentario.
VII. Conclusión.
El derecho alimentario de los niños tiene fundamento legal en el CCyC, pero su razón
primaria involucra de manera directa un derecho humano”[10] de enorme importancia
para los niños, niñas y adolescentes, pues hace a su desarrollo y bienestar integral.