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Reflexiones a partir del texto “Los contrabandistas de la memoria” de Jaques Hassoun

“En cada uno de nosotros habita el deseo de transmitir a nuestros descendientes historias,
costumbres y convicciones. Refugiarse en tradiciones o en prácticas ancestrales comporta,sin embargo, el
riesgo de mantenerse al margen de los cambios sociales y culturalescultivando la nostalgia por el pasado.
-J. Hassoun es psicoanalista, y como tal se interrogasobre qué es la transmisión. Por qué, cómo y qué
transmitir. Es necesario poder aceptar
que, en mayor o menor grado, todos somos “contrabandistas de la memoria”, para
alejarnos de nuestra historia familiar pero también para poder reconocer lo que hemosrecibido de
nuestros padres y lo que transmitimos a nuestros descendientes. La complejadialéctica entre continuidad
y ruptura es evocada por Jacques Hassoun, tanto a través deejemplos clínicos, como de sus referencias a
pensadores contemporáneos de la talla deHanna Arendt, Vidal-
Naquet o Gershom Sholem.”
El gran salto en el tiempo que dibujaba aquel resto fósil que un antepasado del hombrelanzara, desde el
grávido suelo terrestre de una llanura hacia espacio exterior, tras lo cualel hueso se transformaba en una
nave espacial tripulada en la conocida escena de 2001:Odisea en el espacio y que resumía en unos
segundos de arte cinematográfico millones deaños de transmisión cultural, podría comenzar a manifestar
en el siglo XX tardío susprimeros síntomas de crisis.A juicio de Jacques Hassoun, el modelo de
transmisión clásico imperante en lamodernidad (el durkheimiano) comenzaría a perder el sustento sobre
el que se hallabainstituido. La continuidad histórica atraviesa una constante revisión, tornándose áspera
latransmisión cultural que las generaciones adultas efectúan sobre las que van a ingresar enel mundo de
aquéllos. Las generaciones jóvenes someten a juicio el legado histórico quereciben, cuestionándolo e
invalidándolo.El siglo XX ha visto la aceleración exponencial de la velocidad, produciendo cambios (lamayor
parte de las veces) más rápidamente en el seno de la sociedad ajeno a la escuela,que en el interior de las
instituciones de socialización (sean éstas las familias o losinstitutos de formación educativa). En un
tiempo ágil, fugaz, en el que cada vez tomamayor fuerza la novedad, la transitoriedad de la que hablaba
Alvin Toffler, no es casualque las generaciones jóvenes se acoplen con mayor soltura a la aceleración de
lavelocidad. Paul Virilio atribuía al siglo XX la responsabilidad de esta aceleración deltiempo. Señaló que
ésta había comenzado con el movimiento estético impresionista definales del XIX

a la que le atribuye el rango de ser la primera vanguardia. Del mismomodo en como sucediera con los
movimientos vanguardistas del s. XX, en el que cada unose atribuyese la osadía de romper con el pasado
(el romanticismo, el realismo, el neo-clasicismo) para imponer una nueva estética, estaría sucediendo no
solamente en elcampo de la historia de arte, sino también en el de la antropología.Cada nueva generación
parece resistirse con mayor ahínco a una cultura que siente que

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no le es propia, sino de sus padres. En este punto el modelo educativo durkheimianoparece tener un
quiebre. Valiéndose de Más allá del principio del placer, Jacques Hassounseñala los problemas de
adaptación que las generaciones jóvenes podrían enfrentar alromper radicalmente con el pasado, bien
porque éstos se resistan a la reproducción oporque las generaciones adultas se resistan provincianamente
a aceptar la realidadexterior que amenaza su tradición pasada. En la citada obra de 1920, Sigmund
Freudconstata que la línea continua de herencia y acumulación cultural asegura a los que reciénse
inscriben a la cultura establecida una adaptación equilibrada y exitosa. Asegura,asimismo, que los golpes
emocionales que derivan en ciertos tipos de patologíaspsiquiátricas, como la histeria, podrían tener origen
en un desorden sorpresivo de unentorno social conocido; por ejemplo, una imprevista separación
matrimonial, larepentina muerte de un familiar o el atraco de una banda de delincuentes a la estación
detrenes a la que arribábamos con la idea de ser gratamente recibidos por un grupo deamigos con el que
no nos reencontrábamos desde un añorado tiempo. La importancia deconocer nuestro pasado y formarnos
espiritualmente en su tradición radica, antes que en
su finalidad conservadora o “burguesa” de reproducir u
n sistema económico o social

como fue denunciado a lo largo del siglo XX por los pensadores marxistas

, en el legadode una serie de herramientas con cuales manipular y amoldarse con mayor astucia almundo ya
determinado que nos recibe. La continuidad en el tiempo, en el inciertodevenir, no sufre sobresaltos si
desde la infancia vamos inscribiendo poco a poco al niñoen el seno de la cultura en que va a vivir. Entonces

en palabras de Freud

el mundo queheredamos no nos será extraño al punto de infundirnos miedo o terror tal si nos surgiera(como
un rapto, un tiroteo o una invasión militar) una situación hostil e imprevista.Esto decía Freud. Sin
embargo, dicho esto por Hassoun, el psicoanalista austriaco iba a seruno de los grandes «contrabandistas
de la memoria», al renunciar, como judío, a laortodoxia de sus padres. El contrabandista de la memoria es
algo así como el que renunciaa su pasado, a la educación de sus padres: el hombre que encarna el
quebrantamiento dela transmisión, a la que resiste y vence. El contrabandista de la memoria es
aquelindividuo que libra todo el equipaje de su cuerpo y las vestimentas con que ha sidoarropado y decide
viajar desnudo de una cultura a otra para tomar como ropaje la que levenga en gana, no considerando
como elementos de juicio para tomar la dedición másque los valores propios de su presente: Freud olvida a
Moisés y se libra con el acto de2000 y 3000 años de historia hebrea.En un mundo en el que abundan los
contrabandistas de la memoria, llevando la cultura deun lugar a otro de la geografía a hurtadillas de
los sistemas estatales de control fronterizo,las generaciones adultas han perdido la legitimidad como
formadores y el derecho atransmitir un mensaje universal.Leonardo Pittamiglio

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