You are on page 1of 27

Curso virtual del Capítulo de Psicosis y psicoanálisis

Segunda clase de Beatriz Schlieper


Los tres registros y sus preponderancias
Los paradigmas del goce y su articulación con el
significante
Algunos casos paradigmáticos de lo que la psicosis enseña.

La segunda clínica
La segunda clínica es la clínica borromea, la del síntoma al
que Lacan le cambia la ortografía y llama sinthome. Esta segunda
clínica es la de los nudos, que es continuista y se maneja por
grados. Es decir que si bien tiene en sus polos dos opuestos, el
acento no recae sobre ello sino sobre su gradación; lo que
determina que no por eso se pierda la discontinuidad. Esta
conceptualización se puede ilustrar con una cita de Georgio
Agamben: En la perspectiva arqueológica, que es la de mi
investigación, las antinomias (por ej., la de democracia versus
totalitarismo) no desaparecen, pero pierden su carácter
sustancial y se transforman en campos de tensiones polares, entre
las que es posible encontrar una vía de salida... el problema,
sobre todo, es que si no se comprende lo que se pone en juego en
el fascismo, no se llega a advertir siquiera el sentido de la
democracia[…]Pero superar la lógica binaria significa sobre
todo ser capaces de transformar cada vez las dicotomías en
bipolaridades, las oposiciones sustanciales en un campo de
fuerzas recorrido por tensiones polares que están presentes en
cada uno de los puntos sin que exista posibilidad alguna de
trazar líneas claras de demarcación.1

Esta clínica gradual es más plástica y permite diagnosticar


los casos de psicosis que aún no se hayan desencadenado y que
incluso no lleguen a desencadenarse. Por lo cual prácticamente no
pueden clasificarse. Constituyen los llamados inclasificables.

Miller dice que esto no resiste, porque salta de un lado al


otro y en ese sentido el único verdadero inclasificable es el de
Russel: el conjunto de todos los conjuntos que no forma parte de

1
ellos mismos. Agrega que en el caso de la epistemología de la
clasificación cuando se hace una bipartición se acumulan casos
alrededor de la línea divisoria, es el problema de lo indiscernible.
La acumulación cuestiona el corte mismo si esto estalla se
restablece la continuidad.2

Los tres registros


La clínica continuista supone el anudamiento de los tres
registros imaginario, simbólico y real, que en la primera clínica
estaban articulados pero no con el concepto de anudamiento y
donde Lacan le otorgaba en principio una prevalencia a lo
imaginario, luego a lo simbólico y finalmente a lo real. Los tres
registros tenían una relación pero sin que esto permitiera pensar
en grados. Aunque simultáneamente va produciendo movimientos
que darán lugar a los futuros anudamientos. El objetivo de
introducir tan someramente el tema de los nudos en esta clase,
solo se hace a los efectos de orientar cómo pensar la última
enseñanza de Lacan aplicándolo a los casos clínicos.

El situar lo imaginario como equivalente a los otros dos


registros propio de la clínica de los nudos, ya está esbozada por
Lacan en el Seminario 3 por la identificación imaginaria, como
soporte que suple el significante ausente en lo simbólico. El
sujeto se sostiene a partir de una imitación cuyo valor es de un
“como si”. Esta salida por lo imaginario también puede darse en
psicosis desencadenadas permitiendo una estabilización como se
ve en la reconstrucción delirante de Schreber por la vía de la

2
contemplación de la imagen en el espejo en la vertiente
imaginaria.3
El que estén anudados de distintas maneras según cuales
sean las particularidades del caso produce distintos modos de
manifestación del goce.

Con respecto a lo real también en De una Cuestión


preliminar… y anteriormente en el Seminario 3, Lacan no ubica
el significante solamente en lo simbólico, sino también en lo real.
El Un padre en lo real, es alguien que ocupa un lugar tercero
frente a una relación imaginaria: sujeto-objeto; ideal-realidad y
que al no haber habido inscripción como Nombre del Padre en lo
simbólico, no hay una manera de invocarlo, allí, donde nunca
advino; Cuando se da esta situación se produce el
desencadenamiento.4 Es importante la función del padre real,
mismo en la neurosis, ya que para poder estar inscripto a nivel de
lo simbólico es necesario que alguien lo encarne y que lo haga, no
desde su propia identificación de “ser” el padre, sino de
representarlo. Esto requiere del semblante pero que hay que
sostenerlo de todos modos. Por eso aunque parezca paradójico
dice Lacan que la ausencia del padre real es más que compatible
con la presencia del significante dado que su función es del orden
de lo metafórico, nada más congruente con la función del padre
que su representación.5 Dice que lo importante es la carencia del
significante mismo. Es en este sentido que, lo que dice Lacan es
que el padre no es el padre, que el padre se llama el padre.

Es por eso que hay esta división entre el Nombre del Padre
y el que lo encarna, el padre, que en Lacan ocupa posiciones
antinómicas. El padre tiene que asumir su potencia, un padre que
haga valer su función reconociéndose como el que lo tiene para lo
cual tiene que haber dejado de ser el que lo es. Es decir que él no
puede ser idéntico a sí mismo, que tiene que haber una distancia
entre el padre real y el Nombre del Padre. Esta exigencia es clave
para determinar la estructura clínica en un sentido o en el otro en
que devengará el sujeto.6. 7

3
Si en la primera clínica el Nombre del Padre era un
signifícante que producía la significación fálica, en la segunda
clínica el Nombre del Padre es otro redondel porque es una
función que anuda los otros tres. En este sentido es un cuarto
nudo que puede ser reemplazado por otro elemento equivalente,
éste puede tratarse por ejemplo del síntoma. En la clínica de los
nudos, estos pueden estar anudados de un modo de cadena
interpenetrada o de un modo borromeo o están sueltos y tienen un
elemento que los anude, ya sea el sinthome como reparación de la
falla o como Nombre del Padre en tanto que cumple la función de
anudamiento.

La forma más elemental del nudo es el anillo o redondel. Es


el llamado nudo trivial, que si se hace una torsión se convierte o
bien en el nudo de trébol o bien en el falso trébol, de acuerdo a
como se haya constituido el nudo para que se pueda deshacer o
no; cuando se puede deshacer es un falso nudo. Esto tiene que ver
con que el nudo si se suelta es porque ha habido un error en su
forma de anudarse, es lo que Lacan denomina el lapsus del nudo
El nudo de trébol es la forma más elemental de un nudo que tiene
la cantidad mínima de puntos de cruce; existiendo formas mucho
más complejas que incluso pueden constituir cadenas.

4
Entonces, el más simple es el trivial sin ningún punto de
cruce (es solo un redondel de cuerda o anillo) y el segundo es el
trébol con tres puntos de cruce. Los nudos pueden constituir una
cadena de un modo que sean nudos triviales no encadenados o
bien estar encadenados con interpenetración (como sería el punto
de capitón) o con un cuarto elemento que los anude.

El llamado nudo borromeo es una cadena sin


interpenetración y que sin embargo está anudado y que si se corta
uno se desanudan todos. Es borromeo porque están anudados sin
interpenetración, están enlazados de modo tal que no se sueltan,
aunque a simple vista parecen pasar uno por dentro del otro,
cuando en realidad cada uno de ellos está ubicado respecto de los
otros dos en una relación por la cual pasa dos veces o por encima
o por debajo de cada uno.

5
Cuando el nudo tiene un punto donde el cruce pasa de un
modo en que se produce una interpenetración se genera un error
que requiere de un cuarto elemento que compense la falla. Es el
caso de Joyce que tiene interpenetrados lo simbólico y lo real y lo
imaginario está suelto, por lo que requiere de un cuarto que junte
los tres. Es una reparación sinthomática porque la
interpenetración no cesa a pesar de la reparación. Este cuarto
nudo tiene el valor del sinthome y es el que viene a reparar la falla
en el nudo, es lo que puede restituir el enlace del lapsus ocurrido.
Esta falla o punto de desanudamiento es muy importante en la
clínica de la psicosis porque es el lugar donde luego al ser suplido
por el sinthome se podrá establecer las coordenadas en que se
produjo el desanudamiento, es decir que su localización es après-
coup.8

Cuando el lapsus se produce en dos puntos dejando los tres


en forma superpuesta se requiere de un cuarto nudo que encadene

6
los dos puntos de error y que sería equivalente a lo que Freud
llamó realidad psíquica.

Caso clínico
Tomaré un caso de un paciente internado, que tiene
tratamiento tanto psiquiátrico como con un analista y que puede
servir para ilustrar estos ejes de la clínica. Se trata de un paciente
con muy escasos recursos simbólicos. Al preguntársele por su
tratamiento dice que está bien con “los terapeutas”, que a él le
sirven, que “aprende con ellos, lo mismo que con la televisión”,
de la que él aprendió “como un loro”. Para él el tratamiento y la
televisión tienen el mismo estatuto. Ambos tienen como esencia
el consistir meramente en una enseñanza. Agrega que el padre no
lo dejó trabajar con él en el taller que tenía, que resolvía todo sin
enseñarle nada, por lo que ahora él no sabe resolver las cosas.
Desde el efecto que ha producido en el sujeto se puede deducir
que es un padre que no ejerció su función de tal. Del que no
recibió la función que desde la operación paterna era necesaria
para constituir un sujeto mínimamente reconocido. Esta falla en la
transmisión “de una enseñanza”, no es otra que la de no haber
podido realizar una metáfora con el Nombre del Padre que le
brindaría una suplencia a la manera de la neurosis.

Este sujeto por lo tanto, ha quedado limitado a una lalengua


porque el padre no pudo transmitirle el significado de las cosas
articuladas en un lenguaje, como resultado de un saber hacer

7
sobre lalengua en el marco del lazo social. Este trabajo sobre
lalengua efectuado por el lazo social para armar un lenguaje,
podría ser equiparado a lo que Freud conceptualizó como la
articulación entre la representación de Cosa y la representación de
palabra.9

Otro ejemplo de la puesta en juego de lalengua casi


imperceptible al nivel del trastorno de lenguaje es cuando dice
que él es católico y que cuando la policía vino a buscarlo, -en el
momento de la internación-, él se defendió con la cruz que la
madre le dio, usándola como un arma. Dice que les respondió
“como católico”, lo cual demuestra la falta de relación entre el
significante “ser católico” y responder usando la cruz como un
“arma” para defenderse. Se trata de la literalidad de la que
hablaba Freud en su artículo Lo inconsciente cuando habla de la
relación de la esquizofrenia con el inconsciente y con el lenguaje,
donde dice que la palabra es la cosa

Otro fenómeno de discurso es el acontecimiento relacionado


con la muerte del padre; en que frente al hecho de encontrarlo
muerto en el piso se vio en la imposibilidad de discriminar si ya
estaba muerto o no. Este aconteciendo es del orden de lo inefable
y le resulta enigmático. No sabe que hacer, dice que tiene que
llamar a “la municipalidad” para que le digan qué hacer. Que el
Otro le diga qué hacer es la posibilidad de “aprender”, es decir
poder hacer un sinthome. Es la posibilidad de anudar lo simbólico
con lo imaginario,- y eso muestra dónde estuvo el lapsus que es
justamente en ese punto-, ya que dice que eso le sirve; es decir
que con eso repara el error de anudamiento. Es a partir de que el
Otro le indique el sentido de las cosas, que le arme una cadena
mínima S1-S2 con la que haga un lazo social elemental “como
loro” o se podría decir “de memoria”, con el cual reparar el lapsus
del nudo. Lo que falta en este “aprendizaje” es la enunciación ya
que sólo se trata de enunciados donde el sujeto está soldado al S1.
Es decir que los S1 sueltos pululan en un enjambre S1-S1-S1 que
es chata, monolítica. Allí lo simbólico es real. Es el caso inverso
de Joyce quien de los S1-S2 hace ex profeso un vaciamiento, una
reducción, una descomposición que llega no solo a los S1, sino

8
que aún los S1 son desarmados en sus partículas ínfimas: los
fonemas. Si bien ambos sujetos padecen de la pajarera del
lenguaje cada uno lo resuelve de un modo singular.

Se ve entonces que a partir de los matices de las


manifestaciones del goce se puede no solo obtener un diagnóstico
diferencial –de la clínica discontinua-, sino que permite encontrar
los puntos de cristalización de la psicosis. Estos signos mínimos
permiten también poder diagnosticar y abordar el tratamiento de
la psicosis aun cuando no se haya desencadenado todavía. Ubicar
el punto de comienzo del cuadro como psicosis clínica, que es
cuando, -como dice Lacan, el Otro se pone a hablar, es el
momento de la aparición de la enfermedad. Lo que Freud
señalaba como el momento en que se presenta la psicosis ya desde
un punto de vista patológico. Cuando esto toma estado público es
porque ya la enfermedad hace muchos años que está trabajando
en forma muda y lo que vemos es el intento de curación de la
enfermedad. Por supuesto curación entre paréntesis, porque lo que
es para el sujeto un intento de resignificación de fenómenos
elementales sin sentido, se presenta para el Otro social como
enfermedad. Sin embargo esta manifestación clínica de la
enfermedad implica un trabajo del sujeto en el que se trata de un
intento de reanudar el sentido. Anteriormente éste estaba invadido
por fenómenos enigmáticos cuyo carácter extraordinario era leído
por el sujeto de un modo autorreferencial.

Esta nueva clínica nos orienta precisamente en ese punto en


que no es fácil hacer un diagnóstico del sujeto que consulta; o
bien porque no presenta fenómenos elementales o porque no los
expresa como tales, lo único que se puede visualizar es la
presencia de un trastorno del lenguaje a veces muy sutil; y no
tanto como un neologismo que sería un trastorno a nivel del
significante, sino más del lado de la significación, pero que ya es
un indicador. Del mismo modo, otro parámetro que hay que tomar
como un índice cierto es la ausencia de fenómenos propios de la
neurosis, es decir, una conflictiva edípica en la historia infantil.
Este parámetro es freudiano ya que éste sostenía que en toda

9
neurosis se encontraba una neurosis infantil, por lo cual su
ausencia denota que allí se trata de otra cosa.10
Esta neurosis infantil va a constituir lo que devendrá el
fantasma del sujeto, fantasma que vela lo real enmascarándolo,
fantasma que no es más que la realidad psíquica; y que falta en la
psicosis y cuyo equivalente será el delirio. En el Seminario22,
Lacan sitúa la realidad psíquica freudiana como correlato del
Edipo y a su vez éste como correlato del Nombre del Padre, dice
yo nunca hablé del Edipo yo hablé del Nombre del Padre y sería
el que anuda los tres registros: simbólico, imaginario y real.11
En el Seminario 23, el concepto de sinthome aparece en
Lacan como remiendo del lapsus ocurrido, es decir que no sería la
realidad psíquica la que anuda sino un remiendo que viene a
producir una suplencia en el punto donde se produjo el lapsus. Ya
en su primera enseñanza Lacan habla, -como fue señalado en la
clase anterior-, en: De una cuestión preliminar… de suplencia en
relación a la estabilización, pero en referencia al delirio. El
sinthome permitiría al sujeto cierta inclusión dentro de los
parámetros sociales.

Para introducir el sinthome se requiere del giro de la


perspectiva de Lacan respecto de la forclusión generalizada para
concebir el Nombre del Padre como una suplencia entre otras y
que le permite hablar de Los nombres del Padre.

En el ejemplo citado, escuchar que los tratamientos que


recibe en la institución en que está internado están en el mismo
nivel de la televisión, si bien representa una degradación del
tratamiento a través de una ironía psicótica, sin embargo, si se
escucha finamente se observa que allí hay algo del sinthome en
tanto es un punto mínimo de saber hacer sobre lalengua, como él
mismo lo dice es un: “aprendizaje” del uso del lenguaje. Poder
recortar esta lógica muestra porqué la clínica de la psicosis en
Lacan no es para nada una clínica del déficit es en todo caso una
clínica del síntoma; y desde esta lectura con una lógica que no se
basa en un criterio de normalidad o adaptación se le da al sujeto
un crédito respecto a sus recursos.

10
Toda la primera parte de la obra de Lacan refiere a la
antítesis presencia-ausencia de un significante y las consecuencias
clínicas presentes en el delirio, cuando éste falta. Considerar que
el delirio pueda ser una suplencia no es ajeno a la teoría freudiana
de intento de curación. El criterio de este concepto que ya estaba
presente en De una Cuestión preliminar…, es reformulado o más
bien ampliado. Son creaciones que no implican una actividad
propiamente delirante, como otro tipo de suplencia que aparece
tan claramente en el seminario de Joyce; justamente porque en
este seminario toma otra dimensión y es el cuarto nudo que ata los
redondeles interpenetrados RS al que se ha soltado I.

Se produce una tensión entre la clínica de la falta y la clínica


de los nudos. En este sentido, la última clínica no contradice a la
primera y no lo hace porque parte de la discontinuidad estructural
neurosis-psicosis, pero que una vez situada la psicosis como
estructura, esta clínica pone el acento no en el significante que
falta, sino en lo que se presenta como distintos recursos para
estabilizarse. Para entender esta tensión entre lo continuo y lo
discontinuo Miller aporta la concepción de Leibniz. Para Miller lo
discontinuo no es más que un aspecto de lo continuo. Es decir que
no se pasa de un estado a otro por un salto sino por una serie
infinita de puntos intermedios. Estas gradaciones son las que
permiten ver las singularidades de cada sujeto. Por otra parte la
spaltung propia de la clínica freudiana da cuenta de la
discontinuidad; el sujeto en tanto barrado es discontinuo. A lo que
apunta Miller es a demostrar que una clínica borromea puede
existir sin entrar en contradicción con la clínica estructuralista.
Esta no contradicción encarna el engrampado que puede
producirse con un anudamiento por fuera del que efectuaría el
Nombre del Padre. En la psicosis se ve que el goce tiene
continuidad, por eso las automutilaciones, las escarificaciones son
intentos de producir una sustracción del goce a través de la
inscripción de una discontinuidad.

En el caso anteriormente mencionado, si bien se trata de la


antítesis presencia-ausencia de un significante, el concepto de

11
sinthome permite localizar con qué se puede estabilizar un sujeto.
Quedando demostrado con el caso mismo que además del aporte
que significa pensar la clínica en base a estructuras, no por eso
esta nueva clínica las deja de lado, sino que es más bien una
clínica del modus operandis o sea de la particularidad con que
funciona el sujeto, de sus recursos para resolver su enfermedad.

El trabajo de Lacan de la última época posibilita ubicar esos


casos que se los podría clasificar dentro de distintos cuadros pero
no como casos de psicosis. Se trata de casos que pueden no
desencadenar nunca, y frente a los que se está obligado a leerlos
con un diagnóstico que tome rasgos, signos particulares del sujeto
que excluyen las grandes descripciones de los cuadros
psiquiátricos. La dificultad de estos casos reside precisamente en
su dificultad para encajar en los típicos casos de psicosis clínica.12
Si bien es problemática la lectura desde la psiquiatría tradicional
también lo es desde la primera enseñanza de Lacan.

Miller, ha profundizado teóricamente la cuestión de la


tensión que se produce entre la clínica de la falta y la clínica
borromea, mostrando que lo que subyace a toda clínica, es la
clínica diferencial; y que la continuidad es lo que permite ver el
desarrollo, las formas que va tomando el caso con la localización
de los puntos de quiebre y los de suplencia que le permiten a un
sujeto hacer una restitución. Esta clínica que sobre todo visualiza
los movimientos, los momentos lógicos de un tratamiento, facilita
que se pueda ir operando con los significantes sobre los que se ha
concentrado el goce.

Con este criterio de gradación de la última clínica pueden


ser abordadas todas las suplencias. Así lo que era considerado un
síntoma puede ser leído actualmente como aspectos creacionistas,
anudamientos singulares que suplen el Nombre del Padre
oponiendo una invención que cumpla esa función de
compensación frente a su ausencia. Desde esta lógica hay que
tomar en cuenta cual es el hilo conductor que se puede encontrar
para maniobrar con la psicosis.

12
Este hilo conductor se basa en la posibilidad del alojamiento
de lalengua de la transferencia; es lo que va a permitirle a un
sujeto la posibilidad de un lazo social aunque sea mínimo. Como
dice Eric Laurent, Toda la teoría de la transferencia está en juego
en la segunda clínica: se trata de hacerse basta y destinatario de
esos signos ínfimos. Es necesario entrar en la matriz del discurso
por el signo y no por el sentido, lo que supone decidir que allí
hay una entrada posible.13

Es decir que no se toma la hipótesis continuista para borrar


el límite entre neurosis y psicosis sino para poder apreciar las
variaciones de los efectos parciales y globales de la forclusión. Se
trata de una combinación entre la continuidad y la discontinuidad
que se ve bien en la fenomenología de la psicosis

Este esquema propio intenta a los fines de una mejor


comprensión de la tensión entre ambas clínicas, mostrar la
discontinuidad de la psicosis desde el punto de vista estructural de
la primera clínica y al mismo tiempo mostrar la continuidad de la
última clínica de Lacan que Miller indica, tomando a Leibniz,
como una gradación; gradación que lleva a que en una escala de
clasificación con opuestos en los vértices haya una línea divisoria
que cuando se produce una acumulación de signos alrededor de
ésta línea divisoria, se rompa esta línea y se pase a la continuidad.
Lo que lleva fácilmente a la confusión de creer que ambas
patologías son reversibles.14

13
Lo que se planteaba respecto de los efectos de la
transferencia en cuanto a la paranoia o la erotomanía, permiten
pensar la transferencia posible en la psicosis con ese rasgo de ser
o bien odiado o bien amado por el Otro. La transferencia
encuentra su lugar y su función en la psicosis en la medida en que
se pueda localizar al sujeto en relación a su goce y donde es
convocado por el Otro a toda la gama que va del amor al odio.

La discontinuidad en la estructura
La discontinuidad en lo simbólico está basada en que el
significante consiste en un sistema de oposiciones. El significante
en sí mismo da cuenta de esta discontinuidad pero en la cadena
cuando aparece encadenado se presenta en continuidad.

Por lo tanto la discontinuidad es de estructura y esto en


función de que sólo se puede definir un significante como la pura
diferencia con otro significante. Esto se manifiesta en lo que
Lacan llama, en relación con la neurosis, “formaciones del
inconsciente”; que son formas de ruptura del discurso, donde algo
se introduce rompiendo la continuidad de la cadena asociativa
tales como los lapsus, olvidos, actos fallidos, etc. que introducen
la dimensión del inconsciente como efectos de retorno de la
represión.

Partiendo de esta base se presenta inmediatamente la


pregunta de cómo en medio de esta discontinuidad estructural se
puede articular el par antitético de discontinuidad-continuidad. En
la psicosis dado que la causa es la falta del significante, esto
introduce una discontinuidad que genera este agujero en el que
literalmente se cae el sujeto. Este significante privilegiado que
ordena todos los significantes armando una cadena; cuando falta
se producen todos los trastornos propios de lo simbólico, los que
definimos como trastornos de P0 en la psicosis: las alteraciones
del lenguaje, los juegos de palabras, los neologismos, etc.

Así esta articulación entre estos dos momentos teóricos que


parecen contrapuestos ya estaban de algún modo expresados en

14
Schreber. Se ve en sus memorias que muestra como en la medida
en que aparece la discontinuidad del significante en su forma más
pura, que es el significante desencadenado circunscribe una serie
de sonidos que van desde el susurro, el cuchicheo hasta el grito y
que dan cuenta de una gradación y de la presencia simultánea de
las dos series continuas y discontinuas. Cuanto más el discurso
pierda su lógica y su sentido, mayor va a ser la incidencia del
goce. Cuanto más se estiran las voces hasta que el significante
devenga incomprensible, más se acentúan los fenómenos de goce
Dice Schereber cuanto más aumentan en mí la voluptuosidad de
las almas, -por el hecho del acecho permanente e ininterrumpido
de los nervios de Dios, es percibida con un incremento continuo y
acelerado-, más se está constreñido a estirar las voces en su
duración.15

Esta clínica de la disyunción-conjunción entre continuidad y


discontinuidad se puede ubicar desde la casuística. Así lo
podemos visualizar en un caso de estructura psicótica y articularlo
con lo que teoriza Lacan sobre Joyce, ambos pueden ilustrar esta
cuestión.

En el primer caso; un caso de Gustavo Dessal,16 que se trata


de un sujeto que está totalmente capturado en lo imaginario y esto
se manifiesta en que él está a merced de la imagen del Otro
femenino, su identidad varía de acuerdo a quien tiene enfrente en
el sentido en que si está frente a una mujer la ve como un hombre
y al mismo tiempo se siente mujer. Mientras que si está frente a
un hombre no sabe si es homosexual o si en realidad le gustaría
ser como él. Desde la infancia tiene una obsesión por su pene que
le molesta y tiene que acomodarlo constantemente. Siente una
presión en su órgano y también en su pecho como si estuviera por
crecer. Esto se le impone. Teme transformarse en mujer. Tiene
tres sueños durante la misma noche:

1º tiene una reacción sexual con un hombre mayor, un jardinero


que trabaje cerca de su casa. Precisa que el barrio corría el rumor
que este hombre había tocado a unas chiquitas.

15
2º Se ha mutilado el pene y ve su órgano sobre el suelo en un mar
de sangre. Se mira entre las piernas percibe que su pene
comienza a crecer.

3º El y un amigo hacen el amor con una actriz porno. En el sueño


piensa que tuvo suerte que el rostro de esta actriz no haya sido el
de su hermana.

Para Miller su sintomatología si bien es obsesiva está


originada en la no simbolización del pene. El considera que los
sueños son torsiones que dan cuenta de los tres registros: En el
primer sueño se da una suerte de torsión psicótica de lo simbólico,
donde lo que se realiza es la homosexualidad y algo de la unión
incestuosa con el padre. En el segundo, donde ve su pene cortado
sobre el suelo y que enseguida crece implica una suerte de torsión
real porque representa una castración real. En el tercero, que se
juega una aparente Verneinung (negación) expresada en: “no era
el rostro de mi hermana”, es donde se realiza una torsión en lo
imaginario.

El primer sueño constituye lo simbólico, el segundo lo real,


y el tercero lo imaginario en la versión misma de su psicosis. El
sueño del pene que comienza enseguida a crecer se conecta
directamente con la cuestión de la molestia del pene.

Que nos enseña la clínica milleriana? En este caso nos


enseña lo que es la significación fálica precisamente por su falta.

Miller destaca en primer lugar, que este es un caso en donde


falla el -FI o sea que sus manifestaciones prevalentes son del
orden de FIo, lo que lo lleva a no tener trastornos de lenguaje pero
si de la significación. En segundo lugar el estatuto que le da a los
sueños de este paciente donde equipara respectivamente a cada
uno con los tres registros pero diciendo, que es en la versión de su
psicosis donde esto aparece como tal, con lo cual plantea un modo
particular de resolución de la forclusión propia de este sujeto. Uno
siempre se interroga por el estatuto de las supuestas FI
(formaciones del inconsciente) en la psicosis en el sentido de

16
interrogarse cómo pueden ser una manifestación de lo reprimido
cuando no se trata allí del mecanismo de la represión.

Algunas conclusiones posibles que se pueden extraer son


que un fenómeno elemental forma parte de lo que se podría
considerar una manifestación de Po mientras que el no ser
dialectizable lo ubica del lado de FIo, por lo tanto los sueños o las
conductas obsesivas, -las FI se comportan en la psicosis como
formaciones del inconsciente, pero en realidad son FE inertes y
vacíos de significación. En ese sentido no operarían como
provenientes del inconsciente si entendemos a éste como
constituido por la cadena S1-S2.

Se puede apreciar en el Esquema I, a lo que ha quedado reducida


la significación fálica Fi0 y la simbolización del P como NP en P0

Partiendo de esta conceptualización de los sueños como


semejantes al fenómeno elemental: FE, cómo entender lo que
plantea Miller en tanto que torsión de cada registro. La torsión es
lo que mantendría anudados los tres registros aunque sea con la
interpenetración. De allí que el primer sueño por ese bucle
permite una cierta realización del NP donde sólo había Po, el
segundo inscribe la castración pero en lo real por no haber sido
alojada en el lugar de -FI y el tercero destaca una aparente
Verneinung con la que intenta negar en el sueño mismo la imago
de la hermana realizando una torsión de lo imaginario. Con lo
cual quedaría armada una suplencia de realidad psíquica,

17
complejo de Edipo, a través de la alucinación negativa, de que no
tiene el pene que remedaría la amenaza de castración.

Ambos casos pertenecen entonces desde un punto de vista


estructural a la psicosis y en esto no hay pasaje de una estructura a
otra pero en la clínica borromea se puede captar cómo ese
mecanismo de forclusión ha operado en cada uno de un modo
diferente ya que en uno lo que se desprende es lo simbólico
mientras que en Joyce es lo imaginario. Este otro ejemplo que
tomamos es el de Joyce, quien nunca desencadenó una psicosis
clínica. El describe una paliza que recibe en su adolescencia por
parte de un grupo de compañeros y de la cual refiere que no siente
ningún rencor y que su cuerpo se cae como una cáscara vacía.
Lacan lee esto como un indicio de que se trata de una psicosis por
su relación al cuerpo como desprendido de sí mismo. Es decir que
por un lado sirve el ejemplo como diagnóstico diferencial y por
otro plantea que desde los redondeles de cuerda lo imaginario se
desprende y se separa de lo real y lo simbólico.

La diferencia para pensar entre el síntoma del comienzo de


la obra de Lacan y el síntoma del final, es que el síntoma se
presentaba como un producto con un sentido y se originaba en lo
simbólico siendo un síntoma-mensaje. El estatuto del síntoma a la
altura de La tercera es diferente porque no proviene de lo
simbólico sino de lo real sin sentido.17

Para Lacan la escritura de Joyce tiene justamente el valor de


estar por fuera del sentido porque éste al descomponer el lenguaje
lo vacía de sentido reduciéndolo al puro goce de la letra.
Lalengua de Joyce se mantiene en el nivel de la discontinuidad ya
que no arma una cadena productora de sentido que le daría un
continuum. En ese aspecto es un desabonado del inconsciente
porque está por fuera del sentido que da el inconsciente. Ahora
bien, el síntoma de Joyce en tanto letra o síntoma-goce es lo que
se presenta como ruptura del lenguaje y reducción a la letra, pero
tiene otra función en otro momento en que esta escritura tiene una
función restitutiva en tanto puede, al publicar su obra, hacer un
lazo social a través de su prestigio.

18
El se hace un nombre propio, que su padre no le había
legado al abdicar de su función paterna, ya que para él éste nunca
fue su padre. Su narcisismo, su megalomanía, la certeza de su
destino como artista famoso dan consistencia a su ego que
funciona como sinthome. Es decir como cuarto nudo que viene a
reparar el lapsus ocurrido entre lo simbólico y lo real que están
interpenetrados dejando suelto a lo imaginario. Que si bien, por
un lado ata lo imaginario para que no se aleje, por otro no
resuelve la interpenetración que se mantiene entre lo simbólico y
lo real, error que le permitirá a Lacan considerar que hay allí
manifestaciones bizarras.

En ambos casos el diagnóstico es difícil, pero no hay que


olvidarse de que las fobias, obsesiones y conversiones pueden
darse también en la psicosis aunque con otro estatuto, el de
neosemantema. Pero Lacan en su observación de Joyce no recurre
para nada a ninguna descripción psiquiátrica. Como lo destaca
Lacan, Joyce estuvo diecisiete años armando su Finnegans Wake
y creando una escritura en la que utilizó homofonías
translingüísticas de modo de volverlo indescifrable. Es un escrito
para no ser leído, que de algún modo evoca los escritos de los
esquizofrénicos. Se nota en sus obras que la relación a la palabra
le era cada vez más impuesta al punto tal que él termina por
disolver el lenguaje haciéndolo sufrir una descomposición que lo
llevará hasta el límite de la identidad fonatoria. Para él el lenguaje
era algo pegado, impuesto, parasitario; con una autonomía que
desbordaba al sujeto.

La ausencia de la cólera y el desprendimiento del cuerpo


golpeado muestran que su cuerpo toma distancia de sí mismo.
Otro episodio en relación al cuerpo de Joyce, cuando él describe
en el Retrato del artista que el héroe se hizo pegar por el prefecto
y escribe que al imaginar sus manos doloridas e hinchadas, él las
compadecía como si no fueran suyas, sino de algún otro del cual
él se apiadaría.

19
De este deslizamiento de lo imaginario, también dan cuenta
las epifanías que son textos breves fragmentarios de diálogos
totalmente banales que dejan un interrogante sobre su sentido
final ya que quedan abiertas sin conclusión ninguna por lo tanto
sin significación. Esta falta de sentido obedece a la carencia de
capitoneado del lenguaje. Muy semejantes a ciertas alucinaciones
que se ven en Schreber por ejemplo. Y que por la certeza que
generan dan cuenta del goce que está ligado a ellas por el peso de
lo real del cual ellas están lastradas. A pesar de esto las epifanías
si bien vacían la significación no hay una ruptura con lo
imaginario en forma completa, sino que está retenida por una
significación consistente en su vocación de artista. Para él las
epifanías tenían mucha importancia porque las consideraba
manifestaciones espirituales, pero extrañas y vividas como
impuestas donde se le revela algo del orden del ser en tanto
conciernen a su vocación.

Lo que anuda estos tres registros es la presencia del ego que


está sostenido por esta revelación de ser un artista. Este ego, no
coincide con el yo (moi), porque no se sostiene para Lacan en lo
imaginario del estadío del espejo, sino en la escritura como
producto de la articulación de lo imaginario y lo simbólico. Este
ego parece designar una representación de sí mismo fundada en
una idea de sí. El yo como moi tiene partes inconscientes mientras
que el ego es únicamente una idea conciente. Este carácter idéico
le permite encontrar un mejor apoyo en lo simbólico.

Según surge de otra obra de Joyce el personaje plantea que


frente al surgimiento de una nueva crisis se protegía componiendo
un enigma que le resultaba peligroso y en El retrato de un artista
declara que vuelve a su casa para juntar frases y palabras que no
tenían sentido.

Lacan se pregunta qué función asignarle a esta escritura


enigmática que excluye el sentido tan radicalmente. Tiene dos
hipótesis: una en que se pregunta si se trata allí de liberarse del
parásito palabrero; o al contrario de dejarse invadir por la
polifonía de la palabra. Esta última posibilidad coloca a Joyce en

20
el conjunto de las psicosis. La escritura de Joyce obedece a una
lógica de pacificación del enigma, aunque hay un goce privado de
la letra en su uso fonemático y no en la creación de una neo
realidad. El rasgo que lo diferencia parcialmente de un delirio es
que esta producción no obtura el enigma con la certeza, sino que
lo rodea, lo cultiva, y sin embargo lo pacifica.

Es el estatuto de lalengua como el aluvión de sonidos


escuchados que arman esta lalengua de cada uno. Todo su trabajo
se dirige a dar respuesta del origen de la enunciación. Cuando
Joyce relata el nacimiento de la vocación escribe versos en los
que destaca el valor de las letras más que el de las palabras,
formando gritos que expresarían emociones primitivas. Esta
conclusión de algún modo semejante a como algunos pensadores
como Condillac consideraban el surgimiento del lenguaje a partir
de los gritos: El lenguaje habría tomado su fuente en los gestos,
deícticos e imitativos y en los gritos naturales, pero los gestos
eran menos eficaces como señal de comunicación, el elemento
fónico devino preponderante en el lenguaje humano. […] No es
ni el hambre ni la sed, sino el amor, el odio, la piedad, la cólera
que les ha arrancado las primeras voces […] la mayoría de las
palabras radicales serían sonidos imitativos o del acento de las
pasiones, la onomatopeya se haría sentir continuamente.18

A pesar del carácter enigmático que tiene su trabajo como


escritor hay algo que tiene una significación y es su vocación de
artista.

Algunos parámetros para ubicar en los tres registros los


rasgos más precisos del defecto de anudamiento.

En el deslizamiento de lo real hay manifestaciones erráticas del


goce porque al emanciparse éste de los límites de la significación
fálica el objeto a se pone a pulular y aparecen los fenómenos
elementales, el lenguaje de órgano por la saturación de fenómenos
del cuerpo, las sensaciones de extrañamiento o de goce
voluptuoso como en Schreber o la identificación literal al objeto
como en el delirio de indignidad de la melancolía; es el goce que

21
se revela fuera de toda significación, enigmático y que muestra la
pérdida de los lazos del sujeto con el Otro. Este goce enigmático
puede provocar actos inmotivados como fugas o crímenes, como
los crímenes de los esquizofrénicos.

En las perturbaciones en lo simbólico aparece una fascinación por


lo que es del orden del significante con una prevalencia de lo
simbólico como la poesía, las lenguas extranjeras, los anagramas,
las palabras cruzadas. Cuando el significante se desprende de lo
imaginario se pone a hablar de sí mismo.

En los trastornos de lo imaginario, siendo éste el lugar de la


significación, el lugar del yo, del estadío del espejo y del goce del
cuerpo las perturbaciones son del orden del narcisismo, de la
regresión al filo mortal del estadío del espejo, de la pérdida de la
significación fálica.19

Algunas cuestiones generales


La clínica de lo continuo donde convergen lo teórico con las
variaciones observables en la clínica; es la dialéctica entre lo
teórico y lo clínico. Esta clínica borromea va un paso más allá de
la clínica estructural en función de un significante que falte o no.
Permite orientarse en el tratamiento ubicando por après-coup a
partir de lo que se desengancha del Otro, lo que lo enganchaba y
así facilitar el reenganche con el trabajo que el sujeto pueda
armar. Lo que caracteriza los desenganches son las caídas
identificatorias de tipo imaginarias, las que Lacan describía como
sostenidas al modo de un banquito de tras patas que si se le quita
una no tiene como continuar sostenido. Cuando hay desenganches
sucesivos estos pueden llegar hasta la errancia.20
En relación a las identificaciones imaginarias caídas se ve en
la melancolía que el nombre de goce que le da el ser es el de la
indignidad. Al haber fallado la identificación al ideal del yo el
melancólico elabora una sobreidentificación pero a las normas
sociales.21 Se trata de una inscripción directa en lo imaginario de
una serie de rasgos (S’, S’’, S’’’,...) equivalentes a sentencias,
órdenes superyoicas que le dan una coherencia al sujeto

22
melancólico no desencadenado; le otorgan un ser. Estas
identificaciones imaginarias le permiten sostenerse precariamente
al faltarle la dimensión simbólica que implica la identificación al
ideal. Al carecer de la posibilidad de la precipitación de un S1 que
le de una identidad, su ser es un conjunto de rasgos dispersos. Y
al producirse una frustración en el cumplimiento de esos rasgos se
produce el desencadenamiento. Estas identificaciones no son
dialectizables carecen de la incertidumbre del neurótico. Está
identificado con lo literal del mandato y no con su función de
representación por eso debe realizarlas al pie de la letra. Son una
mera copia de un ideal de alguna norma social. Cuando el sujeto
no se puede seguir sosteniendo ahí, toma el estatuto de desecho
Esto es equivalente a “la sombra del objeto cayó sobre el yo” del
discurso freudiano.22 La identificación al rasgo es literal. El sujeto
es idéntico al rasgo por lo que un trastorno en lo imaginario puede
descompensarlo al perder esta prótesis imaginaria que actúa como
una “cataplasma”.

Esta manera de presentar ambas clínicas de un modo casi


superpuesto, no es ajena a la imbricación que tienen entre sí. En la
clínica discontinua se pone el acento en una lógica binaria: todo o
nada; o se apacigua al sujeto al recibir como legado el falo
simbólico que legaliza y normativiza la identificación y la
sexualidad; o aparecen los fenómenos de goce que no son fálicos
y cuya dispersión se unifica con un nuevo lazo con el Otro a partir
de una significación delirante.

Mientras que en la clínica continuista se toma más la


cuestión ética por la que un sujeto toma esa insondable decisión
del ser, la que prefiere sostener el goce a expensas de la
significación.

En la clínica discontinua hay una legalidad que radicaliza el


diagnóstico mientras en la última clínica, -más de acuerdo a un
momento donde el Otro no existe, por no estar en referencia al
amo, permite visualizar mejor las psicosis actuales menos
consistentes. Y en las que no se parte del modelo de la
articulación significante S1-S2, sino de la relación del sujeto con

23
lalengua. Los meros signos al no ser pensados como resto de la
articulación significante, se los puede abordar como
manifestaciones de lalengua. La clínica de las psicosis ordinarias
con pocos o ninguna manifestación de P0 como fenómenos
elementales, ponen sin embargo de manifiesto los de Fi0. Por otra
parte ya Lacan en De una Cuestión Preliminar… destacaba la
aparición en lo real del significante, como cadena rota. Luego este
mismo significante solo, asemántico va a permitir la nueva
consideración de las psicosis ordinarias ya que el tratamiento no
es por la reconstitución de S1-S2, sino a través del signo que no
significa nada.

Por eso si bien Lacan parte de una clínica del sentido en


relación al síntoma, en la metáfora S/S (+) s, como en la
Metonimia S…S (-) s. Sentido con el que el sujeto arma su
fantasma que en la neurosis produce este efecto de significación
capturante al desplegar el velo y los espejismos imaginarios.

Mientras que el enigma en la Psicosis que sería equivalente


a los fenómenos de Fi0 en que sería matematizable S (…). Este
enigma es el principio mismo de la diferencia entre significante y
significado, que al ser enigmático lo que se produce es la
significación de significación y toma el valor de la certeza.

La certeza justamente al no ser dialectizable no está


sometida al engaño que produce la elación del significante
respecto del significado. El fenómeno elemental explica el sentido
de los significantes a través de la significación de significación. Y
se está allí en P0. Mientras que hay manifestaciones de los
psicóticos que son neosemantemas o sea que no son del orden de
lo neológico, porque no es un trastorno significante, sino que es
un neosemantema porque lo comprometido es el significado final.
Se está allí entonces a nivel del F0.

Por último, la posición del analista, es una posición ética


que se va a ajustar a ambas clínicas en el sentido de no intervenir
con el sujeto confundiendo la psicosis con una neurosis; y va a
utilizar el criterio de la aceptación de esa lalengua en la

24
transferencia para que el sujeto mismo pueda construir una salida
singular.

Agamben, Georgio.- Estado de excepción, Ed. Adriana


1.-

Hidalgo, Pág. 12
2
.-Miller, Jacques-Alain.- Los inclasificables de la clínica
psicoanalítica, Ed. Paidos, Pág. 400-401
3
- Freud, Sigmund.- Observaciones psicoanalíticas sobre un
caso de paranoia, Ed. Biblioteca Nueva, Pág. 1494-1500

4.-Lacan, Jacques.- De una cuestión preliminar a todo


tratamiento posible de la psicosis, Escritos 2, Ed. Siglo XXI.
Méjico, Pág. -559,

5.-Lacan, Jacques.- De una cuestión preliminar a todo


tratamiento posible de la psicosis, Escritos 2, Ed. Siglo XXI.
Méjico, Pág. 539

6.- Lacan, Jacques.- Seminario 3, Ed. Paidos, Pág 196 a 205

7.-Lacan, Jacques.- De una cuestión preliminar a todo


tratamiento posible de la psicosis, Escritos 2, Ed. Siglo XXI,
Méjico, Pág. 558-559

Lacan, Jacques.- Seminario 23, El sinthome, La escritura del


8.-

ego, Ed. Paidos, Pág. 141 a 153

Freud Sigmund.- Lo inconsciente. Ed. Biblioteca Nueva,


9.-

Madrid, Pág. 2081-2082

Freud, Sigmund.- Análisis de un caso de neurosis obsesiva.


10.-

Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, Pág. 1444

Lacan, Jacques.-RSI, inédito, publicación de la Escuela


11.-

freudiana de Buenos Aires, Pág. 32

25
.- Miller, Jacques-Alain.- Los inclasificables de la clínica
12

psicoanalítica, Deffieux, Jean-Pierre Un caso no tan raro, Ed.


Paidos, Pág. 201-202

.- Miller, Jacques-Alain y otros.-Laurent, Eric.- Los


13

inclasificables de la clínica psicoanalítica, Ed. Paidos, Pág. 342

Miller, Jacques-Alain y otros.- Los inclasificables de la


14.-

clínica psicoanalítica, Ed. Paidos, Pág. 400 a 404

.- Cottet, Serge.- L’essai, Revue clinique annuelle, Psychoses


15

et discontinuité. Ed. Université Paris VIII, Referencias sobre


las memorias de Daniel Schreber, Pág 9 a 16

Miller, Jacques-Alain.- Seis fragmentos clínicos de psicosis,


16.-

Dessal, Gustavo Un problema de diagnóstico, Ed. Tres haches,


Pág. 7 a 11. Miller, Jacques-Alain.-idem. Soy muy supeficial,
Pág. 55 a 72

Lacan, Jacques.- Intervenciones y textos 2, La tercera, Ed.


17.-

Manantial, Pág. 84

.- Stevens, Alexander, L’holophrase, entre psychose et


18

psychyosomatique, Ornicar?, Revue du Champ Freudien, Nº


42, Pág. 50

- Maleval, Jean-Claude, Cremniter, Didier. -Contribution au


19.

diagnostic de la psychose, Ornicar?, Revue du Champ


Freudien, Nº 48, 1989, p. 69-89

.- Cottet, Serge.- L’essai, Revue clinique annuelle, Psychoses


20

et discontinuité, Université de Paris VIII, Pág 9 a 16.

.- Miller, Jacques-Alain.- La psicosis ordinaria, Seccion


21

Clinique de Aix Marseille et Antène de Nice, Ed. Paidos, Pág.


40

26
.- Freud, Sigmund.- Duelo y melancolía, Ed. Biblioteca
22

Nueva, Pág. 2095


Intercalar

27

You might also like