protección del Sujeto que encarnaba el Estado de Bienestar, inaugurando la época del Otro que no existe. Pero parece no ser tan así, la historia revela que el lazo social, no siempre presenta el mismo otro. El Otro antiguo al igual que el Amo antiguo, se ha “desplazado”. En las descripciones de los psiquiatras del 2º paradigma, sobre todo en Kraepelin, Magnam y Serieux y Capgras ya aparece el Otro de la desconfianza y la sospecha; de la vigilancia y la expropiación del espacio íntimo. El Otro que acecha hostiga, incrimina y acorrala, tal es el ejemplo de la Tesis de Lacan de 1932. La paranoia obscurecida por la Esquizofrenia bleuleriana, vuelve en el horizonte moderno y ahora postmoderno. Lacan indica que la paranoia es un “pegoteo imaginario”. Entonces ¿Cómo tratarlo? El Otro malvado parece volverse Otro generalizado donde el maniqueísmo delirante toma características planetarias. ¿Cómo el psicoanálisis trata con estos Sujetos, dominados por un goce no subjetivable, no dialectizable, un exceso con el cual, el sujeto no se las puede arreglar? Quizás sea esta una indicación nueva del Psicoanálisis. Acotar ese goce, articular simbólico e imaginario, hacer suplencia, inventar nuevas formas para aplacar este dolor humano. La intervención del psicoanálisis en el campo social, se hace palpable. El paranoico desconfiado de los fármacos, vuelve al vínculo interhumano, como ultima posibilidad. Lo dialógico, como apuntaba el maestro Henri Ey, se hace hoy una indicación precisa. Falta estudiar la nueva fenomenología del Otro malvado, siempre diverso y acechante. Se trata de una fenomenología de la Soledad, del Nuevo aislamiento (Radical Sentimiento de Soledad, Alexandre Stevens), que no tiene que ver con el autismo esquizofrénico, sino con la adaptación Superficial y “civilizada”. Una fenomenología del Sujeto endeudado y amenazado como una repetición de las series policiales: “todo lo que usted diga puede ser usado en su contra”