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El caso de Mme.

Lefébre
Su primer recuerdo es con su abuela era muy chica, no sabe qué edad
tenía. Ella la adoraba. Para Mme. Lefébre el contexto familiar era armónico y
su explicación era que no había disputas porque se sabía “qué respeto y qué
atención se les debía a los padres”. Idea superyoica que la acompañó toda la
vida.
Respecto de sus padres refiere que el padre era muy bueno aunque
severo, la madre autoritaria, cuya palabra tenía un peso importante para ella,
al punto de obedecer sus directivas inclusive siendo ya adulta.
A los dos años nace su hermano Carlos Francisco,- quien tiene el
mismo nombre de su padre; a los 18 meses su hermana Nelly; a los 10 años
su hermana Luisa
A los 6 años va pupila a un colegio de cuyo tránsito no se infiere que
haya establecido vínculos afectivos con nadie. Sus abuelos mueren teniendo
ella 5 o 6 años, no hay referencia a un duelo por ellos. Es religiosa. Según sus
palabras hace la comunión como “debe” hacerse, “como se hace en una
familia como la suya”.
Jugaba con sus hermanos, no le interesaban las muñecas, pero si
hacerle vestiditos a las de su hermana. Sus juegos eran religiosos enterraban
pollitos muertos con un ritual fúnebre.
A los 12 la cambian de un convento a otro. A los 13 y medio menstrúa
de un modo muy irregular pasando a veces hasta 6 meses sin menstruar. Un
poco antes y durante todos los años que duró su irregularidad estuvo con
diarreas, esto le produjo un cambio en su ánimo estaba triste y lloraba por
motivos insignificantes que relaciona con dichos de su madre.
A los 16 y medio vuelve a su casa
A los 24 se casa con un hombre 19 años mayor que ella. Ambas
familias eran gente rica y su matrimonio había sido acordado. Rechaza las
relaciones sexuales de las cuales dice haber estado desinformada y solo las
acepta por deber
Mme. Lefébre y el marido se caracterizaban por ser extremadamente
cuidadosos con el dinero y se los consideraba avaros. Ya en este rasgo se
nota una posición anal retentiva.
Perdió su primera hija por haber nacido prematura en este período
padeció de dolores en los riñones. Al año tuvo a su hijo Andrés y a los dos
años a su hijo Carlos. Durante el embarazo debió estar algunos meses en
cama. Los amamantó durante unos meses hasta que su madre le dijo que era
suficiente, que no se debe amamantar más.
No volvió a embarazarse a pesar de que lo hubiera deseado; se
consagró a sus hijos y a su marido. Su hijo Carlos sufre una atrofia muscular y
ella se dedica intensamente a atenderlo. Andrés se desarrolla bien y estudia
recibiéndose de abogado
A los 48 años, al inicio de la menopausia, empieza con distintos
trastornos nerviosos hipocondríacos difusos y una constipación pertinaz con
cólicos hepáticos y contracciones de estómago, acompañados de ideas
delirantes de nervios torcidos y la cabeza perdida, cosas que anotaba en un
cuaderno llamado Ordenador o del Buen Socorro.
La hipocondría se incrementa. Un médico le dice que se le cayó un
riñón y con eso ella construye una ideación delirante de que todos los órganos
se le han caído arrastrados por los demás. Sus quejas se repiten como una
letanía.
En el período que va del comienzo de la guerra en 1914 al año 1922
mueren su padre, su madre, su hermana Luisa y su hermano Carlos. Salvo
cierta queja de no haber podido acompañar al padre en ese momento no hay
comentarios por su parte.
Hace muchas consultas y tratamientos que no consiguen nada y
entonces en 1923 se mudan fuera de la ciudad. Andrés se va a vivir solo
En 1924 Andrés conoce a Antonieta, hija de un cervecero que tiene
otros dos hermanos y que a la muerte del padre ella comienza a administrar el
negocio.
Ella no se opone al casamiento, pero 8 días antes se produce el primer
choque con su nuera a la que le reprocha que usa demasiado el coche de la
familia para pasearse con Andrés.
El viaje de bodas es acortado por ella dos semanas, aduciendo razones
económicas y de trabajo. Durante el viaje su hijo solo le envía pocas postales,
esto la enfurece y le reprocha que esas simples tarjetas postales “no cumplen
con el respeto debido a los padres”. Se entera de que Antonieta y su hermano
le quieren hacer un juicio a la madre luego de la muerte del padre. Ella dice,
qué es esto que se ha introducido en nuestra familia; y que, no quiere hijos de
esta raza.
Como regalo de casamiento a su nuera le da un collar de perlas falsas
sin decirle que eran falsas. También unos sillones de seda tan gastados que la
pareja los archiva. Ella hace un escándalo y también le recrimina que gasta
mucha plata en su vida doméstica.
A los 6 meses Antonieta decide no verla más y Andrés va una vez por
semana a almorzar a la casa de sus padres.
En marzo Antonieta queda encinta, Andrés se lo comunica en mayo,
solamente a su padre. En junio Mme. Lefébre se entera del embarazo va a
comprar un revolver argumentando que su marido estaba preocupado por los
robos
Ella tenía que ir a Vichi a hacerse una cura donde estuvo hasta el 24 de
junio y donde confirma el embarazo de su nuera, salió un día antes de la
institución y fue a comprar un revolver a Lyon. Según ella fue a Lyon a ver la
feria, esto parece inventado después y formar parte de la defensa, según
Marie Bonaparte.
Al marido no le gustó la compra y ella se hizo enseñar a tirar por
Andrés.
Empezó a hacer tentativas de reconciliación con su nuera. El domingo
16 de agosto en el auto, su nuera le dice las palabras más ofensivas e
imperdonables, ya me tiene, ahora va a tener que contar conmigo. Esto
testimonia de la falta de consideración y de respeto que su nuera tenía por
ella.
Una semana después el domingo 23 le escribe a su hijo para ver si iría
el miércoles a Lille y si iría con su esposa. Él no le contesta.
El miércoles 26 de agosto su hijo lleva a su madre. Se encuentran con
su mujer en la plaza y ve a su madre hablando tranquilamente con ella. Ambas
se sientan atrás en el auto. Ella le pide a su hijo que vaya por un camino y le
dice que pare para hacer una necesidad. Cuando su hijo para el coche ella le
dispara a su nuera en la sien, matándola. La llevan al hospital y ella está
sentada tranquila, impávida, como ausente de lo que pasa.
En octubre de 1926 es condenada a muerte. Se la veía sin
remordimientos, impasible, sin ninguna expresión de piedad por su nuera
embarazada de 5 meses
Se le conmuta la pena. En el informe médico legal la consideran
responsable de su acto, descartan la locura y lo explican por su carácter un
tanto particular y por provenir de una familia matriarcal. Ella decía que, tenía la
impresión de haber cumplido con su deber. Nuevamente la cuestión del deber
moral justificando su acto.
Para los psiquiatras de la defensa se trataba de una constitución
paranoica que habría tomado el carácter de una psicosis de reivindicación.
Ella encontraba que palabras intrascendentes dichas por su nuera
cobraban un peso de injuria que justificaba plenamente su asesinato. Se ve
acá la posición de víctima de la maldad del Otro.
En la sociedad local circulaba el mito de que debía haber habido
relaciones sexuales entre Mme. Lefébre y su hijo. Marie Bonaparte señala que
nada de esto era posible en los hechos, porque era una familia con una
estricta moral.

Aportes de Marie Bonaparte


Marie Bonaparte hace una lectura psicoanalítica minuciosa de los datos
que tiene de Mme. Lefébre poniendo el acento en la problemática edípica, tal
como era pensada en ese momento, aunque se tratara de una psicosis.
Algunos Items que ella destaca
Adoraba a los abuelos sobre todo a la abuela y al padre también y no
tanto a la madre, sobre quien se expresaba fríamente. Esta era avara, como lo
fue luego Mme. Lefébre y padecía de cólicos hepáticos.
Supone que esta madre debe haber sido odiada en la infancia de Mme.
Lefébre y que el nacimiento de su hermano varón le debe haber producido un
efecto muy fuerte al competir por el afecto de sus padres y más por ser varón.
El planteo que hace Marie Bonaparte es netamente freudiano y se sostiene en
la envidia del pene, basada en el reproche que hace la niña a la madre por
haberle dado a su hermano un pene que no le dio a ella. Para Marie Bonaparte
la niña se aleja de su madre y vuelca su libido en el padre, la que se desplaza
también sobre el hermano.
A los 4 años nace su hermana y el embarazo de su madre la debe
haber llenado de odio, Marie Bonaparte compara la observación de Freud
sobre Goethe, (cuando simbólicamente tira porcelanas por el balcón y la
satisfacción que esto le genera y que Freud interpreta como una metáfora de
lo que quería hacerle a su hermano) con el ritual sacrificial de los pollitos que
organizaba con su hermano y estaba destinado por ambos a su hermana
Nelly.
El análisis de Marie Bonaparte sobre la problemática edípica se remonta
a la relación de la niña con su abuela paterna donde todo el grupo familiar
estaba en paz y su abuela no se embarazaba como su madre y se mostraba
satisfecha del matrimonio de su hijo. Marie Bonaparte supone que ella debe
haber tenido el deseo de repetir el cuadro familiar donde ella fuera la que
reinaba sobre el matrimonio del hijo. Marie Bonaparte considera que el amor
infantil por el padre se desplazó sobre el hermano y los celos de su madre
sobre su hermana y que si bien el complejo de Edipo era muy importante fue
reprimido.
Mme. Lefébre, les dice a los peritos que soñaba que ahorcaba a su
nuera. Marie Bonaparte dice que son sueños inventados y que a ella no le
cuenta ninguno a pesar de haber tenido pesadillas constantes durante muchos
años. Pero le dice que tuvo el día anterior un sueño que era exactamente lo
que había ocurrido un día después.
Se decía que Mme. Lefébre había matado a su nuera por ser una avara
y molestarle todo lo que gastaba. Había una gran desproporción entre las
pequeñas sumas gastadas y la violencia que esto le generaba. Marie
Bonaparte parte de la concepción freudiana sobre el retorno de lo reprimido
por la censura, que para burlarla requiere del desplazamiento sobre hechos
insignificantes, pero que es develado por la intensidad de la emoción que es
desproporcionada. Ella considera que dado que Mme. Lefébre estaba en las
fases pregenitales de la libido, no toleraba lo que le daba el hijo a su mujer,
porque esto representaba un don, como don de amor. Por la fijación del
erotismo anal Mme. Lefébre no tolera el don del dinero y esto retorna como un
goce en exceso.
Tres médicos forenses que hacen el peritaje la consideran “sana de
espíritu y plenamente responsable”, Marie Bonaparte dice que desde el punto
de vista científico es incorrecto, pero sí lo es desde lo social. O sea que hay
por un lado un desconocimiento teórico acerca de la paranoia por parte de
ellos y por otro la conducta y un razonamiento en Mme. Lefébre que confunde
el diagnóstico para quien no conoce las coordenadas teóricas de la paranoia.
En esto se podría homologar algo del diagnóstico complejo del Hombre de los
lobos.
Marie Bonaparte piensa que el crimen ha sido cometido por la
intromisión del superyó en el ello. Es decir cometido tanto desde la satisfacción
pulsional como de los mandatos superyoicos de hacer lo debido como decisión
de Dios. Desde esta óptica sostiene que ella podría haberse aliviado con el
acto criminal mismo al bajar la tensión de la exigencia del ello; y no
necesariamente con el castigo. Y por el lado de la rigidez moral el haber
cumplido con el mandato del respeto por los padres y la obediencia religiosa
implica la satisfacción del superyó.
Para Marie Bonaparte el imperativo categórico está en realidad dictado
por el ello. Esto determinaría por su parte la plena aceptación del acto
realizado. Ella les decía al marido y al hijo que no entendía cómo podía haber
llegado a eso, ella que se reprochaba amargamente cuando hablaba mal de
alguien.
Marie Bonaparte considera que las ideas hipocondríacas eran
representaciones de embarazo, -por el peso de los órganos supuestamente
caídos- y los cólicos dolorosos que semejaban los dolores del parto. Para ella
la hipocondría surge en torno de la imposibilidad de embarazarse y se agudiza
volviéndose intolerable al saber que la nuera, sí está embarazada de su hijo.
Reflexiones sobre el caso
Si comparamos el análisis que hacen Freud y Miller sobre el Hombre de
los lobos, con las conclusiones de Marie Bonaparte sobre Mme. Lefébre, se ve
que hay un tratamiento psicoanalítico, -que realiza Freud-, por el cual es
posible hacer un seguimiento al pie de la letra de su discurso. Esto no ocurre
con Mme. Lefébre, con la que no hay casi nada del discurso del sujeto,
solamente se tiene el acto criminal y su posición subjetiva en relación con esto;
y por après-coup los dos acontecimientos del cuerpo que aportan también al
diagnóstico. El acto criminal reivindicativo da cuenta suficientemente de que se
trata de una paranoia, que se sostiene hasta el final en ideas religiosas que le
permiten la justificación de su acto.
No obstante Marie Bonaparte hace una lectura psicoanalítica del caso
dentro de las coordenadas edípicas.
En realidad si se trata de una psicosis paranoica, la conflictiva edípica
ha sucumbido bajo el mecanismo de la forclusión que ha congelado los lazos
afectivos. Lo que hubo de ser un vínculo afectivo edípico, fue sustituido por
una obligación de obediencia y respeto a los padres tras el mandato moral y la
formación religiosa que era un verdadero recurso estabilizatorio. La rigidez
moral era el sustrato de su personalidad, el S1 obsceno y feroz al que estaba
identificada. Hay que tener en cuenta lo que dice Lacan en el Seminario 23:
que la personalidad es la paranoia
En este sentido el impacto sufrido con el embarazo de su madre
permaneció expulsado, pero se activó por desplazamiento, con el embarazo de
su nuera, quien ya se había constituido en su perseguidora.
Hay dos acontecimientos del cuerpo que implican una discontinuidad en
su vida que son altamente significativos y que evidentemente están en relación
con los cambios hormonales y metabólicos, que inciden sobre las pulsiones.
Estos cambios movilizan la sexualidad de este sujeto. El primero en la
pubertad y el segundo en la menopausia es decir tal como lo piensa Marie
Bonaparte en relación con la posibilidad o no de acceder a la maternidad. Este
deseo de volver a tener hijos figura en la observación de Marie Bonaparte
referida a que no vuelve a quedarse embarazada a pesar de ser algo deseado
tanto por el marido como por ella. A pesar de que la maternidad podría haber
sido buscada como una respuesta compensatoria de su subjetividad; sin
embargo los síntomas son los trastornos intestinales.
Las dos discontinuidades marcan un cambio en la posición subjetiva.
Primero los trastornos cursan con un estado depresivo y cuya figura relevante
es la madre y sus críticas; y después con un cuadro francamente
hipocondriaco con teorías sobre el estado de los nervios, (casi a la manera de
Schreber) y de la cabeza que se pierde. Experiencias que necesitaba dejar por
escrito. Estas ideas están expuestas en el juicio en la pieza 300, donde ella se
explaya libremente sobre todas sus sensaciones hipocondríacas. Ver pág. 127
En Mme. Lefébre se evidencia un goce anal que va desde el chiste con
que describe a su madre, hasta los acontecimientos del cuerpo que están
descriptos como el incremento del peso por los órganos caídos y los cólicos,
como metáfora de las contracciones del parto. No obstante este cuadro
hipocondríaco se sostiene desde las teorías sexuales infantiles o sea la teoría
de la cloaca. Este segundo episodio que dura 12 años es ya la psicosis
desencadenada que alcanza su clímax en la relación imaginaria con la nuera.
Este sujeto que rechaza en principio las relaciones sexuales con su
marido porque la sexualidad le era desconocida, después de un tiempo las
acepta por obligación. Esta ignorancia parece un efecto de la Verwerfung en
torno a la amenaza de castración; según las palabras de Freud, en el sentido
de un no querer saber nada de ello en relación con la represión.
La cuestión de la conducta moral de hacer lo que se debe, estaba en el
lugar de cualquier otro vínculo de tipo afectivo. La relación con los hijos no
parece tampoco una relación afectiva, sino más bien de posesión y control. En
tanto no se rompiera esta forma de identificación a un modelo de relación
imaginaria fija, todo se mantenía de acuerdo con sus expectativas de cómo
debe ser una familia.
La irrupción de esta extraña, descompagina la satisfacción homeostática
a-a’. Dice Lacan: Basta que ese Un–padre se sitúe en posición tercera en
alguna relación que tenga por base la pareja imaginaria a-a’, es decir, yo-
objeto o ideal-realidad interesando al sujeto en el campo de agresión
erotizado que induce.
Con esta intromisión cae la identificación imaginaria al yo ideal,
incrementándose la urgencia de reivindicación moral. La regresión mortal al
estadío del espejo hace devenir a esta joven en una perseguidora, con la que
se juega una alternativa de hierro con carácter de exclusión, es: “o ella o yo”;
situación que es resolutiva y que culmina en el acto criminal.
Esta joven mujer dirige una empresa junto con el hermano es decir es
una persona con cierta capacidad de dirección de los negocios y que tiene la
intención de hacerle un juicio a su propia madre. Esta última situación entra
muy probablemente dentro del campo de goce para Mme. Lefébre, justamente
por atentar contra el mandato moralizante de cómo se debe ser con los
padres. Esta mujer que encima tiene para con ella la famosa frase tan
injuriante: Ya me tiene, ahora va a tener que contar conmigo.
El embarazo de la nuera hace que se le torne insoportable el don de
amor de su hijo visualizado en lo que le brinda a su mujer. Esto desata aún
más el carácter anal retentivo de Mme. Lefébre y su furia.
Vemos en esta mujer tres manifestaciones dos que semejan ser
formaciones del inconsciente, el chiste, el sueño; y el juego, como recurso de
elaboraciónreivindicativa; la primera, el comentario escatológico que la sitúa
respecto de su goce, que más que un chiste parece una ironía. Que si se
tiraban un pedo torcido, no podían decírselo a su madre.
La segunda, el juego con el hermano que bien puede ser efectivamente
un modo de intentar elaborar el odio hacia la hermana y los celos por la madre
desplazados hacia esta hermana menor. Donde están presentes la muerte y el
ritual religioso. Pareciera que el que había ideado el juego y lo llevaba adelante
era el hermano, siendo ella tal vez una simple espectadora o acompañante en
este juego que aún muchos años después es narrado con una sonrisa de
satisfacción.
El hermano representando al sacerdote recitaba las oraciones de los
muertos, hacía el servicio fúnebre y los enterraba con gran pompa. Se puede
suponer su participación pasiva por la descripción que ella hace del juego y
además se presume cierta incapacidad para jugar, ya que aclara, que no
jugaba con las muñecas. Esta participación del hermano en el ritual funerario
no es ajeno al hecho de que ella utilizó a su hijo para que le enseñara a tirar, a
sabiendas que era para matar a su mejer y organizó el crimen calculando
también que su hijo estuviera presente. Por otra parte, no deja de ser
sorprendente la falta de reacción del hijo para con ella.
La tercera, el sueño que refiere del día anterior al homicidio, idéntico a
lo sucedido que como dice Marie Bonaparte expresa la realidad psíquica de
Mme. Lefébre, es decir la ideación delirante con que se premeditó el crimen,
paso por paso. Marie Bonaparte, duda de que se trate verdaderamente de un
sueño; y efectivamente tal vez no lo sea; y sea solo la matriz del delirio que
empuja aumentando la necesidad de agresión. Probablemente no se trate de
una mentira, en el sentido de un acto voluntario de engaño, sino de un cálculo,
una estrategia prevista para su concreción, realizando el mandato del ello. En
este punto el juego también parece una estrategia de control, sobre el objeto.
Con su acto criminal da cuenta de puntos de estructura propios de la
paranoia, ya que obedeciendo él el mandato divino; hizo lo que debía, es decir
dio cuenta de esta mujer gastadora, que se había metido en su familia y de la
que se expresa con horror, diciendo, qué es esto que se ha introducido en
nuestra familia; y no querer hijos de esta raza. Mientras que inversamente la
representación de sí misma es de ser una persona con una férrea moral y
obediencia a Dios, como representante del padre. Ella es devota y
escrupulosa. En realidad una víctima augusta. Según sus palabras se ha
hecho justicia ella misma. Nada sucede sin la voluntad de Dios. Dice: no he
pensado en mi hijo, sino en mi misma.
Todos los fenómenos hipocondríacos son manifestaciones de lenguaje
de órgano, donde el goce regresa sobre el cuerpo del sujeto dando cuenta de
la pre psicosis. Esta regresión se asienta sobre la etapa anal es decir que la
idea es la del embarazo, pero con el parto por el ano. Es la teoría de la cloaca.
El criterio de Marie Bonaparte es que Mme. Lefébre al retirar la libido de los
objetos ha retornado la libido sobre el yo; y al querer volver a cargarlos lo hace
desde una regresión a la etapa pre genital.
Este predominio del goce anal se ve también en el chiste escatológico
respecto de su madre.
No se dan aparentemente en Mme. Lefébre otros síntomas, que
pudieran ser de carácter neurótico, aunque puede parecer a la vista de un
criterio de evaluación socio-cultural, simplemente como un ama de casa un
poco encerrada y avara. Este sujeto con una vida familiar retraída se mostraba
sin interés por toda actividad fuera del entorno familiar. Se puede considerar
esto una manifestación del desenganche, aunque sin embargo le quedaba,
interés por la fe religiosa, la que le brindó cierto sentido de la vida. Esta
defensa precaria la sostuvo en los años en que estuvo presa.
A partir de esta acción reivindicatoria final los síntomas hipocondríacos
desaparecen; lo real del goce queda neutralizado; y nuevamente pueden
quedar en disyunción los mandatos del superyó y la satisfacción pulsional del
ello quedando el sujeto aliviado y ordenado en la obediencia divina.

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