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La “revolución” del lenguaje o el lenguaje de la revolución

Las pibas, en su lucha contra los estereotipos, la homofobia y la discriminación, se van


imponiendo en el lenguaje con sus arrobas, equis, y las e. Desde los escenarios de la
marea verde del miércoles histórico, se escuchaba a las compañeras de la Campaña
hablar y leer casi por completo en este nuevo idioma que de manera irreverente desafían
la gramática castellana de los oídos incautos.

Las viejas “malas palabras”, las puteadas históricas, donde el homosexual es un maricón
de mierda, y la mujer prostituta, la de la cancha, la del insulto visceral que nos surge de la
boca estomacal de broncas, están en jaque.

Una ola verde de pibas te corrige, te explican y te ganan. Un cambio en el lenguaje que
desafía la vieja estructura misógina y patriarcal. Para los que siempre hemos sido
militantes que no tenemos aquellos prejuicios ni estructura social del establishment, nunca
estas palabras fueron ofensas, a lo sumo inocuos insultos que no llegan, ni lastiman,
porque ser puto o puta es una elección no criticable, solo una elección. Puta no prostituta,
que no es lo mismo. A mí de hecho si me dicen puta, yo contesto, puta Nooo re puta.
¿Sería yo alguien que le gusta mucho el sexo? Magnifico, le gusta mucho al varón, a mí y
entiendo que a todo el mundo. Así que si significa eso, que Vivan Las Putas!!

Es decir uno se siente insultado o no, de acuerdo a su propia concepción de las cosas, no
te hiere lo que no existe. Mas allá de esto hay que reconocer que el nuevo lenguaje de las
pibas hace ruido y logra un objetivo de lucha, a saber: repensar el machismo intrínseco de
este régimen. Deberíamos darle la mano a esta lucha lingüística, para desde allí ir al
debate del cambio necesario de verdad, real y concreto, no solo simbólico.

Hay ríos de tinta escritos sobre los idiomas donde predomina el neutro y sin embargo eso
no es correlativo a una mayor igualdad de género. Así que creo pertinente no ahondar en
eso, que entiendo queridos lectores, je! está claro.

¿Es el lenguaje el que va a cambiar la desigualdad?

Antes que nada hay que reconocer que esta herramienta de las feministas, la de cambiar
el lenguaje ya se ha hecho real, ¿de dónde viene y a donde va? La puja por un lenguaje
inclusivo primero en los 90, provino de un grupo muy selecto intelectual, universitario,
pequeño burgués, incluso de la propia burocracia sindical luego del 2001, el “Todos y
todas” de la era K que copia al “Ladies and gentleman” del inglés, ¿un intento de
inclusión?

La era K, fuera del matrimonio igualitario, bloqueó derechos inclusivos, empezando por el
derecho al aborto. La inclusión de mujeres en el Parlamento con su paridad de género, y
las mujeres en los escaños del poder político capitalista, no han significado el avance de
los derechos de las obreras, ni de la igualdad. Más bien Lagarde se apropia de un
reclamo popular, pide más mujeres en las comitivas del FMI, pero para aplicar las
aberraciones ajustadoras más terribles contra trabajadoras y trabajadores.
Entonces, ¿es una cuestión de género? ¿Las mujeres sin distinción de la clase a la que
pertenecen, se sororizan con la mujer obrera? Tatcher, Merkel, Lagarde, CFK, Bachellet,
Dilma R. ¿se sororizaron con las millones de mujeres desocupadas de sus países, o
aplicaron ajustes contra la clase obrera y planes de hambre donde tienen injerencia?

Recuerdo cuando la ministra de educación de la provincia de Scioli, Nora De Lucia, me


negó en persona que las madres de mi trabajo tengan 30 minutos de tolerancia en la
entrada del laburo, porque no abrían antes la guardería del Ministerio. Las mujeres por ser
tales, no defienden los intereses “sororos” de todas las mujeres, antes hay un interés
mucho más fuerte, el de clase.

De la misma manera que Obama no defendió los intereses de los negros explotados de
su país, solo porque es Negro, antes de ser “negro” es un burgués de Harvard.

¿A donde va entonces el lenguaje inclusivo de la burguesía? La marea verde tiene que


sacar conclusiones.

¿Entonces, es una cuestión de gramática y lenguaje o es una cuestión de clase?


¿Los revolucionarios nada tenemos que hacer con el lenguaje?

Cuando los obreros de la fabrica rusa del calzado llamada “La Comuna de Paris” votaron
en asamblea “una resolución que ordena abstenerse de blasfemar, e impone multas a
quien haga uso de expresiones injuriosas.” (LT Problemas de la vida cotidiana). Trostky
lo saluda, y llama a sanear el lenguaje.

“El lenguaje insultante y las blasfemias constituyen un legado de la esclavitud, de la


humillación y falta de respeto por la dignidad humana, tanto la propia como la de los
demás.” Dice Trotsky, así que queridísimos lectores revolucionarios ojo al piojo!

Mi hija de 17 años está de acuerdo con el lenguaje inclusivo pero no lo usa, si usa
palabras horribles como “matado”, que rápidamente corrijo. ¿Cómo aprovecho su
irreverencia para entrarle al debate de la necesidad de militar por un cambio real, en la
base material de la vida? De eso justamente se trata esta breve tesis, o principio de tesis
del problema.

¿Si yo le hablo con E y con arrobas, le entro más? ¿Mi hija podrá así escucharme mejor?
Claramente considero que no, pero sí creo que las pibas como ella me enseñan, por
ejemplo que en la cancha, o el tío machista es un cavernícola que jugaba con mis hijos
diciendo “el último que llega es maricón”, hay un sesgo espantoso homofóbico, patriarcal
impuesto por el régimen desde que el Estado opresor existe.

Acá hay que elaborar un programa, para esas niñas y niños, trabajadores explotados del
mundo, o mejor dicho para la mujer trabajadora doblemente explotada por este régimen.
Porque fueron ellas las que se levantaron con sus puños en alto contra el régimen
patriarcal. Ellas ahora nos cuestionan hasta que comida quieren comer. Es una
irreverencia maravillosa.
Detrás de sus arrobas hay un cuestionamiento a una sociedad que no les gusta. Además
de erradicar los insultos, que como dijo el mismísimo Trotsky son el atraso, debemos
aprovechar este hermoso clima revulsivo, y empezar a poner en jaque al andamiaje
estructural de la sociedad capitalista.

Dotar al movimiento de un programa transicional, que logre ir por los derechos concretos
para esa igualdad. La que finalmente será real cuando el cambio social, no sea solo del
léxico, sino de la mano de una gran revolución socialista, de escala planetaria. No
olvidemos que pararon el 8 de marzo casi una centena de países, las mujeres del mundo
en pie, son el preludio de esa revolución, si su programa solo queda en lo simbólico, en el
signo, su significante y su significado, terminara solo en un movimiento reformista como
ya lo fue el propio feminismo.

Es responsabilidad de las socialistas hacerlo avanzar, como así lo hicieron nuestras


obreras Zetkin y Kollontai, no hubo brazos cruzados, sino obreras revolucionarias de
clarificación política, con un programa lo que superó al feminismo meramente reformista
de la historia.

El programa

Si las mujeres ya hemos comprobado que podemos realizar cualquier tipo de tarea,
entonces es hora de ir por un cupo en la industria, incluida la construcción. Las
compañeras Trans reclaman un cupo en el Estado para trabajar, lo que es una pelea
concreta por la inclusión. Las compañeras desocupadas con el argentinazo peleaban por
trabajo genuino, luego por el pase a planta de las cooperativas municipales de los AT, las
obreras debemos realizar un plan de acción por nuestro ingreso en las fábricas.

La separación de la iglesia del Estado, una pelea fundamental. Hay que ir por esto,
eliminar la religión obligatoria de las escuelas del NOA y el curro clerical de la educación
privada sustentada por el Estado.

El día femenino obligatorio en todos los lugares de trabajo, pagado sin ningún tipo de
descuentos, los jardines materno-paternales en universidades, barrios, y lugares de
trabajo, la duplicación de las licencias por lactancia y maternidad, compartidas con los
padres, y la aplicación de las licencias por violencia de género.

Las casas refugios de emergencia, y los subsidios a la mujer en situación de violencia. La


vivienda digna, y le salario igual a la canasta familiar.

El pasado 4 de junio, los carteles de las miles de manifestantes frente al Congreso decían
basta de despidos, abajo el plan de ajuste del FMI, entre otras reivindicaciones concretas.
Las mujeres en las calles para avanzar necesitamos a nuestros hermanos de clase, los
trabajadores. A la marea verde se le tiene que sumar de lleno, el obrero, porque solo con
un plan de acción de lucha consecuente, juntos y a la par se impondrán las
reivindicaciones más urgentes. Hay que constituir comisiones de mujeres en todos los
lugares de trabajo, aun allí donde no hay mujeres, en las fabricas impulsados por nuestros
delegados, comisiones de las esposas, las compañeras, para así poder organizarse por el
ingreso a la fabrica, y por los derechos de los cuidados de nuestros hijos, que deben ser
totalmente compartidos.

Juntos luchando, hombre y mujer, podremos erradicar todo vestigio patriarcal que solo
será derribado en un mundo de iguales, cuando no existan más las clases sociales que
oprimen a un ser humano, por otro ser humano.

La revolución del lenguaje debe ser el preludio de la revolución, y el lenguaje de la


revolución es solo obrero y socialista.

Laura Kohn

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