You are on page 1of 8

Autogobierno https://es.wikipedia.

org/wiki/Autogobierno
Para otros usos de este término, véase Autonomía.
El autogobierno es la autonomía de una jurisdicción que se rige a sí misma, y en que ningún
poder externo tiene autoridad sobre esta. El autogobierno constituye una forma de soberanía.
En Derecho, el autogobierno puede referirse a naciones, ciudades y otras entidades en
el derecho público, y a asociaciones en el derecho privado.
En filosofía política, cuando el término autogobierno es usado para referirse a
una nación o democracia, suele intercambiarse con el de autodeterminación o soberanía
nacional. En cambio, cuando el término se refiere al proyecto político del anarquismo, se
refiere al orden legal voluntario de una sociedad sin Estado, basado en la soberanía individual.

http://autogobierno.blogspot.com/2009/10/que-es-autogobierno.html
Cuando se habla de autogobierno en la calle o en los medios de comunicación, se suele hacer
referencia a reivindicaciones nacionalistas, cuando este término poco tiene que ver con dicha
corriente política. Quería hacer una aclaración al respecto.

El nacionalismo es una doctrina política basada en un sentimiento personal de pertenencia a un


territorio, muchos son los argumentos esgrimidos para dividir el mundo en naciones: raza, lengua,
costumbres y otros factores históricos que inducen a sus creyentes a pensar que son diferentes de sus
vecinos, y por tanto deben gobernarse a sí mismos. De ahí que los nacionalistas, especialmente los
que buscan la secesión de su territorio actualmente contenido en una nación más grande usen el
término autogobierno para defender sus reivindicaciones.

Para entender lo que significa autogobierno, debemos comprender primero qué es el gobierno. Éste
consiste esencialmente en el ejercicio del poder, la elección de las leyes y su puesta en práctica. Reune
los tres poderes y es el resumen de la vida pública o política. Tradicionalmente este ejercicio ha estado
en manos de élites más o menos exclusivas y numerosas: monarcas, aristócratas y políticos que se
han dedicado con mayor o menor acierto a gobernar a los demás en un dudoso afán altruista. Todas
estas formas de gobierno en las que una minoría decide sobre la totalidad de la sociedad
son exogobiernos, donde otras personas -supuestamente mejor calificadas que nosotros para su
tarea- deciden qué es bueno o malo para nosotros y condicionan nuestras vidas de forma
determinante.

El autogobierno es la negación absoluta de este sistema tradicional en el que vivimos inmersos.


Consiste en el ejercicio del gobierno de forma individual en todos sus aspectos, tanto en la vida pública
como en la privada; elegir libremente y de forma consciente las normas que pensamos que son
correctas y justas y después aplicarlas a nuestra actividad diaria. Implica cuestionarse cualquier
imposición externa, diseccionarla y tal vez encontrarle un sentido para interiorizarla, o bien descubrir
la falacia o la injusticia encubiertas en ella y descartarla por no estar a la altura de nuestras
expectativas.

Es difícil gobernarse a uno mismo cuando el estado, en su afán regulatorio y paternalista, vulnera una
y otra vez los derechos más fundamentales del individuo en aras del bien común, el interés general o
la salud pública. No nos queda mas remedio que acatar sus normas para disfrutar de los privilegios
de pertenecer a un estado moderno; tenemos pocas opciones para vivir de acuerdo con nuestros
principios: vulnerar la ley cuando ésta contradice nuestro fuero interno y acatar las consecuencias, o
exiliarse de la sociedad y vivir al margen del mundo "civilizado".

Por supuesto ningua de estas opciones es satisfactoria. Serían necesarios importantes cambios en el
sistema político y económico para que lleguemos realmente a gobernarnos a nosotros mismos, siendo
completamente libres de elegir nuestro camino en la vida. No confundir esta idea con que "todo el
mundo haga lo que le de la gana". Nada más lejos de la realidad, ya que la pretensión del autogobierno
no es la atomización de la sociedad en individuos aislados y egoístas, sino la refundación del orden
social de modo que todas las relaciones -públicas y privadas- sean entre iguales, una suerte
de asociación voluntaria donde las normas y reglas de convivencia sean de común acuerdo, y no una
imposición cuyo único fin sea la perpetuación de un orden obsoleto.

La teoría sobre los estilos de autogobierno mental


http://asamalaga.es/2010/08/la-teoria-sobre-los-estilos-de.html
11 Agosto, 2010/0 Comentarios/en Sin categoría /por admin
Conozcamos (o recordemos) la excelente analogía que produjo Sternberg, de la mano de la Dra.
Ángela Rojo Martínez, y de paso nuestras propias “tendencias” o “inclinaciones” mentales:
2.2. La teoría sobre los estilos de autogobierno mental
La necesaria insistencia en destacar los estilos intelectuales como “tendencias”,
“predisposiciones” o “propensiones” más que como capacidades, resulta una enriquecedora
aportación al ámbito de estudio de la superdotación.
Estas matizaciones de forma, permiten ampliar el carácter habitualmente restrictivo con el que
se tiende a asociar a este grupo de sujetos, como mejores en una o varias habilidades, pues cuando
se habla de estilos, se parte de un reconocido concepto de diferencia, eliminando con ello posibles
atribuciones cualitativas de valor. Sin embargo, resulta no por ello menos evidente el que ciertas
tareas precisen de un determinado estilo de pensamiento, mientras que otras pueden requerir otro
estilo más idóneo. Así pues, los estilos de pensamiento deben servirnos como ayudas facilitadoras
en la comprensión de una mejor rentabilidad de los particulares tipos de sobredotación,
desestimándose de esta manera el utilizar los estilos como instrumentos de identificación de
sujetos superdotados.
Sternberg (1988a; 1988b) definió los estilos como aquellas formas o modos de pensamiento con
los que un individuo se encuentra cómodo y entretenido. Éstos se desarrollan al igual que las
capacidades en función del ambiente, reconociendo su carácter dinámico, fluido y
prolongadamente cambiante, siempre en razón al período vital y de desarrollo de cada individuo.
Como ya indicamos en el apartado anterior, las teorías sobre estilos han sido muchas,
apreciándose en estas elementos comunes, diferencias, así como limitaciones especialmente
centradas en: 1) la falta de una precisión conceptual sobre lo propio y característico del “estilo”,
no delimitando este de otras variables contaminantes al mismo; 2) la carencia de investigaciones
rigurosas y consistentes sobre el tema; y 3) la inexistencia del estudio y tratamiento -desde los
citados modelos- de la superdotación. Estas carencias condujeron a la necesidad de nuevas
alternativas, y es aquí desde donde se plantea la teoría de Sternberg, quien establece una analogía
entre la naturaleza de los gobiernos con el funcionamiento intelectual de cada individuo, y utiliza
la metáfora del “autogobierno mental”.
Definiendo con esta la necesidad presente en las personas de ejercer un control global sobre sus
tareas diarias -tanto las realizadas dentro, como fuera de la escuela-, y de ahí que se elijan formas
de autogobierno flexibles, cómodas y adaptadas a las exigencias de “estilo” impuestas por una
situación dada. Sternberg (1990) destaca que la utilización flexible que el autogobierno mental
muestra, es sin duda la explicación a la diversidad de estilos de pensamiento.
Las mismas propiedades que caracterizan a los gobiernos, se atribuyen también a la mente, y de
esta manera se concretan funciones, formas, niveles, ámbitos y tendencias de autogobierno
mental.
2.2.1. Las funciones del autogobierno mental
De igual forma que los gobiernos realizan funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, y
establecen sistemas de control y equilibrio entre ellas, lo mismo sucede con la mente humana. El
autogobierno mental conlleva las tres funciones indicadas.
Queda definida la función “legislativa” en razón a la creación, la formulación, la imaginación y
la planificación. Mientras que la función “ejecutiva” hace especial referencia a la puesta en
práctica y a la acción misma. Y por último la función “judicial” entendida por su relación con el
enjuiciamiento, la comparación y la evaluación.
Sin embargo, en cada individuo una de estas funciones resulta ser la dominante, determinando
ello un tipo u otro de estilos, siempre en consonancia con una de las tres orientaciones planteadas.
Y así nos encontramos con personas de estilos de pensamiento:
a) legislativo, cuyas preferencias se centran en actividades de libre creación, que les permita
organizar y abordar de forma independiente un trabajo dado.
b) ejecutivo, son los considerados auténticos “hacedores”, que manifiestan su especial gusto por
tareas estructuradas, preferentemente grupales.
c) judicial, caracterizados por el análisis, el contraste y la evaluación de hechos, reglas y
procedimientos; de ahí su destacado componente analítico.
2.2.2. Las formas del autogobierno mental
Continuando con la analogía entre las formas del gobierno de las naciones del mundo -tanto
presentes, como pasadas- y las formas de “autogobierno mental”, se pueden éstas de igual manera
identificar como: monárquicas, jerárquicas, oligárquicas y anárquicas. Y el reconocimiento de la
existencia de diferencias individuales en dichas formas de autogobierno mental, nos lleva a
definir la esencia de cada una de ellas:
1) En la forma “monárquica” se prioriza una única necesidad u objetivo, lo que determina en
personas con este estilo a centrarse en cometidos únicos, eliminando posibles elementos de
carácter distractor.
2) La forma “jerárquica” admite diversos objetivos, con diferente grado de prioridad. En este
estilo de pensamiento se explicita un gusto por la jerarquía, desde la multiplicidad de metas
propuestas, junto a un adecuada sistematización en la resolución de tareas.
3) Mientras que la forma “oligárquica” se centra también en objetivos diversos, pero sin
establecer orden de importancia en el abordaje de éstos; condicionando ello inevitablemente la
completa terminación de sus producciones.
4) Y la forma “anárquica” precisa para un mejor funcionamiento de la ausencia de directrices,
normas o procedimientos. Los individuos con este estilo disfrutan ante el reto de solución de
problemas múltiples, no estructurados, que puedan exigir enfoques novedosos o “insights”,
entendido como instropecciones positivas que los distancian de lo preestablecido.
2.2.3. Los niveles de autogobierno mental
Los niveles de organización de los gobiernos, suelen distinguirse por un carácter más global o
por el contrario más local. Y en estrecha correspondencia con ambos niveles, se puede extrapolar
dicha división al ámbito del autogobierno mental.
De esta manera, se podría hablar de personas con un estilo de pensamiento “global”, mientras
que a otras les caracterizaría un estilo “local”. El tipo “global” muestra preferencias por temas
amplios y abstractos. Se siente cómodo ante trabajos que requieran conceptualización y
profundización en el mundo de las ideas; asociándose este nivel con la imagen metafórica de ver
el bosque, pero no siempre los árboles que lo componen.
Por el contrario, la persona con estilo de pensamiento “local” tiende a dirigirse hacía trabajos
concretos, pequeños y detallados, que le permitan situarse de forma pragmática; desde este nivel
de autogobierno mental, se utiliza como símil metafórico el de ver los árboles, pero no siempre
el bosque que estos componen.
2.2.4. El ámbito del autogobierno mental
Prosiguiendo con la perspectiva gubernamental, y el tratamiento desde ésta de asuntos tanto
internos o domésticos, como externos. Estos mismos ámbitos se aplican a los autogobiernos
mentales, encontrándonos de esta forma con personas de estilo: a) interno y b) externo.
a) Las personas consideradas con un estilo más “interno” suelen ser introvertidas, reservadas,
escasamente proclives a las relaciones interpersonales y a considerar puntos de vista de carácter
social. Prefieren por tanto centrarse en las tareas y en el trabajo en solitario, como facilitador del
desarrollo de sus propias ideas, aisladamente consideradas.
b) Las personas con estilo más “externo” tienden a ser extrovertidas, a orientar sus preferencias
por las relaciones interpersonales, y a desarrollar mayor sensibilidad hacía los puntos de vista
sociales. Manifiestan un especial gusto por el trabajo con los demás, de manera compartida y
cooperativa.
2.2.5. Las tendencias del autogobierno mental
Y finalmente entre las propiedades asimilables a los gobiernos, y atribuibles igualmente al
autogobierno mental tendríamos las tendencias, considerando como principales: la conservadora
y la progresista. Lo predominante de las personas con estilo conservador, suele reflejarse en el
gusto por la cumplimentación de normas y procedimientos establecidos, prefiriendo la
familiaridad tanto en la vida, como en el trabajo (Sternberg, 1990). De ahí su tendencia a
minimizar los cambios y a recurrir a anteriores estrategias de solución de problemas, ante
propuestas nuevas planteadas.
En contraste con lo expuesto, las preferencias en las personas con estilo progresista, quedan
centradas básicamente en el cambio y en la novedad, que pueden suponer las experiencias vitales
y profesionales, e incluso sus gustos se encuentran más próximos al cierto riesgo que pueda
conllevar la solución de situaciones problemáticas, mediante procedimientos diferentes a los
habitualmente utilizados. Sin embargo, las tendencias pueden y suelen cambiar con el
tiempo, dependiendo ello del grado de preferencia y especificidad de las tareas, así como de
la mayor o menor seguridad que pueda conllevar la adaptación de las personas a un tipo u
otro de entornos.
El autogobierno bíblico
By Stiles J. Watson
http://chalcedon.edu/espanol/el-autogobierno-biblico/

Los hombres, en una palabra, deben estar necesariamente controlados, bien sea por un poder dentro
de ellos o por un poder fuera de ellos; bien por la palabra de Dios o por el brazo fuerte del hombre; bien por
la Biblia, o por la bayoneta.
—Robert C. Winthrop, Addresses and Speeches on Various Occasions, 1852

Autogobierno bíblico: El deseo y la capacidad de someterse voluntariamente a la autoridad


ordenada por Dios, sin ser forzado, coaccionado ni constantemente recordado de hacerlo. [i]

Cuando el hombre rechaza el Autogobierno, está pidiendo ser un esclavo. Eso resume toda la
historia de la Humanidad. Comenzó en Edén y todavía es válido, incluso hoy en nuestro país.
Cuando Dios creó a Adán en el Jardín de Edén, Adán estaba destinado a autogobernarse, dirigido
solso por Dios. Dios le dio la ley a la que él iba a estar sujeto: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y
lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo:
De todo árbol del huerto podrás comer;mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el
día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:15–17). Una vez que Adán hubo recibido la
ley, dependía de él someterse voluntariamente a Dios y obedecer Su ley. Dios no colocó guardias
alrededor del árbol para obligar a Adán a mantenerse alejado. Dios no puso una cerca alrededor
del árbol del conocimiento del bien y el mal para mantener a Adán a una distancia prudencial. El
autogobierno era el medio principal por el cual el hombre debía ser gobernado.
Sin embargo, ¿cómo fue gobernado Adán después que desobedeció a Dios? Fue expulsado del
huerto y un guardia, armado de una espada de fuego, quedó colocado en la entrada: “Echó, pues,
fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía
por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Gn. 3:24). Como Adán no podía
autogobernarse desde adentro, tenía que ser gobernado desde afuera. Ya no se podía confiar en
que obedeciera, por eso tenía que ser reprimido.

Vemos el mismo principio obrando en la historia del pueblo israelita. Fueron establecidos en la
Tierra Prometida como un pueblo con autogobierno. No tenían rey, ni parlamento, ni presidente
que les rigiera, solo la ley de Dios. Moisés les había enseñado la ley y cómo tratar con justicia a los
que se ponian fuera de la ley, y ahora tenían que poner en práctica todo lo que habían aprendido.
Sin embargo, una vez más, el pueblo fracasó al ejercer el autogobierno. El pueblo abandonó a
Dios y a Su ley, y como resultado, Dios les envió el juicio bajo la forma de otras naciones para que
los gobernaran. Cuando estaban oprimidos en gran manera por las naciones impías, el pueblo
clamó a Dios pidiendo misericordia. Entonces Dios envió a Sus mensajeros, los jueces, para librar
al pueblo de sus enemigos y llamarlos a volver a la adoración del único Dios verdadero. El pueblo
entonces se arrepentía, volvía a Dios (hasta que el juez moría) y el ciclo completo empezaba de
nuevo (Jueces 2:11-19).
¿Cuál era el pecado del pueblo? “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le
parecía” (Jueces 21:25). Este versículo y su similar, Jueces 17:6, son muy importantes para que
podamos comprender el autogobierno bíblico, porque definen lo que no es el mismo. ¡Hacer lo que
nos parece bien no es autogobierno! El autogobierno es, y siempre ha sido, estar restringido por la
Palabra de Dios. Es el sometimiento y la obediencia voluntarios a la Palabra de Dios lo que nos
hace a nosotros estar autogobernados.

Antes de seguir adelante, es importante comprender el papel de los jueces de Israel. No eran
jueces en el concepto que tenemos hoy en día, sentados en un estrado y presidiendo un caso legal
(aunque en Jueces 4:4-5 vemos al pueblo ir a Débora en busca de justicia). Se parecían más a los
generales del ejército. Los jueces no tenían autoridad ni juridicción civil. No podían dictar ni hacer
cumplir las leyes. Eran mensajeros de Dios, llamados por Dios para un propósito específico, pero
temporal (librar al pueblo de sus enemigos). No obstante, sin tener en cuenta las veces que eran
librados, ni cuán milagrosa era la liberación, el pueblo se negaba a ser gobernado por la ley de
Dios. Como resultado, vemos que cada generación era más malvada que la de sus padres (Jueces
2:19).

Para concluir el período de los Jueces, los israelitas pidieron ser como todas las restantes naciones
y que los gobernara un rey. Al estudiar 1 Samuel 8:5–20 obtenemos una clara comprensión de qué
era exactamente lo que pedían los israelitas; estaban pidiendo que se los hiciera esclavos.
1 Samuel 8:5–20
5 Y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto,
constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.6 Pero no agradó a
Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.7 Y dijo
Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti,
sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.8 Conforme a todas las obras que han
hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses
ajenos, así hacen también contigo.9 Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra
ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos. 10 Y refirió Samuel todas las
palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.11 Dijo, pues: Así hará el rey que reinará
sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para
que corran delante de su carro;12 y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los
pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de
guerra y los pertrechos de sus carros.13 Tomará también a vuestras hijas para que sean
perfumadoras, cocineras y amasadoras.14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de
vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos.15 Diezmará vuestro grano y
vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.16 Tomará vuestros siervos y vuestras
siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.17 Diezmará
también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.18 Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey
que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. 19 Pero el pueblo no quiso oír
la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros;20 y nosotros seremos también
como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará
nuestras guerras.

Estos son los aspectos fundamentales del texto anterior :


1. Los israelitas querían un rey que los gobernara, igual que todas las demás naciones (v. 5).
2. Dios dijo que su deseo era un rechazo de Él como Rey de ellos (v. 7).
3. Dios le dice a Samuel que le advierta al pueblo de lo que están a punto de hacer (v.9).
4. Samuel les dice todas las maneras en que se iban a esclavizar a un rey humano y que iban a
clamar a Dios por causa de la opresion, pero que Dios no les escucharía (vv. 10–18).
5. El pueblo se negó a escuchar y demandó que se les diera un rey para que les gobernara, a fin de
que pudieran ser como todas las demás naciones y para que el rey peleara las batallas por ellos (vv.
19–20).
1º de Samuel 8:5 prepara la escena para los versículos que siguen. Dios había librado
milagrosamente a Su pueblo de la esclavitud en Egipto unos 350 años atrás, pero una vez que
estuvieron en la Tierra Prometida se olvidaron pronto de Dios “y se fueron tras otros dioses” (Jue.
2:11). El deseo principal del pueblo era ser como “todas las naciones” (1 Samuel 8:5) y tener un
gobernante sobre ellos. Aunque Samuel entendió esto como una sentencia contra él, Dios
comprendió los corazones del pueblo y supo que era a Él al que ellos rechazaban (v.7). A causa de
sus corazones malvados, Dios estaba a punto de darles exactamente lo que querían, igual que
había hecho en el desierto cuando los israelitas, insatisfechos con la provisión de Dios, clamaron
pidiendo carne:
Números 11: 18–20
18 Pero al pueblo dirás: Santificaos para mañana, y comeréis carne; porque habéis llorado en
oídos de Jehová, diciendo: ¡Quién nos diera a comer carne! ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto!
Jehová, pues, os dará carne, y comeréis.19 No comeréis un día, ni dos días, ni cinco días, ni diez
días, ni veinte días,20 sino hasta un mes entero, hasta que os salga por las narices, y la
aborrezcáis, por cuanto menospreciasteis a Jehová que está en medio de vosotros, y llorasteis
delante de él, diciendo: ¿Para qué salimos acá de Egipto?

¡Dios les concedió los deseos de sus corazones malvados hasta que les salió por las narices!

Al leer 1 Samuel 8:10–18, vemos que Dios les advirtió a los israelitas que estaban a punto de
esclavizarse, pero ellos no lo escucharon. He aquí la advertencia de Dios:
1. El rey se llevará a vuestros hijos y los pondrá a su servicio donde quiera y cuando quiera que lo
desee. Algunos como personal military, otros como trabajadores forzados para labrar sus campos.
2. El rey se llevará a vuestras hijas para que sean cocineras y panaderas.
3. El rey confiscará vuestros campos y viñedos y los tomará para sí.
4. El rey diezmará vuestras mieses como impuesto.
5. El rey tomará de vuestros siervos, vuestras siervas y vuestros rebaños y los hará suyos.
6. Y por último, pero no menos importante: “seréis sus siervos.”

Observemos la tremenda libertad a la que ellos prefirieron renunciar, y ¿con qué objetivo?.
Creyeron que al librarse del gobierno de Dios quedarían libres para hacer lo que es viniera en
gana. Su deseo seguía siendo el mismo de Génesis 3:5; deseaban ser como dioses, determinando
ellos mismos lo que era bueno y lo que era malo. Al rechazar a Dios, rechazaban al amo más justo
y misericordioso que podían tener y lo reemplazaban con la injusticia y la opresión. Reemplazaban
el autogobierno bíblico con el estatismo.

Eso es exactamente lo que hacemos cuando nos negamos a ser gobernados por la Palabra de
Dios. Cambiamos la libertad por la esclavitud. Cambiamos la misericordia por la coerción. Esta es
la situación en la que nos hallamos hoy.
Como al Señor y no a los hombres
Un buen ejemplo de a qué se parece el autogobierno bíblico se encuentra en la carta de Pablo a
los efesios:
Efesios 6:5–9
5 Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro
corazón, como a Cristo;6 no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino
como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;7sirviendo de buena voluntad,
como al Señor y no a los hombres,8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del
Señor, sea siervo o sea libre.9 Y vosotros, amos, haced con ellos lo mismo, dejando las amenazas,
sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que para él no hay acepción de
personas.

Todos nosotros somos personalmente responsables ante Dios por nuestras actitudes y acciones.
No importa si somos siervos/esclavos u hombres libres/amos: todo lo que hacemos debe ser hecho
“como a Cristo” porque Él es nuestro Amo que está en el cielo. Si hacemos lo bueno nada más que
mientras los demás nos están mirando, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos,
porque Dios está en todas partes, lo sabe todo y es capaz de discernir los pensamientos e
intenciones del corazón (Sal. 139:7–12; Heb. 4:12).
Nada nuevo debajo del sol
Los Estados Unidos fueron el primer país fundado bajo los principios del autogobierno cristiano.
Pero despues que se convirtieron en una nación el pueblo empezó a apartarse rápidamente de
estos principios y a buscar a los gobiernos civiles para que les dieran sustento y protección. A
medida que el pueblo de los Estados Unidos quería más de las autoridades civiles tenía que
entregar más de su libertad. Vuelva a leer la advertencia de Dios a los israelitas cuando pidieron
que un rey los gobernara. ¿Hay algo acerca de lo que Dios advirtiera al pueblo que nosotros ahora
no tengamos?
El propio George Washington dijo varias veces que la forma americana de gobierno no funcionaría
si el pueblo no fuera un pueblo cristiano.[ii] Sus declaraciones han demostrado ser reales. Sin un
pueblo que se incline solo ante Jesús, el Hijo de Dios, como su Rey de Reyes y Señor de Señores,
estaremos condenados a cometer el mismo pecado y sufrir el mismo castigo, como cualquier
nación en la Historia que se olvidó de Dios: la esclavitud bajo los impíos y los sin ley. Como pueblo
de Dios, tenemos el tipo de gobierno que nos merecemos. Por tanto, el autogobierno
(sometimiento voluntario a la autoridad legítima, empezando por la Palabra de Dios) es una parte
fundamental de la fe aplicada a toda la vida.

[i]
El someterse a la autoridad ordenada por Dios no significa una obediencia ciega e incondicional. No
debemos desobedecer nunca a Cristo para obedecer a las autoridades humanas, que son derivadas de la suya.
Nuestra obediencia también está limitada a la esfera sobre la cual la autoridad derivada tiene jurisdicción. Por
ejemplo, no tenemos que obedecer al Estado cuando les dice a los padres que tienen que poner a sus hijos
dentro del sistema escolar estatal, porque Dios nunca le dio al Estado jurisdicción sobre la educación de los
niños. Tampoco tenemos que obedecer al Estado cuando nos diga que no debemos predicar ciertas doctrinas
porque ha declarado algunas partes de la Biblia como “discursos de odio”. De la misma manera, los niños,
aunque se les ha mandado a honrar y obedecer a sus padres, no tienen que obedecer si se les dice que roben,
cometan asesinato, etc. Vea los comentarios de Rushdoony a Romanos 13 para una lectura adicional sobre el
sometimiento a la autoridad legítima.
[ii]
“El fundamento de nuestra política nacional se basará en los principios puros e inmutables de la
moralidad privada, y en la preeminencia del gobierno libre, demostrada en todos los atributos que puedan
ganar la simpatía de los ciudadanos e inspirar el respeto del mundo. Yo insisto en esta condición con toda la
satisfacción que un ardiente amor por mi país me puede inspirar, pues no hay verdad más firmemente
establecida que la de que, en la economía y en el curso de la naturaleza, existe un vínculo indisoluble entre la
virtud y la felicidad; entre el deber y el provecho; entre las máximas genuinas de una política honesta y
magnánima y las sólidas recompensas de la prosperidad y la felicidad públicas; porque debemos estar no
menos persuadidos de que las sonrisas favorables del Cielo no son nunca de esperar sobre una nación
que desprecie las reglas eternas de orden y derecho que el Cielo mismo ha establecido; y porque la
preservación del fuego sagrado de la libertad y el destino del modelo republicano de gobierno con justeza se
consideran, en lo profundo y en definitiva, a merced del experimento confiado en manos del pueblo
americano” (Primer Discurso de Inauguración de George Washington. Ciudad de Nueva York, jueves 30 de
abril de 1789. Énfasis añadido.). Es importante notar que cuando George Washington habla de “los
principios puros e inmutables de la moralidad privada”, NO está hablando de una moralidad inventada
por cada persona en particular. Antes bien, está hablando del autogobierno, del hecho de que cada persona
aplique personalmente la ley moral de Dios a sus propias acciones. Esto se demuestra adicionalmente por su
frase de que “las sonrisas favorables del Cielo no son nunca de esperar sobre una nación que desprecie las
reglas eternas de orden y derecho que el Cielo mismo ha establecido”. Es solamente Dios quien ha establecido
las “reglas eternas de orden y derecho”.
Similares declaraciones se encuentran en la Carta Circular dirigida a los Gobernadores de todos los Estados
sobre la Desmovilización del Ejército, del 14 de junio de 1783, de George Washington: “Yo ahora elevo mi
más ferviente oración... que con toda gracia le plazca disponernos a todos nosotros a hacer justicia, a amar la
misericordia, y a comportarnos con esa caridad, humildad y templanza de mente que fueron las características
del Divino Autor de nuestra bendita religión y sin cuyo ejemplo en todas estas cosas nunca podremos
esperar ser una nación feliz” (énfasis añadido)

You might also like