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Santiago, dos de octubre de dos mil doce.

VISTOS:

En estos autos Rol N° 46.000 del Juzgado de Letras de Limache, en


juicio ordinario sobre declaración de inoponibilidad y cancelación de
inscripciones, caratulado “Schroeder Quevedo con Comité de Vivienda La
Casa Soñada y otros”, doña Rose Marie Schroeder Quevedo deduce
demanda ordinaria en contra del Comité de la Vivienda La Casa Soñada de
Villa Alemana y otras 25 personas, solicitando se declare que es la única y
exclusiva dueña de los inmuebles denominados "Resto B Fundo
Borriquero" y "Resto C Fundo Borriquero", de la comuna de Limache, y que
las inscripciones de dominio vigentes de los demandados y de sus
antecesores y los títulos que les sirven de fundamento a esas mismas
inscripciones le son inoponibles, pidiendo se practiquen las anotaciones y
cancelaciones correspondientes al margen de las inscripciones de dominio
de los demandados, con costas.

La actora funda su acción en que los demandados habrían incluido una


porción de los predios de que ella es dueña en el acto de subdivisión y
adjudicación del inmueble colindante denominado la “Reserva Cooperativa
N° 4 Borriqueros La Linaza, de la Cooperativa de la Reforma Agraria Los
Laureles", aumentando de manera ilegítima su superficie, sin respetar los
históricos deslindes, lo cual se habría verificado adulterando los planos de
los predios existentes, desconociendo datos esenciales de los títulos y
cambiando su nombre. Agrega que con posterioridad, se celebraron actos de
transferencia y operaron transmisiones que configuran los distintos lotes de
propiedad de los demandados.

En cuanto al derecho, la actora invoca que la superposición de títulos


de dominio a nombre de los demandados atenta contra las inscripciones de
dominio a su favor, por lo que le resultan inoponibles y procede la
cancelación de las inscripciones de aquéllos, en cuanto tengan su origen en
la subdivisión de un predio que excede su real extensión, toda vez que los
actos que ha denunciado no pueden modificar los deslindes,

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individualización o cabida de su inmueble, ni servir de base para acceder
al dominio, citando al efecto los artículos 588, 682 y 1097 del Código
Civil, la doctrina de la posesión inscrita y los artículos 696, 728 y 2505 del
mismo cuerpo legal. Por último, sostiene que no existiendo en este caso
posesión material por parte de los demandados de los predios en cuestión, no
cabe la acción reivindicatoria sino la petición que ha incoado.

La parte demandada no contestó la demanda y por sentencia de 8 de


octubre de 2010 el tribunal de primera instancia la rechazó, por no haber
acreditado la actora el dominio cuya declaración solicita ni tampoco la
superposición de inscripciones denunciada.

Apelado por la demandante el fallo, la Corte de Apelaciones de


Valparaíso, en resolución de 11 de octubre de 2011 lo revocó sólo en
aquella parte que condena en costas a la actora, confirmándolo en lo demás.

En contra de esta última sentencia, la misma parte dedujo recurso de


casación en el fondo.

Se trajeron los autos en relación.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que el recurso de nulidad se funda en la infracción que, a


juicio de la recurrente, se contiene en la sentencia impugnada respecto de lo
dispuesto en el artículo 425 del Código de Procedimiento Civil, el que,
según el criterio jurisprudencial que cita, tiene lugar frente a una
desatención palpable, significativa y evidente de los principios de la lógica,
máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente aceptados.

En efecto, acusa haberse producido una notoria desatención de las


reglas de la sana crítica que obligan a los sentenciadores a valorar las
pruebas periciales rendidas en autos conforme a los principios señalados.

Sostiene también la recurrente que la valoración de la prueba en


comento exigía que la sentencia definitiva de segunda instancia
considerara racionalmente la información entregada por cada informe

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pericial, los contrastara entre ellos y con los aspectos jurídicos y fácticos
asentados en el mismo fallo, lo cual, dice, no tuvo lugar en la especie pues
la sentencia se limitó a exponer observaciones generales y parciales sobre
los dos dictámenes evacuados en la causa, para luego restar toda fuerza a
uno de ellos, en atención a una supuesta falta de sustento, prefiriendo el
otro con el que no arribó a conclusión alguna.

A continuación, la recurrente efectúa una confrontación del contenido


de ambos informes periciales e indica que el fundamento décimo noveno de
la sentencia recurrida no cumple con el aludido artículo 425 del Código
de Procedimiento Civil, “pues no se respetan en él las reglas de la sana
crítica; el considerando 19º no reposa en ningún principio de lógica, ni
máxima de la experiencia ni conocimiento científicamente aceptado, y no
permite reproducir el razonamiento probatorio del fallo”.

Explica que el considerando a que recién se ha hecho referencia, hace


prevalecer la pericia del Sr. Cisternas –en la que no se arriba a conclusión
concreta alguna- ya que la pericia del Sr. Santa Cruz, en su concepto,
contendría “suposiciones” y éstas no se apoyarían en antecedente
alguno, todo lo cual controvierte, fundada en los antecedentes documentales
de diversa índole de que el mismo perito se valió para su dictamen.

Por el contrario, afirma que el informe que los sentenciadores


prefirieron, no analiza antecedentes fundamentales del proceso, por lo que
impide al perito llegar a conclusiones concretas o las que formula son
erradas, como es el caso de aquélla de que “los inmuebles de dominio de la
demandante… son consecuencia de la liquidación o subdivisión del predio
rústico de mayor tamaño denominado Hacienda Limache", hecho
“notoriamente incorrecto, por cuanto estos lotes fueron el producto
de la subdivisión del Lote Borriquero”, lo que no fue precisado por el
perito pues omitió reparar en la inscripción conservatoria pertinente. En
síntesis, el perito, basado en las escasas fuentes que manejó, y dejando
de lado el estudio de las inscripciones conservatorias y los restantes datos
indispensables para la realización de la pericia, sólo se habría limitado a

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ver planos, sin analizar las causas del problema, procedimiento mediante
el cual se encontraría precisamente la solución;

SEGUNDO: Que señalando la forma en que el error de derecho


denunciado influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo, la
recurrente señala que la aplicación del artículo 425 del Código de
Procedimiento Civil debió necesariamente conducir a la decisión
contraria, permitiendo a los sentenciadores tener por probados los
puntos 3° y 4° de la sentencia interlocutoria de prueba, referidos a la
“efectividad de haberse incluido ilegalmente en un acto de
subdivisión y adjudicación del predio a los demandados, una porción
de los predios de la actora”, y “de existir adulteración de planos y
transgresión de deslindes históricos”;

TERCERO: Que los hechos dados por acreditados en estos autos son
los siguientes:

a.- Que con fecha 7 de septiembre de 1994 la actora adquirió de don


Tomás Eastman Montt la propiedad ubicada en la comuna de Limache
denominada “Lote Borriquero”, que deslinda: al norte con la Hijuela C 3
“La Encierra”; al Sur con pequeños propietarios de la hijuela de Quilpué; al
poniente con línea de ferrocarril de Valparaíso a Santiago, de propiedad de
la Empresa de Ferrocarriles del Estado en toda la extensión del deslinde; y,
al oriente con Hijuela C 3 “La Encierra”. Rol de avalúo 332-9;

b.- Que en la misma escritura se dejó constancia de que el citado lote


fue objeto de una subdivisión de conformidad al D.L. N° 3.516 de 1980,
resultando de ello: Lote Uno, denominado “Resto A Fundo Borriquero”,
con una superficie aproximada de 4.920.203 metros cuadrados; Lote Dos,
denominado “Resto B Fundo Borriquero”, con una superficie aproximada
de 245.385 metros cuadrados; Lote Tres, denominado “Resto C Fundo
Borriquero”, de aproximadamente 52.789 metros cuadrados y Lote Cuatro,
Denominado “Parcelación Las Lomas de Peñablanca”, conteniendo 89
parcelas, cada una con una superficie superior a 5.000 metros cuadrados y
que comprenden una superficie total de 88.610 metros cuadrados, más

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107.791 metros cuadrados de áreas verdes y 57.011 metros cuadrados
correspondientes a calles y pasajes;

c.- Que la citada compraventa fue inscrita a fs. 477 N° 821 y a fs. 477
N° 822 del Registro de Propiedades del Conservador de Bienes Raíces de
Limache del año 1994;

d.- Que por escritura de 29 de enero de 1996, se procedió a la


liquidación y posterior adjudicación de la comunidad que formaban como
propietarios de la Reserva Cooperativa N° 4, Borriqueros Los Laureles,
parte del predio denominado “Cooperativa de la Reforma Agraria Los
Laureles Limitada”, que deslindaba al Norte con Canal Compañía
Cervecerías Unidas; al sur con Quebrada Escobares y Peñablanca; al oriente
con propiedad de Jorge Arostegui y Canepa; y al poniente con la propiedad
de don Tomás Eastman y de una superficie aproximada de 1.432,30
hectáreas;

e.- Que la escritura de liquidación en su cláusula segunda señala que


los comuneros, haciendo uso de la facultad que les confiere el artículo 1.326
del Código Civil, procedieron a subdividir el predio en tres partes
denominadas: a) sector “Los Borriqueros”; b) sector Población Wilson; y c)
sector Los Jotes;

f.- Que el sector “Los Borriqueros” se singularizó con una superficie


aproximada de 1.370,35 hectáreas, que a su vez se subdividió en 30
parcelas, según plano autorizado por certificado N° 83 del Servicio Agrícola
Ganadero con fecha 24 de febrero de 1995;

g.- Que el sector denominado como “Población Wilson” quedó con una
superficie aproximada de 31,03 hectáreas, que a su vez se subdividió en 30
parcelas según plano N° 510 autorizado por certificación N° 083 del
Servicio Agrícola Ganadero de 24 de febrero de 1995;

h.- Que el sector “Los Jotes” quedó con una superficie aproximada de
30,89 hectáreas, según plano autorizado por certificación N° 083 del

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Servicio Agrícola Ganadero de 24 de febrero de 1995 y que quedó como
bien común para los adjudicatarios; e

i.- Que las inscripciones individuales de cada uno de los adjudicatarios,


luego de la liquidación de la comunidad, se efectuó con fecha 27 de mayo
de 1996;

CUARTO: Que, asimismo, resulta conveniente consignar que los


sentenciadores establecieron en el motivo vigésimo de la resolución que se
pretende invalidar, que “no se encuentran debidamente acreditados en autos
la efectividad de que haya existido una inclusión ilegal en el acto de
subdivisión y adjudicación de la Reserva Cooperativa N° 4, de terrenos
pertenecientes a la demandante, como tampoco los supuestos fácticos del
cuarto punto de prueba, esto es, la adulteración de los planos y la
transgresión de los deslindes históricos de los predios”;

QUINTO: Que el artículo 425 del Código de Procedimiento Civil que


la recurrente denuncia haberse infringido y que constituye su único
fundamento del recurso de casación en el fondo que deduce en estos autos,
expresa: “Los tribunales apreciarán la fuerza probatoria del dictamen de
peritos en conformidad a las reglas de la sana crítica”;

SEXTO: Que la pretendida infracción a la disposición citada en el


motivo precedente, más allá de que se hayan o no respetado por los jueces
del fondo las normas de la sana crítica, que el Código de Procedimiento
Civil prevé para valoración de la prueba de peritos, supone que la parte
recurrente acusa a esos sentenciadores de haber incurrido en un error en la
apreciación comparativa de dos medios de prueba, como son los dos
informes periciales que fueron objeto del reproche antedicho;

SÉPTIMO: Que, como ha sostenido reiteradamente esta Corte


Suprema, la apreciación comparativa de los medios de prueba es una
cuestión privativa de los jueces del mérito, por lo que este tribunal no puede
inmiscuirse en ella;

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OCTAVO: Que, a su vez, respecto de las “normas reguladoras de la
prueba” esta Corte Suprema ha resuelto que dichas normas se infringen
cuando los jueces invierten el onusprobandio carga de la prueba, rechazan
las pruebas que la ley admite, aceptan las que la ley rechaza, desconocen el
valor probatorio de las que se produjeren en el juicio cuando la ley les
asigna uno determinado de carácter obligatorio o alteran el orden de
precedencia que la ley les diere;

NOVENO: Que estas leyes, denominadas reguladoras de la prueba, no


pueden confundirse con aquéllas que se refieren a la apreciación de la
prueba, encaminadas al establecimiento de los hechos, órbita esta última
reservada exclusivamente a los jueces del fondo, quienes están investidos
de facultades soberanas para determinarlos;

DÉCIMO: Que, por otra parte, el artículo 428 del citado Código de
Enjuiciamiento, iniciando precisamente el párrafo 8. “De la apreciación
comparativa de los medios de prueba”, expresa que “Entre dos o más
pruebas contradictorias, y a falta de ley que resuelva el conflicto, los
tribunales preferirán la que crean más conforme con la verdad”, precepto
que establece justamente la soberanía de los jueces del grado para
determinar, a partir los diversos medios de prueba, los hechos que han de
tenerse por establecidos en el pleito;

UNDÉCIMO: Que pretender que, existiendo sendas inscripciones de


dominio vigentes de modo que el tribunal llegara a la conclusión de que
pudiese haber confusión en los deslindes de dos predios colindantes o que
hubiese superposición entre dos o más inmuebles, ello fuera suficiente para
ordenar la cancelación de las inscripciones de alguno de éstos, envolvería,
por una parte, no comprender que los actos ajenos, en principio, son
siempre inoponibles a todas las demás personas y, por la otra, dejar sin
aplicación las acciones y recursos que las leyes franquean para resolver este
tipo de conflictos, como son las acciones de demarcación o reivindicatoria,
según cuál de éstas resulte pertinente;

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DUODÉCIMO: Que por todo lo razonado, este arbitrio de nulidad de
fondo deberá ser necesariamente desestimado en lo resolutivo de este fallo.

Y de conformidad, además, a lo preceptuado en los artículos 764, 765


y 767 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de casación
en el fondo deducido en lo principal de fojas 838, por el abogado don Oscar
Finsterbusch Fuentealba, en representación de Rose Marie Schroeder
Quevedo contra de la sentencia de once de octubre de dos mil once, escrita
a fojas 832.

Se previene que los abogados integrantes señores Lecaros y Vial,


tuvieron además en consideración que, a propósito de la acción que se ha
intentado en autos, que la inoponibilidad en el derecho constituye por regla
general, una excepción y no una acción, puesto que el demandado o sujeto
pasivo de la relación procesal, cuando opone como defensa esta
inoponibilidad de un acto, lo que pretende es hacer presente al tribunal que
ese acto de la parte contraria o de que ésta pretende aprovecharse en
perjuicio de aquél, no le empece, porque en él no ha intervenido en ningún
sentido su voluntad o bien porque la ley, para hacer que esos actos afecten a
terceros, ha exigido que se cumpla con determinadas formalidades que en el
derecho llamamos “formalidades substanciales”, cuya omisión
precisamente sanciona con la inoponibilidad como ocurre, por ejemplo, con
la falta de aceptación o notificación de la cesión de un crédito nominativo
respecto del deudor;

Regístrese y devuélvase.

Redacción del Abogado Integrante señor Raúl Lecaros Z.

Rol Nº 12.058-2011.-

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Nibaldo Segura
P., Juan Araya E., Guillermo Silva G. y Abogados Integrantes Sres. Víctor Vial del Río. y Raúl
Lecaros Z.
No firma el Abogado Integrante Sr. Vial, no obstante haber concurrido a la vista del recurso y
acuerdo del fallo, por estar ausente.

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Autorizado por la Ministra de fe de la Corte Suprema.

En Santiago, a dos de octubre de dos mil doce, notifiqué en Secretaría por el Estado Diario la
resolución precedente.

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