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INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOBRE LA SEXUALIDAD

CUADRO COMPARATIVO ENTRE FREUD Y LACAN


SOBRE LA SEXUALIDAD

REALIZADO POR:

JUAN DE JESÚS BURGOS MORALES


ID # 462940

ENTREGADO A:

BRENDA PORTILLO

CIENCIAS HUMANAS
PSICOLOGÍA
BARRANQUILLA 2017
CUADRO COMPARATIVO ENTRE FREUD Y LACAN SOBRE LA SEXUALIDAD

El siguiente trabajo se realiza con la finalidad de conocer acerca de la sexualidad


según Sigmund Freud, Jacques Lacan y la diferencia que existe entre los dos autores. Para
esto, se tomaron algunas fuentes que ayuden a explicar más a fondo este tema. De esta
manera, se realiza un cuadro comparativo. Según Freud; la sexualidad humana desde los ojos
de Sigmund Freud, según Freud la libido va más allá de lo sexual, desarrollo psicosexual.
Según Lacan; no hay relación sexual, sexualidad significante, teorizando la comedia de los
sexos: lacan sobre la sexualidad, hay goces y goces.

Tabla 1.

Autores Conceptos
Para entender a Freud en la sexualidad es necesario
comprender el concepto de pulsión con el que se refería al placer
inconsciente, un impulso o tensión que tiende a la consecución
de un fin y deriva en la distensión y el placer cuando dicho fin es
obtenido. El placer es un resultado de la ausencia de tensión y el
displacer la presencia de la misma, por lo cual es solo natural que
el organismo se oriente hacia el placer y evite la ansiedad y el
displacer.

El placer y la libido.

Con esto Freud comenzó a estudiar los impulsos sexuales en


la etapa infantil, la adulta, la que él llama perversa y la normal,
en el hombre sano y el neurótico, con lo que descubrió que el
impulso sexual es una energía llamada libido que tiende a
polarizarse hacia un objeto, un individuo del sexo opuesto, con la
finalidad de tener actividad sexual.
Pero, no, toda la libido subsiste para el mismo objeto, entonces
es cuando los estudiosos creen que Freud veía sexo en toda
actividad humana, pues cuando no tiene un objeto, se da el amor
ideal o asexual o bien el conjunto de los sentimientos que
desarrollan al hombre sus lazos con otros hombres. Así, de una
forma análoga, se establece una conexión entre los instintos
Sigmund Freud sexuales y las fuerzas instintivas por las cuales el ser procura su
propia conservación, defensa y valorización personal.
(1856 - 1939)
Freud definió como libido aquella energía que procede de las
pulsiones o instintos y que repercute en nuestra conducta,
dirigiéndola.
Pulsión de vida y pulsión de muerte.
La pulsión de vida hacía referencia a todos aquellos impulsos
que tienen que ver con afectos o emociones. Aquellas que nos
invitan a enamorarnos y a reproducirnos, a conectar con las demás
personas. Freud decía que esto podía asociarse a lo él definió como
“Ello” o al “Yo”.
Por otra parte, tenemos la pulsión de muerte entendida como
aquella que se opone a la vida o que supone algún desgaste para la
misma. Aquí nos encontramos con aquellos patrones de repetición
que nos invitan a tropezarnos con la misma piedra.
Ello y erotismo.
Para Freud es importante también la existencia de conceptos
como la identidad, que aborda en el Ello, el Yo y el Superyó;
además el erotismo, al que ve como un equilibrio estético o
moral, en el que intervienen los impulsos no canalizados del
deseo y las normas represivas de la autoridad.
Las etapas del desarrollo psicosexual.
En la psicología freudiana, el desarrollo psicosexual es un
elemento central de la teoría psicoanalítica de las pulsiones
sexuales que sostiene que el ser humano, desde el nacimiento,
posee una libido instintiva (energía sexual) que se desarrolla en
cinco etapas. Cada etapa, oral, anal, fálica,
de latencia y genital está caracterizada por una zona erógena que
es la fuente de la pulsión libidinal durante esa etapa. Freud creía
que si durante cualquiera de estas fases el niño experimentaba
frustración sexual en relación a cualquier estado de desarrollo
psicosexual, él/ella podía experimentar ansiedad que podría
persistir en la edad adulta como una neurosis, un trastorno mental
funcional.
 Fase oral: el placer se obtiene a través de la boca.
 Fase anal: se controla el esfínter y la defecación,
actividad vinculada al placer y sexualidad.
 Fase fálica: el placer se obtiene al orinar, gracias a la
sensación placentera que produce.
 Fase de latencia: aparece el pudor y la vergüenza,
relacionada con la sexualidad.
 Fase genital: la llegada de la pubertad y madurez
sexual.
No hay relación sexual
Según Jacques Lacan el psicoanálisis se basa en un principio
que reza "No hay relación sexual”. Su corolario u otro modo de
expresarlo es: "El goce es imposible". ¿Estamos diciendo, acaso,
que algo que existe no existe? Si esta enunciación es una
provocación, dicha provocación está basada en una paradoja.
Se anuncia que algo que pasa todos los días no existe (hay
"relaciones sexuales" al menos todos los días, y de nuevo, puede
que no resulte tan fácil probar que el goce no está ahí todos los
días) ¿Qué estamos anunciando, entonces? ¿Acaso que no hay lo
que hay?
El señuelo actúa en relación a la atracción del otro polo.
Imaginemos al león con gestos inflamados… ¿Saben cómo el
león marca su territorio? El león orina en los bordes, vuelve su
territorio un círculo. ¿Y no podemos acaso imaginar a los
hombres con gestos inflamados, marcando incluso su territorio?"
La mujer en cambio se dedica al goce de su propio cuerpo, en
los espejos, se percata de que incluso en soledad es mirada por
otro.
Lacan añade una frase misteriosa respecto de la conjunción de
lo masculino y lo femenino, "allí aprehendemos la prevalencia de
lo que se presenta como un travestismo…" A través de
la mediación de las máscaras, lo masculino y lo femenino se
encuentran del modo más agudo e intenso: Magritte.

Jacques Lacan
(1901 - 1981)

Sólo que el sujeto, el sujeto humano, el sujeto del deseo que


es la esencia del hombre no está, a diferencia del animal,
completamente atrapado en esta captura imaginaria. "Aísla la
función de la pantalla y juega con ella. El hombre sabe cómo
jugar con la máscara, como aquello más allá de lo cual está la
mirada".
El fantasma proporciona una respuesta al enigma del deseo del
Otro. De nuevo, nos enseña cómo desear. El fantasma no
significa que, cuando deseo una crêpe de limón y no puedo
obtenerla fantaseo con comérmela. El problema más bien es
¿acaso deseo una crêpe de limón? Esto es lo que la fantasía me
indica. Este papel del fantasma se basa en el punto muerto de
nuestra sexualidad, designado por Lacan con la frase "no hay
relación sexual", esto es, no hay garantía universal de una
relación sexual armoniosa con la propia pareja.
Todo sujeto debe inventar un fantasma propio, una fórmula
privada para la relación sexual – la relación con una mujer es
posible sólo en la medida en que la pareja encaja con esta
fórmula. Nunca es lo mismo con una mujer; sin embargo ambos
cada uno de ellos, tienen su fantasía privada, su fantasma privado.
El sinthome de Lacan es simplemente el síntoma, pero
generalizado, el síntoma en tanto no hay pulsión sexual total.
Constituye un síntoma, pero un síntoma que es irreductible.
Permanece el amor. El amor que Lacan no arranca de su raíz
imaginaria cuando dice que este amor crea la ilusión de una
relación sexual. Esto es lo que distingue al goce del amor. Hay
un goce en hablar del amor, en vivir el amor, en escribir cartas de
amor o e-mails, claro. Este goce es al mismo tiempo lo más
distante y lo más cercano, topológicamente, con respecto a la
relación sexual que no existe.
Sexualidad significante.
En su seminario La Relation d’Objet, Lacan afirmó que lo
que causaba un gran escándalo en la teoría de Freud no era tanto
que se centrara en la sexualidad, sino que pretendiera que la vida
sexual del hombre no es más que un proceso naturalmente
diseñado hacia la unificación armoniosa de dos cuerpos: “Los
analistas parten de una noción de las relaciones afectivas del
hombre, que llamaré escandalosa. Creo que ya he subrayado
muchas veces lo que en principio suscitó un gran escándalo en
análisis no es tanto el hecho de que ha valorado el papel de la
sexualidad y que ha contribuido a que la sexualidad se convierta
en un lugar común – en cualquier caso, ya se piensa en sentirse
ofendido por esto-. Pero es precisamente que introduce junto a
esta noción, y aún más que esta noción, sus paradojas, es decir,
que la aproximación al objeto sexual presenta una dificultad
esencial, que es de orden interno”. (Lacan 1994 p59, traducido).

Sexualizando el significante.

A través de la acción de la función del padre, la sexualidad no


solamente se ve significada por el sujeto, sino que el significante
se ve igualmente sexualizado. La última parte de la metáfora de
Lacan acerca del Nombre del Padre, según se produjo en Una
Cuestión Preliminar a cualquier Posible Tratamiento del
Psicoanálisis, dice que al falo se le da un lugar bajo el Otro como
resultado del Nombre del Padre. Nuevamente Lacan enfatiza que
la ausencia de un verdadero padre es perfectamente compatible
con la presencia del significante. Pero, ¿qué es exactamente esta
inscripción del falo bajo el Otro? En “El Significado del Falo”
Lacan brinda lo que probablemente sea la definición más incisiva
del falo: “En la doctrina Freudiana, el falo no es una fantasía, si
lo que se entiende como fantasía es un efecto imaginario. Ni es
un objeto como tal (parte, interno, bueno, malo, etc.) en la medida
en que este término tiende a acentuar la realidad involucrada en
una relación.

Introducción al objeto.
Resumiendo nuestro argumento hasta ahora, podemos decir
que Lacan introduce el significante dentro del campo de
“sexualidad ampliada” conceptualizada por Freud y en ese
sentido reinterpreta la noción de la pulsión, así como en el
complejo de castración edípico, desde un punto de vista
lingüístico, simbólico y cultural. Las consecuencias de esta
reinterpretación son al menos las siguientes tres:
1) El aspecto problemático de la sexualidad humana se vuelve un
dato estructural y reductible, considerando la prohibición que
pesa sobre el goce.
2) El hombre y la mujer están conectados con el falo como con el
principio de la diferencia, por lo tanto están implicados en una
relación con algo que no está disponible como tal.
3) Las relaciones sexuales están basadas esencialmente en un
profundo desconocimiento de los intereses subjetivos y
ambiciones por quienes están en ellas.
Hay goces y goces.

Dijo entonces Lacan: “¿Qué se nos dice del placer? Que es la


menor excitación, lo que hace desaparecer la tensión, la atempera
más, por lo tanto aquello que nos detiene necesariamente en un
punto de alejamiento, de distancia muy respetuosa del goce. Pues
lo que yo llamo goce, en el sentido que en el cuerpo se
experimenta, es siempre del orden de la tensión, del forzamiento,
del gasto, incluso de la hazaña. Incontestablemente hay goce en
el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos que es
sólo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una
dimensión del organismo que de otro modo aparece velada (...)
Este cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensión de la
extensión: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de
sí mismo”.

En el seminario “Aún”, donde Lacan toma a fondo esta


cuestión, Lacan se refiere a la causa del goce. Hasta entonces, los
lacanianos estaban habituados a colocar en el campo de la causa
sólo el objeto como perdido, ya que Lacan se había centrado en
la cuestión del deseo. El goce, aunque está articulado con el
deseo, es otro tema. Y reconoce una causa que no es la del deseo.
Si el deseo surge causado por la pérdida de objeto, la causa del
goce está en el significante. Lacan da una explicación muy
sencilla: “¿Cómo saber dónde y con qué gozar si no disponemos
del significante?”. Cada pedazo de nuestro cuerpo está nominado
por algún significante, y lo mismo sucede con cada pedazo del
cuerpo del otro. La disposición de estos significantes es lo que
nos permite saber qué hacer cuando nos disponemos a ejercer el
goce.

Y finalmente está lo que Lacan llama el Otro goce; a veces


también lo llama el goce femenino, y lo describe como no
limitado por el significante. Acceder a este goce es menos
improbable para las mujeres que para los hombres, especialmente
para la mujer que ha logrado salir de la posición histérica, que es
un obstáculo para el goce femenino. En la posición histérica, las
mujeres gozan de su cuerpo como falo, o no van más allá del goce
de su clítoris; encuentran un obstáculo parecido al que encuentra
el hombre para gozar. Pero, por fuera de esa posición, llega a ser
accesible un goce del que podría decirse que abarca todo su
cuerpo. En todo caso, de ese goce no se puede dar cuenta; es un
goce inefable que no pueden transmitir, no lo pueden expresar en
palabras. No está limitado por el significante. En el varón, en la
medida en que el goce fálico se reduzca al pene, obstaculiza el
del resto del cuerpo. Es cierto que el pene es un órgano de goce
tan exquisito que puede hacer obstáculo a que goce del resto del
cuerpo. En el varón tiene que haberse producido un importante
movimiento de libidinización del resto del cuerpo, debe haber
perdido cierto peso el goce del pene, para que pueda haber algún
acceso al goce femenino.
Referencias Bibliográficas.

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