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Informe de concierto:
Pontificia Universidad Católica de Chile organizó un concierto en el que se interpretó una obra
que conmemora la Pasión y Muerte de Jesucristo, el Oratorio “Las siete últimas palabras de
Cristo en la cruz” del compositor clásico Joseph Haydn, bajo la dirección general de Julio
cuerdas y timbales.
-Solistas vocales: Carolina García (Soprano), Claudia Godoy (Contralto), Rodrigo del Pozo
Este oratorio fue concebido primeramente como interludio orquestal para el sermón de las tres
horas de Semana Santa, encargado al famoso compositor austriaco Franz Joseph Haydn por el
terminándola en 1787 y siendo estrenada el Viernes Santo de ese año en el Oratorio de la Santa
Cueva de Cádiz. Años después, Haydn escucha su obra arreglada como oratorio para orquesta y
coro a cuatro voces por el maestro de Capilla de Passau Joseph von Freiberth, dándole interés al
compositor de hacer su propio arreglo. Su versión de oratorio fue terminada en 1796 y publicada
en 1801, la que usa como base el arreglo de Freiberth, añadiendo solistas y una versión revisada
del texto originario de un poema en alemán por Gottfried van Swieten. Aparte de las
mencionadas, existen dos versiones más de la obra: uno para cuarteto de cuerdas compuesto por
el mismo Haydn y una reducción al piano de otro compositor, pero con el visto bueno de Haydn.
El encargo de siete movimientos lentos resultó todo un desafío para el padre de la sinfonía que
movimiento una sonata monotemática sin mayores cambios de tempo en la que se pudieran
trabajar de igual forma los contrastes, agregando una introducción y un movimiento cadencial
con velocidad distinta a la del resto de la obra. Cuando a Joseph Haydn se le ocurrió hacer de su
obra un oratorio le agregó una segunda introducción entre la cuarta y quinta palabra, para así
Parte I
I. "Vater, vergib ihnen, denn sie wissen nicht, was sie tun"
II. "Amen, ich sage dir: Heute wirst du mit mir im Paradies sein"
Parte II
V. "Mich dürstet"
VI. "Es ist vollbracht"
El Terremoto
El concierto se realizó el día 10 de abril a las 19 horas, en el Salón Cardenal Juan Francisco
Fresno ubicado en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el que los
intérpretes se ubicaban al fondo del lugar (coro en el escenario y orquesta al frente del escenario)
y el público estaba dispuesto en el resto de este, sentados o de pie y en distintos niveles de altura.
La acústica del salón no es la más apropiada, ya que la construcción provoca que el sonido no
llegue de manera ideal a la totalidad del recinto y la amplificación no mejoró mucho el asunto,
por lo que la audición del oratorio no fue la más óptima durante el concierto. A la entrada del
Salón Fresno se entregó el folleto con el programa, documento pertinente e informativo que
contextualizaba al auditor en la obra que se iba a interpretar, sin embargo cabe destacar la
omisión del nombre del concertino Gonzalo Beltrán entre los miembros de la orquesta. El evento
comenzó con palabras del rector de la Pontificia Universidad Católica Ignacio Sánchez, del
director del Instituto de Música Sergio Candia y del ya mencionado director general de la obra,
cada uno dando la bienvenida y poniendo al corriente al público respecto a lo que se iba a
escuchar. Luego de problemas técnicos relacionados con el aire acondicionado y las luces, partió
la obra con la introducción de la primera parte maestoso e adagio en re menor con el que la
orquesta brillantemente ambienta al auditor en la trágica escena del Cristo crucificado. Luego
entró el coro con la primera palabra “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” largo en
Si bemol Mayor, en el que todos los intérpretes de forma muy interactiva entre cada una de las
partes (coro, solistas y orquesta) suplican perdón por el error de la humanidad. Le sigue la
segunda palabra “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”, en la que se yuxtaponen
cantabile en Do Mayor. La tercera palabra “Mujer, he aquí a tu hijo; y tú, he aquí a tu madre”
grave en Mi Mayor resulta ser una oración mariana marcada por los crescendo vocales, clamada
por el pueblo que sufre por su falta. Acaba la primera parte con la cuarta palabra “Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?” largo en fa menor en el que los ejecutantes encarnan las
preguntas del porqué Jesús tuvo que pasar todo ese calvario, prometiéndole total fidelidad. La
segunda parte inicia con la introducción largo e cantabile en la menor puramente orquestal y
netamente de los vientos de madera y bronce, en el que no hacen falta las palabras para entender
a través de la música que la muerte se acerca para el mesías, siguiéndole la quinta palabra “Estoy
sediento” adagio en La Mayor con el que el coro transmite la ira por las injusticias que vivió
Cristo y los solistas tratan de calmar apelando a la compasión y la piedad, acompañados por las
cuerdas en pizzicato. Con la sexta palabra “Todo está consumado” lento en sol menor – Sol
Mayor llega como la resignación y espera del fatal desenlace del Salvador, en el que los
intérpretes toman un postura de lamento y suplica por sus destinos. La séptima y última palabra
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” largo en Mi bemol Mayor adopta un carácter
similar al de la palabra anterior, contrastando totalmente con la parte final del oratorio. El
Terremoto “Él ya no está” presto e con tutta la forza en do menor es el potente movimiento
cadencial con el que finaliza la obra, la que además de poseer timbales posee una ejecución muy
fuerte por parte del coro y la orquesta, con el que se expresa la ira total por la muerte de Cristo.
obra y de los músicos por parte de los numerosos auditores que llenaron el Salón. Cabe destacar
la proyección de la letra cantada en el oratorio y las reflexiones religiosas que proclamaba un
sacerdote como interludio entre cada sección, ambos elementos sumaron al entendimiento global
de la composición.
La obra de Franz Joseph Haydn es una total síntesis del sufrimiento de la crucifixión de Jesús
y de lo que significó para la historia de la humanidad, mostrando en cada sección los distintos
sentimientos posibles y contrastantes (ira, compasión, lamento, esperanza), los que despiertan
una reflexión religiosa y moral en el auditor creyente. Es fascinante la labor del compositor que
logró seguir su característico estilo basado en contrastes a pesar de los obstáculos impuestos por
el encargo, logrando crear perspectivas distintas en cada una de las sonatas y logrando en su
Ahora con respecto a la presentación del Oratorio “Las siete últimas palabras de Cristo en la
cruz” en el Concierto de Semana Santa fue bastante buena. El conjunto coral tuvo una destacada
participación que estuvo marcada por una bella sonoridad, buena técnica y afinación, precisión y
perfectos matices de volumen, faltando una mejor articulación del texto para el mayor entendido
por parte del auditor (sin importar que sea otro idioma). Los cuatro cantantes líricos solistas
respecto a la orquesta sobresale la ejecución de los vientos de madera y los bronces a pesar de
actuación de las cuerdas opacada por la deficiente afinación y excelente intervención por parte de
los timbales en el final. En cuanto al director Julio Doggenweiler supo manejar bien los matices
en la obra y logró cohesionar parcialmente a los intérpretes, ya que las cuerdas no le prestaban
suficiente atención.
El concierto me gustó por la calidad de los intérpretes y por la obra en cuestión, eclipsada
solo por algunos puntos bajos como la infraestructura y la actitud de ciertos músicos. Comparado
a otros conciertos de índole clásico al que he asistido, el concierto del que he hablado no tiene
nada que envidiar ni en calidad ni en gestión, sobresaliendo de los demás por los diversos
Bibliografía y Referencias
Díez Martínez, M. (2003). "Las siete palabras de Cristo en la cruz" de Franz Joseph Haydn: Un caso
L., M. M. (1976). Presencia de Joseph Haydn en Latinoamérica colonial y decimonónica: “Las Siete
Abril de 2017