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ATRIBUCIONES DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y

RECONCILIACIÓN NACIONAL

La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) fue una


comisión peruana encargada principalmente de elaborar un
informe sobre la violencia armada interna, vivida en
el Perú durante el periodo entre los años 1980 y 2000. Fue
creada en junio de 2001 por el presidente provisional Valentín
Paniagua, convocando a diferentes miembros de la sociedad
civil. Fue presidida por Salomón Lerner Febres, entonces
rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Además
de la investigación de la violencia terrorista de Sendero
Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), intentó profundizar en las causas
de esa violencia y en la dura represión militar contra estos movimientos terroristas, que cobró
principalmente víctimas civiles en este fuego cruzado. Para ello, recogió el testimonio de 16985
personas y organizó 21 audiencias con las víctimas de la violencia, a las que asistieron más de 9500
personas. El Informe Final se hizo público el 28 de agosto del 2003, ante el presidente
peruano Alejandro Toledo.

TESTIMONIO DE LA CRISIS DE VIOLENCIA EN AYACUCHO

EL ALMA NO SOBREVIVE TRAS LUCANAMARCA


La mitad del rostro de Eufrasia Quichua se rindió ante los
recuerdos de 1983. La parálisis le dificulta hablar pero no recordar.
Fueron chiquillos que empezaron a pregonar en Lucanamarca una
lucha a favor de los pobres y, bajo esa excusa, robaban ganado y
mataban a la primera queja.
Todos sabían que Oligario Curitumay y su familia eran senderistas.
“Decían que el partido tenía mil ojos, mil oídos y así han hecho
callar, pues. Pero cuando Marciano [comunero con más bienes] fue
muerto por reclamar el robo de sus vacas, nos levantamos”.
Oligario fue asesinado y quemado. Y ese solo fue el principio. El 3
de abril de 1983 la mitad el pueblo estaba en la puna, trabajando,
hasta que alguien gritó: ¡Vienen los terrucos! Unos bajaron por sus
hijos, otros fueron al cerro Calvario, a defenderse. “Mi esposo era
ex militar y con la honda le sacó el ojo a un terruco”, recuerda. Solo
tenían palos y huaracas, los senderistas machetes, cuchillos y
armas de fuego.
“Nos agarraron. A los hombres los echaron al suelo y con machetes y cuchillos les daban en la
cabeza, en el cuerpo, como si no fueran gente. Yo gritaba y era peor. Disparaban a los que corrían a
la iglesia. Unas vecinas se lanzaron llorando sobre los cuerpos y han tapado con sus polleras a mi
esposo… Si no hubiera sido por un niño que gritó: ‘¡Ahí vienen los sinchis!’, todos moríamos”.
Ese día no perdió a su esposo, Mauro Huancahuari, sino en diciembre, cuando él y otras
autoridades acudieron a una citación del cuartel militar Pampa Cangallo. “¿Qué hemos hecho para
que mi pueblo sufra así? Mejor en la matanza hubiera muerto, aunque sea lo hubiese enterrado”.
Ella recuerda que su esposo se fue un sábado a las 4 a.m. Recuerda cómo le sobrevino el derrame
por la desesperación. Recuerda que en 1990 escapó a San Juan de Lurigancho, harta de oír que iba
a morir como un perro porque sus hijas se casaron con policías. Recuerda mucho, y siempre.
Su boca semidormida ha hilvanado todo lo que no le permitió decir a la Comisión de la Verdad ni a
otra entidad. Pero sus recuerdos no caben en estas líneas.
HUIR DE LA PESADILLA PARA IR A HUAYCÁN
Lo primero que Delfina Raucana recuerda en su natal
Atacocha es cuando los senderistas reunían al pueblo en la
plaza para que vieran cómo morían sus paisanos.
“Preguntaban si cortaban cuello o daban balazo, no tenían
asco”.
Tenía 15 años cuando SL se la llevó. “Me hacían gritar por la
lucha armada. No podía cargar el arma y en la noche dormí en
un hueco, a golpes. Un día estuve y escapé”. Sus familiares
juntaron dinero para enviarla a Lima. Vivió en una invasión,
en Ate, pero regresó a los dos meses a Atacocha: su madre
había sido herida.
“Los militares la golpearon, la habían dejado como muerta, toda sangre. Una señora dijo que
seguro ella era terruca porque yo me había escapado y la han dejado así, moribunda, sin pruebas”.
Delfina y su madre llegaron a Huaycán con lo que tenían puesto, sin saber que el terrorismo
también se había apoderado de la zona. “¿Adónde íbamos a ir? Aprendió español a la fuerza, a
lidiar contra los que señalan a los ayacuchanos como terrucos. “Acá también los militares nos
hacían marchar y luego venía Sendero a amenazarnos por hacer eso”.
Ha tratado de regresar, pero no tiene papeles para reclamar sus tierras que fueron tomadas por
terceros, y los ancianos que se quedaron las tratan de cobardes por no quedarse a luchar.
Delfina se quiebra, no habla más. Ella y otros 282 desplazados de varias provincias se han unido en
la asociación Mama Quilla. Sus trabajos de arpillería y lana guardan más historias y luchas de las
que me puede contar.

LOS LADRIDOS SON LA ANTESALA DEL MIEDO


“Así que este es el futuro guerrillero”. Vidalina Salcedo no olvida la sentencia que le lanzó una
senderista a su recién nacido. Era 1992 en Parinachocas y con su esposo celebraba la llegada del
bebe hasta que los terroristas sacaron a la gente de sus casas para que vieran un nuevo
ajusticiamiento.
El miedo que recorrió su cuerpo la acompañaba desde mediados de los 80, cuando el alcalde y los
concejales de su pueblo huyeron y le dejaron la municipalidad al secretario: su hermano de 19
años. Él también terminó huyendo. “En la noche dejábamos de hacer las tareas cada vez que
ladraban los perros. Eso era señal de que los terroristas bajaban de los cerros y mis hermanitos
debían esconderse en el follaje, para no ser reclutados. Hablábamos bajito y mirábamos por los
huecos del adobe hasta que se iban”.
Vidalina y su esposo resistieron casi dos años más. “Una tarde vimos un bus militar detenido.
Llevaba 10 senderistas capturados, les pateaban en la cabeza. Allí estaba ella, la senderista que
entró a mi casa. Eso fue lo último que supe del terrorismo”, dice Vidalina y su voz apenas se
percibe.
Afuera, en su casa de Villa María del Triunfo, los perros ladran.

ANTES RONDERO, HOY ARTESANO


El rondero Alfredo está inflado de arcilla y empuña un arma de madera. Gedión Fernández dice que
no lo conoció, pero su historia es similar a la suya. Él fue obligado a integrar el Comité de
Autodefensa en su natal Quinua y ser parte de los 66 mil ronderos que hasta ese entonces se
contaban en Ayacucho y Huancavelica.
Su designación fue sorpresiva. Era 1989 y se alejaba de Cangallo, donde trató de enseñar cerámica
en los colegios desde 1985, cuando fue becado por Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por
su don de artesano. “Los terroristas habían copado los colegios y nos obligaban a incluir sus
cánticos y arengas”.
Se levantaba de madrugada para hacer rondas, vigilar desde las punas o pedir identificación a los
transeúntes. “Los ronderos iban en primera fila cuando el ejército buscaba terrucos. Cualquiera
podía morir”. Él y decenas de artesanos que migraron a Ate hablan poco de su pasado, pero
expresan todo en la arcilla. Fue su mejor terapia.

LOS QUE CALLAN…


Los desplazados de Ayacucho viven en los conos de Lima sin atención psicológica y buscan surgir.
Muy pocos tienen el certificado del Estado que los acredita como víctimas, aunque este solo les
sirve para colgarlo en la pared.
Su principal posesión es el miedo. El miedo de F. porque sus hijos no saben que de adolescente fue
secuestrado por Sendero. O el temor de T., que cree que en su barrio hay infiltrados. No quieren
hablar, no quieren fotos. Los que callan son muchos y su miedo no ha sido sanado

INFORME FINAL DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y


RECONCILIACIÓN

El informe final se presentó el 28 de agosto del 2003 en


una ceremonia realizada en el Palacio de Gobierno. Este
consta de nueve tomos donde se detallan los hechos
sucedidos durante los veinte años que cubre el informe.
Consta de tres partes principales: La primera donde se
relata el proceso, los hechos y las víctimas. La segunda,
que relata los factores que permitieron que se desarrolle
el conflicto. Y la tercera que explica las secuelas del conflicto y se postulan las
recomendaciones para que estos eventos no se repitan. A pesar de los esfuerzos de la CVR,
la sociedad civil ha sido muy indiferente a esta iniciativa.

LA MAGNITUD Y EXTENSIÓN DEL CONFLICTO


El conflicto armado producido entre 1980 y el 2000 es el conflicto de mayor duración,
impacto y el de mayor costo, tanto humano como económico, en la historia del Perú. El
costo estimado en vidas humanas es aproximadamente 69,280 personas, entre muertos y
desaparecidos. La causa del conflicto fue la decisión del Partido Comunista del Perú
Sendero Luminoso (PCP-SL) de iniciar una guerra popular contra el Estado peruano. Esta
guerra se produjo en el momento en que la sociedad peruana iniciaba una transición
democrática, luego de doce años de una dictadura militar, que era respaldada por la
mayoría de la población y los principales partidos políticos.

El PCP-SL causó el 54% de las víctimas fatales reportadas a la CVR. Su estrategia de combate
implicó el uso sistemático y masivo de métodos de extrema violencia y terror. El Estado
peruano, no tuvo capacidad para contener el avance de la subversión y los gobiernos civiles
dejaron que el conflicto se militarice al dejar la conducción de la lucha contrasubversiva en
manos de las Fuerzas Armadas. La CVR concluyó que la lucha contrasubversiva se realizó sin
tomar las precauciones necesarias para evitar el atropello de los derechos fundamentales
de la población civil. Incluso, las autoridades desatendieron las denuncias de violación de
los Derechos Humanos y se llegó a facilitar la impunidad de los responsables. Las Fuerzas
Armadas son responsables del 37% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR.
Otro factor a considerar es la aparición del fenómeno del narcotráfico durante el mismo
periodo. La magnitud de éste y la respuesta de las Fuerzas Armadas provocó que la zona
del Alto Huallaga fuese uno de los mayores escenarios del conflicto interno.

La distribución geográfica del conflicto, el cual se


concentró en las zonas más pobres del Perú,
provocó una sensación de exclusión e indiferencia.
Las principales ciudades, en especial las de la costa,
no estuvieron en el centro del conflicto4 Fueron las
zonas rurales y las más pobres las que tienen el
mayor costo en vidas humanas. Esto no significa
que la pobreza sea la causa del conflicto sino que
son los sectores más pobres los más vulnerables a
la violencia armada.

La violencia tampoco se distribuyó equitativamente a lo largo de los años. Existen dos picos
que marcan diferentes etapas del conflicto armado. El primero, 1984 corresponde con el
momento de mayor intensidad y de mayor número de muertos. Éste representa el inicio
del conflicto y se centra esencialmente en el departamento de Ayacucho. El segundo, 1989,
corresponde con un recrudecimiento de la violencia, luego de un periodo entre 1986 y
1987 de mediana calma, a partir del cual se mantiene una violencia casi constante
hasta 1992, año de la captura de Abimael Guzmán Reynoso. Durante esta fase, a pesar de
que la violencia no llegó a los mismos niveles de 1984, si se expandió a la mayor parte del
país.

La estimación estadística de la pérdida de vidas humanas fue cuestionada en el año 2009


por el entonces vicepresidente, Luis Giampietri.

LAS ORGANIZACIONES TERRORISTAS


Sendero Luminoso
La organización subversiva y terrorista autodenominada Partido Comunista del Perú fue la
iniciadora y principal causante de la violencia durante el periodo de 1980 y 2000. Fue
responsable del 54% de los muertos y desaparecidos reportados a la CVR. Se estima que la
cifra total de víctimas fatales ocasionadas por Sendero asciende a 31,331 personas, lo que
representa aproximadamente el 46% de víctimas fatales de este conflicto.

Sendero Luminoso surgió como una facción de la tradición maoísta en el Perú producto de
las sucesivas rupturas ideológicas del movimiento comunista internacional. Un hito
fundamental fue el debate acerca del uso de la violencia como medio para la revolución
entre el movimiento chino y el movimiento soviético. En el Perú este debate se expresó con
la división del Partido Comunista Peruano entre Unidad (pro-soviético) y Bandera Roja (pro-
chino). Abimael Guzmán tomó partido, en ese entonces por Bandera Roja.

La ideología de Sendero tomaba supuestamente como base la ideología de los pro-chinos,


o sea el Maoísmo. Otro aspecto importante de la ideología senderista era que mantenían la
verticalidad como principio. Es decir, su estructura organizacional estaba conformada por
pequeños núcleos cohesionados ideológicamente, los cuales eran fuertemente
dependientes del Partido (Sendero Lumninoso).

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru


El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (o MRTA) también fue responsable de la
violencia sufrida en el Perú durante las últimas décadas del siglo XX. Esta organización
subversiva desato una guerra revolucionaria en 1984, momento en el cual el Perú se
encontraba consolidando un proceso democrático que era apoyado por la mayoría de la
población. El MRTA es responsable del 1.8% de las muertes producidas durante ese
periodo.6 El MRTA organizó el Ejército Popular Tupacamarista el cual estaba conformado
por columnas de guerrilleros uniformados y con armamento de guerra. A pesar de
proclamar que respetarían las Convenciones de Ginebra [cita requerida] en sus acciones armadas,
el MRTA cometió graves violaciones a los derechos humanos, como asesinatos y
secuestros.

Las Fuerzas de seguridad del Estado


Los gobiernos de la década de 1980 fracasaron al organizar una estrategia contrasubversiva
eficaz, que pudiera derrotar a las organizaciones terroristas y que respetara los derechos
humanos. Se cometieron errores de diagnostico y de estrategia. Recién a comienzos de la
década de 1990 se logró establecer una estrategia que privilegiara la colaboración con la
población civil y el uso de la inteligencia, lo que llevó a la derrota de las organizaciones
subversivas.

Los cuerpos policiales


Fueron los primeros blancos de ataques de
sendero luminoso, ya que en algunas
comunidades de los andes eran los únicos
representantes del estado. Al eliminarlos SL
buscaba crear un nuevo poder. El estado
respondió organizando patrullas
contrasubversivas, comandos especializados en
destruir al enemigo antes que en proteger a la
población. Durante este proceso la Policía
Nacional se sometió al mando de las Fuerzas
Armadas. De esta manera se convirtieron en una
fuerza auxiliar. A partir de finales de la década de 1980, privilegiaron las tareas de
investigación. Esto contribuyó de manera significativa al fin de la guerra interna, al permitir
la captura de la cúpula de Sendero Luminoso.

Consecuencias del Conflicto y Recomendaciones de la CVR


Se concluyó que durante los años de guerra murieron alrededor de 70 mil personas, de las
cuales más de 20 mil resultaron ser víctimas de las fuerzas armadas. Los gobiernos
de Fernando Belaúnde, Alan García y Alberto Fujimori tenían responsabilidad en la
represión, aunque la mayoría de las violaciones de derechos humanos, y las más atroces, se
produjeron durante el gobierno de Alberto Fujimori.

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