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Conferencia Guy Briole

Nada es comparable con la guerra, pero lo que ella revela es cuán semejantes son los hombres. Son
semejantes y es por eso, entre otras cosas, que continuan combatiendose en todo tipo de guerras. No
piensan el fin, por el contrario, su imaginación se extiende hasta un horizonte infinito. Para entrar
sin tardar en el nudo de la cuestión que vamos a abordar hoy, retomaré un pasaje de la conferencia
realizada en el Claustro de Sor Juana en la ciudad de México en septiembre de 2016, titulada “El
cuerpo del enemigo”. Me cito a mí mismo: los hombres y la ayepción de la que pueden ser capaces
permanecen a través de los siglos, la guerra no explica nada, tan solo delimita un contexto donde lo
peor del hombre se desencadena contra su semejante. Lo hace muy singularmente estragando y
debastando el cuepro del enemigo mediante actos bárbaros con carácter frecuentemente sexual. Es
su más allá de la perversión, es a la vez la depreciación del otro, casi siempre femenino y la
destrucción real de la matriz lo que está en el origen de la vida. Antes, o después de que ellos
mismos, los hombres se hayan enfretado cuerpo a cuerpo, el cuepro de las mujeres y de las madres
es el espacio a dónde los hombres llevan y siguen sus guerras.
Vamos a centrarnuestras observaciones sobre las madres en la guerra pero como ustedes
comprenderan, eso nos llevará inevitablemente a hablar también de los padres.
Madres frente a la guerra, madres de la guerra. Tutifratelli es el grito que ?? en fundador de la cruz
roja internacional lanzó en sonferino en el campo de la espantosa batalla que se libraban las tropas
de Napoleón III y Francisco José I de Austria y que en un día, el 24 de junio de 1859, causó 40 mil
muertos y heridos. Tutti fratelli, todos hermanos, como lo recordaba ahora adolfo todos hijos de una
madre pero no de la misma, cabe decir de entrada en las guerras, en una misma guerra, el
significante madre no es unívoco abarca extremos que este calificado Madre, nos permitiría
imaginar. Todos los que participan en una guerra tienen una madre, cada uno la suya, el significante
madre no nombra un universal, por el contrario, el plural sugiere la idea de la diversidad del lugar,
subjetividad compro… resignación, lucha implacable. Es lo que desarrollaremos en esta
conferencia.

Una aversión de la guerra, se ha podido caricaturizar a las madres y movilizándolas en la


representación del dolor por el hijo que se ha ido a la guerra, considerandolas como ya de duelo por
el que han perdido por adelantado pieta admirable por haber brindado a su hijo a la nación. Pero no
es seguro ni mucho menos que las madres amen las guerras, alguien”” frminismo 1970 se pregunta
más bien lo contrario y si las madres detestasen las guerras, considera que las mujeres de final del
siglo 19 y principios del siglo xx fueron engañadas por lo que una sociedad en movimiento les
proponía, les proponía al involucrarlas en la alegria de la revolución donde sus luchas feministas
encontrarían un lugar. Finalmente se encontraron confrontadas a la obligación de aceptar la guerra.
Frente a la guerra, dicho con más precisión, frente a la voluntad decidida de los hombres de
guerrear, las mujeres habían quedado desarmadas, realmente sin armas para frenar a los hombres,
locos o conscientes, valientes o cobardes, para impedir que partiesen para el combate a veces con
alegría, como en 1914, en la segunda guerra mundial en francia contra los alemanes, dejando atrás
mujeres y niños, por un ideal patriotico triunfante.
Si bien esas mujeres fueran desarmadas no quedaron sin recursos cuando se trató de reaccionar
madre de ?? una compañera de ?? educadora militante para la paz lo dice de esta manera “nos
quedaba a un una tarea, una tarea sagrada e imprescriptible: salvar a los niños del desastre” he aquí
a la mujer suplantada por la madre. Otra interpretación es posible si se considera que las reacciones
de las madres pueden ser también una respuesta a la inconsecuencia de los padres, los cuales
partieron a la guerra dejando a los niños a su cargo. Entonces se perfilan dos vertientes, la vertiente
madre al ocuparse de los niños y la vertiente mujer: la lucha política. Es la respuesta de la mujeres
del principio del siglo a estos padres que van a hacerse matar con alegría, los niños serán el porvenir
del país, ocuparse de ellos, educarlos es hacer política. Ya sea en el campo, ya sea en las fábricas,
las mujeres sostienen la actividad económica y forman a la juventud. Su objetivo es asegurar la
continuidad y la actividad económica del país y también preparar la revancha, la revancha de la
guerra, pero según ?? no la de los patriotas, sino la del espíritu sobre la barbarie. Frente a la guerra,
una mujer parece más desarmada, esta es la estampa popular que la realidad de las guerras pasadas
y aun recientes no han logrado desmentir.
Madres del efecto de la violencia.
Para las mujeres embarazadas por la violencia física de una violación por parte de un soldado
enemigo o no o de un colectivo, el niño puede aparecer como lo que presentifica las violencias que
ellas han padecido.
La existencia real de este niño les puede asustar tanto más cuanto como todo niño demandan
contacto y el seno para ser alimentados. Horrorizando a esas madres con sus demandas devoradoras,
podría ser vivido como un extremo de la violencia sádica-oral presentificada por como lo dice
Lacan, “la presencia de la garganta abierta a la vida”. De hecho pueden hallarse diversas variantes
según el entorno de esas madres y su cultura, existen sociedades, comunidades, donde el niño
nacido de una mujer es el niño de la comunidad. Entonces, tanto la madre como el niño, son
acogidos y sostenidos, en otras (comunidades), madre e hijo pueden ser rechazados en bloque.
Algunas veces uno de ellos es rechazado pero el otro no, finalmente poniendo a ambos, madre e
hijo, en peligro. Pero la cuestión no se limita a la integración social o comunitaria, es el niño mismo
el que puede ser vivenciado como extranjero respecto a la madre, por la propia madre. Ellas hablan
a veces de él como un ser extraño y puede parecer sorprendente, aprenden a amarlo así, como lo
dice una de mis analizantes: puedo ocuparme del niño de una amiga, de una vecina, luego, me
pregunto, me digo a mi misma, que este niño, que es mío, lo puedo también amar así, ajeno a mí
misma. Otras madres forman un bloque con este niño, forman Uno contra la violencia del mundo,
con la idea de salvarse de a dos. Más allá del genitor, al cual borran cuanto se puede para
mantenerlo en un anonimato que cubra la violencia que está ligada a él y a la vez para dejar una
posibilidad de hacer del niño un objeto amable.
Hay otra figura que las guerras presentifican y que desplaza el genitor hacia un hombre que ellas
eligen convertir en padre sin que él se entere, aunque a veces el padre investido adopta el niño de
esta mujer a sabiendas como si fuera suyo. Subrayemos que las guerras no son indispensables para
eso.

Los hijos de la madre y la guerra.


El guerrero moderno, como el de ayer, no escapa a la regla definida por George Dumezil que dice
“nadie hace la guerra por sí mismo, sino siempre por cuenta de otro”. Allí, donde se cree único, no
es en realidad más que un instrumento de lo colectivo, un instrumento de guerra que hoy en día
provisa de protecciones equipado por la electrónica, se siente invencible y no puede pensar más que
en la muerte del otro. Este guerrero moderno podría ser uno de estos hijos de los que habla Freud y
que escribiría desde el Frente “querida mamá, cuando te mueras”, se funde más que identificarse en
el máquina máquina indestructible, quiere creer en él, pero los hechos, sobre todo de guerra,
desmontan las utopías. El hombre olvida también, que aunque fuera de plomo, los soldados de su
infancia, no tenían existencia más que si eran animados por su propio imaginario, a veces, bajo la
mirada benévola de su madre. Uno de ellos podría triunfar frente a un ejército entero y ser objeto de
pasión del niño, llenadole de entusiasmo como algunos combatientes que se fueron a la guerra. En
otros momentos este mismo ejército de figuritas llegaba a ser el objeto de total indiferencia, cuando
el interés del niño se dirigía a otro lado, hoy el juego es interestelar y el niño de ayer vuelve a
encontrar interés por cuanto la realidad de la guerra parece confurndise por las ficciones de sus
videojuegos – saber ahora que se puede matar a personas individuales a 7mil o 10 mil km detrás de
una consola – la crueldad infantil transferida ahí se despliega sin límites, eso no escapa a las
madres. Frente a lo real devastador que se desata por todas partes, las madres atraviesan las guerras
como cualquier otro sujeto: adaptándose a lo imprevisible del instante, o bien a lo ya sabido del
tiempo posterior de lo que va a surgir y ningún orden social, ningún ideal materno, ninguna moral,
ningún concepto psicoanalítico, pueden reducirlas al hecho de que sean madre. Así pues las madres
son diversas, buenas malas tiernas crueles comprensibles, intratables heroicas cobardes combativas
derrotistas rebeldes sumisas etcétera. El destino de sus hijos está a menudo a su cargo exclusivo
ellos también están atrapados como ellas en los turbulencias de los caprichos del otro guerrero.
Veamos algunas coyunturas.

1ra coyuntura: la vida del hijo antes que todo.


Algunas mujeres han podido en condición extrema en la que su suerte estaba sellada por las
circunstancias (los convoyes de armenia, la exportación de la shoa), decidir separar su destino
irremediable del de su hijo, tenemos testimonios de jóvenes madres armenias atrapadas en convoyes
de deportación y de exterminio donde lo que amenazaba: ser humillada, dada, vendida maltratada,
destripada, ejecutada, se hacía íntimo en un mundo que envolvía, contenía y no era más que
abyección. ¿ćomo transmitir lo arbitrario de un deguelle, de una ejecución?
El drama de estas madres a las cuales arrancan a sus hijos, otras que lo ofrecen para que vivan
cuando ellas vuelven después a la fila interminable de los muertos vivientes.
Disponemos también de los innumerables testimonios de madres judías, madres judías que
confiaran sus hijos a familias, instituciones, una que se hizo internar en un psiquiátrico para que sus
hijos fueran colocados en el orfanato donde estaban protegidos, otras que suplicaron en plena
urgencia de una redada que un transeúnte les llevara a sus niños, otra que lo dejara encerrado en un
apartamento para que se salvaran. La lista es nfinita de todo lo que han podido inventar esas madres
para salvar a los hijos separandose de ellos.

2da coyuntura: Tener un hijo era considerado como un punto débil de una madre cuando se trataba
para esta persona de entrar en una red de la resistencia. El riesgo era que el hijo fuera tomado como
rehen y amenazado de maltrato y que en este momento la madre hablara, pero en el fondo porque
un padre sería menos sensible a esta cuestión.

3ra coyuntura (entendés bien que voy rápido porque cada uno necesitaría un despliegue más
importante) la madres y los secretos. Particularmente los secretos que rodean todo lo que concierne
a las concepciones del niño, el momento en que ellos han venido.

4ta coyuntura
cuando una madre entrega a su hijo al enemigo. Lo denuncia, prefiriendo que sea detenido, incluso
se muera antes de que, una u otra una novia se lo quite, es un caso de mi práctica: el hijo y la novia
finalmente se salvaron y se casaron. (¿lo encontrais divertido?) bueno, pero este hijo nunca pudo
separarse de esa madre con la cual mantuvo una relación fusional y no pudo jamás hacerle el más
mínimo reproche. La paseaba cada fin de semana en su gran auto que conducía con él decía “a
tumba abierta”.

La guerra, las madres y la transmisión.


Si bien la historia es una cuestión de interpretación, podemos decir con freud y lacan que no hay
inconsciente histórico, a la salida a la segunda guerra mundial, los hombres se quedaron atónitos e
incapaces de hablar del traumatismo impensable que constituyeron la ignominia de lo ?? en el
corazón de la vieja europa, el horror de hiroshima. Se callaron para sobrevivir, satisfaciendo la
necesidad de la reconciliación aparente (He dedicado una conferencia entera en Bogotá a este tema
de la reconciliación después de la guerra; de la paz después de la guerra en la cual participa la
cuestión de la reconciliación) dejando el odio intacto profundo, abrasador al quedar contenido en
refugios imaginarios. Lacan ha insistido en cómo estos mecanismos de defensan sellan, hay un
destino que se transmite a través de las generaciones y debo subrayar una frase que he extraído del
adolescente de dostoievski que da un relieve singular a esta reflexión, la frase es la siguiente
“existen niños que desde su infancia han sido ofendidos por la fealdad moral de sus padres”.
Entonces, ¿qué transmisión? Por esta parte de esta conferencia, de nuestra reflexión me apoyaré en
lo siguiente: el libre notable de un psicólogo israelí Dan Barón que se llama “La herencia infernal”
qe es una transcripción de testimonios que ha recibido en alemania de hijos e hijas de nazis, los
relatos de mary schecks que se llaman los laureles del lago de constanza cuyo padre era el brazo
derecho de Jack dorio uno de los ideólogos franceses principales del colaboracionismo. El libro de
Dominico fernandez Porfirio y Constanze, también, hijo de colaboracionista y sobre mi práctica a
partir de la cual se pueden despejar unos cuantos puntos elaborados por pacientes en su cura.
En la generación de la posguerra casi todos los ciudadanos que componen un país hombres, mujeres
y niños son supervivientes o descendientes de los que han sobrevivido a las guerras que han
atravesado y devastado su país. Hoy, son los hijos, los nietos o bisnietos que soportan esas heridas,
para mucho, aun abiertas, son los descendientes de los supervivientes, hechos de los tejidos
desgarrados de la guerra, aunque todos, los que han atravesado guerras torturas, negación de sí
mismo o del pueblo al que pertenecían, hallan tenido una terrible dificultad para hablar del horror
que han podido vivir psicológicamente y en su cuerpo, pero sin embargo, algo de esas historias se
ha transmitido a pesar de todo. Luego, se plantea en efecto saber qué ha podido ser transmitido a los
hijos de aquellos cuya ignominia ha sido reconocida y condenada, pero también, aquellos cuyos
padres han vistos sus ex-acciones veladas por los Estados, de forma que no llevan nombre, que no
han sido inscritas en la conciencia colectiva. Si un sujeto no tiene más elección que asumir la
cuestión originaria del defecto de la transmisión de la castración debe también de una forma más
general soportar las faltas de sus padres, pues, si la cobardía paterna es estructural, puede también
por añadidura expresarse en actos que marcados por lo real de una conducta, quedarán inscritos en
lo colectivo. El padre, colaborador, verdugo, incluso asesino legal no es más que una de las
versiones de la cobardía paterna, lo que queda afectado es el padre idal, padre ideal marcado por la
falta real que provoca vergüenza. Si bien, la culpabilidad está ligada a lo simbólico, la vergüenza
ella está del lado de lo real, la culpabilidad es lo que deja esperanza de un padre ideal siempre
posible, la vergüenza no. Dan Bar-on, se interroga para saber ¿qué mensaje de esperanza estos
padres han podido transmitir a sus hijos? Claro que es posible sobrevivir a la vergüenza
principalmente echando la culpa a los demás: la sociedad, el contexto histórico o el padre. La
eficacia misma de ese desplazamiento puede faltar cuando al sujeto al advertir el subterfugio le
retorna la vergüenza en un sentido insoportable.

Destinos.
Ha esta falta parental real el sujeto puede a veces identificarse, adoptando actitudes de exclusión,
expatriación, reivindicación, militantismo, o por lo contrario arrepentimiento y reparación. Muchos
de esos niños ahora ya adultos viven replegados, apartados de toda vida social, otros, escriben sobre
el fascismo, sobre su padre, otros, han conseguido alojarse en la universidad donde redactan tesis
sobre la historia sin poder parar. Algunos han encontrado una solución en la solución religiosa por
último, algunos pocos continúan su ruta en grupos extremistas facsistas, pero su rasgo común es la
soledad. Uno se las tiene que apañar solo, no molestar a los que se esfuerzan por minimizar, olvidar
o en otras partes celebrar a su héroes. Estos padres se habrán equivocado, no habría nada más que
decir porque en el fondo no serían lo que dicen de ellos: el error es inhumano.

La implicación culpable de los padres.


¿Qué ha podido determinar a estos hombres y mujeres a convertirse en actores de lo horrible?
Frente a otros que habían sido el objeto de la selección deliberada, selección que apuntaba a su
destrucción sistemática. Las tesis son contradictorias, no obstante, no permiten defender el azar
como lo sostiene uno de ellos. Su padre buscaba a un jefe Dorio”” el colaboracionista o “DeGol”
para él, como para otros, por otra parte, el torpedo de la flota francesa Almercerquibir?? fue
determinada, salvar el honor de la nación por la elección de la nada. La traición es el otro quien la
comete, primero aquí el inglés que bombardeó la flota francesa y por asimilación DeGol que
luchaba contra el poder de Vici. Por tanto, la traición es el otro quien la comete. Todo parece
comprenderse, el juego de manos tiene éxito, lo cual permite a uno des...decir, habría poder ser
asimilado a lo justo a la Francia Libre en lugar de ser catalogado en los traidores de la colaboración.
La primera responsabilidad es en otra parte, la historia, dicen reestablecerá la verdad. Es la derrota
que produce la culpa, todas esas explicaciones apuntan hasta el extremo a justificar el padre, y a
reestablecerlo como padre posible. Para aquellos que por el contrario ponen en el primer plano el
reconocimiento de la culpa, la delegación revela la dimensión de verdad del inconsciente. “No
vayan a pensar que intento blanquear a mi padre, no es mi intensión, no tengo derecho” decía uno
de los hijos de ??.
En cuanto al papel efectivo de los padres es pertinente separar a los que ocupan puesto de dirigentes
o ideólogos del Estado de los que están al nivel de los ejecutores. Los hijos de los primeros, guardan
una cierta distancia, un dominio aparente sobre los acontecimientos. Sus recuerdos penosos se
refieren a la debacle al tiempo en que pasaron de hijo de héroe temido y honrado a hijo de criminal.
Es impactante notar que las víctimas no son evocadas, no son evocadas más que en espejo de sus
heridas internas, incluso puede que en algún relato no se haga referencia a ellos mas que de manera
elusiva.
Para los hijos de los ejecutores lo invariable es: ellos han obedecido órdenes y la identificación con
las víctimas predomina ahí, todo lo contrario de lo primeros. Para ellos, no hay mediación de la
función del poder o de la ideología, en cierto modo, son ellos, los que han sido designados para
asumir la culpa, son ellos a quienes el grupo quiere mantener en silencio, hasta incluso en sus
procesos psicoterapéuticos o psicoanalíticos. Para aquellos que articularan su demanda en torno a
esa cuestión, la respuesta de los terapéutas oscila entre una actitud de consuelo falsamente
comprensiva y una prohibición de hablar sobre este punto que la considerado como un síntoma que
obstaculizaba a la cura: asocie, asocie libremente pero ahorrese sus pesares por su pobre padre que
no ha hecho más que cumplir con su deber. Eso para aquellos que se sintieron rosados por la ética,
es lo que les pasó, al secreto insoportable responde un “no busque saber”.
En las familias esta cuestión y la cuestión del secreto es central, aumentando el muro de la
incomprensión y reavivando sentimientos recíprocos de odio. Muy pocos padres hablan de los actos
que las reprochan, al silencio de los padres y madres, viene a responder el de los hijos que son ellos
mismos muy ambivalentes a este saber que es cayado. En francés hay una forma gramatical
particular “je craininepart” “temo que hable”, podríamos decirlo así. Embarazados por esta falta de
palabra, teman que sobrevenga aunque haya una probabilidad ínfima de enterarse de algo y
finalmente no quieran tomar este riesgo. Si unos y otros, padres e hijos salen de este secreto
tropiezan con el no querer saber no querer saber del otro. Loshijos que han querido forzar esta ley,
esta ley del silencio, y que han querido saber han chocado con una reprobación del grupo, incluso
de la familia, y se han encontrado aun más aislados, rechazados. Aquello con lo cual esos sujetos se
han confrontado es con un padre embarazaso, un estorbo. ¿Dónde lo vamos a meter si interroga a
una niña pequeña, que se topa por primera vez con su padre al cual jamás había visto y lo encuentra
una primera vez? ¿Dónde lo vamos a meter? Para otros es la muerte, la que hace pesar a la ausencia,
para algunos puede tratarse también de un padre amenazante, que nada limitaría en su goce y que
podría hacer a sus hijos lo que dicen que hizo a otros. “Tenía realmente miedo de que me matara mi
padre” me decía un analizante. Para todos es un padre que insiste por defecto.

Si he tomado el tiempo de desarrollar particularmente esta cuestión alrededor de los padres es que
ahora vamos a ver la influencia de la posición de la madre, en lo que concierne a las diferentes
figuras de padre, sean de culpa, de traición o de desmerecimiento, la posición de la madre en
relación con el padre debe ser tomada en consideración en las incidencias que han podido tener
sobre los hijos. Algunas habrían sido mantenidas aparte, son presentadas como inocentes, como
mujeres de deber, que antes que nada se habían consagrado a sus hijos, identificadas como ellos
víctimas, forman un bloque, dedicado al sacrificio.
Otras siguieron su vida como si no supieran protegiendo al padre con la pantalla que tendía a
enmascarar su implicación. Algunas impusieron una respuesta de la pareja y anularon para sus hijos
hasta la existencia del padre. Cito uno “jamás una palabra contra el colaborador, el adultero,
ninguna palabra de censura había tiranizado tanto como el silencio frío de sus ojos” Por último,
algunas se opusieron a la implicación de sus maridos, sonsus hijos aquellos que progresaron más a
las cuestiones sobre le padre y que se han dedicado más a la búsqueda de la verdad. Veamos dos
figuras de esas madres, la primera la llamaré, una nadadora incomparable. Hans Josepg tiene 27
años cuando decide enterarse de lo que ocurrió para su madre durante la guerra en una pequeña
ciudad alemana cripen, en esta pequeña ciudad, su madre dirigía la biblioteca de una institución
religiosa y apoyaba a un movimiento local de oposición al auge del nazismo. Como es que en la
tormenta esta mujer acabó casándose con uno de los jóvenes miembros de la SA,
StumAubilunguen, HansJoseph es el hijo único de esta pareja, para dejar de ser el oyente ingenuo
de su madre como lo dice él, hará lo que siempre se negó a hacer: encontrarse con personas de la
ciudad donde todo se jugó para sus padres. Ha escuchado frecuentemente relatos sobre este pasaje,
sin embargo no sabe nada decisivo, a los 40 años publica un niño: el Seto, que comenzó por esta
constatación, su madre a pesar de ser una narradora incomparable e infatigable jamás a podido a
bordar el pasado más que a través de un embrollo del discurso cuyo efecto es producir confusión en
el que lo recibe. Eso es lo que dice: “con mi madre hablamos mucho, ella cuida que no haya ningún
tiempo hueco, a veces, preferiría que se callara un momento, pero esta idea no se le ocurriría jamás.
Una pausa rompería irrebocablemente el transcurso de una conversación, mi madre no entiende
nada de pausas, ahí está el problema, cuando cuenta una historia volverá a contar esta historia
siempre de la misma forma, todas las veces que se les pida, es que no es una madre que no habla,
pero habla siempre lo mismo, utilizará las mismas palabras, mencionará los mismos detalles,
mantendrá la misma valoraciones, sí, así es como habla mi madre”, concluye él. He aquí una madre
que no se niega a hablar con su hijo, de este periodo sobre el cual muchos se callan, pero el hijo, ya
conoce todos esos relatos que ha oído innumerables veces, a puntan, a algo importante y luego lo
pierden de vista, “¿cómo interrumpirla?” se pregunta él. “¿Cómo atravesar el grueso muro de ese
silencio charlatán?” Porque nació el seis años despúes de la guerra, acabará por descubrirlo, su
madre, en los últimos días de la guerra había visto su hijo morir en sus brazos por la explosión de
un obus, despúes siguieron deos abortos naturales, al final de la guerra, ella no quiso irse de su
pueblo y pasaba sus días en el cementerio ante la tumba de su hijo, no hablaba con nadie, estaba
como sepultada en si misma. El nacimiento de Hans Joseph, fue complicado, temieron por la vida
de la madre y por la del hijo, nació una mañana, al alba, ella prometió a sí misma no abandonarlo
jamás, borrar los recuerdos, tachar el pasado, son promesas que lo cotidiano a veces desmonta.
Entonces ella se inventó un espacio imaginario donde podía permanecer pegado a él envolviendolo
con esas palabras, siempre las mismas inmutables, era ese espacio imaginario en el que ella lo
llevaba a todas partes con ella, lo que le era imposible deshacer. No obstante debía cada día
acompañarla, la madre, al cementario, a la tumba de su hermano. Durante mucho tiempo no se
opuso a ello. Cuando lo hizo, algo de la relación con su madre se alteró y no pudieron salir de este
discurso, siempre el mismo, y que no expresaba nada más que el aislamiento, el emparedamiento en
el que estaba esta madre. La historia de la guerra estaba enterrada en lo más íntimo de su pérdida
insuperable.

Segunda figura: el padre siempre perdonado.


Los padres de Mary, eran jóvenes, guapos y felices, con tres hijos, el puesto de director de fábrica
que su padre ocupaba. El frente popular de izquierda y el comunismo los asustaron y el padre
adhirió al joven partido anticomunista fundado por Dorió. La política y la colaboración, invadieron
todo a la vez vivían a lo grande. Mary nació en 1942 y se define ella misma como una hija de la
colaboración. El final de la guerra, la derrota del ejército alemán, el derrumbamiento del régimen de
Vici, el arresto de su padre, la desolación de su madre, todo eso es lo que surgió al fin de la guerra.
Ella, la madre se aferraba a su hija, dormirán juntas, le hablará todos los días de su padre, por lo
mucho que lo echa de menos ella, la madre. La llevará, la hija, a todos los trámites administrativos
para ayudar al padre, para defenderlo, el pueblo quiere la cabeza del padre, condenarlo a muerte.
Ella, la madre, lo salvará in extremis. Una mañana, más temprano que de costumbre, la madre la
pone guapa y la arrastra a un edificio de la policía, un hombre es introducido en el espacio entre dos
policías, “mi madre se arroja sobre él con un grito que yo no conocía, se queda apretada contra él,
cuando lo suelta él se vuelve hacia mí y me dice ‘¿no me dices buenos días?’ leextiendo la mano y
le digo ‘buenos días señor’; era mi padre, no me dio miedo, hubo que separarse por muy numerosos
años”.
Un breve diálogo madre hija a la salida de la prisión (55:10)
¿No lo has reconocido, madre no lo había visto, la próxima vez no le dirás señor verdad? ¿Cuándo
lo volveremos a ver? Nosotras iremos a verlo, está prisionero, no puede vivir con nosotros, habrá
que quererlo mucho, rezar y, replica la niña, comerse la sopa ir a misa lavarse las manos y quererte
a tí, si también eso, dice la madre. La posguerra instaló su clima, la niña pequeña se hizo un mundo
cerrado donde no penetraban los ruidos que concernían al padre. Todo el mundo hacía como si no
supiera nada, jamás me trataron de hija de colaboracionista, “toda su infancia, dice ella, tienen un
jardín, me hundí en la espesura del ramaje del mío, para huir de este padre desconocido que regreso
demasiado tarde del viaje”

El amor del padre más allá de la falta y de las madres.


Antes de saber quería olvidar, es la fórmula que pocas personas hacen suya, si bien al experiencia
muestra que la elección exhibida de saber se topa con una voluntad decidida de no saber. Olvidar,
reparar, para que el amor hacia el padre sea aún posible, para hacerlo existir, más allá de la falta
grave cometida, mas allá de la muerte. Ahí está la ilusión, la falta ética que deja a esos sujetos con
un imposible de soportar. Pero esta cuestión del olvido también nos concierne, no es únicamente el
asunto de algunos designados aparentemente para encarnarlo aunque sobre la escena privada, el
olvido sea una necesidad, “en la escena social el olvido es una traición”escribe uno de nuestros
colegas Francis ?? Queda por hacer valer el optimismo de Freud, o más bien su esperanza “persiste
siempre algo que la guerra, que la más atroz de las barbaries no puede destruir de la civilización de
las huellas de una cultura, sin embargo, es a lo que las guerras siempre, en el pasado y aún hoy
apuntan, a las destrucción de las huellas, de las herencias de los pueblos, de las religiones, de los
agrupamientos sociales, de lo que formaba un parentesco, en esto la guerra es desprecio de la vida
insulto a la maternidad”, lo desconocido de las madres, del soldado desconocido es el título que he
dado a esta conferencia para decir, que tratándose tanto de madres como de hijos hay que
separarlos del grupo que pueden identificarlos bajo un S1 predeterminados por el amo y no
solamente del que preside a la guerra.

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