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Motivación para estudiar

No hay nada mejor que estudiar. Es una terapia muy efectiva. Puedes utilizarla en cualquier
momento y utilizar diferentes medios para lograrlo, te ayudará a visualizar nuevos mundos y
ayudará a mejorar tu cerebro, podrás hablar de diferentes temas y nunca te aburrirás.

Estudiar, además de ser un derecho, es un privilegio, todavía, en pleno siglo XXI hay lugares en los
cuales las personas tienen que caminar horas y horas para poder llegar al sitio en el cual tomarán
sus clases, atraviesan valles, montañas; lo hacen bajo un sol abrumador o bajo la lluvia, por senderos
y carreteras y por supuesto deben regresar a casa después de haber estudiado con el estómago
vacío y esto sucede en nuestra amada Latinoamérica desde argentina hasta la frontera norte de
México.

¿Cómo es posible que una persona tenga tantos deseos de estudiar y no tenga a su alcance una
escuela? La desigualdad es indignante, los servicios públicos de pavimentación, luz, agua, drenaje,
escuelas, no son los mismos para toda la población. Continuamente nos salen con el hecho de que
un niño de Chiapas o de un pueblo, de una escuela muy pobre sacó el mejor nivel de
aprovechamiento, está muy bien que lo haga y se le aplaude, pero lo que verdaderamente se tendría
que aplaudir es cuando, no un niño, sino la mayoría de los niños que son pobres y que viven en
pueblos lejanos tengan un mejor nivel de aprovechamiento como resultado de los cambios que se
han llevado a cabo en las distintas áreas que rodean la enseñanza.

Porque no es solo la inteligencia del niño lo que cuenta, puede haber niños excelentes, pero al
no tener los medios necesarios sus habilidades no se van a desarrollar tanto como se podría. Es
necesario tener aulas en buen estado, con luz, con Internet, si no es mucho pedir. Escuelas que
tengan bancas en buen estado, pizarrones, materiales, agua potable, desayunos para los niños,
profesores preparados, libros cuyos contenidos eleven la calidad de vida de la población.

Pero para ello haría falta que las personas de la clase alta perdieran un poco de su codicia y pudieran
pensar en la gente pobre, pero es difícil, podríamos sonar a socialismo utópico, creer que un día los
ricos crecerán en consciencia y compartirán su riqueza con los pobres.

O aún más ilusorio, que un día un presidente como Donald Trump, se ponga a estudiar libros en los
que explique el imperialismo, la colonización, la dominación cultural y quiera resarcir el daño
ocasionado a los países latinoamericanos o que un día los países europeos se den cuenta de que
han empobrecido muchos países y que tienen un compromiso moral, lo menos que pueden es dejar
de poner alambrados o patear migrantes como la seudo-periodista húngara.

Pero mientras esto ocurre es posible hacer una revolución interior: estudiar, formar nuestra mente
y espíritu y buscar hacer realidad en nosotros una sociedad del conocimiento y que en el logro de
nuestros objetivos académicos tendremos la mejor de las terapias.

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