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Biografía de Napoleón Bonaparte

Napoleón Bonaparte nació el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio, ciudad de la


isla italiana de Córcega, que poco antes había sido convertida en territorio
francés. Hijo de una familia perteneciente a la nobleza local, durante su
infancia gustaba de pasar el tiempo sólo y entregado a sus juegos y
meditaciones personales. Es famosa su aversión hacia los franceses, a
quienes consideraba opresores de los corsos, durante sus primeros días.
Cumplidos los diez años de edad, Napoleón y su hermano José, se
trasladaron a Brienne-le-Château, Francia, para estudiar en la escuela
militar. Tras finalizar los estudios básicos pasó a la “Ecóle Royale Militaire”
de París, en donde estudió artillería.
Durante el estallido de la Revolución Francesa en 1789, Napoleón se
encontraba en Córcega, en donde apoyó a la facción jacobina y fue
nombrado comandante segundo de la Guardia Nacional de Voluntarios de
la isla. Junto con su familia debió refugiarse en Francia hacia junio de 1793.
Tras demostrar su determinación y frialdad en los momentos difíciles,
como en el sitio de Tollón, fue nombrado general de brigada. El triunfo
obtenido durante la defensa de la Convención en las Tullirías en Octubre
de 1795, le dio una gran fama y poder en el nuevo orden francés.
Bonaparte tomó el mando del Ejército francés en la campaña militar sobre
Italia. El éxito obtenido le acarreó un gran reconocimiento por parte del
ejército y del estado, impulsándolo a proseguir en sus ambiciones de
conquista. Se hizo de los territorios holandeses, austriacos y del área del
Rin.
Genio militar, aplicó los conocimientos aprendidos durante sus lecturas y
estudios, al tiempo que implementaba sus propias tácticas dependiendo
del escenario que se presentara. Sus campañas victoriosas lo convirtieron
en un personaje muy influyente dentro de la política de Francia, siendo
recibido como un héroe conquistador en su regreso a París. Dominado ya
por su ambición imperialista, ejecutó brutalmente su invasión sobre Egipto,
en donde se enfrentó por primera vez contra los británicos, antes de
asestar un golpe de estado en Francia a finales de 1799, convirtiéndose en
primer Cónsul de Francia y el hombre más poderoso de la nueva república.
En 1804 se autoproclamó monarca del Primer Imperio Francés y dio inicio a
una serie de campañas militares que culminarían con la conquista de
grandes territorios en Europa y África, lo que desembocó inevitablemente
en grandes conflictos bélicos con los otros grandes estados de su tiempo:
Rusia y Gran Bretaña. Una serie de derrotas militares, entre las que se
encuentra la famosa batalla de Waterloo, y la pérdida del apoyo francés,
culminó en su abdicación y destierro por parte del ejército británico en la
isla de Santa Helena en 1815. Allí moriría el 5 de mayo de 1821,
presuntamente envenenado con arsénico.
Napoleón I [Napoleón Bonaparte]
(Ajaccio, Córcega, 1769 - Santa Helena, 1821) Militar y estadista francés. Como
Primer Cónsul (1799-1804) y Emperador de los franceses (1804-1814), dirigió los
destinos del país y llevó a Francia a ejercer la hegemonía europea tras una serie de
brillantes campañas militares por las que ha sido considerado uno de los mejores
estrategas de todos los tiempos. Aunque acabó con la República surgida de la
Revolución Francesa para centralizar el poder en torno a su figura, conservó parte de
las conquistas revolucionarias y contribuyó a su difusión por todo el continente.

Biografía
Nacido en una familia modesta de la pequeña nobleza de la isla de Córcega -recién
incorporada a Francia-, Napoleón siguió la carrera militar como becario, graduándose
en la Academia de París en 1785. Tras el triunfo de la Revolución francesa (1789)
simpatizó con el nuevo régimen, pero fracasó en su intento de intervenir en política en
pugna contra el nacionalismo corso representado por Paoli.

Napoleón Bonaparte (detalle de un retrato de Jacques-Louis David, 1812)

En 1793 conoció a Robespierre y se adhirió al partido jacobino. En aquel mismo año


adquirió notoriedad militar: se le encargó el mando de la artillería francesa en el
asedio contra Tolón (ocupada por los británicos), y el éxito de la operación le valió el
ascenso a general. Caído Robespierre, la Revolución dio un giro a posiciones
moderadas; se iniciaba la etapa del Directorio (1795-1799), nuevo poder ejecutivo
que confió a Napoleón la represión de los múltiples intentos de derrocamiento,
procedentes tanto de los realistas (que aspiraban a restaurar el absolutismo
monárquico) como de la izquierda radical.

Su prestigio culminó con el mando de la campaña de Italia (1796), que, concebida


como una mera maniobra de distracción en la guerra contra Austria, fue llevada con
tal éxito por el joven general que le hizo dueño de todo el norte de Italia y llegó a
amenazar Viena, obligando a los austriacos a la rendición y desbaratando la coalición
de príncipes italianos que se había agrupado en torno a Austria contra la Francia
revolucionaria: batallas victoriosas como las de Mondovi, Lodi, Arcole, Rivoli y Bassano
acabaron llevando a la Paz de Campoformio (1797), que otorgó a Francia la orilla
izquierda del Rin y un Estado satélite en el norte de Italia (la República Cisalpina).

Napoleón fue recibido en Francia como el salvador de la República (tanto más cuanto
que el botín enviado desde Italia contribuyó a sanear las agotadas arcas de la
Hacienda francesa). La tarea de deshacerse del último enemigo que le quedaba a
Francia -Gran Bretaña- resultaba más difícil: tras desistir del proyecto de desembarcar
directamente en la isla, el Directorio concibió la idea de cortar las comunicaciones
británicas con sus colonias en Asia mediante la ocupación de Egipto, y puso al mando
de la operación a Bonaparte para alejarle de París, donde su popularidad resultaba
preocupante.

El golpe del 18 de Brumario

Napoleón desembarcó en Alejandría en 1798 y luchó con suerte desigual contra turcos
y mamelucos; pero el almirante inglés Horacio Nelson le cortó la retirada al hundir la
flota francesa en Abukir, y Napoleón prefirió regresar a Francia dejando a sus tropas
abandonadas en Oriente Medio (1799). Antes de que su popularidad pudiera verse
deteriorada por aquel fracaso o de que se le pudieran exigir responsabilidades por su
conducta, se unió a un grupo de conspiradores en el que participaban su propio
hermano Luciano y el abate Sieyès; Napoleón aportó la fuerza militar que hizo triunfar el
golpe de Estado del 9 de noviembre de 1799 (el 18 de Brumario, según el calendario
republicano).
El Consulado (1799-1804)

Napoleón se erigió enseguida en el hombre fuerte de la nueva situación, que se diseñó


como una dictadura personal conservadora, encaminada a salvaguardar algunas
conquistas esenciales de la Revolución (impidiendo el triunfo de una contrarrevolución
monárquica), pero evitando igualmente su prolongación en un sentido democrático y
poniendo fin a la inestabilidad social (descartando toda posible revancha de los
jacobinos). La dictadura, apoyada en la primacía de los notables, se institucionalizó
con la llamada Constitución del año VIII (1799), en la que formalmente la República
quedaba gobernada por un triunvirato con amplias prerrogativas (el Consulado) que
presidía el propio Napoleón como Primer Cónsul.

Napoleón como Primer Cónsul (retrato de Antoine-Jean Gros, 1802)

El fortalecimiento del poder ejecutivo le permitió pacificar el país (acabando con la


insurrección realista de la Vendée) y realizar importantes reformas de orden interno:
normalizó las relaciones del Estado francés con la Iglesia (Concordato de 1801),
completó la obra jurídica de la codificación (promulgando, entre otros, el Código Civil
en 1804), centralizó y racionalizó la administración en torno a la figura del prefecto,
puso en pie un sistema educativo público laico y eficaz, reorganizó la administración
de Justicia estableciendo una jerarquía única de tribunales estatales, creó el Banco de
Francia (1800) e impuso el franco como unidad monetaria nacional (1800).

Estas reformas, en las que predominó un sentido racionalizador, uniformizador y


estatista, moldearon las instituciones francesas con arreglo al principio de igualdad
jurídica surgido de la Revolución. Una combinación de reformas militares y genio
estratégico personal le permitió completar la obra en el exterior, venciendo de nuevo a
los austriacos (Paz de Luneville, 1801) y asegurando la hegemonía continental
francesa en un reparto de esferas de influencia con Gran Bretaña, que conservaba el
control de los mares (Paz de Amiens, 1802).

El Primer Imperio (1804-1814)

Todos estos éxitos permitieron a Napoleón acentuar la orientación autoritaria de su


gobierno, decretando primero el carácter vitalicio del Consulado (1802); en 1804,
gracias a su inmenso prestigio, hizo aprobar una Constitución a su medida que
anulaba la República y configuraba un régimen centralista y autocrático mucho más
parecido a una monarquía hereditaria: el Imperio. Se conservaban, no obstante,
algunas conquistas de la Revolución Francesa, como la igualdad de derechos ante la
ley y las libertades civiles y políticas. El 2 de diciembre de 1804, Napoleón fue
coronado Emperador de los franceses.

La coronación de Napoleón (detalle de un óleo de Jacques-Louis David)

Aparte de constituir una respuesta a los intentos por restablecer en el trono francés a
los Borbones, el Imperio suponía un ideal de poder continental por encima de los
Estados nacionales. Efectivamente, apoyándose en el poder de sus ejércitos, Napoleón
procedió a reorganizar el mapa de Europa en torno a una Francia fortalecida y
extendida por múltiples adquisiciones territoriales (los Países Bajos, la costa alemana
del mar del Norte, la orilla izquierda del Rin, Cataluña, Piamonte, Génova, Toscana y
Roma). El propio Napoleón se hizo coronar rey de un nuevo reino de Italia, y situó a
otros miembros de la familia Bonaparte como soberanos de Estados satélites en
Nápoles (el mariscal Joachim Murat, cuñado suyo), España (José I Bonaparte), Westfalia
(Jerónimo Bonaparte) y Holanda (temporalmente entregada a su hermano Luis
Bonaparte).
Napoleón reorganizó Suiza convirtiéndola en un Estado dependiente de Francia;
controló personalmente el Estado creado en la costa dálmata bajo el nombre de
Provincias Ilíricas; y reorganizó Alemania en 1806, estableciendo el protectorado
francés sobre la llamada Confederación del Rin, en detrimento de la influencia de
Austria (a la que venció en Ulm y Austerlitz en 1805, y de nuevo en Wagram en 1809)
y de Prusia (vencida en Jena y Auestadt, 1806). Tras vencer a Rusia en Friedland
(1807), le arrebató Polonia, creando en aquel territorio un Gran Ducado de Varsovia
gobernado por el rey de Sajonia, aliado de Napoleón; e incluso consiguió que uno de
sus generales, Jean-Baptiste Bernadotte, se hiciera con la Corona de Suecia.
Controlada la práctica totalidad de Europa occidental, el poderío naval de Gran
Bretaña le impidió una vez más doblegar a este último enemigo (batalla de Trafalgar,
1805); intentó entonces rendir a Gran Bretaña mediante un bloqueo continental que la
aislara de los mercados europeos (Decreto de Berlín, 1806), pero los perjuicios fueron
mayores para los comerciantes europeos que para la economía británica. Aquel primer
ensayo de unificación europea llevó a gran parte del continente las ideas e
instituciones surgidas de la Revolución francesa, extendiendo a otros países la
dinámica de transformaciones políticas, económicas y sociales del liberalismo que
habrían de marcar su entrada en la Edad Contemporánea.

La batalla de Austerlitz (1805)

Las ambiciones napoleónicas, sin embargo, topaban con demasiados enemigos:


nacionalistas, liberales, católicos, tradicionalistas y víctimas del bloqueo continental.
La invasión de España (1808) dio lugar a una insurrección permanente en la península
Ibérica, con una lucha guerrillera que absorbería grandes recursos humanos y
financieros del Imperio. El posterior intento de invadir Rusia en 1812-13 le permitió
tomar Moscú, pero hubo de retirarse ante la estrategia rusa de «tierra quemada» y de
rehuir las batallas decisivas; la retirada del Gran Ejército del emperador constituyó un
desastre por el efecto combinado del clima, las grandes distancias y el acoso enemigo,
iniciándose entonces el derrumbamiento del sistema napoleónico (1813).

Una gran coalición de todos los enemigos de Napoleón (con Rusia, Austria, Prusia y
Gran Bretaña a la cabeza) acabó por consolidarse y derrotarle en la batalla de Leipzig
(1813): el emperador tuvo que retirarse hasta territorio francés, mientras veía
esfumarse su anterior poderío en el resto de Europa. En 1814 los aliados completaban
su avance tomando París y Napoleón era obligado a abdicar.

El Imperio de los Cien Días (1815)


Mientras los aliados iniciaban la restauración del Antiguo Régimen en el Congreso de
Viena, Napoleón era confinado en la isla mediterránea de Elba. Restablecida en Francia
la monarquía borbónica en la persona de Luis XVIII, la arbitrariedad y el revanchismo
de los vencedores causaron pronto descontento entre la población. Unido esto a las
disensiones políticas que surgieron entre los antiguos aliados, el depuesto emperador
se decidió a intentar recuperar el poder.

Napoleón escapó de su confinamiento y desembarcó en Cannes, reuniendo a sus fieles


en apoyo del que, por su breve duración, sería llamado «el Imperio de los Cien Días»
(1815). El rey huyó y Napoleón se puso de nuevo al frente del Estado y del ejército y,
mientras intentaba ganarse a los franceses presentándose con un proyecto más
liberal, preparó la inevitable confrontación militar contra los aliados.

Ésta se produjo en la batalla de Waterloo (Bélgica), donde los aliados derrotaron


definitivamente a Napoleón bajo el mando de duque de Wellington. La segunda
restauración castigó más duramente a Francia y a Napoleón, que fue desterrado en
peores condiciones a la lejana isla de Santa Helena (océano Atlántico), bajo control
británico. Allí permaneció hasta su muerte, viendo deteriorarse su salud
gradualmente, al tiempo que dictaba al conde de Las Cases unas memorias en donde
interpretaba su labor como un intento de continuar y consolidar la obra de la
Revolución de 1789, añadiéndole una idea de orden y extendiéndola por el resto de
Europa.
Imperio Napoleónico
Política Interior
Napoleón es realmente conocido por su carácter de gran militar, por su capacidad
de mando, por sus victorias en las distintas batallas en las que participó, pero no
podemos olvidar que durante su gobierno se introdujeron importantes cambios y
reformas en Francia.

Quizá el cambio más importante fue en las leyes, ya que Napoleón transformó el
sistema legal por completo. Abolió leyes inútiles y las sustituyó por unas más
funcionales y sencillas. Este nuevo sistema, llamado Código Napoleónico, se
estableció en 1804. Con él se aseguraba que muchos de los derechos y libertades
individuales de los ciudadanos conseguidas durante la Revolución, seguirán
respetándose. Este código legal se considera igualmente la base de muchos de los
sistemas democráticos actuales.

Primera página de la edición original del Código Civil Francés de 1804. Dominio
Público.

Igualmente, Napoleón reformó el sistema educativo de manera que los niños y


niñas tuvieran acceso a la educación. Napoleón fundó decenas de escuelas estatales a
las que llamó liceos, donde los niños permanecían internados y aprendían con gran
disciplina. El estudio y la disciplina eran la base de la escuela en época napoleónica,
teniendo en cuenta que Francia necesitaba soldados y funcionarios para la
expansión y el control del gran imperio que iba adquiriendo. Los profesores y
maestros debían adquirir una buena preparación y tenían un salario fijo del Estado.
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La litografía de 1833 representa a un viejo soldado convertido en labrador que


dice a un cura, mostrándole el retrato del Emperador: «mirad, veis, Señor Cura, para
mí, helo ahí, el Padre Eterno.»

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Napoleón también reformó el gobierno y la administración local, organizando un


nuevo sistema de prefecturas. El prefecto era un funcionario del gobierno, y se
nombraba para cada uno de los 83 departamentos en los que se dividía Francia. Su
tarea era gobernar la zona y asegurarse de que se obedecieran las órdenes del
gobierno (como los delegados del gobierno en la actualidad).

Otras de las reformas que hicieron famoso a Bonaparte fueron:

- La creación del Banco de Francia. También erige la Universidad de Francia.

- Acabó definitivamente con el status de la vieja nobleza y creó una nueva


aristocracia de mérito: servicios a Francia premiados por el estado con la "Legión
de Honor".

- Eliminó los gremios y afianzó el fin de las relaciones señoriales en el campo.


- Prestó atención a la salud pública: reguló los requisitos para que una persona
pudiera ejercer como médico o farmacéutico, favoreció las vacunaciones y comenzó
un sistema de hospitales públicos, el primero de la Historia.

- Centralizó los sistemas de asistencia social (lucha contra la pobreza, los


vagabundos y la mendicidad) de la Convención jacobina, dándoles mayor eficacia y
fomentando la caridad privada.

- Convirtió el Louvre en el mayor centro artístico del mundo, con los tesoros que
expropió a los territorios conquistados.

- Concibió la arquitectura como una forma de representar el poder del nuevo estado
y de la Francia victoriosa: mantuvo un cierto clasicismo, pero sobre todo buscó la
grandiosidad de los edificios: transformación de la iglesia parisina de la Madeleine,
Arco del Triunfo de l'Etaile, el Bourse, el Arco del Triunfo del Carrousel, fachada
de la cámara de los diputados, numerosas fuentes, cuatro puentes,la columna de la
Vendome, y el patio del ala Rivoli del Louvre, etc.

-Transformó urbanísticamente París para convertirla en una ciudad fruto de la


Revolución y en la capital de la victoriosa Francia: Trazado de la rue de Rivoli, la
Rue de la Paix, y la Rue de Castigli , y de las plazas de la Bastilla y Saint-Sulpice.
Impulsó nuevos conceptos de urbanismo: aceras, números en las casas, suministro
de agua, alcantarillado, un departamento de bomberos, nuevos mercados y
mataderos, etc.

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