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DOSIER

Aguas petrificadas
Las ofrendas a Tláloc
enterradas en el Templo
Mayor de Tenochtitlan
Leonardo López Luján

Lluvias escasas, lluvias excesivas, lluvias inoportunas:


en estos tres fenómenos se resume buena parte de las
pesadillas de las sociedades mesoamericanas que ba-
saban su existencia en la agricultura de temporal. Las
precipitaciones sólo eran bienvenidas cuando se regis-
traban en cantidades adecuadas y en momentos preci-
sos. Si no lograban conjugarse ambos factores, las con-
Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces

secuencias podían ser funestas y desembocar en


hambrunas, mortandades o migraciones.

Mucha gente pereció durante la devastadora sequía del año 1 conejo (1454
d.C.), en tanto que otros se vieron en la necesidad de venderse a los toto-
nacos a cambio de maíz. Códice Telleriano-Remensis, f. 32r.

E
l Códice Florentino ilustra de Es también, señor, gran dolor de ver toda los mexicas no fueron la excepción: en nue-
manera elocuente la angustia la haz de la tierra seca. Ni puede crear ni pro- ve de los dieciocho meses que integraban
con que los pueblos de la ducir las yerbas ni los árboles, ni cosa nin- su calendario agrícola, tenían lugar cere-
Cuenca de México se referían guna que pueda servir de mantenimiento… monias que pretendían propiciar la lluvia
a un periodo de sequía extrema: No parece sino que los dioses tlaloques lo llevaron y la fertilidad. Casi todas las plegarias, las
todo consigo y lo escondieron donde ellos están reco- ofrendas y los sacrificios de niños de estos
Todos andan desemejados y desfigurados. gidos en su casa, que es el Paraíso Terrenal (Saha- meses estaban dirigidos a Tláloc, dios de
Unas ojeras traen como de muertos. Traen gún, lib. VI, cap. VIII). la lluvia y personificación de la tierra. Se le
las bocas secas, como esparto, y los cuerpos, invocaba generalmente como “El Dador”,
que se les pueden contar todos los huesos El carácter imprevisible de los regímenes pues proveía de todo lo necesario para la
bien como figura de muerte... No hay nadie pluviométricos dio un sello característico germinación de las plantas. Enviaba lluvias
a quien no llegue esta aflicción y tribulación a las religiones de Mesoamérica. A lo lar- y corrientes de agua desde el Tlalocan, lu-
de la hambre que agora hay… Y los anima- go de los siglos existió en ese vasto terri- gar de niebla, abundancia infinita y verdor
les, señor nuestro, es gran dolor de verlos torio una verdadera obsesión por contro- perenne. De acuerdo con el Códice Florenti-
que andan azcadillando y cayéndose de ham- lar las precipitaciones, apelando a las no, el Tlalocan era una montaña hueca y re-
bre, y andan lamiendo la tierra de hambre... fuerzas de la sobrenaturaleza. Y, claro está, pleta de agua que tenía como réplicas to-

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das las elevaciones del paisaje:“Y decían Localización de las ofrendas de cofres de
que los cerros tienen naturaleza oculta; piedra y de ollas azules en el Templo Mayor
de Tenochtitlan. Dibujo: Proyecto Templo Mayor / inah
sólo por encima son de tierra, son de pie-
dra; pero son como ollas, como cofres están llenos Cofres de piedra Etapa IVb
Etapa IV
de agua...” (Sahagún, lib. XI, cap. XII, § 1). Ollas azules Etapa III
Es por ello que las peticiones de lluvia Etapa II
Templo de Tláloc
se hacían en montes, cuevas, manantiales
y remolinos de agua, lugares todos de la
geografía sagrada desde donde era factible
Templo de Huitzilopochtli
la comunicación con Tláloc. Coyolxauhqui
Etapa IVa
El Templo Mayor como Etapa VI
réplica del monte sagrado

Para los habitantes de la Cuenca de Méxi- Etapa V


co, la pirámide principal de Tenochtitlan
Etapa VII
era el centro por antonomasia de propicia-
ción a las divinidades pluviales. Simboliza-
ba un monte sagrado donde residían Huit-
zilopochtli y Tláloc, los dos principales janza formal no era el único requisito que Cofres de piedra: bodegas
númenes protectores del pueblo mexica. esta pirámide debía cumplir para conser- de los mantenimientos
Formalmente, la mitad norte de la pirámi- var su calidad de espacio sagrado. Además,
de evocaba una eminencia que atesoraba era indispensable cumplir, durante su am- El primer conjunto consta de tres ofren-
en su interior al mundo acuático: su plata- pliación y su dedicación, ciertos rituales das: la 18, la 19 y la 97. Cada una de ellas
forma estaba decorada con esculturas de que repetían las aventuras míticas del dios reúne esculturas antropomorfas y cuentas
basalto que representaban ranas azules y del sol y el de la lluvia. de piedra verde, animales marinos y esca-
serpientes de jade, además de grandes bra- Para ilustrar esta clase de rituales, des- sos restos de copal. Estos objetos se en-
seros de mampostería con el busto de Tlá- cribiremos a continuación dos conjuntos contraron dentro de cofres cuadrangula-
loc; sus taludes tenían bajorrelieves de chal- de ofrendas exhumadas por el Proyecto res de piedra, cuyas superficies están
chihuites y remolinos, así como piedras Templo Mayor en la mitad norte de la pi- alisadas con estuco. Los cofres fueron en-
saledizas que simulaban un relieve frago- rámide. Dichas ofrendas son precisamen- terrados bajo las cabezas monolíticas de
so, y su capilla alojaba las imágenes de las te los vestigios materiales de las ceremo- serpiente que descansaban sobre la plata-
deidades de la lluvia y del maíz. nias que, por un mecanismo de magia forma de la etapa IVa del Templo Mayor:
Cada vez que el Templo Mayor era simpática, intentaban recrear el mundo la 18 y la 19 en el centro de la fachada oes-
agrandado, los arquitectos tenían el cuida- acuático y las acciones de los tlaloque, con- te y la 97, en el centro de la fachada norte.
do de repetir la estructura previa y, en esta firiéndole al nuevo edificio las cualidades Las tres ofrendas formaron parte de una
forma, reproducir ese monte artificial eri- de una montaña desde la cual se generasen misma ceremonia que se realizó alrededor
gido sobre un manantial tras la fundación las nubes, las lluvias y, en consecuencia, la de 1469 d.C., poco antes de ser terminada
de la ciudad insular. Sin embargo, la seme- fertilidad de la tierra. una ampliación que se puede atribuir a Mo-
tecuhzoma Ilhuicamina o a Axayácatl.
Entre todos los dones sobresalían las
Cabeza de esculturas antropomorfas de piedra verde:
Cabeza de serpiente de
serpiente Huitzilopochtli 13 en la ofrenda 18, la misma cantidad en
de Tláloc
Plataforma la 19 y 14 en la 97. Pertenecen al tipo M-4
del estilo Mezcala. Antes de enterrarlas de-
finitivamente dentro de los cofres de pie-
dra, los mexicas las pintaron cuidadosa-
0 10 20 30 40 50 cm
mente con pigmentos azul, rojo, ocre,
blanco y negro. Delinearon tocados, ante-
Ofrenda 11 ojeras, bigoteras y fauces, confiriéndoles
así atributos propios de los dioses de la llu-
Los cofres de piedra de las via. A continuación, colocaron estas imá-
ofrendas 18 y 19 fueron genes cuidadosamente en posición verti-
enterrados en la platafor- cal, recargadas sobre la pared norte de cada
ma frontal del Templo Ma- Ofrenda 18 Ofrenda 19 cofre y orientadas hacia el sur. Frente a ellas
yor, bajo las cabezas de
serpiente de la etapa IVa.
dispusieron abundantes cuentas de piedra
Dibujo: Proyecto Templo Mayor / inah verde y animales marinos. La ofrenda 18

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La ofrenda 19 contenía 13 escultu-


ras de estilo Mezcala que represen-
tan a los tlaloque, además de 109
cuentas de piedra verde.

contenía 173 cuentas, en la 19 había 109 y utilizados en el hogar eran de cestería (pe-
en la 97 un total de 110. También fueron tlacalli) y ocultaban de las miradas las per-
recuperados 1 041caracoles en la ofrenda tenencias familiares más preciadas, como
18, 1 118 en la 19, y 65 caracoles y 275 con- joyas de oro, plata y piedras semipreciosas,
chas en la 97. En esta última ofrenda ha- mantas y vestidos de algodón, y plumas fi-
bía asimismo fragmentos de coral y de car- nas. Cofres semejantes, aunque más peque-
tílago rostral de pez sierra. ños, servían para exhibir públicamente los
En la actualidad no existe mucho lugar cabellos (el alma: tonalli) de los enemigos
a discusión en cuanto al significado acuá- capturados por el jefe de familia. En sen-
tico y de fertilidad de las cuentas de piedra tido metafórico, con la palabra petlacalli se
verde y de la fauna oceánica. En lo refe- aludía al inframundo donde residían los an-
Fotos: cortesía de Michel Zabé

rente a las cuentas, el Códice Florentino con- tepasados; a la casa en que vivía la hija cas-
signa la creencia de que las piedras verdes ta; al vientre de la madre que alojaba al bebé;
tenían la doble propiedad de atraer y exu- al pecho del individuo que daba sabios con-
dar humedad. De hecho, el chalchíhuitl fun- sejos; al dios que dispensaba riquezas, y a
gía como uno de los símbolos por excelen- las personas reservadas o que sabían guar-
cia de la fecundidad. dar secretos. Petlacalco era también el nom-
El cofre de piedra de la ofrenda 19 –al igual
En relación con los cofres cuadrangu- bre de las alhóndigas del palacio real. que el de la 18 y el de la 97– se compone de
lares, éstos eran empleados por los mexi- Los cofres para los rituales públicos se dos piezas: el receptáculo con bisel de ajuste
cas para atesorar cosas de gran valor. Los hacían normalmente de piedra (tepetlacalli). y la tapadera.

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Sus paredes pueden ser lisas o estar deco- Este rezo nos recuerda el mito en que Hué- currencia de las 13 o 14 imágenes de tla-
radas con bajorrelieves tanto en sus caras mac, el soberbio gobernante de Tula, ven- loque en el interior de cada cofre. Sin em-
internas como externas. En ocasiones, los ce a los tlaloque en el juego de pelota y des- bargo, existen pistas interesantes tanto en
símbolos cósmicos convierten al cofre en precia el maíz que éstos le ofrecen por la iconografía prehispánica como en la et-
una verdadera imagen a escala del univer- haber sido derrotados. Afrentados, los tla- nografía del México moderno. Así por
so. También abunda la iconografía relativa loque le responden: “Bien está; por ahora ejemplo, durante el Clásico maya, el Dios
a la realeza, el autosacrificio, lo precioso, la escondemos nuestros chalchihuites; aho- del Número 13 era representado como
fertilidad y el calendario. Esto ha hecho ra padecerá trabajos el tolteca...” (Leyenda una serpiente fantástica que a veces sos-
pensar que allí se colocaban ya punzones de los Soles, 1992, pp. 126-127). Acto segui- tenía el glifo tun sobre la cabeza y que es-
ensangrentados, ya restos incinerados de do provocan una terrible helada y una se- taba directamente relacionada con el agua.
gobernantes supremos. Según las fuentes quía que duraría cuatro largos años. En la actualidad, los nahuas de las mon-
escritas, algunos cofres de piedra servían Estos pasajes contenidos en las fuentes tañas septentrionales de Puebla designan
efectivamente como depósitos funerarios, del siglo xvi son lo suficientemente explí- con el número 13 al lugar más cercano al
en tanto que otros eran empleados para se- citos como para permitirnos inferir que Talocan, el mundo de los dioses de la llu-
pultar los cadáveres de niños ofrendados nuestras tres ofrendas (cofres que encie- via, y con el 14 al lugar mismo. Otro in-
a Tláloc. Como veremos más adelante, los rran a los dioses de la lluvia junto con cuen- dicio sugerente procede de la ceremonia
códices muestran igualmente imágenes de tas de piedra verde y animales marinos) que organizaron los habitantes de Xca-
cofres en contextos de agua y fertilidad. formaron parte de una ceremonia de tras- lakoop, Yucatán, en 1959 para rogar a los
El sentido religioso de las ofrendas 18, lación al Templo Mayor de las propieda- dioses de la lluvia que no castigaran a
19 y 97 nos es revelado por un rezo dirigi- des del monte sagrado como bodega de los los arqueólogos que habían profanado la
do a Tláloc que se encuentra en el Códice mantenimientos. Refuerzan esta interpre- cueva de Balamkanché, Yucatán. Duran-
Florentino. En él se pone énfasis en la cruel- tación las imágenes pictográficas de cofres te una larguísima súplica, invocaron una
dad de las deidades pluviales al esconder en contextos de agua y fertilidad. Con este y otra vez a los “trece señores chakes”, a
las lluvias y los mantenimientos en su bo- sentido, la tierra es representada como un los “trece santos balames”, a los “trece
dega subterránea de piedra, dejando a los tepetlacalli en la lámina 28 del Códice Borgia señores del manantial” que habitaban en
hombres desprovistos de alimento: y Tonacatecuhtli-Tonacacíhuatl aparece el interior de la caverna, en “el lugar de
pariendo un cofre de riquezas en la lámi- los trece manantiales”.
Oh Persona, oh Señor Nuestro, oh Dador, na 61 del mismo documento.
oh Verde, oh Señor del Tlalocan, oh El de Datos igualmente relevantes proceden Ollas azules:
Yauhtli, oh El de Copal, que en verdad aho- de las ceremonias que los actuales nahuas lluvia a cántaros
ra los dioses, los proveedores, los de hule, de Morelos llevan a cabo en honor de los
los de yauhtli, los de copal, nuestros señores “dueños del agua”, espíritus enanos llama- El segundo conjunto está integrado por
ahora se han metido en la caja, se han encerrado en dos ahuauhque. A principios de mayo, los seis ofrendas relativamente pobres: la 25,
el cofre, escondieron para sí las cuentas de piedra habitantes de Tlaxictlan ofrecen alimen- la 26, la 28, la 35, la 43 y la 47. Se encon-
verde, los brazaletes, las turquesas finas (Sahagún, tos, juguetes, utensilios en miniatura y flo- traban en la mitad septentrional del Tem-
lib. VI, cap. VIII). res a estos espíritus. Con ese fin hacen pe- plo Mayor, o sea, en la parte correspon-
regrinaciones a siete lugares sagrados. Tres diente al santuario de Tláloc. Todas
de ellos son manantiales y se localizan al fueron enterradas en el relleno construc-
norte, en el Cerro de Chalchiuhtlan (“el tivo de uno de los cuerpos de la etapa III,
lugar de las piedras verdes”). El cuarto san- alrededor de 1431 d.C. Esto significa que
tuario, ubicado en la aldea misma, está
compuesto por un pozo y una grieta. Los
tres restantes son cavernas que se encuen-
tran en los flancos del Tepepolco, literal-
mente “el lugar donde abundan los ce-
Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces

rros”. Resulta interesante que los


Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces

habitantes de la región conciban dichas


cuevas como almacenes repletos de maíz
y, a la vez, como sitios de donde sale la hu-
medad en forma de nubes. Pero lo real-
mente sorprendente es que estos siete san-
tuarios de los dioses del agua sean
designados con el nombre genérico de te-
petlacalco, literalmente “el lugar del cofre
En la lámina 28 del Códice Borgia, la tierra es re-
de piedra”.
presentada como un cofre de piedra. Sobre ella Tonacatecuhtli-Tonacacíhuatl, “Señor y Señora
se observa a uno de los tlaloque sujetando una Hasta ahora no hemos encontrado una de Nuestro Sustento”, en actitud de parir un co-
jarra con la cual hace llover. respuesta satisfactoria que explique la re- fre lleno de riquezas. Códice Borgia, p. 61.

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los sacerdotes las inhumaron durante las junto con innumerables cuentas de pie- Posclásico (900-1521 d.C.), estos recipien-
obras de ampliación que han sido adju- dra verde en el remolino de Pantitlan. tes alcanzaron su máxima difusión. Se les
dicadas a Itzcóatl. Las ollas globulares no eran los únicos ofrendó por doquier, principalmente en
Cada depósito tenía una olla globular y recipientes asociados a las solemnidades templos, lagos, manantiales, cuevas y ce-
un cajete de cerámica, así como varias cuen- del dios de la lluvia. Los habitantes de Te- rros. Por ejemplo, en las ruinas de Tula, la
tas de piedra verde. Con antelación a su en- nochtitlan también emplearon vasos y ja- indiscutible capital del altiplano, del Pos-
terramiento, ollas y cajetes fueron salpica- rras, de cerámica o de piedra, decorados clásico Temprano, se han hecho varios ha-
dos con pigmento azul. Inmediatamente con la faz de Tláloc o simplemente pinta- llazgos de esta naturaleza. Por su parte, los
después, los oferentes introdujeron en su dos de azul. Evidentemente, la elaboración habitantes del valle de Puebla-Tlaxcala ela-
interior conjuntos de tres, cuatro o cinco de estas peculiares piezas no es exclusiva de boraron falsas jarras Tláloc muy semejan-
cuentas de piedra verde. Por último, los do- los mexicas, sino que su producción se re- tes a las representadas en las láminas 27 y
nes fueron protegidos con tierra fina y, en monta a tiempos del Preclásico y se distri- 28 del Códice Borgia. Estas piezas votivas,
algunos casos, con lajas o sillares, justo an- buye por la mayor parte del territorio halladas en Tizatlán y Cholula, son figuri-
tes de quedar sepultados definitivamente mesoamericano. En el Centro de México, llas moldeadas y planas con un asa burda
por el núcleo del basamento. la fabricación de estos recipientes tiene en torsal.
La correlación de las ollas con el cul- profundas raíces. Beatriz Barba recuperó Hasta aquí hemos discutido las conno-
to al dios de la lluvia es bastante clara. en el sitio de Tlapacoya, del Preclásico, lo taciones simbólicas de las ollas Tláloc y su
El nexo se deriva, primeramente, de su que a su juicio pudieran ser los prototipos amplia difusión en el tiempo y el espacio.
presunta función como contenedores de de las ollas Tláloc teotihuacanas. Se tra- No obstante, la comprensión del significa-
líquidos y de su coloración celeste. En ta de extraños botellones antropomorfos do de las seis ofrendas del Templo Mayor
segundo término, debemos tomar en de cerámica negra pulida que representan sólo es posible con la ayuda de la informa-
cuenta la posición septentrional de es- a un ser con grandes colmillos. Sin embar- ción contextual. La clave central reside en
tos artefactos respecto al Templo Ma- go, los primeros recipientes con innega- la posición correlativa de los dones: las ollas
yor: en varios documentos del siglo xvi, bles rostros del dios de la lluvia fueron fueron acostadas intencionalmente y los cajetes
la imagen de la capilla de Tláloc está co- producidos en Teotihuacan. Han sido en- se colocaron en posición horizontal abajo
ronada con almenas en forma de jarras contrados en contextos de la fase Tzacua- de la abertura de las ollas. En otras palabras,
de agua. Asimismo, ollas similares a las lli (1-150 d.C.) tanto en Oztoyahualco registramos en cada ofrenda la presencia
descubiertas durante nuestros trabajos como en la Pirámide del Sol. Con el paso de una olla azul con cuentas de piedra
arqueológicos desempeñaban un papel del tiempo, las ollas Tláloc teotihuacanas verde en su interior, la cual estaba abatida
fundamental en la veintena de etzalcua- adquirieron formas más complejas, y se sobre uno de sus costados y cuya abertura
liztli, dedicada al dios de la lluvia. Según produjeron en mayores cantidades y con se asociaba a un cajete. Este hecho no debe
el Códice Florentino, casi al finalizar las ce- mejores acabados. sorprendernos, pues contamos con nume-
lebraciones, los ministros del culto sa- La manufactura de este tipo de vasijas- rosos casos análogos en el recinto sagrado
crificaban a quienes habían personifica- efigie continuaría, después de la caída de de Tenochtitlan. Por ejemplo, en la ofren-
do a los tlaloque. El corazón de estas esa urbe, a todo lo largo del llamado Epi- da 48, había 11 esculturas de tezontle que
personas era depositado en vasijas pin- clásico (650-900 d.C.). Entre ellas sobre- imitan jarras Tláloc, todas ellas recostadas
tadas de azul –llamadas “ollas de nu- salen los vasos efigie y las jarras de Xochi- intencionalmente sobre los cadáveres de
bes”– que más tarde serían arrojadas calco, Morelos. Durante el periodo cuando menos 42 infantes sacrificados.
Dibujo: Proyecto Templo Mayor / inah. Foto: cortesía de Michel Zabé

Etapa II Etapa III

Nivel 0

0 10 30 60 100 cm

Las ollas globulares (arriba) fueron enterradas en el relleno constructivo de uno


de los cuerpos de la etapa III del Templo Mayor (izquierda).

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Cofre que se exhibe en la Mexican Gallery del Bri- a este respecto el fragmento de un tepetla- coradas con su propio rostro. Y en el mu-
tish Museum. Se observa a Tláloc volando entre calli mexica que se conserva en el British ral de la jamba norte del Edificio A de
las nubes y vertiendo desde una olla la lluvia y la
fertilidad sobre la faz de la tierra.
Museum. En una de sus caras se aprecia a Cacaxtla, se puede admirar un personaje
Foto: The Trustees of the British Museum Tláloc volando en medio de las nubes. Su- que sostiene con el brazo derecho una va-
jeta con una mano una olla, sija decorada con un mascarón de Tláloc,
de la cual emergen copiosa- de la cual brotan gotas de agua.
mente mazorcas y cho- Las pictografías cuentan con escenas
rros de agua rematados similares. Las láminas 27 y 28 del Borgia,
con cuentas de piedra que se refieren a los pronósticos del clima
verde y caracoles. y las cosechas, muestran a los tlaloque pro-
Existen asimismo re- duciendo diversos tipos de lluvia. El Códi-
presentaciones ico- ce Vaticanus A (f. 4v) nos muestra a Chal-
nográficas similares chiuhtlicue cuando inunda la faz de la
en los murales de tierra, poniendo fin de esta manera a
Teotihuacan y de Ca- la primera de las cinco eras de la cosmo-
caxtla. En Tepanti- visión nahua. En numerosas láminas de
tla, por ejemplo, se los códices mayas Dresde (láms. 36, 39, 43
pintó al dios de la llu- y 74) y Madrid (láms. 9, 13 y 30) aparecen
via asiendo ollas de- Chaac y la Diosa del Tejido, vaciando so-
bre la superficie terrestre el agua conteni-
da en cántaros. De manera significativa,
El porqué de la posición inclinada de casi todas las escenas en cuestión se loca-
estos recipientes parece quedar claro en la lizan en secciones dedicadas a los almana-
descripción que se hace en la Historia de los ques de campesinos y a la glorificación de
mexicanos por sus pinturas acerca del mundo la temporada de lluvias.
de las divinidades acuáticas: Para concluir, mencionemos que en la
actualidad se llevan a cabo ceremonias en
Del cual dios del agua [Tláloc] dicen que tie- territorio oaxaqueño que mucho nos re-
ne un aposento de cuatro cuartos, y en me- cuerdan los contextos oblatorios del Tem-
dio de un gran patio, do están cuatro barre- plo Mayor. Entre ellas destaca el procedi-
ñones grandes de agua: la una es muy buena, miento para hacer llover de los zapotecos
y de ésta llueve cuando se crían los panes y de San Antonino Ocotlán. Allí, cada vez
semillas y enviene en buen tiempo. La otra que escasea el líquido, un serrano que es
es mala cuando llueve, y con el agua se crían tenido como nahual de belde nis (“culebra
telarañas en los panes y se añublan. Otra es de agua”) entierra una olla en el cerro. Su-
cuando llueve y se hielan; otra cuando llue- puestamente, esta olla se convertirá con el
ve y no granan y se secan. paso del tiempo en un charco. Los chon-
Y este dios del agua para llover crió mu- tales de Guiengola, en el istmo de Tehuan-
chos ministros pequeños de cuerpo, los cua- tepec, siguen un método similar que ellos
les están en los cuartos de la dicha casa, y llaman “sembrar el agua”.
tienen alcancías [vasijas] en que toman el
agua de aquellos barreñones y unos palos en Leonardo López Luján. Doctor en arqueología
la otra mano, y cuando el dios de la lluvia les por la Universidad de París X-Nanterre. Director
del Proyecto Templo Mayor, inah. Junto con Wil-
manda que vayan a regar algunos términos,
liam L. Fash es coordinador del libro The Art of
toman sus alcancías y sus palos y riegan del Urbanism: How Mesoamerican Cities Represented Them-
agua que se les manda, y cuando atruena, es selves in Architecture and Imagery, que será publicado
por Dumbarton Oaks.
cuando quiebran las alcancías con los palos,
y cuando viene un rayo es de lo que tenían
Para leer más…
dentro, o parte de la alcancía (cap. II).
López Austin, Alfredo, y Leonardo López Luján, Monte
Sagrado-Templo Mayor. El cerro y la pirámide en la tradición
A partir de lo expuesto, puede proponer- religiosa mesoamericana, inah/unam, México, 2009.
se que los sacerdotes mexicas representa- López Luján, Leonardo, Las ofrendas del Templo Mayor de
Tenochtitlan, inah, México, 1993.
ron en estas seis ofrendas las alcancías de Personaje vestido con piel de jaguar pintado en López Luján, Leonardo, “Llover a cántaros: el culto a
los tlaloque en una posición tal que simulan la jamba norte del Edificio A de Cacaxtla. Con el los dioses de la lluvia y el principio de disyunción en
brazo derecho sujeta una olla azul con el rostro la tradición religiosa mesoamericana”, en Antonio
verter agua preciosa sobre la superficie te- Garrido Aranda (comp.), Pensar América. Cosmovisión
del dios de la lluvia, instrumento por excelencia
rrestre. En Mesoamérica abundan datos para hacer llover.
mesoamericana y andina, Ayuntamiento de Montilla,
Córdoba, 1997, pp. 89-109.
que corroboran dicha propuesta. Destaca Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces

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