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EL JUICIO POLITICO

1. Concepto.

Proceso instituido para juzgar la conducta y responsabilidad de determinados


funcionarios públicos.

En los regímenes democráticos la acusación o proceso suele ser facultad y prerrogativa


exclusiva del parlamento o del congreso (Poder legislativo).

Suele ser el procedimiento necesario para juzgar al Presidente, vicepresidente, primer


Ministro, ministros y jueves nacionales por mal desempeño en el cargo, delito en el
desempeño de sus funciones y crímenes comunes.

La sentencia que se dicte suele limitarse a declarar la destitución del inculpado.

La posible responsabilidad penal o civil queda posteriormente a cargo de tribunales


comunes.

WIKIPEDIA: El juicio político (también llamado acusación constitucional o acusación


en juicio político) es un proceso de orden constitucional, cuya finalidad es hacer
efectivo el principio de responsabilidad de los servidores o funcionarios públicos,
particularmente de los más altos cargos o autoridades, tales como Jefes de Estado, Jefes
de Gobierno, ministros, magistrados de los tribunales superiores de justicia, generales o
almirantes de las Fuerzas Armadas, que se realiza ante el Parlamento o Congreso. La
condena o declaración de culpabilidad del acusado puede ocasionar su destitución e
incluso su inhabilitación para funciones similares, autorizar que sea juzgado por los
tribunales ordinarios de justicia, o tener efectos meramente políticos. En cualquier caso,
la sanción o sus efectos depende de la constitución del país.

En el derecho anglosajón el juicio político es denominado “Impeachment” y señala el


Diccionario Merriam Webster de la lengua inglesa que el verbo “to impeach” posee las
siguientes acepciones: 1. Establecer una acusación contra… 2. Establecer cargos de
comisión de un crimen o una falta, específicamente, acusar a un servidor público ante
un tribunal competente por una actuación incorrecta. 3. Remover de su cargo a un
servidor público por una actuación incorrecta…”
2. Antecedentes del “Juicio Político”

Sus antecedentes se remontan al año 1641, cuando en Inglaterra el parlamento sometió a


juicio y condenó y ejecutó a Thomas W. Strafford, el ministro del rey. Este
procedimiento, que desde entonces se denominó impeachment, se incorporó a las
normas y costumbres constitucionales inglesas y formó parte de la larga lucha por la
supremacía política entre el parlamento y la corona. Su plasmación jurídica se dio con la
Constitución norteamericana de 1787. Como ocurrió con las principales instituciones
políticas —el Estado de Derecho, la división de poderes, el habeas corpus, el sistema
legislativo bicameral, la facultad de veto del jefe del Estado, los partidos políticos— el
origen histórico del juicio político fue inglés, su lucubración teórica francesa y su
aplicación práctica norteamericana.

El impeachment reglado por la Constitución norteamericana de 1787 se erigió en


modelo de juicio político para los demás países. Fue consagrado en su artículo 2,
sección cuarta, que dice que “el Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios
civiles de los Estados Unidos podrán ser destituidos de sus cargos si se les acusare y se
les hallare culpables de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.

3. Breve reseña sobre el juicio político en las constituciones latinoamericanas.

En todas las Constituciones Políticas latinoamericanas analizadas, se observa un común


denominador: el hecho de que, se encuentra establecido el proceso de Juicio Político
con las características propias del “impeachment”, especialmente, el contemplado en la
Constitución de los Estados Unidos de América. Lo anterior, en cuanto al hecho de que
el órgano parlamentario acusador y el órgano decisor no son los mismos. En este
sentido, se observa cómo la Cámara de Diputados o Representantes es la encargada de
plantear la acusación contra el Presidente de la República, mientras que la Cámara de
Senadores es la que realiza el juicio y emite el pronunciamiento para separarlo del
cargo.

Otro rasgo en común, de las Constituciones que contienen el “Juicio Político” como
mecanismo de control del ejercicio político, es el relativo a la proporción de senadores
que debe dictar el pronunciamiento para separar del puesto al Presidente de la
República. En los casos de las constituciones argentina, brasileña, chilena, colombiana,
dominicana, paraguaya y uruguaya, se requiere de dos terceras partes del Senado para
hacerlo.
En la Constitución Política boliviana, el enjuiciamiento político no está claramente
definido, en cuanto a los órganos que lo desarrollan. En ese caso, solamente se dice que
las Cámaras, reunidas en Asamblea Legislativa Plurinacional, autorizarán el
enjuiciamiento del Presidente o del Vicepresidente.

En el caso de la República del Ecuador, el enjuiciamiento no es una actuación


meramente política, ya que se requiere el dictamen de admisibilidad de la Corte
Constitucional para iniciar el Juicio Político.

En las Repúblicas de, Guatemala y Panamá no existe, propiamente, la figura del


“enjuiciamiento político”, ya que lo que se establece, en sus textos constitucionales, es
que el Poder Legislativo admitirá, o no, las acusaciones que se interpongan contra quien
ejerza la Presidencia de la República. En estos casos, claramente se observa que se
carece de un procedimiento, constitucionalmente establecido, que permita al Poder
Legislativo deponer al Presidente de la República.

En la República del Perú, existe la fórmula para el enjuiciamiento político, sin embargo,
en ella no se habla de que sean el Senado y la Cámara de Representantes o Diputados
los que participan en el desarrollo del proceso, pues se trata de un Parlamento
Unicameral. En este caso, únicamente se hace la mención de que participará la
Comisión Permanente, que acusa, y, el Congreso, sin la participación de esa Comisión,
suspenderá, de haber mérito para ello, al funcionario acusado o lo inhabilitará para el
ejercicio de la función pública, hasta por diez años, o lo destituirá de su función, sin
perjuicio de cualquiera otra responsabilidad.

En los casos de las Constituciones nicaragüense, salvadoreña y hondureña, no hay


mención del “enjuiciamiento político”. Lo único que se encuentra regulado en ellas es el
aspecto de que el Poder Legislativo conocerá la renuncia de quien ejerza la Presidencia
de la República.

4. Naturaleza Jurídica según la doctrina.

La forma republicana de gobierno se ha caracterizado, histórica y jurídicamente, por el


respeto a los principios de: a) la división de poderes, la elección popular de los
gobernantes, c) la temporalidad del ejercicio del poder o la renovación periódica de los
mandatos, d) la responsabilidad de los gobernantes, y e) la igualdad ante la ley, todos
ellos contenidos en el articulado de la Constitución.
Dada su naturaleza política en su sustanciación y sanción se debe destacar que no se
cuenta por lo tanto con la certeza que brindan los tipos penales. La sanción de ciertas
conductas depende de los criterios imperantes entre los miembros de las Cámaras
respectivas; a diferencia de la precisión y objetividad de los tipos que imperan en
materia penal.

5. Objeto.

El Juicio Político constituye una función de control constitucional: formalmente


legislativa, pero materialmente jurisdiccional llevada a cargo por un órgano político (el
Poder Legislativo) que sólo permite la remoción o inhabilitación de ciertos servidores
públicos de alta jerarquía a los que se sancionan por violaciones a la Constitución, o las
leyes.

El juicio político no es un proceso penal, en el supuesto que se esté juzgando la


comisión de delitos. Se puede entender que este instituto funciona como un antejuicio,
el cual en caso de condena, habilita la instancia penal contra ciertos funcionarios
que gozan de inmunidad penal.

6. Breve análisis de las causales comprendidas para el juicio político.

a. Mal desempeño de sus funciones.


El mal desempeño de las funciones es una cláusula amplia y su interpretación queda a
discreción de los legisladores, ya que puede deberse a falta o pérdida de idoneidad o
aptitud para su ejercicio, a negligencia o incluso a inhabilidad física o psíquica o a
falta de idoneidad moral. Entonces los parlamentarios deberán evaluar cada caso
concreto, a fin de establecer si existió o no mal desempeño.
En cuanto a la inhabilidad o enfermedad del presidente, se considera que corresponde
la inhabilitación. Sin embargo, Sagües, Bidart Campos y Ekmekdjian, consideran esta
causal como comprendida dentro del concepto de mal desempeño, ya que la finalidad no
sería castigar, sino quitarle el poder que se le otorgó.

b. Delito en el ejercicio de sus funciones.


Esta causal estaría comprendida en la anterior, ya que sería una variante del mal
desempeño, con la diferencia que se estaría cometiendo uno o varios delitos tipificado/s
en el Código Penal, en varias figuras, como el cohecho, incumplimiento de los deberes
de funcionario público, malversación de caudales públicos, etc.
Por lo tanto los legisladores, deberían actuar del mismo modo que los jueces penales
intentando determinar si el legislador realizo una conducta típica, antijurídica y
culpable.

c. Crímenes comunes.
En este caso a diferencia del anterior, se hace referencia a una actividad que resulte
delictiva, pero sin relación al cargo que se ocupa. Entonces corresponderá el inicio del
proceso de juicio político contra aquel funcionario comprendido, que
supuestamente haya cometido un delito común en grado de dolo, que no tenga
conexión con su función.

7. Algunos referencias como ejemplo en un caso antecedente de juicio político en


Paraguay.

- JUICIO POLÍTICO A LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA EN 2003

Los alegatos fueron presentados en forma oral el 10 de diciembre de 2003, del mismo
modo en que días antes se había hecho el descargo.

Después de la sesión de la Cámara de Senadores en que cada acusado presentó su


descargo, los diputados que actuaban en calidad de fiscales acusadores (Rafael
Filizzola, Nelson Chávez, Acha Mendoza y otro) se vieron obligados a retirar 14 de los
20 cargos que inicialmente habían presentado, es decir el 70% de los mismos.

Expresiones del ex -ministro Dr. Víctor Núñez donde expresó lo siguiente a un medio
de prensa: “… La prueba más palpable de que hubo ligereza, de que hubo
acusaciones infundadas, de que hubo manoseo de las personas y de que hubo
maltrato a la institucionalidad del Poder Judicial y de la Corte en forma particular, es
el hecho de que los acusadores ahora hayan retirado 14 de los 20 cargos …[70 %]”.

Un dato importante que no debe ser olvidado, es que casi todos los casos subsistentes se
basaban en el dictamiento de sentencias. ¿Cómo quedaban esas sentencias: eran válidas
o no? Determinar esto era particularmente importante en relación con fallos cuya
aplicación aún debía darse en el futuro.

En ocasión de la presentación de los alegatos, señalamos también que existían


numerosos motivos de mucho peso que justificaban recurrir con posterioridad a
instancias internacionales, es decir, a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Algunos de los hechos irregulares que podrían servir de base a una presentación serían
los siguientes:

a) Las numerosas reuniones realizadas por autoridades y líderes de los partidos políticos
para decidir previamente el número de vacancias que habría de crearse en la Corte
Suprema de Justicia.

b) La elaboración posterior de las causales de remoción de los tres ministros que


faltaban, a fin de completar las seis vacancias que se había acordado previamente.

Para la elaboración de dichas causales se abrió una especie de “buzón de quejas”, lo


cual contribuyó a la superficialidad, ligereza e inconsistencia de las mismas.

c) La violación del derecho a la defensa en juicio resultante de disposiciones contenidas


en el reglamento ad hoc aprobado para el juicio político. Entre ellas cabe mencionar el
traslado de dos días hábiles concedido para preparar la defensa, para lo cual debía
analizarse la acusación contenida en alrededor de 900 fojas; la limitación a tres horas,
del tiempo para la presentación de la defensa oral ante la Cámara de Senadores, etc.

d) La llamativa reducción del número de 20 cargos formulados originalmente, a 14


cargos, después de que los acusados hayan presentado sus defensas. Como se ha dicho,
la reducción de los cargos en un 70%, revela por sí sola la falta de fundamentos serios y
consistentes.

e) Luego de la aludida substancial reducción, la eventual condena se basaría en el hecho


de haber dictado fallos judiciales supuestamente equivocados, arbitrarios o antijurídicos,
dicho esto por órganos políticos que carecen de competencia en cuanto al ejercicio de
función jurisdiccional alguna. Pero, fundamentalmente quedaría subsistente una
pregunta: ¿los fallos que sirvan de base a la condena, son válidos o no válidos?.

8. Los pasos para el juicio político conforme al Art. 225 de la Constitución


Nacional.

El Artículo 225- Del procedimiento, expresas las autoridades que serán removidas por
juicio político son las siguientes: El Presidente de la República, el Vicepresidente, los
ministros del Poder Ejecutivo, los ministros de la Corte Suprema de Justicia, el Fiscal
General del Estado, el Defensor del Pueblo, el Contralor General de la República, el
Subcontralor y los integrantes del Tribunal Superior de Justicia Electoral.
En cuanto a las razones expresa que “sólo podrán ser sometidos a juicio político por mal
desempeño de sus funciones, por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos o por
delitos comunes”.

Para iniciar un proceso de juicio político, la acusación debe ser formulada por la
Cámara de Diputados, por mayoría de dos tercios, es decir, se necesita que 54 de los 80
diputados estén a favor de la medida.

Corresponderá a la Cámara de Senadores, por mayoría absoluta de dos tercios, juzgar en


juicio público a los acusados por la Cámara de Diputados y, en caso, declararlos
culpables, al sólo efecto de separarlos de sus cargos”, establece la Carta Magna.

En los casos de supuesta comisión de delitos, se pasarán los antecedentes a la justicia


ordinaria, finaliza el artículo.

9. Opinión crítica personal sobre el proceso de juicio político en Paraguay.

Algunos puntos como consideración sobre el estudio realizado a la figura del juicio
político en el Paraguay.

• El proceso de juicio político en Paraguay a mi criterio plantea una situación


jurídica sui-generis en el impulso mismo de la acción derivado de la forma en
que aparece legislado en la Constitución, cuando al establecer la inclusión de la
comisión de delitos como causal, permite que las cámaras legislativas por sí
solas puedan determinar la existencia de las mismas.
• Por otra parte al no encontrarse establecidos en la norma constitucional ni en
ley reglamentaria alguna los plazos para las distintas actuaciones en las
etapas procesales que corresponden al proceso, habilita a las cámaras a
establecerlos con absoluta discrecionalidad, lo cual en realidad, como ha
acontecido, deriva en la arbitrariedad cuyas circunstancias han traído
aparejada gran injusticia, se ha debido a veces a omisiones en que ha
incurrido la propia Constitución o en que han incurrido los legisladores
secundarios al no reglamentar el instituto. Pero, asimismo, se debió a
actuaciones simplemente antojadizas y caprichosas de los actores intervinientes
en el procedimiento de juicio político. Tal como se pudo constatar mas
fehacientemente en los acontecimientos de junio de 2012, en ocasión del
llamado “juicio político” al Presidente Fernando Lugo.
• La Constitución alude a “delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos” y
“delitos comunes” como causales del juicio político. El uso del vocablo
“delitos” solamente, responde a la terminología de la legislación penal
precedente. En la actualidad, el Código Penal distingue entre “crímenes” y
“delitos” como especies del género “hechos punibles”. La interpretación literal
del texto constitucional es conducente a excluir a los crímenes como causal de
un juicio político, lo cual resulta ilógico. Como no se trata aquí de una cuestión
penal en que la interpretación no puede ser sino restrictiva, debe entenderse, que
el vocablo “delitos” debe ser entendido como equivalente a “hechos punibles”,
es decir, como comprensivo tanto de delitos como de crímenes.
• La causal de mal desempeño de funciones admite una amplia discrecionalidad
de las cámaras legislativas en cuanto a determinar la configuración de la misma
por actos u omisiones de las autoridades pasibles de ser sometidas a juicio
político. No obstante se debe tener en cuenta que el mal desempeño de funciones
debe ser real y de una relevancia que implique el incumplimiento de las
funciones que corresponden al cargo, la afectación del decoro del cargo, u otras
circunstancias de cierta importancia que afecten el regular funcionamiento de los
órganos de gobierno, evitando que motivos de carácter personal, de mera
conveniencia política o similares, determinen que la discrecionalidad devenga en
arbitrariedad.
• Podría presentarse la situación de que cuando una de las autoridades pasibles de
ser sometidas a juicio político, comete un hecho punible, existe siempre una
víctima que en muchos casos puede ser una persona común. Esta tendría un
interés legítimo en que se someta a proceso penal al presunto autor, pero ello
sólo será posible si como resultado de un juicio político y la autoridad
involucrada sea separada del cargo que ocupa.
Podría suceder, sin embargo, que la Cámara de Diputados no formule acusación
por no haberse logrado la mayoría requerida o por haber vencido el plazo
máximo para hacerlo. En tal situación deben precautelarse los derechos de la
víctima del presunto hecho punible cometido por una autoridad.
Para ello, cuando en los casos mencionados en el párrafo anterior, la Cámara de
Diputados no formula acusación, habrá de considerarse que nos encontramos
ante una “circunstancia objetivamente insuperable” que impide que la
persecución penal pueda ser iniciada o continuada, por lo que considero que por
normativa debería quedar suspendido el plazo para la prescripción de la acción .
• La acusación es formulada sin intervención alguna del Ministerio Público,
órgano encargado de ejercer la acción penal pública cuando se trata de hechos
punibles perseguibles de oficio (Art. 268, inc. 3, Cn.); sin petición de la víctima
e intervención de aquel órgano, cuando se trata de hechos punibles de acción
penal pública perseguibles a instancia de parte; o sin ninguna petición de la
víctima cuando se trata de hechos punibles de acción penal privada. En todos los
casos resulta incongruente que actúe la Cámara de Diputados sin que el órgano
especializado y titular de la acción penal pública se haya manifestado, o, peor
aún, sin que la propia víctima haya instado la intervención del Ministerio
Público o haya actuado por sí misma promoviendo una querella criminal. En el
procedimiento actual la Cámara de Diputados formularía una acusación sin
conocer la opinión del órgano que posteriormente, en caso de prosperar el juicio
político y producirse la separación del cargo, es el que debe presentar la
imputación y luego formular la acusación en sede penal. De este modo nos
encontraríamos ante la posibilidad cierta de que sean declarados culpables de la
comisión de hechos punibles en un juicio político, por un procedimiento en que
prevalecen los criterios políticos, por un órgano que carece de competencia
substantiva al respecto y con la consecuencia irreversible de la separación de sus
cargos; pero luego en sede judicial, con intervención de órganos competentes,
especializados en la materia, y con la amplitud y las garantías que ofrece un
proceso penal, se les concede el sobreseimiento o la absolución.

Dadas las características apuntadas, una solución completa y profunda sólo puede darse
en el marco de una reforma constitucional por medio de una Convención Nacional
Constituyente. Viendo que dicha Convención puede por sus características dilatarse en
el tiempo, puede considerarse una solución válida la adecuada reglamentación del texto
constitucional que permitiría subsanar, mitigar o limitar las deficiencias que se
presentan.

10. Opinión de referentes jurídicos y políticos con relación al juicio político.

FELIX PAIVA: En este juicio de responsabilidad, llamado constitucionalmente juicio


político, se hace efectiva la responsabilidad política. La sentencia es meramente política.
Ella no entraña pena propiamente dicha, no conduce a la pérdida de la libertad del
individuo ni a la condenación pecuniaria; provoca solo su remoción del cargo que
desempeña o su destitución. (Estudio de la Constitución del Paraguay, t. I, p. 176,
Asunción, 1926).
HELIO ZARINI: El juicio político no es un juicio penal; por eso se denomina político.
Persigue separar del cargo al enjuiciado si hubiera mérito para ello (Derecho
Constitucional, p. 62, Bs. As. 1992).

MARIO R. MIDON: La afirmación de que el juicio es político comporta las siguientes


consecuencias, que definen las propiedades del mismo: 1) es un procedimiento en el que
se juzgan culpas políticas, a tenor del impacto que en la comunidad produce la
inconducta del enjuiciado; 2) no es un juicio penal porque, más que como instrumento
de justicia, se los sostiene como herramienta que garantiza el control de la actividad de
gobierno; 3) Solo alcanza a los funcionarios expresamente enumerados por la
Constitución, pues está previsto como antejuicio del posterior proceso penal en
privilegio que se dispensa a los sujetos pasibles de él, para evitar la multiplicidad de
denuncias que entorpecerían su quehacer institucional; 4) es un juicio donde el acusado
conserva el derecho de disponer su extinción, pues si renuncia al cargo agota la
competencia jurisdiccional del Congreso; 5) es un juicio donde los datos de oportunidad
y conveniencia definen la existencia y el sentido de la acusación por Diputados y del
fallo senatorial, y esas ¿razones? pueden resultar decisivas para que no medie formación
de causa y posterior destitución, aun acreditados los extremos de culpabilidad
investigados (Manual de Derecho constitucional argentino, p. 425, Bs. As., 1995).

MIGUEL ANGEL PANGRAZIO: El juicio político es un procedimiento político y


judicial. Político por afectar la jerarquía de funcionarios de nivel y judicial por ajustarse
a reglas procesales que ordenan de legalidad el referido juicio (Tratado de Derecho
público, p. 462, Asunción, 1997).

JOSE MORENO RUFFINELLI: El juicio político no es un juicio, un proceso


propiamente dicho, sino un medio que tiene para provocar la destitución de alguno de
los que pueden ser sometidos a él y luego, si hubiere lugar, a la formación de una causa,
remitirlo al Poder Judicial para su juzgamiento (Nuevas instituciones de la Constitución
Nacional, p. 62, Asunción, 1996).

MIGUEL ANGEL EKMEKDJIAN: El juicio político no es un proceso penal; en caso


de comisión de delitos, funciona como un antejuicio que, en caso de condena, habilita la
instancia penal contra los funcionarios y magistrados aforados con inmunidad de
jurisdicción penal. Se puede afirmar que el juicio político en el sistema presidencialista
no es de naturaleza política, en el sentido estricto del término, sino que se lo denomina
así para diferenciarlo del juicio penal propiamente dicho; en efecto, el juicio político es,
para los funcionarios afectados, una especie de antejuicio que les hace perder la
inmunidad de jurisdicción penal. (Tratado de Derecho constitucional, t. IV, pp. 201-
210/1, Bs. As., 1997).

EMILIO CAMACHO: En la Constitución paraguaya la palabra es juicio político, es


decir, el concepto mismo de juicio está adjetivado como político, en forma inseparable,
lo que debe señalarnos ya la primera y fundamental diferencia con el campo
jurisdiccional y con quienes, identificando equivocadamente con el proceso judicial,
pretenden aplicar todo el rigor procesal a esta institución. El juicio político tiene una
naturaleza mixta, pues una persona es sometida a un procedimiento político y
administrativo donde se busca determinar responsabilidades, del cual puede derivar una
sanción: la destitución del cargo, pero no puede el Congreso ejercer atribución judicial
alguna. Pretender equipararlo a un proceso judicial es desconocer la naturaleza misma
del juicio político, además de constituir una perversión inadmisible del principio de
responsabilidad política, esencial e inherente a la democracia misma. Es por eso que le
está vedado a cualquier otro poder revisar el concepto de mal desempeño de funciones,
que compete exclusivamente al Senado. (Lecciones de Derecho Constitucional, pp. 139
a 141, Asunción, 2007).

JORGE HORACIO GENTILE: Se trata de un juicio, pero ello no significa ejercicio


de la función jurisdiccional o judicial, reservada exclusivamente por la Constitución al
Poder Judicial, ya que su fallo no tiene por finalidad sancionar, sino destituir al
funcionario. Se trata mejor de un antejuicio o un prejuicio, más que un juicio, cuando la
causal es un delito, ya que por el principio de igualdad todos los ciudadanos, sean o no
funcionarios del gobierno, son juzgados por los jueces de la Constitución y éste es un
trámite previo al mismo. (Derecho Parlamentario, p. 392, Bs. As.-Madrid, 2008).

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