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Prefacio

MOUFFE, Chantal (ed): Dimensiones de democracia radical.


Pluralismo, ciudadanía, comunidad. Prometeo libros. 2012.
Buenos Aires La política democrática hoy

En la víspera del siglo XXI, en medio de la agitación de la cual está siendo


testigo el mundo, la tarea de repensar la política democrática es más
urgente que nunca. Para aquellos que se rehúsan a ver el capitalismo
democrático liberal “en verdad existente” en el “final de la historia”, la
democracia radical es la única alternativa. Si la Izquierda ha de apren­
der de las trágicas experiencias de totalitarismo, tiene que adoptar una
actitud diferente para con la democracia liberal y reconocer sus puntos
fuertes así como revelar sus falencias. En otras palabras, el objetivo de
la Izquierda debería ser la extensión y profundización de la revolución
democrática iniciada hace doscientos años.
Dicha perspectiva no implica el rechazo de la democracia liberal y
su reemplazo por una forma política completamente nueva de socie­
dad, como lo supone la idea tradicional de revolución, sino una radi-
calización de la tradición democrática moderna. Eso puede lograrse
mediante una crítica inmanente, por el empleo de recursos simbólicos
de esa misma tradición. De hecho, después de reconocer que lo que
constituye la democracia moderna es la afirmación de que todos los
seres humanos son libres e iguales, queda claro que no es posible en­
contrar principios más radicales para organizar la sociedad. El proble­
ma, por lo tanto, no son los ideales de la democracia moderna, sino el
hecho de que sus principios políticos muy lejos están de ser implemen-
tados, incluso en aquellas sociedades que los consideran algo propio
de sí. Dada la amplia brecha entre los ideales democráticos profesados
y su realización, la tendencia general de la Izquierda siempre ha sido
denunciarlos como un engaño y apuntar a la construcción de una so­
ciedad por completo diferente. Es esta alternativa radical precisamente
lo que la experiencia del socialismo del estilo soviético ha mostrado
como algo desastroso y es necesario descartarla. No obstante, eso no

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significa que tengamos que resignarnos a la democracia en su forma relaciones capitalistas constituyen un obstáculo insuperable para la rea­
presente. En lugar de proclamar el carácter ideológico e ilusorio de la lización de la democracia. Y es verdad que, en general, se ha identifica­
llamada “democracia burguesa formal”, ¿por qué no tomar sus princi­ do al liberalismo con la defensa de la propiedad privada y la economía
pios declarados de manera literal y forzar a las sociedades democráticas capitalista. No obstante, esta identificación no es necesaria, como lo han
liberales a ser responsables por sus ideales profesados? Ese es el camino sostenido algunos liberales. Por el contrario, es el resultado de una cos­
que defienden quienes están a favor de la “democracia radical y plural” tumbre articuladora, y como tal, puede por ende romperse. Es necesa­
y yo sostendré que esa es la única esperanza para la renovación del rio distinguir entre el liberalismo político y el liberalismo económico y
proyecto del ala izquierda. después separar al uno del otro. Defender y valorar la forma política de
Desde ya esto está lejos de ser completamente nuevo, y nadie puede sociedad específica de la democracia liberal no nos compromete con
mostrar con facilidad que los principios democráticos modernos de li­ el sistema económico capitalista. Este es un punto que cada vez más
bertad e igualdad han alimentado al lenguaje en el cual se han librado la reconocen liberales como John Rawls, cuya concepción de justicia no
mayoría de las luchas democráticas. Desde el momento en el que Mary hace de la propiedad privada de los medios de producción un requisito
Wollstonecraft lo estableció en la “Reivindicación de los derechos de la previo del liberalismo político.
mujer”, el discurso de los derechos ha proporcionado los medios que El objetivo de este volumen es ofrecer un conjunto de reflexiones
han hecho posible que se presenten diferentes formas de desigualdad sobre el repensar la política de la Izquierda en términos de extensión
como algo ilegítimo y antinatural, equivalente a formas de opresión. Los de la democracia dentro del marco de un régimen democrático liberal.
avances democráticos con frecuencia han sido el resultado de un pro­ Para lograr este objetivo, se examina la tradición liberal para identi­
ceso de desplazamiento de derechos ya declarados por un doble eje: ficar las áreas en las cuales es necesario hacer una reformulación, de
o grupos nuevos han reclamado acceso a derechos ya declarados, o se manera que la gran contribución del liberalismo político a la demo­
han exigido nuevos derechos en relaciones sociales hasta ese momento cracia moderna pueda liberarse de las premisas individualistas y ra­
consideradas jerárquicas “por naturaleza”, como las relacionadas con la cionalistas que se han convertido en la insignia de la democracia en su
raza, el género, etc. La democracia radical debe reconocer que la articu­ forma presente. El individualismo liberal ha despojado a las nociones
lación de las ideas de soberanía popular e igualdad cívica con los temas de ciudadanía y comunidad de gran parte de su contenido y necesi­
liberales de los derechos humanos, el gobierno constitucional y la divi­ tamos recuperar las dimensiones de la participación activa que tienen
sión de poderes -una articulación que es constitutiva de la democracia en la tradición republicana clásica. Ahora es necesario compatibilizar
liberal- han hecho posible que se reclamen nuevos derechos y se creen esta tradición con el pluralismo que es parte central de la democra­
nuevos significados, nuevos usos y nuevos campos de aplicación para cia moderna. Las colaboraciones de este libro tienen la intención de
las ideas de libertad e igualdad. Es dentro de dicho marcho que la lucha tratar, desde diferentes ángulos, el siguiente problema: ¿cómo puede
por una sociedad libre e igualitaria ha de librarse. Ya es hora de adhe­ defenderse el máximo de pluralismo -para respetar los derechos de
rirse a la convicción que desde hace tanto tiempo ha tenido Norberto los grupos más amplios posibles- sin destruir el marco mismo de la
Bobbio: las instituciones democráticas liberales deberían ser una parte comunidad política tal como lo constituyen las instituciones y prác­
esencial del proceso de democratización y los objetivos socialistas sólo ticas que interpretan la democracia moderna y definen su identidad
pueden lograrse de cualquier manera aceptable dentro de un régimen como ciudadanos?
democrático liberal.
Una objeción a la estrategia de democratización concebida como
el cumplimiento de los principios de democracia liberal es que las

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Democracia radical y ciudadanía sino también sociales. De esta manera, uno puede restablecer el vínculo
entre ciudadanía social y ciudadanía política, que fue la principal con­
Si acordamos que la democracia radical es la única alternativa viable para tribución de la democracia social y el cual el neoliberalismo ha tratado
la Izquierda hoy en día, y que consiste en tratar de extender los princi­ de romper. No obstante, dado que nuestro objetivo no es sólo restaurar
pios de igualdad y libertad a una cantidad cada vez mayor de relaciones la democracia social sino promover la democracia radical y plural, ne­
sociales, surge una pregunta importante: ¿qué tipo de identidad política cesitamos una concepción de ciudadanía adecuada para dicha tarea. Si
requiere? En otras palabras, dado que dentro de dicha perspectiva la la idea de ciudadanía ha de servir como punto de convergencia para la
creación de una identidad política común ya no puede concebirse en tarea actual de repensar la política de la Izquierda como una extensión
términos de clase, ¿qué tipo de identidad política puede contribuir con de la democracia, tiene que responder a las nuevas exigencias políticas,
la constitución del “nosotros” de las fuerzas democráticas radicales? que no pudo tratar la democracia social y que han contribuido a su
Hay un grado de consenso en la Izquierda sobre que deberíamos crisis. En pocas palabras, tiene que enfrentar el desafío de los “nuevos
revivir la idea de ciudadanía. Dicha idea, se dice, podría recuperar el movimientos” y reconocer los problemas relacionados con la ecología,
carácter radical que poseía durante la lucha contra el absolutismo, y po­ los asuntos He los homosexuales, la etnia y demás así como las luchas en
dría proporcionar el grito de unión de todas las fuerzas democráticas en torno de clase, raza y género.
un intento por derrotar al neoliberalismo. Creo que la idea de ciudada­
nía democrática es una idea muy promisoria para la democracia radical,
pero debe elaborársela de manera adecuada. Ciudadanía y comunidad
La pregunta que debemos formular es: “¿qué tipo de ciudadano?”.
Como revela la perspectiva general de los debates sociológicos sobre Un ciudadano radical y democrático debe ser un ciudadano activo, al­
ciudadanía de Bryan Turner, hay muchas formas diferentes en las cuales guien que actúe como un ciudadano, que se conciba como participante
puede entenderse la ciudadanía. Según la perspectiva presentada aquí, del emprendimiento colectivo. El ciudadano, como con acierto remarca
una estrategia puramente defensiva de reafirmar la visión liberal del Sheldon Woling, exige que pensemos desde una perspectiva de comuni­
ciudadano como portador de derechos es inadecuada. Puede ayudar­ dad: eso es incompatible con un marco individualista.
nos el resistir el ataque neoliberal de los derechos existentes, pero no es Esa es la razón por la cual el debate actual en filosofía política entre
suficiente. No se puede concebir propiamente un ciudadano separado liberales kantianos y sus críticos comunitarios es muy relevante para
de su inserción en una comunidad política. Para formular un concepto nuestro propósito. Lo que está en juego es la posibilidad y el deseo de
satisfactorio de la comunidad política, debemos superar el individua­ un regreso al reino en el cual podamos reconocernos como participantes
lismo liberal en la dirección de las cuestiones de justicia, igualdad y de una comunidad. El problema que se trata en varios de los aportes de
comunidad. este volumen está relacionado con la adecuación del énfasis republicano
Además, dado que nos concierne una comunidad política democrá­ cívico en el “bien común” y la forma en la cual puede hacérselo com­
tica moderna, también debe tratarse la cuestión crucial del pluralismo. patible con el pluralismo de la democracia moderna. ¿Cómo podemos
En discusiones recientes sobre la ciudadanía, se ha presentado el tema defender los logros de la revolución democrática y reconocer la función
de los derechos humanos como algo central. De hecho, es importante constitutiva del liberalismo en la emergencia de una democracia plura­
reafirmar la noción de ciudadanía como sistema de derechos garanti- lista mientras a la vez tratamos de reparar las consecuencias negativas
zados por una constitución a todos los miembros de una comunidad del individualismo? Podría decirse que ese es el tema central del debate
política y afirmar que dichos derechos no sólo deberían ser políticos, presente.

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El redescubrimiento de la ciudadanía es, sin lugar a dudas, un cam­ bien es sólo uno entre muchos compromisos nuestros, una de muchas
bio muy positivo, pero deberíamos tener cuidado con no regresar a una asociaciones a las cuales pertenecemos, desempeña, sin embargo, una
concepción premoderna de lo político; y necesitamos estar alerta a los función crucial dado que nos permite mediar entre los otros y actuar a
peligros de la nostalgia por la polis griega y los tipos de Gemeinschaft través de ellos.
[comunidad].
Utilizando las herramientas del psicoanálisis lacaniano, Slavoj Žižek
muestra cómo el deseo de una comunidad concebida como Gemeins­
chaft está lleno de peligros. Mediante un examen de los acontecimien­ Ciudadanía y justicia social
tos recientes de Europa del Este, nos ayuda a entender la función que
desempeña el deseo de una comunidad orgánica en el crecimiento del Junto con la cuestión de los derechos, otro tema actual de discusión
nacionalismo autoritario. La victoria del pluralismo democrático, sostie­ tiene que ver con la noción de justicia social. Es un tema muy relevante
ne, exige el reconocimiento de que la multitud de sueños es irreducible. para nuestra empresa. De hecho, una ciudadanía democrática y pluralis­
Nunca puede alcanzarse una unidad orgánica y hay un elevado precio ta exige una teoría de la justicia social que pueda servir como marco para
por pagar por una visión imposible tal. regular la diversidad y la pluralidad de exigencias y derechos reclamados
Con lo importante que es, no deberían recuperarse algunas de las por los diferentes participantes de la comunidad política.
inquietudes de la tradición republicana cívica, con su concepción más Es desde ese punto de vista que deberíamos evaluar el trabajo de
rica de lo político, y recapturarse nuestra inserción en una comunidad John Rawls, cuya defensa de la justicia distributiva en A Theory of Justice1
política y nuestras identidades como ciudadanos de una manera que se ha sido influyente por combinar una defensa de libertad individual con
vacíe el reconocimiento moderno del pluralismo. No debe sacrificarse al un fuerte compromiso con la igualdad. Como ya he indicado, es un tipo
individuo por el ciudadano; y la pluralidad de formas de identidades por de liberalismo que no hace de la propiedad privada de los medios de
las cuales nos constituimos y que corresponden con nuestra inserción producción un componente necesario de la doctrina, y por esa razón
en una variedad de relaciones sociales, así como sus tensiones, deberían es atractivo para los liberales progresivos. También ha tenido buena re­
legitimarse. cepción entre los demócratas sociales dado que les brinda una defensa
Por otro lado, debemos reconocer que la búsqueda actual de una filosófica del Estado de bienestar.
concepción más activa de ciudadanía es una respuesta a las limitacio­ No hay duda alguna de que, contra teorías como la de Hayek y la
nes, no sólo de la concepción liberal que ha reducido la ciudadanía a de Nozick, que rechazan la noción de justicia social y distributiva por
una condición legal, sino también a la concepción burocrática y esta­ considerarla sin sentido, el intento de Rawls de reconciliar el indivi­
dista de política que, desde hace muchos años, ha sido la alternativa dualismo con la justicia social tiene mérito. No obstante, considero
principal que ha presentado la Izquierda. También deberían someterse que sus perspectivas no son suficientes para el proyecto democrático
a examen los defectos de tal perspectiva. Afirmar que la ciudadanía de­ radical dado que, a pesar de su mérito, la propuesta de Rawls no
bería concederse a cierta preeminencia entre nuestras diferentes iden­ supera el individualismo liberal. Define la ciudadanía como la ca­
tidades y que es la identidad política democrática por excelencia, no pacidad de cada persona de formar, revisar y perseguir, de manera
implica que debamos negar la importancia de nuestras otras formas de racional, su concepción del bien. Los ciudadanos recurren a sus de­
membresía o defender una concepción de política centrada en el Es­ rechos para promover su propio interés dentro de ciertas limitaciones
tado. En “El argumento de la sociedad civil”, Michael Walzer propone
una concepción de “asociacionalismo crítico” en el cual la ciudadanía, si 1John Rawls, A Theory of Justice, Oxford, 1971.

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impuestas por la exigencia de respetar los derechos de otros. No obs­ Para ver una forma diferente de pensamiento sobre la justicia social,
tante, el enfoque de Rawls excluye el ver al ciudadano como alguien una forma más en consonancia con el punto de vista que aquí se defien­
para quien es natural unirse con otros en acciones comunes. Como de, uno puede recurrir a Spheres of Justice2 de Michael Walzer. Walzer
han señalado los críticos comunitarios, no deja lugar para una noción sostiene que ya no podemos concebir el ideal igualitario en términos de
de comunidad que sea constitutiva de su identidad. Según Rawls, los igualdad simple”, con lo cual se refiere a una preocupación por hacer
ciudadanos de una democracia liberal necesitan compartir sólo creen­ a las personas tan iguales como sea posible en todos los aspectos. Se­
cias sobre asuntos procedimentales, sobre reglas relacionadas con la gún Walzer, dicha perspectiva no brinda a las sociedades modernas un
convivencia pacífica. Eso es, desde luego, coherente con la tradición nivel suficiente de diferenciación. Además, requeriría una intervención
liberal dominante, pero es precisamente aquí donde se encuentra el constante de parte del Estado para coordinar la distribución de todos
problema. Como muestra Sheldon Wolin, la preocupación exclusiva los bienes y eso pondría en peligro la libertad. Para hacer de la igual­
del liberalismo por los individuos y sus derechos no puede propor­ dad un objetivo central de una política que también respete la libertad
cionar contenido ni guía para el ejercicio de esos derechos. Eso ha debemos pensar, dice Walzer, en términos de una "igualdad compleja”.
conducido a la devaluación de la actividad cívica que está en el cora­ Eso significa que deberían distribuirse diferentes bienes sociales según
zón de nuestro aprieto. Ese individualismo ha hecho posible la actual una variedad de criterios que reflejen la diversidad de dichos bienes y
reducción neoliberal del bien común a una cuestión de “creación de sus significados sociales. Propone distinguir varias esferas de justicia así
riquezas”, “libertad de los contribuyentes” y “eficiencia”. No podemos como diferentes principios distributivos: el libre cambio, el abandono y
cuestionar con éxito sus perspectivas si permanecemos dentro del la necesidad. La justicia consistiría en no violar el principio de distribu­
mismo territorio. ción que es específico de cada esfera y en asegurar que no se permita que
Otro defecto de la tesis de Rawls, como muestra Quentin Skinner, el éxito en una esfera ejerza dominio en otra esfera, como es el caso con
es su confianza en una tradición que considera que la mejor manera de la riqueza hoy en día. El enfoque de Walzer brinda un marco pluralista
garantizar la libertad individual de los ciudadanos es minimizar las exi­ que nos permite tratar diferentes formas de dominación. Su teoría de
gencias de la responsabilidad social. Su enfoque de la justicia social en justicia es compatible con una sociedad que sería a la vez igualitaria y
términos de la prioridad de libertad es, por lo tanto, hostil a la idea de heterogénea. Por esa razón, es más adecuada para la concepción demo­
participación política activa, Skinner, mediante un argumento que saca crática y pluralista de ciudadanía que necesitamos.
de la tradición republicana clásica, sostiene que esa es una concepción De hecho, como sostiene Jean Leca, el desafío que estamos enfren­
defectuosa y, contra Rawls, defiende la perspectiva de que es sólo me­ tando hoy en día es precisamente el de desarrollar una idea de ciuda­
diante el servicio público que podemos asegurar y maximizar nuestra danía que sea adecuada para sociedades multiétnicas y multiculturales.
libertad personal. Tenemos que aceptar que la homogeneidad nacional ya no puede ser el
Existen otros problemas en la perspectiva de Rawls. Por ejemplo, fundamento de la ciudadanía y que el pluralismo debe dejar lugar a un
su teoría de justicia se formuló en el contexto de una política que ahora conjunto de diferentes identidades étnicas y culturales.
está en crisis. La emergencia de nuevos sujetos políticos y la creación de Etienne Tassin en un enfoque de esta cuestión desde el punto de
nuevas formas de identidad y nuevos tipos de comunidad han hecho vista de una identidad europea y a partir de una orientación basada en
inadecuada la concepción de justicia centrada sobre todo en la desigual­ la situación de Francia, defiende la ciudadanía disociante frente a la
dad económica. Su incapacidad de enfrentar otros medios de domina- nacionalidad. Sostiene que la creación de un espacio público europeo
ción la hace inapropiada para capturar la imaginación de los nuevos
movimientos. 2 Michael Walzer, Spheres o] Justice: A Defence of Pluralism and Equality, Oxford, 1983.

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exige romper con el dogma del Estado-nación y la confusión que esta­ debería servir de modelo para un nuevo tipo de política y ciudadanía.
blece entre voluntad general y voluntad nacional. Esa, según Tassin, es Sostiene que la política democrática está vinculada con la existencia de
la condición necesaria para la existencia de Europa como comunidad una nueva esfera en la cual la gente actúa como ciudadana y que eso
política. no puede adaptarse al tipo de unión íntima que existe entre la madre
Estas cuestiones son de especial importancia hoy en día dado el pro­ y su hijo. Estar de acuerdo con las importantes críticas que hicieron las
ceso actual de integración europea. La necesidad de prever qué forma feministas a la distinción privado/público y su función en la subordi­
tomaría una ciudadanía europea que permitiera diferentes afiliaciones nación de las mujeres no implica que debamos rechazar tal distinción.
nacionales es urgente. Si no ha de definirse a Europa exclusivamente en Lo que necesitamos es una nueva manera de entender la naturaleza de
términos de acuerdos económicos y reducírsela a un mercado común, lo privado y de lo público, así como un modo diferente de articulación
la definición de una identidad política común debe estar a la cabeza entre ellos.
de la agenda y eso exige tratar el tema de la ciudadanía. La ciudadanía La noción de Hannah Arendt de la “esfera pública" puede ayudar­
europea no puede entenderse sólo en términos de una condición legal y nos a hacer precisamente eso dado que, como lo muestra Maurizio
un conjunto de derechos, por más importante que estos sean. Debe sig­ d’Entrèves, la práctica de la ciudadanía está, desde su punto de vista,
nificar la identificación con un conjunto de valores y principios políticos intimamente vinculada con la existencia de una esfera pública en la que
que son constitutivos de la democracia moderna. los miembros de la sociedad civil puedan existir como ciudadanos y
actuar en conjunto para resolver de manera democrática los problemas
concernientes a sus vidas en la comunidad política.
Ciudadanía e identidad Para Arendt, no debería hacerse depender la identidad propia como
ciudadano de la propia etnia, religión o identidad racial. Siguiendo la
Una concepción democrática radical de ciudadanía, que apunte a expre­ misma línea de razonamiento, podemos también afirmar que el sexo
sar las exigencias de los “nuevos movimientos”, no puede ignorar las crí­ debería ser irrelevante para la práctica de la ciudadanía. Es verdad que
ticas que han hecho algunas feministas a la idea misma de ciudadanía. Su la categoría moderna de ciudadano se ha construido de manera tal que,
argumento es que la ciudadanía moderna se ha construido sobre la nega­ bajo la apariencia de universalidad, postuló un público hegemónico,
ción de valores femeninos. Por esa razón, y siguiendo a Carol Gilligan, al­ que relegó toda particularidad y diferencia a lo privado, y que ha con­
gunas feministas oponen una feminista “ética de cuidado”, que promueve tribuido con la exclusión de la mujer. Pero eso no significa que la res­
un conjunto de valores basados en la experiencia de mujeres como muje­ puesta sea introducir las llamadas tareas específicas de las mujeres a la
res, es decir, sus experiencias de maternidad ejercidas en el reino privado definición misma de ciudadanía. El hecho de que la diferencia sexual
de la familia, a lo que ven como la “ética de justicia” masculina y liberal. haya sido central para la estructura de la ciudadanía moderna y de que
Es en ese tenor que la corriente conocida como “pensamiento maternal” haya tenido consecuencias negativas para las mujeres, puede también
defiende un tipo de política guiada por los valores específicos femeninos enmendarse mediante la construcción de una nueva concepción de
de amor, cuidado, reconocimiento de necesidades y amistad. ciudadanía en la cual dicha diferencia pase a ser en verdad irrelevante.
Mientras se reconocen las perspectivas presentadas por una cierta Dentro de la perspectiva de un proyecto de democracia radical y plural,
cantidad de críticas feministas de la concepción liberal de ciudadanía, dicha concepción de ciudadanía “sin género” es más promisoria dado
la posición defendida aquí es diferente. En su análisis del feminismo y que permite la articulación de muchas exigencias democráticas y no se
las teorías de la ciudadanía, Mary Dietz critica lo que llama la parciali­ concentra sólo en la exclusión de las mujeres. Pero requiere un marco no
dad “materialista” en la política feminista y sostiene que la maternidad esencialista, lo cual implica que no hay identidad fija correspondiente

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a los hombres como hombres y a las mujeres como mujeres. Todas las uno de los fragmentos retiene una identidad cerrada y completamente
identidades, incluso las identidades sexuales, son formas de identifica­ constituida. Como hemos sostenido en Hegemony and Socialist Strategy3,
ción y son necesariamente precarias e inestables. Esto excluye cualquier un esencialismo tal de los elementos permanece dentro de la proble­
posibilidad de alcanzar su “esencia”. A diferencia de lo que una cierta mática que trata de desplazar, dado que una identidad clara presupone
cantidad de feministas opuestas al posestructuralismo está diciendo, re­ un sistema determinado de relaciones con todos los otros fragmentos o
conocer la precariedad de las identidades no hace que la agencia política “elementos” -¿y qué es eso sino una reintroducción de la categoría de
sea imposible por parte de las mujeres. Según Kirstie McClure, permite totalidad cuya eliminación fue el propósito de toda la operación? Es, por
resituar la agencia política dentro de la pluralidad de lo social, lo cual ende, importante no visualizar la dialéctica de la falta de fijeza como una
abre la posibilidad para la articulación política de relaciones de raza, dialéctica de separación, sino como una dialéctica de subversión o sobre-
clase, etnicidad y sexualidad. Por esa razón, considera que es necesario determinación. Y eso es posible dado que el sujeto no tiene una identidad
reconocer las importantes perspectivas que brinda el posestructuralis­ original (de una naturaleza integral ni fragmentaria) sino que es ante todo
mo para la elaboración de una concepción democrática y pluralista de el sujeto de una carencia. Como resultado, cualquiera sea la identidad
ciudadanía. McClure indica cómo las contribuciones posestructuralistas que tenga, puede construirse sólo mediante actos de identificación.
a la teoría política reconstituyen cuestiones de identidad y agencia polí­ Para entender la naturaleza del pluralismo también es necesaria una
ticas de manera tal que crean las condiciones para un tipo mucho más visión de lo político como un conjunto de relaciones sociales construi­
radical de política pluralista. das desde el discurso, una visión que discrepa con la filosofía del libera­
lismo. Sin embargo, es sólo dentro de dicha perspectiva que es posible
comprender la especificidad de la democracia moderna como nueva for­
Ciudadanía y pluralismo ma política de sociedad. La democracia moderna como nuevo “régimen”
se constituye mediante la articulación entre la lógica de la democracia y
Si hemos de enfrentar de manera satisfactoria la cuestión del pluralis­ la lógica del liberalismo; mediante la afirmación de la soberanía popular
mo, es indispensable un enfoque teórico que incorpore la crítica del y la declaración de un conjunto de derechos humanos fundamentales
esencialismo, la cual está presente en diferentes formas en las corrientes que es necesario respetar. Por lo tanto, establece una forma particular
más innovadoras de la filosofía del siglo xx. De hecho, el pluralismo de coexistencia humana que exige la distinción entre una esfera de lo
sólo puede formularse de manera adecuada dentro de una problemática público y una esfera de lo privado así como la separación entre la Iglesia
que concibe al agente social no como un sujeto unitario, sino como la y el Estado, el derecho civil y el derecho religioso. Esa es la gran contri­
articulación de un conjunto de posiciones subjetivas, construidas den­ bución del liberalismo político a la democracia moderna que garantiza
tro de discursos específicos y siempre suturadas, de manera precaria y la defensa del pluralismo y el respeto de la libertad individual. Es, por
temporaria, en la intersección de esas posiciones subjetivas. Eso requiere lo tanto, incoherente pretender que tenga que abandonarse dicha distin­
abandonar el reduccionismo y el esencialismo dominantes en las in­ ción en nombre del pluralismo, como han estado sosteniendo algunos
terpretaciones liberales de pluralismo y reconocer la contingencia y la fundamentalistas durante la controversia de Salman Rushdie.
ambigüedad de toda identidad, así como el carácter constitutivo de la El último punto indica que cualquier reflexión sobre la ciudadanía
división y el antagonismo sociales. democrática moderna debe reconocer los límites del pluralismo. Si bien
Este último punto es decisivo: no lograríamos avance alguno en ab­
soluto si sólo hubiéramos de reemplazar la noción de un sujeto unifica­
3 Ernesto Laclau y Chamal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical
do y homogéneo por una multiplicidad y fragmentación en la cual cada
Democratic Politics, Londres, 1985.

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es importante defender el pluralismo más amplio posible en muchas cuestiones de religión y moralidad, pero no puede ser agnóstico en los
áreas (cultura, religión, moral), debemos también aceptar que nuestra valores políticos dado que, por definición, postula un cierto conjunto de
participación como ciudadanos en la asociación política no puede ubi­ dichos valores, que constituyen sus principios ético-políticos. Pero esos
carse en el mismo nivel en el que se ubican otras inserciones en las rela­ valores políticos no deben concebirse en el modo de un bien común:
ciones sociales. Recuperar la ciudadanía como forma fuerte de identifi­ eso no dejaría lugar para una pluralidad de diferentes concepciones de
cación política presupone nuestra alianza con los principios políticos de la buena vida. Sólo proporcionan un marco de prácticas comunes a la
democracia moderna y el compromiso con la defensa de sus instituciones conducta política guía.
principales. No pueden coexistir principios antagonistas de legitimación También Louise Marcil-Lacoste, que analiza las paradojas del plura­
dentro de una única asociación política. Aceptar el pluralismo en ese lismo, sugiere tal crítica de una supuesta neutralidad del Estado. Indi­
nivel de manera automática supone la desaparición del Estado como una ca que en muchas de las versiones liberales actuales, con frecuencia se
realidad política. Y eso -a diferencia de lo que algunos creen -no sig­ reduce el pluralismo al simple hecho de la pluralidad de opiniones. Eso
nificaría más democracia sino la negación misma de su posibilidad. La sucede, desde luego, no sólo en Rawls, que hace constante referencia al
democracia moderna, lejos de basarse en una concepción relativista del “hecho del pluralismo”, sino también a todos aquellos liberales que in­
mundo, como a veces se sostiene, se articula en torno de cierto conjunto sisten con la neutralidad del Estado y conciben la democracia sólo como
de valores que, como la igualdad y la libertad, constituyen sus “princi­ un conjunto de procedimientos para tratar con la pluralidad de intereses
pios políticos”. Quienes consideran que el pluralismo de la democracia y opiniones. Marcil-Lacost sostiene que, por el contrario, el pluralismo
moderna es total y tiene, como única restricción, un acuerdo sobre reglas deberla concebirse como la expresión institucional de un valor, a saber,
procedimentales no se dan cuenta de que nunca puede haber procedi­ la libertad individual.
mientos puros y neutrales sin referencia a inquietudes normativas. La forma de entender la democracia radical aquí presentada no de­
A esta altura debería ser claro por qué una perspectiva democrática bería combinarse con otras perspectivas que, bajo un nombre similar,
radical necesita una visión de lo político que sea diferente no sólo a la proponen una perspectiva de la política que es muy diferente. Tal es el
liberal, sino también a la comunitaria. La visión premoderna de la comu­ caso, por ejemplo, de las varias versiones de democracia radical formu­
nidad política unificada en torno de una idea sustantiva del bien común ladas dentro del marco de la problemática habermasiana. Si bien com­
que se encuentra en algunos comunitarios es antitética con respecto al parte con nosotros la crítica a la concepción tradicional de socialismo,
pluralismo que define la democracia liberal como una nueva forma polí­ dichas formas de democracia radical o participativa pertenecen a otro
tica de sociedad. Los demócratas radicales están de acuerdo sobre la ne­ universo filosófico y dichas divergencias teóricas tienen importantes
cesidad de recuperar ideas tales como el “bien común”, la “virtud cívica” consecuencias políticas. Esas versiones universalistas de la democra­
y la “comunidad política”, pero creen que es necesario reformularlas de cia radical se fundan en una concepción evolucionista y etapista del
manera tal que las haga compatibles con el reconocimiento del conflicto, desarrollo moral y requieren la disponibilidad de una “comunicación
la división y el antagonismo. Esto es, de hecho, como sostengo en mi no distorsionada” y de una reconciliación racional final de reclamos de
aporte a este volumen, una de las ideas fundamentales para la elabora­ valores. En otras palabras, prevén la posibilidad de una política des­
ción de una filosofía política democrática moderna. de la cual habrían desaparecido el antagonismo y la división. Nuestra
Del otro lado, una reflexión sobre la ciudadanía revela el profun­ forma de entender la democracia radical, por el contrario, postula la
do malentendido implícito en el principio liberal de la neutralidad del imposibilidad misma de una realización final de la democracia. Afirma
Estado. Para respetar la libertad individual y el pluralismo, un Estado que la tensión irresoluble entre los principios de igualdad y libertad
democrático liberal debe, desde luego, ser agnóstico en lo que atañe a es la condición misma para la preservación de la indeterminación y la

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indecidibilidad que es constitutiva de la democracia moderna. Además, lógica democrática de la identidad y la equivalencia de la lógica liberal
constituye la garantía principal contra cualquier intento de realizar un del pluralismo y la diferencia, la experiencia de una democracia radical
cierre final que provocaría la eliminación de lo político y la negociación y plural sólo puede consistir en el reconocimiento de la multiplicidad
de la democracia. de lógicas sociales y la necesidad de su articulación. Pero esta articula­
Reconocer los límites del pluralismo también significa que no pue­ ción siempre debería recrearse y renegociarse, y no hay esperanza de
den aceptarse todas las diferencias y que también tiene que distinguirse una reconciliación final. Esa es la razón por la cual democracia radical
un proyecto democrático radical de otras formas de política “postmo­ también significa la imposibilidad radical de una democracia completa­
derna” que ponen énfasis en la heterogeneidad, la diseminación y la mente lograda.
inconmensurabilidad y para los cuales el pluralismo, entendido como
la valorización de todas las diferencias, debería ser total. Una forma Chantal Mouffe
extrema tal de pluralismo, según la cual todos los intereses, todas las
opiniones, todas las diferencias se ven como legítimas, nunca podría
proporcionar el marco para un régimen político. Para que el reconoci­
miento de la pluralidad no conduzca a una indiferenciación e indiferencia
completas, deben existir criterios para decidir entre qué es admisible y
qué no. Además, como señala Marcil-Lacoste, para que el pluralismo
se haga compatible con la lucha contra la desigualdad, uno debe poder
discriminar entre las diferencias que existen pero no deberían existir
y las diferencias que no existen pero deberían existir. A las claras, los
pluralistas liberales tradicionales o las formas recientes de exaltación
postmoderna de las diferencias y las paralogías no pueden proporcionar
dichos criterios.
Al final, lo que siempre es necesario para que una sociedad democrá­
tica funcione, es un conjunto de instituciones y prácticas que constitu­
yan el marco de un consenso dentro del cual pueda existir el pluralismo.
Lo es en tal medida que una comunidad política democrática moderna
debería concebirse como una superficie discursiva de inscripción, no un
referente empírico. Dentro de tal marco, siempre habrá interpretaciones
opuestas de los principios compartidos de igualdad y libertad y, por lo
tanto, perspectivas diferentes de la ciudadanía. Si nuestro objetivo es la
extensión de dichos principios al conjunto de relaciones sociales más
amplio posible, una concepción democrática radical de la ciudadanía
tiene que construirse mediante la identificación con una interpretación
democrática radical de la igualdad y la libertad. Pero es necesario reco­
nocer la tensión entre esos principios, y una democracia radical y plural,
en lugar de tratar de resolverla, debería ampliarla y protegerla. Entre la

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