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Pudo ser también Ribalta quien despertara en Ribera el interés por el estudio de la luz
y del naturalismo, y la admiración por las obras de los pintores italianos.
En 1615 marchó a Italia. Lo primero que visitó fue la corte de los Farnesio en Parma.
Allí se entusiasmó con la pintura de Correggio, del que asimiló su gran sensibilidad.
Este pintor, fallecido recientemente, estaba siendo objeto de discusión en las tertulias
artísticas a causa de las innovaciones de su pintura.
Nápoles había sido una de las últimas ciudades visitadas por Caravaggio y aún quedaba
muy vivo el recuerdo de su estancia, atestiguado por varias obras a las que Ribera tuvo
fácil acceso.
A poco de llegar a Nápoles Ribera contrajo matrimonio con Catalina Azzolino, de cuyo
enlace tuvo varios hijos, alguno de los cuales le servirían de modelo para sus cuadros.
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Buen dibujante, y mejor pintor y grabador, pronto ganó fama en los medios artísticos
napolitanos.
Merced a su valía contó con la protección del duque de Osuna, a la sazón virrey español
en Nápoles, y con la de sus sucesores, el duque de Alba, el duque de Alcalá, el conde
de Monterrey, el duque de Medina de las Torres, etc.
De esta manera Ribera jamás perdió el contacto con lo español, y de España le llegaron
gran número de encargos, unos para comunidades religiosas y otros de carácter oficial.
Nápoles fue una ciudad que no abandonó nunca desde que se afincó en ella, pero salvo
raras excepciones su producción fue destinada a clientela española.
CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA:
Según las normas artísticas emanadas del Concilio de Trento, la pintura debía
llamar la atención del cristiano mediante un estilo sencillo, pero que a la vez
inspirara devoción.
Sus modelos serán con frecuencia hombres de la clase marinera del golfo de
Nápoles, viejos curtidos por el mar, a los que el pintor se complace en reproducir
con fidelidad.
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Ribera crea un recurso tenebrista que consiste en poner una masa oscura de
boscaje a modo de telón de fondo, sobre el que coloca las figuras que se
destacan con un golpe de luz.
Ribera fue también un maestro del dibujo. Fue siempre más dibujante que
colorista.
Más que la belleza Ribera resalta el carácter del personaje, valor que la pintura
del siglo XVI había desdeñado en aras de lo bello.
Sus figuras son grandiosas, clásicas, pero ello no debe extrañarnos, pues el
propio Ribera confiesa haber aprendido la monumentalidad en las obras de
Rafael y en la escultura romana.
El pincel suele ser de cerda gruesa, y emplea mucha y espesa pasta de color,
con lo que obtiene una factura típica.
La pasta de color está a veces impregnada de alquitrán, sobre todo la que llena
los fondos oscuros de los cuadros.
El alquitrán hace que el color se oscurezca con el tiempo hasta producir unos
tonos aún más negros que los originales.
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En la obra de Ribera hay que distinguir varias iconografías dentro del género
religioso.
Los temas de martirios, que cultiva en pinturas y grabados, son muy adecuados
a su estilo realista.
PRIMERA ETAPA
Este periodo se caracteriza por un tenebrismo muy acusado, en el que los fondos de
los cuadros son muy negros por la utilización del alquitrán.
Usa mucha pasta de color, que lleva al lienzo con pincel de cerda corta, que origina
una factura típica de pronunciados surcos muy paralelos
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El recuerdo de lo clásico está aquí latente ya que la cabeza que figura en el lienzo es
copia de la del Apolo del Belvedere.
Lo más interesante del cuadro es el dibujo de las manos, de gran fuerza expresiva.
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En ella abandona los fondos negros y los fuertes contrastes de luz y sombra, introduce
una gama de colores claros y los fondos de paisaje y aumenta el número de figuras.
Comienza a pintar temas más gratos, Introducción del paisaje pero conserva
Este nuevo modo de pintar responde a la admiración que sintió desde su llegada a Italia
por los pintores de la escuela de Venecia.
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TRÁNSITO DE LA MAGDALENA,
ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN
FERNANDO, MADRID.
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Ilustra el pasaje del Génesis en el que se narra el engaño del anciano patriarca Isaac,
por su hijo menor Jacob, en complicidad con su madre Rebeca, para lograr que sea él
y no Esaú el preferido de la primogenitura.
Isaac, ciego, palpa el brazo de Jacob cubierto con una piel de cordero para aparentar
que era velloso como lo era Esaú.
El gesto de Isaac, como el del ciego de Gambazo, hace centrar la atención sobre sus
manos.
Al fondo de la escena y a través de una ventana aparece Esaú, que regresa a la casa
ignorante de lo ocurrido.
La composición está muy lograda en profundidad, a base de una diagonal que arranca
desde el bodegón del primer término hasta la lejana figura de Esaú, en una sucesión de
planos perfectamente entrelazados.
La constante preocupación de Ribera por mostrar las calidades de las cosas alcanza
una magistral expresión en la mesita junto a la cama del anciano patriarca, en la que
está preparado el alimento que el primogénito ha ofreció a su padre.
La luz es de dos clases, una natural que entra por la ventana y otra artificial que ilumina
al ángel.
La escena está compuesta por dos triángulos. El lado común es el madero al que están
atadas las manos del santo, y el vértice de uno de ellos está fuera del lienzo.
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Ilustra el pasaje del Génesis en el que se describe el sueño de Jacob durante la huída
a Harán para escapar de las dudas del engañado Esaú. Durante el camino se tendió a
dormir y en su sueño surgió una escala de ángeles y la voz del Señor que le prometía
protección para él y sus descendientes.
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COMBATE DE MUJERES,
MUSEO DEL PRADO.
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Ribera muestra al lisiado con muchos detalles realistas como el pie deforme
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Desde comienzos de esta fase, y a raíz de los amores ilícitos de su hija con Juan José
de Austria, hijo bastardo del rey Felipe IV que había sido enviado a Nápoles para poner
fin a la “sublevación de Masinello”, Ribera sufrió una grave crisis espiritual.
Ello hizo retornar su pintura al tenebrismo de los primeros años, pero sin olvidar el rico
colorido veneciano.
En esta etapa final de su vida el artista expresó su más intensidad que nunca las
meociones de sus personajes retratándolos con gran humanidad.
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Ello puede ser reflejo de la conmoción espiritual que le causó el injusto pago con el
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