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Autores:
Psic. Diego Rodriguez
Psic. Carolina Russo
Psic. Luis Pettorossi
Psic. Juliana Serrano
Psic. Gabino Pacheco
Miguel Guerrero
Lic. Rosa Elisa Heredia
Psic. María Eugenia Morán Elias
Lic. Mirta Rodriguez
Marzo de 2007
Tucumán Argentina
“Cuando viene el rio nos lleva, y ellos dicen que no...”
Damnificada por la inundación, Concepción, Tucumán
Enero de 2007
Coyuntura
El 10 de enero de 2007, 150 mm. de lluvia se abaten sobre la provincia de Tucu-
mán, en especial en el Sur, centro y este. Acostumbrados a las lluvias de verano, y al
agua en los tobillos, los pobladores de las riberas del río Gastona fueron a dormir después
de la lluvia que había parado aproximadamente a las 20 horas, sin sospechar que a las
2:40 de la madrugada del 11, la boya y los gritos de los vecinos los despertarían, junto
con el agua que a esa hora llegaba arriba de la rodilla de los adultos... y continuaba su-
biendo.
Prácticamente toda la provincia, y la Nación se movilizó en pos de ayudar a los
afectados. La solidaridad movilizó a muchísimas personas, las cuales manifestaron su de-
seo de ayudar. Alimentos, ropa, calzado, agua, muebles, fue la manifestación material de
este deseo. Voluntarios en las más diversas áreas también ofrecieron sus servicios. Entre
las instituciones que ofrecieron su trabajo se encontraba el Colegio de Psicólogos de Tu-
cumán.
Fundamentos teóricos
Hemos encontrado en el doctor M. Benyakari un gran aporte desde la teoría a la ta-
rea que estamos emprendiendo.
Por su propia naturaleza, las catástrofes desbordan la capacidad de adaptación y
asimilación de una colectividad y sacan a la luz deficiencias del tejido social que sostiene
a los grupos humanos. La imposibilidad de previsión de las calamidades, sumado a la ne-
gligencia en la realización de tareas preventivas, aumentan en forma exponencial las pro-
babilidades de efectos negativos a consecuencias del desastre sea éste natural o provo-
cado.
La reflexión de Benyakar nos ubica frente frecuente en los profesionales de salud
mental, ésta es el caracterizar como “traumático” a aquello que le pasa a un sujeto y que
caracterizamos como difícil y doloroso. Su propuesta es distinguir y caracterizar los distin-
tos elementos que participan de la situación: el hecho que viene de afuera, el impacto que
sufre el psiquismo y el modo en que se articulan ambos fenómenos en el interior de suje-
to. Propone reemplazar al término “traumático” por “disruptivo” cuando nos referimos a he-
chos y situaciones que acontecen el mundo externoii.”por lo tanto disruptivo será todo
evento o situación con la capacidad potencial de irrumpir en el psiquismo y producir reac-
ciones que alteren su capacidad integradora y de elaboración”iii. El uso del término “trau-
mático” conlleva la idea que el acontecimiento, inherentemente posee la capacidad de
provocar un efecto devastador específico sobre el psiquismo humano. Por lo tanto: No re-
conoce la singularidad de los diferentes eventos fácticos, lo que nos hace incapaces de
discriminar su componentes y características particulares; no reconoce la singularidad del
sujeto que atraviesa el acontecimiento, e ignora lo idiosincrásico de la relación entre el
evento específico y un sujeto particular.
Si podemos caracterizar situaciones usando las mismas palabras que nombran sus
posibles efectos, es porque nuestro pensamiento subyace la suposición de que todos y
cada uno de los acontecimientos a priori caracterizados como traumáticos, provocarán
siempre, en todos y cada uno de los sujetos afectados, aquella consecuencia psíquica lla-
mada “trauma”, o sea, discontinuidad que se produce en un proceso psíquico o en un
modo de procesar psíquico. Y hace como si no supiera que tal discontinuidad sucede úni-
ca y exclusivamente en el sujeto. De lo cual se desprenden problemas tanto teórico como
clínicos.
Lo disruptivo puede ser potenciado si el evento:
✔ Es inesperado.
✔ Interrumpe un proceso normal, habitual e indispensable, para mantener el equili-
brio.
✔ Socava el sentimiento de confianza en los otros.
✔ Contiene rasgos novedosos no codificables ni interpretables según los parámetros
que ofrece la cultura.
✔ Amenaza la integridad física propia y de allegados.
✔ Distorsiona o destruye el hábitat cotidiano.
Víctimas o damnificados
B. distingue entre víctima y damnificado. La víctima tiene una función social. Es al-
guien que además de ser vulnerable es lo suficientemente parecido a cualquiera de noso-
tros y esta lo suficientemente distante de nosotros como para poder pensarlo diferente, o
identificarnos con él al mismo tiempo que nos separamos. Destinado a nombrar al su-
friente que mueve nuestra compasión y deseo de ayuda, la palabra víctima es sin embar-
go un modo de ejercer violencia e invisibilizarla en el mismo acto. La definición menospre-
cia y desconoce la subjetividad de la persona y la presiona a adaptarse a la imagen domi-
nante de “disminuido por el sufrimiento”, quedando atrapado en el estereotipo que resulta
funcional para una sociedad que lava sus culpas a través de la “solidaridad con la
víctima”. La persona afectada por el desastre alcanza en este lugar reconocimiento y ayu-
da, pero a costa de su subjetividad. Cabe agregar que el clientelismo político fomentó en
las masas empobrecidas el ocupar este lugar.
B. propone el uso del término “damnificado”, como los destinatarios de las activida-
des de asistencia, ayuda y de reparación de daños. Damnificado no acarrea ningún otro
significado que deforme la percepción o genere expectativas en quien así llama al afecta-
do. Del damnificado solo sabemos que sufrió un daño y aún cuando sepamos en que con-
sistió el hecho vivido, ignoramos qué efecto produjo en él, no sabemos si hubo o no daño
subjetivo y, si lo hubo, en qué consistió. En tanto se mantiene como interrogante, el dam-
nificado conserva a priori su subjetividad, su movilidad psíquica, su capacidad de respues-
ta.
Nuestra necesidad de formación, nos obliga a caminar con pies de plomo, en un te-
rreno inexplorado, donde los peligros de la pérdida de objetividad, las ganancias narcisís-
ticas, los avatares internos propios de los grupos, las disrupciones en el interior del mis-
mo, sumados a los límites humanos y materiales (por ahora esto es ad-honorem) ponen
en riesgo la continuidad del grupo y su tarea.
Bibliografía